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Ficha Bibliográica

Silva Prada, Diego Fernando

Asociaciones campesinas en resistencia civil / Diego Fernando Silva Prada. Bogotá:


Corporación Universitaria Minuto de Dios. 2011

251 páginas.

ISBN: 978-958-8635-95-8

1. Asociaciones campesinas. 2. Resistencia civil. 3. Magdalena Medio. 4. Construcción


de paz. 5. Poder social y político.
ASOCIACIONES CAMPESINAS
EN RESISTENCIA CIVIL
CONSTRUCCIÓN DE PAZ Y DESARROLLO
EN EL MAGDALENA MEDIO

DIEGO FERNANDO SILVA PRADA

BOGOTÁ

CORPORACIÓN UNIVERSITARIA MINUTO DE DIOS

DICIEMBRE DE 2011
© Diego Fernando Silva Prada
© Corporación Universitaria Minuto de Dios - UNIMINUTO

Título: ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL


Subtítulo: Construcción de paz y desarrollo en el Magdalena Medio
Autor: Diego Fernando Silva Prada

ISBN: 978-958-8635-95-8

Coordinación Editorial: Johnny Albert Vélez


Fotografías: Beatriz Núñez Arce
Diseño y Diagramación: Juan Carlos Silva
Corrector de Estilo: Hernán Darío Ocampo

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni la reproduc-


ción en sistema informático, ni la transmisión en cualquier forma o por cual-
quier medio, bien sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros
métodos, sin previa autorización escrita de la Corporación Universitaria Minuto
de Dios - UNIMINUTO.

Leonidas López Herrán


Rector General
A Beatriz Núñez Arce
Alonso Ortiz Serrano
Rector Sede Principal

P. Harold Castilla Devoz c.j.m.


Vicerrector Académico Sede Principal

Bernardo Nieto Sotomayor


Decano Facultad Ciencias Humanas y Sociales

Carlos Eduardo Martínez


Director de la Escuela de Paz y Desarrollo (EPD)

Oscar Useche Aldana


Director del Centro de Estudios e Investigaciones Humanas y Sociales
(CEIHS)

Ciudadanía, Paz y Desarrollo (Categoría A1 en Colciencias, 2011)


Grupo de Investigación
Í NDI CE

AGRADECIMIENTOS..................................................................................15

INTRODUCCIÓN

La organización campesina en contextos


de violencia social y política.........................................................................17

CAPÍTULO I

Relexiones metodológicas sobre la constitución


signiicativa de la experiencia de investigación.........................................27
1.1 Acerca de rupturas, viajes y redeiniciones
de perspectiva en la investigación..............................................................27
1.2 Preparación para la experiencia de trabajo de campo
y la deinición de estrategias de recolección de información.....................31
1.3 La materialidad de las asociaciones campesinas
y las diicultades investigativas dentro de contextos
de violencia estructural y de violencia política............................................36
1.4 Retorno, reevaluación de hipótesis
y construcción de categorías para el análisis.............................................43

CAPÍTULO II

Coniguraciones de la violencia social y política


en Colombia. Actores, dinámicas y estructuras
del conlicto....................................................................................................49
2.1 Orígenes y desarrollos de la violencia política actual...........................49
2.2 Dinámicas de guerra y estrategias de consolidación territorial............59
2.2.1 Territorialización y dominio armado guerrillero..................................59
2.2.2 Concentración territorial paramilitar
y nuevos autoritarismos rurales..................................................................67
2.3 Signiicados de la debilidad del Estado colombiano.............................75
2.3.1 Un aparato de justicia estatal ineicaz...............................................76
2.3.2 Órdenes alternativos de justicia.........................................................81
2.3.3 Debilitamiento estatal por inequidad social.......................................85 CAPÍTULO IV
2.4 Repercusiones sociales de la violencia política. La difícil
Poder social y político de las asociaciones
construcción del reconocimiento de la comunidad campesina..................88
campesinas. Inclusión y construcción de paz
2.4.1 Efectos de desterritorialización, a través de la participación comunitaria....................................................151
destemporalización y ruptura de tejidos sociales.......................................90
4.1 Políticas de la resistencia civil.............................................................151
2.4.2 La organización social y el reconocimiento campesino.....................94
4.1.1 El concepto de resistencia civil: de la limitación
del poder estatal a estrategia de lucha política.........................................153
CAPÍTULO III
4.1.2 Las estrategias campesinas de resistencia desde lo político:
disrupciones y gestión social del territorio................................................158
La región como espacio de poderes.
El surgimiento de la Asociación Campesina del 4.1.3 La resistencia civil como fortalecimiento del modelo
Valle del río Cimitarra (ACVC) y de la Asociación económico campesino. Seguridad alimentaria y autodeterminación.......162
de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC).......................................99
4.2 Formación de redes como fortalecimiento de las resistencias...........167
3.1 La formación del Magdalena Medio como región.
4.2.1 El fenómeno asociativo nacional en contra
Las tres etapas de poblamiento..................................................................99
del conlicto y a favor de la construcción de la paz..................................168
3.1.1 Colonización y avance de las fronteras internas:
4.2.2 La conexión local-global de las asociaciones campesinas.............174
la ocupación de territorios y el despojo de la tierra..................................100
4.2.3 El modelo de red de relaciones
3.1.2 La construcción histórica de las resistencias,
constituidas desde las asociaciones.........................................................178
sus imaginarios y las luchas sociales como respuesta
a la formación regional del Magdalena Medio..........................................108 4.3 La ampliación de lo político a partir del trabajo asociativo.................183
3.2 El nacimiento de la Asociación de Trabajadores 4.3.1 La ruptura con la concepción estadocéntrica de la política.............183
Campesinos del Carare (ATCC) y de la Asociación
4.3.2 El ejercicio de la parrhesía como
Campesina del Valle del río Cimitarra (ACVC).........................................115
práctica de libertad en las asociaciones...................................................189
3.2.1 La experiencia de la Asociación de Trabajadores
4.4 La paz como horizonte sociopolítico campesino................................194
Campesinos del Carare (ATCC) y el derecho a la defensa no
armada: “Con esta comunidad no cuenten para la guerra”......................117 4.4.1 La paz negativa, militarista y absoluta.............................................194
3.2.2 La Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra (ACVC). 4.4.2 El signiicado positivo de la paz
Organizando la comunidad a través de la movilización campesina desde las asociaciones campesinas.........................................................197
y la denuncia de las violaciones a los derechos humanos.......................123
3.3 La consolidación de los procesos CAPÍTULO V
organizativos campesinos regionales.......................................................128
CONCLUSIONES..........................................................................................205
3.3.1 Repertorios de la acción colectiva campesina:
resistencias civiles, toma de entidades públicas, Fortalezas, debilidades y signiicados de las
acciones humanitarias y campamentos ecológicos..................................130 resistencias civiles campesinas en Colombia...........................................205

3.3.2 Los proyectos productivos como defensa de


la soberanía alimentaria y de la autonomía comunitaria..........................137 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS........................................................217
3.3.3 La reproducción de las resistencias mediante Artículos e investigaciones........................................................................217
el nacimiento de nuevas organizaciones..................................................145 Documentos y páginas electrónicas.........................................................228
Informes y documentos institucionales.....................................................231 Registro fotográico 12.............................................................................249
Entrevistas.................................................................................................232 Registro fotográico 13.............................................................................250
Registro fotográico 14.............................................................................250
ANEXOS.......................................................................................................235 Registro fotográico 15.............................................................................251
FIGURAS.......................................................................................................235 Registro fotográico 16.............................................................................251
Figura 1. Esquema de fuentes primarias de información
(Entrevistas semi-estructuradas)..............................................................235
Figura 2. Categorías y dimensiones
de análisis de los datos construidos.........................................................236
Figura 3. Esquema del concepto de resistencia.......................................237

MAPAS...........................................................................................................238
Mapa 1. El Magdalena Medio y sus municipios........................................238
Mapa 2. Dinámica económica del Magdalena Medio...............................239
Mapa 3. Síntesis de violaciones a los Derechos Humanos de parte
de todos los actores armados en Colombia. Dimensión municipal..........240
Mapa 4. Territorio de inluencia de la ATCC
y su ubicación en el Magdalena Medio.....................................................241
Mapa 5. Proceso de expansión paramilitar en el Magdalena Medio........242
Mapa 6. Zona de Inluencia de la Asociación
Campesina del Valle del río Cimitarra (ACVC).........................................243

REGISTROS FOTOGRÁFICOS....................................................................244
Registro fotográico 1...............................................................................244
Registro fotográico 2...............................................................................244
Registro fotográico 3...............................................................................245
Registro fotográico 4...............................................................................245
Registro fotográico 5...............................................................................246
Registro fotográico 6...............................................................................246
Registro fotográico 7...............................................................................247
Registro fotográico 8...............................................................................247
Registro fotográico 9...............................................................................248
Registro fotográico 10.............................................................................248
Registro fotográico 11..............................................................................249
AG RADECI M I ENTO S

E
l sustento afectivo y emocional de este tipo de esfuerzos siempre ha sido
tan fundamental como todos los otros elementos que conluyen en la cons-
trucción de una investigación como la que el lector tiene en sus manos.
Gran parte de esa necesaria estabilidad ha provenido del incondicional apo-
yo de mis padres, Elsa y Pedro Pablo, ante todas las ocurrencias y arranques por
llevar adelante mi formación, a pesar de las críticas que no he dejado de hacerle
a la academia. Esta deuda la he tenido, realmente, desde que mi conciencia se
maravilló ante la ininitud del universo y ante las posibilidades del conocimien-
to frente a esa ininitud. El haberme inculcado tal actitud ha sido uno de los
bienes más preciados que he podido tener de mis padres.
A todos mis hermanos, por haberme enseñado cada uno a su manera lo suyo:
Juan Pablo, por ese tan particular modo de humildad ante el saber y la sencillez;
Elsita, por la alegría y su apoyo incondicional; Natalia, por haber sido ejemplo
de dedicación disciplinar y constancia académica; Margarita, por esa concien-
cia crítica y por su sensibilidad ante las injusticias sociales; Federico, por haber
sido mi compañero y amigo desde el nacimiento y por su admirable valor ante
la adversidad y a Juan Carlos, por haber sido como un hermano y por su pacien-
te labor de diagramación de este texto.
Simón sabe que el doctorado signiicó una nueva vida para todos, y que sus
preguntas fueron una oportunidad para mostrarle la belleza de la Filosofía y de
las Ciencias Sociales, desde la risa y la ironía.

15
A María Argeri, por haber creído en mis capacidades, cuando todo estaba en
contra y a oscuras, y haber transformado mi visión sobre lo social, haciéndola
más profunda y compleja. Una verdadera guía de la investigación.
Otras personas que estuvieron allí, para darle sentido a una bella e inmen-
sa Argentina, fueron Adriana, Eduardo, Gero, Tobi y Maguita, entre pizzas y
empanadas, cervezas, asados y noches de juego. Igualmente, a aquellos que
ayudaron con su conocimiento y amistad a corregir los errores y a darle alegría
al tiempo compartido: Silvina, Guevara, Juan Pablo y Milena, Sole y Luciana,
Felipe y la tía Lilia.
Mariana y Gustavo demostraron que la grandeza de la amistad es posible
llevarla siempre más allá, un poco más allá…en auto, con mate y galletitas.
Institucionalmente, hay que reconocer el papel esencial que desempeñó el
CONICET y la Corporación Universitaria Minuto de Dios, para poder llevar
hasta el inal esta investigación. El apoyo económico dado comprueba que es
posible una mejor educación, más allá de la mezquindad, el elitismo y la dis-
criminación. INTRODUCCIÓN
Agradezco sinceramente a las comunidades campesinas de la región del Ci-
mitarra y del Carare por haberme permitido conocer sus formas de vida y haber
podido ver, en ejercicio, cómo se hace realidad la dignidad de pueblos que se La organización campesina en contextos
saben libres y autónomos. Y gracias también a Adriana Ferreira, por el valioso de vioLencia sociaL y poLítica
contacto que abrió las redes campesinas y facilitó el trabajo de campo.
Beatriz me ha enseñado que es posibles ganar las batallas más difíciles con
amor, y el de ella ha sido ininito. Como iel interlocutora de las ideas, su voz

L
a presente investigación es el resultado de la labor continuada de más de
y su paciente oír representaron la necesaria compañía para que el estudio a las cuatro años por tratar de comprender en profundidad los signiicados de
comunidades campesinas fuera un verdadero y fructífero diálogo. las acciones que dos asociaciones campesinas de la región del Magda-
lena Medio, han realizado, como forma de enfrentar a los actores armados y al
contexto social en el que viven. Igualmente, todo este proceso ha representado
el esfuerzo por entender la situación política que atraviesa Colombia desde hace
más de 30 años; situación enmarcada en un conlicto de carácter prolongado, el
cual ha implicado la coniguración de amplios factores sociales y políticos para
la población civil y para el país en su conjunto.
Podemos airmar que la violencia y sus múltiples formas de desenvolvi-
miento histórico, para el caso colombiano, han estado en el centro del escenario
y de la vida nacional. Como dato histórico, Colombia comenzó el siglo XX con
lo que se denominó la Guerra de los Mil Días, donde se perdió el territorio que
hoy es Panamá, pasó por la llamada Violencia de los años 40 y 50, disputada
entre liberales y conservadores, y terminó el siglo con la guerra entre fuerzas

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Introducción

guerrilleras de izquierda radical, fuerzas de ultraderecha o paramilitares, au- Las estructuras históricas económicas, que posibilitan el despliegue o la inercia
nadas a las fuerzas del Estado y dentro de una economía del narcotráico que de las posibilidades de los campesinos, se entendieron como deinitivas para
ha dado posibilidades de inanciamiento a los distintos bandos. Lo anterior no la continuidad del conlicto, el cual no sólo ha tenido el carácter de lo militar,
quiere decir que la violencia haya sido una y la misma, sino que después de sino, sobre todo, el de lo social. Violencia política, encabezada por ejércitos pa-
más de cien años, se comprueba que las distintas violencias siguen estando en ramilitares y guerrilleros, y violencia estructural social, visibilizada en las con-
el centro de lo social y de lo político. diciones materiales y de oportunidades de desarrollo, hacen parte del mundo
rural colombiano desde el cual la población campesina ha venido respondiendo
Sin embargo, el concepto de violencia ha sido tomado en esta investigación y ha construido alternativas de reproducción social, mediante la formación de
desde una doble valoración epistemológica: como factor negativo de desinte- asociaciones comunitarias.
gración de lo civil, de ruptura de los tejidos sociales y de negación absoluta
de la vida, expresada en la barbarie que se ha encarnado en las masacres, los Ahora bien, hemos emprendido nuestra búsqueda desde una concepción
ajusticiamientos individuales y las torturas. Ahora bien, no debemos interpretar desencializada o no esencialista de la igura del campesino. Esto quiere decir
a la violencia como pura negatividad e irracionalidad, puesto que ésta adquiere que, como primera instancia, se torna irreal la concepción que cree en que ha
una capacidad para producir otros efectos sobre lo social que poseen una rea- habido una identidad ija y estable del campesino y que lo que ha sucedido en
lidad material innegable. La positividad de la violencia, que se ha desarrollado las últimas décadas es una pérdida de esa condición e identidad pura, resguar-
de diferentes formas, ha consistido en el control, la dominación y la integración dada por una cultura tradicional premoderna y ajena o reticente a la industria-
de los civiles a regímenes construidos por los actores armados, de izquierda lización de las sociedades. Este movimiento histórico de debilitamiento de la
y de derecha, que se siguen disputando estratégicamente las distintas regio- identidad o de desidentiicación, muchas veces, se ha mezclado y reforzado
nes, en favor de sus intereses. Es decir, que tenemos que entender el recurso con la postura descampesinista, la cual comprobaría la intensiicación de los
sistemático a la violencia como un factor fundamental en la construcción del procesos de industrialización en la producción de alimentos y materias primas,
Estado colombiano y no como un elemento que ha imposibilitado el llegar al junto a una mayor migración de las poblaciones rurales hacia las grandes urbes.
modelo moderno de Estado racional. La violencia es una modalidad a través de
la cual se dan las relaciones políticas concretas y construye diferentes tipos de De lo cual se sigue, como segunda instancia, que debemos evitar una con-
subjetividad. ceptualización que se fundamente en una ontología negativa del ser campesino,
tal como los discursos que expresan que son aquellas personas que no están en
Esta investigación partió de la idea de que los ejercicios de violencia política centros urbanos, que tienen muy poca capacidad de consumo, que no tienen ac-
actual han recaído sistemáticamente sobre la población civil campesina. Con- ceso a la mayoría de bienes y servicios, que no se han capacitado formalmente
trario a lo que la mirada militarista ha querido hacer ver, los actores centrales de en instituciones educativas, y por lo tanto, que son ignorantes, o que carecen de
esta guerra prolongada no son los ejércitos, sino los campesinos, los pobladores las posibilidades de ascenso en la escala social. Este tipo de argumentaciones,
rurales que han sido inscritos en las dinámicas de guerra, pero que han respon- tanto las descampesinistas como las marginalistas, no están exentas de una cier-
dido estratégicamente para construir la paz desde diversas alternativas econó- ta carga intencional estratégica, cargadas de intereses políticos. La asignación
micas y políticas. Y son estas acciones de respuesta las que los ubican como y ijación de una valoración preeminentemente negativa a la identidad se con-
actores determinantes para la transformación de la conlictividad colombiana y vierte en una táctica política de detrimento y de irrelevancia del rol social de los
como sujetos políticos constructores de paz. campesinos en la vida nacional.
En el normal proceso de descubrimiento de las distintas aristas y vectores Como todo proceso y fenómeno, el campesino ha sido un ser histórico y
que componen la problemática estudiada, la imagen del conlicto se fue com- cambiante, al interior de transformaciones de su entorno político y de las rela-
plementando poco a poco, a partir del contexto socioeconómico en el que los ciones de acumulación de capital. Esto quiere decir que el campesino de hoy no
actores armados irrumpían, potenciando, en la mayoría de las ocasiones, las es el campesino de los años 50 o de los años 20, pero sigue siendo campesino.
desigualdades y la pobreza en el campo. Esto llevó a que se prestara más aten- Con lo cual se estaría airmando que existen unos rasgos cambiantes y otros
ción a otros factores que podían tener una gran fuerza y preponderancia en el más estables en su identidad. Como lo han sintetizado Llambí y Pérez (2007), a
mundo rural, a la hora de determinar el quehacer cotidiano de las comunidades. categoría de campesino es heterogénea puesto que designa múltiples activida-

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Introducción

des y roles sociales; dentro de ésta podrían caber, dependiendo de la sociedad sido un proyecto común que les ha permitido reforzar esta identidad colectiva,
y del grado de desarrollo capitalista en ella, aparceros, medianos propietarios, o mejor, el proceso de subjetivación.
microfundistas o jornaleros, etc. Lo fundamental para determinar quién es el
campesino no es, entonces, su exclusivo grado de propiedad sobre la tierra o Después de un largo recorrido metodológico de decantación, el cual se ex-
su articulación con el mercado. Al igual que lo que sucede con otras identida- plicará en el primer capítulo, las dos asociaciones campesinas a las que inal-
des sociales, el campesino se deine por la uniicación en proyectos comunes mente se llegó para comprender las luchas sociales y políticas emprendidas,
que tienden hacia una síntesis de su subjetividad, tomando como partida unas fueron la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC) (de acá
condiciones sociales compartidas: el laboreo directo de la tierra, la producción en adelante la Asociación del Carare) y la Asociación Campesina del Valle del
de materias primas como resultado de su relación con la tierra, tal producción río Cimitarra (ACVC) (de acá en adelante la Asociación del Cimitarra). Uno
le permite, a su vez, el sostenimiento familiar y en ocasiones un excedente, el de los criterios de elección de estas dos organizaciones campesinas fue el estar
cual lo articula casi siempre con mercados locales y regionales, y la construc- en una misma subregión, la cual ha sido uno de los principales epicentros del
ción de entornos comunales de reconocimiento.1 En algunos casos históricos, conlicto armado y social actual: el Magdalena Medio.
cierta característica puede estar ausente de su identidad o estar debilitada por A modo de presentación, no sobra aclarar que Colombia es un país marcada-
las vicisitudes políticas o económicas a las que se enfrente: puede en algunas mente dividido en cinco regiones: la Caribe o Atlántica, la Andina, la Pacíica,
épocas enajenar su mano de obra en labores industriales o estar roto el circuito la Orinoquía o los Llanos Orientales y la Amazonía, a partir de la ramiicación
comunitario de reconocimiento. tripartita que la cordillera de los Andes efectúa al entrar al territorio nacional.
Para el caso concreto estudiado, podemos airmar que el campesino colom- Estas cinco regiones se multiplican en 54 subregiones internas, determinadas
biano de inales del siglo XX y comienzos del XXI se ha construido como un por accidentes geográicos como caudalosos aluentes luviales, el río Magdale-
sujeto fuertemente politizado, en un sentido amplio del término en tanto que na y el río Cauca principalmente, las altas planicies, como la cundiboyacense, y
actor civil participante y constructor del bien común, mediante acciones colec- extensos valles interandinos, como el valle del Cauca y el valle del Magdalena.
tivas que tienden hacia la refundación de los circuitos comunitarios, basados en Tal diversidad regional y subregional, unida a las difíciles condiciones ambien-
la solidaridad y el cooperativismo; que le ha apuntado a un modelo de desarro- tales tropicales, ha conducido, en gran medida, a que el territorio nacional se
llo económico de auto-sostenimiento y de aseguramiento alimentario familiar desarrolle históricamente de modo fragmentario e insular.
y local, y proveedor fundamental de los mercados internos local, regional y na- El Magdalena Medio es una zona geográica que se encuentra en el noreste
cional. Como tal, crítico de las dinámicas de globalización de la economía, sin de Colombia, siendo un fértil valle interandino próximo a tres grandes núcleos
que esto quiera signiicar la apuesta por un modelo socialista de la propiedad o urbanos como son Medellín, Bogotá y Bucaramanga. Ocupa una extensión de
de la producción. aproximadamente unos 30.000 kilómetros cuadrados, a través de 368 kilóme-
Políticamente hablando, el campesino colombiano ha estado sujeto a fuer- tros de márgenes del río grande de la Magdalena, en los que hay 30 municipios
tes y constantes dinámicas de desplazamiento forzado por los actores armados de los departamentos de Santander, Antioquia, Bolívar y Cesar (ver mapa 1).2
y por las estructuras económicas, lo cual ha incidido en su inscripción como Ha sido una zona preeminentemente rural con sólo dos centros urbanos: Ba-
sujeto político, al refundarse como actor organizado que deiende sus derechos rrancabermeja y Aguachica, carente de autonomía administrativa y, por lo tan-
humanos y su autonomía como pueblo. El campesino al cual se pudo acceder en to, dependiente de las relaciones burocráticas con las capitales de departamento
esta investigación fue un sujeto colectivo, con una racionalidad y una lógica es- y con Bogotá. Para el año 2007 se calculaban unos 800 mil pobladores (Barreto,
tratégica tendiente a la resolución de la conlictividad local y, sobre todo, gestor
de la convivencia comunitaria. La creación de las asociaciones campesinas ha 2 Cabe aclarar que han existido diferentes tipos de clasiicación de este territorio y de los
municipios y departamentos que hacen parte del Magdalena Medio. En algunos casos,
los más extensos y teniendo como criterio lo geográico, entran a hacer parte de esta
1 Como muy acertadamente fue descrito por Salgado y Prada: “El campesino de hoy es región municipios de los departamentos de Caldas, Boyacá y Cundinamarca. En este
una especie de sujeto multiactivo que se mueve en el espacio rural en procesos de caso, tomamos como referencia la delimitación dada por el Programa de Desarrollo y
trabajo y actividades diversas, en roles sociales y culturales cambiantes, conservando Paz del Magdalena Medio (PDPMM), puesto que han sido utilizados criterios sociales,
aún la ligazón con el laboreo de la tierra” (Salgado & Prada, 2000, p. 65). históricos y políticos más amplios que los meramente geográicos naturales.

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Introducción

2009). Desde el aspecto económico, el Magdalena Medio ha sido rico en recur- ta historia dentro de la vida moderna de Colombia.4 El nombre de Magdalena
sos naturales como bienes maderables, carbón, oro y petróleo. Hacia comienzos Medio surgió apenas en la década de 1950, a partir de una reunión de coman-
de los años 90, se había producido en él aproximadamente el 69 % del petróleo dantes militares en la base de Palanquero, “con un propósito de control territo-
de la historia nacional. La principal reinería del país se encuentra ubicada en rial sobre un área conlictiva, hasta ese entonces designada como Zona Central
la ciudad de Barrancabermeja. Este valle tiene una posibilidad del 70 % de uso del Valle del Magdalena” (Archila et. al, 2006, p. 87). Sólo desde entonces
agrícola ganadero de la tierra (Romero, 1994). A mediados de los 90, el proceso entró a ser un referente en la conciencia nacional, en tanto que “zona roja” o
de ganaderización del uso de la tierra llegaba a ser del 60 % del área cultivable, con altos índices de conlictividad y de problemas de orden público. Sin embar-
frente a un 5 % de uso agrícola (Archila et al, 2006, p. 43). Junto al predominio go, esta región central del valle del Magdalena, tiene una historia cargada de
de la ganadería extensiva se encuentra el cultivo de palma aceitera o palma afri- una interesante signiicación sociopolítica, más allá de esta mirada militarista
cana para la producción de oleaginosas, el cacao y los cultivos de hoja de coca imperante hasta el día de hoy.
(ver Mapa 2). La composición poblacional asalariada se distribuye entre agri-
cultores, mineros, pescadores, cementeros, petroleros y palmeros, siendo estos Siendo este la región elegida como escenario de los actores armados y ci-
últimos los de mayor proporción. En cuanto a infraestructura, las condiciones viles campesinos, el lector encontrará a continuación la síntesis de los capítu-
son bastante deicientes, “fundamentalmente en el sector rural en materia vial, los de la investigación realizada, comenzando, como se alcanzó a decir líneas
electriicación, acueducto y telefonía” (ACVC-CDPMM-PDR, 1999, p. 55). más arriba, con la exposición relexiva del trayecto transitado, en lo que se ha
denominado como metodología, la cual concebí como ese siempre particular
La proximidad con las tres capitales de departamento anteriormente enun- y singular camino recorrido de deiniciones y elecciones conscientes e incons-
ciadas se transforma así en impedimento para una comunicación luida y cons- cientes en la investigación. En el primer capítulo debe, además, ser evidente y
tante, a excepción de la relación que tiene el puerto petrolero de Barrancaber- resaltar la postura vitalista en el acto de conocimiento en tanto que justiicación
meja con Bucaramanga. La representación que impera en la población, con de la comprensión ante los fenómenos sociales que afectan la subjetividad del
respecto a los centros administrativos departamentales, es que la región es una investigador. Para este lento y cuidadoso proceso fue fundamental la actitud
especie de patio trasero de los departamentos de Antioquia, Santander, Bolívar hermenéutica de escucha atenta y de esfuerzo por oír a ese otro que nos dice
y Cesar. muchas más cosas que las narradas explícitamente.
Con respecto a servicios públicos básicos, para el inal de siglo, la región, en El segundo capítulo surgió de la necesidad de tener un panorama amplio de
cuanto a suministro de energía eléctrica, sólo el 55.2 % gozaba de este servicio. lo que ha sido el conlicto social y armado colombiano, y así entender en qué
Así mismo, el servicio de acueducto lo tenía el 38 %, y alcantarillado el 15 % han consistido tanto las dinámicas realizadas por los actores armados, como los
de la población. En cuanto a servicios de salud, la situación ha sido igualmente efectos y consecuencias sobre la población civil. En este capítulo se recons-
precaria, pues existe una “baja calidad de los servicios y la no existencia de una truyeron, además, los signiicados de lo que ha sido la debilidad del Estado
institución hospitalaria de mayor nivel de complejidad que atienda situaciones colombiano en los aspectos judicial, político y económico. El objetivo principal
de emergencia y desastres o enfermedades crónicas de alto costo” (ACVC- de esta sección fue el de mostrar una doble implicación entre los actores y las
CDPMM-PDR, 1999, p. 65). La tasa de hogares con necesidades básicas insa- estructuras socio históricas que determinan la presencia y la continuidad del
tisfechas (NBI) se ha mantenido históricamente alrededor del 70.2 %.3 Como conlicto en el país. Más allá del voluntarismo de los distintos actores armados,
podemos apreciar, hay un fuerte contraste entre las riquezas naturales de la zona el cual es central en la reproducción de las dinámicas de guerra, se hallaron
y las condiciones materiales de existencia de la mayoría de la población. elementos estructurales propios de la estatalidad colombiana y de la forma en
que se ha ido constituyendo una institucionalidad selectiva, que deja por fuera
Aunque parezca extraño, la visibilización y el reconocimiento nacional del a amplios sectores de la sociedad de los beneicios y de las dinámicas de trami-
Magdalena Medio, como región especíica del territorio nacional, tiene una cor- tación de la conlictividad.
3 Cifras según la Asociación del Cimitarra en documento (ACVC-CDPMM-PDR, 1999, p.
69) y según los datos estadísticos sustentados en información de la Dirección Nacional 4 En palabras de Arcila y Murillo: “esta zona no existía en el imaginario nacional hasta la
de Planeación DNP, en: www.dnp.gov.co, Informe Resultados cifras de pobreza, indi- década de los años sesenta cuando era identiicada sólo como área geográica” Toma-
gencia y desigualdad, 2009. do de Samudio (2005).

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Introducción

El capítulo III se elaboró con el objetivo de presentar a las asociaciones social sirva para responder preguntas como las que abrieron el horizonte de
campesinas del Carare y del Cimitarra, en tanto que respuestas a las dinámicas asombro y admiración personal, tales como el tratar de entender cuáles son las
y a las estructuras históricas que han sostenido el conlicto social y armado, posibilidades de llevar adelante luchas de emancipación en contextos de violen-
siendo a la vez la contracara de todo lo mostrado en el capítulo II. Desde las cia social y política; qué otras posibles vías, además de los famosos y frustrados
coyunturas políticas que llevaron al surgimiento, hasta la consolidación de sus diálogos de paz, existen para poder canalizar la conlictividad y que ésta no siga
planes y proyectos productivos, y pasando por las principales diicultades, las siendo un mero sistema de muerte y dominación; cómo existen comunidades
asociaciones campesinas demuestran en este momento de la exposición la fuer- que se niegan a obedecer, empoderándose desde la palabra, frente a ejércitos
za de sus acciones, la potencia organizativa frente a las condiciones adversas y completos que no dudan en seguir el camino de la anulación del otro. Cómo, en
la lógica de construcción del bienestar común mediante la participación de las últimas, el poder de las comunidades más golpeadas por las distintas violencias
comunidades en la toma de decisiones colectivas. se airma como posibilidad de constituir formas de vidas diferenciadas y plura-
les, en su autonomía y en su carácter político.
El capítulo inal está destinado a resaltar una serie de puntos clave, los cua-
les permiten darle el peso especíico a este tipo de luchas sociales, mediante una
interpretación propia. Así, se empieza por rescatar el concepto de resistencia
civil, desde el aspecto de la limitación del poder estatal y desde la idea de ser
una estrategia propositiva de lucha. En este sentido, se señala cómo la resis-
tencia civil campesina retoma el primer aspecto para convertirlo en acción de
disrupción en los espacios públicos y, a su vez, despliega su capacidad creativa
mediante la gestión de la territorialidad y de los proyectos productivos encami-
nados al fortalecimiento de la seguridad alimentaria.
En un segundo momento, la interpretación hace hincapié en el modelo im-
plícito de red constituido por las asociaciones, a partir de los vínculos creados
en los niveles locales, regionales, nacionales y globales. La intención es mos-
trar que, a pesar de la restringida zona de inluencia de las dos asociaciones
(local-subregional), este fenómeno adquiere dimensiones nacionales signiica-
tivas que sustentan el modelo de red elaborado por los actores campesinos.
El siguiente punto tiene como objetivo demostrar el trabajo de ampliación de
lo político implícito en las acciones de limitación del poder de los actores ar-
mados. Esta confrontación, en la instancia del diálogo público, denominada
como parrhesía, signiica realmente una ampliación de la democracia local y
un intento por que las decisiones fundamentales de los pueblos sean tomadas en
conjunto y puestas a discusión. Como último aspecto, se focalizan los aportes
de las asociaciones del Cimitarra y del Carare en el concepto positivo de la paz,
señalando la idea de ser un proceso inacabado, inacabable y dinámico, donde
lo que se juega es la potenciación de las posibilidades de desarrollo individual
y colectivo que buscan las comunidades campesinas.
Y para terminar, las conclusiones recogen los aportes más signiicativos de
la presente investigación y se realiza un balance de las fortalezas y debilidades
de la organización campesina en Colombia hoy, resaltando la importancia de su
carácter civil. Se espera que este largo y continuado esfuerzo de investigación

24 25
CAPÍTULO I

refLexiones metodoLógicas sobre La constitución


significativa de La experiencia de investigación

1.1 Acerca de rupturas, viajes y redeiniciones


de perspectiva en la investigación

E
l consistente y sistemático cansancio personal hacia toda postura aca-
demicista me condujo una y otra vez, desde una perspectiva crítica y
vitalista, a negarme a escribir un tipo de relexión sobre los métodos de
investigación utilizados, el cual dejara por fuera la vivacidad del conocimiento
y se constituyeran en un procedimiento más de legitimación burocrática dentro
de la práctica disciplinar de las Ciencias Sociales. Me era casi imposible decir
algo medianamente interesante sobre modelos metodológicos preestablecidos
que guiaran el proceso de investigación para ser asumidos, amoldados y apli-
cados al objeto de estudio que había elegido. Desde el comienzo de este trabajo
de investigación, los criterios que había defendido se basaban en señalar exclu-
sivamente aquello que pudiera dar una compresión más profunda de la realidad
socio-política y en mostrar las estructuras históricas de desarrollo del fenómeno
organizativo campesino que había llamado mi atención.
Sin embargo, poco a poco fui entendiendo que la cuestión metodológica no
se restringía simplemente a la concatenación entre moldes y objetos de estu-

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Relexiones metodológicas sobre la constitución signiicativa de la experiencia de investigación

dio, o entre universales recetarios de acción y particulares contextos sociales. sensación popular imperante en Colombia de crisis irremediable y de milena-
A medida que el proyecto de investigación iba avanzando y concretándose en rismo, la vivencia en la Argentina me permitió comprender que eran posibles
su especiicidad, los cambios en el sentido de la práctica investigativa misma otros órdenes y que las posibilidades de cambio y de transformación de los
me mostraban la movilidad tanto del sujeto, del investigador, junto con las ca- problemas se habían encontrado en la voluntad política de sus dirigentes y de
tegorías de análisis y conceptos, como del objeto que se quería ir delimitando y sus ciudadanos. Me di cuenta que otro orden político era posible, más allá de la
enfocando con mayor exactitud. Comprendí, entonces, que la investigación se violencia y de los contextos de desigualdad social.
parecía más a un viaje que a una estadía y donde el viajero formaba parte de la
experiencia particularísima del conocimiento que se sintetizaba en él mismo. La cercanía excesiva del investigador con la realidad social y política im-
Gracias al acercamiento a lecturas antropológicas clásicas de Malinowski y de plicaba, en mi caso, un emborronamiento de aquello que quería indagar. Así
Levi-Strauss (Levi-Strauss, 1988 y Malinowski, 2001 y 1967), fui entendiendo fue cómo la afectación de la subjetividad me llevó en un principio a pensar en
que los desplazamientos materiales, teóricos y prácticos eran a la vez más signi- términos duales, desde donde el sistema político democrático representativo era
icativos y concretos por cuanto se fueron presentando como la experiencia mis- leído como una fachada que ahogaba expresiones auténticas de una democracia
ma de construcción del objeto y fundamentales de aquello que quería estudiar. participativa de base popular.6 El conlicto social y político resuelto a través
de la violencia ejercida por los distintos actores armados era, en últimas, la
Los elementos del viaje, del objeto de estudio, de la imagen de éste y, sobre consecuencia de esa falsa democracia impuesta por las elites empresariales y
todo, el elemento de la distancia fueron fundamentales para saber que la meto- terratenientes del país.
dología había comenzado a gestarse mucho antes de la lectura de manuales y
del momento de la elección racional del camino que se iba a recorrer. Aunque Dos cosas estaban en una tensión que me llevaba a no percibir adecua-
pareciese extraño y un poco a contramano, la distancia focal necesaria para ha- damente la cuestión a trabajar: la exagerada centralidad de la crítica hacia la
cer aparecer de manera más nítida al objeto de estudio se dio por medio de ese democracia real, en la que ésta aparecía en primer plano sobre todo los otros
“primer viaje” en el año 2007, en el que llegué a tierra argentina para comenzar posibles constituyentes de la problemática política local y nacional, y la con-
mis estudios doctorales. Por un lado, el viaje signiicaba el desarraigo nacional lictividad de clase como clave de lectura de la dinámica y de los actores, tanto
y la confrontación con otros modos culturales de ver, de sentir y de comprender. sociales como militares. En vez de resaltar a las comunidades campesinas y sus
Y, por otro lado, en términos ortodoxos, no tenía mucho sentido irse a otro país organizaciones sociales, se me aparecía como principal cuestión la de la demo-
para estudiar un fenómeno político que se hallaba en el país de origen. cracia en su aspecto social y un vago concepto de resistencia que no lograba
ubicar como dimensión de ningún objeto especíico y concreto.
No obstante las pérdidas en cuanto a la proximidad y facilidad de obtención
de recursos y de discursos de coyuntura, las ganancias se iban concretando Junto a la distorsión por cercanía y proximidad excesiva, la transformación
desde un contexto en el que la historia me demostraba que la nación argentina producida por la distancia lograda se fue evidenciando en la apertura discipli-
había podido superar expresiones de violencia política parecidas a las que las se nar, desde el ejercicio ilosóico al que estaba acostumbrado, conceptual y para
han vivido en Colombia.5 Una superación, desde luego, que no ha estado exenta nada empírico, hacia formas de relexión históricas y sociológicas. En cierta
de contradicciones, pero que se basa en la aceptación del error como nación, medida, había naturalizado lo que Wrigth Mills denominó como el “fetichismo
en la intención de la construcción de una sociedad más justa y en la verdad del concepto” (Wrigth Mills, 1968), dándole una realidad casi autónoma y sin
histórica como formadora de memoria colectiva de aquello que aconteció, que un anclaje material a los conceptos. Así fueron quedando atrás el análisis puro
no podría ser negado y que Nunca Más se podría repetir. Contrariamente a la de modelos políticos o el de conceptos como democracia, poder o legitimidad,
para permitir la entrada de actores y procesos históricos dinámicos y singulares
en mi campo de percepción disciplinar.
5 No obstante las diferencias con respecto a los procesos históricos y económicos entre
Argentina y Colombia, el fenómeno del autoritarismo del régimen político y la formación
de actores revolucionarios de izquierda y contra revolucionarios de derecha se consti- 6 En este sentido, la idea de que existía todo un complot histórico por parte de la elite
tuyen en elementos comunes de los dos países en comparación. No sobra señalar que de que, en últimas asixiaba y encubría el verdadero ser popular de una democracia
la presencia de la economía basada en la producción de drogas ilícitas ha sido la nueva auténtica, se puede ver en un texto radical como el de Caicedo Turriago, el cual es una
variable que ha potencializado una dinámica de guerra, ajena a las experiencias de las síntesis de las buenas intenciones de uniicación del movimiento popular colombiano
dictaduras militares del Cono Sur. (Caicedo, 2008).

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La complejidad de los juegos mentales ilosóicos, como lo pude descubrir de ser los objetos de estudio y quedaban reubicadas como dimensiones del
más tarde con la crítica levi-straussiana, se hicieron infértiles frente a los pro- fenómeno asociativo campesino, dándole el suiciente espacio e importancia
blemas sociales que quería describir y comprender en profundidad. Tratando a éste último. En una primera etapa de la investigación había creído posible
de evitar que la investigación terminara siendo uno de esos “teatralazos es- abordar, a la vez, tanto las luchas campesinas como las indígenas y ver cómo
peculativos en cuya ingenuidad se reconocen los buenos trabajos ilosóicos” eran respuestas a similares contextos de violencia histórica. Afortunadamente,
(Levi-Strauss, 1988, p. 55), vi cómo tenía ante mí el muy interesante campo pude darme cuenta a tiempo que las tradiciones de unos y de otros eran vastos
del análisis de las prácticas sociales y políticas, sin estar obligado a recurrir universos de signiicación política y cultural, y que fusionarlos como uno solo
exclusivamente a modelos universales y abstractos, esto es, con el imperativo habría causado más inconvenientes que comprensiones.
de abordar la realidad material e histórica de los problemas. Así, el cambio
no consistía en que el ejercicio ilosóico, al cual estaba adaptada mi mirada, Así fue como elegí el mundo de las demandas campesinas y a dos asociacio-
debiera ser anulado, sino que tenía su justo lugar durante el proceso de cons- nes que habían sido trabajadas por las Ciencias Sociales en Colombia de mane-
trucción de la teoría, en la elaboración y delimitación de los conceptos con los ra un tanto supericial y siempre en clave descriptiva. La Asociación del Carare
que debería cerrar el proceso investigativo y no al comienzo como estructura y la Asociación del Cimitarra serían el objeto de estudio, los sujetos a estudiar,
mental condicionante. inalmente delimitados por ser experiencias visibles de resistencia civil a la
guerra, constructoras de una paz social y de desarrollo, dentro de una misma
Emergieron de esta forma problemas como el de la formación del Estado- región, la del Magdalena Medio: uno de los escenarios de confrontación bélica
nación colombiano o el de la construcción de paz en medio del conlicto, antes más fuertes en el país y espacio donde las contradicciones sociales se muestran
prácticamente inexistentes en el proyecto de investigación. El estudio sobre la con mayor claridad. Así mismo, estas dos asociaciones representaban bastante
historia política del país me permitió darme cuenta de que gran parte de la con- bien las luchas de los campesinos de la región, con una historia reconocible
lictividad provenía, no tanto del sistema político constitucional o del modelo de dentro de la región y con un reconocimiento nacional e internacional.
democracia, en el sentido que lo había plateado David Held (Held, 1996), como
del proceso de conformación de la soberanía en todo el territorio nacional, de su Con este camino recorrido, camino de intensa redeinición de perspectivas,
carácter fragmentario, intermitente e inconcluso. Es decir, que existía una dimen- disciplinas y de elementos, fue necesario concretar la identiicación de los mo-
sión aún más profunda y estructural que podía llegar a explicar mejor las contra- vimientos de mediano plazo que determinaban el contexto político, a través de
dicciones sociales que percibía. En términos gramscianos, lo que había sucedido las líneas de continuidad y de ruptura, tratando de no dejar de lado la singu-
era que había podido remontarme de los “movimientos de coyuntura” hacia la laridad de los momentos y de las coyunturas. Así fue cómo surgió el capítulo
perspectiva de los “movimientos orgánicos” (Gramsci, 1993, p. 109). dedicado a la violencia política colombiana, en tanto que diagramación de un
amplio mapa histórico necesario para ubicar las luchas sociales de las dos aso-
Desde este enfoque estructural y de mediano y largo plazo, los actuales ac- ciaciones campesinas con las que me había quedado. A la vez, fue una forma
tores civiles del conlicto social y armado colombiano se visualizaron como de ir preparando la experiencia de campo y proveer de signiicado el horizonte
voceros y reproductores de demandas históricas de más largo aliento; su inser- investigativo que se iba esbozando.
ción en la historia del país adquiría un sentido profundo no por la novedad de sus
reclamos puntuales o por el debate instaurado, sino mas bien por la identiicación
y el reconocimiento colectivo dentro de grupos sociales más amplios y por la
1.2 Preparación para la experiencia de trabajo de campo
continuidad de luchas ancestrales irresueltas o resueltas de manera parcial. En los
objetos y momentos particulares que indagaba, iba lentamente descubriendo la y la deinición de estrategias de recolección de información
síntesis de las estructuras que venían desde el pasado para dar sustento al presen-
te, el cual se desenvolvía como tensión, acontecimiento problemático y conlicto.
En el recorrido del primer año y medio pude encontrarme, por fortuna, con
En esta medida, adquirió mayor nitidez el papel central de las asociaciones ideas y personas que ayudaron a reairmarme en una posición auténtica de tra-
campesinas dentro de amplios contextos histórico-políticos de violencia pro- bajo y en la que la lexibilidad y la constante relexividad fueron criterios ver-
longada. Las cuestiones de la participación formal y de la democracia dejaban daderamente orientadores de la labor cientíica (Argeri, 2005) y (Wrigth Mills,

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Relexiones metodológicas sobre la constitución signiicativa de la experiencia de investigación

1968). En primera instancia, lo prioritario era evitar esas: “técnicas burocráti- simple comprobación de aquello que creía cierto de antemano. Saber que esos
cas que impiden la investigación social con sus pretensiones metodológicas, sujetos a los que iba a estudiar no eran para nada pasivos e irían a asignarme de
que congestionan el trabajo con conceptos oscurantistas o que lo trivializan” forma reiterada un determinado rol, en tanto que investigador e indagador de
(Wright Mills, 1968, p. 39), lo cual se traducía en no tomarme con tanta rigidez sus formas de vida social, y que dependiendo de ese rol, la información podría
el proyecto de investigación y saber que la experiencia de campo misma iba a ser amplia o estrecha, veraz o acomodada.
cambiar muchos de esos presupuestos deinidos. Así mismo, la sugerencia de
Desde el ejercicio etnográico que realizaría, la búsqueda de fuentes docu-
Wright Mills era una advertencia que me ponía en guardia contra la mecanici-
mentales institucionales sería otro recurso clave de indagación para entender
dad de los procedimientos investigativos y su posible esterilidad, los cuales no
la concepción o representación que las asociaciones campesinas tenían de sí
eran más productivos que la observación cuidadosa y meticulosa de los elemen-
mismas y visualizar los principios defendidos, así como determinar las etapas
tos que componían el medio social local y una escucha paciente y aguda de las
de desarrollo o evolución de ellas. Iría, por tanto, detrás de diarios, boletines,
personas con las que iba a entablar diálogos.
cartas, extractos de medios de comunicación, planes de desarrollo, panletos y
La observación participante que iría a realizar en las comunidades campe- comunicados a la opinión pública, teniendo el cuidado suiciente de evaluar las
sinas tenía, además, cierto grado de riesgo personal puesto que el contexto de fuentes escritas con la precaución de quien se presenta bajo la mejor imagen de
vida de ellas había estado signado por violencias de distintos tipos, política sí. Sin embargo, esa “sobrerrepresentación de lo extraordinario” (Hammersley
sobre todo, pero también delincuencial y de terrorismo estatal; con lo cual el & Atkinson, 1994, p. 147) tendría el potencial valor de sacar a la luz las formas
sentido común de sobrevivencia me indicaba que lo más sensato, más allá de de organización de la experiencia colectiva y de los valores comunitarios pues-
las reinadas técnicas de recolección de información, era empezar por conse- tos en juego y defendidos frente a otros valores sociales. La atención estaría,
guir ganarme la conianza de los pobladores de las zonas a las que me dirigía y por lo tanto, en el cruce entre lo airmado textualmente, desde estas narrativas
evaluar sobre el terreno qué instrumentos de recolección de información podían “menores”, pero de gran signiicado, y lo observado de manera directa en el
aplicarse. Se volvía un imperativo de trabajo el lograr ediicar esa empatía con tiempo de convivencia que me esperaba.
los “otros”, que en muchas oportunidades tanto cuesta para quienes hemos sido La información conseguida antes del viaje, mediante los medios electró-
formados en el mundo de la academia. La variable de la tensión bélica rural no nicos a mi alcance, me permitían ver dos tipos de espacios en los que iba a
dejaba de causarme inquietud con respecto a la naturalidad con la que debía realizar la experiencia de campo: la sede de la Asociación del Carare, ubicada
desarrollarse la indagación de las prácticas y acciones realizadas por las asocia- en un municipio del sur del departamento de Santander llamado Landázuri, con
ciones. Parecía no resultar nada fácil la tarea de llegar a un nivel de conidencia una población bastante reducida de unos 12 mil habitantes aproximadamente;
con interlocutores acostumbrados a políticas de silenciamiento y de desconian- deinido por una historia política en la que la dominación guerrillera alcanzó a
za hacia actores externos a sus comunidades. expresarse durante casi 20 años, desde 1968 hasta 1987, siguiéndole una fuerte
presencia de actores paramilitares desde los 90. Con apenas alguna presencia
En esta medida, el excelente trabajo de Hammersley y Atkinson (1994) so-
de cultivos de coca, la principal fuente de ingresos de los habitantes parecía
bre etnografía me ayudó a ijar algunas instancias en las que debía tener cierto
ser el cultivo del cacao, el plátano, el banano bocadillo y, en menor medida,
cuidado para no encontrarme con más diicultades de las ya descritas. La exce-
productos de pan coger.
siva programación previa era desechada por inútil ante lo inesperado y el diseño
se fundaba, en últimas, en la relexividad del proceso, en la revisión constante Mientras que el municipio donde se hallaba la sede de la Asociación del Ci-
de las hipótesis y de lo enunciado por las fuentes. Debía poner especial atención mitarra, Barrancabermeja, era uno de los dos núcleos urbanos de la región con
para detectar a los “porteros”, en tanto que controladores de “recursos claves una población de casi 300 mil habitantes y desarrollado a partir de la economía
y pasajes desde donde se conceden oportunidades” (Hammersley & Atkinson, petrolera, ganadera y palmícola. No obstante, los dos municipios parecían se-
1994, p. 51), pero con la prevención de no quedar atrapado en el enfoque o guir un patrón de continuidad en su cronología histórica respecto a los actores
dirección que esos mismos porteros querrían imprimirle a la información dada. armados y al proceso de evolución del conlicto político. Sin embargo, la cues-
Igualmente, no caer en la ingenuidad de identiicar los preconceptos con los que tión de los cultivos ilícitos parecía tener un mayor peso en el caso de la Aso-
iba al campo con los conceptos folk de la comunidad, para no terminar en una ciación del Cimitarra. Más allá de estos datos, casi estadísticos, y a parte de los

