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La novela posterior a la Guerra Civil Tema 5

Desde la Guerra Civil hasta el final de la dictadura franquista, la novela española se desarrolló en distintas
tendencias íntimamente relacionadas con las transformaciones políticas y sociales vividas en el país. La novela
española contemporánea ha evolucionado desde el realismo de posguerra, pasando por la novela social, hasta la
renovación formal.

Tras la Guerra Civil, el principio creativo predominante entre los narradores fue el realismo. La novela que triunfó
se centraba en los acontecimientos inmediatamente anteriores, relatados desde la perspectiva de los vencedores. A
partir de entonces, se fueron sucediendo distintos modelos narrativos con rasgos temáticos propios. Las principales
etapas de la evolución de este género son la novela desarraigada, la novela social y la de renovación formal.

La novela desarraigada tuvo lugar en la década de los cuarenta, fruto del desarraigo producido por la penosa
situación de la posguerra española. Se trataba de obras que afrontaban la realidad cotidiana de la época,
desvelando la violencia y el sinsentido de la existencia. Dentro de este tipo de novela se incluyen dos tendencias:
la novela tremendista y la novela existencial. Por un lado, la novela tremendista es un relato autobiográfico en
primera persona, que sigue la picaresca del siglo XVI, en donde el personaje es un antihéroe y se percibe una
visión pesimista ya que la conducta de los personajes está determinada por la biología, la educación recibida y el
ambiente. A su vez, las imágenes son degradantes, de connotaciones negativas. Destaca “La familia de Pascual
Duarte” de Cela. Por otro lado, la novela existencial es un relato en primera persona en el que predomina el
protagonista individual. Esta novela muestra la vaciedad y faltas de expectativas (soledad, opresión, falta de
comunicación), y el argumento se desarrolla en un tiempo breve y en espacios cerrados, asfixiantes. Sobresale
“Nada” de Carmen Laforet.

La novela social se desarrolla en los años cincuenta, con la necesidad de ofrecer testimonio de la realidad de la
época, conduciendo a los escritores a narrar historias del presente. En estas novelas, el personaje colectivo y la
tendencia al objetivismo hicieron que disminuyera la importancia del narrador y se incrementara la del diálogo. Su
lenguaje aparece poco elaborado, con frases cortas y léxico sencillo. Sus temas se centran en lo cotidiano, la
soledad y la incomunicación, y una visión crítica de la cultura de la época. La novela precursora de esta etapa es
“La Colmena” de Cela, donde hay secuencias que muestran la vida cotidiana de la ciudad de Madrid durante tres
días, con lo que pretende denunciar la crueldad con los débiles y la falta de valores éticos. Como tendencias se
encuentra el Neorrealismo, técnica literaria fiel a la realidad, que omite al narrador e intenta reproducir los
diálogos, así como un intento de crítica. Su representante es Ferlosio, con “El Jarama”. También aparece el
Realismo social, en el que predominan elementos ideológicos y una lengua poco elaborada. Destaca “Las ratas” de
Miguel Delibes.

A partir de los años sesenta se desarrolla una novela de renovación formal, en la que los narradores conceden
más importancia lenguaje y al modo de estructurar el relato. Se emplearon nuevos procedimientos narrativos, como
la mezcla de espacios y tiempos, el protagonista individual con fondo social, recursos tipográficos, ortografía no
convencional y diferentes puntos de vista. Entre las novelas de renovación destacan “Tiempo de silencio” de
Martín Santos; “Cinco horas con Mario” de Miguel Delibes; y la novela experimental de Gonzalo Torrente
Ballester.

Con la caída del régimen franquista, llegó la democracia y con ella una mayor libertad de expresión que abrió
paso a un nuevo panorama de las letras españolas.

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