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¿CUÁLES SON LAS AFECTACIONES DE LA SALUD MENTAL DE LOS PUEBLOS

INDÍGENAS A RAÍZ DEL CONFLICTO ARMADO?

LUISA MARÍA AGUDELO CADAVID

ERIKA DAJHANNA GÓMEZ MESA

CAMILA VALENTINA GUZMÁN ÑAÑEZ

LISBETH ELIANA PAVI YONDA

LAURA VICTORIA SOLANO SOLARTE

PSICOPATOLOGÍA

FUNDACIÓN UNIVERSITARIA DE POPAYÁN

PROGRAMA DE PSICOLOGÍA

ABRIL DE 2020
¿Cuáles son las afectaciones de la Salud Mental de los Pueblos Indígenas a raíz del

Conflicto Armado?

El presente ensayo tiene como objetivo revisar, basándose en fuentes de

investigación, cuál es el concepto de Salud Mental y cómo se abarca en el departamento del

Cauca, de qué manera se construye este concepto en los pueblos indígenas desde su

conocimiento ancestral, cuáles son las implicaciones, a nivel tanto directo como indirecto,

del conflicto armado colombiano, y qué se puede hacer para la salvaguarda del ser en

comunidad.

En Colombia este concepto está definido como “un estado dinámico, expresado en

la vida cotidiana a través del comportamiento, y la interacción, de manera tal que permite a

los sujetos individuales y colectivos desplegar sus recursos emocionales, cognitivos y

mentales para transitar por la vida cotidiana, establecer relaciones significativas y contribuir

a su comunidad” (Ministerio de Salud, 2013).

Así pues, es más un asunto de construcción social, variable entre contextos, y que

depende de la perspectiva de salud, enfermedad, normalidad y anormalidad, particulares en

cada grupo social. Pero, hasta qué punto se puede hablar de “Salud Mental” en un país que

se encuentra en una guerra prolongada y latente, ¿sin que llegue a ser una utopía?

Las personas adultas pueden tener una idea un poco más aterrizada y comprensible

de lo que es la Salud Mental, pues la relacionan con satisfacción de las necesidades básicas,

buena salud física, estado de sueño, sensación de paz y bienestar individual, superación de

obstáculos y ausencia de estrés y sufrimiento (Ministerio de Salud, 2017), pero entonces,

¿qué ocurre con los síntomas depresivos que pueden surgir? Según Murray y López (1996,
citados por Jiménez, 2009), hacia el 2020 esta sería la segunda causa de discapacidad

mundial, y un grave problema de salud pública.

Quizá una de las secuelas más evidentes sería las que se presenta en los

excombatientes, a quienes la doctrina militar, podría generarles cuadros de estrés

postraumático, como han demostrado investigaciones realizadas en diversos países

(Jiménez, 2009). Es claro que no se hace referencia en todos los casos a trastornos, sino a

los problemas de Salud Mental que este flagelo puede dejar. En el Abecé sobre la Salud

Mental (Ministerio de Salud, 2014), se diferencian de estos, los problemas de Salud Mental,

que afectan la forma como una persona piensa, se siente, se comporta y se relaciona con las

personas de su entorno.

Pero para comprender qué es lo que ocurre en los pueblos indígenas en cuanto a la

Salud Mental, es necesario aproximarse al concepto desde su propia perspectiva. Se tiene

entonces que, al interior de los pueblos indígenas tradicionales, la Salud Mental, como se

conoce en la cultura occidental, es un concepto inexistente. Para ellos se ha ido generando

una concepción abstracta, al vincularla con dimensiones positivas, la espiritualidad, el

equilibrio, el buen vivir y la relación armoniosa del individuo en las esferas familiar,

comunitaria y con la naturaleza (Cristancho et al, 2020).

No solo para los excombatientes es factor estresor el estar en medio del conflicto. Si

se hace una revisión histórica, la presencia de grupos armados al margen de la Ley termina

influenciando el modo de vida de las personas, al no permitirse el tránsito normal por los

territorios, la pérdida de la autonomía al interior de los pueblos, el miedo permanente como

resultado del clima de violencia permanente, lo cual ha sido una constante en el territorio

caucano (Ruta Pacífica de las Mujeres Cauca, 2014); y es que se conlleva a una
marginación paulatina y sistemática de los derechos de estas comunidades, merecedoras de

una atención con enfoque diferencial; infortunadamente, garantizar los derechos no es

posible mientras el conflicto en todo su esplendor no vea un cese (Hernández, 2011).

A pesar de encontrarse promulgado el Estado Pluricultural de Colombia en la

Constitución del 91´, reconociendo la diversidad de identidades étnicas en el país y de

haberse consolidado el Sistema Integral de Salud Propio e Intercultural (SISPI) en

Colombia, se encuentran algunas limitaciones importantes, y es que no se encuentra

incluido el tema de Salud Mental, por considerar inválidos los conocimientos ancestrales,

que, si bien no corresponden a lo que tradicionalmente se encuentra en occidente, sí se

asemeja a constructos desde su cosmogonía y cosmovisión (Cristancho et al, 2020).