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Relexiones metodológicas sobre la constitución signiicativa de la experiencia de investigación

prejuicios de la peligrosidad que implicaba ir a Barrancabermeja, no era posible mismo nivel que los asociados. Iría tras la opinión de campesinos no asociados,
lograr una imagen profunda y global de los lugares en los que iba a internarme. comerciantes de la región, transportadores y otras personas que me dieran un
espectro más amplio de problemas no resueltos de las localidades y que no les
Desde lo poco que se podía prever con respecto a la contingencia de la interesara la propuesta organizativa campesina. A partir del señalamiento de los
experiencia que iba a tener en el terreno, elaboré cinco tipos de posibles entre- principales problemas cotidianos y de la función desarrollada por las asociacio-
vistas, simplemente como iniciación y disparadores del diálogo, en las que el nes, podría obtener una representación externa que delimitara el ellos/nosotros
criterio de división analítica se encontraba en la relación de los distintos actores de la identidad campesina dinamizada por cada organización.
sociales con respecto a las asociaciones, en cuanto centros deinitivos de infor-
mación. Así, desde los más próximos hasta los más alejados del núcleo orga- La quinta y última instancia de información oral sería la de los especialis-
nizativo, con los primeros con quienes debía hablar eran los líderes, directivas tas: defensores de derechos humanos, directores de ONG y académicos que
y ex-directivas de las organizaciones campesinas. Empezando por cuestiones ya tuvieran un conocimiento profundo y panorámico de los elementos cons-
generales como la situación de orden público y de servicios del municipio, tituyentes de las asociaciones. Con ellos podría obtener un plano más amplio
pasando por las relativas a los problemas del campesinado y las respuestas del fenómeno, observando las ausencias propias y ajenas, y tener las diferentes
institucionales, y terminado en la deinición puntual de la historia, las accio- posiciones que me encaminaran a un trabajo conceptual enriquecido. Por con-
nes colectivas, los proyectos productivos y la actualidad de las asociaciones, siguiente, podría preguntar por procesos y dinámicas de más largo aliento, por
el objetivo fue tener suiciente información para poder construir, más tarde, el valor de las luchas campesinas y, en últimas, por la interpretación de actores
conceptos como el de autonomía, el de lo político y el de participación, o como poseedores de un nivel profundo y vital del fenómeno. La relexión sobre la
el concepto de paz e institucionalidad. organización campesina, el desarrollo económico y social y la construcción de
paz serían el punto inal de completitud empírica a partir de las voces de estos
En una segunda tanda de entrevistas, la idea fue acercarme a entender la últimos.
posición de asociados no pertenecientes al núcleo directivo, desde los cuales
se pudiera captar otro punto de vista, más crítico y menos legitimador de las La estrategia de acercamiento a las fuentes empíricas se sintetizó en la i-
asociaciones. Con las voces de madres cabeza de familia, jóvenes, desplazados gura 1 (ver anexos), en donde el criterio de construcción fue el de la cercanía/
y jornaleros asociados podría atenuar el juicio de los anteriores y deinir los distancia con respecto al núcleo organizativo campesino, representado en las
límites del alcance de las acciones colectivas y de su eicacia. Los temas de asociaciones campesinas elegidas.
indagación versarían sobre las diferencias y los beneicios del ser parte de la
asociación, los modos de convocatoria y el papel desempeñado en ésta. Los En esta etapa de la experiencia se veía como plausible la elaboración de
conceptos de participación política y reconocimiento colectivo se verían así unos cuantos aspectos que llevarían a la clariicación del objeto de estudio y de
enriquecidos por este segundo grupo de opiniones. su contexto social, entre estos estaban: los modos de producción económica,
junto con las formas de comercialización; las condiciones materiales de vida de
En tercera instancia, me dirigí a funcionarios públicos y a otros actores como la población local, tales como la alimentación, la calidad de los servicios públi-
sacerdotes o representantes de la institucionalidad municipal, con los cuales los cos o la salud; pero también los modos que asumían para enfrentar y resolver
líderes campesinos deberían verse la cara, para poder tener la concepción y re- los conlictos, instancias e instituciones a las que se acudía en caso de que sur-
presentación de actores sociales que estuvieran por fuera del objeto de estudio. gieran problemas personales o grupales; la detección de la existencia de otras
Sondearía, sobre todo, por cuestiones relacionadas con la articulación entre las organizaciones en la zona y las expectativas y proyectos de vida que enunciaran
instituciones estatales y las organizaciones, su grado de coherencia y los logros los campesinos como concepción de un futuro realizable.
sociales conseguidos. Con esta elección estratégica podría llegar a captar ya no
sólo una perspectiva crítica sino más bien de confrontación y de tensión, así A todas estas instancias quería someterlas a diferenciación desde los mo-
como una reconstrucción de los debates y demandas resueltas o pendientes. mentos de paz y de violencia política. Se presentaba como interesante ver los
cambios en las formas de producción, dependiendo de si se vivía en un mo-
El cuarto grupo de individuos entrevistados debían ser aquellos que se en- mento de paz o de guerra; ver las transformaciones de la institucionalidad y el
contraban afuera del fenómeno asociativo, pero que socialmente se hallaran al respeto a las normas en los dos casos mencionados, o ver cómo y qué tipos de

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Relexiones metodológicas sobre la constitución signiicativa de la experiencia de investigación

estrategia se darían en tiempos de inestabilidad y zozobra frente a períodos de Ya dentro de esta red, la entrada efectiva a la zona del Carare se llevó a cabo
calma y de estabilidad. mediante una intermediación que resolvió favorablemente el problema de la
indeinición del rol con el que iba a ser identiicado por las comunidades. Com-
Con estas expectativas, coordenadas y temores, el trabajo de campo se presen- probé así, en carne propia, lo que Jean Paul Lederach en la “Imaginación Mo-
tó como una ocasión invaluable para adentrarme en la materialidad de los entra- ral” (2008) llamó la Serendipia, esto es, la casualidad o el inesperado encuentro
mados de signiicación de realidades sociales y políticas que hasta entonces sola- en situaciones que ayudan a deinir el rumbo, en este caso, de la investigación.
mente poseían una dimensión lingüística y teórica para el investigador. Advertido Gracias a una vieja relación familiar con una directiva que hacía poco había
por la complejidad del ejercicio que iba a realizar y manido de instrumentos de comenzado a hacer parte de la Comisión Nacional de Reparación y Reconci-
registro de información, me esperaba un fenómeno en el que tenía que volverme liación (CNRR), mi llegada al municipio de Landázuri, más exactamente al
a reconocer como un extranjero más, necesitado de razones y explicaciones para corregimiento de La India, donde está el núcleo de la Asociación del Carare, fue
lograr comprender la tenaz lucha de pueblos y de individuos que se resistían a la interpretada por los pobladores como si hiciera parte de la Comisión, aunque
guerra y a la muerte que los actores armados habían impuesto en sus territorios. en ningún momento la intención fue la de hacerme pasar por funcionario de
la CNRR. Este organismo de reparación y reconciliación venía desarrollando
un trabajo muy importante en las zonas más afectadas del país por la violen-
1.3 La materialidad de las asociaciones campesinas cia política y los diferentes actores armados. Desde hacía unos cuantos meses,
y las diicultades investigativas dentro de contextos la Asociación del Carare había acogido la propuesta que les habían hecho de
reparación colectiva, para lo cual varios funcionarios serían los encargados de
de violencia estructural y de violencia política
oír las denuncias y formular las respectivas acciones en lo simbólico y en lo
económico. De tal manera, las posibles reticencias de los líderes, asociados y
no asociados a otorgar información quedaban, de alguna forma, superadas bajo
La mayoría de los manuales y de las relexiones metodológicas consultadas,
el imperativo y la promesa que signiicaba el poder ser reparado en los daños
incluyendo los anteriormente utilizados y citados, parecían dejar de lado un
sufridos durante el conlicto.
aspecto que a todas luces fue determinante para la entrada al campo y el acer-
camiento a las fuentes orales elegidas. De forma casi inmediata a mi arribo, los Para este caso, la CNRR fungió como portero antropológico, abriendo las
primeros contactos con las personas que había conseguido y que podían acer- posibilidades de acceder a la información necesitada. Mi objetivo general de
carme a las comunidades rurales seleccionadas me inscribieron en una dinámi- búsqueda de diálogo e información había coincidido con los intereses de los
ca en la que quedó claro que las nuevas tecnologías y los nuevos medios de co- pobladores del Carare. No obstante, entendí que lo que oiría podría estar fuer-
municación habían sido asumidas y asimiladas como un medio más, debiendo temente cargado de parcialidad y exageraciones tendientes a obtener un mejor
ser transformada la concepción que tenía de las comunidades campesinas. La resultado en la reparación estatal esperada.
representación de las comunidades no urbanizadas, o poco urbanizadas, como
las indígenas y las campesinas, en las que parecen prevalecer tradiciones an- El viaje al corregimiento de La India me permitió diferenciar y comprender
cestrales fundadas en un núcleo cerrado de parentesco, con poco contacto con ciertos factores materiales, que desde algunas lecturas realizadas estaban un
el “exterior”, con un alto grado de autonomía y normalmente conservadoras, se poco desdibujados por perspectivas y teorías de corte culturalista (Geertz, 1991
reveló inmediatamente distorsionada y falsa. o Esteva-Fabregat, 1998). La cuestión geográica fue decisiva para entender el
signiicado profundo, por ejemplo, que puede llegar a tener la palabra margi-
Sin duda alguna, la red de relaciones entre los líderes comunitarios, defen- nación, o de lo que se esconde detrás de la idea de necesidades básicas insatis-
sores de derechos humanos y las instituciones estatales y no estatales involucra- fechas. El espacio físico y las condiciones geográicas, el lugar en el mundo en
das en el fenómeno asociativo rural eran una interesante muestra de un proceso que les tocó nacer, han sido un condicionamiento central para la vida de estas
de dinamización de su vida social, amplio y fecundo. La entrada no se pareció comunidades. Para llegar a este sitio, desde la capital del departamento de San-
en nada a la irrupción en un espacio clausurado y “misterioso”, sino, más bien, tander, que era donde me encontraba, realicé un viaje de cuatro horas aproxi-
a la multiplicación de un nexo, dentro de una red que estaba siendo tejida y madamente hasta el municipio de Cimitarra, en donde se hacía un trasbordo
ampliada constantemente. para tomar otro microbús, el cual se encaminaba por una carretera de terracería

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que duraba de hora y media a dos horas, dependiendo de las condiciones en las ción con Cimitarra. Los municipios de Bolívar, La Belleza, Sucre y El Peñón,
que el tiempo tuviera la vía. Solamente el paisaje podía aliviar las durísimas territorios de inluencia de la Asociación del Carare, han sido un obstáculo para
condiciones climáticas tropicales que estaba viviendo y costaba pensar en la la conversión de La India en municipio, en tanto que estrategia de creación de
resistencia prolongada de la gente en tales condiciones de humedad y calor. autonomía para la captación de mayores recursos. Con lo cual, cada proyecto
Durante el último tramo del viaje, desde el municipio de Cimitarra al pueblo presentado a las alcaldías, por la Asociación del Carare, ha necesitado del con-
de La India, pude observar una muy signiicativa estructura de ocupación de sentimiento de las administraciones de cada uno de estos seis municipios.
las mejores tierras de la zona: junto al inmenso batallón de infantería N° 41,
Por lo que se pudo comprobar, en La India ha sido más que evidente la falta
General Rafael Reyes, la presencia casi total de ganadería extensiva, muy poca
de un puesto de salud y la ausencia de la Policía Nacional o de alguna otra ins-
presencia de campesinos o labriegos y al inal de la región, junto al río Carare,
titución que pudiese controlar el orden público. Sólo cada quince o veinte días
la aparición de un caserío de calles sin pavimentar, sin alcantarillado y desorde-
llega una comisión policial para regresar el mismo día al municipio de Cimita-
nadamente trazado: La India.
rra. El Ejército Nacional ha hecho irrupciones esporádicas en la región, exclu-
Causó igual inquietud ver cómo en una zona con una presencia militar tan sivamente en casos de confrontación bélica para perseguir células guerrilleras
avasallante, el cultivo de la hoja de coca había llegado a estar en el centro de o para sustraer pobladores sospechosos de ser auxiliadores de la guerrilla. La
la economía de la región, como lo vine a saber más adelante por la opinión única institución permanente del Estado ha sido durante años la escuela públi-
de los pobladores. Fue inevitable preguntarme por los posibles nexos entre el ca, la cual ha tenido fuertes problemas de continuidad con respecto a su planta
capital latifundista ganadero, el poder militar y el narcotráico. Surgía en mí el docente. Los problemas de salud han sido muchas veces resueltos mediante
sentimiento casi naturalizado en la cultura colombiana de contradicción entre medicinas alternativas originadas en el saber de la comunidad y la mayoría de
el estar en medio de la miseria, en condiciones de vida absurdas, pero frente a los nacimientos han sido atendidos por parteras.
un paisaje, como dicen los extranjeros, alucinante y en un contexto de riqueza La vida en la región del Carare ha dependido desde un comienzo, es decir,
natural y biológica inmenso. Otro elemento de sorpresa fue el haber encontrado desde cuando se colonizaron estas tierras en los años 50 del siglo XX, del río
una comunidad preeminentemente afrodecendiente en un departamento que se Minero o Carare (ver registro fotográico 1). La descripción de la diicultad
ha pensado y representado históricamente como blanco y germano descendien- geográica hecha más arriba se profundiza para el resto de los corregimientos
te. Quedaba así develado que detrás de la representación histórica tendría que y veredas, pues las únicas vías que han existido desde ese entonces han sido
haber existido un fuerte dispositivo de invisibilización étnica y de blanquea- los caminos de herradura construidos por los campesinos y, desde luego, el río
miento de las poblaciones constituyentes. como medio y espacio de articulación de la vida social de la región.
Pero al condicionamiento geográico y físico había que sumarle la situa- La experiencia de campo me permitió entender que éstas, las comunidades
ción de aislamiento político administrativo. Como fue consignado en su plan del Carare y de la región del río Cimitarra, son sociedades absolutamente ribe-
de desarrollo local (ATCC-CDPMM-PDR, 2004), La India se ha visto aislada reñas (ver registro fotográico 2). El signiicado que esto conlleva sólo se me
a causa de mantener un tipo de relación con el municipio de Cimitarra abier- hizo explícito a través de la convivencia con sus pobladores. El río es tanto la
tamente conlictivo: el campesino de La India no ha sido bien recibido por las vida como la muerte. Casi todo ha dependido de las posibilidades que brinda
autoridades de Cimitarra; los centros de salud no aceptan a la gente de La India el río; como ya se dijo, ha sido la principal vía de comunicación entre las ve-
pues su municipio de origen es Landázuri y como tal, tienen que ser atendidos redas y la carretera que conecta con las capitales departamentales; ha sido la
en su municipio. Sin embargo, el casco urbano de Landázuri queda a cuatro única forma o medio para la comercialización de la producción agropecuaria
horas de camino; los problemas de orden público, educación y de presupuesto de las localidades; en cuanto aluentes del río Magdalena, salida natural al mar
tienen que ser solucionados en una cabecera municipal que implica costos de Atlántico, los ríos Carare y Cimitarra han sido corredores estratégicos para el
desplazamiento y de tiempo no asumibles por la población campesina. El resul- desplazamiento de los actores armados, por lo tanto, han traído la muerte y
tado lógicamente es el marginamiento de la población por aislamiento, esta vez la dominación. En algún tiempo fueron fuente de sustento piscícola, pero en
administrativo y social, y por la falta de resolución de los problemas públicos. la actualidad se han convertido en el botadero de los desechos tóxicos que la
Sin embargo, las tensiones no han estado deinidas exclusivamente por la rela- explotación minera esmeraldífera y aurífera vierte sobre ellos; guerrilleros y

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Relexiones metodológicas sobre la constitución signiicativa de la experiencia de investigación

paramilitares los han convertido en cementerio de cuerpos mutilados y bóvedas como forma de acceder a la Asociación del Cimitarra, fue más un impedimento
de impunidad y olvido. que una ayuda. La desconianza de algunos de sus funcionarios, acostumbra-
dos lógicamente a toda clase iniltraciones, me mostraron que la región estaba
A pesar de las diicultades y problemas cotidianos, el trato dado por la ma- pasando por un momento de nuevo escalamiento del conlicto, bajo tácticas de
yoría de la población siempre fue bastante amable y sincero. Las estrategias señalamiento, intimidación y eliminación selectivas, contrarias a las ya históri-
preparadas para la obtención de la información se pudieron aplicar en su ma- cas tácticas colectivas de violencia, como las masacres y los grandes desplaza-
yoría, a excepción de la grabación en video, puesto que anteriores experiencias mientos. Esta sigilosa manera de actuar ha estado escudada en el interés por no
negativas habían condicionado este tipo de material a engaños y malos usos. encender las alertas de las ONG y de los defensores de derechos humanos de la
En general, a pesar de las difíciles condiciones materiales de sobrevivencia del zona y eludir las denuncias internacionales de éstos.
lugar y de la incursión de actores externos, las sociedades del Cimitarra y del
Carare han estado acostumbradas a esta clase de intervenciones en su espacio Pude comprobar cómo, a pesar del proceso de desmovilización de los ejér-
comunitario; han entendido que la información dada es un ladrillo más que les citos paramilitares, el cual se posibilitó por la entrada en vigencia de la ley 975
ayuda a construir una visibilización nacional e internacional. Planteado en tér- de 2005, llamada de “Justicia y Paz”, la región ha reproducido las redes y es-
minos utilitaristas, ellos saben a la perfección que sus experiencias organizativas tructuras de control de los grupos de ultraderecha, bajo nuevas denominaciones
son materia prima para los ejercicios académicos e investigativos de toda clase, tales como las Águilas Negras o los Rastrojos.
pero desde la visión de ellos, uno, el observador, es un medio de reproducción de
sus discursos y sus luchas. La verdad es que en perspectiva campesina, se trata No obstante, el encuentro directo con los actuales líderes campesinos de la
simplemente de una relación simbiótica de solidaridad entre saberes y prácticas. Asociación del Cimitarra rompió con todos los prejuicios y las precauciones
que el PDPMM había puesto en juego desde el principio de los acercamientos.
Ante la exitosa estrategia de intermediación para conseguir la entrada a la Se logró entrevistar a líderes y asociados, los cuales dieron una versión preci-
asociación y la respectiva asignación positiva del rol jugado frente a líderes, sa de la naturaleza y el momento por el que estaba atravesando la Asociación
asociados y no asociados, quise replicar la experiencia tenida con la comunidad del Cimitarra y toda la región del sur de Bolívar y el Nordeste antioqueño.
del Carare en las comunidades del río Cimitarra. Sin embargo, los resultados La increíble calidez humana de las directivas de la Asociación del Cimitarra
no fueron los mismos. Esto me demostró que la aplicación generalizada de contrastaba con la representación que la mayoría de las personas externas a la
fórmulas de acción y de recolección de información depende del alto grado asociación tenían de ella.
de variabilidad de las condiciones sociales y políticas, en términos abstractos,
de la contingencia de la experiencia y de la vida de las comunidades. La dife- Desde un ángulo comparativo, las diicultades con respecto a las fuentes
rencia entre uno y otro contexto consistió en que, en el primero, imperaba un orales se vieron subsanadas con la apertura de los archivos y documentos oi-
ambiente de cierta tranquilidad con respecto a los actores armados alcanzado ciales producidos; situación exactamente contraria a la sucedida con la Asocia-
por los acuerdos de paz aún respetados; en el segundo, tanto en la ciudad de ción del Carare. Lo que en una fue su mayor fortaleza, en la otra fue su aspecto
Barrancabermeja como en el valle del río Cimitarra, la tensión bélica diicultó más oscuro y difícil para la indagación. A pesar del valor de la transparencia,
sensiblemente la búsqueda de información y el poder alcanzar un mayor grado como a ellos mismo les gusta deinirse, no fue posible el acceso directo a los
de conianza con los entrevistados. documentos de la Asociación del Carare; la totalidad de ellos fueron consegui-
dos por personas que anteriormente habían trabajado en la zona o levantados
A pesar de las cartas de recomendación que llevaba, el acercamiento por en instituciones en las que habían sido presentados. La reducida estrategia co-
medio del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio (PDPMM),7 municativa de la Asociación del Carare no tiene comparación con la creación
de los espacios virtuales y reales que la Asociación del Cimitarra ha puesto en
7 Principal institución social de la región que lidera la coordinación de la ayuda interna-
práctica, como forma de visibilización de sus luchas sociales. Espacios como
cional y los proyectos políticos y productivos hacia las organizaciones campesinas. Agencia Prensa Rural o Alba TV y productos comunicativos como la publi-
Creada en el año 1995 por iniciativa del sacerdote jesuita Francisco de Roux, la dióce- cación periódica La Marcha, el periódico Tierra, en coordinación con organi-
sis de Barrancabermeja y el CINEP, a partir de una investigación donde se diagnostica- zaciones internacionales de apoyo como Vía Campesina, demostraron la gran
ron los principales problemas del Magdalena Medio y las políticas públicas necesarias
para frenar las violencias y poder tramitar el conlicto armado. riqueza y dinámica comunicativa, y, a su vez, se convirtieron en una gran ma-

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Relexiones metodológicas sobre la constitución signiicativa de la experiencia de investigación

teria y fuente de información para la investigación. Fuentes orales, por un lado, histórica es mayor que el valor que puede llegar a tener la vida individual de
y fuentes escritas, por el otro, comprobaron la conveniencia y complementarie- alguien que “ya lo ha perdido todo”.8
dad del método etnográico (Hammersley & Atkinson, 1994, p. 80).
Estando en contacto con los campesinos, la gran mayoría víctimas directas
La intensidad del conlicto en esta subregión, la del río Cimitarra, no ha o indirectas de la violencia política, recordé un par de objeciones muy acadé-
permitido asumir una postura de neutralidad y a las fuerzas del Estado se les si- micas que en alguna ocasión me señalaron el inconveniente de victimizar a
gue viendo como fuerzas represoras y generadoras de terror sobre la población los pobladores rurales, dejándolos sin posibilidad de acción o sin voz. En este
campesina. Contrario a lo sucedido en el Carare, la Asociación del Cimitarra caso, la disyunción como lógica de análisis era un mal instrumento hermenéu-
no ha aceptado los programas de reparación de la CNRR, puesto que, según tico. La negatividad de la violencia y de la muerte ha sido, para el campesino,
sus directivas, es una incoherencia llegar a hablar de reparación en medio del el comienzo de su positividad y un impulso para sus acciones colectivas. El
fuego cruzado o negociar con un Estado que mata a la población civil inerme signiicado del concepto de víctima no releja la pura pasividad de quien sufre
y genera desplazamientos masivos, para otorgarle las tierras obtenidas a los la violencia en carne propia; el ser víctima se resigniica a partir del momento
latifundistas y así profundizar un modelo de desarrollo que no toma en cuenta de airmación de los procesos de justicia, organización y construcción de alter-
al campesinado. nativas productivas que logran cimentar una comunidad campesina más sólida
respecto a los posibles futuros ataques de los actores armados.
La experiencia tenida en la visita a la aldea comunitaria de Puerto Matilde,
máximo lugar al que la tensión bélica me permitió llegar, fue un buen ejemplo
del trato que las Fuerzas Armadas del Ejército han dado a los pobladores del
valle del río Cimitarra. La violación al Derecho Internacional Humanitario 1.4 Retorno, reevaluación de hipótesis
con respecto al no involucramiento de la población en el conlicto se hizo y construcción de categorías para el análisis
evidente en la permanencia y cohabitación de las tropas en las veredas de la
subregión. Lo más diciente de lo anterior es que Puerto Matilde representa
apenas el comienzo y la entrada al inmenso territorio que se articula mediante Habiendo terminado el trabajo de campo y con la distancia necesaria para eva-
los ríos Cimitarra, Tamar e Ité, y en la medida en que nos adentremos en esa luar lo conseguido, tenía en mis manos una importante cantidad de informa-
vastedad, la militarización de la vida campesina parece hacerse más patente ción, la cual se iba convirtiendo en una preocupación con respecto a su manejo
y radical. y análisis. Los cinco tipos de entrevistas estipuladas pudieron realizarse sin
mayores inconvenientes; a excepción de las hechas a personas no asociadas,
Tanto en el caso del Carare como en el del Cimitarra se pudo ver con clari- las cuales consistieron en diálogos informales, siendo consignadas en el diario
dad que el signiicado que posee la muerte se separa tajantemente del que pode- de campo como opiniones diversas, quedó el registro sonoro de las voces de
mos tener como observadores, académicos o pobladores urbanos. El asesinato líderes, funcionarios, expertos y asociados sobre la historia, el desempeño y la
como acontecimiento cotidiano y la intimidación y el terror como contexto de actualidad de las asociaciones campesinas.
vida hacen que la existencia personal no esté cargada de la seguridad y del valor
de durabilidad que le otorgamos los que creemos estar más allá de la violencia. Con alrededor de unas veinte entrevistas propias y otras ocho entrevistas
En estas regiones, la vida es realmente un milagro. Como fue referido en varias conseguidas por medio de ex-compañeros de trabajo que habían estado con an-
oportunidades, los mecanismos de doble y triple victimización, por ejemplo: terioridad en la zona, me esperaban varias y largas horas de transcripción de los
(1) el asesinato de familiares, seguido de (2) Desplazamiento forzado, y con- registros orales. Así mismo, tenía en mi haber documentos oiciales como los
tinuado por (3) la aparición de nuevas amenazas para no realizar denuncias
por hechos de violencia anteriores, ha llevado a la gente a perder el miedo. El 8 La opinión de haberlo perdido todo fue una constante referencia por parte de los po-
dolor de la muerte de los cercanos y la pérdida de lo material construido en la bladores rurales entrevistados, durante gran parte de la experiencia de campo. Pude
vida cotidiana ha potenciado la fuerza de la verdad y la acción colectiva de las llegar a entender y a explicitar la radicalidad y honestidad de esta postura gracias a la
asociaciones. La dignidad que provee el proceso de obtención de justicia, de entrevista concedida por la presidenta de la Asociación Regional de Víctimas de Crí-
menes de Estado del Magdalena Medio (Asorvimm), Lilia Peña, a la cual agradezco la
construcción de alternativas, de reparación o de consolidación de la memoria paciencia, la sinceridad y el tiempo dedicado.

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Relexiones metodológicas sobre la constitución signiicativa de la experiencia de investigación

planes de desarrollo institucionales, que a través de la historia habían marcado generales de vida de la población e incentivación, a su vez, de una autonomía
el rumbo y las políticas de las asociaciones. A lo anterior se le sumaban diag- ciudadana en términos modernos, no quedó del todo clara. La falta de servi-
nósticos de daños y estudios estatales de perfectibilidad que daban a conocer cios médicos mínimos, las condiciones de salubridad de los caseríos y las con-
los potenciales con los que las asociaciones habían contado en la región, para diciones de movilidad y comunicación con municipios aledaños me hicieron
llevar a cabo los proyectos de desarrollo. Un conjunto de cartas enviadas a todo pensar en que esa participación no ha dado los frutos esperados con respecto
tipo de organismos locales y regionales del Estado me ayudaría a reforzar la a la dimensión social y, por lo tanto, no es tan directa y lineal la relación entre
formulación de las demandas planteadas por las directivas. Como síntesis de participación y bienestar. No cabe duda de que la resistencia civil a los acto-
otras experiencias y trabajos de campo, tenía conmigo dos tesis presentadas res armados ha salvado a muchas personas del ajusticiamiento y ha evitado el
en las universidades de la región, las cuales, a pesar de las diferencias en los derramamiento de sangre. Tampoco cabe duda de que estas comunidades han
enfoques teóricos, tenían un valioso registro de más fuentes orales. En tanto sido políticamente activas, autónomas y valerosas frente al riesgo que implica
que productos comunicativos, pude obtener varios ejemplares de revistas perió- la violencia de las armas. Pero lo que no es claro es la relación directa que se
dicas, estudios y manuales, tanto de las asociaciones como de las ONG acom- planteó con respecto al mejoramiento material de las condiciones de vida. Se
pañantes de estos procesos sociales. Y, para complementar, otro tanto más de pudo observar, de igual manera, una especie de cansancio colectivo después de
investigaciones publicadas como artículos y libros sobre los casos especíicos tantos años de lucha civil por construir convivencia pacíica.
investigados.
La tercera hipótesis se fundaba en la relación de que una mayor presencia
La gran mayoría de los registros fotográicos tomados personalmente, y estatal llevaba a una mayor posibilidad de mejoramiento de los problemas so-
otros tantos ajenos, fueron de gran ayuda en los momentos de asignación de ciales. Esta hipótesis se cumplió de modo parcial, puesto que una mayor pre-
signiicación personal ante la experiencia vivida, la cual espero pueda ser re- sencia institucional del Estado está apenas siendo percibida por la población,
producida y sentida por los lectores de este texto (ver registro fotográico 3). solo en un caso, desde la llegada de la CNRR; los problemas de salud y de
alimentación de la comunidad continúan estando vigentes, al igual que las con-
Para trabajar y analizar toda la información conseguida, comencé por revi- diciones en las comunicaciones con otros municipios. Una mayor posibilidad
sar las tres hipótesis con las que había partido y llegado al terreno. A primera para el ejercicio del derecho de asociación y un mejor ejercicio de los derechos
vista y de forma general, resaltaba el hecho de haber estado frente a situaciones ciudadanos, en general, sigue estando en una situación de incertidumbre como
mucho más complejas que la que habían sido pensadas teóricamente. La pri- se comprobó en el Cimitarra, pues, aunque la tasa de crímenes y de violencia
mera hipótesis, referida a la aplicación de prácticas de intimidación y de terror política haya bajado a partir de la desmovilización paramilitar, no existen unas
sobre la población civil, ha signiicado efectivamente el debilitamiento de las condiciones institucionales que otorguen seguridad a la participación y al ejer-
redes sociales de solidaridad y convivencia; pero más grave aún ha sido la cicio de asociación.
presencia de la economía basada en ilícitos, según las voces de los pobladores,
pues la producción de hoja de coca y su respectiva comercialización ha desin- En el año 2010, algunos líderes fueron nuevamente amenazados por bandas
centivado la producción de otros cultivos, necesarios para el autoabastecimien- emergentes de paramilitares no desmovilizados y algunos grupos al interior
to y la seguridad alimentaria de las comunidades campesinas. Esto ha llevado de las fuerzas militares del Estado siguen excediéndose en el uso de la fuerza,
a un marcado detrimento de las prácticas de economía campesina tradicionales intimidando y reteniendo a campesinos sospechosos de ser auxiliadores de la
y, junto a ello, a un debilitamiento de los valores como la solidaridad. El nuevo guerrilla. En general, hay un clima enrarecido que no permite una fácil partici-
campesino cocalero es un sujeto transformado por ganancias nunca antes per- pación de la comunidad en las asociaciones.
cibidas, interesado únicamente en sacar su producto al mercado y convertido
en reproductor de violencia familiar y social a raíz de la obtención de un poder El aumento de la complejidad en el fenómeno encontrado me llevó a mul-
económico intempestivo. En esta primera hipótesis nunca había estado presente tiplicar el número de aspectos de análisis con los que iba a leer la información
el elemento del cultivo de coca como central en el conlicto social y armado. recolectada, por lo que formé cuatro grandes grupos o categorías temáticas con
las pudiera llegar a comprender y agotar la totalidad del objeto de estudio. La
La segunda hipótesis, referida a la participación directa de las comunidades primera categoría estaría enfocada a la cuestión de los Orígenes o génesis his-
en los asuntos públicos como un modo de mejoramiento en las condiciones tórica que estructuró la realidad social y política desde la que partieron las

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Relexiones metodológicas sobre la constitución signiicativa de la experiencia de investigación

asociaciones. Así fue como pude ubicar en la primera dimensión los elementos subgrupo, consistente en recopilar todas iniciativas que han puesto en práctica
concernientes a los procesos de colonización, migraciones internas y formas de proyectos productivos, con los propósitos de defensa de la soberanía alimenta-
ocupación del territorio, para poder responder a los modos de formación regio- ria y la autonomía de las comunidades. En un último momento, se sintetizó lo
nal de los que hacían parte las comunidades del Carare y del Cimitarra. En un correspondiente al tema medioambiental, en tanto la denuncia de los abusos y
segundo y tercer nivel agrupé, por un lado, toda la información que me mostró los procesos de degradación como de las acciones para la defensa y preserva-
la inserción de los grupos guerrilleros en la espacialidad regional y, por otro ción ecológica. Las problemáticas de los cultivos de coca, las fumigaciones y
lado, la presencia de los grupos de paramilitares, junto con las formas de acción las explotaciones mineras fueron compilados en el rubro de la degradación de
y de asociación con tropas del Ejército colombiano. La cuarta dimensión estuvo los recursos ambientales.
reservada a las cuestiones que señalaban, ya no a los actores armados, sino a la
estructura histórica que implicaba un grado de violencia con respecto a las con- Y la categoría de Participación Comunitaria se compuso por otros tres con-
diciones materiales de vida y a las posibilidades de desarrollo humano de las ceptos tendientes a captar, primero, la organización interna de las asociaciones,
comunidades campesinas. Sintetizaba de esta manera los problemas materiales sus estructuras y las formas de funcionamiento propias, tales como períodos y
y las necesidades históricas no resueltas de la población, así como otros proce- modos de nombramiento de directivas y requisitos de asociación; en segundo
sos de largo alcance como el latifundismo y la consiguiente falta de tierras. Y término, los repertorios de acciones colectivas puestos en marcha, como tomas
en el último nivel de este primer grupo, recogí las acciones fundadoras de las de entidades, movilizaciones, paros cívicos o diálogos. Dentro de éste aspecto,
asociaciones, sus principios de acción y sus primeras consignas. reservé un espacio para tener en cuenta los recursos simbólicos utilizados en las
luchas comunitarias, esto es, vallas, cercados o banderas. Así podría apreciar
Al segundo grupo lo rotulé como Derechos Humanos. En este pude reco- una amplia gama de acciones colectivas junto a los signiicados construidos.
lectar la información que me posibilitó hacer un mapa de los derechos más La penúltima casilla estuvo reservada para la información que señalara temas
violados y de aquellos que fueron mayormente demandados. Seguí con el tema acerca de la convivencia pacíica, el bien o bienes comunes, y en general todo
de la neutralidad, tanto en la confrontación armada como con respecto al ám- aquello que condujera a la defensa de la institucionalidad, por ejemplo, cuando
bito ideológico político. El Derecho Internacional Humanitario (DIH) relejaba se hablaba de la Zona de Reserva Campesina (ZRC) o de la territorialidad de
cómo la población civil o se veía involucrada en acciones de guerra o quedaba las asociaciones bajo la igura de los Territorios de Paz. Finalmente, el cuadro
a un lado, conformando el espacio de la civilidad frente a cualquier opción mi- analítico se completó con lo referido a la construcción de paz, las concepciones
litar. La tercera cuestión se basó en todas las acciones dirigidas a la formación de paz autóctonas y los retos de continuidad a los que se veían sometidas las
o pedagogía con respecto a los derechos humanos, promovidas por las organi- asociaciones campesinas, junto con su concepción de futuro.
zaciones. Y inalmente, un cuarto aspecto que fue fundamental: la creación de
nuevas asociaciones a partir de las dos principales, en cuanto forma de repro- De esta manera, formé una red de categorías en la que algunos puntos te-
ducción de las demandas y de defensa de los derechos especíicos de sectores máticos se conectaban más fácilmente que otros y por la cual pude aprovechar
sociales vulnerados. Dentro de una fuerte dinámica organizativa, la génesis de el material conseguido (ver igura 2 en anexos). El acto interpretativo a partir
las asociaciones hijas de las primeras asociaciones me llevó a darle más peso a del conocimiento social concreto, es decir, del paciente oír de las voces de los
la reproducción de la defensa de los derechos humanos. actores y de las interacciones entre éstos, se llenó así de un más profundo sen-
tido. Contrario a lo que en alguna oportunidad había escuchado con respecto a
En la tercera categoría de análisis agrupé todo lo concerniente a la Econo- la incomodidad producida por el trabajo de campo y a la empiria representada
mía y a las relaciones de producción. En primera instancia, se diferenciaron en la recolección directa de información en el terreno, el solo hecho de la con-
dos modelos de desarrollo contrapuestos que tensionaban el campo productivo vivencia con aquellos a quienes hemos elegido como nuestros interlocutores es
de la región. El modelo agroindustrial, de carácter neoliberal que llama a los una ganancia bastante signiicativa como para ser despreciada. Como advirtió
capitales extranjeros a la inversión, y el modelo de economía campesina de Levi-Strauss de la práctica etnográica, (1988, p. 429), los altos costos produ-
subsistencia y producción para el mercado interno, deinieron el campo dis- cidos por el agotamiento de la investigación de campo, serán siempre menores
cursivo de las asociaciones frente a otros actores civiles. Como profundiza- con respecto a las ganancias en cuanto a la comprensión vital de aquello que
ción del modelo de economía campesina de subsistencia se amplió un segundo hemos decidido estudiar. El camino recorrido ha sido este.

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CAPÍTULO II

configuraciones de La vioLencia sociaL y poLítica


en coLombia. actores, dinámicas y estructuras
deL confLicto

2.1 Orígenes y desarrollos de la violencia política actual

L
a situación política y social en la que se encuentra Colombia, desde hace
más de tres décadas, necesita de una explicación amplia y profunda que
permita la articulación de múltiples factores y variables, los cuales nos
lleven a su vez a una comprensión dinámica de los procesos de violencia, los
actores armados y las transformaciones de la sociedad contemporánea. Está
claro que el debate sobre la perspectiva de análisis político para el caso colom-
biano debe superar el clásico antagonismo entre las causas objetivas o estructu-
rales y las causas subjetivas, centradas exclusivamente en los actores sociales.9
Tanto unas como otras se implican mutuamente y la no referencia a alguna de
ellas nos conduce simplemente una insuiciencia explicativa: las condiciones
materiales, las tradiciones heredadas y las instituciones representan el espacio

9 Para conocer las posiciones contrapuestas ver, por ejemplo, por el lado estructural, los
dos textos clásicos sobre la violencia política de Guzmán, Fals Borda & Umaña (1968)
y Oquist (1978). También el texto de Deas & Gaitán (1995). Desde el enfoque subjeti-
vista, ver Pecaut (2001) y Rubio(1998).

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Coniguraciones de la violencia social y política en Colombia. Actores, dinámicas y estructuras del conlicto

desde donde los actores sociales pueden llegar a desarrollar sus lógicas de ac- tiene por qué hacernos olvidar de la especiicidad de cada momento histórico y
ción y poder transformar o no el contexto y las estructuras que los engloban. plantear de manera apresurada constantes que no nos permitan observar las di-
Como lo ha demostrado convincentemente Giddens, son las estructuras las que ferencias especíicas del fenómeno que vamos a estudiar. Hay que anotar, ade-
posibilitan las acciones colectivas e individuales en ámbitos concretos de inte- más, que este señalamiento constitutivo y persistente de la violencia se inscribe
racción y “todas las propiedades estructurales de los sistemas sociales […] son dentro de los efectos que ella misma induce en la representación colectiva, la
el resultado de las actividades consumadas de manera contingente por actores cual se concreta a partir de una cierta naturalización de tal hecho social. Y el
situados” (Giddens, 1996, p. 221). inconveniente de naturalizar la violencia es que pueda llegar a tener la facultad
de incidir, de alguna manera, en la aceptación o legitimación del hecho irreme-
Así, pues, desarrollaremos a lo largo de este capítulo las formas que la diable de la barbarie como destino.
violencia política ha tomado a través de la generación de estructuras sociales,
desde las cuales los actores armados han conigurado la trama espacio-temporal Queda claro, entonces, que la cuestión no está deinida por querer negar o
de la violencia, incidiendo, a su vez, en la especíica conformación del actual airmar la presencia de la violencia como fenómeno constitutivo de lo social y
Estado colombiano y en la dimensión política de quienes más fuertemente reci- de lo político, sino en entender los aspectos cruciales que permiten las conigu-
ben los efectos de la dinámica de guerra: la población civil campesina, sin que raciones de la historia que enfrentamos como presente. Podríamos empezar por
esto signiique la victimización de este actor social. establecer los elementos de continuidad, para luego deinir los elementos que
constituyen la violencia política en su singularidad.
Así mismo, asumimos una perspectiva en la que se muestra la necesidad de
no reducir el fenómeno político colombiano a un solo tipo de respuesta causal, Empecemos por recordar que la historia de Colombia en el siglo XX estuvo
como las que en su tiempo se han dado: aquellas que veían un solo núcleo dis- marcada, en lo político, por la división partidista entre liberales y conservado-
ciplinar del problema, por ejemplo, en la cuestión de la depredación de recursos res. La lucha entre el partido Conservador, basado en una ideología confesional
económicos, las desigualdades entre las clases sociales o en la estructura agra- del Estado, con rasgos centralistas, y el partido Liberal, cimentado en las ideas
ria. La complejidad sociológica de la situación colombiana nos lleva a dudar de del federalismo y la secularización, fueron los causantes del período denomina-
cualquier intento simpliicador y adjudicador de causas precisas y exclusivas. do como “La Violencia” (1946-1958): la más grande “movilización armada de
La violencia contemporánea se conigura históricamente a partir de continui- campesinos” del siglo XX en el hemisferio occidental, como lo recuerda Eric
dades, rupturas y elementos nuevos que proveen de un carácter singular a la si- Hobsbawm (1983, p. 264), culpable de la guerra civil que dejó entre 200.000 y
tuación por la que atraviesa hoy la nación. Tal singularidad va en contra, en pri- 300.000 víctimas. No obstante, esta segmentación entre partidos políticos fue
mera instancia, de la idea donde se hace de la violencia un continuum histórico realmente un fraccionamiento identitario que se ubicó por encima de la idea
con determinantes casi ontológicos, en la que la naturaleza de los colombianos de nación y que tuvo más fuerza cohesionadora para la población, generándo-
estaría signada por su constante inclinación hacia la barbarie. De esta forma, se dos subculturas “trasmitidas de generación en generación en el seno de las
como lo ha planteado reiteradamente Daniel Pécaut, se hace de la violencia el familias y de las localidades” (Pécaut, 2001, p. 56). Tal tradición bipartidista
mito fundacional de la nación colombiana y un elemento constante y reiterativo transgeneracional se fue concretando en términos de sectarismos generadores
a través de toda su historia. De manera más clara: de odios viscerales, con lo cual se fortaleció el carácter fragmentario del terri-
torio nacional, heredado de los procesos de colonización de los siglos XVII,
La violencia de hoy no deja de ser vista como el regreso de la violencia XVIII y XIX. Cada municipio tenía una adscripción partidista que lo ubicaba
anterior, y sus formas como idénticas a las que se habían dado. Muchos co- en un determinado lugar del mapa electoral, el cual creaba alianzas y, sobre
lombianos están convencidos de que los acontecimientos de hoy no son más todo, profundas enemistades.
que la continuidad de los de La Violencia y que los de La Violencia eran,
en sí mismos, la continuación de las guerras civiles del siglo diecinueve Sin embargo, lo que tenemos que resaltar de la cultura bipartidista son tres
(Pécaut, 2001, p. 245). elementos que han llegado hasta el siglo XXI, estando presentes en las actuales
dinámicas sociales: por un lado, la cultura política poco democrática basada en
La reiteración de los estallidos sociales en la historia colombiana, desde la negación o no aceptación de la oposición ideológica, esto es, en la creación
las guerras de independencia hasta la guerra entre paramilitares y guerrilla, no de un “otro” satanizado y casi deshumanizado, al cual se le podrá eliminar o

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Coniguraciones de la violencia social y política en Colombia. Actores, dinámicas y estructuras del conlicto

exterminar bajo las más variadas modalidades de crueldad.10 Esas iguras sim- yoría de la población campesina, que era para aquel entonces la mayoría de la
bólicas del otro, creadas bajo la lógica excluyente cristiana del que “no está población del país.
conmigo está contra mí”, y totalmente acopladas dentro de la cosmovisión no
secularizada característica del país, fueron sustituyéndose en el transcurso del Así mismo, los mecanismos clientelares y gamonalicios de integración po-
siglo pasado, desde el liberal ateo, encarnación del hereje, hasta el guerrillero lítica posibilitaron la constancia de un tercer factor en la coniguración socio
bandolero, sinónimo de homicida y criminal. Figuras a las cuales se les hacían política de Colombia: el desarrollo altamente diferenciado y estratiicado de
responsables de la desestabilización del “sagrado orden social”. Dicha cultura las diversas regiones del territorio nacional. Recordemos que la conformación
continuará hasta nuestros días bajo formas suprapartidistas y, en algunos casos, del territorio nacional estuvo desde un principio atada a las diicultades de una
más extremas que la de los años 50. geografía complicada y abrupta, dada por la presencia de las tres cordilleras
andinas, las cuales fueron y siguen siendo “formidables barreras para la co-
Por otro lado, el bipartidismo necesitó de la reproducción de mecanismos municación de las regiones colombianas y del interior del país con el mundo
clientelares de acción política como forma de repartición de puestos burocráti- exterior” (Palacios & Safford, 2001, p. 17).
cos y de perpetuación de sus élites en el poder. En este último sentido, los parti-
dos tradicionales no fueron, como podría interpretarse, una forma de expresión Las barreras naturales de los Andes colombianos han sido determinantes en
moderna de las voluntades colectivas canalizadas racionalmente por mecanis- la fragmentación económica, política y cultural del país. Y como si fuera poco
mos de representación, sino que se mostraron en la práctica cotidiana como una lo anterior, más de la mitad del país correspondiente a las zonas de los Lla-
federación de caciques, los cuales se desarrollaron a partir de “la articulación nos Orientales y la Amazonía, el 56 % de su territorio, estuvo casi inhabitada
de la competencia interna entre grupos oligárquicos dentro de cada región y desde la época colonial hasta mediados del siglo XX.11 Desde su nacimiento,
localidad” (González, Bolívar & Vázquez, 2002, p. 269). Colombia fue un país de regiones aisladas, donde poco a poco la población fue
migrando en un proceso colonizador que se ha prolongado hasta el día de hoy.
El bipartidismo fue, por tanto, sinónimo de poder político oligárquico,
fundado en relaciones clientelares, donde el cacique o gamonal se convirtió A principios del siglo XX, las tres regiones con un grado de diferenciación
en un intermediario que monopolizaba el acceso a los derechos ciudadanos, especíica fueron la región occidental, desarrollada a partir de la explotación
los cuales debían ser garantizados constitucionalmente por el Estado cen- minera de oro y plata, la central-oriental basada en la agricultura y las manufac-
tral. De esta manera, los municipios y las regiones se fueron conigurando turas, y la costa Atlántica, desarrollada desde el comercio exportador de materias
a partir de la dominación de las redes clientelares, difícilmente integradas primas, la importación de mercancías y la ganadería. Lo anterior ha signiicado
a la vida política nacional, o integrados de manera bastante precaria por los una formación desigual y asimétrica de los municipios y las localidades que ha
intereses siempre particularistas de estos “administradores” de servicios y incidido en la continuación de la fragmentación territorial. Tal fragmentación
derechos. estará reforzada por unos medios de transporte que estuvieron hasta el inal del
siglo XIX anclados a las vías luviales como modo de conexión entre el interior
A pesar de los distintos gobiernos liberales, en teoría más progresistas que andino y las regiones costeras, ríos Magdalena y Cauca, principalmente.
los conservadores, la modernización económica y urbana, vivida sobre todo a
partir de los años 60, no representó una modernización política que destrabara No obstante los esfuerzos y las iniciativas departamentales de construcción
las relaciones señoriales y clientelares a las que estaba habituada la gran ma- de líneas ferroviarias regionales, sólo hasta 1892, con la ley 104, se autorizó
la creación de los ferrocarriles nacionales, deinidos a partir de las necesidades
10 La historia de La Violencia de los años 50 es también la historia de la brutalidad encar-
nada en los innumerables procedimientos de suplicio, tortura y descuartizamiento del
cuerpo humano, realizados por grupos de bandoleros sociales denominados como los
“chulavitas” o “pájaros”, por su forma de ataque rápido y en bandas. La Comisión de 11 “La población es escasa en las tierras cálidas, por debajo de los 1.000 metros. En el
Estudios sobre la Violencia los deinió así, en relación con las actuales formas de sica- último siglo y medio han albergado un poco menos de un tercio de la población total.
riato: “los ‘pájarosʼ actuaron a partir de adhesiones partidistas o movidos por lealtades Los Llanos Orientales y la región amazónica […] albergan un poco más del uno por
personales a dirigentes regionales. La relación monetaria, por lo general, se subordina- ciento de la población nacional. Las selvas tropicales del Chocó, en el noroccidente,
ba a la adhesión personal del ejecutante a su amo y señor. La forma actual, en cambio, y la semidesértica península de la Guajira, en el nororiente, también están muy poco
tiende a omitir tales consideraciones” (Zuleta, 1998, pp. 166-167). pobladas” (Palacios & Safford, 2001, p.16).

