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El dilema en la aplicación de las

normas Niif
Aunque algunos temen que las nuevas normas contables puedan ser usadas para
libre interpretación, en la Supersociedades aclaran que se debe aplicar el juicio
profesional y que cualquier decisión debe ser justificada.

Este 2017 será el primer año en que la información sobre la salud


financiera de las compañías colombianas estará en un lenguaje
internacional, lo que permitirá comparar si sus negocios son más o
menos rentables que los de sus pares de otros países.

El cambio es el resultado de la implementación masiva de las Normas


Internacionales de Información Financiera (Niif), que primero
aplicaron las grandes compañías y las que están en bolsa –conocidas
como el grupo 1– y que ahora ya están empleando las firmas que tienen
entre 11 y 200 trabajadores y entre 500 y 30.000 salarios mínimos en
activos –que son el grupo 2–. A ellas se suman las empresas que
voluntariamente decidieron arrancar con las Niif.

De esta manera, unas 26.000 compañías del sector real, pues ya


todas las financieras están bajo Niif, deberán presentar ante las
autoridades su situación financiera medida bajo unos nuevos
parámetros que buscan más claridad para sus accionistas,
acreedores y público en general.

No obstante, la aplicación de las Niif no ha sido fácil y ha traído retrasos


y muchas dudas, pues para algunos expertos la transición hacia las
nuevas normas contables se ha prestado para distintas
interpretaciones en temas como las depreciaciones, que al final
afectan el patrimonio o los resultados.

Recomendado: ¿Cómo se han adaptado las empresas colombianas a


las Niif?

“Es el caso de compañías de renting de vehículos, que ahora por Niif


dicen que van a depreciar esos carros a 10 años, cuando se sabe que se
gastan más rápido porque son de trabajo, pero los terminan ajustando
para presentar unas mejores cifras”, dice un experto financiero que es
consultor de varias compañías.
El temor de este experto y de otros de sus colegas es que las Niif
parecen ser de libre interpretación y que se corre el riesgo de que
los contadores de las empresas manipulen las cifras; es decir, que
pase algo similar a cuando se incurre en elusión de impuestos, que
es cuando el contribuyente busca evitar el pago de tributos utilizando
maniobras o estrategias permitidas por la misma ley o por los vacíos de
esta.

Este temor es completamente rebatido por la Superintendencia de


Sociedades, que ha sido la entidad promotora de las Niif. Allí explican
que el nuevo marco normativo busca que con él se refleje la realidad
financiera de las empresas y, por ende, los contadores y auditores
puedan aplicar su juicio profesional para determinar cómo usar las
normas, obviamente de forma responsable y explicando por qué
optan por una alternativa y no por otra.

Por ejemplo, si una empresa tiene un edificio, a la hora de contabilizarlo


puede decidir si lo valora solo por su uso o si lo va a hacer por su valor
de recuperación por medio de una venta. Es claro que, si es un edificio
nuevo o a donde recién se pasaron, tal vez la opción sea la primera, pero
si ya están pensando en mudarse, entonces podría ser la segunda
alternativa. Lo importante es que esto quede claro en los anexos y que
cuando lo revise el auditor este también lo entienda y lo avale.

La Dian manda

Con respecto a las dudas frente a los tiempos para depreciar los activos,
en la Supersociedades explican que los plazos para hacer esa operación
no cambiaron con las Niif, sino con la pasada reforma tributaria, con la
cual se empezaron a ajustar las normas impositivas con las nuevas
reglas de contabilidad.

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información financiera con NIIF?

El tema es que tradicionalmente en Colombia las empresas han


llevado sus cuentas con la referencia fiscal, para ajustarse al pago
de impuestos, y no tanto con la referencia contable, y como la
tributaria amplió el plazo para depreciar los activos de 20 a 40 años,
entonces muchas empresas están ampliando las
depreciaciones. “Antes y ahora se pueden manipular las cifras, la culpa
no es de las Niif. Si una empresa decide ajustar la vida útil de sus
activos de acuerdo con lo que dicta la Dian, bien lo puede hacer, lo
importante es que explique por qué”, dicen en la Superintendencia.

Justamente por los cambios de la pasada reforma tributaria en


depreciaciones, se evidencia entre las empresas que ya entregaron sus
estados financieros una extensión de la vida útil de sus propiedades,
plantas y equipos.

Cambio de mentalidad

De las casi 26.000 sociedades que deben reportar su información


financiera a la Superintendencia de Sociedades, 3.577 son del grupo
1 y 22.326 del grupo 2. Entre las primeras, ya 94,1% presentó sus
cifras del año pasado con Niif y de las segundas ya lo hizo 81,8%,
unos porcentajes de cumplimiento que son satisfactorios para el
organismo de control.

Las empresas que no cumplen con el envío de los datos o que no lo


hacen correctamente ya están empezando a ser requeridas por la
Supersociedades y, si persiste el incumplimiento, serán multadas; sin
embargo, más que sancionar, lo que se busca es cambiar de mentalidad,
pues desde hace 8 años el país tomó la decisión de renovar su
marco contable.

“Entendemos que esta es una transición grande, pues desde hace


más de 30 años se venían usando las mismas normas, pero ahora lo
que se busca es una construcción colectiva que permita la
comparabilidad de las empresas y mostrar su realidad financiera”,
insisten en la Superintendencia.

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Es claro que los cambios no son fáciles, pero también es cierto que, en la
medida en que el país se quiera internacionalizar, es necesario que todos
los sectores, incluidas las empresas, empiecen a usar un lenguaje global
y la contabilidad no es la excepción.

Con menor déficit

Las entidades del sector público consolidado obtuvieron ingresos


operacionales por $407,8 billones en 2016; es decir, 9,5% más que
un año atrás, según el balance presentado por la Contaduría
General de la Nación.

Ante esta institución debían reportar sus estados financieros 3.762


entidades, pero 7% de ellas incumplió, lo que implica que 247 quedaron
omisas.

No obstante, con las cifras recopiladas se evidencia que el servicio que


les generó más ingresos a las empresas estatales fue la venta de
energía, con $12,8 billones, seguido del servicio de transporte, con
$9 billones. Al final del ejercicio de 2016, el sector público consolidado
registró un déficit de $4,6 billones, inferior a los $36 billones de 2015.

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