Martín Baró en 1984 identificó tres variables importantes sobre las consecuencias

que genera la guerra y el conflicto en la Salud Mental: 1. Relación a la clase social, 2.

Involucramiento en el conflicto y 3. Temporalidad (Cristancho et al, 2020). Y es en estos

puntos donde se pueden identificar probabilidades de que se afecten las comunidades. Si

bien es cierto que muchos de los indígenas se han trasladado a los cascos urbanos (que

también han sido blanco de los grupos terroristas), en el campo, donde las posibilidades

económicas se ven claramente disminuidas, el desplazamiento forzado de las tierras en

donde muchos tienen cultivos, e incluso plantaciones de coca (cuyo fin no es el tratamiento

para que se convierta en un alcaloide, sino que pertenece a las tradiciones de las

comunidades (Giraldo, 2010)), de las cuales también se apropian, genera una crisis

económica que debe resolverse al interior del núcleo familiar. Pero pensar un cese de la

guerra hace necesario también pensar en los efectos generados en cuanto a Salud Mental se
trata, dado que, al ser un conflicto tan prolongado, produce unos efectos inmediatos que

repercuten con mayor fuerza.

Además, no sólo lo mencionado guarda relación con las costumbres de estos

resilientes pueblos, pues, sus únicas armas para la defensa de los territorios han sido los

bastones (Giraldo, 2010). Dentro de la comunidad Nasa, presente en el departamento del

Cauca, al igual que como sucede en otros asentamientos ancestrales, a quien porta un

bastón se le puede reconocer como miembro de la Guardia Indígena, y más allá de eso, se

le otorga el título de autoridad, mayor digno de respeto, adquirido por su trabajo dentro de

la comunidad, y cuyos pensamientos es importante acatar, pues son formas de

manifestación de la Madre Tierra.

La Secretaría de Salud Departamental enfoca todos sus esfuerzos a la prevención,

sobre todo, en los grupos adolescentes, con el fin de que contribuyan a la mejoría de la

fuerza laboral, e impacten a sus familias y a la comunidad del departamento (Secretaría de

Salud, 2018); aunque es loable este esfuerzo, no es suficiente, debido a que hay daños ya

provocados, existentes, aunque no medibles, pero están, y hay que actuar.

Está más que dicho que la guerra no deja únicamente heridas físicas, son incluso

más difíciles de sanar las heridas internas, como si de un trauma cerrado se hablara. Se

invaden los cuerpos, como producto del abuso sexual (Ruta Pacífica de las Mujeres, 2013).

Como si no fuera suficiente invadir las vidas de las futuras generaciones, con los

sentimientos de culpa e injusticia, al no saber nada de los familiares que se perdieron, que

nunca regresaron, y sentir que no se hizo la suficiente presión, ante un Estado que al final

termina siendo indolente. Porque ese que se perdió, seguramente era el hermano compañero
de juegos de la niña, en medio de las labores del campo. O la hermana que, de repente,

terminó siendo objeto de la revictimización de su familia, cuando ella misma, quien había

ejercido el rol de madre para sus hermanos, cuando sus padres fueron asesinados frente a

sus ojos, por no tener con qué aportar a la causa, fue reclutada y nunca más se supo de ella.

Y es que tampoco está salido de contexto traer a colación al abuelo, que sufrió un

derrame cerebral, con una subida de tensión, al contar para sus nietos cómo tuvo que salir

con la abuela y el bebé en brazos, dejando atrás, en medio de la noche, todo lo que habían

construido juntos con años y años de trabajo.

La voz de una joven universitaria que quiso alzar la voz, se esforzó y superó

obstáculos, acceder a la educación para poder conocer las herramientas y contar la historia

de su pueblo, un pueblo golpeado por una guerra de clases durante muchos años, trató de

ser silenciada durante varios meses con amenazas directas, y a pesar de contar con el apoyo

de sus autoridades tradicionales y pares en su entorno, fue silenciada con el sonido de un

fusil.

De seguro, los tíos que habían criado a quien ahora era un joven, que quedó niño

cuando su papá no volvió de la montaña, no sienten más necesidad de indagar en lo

ocurrido con él, a 10 años de su desaparición. Y como éstas, se podrían relatar cientos de

historias. Quizá muchas de ellas aún en lenguaje tradicional nasa yuwe, porque quienes no

conocen el español, no accedieron a presentar las declaraciones respectivas en los tiempos

que declaró el Estado.

Para finalizar, es muy importante entonces impulsar procesos investigativos acerca

de Salud Mental en los pueblos indígenas, precisamente porque se encuentra ausente. En


segundo lugar, la consolidación del SISPI debe avanzar en función de las necesidades

reales de las comunidades. En último lugar, está de más resaltar la necesidad de rescatar y

condensar en conocimiento oral de los mayores, mediante su traducción y escritura

(Cristancho et al, 2020). También se debe tener en cuenta que la Salud Mental tiene nexos

con la salud física, y es necesaria una atención integral real, que abarque si no todas, al

menos la mayor cantidad posible de esferas del ser humano.


Referencias Bibliográficas

Cristancho, S., Hernández, D., López, J., Montero, O., Montoya, E. y Valencia, M. (2020)

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