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exportadoras del café, el tabaco y el cacao,12 pero sin que fuesen parte de un Desde lo político, las guerras civiles, como la Guerra de los Mil Días, se-
proyecto cultural o político, en tanto control territorial de la unidad nacional. rán impulsoras de migraciones internas, en especial para población indígena,
Los principales tramos construidos fueron los desarrollados por el ferrocarril de mestiza y liberal. Este fenómeno denominado como colonización de frontera
Antioquia para unir los centros productivos del departamento con el río Magda- interna o expansión de la frontera agrícola será un factor determinante para
lena, el ferrocarril de Occidente que unió el Cauca y el Valle del Cauca con el entender el proceso de construcción del Estado-nación colombiano, puesto
puerto de Buenaventura en la costa Pacíica y la línea que conectó a Bogotá con que son estas nuevas zonas abiertas, normalmente por apropiación de terre-
Santa Marta, pasando por el puerto de Honda. La red ferroviaria sólo alcanzó nos baldíos, las que permiten el desequilibrio en la soberanía del Estado en el
a tener una magnitud de 3.000 kilómetros aproximadamente, de los cuales hoy monopolio de la violencia legítima y la posterior reproducción incesante de
sólo 1.915 kilómetros están activos.13 las estructuras de la propiedad rural en términos coloniales, en tensión con los
intentos modernizantes de las burocracias centrales. Debemos resaltar que la
Como se puede anticipar por lo expuesto, el ferrocarril para Colombia signi- falta de regulación estatal y de mecanismos de estabilización jurídica de las
icó la estructura material para la aplicación y desarrollo del modelo agroexpor- expectativas colectivas será un factor dinamizador más para la generación de
tador, que en las primeras décadas del siglo XX conectó a las regiones de mayor focos de violencia en estas áreas conlictivas y desrregularizadas, en las cua-
desarrollo, como Antioquia, Santander, Valle del Cauca y Cundinamarca, con les, como lo anota muy acertadamente F. González: “nacerá el movimiento
los mercados internacionales, sin que esto sirviera para la consolidación del guerrillero y se expandirán luego los cultivos ilícitos” (González, Bolívar &
control sobre la totalidad del territorio o la formación de un proyecto nacional; Vázquez, 2002, p. 265).
fue más bien un potenciador de desarrollos regionales, los cuales multiplicaron
las distancias entre las localidades integradas a la economía agroexportadora y Tenemos, por lo tanto, una cultura política antidemocrática, unas relacio-
las que no lo estaban. nes clientelares y un desarrollo insular de regiones, como los tres elementos
estructurales de la realidad social colombiana que se refuerzan mutuamen-
Esta dinámica de producción agrícola y minera y las disputas políticas
te, convirtiéndose en constantes que soportan formas políticas que diicultan
generadoras de guerras civiles llevaron a constantes procesos de migración
la concreción de un Estado moderno y una ciudadanía incluyente y amplia
interna colonizadora de zonas deshabitadas o no integradas a la vida nacional.
en todo el territorio. Los tres elementos, podemos decirlo sin temor a equi-
Ya desde el siglo XVIII, décadas de 1750 y 1760, la dinámica de poblamiento
vocarnos, son vigentes y hacen parte de la actual dinámica del conlicto. El
se caracterizaba por un proceso de colonización campesina de carácter anár-
exterminio, por ejemplo, de todo un partido político (la Unión Patriótica), el
quico y aluvional desde ciudades y villas a zonas periféricas, en parte caren-
juego de prebendas y puestos políticos, y la existencia de subregiones total-
tes de presencia institucional y eclesiástica, normalmente desde los altiplanos
mente controladas por paramilitares o guerrilleros, como el Magdalena Medio
y las mesetas hacia los valles interandinos y las vertientes de las cordilleras.
o el Urabá antioqueño, comprueban sin duda la particular forma en que se fue
Las causas de esta migración progresiva y constante pueden encontrarse en construyendo el Estado colombiano y lo difícil que ha resultado la adopción
la dimensión económica y en la esfera política; desde la primera, de una política moderna y democrática, en cuanto centralidad del ciudadano
como sujeto autónomo de derechos y deberes, así como de iscalización y
la mayor parte de las personas que se dirigieron a las tierras templadas y ba- equilibrio de los poderes públicos.
jas eran pequeños agricultores que […] más que vivir al margen de la socie-
dad nacional, buscaban cómo participar de la pujante agricultura comercial Sin embargo, los componentes que nos permiten remarcar la actualidad de
(González, Bolívar & Vázquez, 2002, p. 262). la violencia y delimitarla temporalmente en el rango de unos 30 a 32 años
aproximadamente, esto es, de 1977-1980 a la fecha, que es cuando “la violencia
pasa libremente al centro de lo social” (Pécaut, 2001, p. 45), no tienen mucho
que ver con las adscripciones partidistas o con el papel de la institucionalidad
12 Ver el informe sobre Historia de las vías férreas en Colombia, en: http://www.trendeoc- religiosa como garante del orden social. Tienen que ver más con la entrada de
cidente.com/historia.php
nuevos actores en el conlicto social, los cuales van a redireccionarlo hacia las
13 Información oicial obtenida del Ministerio de Transporte en: http://www.mintransporte. dimensiones económica y militar, al igual que la emergencia y consolidación
gov.co/Ministerio/Old/DGTFM/Historia.htm

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de relaciones de producción basadas en los cultivos ilícitos, especialmente el Este capítulo de la vida política colombiana muestra tres cosas:
de la coca.
A) La airmación del poderío y la capacidad organizativa generada por la eco-
Si hay algún hecho de la vida política nacional que pueda llegar a ser sig- nomía de la droga, la cual empezó a comienzos de los años setenta con la llamada
niicativo de esta nueva violencia, aunque toda clasiicación sea arbitraria y “bonanza de la marihuana o marimbera” en los departamentos de Magdalena y de
siempre sean posibles otras más, el paro cívico nacional de septiembre de 1977 la Guajira, y se desarrolló industrialmente con la producción y comercialización
es el momento que representa “el mayor evento de masas” desde el arribo del de la cocaína y la heroína, hacia inales de esa misma década. Poderío alcanzado
Frente Nacional (1958), el cual deja “un saldo de 19 muertos en Bogotá […] y con el beneplácito de las autoridades locales y nacionales al aceptar los beneicios
centenares de heridos, miles de detenidos y despedidos de sus sitios de trabajo derivados de esta economía ilegal, en hechos como la creación de lo que se deno-
a lo largo y ancho de todo el país” (Archila, 2003, p. 147). El paro cívico del minó la “ventanilla siniestra” del Banco de la República, por parte del gobierno
77 sintetizó la entrada en la escena pública de la represión sistemática por parte de López Michelsen (1974-1978): “por la que ingresaron los millones de dólares
de las fuerzas del Estado, en tanto que extensión de una política de seguridad de la bonanza marimbera, confundidos con los de la bonanza cafetera” (Castillo,
nacional deinida ya desde los años 60, basada en el exterminio del enemigo 1987, p. 8), la cual signiicó la aceptación estatal del lavado de dinero del narco-
interno y la aplicación del terrorismo de Estado como estrategia de lucha contra tráico. A la par de este auge, el narcotráico y sus procedimientos de corrupción
las fuerzas comunistas y contra toda fuerza opositora al régimen constitucional e ilegalidad penetraron a círculos cada vez más grandes de la clase política co-
democrático. lombiana y de toda la población en general. La fuerza de este nuevo actor en la
vida nacional fue contundentemente demostrada con el asesinato del Ministro de
Exactamente un año más tarde, la expedición del famoso Estatuto de Segu-
Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, en abril de 1984, con lo cual quedaba comproba-
ridad del presidente Turbay Ayala solidiicará esta política de torturas, desapa-
da nuevamente la debilidad del Estado para tener el monopolio de la violencia e
riciones forzadas y violaciones de los derechos humanos sobre la población
imponer un régimen de legalidad. Se le debe, además, a toda esta economía de la
civil. Si miramos a 1977 y 1980 son, igualmente, los años en los que la tasa
droga el haber puesto en jaque a la institucionalidad estatal, cosa que no habían
de homicidios por cada 100 mil habitantes supera la media de los 25 casos,
podido lograr los movimientos guerrilleros, y ser el potenciador del desorden so-
registrada desde 1962 (Gaitán, 1995, p. 214), empezando su aumento escalado
cial a través de la no aceptación de leyes y procedimientos jurídicos y, sobre todo,
hasta llegar al nivel de casi los 90 casos en 1991. Podemos ver a inales de los
a través de la resolución de los problemas por vía privada o mano propia. Además
años 90 que Colombia se “clasiica a la cabeza de todos los países, con excep-
de lo anterior, “es la economía de la droga la que provoca la consolidación de
ción de aquellos que conocen un estado de guerra abierta. Supera, y de lejos, a
protagonistas dotados de recursos que les aseguran formas inéditas de inluencia
los países latinoamericanos donde la violencia constituye un problema mayor”
sobre la población” (Pécaut, 2001, p. 43), protagonistas que vendrán a profundi-
(Pécaut, 2001, p.89).
zar aún más la crisis de legitimidad del Estado y la crisis moral expresada en los
Que pongamos a 1977-1980 como fechas indicativas de la nueva violencia altos índices de corrupción durante las décadas de los 80 y los 90.
no quiere decir que en años anteriores no se hayan dado acontecimientos trági-
B) La irrupción del MAS fue, al mismo tiempo, el primer grupo de justicia
cos o que pudieran representar esta nueva disposición de fuerzas sociopolíticas,
privada paramilitar, el cual fue fundado por Pablo Escobar Gaviria, teniendo
sino que es a inales de los años setenta cuando las tensiones entre la institucio-
presencia en varios departamentos del país y con la participación, según de-
nalidad estatal y los nuevos actores hacen explícita la colisión de intereses y la
claraciones del entonces Procurador General de la Nación, de “59 miembros
radicalización de algunos sectores de la sociedad. Otro de los hechos más signi-
activos de la Fuerzas Armadas.”14 Todo esto demuestra que la génesis del fenó-
icativos que viene a comprobar esta nueva disposición de tensiones políticas es
meno paramilitar estuvo dada a partir de la conjunción de intereses y de alian-
el cinematográico lanzamiento de panletos desde un helicóptero sobre la ciu-
zas entre: algunos sectores radicalizados de las Fuerzas Armadas bajo la idea
dad de Cali, el 3 de diciembre de 1981, en los que se anunciaba públicamente
de la guerra contrainsurgente, ciertas elites regionales interesadas en mantener
la creación del grupo MAS: Muerte a Secuestradores y donde se advertía que:
“223 jefes de la maia (los secuestrables) se habían unido y habían aportado
dinero para crear un escuadrón de 2.230 hombres, el cual ejecutaría sin miseri- 14 Parte del informe publicado el 20 de febrero de 1983, en todos los medios nacionales,
cordia a cualquier persona comprometida en algún secuestro” (CINEP, 2004). puede ser consultado en: http://www.arlac.be/paramilitarismo/html/deuda04.pdf

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la hegemonía del poder en sus localidades, entre ellos un sector de grandes ha- de ratiicarlo todas las veces que pueda, mediante procedimientos y acciones
cendados terratenientes ligados a la producción ganadera y minera, en un princi- extorsivas, intimidatorias y, en algunos casos, terroristas.
pio, más tarde bananera y azucarera, junto a los emergentes y poderosos carteles
Como síntesis de la nueva situación de violencia política generalizada te-
de la droga (González, Bolívar & Vásquez, 2002, pp. 60-61). Aunque hay que
nemos tres constantes históricas que hacen las veces de estructuras del sistema
mencionar que ya desde la década anterior los grupos de justicia privada y de
político en Colombia: la cultura antidemocrática radical de la no aceptación de
autodefensa hacían parte de la organización productiva, minera sobre todo, y de
las diferencias y de la aniquilación de los oponentes ideológicos, las prácticas
las estructuras agrarias en zonas como los Llanos Orientales y la Costa Atlántica.
clientelares legadas por el bipartidismo liberal-conservador y el desarrollo re-
Es necesario entender que este nuevo actor armado dentro del conlicto social co-
gional desequilibrado entre municipios integrados y municipios excluidos y
lombiano se presentó desde un principio como una facción ideológica de extrema
marginados. Igualmente, la interacción estratégica entre los cuatro actores ar-
derecha, la cual estuvo en contra de todos los principios de respeto a la constitu-
mados (Fuerzas Armadas, narcotraicantes, paramilitares y guerrillas) deinirán
cionalidad del orden social y contra cualquier forma democrática de resolución
dinámicamente el campo de lo político, en relación así mismo con un quinto
de los conlictos. Lo anterior ha sido demostrado en múltiples ocasiones por: “el
actor no armado en busca de autonomía colectiva y de defensa de su condición
asesinato selectivo de líderes sociales y políticos de agrupaciones de izquierda
moderna de ciudadanía: las organizaciones comunitarias. Todos los actores re-
que apoyaban la agenda de reformas de la negociación, y las masacres de civiles
toman los elementos estructurales para redeinirlos desde sus intereses propios
sospechosos de simpatizar con la guerrilla” (Romero, 2007, p. 369). Con todo lo
y desde sus lógicas de acción, generando singulares dinámicas dentro de una
anterior, el Estado colombiano deja de ser entendido como una víctima más de los
guerra de baja intensidad y larga duración.
actores armados ilegales y se puede comprender, antes bien, como un promotor
más de actos de ilegalidad y de violencia extra institucional.

C) La creación de este tipo de ejércitos paralelos demuestra el miedo de los 2.2 Dinámicas de guerra y estrategias de consolidación territorial
nuevos actores reaccionarios ante el avance militar y económico que las fuerzas
guerrilleras de izquierda habían obtenido de las tempranas alianzas con los nar-
cotraicantes en el sur del país, tales como Gonzalo Rodríguez Gacha. Como se Las formas en que el conlicto armado ha evolucionado, desde mediados de
puede constatar desde muy temprano, en los Llanos Orientales, “la guerrilla de los años 80 hasta la década del 2000, delatan una intensiicación y expansión
las FARC había establecido el impuesto del gramaje, llegando a una convivencia estratégica de sus dos protagonistas principales, guerrillas y paramilitares, en
pacíica con cultivadores y traicantes” (CINEP (2004a). Paz que, en algunos busca de lograr una presencia efectiva a nivel nacional y una polarización po-
casos, no duraría mucho, como por ejemplo a partir del desacuerdo entre Jacobo lítica de la sociedad en su conjunto. Estos actores armados ilegales han llegado
Arenas, ideólogo de las FARC y Rodríguez Gacha por la no autorización de la a reclamar para sí el monopolio de la violencia, en zonas donde el Estado ha
construcción de una pista clandestina en el territorio de La Uribe, Meta. Lo cual permanecido ausente o muy débil y donde la precariedad de las condiciones de
pondría a todo el cartel de Medellín en contra de la guerrilla de las FARC, favo- vida, junto con la rápida expansión de la riqueza no controlada, ha permitido la
reciendo, a su vez, la creación de ejércitos privados propios para la protección de inserción y el arraigamiento de estos ejércitos. Necesitamos, entonces, exami-
los cultivos ilícitos y de justicia privada para el control de las zonas productivas. nar el desarrollo de las estrategias de consolidación territorial de cada uno de
estos actores con el in de comprender las dinámicas en las que el conlicto crea
De todas formas, podemos comprender la estrecha relación entre las guerri- espacios bélicos especíicos y temporalidades fragmentarias.
llas y el narcotráico cuando comprobamos que para 1994: “sobre los 174 muni-
cipios con presencia de cultivos ilícitos, 123, o sea 69 %, conocen la presencia
de la guerrilla” (Echandía, 2001, p. 101). El avance de los distintos frentes gue-
2.2.1 Territorialización y dominio armado guerrillero
rrilleros, desde las antiguas zonas de colonización periféricas poco integradas
a la vida nacional hacia las zonas con una mayor infraestructura económica y
cada vez más integradas al Estado, signiicará la deinición nítida y contundente Como es aceptado por analistas como Gustavo Duncan, Fernán González, o
de un actor político de dimensiones desproporcionadas y con claras intenciones Camilo Echandía, (Duncan, 2004), (González, 2002), (Echandía, 1999), las

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guerrillas surgen en un contexto latinoamericano impregnado por un espíritu Así mismo, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) surge en el año de
reformista en el sector agrario, el cual señala la deuda pendiente de una mejor 1964 desde la conformación del primer foco en San Vicente de Chucurí, San-
distribución de tierras, enmarcada a su vez dentro de las tensiones bélicas de la tander, con el objetivo estratégico de llegar a la “obtención del poder por las
Guerra Fría y, para el caso colombiano, dentro de la estrategia norteamericana clases populares y la derrota de la oligarquía nacional, de las Fuerzas Armadas
de la Alianza para el Progreso.15 En un aspecto general, la mayoría de los gru- que la sostienen y de los intereses económicos, políticos y militares del impe-
pos guerrilleros partieron desde la formulación de demandas referidas al me- rialismo norteamericano” (Vélez, 2001, p. 170). Desde un carácter más urbano
joramiento de las condiciones objetivas creadas por el sistema de producción que campesino e inspirado y gestado en la escuela revolucionaria cubana, en
capitalista, creador de pobreza e injusticia, fundamentando su papel histórico algunas zonas del país, el ELN tendrá fuertes enfrentamientos con las FARC y,
revolucionario a partir de las demandas que las grandes mayorías del país reali- en otras regiones, llegará a acuerdos territoriales de dominio. En los primeros
zaban a sus dirigentes políticos, las cuales no habían sido escuchadas.16 años, las FARC y el ELN:
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) nacen oicial- no fueron protagonistas a nivel nacional, aunque sí se consolidaron como
mente en 1966 como autodefensas campesinas, con una ideología claramente líderes locales, que restablecieron el orden en las zonas con baja o nula pre-
marxista-leninista, autoproclamándose brazo armado del Partido Comunista sencia del Estado […] preferían ocupar entonces regiones de colonización
(PC) y luego de los ataques de las Fuerzas Armadas a las llamadas, por el enton- distantes de centros administrativos importantes, donde existían conlictos
ces senador Álvaro Gómez Hurtado, “zonas liberadas” o “repúblicas indepen- agrarios no resueltos y vacíos institucionales (Vélez, 2001, p. 160).
dientes” de Marquetalia, Sumapáz, Guayabero y Villarrica. Las FARC tuvieron
claro, desde el comienzo, que su alzamiento en armas partía de la necesidad No obstante, es a partir de la VII conferencia de 1982, para el caso de las
de una “reforma agraria que liquidara las bases de propiedad latifundista”, en FARC, que se da la política del “desdoblamiento de frentes”, realizándose una
lo que se llamó el “Programa Agrario de las Guerrillas” (Vélez, 2001, p. 156), verdadera intensiicación de la inluencia en casi todo el territorio nacional,17
asumiendo la forma de lucha de guerra de guerrillas móviles y con la idea del llegando a tener, en el año 2002, 62 frentes distribuidos en los bloques oriental,
trabajo de masas. sur, Magdalena Medio, noroccidental, central, norte y occidental y aproxima-
damente unos 13 mil hombres. En el caso del ELN, la política de desdobla-
miento será asumida como propia, luego de los reveses militares sufridos en
15 Debemos recordar que los distintos intentos por lograr una mejor distribución en la
el municipio antioqueño de Anorí, teniendo resultados igual de exitosos a los
propiedad agraria en América Latina han estado divididos en tres modalidades: (a) obtenidos por las FARC: 45 frentes con presencia en 23 departamentos para
las revoluciones mexicana, boliviana y cubana y su efectiva distribución en manos de el año 2000.
pequeños propietarios, las dos primeras dentro del sistema de producción capitalista,
(b) las reformas que han provocado alteraciones signiicativas en la concentración de Esta exitosa estrategia de desdoblamiento estuvo acompañada de la adop-
la tierra, en países como El Salvador, Guatemala, Honduras, Chile y Perú, y (c) los
países que realizaron reformas supericiales que no afectaron la estructura latifundista
ción de diversas fuentes de inanciación, tales como el ya mencionado cobro de
de producción, tales como Brasil, Venezuela, Colombia, Ecuador o Paraguay. En estos impuestos a los productores de la hoja de coca, o gramaje, impuestos de gue-
últimos, los programas de redistribución estuvieron auspiciados por la norteamericana rra, secuestros y toda clase de extorsiones sobre la población civil, los cuales
Alianza para el Progreso, más desde la idea de lucha contrainsurgente desde lo social, materializaban formas especíicas de territorialización iscal. Y este éxito con
que de un interés profundo por transformar las condiciones inequitativas del sistema
de propiedad agraria y de justicia social de un sector que históricamente ha sido el de respecto a la presencia territorial y militar se debió precisamente:
mayor disparidad (Arruda, 2005).
a la multiplicación de sus frentes, que les permitió en forma simultánea rea-
16 Como ya se ha dicho, el clásico enfoque sobre las condiciones objetivas no excluye el
análisis de los actores sociales como poseedores de voluntad política, emprendedores lizar la doble estrategia. Por una parte, extender la confrontación armada a
de acciones colectivas ante marcos históricos de injusticia social. En todo caso, está los lugares apartados del territorio nacional, dispersando al ejército, y por
fuera lugar creer que hay una evolución epistemológica de las Ciencias Sociales en
Colombia al haber dejado a un lado los factores objetivos, creyendo que se gana en
comprensión con el solo examen de los actores sociales. Ver, por ejemplo, Cubides 17 La política del desdoblamiento de frentes consistió en que: “cada frente sería ampliado
(2008). El ejercicio de la autonomía política es una respuesta a esos contextos desfa- a dos hasta conseguir la creación de un frente por departamento y para ellos se priorizó
vorables, los cuales a su vez abren posibilidades de acciones colectivas. la diversiicación de las inanzas” (Echandía, 1999, p. 2).

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otra, concentrar su actividad en zonas con potencial económico y militar- De igual manera, el torpedeo constante de los ejércitos paramilitares ya uni-
mente estratégicas (Vélez, 2001, p. 167). icados bajo el mando de Carlos Castaño y las Autodefensas Unidas de Colom-
bia (AUC) y el no cese de hostilidades por parte de las FARC demostraban la
En esta primera etapa de fortalecimiento, esto es, de aproximadamente 1977 falta de voluntad política de negociación de ambos lados. Las negociaciones de
a 1983 se produce el cambio de prioridades, pasando lo militar a ser un fac- paz en Colombia han señalado la “falta de consenso sobre los cambios básicos
tor dinamizador de la organización, quedando en un segundo plano el factor que el país requiere para una solución a fondo de sus problemas” (González,
ideológico. Se sobreentiende que este redireccionamiento militarista estuvo Bolívar & Vásquez, 2002, p. 94).Y ante la ausencia de acuerdos mínimos en
fuertemente inluenciado por las políticas estatales de reactivación de la lucha temas fundamentales, el resultado es la más cruda radicalización del conlicto:
armada y la represión social implícitas en el Estatuto de Seguridad del go- etapa en la que se encuentra sumido el país y donde no hay interlocución polí-
bierno de Turbay Ayala. La estrategia de desdoblamiento de frentes, además, tica.
estuvo acompañada de la intensión por “urbanizar” el conlicto, llevándolo a
los centros urbanos, iniltrando universidades, sindicatos y las juntas de acción Desde la conformación productiva de los municipios con presencia guerri-
comunal (JAC), lo cual signiicó “abandonar la composición exclusivamente llera, el potencial estratégico de éstas ha estado asociado a la consolidación en
campesina” (Vélez, 2001, p. 163) e ir comprometiendo en la lucha política a las zonas periféricas de colonización y al avance paulatino hacia municipios y
cada vez más amplios sectores urbanos. zonas con alto crecimiento económico y poca regulación de entidades estatales,
relacionadas con: ganadería intensiva, (departamento de Córdoba, Magdalena
Sin embargo, 1984 representó la fecha de apertura de las negociaciones Medio y Santander), explotación petrolera (Magdalena Medio santandereano
abiertas por el presidente Betancourt para llevar a cabo un proceso de paz con y Arauca), explotación aurífera (sur del Bolívar), actividades relacionadas con
todas las guerrillas, lo cual fue interpretado como el comienzo de la reincor- el contrabando en áreas fronterizas (Norte de Santander, Putumayo, Urabá) y
poración a la vida civil de las FARC, mediante la creación en 1985 del partido zonas de cultivo de la coca (Caquetá, Putumayo y Guaviare).18 Así es como,
político Unión Patriótica (UP), como propuesta alternativa al bipartidismo vi- hacia 1995, la presencia guerrillera alcanza a tener algún tipo de inluencia
gente en aquel entonces. A partir de 1986, cuando el partido consiguió éxitos (desde intervenciones armadas hasta control total sobre la población) en 622
electorales signiicativos como la elección de “5 senadores, 9 representantes municipios, de un total 1120.
a la cámara, 14 diputados departamentales, 351 concejales y 23 alcaldes mu-
nicipales” (Fundación Manuel Cepeda Vargas, 2010), comenzó lo que hoy se De igual forma, la expansión territorial estuvo y sigue fundamentada en tres
conoce como el genocidio de la UP: el exterminio de más de 3.000 dirigentes tipos de dinámicas de guerra,19 aplicadas articuladamente y por separado:
y líderes sociales realizado por la alianza entre sectores de fuerzas estatales y
A) La dinámica macroregional, caracterizada por la lucha respecto a la cons-
grupos paramilitares.
trucción de los llamados corredores estratégicos, los cuales permiten un mejor
Las consecuencias derivadas de esta experiencia de negación a la inserción acceso a recursos para las fuerzas guerrilleras. El primer corredor es el del
en la vida política de grupos alzados en armas es el retorno a la dimensión norte, que va desde oriente hasta occidente, conectando Venezuela con el mar
militar de la lucha guerrillera, mediante la recuperación del terreno perdido en Atlántico, conformado por una línea que une los departamentos de Córdoba, el
la tregua y la reorganización de las tropas en bloques regionales, con el in de Urabá, el nordeste antioqueño, el Bajo Cauca y el Magdalena medio; sur de Bo-
ganar de nuevo presencia territorial. La radicalización de las acciones de guerra lívar, sur del Cesar y la región cocalera del Catatumbo. El segundo corredor es
será una forma de ir conquistando el control de más zonas y poblaciones, lo el del sur-occidente, conformado por los departamentos de sur del Tolima, norte
cual, según su lógica de expansión, signiicaría a la postre un mayor peso en las del Huila, sur del Valle del Cauca y norte del Cauca, buscando la salida al mar
posibles instancias a futuro de negociación política con el régimen. Esta estra- Pacíico. Se puede observar con facilidad que estos dos corredores estratégicos
tegia se vio claramente plasmada con el proceso de paz abierto por el gobierno buscan una salida a zonas de mar abierto, históricamente caracterizadas por ser
Pastrana en 1999, en donde las FARC aprovecharon la llamada zona de disten-
sión para llevar a cabo un fortalecimiento de recursos materiales y humanos, 18 Ver, para un desarrollo más amplio del aspecto económico de la expansión guerrillera,
con el in de tener más adelante un mayor peso en las mesas de negociación con Echandía (1999, pp. 4-6).

el gobierno. 19 La diferenciación estratégica tripartita es tomada de González (2002, pp. 20-24).

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reconocidos lugares de tráico de armas y rutas de importación de insumos quí- cipios para ir conquistando zonas más amplias, que a su vez han sido la base
micos y exportación de cocaína y heroína. El tercer corredor se coniguró más para el fortalecimiento de los corredores de desplazamiento para la provisión
desde un criterio político-militar, pensado a partir del cerco a la capital del país de armas y de recursos económicos necesarios para el mantenimiento de estos
y como una condición para la futura toma del poder central. Este tercer corredor ejércitos.
ha construido un espacio de enlace entre las zonas de mayor fortaleza histórica
de las guerrillas, el Meta, Huila y Caquetá con Bogotá. El resultado de todo este proceso es la conformación de lo que María Tere-
sa Uribe llamó territorialidades bélicas,21 es decir, la existencia dentro de un
B) La dinámica mesoregional, o intermedia, está deinida por la lucha de mismo Estado de territorios en disputa, donde coexisten zonas de explosiones
regiones que han tenido una rápida expansión económica, pero donde “el ac- de violencia desmedida por la lucha en el control entre actores armados, terri-
ceso a la nueva riqueza generada es bastante desigual” (González, Bolívar & torios paciicados a partir de victorias militares, en tensa calma, relativamente
Vásquez, 2002, p. 119). En estas zonas inter-departamentales en disputa predo- estabilizados hasta que no se vuelvan a presentar arremetidas de sus enemigos,
minan poderes políticos tradicionales, con lo cual la inserción y el asentamiento y territorios con una baja intensidad de conlicto, ya sea por la presencia directa
en ellas ha tenido que estar mediado, en algunos casos, por la negociación con de instituciones estatales o por ser lugares históricos de dominación guerrillera
los poderes locales, reproduciendo la lógica clientelar de apropiación de recur- como los municipios de colonización tardía y frontera agrícola interna.
sos, y, en otros casos, se ha realizado la dominación por vía coactiva. Aquí es
donde se ubica lo que algunos analistas han llamado como clientelismo armado El conlicto político es, por lo tanto, experimentado de múltiples formas,
o “la interferencia, mediante amenazas en la asignación de recursos públicos dependiendo de las zonas en las que se habite: desde la suma tensión y el terror
con ines electorales o como mecanismo para lograr el apoyo popular”.20 que producen las confrontaciones armadas en zonas rurales apartadas, pasando
por la indiferencia y la negación del conlicto, característico de las grandes ciu-
En este sentido, se demuestra que los actores armados han reproducido las dades, hasta la preocupación ciudadana por la resolución pacíica y la construc-
estructuras históricas de dominación clientelar, redireccionándolas hacia sus ción de consensos con los actores locales de la guerra. Lo que veíamos como
intereses económicos y militares, pero dejando intactos los esquemas y las for- la formación insular de las regiones de Colombia se revela, en este momento,
mas de relación política. Los recursos estratégicos del Estado (hidroeléctricos como la ruptura dramática de la especialidad y la temporalidad nacional: en-
y petroleros), así como los principales recursos naturales explotados por em- trampados en las lógicas de los actores armados, los municipios, las localidades
presas privadas (oro, plata y carbón) y las actividades agroindustriales (banano, y sus habitantes están subordinados a los avatares de las estrategias de expan-
palma de cera y ganadería) pueden servir como una manera para delimitar estas sión territorial aplicadas por estos señores de la guerra; igualmente, tendrán
áreas, tales como Urabá, Magdalena Medio o el sur de Bolívar. que enfrentarse cotidianamente a la violencia en tanto hecho social mediante
diverso tipo de respuestas.
C) La dinámica microregional, o intrarregional, se basa en la disputa por
el control de los municipios, tanto en sus cabeceras urbanas como en sus peri- El control a nivel local o comunal de los grupos guerrilleros se sigue cons-
ferias rurales. Como es de estimar, las guerrillas han sido históricamente más tando hoy en, por lo menos, tres aspectos: (a) el uso reiterado de la violencia
fuertes y se han movido más fácilmente en los espacios abiertos de las peri- para extraer rentas estatales o, para lograr la depredación económica de priva-
ferias rurales. En muchos casos, la coniguración municipal está dada por la dos, mostrando su dimensión más bandoleril, lo cual se realiza por medio de
tensión entre el control guerrillero de la periferia y la dominación paramilitar extorsiones, secuestros, robos y cobro de impuestos de guerra, (b) la aplica-
y/o estatal de la cabecera municipal. En los años de 1998 hasta 2001, la ciudad ción de una justicia propia y de servicios de protección y vigilancia, al igual
de Barrancabermeja fue escenario de la disputa por el control de la capital pe- que: “el dominio sobre la administración pública municipal, para montar sus
trolera del país; semejante proceso vivieron ciudades como Santa Marta, Cú- propias redes clientelistas” (Duncan, 2004, p. 5), apropiándose del mecanismo
cuta o Montería y cientos de pequeños municipios decisivos para consolidar utilizado por los partidos tradicionales, en un ejercicio de control de la política
hegemonías sobre regiones y sobre corredores de estratégicos, lo cual muestra
que la base de consolidación territorial empieza por el asentamiento en muni- 21 La cita textual airma: “El poder institucional no es soberano y donde prevale en secto-
res amplios de la población la voluntad maniiesta de no someterse al orden estatal y
de resistirse a su dominio y control, manteniendo abierta la posibilidad de confrontarlo”
20 Deinición de Mauricio Rubio (1999, p. 74). (Uribe, 2001, pp. 251-253).

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electoral, y (c) la regulación de la convivencia cotidiana a través de imposición corporaciones, menos 50.464 personas capturadas, dadas de baja o desmovili-
de códigos morales y normativas propias, esto último por medio de estrategias zadas, para un total de 12.499.
de intimidación directa sobre la población. Desde este ángulo de análisis, el Es-
tado es otro actor local más, que pelea por hacerse al monopolio legítimo de la Las interpretaciones que se pueden hacer de estas cifras es que, después de
violencia, disputándose con otros actores armados la posibilidad de ser garante casi diez años de una política abiertamente guerrerista, está muy lejos la posibili-
para sus ciudadanos de un orden social estable. dad de un inal militar de la insurgencia y que los ejércitos irregulares siguen te-
niendo una presencia efectiva en regiones históricamente consolidadas por ellos,
La evolución de la situación con respecto a las fuerzas guerrilleras, a partir llamadas zonas de retaguardia o aprovisionamiento, con lo cual estaríamos ante
del año 2002, esto es, desde el gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez un momento de contracción del fenómeno, mas no de desaparición o extinción.
hasta el actual gobierno con la política de Seguridad Democrática, ha sido la
de la profunda confrontación y enfrentamiento armado, lo cual ha conducido al A todo lo anterior hay que sumarle los altos costos materiales y sociales de
deterioro de la dimensión política y de una posible resolución negociada, con el la adopción de esta política militarista: el 6.32 % del Producto Interno Bruto
subsiguiente agravamiento de las consecuencias negativas contra la población (PIB) se destinó en 2007 al gasto militar, superando cualquier otra asignación
civil implicada dentro del conlicto. del siglo XX, la cual es una cifra muy alta, en proporción, si se compara con la
de Estados Unidos: 4.04 % del PIB (Isaza & Campos, 2008). Los 22 billones
Más allá del triunfalismo con el que el gobierno de Uribe Vélez encaró el de pesos colombianos, asignados y distribuidos en 2007 entre el Ministerio de
problema de la subversión, en donde se airmaba la inminente derrota militar de Defensa y el pasivo pensional de las Fuerzas Armadas, representan “la suma de
las FARC en el 2002,22 la realidad que proveen las cifras puede matizar el juicio todas las transferencias en salud, educación y saneamiento ambiental” (Isaza &
sobre el inal de la guerra contra la insurgencia y el papel del Estado. Aunque Campos, 2008, p. 3). Sin embargo, el verdadero costo de la intensiicación béli-
es verdad que la capacidad militar de las FARC y del ELN ha sido seriamente ca no es el que presentan las cifras monetarias estatales, sino las consecuencias
deteriorada en los últimos años, en consonancia con la reducción del delito del sociales derivadas de la creación y promoción de ejércitos privados de ultrade-
secuestro, en los que se pasó de aproximadamente 3.000 casos en los años 2000 recha o paramilitares.
y 2001 a 800 en 2006 y 2007, las tomas guerrilleras a las poblaciones de 32
casos por año a 5 y un mejoramiento signiicativo en la seguridad en las carre-
teras, la reducción de las tropas guerrilleras ha sido bastante relativa. En el año
2.2.2 Concentración territorial paramilitar
2002 el número aproximado de combatientes sumados los de las FARC con los
del ELN daba un total de 20.600; dos años más tarde sumaban 17.003 y en el y nuevos autoritarismos rurales
año 2007 la cifra se contrajo a 12.499.23
Sin embargo, en la presentación de los éxitos de la política contrainsurgente Para comprender el paramilitarismo como fenómeno social y político en Co-
no se toman en cuenta dos cosas: una, que es muy alta la capacidad de recupera- lombia debemos remontarnos a la década de los 60, cuando se aprobó la ley 48
ción de estos ejércitos pues, “de cada 100 subversivos retirados del conlicto, la de 1968, en la que el Congreso “dio fundamento legal para la organización de
guerrilla logró en el periodo de 2002 a 2007, reclutar 84 nuevos combatientes” la “defensa nacional”, la “defensa civil” y la promoción de organizaciones de
(Isaza & Campos, 2008, p. 8); y la otra, que el resultado de la cifra inal debe autodefensa” (Nizkor, s/f). Así como a la Resolución 005 de 1969, en la que
estar compuesto tanto por la resta por acciones como capturas, abatimientos y se aprobó el Reglamento de Combate de Contraguerrillas, el cual reza en su
desmovilizaciones, como por la suma de nuevas incorporaciones. En este lapso, numeral 183:
la guerrilla llegó a reclutar 42. 363 nuevos efectivos. La evolución en general
de las fuerzas guerrilleras, así, sería: 20.600 existentes, más 42.363 nuevas in- La Junta de Autodefensa es una organización de tipo militar que se hace con
personal civil seleccionado de la zona de combate, que se entrena y equipa
22 Ver, por ejemplo, los titulares del diario El Tiempo, en la fecha del 18 enero de 2002. para desarrollar acciones contra grupos de guerrilleros que amenazan el área
o para operar en coordinación con tropas de acciones de combate (Giraldo,
23 Las cifras de la evolución reciente del conlicto fueron tomadas de Isaza & Campos
(2008). 2009).

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Ratiicada en 1979, en las Instrucciones Generales para Operaciones de mimético de las acciones violentas entre uno y otro bando, el cual estaba ya
Contraguerrillas, en el que se deine la: “organización de grupos de au- presupuestado desde 1962, año en el cual la Misión Yarbourough enfocaba a
todefensa a nivel caserío y veredas, con el in de que los habitantes del Colombia como centro de experimentación, junto con Vietnam, de las tácticas
área contribuyan de forma activa a la lucha” (Giraldo, 2009). Dentro de contraguerrilleras.
los documentos oiciales se destaca la aceptación que las fuerzas militares
dan a los grupos paramilitares en 1987, en el Reglamento de Combate de En este desarrollo mimético o especular, la población civil, en especial la
Contraguerrillas: población campesina, va a ser el objetivo primordial de control de ambos ejér-
citos pues como lo dice uno de los manuales:
La guerra de contrainsurgencia, llamada también contra revolucionaria o
antisubversiva, es aquella que lleva a cabo el gobierno apoyado por una gran Es entre los habitantes que se desarrollarán las actividades de guerra; las
porción de la población civil de un país, empleando acciones de tipo políti- actividades de la población se verán limitadas en todos los campos de acción
co, económico, psicológico, sociológico, militar y paramilitar contra fuerzas […] el habitante dentro de este campo de batalla, se encuentra en el centro
insurgentes para prevenir y eliminar el proceso revolucionario y garantizar del conlicto (CINEP, 2004, p. 2).
que no vuelva a presentarse (CINEP, 2004, p. 4).
Y los métodos de control irán, igualmente, en contra de cualquier idea de
Muy tardíamente, sólo hasta 1989, a través de la gestión del gobierno de regulación del conlicto y de respeto del DIH. Como se puede constatar en los
Virgilio Barco, el Estado reconoció la ilegalidad de estos ejércitos y promovió manuales criollos de las Fuerzas Armadas, se ha tenido bastante claro que la
algún tipo de medidas para frenar la escalada de violencia y abusos cometidos acción policial es una acción de guerra con el objetivo de “extirpar la organiza-
contra la población civil. Sin embargo, cinco años más tarde, el decreto 356 de ción terrorista del seno de la población”, para lo cual:
1994 avaló la creación de las cooperativas de vigilancia y seguridad privada,
ésta será duramente atropellada, reunida, interrogada y requisada. Tanto en
llamadas Convivir, con las cuales el Estado retomaba su política de autodefensa
el día como en la noche, los soldados armados harán repentinas incursiones
cívico-militar.
en las casas de los habitantes pacíicos para proceder a efectuar arrestos ne-
Como se puede apreciar, ha existido en Colombia una doctrina de Estado cesarios (CINEP, 2004, p. 3).
explícita y airmativa hacia la conformación de grupos paramilitares, potencia-
da, en un primer momento, por la doctrina de Seguridad Nacional y de elimi- Pero que exista una doctrina del Estado pro paramilitar no quiere decir
nación del enemigo interno del Departamento de Estado de los Estado Unidos, que el fenómeno paramilitar conduzca a la airmación de una perspectiva
dentro del marco global de la Guerra Fría. Dentro del “corazón de la doctrina” monolítica sobre el Estado, en la que éste haya tenido una responsabilidad
contrainsurgente, vale la pena resaltar que la lógica “externa” de acción, la total en el caso o en la que existiese una única política de Estado con respec-
promovida desde los Estados Unidos, de estos ejércitos paramilitares ha estado to a la subversión, como lo creen algunos politólogos.25 Antes por el contra-
basada en el juego de espejos que le proporcionaban la misma organización rio, el vínculo orgánico entre el Estado y el paramilitarismo ha sido sólo una
y tácticas guerrilleras.24 Desde un principio, la respuesta contrainsurgente se de las variables, fundamental si, en la composición y formación de ejércitos
deinió a partir de un modelo especular construido desde la experiencia dada privados contrainsurgentes, aunque no la única. Hay, así mismo, distintos
por las fuerzas del enemigo y donde el uso del terror y el involucramiento de grados de involucramiento estatal en los acontecimientos. En algunas re-
la población civil fue esencial para combatir a las fuerzas irregulares. Es fun- giones, las fuerzas militares han tenido un rol decisivo en la instrucción,
damental recalcar este elemento, pues la dinámica del conlicto entre parami- asesoría, información y aprovisionamiento de armamento de los ejércitos
litares y guerrilleros va a estar marcada en los últimos años por el desarrollo
25 Una de estas críticas a la doctrina de Seguridad Nacional airma que este “terrorismo
oicial” o “guerra sucia” orquestada desde el Estado: “supone de antemano la consoli-
24 McClintock (2002). La concepción de la réplica de las estrategias es clara: “The gue- dación de los procesos de centralización de la dominación y la existencia en Colombia
rrilla was to be fougth with a mirror image of guerrilla tactics and organization, a model de un Estado-aparato monolítico; desestima, por otra parte, el rol de actores regionales
constructed from the U.S. Army´s own experience in, and preconceptcions about, offen- distintos a los cuerpos administrativos en la conformación y perpetuación del paramili-
sive ´guerrillaʼ warfare.” tarismo” (Torres, 2004, p. 50).

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irregulares y en otras regiones la responsabilidad ha estado dada a partir de patrimonialización del capital que los narcotraicantes habían empezado a rea-
la permisividad y la tolerancia de acciones violentas sobre los colaboradores lizar sobre todo tipo de tierras en el país.27
de la guerrilla.
La relación, entonces, entre paramilitarismo y narcotráico es en este punto
La necesidad de recurrir a estos ejércitos paralelos es una comprobación directa y concisa: los narcotraicantes necesitan de los paramilitares porque les
de que la estatalidad necesita ejercer su poder por fuera de las leyes cons- sirven funcionalmente para el cuidado de la materia prima, de la producción
titucionales, delegando la fuerza a través de organizaciones que realicen el exportable, y de las tierras adquiridas; el paramilitarismo necesita del tráico de
trabajo de exterminio del enemigo interno y del control de la población. Con narcóticos para proveerse de jugosos recursos económicos indispensables para
lo cual, las vías legales de ejercicio de poder se auto-reconocen como insu- sostener la lucha contrainsurgente. Como se puede deducir, el origen de estos
icientes e ineicaces. Es decir, las Fuerzas Armadas, en representación del ejércitos se fue dando en municipios en los que se presentaban fuertes inversio-
Estado colombiano, han sido promotoras de acciones colectivas violentas e nes de capitales, como en el Magdalena Medio, el departamento de Córdoba y
ilegales, las cuales van en contra de toda regulación de la fuerza y del respeto en las distintas zonas de cultivos de coca y amapola.
a los derechos dentro de la guerra (Ius in bello), pilar de la doctrina del Ius
Publicum Europeaum y, por consiguiente, de la constitución de los Estados Junto a esto, las alianzas estratégicas con otros actores sociales como los
modernos. titulares de latifundios ganaderos tradicionales y elites locales signiicaron una
defensa de un modelo de desarrollo agrario de tipo moderno e industrializado
De esta manera, podemos comprender cómo la denominación eufemística contrapuesto a la economía de subsistencia campesina. En tal sentido, la di-
de “autodefensas” surge en el ámbito institucional como un intento de legitima- námica del conlicto se ha desarrollado como una tensión entre “dos modelos
ción de ejércitos no oiciales, ante la imposibilidad de control y contención de contradictorios de desarrollo de la economía rural que buscan imponerse en las
las fuerzas guerrilleras, y como la aplicación del derecho a la defensa propia.26 zonas de frontera” (González, Bolívar & Vásquez, 2002, p. 68). La uniicación
No obstante, de las autodefensas a los paramilitares hay un largo trecho histó- de intereses de estos actores sociales propenderá por la defensa de un tipo de
rico y político. La diferencia pues que existe entre el término autodefensa y el producción intensiva, tecniicada y cada vez más autónoma de la fuerza de
término paramilitar es la misma que existe entre el concepto de contención y trabajo campesina.
el concepto de expansión. Una cosa es ejercer el derecho a la legítima defensa,
de la vida o de la propiedad, y otra cosa muy distinta es organizar ejércitos que Patrimonialización acelerada, concentración de la propiedad rural o con-
más tarde terminan por disputarle el monopolio de la violencia al mismo Es- trarreforma agraria y desarrollo agroindustrial moderno irán, entonces, de la
tado, con un proyecto político a nivel nacional y con procedimientos copiados mano de la lógica paramilitar de expansión y dominio estratégico territorial.28
de las fuerzas guerrilleras, junto a un uso reiterado del terror como mecanismo Se constata, así, que la dirección de la expansión hegemónica, con respecto a
de control poblacional. la estructura económica de los municipios, entre fuerzas guerrilleras y fuerzas
paramilitares irán en contravía: por el lado guerrillero, el interés de crecimiento
La idea o concepción de las fuerzas paramilitares nace amparada por una y fortalecimiento estará guiado hacia el control de municipios con rápida gene-
política de Estado contrainsurgente que ve cómo se crean movimientos radica-
les de ideología comunista y observa cómo se van posesionando en la mayor 27 Este proceso de contrarreforma agraria se puede comprobar en la adquisición verti-
parte del territorio nacional. Sin embargo, es igualmente incompleto adjudicar- ginosa de tierras por parte de los narcotraicantes. “Se calcula que en 1998, habían
le de manera única un carácter antisubversivo a los paramilitares, pues como adquirido 4 millones de hectáreas de las mejores tierras del país” (Pécaut, 2001, p.
169).
todo fenómeno social ha experimentado profundos cambios, a pesar del mante-
nimiento hasta hoy de esta dimensión. Como ya veíamos, el MAS, y más tarde 28 Las cifras con respecto al alto grado de concentración de la tierra en Colombia son
más que dicientes: Solo 12 mil propietarios poseen el 20 % de la tierra. 10 millones de
el modelo del municipio de Puerto Boyacá, se crean con los objetivos de frenar hectáreas están en las zonas de los corredores estratégicos disputados. Según estu-
la avanzada extorsiva guerrillera, pero sobre todo para proteger el proceso de dios de la Contraloría General de la Nación, la Universidad Nacional de Colombia y el
Ministerio de Defensa se comprobó que estas zonas son las que presentan “la mayor
concentración de la propiedad rural.” El 2.8 % del territorio nacional está en poder del
26 Para una crítica al término de “autodefensas”, ver la interpretación de Romero (2000, narcotráico. Ver Informe, “La tierra en Colombia es de pocos”, La Tarde, Pereira, 7 de
p. 332). septiembre de 2003.

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ración de riqueza y con una integración más fuerte a los núcleos urbanos prin- Su postura política percibe de manera sospechosa cualquier intento de cambio
cipales; del lado paramilitar, el interés estará deinido por la expansión desde en las estructuras de control y poder local.
municipios donde ya existen unas élites consolidadas y con estructuras gamo-
nalicias de poder político, con un modelo de desarrollo agroindustrial intensivo, Lo que en un primer instante aparece como un origen coyuntural, (la reac-
hacia regiones periféricas en las que las los poderes locales apenas se están ción espontánea al fenómeno del secuestro), realmente tiene un trasfondo es-
consolidando; produciendo con su presencia el desplazamiento de la anterior tructural y es que el reforzamiento del paramilitarismo ha estado referido a los
población colonizadora campesina hacia zonas más apartadas y la eliminación procesos de paz que distintas administraciones gubernamentales han intentado
de las formas tradicionales campesinas de producción agrícola, ampliando la llevar a cabo con los grupos guerrilleros. En los años 80, los diálogos de paz
frontera interna. del gobierno de Betancourt abrieron las puertas a las FARC hacia la participa-
ción política en la sociedad. Como habíamos visto, el genocidio de aproxima-
Aunque en algunos casos la diferencia entre paramilitares y narcotraicantes damente 3.000 miembros del partido Unión Patriótica (UP), como es hoy ya
se haya casi borrado por la violencia desmedida de las acciones cometidas y reconocido por todos, fue la primera parte de la respuesta de esas fuerzas de ul-
aunque esta indiferenciación sea defendida por algunos sectores gubernamen- traderecha al interior del Estado y de las élites colombianas, ante el proceso de
tales para sacar provecho político al desentenderse del fenómeno paramilitar, descentralización política propiciado por las primeras elecciones de alcaldes y
reduciéndolo a una simple expresión de la economía ilegal, no hay que dejar de gobernadores en 1986. A inales de los años 90 y comienzos del 2000 el nuevo y
recordar que las fuerzas paramilitares lograron un grado de uniicación e iden- fallido proceso de paz de la administración Pastrana con las fortalecidas FARC
tiicación nacional cuando el desaparecido Carlos Castaño y su hermano Fidel representó la segunda gran arremetida paramilitar, la cual vino a consolidar su
Castaño lograron crear las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en el año dimensión política como tercer actor del conlicto. Esa autonomía adquirida en
de 1997, autoproclamándose el tercer actor del conlicto interno y representante una primera fase, en territorios de alta inversión económica, ganada con el des-
de las clases medias del país.29 plazamiento, el despojo y la intimidación, es ahora una autonomía política que
ha penetrado las altas esferas de las instituciones del Estado y que ha legitimado
La característica más relevante en estos años es la autonomía ganada frente a socialmente la: “oposición a cualquier reforma que redistribuya el poder y la
sus promotores institucionales, una parte de la estatalidad, más especíicamente riqueza en el sector rural” (Romero, 2007, p. 355).
las Fuerzas Armadas, y frente a distintos actores sociales como empresarios y
ganaderos. Esta autonomía es realmente una declaración abierta a favor de la La fuerte presencia obtenida por los paramilitares en todo el territorio nacio-
actuación política a nivel nacional: los paramilitares son una poderosa fuerza nal y, en especial, en el corredor estratégico del norte que une el mar Atlántico
social legitimada por una gran cantidad de ciudadanos demandantes de seguri- con Venezuela arrebatado a las guerrillas, se puede comprobar, por ejemplo,
dad e ideológicamente posesionada en la radicalización de la extrema derecha, a través del desarrollo de hechos concernientes a la violación al DIH31 en la
que ve en cualquier expresión ideológica de izquierda un enemigo absoluto, al década de 1990, en perspectiva comparada con los otros tres actores armados.32
cual hay que eliminar bajo cualquier circunstancia.30 Con la conformación de Para los primeros años de la década, 1990, 1991 y 1992 el ELN era el actor con
las AUC, la subordinación a las fuerzas de seguridad del Estado ha quedado mayores casos de violaciones, pasando de 224 a 299, mientras los paramilitares
superada, pasando a ser: “ejércitos de combatientes con una doctrina, identidad
simbólica (uniformes, escudos, himnos, etc.) y armamento de guerra, que ga-
31 Entre las violaciones más recurrentes dentro del DIH por parte de las guerrillas han
rantizaban la primacía de sus jefes sobre el poder local” (Duncan, 2005, p. 13). sido, a partir del artículo 3, común a los cuatro Convenios de Ginebra, que trata sobre
los conlictos no internacionales: (a) el trato inhumano de miembros de las fuerzas ar-
madas que han depuesto las armas, comprobándose el ajusticiamiento, con lo cual se
29 (Cruz, 2007). Es interesante señalar el proceso del auto-legitimación con el que se concreta la violación del derecho a tener un juicio previo ante un tribunal legítimamente
presentan las AUC ante la opinión pública, esgrimiendo que el Estado está enfocado constituido, (b) el ataque a población civil que se encuentra fuera de toda hostilidad,
a la protección de las élites, mientras las clases bajas están protegidas por las fuer- (c) la toma de rehenes. Ver: Convenio de Ginebra del 12 de Agosto de 1949, en: http://
zas guerrilleras. Ante esto, las clases medias necesitan de un proveedor de seguridad www.icrc.org/Web/spa/sitespa0.nsf/html/5TDLRM (Comité Internacional de la Cruz
como los paramilitares. Roja).

30 Los valores que deienden esta concepción ideológica es la defensa de la propiedad 32 Las cifras que a continuación son presentadas fueron tomadas del texto de González,
privada y la libre empresa. (Romero, 2007, p. 350). Bolívar & Vásquez (2002, pp. 101-103).

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realizaron 43 y 54 violaciones en los primeros dos años analizados. A partir de cos y la nueva clase narcotraicante, alrededor de la necesidad no satisfecha por
1993 la relación se va a alterar, superando a todos los otros actores armados. De el Estado de la prestación de servicios de protección y defensa de la propiedad
312 hechos contra el DIH se disparará a 698 hechos en 1996, aumentando al privada frente a los ataques de las guerrillas intensiicó la violencia social, la
año siguiente a 829 casos, para terminar la década como el actor con más actos persecución política y, por consiguiente, la crisis humanitaria de la población
de violación, con 969. Mientras que las FARC estuvieron prácticamente en una entrampada en las territorialidades bélicas.
media de los 220 casos entre 1991 y 1998, disparándose en 1999 a 259, ante la
confrontación con los paramilitares, pero jamás llegando a los niveles de éstos. Así mismo, la penetración paramilitar de algunas instituciones del Estado,
a pesar del proceso de desmovilización y amnistía, delata el largo trecho que
Estas cifras demuestran dos cosas: que el conlicto colombiano tomó en los aún falta por recorrer para solucionar la problemática que demuestra la per-
últimos años un giro hacia la paramilitarización y que ha existido una estrategia sistencia de las estructuras históricas de violencia generalizada y una cultura
compartida para lograr el involucramiento de la población civil en él. En el política antidemocrática. Esta subsistencia en la falta de institucionalidad para
mapa 3 se muestra la proporción de fenómeno de la violación de los Derechos la resolución de los conlictos referidas a las demandas sociales básicas de la
Humanos que para el año 2000, en su faceta municipal, llegó a tener sobre la población, implica la persistencia de grupos paramilitares que con el nombre
población civil. de Bandas Criminales (Bacrim) hacen presencia con aproximadamente 76 ejér-
citos rurales, encabezados por las Águilas Negras, Rastrojos y Urabeños en
Para inales del 2008, algunas instituciones estatales, como el poder legisla- cerca de 25 de los 33 departamentos del país y una violencia atomizada que se
tivo, entraron en una profunda crisis, a pesar del proceso de desmovilización y difunde por las principales ciudades del país en forma de delincuencia común
amnistía de las fuerzas paramilitares, efectuado en el marco de la ley 975 o de (González, 2007).
Justicia y Paz, desde el 2005. La penetración de los intereses paramilitares en el
Estado es un hecho que demuestra la vulnerabilidad de las mismas estructuras
constitucionales e institucionales frente a actores ilegales. En palabras del pro-
pio Salvatore Mancuso, en entrevista concedida el 3 de Abril de 2008: 2.3 Signiicados de la debilidad del Estado colombiano

El paramilitarismo de Estado sigue vigente, no se ha desmovilizado porque


no están dadas las condiciones, ni están las leyes que le permitan hacerlo En 1978, Paul Oquist describía la circunstancia política que atravesaba el país
[…] Esa implementación del modelo de paramilitarismo de Estado como en los años 60 mediante el concepto de “colapso parcial del Estado” para se-
punta de lanza, viene como una política de Estado en alianza con los políti- ñalar:
cos y los gremios económicos (Medina & Ochoa, 2008).
La crisis e inoperancia de las instituciones establecidas, la pérdida de la le-
El escándalo denominado por los medios de comunicación como la parapo- gitimidad del Estado, la apelación del mismo a prácticas terroristas que de-
lítica es la demostración fehaciente de que las fuerzas paramilitares iniltraron bilitaron aún más la estructura social existente, la ausencia física del Estado
la dimensión política nacional y las instituciones democráticas de la sociedad en grandes regiones del país y las contradicciones dentro del aparato armado
colombiana. En 2008, alcanzaron a ser procesados penalmente 68 congresistas del mismo (Oquist, 1978, p. 269).
y 3 gobernadores de departamentos por tener algún tipo de nexo o apoyo a
paramilitares. Cabe resaltar en esta caracterización que el concepto de colapso parcial no fue
utilizado para señalar un antes idealizado, donde las condiciones en el monopolio
En los ejércitos paramilitares podemos ver un fenómeno que, como en el de la violencia legítima estaban realizadas en su totalidad, y un después, apoca-
caso de las guerrillas, tuvo terreno abonado y fértil para su fortalecimiento a líptico, donde las fuerzas ilegales crearían un caos social y político. Visión, valga
causa de la poca presencia estatal e institucionalidad y de la proclividad de las la aclaración, adoptada por algunos sectores políticos, y de la opinión pública
clases sociales más poderosas hacia la resolución de sus problemas por la vía nacional, y utilizada para la creación de una atmósfera negativa proclive hacia las
privada, sin intermediaciones legales. La convergencia de los grupos de justicia soluciones autoritarias. Antes bien, este concepto ha permitido entender que el
privada con los ganaderos, los terratenientes con sus megaproyectos económi- proceso de construcción del Estado nacional colombiano ha estado sujeto a ava-

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tares que lo han puesto más lejos que otros estados del monopolio de la violencia vamos a exponer algunos casos para comprender las formas de cooptación del
legítima, de un eiciente aparato burocrático administrativo y que su desarrollo, sistema judicial colombiano y llegar a dimensionar el debilitamiento del Estado
a la par de las distintas manifestaciones de violencia, se ha presentado de manera en su aspecto jurídico. Los mecanismos de cooptación se han dado de múltiples
diferenciada y diversa según los espacios y las regiones. formas, desde la intimidación directa a jueces, pasando por la invención de
material probatorio o las falsas incriminaciones de pobladores rurales, hasta
Habría que ver al Estado como el resultado de las tensiones y las articula- el asesinato de personal del poder judicial. Por ejemplo, podemos comprobar
ciones de las fuerzas sociales que permiten un cierto orden y control social, cómo, “entre 1979 y 1991 unos 290 funcionarios judiciales fueron asesinados”
en constante transformación. De lo cual se sigue que el Estado es más el re- (García & Uprimny, 2002, p. 45), sin que tal realidad haya sido cuestionada o
sultado de procesos de control y poder político que van siendo condensados desmentida por ninguno de los actores implicados en el conlicto.
en instituciones y normativas, y no tanto el conjunto de las instituciones en su
aspecto estático.33 Si llevamos a la práctica analítica esta concepción, entonces Advertimos, entonces, que el aparato de justicia ha sido tanto víctima de la
es posible airmar que la compleja trama de relaciones que han tejido los acto- violencia como generador de la misma. Como se ha demostrado y aceptado por
res armados en los territorios bélicos conquistados representan una hibridación investigadores y organismos internacionales, los niveles de impunidad en el
estatal, en tanto que conjunción de instituciones concebidas desde una matriz país son supremamente elevados. Según Mauricio Rubio: “de cada cien delitos
modernizante, en el sentido universalista de la construcción de soberanía y de cometidos […] sólo 31 son denunciados, de los cuales se investigan diez, llegan
ampliación de derechos ciudadanos, junto a dinámicas de poder mediadas por a juicio tres, y únicamente hay condena en uno o dos casos” (Rubio, 1997, p.
intereses particulares de los actores armados. 89). Pero lo más grave de este asunto es la tendencia general histórica al aumen-
to en la impunidad, pues la probabilidad de que un delito sea condenado ha ido
Necesitamos, de acá en adelante, empezar a construir el concepto de hibri- decreciendo desde los años 60 para acá, pasando de un 20% de probabilidad a
dación estatal como instrumento de análisis de la realidad sociopolítica coni- menos de un 5 % hoy en día.
gurada a partir del conlicto, las tensiones y las alianzas entre actores armados,
instituciones de gobierno y actores civiles. Por lo tanto, cuando hablamos de A pesar de los inobjetables avances democráticos en el diseño institucional
debilidad del Estado no estamos queriendo realizar una deinición puramente de la rama judicial, con la creación de la Fiscalía General de la Nación y la
negativa de éste, sino una conceptualización desde una perspectiva dinámica y implementación de la acción de Tutela, luego de la nueva carta constitucional
diferenciada que logre dilucidar los elementos constituyentes de estos espacios de 1991, las características históricas que distinguen al sistema de justicia co-
híbridos de poder. La dimensión constituyente de los poderes fácticos locales lombiano pueden ser descritas a partir de dos conceptos: la excepcionalidad y
nos conducirá a entender en qué medida la ineicacia del aparato de administra- la sobrecriminalización o hipertroia de lo penal.
ción de justicia estatal permite la inserción de órdenes alternativos de justicia.
Los regímenes de excepcionalidad jurídica se remontan a la década de los
60, cuando el estado de excepción era declarado por los gobiernos para enfren-
tar las alteraciones en el orden público y, restringiendo los derechos constitu-
2.3.1 Un aparato de justicia estatal ineicaz cionales y algunas libertades individuales, poder tomar decisiones tendientes a
restaurar la normalidad social. En estos regímenes, la justicia penal militar tenía
la potestad del juzgamiento de civiles.34 Sólo hasta 1987, la Corte Suprema de
El sistema o poder judicial en Colombia ha estado inmerso dentro de la diná-
mica de guerra, convirtiéndose en muchas ocasiones en instrumento de guerra
estatal contrainsurgente, por lo cual es necesario empezar por declarar su no 34 La posibilidad jurídica del juzgamiento de civiles se da en virtud del decreto 1923 del 6
neutralidad. En este contexto de violencia y control territorial, la alianza entre de septiembre de 1978, conocido como el Estatuto de Seguridad dentro del gobierno
paramilitares, narcotraicantes y fuerzas armadas ha posibilitado en múltiples de Julio Cesar Turbay Ayala. Así, “amparados en el Estatuto de Seguridad, las Fuerzas
militares detuvieron y torturaron a varios centenares de personas. La inmensa mayoría
ocasiones la apropiación o cooptación del sistema de justicia. En este apartado de éstas fueron procesadas por tribunales militares, acusadas de actividades subver-
sivas. Según un informe del Ministerio de Defensa, más de 60.000 personas fueron
detenidas en el primer año del gobierno de Turbay.” Información tomada de Colombia
33 Esta perspectiva de análisis se ha clariicada a partir del trabajo de Torres (2004). Nunca Más (2001).

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Justicia declaró inconstitucional esta práctica jurídica, siendo reemplazada por Las denuncias ante la Dirección de Instrucción Criminal, la Procuraduría,
las iguras del estado de conmoción interna y del estado de emergencia, con la la Fiscalía, la Defensoría del Pueblo y hasta la Vicepresidencia nunca tuvieron
limitante de estar restringidas a 90 días con posibilidad de dos prórrogas conse- ninguna repercusión sobre los victimarios, a los cuales se les permitía seguir
cutivas, negándose la posibilidad de ser investigados o juzgados los civiles por actuando con total impunidad. La completa comprobación de este caso se dio
la justicia penal militar.35 No obstante, las prácticas de violación de las garantías con la aceptación por parte de los mayores líderes paramilitares en Santafé de
constitucionales, sobre todo el derecho al debido proceso de los ciudadanos, Ralito, en el mes de Julio de 2004, cuando declararon que el “proyecto para El
siguen siendo reiteradas, en especial en zonas donde las autoridades civiles Carmen de Chucurí había sido avalado por el Estado” (Giraldo, 2009).
están casi por completo subordinadas a los procedimientos de las brigadas y
batallones militares, también llamadas zonas rojas o de confrontación. El segundo gran caso histórico de impunidad es el de uno de los municipios
más violentos y reconocidos por la comunidad internacional: Trujillo, en el
La sobrecriminalización se reiere a la tendencia hacia la resolución de los departamento del Valle del Cauca. Desde 1988 hasta 1994, la alianza entre los
conlictos por apelación a la justicia penal, produciéndose el efecto de crimina- narcotraicantes Diego Montoya y Henry Loaiza y el Batallón Palacé de Buga
lización de conductas colectivas relacionadas con las demandas de tipo social. produjo aproximadamente unos 245 a 300 asesinatos de campesinos, donde
Así mismo, la hipertroia penal irá generando el nada despreciable problema de murió el párroco Tiberio de Jesús Fernández, bajo la excusa de la limpieza
la saturación y la crisis carcelaria. La conclusión a la que llegamos es que el social contra la guerrilla. Caso límite de sevicia contra la población civil, en
énfasis en lo penal y en lo excepcional: el que se implementó el uso de la motosierra para el descuartizamiento de los
cuerpos. La culpabilidad estatal de la masacre de Trujillo fue abiertamente re-
obstaculiza el acceso a la resolución de conlictos en otras áreas, y por lo conocida por el presidente de aquel entonces, Ernesto Samper, declaración que
tanto, produce efectos graves, porque al no existir espacios institucionales no produjo ninguna medida o acción judicial para condenar a los culpables, “15
para tramitar esos conlictos, en algunos casos éstos se resuelven de manera años después todos los crímenes continúan en absoluta impunidad” (CINEP,
violenta (García & Uprimny, 2002, p. 50). 2004b).

Algunos casos de ineicacia y corrupción judicial han podido ser compro- El caso del departamento del Meta ilustra, igualmente, el grado de corrup-
bados mediante las denuncias de campesinos, ONG y defensores de derechos ción del aparato judicial. La estructura criminal del narcotraicante Víctor Ca-
humanos, los cuales sirven como una radiografía bastante ajustada del estado rranza logró la total cooptación de la justicia durante los años 80 y 90, compran-
de la justicia en el país.36 El municipio del Carmen de Chucurí en el departa- do jueces y iscales. Entre sus logros se encuentran el estar sin resolver la causa
mento de Santander ha sido, desde 1986 fecha de su fundación, lugar de ex- de unas 1033 víctimas, por las cuales se creó el Comité Cívico del Meta, el cual
perimentación de prácticas paramilitares, causantes de cientos de crímenes y fue igualmente exterminado.
delitos nunca juzgados. La convivencia entre líderes “paras” y comandantes de
Pero, sin lugar a dudas, uno de los capítulos de mayor complicidad de la jus-
la base militar llegó a estrecharse en el Carmen hasta tal punto que juntos salían
ticia en Colombia ha sido el de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó,
a cobrar impuestos a los comerciantes de la zona para el inanciamiento de su
en el departamento de Antioquia. Desde 1997, año de fundación de la comuni-
estructura militar y utilizaban autos de dependencias del gobierno para trasladar
dad de paz, hasta ahora han sido asesinados 180 campesinos, de los cuales 20
a las futuras víctimas, las cuales luego de ser torturadas y descuartizadas eran
de ellos fueron perpetrados por la guerrilla y los otros 160 por paramilitares y el
arrojadas al río para ocultar cualquier evidencia.
Ejército Nacional. A pesar de declararse como actores neutrales en el conlicto,
la Brigada XVII, al comando del aquel entonces coronel Rito Alejo del Río, co-
35 Ver, Constitución Política de Colombia, Capítulo VI, Título VII. menzó una de las más feroces persecuciones contra la organización campesina,
36 Los relatos sobre las denuncias y los señalamientos de las violaciones reiteradas de
aplicando recursos que violaron todos los acuerdos suscritos por el Estado ante
los derechos fundamentales en los departamentos de Santander, Antioquia, Valle y las Cortes Internacionales de Derechos Humanos: ejecuciones extrajudiciales,
Meta son provistos por la carta del sacerdote jesuita Javier Giraldo Moreno, reconocido torturas, desapariciones, desplazamientos forzados, bombardeos contra las po-
defensor de derechos humanos, enviada a la funcionaria de la Policía Judicial Piedad blaciones, abusos sexuales, pillajes, destrucción de bienes de sobrevivencia,
Angélica Acero, con copia a la Fiscalía 216, fechada el 16 de marzo de 2009 (Giraldo,
2009). detenciones arbitrarias y montajes judiciales.

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En todos estos casos, lo más delicado han sido los procedimientos en la violencia privada como un arma, tiene el efecto de no implicar consecuencias
construcción de la “verdad” procesal que la justicia penal ha utilizado a tra- negativas dentro de sus lógicas de acción. Los ejércitos ilegales se amparan
vés de recursos como la apertura de expedientes falsos, falsos testimonios de detrás de los recursos de fuerza, logrando crear órdenes sociales y regímenes
testigos pagados y reclutados de las mismas comunidades para involucrar a la autoritarios rurales, teniendo la casi certeza de no tener que dar cuenta de sus
población, manipulaciones y toda clase de chantajes.37 Como lo ha corrobo- excesos a ninguna institución. Ello acarrea la casi desaparición de la igura del
rado ininidad de veces el sacerdote Javier Giraldo, es una: “ʽjusticia del sólo ciudadano y de sus derechos, pues no hay una integración medianamente hori-
testimonioʼ combinada con el uso perverso del testimonio; uso de los recursos zontal a la vida política, en las que se respeten las libertades individuales y co-
de la prescripción y de la cosa juzgada para encerrar en cajas de acero las ig- lectivas. Las personas ven seriamente reducidas las posibilidades de ejercer sus
nominias de la injusticia” (Giraldo, 2004, p. 8). Uno de los mecanismos de derechos ciudadanos al estar habitando los espacios construidos a través de las
este sistema judicial, en algunas regiones del país, parece haber consistido en prácticas de terror e impunidad. La falta de institucionalidad y de procedimien-
incriminar inocentes para rebajar penas de reinsertados y mostrar cada vez más tos coherentes que sean cumplidos por la mayoría se arraiga en la cotidianidad
y mejores cifras ante la opinión nacional. De la experiencia de la comunidad de y en la cultura política de las poblaciones. La violencia política se reproducirá,
paz de San José resalta a todas luces que ha existido una rotunda negación del por lo tanto, mediante violencias de todo tipo: criminalidad, ajusticiamientos,
principio básico de la división y la independencia de los poderes del Estado. violencia intrafamiliar, torturas, silenciamientos, etc.
Se ha dado:
El signiicado de la ineicacia de un aparato de justicia sobre la sociedad se
la usurpación del poder judicial por el poder ejecutivo, pues todos los pasos puede apreciar en la multiplicación de focos de desorden, arbitrariedad y auto-
del procedimiento fueron determinados por la Brigada XVII, con la aquies- ritarismo. La cuestión llega a afectar la raíz misma de lo social:
cencia de iscales, jueces, magistrados, procuradores y defensores (Giraldo,
2009, p. 33). La ineicacia judicial signiica entonces que la administración de justicia no
es ya capaz de hace cumplir esas reglas esenciales de convivencia, lo cual
El aparato judicial, mediante jueces y iscales termina siendo, la mayoría de pone en cuestión la viabilidad misma de una sociedad democrática (García
las veces, un simple instrumento belicista, funcional a los intereses contrainsur- & Uprimny, 2002, p. 39).
gentes del Ejército Nacional y de paramilitares, al exonerar a los victimarios de
toda culpa y dando instrumentos esenciales para la persecución de las víctimas O como lo plantea Pécaut: “El resultado de la crisis jurídico-judicial es
que se han atrevido a denunciar las violaciones en sus comunidades. que la población sometida a la violencia ya no dispone de puntos de referencia
simbólicos para esforzarse por sustraerse a ella” (Pécaut, 2001, p. 145). La
Detrás de todas estas características podemos encontrar implicaciones po- ausencia de espacios públicos y de recursos distintos a los de la violencia con-
líticas de profundo calado, favorables hacia la continuación del conlicto. La igurará resoluciones privadas de la conlictividad social. Se comprueba cómo
abierta impunidad, aceptada en ocasiones por altos funcionarios del Estado, la no existencia de un sistema de justicia medianamente equitativo y ajustado
como veíamos en el caso del municipio de Trujillo, y que llevaría al sistema a principios universales, difícilmente podrá construir la legitimidad de la vio-
de justicia a favorecer la persistencia de actores armados que se valen de la lencia monopólica.

37 Todo este tipo de procedimientos fueron comprobados en el año 2009 por la misma
Fiscalía General de la Nación y a partir de la aceptación por parte de los implicados 2.3.2 Órdenes alternativos de justicia
en la masacre de San José de Apartadó el 21 y 22 de febrero de 2005, tales como el
capitán Guillermo Armando Gordillo Sánchez, al acogerse a sentencia anticipada, y de
paramilitares implicados en las acciones directas sobre la población civil, tales como
Jorge Luís Salgado, Joel José Vargas, Adriano José Cano, Diego Fernando Murillo
Ante la incapacidad de un ejercicio de administración regular y continuada de
Bejarano, alias don Berna, este último dentro del proceso de Justicia y Paz. “Fiscalía la justicia estatal en toda la nación, los órdenes alternativos de justicia en los te-
acusa a 10 militares vinculados con la masacre de San José de Apartadó”, en: http:// rritorios bélicos conquistados por los actores armados se irán articulando poco
www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo112559-iscalia-acusa-10-militares-vin- a poco sobre las mismas instituciones del Estado, a partir de una hibridación de
culados-masacre-san-jose-de-apartado

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lógicas, objetivos políticos y coyunturas especíicas, con lo cual vamos com- relaciones sociales dentro de la comunidad: desde la resolución de conlictos
probando la materialidad del concepto de hibridación estatal. entre colonos por el acceso a la tierra, pasando por el traspaso de bienes inmue-
bles, hasta el cobro de impuestos sobre las propiedades particulares.
El sistema jurídico alternativo más desarrollado ha sido el impuesto por los
grupos guerrilleros, especialmente el de las FARC. Contrario a lo que el grueso Se amplia, entonces, el espectro de penas aplicadas. Aparecen las multas,
de la opinión pública puede pensar, la justicia guerrillera ha ido mucho más allá el resarcimiento de daños, los famosos trabajos comunitarios y, inalmente, el
de la simple práctica del ajusticiamiento; ha tenido, además, transformaciones destierro. El Comité Central, en el caso del ELN, y el Secretariado, en el de las
históricas que la han ampliado. Tanto el ELN como las FARC comenzaron su FARC, desempeñan una función similar a la que las altas cortes dentro del Sis-
historia judicial desde la radicalidad de una justicia ejemplarizante (Molano, tema Judicial colombiano realizan, que es la de ser la última instancia decisoria
2001, pp. 331-352). Para el primer grupo, los delitos se circunscribían a la de- para casos de gran relevancia política y estratégica. Lo más interesante de este
lación, la deserción y el derrotismo. Lógicamente, se entiende que fue, durante aspecto es que podemos comprobar la conjugación de poderes de justicia en las
los primeros años, un tipo de justicia aplicada al interior de la organización territorialidades bélicas, la cuales crean espacios de estatalidad híbrida. Las gue-
guerrillera tendiente al fortalecimiento del grupo en cuanto al aspecto militar rrillas se han convertido, en múltiples ocasiones y a pesar de su confrontación
de su lucha revolucionaria y que, años más adelante, se empezó a aplicar a la con el régimen, en órganos de control del Estado al iscalizar el buen uso de los
población civil en general. Para el ELN, los delitos contemplados se limitaron recursos públicos, en un afán de eicacia contra las prácticas de corrupción, iden-
al robo, la violación, el asesinato y la inidelidad. En los dos casos no hacían tiicadas con formas burguesas del manejo de lo público. La igura del Concilia-
parte de sus códigos penas intermedias: estos delitos eran castigados con la dor, persona de edad avanzada representante de la comunidad ante la guerrilla
pena capital, sin posibilidad de absolución. y encargada de establecer penas menores, será de igual manera un sinónimo de
jurisprudencia basado en la idea de armonización comunitaria y de igualdad.
Pero no hay que olvidar que este primer tipo de justicia fue y sigue siendo
funcional para los principios de imposición de una autoridad poderosa en las Desde la dimensión civil, la justicia guerrillera representa más una depu-
nuevas zonas de penetración, aunque en el ámbito político haya representado la ración del sistema jurídico estatal que un contraposición, al ser redirecciona-
arbitrariedad y la casi destrucción de legitimidad popular. Sin embargo, la mis- da hacia la consolidación de su legitimidad como actor armado dentro de las
ma reacción de la población les fue mostrando que los errores de juicio podían comunidades. Las demandas de seguridad no satisfechas por la ausencia del
tener costos muy elevados para la construcción de sus bases populares. Por lo aparato militar y policial crean la brecha necesaria para el asentamiento local
que se hizo necesaria la incorporación de códigos más laxos para el control de de los grupos guerrilleros y serán estas demandas medianamente satisfechas las
la población civil. que irán permitiendo la consolidación de estos actores políticos en su función
reguladora de la sociabilidad. El éxito para lograr la aceptación campesina de
Así es como nacen las llamadas normas de convivencia ciudadana o justicia la presencia guerrilla se funda en una: “oferta de seguridad y de una justicia
civil, en la que la “acción judicial estaba dirigida a la desactivación de conlic- rápida, barata y eiciente”, y a su vez, un “importante elemento para el control
tos, a resolver los problemas con criterios de equidad y a que prevaleciera lo eiciente de los territorios” (Aguilera, 2001, p. 422).
justo y el interés de los más humildes y explotados” (Aguilera, 2001, p. 391).
Con lo cual se recurrió a la igura de los tribunales o las asambleas populares La relación de las guerrillas con el Estado contiene en sí las dos polaridades
donde, en algunos casos, se llevaban a cabo juicios en presencia de toda la funcionales, tanto de complementariedad, al implementar regímenes de eicacia
comunidad. Esta justicia civil fue incorporando criterios de redistribución del judicial y de ordenamiento social, y de rivalidad, al desprestigiar las institu-
gasto de los recursos públicos municipales, basándose en las posibilidades que ciones de gobierno central y combatir la presencia de las fuerzas militares en
otorgó la descentralización política y administrativa de la reforma constitucio- las regiones. Detrás de los ejercicios de justicia civil podemos descubrir una
nal de 1986, en la que se le dio una mayor autonomía iscal a los municipios. estrategia política de creación y consolidación del poder local, basada en el
reconocimiento de las necesidades de pequeños y medianos campesinos y en la
Los movimientos guerrilleros se fueron erigiendo así en veedores, tanto del negación de las estructuras latifundistas y del modelo económico de desarrollo
uso de los recursos como de la actuación de los funcionarios administrativos agroindustrial, aunque por razones de expansión y fortalecimiento militar sean
locales. Igualmente, se fue desempeñando un papel regulatorio de casi todas las aceptadas las relaciones con los narcotraicantes.

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El tercer tipo de justicia que ha sido realizada por las guerrillas expresa la La ley “para” será, en últimas, la ley de la arbitrariedad del más fuerte que
dimensión más abiertamente antiestatal de su lucha política. La justicia revolu- tiene la potestad de legislar sobre todos los aspectos de la vida, social e indi-
cionaria, también llamada retaliadora, ha consistido en una forma de respuesta vidual, a partir del terror y de la intimidación generados por las armas. Los
ante las inequidades y las faltas de los más visibles representantes de las ins- ejércitos paramilitares construyeron, en un principio, un discurso de legitimi-
tituciones capitalistas de la sociedad burguesa. El secuestro y asesinato de los dad haciendo referencia al problema de la inseguridad, derivado de las praxis
enemigos del pueblo y explotadores, tales como funcionarios estatales, altos extorsivas de sus enemigos, con lo cual pudieron ser reconocidos como un mal
representantes de los partidos políticos, así como terratenientes y dueños del necesario para recobrar la estabilidad y normalidad productiva. No obstante, las
capital inanciero, han sido prácticas recurrentes que han mostrado la manera de transformaciones políticas de estas fuerzas han venido demostrando que es una
aplicar justicia a aquellos más poderosos, los cuales normalmente escapan a las seguridad bastante frágil la creada bajo estas técnicas de control y que los cos-
regulaciones del sistema estatal capitalista (Aguilera, 2001, p. 392). La justicia tos sociales en términos de pérdidas de vida son bastante altos. Cuando los es-
revolucionaria se fundamenta sobre la idea jacobina del saldar de manera ab- fuerzos por construir el monopolio de la violencia sobre un territorio toman las
soluta las grandes deudas creadas históricamente por aquellos que han dirigido herramientas de la uniicación parainstitucional e ilegal, pasando por encima de
las normas del juego social. Como se puede apreciar es esta tercera forma de cualquier regulación o limitación del poder, las consecuencias son exactamente
justicia la que ha sido aprovechada por los gobernantes para señalar el carácter las contrarias a las esperadas: la legitimidad del régimen se ha descoyuntado
terrorista de tales ejércitos y así deslegitimar el accionar guerrillero, mediante aún más y la fragmentación del orden social se hace evidente en la anomia de
el uso de los medios masivos de comunicación. los individuos recluidos en el solipsismo del miedo.

Desde la dinámica mimética del conlicto armado del juego de espejos, con- Uno de los resultados de esta dinámica paraestatal es la concreción de una
sistente en la respuesta y la contra-respuesta, donde, por ejemplo, a una ma- política masiva de desaparición forzada, tortura y ajusticiamiento social indis-
sacre guerrillera le sigue otra masacre paramilitar, podemos entender que los criminado, la cual produce un fenómeno bastante signiicativo de víctimas a
órdenes de justicia paramilitar impuestos van de la mano, preferentemente, de nivel regional y nacional (ver registro fotográico 4).
uno de los anteriores tipos de justicia: el ajusticiamiento ejemplarizante. Bajo
la concepción antisubversiva, el criterio de aplicación de la pena capital ha
estado constituido por la eliminación o limpieza total de los elementos sociales 2.3.3 Debilitamiento estatal por inequidad social
que adopten la ideología de la izquierda, ya sean éstos integrantes o efectivos
de la guerrilla o simples simpatizantes o colaboradores. El efecto de la entrada
irruptiva en las zonas a conquistar permite una demarcación airmativa de la au- No cabe duda de que un aspecto de la debilidad del Estado colombiano ha
toridad, la cual se convierte en un ejemplo para todo aquel que intente desaiar estado relacionada con la falta de presencia directa de las instituciones que
las nuevas normas de depuración social. controlan y regulan la violencia en regiones de rápida expansión económica,
tales como el Ejército, la Policía, los jueces, la Fiscalía y la Defensoría del
La justicia paramilitar es una respuesta igual o más radical que la que re-
Pueblo. No obstante, la carencia de servicios sociales como la salud, la educa-
presenta la justicia guerrilla para tratar de ganar los territorios estratégicos y
ción o los servicios públicos en zonas apartadas y de difícil acceso, así como
conseguir así el exterminio de ese enemigo interno. Pero como ya se vio en los
la precariedad en cuanto a infraestructuras: vías, telecomunicaciones y obras
apartados anteriores, la respuesta autoritaria de las fuerzas paramilitares debi-
públicas, demuestran que el Estado necesita basar su legitimidad a partir de la
lita la legitimidad del monopolio de la violencia estatal al promover regímenes
construcción de consensos sociales, donde se realicen prácticas que permitan
de excepcionalidad, donde los únicos que perciben las consecuencias de una
la inclusión de sus ciudadanos en regímenes de legalidad, constitucionalidad y
ley casi siempre autoritaria y sin límites son los pobladores rurales. En muchas
bienestar, posibilitando a su vez el sentimiento del reconocimiento colectivo
poblaciones, del eje cafetero por ejemplo, la experiencia paramilitar mostró un
dentro de la nación.
intento de imitación de los códigos civiles de convivencia guerrillera, repri-
miendo toda manifestación de pluralismo social, hasta el punto de violar el de- Estamos con esto frente a uno de los núcleos más problemáticos de la estruc-
recho de la propiedad privada, que en teoría era uno de sus bastiones a defender. tura socio-económica del país: las políticas de producción y distribución de la

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riqueza y de la pobreza. La clase gobernante de Colombia se ha enorgullecido cuando un municipio tiene un alto nivel de riqueza y sus niveles de inequi-
en diversas oportunidades de la estabilidad macroeconómica vivida desde los dad son igualmente altos, si la participación política y los niveles promedio
años 80 para acá, en los cuales ha habido un crecimiento del PIB sostenido, de educación son bajos, hay un 30 % de probabilidad de que el municipio
evitando igualmente los consabidos sobresaltos producidos por el sobreendeu- tenga niveles de violencia creciente […] En cambio, si se analiza la va-
damiento y las hiperinlaciones, tan comunes en casi toda América Latina para riación de las cifras en el grupo de municipios con violencia decreciente,
esta época. Además, Colombia: “no se ha visto amenazada por el desequilibrio que un aumento de la riqueza, aún del 50 %, no aumenta la violencia si, al
en la balanza de pago y ha mantenido una tasa muy elevada de crecimiento por mismo tiempo, crece el nivel de educación en 10 %, disminuye la inequidad
habitante […] la tasa promedio ha sido de 5,3% al año” (Pécaut, 2001, p. 25). en el mismo porcentaje, y aumenta la participación política de la ciudadanía
(Sarmiento, 2000, p. 239).
Pero contrariamente a lo sucedido en América Latina como tendencia ge-
neral, la economía colombiana ha permanecido iel a una “gestión privatizada La ecuación que estamos manejando se deiniría, entonces, por una relación
de la política económica”, en contra de cualquier idea de regulación estatal. prácticamente directa entre violencia e inequidad, donde en ésta última hay
Sin embargo, el resultado de este tipo de gestiones macroeconómicas de cor- que incluir la diferencia entre las posibilidades de acceso a la riqueza, el rango
te ortodoxo ha permitido que los grandes beneiciaros de la estabilidad sean entre pobreza y riqueza, las posibilidades de educación y desarrollo laboral. Por
los mismos representantes de los gremios a los cuales les han sido entregadas lo tanto, la promoción macro estructural de la inequidad es otro factor que ha
las carteras de los gobiernos de turno. O lo que es lo mismo, pero al revés, la potencializado la falta de un Estado fuerte en cuanto a su papel de regulación
gestión privatizada ha implicado la profundización de las desigualdades en la de la conlictividad social. El hecho de un mayor grado de alfabetización llega
mayoría de la población. Según la Encuesta Nacional de Hogares de 2006: a constituirse en una de las formas determinantes en la participación política en
asuntos públicos y, por consiguiente, en la reducción de la probabilidad de vio-
El 10 % de las personas que perciben los mayores ingresos ha conseguido lencia. En este rubro, Colombia nuevamente se destaca por sus muy bajas tasas
aumentar su participación en más de 5 puntos porcentuales (desde 37.06 de cobertura y acceso a la educación superior. Según la OEI, para los años 2000
hasta el 43.59 %). En los últimos 20 años no sólo se ha acentuado la brecha a 2004 la tasa de cobertura en el nivel superior técnico y universitario sólo pudo
entre ricos y pobres sino también entre los niveles de bienestar de las áreas pasar de 19.9 % a 22.6 %, cuando países como Argentina y Bolivia estuvieron
urbanas y rurales (Gómez, 2007, p 39). en 56 % y 39 %, respectivamente (OEI, 2006).

Esta fuerte inequidad distributiva nos hace ser uno de los países con los El carácter elitista del manejo de las políticas sociales se puede comprobar
índices de distribución del ingreso más concentrados: en la falta de canales de comunicación para oír las demandas sociales de los
sectores subalternos más débiles. Por ejemplo, Marco Palacio anota respecto
El ingreso de un rico equivale a lo que reciben 58 personas pobres de Co- a la expedición de las políticas especíicas de vivienda, salud, trabajo y educa-
lombia, mientras en Dinamarca y Japón equivale a 24.7 y 24.9 respectiva- ción que en éstas “estuvieron ausentes las organizaciones populares como los
mente. Además, catorce millones de colombianos sobreviven con menos sindicatos o las frágiles alianzas campesinas” (Palacio, 1995, p. 15). Es prácti-
de dos dólares diarios. En total, 64 de cada 100 colombianos estarían en el camente una constante de la historia colombiana cómo los gobiernos han visto
rango de pobreza (Cortés, 2006). en los actores sociales casi un enemigo interno, desestabilizador del orden y el
progreso económico.
Todos estos índices conducen nuevamente a la vieja tesis sobre la relación
entre pobreza y violencia. La crítica contra las posturas que plantean la pobreza En los últimos años este rasgo ha sido remarcado aún más por la relación,
como una causa objetiva productora de violencia es correcta si a continuación algunas veces de cooperación otras de coacción, entre movimientos guerrille-
airmamos que efectivamente, en Colombia, no son los municipios más po- ros extremistas y diversos sectores de la sociedad civil organizada. “Una mera
bres los que tienen una mayor tasa de hechos violentos sino, y sobre todo, los huelga, una invasión de terrenos, un paro estudiantil o una simple manifes-
municipios que tienen mayores índices de desigualdad o inequidad. Sarmiento tación de protesta podían ser interpretados como otra expresión de enemigo”
Gómez demostró cómo: (Archila, 2003, p. 368).

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El miedo generado por la subversión en la institucionalidad estatal ha he- ideológico-políticas, los modos de organización para resolver los problemas de
cho de ésta un ente con grandes diicultades para tramitar la conlictividad de la comunidad y los tipos de relación y contacto entre las personas de un mismo
sus constituyentes básicos: los ciudadanos y sus necesidades. Por ejemplo, la territorio o de otros aledaños, hacen parte de la dimensión socio cultural creada
imposibilidad histórica de realizar una reforma agraria acorde con el grado de por los actores armados dentro del conlicto. Para decirlo de manera sintética, la
concentración de la propiedad de las tierras es sólo una muestra de esa ruptura violencia política en Colombia no ha consistido únicamente en la negatividad de
en la interlocución entre el poder político estatal, las protestas sociales y las de- la eliminación del enemigo o el exterminio del otro en tanto diferencia radical,
mandas, existiendo prácticamente un abismo entre las dinámicas de protesta y sino que esta violencia política ha logrado constituir, de forma efectiva, espacios
reivindicaciones de la sociedad, y el circuito de lo político en el nivel macro de e identidades colectivas particulares. Pero estas identidades políticas, desde la
las políticas de Estado. Los niveles de concentración de la tierra en Colombia última década, han sido fruto no tanto de los consensos y del trabajo ideológico
son un verdadero problema no resuelto: de los actores armados con las bases sociales como de las prácticas cotidianas de
terror e intimidación en pos de la consolidación del control territorial.
De acuerdo con el Instituto Geográico Agustín Codazzi, 2.428 propietarios
con más de 2.000 hectáreas, que corresponden a un 0,06 por ciento del total El uso reiterado de estrategias, basadas en la multiplicación del miedo y el
de propietarios, poseen 44 millones de hectáreas, equivalentes al 53,5 de la terror como medios de control de las bases sociales de apoyo del enemigo, han
tierra. Y al mismo tiempo, 1,3 millones de propietarios, que corresponden sido una característica propia de la dinámica del reciente conlicto colombiano.
al 35,8 por ciento, poseen 345 mil hectáreas, o sea, el 0,42, en proporciones La confrontación armada directa entre paramilitares y guerrilla ha ido dismi-
individuales menores a una hectárea. Como relejo de lo anterior, el actual nuyendo para centrarse en el ataque a la población civil.“Los protagonistas
grado de concentración de la tierra en Colombia, expresado mediante el armados recurren, cada vez más al terror como componente normal de sus es-
índice Gini, es de 0,85 y representa uno de los más altos en América Latina trategias locales […] su empleo contra la población civil se convierte en medio
(Soluciones Agrarias, 2007, pp. 4-22). privilegiado de aislar al adversario, cortándole sus eventuales apoyos” (Pécaut,
2001,p. 229).
La debilidad para institucionalizar los conlictos se reiere también a esta no Y la efectividad de estas estrategias terroristas se muestra en la rápida e
resolución de los problemas económicos que afectan a la mayoría de la pobla- indiscriminada expansión de los sentimientos de inseguridad y desarraigo. El
ción: pobreza, inequidad, falta de oportunidades laborales, precarización del número cada vez mayor de desplazados en el país, aproximadamente unos 3,5
trabajo, desplazamiento forzado y marginalidad urbana. millones,38 tiene su origen en este desarrollo estratégico del conlicto o guerra
de baja intensidad, que según algunas interpretaciones hace parte de la conti-
nuación de las estrategias geopolíticas de la hegemonía norteamericana.39
2.4 Repercusiones sociales de la violencia política. La difícil
Si centramos el análisis en la posición que desempeña la población civil y su
construcción del reconocimiento de la comunidad campesina grado de involucramiento en la resolución estratégica de los actores armados,

38 Según cifras de la ACNUR, serían más de 3.4 millones de personas desplazadas, para
Los efectos que la violencia política puede generar sobre la conformación de mayo de 2010. Ver ACNUR (2010).
las sociedades, o sobre algunos de sus grupos constituyentes, van más allá de
39 El concepto de conlicto o Guerra de Baja Intensidad no sólo sirve como un referente
la mera exterioridad de las condiciones materiales y de sobrevivencia econó- para señalar un nuevo tipo de “guerra” al interior de los Estados nacionales, sino que
mica. La construcción de regímenes rurales autoritarios y de territorialidades ha sido parte de una política del Estado norteamericano explícita, desde la llegada de
bélicas condicionan las formas de vida de la población civil que están circuns- Ronald Reagan al poder. Política que consiste en ser una forma de reedición de la doc-
trina de Seguridad Nacional, más cautelosa en cuanto a la cuestión de la legitimidad
critas a una espacialidad y a unas temporalidades especíicas: los lugares por internacional de Estados Unidos en tanto que potencia mundial hegemónica, luego del
donde transitar, las horas convenientes para salir o entrar de los municipios, fracaso de Vietnam, y más especíica, con respecto a las medidas de intervención en
los días y los meses propicios para realizar festividades; pero también aquello los países del tercer mundo, donde las tropas norteamericanas no se vieran directa-
que puede o no ser discutido, puesto en cuestión o aceptado, las adscripciones mente comprometidas y el grado de riesgo se disminuyera. Al respecto ver, (Kreibohm,
2009).

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no cabe duda de que el conlicto colombiano hace parte de lo que Mary Kaldor de espacios regionales ha permitido una mayor efectividad en el control de
y otros cientíicos sociales han llamado como las “nuevas guerras” (Kaldor, recursos y de servicios, y un aianzamiento como actores políticos. No obs-
1999), en oposición a las guerras anteriores a la Guerra Fría. Las tres dimen- tante, las dinámicas de territorializaciones armadas han signiicado para los
siones que diferenciarían a un tipo de guerra con respecto a las otras serían, actores civiles campesinos valoraciones diametralmente opuestas, teniendo que
primero, el énfasis que las “viejas guerras” ponen en el carácter ideológico enfrentarse a fenómenos de desarraigo e incertidumbre territorial, denominados
progresista tendiente hacia la búsqueda del bien común, con ines políticos cla- también como efectos de desterritorialización.40 A pesar de las diferencias en
ros y de carácter universalista, frente a las “nuevas guerras”, donde están más la construcción y en las formas de aprehensión de la espacialidad campesina
comprometidas las identidades que las adscripciones ideológicas, reposando existentes entre una y otra región, podemos airmar que, en un sentido general,
sobre una naturaleza particularista, fragmentaria y exclusivista. las relaciones de los campesinos con su medio social se han vuelto frágiles e
inestables puesto que:
La segunda dimensión consistiría en el fuerte apoyo popular de la ciudada-
nía guiado por la necesidad de transformaciones más justas del sistema político ya no hay espacio privado en el cual los lazos sociales puedan construirse.
y económico; por el contrario, las actuales guerras se distinguirían por la falta Cada uno sabe que está vigilado potencialmente por todos los grupos ar-
de ese apoyo popular generalizado e, irían, antes bien, en contra de los civiles, mados y que estableciendo contactos con el uno, inclusive sin quererlo, se
causando desplazamientos y crímenes en masa, al ser éstos un simple medio convertirá en un sospechoso para el otro (Pécaut, 2001, p. 239).
para realizar los ines particularistas del control de zonas circunscritas.
El miedo y el silencio se vuelven los moderadores de la socialización rural,
El tercer factor sería el referido a la cuestión económica. Las nuevas guerras atacando directamente los lazos de solidaridad y cooperación. Cualquier rela-
se valen de una economía mundializada en la que los actores armados utilizan ción o nexo social entra a entenderse como fundamental para la sobrevivencia,
las redes transnacionales de tráico de armas y drogas para sustentar su lu- para la conservación de la vida, en un campo de fuerzas tensionado por ads-
cha, “mientras que las antiguas rebeliones podían sobrevivir con ʽsus propias cripciones a los grupos armados con un carácter altamente variable. El hecho
fuerzasʼ y sin recurrir a la extorsión, las nuevas se alimentan siempre del desvío de la desconianza generalizada se impone, así, como parte de la ausencia de un
de los bines públicos, del saqueo y de la depredación” (Marchal & Messiant, territorio estable, en el que el espacio sea percibido en tanto que tierra propia
2004, p. 22). de una comunidad, reconocida y reconocible por un nosotros delimitado. La
desterritorialización representa, por lo tanto, un efecto de descolectivización
A pesar de todos los inconvenientes que puedan representar las simpliica- de las identidades campesinas y, por consiguiente, de una profundización del
ciones de las clasiicaciones, parecería correcto inscribir el conlicto colombia- proceso de individualización. El repliegue en el individuo se convierte en una
no en el lado de las nuevas guerras en tanto que los actores armados implicados contra estrategia para la conservación de la vida personal.
han transitado de lo ideológico hacia lo estratégico militar, con un fuerte apoyo
en mercados ilegales y, sobre todo, afectando directamente a la población civil. Los regímenes autoritarios vigentes en las zonas rurales del país han llevado
Pero en el caso de Colombia, sería mejor hablar de la población civil campesina a lo que se ha llamado como la “dislocación de los referentes institucionales”,
pues han sido las áreas rurales estratégicas las disputadas por estos actores para esto es, a la falta de asidero institucional para resolver la conlictividad social.
su expansión y consolidación nacional. El concepto de hibridación estatal nos ha permitido comprender que las insti-
tuciones del Estado han estado imbricadas por los imperativos de dominación
coactiva o armada de las distintas organizaciones, con lo cual, ante la violencia
2.4.1 Efectos de desterritorialización,
40 El concepto de desterritorialización no es utilizado en esta propuesta como lo han
destemporalización y ruptura de tejidos sociales hecho algunas teorías de la comunicación y algún sector del pensamiento sobre la
globalización, esto es, como la no necesidad de la recurrencia a la materialidad del
territorio, el cual muchas veces podría ser reemplazado por el concepto de virtualidad.
No hay duda de que las estrategias autoritarias del Ejército, guerrillas y parami- La desterritorialización es acá más un tipo especíico de relación entre las personas
y las comunidades con su entorno físico, el cual estaría mediado por la signiicación
litares han implicado procesos de dominación territorial, donde la constitución construida socialmente.

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recurrente, las instituciones se ubican en un mismo registro de adscripción es- presentaciones históricas que los sujetos se hacen de sí mismos en la trama de
tratégica de guerra. Las instituciones estatales dejan de ser una instancia neutral acontecimientos determinantes de sus vidas, en medio de la violencia experi-
a la que la población pueda recurrir como garantía para el respeto de sus dere- mentada. Los efectos de destemporalización están relacionados con la sucesión
chos. Como es compartido por la mayoría de la población campesina: de hechos violentos como constituyentes de la realidad cotidiana nacional.

El Ejército es visto como uno de sus mayores actores, tanto más temible que La gran cantidad de acontecimientos de violencia política que son difundi-
los otros. La justicia está paralizada y parece una abstracción. Los alcaldes, dos por los medios de comunicación se acumulan uno tras otro en un cuerpo
blancos privilegiados de los protagonistas armados, son colocados en las que, al inal del mes o de la semana, son prácticamente olvidados. La excep-
mismas condiciones en las mismas condiciones que sus administrados (Pé- cionalidad de cada caso, sea éste una masacre, un secuestro, un desplazamiento
caut, 2001, p. 241). masivo o un atentado terrorista, se borra para dar paso a la banalización del
terror, donde lo que “se da es una continuidad suicientemente fuerte para que el
La desterritorialización es, de igual manera, la falta de referencias institu- terror sea percibido, en buena parte, como una situación de hecho que no cues-
cionales, donde los espacios comunitarios están abiertos a las fuerzas irruptivas tiona las rutinas de la violencia” (Pécaut, 2001, p. 189). La violencia política ha
de los actores armados. La delimitación del espacio de la comunidad se fractura entrado a hacer parte de la normalidad social, sin que sus excesos puedan llevar
por las continuas entradas y salidas de las fuerzas coactivas, tanto guerrilleras y a cuestionar la disposición de las fuerzas en un conlicto que pareciera carecer
paramilitares como militares, en los lugares comunitarios. de horizonte de resolución.

Un tercer signiicado del concepto de desterritorialización estriba en el rei- La destemporalización crea un tipo de experiencia del tiempo en la que las
terado fenómeno del desplazamiento forzado. La desterritorialización consiste dimensiones de pasado y futuro se estrechan en un presente que no va más allá
para la población civil en abrir y dejar atrás el espacio construido, cortando del imperativo de las angustias por la supervivencia en un contexto de fuego
las raíces con la tierra originaria. No debemos olvidar que la relación que el cruzado. Desde acá, la historia sería entonces una sucesión de acontecimientos
campesino establece con su tierra desborda la mera posesión o propiedad y va prácticamente inconexos y sin un sentido trascendente y colectivo, la cual crea
más allá de ser un simple medio de sobrevivencia económica. La dinámica de sujetos desprovistos de memoria social o política y en el que el olvido se con-
reproducción social campesina gira en torno al cultivo de la tierra y esta permi- vierte en una estrategia para hacer más llevadera la carga del presente.
te el reconocimiento colectivo de sus constituyentes, conigurando modos cul-
turales propios. Con la desterritorialización propiciada por los actores armados La memoria se expresa por medio de relatos individuales que no logran in-
se rompen los lazos simbólico-culturales que la población campesina había tegrarse en uno colectivo, lo que traduce el carácter fragmentado y local de
tejido, para tener que volver a comenzar en otros espacios, muy seguramente las experiencias. Pero también muestra que no existen sino puntos de vista
urbanos. La desterritorialización es inalmente una reubicación o reterritoria- separados y sumergidos en la sucesión de incidentes, de la que no surge un
lización en nuevos espacios culturales, mediante la ruptura de los anteriores escenario global que implicaría que los puntos de vista separados se inte-
tejidos sociales campesinos, generándose una reestructuración societal de las graran en uno o varios puntos de vista de conjunto (Pécaut, 2001, p. 219).
comunidades.41
Al igual que los efectos de la desterritorialización, los efectos de la destem-
Sin embargo, los efectos relacionados con la desterritorialización están in- poralización refuerzan aún más el proceso de individualización anómica que
trínsecamente ligados a las formas de experimentación del tiempo y a las re- los pobladores experimentan en carne propia. Las causas sociales y políticas
son muchas veces reemplazadas por causas individuales y explicadas a través
de relatos personales sin que el pasado sea un determinante de las condiciones
41 Arturo Escobar muestra, en el caso especíico de lo étnico, esta reorganización de las vividas y sin que el futuro signiique posibilidades abiertas para el cambio. Las
comunidades desplazadas, la cual podría ser ampliada a las comunidades campesi-
nas: “El objetivo del desplazamiento es reestructurar las relaciones entre las comunida-
trayectorias personales no logran ser inscritas en tramas históricas que den sen-
des étnicas y la sociedad colombiana de tal manera que se logre borrar toda diferencia tido colectivo a las prácticas del día a día y la memoria resultante se asemeja a
cultural. En otras palabras, el proyecto dominante tiende a reorganizar el territorio y la la de una colcha de retazos repleta de acontecimientos e incidentes sin una re-
población” (Escobar, 2004, p. 54). lación coherente. Sin referentes simbólicos y culturales estables, la posibilidad

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de aceptación de las contradicciones se hace efectiva en la constitución de la noma es un fenómeno que tiene, cuanto mucho, dos décadas de experiencia”
identidad de los sujetos. (De Grammont, 2006, p. 11), la cual debe enfrentar en Colombia, por un lado,
el reto de la violencia de las organizaciones armadas que tratan de disolver los
modos de asociación mediante la desterritorialización de los pobladores y, por
2.4.2 La organización social y el reconocimiento campesino otro lado, la implementación de un modelo de desarrollo agroindustrial, donde
cada vez se necesita menos de mano de obra campesina.
La política de una agricultura sin agricultores releja la tendencia general de
Como se puede ir deduciendo de lo desarrollado hasta este momento, la subje-
la: “concentración de la producción en empresas agroindustriales que practican
tividad producida por los actores que multiplican las estructuras y los efectos
el monocultivo en el marco de una agricultura minera que busca instalarse en
de la violencia política en Colombia se juega a partir de altos grados de insegu-
las mejores tierras” (De Grammont, 2006, p. 12). Pero este proceso de insta-
ridad e inestabilidad territorial, temporal y cultural. La comunidad, en cuanto
lación, mejor llamado como contrarreforma agraria, ha sido llevado a cabo en
espacio de reconocimiento directo de iguales, basado en el habitar y cultivar
Colombia hasta sus últimas consecuencias y bajo medios de coacción que ya
una tierra común, ha recibido los efectos sistémicos del debilitamiento de sus
hemos desarrollado en las secciones anteriores. Como lo señala contundente-
bases organizativas a través de la dinámica de la territorialización armada. Las
mente Alejandro Reyes:
relaciones comunitarias parecen así verse seriamente afectadas por la presencia
de los ejércitos que implantan sus regímenes de fuerza para luego articularlos Todas las regiones donde el movimiento campesino disputó la tierra con
con estrategias nacionales de consolidación política. Las acciones violentas, los propietarios en los años setenta han sido ocupadas por guerrilla y pa-
tanto de paramilitares como de guerrilleros y del Ejército Nacional, ramilitares y han sido objeto de operaciones por parte de la fuerza pública
[…] la guerra ha desarraigado una parte de la población rural y ha roto las
están encaminadas a erosionar o hacer desaparecer la acción colectiva, la relaciones de vecindario que fundan las sociedades agrarias (Reyes, 2000,
contestación y la movilización social, requisitos indispensables para pro- p. 125).42
cesos de concertación y negociación, donde el eje articulador sea la partici-
pación, la autonomía y el empoderamiento de las comunidades (González, La organización campesina se ve de esta manera impulsada a enfrentar a los
Bolívar & Vásquez, 2002, p. 185). actores armados y sus lógicas de dominio territorial y a enfrentare al modelo
agroindustrial.
La aplicación de regímenes autoritarios en lo rural excluye, por deinición,
cualquier forma organizativa de la comunidad que provea soluciones iguali- Las lógicas y formas de acción colectiva de las organizaciones de campesi-
tarias o de carácter horizontal, puesto que su lógica de desarrollo y expansión nos jornaleros, sin tierra y minifundistas se fundan sobre la base del reconoci-
es vertical e imperativa, no consensual. Las organizaciones sociales de base miento de unas identidades comunitarias que han sido fuertemente politizadas,
campesina son interpretadas, desde los actores armados, como sospechosas de pero que empiezan a movilizarse en torno a propuestas civilistas, en oposición a
ser focos insurreccionales y la participación de la población en la resolución cualquier postura de carácter militar. Frente a la desidentiicación que los acto-
de los asuntos comunes retrocede ante los peligros de caer en el rango de ser res armados han aplicado a las comunidades campesinas, éstas emprenden ac-
caliicado como subversivo y de sus consecuencias derivadas. ciones colectivas centradas en una reidentiicación paciista consistente en ser

Se entiende que lo que está en juego para la población campesina es la mis-


ma reproducción social como comunidad, en conjunción con un modelo de de- 42 El panorama del campo colombiano y de sus luchas parece ser aún más desesperan-
zador si miramos las cifras correspondientes a las acciones y movilizaciones agrarias
sarrollo económico que sustenta sus formas culturales y sus medios de organi- de 1990 a 1995. Los conlictos por la propiedad de la tierra no pasan de un número de
zación colectiva. Han quedado atrás las políticas reformistas estatales surgidas 30 municipios para 1992, declinando a 10 casos de protesta en 1994 y solamente 3 ca-
en los años 60 y 70, las cuales implicaban un modelo paternalista del Estado sos en 1995. No obstante, lo que ha sucedido es una transformación de las demandas
y de los organismos internacionales sobre las organizaciones campesinas para campesinas, puesto que las movilizaciones dejan de estar centradas en la posesión de
la tierra y pasan a ubicarse en la protesta contra la guerra y la protección de la vida.
promover su participación sectorial. “La organización social campesina autó- Cifras tomadas de Reyes (2000, p. 206).

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL

“nuevos sujetos colectivos en busca de reconocimiento” (Izquierdo, 2001, p.


215). En el fondo de la cuestión, para las comunidades campesinas, el conlicto
colombiano consiste en una lucha por el reconocimiento como sujetos sociales
y políticos, los cuales pueden construir una autonomía y darse a sí mismos un
estatuto de ciudadanía a través de la inclusión en espacios de igualdad econó-
mica y de participación democrática.
Los medios utilizados para canalizar la conlictividad en sus propios territo-
rios pasan a través de la promoción de la cooperación como manera de construir
espacios de seguridad y estabilidad vital. Una cooperación que está deinida por
la creación de “un entramado intersubjetivo e interpersonal donde el mundo
adquiera predecibilidad” (Izquierdo, 2001, p. 248). Frente a la pérdida de refe-
rentes institucionales, de un espacio social abierto por coacción y frente a una
movilidad devenida desarraigo territorial, la organización campesina se levanta
desde la ijación y consolidación de una especialidad apropiada por un “noso-
tros” identitario, generador de sentido a las acciones individuales y colectivas,
adquiriendo así un rostro reconocible.
Necesitamos dejar de interpretar al rostro de la comunidad campesina como
si fuera una imagen esencial que tenga que ser preservada o recuperada a tra-
vés del tiempo. Ese rostro ha sido desdibujado y vuelto a dibujar en múltiples
ocasiones bajo las distintas acciones de fuerzas sociales y políticas y en dife-
rentes marcos institucionales; su reconocimiento depende tanto de los factores
externos como de su habilidad organizativa para deinirse como un actor polí-
tico, económico y social capaz de enfrentar una dinámica que parece haberlo
desplazado a la periferia de la vida nacional, pero que puede contener una de
las posibles claves de resolución del conlicto colombiano.

96
CAPÍTULO III

La región como espacio de poderes.


eL surgimiento de La asociación campesina deL
vaLLe deL río cimitarra (acvc) y de La asociación
de trabajadores campesinos deL carare (atcc)

3.1 La formación del Magdalena Medio como región.


Las tres etapas de poblamiento

N
o obstante la claridad de los indicadores económicos y administrativos
señalados en la introducción de esta investigación, los cuales muestran
a la región del Magdalena Medio como un espacio de fuerte inequidad
en la distribución de las riquezas, necesitamos adentrarnos en la lógica de for-
mación regional para comprender los elementos que fueron constituyendo la
realidad social y política de la población rural, así como las respuestas dadas
ante la violencia social y política presente. Para lo cual es necesario partir de la
idea de que la región es un espacio siempre abierto de coniguración social don-
de interactúan diferentes fuerzas, actores e intereses. Como lo enuncia Alonso:

La región es un espacio en proceso continuo de construcción; es un esce-


nario de fronteras móviles dentro del cual la delimitación de su territorio
está siempre sujeta al quehacer histórico de los actores sociales que allí se
expresan (Alonso, 1997, p. 4).

99
ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL La región como espacio de poderes. El surgimiento de la Asociación Campesina del Valle
del río Cimitarra (ACVC) y de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC)

El Magdalena Medio es, entonces, el resultado histórico de las luchas que de producción y desarrollo imperante en cada momento histórico. Como ha
los distintos actores han llevado a cabo dentro de una espacialidad variable, la sido enunciado por diferentes académicos, Colombia ha pasado, por lo menos,
cual se fue haciendo, transformando, en el transcurso de los acontecimientos y por tres distintas etapas cronológicas de ocupación de su territorio, las cuales
de los momentos de poblamiento de su territorio a través de las distintas avan- han generado, a la vez, diferentes tipos de luchas y de conlictos agrarios (Re-
zadas de la frontera agrícola interna. yes, 1987 y 2009).
A la vez, hay que dimensionar la variable de la conlictividad como una con- La primera etapa de poblamiento se da con el modelo de ocupación colonial
dición fundamental para la constitución de la región y no como una instancia español, desde el siglo XVI hasta prácticamente mediados del siglo XIX, basado
negativa de potenciación del caos y el desorden social o como una mera ano- en el asentamiento en las altiplanicies andinas densamente pobladas y en el litoral
malía, puesto que es en la conlictividad como los colectivos se van haciendo Atlántico, mediante el control y la repartición de la población indígena. En esta
sujetos sociales y políticos a partir del reconocimiento de esos otros a quienes medida, fueron ocupadas las regiones altas del Cauca, Antioquia, Santanderes y
enfrentan y refutan, y como lentamente se van logrando grados de institucio- el altiplano cundiboyacense. Así mismo, se fue produciendo la expulsión hacia
nalidad y normatividad de la vida de los pueblos. Como lo enuncia el título de zonas de piedemonte cordillerano de pobladores renuentes al control español.
este capítulo, la región es el lugar de aparición de los poderes sociales en cuanto Como lo señala González, el resultado fue: “el surgimiento de grupos sociales de
actores de su propia historia, dentro de campos de fuerza y poder especíicos. ʽhombres montaracesʼ al margen del control del gobierno español y de la iglesia
Precisamos ahora desarrollar esa materialidad histórica que ha tenido ese espa- católica, que constituían una población no sujeta, trashumante, extremadamente
cio llamado Magdalena Medio. móvil y reacia a establecerse en poblado” (González, 2007, p. 25).
Dentro de esta dinámica, se comenzó a dar la apertura de la frontera agra-
ria interna por parte de estos hombres montaraces, tales como los esclavos li-
3.1.1 Colonización y avance de las fronteras internas: bertos que propiciaron las prácticas de cimarronaje y la constitución de los
la ocupación de territorios y el despojo de la tierra palenques,43 zonas liberadas en las que las instituciones coloniales y, más tarde
las republicanas, no lograban ni control iscal ni dominio jurídico, aunque estu-
vieran sometidas a constante persecución por parte de las autoridades estatales.
Para comprender la singularidad de los actores civiles y de las respuestas dadas Pero en términos generales, este primer momento se centró en el control de
por éstos ante las violencias política y económica necesitamos comenzar por se- las zonas andinas con población indígena, así como la ocupación de las tierras
ñalar las diferentes etapas de formación de las regiones que componen el país en del litoral Atlántico y algunos puntos estratégicos de penetración del río Mag-
su diversidad, y así ver cuáles han sido las variadas formas de ocupación y pobla- dalena, cercanos a minas de oro y plata, los cuales sintetizaban los intereses
miento en el territorio nacional. En términos generales, el proceso de ocupación coloniales e imperiales españoles.
territorial ha sido segmentario y jalonado por los distintos imperativos económi-
cos nacionales e internacionales que hacen que las regiones se vayan poco a poco La segunda etapa o avance de la frontera interna se presentó desde inales
insertando en la vida productiva del país. Como lo airma Machado: del siglo XIX hasta comienzos del XX, años 30 al 40, con la ocupación de las
zonas templadas o intermedias de las cordilleras, bajo la fuerte inluencia del
La ocupación del territorio no ha constituido un proyecto estatal de largo auge del cultivo del café y dentro del marco del proceso de modernización con-
plazo ni una geoestrategia deinida; ha sido un proceso resultante de formas servadora que se dio en toda América Latina. La antigua igura de la hacienda
de apropiación privadas del territorio en las que incidieron los ciclos del colonial se fue transformando, en algunos casos, en una hacienda modernizada,
comercio exterior de materias primas agropecuarias y la dinámica de la eco-
nomía nacional (Machado, s/f). 43 La igura del palenque es el correlato colombiano del que fueron los quilombos o mo-
cambos, en la zona norte del Brasil. Los principales palenques fueron los de San Basi-
Aunque con sus especiicidades y particularidades, en términos generales, se lio y la Matuna. Ver para un mayor desarrollo del tema, el texto de Navarrete (2001). Al
puede airmar que la formación de las regiones ha estado articulada a procesos respecto: “Los palenques tuvieron una gran importancia como organizaciones creado-
ras de formas sociales, económicas y culturales que permitieron a los negros ʽensayarʼ
nacionales más amplios referidos a la economía de exportación y a los modelos una vida en la libertad” (Navarrete, 2001, p. 97).

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y en otros, dio paso a empresas efectivamente agroindustriales, las cuales gene- En esta tercera avanzada colonizadora de la frontera interna aparecen en
raron una fuerte expulsión de población tras los procesos de adopción de mono- escena nacional la ocupación de los valles interandinos y de las regiones como
cultivos como el banano, la caña de azúcar, el algodón y el café. La expulsión el Urabá, el Catatumbo, el Darién y el Magdalena Medio, así como gran parte
de población campesina hacendaria se reforzó con las leyes de reforma agraria de la Orinoquía y la Amazonía. No hay que desconocer que junto a las oleadas
de 1926 y 1936, en las que se planteaba la función social de la tierra y donde se poblacionales impulsadas por la violencia política estuvo presente el interés de
propiciaba la titulación de baldíos. Poco a poco se fueron colonizando así zonas un mayor desarrollo capitalista por recursos necesarios para el modelo de in-
como Caldas, Quindío, Tolima y el norte del Valle del Cauca, así como zonas dustrialización nacional. El descubrimiento de nuevos pozos petroleros jalonó
más templadas de los departamentos de Santander, Cundinamarca y Antioquia. el tercer momento de apertura interna, sobre todo en el piedemonte cordillera-
no, como fue el caso de Arauca, Meta, Caquetá y Santander.
La adopción del café trajo en algunos casos regionales (Santander y el viejo
Caldas) una posibilidad mayor de acceso a la tierra y, por ende, un impulso Toda esta gradual colonización de los espacios regionales, de avance de la
en el sentido de democratización de la tenencia y uso de la misma.44 El café frontera agrícola interna, ha implicado un proceso de desmonte de bosque na-
representó, para comienzos del siglo XX, uno de los mayores impulsores de la tural con el in de implementar, en una primera instancia por parte del colono,
economía familiar campesina (Machado, 2001). A pesar de haber sido adoptado cultivos de subsistencia venidos de la cultura campesina tradicional como el
dentro de la vieja hacienda de corte colonial, el cultivo se popularizó a partir de plátano, la yuca, el fríjol, la papa, la caña panelera o el maíz, para, luego del
1910, permitiendo una mayor rentabilidad que otros productos agrícolas. Con agotamiento agrícola de los suelos, esto es, luego de cuatro a seis cosechas,
la potenciación de la producción del café y del banano se aianzó en Colombia dar paso a la siembra de pastos con ines de ganaderización y constitución de
el modelo agro minero exportador presente en América Latina, el cual dio fuer- nuevos latifundios y acumulación de tierras, en su mayoría, improductivas ya,
za a este segundo momento de colonización de la frontera interna. Los intentos, en cuanto a lo agrícola. En la región de la Costa Atlántica esta dinámica de pro-
sobre todo, de monopolización de la producción cafetera por parte de los gran- ducción se llegó a denominar como colonato45 y consistió en que: “el campesi-
des hacendados y las facilidades en el cultivo del café generaron el impulso no tumbaba monte (selva), sembraba dos o tres cosechas y después entregaba
fundamental para la apertura y adecuación de nuevas tierras (Reyes, 1987). la mejora (pedazo de tierra arreglada para la agricultura) sembrada de pasto al
hacendado” (Pérez, 2004, p. 7). Detrás de la población expulsada de anteriores
Las tensiones en el nivel nacional del modelo agroexportador, en especial en zonas de apertura, por lo general campesinos sin tierra, aparceros y minifundis-
lo concerniente al conlicto en la comercialización del producto entre pequeños tas, aparecen nuevos terratenientes que reproducen la estructura bimodal de la
y grandes productores cafeteros, se vieron expresadas en el nivel político en lo tenencia de la tierra, basada en la dicotomía latifundismo-minifundismo, la cual
que se denominó como el tiempo de La Violencia partidista entre liberales y se ha materializado en la:
conservadores de los años 40 y 50. El momento de La Violencia, así mismo, se
convirtió en la más importante variable de expulsión de población campesina debilidad e incertidumbre sobre los derechos de propiedad, bajos niveles
de estas zonas templadas andinas, abiertas en el segundo momento colonizador, de ahorro y diicultad para consolidar e implementar sistemas de coopera-
hacia zonas aún más alejadas de los grandes centros urbanos y con condiciones ción, uso ineiciente del suelo, débil presencia del Estado, y discriminación
geográicas y ambientales más difíciles.
Con este proceso migratorio se generó la tercera etapa de ocupación territorial 45 La igura que a continuación se describe como colonato se diferencia del colonato
brasilero en cuanto este último fue una igura de aparcería, intermedia entre el trabajo
y la apertura más profunda de la frontera agrícola interna, de 1948-50 hasta la esclavo y el trabajo asalariado. El colonato representó una relación muy extendida de
actualidad. El modelo económico agro minero exportador fue variando hacia el dependencia laboral de mano de obra dentro de la gran hacienda cafetera brasileña
modelo de industrialización por sustitución de importaciones y donde, a la par de de comienzos del siglo XX. Como lo airma De Souza-Martins: “Era condición esencial
para lograr que se organizara el trabajo de la hacienda bajo el régimen de relaciones
la migración y expansión de la frontera agrícola, se incentivó la migración rural- no capitalistas de producción del colonato, que combinaba, por parte del propio colono,
urbana en el marco de los imperativos de una industrialización nacional acelerada. el pago en dinero, la producción directa de los medios de vida y el trabajo gratuito y
asalariado de trabajadores auxiliares” (De Souza-Martins, 1985, p. 12). En cambio, el
colonato en la región Atlántica fue, antes que una relación laboral de dependencia, una
44 Como lo airma Reyes, la economía del café “conformó una estructura de propiedad estrategia de apertura de tierras y, en un segundo momento, de adecuación funcional
más equitativa que la de los altiplanos y valles interandinos” (1987, p. 2). para la ampliación de la hacienda ganadera.

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y exclusión económica y social contra los pequeños propietarios” (Molina, comienzos del siglo XX y a través de él, la región se va conigurando econó-
2007, p. 14). micamente desde “actividades primarias, disputadas entre acciones de colo-
nización interna de bajos o ausentes soportes de legalidad y los procesos de
El problema que ha existido con estos procesos de colonización interna, economía de enclave, legalizados sobre la base de la represión y la violencia
contrario a lo que se podría pensar con respecto al conlicto histórico por la estatal” (ACVC, 1999, p. 14).
tenencia de la tierra y su posible resolución por apertura de nuevas zonas y el
consiguiente descongestionamiento, es que no se ha logrado: “desconcentrar El apoyo del Estado a las empresas extranjeras, tanto desde lo jurídico a
las tensiones sociales del campo […] sino que han ampliado la geografía de través de las concesiones de explotación de pozos y minas, como desde la mo-
los conlictos sociales por la lucha por el control de los territorios fronterizos” vilización de tropas del Ejército para ir abriendo espacios frente a los peligros
(Molina, 2007, p. 17). Los focos de conlictividad se han desplazado a nuevas que representaban las poblaciones indígenas como los Bari o los Yariguíes, en
zonas donde la institucionalidad del Estado ha llegado más tarde que los colo- un principio, y luego las guerrillas liberales y la actual insurgencia, fue una
nos. En términos de producción y uso del suelo, el resultado general del proceso constante en el proceso de ocupación territorial del Magdalena Medio y de
de ocupación territorial ha sido el de la acentuación del latifundio ganadero. El otras regiones (Roa, 2002). Como ya se enunció más arriba, la apertura y colo-
proceso de gran acumulación de tierras o latifundismo improductivo se hizo nización de los espacios de la frontera interna se dio de múltiples maneras. A la
posible, además, gracias a la constante histórica de la baja tributación sobre la par de la economía petrolífera se presentó, como ya se desarrolló más arriba, la
propiedad de la tierra, volviendo a ésta un bien de especulación vía valorización capitalización de tierras mediante la implementación de latifundios ganaderos
y de enriquecimiento a mediano y largo plazo. y, para inales de los años 50, la adopción del cultivo de la palma africana o
palma aceitera, sobre todo en el sur del departamento del Cesar y en la zona
Desde este contexto histórico, el Magdalena Medio se encuentra como norte del departamento de Santander. Treinta años más tarde, los cultivos de
ejemplo de ocupación regional entre la segunda y la tercera ola o momento hoja de coca habrán copado aún más espacios y habrán desplazado el eje de la
de avanzada en la colonización interna, en donde los diferentes modelos de conlictividad hacia lugares más remotos de la selva húmeda tropical existente.
desarrollo se han expresado en tensiones y luchas territoriales con importantes
grados de radicalización y polarización política. Los primeros intentos de ocu- A pesar de que cada una de estas formas de producción y de cultivos, esto es,
pación modernizante en el siglo XX, y como consecuencia de la inserción en el de modelos de desarrollo y de explotación, haya entrado en distintos momentos
mercado internacional de esta región, se dieron a partir del interés de las com- históricos, la presencia de cada uno de éstos seguirá conigurando las tensiones
pañías norteamericanas por la explotación de los recursos petroleros existentes. por el uso de la tierra en la región e irá quitando poco a poco posibilidades a
Para lograrlo, primero se pusieron en marcha los proyectos de construcción los cultivos de subsistencia alimentaria de la cultura campesina. Es comprensi-
de las líneas de ferrocarriles del Carare y de Puerto Wilches. La primera línea ble cómo estas formas de colonización, ni guiadas ni planiicadas por el Estado,
inconclusa y la segunda realizada; de igual manera abrieron la entrada de la sino dependientes en gran medida de los avatares del comercio internacional y
norteamericana Tropical Oil Company (Troco), luego vinieron compañías ho- en manos de intereses privados, han sido sinónimo de despojo de la tierra que
landesas, inglesas y alemanas, como la Soconi Vacum, Gulf y la Shell-Condor. los habitantes originarios han tenido que enfrentar. Los grupos que se han visto
Los años de 1918-1919 marcaron el punto de inicio histórico en la articulación directamente involucrados en tal dinámica de despojo han sido: “los que tenían
de la región del Magdalena Medio a la vida económica nacional y al mercado vinculaciones más precarias con la propiedad territorial en regiones poco conso-
mundial, al recibir los primeros trabajadores de la Troco, la cual, desde 1920 lidadas; sin títulos de propiedad ni catastros constituidos” (Reyes, 2009, p. 112).
hasta la nacionalización en 1950, esceniicaron el mayor número de conlictos La colonización puede traducirse en términos de paulatino proceso de despojo de
industriales de la región. Así mismo, de 1930 en adelante, la industria petrolera la tierra de las comunidades campesinas y de la adopción de formas productivas
fue un polo de atracción de mano de obra, en el que población campesina migró industrializadas, las cuales han ido arrinconando a las formas de vida basadas en
internamente hacia actividades obrero industriales, dejando a un lado su condi- la economía campesina minifundista hacia los límites de las fronteras regionales.
ción laboral campesina.
Así mismo, el resultado de los distintos momentos de despojo de las tie-
Junto a la explotación de hidrocarburos, la región fue presenciando la llega- rras se puede comprobar en la formación de elites locales y regionales, que en
da de otras compañías interesadas en recursos auríferos y maderables. Desde muchos casos se ha caracterizado por el ausentismo y por el poco interés en la

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industrialización de la producción agrícola. En el Magdalena Medio, los nue- acá, como abierto terrorismo de Estado mediante la desaparición, la tortura y la
vos terratenientes, muchos de ellos narcotraicantes, han seguido la lógica de la intimidación de líderes sociales o de simples campesinos que signiicaban un
vieja oligarquía ganadera de la compra y la apropiación de tierras para una pos- impedimento para los macro proyectos económicos.
terior valorización y especulación de los bienes adquiridos. En la mayoría de
los casos, las elites locales han permanecido en las zonas altas de colonización Presenciamos, desde una perspectiva amplia, tres formas de colonización
española, en los viejos cascos urbanos de las poblaciones andinas como Soco- de la frontera interna: (a) como tendencia más común, una colonización espon-
rro, Vélez, Pamplona Bucaramanga o Medellín, consolidando la representación tánea promovida por el Estado, desde las distintas administraciones guberna-
de una oligarquía blanca, terrateniente y patriarcal. mentales, pero bajo una constante política de incentivación de ocupación de
terrenos baldíos, (b) una colonización de tipo dirigido, la cual ha sido muy re-
Entre las cordilleras, en las zonas planas, esto es, en los valles interandinos, ducida y en casos muy puntuales, y (c) una colonización armada, característica
el espacio de poblamiento ha quedado reservado para toda esa masa de mes- de la mitad del siglo XX hasta la fecha.
tizos, negros y desclasados que no han tenido un lugar dentro de la sociedad
andina de los blancos. De esta forma es como Barrancabermeja ha llegado a ser La historia contemporánea de los ejércitos guerrilleros y paramilitares ha
el lugar por excelencia que recoge la visión no andina de esta: “tierra de perdi- sido la historia de la colonización promovida mediante las necesidades de los
ción, de negros, de prostitución y de comunistas” (Archila et al, 2006, p. 475). campesinos sin tierras, a partir de la creación de poblaciones adeptas y coop-
Enclavada más en la cultura de la Costa Atlántica que en la cultura andina, el tadas por uno u otro bando armado, en el afán de la conformación de lealtades
puerto petrolero de Barrancabermeja, a tan solo dos horas y media de la capital políticas, o desde la abierta coacción e intimidación que genera la presencia
santandereana, es un claro ejemplo de la constitución popular y mestiza de esa militar. En la base de la ocupación o colonización armada se encuentra el nuevo
otra tierra no andina de libertos migrantes. arraigo de antiguos migrantes desarraigados y la constitución de poderes loca-
les generadores de identidades políticas especíicas, funcionales, desde luego,
Haciendo una síntesis, podemos airmar que el singular proceso de construc- a los intereses y a las estrategias de guerra de los ejércitos dominantes en cada
ción del Estado colombiano se entiende, entonces, desde dinámicas políticas que espacio ganado (Ramírez, 2001).47 En algunos casos, como lo ha sido con los
han permitido una fuerte concentración de la tierra en zonas de poca o frágil ejércitos paramilitares, los actores armados serán un medio o instrumento más
institucionalidad y donde los particulares han resuelto la conlictividad por mano para lograr implementar modelos de desarrollo agrario especíicos, en otros
propia; aunque en múltiples ocasiones, las fuerzas represivas del estamento han casos, como en el de las actuales guerrillas, tendrá una mayor autonomía y
sido cooptadas por parte de quienes tienen más poder e inluencia local. Se podría unidad política.
airmar en términos generales, que el Estado colombiano, en tanto que regulación
normativa de los conlictos, llegó casi siempre en un segundo momento, atrasado, No obstante la homogeneidad que puedan llegar a proyectar las dinámicas
a la hora de moderar la convivencia en esta frontera interna ampliada constante- de avasallamiento territorial y de colonización interna, y, no obstante, el cons-
mente, cuando ya se habían instituido fuertes poderes locales y sin la capacidad tante aumento de la presión que las formas económicas de producción capita-
de ser un efectivo mediador en los conlictos de intereses. lista ha producido en el ámbito rural colombiano y latinoamericano a través
de la reducción de la diversidad agrícola implícita en la industrialización del
Aunque desde una óptica militarista y jurídica, el Estado colombiano estuvo agro y en la adopción de los monocultivos, debemos entender la formación
siempre por delante, anticipándose, al ser instrumento de apertura no controla- de la región como una conjunción de procesos de heterogeneización social,
da de la espacialidad regional.46 Esta instrumentalidad se materializó en múl- política y económica. Esta heterogeneidad fundamental se encuentra en las res-
tiples momentos como violencia encubierta en la legalidad de disposiciones puestas que los pueblos, esto es, que las bases sociales y las comunidades han
judiciales que permitían la persecución a sectores políticos y sindicales oposi- ido constituyendo como defensa y radical airmación de su autonomía frente a
tores al régimen bipartidista y, en otras ocasiones, desde la década del 70 para actores e intereses externos e internos a las comunidades regionales. Sería im-

46 El poco control y la escasa planiicación de la ocupación territorial del Estado se podía 47 Así, el rasgo fundacional básico de la guerrilla es más: “el anhelo por recomponer a tra-
apreciar desde un comienzo a través de la ley 61 de 1874 y la ley 4 de 1882, donde se vés de la resistencia armada una particular identidad campesina perdida por efectos de
permitía y se promovía “a los campesinos abrir incas en cualquier terreno inculto […] y la fuerte y sistemática presión de terratenientes y gobiernos anti-reformistas” (Ramírez,
aunque no tuviesen títulos escritos sobre él, no se podían desposeer” (Pérez, 2004, p. 66). 2001, p. 71).

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posible tener una imagen medianamente completa del Magdalena Medio si no principio”, ocuparon las áreas bajas del departamento de Santander: los pue-
revisáramos, en clave histórica, lo que han sido las luchas sociales de obreros, blos originarios Yariguíes, Carares y Opones. Estos pueblos eran cazadores y
campesinos y ciudadanos en general por resistir estas líneas de apertura y domi- recolectores nómadas que fueron famosos por su capacidad de resistencia ante
nación territorial, económico-políticas, proponiendo alternativas en las formas las múltiples incursiones de los encomenderos españoles y los intentos de fun-
de producción y de reproducción de la vida social. dación de asentamientos; temidos por el uso de dardos y lechas envenenados,
llegaron incluso a comprometer el desplazamiento y el comercio entre Santa Fé
de Bogotá, la capital del virreinato de Nueva Granada, la ciudad de Vélez y el
puerto de Cartagena de Indias, para el siglo XVII.50
3.1.2 La construcción histórica de las resistencias,
sus imaginarios y las luchas sociales como respuesta Uno de los personajes que pasó a la historia como símbolo de la resistencia
a la formación regional del Magdalena Medio48 indígena fue el cacique Pipatón, el cual sigue estando presente en la memoria
de los habitantes de Barrancabermeja (ver registro fotográico 5). Uniicador
de las etnias Yariguí y Carare, el cacique se convirtió en una leyenda de re-
Las formas históricas de apropiación del territorio han desbordado los intentos beldía al escapar de las autoridades españolas luego del cercenamiento de sus
de sectores y de actores económicos y políticos que han pretendido construir la talones y de seguir luchando por más de diez años contra los colonizadores.
región homogéneamente e integrar a sus pobladores en un modelo de desarro- Se estima que el pueblo Yariguí estaba constituido por unas 50.000 personas
llo agroindustrial moderno, altamente inequitativo y con el constante recurso hacia el año 1536, año de llegada de Jiménez de Quesada a la región. Luego
a la violencia, tanto legítima como ilegítima. Desde un inicio, esto es, desde de más de 300 años de luchas y de combatir enfermedades contra las cuales
que se tiene registro documental, el Magdalena Medio fue elaborando tramas no tenían defensas, en épocas republicanas, hacia 1860, todavía estaban en pie
de signiicación emancipatorias con respecto a la identidad colectiva de sus aproximadamente unos 15.000 yariguíes. Y es en el lapso de 1880 a 1920 que
pobladores.49 Este imaginario colectivo se fue nutriendo de acontecimientos se produce la debacle poblacional, pasando de 10.000 a tan sólo 500. En el año
que mostraban la capacidad de las comunidades de negarse a la imposición de de 1940 estaban totalmente extinguidos (Pinilla, 1990). Con la extinción de los
las voluntades ajenas y a los intereses foráneos. A continuación se presentaran Yariguíes y Carares quedaría cerrada esta línea histórica de resistencia social,
algunas de esas líneas históricas que han permitido la composición de este ima- desapareciendo de la región el elemento indígena.
ginario de libertad y resistencia social.
Pero esta trama basada en el imaginario de la resistencia se fue nutriendo, así
La ediicación de este ethos basado en la resistencia social y la rebeldía tuvo mismo, con el levantamiento de los Comuneros, primer movimiento campesino
una de sus líneas más marcadas en la tradición ancestral de quienes, en “un del que se tenga conocimiento en Colombia, para el año de 1781 y, en especial,
con las iguras de José Antonio Galán y de Manuela Beltrán. Antecedente del
proceso de Independencia, el levantamiento popular se produjo a partir de las
48 No sobra aclarar que esta construcción del imaginario social es un recurso puesto en
marcha por los colectivos y los actores que han intentado llevar a cabo la reapropiación medidas estipuladas en las reformas borbónicas que dictaminaron el aumento
de la territorialidad regional. Estamos de acuerdo, entonces, con la posición crítica de de los impuestos en el tabaco, el algodón y el aguardiente en las provincias
Archila cuando airma: “sin duda esas expresiones de resistencia existieron, lo que es del Nuevo Mundo. La reacción coyuntural que reclamaba, en un principio, un
discutible es la supuesta continuidad que se atribuye a las lucha sociales, cuando ya
hemos establecido que la región como tal es reciente y ha sido construida por múltiples
“buen gobierno” (García, 2007), preservando la igura de la monarquía espa-
actores. […] se trata, por tanto, de una ʽtradición inventadaʼ que busca legitimar las ñola, terminó en un movimiento de reivindicación de los esclavos, indígenas y
acciones colectivas en la región” (Archila, et. al, 2006, pp. 483-484). Por eso es mejor mestizos, y sobre todo, de libertad para los negros y no pago del tributo indíge-
hablar de tramas que rompen con la continuidad de la apropiación territorial, pero que na. Luego de una travesía por el Magdalena Medio que le lleva a la liberación
igualmente son fragmentarias, y que son retomadas en diferentes momentos como
parte de un mismo discurso libertario. de cientos de esclavos negros de distintas haciendas y de formar tumultos en
49 La dimensión emancipatoria de la región en cuanto dimensión simbólica y de represen-
tación cultural ha sido un elemento presente tanto en los colectivos y pobladores como 50 Referencia de archivo documental en el que el oidor Luís Henríquez exponía la feroci-
en los estudios regionales, en los que se destacan las imágenes imperativas de ser la dad de las tribus asentadas en las riberas del río Magdalena y sus aluentes. Tomado
“tierra de la radicalidad y el inconformismo político” (Bolívar, 2006, p. 415). de Moncada (1993, p. 72).

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otras poblaciones de Cundinamarca, Galán es apresado, ejecutado y su cadáver obreros y la criminalización de la protesta social, así como la aplicación estraté-
desmembrado por las autoridades coloniales en el año de 1782. No obstante, gica de la proclamación constante de la ilegalidad de las huelgas.
Galán es un símbolo de lucha que sigue estando presente en el departamento de
Santander, el cual ha sido retomado por distintos movimientos sociales.51 Alrededor de la USO y de otros sindicatos obreros, nuevos sujetos colec-
tivos fueron tomando fuerza desde el objetivo de llevar a cabo sus luchas rei-
En tanto que frontera abierta, el Magdalena Medio fue, de igual manera, una vindicativas y de reapropiación de la región. Igualmente inspiradas por el PSR,
amplia zona de recepción de población que huyó reiteradamente de los distintos luego Partido Comunista (PC), las Ligas Campesinas de la década de 1920
tipos de violencia por las que pasó la República desde su fundación. Lugar de fueron el antecedente más claro de los primeros intentos de organización cam-
refugio, sobre todo para liberales perseguidos por los gobiernos conservadores, pesina nacional. Tales intentos se generaron entorno a la igura de la hacienda
la región se fue conformando como espacio de libertad, en el sentido de opor- como forma productiva.52 Hay que recordar, en este punto, que la hacienda se
tunidad para no estar atado a las instituciones estatales o al dominio partidista encontraba en Colombia en un momento de declinación y de confrontación con
y, a su vez, en el sentido de espacio de reconocimiento entre iguales que se nuevas formas de producción industrial. El problema con el que se enfrenta la
hicieron a una identidad mediante las luchas dadas por el mejoramiento en las continuidad de la economía hacendaria hacia comienzos del siglo XX es que
condiciones laborales y de vida. las nuevas élites industriales y comerciales “tratan de ampliar el mercado in-
terno de mano de obra y de mercancías”, mientras que “la hacienda perpetúa
Desde esta segunda dimensión, gran parte de las respuestas generadas a cau- patrones de producción y consumo muy restringidos” (Bejarano, 1987, p. 42).
sa de la llegada de actores económicos extranjeros estuvieron arraigadas en la Así es como, por un lado, la hacienda continuó teniendo sujeto a un número
conformación de las primeras organizaciones de carácter obrero, esto es, el importante de población campesina en condiciones de aparcería y terraje y, por
primer sindicato obrero industrial del país: la Sociedad Unión Obrera, rebauti- otro lado, la oferta laboral empujaba a cada vez más personas hacia formas de
zada en 1934 como Unión Sindical Obrera (USO). Fundada en 1923, la USO producción asalariadas, de carácter obrero y urbano.
fue constituyéndose como el principal actor social de la región, el cual sintetizó
las demandas de una nueva clase de trabajadores, valiéndose esencialmente de Dentro de estas tensiones, las principales demandas de jornaleros y peones
las huelgas como instrumento de presión y de negociación laboral. A partir del agrícolas estuvieron dirigidas hacia el mejoramiento de las condiciones de tra-
apoyo dado por el entonces PSR, Partido Socialista Revolucionario, la huelga bajo, consistentes en el: “pago de las mejoras a los arrendatarios, indemnización
de 1924 fue el comienzo de una larga lista de movilizaciones obreras en las que en el caso de expulsión de las haciendas, mayor participación en las cosechas,
las demandas de mejoramiento de las condiciones de trabajo condujeron poco a supresión de formas de renta en servicio o especie, mejor alimentación y ropa
poco hacia la politización del sindicalismo y hacia la adopción de una política de trabajo adecuada” (Tobasura, 2006, p. 65). No obstante, en el tránsito de los
de nacionalización de los recursos naturales (Romero, 1994). años 20 a los 30 se produjo el primer viraje en el repertorio de reivindicaciones
del mundo campesino: de los reclamos por las condiciones de trabajo se pasó al
Uno de los resultados más visibles, luego de años de movilizaciones, fue la cuestionamiento de la propiedad y el uso de la tierra. De esta forma, la presión
nacionalización de la explotación petrolera, con la creación de la estatal Empresa por la tenencia y titulación se hizo sentir dentro y fuera de la hacienda.
Colombiana de Petróleos, (Ecopetrol), en 1951. Esta politización del movimiento
obrero será más adelante, hacia los años 60 y 70, la generadora de la imbricación Las ligas campesinas y las ligas de colonos fueron, entonces, ese espacio de
con grupos guerrilleros, sobre todo como apoyo estratégico con frentes del ELN. reconocimiento que unió desde peones y jornaleros hasta pequeños propietarios
Sin embargo, para los años posteriores, años en que el fenómeno del paramili-
tarismo toma fuerza, esta conexión entre sindicalismo petrolero y guerrillas iz- 52 No se puede desconocer que las formas de producción semiservil y colonial de la
quierdistas representó la oportunidad del ataque indiscriminado hacia los líderes hacienda no fueron homogéneas. En algunas regiones del país imperó la hacienda de
estilo ganadero, especialmente en la Costa Atlántica, en otras, fue una hacienda de
trapiches, molienda y procesamiento de caña de azúcar, en otras lo imperante fue un
51 La continua referencia y apropiación del movimiento de los Comuneros y de José An- tipo de hacienda cafetera. En cada una de éstas, las relaciones de trabajo o de pro-
tonio Galán como estandartes de la luchas emancipatorias cubre un amplio espectro, ducción ponían un énfasis distinto en la clase de remuneración para los campesinos e
el cual va desde la adopción de grupos guerrilleros, como el ELN al fundar frentes con indígenas: desde el grado más servil de la relación de trabajo con el hacendado, como
el nombre del líder, hasta el nacimiento de movimientos cívicos urbanos como el de el terraje en los antiguos resguardos indígenas, hasta un grado casi autónomo de rela-
Comuneros 81. ción contractual como la aparcería. Ver al respecto, González (1985) y Arango (1987).

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y arrendatarios que entraron a luchar por la titulación de tierras, tanto externas, cas de la UNIR, fundada por Jorge Eliécer Gaitán, y por el PSR. No obstante, las
de baldíos, como internas, fragmentando el latifundio hacendario. Aquí es donde mismas organizaciones campesinas, como la del Sumapáz, alcanzaron a fundar su
comienzan a darse las primeras invasiones de tierras, en tanto que práctica cam- propia representación política a través del Partido Agrario Nacional (PAN).
pesina de reapropiación del recurso fundamental para su reproducción social.
Uno de los puntos más altos de la acción organizativa campesina se logra
Uno de los efectos de las luchas campesinas de estos primeros años se va en 1942, con la fundación de la primera asociación de carácter nacional, en la
a ver relejado en las disposiciones legales tomadas por el estamento político igura de la Federación Campesina e Indígena. La relación con otros sectores
al promulgarse la ley 74 de 1926, en la que se reconoce por primera vez en la sociales subalternos también llegó a ser, para este período, estrecha y solidaria,
historia del país la función social de la tierra, autorizándose, además, la posi- mediante la asistencia a congresos realizados por la entonces Confederación
bilidad de expropiación estatal de tierras no cultivadas. Este logro político del Obrera Nacional (CON) y por la Central de Trabajadores de Colombia (CTC).
campesinado organizado se vio refrendado diez años más tarde al aprobarse la Se puede apreciar cómo, desde un inicio, la organización campesina se fue
ley 200 de 1936, donde se estipulaba además la creación de jueces especiales identiicando como actor dentro de una red de actores sociales de base, aunque
para la resolución de los conlictos agrarios (Pérez, 2004). casi siempre a partir de propuestas y respuestas locales regionales, a excepción
de la Federación Campesina e Indígena, a la cual le permitieron una breve exis-
Sin embargo, tales leyes generaron un efecto contraproducente, pues se die- tencia nacional de sólo diez años de vida.54
ron reiteradas expulsiones de campesinos por el miedo de los terratenientes a
una mayor fragmentación de sus haciendas, vía expropiación estatal, y con el De igual forma, junto a las luchas de obreros y campesinos, otros sectores
objetivo de llevar a cabo la reincorporación de la población campesina en con- sociales fueron tomando una voz propia en el intento de reapropiación de la
diciones de asalariados. La respuesta deinitiva de los grandes terratenientes territorialidad regional. Las luchas cívicas de usuarios de servicios públicos, de
se da en el año de 1944 con la expedición de la ley 100, en la que se legalizan mujeres y de estudiantes fueron complementando históricamente el repertorio
los contratos de aparcería y en donde se niega cualquier posibilidad de reforma de demandas sociales y de derechos, con el objetivo de potenciar sujetos colec-
profunda a la estructura de tenencia de la tierra. La cuestión agraria es así la tivos y promover una ciudadanía plena en la región.
coniguradora fundamental de la conlictividad social en todo el país para me-
diados del siglo XX. Así es como la Organización Femenina Popular (OFP) nace, hacia 1972-73,
a partir de la igura de los Clubes de Amas de Casa y por iniciativa de la Pastoral
La otra parte de la respuesta de los latifundistas y de la élite política conser- Social de la Iglesia Católica de Barrancabermeja, desde el objetivo de mejorar,
vadora consistió en el asesinato en 1948 del líder popular Jorge Eliécer Gaitán, primero, el entorno habitable y, más tarde, ser una radical oposición a la guerra y
desatándose así el periodo denominado como La Violencia. Cabe destacar que a la violencia en todos sus niveles: económica, política, social e intrafamiliar (ver
esta respuesta venía dándose desde el constante tensionamiento de las luchas en- registro fotográico 6).55 Desde el trabajo básico del mejoramiento de las con-
tre campesinos y terratenientes por la tenencia y el uso de la tierra desde varios diciones materiales de vida, referidas a las necesidades básicas de la población
años atrás, y tal asesinato signiicó el momento cumbre de la violencia biparti- urbana y rural, hasta la conciencia política de la noviolencia, en articulación con
dista, el cual logró desarticular por varias décadas la organización campesina.53 la iniciativa “cadena de mujeres contra la guerra y por la paz”, la OFP ha sido una
Al igual que lo sucedido con los actores sindicales, las luchas campesinas estu- resistencia al empobrecimiento y a la exclusión que se articula en la defensa
vieron, desde un comienzo, fuertemente inluenciadas por actores políticos como de las libertades, los derechos, la vida, el salario y el trabajo […] luchando
los partidos de izquierda. La primigenia organización campesina colombiana se
presentó como una experiencia política de base, receptora de las líneas ideológi-
54 La airmación anterior está desprovista de cualquier carácter subjetivista, puesto que
la lucha por la desarticulación y desorganización de las asociaciones campesinas llegó
hasta el punto de aplicar, por parte de la elite terrateniente, estrategias como la del
53 En palabras del propio Mondragón: “Conquistas logradas fueron destruidas, por ejem- envenenamiento de altos dirigentes como fue la muerte de José Gonzalo Sánchez,
plo, fueron desbaratados los baluartes de Córdoba y el Cabildo y Resguardo de Ortega presidente de la Federación Campesina e Indígena, en 1952.
y Chaparral que habían sido reconstituidos en 1937. En el Cauca se desconocieron
nuevamente los títulos indígenas y se agudizó el terraje. En Tubará, Atlántico, dejó de 55 Para un desarrollo más extenso de la evolución de la OFP y la transformación de sus
funcionar el Cabildo indígena” (Mondragón, 2002, pp. 28-29). demandas, ver García (2006, pp. 271-276).

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por la reconstrucción de los espacios intervenidos por la especialidad de los sociales, como lugar de emancipación política y de creación de alternativas
actores armados (Ramírez, 2001, p. 14). económicas.56

A la par de la consolidación de la OFP, en el año 1975 se fue conformando Necesitamos ahora adentrarnos en las prácticas concretas que las luchas
un movimiento cívico que tuvo una gran inluencia en la dinámica de confor- campesinas han venido desarrollando, con los objetivos de comprender la pro-
mación del puerto petrolero y lugares aledaños, desde la exigencia del mejo- fundidad del fenómeno organizativo y reconstruir el sentido de sus dinámicas
ramiento en la prestación de los servicios de acueducto, alcantarillado, ilumi- emancipatorias, para lo cual hemos tomado dos de las más representativas aso-
nación y el mejoramiento de vías, hasta la reivindicación de la calidad y la ciaciones de campesinos del Magdalena Medio: La Asociación de Trabajadores
cobertura de la educación básica y la prestación de servicio de salud. Campesinos del Carare y la Asociación de Campesinos del Valle del Río Cimi-
tarra. A partir de este momento, las voces de las personas con las que se pudo
Los paros cívicos de 1975, 1977 y 1981 permitieron de manera coyuntural compartir vivencias y momentos de diálogo hacen una más explícita presencia
el nacimiento de asociaciones civiles como el Comité Cívico Popular, el cual se narrativa para construir el relato de sus luchas sociales de resistencia a la vio-
transformó en el Movimiento Cívico, Obrero y Campesino y éste en la Coor- lencia política regional y a la más profunda violencia estructural histórica.
dinadora de Solidaridad, ya para la década del 80. La Coordinadora Popular
de Barrancabermeja será la organización encargada de sintetizar todos estos
esfuerzos de años de luchas sociales, al preparar y llevar a cabo el primer gran
paro cívico por la vida en Colombia, en abril de 1987. Meses más tarde surgiría 3.2 El nacimiento de la Asociación de Trabajadores
la Corporación para la Defensa de los Derechos Humanos (Credhos), con el Campesinos del Carare (ATCC) y de la Asociación
respaldo de todo el sector social y sindical organizado, y como iniciativa de la Campesina del Valle del río Cimitarra (ACVC)
Coordinadora Popular.
Con el transcurrir del tiempo, el común denominador de las organizaciones Como antecedente histórico del fenómeno asociativo campesino tenemos que
cívicas del Magdalena Medio fue la convergencia hacia demandas relacionadas empezar por recordar que, para los años 60, la conlictividad generada por la
con la cuestión de la construcción de paz y la limitación del poder de los actores violencia bipartidista había sido, de alguna forma, canalizada a través del pacto
armados en los ámbitos locales. Esta paz se fue nutriendo de una concepción entre el Partido Liberal y el Partido Conservador, en lo que se denominó el
amplia en la que cabían tanto los diálogos y la concertación con dichos actores, Frente Nacional, esto es, el acuerdo de alternancia entre estos dos partidos para
como todas las cuestiones relacionadas con el tema del desarrollo y el bienestar la sucesión en la Presidencia, así como para la repartición de puestos burocráti-
económico de la población. cos en el Congreso, durante 16 años, a partir de 1958.
Podemos apreciar cómo la región del Magdalena Medio se fue constituyen- A pesar de las críticas que tal pacto generó, referidas a la exclusión de la par-
do lentamente, sobre todo en el trascurso del siglo XX, en una espacialidad ticipación política institucional de sectores no pertenecientes al bipartidismo y de
signada por las tensiones sociales entre actores e intereses contrapuestos, des-
de la dinámica de la apropiación, la reapropiación, la negación y la airmación
de identidades, modelos de desarrollo económico y formas de participación 56 Como sucede a menudo con las representaciones y las signiicaciones culturales, la
identidad campesina es utilizada de diferentes maneras y desde valores contrapues-
políticas excluyentes e incluyentes. A pesar de la diversidad de formas or- tos. Esta recurrencia a lo campesino está en la raíz misma del conlicto colombiano y
ganizativas y de identidades derivadas de éstas, las cuales han representado del uso que le han dado los actores armados, que desde las guerrillas izquierdistas de
en múltiples ocasiones falta de unidad, la identidad campesina ha seguido los años 60 hasta los paramilitares de los 90 y sus organizaciones fachadas, se han en-
teniendo un peso fundamental en la conformación de la región y en la con- tendido como parte integrante de esa identidad. Ver para complementar esta relexión
Archila et. al (2006, pp. 497-502). Sin embargo, tal vez sería conveniente movernos
cepción territorial, a pesar de la inobjetable presencia y signiicación del fac- hacia relexiones más abiertas como las de Salgado & Prada (2002), en las que esta
tor obrero-petrolero urbano. Como diría Archila, el “peso de lo campesino” recurrencia pluralista hacia la identidad campesina está mostrando más bien un inte-
sigue siendo uno de los núcleos principales en la representación colectiva de resante proceso de formación cosmopolita, en los que los espacios campesinos están
siendo atravesados por múltiples actores, tipos de capital y organizaciones nacionales
esta región que se ha pensado como espacio reapropiado de las resistencias
e internacionales.

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sectores opositores, el Frente Nacional tuvo la efectividad de disminuir los ín- Pero como se puede apreciar, este intento de uniicación organizativa tuvo una
dices de violencia en casi todo el territorio. La cuestión agraria fue nuevamente fuerte inluencia institucional del estamento y, por lo tanto, estuvo sujeta a los
puesta en escena nacional y la población campesina pudo volver a organizarse cambios en las administraciones gubernamentales. Así es como, en el siguiente
en asociaciones locales y regionales, sobre todo desde los años 1961 y 1962. período presidencial, se dio la respuesta a la estrategia campesina de la toma
de tierras y surgió el pacto entre los partidos tradicionales y los representantes
A la par de este proceso político nacional, el contexto internacional estu- de los principales gremios: el pacto de Chicoral o chicoralazo, en el que, por
vo marcado por la polarización ideológica entre el comunismo soviético y el medio de la ley 4ª y 5ª de 1973, se concretó un importante impulso por medio
capitalismo norteamericano, en el marco de la Guerra Fría. Como se sabe, en de subsidios estatales a las grandes empresas agroindustriales, sobre todo de
América Latina el avance del bloque comunista, sintetizado en la Revolución caña de azúcar, cereales, banano y palma africana, y así imposibilitar accio-
Cubana, representó una amenaza para los intereses hegemónicos de los Estados nes de extinción de dominio sobre tierras no productivas.57 Más adelante, para
Unidos y su modelo de sociedad y de economía. Los medios para contrarrestar 1980, se cerrará deinitivamente la práctica campesina de invasión, al aumentar
el inlujo del comunismo en la subregión estuvieron deinidos por una amplia las penas por este delito mediante el decreto 100, expedido por el gobierno de
gama de estrategias culturales, militares y económicas que fueron aplicadas Turbay Ayala.
sistemáticamente, desde la abierta aceptación y apoyo de golpes de Estado,
pasando por la elaboración de manuales contrainsurgentes, hasta la adopción Carente de un proceso originario de base, la ANUC verá deshacer su uni-
de políticas reformistas en el campo. dad para comienzos de los años 80, dividiéndose entre un ala oicialista, la
ANUC-Armenia, y un ala radical ANUC-Sincelejo, permitiendo el surgimiento
El programa de la Alianza para el Progreso del gobierno Kennedy impulsó de organizaciones con un área de inluencia menor, con diicultades para una
en Colombia una visión desarrollista del campo que se materializó en la ley 135 coordinación a nivel nacional, pero con demandas, objetivos y políticas propias
de 1961 o de reforma agraria. La creación del Instituto Colombiano de Reforma y especíicas de cada localidad. La lucha por la tierra se transforma, pasando
Agraria (Incora) fue uno más de los intentos por modernizar y democratizar la del reclamo general por una mejor distribución a “pliegos más elaborados sobre
estructura bimodal de la tierra, mediante recursos como la expropiación y ex- aspectos puntuales de la vida campesina, con un análisis más cuidadoso sobre
tinción de dominio. Pero la aplicación de la ley de reforma agraria se encontró la política y la coyuntura agraria” (Suhner, 2002, p. 47). Y como veíamos en el
con el recambio del gobierno conservador de Guillermo León Valencia (1962- capítulo anterior, la mayor problemática para el primer lustro de los años 80 fue
1966), el cual preirió combatir militarmente las células guerrilleras remanentes la intensiicación del conlicto armado. Desde este marco histórico surgieron
del conlicto bipartidista, por medio de la abierta represión y exterminio de lo asociaciones campesinas de carácter autónomo y con demandas centradas en la
que se llamó las “repúblicas independientes”, o municipios receptores de gue- resolución pacíica del conlicto.
rrilleros liberales en armas, que no habían negociado su entrega con el gobierno
de general Rojas Pinilla, en 1957.

Así que solamente hasta 1968, a través de la ley 1ª, se abrió el paso para 3.2.1 La experiencia de la Asociación de Trabajadores
hacer efectiva la ley 135 y fue por iniciativa del gobierno de Lleras Restrepo Campesinos del Carare (ATCC) y el derecho a la defensa no
que se conformó,en el año de 1962, la Asociación Nacional de Usuarios Cam-
armada: “Con esta comunidad no cuenten para la guerra”
pesinos (ANUC), asociación de carácter nacional, la cual fue auspiciada por el
Ministerio de Agricultura del gobierno liberal de aquel entonces. Esta organiza-
ción nacional logró la unidad del campesinado, la cual le permitió realizar una La región del Carare-Opón, en el sur del departamento de Santander y al sur del
política de invasión de tierras como forma de presión contra los terratenientes Magdalena Medio, (ver en mapa 1, el territorio corresponde a los municipios
que se negaban a la expropiación por falta de explotación de sus tierras. Entre
1970 y 1972 se lograron alrededor de unas 1.000 tomas de haciendas.
57 En palabras de Tobasura: “La gran propiedad latifundista, con la ayuda de créditos
La ANUC se convirtió en la organización aglutinante de todas las demás or- que el gobierno le facilitó, intensiicó el uso de los suelos, para alcanzar los mínimos de
productividad y evitar la expropiación, sin considerar los costos ambientales y sociales”
ganizaciones locales de campesinos durante los años 70 y comienzos de los 80. (Tobasura, 2006, p. 11).

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de Cimitarra, Landázuri, Bolívar, El Peñón y Puerto Parra), arribó en el año La ausencia de instituciones sociales del Estado y la no resolución de las
de 1987 a uno de los momentos más álgidos de la violencia política en toda necesidades básicas de la población (servicios de acueducto, alcantarillado o
su existencia. Desde inales de los años 70 la población civil experimentaba el la implementación de puestos de salud y la construcción de vías), así como la
constante asedio e intimidación de los diferentes actores armados. A mediados desproporcionada fuerza con la que irrumpían los actores armados estatales,
de abril de ese año, el capitán del Ejército Mauricio Betancourt deinía el impe- llevaron de alguna manera a la adopción de la idea de justicia social, desde la
rativo militar dado a los campesinos del Carare-Opón, el cual se basó en que: que los grupos guerrilleros lograron insertarse en la región. El slogan promul-
“en el término de 10 días optaran por unirse a cualquiera de los grupos armados, gado, en el que: “el rico será menos rico y el pobre será menos pobre”60 implicó
armarse en autodefensa, abandonar la región o morirse.”58 la puerta de entrada en la participación y colaboración del campesinado con las
fuerzas guerrilleras, las cuales se arrogaron la representación de los intereses de
Como se puede deducir de este mandato autoritario por parte de las fuer- quienes casi siempre habían estado marginados de las riquezas rurales.
zas militares, el espacio y la territorialidad campesina se encontraban en aquel
entonces atravesados por actores armados de todas las tendencias ideológicas. No obstante, el costo de esa gradual decisión colectiva implicó el involucra-
Los frentes 11 y 23 de las FARC venían dando una fuerte pelea por el domi- miento en una dinámica de guerra que trajo la muerte a aproximadamente unas
nio de esta región, la cual implicaba el hacerse a un corredor estratégico que 580 personas en el lapso de 5 años, de 1982 a 1987 (Ferreira, 2008). Al igual
permitía la salida al río Magdalena, con lo cual se tendría inalmente acceso que en otros zonas del país, la violencia política fue la constante dinamizadora
al Caribe. Los paramilitares agrupados con el nombre de MAS, los “macetos” de los procesos sociopolíticos durante esos años en la región del Magdalena
como se les llamó en la zona, venían “subiendo” desde su lugar de creación Medio colombiano. Como se demostró más arriba, todos los actores armados
en el departamento de Boyacá, en expansión de su inluencia hacia regiones fueron construyendo un tipo de territorialidad basada en relaciones autoritarias
con fuerte presencia guerrillera para realizar la estrategia de limpieza de zonas y los intereses de la mayoría eran disputados por actores externos a la comuni-
“rojas”, tratando de dejar “sin agua al pez”, como ellos mismos denominaban dad campesina.
la arremetida contra la población civil adepta a la guerrilla.
La singularidad de la respuesta que fue surgiendo de la comunidad del Cara-
Por su parte, el Ejército se encargaba por todos los medio de concretar las re se basó en ir más allá de las cuatro alternativas que el capitán Betancourt sin-
políticas de militarización estatal del campo que desde el año 1977 empeza- tetizaba. En palabras del líder comunitario Luís Carlos Restrepo, se airmó: “ni
ron a aplicarse como fórmula de lucha contrainsurgente, la cual, como ya se nos vamos, ni nos morimos, ni les seguimos colaborando a ningún grupo, ni nos
dijo, fue refrendada por medio de la adopción del Estatuto de Seguridad del armamos” (L.C, Restrepo, comunicación personal, agosto, 2009). Comenzó a
presidente Turbay Ayala, un año más tarde.59 Y en el centro de la escena, la gestarse, entonces, lo que el pastor adventista, don Simón Palacios, acertó en
población civil campesina, que por múltiples y diversas circunstancias se fue llamar la “campaña silenciosa”: el ir mirando posibilidades de acción colectiva
involucrando poco a poco en el conlicto armado. a través del diálogo personal y en voz baja, “de uno en uno”, para responder al
ultimátum militar, puesto que estaba prohibido por el Ejército cualquier reunión
que excediera las tres personas.
58 Reconstrucción de los primeros hechos de la organización aportados por los líderes
fundadores Simón Palacios y Ramón Córdoba, mediante entrevistas realizadas en el La entrada al pueblo de La India por parte de los “macetos”, días más tarde,
mes de agosto de 2009, corregimiento de La India, Santander. permitió hacerle ver a la comunidad cuán frágiles y desprotegidos estaban pre-
59 Dentro de una de las estrategias aplicadas por el Ejército en la región del Carare es- cisamente de esas fuerzas guerrilleras a las cuales les brindaban colaboración y
pecíicamente estuvo la de la implantación de una carnetización para todos los pobla- que no pudieron responder ante la incursión de sus enemigos en territorio pro-
dores, llamada “el tránsito libre”, la cual implicaba el traslado y presentación de cada pio. Esa fue la excusa perfecta que permitió tomar la fuerza suiciente para que,
campesino al batallón Rafael Reyes cada 15, 20 o 30 días, con el in de ser refrendado
dicho carnet y así tener el control de la población y de los elementos externos que lle-
en cabeza de los líderes Josué Vargas, Simón Palacios, Ramón Córdoba, Héc-
gaban o se movían en la zona. Prácticamente todos las fuentes orales recuerdan aún tor Piñeres, Excelino Ariza, Salomón Blandón, Manuel Serna, Oswaldo Perea,
con dolor aquella época que duró hasta el año 1985, donde el no estar a “paz y salvo”
acarreaba la detención y posterior tortura. Ver, igualmente, Hernández (2004), Galvis
(2005, p. 175) o como quedó consignado en su plan de desarrollo ATCC-CDPMM-PDR 60 Expresión recurrente a través de las entrevistas realizadas a los líderes fundadores de
(2004). la Asociación del Carare y de los pobladores más viejos de la región.

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Fernando Chávez y Saúl Castañeda, se movilizaran al encuentro de los jefes El resultado fue, según cuentan testigos, el abierto reconocimiento, por parte
guerrilleros del frente 23 de las FARC en la vereda llamada El Abarco y luego del Ejército, de las formas de acción pacíicas y el cese de las extralimitaciones de
en la vereda La Zarca. Esa primera gran reunión con la guerrilla fue el ladrillo las fuerzas militares sobre la población civil: “El general dijo: si todo el mundo
fundacional de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC), reaccionara como están reaccionando ustedes, el país cambiaría. Cuenten con no-
en ella el silencio y el miedo se transformaron en la consciencia política de la sotros, cuenten conmigo para colaborarles.” (R. Córdoba, comunicación personal,
primera comunidad campesina de paz de Colombia. De la siguiente manera es agosto, 2009). Así mismo, los demás coroneles expresaron su sorpresa airmando:
recordada por uno de los fundadores de la Asociación del Carare, don Ramón
Córdoba: En ninguna parte de Colombia hemos oído eso, esta es la única región que
hemos escuchado tal postura. Esto va a salir por la noticias porque en nin-
Frente a los tres comandantes nosotros les dijimos: señores guerrilleros no- guna parte de Colombia los campesinos renuncian a la guerrilla y ahí están
sotros les pedimos esta invitación porque ya estamos cansados con lo que las bases para que recurran a nosotros (S. Palacios, comunicación personal,
ustedes están haciendo con nosotros. ¿Ustedes recuerdan con qué política agosto, 2009).
llegaron a esta región?¿La política no era que el pobre iba a ser menos pobre
y el rico menos rico? ¿Y hoy dónde está el Carare? ¿Cómo está? Solo, aban- De esta forma surge la experiencia de construcción de paz desde la organi-
donado, sólo se ven viudas y huérfanos, porque ustedes mismos tienen arrui- zación campesina autónoma más antigua del país. Desde la consigna de lucha
nados a esta comunidad que los ayudó. Luego vino Josué y les dijo: De aquí por: “el derecho a la vida, la paz y al trabajo”, la Asociación del Carare se fue
en adelante señores cuenten con que ustedes no reciben beneicio de ningún convirtiendo en organización defensora de la comunidad del Carare, a través
campesino. Y el campesino que los ayude arrastrará las consecuencias, pero de una ilosofía de acción fundada en la Noviolencia activa, en la que la comu-
no la paz (R. Córdoba, comunicación personal, agosto,2009). nidad es propietaria del derecho de quedar por fuera del conlicto armado. Así
mismo, este derecho se expresa en todo el territorio de inluencia de la asocia-
Según cuentan otras fuentes orales, la reunión inalizó con las siguientes ción, el cual es de unas 94.126 hectáreas pertenecientes a los municipios de Ci-
palabras de Josué Vargas Mateus: mitarra, Landázuri, Bolívar, El Peñón, Sucre y La Belleza (ver mapa 4). Como
se lee reiteradamente en las pancartas que señalan la pertenencia a la asociación
Comandantes de las FARC, ya son las cinco de la tarde, no hemos llegado de cada vereda: el “con esta comunidad no cuenten para la guerra” ha sido un
a acuerdos y tenemos que irnos, pero les vamos a decir lo siguiente: hasta escudo simbólico para combatir a los actores armados que siguen transitando
hoy el Carare les sirve a ustedes, y de ahora en adelante los que mandan en por la región (ver registro fotográico 7).
esta región, aquí, somos nosotros los campesinos, y ustedes ya no tienen
más hermanos aquí. Hasta hoy mandan ustedes, y de hoy en adelante, ni un La paz entendida como noviolencia activa se plasmó desde el comienzo del
campesino más muerto, no les vamos a trabajar más.61 proceso con el primer comunicado público, distribuido en todo el territorio del
Carare-Opón como una muestra de la identidad y de la existencia efectiva de la
Ante la sobrevivencia del encuentro y la respuesta positiva de los coman- asociación. En éste se podía leer:
dantes guerrilleros, dada días más tarde, basada en el no involucramiento de
la población civil en el conlicto y la no demanda de ayudas, los campesinos Nosotros, los habitantes del Carare, Santander, manifestamos el rechazo a
del Carare comprendieron que debían hacer lo mismo con los otros actores todas las formas de violencia. Tantos años de violencia sin logros positivos
armados, Ejército y paramilitares, si querían construir un verdadero status de para el país han demostrado suicientemente que las armas no son la solu-
civilidad dentro de la disputa por el territorio que estaban viviendo. La reunión ción a los problemas sociales que vive el pueblo colombiano. Por lo tanto,
sostenida, dos meses después, con el general de las fuerzas armadas de toda Co- hemos optado por el camino de la NO-VIOLENCIA ACTIVA que es:
lombia, Manuel Jaime Guerrero Paz, y otros once generales, arrojó un balance
aún más positivo. 1. Denuncia permanente de cualquier violación de los derechos humanos.
2. Entender que la cultura es la mejor respuesta a la barbarie.
61 Testimonio tomado de Arenas (2009) que complementa la narración de los primeros
3. Organización de las comunidades para autogestionar el desarrollo a tra-
hechos. vés de procesos democráticos.

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4. Individual y colectivamente negar todo tipo de apoyo a cualquier forma ción del Carare era, como lo pudo llegar a ser la Unión Patriótica en el ámbito
de violencia. político, un órgano social de legitimación de las guerrillas por sus discursos
5. Buscar permanentemente el diálogo, el entendimiento y los acuerdos igualitarios y democráticos. El problema fundamental era que a ninguno de los
para concertar con las diferentes formas de opinión, salidas políticas de- actores armados les cabía en mente que hubiera una comunidad que renunciara
mocráticas como respuesta a la problemática social. a estar involucrada en la guerra y comprometida con la convivencia pacíica.
6. Buscar la vinculación activa tanto de organismos gubernamentales como
de los no gubernamentales de carácter nacional y la de organismos in-
ternacionales que respeten la soberanía nacional y la autonomía de las
3.2.2 La Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra (ACVC).
organizaciones democráticas.
7. En in, luchar por que la paz y la democracia dejen de ser unos conceptos Organizando la comunidad a través de la movilización campesina
vagos convirtiéndolos en realidades concretas.62 y la denuncia de las violaciones a los derechos humanos

En el comunicado podemos apreciar el énfasis puesto a la cuestión de la paz


y la democracia como elementos centrales de sus luchas regionales. Resalta, En el caso de las problemáticas sociales del valle del río Cimitarra, éstas han
igualmente, la ausencia de la cuestión histórica de una mejor distribución de estado relacionadas principalmente con el aislamiento producido por la falta de
la tierra. No obstante, más adelante veremos cómo la paz se irá entendiendo a infraestructura vial y de servicios, así como con las permanentes arremetidas
través del componente del desarrollo agrario y de los programas económicos de de las Fuerzas Armadas, encausadas por la persecución de frentes guerrilleros
proyectos productivos solidarios y comunitarios. hacia zonas de retaguardia. Al igual de lo sucedido en el Carare-Opón, la po-
sibilidad de navegación de los ríos Cimitarra, Ité y Tamar, estos dos últimos
Por el momento, hay que decir que esta política de noviolencia activa, a pe- aluentes del primero, ha sido desde un principio de alta diicultad y sólo en
sar de las inmensas diicultades para seguir dialogando con todos los dirigentes épocas de lluvias es factible el desplazamiento sin problemas y la movilización
de los grupos armados locales, le signiicó a la región una paz de más de 30 luvial de recursos.64 Desde comienzos de los años 60 hasta principios de los
meses, donde ningún campesino fue asesinado, donde se respetó a la población 80, la única institucionalidad presente en la subregión de Cimitarra fueron las
campesina y donde bajaron los índices de violaciones de derechos y las arbitra- Juntas de Acción Comunal (JAC), (ACVC, 1999), las cuales organizaron la
riedades por parte del Ejército.63 vida comunitaria y fueron la instancia de canalización de las demandas sociales
La diicultad en la búsqueda permanente del diálogo y la concertación estu- ante las alcaldías. Estas juntas han sido la base organizativa de todas las demás
vo sujeta a la estigmatización que los distintos bandos militares le asignaban a experiencias asociativas campesinas.
la Asociación del Carare. Del lado insurgente guerrillero, la organización fue Para suplir la necesidad del abastecimiento y comercialización de la pro-
vista como una estrategia de lucha paramilitar en vista de la delación y la per- ducción agrícola, a mediados de los 80 los pobladores lograron constituir la
secución de las células guerrilleras que transitaban por la zona. Por parte del Cooperativa de Pequeños y Medianos Agricultores de Antioquia (Coopeman-
Ejército, la renuencia estuvo dada por parte de algunos comandantes del bata- tioquia), en el caserío llamado Pueblo Nuevo, a orillas del río Ité. Sin embargo,
llón Rafael Reyes al no entender el antimilitarismo de la asociación y la falta la Cooperativa cumplió funciones más amplias como la resolución de conlictos
de compromiso con la lucha antisubversiva. Y del lado paramilitar, la Asocia- entre colonos, la tramitación de reclamos ante las administraciones locales y la
regulación del proceso de colonización. Pero como se presentó desde un inicio,
62 La información de este panleto distribuido en la región fue tomado de García (1996, p. los únicos representantes esporádicos del Estado en la zona, esto es, las fuerzas
198).
militares, vieron en esta iniciativa social un peligro y un apoyo a los ejércitos
63 Todos estos logros fueron corroborados por los dirigentes más antiguos entrevistados subversivos. Para el año 1989, el Ejército Nacional bombardeó y saqueó la sede
en la experiencia de campo realizada, tales como don Simón Palacios, don Ramón
principal de la Cooperativa, con el argumento de que: “habían descubierto un
Córdoba, Javier Mosquera y Norberto Viana Carrasquilla. Así mismo, el texto de Alejan-
dro García da prueba de los logros de la organización campesina a partir del balance
hecho desde un tiempo más cercano a la fundación de la Asociación del Carare, ver,
García (1996). 64 Información suministrada por campesinos de la zona del valle del río Cimitarra.

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campamento, en inmediaciones del río Tamar y del Ité, con capacidad para 200 regionales y nacionales. Esta gran movilización, rebautizada luego como la
hombres y con comida para el sostenimiento en 3 meses” (ACVC, 2009). marcha de los parques y con una participación aproximada de unos cinco a
seis mil campesinos, logró que las demandas puntuales fueran rebasadas y se
De ahí en adelante, las acciones militares del Ejército y de paramilitares planteó todo un “Plan Integral de Desarrollo Agropecuario” (ACVC, 2009, p.
estuvieron directamente dirigidas a la destrucción de esta experiencia de coo- 14), consistente en deinir tres núcleos de prioridades: (a) salud, educación y
perativismo. De 1990 a 1993 se sumaron acciones de tortura, intimidación y derechos humanos, (b) infraestructura y saneamiento básico y (c) todo lo rela-
desaparición de campesinos de Coopemantioquia.65 La exitosa labor cooperati- cionado con producción agrícola, pesquera, minera y medio ambiente (Mendo-
va duró hasta el año 1996, luego de la reapertura y el posterior ataque inal de za & Molano, 2009).
los paramilitares.
A la par de la constitución de mesas de diálogo regionales y nacionales, la
Para los años 90, el proyecto paramilitar ya se había expandido por todo movilización campesina había logrado reconocerse más allá de sus necesidades
el Magdalena Medio y la estrategia de recuperación y limpieza social de cada veredales y había comenzado de esta forma la existencia de la Asociación Cam-
una de las subregiones se hacía sentir en toda su magnitud. No hay que olvidar pesina del Valle del río Cimitarra (ACVC). La instancia de la gran movilización
que la organización sistemática de estos ejércitos comenzó en el municipio de había dado sus frutos organizativos al nuclear a más de 56 Juntas de Acción
Puerto Boyacá, desde el sur del Magdalena Medio, en el departamento de Bo- Comunal, demostrándose que, aún en un ambiente generalizado de terror para-
yacá, y fue subiendo poco a poco, ganándole posiciones a las guerrillas en la militar, se podía llegar a ser un interlocutor con propuestas alternativas ante el
lucha estratégica de territorialidades (ver mapa 5). El ataque estuvo dado, más Estado y sus instituciones militares y sociales.
que por la confrontación directa en acciones de guerra, por el debilitamiento de
las bases sociales del oponente. Y ese debilitamiento consistió, y sigue consis- No obstante la amplitud de las reivindicaciones elaboradas, en el centro de
tiendo, en la aplicación de todo tipo de prácticas de violencia, desde la compra las demandas cívicas y campesinas se encontraban:
obligada de tierras y la amenaza, pasando por el control en la entrada de ali-
mentos a las regiones, hasta la tortura, la masacre y el desplazamiento forzado. el respeto y protección de los Derechos Humanos y el Derecho Internacio-
nal Humanitario […] la estigmatización de que son víctimas los campesinos
Para el proyecto paramilitar, el cual estaba encubierto bajo la legalidad y sectores populares de la región y se hizo pública la forma como eran vio-
que le dio la Asociación Campesina de Agricultores y Ganaderos del Mag- lados aquellos principios universales (ACVC, 1999, p. 15).
dalena Medio (Acdegam), el pequeño y mediano campesino del valle del río
Cimitarra era precisamente esa base social que daba apoyo a las células gue- Esto es, lo más urgente que tenía que ser resuelto era la situación de guerra
rrilleras de la zona. Junto a éstos, los cuadros del PC y de la UP y la repre- sucia o de exterminio de la población, promovida por la articulación entre agen-
sentación ganada en los concejos municipales fueron los principales objetivos tes militares y paramilitares.
militares a atacar.
A diferencia de lo sucedido con la Asociación del Carare, en la que la
Ante la dinámica de la paramilitarización de la vida social y política, ante las estrategia de lucha se basó en la concertación directa de acuerdos con los gru-
reiteradas demandas no respondidas por parte del Estado en todos sus niveles pos armados para lograr la paz, desde la Asociación del Cimitarra se desarro-
referidas a la solución de problemas de infraestructura, salud y educación y, lló una política de señalamiento de responsables de la violencia, es decir, de
sobre todo, frente a las fumigaciones contra los sembrados de coca del sur de denuncia pública de los actos de violación de los derechos humanos y de los
Bolívar, los campesinos de los municipios de Cantagallo, Remedios y Yondó, derechos dentro de la guerra (DIH),66 solicitándose expresamente la persecu-
reunidos a partir de sus respectivas JAC, decidieron hacer en el segundo se- ción y el desmantelamiento de los grupos paramilitares. Dentro de todos los
mestre de 1996 una gran marcha campesina a Barrancabermeja y permanecer pronunciamientos encontrados, tanto orales como escritos, se responsabilizó
ocupando los principales parques o plazas de la ciudad en busca de diálogos en primera instancia a las fuerzas estatales, en segundo término a las fuerzas

65 Entre estas acciones, una de las más recordadas en la zona es la violación y tortura 66 En términos de la directora de la oicina de la Asociación del Cimitarra en Barrancaber-
de la administradora de la cooperativa, de la sede La Congoja, a mediados de 1993 meja, Irene Ramírez: “porque lo único que protege al campesino es la lucha por seguir
(ACVC, 2002). denunciando” (I. Ramírez, comunicación personal, septiembre, 2009).

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paramilitares, las cuales siempre actuaban en coordinación con las primeras. nacional. Así mismo, se suscribieron nuevos acuerdos que fueron deinidos en
En casi ninguna ocasión los responsables de las violaciones fueron los grupos el Plan de Desarrollo y de Protección Integral de los Derechos Humanos del
guerrilleros. Magdalena Medio, en los que se plasmaron las principales exigencias y donde
la integralidad del desarrollo regional se mostraba en:
A pesar del indudable éxito con respecto a la dimensión de la movilización,
a la creación de la asociación y a las consecuencias de haber abierto espacios 1. El fortalecimiento y consolidación de los sectores productivos de los
de diálogos regionales y nacionales con el objetivo del reconocimiento de las campesinos, pescadores y mineros y, en general, el estímulo al empleo
demandas sociales de los campesinos, los acuerdos fueron totalmente incum- productivo de las comunidades populares urbanas o rurales.
plidos por el gobierno Samper (1994-1998), no obstante haber sido creada la 2. El fortalecimiento del sector educativo formal y no formal acorde con
Comisión de Seguimiento a los Convenios. las necesidades de las comunidades de las zonas del Sur de Bolívar,
valle del Río Cimitarra y comunidades populares urbanas.
Pero lo más preocupante no fue la falta de concreción de los acuerdos, sino 3. El desarrollo y fortalecimiento de las organizaciones de campesinos,
la arremetida paramilitar, que efectivamente se ensañó con los líderes de la mo- mineros pescadores y comunidades populares de Barrancabermeja para
vilización y de la Asociación del Cimitarra, pocos meses después de la declara- la planeación, gestión, ejecución y control del Plan Integral.
ción de buenos propósitos de los funcionarios nacionales y departamentales.67 4. El fortalecimiento a las organizaciones no gubernamentales de derechos
Este escalamiento de la violencia tuvo uno de sus puntos más irracionales en humanos existentes en el Magdalena Medio.
1998 en lo que se denominó como la masacre del 16 de mayo de Barrancaber- 5. El desarrollo de la estructura vial terciaria para facilitar y consolidar los
meja: el ajusticiamiento de 32 personas totalmente inocentes, 7 de las cuales procesos productivos y de comercialización que se adelanten en el Plan
fueron asesinados frente a todos los asistentes, en uno de los barrios periféricos y que sean de beneicio para las comunidades.
de la ciudad, mientras se celebraba una iesta comunitaria. Este fue el punto de 6. La recuperación y protección del medio ambiente.
inicio de la retoma de uno de los principales núcleos histórico de resistencia 7. Las inversiones en salud, saneamiento y otros servicios básicos priorita-
guerrillera del país. rios para las comunidades.
Desarrollados todos estos hechos, la decisión de la asociación fue realizar 8. El Ministerio de Minas y Energía, de acuerdo con la normatividad vi-
un gran éxodo hacia el puerto petrolero. La respuesta de la Asociación del Ci- gente, debe otorgar las licencias de exploración y explotación del sub-
mitarra fue movilizar nuevamente a unos 10 mil campesinos hacia la ciudad suelo. Además el Estado debe facilitar los recursos e instrumentos le-
de Barrancabermeja, con la política de ocupación de las escuelas públicas y gales a la Asociación Agrominera del Sur de Bolívar (Asoagromisbol)
las oicinas de la Defensoría del Pueblo. El “éxodo campesino de 1998” (ver para desarrollar un proyecto de gran minería.
registro fotográico 6), duró 103 días, en los cuales se realizaron bloqueo de 9. La deinición de las Zonas de Reserva Campesina a criterio de la Mesa
vías, marchas y tomas de entidades públicas, en las que se exigió al gobierno: del Magdalena Medio.
“garantías para el retorno o la reubicación, la destitución de militares involucra- 10. Los proyectos objeto de este Plan Integral debían ser ambientalmente
dos en violaciones a los derechos humanos y protección frente al hostigamiento sostenibles y de impacto sobre el desarrollo económico y social del te-
de los paramilitares” (Madariaga, 2006, pp. 71-72), así como el cumplimiento rritorio (ACVC, 1999, p. 20).
de los pactos de 1996.
Desde los dos momentos fundacionales de movilización de la asociación, la
Uno de los resultados más interesantes de esta nueva movilización fue la organización fue expandiendo su radio de inluencia hasta articular un total de
creación de la Mesa Regional del Magdalena Medio de Trabajo Permanente 142 JAC68 (ver mapa 6), así como a comités ganaderos, a los comités pesque-
por la Paz, la cual logró incidir en la política contra el paramilitarismo a nivel ros, a comités de Derechos Humanos, junto a la asesoría de un equipo técnico y

67 (ACVC, 1999, p. 14). Así mismo, como lo narran sus protagonistas: “el 21 de diciembre
ocurre una arremetida paramilitar en la zona del Ité. Por la misma carretera que les 68 Información suministrada por el líder de la ACVC Ramiro Ortega, en entrevista realiza-
permitió tomar mayor auge como cooperativa, entran los paramilitares a la vereda La da en septiembre de 2009 y corroborada en los planes de desarrollo de la asociación
Congoja, en donde son masacrados campesinos del caserío” (ACVC, 2002, p. 15). (ACVC, 1999 y 2002).

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una muy interesante propuesta comunicativa sintetizada en el espacio electró- el caso de la primera, se entendió así misma como una organización totalmente
nico llamado Prensa Rural.69 abierta e incluyente, donde todos los que quisieran podrían hacer parte del proce-
so, en un transparente afán de democratización organizativa. Pero esta apertura
De esta manera, la Asociación del Cimitarra se convirtió en la principal insti- total fue precisamente uno de los mayores errores cometidos por la asociación,
tución canalizadora de las demandas campesinas y cívicas de la subregión central pues permitió la iniltración de actores armados en las juntas directivas y en la
del Magdalena Medio. Como se puede constatar en el pliego de peticiones y a dife- organización en general, lo cual condujo, a la postre, al asesinato de los líderes
rencia de experiencias organizativas anteriores, estas luchas campesinas han esta- Josué Vargas, Saúl Castañeda, Miguel Barajas y de la periodista de la BBC Silvia
do fuertemente relacionadas con luchas cívicas y de sectores urbanos. Ha habido, Duzán, el 26 de febrero de 1990.70 No obstante el ataque directo a la Asociación
por tanto, un reforzamiento del tejido social popular y una universalización de sus del Carare, la reacción de la comunidad organizada fue la de seguir apostándole
exigencias mediante la reapropiación del discurso de los derechos humanos, en a las acciones colectivas no armadas, desde la ilosofía de la noviolencia activa.
busca de la construcción de un bloque que pueda contrarrestar las políticas de pa- A pesar de la política de diálogo y concertación permanente con todos los grupos
ramilitarización de la vida regional y con el in de seguir construyendo una región armados, los paramilitares de la región estigmatizaron el proceso campesino se-
desde planes y proyectos alternativos donde quepan todos estos actores civiles. ñalándolo como de colaboración guerrillera. Esto demuestra cuán difícil puede
Como se desarrollará más adelante, tanto la Asociación del Cimitarra como llegar a ser reconocida la civilidad en los procesos organizativos dentro de con-
la Asociación del Carare han sido organizaciones campesinas que han intentado textos de violencia política. Como lo señala un antiguo líder campesino:
formar espacios de institucionalización, realizando una construcción de Estado
Ellos, (los paramilitares), no sabían bien qué era lo que se había conformado
desde las bases sociales. Ante demandas no respondidas y ante una instituciona-
allí. Entonces se hizo la claridad. Cuando hay una organización y a esa orga-
lidad descoyuntada de la mayoría, estas nuevas organizaciones campesinas han
nización tratan de exterminarla, de darle en la parte neurálgica, y resulta que
buscado responder a las demandas desde sí mismas, potencializando lo político
la organización sigue y no con la reacción que ellos de pronto esperaban, o
y lo económico, proponiendo una mayor participación en la toma de decisiones
sea, tomando represalias, entonces ahí se logra eso. La asociación siguió ahí
colectivas y creando proyectos viables que deiendan la economía campesina de
con su posición irme, siempre neutral, muy en su posición. Esa fue la única
subsistencia y, en últimas, defendiendo el derecho de la autonomía como pueblo.
manera que pudieron ubicar a la ATCC en el centro centro. Eso era lo que
no se había entendido, entonces ahí se logra eso (V. Carrasquilla, Comuni-
cación personal, agosto, 2009).
3.3 La consolidación de los procesos
organizativos campesinos regionales En el caso de la Asociación del Cimitarra, no han recurrido a una neutralidad
política o ideológica para luchar por sus proyectos campesinos. Aunque recha-
zan por igual todo tipo de violencia, venga de donde venga, el trabajo político
La historia de las luchas sociales en Colombia ha sido, de igual manera, una lu- del PC, primero, y de la UP, más tarde, es abiertamente aceptado por los actores
cha por la continuidad y la unidad de expresiones que son combatidas desde los civiles y por sus dirigentes. Esta inclinación ideológica, como ya se expresó
sectores más conservadores, como las elites terratenientes e industriales, hasta más arriba, les ha acarreado la posibilidad del ataque de sectores de la derecha
los sectores más radicales, como las guerrillas izquierdistas. Sin embargo, no militar y de los paramilitares, al ser vistos como una expresión más de los mo-
se puede desconocer que las diicultades en la unidad y en la coherencia de las
organizaciones provienen tanto de factores y actores externos, como de los inte- 70 Los mecanismos de iniltración organizativa fueron realizados por todos los actores
reses de los participantes directos y de los líderes de los procesos comunitarios. armados, legales e ilegales. En palabras del actual vicepresidente de la Asociación del
Carare, Mauricio Hernández: “Llegó un señor de por allá del otro lado del río y llegó
La Asociación del Carare y la Asociación del Cimitarra han sido víctimas de diciendo que quería ser socio de la ATCC y lo vieron que tenía parlamento, tenía peril
para ser directivo y lo eligieron secretario. Ese fue el que vendió la cabeza de Josué,
los ataques de los grupos armados implicados en el conlicto colombiano. En Raúl, Miguel y Silvia, y era un iniltrado de las AUC (Autodefensas Unidas de Colom-
bia). Después supimos que habían unos iniltrados de la guerrilla trabajando en una
69 Ver el enlace electrónico de la propuesta comunicativa en: http://www.prensarural.org/ inca de la ATCC como obreros. Después llegó un man del Ejército que trabajaba en
spip/spip.php?rubrique7 comités” (M. Hernández, comunicación personal, agosto, 2009).

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vimientos guerrilleros. Una de las principales ofensivas que la asociación ha permanente con los actores armados, desde tres niveles complementarios. Por
sufrido en su historia de vida ha sido por parte de la administración de Álvaro un lado, como vimos, los líderes de la organización se dirigieron a los altos
Uribe Vélez. En palabras más directas: mandos de los ejércitos legales e ilegales para lograr el reconocimiento como
actores civiles y neutrales dentro del conlicto en la región. A los campesinos
De Colombia tenemos es balas, por parte del gobierno nos mandan sino es del Carare no les tembló la voz para hablar con los mayores representantes del
fumigaciones, no nos dejan entrar mercados a la zona, nos hacen bloqueo eco- Ejército, de las FARC y de los paramilitares a los que pudieran acceder. Con
nómico. Ellos dicen: a la región no hay que dejar entrar una libra de panela cada uno de ellos expusieron sus argumentos:
y no la dejan entrar, porque así son. […] Mientras el gobierno lo que hace es
matar y desplazar campesinos y hacerlos pasar por guerrilleros. Se trata es de la Nosotros hemos tenido la capacidad de desarmar a la guerrilla, no de qui-
lucha de este presidente (Uribe Vélez) de acabar la asociación a como dé lugar tarles los fusiles, pero sí de desarmarlos desargumentándolos, porque sus
porque es tan grosero que dijo que en el 2010 no podía haber ni rastros de esta argumentos se caen ante nosotros. Nosotros hemos llegado a muchas altas
asociación campesina. Quiere tapar a todo un campesinado metiéndole el cuen- esferas y ha sido posible sentarnos y hacer respetar nuestro espacio (C. Ser-
to de que es guerrillero. Mientras que con su fuerza pública arrasa con el que na, comunicación personal, agosto, 2009).
hable en contra de él (I. Ramírez, comunicación personal, septiembre, 2009).
Los grandes diálogos, como podrían denominarse, por ser diálogos con altos
Desde esta política de exterminio de las expresiones organizativas campesinas, representantes del nivel institucional, se dieron en los primeros años de vida
se llevó a cabo en el segundo semestre de 2007 la persecución judicial a seis diri- organizativa con el in de ser reconocidos como una voz propia en la región,
gentes de la Asociación del Cimitarra, siendo detenidos en medio de una asamblea creando un espacio no armado, espacio campesino que se airmaba en su con-
campesina los líderes: Andrés Gil, Oscar Duque, Mario Martínez y Evaristo Mena. dición civil mediante la asociación de iguales y la organización de las comu-
Así como Miguel Ángel González Huepa y Ramiro Ortega, en el allanamiento nidades. Y en este gran primer paso, estuvo en juego la vida de todos aquellos
que se hizo a las oicinas de la organización (ACVC, 2009b). El resultado inal de que tuvieron el coraje de hacerle frente a una violencia política que se había
todos estos procesos fue la absolución de cada uno de los líderes de los procesos de convertido en constante, en forma de reproducción social en la región.71 Esos
rebelión que militares del Batallón Calibío armaron para desprestigiar el proceso, diálogos con las altas esferas tuvieron que ser realizados una y otra vez, con el
mediante el uso de acusaciones de presuntos ex-guerrilleros reinsertados, los cua- in de recordar los acuerdos a los que se había llegado y con el objetivo de que
les recibían beneicios económicos y jurídicos por sus declaraciones. en los distintos ejércitos imperara una coherencia de acción militar en relación
con la población civil.
A pesar de tales prácticas políticas de guerra en contra de las expresiones
asociativas de la región, la Asociación del Cimitarra y la Asociación del Carare El segundo nivel complementario está referido a lo que los ciudadanos de la
han continuado el trabajo de construcción de paz y desarrollo regional desde región llamaron las resistencias civiles, especies de avanzadas colectivas rea-
distintas estrategias de acción colectiva que demuestran la potencia creativa de lizadas por el río, o camino adentro del monte, para impedir que algún grupo
los campesinos y su constante negación de la imposición de modelos económi- armado impusiese una situación de aislamiento o de involucramiento de alguna
cos y de regímenes rurales autoritarios. vereda o territorio en la disputa militar. En varias ocasiones esta situación se
presentó a raíz del bloqueo de alimentos por parte del Ejército o de los parami-
litares como estrategia de corte de suministro de víveres para las zonas de po-
3.3.1 Repertorios de la acción colectiva campesina: sible presencia guerrillera. Ha sido, además, una forma participativa directa de
corroborar la coherencia e identiicación de la comunidad con la organización,
resistencias civiles, toma de entidades públicas,
acciones humanitarias y campamentos ecológicos 71 En todas las entrevistas elaboradas y en todo el material recopilado resalta el elemento
de diálogo como último recurso para frenar la violencia que estaba viviendo la pobla-
ción, en el que se tenía presente el riesgo y las posibilidades de generación de más
violencia por incomprensión de los actores armados. El alto nivel de tensión generado
El repertorio de acciones colectivas puestos en marcha por la Asociación del por las discusiones y por la exposición de las argumentaciones fue un índice del, si se
Carare se ha fundamentado principalmente en el diálogo y la concertación puede llamar así, heroísmo de los líderes campesinos.

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pues en muchas oportunidades el argumento de los actores armados se basó en habían visto involucradas como auxiliadores de alguno de los bandos en gue-
que la junta directiva de la Asociación del Carare tenía posturas no compartidas rra, no importando que fueran o no asociados. La Asociación del Carare se fue
por la mayoría de la población campesina. Ante eso, se les demostraba median- convirtiendo en institución promotora de resolución pacíica de conlictos y de
te una gran movilización la voluntad del “pueblo”. Dos líderes históricos de la la convivencia. En palabras de una de sus líderes:
asociación lo relataron de la siguiente manera:
Se hace todo lo humanamente posible para poder negociar la vida de esa
Eso cuando arranca es de aquí para arriba motor, motor y motor. Y se va persona. Cuando la cosa está muy grave, les decimos dennos la oportunidad
todo el mundo. Es la presión del pueblo. No para decirles es que ustedes se de llevarnos a la persona para otro lugar. A mucha gente se le ha salvado la
tienen que ir. No, sino para decirles estamos acá para que nos digan ¿qué es vida de esa manera […] nos movilizamos lo más rápido posible para dar la
lo que hemos hecho mal? ¿Por qué nos tienen que castigar de esa manera? oportunidad de defenderse a la persona (C. Serna, comunicación personal,
(J. Mosquera, Comunicación personal, agosto, 2009). agosto, 2009).

Río arriba o hacia adentro hemos tenido que caminar muchas horas, subien- Este tipo de acción colectiva de intercesión o de salvamento de la vida per-
do y bajando valles. Así es que nos movilizamos todos. Es un mecanismo de sonal se constituyó en una de las más eicientes herramientas de defensa contra
presión para demostrar la voluntad de la comunidad. Y ese es el mecanismo la intransigencia que el conlicto armado ha generado en el nivel local de rela-
en este país, lo hacemos de manera pacíica, no usamos violencia […] Nues- ciones interpersonales. Gracias a éste, como dicen los asociados, se ha logra-
tra resistencia se basa en que nosotros somos autónomos en nuestra región, do salvar la vida de muchas personas en la zona. Si es que ha existido algún
a nosotros nadie nos viene a imponer las reglas como ciudadanos colombia- método para llevar a cabo estas prácticas de concertación para el salvamento
nos (C. Serna, comunicación personal, agosto, 2009). de la vida, se podría resumir en lo que un asociado denominó como recurso de
desactivación de la situación de violencia, consistente en “bajarle la tempera-
Es fácil darse cuenta de lo cercano que está la cuestión de la participación tura” a la situación, valiéndose del escuchar las razones del otro y el recordar
en los asuntos colectivos con respecto a la cuestión de la solidaridad. Para la los acuerdos a los que los “jefes” de los bandos en disputa habían llegado a
comunidad campesina organizada, la participación política, esto es, las accio- aceptar.73 Un ejemplo de cómo se ha procedido en estos casos, lo vemos en una
nes que deciden sobre el bienestar del colectivo, no se pueden escindir de las narración aportada por el vicepresidente de la Asociación del Carare, Mauricio
prácticas de fraternidad e identiicación con los otros. El signiicado de parti- Hernández:
cipar para el actor campesino está directamente relacionado con el defender el
bien de la mayoría, ya sea salvando la vida de ese otro que tiene una ideología Ese día iban a buscar a un señor Nico que era muy irresponsable porque era
distinta o ya sea movilizándose para enfrentar el poder de las armas, con el muy colaborador de la guerrilla y los paras estaban allá siguiéndole la pista
in de restituir el orden desde la civilidad. No obstante, aquí podemos ver el y lo iban a masacrar y nosotros intervenimos para que no, porque es que el
espacio y la distancia que existe entre la comunidad y la organización. Lo que derecho a la vida es muy importante. Nosotros lo que hacemos es decirles
puede llegar a conectar a la organización con la comunidad es la participación mire: si ya tienen detectado que el hombre es guerrillero o es colaborador,
en acciones colectivas. La comunidad del Carare está compuesta por múltiples démosle la oportunidad de que se reivindique y se quede en la zona. El com-
sectores socioeconómicos como los comerciantes, transportadores o pequeños promiso es de que si usted no le sigue colaborando a la guerrilla, se puede
industriales de la madera, los cuales, en su gran mayoría, no han apoyado la quedar en la zona. Nosotros hablamos con la guerrilla por él y les contamos
propuesta de construcción regional de la Asociación campesina del Carare.72 cuál ha sido el compromiso del hombre. Entonces le pedimos que por favor

En un tercer nivel se practicó una muy acertada política de concertación


para salvar puntualmente la vida de las personas, que por uno u otro motivo se 73 Cabe señalar que esta forma de resolución de conlictos, así como la experiencia de
construcción de paz de la Asociación del Carare, niega de entrada cualquier metodo-
logía o sistematización estructural que pueda constituirse en un recetario o molde apli-
72 Observación aportada en entrevista realizada conjuntamente a la directora de la Junta cable a situaciones de violencia. Estas “instancia de defensa vital” frente al asesinato
de Acción Comunal de La India Fanny Isabel Leal y al asociado Fernando Aguilar, inminente fueron sacadas de las entrevistas realizadas a Javier Mosquera (agosto,
agosto de 2009. 2009) y Cristina Serna (agosto, 2009).

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respeten la decisión que ha tomado de no colaborarles. Si a los poquitos movilización solidaria de recursos materiales y humanos para hacerle frente a
días sigue, entonces lo sacamos de la región (M. Hernández, comunicación los bloqueos militares que el Ejército aplica como estrategia de ahogamiento
personal, agosto, 2009). y presión en zonas guerrilleras. Es, por tanto, una acción colectiva de ruptura
contra la militarización de la vida campesina y la violencia estatal.
En el caso de la Asociación del Cimitarra, el repertorio de acciones colecti-
vas ha consistido en el despliegue de un más amplio espectro de iniciativas y de A la fecha se han llevado a cabo cuatro acciones humanitarias en el nordeste
estrategia de lucha. Además de las ya mencionadas grandes movilizaciones, en antioqueño. La primera acción humanitaria se concretó en febrero de 2004 en
cuanto acciones de encuentro campesino y de fundación organizativa, la toma la vereda Cañaveral y se realizaron talleres, brigadas de salud, conferencias y
a oicinas públicas y las ocupaciones de los espacios públicos, como medio de actividades lúdicas, las cuales condujeron a la deinición de propuestas y estra-
presión para llamar la atención de las autoridades regionales y nacionales, fue- tegias, permitiendo la creación en el mes de diciembre de una nueva asociación,
ron estrategias recurrentes desde un principio. La primera acción de este tipo hija directa de la Asociación del Cimitarra, la Corporación Acción Humanitaria
fue la toma de la catedral de Cartagena en noviembre de 199774, a la cual le si- por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueño (Cahucopana).
guieron las tomas de las alcaldías de Yondó, Barrancabermeja y Bucaramanga,
La vereda Carrizal fue el escenario de segunda acción humanitaria en los
así como la toma de la oicina de la Red de Solidaridad de Medellín y de las
días 8 al 12 de abril de 2005, la cual reunió a un número mayor de organiza-
oicinas de la Defensoría del Pueblo en Bogotá (Jeréz, 2009). Como lo airmó
ciones sociales que la anterior. La tercera acción humanitaria demostró una
el líder campesino Miguel González Huepa:
vez más que las fuerzas militares, en cabeza de la Brigada XIV del Ejército
Acá en el Magdalena Medio casi la única forma en que las autoridades le y el batallón de Contraguerrilla N° 14, hicieron todo lo posible por sabotear
paran bolas al campesino es tomando las vías de hecho, movilizándose y la realización de la acción colectiva campesina, diicultando la llegada de los
yendo a donde se toman las decisiones. Como asociación hemos tenido que delegados de organizaciones de derechos humanos hasta la vereda de Lejanías,
ir a recordarles los acuerdos a los que se ha llegado, haciendo presencia para en el municipio de Remedios, Antioquia. No obstante, se logró brindar “a las
que no se olviden que tienen deberes con nosotros (M. González, comunica- comunidades campesinas los acompañamientos físicos y servicios médicos,
ción personal, octubre, 2011). odontológicos, jurídicos y recreativos.” (Suárez & Lundeen, 2006).

La cuarta acción humanitaria logró convocar desde el 15 hasta el 19 de


Sin embargo, las medidas de presión como la ocupación de entidades guber-
mayo de 2009 a más de 150 representantes de organizaciones como: “Brigadas
namentales se han combinado con otras acciones innovadoras como la organi-
internacionales de Paz (PBI), International Peace Observatory (IPO), repre-
zación de lo que la Asociación del Cimitarra llamó acción humanitaria, con-
sentantes de las Naciones Unidas, la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría
sistente en hacer un llamado general a organizaciones sociales, estudiantiles,
y del Programa de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República”
organizaciones acompañantes, defensores de derechos humanos y campesinos
(ACVC, 2009c, p. 42). Bajo el lema: “por la vida, la justicia y el desarrollo, no
de la región para realizar jornadas de discusión y socialización de la situación
más ejecuciones extrajudiciales”, se intentó poner el énfasis en la problemáti-
humanitaria que está viviendo una población en particular. Luego de la convo-
ca de las acciones militares contrainsurgentes, mal llamadas falsos positivos,
catoria, se realiza una rueda de prensa en la que se exponen los motivos de la
consistentes en el asesinato de campesinos, para luego hacerlos pasar como
convocatoria y los principios de la organización, para luego comenzar con la
guerrilleros muertos en combate.
“caravana humanitaria” que lleva a los participantes de la ciudad de Barranca-
bermeja al municipio donde se realiza la acción humanitaria, en una especie El resultado general de todas las acciones humanitarias ha sido el del efecti-
de éxodo al revés, de la ciudad al campo y en la que por medio de un acompa- vo rompimiento del bloqueo económico y sanitario que el Ejército ha impuesto
ñamiento nacional e internacional se logra la visibilización de las comunida- sobre las comunidades que habitan el valle del río Cimitarra (ver registro fo-
des víctimas del conlicto armado. Una acción humanitaria es, igualmente, una tográico 9). Desde una perspectiva comparada, las acciones humanitarias de
la ACVC-Cahucopana serían una especie de lo que la Asociación del Carare
74 Ver registro del hecho en Documento “Los derechos humanos en Colombia”, Federa- realiza como resistencia civil o avanzada comunitaria para destrabar situacio-
ción de Asociaciones de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, Capítulo VI,
El caso del Magdalena Medio, en: http://fddhh.eurosur.org/colombia/capitulovi.pdf
nes de emergencia social inducidas por el escalamiento de la violencia, que en

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el primer caso se originan por la violación del DIH del Ejército colombiano, del campamento culminó con una muy amplia participación de la comunidad
por la cual la población civil es tomada como parte del enemigo militar y que campesina y acompañantes de aproximadamente 1200 personas, en más de 30
en el segundo caso se han originado más por la acción paramilitar y guerrillera. veredas del sur de Bolívar, Nordeste antioqueño y zona centro del Magdalena
Medio (Lewis, 2010). Tanto las Acciones Humanitarias como los campamentos
Además de las marchas, de las tomas de entidades públicas y de las ac- ecológicos han hecho parte de una estrategia de apertura de la territorialidad
ciones humanitarias, la Asociación del Cimitarra ha promovido la igura del campesina dirigida hacia el señalamiento de las extralimitaciones de la fuerza
campamento ecológico como un recurso de concientización de la problemática de los actores armados y de las problemáticas socio-ambientales que aquejan a
ambiental en toda el área de inluencia de la asociación y, a la vez, una forma la población local.
de: “recuperar la memoria histórica de la colonización campesina y sur relación
con el medio ambiente” (ACVC, 2007, p. 6). El primer campamento ecológico
realizado en enero del 2007, tuvo lugar en las veredas de Puerto Nuevo Ité,
Puerto Matilde y San Lorenzo, bajo el lema: “En defensa de la babilla y la 3.3.2 Los proyectos productivos como defensa de
tortuga.” Desde la misma lógica de las acciones humanitarias, los campamen- la soberanía alimentaria y de la autonomía comunitaria
tos ecológicos han convocado a organizaciones nacionales e internacionales, a
universidades e instituciones estatales para concretar el proceso de acompaña-
miento y visibilización de la problemática regional y deinir la protección de La continuidad de las experiencias organizativas de las dos asociaciones es-
zonas de importancia ambiental (ver registro fotográico 10). tuvieron, por un lado, como ya desarrollamos, ancladas en la creación e in-
novación de acciones colectivas que involucraron a la población campesina y
Así mismo, desde la igura del campamento ecológico se ha socializado a población acompañante en la defensa de la territorialidad comunitaria y, en
todo lo referente a la temática de los megaproyectos que se planean en la zona últimas, de la apuesta social y política de los planes de desarrollo. Sin embar-
y las consecuencias negativas en torno a la biodiversidad. Mediante talleres go, en cuanto comunidades campesinas, la deinición de proyectos económicos
de agricultura orgánica y reciclaje, de técnicas nocivas de pesca y de cultivos enfocados hacia cultivos para la sobrevivencia, la soberanía y la autonomía
transgénicos, la Asociación del Cimitarra se ha convertido en una organización alimentaria se fueron constituyendo en una segunda dimensión de la organiza-
ecológica de crítica hacia el sistema ilimitado de consumo de recursos naturales ción, igual de importante que la dimensión política.
y sus efectos sociales y culturales. La comunidad del valle del río Cimitarra ha
comprendido que la degradación del medio ambiente implica el directo aumen- A la par de las movilizaciones, resistencias civiles, diálogos, Acciones Hu-
to de las condiciones que llevan a la pobreza y miseria del campesinado (Rigo, manitarias y Campamentos Ecológicos, los proyectos productivos de la Aso-
2007). La presión que ejerce el aumento constante en el consumo de recursos se ciación del Cimitarra y de la Asociación del Carare han permitido la reproduc-
releja directamente en esta zona de colonización interna de la frontera agrícola. ción de la vida campesina en sus regiones como un modelo viable y sostenible,
frente a un modelo económico agroindustrial modernizante y reductor de la
El segundo campamento ecológico, realizado en enero de 2010, señaló diversidad agrícola.
como principales problemas ambientales de la región: (a) las fumigaciones aé-
reas para la eliminación de los cultivos de hoja de coca con glifosato, por parte En el caso del Carare-Opón, para 1988 la Asociación del Carare fue la res-
de la Policía Nacional de antinarcóticos, (b) la contaminación de las fuentes hí- ponsable de la deinición de once frentes de trabajo comunitario como parte
dricas por causa de la explotación aurífera, tanto por métodos artesanales como de un proyecto concertado para el mejoramiento de la calidad de vida de sus
por la gran minería, así como por las mismas fumigaciones aéreas, (c) la defo- pobladores.76 El primer frente era el concerniente a vías. La idea era poder
restación por la tala indiscriminada de los bosques tropicales y (d) el peligro construir cerca de 98 kilómetros de carreteras para la intercomunicación de las
de extinción de algunas de las especies de la fauna local.75 Esta última versión veredas, involucrando al Ejército en el desarrollo de la infraestructura local. El

75 Las especies que están en peligro crítico de extinción son: “la danta común y el manatí. 76 Estos proyectos quedaron plasmados en el documento titulado: “Plan de desarrollo del
Dentro de la categoría de especie “vulnerable” se encuentra el oso hormiguero, el oso Corregimiento de la India. Por el derecho a la vida, la paz y el trabajo.” Dirigido hacia el
real, la nutria y el jaguar” (ACVC, 2007b, p. 22). beneicio de unas 3 mil familias campesinas de la región.

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segundo, la adquisición de por lo menos cuatro tractores para la mecanización trucción participativa y que más allá de ella, la guerra y la muerte seguían
de la producción agrícola. El tercero referido a la cuestión del mercadeo, esperando. Y como complemento, para los años 97 y 98, la siembra de coca
donde se creara una tienda comunitaria para suministrar productos y eludir fue penetrando en la región, a raíz de dos circunstancias. La política estatal
la cadena especulativa que existía hasta entonces, regular la distribución del de fumigaciones aéreas se intensiicó en la región del sur de Bolívar y del
plátano para evitar pérdidas y comprar tres desgranadoras de maíz para lo- Cesar, con lo cual los patrocinadores de los cultivos ilícitos se desplazaron
grar, de igual manera, comercializarlo sin depender de intermediarios. El hacia el Carare, promoviendo la coca como una opción económica. Y la
cuarto, la solicitud al estatal Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), para segunda, la cual amerita un paréntesis, es que para ese entonces se había
capacitación técnica agroindustrial. El quinto, un nuevo reasentamiento en la deinido con toda su intensidad lo que se denominó como la “crisis semiper-
vereda La Pedregosa. El sexto, y más ambicioso, acerca del fomento agrícola, manente” del agro, a raíz de las políticas macroeconómicas de liberalización
donde se pudieran llegar a sembrar 2.800 has de cacao, 750 has de caucho y de la economía.
la reforestación de 2.700 has, entre otras, en un lapso de 6 años. El siguiente,
dirigido a la construcción y dotación de 9 escuelas faltantes. Más adelante, La apertura económica fue el nombre de la política que el gobierno de Cé-
la construcción de unas 150 soluciones de vivienda por coparticipación. El sar Gaviria (1990-1994) promovió como estrategia de modernización acelera-
noveno frente, la muy necesaria construcción de por lo menos tres puestos de da del país. La apertura del mercado interno colombiano permitió la entrada
salud. El décimo, la realización de obras de alcantarillado y acueducto. Y el de alimentos y productos extranjeros con bajos aranceles y en desigualdad de
último, la construcción de un muelle para la protección del casco urbano de condiciones de competencia con los productos agrícolas nacionales. Las conse-
La India de las aguas del Carare.77 cuencias que tuvo la política aperturista sobre el sector agrario se relejaron al
cabo de unos cuantos años en las siguientes y muy dicientes cifras:
A pesar de las buenas intenciones y de la amplitud de los proyectos, se pu-
dieron concretar: la creación de la tienda comunitaria, con su respectivo ataque Los cultivos semestrales pasaron de 2.5 millones de hectáreas en 1990, a
a la cadena especulativa de mercadeo, la construcción de un muelle escalonado 1.6 millones, en 1997. La reducción de las áreas sembradas en cultivos
y la puesta en marcha de una escuela por participación de la cooperación japo- semestrales condujo a la pérdida de 119.600 empleos. En consecuencia,
nesa. Así mismo, se logró la compra de motores fuera de borda que vinieron a las importaciones crecieron a un ritmo anual del 26.8 %; pasaron de ser
reforzar la comercialización de los productos. También fue posible la ediica- el 5.5 % del PIB, en 1990, a ser el 46.9 %, en 1997 […] La producción
ción de tres molinos para el procesamiento de caña de azúcar y la producción tuvo un descenso sin antecedentes: de las 130 mil toneladas de algodón
de panela. exportadas por Colombia en 1975, se descendió a 4.707, en 1996, y a 497,
en 1997. En Junio del año 2000, el país estaba importando seis millones
La región se empezó a transformar, entonces, mediante una economía so- de toneladas de alimentos, ocho veces más que hace una década (CGR)
lidaria basada en el ataque a la especulación de las cadenas productivas. La (Fajardo, 2002, p. 24).
Cooperativa de Trabajadores Campesinos del Carare (CTCC) permitió el resur-
gimiento de la producción agrícola de cultivos tradicionales de la región como Como podemos apreciar, las políticas macroeconómicas se constituyeron
el cacao, la caña de azúcar, el caucho, la yuca y el plátano. A la paz se le iba en otra variable más dentro del conjunto de factores que determinaron el bien-
sumando el desarrollo económico. No obstante, las mayores debilidades en la estar de la población del sector agrario. La apertura de la economía nacional
realización de los proyectos fueron la falta de apoyo estatal a la pavimentación llevó directamente a la destrucción de miles de puestos de trabajo e impulsó al
de las vías, la continuidad en el servicio médico y la no realización de los tra- cambio de cultivos legales no competitivos hacia cultivos ilegales que tuvieron,
bajos de acueducto y alcantarillado. en un principio, capacidad de ganancia para las comunidades campesinas. De
esta manera, los campesinos del sur del Bolívar, el departamento de Cesar y el
Pero con el transcurrir del tiempo, como fue comprobado oralmente, a la
sur de Santander fueron arrojados a cultivar la hoja de coca como recurso de
gente se le fue olvidando que la paz y el desarrollo eran una constante cons-
sobrevivencia económica.
Esta situación condujo a un severo debilitamiento organizativo de la Aso-
77 Estos puntos son un resumen del documento Plan de desarrollo del Corregimiento de
La India. Ver igualmente García (1996, pp. 226-228). ciación del Carare. La mayor parte de la comunidad fue dejando sus cultivos

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de pan coger, tras la idea ilusoria que producía el cultivo de la hoja de coca de desde proyectos productivos como alternativa real para la región. Proyectos
una mayor ganancia y, por ende, de un mayor bienestar. Las consecuencias de como la reactivación de la actividad de los molinos de caña, el de micro-hato
la economía cocalera fueron aún mayores que cualquier ataque de violencia po- ganadero de doble propósito y los cultivos de caucho están dirigidos hacia esa
lítica armada. Para 1998, la organización se dividió entre quienes defendían el dimensión más débil que la comunidad ha percibido de la Asociación del Cara-
cultivo y quienes veían sus inconvenientes. La participación en la organización re.78 Como lo señala su vicepresidente:
tuvo que ser, entonces, reducida a su mínima expresión a favor de aquellos que
no adoptaron los cultivos ilícitos, pues éstos, dentro de la lógica y principios Hay necesidad de reactivar todo ese sistema que se venía trabajando jui-
de la organización, desincentivaban la producción de otros cultivos, necesarios ciosamente. Vienen los proyectos productivos como la inca integral cam-
para el autoabastecimiento y la seguridad alimentaria de la comunidad campe- pesina con la deinición de dos o tres productos líderes, volver a reactivar
sina. Para el año 2003, la asociación hizo la respectiva reforma de los estatutos, la economía solidaria. Generar valor agregado a través de la transforma-
donde se deinió que: ción de esos productos líderes, entonces hay que pensar en miniempresas,
donde podamos hacer una transformación a los productos y siempre como
Un desmovilizado, de cualquier grupo armado, luego de cinco años de en la idea de lograr unos recursos más para los ingresos familiares (M.
mostrar buen comportamiento acorde a los principios de la ATCC, si quie- Hernández, comunicación personal, agosto, 2009).
re ser socio, lo puede ser divinamente. Y si se le ve peril, puede ser di-
rectivo de la ATCC. Hay ahí una posibilidad para ellos, pero después de El contexto de surgimiento de la Asociación del Cimitarra estuvo marcado
haberlo demostrado. Una persona puede después de dos años de haber desde un principio por la problemática de los cultivos de coca y la primera mo-
dejado los (cultivos) ilícitos y mostrar buen comportamiento, puede ser vilización de 1996 se hizo en contra de la política de fumigaciones aéreas y la
admitido como socio de la ATCC (M. Hernández, comunicación personal, falta de alternativas dadas por el gobierno Pastrana (1998-2002). La reiteración
agosto, 2009). del incumplimiento en los acuerdos llevó a esta asociación a crear proyectos
productivos como alternativa para lograr la soberanía alimentaria y así resistir
La economía cocalera llevó a un marcado detrimento de las prácticas de
a los bloqueos de alimentos impuestos por el Ejército Nacional. A su vez, uno
economía campesina tradicionales y junto a ello un debilitamiento de los va-
de los efectos de las movilizaciones cocaleras del 96, tanto locales como nacio-
lores como la solidaridad. Como dice don Ramón Córdoba, uno de los líderes
nales, dieron como resultado la reglamentación, mediante el decreto 1777 de
fundadores: 1996, de la igura jurídica de las Zonas de Reserva Campesinas (ZRC) estipula-
da en la ley 160 de 1994. Esta ley estuvo diseñada con los objetivos de deinir
Por la ambición de la plata muchos le voltearon la espalda a la ATCC, por
los siguientes puntos:
irse a cultivar coca. En ese tiempo se vino el apogeo de la coca. Eso fue un
virus. La coca iba complicando la vaina de la paz, por eso mucha gente aquí
perdió la vida, por vincularse con la coca. La coca fomentó mucha violencia, 1. Controlar la expansión inadecuada de la frontera agropecuaria del
con eso la gente se creía superior que el resto (R. Córdoba, comunicación país.
personal, agosto, 2009). 2. Evitar corregir los fenómenos de inequitativa concentración o fragmen-
tación antieconómica de la propiedad rústica.
Esta clase de economía fue un disolvente magníico de la organización 3. Crear las condiciones para la adecuada consolidación y desarrollo soste-
campesina, puesto que enfrentó la sobrevivencia personal y familiar de los nible de la economía campesina y de los colonos en las zonas respecti-
asociados y no asociados contra las soluciones concertadas de una comunidad vas.
organizada en una asociación que no admitió la adopción de dicha economía
ilegal.
78 La parte productiva ha sido reconocida por la mayoría de personas como la dimensión
Los avatares organizativos muestran, para 2010, a una Asociación del Cara- más débil de la asociación. Incluso en algunos casos se ha llegado a airmar: “pare-
ciera como si a la ATCC no le gustara la plata.” o “en una asociación en que nos toca
re que viene saliendo de la etapa de debilitamiento producido por la economía pedir limosneado para un pasaje estamos jodidos.” Opiniones dadas en entrevista por
cocalera, reconstruyéndose de nuevo a partir del fortalecimiento institucional, Fernando Aguilar, asociado de la Asociación del Carare, en agosto de 2009.

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4. Regular la ocupación y aprovechamiento de las tierras baldías, dando Cimitarra siguiera trabajando en los proyectos productivos y en el desarrollo
preferencia en su adjudicación a los campesinos o colonos de escasos sostenible de su área de inluencia.
recursos.
5. Crear y constituir una propuesta integral de desarrollo humano sosteni- Desde un comienzo, la asociación emprendió el proyecto denominado como
ble, de ordenamiento territorial y de gestión política. “aldea comunitaria de Puerto Matilde” (ver registro fotográico 11), experi-
6. Facilitar la ejecución integral de las políticas de desarrollo rural.79 mento a largo plazo puesto en marcha para tratar de demostrar que median-
te la inversión social y la potenciación de la economía campesina era posible
La ZRC se convirtió, así, en el instrumento jurídico de lucha de la Aso- sustituir los cultivos de coca y, a la vez, mejorar las condiciones de vida de los
ciación del Cimitarra y en plataforma administrativa para sus proyectos pro- pobladores. Desde el año 2002 y hasta el año 2009 se han logrado construir 30
ductivos. Esta igura ha permitido un tipo de organización territorial que va viviendas, desde el proyecto “vivienda digna para los campesinos”, con la co-
más allá del funcionamiento y la división de la escala jerárquica respecto a la operación del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio (PDPMM),
administración pública del Estado para que, como lo airma Molina López, el Banco Agrario, la Red de Solidaridad Social y las alcaldías de Remedios y
“su coniguración inal no obedezca a las decisiones tomadas desde niveles Yondó (ACVC, 2009e). Alrededor de la aldea comunitaria de Puerto Matilde
de poder político tradicional, sino como respuesta a los procesos históricos y otros proyectos como los de “impulso a la ganadería campesina de búfalos”,
culturales de los pobladores” (Molina, 2007, p. 78). Y esta es precisamente “ganadería campesina de doble propósito” y “desarrollo agroindustrial de la
la intención que hemos remarcado de los actores sociales en la región del caña en el valle del río Cimitarra”, así como el de “desarrollo agroindustrial
Magdalena Medio, al ser ellos los deinidores de la territorialidad y donde los del arroz”, mediante la construcción de trapiches y trilladoras, han demostrado
recursos y las riquezas sean redireccionadas hacia el bienestar de la mayoría que las comunidades pueden ejercer la seguridad alimentaria y, a la vez, ser
de la población. comunidades autónomas con respecto al contexto de guerra y narcotráico (ver
registros fotográicos 12 y 13).
Los esfuerzos organizativos de la Asociación del Cimitarra lograron, luego
de una ardua labor de más de tres años frente a todas las instancias y trabas Las acciones colectivas tales como las acciones humanitarias son reforza-
burocráticas, que fuera declarada en el año 2002 la ZRC del valle del río Cimi- das desde el lado económico en tanto que estrategia de potenciación de la au-
tarra.80 Los objetivos especíicos, desde los cuales la ZRC se volvió la principal tonomía productiva, frente a actores militares-estatales que ejercen bloqueos
bandera de lucha de la asociación, fueron: alimenticios y sanitarios. La resistencia civil promovida por la Asociación del
Cimitarra se entiende en este punto como soberanía alimentaria: una manera de
El preservar las tierras campesinas de las presiones del latifundio, del nar- que las comunidades ejerzan el poder de decidir qué producir y para quienes
coparamilitarismo y de las empresas multinacionales con intereses en la re- producir.
gión, así como reactivar la economía campesina, sustituir los cultivos de
Todos estos son proyectos fundamentados en una ilosofía de apoyo re-
coca y prevenir el desplazamiento forzado (Jerez, 2007, p. 6).
cíproco de los constituyentes campesinos, de cooperativismo y solidaridad
Desafortunadamente para los intereses de la organización campesina, la económica. Un ejemplo que sirve para mostrar este funcionamiento es el
resolución 028 que avalaba la ZRC fue suspendida en abril de 2003 por la proyecto de recría de búfalos, tal como fue airmado por la dirigente Irene
administración Uribe.81 Sin embargo, esto no impidió que la Asociación del Ramírez:

Allá lo que se tiene es una inca comunitaria, donde a los socios se les da
79 Decreto 1777 de 1996. Octubre 1. Diario Oicial 42892, del 4 de octubre de 1996.
una cantidad de animalitos, a los cinco años la persona devuelve esos cin-
Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. Por el cual se reglamenta parcialmente
el Capítulo XIII de la ley 160 de 1994, en lo relativo a las Zonas de Reservas Campe- co y otros seis y así se le dan a otros campesinos para que hagan lo mismo.
sinas, p. 2. Con esto vamos esparciendo la semilla, por eso le llamamos proyecto de
80 La declaración de Reserva Campesinas puede verse en la Resolución 028 del 10 de
recría. Recría es como crear y crear más posibilidades para el campesino
diciembre de 2002 del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA). con una misma especie (I. Ramírez, comunicación personal, septiembre,
2009).
81 Según resolución 046 del 3 de abril de 2003 del INCORA.

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Mediante un sistema de rotación del capital en especie para la posterior reor, el PNUD o la Unión Europea, se han hecho presentes por medio del apoyo
explotación y beneicio de toda la comunidad,82 hacia inales del año 2009, el de los proyectos económicos, como principales motores y auspiciadores de las
proyecto ganadero de doble propósito y bufalero había tenido un éxito indiscu- alternativas propuestas por las comunidades (ACVC, 2009d). La promoción de
tible: respecto al primero, se tiene en rotación “52 vacas preñadas, 4 toretes y una espacialidad regional abierta como estrategia de monitoreo de la situación
46 terneras de vientre”, así como 71 animales más de capital semilla. Respecto de derechos humanos y de cooperación internacional ha reforzado las formas
al segundo, hay “157 búfalos de recría” y “31 más en rotación.” (ACVC, 2009, de resistencia civil campesina y ha signiicado un límite al uso extralimitado de
p.56), (ver registro fotográico 12). El proyecto de búfalos ha permito también la violencia, que actores militares y paramilitares históricamente han ejercido
ayudar al proyecto de panadería de Puerto Matilde, con la donación de dos ani- sobre el campesinado.
males para recaudar fondos. Hay sembradas unas 70 has de caña de azúcar en
Rionegrito y 30 has más en Puerto Matilde. La reactivación del trapiche en la
vereda Ojos Claros ha signiicado el beneicio directo de 240 familias e indirec-
3.3.3 La reproducción de las resistencias mediante
tamente de 1920 familias de la región con respecto al suministro de la panela,
constituyente básico de la alimentación campesina en Colombia. Así mismo, el el nacimiento de nuevas organizaciones
proyecto de producción de arroz ha podido producir aproximadamente unas 20
toneladas por cosecha (Montoya, 2003).
A pesar de las debilidades y de los ataques, de los momentos bajos y de las di-
Además de las cuestiones estrictamente productivas concernientes al siste- visiones internas, la dinámica organizativa de la Asociación del Carare y del Ci-
ma auto-sostenible y de beneicio comunitario, los proyectos productivos de mitarra ha llevado a que ese interés por lo colectivo produzca nuevas demandas,
la Asociación del Cimitarra han sido un lugar de encuentro y reforzamiento enriquecedoras del tejido social local. Las asociaciones han sido parteras de nue-
de las dinámicas solidarias y de reconocimiento de los campesinos como co- vas organizaciones, fundamentando así el principio por el cual “una organización
lectivo civil frente a esos “otros”, representados en las formas de intervención lleva a otras organizaciones”. Por ejemplo, la Asociación del Carare abrió la pers-
militarista en la región. Así mismo, la territorialidad campesina se refuerza con pectiva de la defensa de los derechos humanos, permitiendo la participación po-
proyectos viables de mutuo beneicio. Proyectos como la producción de búfa- lítica de las mujeres. El colectivo Silvia Duzán y el grupo Mujeres en Acción han
los, la construcción de vivienda digna y, en general, todo el proyecto de la aldea demostrado que las estructuras de violencia intrafamiliar y de género pueden ser
comunitaria de Puerto Matilde ha permitido, a su vez, la entrada de actores combatidas mediante la asociación de sus iguales y el involucramiento en proyec-
internacionales como elementos de cooperación inanciera, promotores de de- tos productivos como el de cría de cerdos o el de comercialización del plátano.84
sarrollo humano. A pesar de que la Asociación del Carare ha sido un espacio social de inclusión de
demandas, las mujeres de la región sintieron la necesidad de formar nuevas orga-
A pesar del muchas veces esgrimido discurso antiamericanista y anticapita- nizaciones, a partir del ejemplo que la organización matriz les dio. Los elementos
lista de la asociación,83 las agencias de cooperación internacional como la US- estructurales y culturales del machismo no han podido ser desterrados y siguen
Aid, el Banco Mundial, la Agencia Catalana de Cooperación, el Fondo Mundial siendo un problema en el desarrollo para las mujeres en la región:
para la Naturaleza (WWF), el gobierno de Canadá, el gobierno de Italia, Mise-
Acá hay mujeres muy valientes, que tienen una capacidad enorme, pero
cuando llegan a la parte de demostrar lo que son ellas, les da temor. Esa
82 Este sistema de beneicio solidario rotativo es igualmente utilizado en la Asociación del
Carare en el proyecto ya mencionado de micro-hato productivo de ganadería de doble
autoestima está todavía baja, tiene todavía en la mente que ella no es capaz,
propósito (leche y carne), donde son cada vez más el número de campesinos que lo- porque desde niña se lo han inculcado. Es muy difícil salir de ese error
gran solucionar sus problemas de alimentación básica por medio de esta experiencia […] Nos sentimos opacadas por el liderazgo masculino. El machismo en
productiva.

83 A través de todas las entrevistas realizadas y el material periodístico y archivístico reco-


lectado quedó remarcado el talante anticapitalista y antiamericanista de la Asociación 84 Información proporcionada por la docente, ailiada a la Asociación del Carare y funda-
del Cimitarra, a pesar de recibir el apoyo económico de organizaciones gubernamenta- dora del colectivo de mujeres Silvia Duzán, Claudia Becerra, en entrevista personal.
les y no gubernamentales de Estados Unidos, Canadá y Alemania. Agosto de 2009.

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Colombia y en Santander, en cualquier organización no deja (I. Gamboa, los 16 casos de los campesinos asesinados en los últimos años y la sistemática
comunicación personal, agosto, 2009). violación de los mismos con la exagerada militarización” (ACVC, 2010).

Así mismo, una de las más exitosas experiencias de multiplicación organi- Junto con la violación del derecho a la vida, los problemas sociales están
zativa campesina es la caracterizada por la Asociación de Desplazados del Ca- relacionados con los intereses de las multinacionales, las cuales se han preocu-
rare (Asodecar). En la actualidad, Asodecar le permite a 58 núcleos familiares pado por hacer presencia en estas zonas del país antes de que lo hubiese hecho
continuar con proyectos de vida centrados en la economía campesina tradicio- el Estado. Dentro de uno de sus objetivos se encuentra el determinar el impacto
nal (ver registro fotográico 14). Por medio de soluciones de vivienda, produc- que trae a la gente la aplicación de megaproyectos mineros y agrícolas, bus-
ción de caucho, como programa a mediano y largo plazo, en combinación con cando formas de interlocución con los gobiernos locales y regionales, así como
la producción de alimentos para la defensa de la seguridad alimentaria, como el posibles soluciones para que se respete la existencia del minero artesanal y del
plátano, la yuca y la producción piscícola, la población desplazada reencuentra pequeño agricultor. En conjunción con las acciones humanitarias, ya expuestas,
un nuevo sentido de lo colectivo luego de la ruptura de los lazos comunitarios Cahucopana ha tenido que movilizarse para aplicar la igura del campamento
y territoriales (ver registro fotográico 15). de refugio temporal interno como forma de acoger, en un lugar medianamente
seguro, a familias que viven el acoso de los actores armados, frenar el desplaza-
Sin embargo, al igual que en la Asociación del Carare, en Asodecar la parti- miento forzado de población y, en otros casos, como mecanismo para retornar
cipación no deja de estar atravesada por diicultades que redeinen la naturaleza a las tierras despojadas.85 Tal acoso ha sido interpretado por la asociación como
asociativa y las grandes limitaciones que tiene la democratización de la vida una manera de acelerar el proceso de limpieza social necesario para la consoli-
social. La condición del desplazamiento forzado, que en muchas ocasiones lle- dación de las empresas multinacionales en la región.
va en sí la continuación de anteriores desplazamientos o de desplazamientos
La segunda organización campesina fruto de la experiencia de la Asociación
transgeneracionales, podría hacer creer que la participación en este nuevo pro-
del Cimitarra es la Asociación de Hermandades Agroecológicas y Mineras de
yecto asociativo se efectúa sin mayores inconvenientes y con una mayor homo-
Guamocó (Aheramigua). Desde la creación de las “hermandades por la vida”,
geneidad. Pero la realidad es que existen los mismos problemas y divergencias
comités de base para la ampliación organizativa, Aheramigua ha sido el capí-
que en sectores campesinos no desplazados.
tulo más especíico de defensa del territorio y la vida de la población minera
de la Serranía de San Lucas, lugar donde se encuentran las minas más grandes
No es tan fácil eso de la participación de todos y uno como líder créalo que
del país. Desde el 24 de junio de 2007, esta asociación ha trabajado por llegar
yo no sé de dónde se saca tanta paciencia, tanta energía. Con la participación
a inluenciar en la transformación del código de minas, donde la actividad del
se reconocen, pero a veces preieren no participar y quedar un poco relega-
pequeño minero artesanal es ilegal y donde toda la legislación está enfocada
dos del proceso organizativo. Esto implica un esfuerzo muy grande para
hacia el beneicio de las grandes empresas explotadoras de recursos mineros.
las personas. Pero como todos no tenemos la misma perspectiva, la misma
conciencia (E. Arias, comunicación personal, agosto, 2009). Por medio de jornadas pedagógicas y de información general, Aheramigua
ha buscado organizar la población de unas de las zonas en donde se palpan
Frente a los actores armados que capitalizan la guerra con los desplazamien- las mayores contradicciones del sistema social colombiano: la Serranía de San
tos forzados y con la profundización de la pobreza, la multiplicación organiza- Lucas es tanto una de las reservas forestales más importantes de Colombia, con
tiva de las resistencias civiles se ha presentado, de igual forma, en el valle del “dos millones de hectáreas de bosque andino tropical” y con “por lo menos
río Cimitarra con la aparición de dos asociaciones hijas de la Asociación del 370 especies de aves” (Álvarez, 2007). No obstante, en la región no existen
Cimitarra. La primera de éstas es la ya mencionada Corporación Acción Hu- carreteras pavimentadas, ni servicios públicos como luz eléctrica o acueducto y
manitaria por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueño (Cahucopana). donde la educación debe ser contratada por los particulares. Todas las activida-
Con más de seis años de existencia y a partir de la organización de 400 familias
mineras, Cahucopana ha representado un recurso de supervivencia frente a la
problemática de las ejecuciones extrajudiciales, mediante: “un trabajo orienta- 85 Información aportada en entrevista a campesino asociado de Cahucopana que preirió
do y la promoción y defensa de los derechos humanos teniendo como referente no ser identiicado, el cual ha sufrido reiteradas violaciones de sus derechos por parte
del Ejército Nacional.

146 147
ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL

des económicas de los pobladores están dirigidas hacia la mera sobrevivencia.86


Aheramigua se ha convertido en un escudo de defensa de los derechos laborales
frente a las presiones de las empresas que se beneician con la expulsión de los
pequeños mineros artesanales.
Contrariamente a lo que podríamos pensar con respecto al desarrollo y
ampliación de las expresiones organizativas campesinas en contextos de alta
tensión bélica e intereses transnacionales en juego, Cahucopana, Aherami-
gua, Asodecar, el Colectivo Silvia Duzán o la Asociación Mujeres en Acción
han sido el resultado y la muestra de que las comunidades campesinas se
organizan y que tienen un alto grado de resistencia histórica. A pesar de la
violencia política y económica que se sigue ejerciendo en el Magdalena Me-
dio, las asociaciones campesinas se reinventan como colectivos defensores de
los derechos humanos, como actores civiles, sujetos políticos con proyectos
de región y de nación auténticos, constructoras y protectoras de una territo-
rialidad democrática.

86 Información suministrada por el funcionario del Programa de Desarrollo y Paz del Mag-
dalena Medio (PDPMM), Santiago Camargo en entrevista realizada en septiembre de
2009.

148
CAPÍTULO IV

poder sociaL y poLítico de Las asociaciones


campesinas. incLusión y construcción de paz
a través de La participación comunitaria

4.1 Políticas de la resistencia civil

l signiicado de las acciones colectivas desarrolladas por las asociacio-

E nes campesinas estudiadas está mucho más allá del anecdotario casi he-
roico de lo realizado por sus líderes comunitarios. El énfasis descriptivo
puesto en el anterior capítulo fue una forma de visibilización histórica de sus
luchas sociales y de sus logros como comunidades agrarias. Desde una muy
primaria aproximación al valor político de estas organizaciones y de las accio-
nes colectivas puestas en marcha, su irrupción en la sociedad colombiana es
una muestra de que a toda dominación le corresponde un grado especíico de
resistencia,87 y que es a partir de la historia de las resistencias como podemos
construir un análisis del poder y de la política en la actualidad colombiana.

87 Hay que reconocer en esta airmación la impronta del pensamiento político foucaul-
tiano, donde lo importante es reconocer el hecho del poder como una relación de co-
dependencia entre dominación y resistencia. En palabras de Foucault: “Tomar como
punto de partida a las formas de resistencia contra las diferentes formas de poder. Para
usar otra metáfora, consiste en usar la resistencia como un catalizador químico, de
forma de traer a la luz las relaciones de poder, ubicar su posición, encontrar sus puntos
de aplicaciones y los métodos usados. Más que analizar el poder desde el punto de
vista de su racionalidad interna, consiste en analizar relaciones de poder a través del
antagonismo de estrategias (Foucault, 1987, p. 265).

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Poder social y político de las asociaciones campesinas.
Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

El hecho fundamental al que se han enfrentado las comunidades campesinas siones que van desde la resignación momentánea y la huida, el desplazamiento,
del Magdalena Medio colombiano, así como muchas otras más, ha sido a la hasta la toma de las armas como única solución política. El origen y la proce-
sujeción y dominación que los actores armados legales e ilegales han impuesto dencia campesina de la mayoría de los fundadores de las FARC es un ejemplo
sobre los territorios y las poblaciones, y es a este hecho al que han intentado re- de cómo la población rural ha optado por formas de acción colectiva armada.
sistir desde distintos niveles y estrategias comunitarias. No es exagerado decir, Las resistencias campesinas a la dominación, representada en el régimen polí-
entonces, que en el binomio dominación-resistencia tanto los discursos histó- tico y económico colombiano, han sido muchas veces armadas, violentas y de
ricos como los modelos teóricos han ahondado suicientemente en el análisis carácter radical y jacobino. Para decirlo directamente, la resistencia violenta
de las formas de dominación. De igual manera, el fenómeno de las resistencias también ha hecho parte de las formas de ser campesinas, ni más ciertas ni más
requiere ser comprendido en la pluralidad de modos históricos de ejercicio, en falsas que las que ahora nos disponemos a interpretar.
lo que podría denominarse como las políticas de la resistencia civil.
El poder social y político intrínseco en la organización de la vida campesina
señala, a través de los casos trabajados, que el campesinado sigue teniendo un 4.1.1 El concepto de resistencia civil: de la limitación
papel central en la vida de la nación, en tanto que sujeto histórico de cambio y del poder estatal a estrategia de lucha política
transformación de los conlictos. Acostumbrados a una mirada un tanto general
e institucional, los acontecimientos políticos de hace unas décadas ponían la
clave de resolución del conlicto armado colombiano en el ámbito de la nego- Dentro de la teoría política moderna, el concepto de resistencia ha hecho re-
ciación entre las altas esferas gubernamentales y las directivas de los movi- ferencia a las formas en que se trazan las condiciones que “impiden la natu-
mientos guerrilleros. Organizaciones de la sociedad civil apenas tenían cabida ralización de vínculos dominantes” (Molina, 2004, p. 4), con el objetivo de
como interlocutores válidos en las mesas de negociación de la tan anhelada paz alcanzar espacios de autonomía en las relaciones entre las personas o entre los
nacional. El rotundo fracaso de las negociaciones en el año 2001 llevó a pensar colectivos que constituyen la sociedad. La oposición, entendida como actitud
que la vía del diálogo era un callejón sin salida y que, en todo caso, la derrota ante situaciones que anulan la libertad de una de las partes de la relación, con-
militar y la solución armada era para ambos bandos el derrotero natural de la tiene en sí dos momentos: uno de negación de la sujeción, que realmente es,
conlictividad. como diría Hegel, una negación de la negación encarnada en la dominación, y
un segundo momento que se genera a partir del primero, el cual es la airmación
A más de una década recorrida, la voz de organizaciones campesinas, in- de las posibilidades de acción del sujeto o colectivo que ha ganado autonomía y
dígenas, afrodescendientes, feministas y ambientalistas se empieza a escuchar condiciones para autoairmarse. Por lo tanto, desde su deinición más general y
con fuerza y claridad. Al pensarse como sujetos activos de su propia historia abstracta, el concepto de resistencia va mucho más allá de la mera negatividad
y proponiendo soluciones para que la conlictividad pueda desarrollarse sin la o pasividad, e implica la airmación en el contexto de las relaciones sociales,
negación del otro, las asociaciones campesinas vienen demostrando que tienen ante los otros o ante ese otro que puede llegar a sintetizar las situaciones de
un efectivo poder en lo social y en la dimensión política que trasciende el ám- dominación.
bito y la importancia local donde trabajan. Los regímenes rurales autoritarios
que han tenido que soportar no han podido anular la autonomía de la población En la historia de las ideas, el concepto de resistencia fue usado, en un prin-
campesina y ella ha respondido nuevamente como sujeto con una postura pro- cipio, para señalar la relación entre gobernantes-gobernados, relación política
pia y deinida. moderna por excelencia que se concretó en la igura del Estado. La obra de
Etienne De la Boetie titulada el discurso sobre la servidumbre voluntaria es
Sin embargo, esta airmación de la politicidad y de la capacidad de agen- una magníica relexión sobre la admiración que debería suscitar toda relación
ciamiento social basado en la búsqueda de soluciones concertadas y pacíicas de subordinación política. La clave de lectura de De la Boetie es la desnaturali-
de las comunidades campesinas no deben ser leídas como la esencia última zación de la aceptación de la dominación:
de su ser colectivo o su verdadera naturaleza, más allá de los acontecimientos
históricos. Recordemos que las resistencias a las situaciones de dominación y Quisiera tan solo entender cómo pueden tantos hombres, tantos pueblos,
hegemonía han pasado, en el caso campesino colombiano, por múltiples expre- tantas ciudades, tantas naciones soportar a veces a un solo tirano que no

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Poder social y político de las asociaciones campesinas.
Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

dispone de más poder que el que se le otorga, que no tiene más poder para por la voluntad de los contratantes. Con el Segundo tratado sobre el gobierno
causar perjuicios que el que se quiera soportar y que no podría hacer daño civil, John Locke sentó las bases del ejercicio de limitación del poder de go-
alguno de no ser que se preiera sufrir a contradecirlo. Es realmente sorpren- bierno. Con el in de la defensa de las libertades y derechos personales frente a
dente –y, sin embargo, tan corriente que deberíamos más bien deplorarnos los ilimitados poderes de los regímenes absolutistas, Locke postuló el derecho a
que sorprendernos‒ ver cómo millones y millones de hombres son misera- la desobediencia civil, después del derecho a la vida, al de la libertad y al de la
blemente sometidos y son juzgados, la cabeza gacha, a un miserable yugo, posesión de bienes, llamando al desconocimiento de la autoridad y rompiendo
no porque se vean obligados por una fuerza mayor, sino, por el contrario, con esto el contrato originario que lo legitimaba (Locke, 2000).
porque están fascinados y, por decirlo así, embrujados por el nombre de uno,
al que no deberían ni temer (puesto que está solo), ni apreciar (puesto que En últimas, la relación gobernantes-gobernados, que reemplaza en la Mo-
se muestra para con ellos inhumano y salvaje) (De la Boetie, 2008, p.11 ). dernidad a la relación dominación-resistencia, se construye a partir de la obe-
diencia de la segunda parte para con la primera. La clave de la subordinación,
Desde una muy temprana crítica a las formas de gobierno en general (siglo por tanto, no se encuentra ni en la fuerza o violencia que puedan ejercer los
XVI), De la Boetie centró la relación de la resistencia en la esfera estatal. Más gobernantes a los gobernados, en los medios físicos para aplicar aquella o el
allá de la antigua disputa aristotélica con respecto a la mejor forma de gobierno, miedo que puedan generar, ni en la recurrencia a la ley por la ley misma, sino
la cual aparentaba carecer de sentido ante el más radical cuestionamiento de la más bien en la aceptación del vínculo o legitimidad que le dan los gobernados a
relaciones de dominación, esta relexión lleva a preguntarnos por la naturali- quienes gobiernan. Las comunidades o pueblos representan la base de la auto-
zación en la relación de subordinación entre quien o quienes gobiernan y los ridad y, por lo tanto, tienen la capacidad de retirar el apoyo a quienes dominan
gobernados, no importando el número que constituya a los primeros. Parecería, el sistema.
entonces, que lo más lógico fuera que se presentara una relación de oposición
Pero es Henry David Thoreau quien, un siglo más adelante, le dio la cen-
a quien gobierna, pero la historia de las sociedades occidentales muestra lo
tralidad suiciente al concepto de desobediencia civil. El recurso a la desobe-
contrario: es la historia de esos millones y millones de la que nos habla el frag-
diencia civil se dirige hacia la crítica a todo gobierno y Estado que viole la
mento sobre la servidumbre voluntaria.
individualidad de las personas, haciendo residir la justicia en el conjunto de
De la Boetie ha representado la relexión contraria a toda la teoría política valores y principios éticos que guían la conducta de las personas: la consciencia
que años más adelante se desarrolló a partir de la justiicación de la coacción de los hombres consigo mismos es la instancia deinitoria de la acción virtuosa
como requisito para la constitución de la racionalidad del Estado y su legitimi- y justa:
dad, encarnado en el Leviatán hobbesiano, y que apenas unos años antes había
comenzado Maquiavelo como estrategia del gobernante para mantenerse en el Si mil hombres dejaran de pagar sus cuentas de impuestos este año, aquella
poder.88 no sería una medida violenta y sangrienta, como sería pagarlos, y permitir
que el Estado cometa violencia y derrame sangre inocente. Esto es, de he-
Pero el tipo de resistencia que interesa analizar se fundamenta en medios cho, la deinición de una revolución pacíica, si tal cosa es posible (Thoreau,
noviolentos de oposición o de desobediencia. En este sentido, el liberalismo po- 1998, p. 42).
lítico dio algunas claves de cuándo se hace legítimo desobedecer o no colaborar
con los poderes imperantes, con los gobernantes. La estrategia contractualista Interpretado por algunos como anarquista y por otros como liberal radical,
de legitimación de la autoridad política facilitó las herramientas para que la lo cierto es que la obra de Thoreau se convirtió en un referente teórico que se-
soberanía residiera en la voluntad del pueblo y que fuera éste el que pudiera ñala correctamente la dimensión civil de esa “revolución pacíica” como deber
revelarse contra los excesos de quienes encarnaban dicha autoridad constituida moral frente a las arbitrariedades y excesos de poder de los estados modernos.
Interesa entender en este punto cómo la civilidad reside tanto en la puesta en
práctica de métodos noviolentos, tales como el no pagar impuestos o el negarse
88 Hay que tener en cuenta que el discurso sobre la servidumbre voluntaria de De la a obedecer mandatos contrarios a la consciencia, así como en el ejercicio liber-
Boetie aparece publicado en el año 1576, el Leviatán hobbesiano sale a la luz en el
tario que los ciudadanos realizan frente al Estado y el maquínico funcionamien-
año 1651 y el Príncipe de Maquiavelo, en el año 1513. A posteriori y no en vano, De la
Boetie ha sido denominado como el anti-Hobbes. to burocrático de éste. Noviolencia y limitación del poder estatal son los rasgos

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Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

deinitorios de la resistencia desde la civilidad.89 El mejor gobierno es, por tan- social, la resistencia civil abarca tanto posibilidades de reformas al conjunto de
to, “aquel que gobierna menos”90 (Quiñónez, 2008, p.23) y, por consiguiente, leyes y normas como la estructuración de órdenes alternativos sociales y políti-
respeta en mayor medida los derechos de los individuos. cos y, por lo tanto, posee un carácter emancipatorio y de liberación del sistema
de dominación.91
En el siglo XX, el pensamiento de Thoreau fue recuperado en su dimen-
sión paciista y llegó a ser un instrumento conceptual de las luchas sociales Debemos ahora distinguir entre los distintos modos de acción novio-
de líderes como Mahatma Gandhi y Martin Luther King. Como se sabe, los lenta, entendida como estrategia de lucha política contra los sistemas so-
principales objetivos de sus luchas estuvieron enfocados en la transformación ciales de dominación, incluyendo al Estado como un punto más dentro del
de las leyes que avalaban situaciones de dominación y de segregación racial, sistema:
injustas y autoritarias, así como al debilitamiento del régimen colonial británico
en la India. A) Acciones de no cooperación. Éstas pueden dirigirse al ámbito económi-
co, a lo estrictamente político o al ámbito social. En esta categoría podría ser
Lo interesante de la recuperación activista, echando mano del concepto de reubicado el concepto de desobediencia civil, en tanto que oposición a deter-
desobediencia civil, es que la resistencia civil se abre a una segunda forma de minadas leyes o decisiones gubernamentales (Quiñónez, 2008), transgrediendo
comprensión: (a) la resistencia civil ha sido, como le veíamos, una estrategia de la legalidad, mas no siendo una oposición al ordenamiento jurídico en general.
defensa de la individualidad y de la autonomía, preservación del espacio de lo Como ejemplo de estas acciones estarían la objeción de consciencia, los boicots
civil frente a la intromisión de otras fuerzas de la vida social como las fuerzas de no consumo o el rehusarse a pagar impuestos; el retiro de ayudas materiales
estatales y (b) una explícita estrategia de lucha política tendiente a la transfor- a ejércitos o la negación de llevar a cabo funciones dentro de cargos públicos,
mación de los conlictos y del orden social vigente, del statu quo. los actos de ineicacia deliberada, etcétera.
En tanto estrategia de lucha política, la organización de grandes acciones B) Acciones de intervención. Éstas tienen a su vez una doble modalidad:
colectivas como huelgas y paros cívicos han sido la cara más visible del intento disruptivas y creativas. Con respecto a las disruptivas se encuentran todas
de desequilibrar la correlación de fuerzas en las estructuras sociales de domina- las acciones encaminadas a romper con el ordenamiento social vigente y
ción. Con este segundo uso de la resistencia civil, el espectro de aquello que se la cotidianidad de éste mediante expresiones masivas como huelgas, ocu-
combate se multiplica, puesto que ya no es solamente la cuestión de la libertad pación de tierras, bloqueos de vías, piquetes y sentadas. Con respecto a las
del individuo frente a los estados autoritarios lo que se está jugando, sino que el acciones de intervención creativas se encuentran todas aquellas que están
objetivo de la resistencia civil va dirigido a la totalidad de las expresiones que encaminadas a la construcción de instituciones alternativas a las reinantes,
componen el sistema mismo de dominación, el cual se expande por la red de como la creación de mercados alternos o instancias de justicia comunitaria.
relaciones sociales e instituciones que reproducen la lógica de la violencia, la Por igual, podrían caber todas las acciones dirigidas a la defensa y legiti-
exclusión o la injusticia. En este sentido, a diferencia de las implicaciones que mación de los grupos o movimientos sociales con respecto a su dimensión
conlleva la desobediencia civil en cuanto al espíritu reformista liberal del orden simbólica, acciones educativas y de transmisión de valores contrarios a los
establecidos. Lógicamente, los diálogos y las negociaciones colectivas ha-
89 El concepto de noviolencia es tomado, en este primer momento, como lo contrario o la cen parte de este segundo tipo de acciones creativas pues están deinidas
negación de la violencia, la cual restrinjo al “ejercicio de la fuerza física” y “la amenaza como instancias de ediicación normativa y de reconocimiento frente a los
de su ejercicio”. En tal sentido, en la noviolencia está “ausente la agresión física sobre adversarios de las posturas defendidas.92 Lo hasta acá expuesto podría sin-
las personas y cosas y la amenaza del ejercicio de la misma” (Quiñónez, 2008, p. 25).
tetizarse en el esquema del concepto de resistencia (ver igura 3 en sección
90 La crítica a la maquinización de la vida social y de la obediencia a la ley por la ley de anexos).
misma se releja constantemente en la obra de Thoreau. En uno de los fragmentos
podemos leer: “si la injusticia tiene un resorte, o un muelle, o una palanca exclusivos,
entonces quizás usted pueda considerar si el remedio no será peor que la enfermedad;
pero si es de tal naturaleza que necesita que usted sea el agente de la injusticia hacia 91 A esta connotación entre desobediencia y resistencia civil llegué gracias al trabajo de
otro, entonces, digo, rompa la ley. Que su vida sea una contra-fricción que detenga Mejía & Rodríguez (2007).
la máquina. Lo que hay que hacer es, en todo caso, no prestarse para el mal que se
condena” (Thoreau, 1997, p. 38). 92 Para una más detallada división analítica de las acciones noviolentas ver Cante (2007).

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Poder social y político de las asociaciones campesinas.
Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

Como se puede suponer, el sistema general de dominación de la sociedad chumbimba con todo el mundo. Lo único que nos falta es darnos chumbim-
colombiana, descrita en los capítulos anteriores, está compuesto por las situa- ba con los vecinos. Queda claro que las armas no son una salida” (L. Serna,
ciones de violencia que los distintos actores armados han aplicado sistemá- comunicación personal, agosto, 2009).93
ticamente sobre las poblaciones rurales y urbanas, sumadas a otros tipos de
violencias como la violencia estructural, sintetizada en el entramado de opor- Para las organizaciones campesinas, la vía de la resistencia violenta, guerri-
tunidades económicas y recursos sociales a los que tienen o no acceso las per- llera o paramilitar, ha entrado en la lógica del sistema de dominación, el cual se
sonas que habitan las territorialidades bélicas. La resistencia civil al sistema ha fortalecido en la negación de la vida social, empeorando las condiciones de
de dominación se enfoca, entonces, en la contraposición a todos los elementos las comunidades. De manera contraria a como había sido conceptualizado en el
que se articulan para el condicionamiento de la vida social e individual de las primer capítulo de este texto, el campesino percibe la violencia actual como la
poblaciones, haciendo que las posibilidades de autonomía o autodeterminación continuación de todas las otras violencias y como retorno del mismo fenómeno
se fortalezcan. de despojo, desarraigo y desplazamiento. Desde los años 50, las experiencias
de violencia vividas han sido, en esencia, percibidas como las mismas, pero con
nombres y disfraces distintos:
4.1.2 Las estrategias campesinas de resistencia desde lo político: Hoy disque paramilitares, que son los mismos “chulativas” conservadores
disrupciones y gestión social del territorio de La Violencia de antes. La situación de ese entonces para acá no ha cam-
biado en nada, siempre ha sido la misma perseguidera y sufrimiento (A.
López, comunicación personal, septiembre, 2009).94
El trabajo de campo llevado a cabo permitió reconocer en las voces de los
líderes y en los principios de acción de las asociaciones del Carare y del Ci- Sin embargo, interesa comprender que las formas de resistencia campesinas
mitarra los elementos de un sistema de dominación en el que se han articulado se dirigen al espacio de la civilidad como genuino modo de aplicar una contra-
históricamente varios tipos de violencias, entre éstas la estructural, económi- ofensiva no militar, la cual logre superar esa ola de violencia tan extensa como
ca o indirecta, la violencia política representada por los actores armados y la la historia de la República misma; las asociaciones representan un esfuerzo
intrafamiliar a partir de estructuras culturales patriarcales y machistas. En los concreto en esta dirección.
dos casos estudiados, la causa principal del surgimiento de las asociaciones
campesinas estuvo relacionada a momentos de fuerte confrontación bélica y Al desmarcarse de cualquier clase de expresión colectiva violenta, al re-
situaciones de autoritarismo rural de parte de ejércitos guerrilleros en el caso chazar la continuidad de la violencia en la construcción histórica de la nación,
del Carare, y de ejércitos paramilitares en el del Cimitarra. Es decir, que la las asociaciones campesinas han puesto en práctica estrategias de acción de
violencia que condujo hacia la organización comunitaria fue estrictamente la resistencia noviolentas, tanto disruptivas como creativas. En el caso de la Aso-
violencia política. ciación del Cimitarra ha habido un mayor énfasis que en el caso del Carare en
las acciones disruptivas, tales como las huelgas, la toma pacíica de oicinas
Como trabajadores del agro, el campesinado organizado ha sido explí- estatales e iglesias y la ocupación de espacios públicos. Precisamente, la pri-
citamente consciente de los costos que la violencia y las acciones armadas mera de éstas nace a partir de dos grandes movilizaciones al centro urbano
han tenido en el mundo rural a través de la historia de la nación. Como más importante de la región y a partir del incumplimiento gubernamental de
fue airmado por el presidente de la Asociación del Carare, Luís Fernando los acuerdos a los que se llegó con la primera movilización. Es decir, que la
Serna: Asociación del Cimitarra hace su aparición mediante acciones de resistencia

Nosotros no creemos en la guerra. La guerra no es una salida, las armas no


93 La expresión “darse chumbimba” ha sido utilizada en las comunidades negras del pa-
son una salida. Ya lo hemos demostrado durante casi cien años. Colombia cíico colombiano como sinónimo de atacar al otro con arma cortopunzante o simple-
ha durado casi doscientos años dándose plomo con todo el mundo: con los mente de ataque mortal.
españoles, con las FARC, con los conservadores, con los liberales; ahoritica 94 Entrevista a Álvaro Antonio López, campesino del valle del río Cimitarra y asociado a la
con las FARC, con los paramilitares, con el narcotráico. Nos hemos dado ACVC, quien vivió en carne propia la violencia y la política de terrorismo de Estado.

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Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

civil disruptivas. La consistente política de confrontación y de denuncia contra y cortar el suministro de recursos para el bando contrario. Ante los bloqueos
las instituciones de gobierno municipal y regional por razones, sobre todo, de económicos, la asociación ha movilizado a una parte signiicativa del núcleo
asociación con el paramilitarismo, comprueban la fuerza que tiene el elemento de La India para romper con el aislamiento impuesto a veredas y comunidades
de lo disruptivo en la Asociación del Cimitarra. Sin embargo, lo disruptivo no afectadas.
anula la dimensión creativa.
La mayor fortaleza de la Asociación del Carare se ha centrado en la con-
Las acciones de resistencia civil creativas han sido amplias y se han reela- solidación de una política de consenso con los actores armados, mediante la
borado en los más de doce años de existencia de la asociación. La delimitación práctica constante de los diálogos y acuerdos que deben ser refrendados cada
de zonas territoriales, donde se deiende a la población civil del involucramien- cierto lapso de tiempo. La falta de unidad y de coherencia de los métodos de
to en las acciones militares, tales como las declaratorias de las comunidades acción de los mismos actores armados ha sido una diicultad para el respeto de
de constituirse temporalmente en “asentamiento humanitario”, “espacio en el los acuerdos irmados por los dirigentes de éstos, pues aunque los líderes se
que sólo es permitido que residan civiles y por lo tanto, el acantonamiento de comprometan a respetar a la población civil y a no involucrarla en la guerra,
cualquier actor armado, legal o ilegal, está rechazado por la comunidad,” (Ca- los mandos medios y bajos no actúan de la misma manera; intereses personales
hucopana, 2006), comprueba la línea de acción colectiva creativa. Así mismo, han interferido y diicultado el mantenimiento de la política de consensos y
ante situaciones extremas de amenaza de desplazamiento forzado, la asociación de la paz construida por la Asociación del Carare. No obstante, a pesar de las
ha utilizado la igura del “refugio temporal interno” como un modo estratégico diicultades en la continuidad de una política consensual de paz, la asociación
de reunir a la población de varias veredas en un solo punto geográico, creando ha utilizado medios noviolentos, alcanzando por lo menos el objetivo de no
unidad y consciencia de la amenaza externa próxima, avisando a su vez de la agresión y de no involucramiento de la población en el conlicto.
situación a organizaciones acompañantes del proceso.
Al igual que en la de Cimitarra, la creatividad de las estrategias de lucha
Desde la perspectiva política de la resistencia civil noviolenta y creativa, política de la asociación ha puesto énfasis en actividades pedagógicas, donde
han existido líneas deinidas de reproducción de las representaciones de resis- se ha promovido la formación en la ciudadanía, enfocada hacia la resolución
tencia campesina a través de acciones pedagógicas, talleres, congresos y en- de conlictos y de una mejor convivencia. Ejemplos de esta dimensión han sido
cuentros con otras asociaciones y al interior de la misma, las cuales hacen las la puesta en práctica de programas de promoción de la paz tanto para adultos
veces de correas de retransmisión de los valores y principios defendidos. Desde como para niños, tales como “pies pequeños de paz” o la iniciativa de “con-
la formación general en Derechos Humanos o en el DIH hasta la difusión de ciliadores en equidad” (L. C. Restrepo, comunicación personal, septiembre,
manuales de técnicas de defensa civil en situaciones de desaparición forzada 2009). El I Congreso Campesino por la Paz, celebrado en el año 2001, estuvo
o de inminente desplazamiento, la Asociación del Cimitarra ha utilizado la re- organizado con los objetivos de que:
sistencia civil como estrategia de defensa, ante la extralimitación de la fuerza
o violencia por parte del Ejército Nacional, así como por parte de los otros se fomentara una conciencia política para vencer la apatía y la falta de interés
actores armados. Con este ejemplo, podemos entonces ampliar el esquema del por participar activamente en los procesos que sigue la ATCC, se capacitara
concepto de resistencia, trabajado más arriba, diciendo que en cuanto acción a las comunidades y organizaciones en los diferentes temas relacionados en
de no cooperación, las prácticas se dirigen hacia cualquier actor armado que el desarrollo integral, se tuviera acceso a información sobre las diferentes
intente imponer situaciones de dominación. entidades y los programas que cada uno efectúa, se fortaleciera y motivara
la organización comunitaria para la identiicación, formulación de proyectos
Las estrategias de lucha puestas en práctica por la Asociación del Carare y ejecución de proyectos (ATCC-CDPMM-PDR, 2004, p. 4).
han estado centradas casi exclusivamente en el modo creativo de la resistencia
civil. Por el lado disruptivo no se han llevado a cabo ni huelgas, ni grandes Junto a este gran evento, la misma formulación de los planes de desarrollo
movilizaciones a centros urbanos, ni ocupación de espacios públicos; sólo se ha de la asociación ha contado con la ayuda de instituciones educativas y reli-
recurrido a la estrategia que la Asociación del Carare denominó como resisten- giosas de la región, en una muestra más de la recursividad en las estrategias
cias civiles, en cuanto forma de romper el bloqueo que guerrilla y paramilitares políticas de resistencia desde la civilidad. Como resultado de las acciones orga-
han impuesto sobre ciertos sectores del territorio con el objetivo de restringir nizativas, la creación de la igura del Tribunal de Paz es igualmente una forma

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Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

de construcción de institucionalidad necesaria para el ordenamiento pacíico de sinado ha desempeñado en las sociedades modernas industrializadas. Durante
la conlictividad cotidiana de la región; constituido por: “las fuerzas vivas que gran parte del siglo XX, lo campesino fue interpretado por autores como Ernest
hay en la región: la Junta de Acción Comunal, las asociaciones, caso Carare, Feder y Roger Bartra como una parte de un mundo arcaico que se negaba a los
Asodecar, la Asociación de Mujeres, las iglesias, uno o dos miembros de cada impulsos modernizadores del mercado y de la sociedad democrática, encerrán-
iglesia” (I. Gamboa, comunicación personal, agosto, 2009).95 El Tribunal de dose en formas de producción atrasadas e ineicientes.96 Incluso desde teorías
Paz ha intentado ser una igura suplente de la justicia estatal, la cual no tiene críticas al capitalismo, siempre se dudó de las capacidades del campesinado
ningún representante en el Carare, conformándose como ejercicio de justicia para constituirse en sujetos históricos y políticos autónomos. La agricultura
comunitaria alternativa. de subsistencia estaría sujeta a su inexorable desaparición por doble vía: por
la de la integración al mercado, convirtiéndose el campesino en un asalariado
En general y desde los casos estudiados, las estrategias de resistencia cam- más en las relaciones de producción capitalistas, o por la del estrangulamiento
pesina pueden ser interpretadas como muestra de la capacidad política de recu- generado por el monopolio de la agricultura capitalista, al dejar sin tierra al
peración y de defensa del territorio arrebatado por los actores armados en sus campesino. El inal de la existencia del campesino estaría en la disolución de
lógicas de territorialización bélica, productoras de muerte y sumisión social. la agricultura subdesarrollada, en el horizonte de la agroindustrialización de la
El poder asociativo de las comunidades campesinas se ha airmado a través producción alimentaria.
de métodos noviolentos de lucha civil, en vista de la airmación de la vida y la
autodeterminación como pueblos soberanos en sus territorios. El problema de esta interpretación descampesinista es que, como dicen Sal-
gado y Prada, ha querido medir unilateralmente al campesinado a partir del
criterio del acceso a activos, olvidando o dejando de lado sus capacidades en
los procesos de cambio social e histórico. Parecería conveniente, para entender
4.1.3 La resistencia civil como fortalecimiento
un poco más las formas de acción y las identidades, tomar una posición campe-
del modelo económico campesino. sinista que supere el punto de vista economicista, analizando a los colectivos y
Seguridad alimentaria y autodeterminación a los individuos más allá del único y exclusivo factor del salario y la proletari-
zación de la mano de obra. Como muy bien lo airmó Arturo Warman:

En tanto que comunidades agrarias, el territorio posee una doble signiicación: (a) La vida campesina no está organizada por el salario, aun cuando se venda la
es un espacio socio-político de autogestión comunitaria y (b) es posibilidad de pro- fuerza de trabajo parte del año e incluso la mayor parte de él. Su vida está
ducción y sustento alimentario vital familiar. El signiicado de territorio desde lo organizada por la participación en la comunidad, por su acceso a la tierra,
campesino articula, por tanto, a lo político con lo económico. En esta medida, las por su pertenencia a una familia, por el intercambio no comercial de bienes,
estrategias de lucha política contra el sistema de dominación son reforzadas a partir servicios y trabajo.97
de las formas de resistencia económica, por las cuales las comunidades se sostienen
en su identidad campesina. La relación directa de la persona con la tierra a través El asunto deinitivo de la reproducción social del campesinado está en la im-
de los cultivos y su producción, luego de la defensa contra los actores armados, bricación de factores que posibilitan históricamente su recomposición en con-
es igualmente la otra cara de la resistencia que ha sido defendida y gestionada por textos adversos: la cuestión participativa comunitaria, el acceso y el trabajo de
las asociaciones. En otras palabras, la recuperación de su territorio se lleva a cabo la tierra, la referencia al núcleo familiar y el intercambio de bienes; deinirlos
para mantener y consolidar un modo de vida sustentado en la producción propia de por sus relaciones de producción asalariadas es tomar lo accesorio como esen-
recursos agrícolas que aseguren la alimentación y la reproducción familiar. cial, para luego declarar cómodamente su defunción. Parecería entonces más
correcto aceptar la presencia y continuidad del campesinado como actor social
La anterior idea, la de la preservación del modo de vida campesina, nos lleva
al centro de la cuestión sobre la identidad y el papel histórico que el campe- 96 Dos textos que plantean la postura descampesinista son, Feder (1975) y Bartra (1975).
Así mismo, la visión desarrollista y subdesarrollada será sintetizada en los estudios de
los años 60 de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
95 Juana Isaura Gamboa es líder comunitaria, vocal 2 de la Asociación del Carare y co-
fundadora de la Asociación de Mujeres Silvia Duzán. 97 Tomado de Lucas (1982).

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Poder social y político de las asociaciones campesinas.
Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

y político, por lo menos en las naciones latinoamericanas, y entrar a analizar modo de vida elegido como el más conveniente y coherente para ellos. La au-
sus modos más efectivos de resistencia adaptativa al sistema de dominación todeterminación debe ser entendida como:
económica vigente.
la capacidad que posee un colectivo social para emanciparse de poderes
Como se sabe, estamos en un momento del proceso de acumulación y de hegemónicos o pretendidamente hegemónicos, percibidos por ellos como
desarrollo de las relaciones capitalistas marcado por una fuerte acentuación de opresivos, discriminatorios o injustos, y que de alguna manera estarían con-
la desigualdad, a la par de la monopolización de recursos por parte de grandes dicionando el libre ejercicio de su vida en común, lesionando su dignidad,
empresas multinacionales, así como por la especulación del capital inanciero. conculcando sus derechos o poniendo en riesgo sus vidas, sus pertenencias
Colombia y América Latina han experimentado las consecuencias de la aplica- y sus bienes colectivos (Uribe, 2005, p. 79).
ción de las políticas neoliberales desde el comienzo de los años 90 y en algunos
países un poco antes. La desregularización de los capitales internacionales, la El campesino no tiene por qué quedar subordinado y girar alrededor del
lexibilización del mundo laboral y la no regulación estatal de los mercados sector empresarial industrial para reconocerse como un apéndice de la produc-
han marcado el compás para el aumento de la pobreza en la región, el deterioro ción de recursos, con derechos limitados y en algunos casos no reconocidos.
de las condiciones laborales y la profundización de la inequidad dentro de la Es, por tanto, libre de ejercer el modo de vida comunitaria que le parezca más
región más inequitativa del mundo. El sector agrícola ha sido golpeado por conveniente.
este tipo de dinámicas económicas que han permitido la casi absoluta y libre
competencia de capitales. El modelo de la agroindustrialización de alimentos Las razones de una vía campesina de desarrollo, crítica del modelo moder-
y de la manipulación genética de semillas ha sido la faceta más concreta del nizador son varias:
avasallamiento modernizador del capitalismo en el sector agrario durante, por
1) En condiciones de infraestructura aceptables, el sector campesino tradicio-
lo menos, los últimos veinte años.
nal ha demostrado ser un eiciente proveedor de alimentos para el consumo
En Colombia especíicamente, gran parte del capitalismo agrario, represen- interno nacional y a bajos costos.
tado en los sectores productores de palma de cera africana, caña de azúcar, plá-
2) El abanico en la oferta de alimentos producidos tiene la capacidad de ser
tano, banano y ganadería extensiva, ha estado aliado a los actores armados de
más amplio que el de una agricultura industrializada basada en los monocul-
ultraderecha, potencializando el conlicto social y la violencia. El modelo de la
tivos.
agroindustrialización ha sido aplicado dentro de los marcos legales del mercado
y por fuera de la legalidad, recurriendo a ejércitos paramilitares para limpiar las 3) En zonas de presencia campesina, la concentración de la tierra es mucho
zonas de la incómoda presencia de un campesinado organizado, el cual ha re- menor e implica multiplicar las posibilidades de acceso a recursos, contrario
conocido sus intereses de clase y, como tal, los ha defendido. Desde este punto a lo que sucede con los grandes latifundios.
se comprende cómo la violencia política y el conlicto han sido funcionales al
capitalismo agrario y cómo lo político se compenetra con lo económico. Los 4) Las formas de producción tradicional no emplean tantos agroquímicos, re-
actores armados en múltiples ocasiones han fungido como medios de choque emplazándolos por tecnologías orgánicas y el sistema de rotación de culti-
e intimidación para que los capitales hayan entrado a regiones resistentes a la vos implica la preservación de la capa vegetal, constituyéndose en ejercicios
modernización y al modelo económico. Stephan Sunher denominó a esta arti- de conservación ecológica de los suelos, al evitar la desertiicación de gran-
culación como “modernización rural autoritaria” (Sunher, 2002, p. 86). des zonas productivas.98

Para las asociaciones campesinas, la resistencia civil, con respecto a los


98 Como lo airma Useche, la fortaleza de la economía campesina radica: “en su compe-
modos de producción económica, se ha movido en contra de este modelo de titividad en pequeña escala, su producción a bajos costos con poca dependencia de la
agroindustrialización alimentaria. Esta negación campesinista al modelo ge- importación de insumos […] sus potencialidades son muchas en cuanto a su aporte a la
neral que se ha querido imponer se basa en el derecho como pueblo a decidir oferta de alimentos y la posibilidad de producir nuevas especialidades para el mercado
qué producir, cuándo producir y en qué forma, es decir, se fundamenta en la nacional e internacional, mediante la segmentación de productos y su mayor lexibili-
dad para usar tecnologías orgánicas y de agricultura sostenible, más respetuosa del
autodeterminación como productores de continuar, de manera soberana, en el entorno natural” (Useche, 2008, p. 294).

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Poder social y político de las asociaciones campesinas.
Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

5) Son modos de producción centrados en las personas y donde lo que más interesa una visión de unidades diversiicadas e integrales. Desarrollar modelos pro-
es el bienestar de la mayoría de ellas, no el rendimiento, la eiciencia y la acumu- ductivos que aumenten el valor agregado y posibiliten una redistribución
lación de capital o la competencia por quedarse con el monopolio del mercado. del mismo, mediante la reinversión de excedentes en la región y el uso de
tecnologías propias y ambientalmente sanas. Promover la generación de en-
6) En este último aspecto, se desarrollan formas de relación más democráticas cadenamientos económicos, mediante la articulación de procesos primarios
en cuanto mayor inclusión social que el modelo agroindustrial, puesto que de producción con proyectos agroindustriales viables, con sus correspon-
se basa en una lógica de cooperación y beneicio comunitario, lo cual no dientes canales de mercadeo y comercialización (ACVC, 1999, p. 57).
quiere decir que la conlictividad social no exista o que tienda a desaparecer.
Como se lee fácilmente, el problema no es cómo destruir la industrializa-
7) Tiene la capacidad de retroalimentarse rápidamente para tomar decisiones y
ción, sino más bien cómo limitar los efectos negativos que trae la universali-
reacomodar la dirección de los procesos de producción, sin tener que pagar
zación del modelo agroindustrial en la vida campesina. La propuesta de las
altos costos burocráticos.
asociaciones es la de defender un mayor beneicio para un mayor número de
Aunque parezca una posición radical, la propuesta campesinista se ubica personas y en esta medida ser actores económicos que decidan e incidan en su
en una vía moderada con respecto a la transformación social, en la medida bienestar colectivo e individual. Por ejemplo, ante el proceso de ganaderización
en que sus formas de resistencia productivas se encuentran como estrategias extensiva, la propuesta es tener una producción ganadera intensiva y rotativa, la
de defensa y limitación al poder del modelo agroindustrial, sin pretensiones cual limite la expansión de la frontera agrícola, evitando el aumento en el pro-
de universalización del modelo de producción campesino. Las estrategias de ceso de desertiicación y le permita tener acceso a capital a un número cada vez
resistencia creativas puestas en marcha como la formación de redes solidarias, mayor de familias. Ante la entrada de grandes capitales, la estrategia campesina
la rotación de tierras colectivas y de animales o el fortalecimiento del coopera- de resistencia no es el ataque a la infraestructura comercial, sino la potenciación
tivismo no son acciones colectivas dirigidas que tengan como objetivos obtener de cadenas o circuitos económicos en los que la producción primaria se bene-
una transformación total del sistema de acumulación de capital, retornar hacia icie de los procesos industriales que generan valor agregado y éstos jalonen, a
un pasado arcaico de producción familiar comunitario o el alcanzar un futuro su vez, una mayor producción agropecuaria.
comunista sin propiedad privada y total igualdad material. No se trata de un
modelo contra el otro, sino de los límites y articulaciones entre los dos modelos
de desarrollo. El punto central de la vía campesina de desarrollo económico es,
4.2 Formación de redes como fortalecimiento de las resistencias
como lo enuncian los respectivos planes institucionales de las dos asociaciones
estudiadas, el aseguramiento de la soberanía alimentaria, donde:
Con lo desarrollado hasta acá hemos señalado el amplio espectro de acciones
todos sus habitantes satisfagan adecuadamente sus necesidades nutricionales,
colectivas, de resistencias creativas y disruptivas, puestas en marcha por las
consumiendo alimentos de calidad provenientes de una oferta estable, compe-
asociaciones campesinas del Carare y del Cimitarra, y las estrategias sociopolí-
titiva y preferentemente producida en la región […] priorizando la producción
ticas para contrarrestar el sistema de dominación y hegemonía, demostrando el
de alimentos para mercados domésticos y locales, las explotaciones deben ser
poder social y político intrínseco en sus formas de lucha.
de economía campesina y con sistemas de producción limpios, la garantía de
precios justos, acceso a los recursos productivos como la tierra, el agua, a los Sin embargo, a pesar de los grandes esfuerzos y costos materiales y huma-
bosques y a la pesca (ATCC-CDPMM-PDR, 2004, p. 24). nos comprometidos en tales luchas, una de las críticas más recurrentes ha sido
la de minimizar el impacto y el signiicado político que puedan llegar a tener en
En palabras de la Asociación del Cimitarra y formulado en términos de ob- el conjunto de la vida nacional. Al in y al cabo, dirían las voces discordantes,
jetivos especíicos: Colombia sigue inmerso en un conlicto armado que carece de un horizonte
cercano de resolución. Otras más podrían mostrar el inmenso poderío de las
Impulsar modelos productivos basados en la concepción de seguridad ali- estructuras maiosas de corrupción y de debilitamiento institucional encarnadas
mentaria, que fortalezcan las unidades de producción campesina, dentro de en la red internacional del narcotráico en la cual se encuentra el país.

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Poder social y político de las asociaciones campesinas.
Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

Este apartado pretende hacer énfasis en una dimensión del fenómeno aso- Base). En el año de 1999, el resguardo de La María de Piendamó, también en el
ciativo campesino que se ubica, en alguna medida, afuera de la cotidianidad Cauca, se constituyó como un ejemplo nacional desde el trabajo en negociación
de las comunidades defendidas, pero que posibilita una visión amplia de las del conlicto armado. Así mismo, la Organización Indígena de Antioquia (OIA),
tendencias de resistencias ante los actores armados y el conlicto social. La en 1994 entró a nuclear a los pueblos Emberá, Tule y Senú, en el centro del país,
forma de exposición asumida en el tercer capítulo, en donde se describieron a partir de la aplicación del concepto de neutralidad activa como estrategia de no
de forma concreta las acciones y la historia de la Asociación del Carare y de involucramiento en el conlicto y proactividad desde la condición de civilidad.
la Asociación del Cimitarra, podría haber llevado a pensar que se trata de una
excepcionalidad y de casos singulares. Los casos analizados son apenas dos Desde las comunidades afrodescendientes, el caso más antiguo, y tal vez el
buenos ejemplos de una cantidad bastante signiicativa de asociaciones e inicia- más fuerte, es el del Consejo Comunitario Mayor de la Asociación Campesina
tivas que en los últimos años se han generado en todo el territorio nacional, con Integral del Atrato (Cocomacia), en los departamentos del Chocó y de Antioquia,
objetivos similares a los de la transformación del conlicto, la búsqueda de una desde el año 1982. Como respuesta a las formas de economía extractiva y al esca-
paz duradera y el afán de construir un desarrollo social incluyente y sostenible lamiento de la violencia, se lograron articular 120 consejos comunitarios locales
en el tiempo. La Asociación del Carare y la del Cimitarra son dos puntos de una para concretar una propuesta de etnodesarrollo, defensora de las comunidades ri-
multicentrada red de iniciativas que se extiende amplia y lexiblemente a través bereñas del río Atrato, cobijando en la actualidad a unas 119 comunidades de una
del país, potenciándose recíprocamente, abriendo espacios de reconocimiento población aproximada de 39.200 personas, en territorio propio y autónomo con-
entre las comunidades y entre éstas y los actores armados. seguido mediante titulación colectiva de unas 695 mil has de tierra. Igualmente,
las Comunidades de Autodeterminación, Vida y Dignidad del Cacarica (Cavida),
aunque con un amplitud menor que la anterior organización, cuenta con un terri-
torio propio y colectivo de 103 has, donde 1.200 campesinos afrodescendientes,
4.2.1 El fenómeno asociativo nacional en contra desde 1998, enfrentan a los actores armados desde la defensa del derecho a la
del conlicto y a favor de la construcción de la paz vida y al territorio, con propuestas como la creación de zonas humanitarias. Den-
tro de las luchas afrodescendientes, aunque puedan ser reconocidas como luchas
campesinas, cabría nombrar a las Comunidades de Paz de San José de Apartadó,
Desde las experiencias de organización más notables que componen esta amplia de San Francisco de Asís, también llamadas Comunidades de Paz del Bajo Atrato
red de iniciativas por la paz tenemos, en primera medida, las centradas en la y de paz de la Natividad de María. Todas estas actuando desde estrategias de
identidad indígena. El Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) se convirtió combate al desplazamiento forzado y declarando el territorio propio de exclusivo
a partir de 1971 en la primera experiencia de resistencia por la autonomía del tránsito para los civiles, han sido unas de las comunidades más golpeadas por la
pueblo indígena colombiano, luchando por la recuperación de la tierra desde la lógica militar de involucramiento bélico, desde el año de 1997.
igura de los resguardos indígenas y desde los principios de preservación de la
unidad, el territorio y la cultura. Luego de casi 30 años de existencia han sido Las luchas y movilizaciones de las organizaciones indígenas y afrodescen-
recuperadas alrededor de 50 mil hectáreas (Beltrán, 2002). El ejemplo del CRIC dientes han tenido resultados tangibles y signiicativos, por ejemplo, al poder
alentó la defensa de los derechos de las comunidades indígenas, abriéndole el llegar a participar en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 y así lograr
camino en 1982 a la creación del Proyecto Nasa-Toribío, asociación representa- hacer reconocer en la carta constitucional “la condición multiétnica y pluri-
tiva de la comunidad Paéz, con un explícito y marcado énfasis en la cuestión del cultural de nuestro país”, con lo cual se pudo formular la ley 70 de 1993, en la
conlicto y la paz, bajo los principios de: “rechazo a la violencia y al uso de la que deinió la “legislación especial de derechos de las comunidades negras”,
fuerza por parte de los distintos actores armados en sus territorios, la búsqueda de así como el decreto 1745 del año 1995, que posibilitó la “conformación de los
una solución política negociada al conlicto armado” (Rettberg, 2006, p. 63). El consejos comunitarios y las pautas para la titulación colectiva de la tierra” (Co-
Proyecto Nasa ha sido, a su vez, la partera de siete proyectos comunitarios indíge- comacia, 2010). Además de esto, se logró que estas dos grandes comunidades
nas en el norte del departamento del Cauca, dentro de los cuales la Asociación de tuvieran una circunscripción especial para el nombramiento de representantes
Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN) es hoy la más fuerte experiencia en la Cámara y en el Senado de la República. La titulación de tierras colectivas
organizativa indígena, agrupando a 14 resguardos y 16 cabildos (Paz desde la indígenas, bajo la igura del Resguardo, permitió, también, desde 1995 (por de-

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Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

creto 2164) y desde el carácter de “imprescriptibles, inembargables e inaliena- de Investigación y Educación Popular (CINEP), 126 asambleas de ejercicio de
bles”, el reconocimiento de la titularidad del territorio y su autonomía como soberanía para la paz y el desarrollo municipal.99
pueblo dentro del Estado colombiano. La “campaña de autodescubrimiento
de nuestra América” (Hernández, 2006, p. 274), promovida por la comunidad Según Mauricio García-Durán, (2006), podemos encontrar alrededor de 500
afrodescendiente para conformar un frente de presión indígena y afrodescen- iniciativas y organizaciones por la paz de la sociedad civil colombiana que
diente en pos de la legislación especial para sus comunidades, fue un ejemplo componen el campo de la resistencia al conlicto social y armado desde distintos
nacional de integración de sectores populares. niveles, sectores sociales y propósitos. Algunas de éstas son las siguientes100:

En el caso de las mujeres, la ya mencionada Organización Femenina Popular


(OFP) de Barrancabermeja y sus 40 años de lucha por el reconocimiento de los A) A nivel nacional:
derechos de las mujeres y “la construcción de proyectos de vida digna a partir de
la resistencia frente a todas las formas de violencia (económica, social, cultural, 1. Justapaz: Centro cristiano para justicia, paz y acción noviolenta. Impulsada
civil y política)” (OFP, 2010), ha sido la asociación más antigua de este sector. No por Iglesia Cristiana Menonita de Colombia.
obstante, otras organizaciones como la Ruta Pacíica de las Mujeres demuestran 2. Red Nacional de Mujeres: Exigibilidad de derechos de las mujeres y movi-
un carácter amplio y articulador de, según ellas, alrededor de 300 organizaciones lización social para incidir en procesos nacionales de paz.
de mujeres en nueve regionales de todo el territorio nacional. Convocando desde
un amplio espectro social: campesinas, indígenas, negras, jóvenes, profesionales, 3. Redepaz: Red Nacional de Iniciativas por la Paz y contra la Guerra. Impul-
intelectuales y estudiantes, la Ruta Pacíica de las Mujeres ha trabajado desde sada principalmente por comunidad jesuita.
1996 rompiendo el silencio impuesto por la guerra, a partir de principios “paciis-
tas, antimilitaristas y constructoras de una ética de la noviolencia” (Ruta Pacíica 4. Indepaz: Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz.
de las Mujeres, 2010). Así mismo y desde un nivel de reproducción internacional 5. Comisión de Conciliación Nacional. Promoción y acompañamiento a diá-
de otras experiencias de resistencia civil, las Mujeres de Negro y el Consenso logos de paz.
de Mujeres Barco por la Paz hacen parte de la expresión nacional a favor de
una tramitación pacíica del conlicto pues, aunque no hacen parte de forma tan 6. Mujeres de Negro: Contra el negocio de las armas y el militarismo.
directa como los hombres en los ejércitos, si son las principales víctimas de éste,
colocándose como actores sociales y sujetos políticos con voz propia. 7. Ruta Pacíica de las Mujeres: Visibilización de la violencia contra las mujeres.
8. Red de Universidades por la Paz y la Convivencia: papel de las universida-
Vale la pena mencionar, además, los casos de las asambleas constituyentes des en las estrategias para el manejo del conlicto.
municipales, las cuales comenzaron a partir de la experiencia del municipio de
Mogotes en 1998, en el departamento de Santander, cuando fuerzas del ELN, 9. Red Nacional de Asambleas Constituyentes: espacio de socialización de
tomándose el casco urbano, secuestraron a su alcalde para hacerle un juicio po- experiencias municipales contra la guerra.
lítico por corrupción. Ante este hecho, la población, las organizaciones sociales
y la diócesis de Socorro y San Gil reaccionaron conformando un comité de 10. Asamblea Permanente de la Sociedad Civil por la Paz: deinición de agen-
trabajo y conciliación, al cual denominaron Asamblea Municipal Constituyente da política de paz.
de Mogotes. Desde los objetivos de: “generar procesos de desarrollo comu-
nitario”, “ejercer el derecho de la soberanía popular a través de la Asamblea
Constituyente” y “alejar a los actores armados de la región”, se han emitido 99 Dato tomado de Ressources pour la Paix, documento Las Asambleas Constituyentes
Mandatos Soberanos, donde se ha puesto en el centro de la dinámica política la en Colombia, disponible en: http://www.irenees.net/fr/dossiers/dossier-138.html

participación de la comunidad como baremo de legitimación del poder político 100 El listado que a continuación se expone fue posible a las siguientes fuentes: Rettberg,
administrativo local. Esta experiencia de ejercicio de poder popular democrá- (2006). García-Durán, (2006). Hernández (2004), Agencia Prensa Rural: www.pren-
sarural.org y Red de Iniciativas y Comunidades de Paz desde la base: www.pazdesde-
tico ha generado en todo el país y según la sistematización hecha por el Centro labase.org .

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Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

11. Medios para la paz: capacitación y relexión para un periodismo crítico 25. Constituyente de Nariño por un mandato popular: incremento de la partici-
hacia la guerra. pación comunitaria como ejercicio de ampliación de la democracia.
12. Paz Colombia, acción de convergencia: construcción democrática de la paz. 26. Asogras: Asociación Agraria de Santander. Defensa de derechos de traba-
jadores campesinos del departamento de Santander.
13. Planeta Paz: construcción de paz y posibles escenarios de postconlicto.
Consolidación de sectores populares.
14. Red de justicia comunitaria y tratamiento de conlictos: asociación de se- C) A nivel local:
gundo orden que aglutina a experiencias y prácticas de justicia comunita-
rias populares. 27. Sintrapaz: Sindicato de Trabajadores Agrícolas de Sumapaz: para los cam-
pesinos de Colombia, Tierra, Libertad y Justicia.
15. Iniciativa de las Mujeres Colombianas por la Paz: enfocadas en justicia y
reparación. 28. ACA: Asociación Campesina de Arauca: por la defensa de los derechos
humanos y una reforma agraria que democratice la tierra.
16. Redprodepaz: Red de Programas de Desarrollo y Paz: Integración de 17
Programas de Desarrollo y Paz. 29. Ascamcat: Asociación Campesina del Catatumbo: defensa y permanencia
en el territorio, respeto a las comunidades indígenas y erradicación de cul-
tivos ilícitos.

B) A nivel regional: 30. Amucasam: Asociación de Mujeres Campesinas Sembradoras de Paz y de


Vida de Samaniego, del departamento de Nariño: contra la cultura machis-
17. Colectivo de Comunicaciones de Montes de María: red de emisoras escolares ta, la inequidad social y la discriminación.
y propuesta comunicativa basada en la reairmación de la cultura para la paz.
31. Asproas: Asociación de Productores Alternativos de Simití: manejo y ges-
18. PDPMM: Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio: apoyo a las or- tión del territorio a través de gobierno campesino y la agroecología.
ganizaciones regionales para construcción de paz y alternativas de desarrollo.
32. Asociación de Organizaciones de Mujeres de Buenaventura: 25 organiza-
19. Asopatía: Asociación supradepartamental de municipios del Alto Patía: ciones, 12 urbanas y 13 rurales trabajando en la capacitación y asesora-
Programa Regional de Desarrollo, laboratorio de paz. miento para derechos de las mujeres.
20. AMOR: Asociación de Mujeres Organizadas en el Oriente de Antioquia: 33. Asprocig: Asociación de Productores para el Desarrollo Comunitario de
visibilización de las mujeres como sujetos políticos y educación de líderes la Ciénaga Grande del Bajo Sinú: campesinos e indígenas trabajando por
comunitarias de 23 municipios del departamento de Antioquia. procesos de desarrollo humano sostenible y defensa de humedales.
21. Cordepaz: Corporación Desarrollo para la Paz del Piedemonte Oriental: 34. Consejo Comunitario Río Anchicayá: parte del Proceso de Comunidades Ne-
construcción de cultura de participación y paz para el departamento del Meta. gras (PCN) del Pacíico: defensa del territorio ancestral y de la cultura negra.
22. Madres de la Candelaria: Organización de las víctimas hacia la verdad, 35. Uoafroc: Unidad de Organizaciones Afrocaucanas: fortalecimiento étnico,
justicia y la reparación. cultural, ambiental, económico y organizativo.
23. Programa de desarrollo del Alto Ariari en el Meta: proceso de reconciliación 36. Proyecto Pensilvania. Comunidad Viva: sensibilización a la comunidad
agrupador de siete municipios con identidades ideológico políticas contrarias. frente a amenazas de actores armados.
24. Unión Territorial Interétnica del Río Naya: Alianza regional de indígenas, El tejido asociativo, formado con los objetivos de poner límites a los efectos
afrocolombianos y mestizos. sociales generados por los actores armados, la construcción de paz desde la in-

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Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

vención de alternativas económicas y la participación de las comunidades en la a esta coniguración política como movilización por la paz103 y los objetivos
toma de decisiones con respecto al bien común, ha generado todo un sistema de fundamentales de éste bloque han sido los de tramitar el conlicto armado desde
resistencias civiles. Esta red de resistencias civiles al conlicto armado es, como la civilidad y el empoderar a las comunidades de base, convirtiéndose en suje-
se puede apreciar, amplia y compleja, con múltiples frentes de trabajo y gestión. tos colectivos autónomos con una voz política propia.
En algunos casos, como en el de las mujeres, las organizaciones han permitido
una mayor unidad del sector femenino, como lo veíamos con la Ruta Pacíica de Como veíamos, existe una gran cantidad de organizaciones regionales y locales
las Mujeres. En el caso de las organizaciones campesinas han existido alianzas que se identiican y se diferencian entre ellas a partir de su condición laboral, étnica
con otros sectores como los obreros petroleros, pero al interior de ellos, en las o de género. Entre éstas hay ejemplos y contra ejemplos que sirven para alimentar
relaciones de las distintas organizaciones campesinas, las tensiones ideológicas y los imaginarios, representaciones y repertorios de las formas de las luchas sociales.
los modos de acción políticos muestran fuertes rupturas y desencuentros.101 Tan es Por ejemplo, entre las organizaciones de carácter local ha existido un constan-
así, que hoy en día, no hay ninguna organización a nivel nacional que represente te diálogo con organizaciones tales como los Programas de Desarrollo y Paz, de
y nuclee a las organizaciones regionales y locales, y se convierta en un frente de dimensiones regionales, basado en el asesoramiento, la capacitación técnica y la
mayor presión política que impulse reformas constitucionales o institucionales. búsqueda de recursos; pero, la inluencia de las organizaciones locales en aquellos
se ha hecho visible en la redeinición de políticas, de recursos y de proyectos. Así
La falta de unidad ha repercutido, de alguna manera, en la falta de recono- mismo, las organizaciones campesinas han podido inluir de forma efectiva en las
cimiento jurídico de la autonomía del pueblo campesino, desde una perspectiva políticas públicas estatales y en la inserción o profundización de temas en el debate
comparada al reconocimiento alcanzado por los indígenas y afrodescendientes. público nacional. Muchas de las movilizaciones realizadas por las asociaciones
Aunque la igura de la ZRC haya sido avalada constitucionalmente, la pobla- han terminado en mesas de diálogos con representantes nacionales de institucio-
ción campesina del valle del río Cimitarra sigue demandando el reconocimien- nes del Estado, saltándose instancias de autoridad locales y regionales, tratando
to de derechos especiales y de representación política, a la manera como lo de tener un mayor impacto y visibilización de sus demandas. Es decir, que las
lograron los indígenas y afrodescendientes en la Constitución de 1991 con la relaciones entre lo local, lo regional y lo nacional se dan en distintas direcciones y
circunscripción especial para la representación electoral.102 sin un conducto regular inlexible. Esta multiplicidad de vías y canales de acción
e interacción ha permitido en muchos casos tener una mayor incidencia política.

4.2.2 La conexión local-global de las asociaciones campesinas Sin embargo, hay otra dimensión en las redes de resistencia civil que no está
mediada por las relaciones con organizaciones de su misma naturaleza que po-
sean objetivos conjuntos como la construcción de paz. La gestión organizativa
Las asociaciones campesinas estudiadas demuestran un efectivo poder so- realizada por las asociaciones campesinas del Carare y del Cimitarra ha creado
cial y político al constituirse como parte integral de la red de resistencias un sistema de alianzas con actores internacionales, los cuales han permitido for-
civiles frente a los actores armados. Las relaciones entre asociaciones cam- talecer un entramado de apoyo fundamental para el mantenimiento sostenido de
pesinas, y entre éstas y otras organizaciones sociales, han permitido, a pesar la lucha social y de la defensa de sus comunidades. Además del nivel nacional,
de las lógicas diferencias ideológicas y de clase, crear un bloque de resis- las asociaciones campesinas vienen construyendo amplias relaciones y alianzas
tencia al conlicto en el escenario de la vida nacional. Algunos han llamado con actores internacionales, organismos de cooperación y ONG.
En el caso de la Asociación del Carare, la adjudicación del Premio Nobel
101 Así: “Me parece que uno no puede pararse en un punto de confrontación para crear
Alternativo de Paz signiicó la obtención de recursos que posibilitaron la eta-
unidad […] yo no puedo decir que no quiero Ejército en mi zona, pero ya lo validé en
la Constitución. No puedo ser incoherente y validar una Constitución y luego decir que
no, que el Ejército no venga […] Es muy complicado que uno se polarice, pero quiera 103 Tales como Mauricio García-Durán y en general el trabajo de investigación social reali-
resultados de seguridad.” En alusión, por ejemplo, a las Comunidades de paz de San zado por la comunidad jesuita reunida en torno al Centro de Investigación y Educación
José de Apartadó. Entrevista dada en trabajo de campo. Popular (CINEP). En general, esta línea de pensamiento evita referirse a las asociacio-
nes en términos gramscianos, como “bloque histórico” o hegemonía. No está en juego,
102 Esta idea se hizo clara gracias a la opinión del líder campesino Ramiro Ortega, de la por lo tanto, la correlación de fuerzas ni la cuestión de la hegemonía o la constitución
Asociación del Cimitarra, en entrevista realizada en el trabajo de campo. de contrahegemonías.

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Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

pa de mayor fortaleza institucional y económica de la asociación. Gracias a organismos internacionales ha consolidado procesos locales de organización,
la colaboración sueca, se pudieron poner en funcionamiento varios proyectos desde la inanciación de proyectos y desde el asesoramiento técnico. Hoy en día
comunitarios, los cuales mejoraron, de alguna manera, la calidad de vida de los y gracias a este primer apoyo en el cultivo del caucho, la Asodecar ha entrado a
pobladores del Carare: se pudo combatir la cadena de especulación de precios hacer parte de la Alianza Nacional de Productores de Caucho Natural, junto con
de los productos agrícolas al crear la tienda comunitaria, la Cooperativa de otras 8 organizaciones en las que se encuentran pequeños, medianos y grandes
Trabajadores del Carare y comprar motores fuera de borda para una más amplia cultivadores (Radio Santa FE, 2010). Así es como un apoyo económico externo
movilización de la población por el río, facilitando a su vez la comercialización propicia y abre vínculos con otras asociaciones y productores, ampliando la red
de productos. Como fue referido por Norberto Viana Carrasquilla, líder y direc- de actores sociales y el horizonte de expectativas agrícolas.
tivo de la Asociación del Carare en sus orígenes:
En el caso de la Asociación del Cimitarra, el apoyo a proyectos productivos ha
Acá en Cimitarra una libra de arroz valía 800 pesos, allá en La India valía sido igualmente notorio y fundamental que en el caso anterior. Desde un comienzo,
1.600 o 2.000 pesos. Había mucha especulación. Ese fue uno de los frentes organizaciones de cooperación internacional ayudaron en el fortalecimiento de la
a atacar, entonces se monta la tienda comunitaria. La tienda comunitaria se Asociación del Cimitarra. Los aportes, en términos económicos, fueron bastante
monta y de una vez, precios más bajos de los que se vendía acá (N. Viana, signiicativos: para el proyecto de desarrollo agroindustrial de la caña de azúcar, el
comunicación personal, agosto, 2009). Banco Mundial, junto con el Ministerio de Agricultura y el Programa de Desarrollo
y Paz del Magdalena Medio aportaron 216 millones de pesos; para el de desarrollo
La alianza entre: instituciones nacionales como Acción Social, de carácter agroindustrial de arroz, la ayuda de la OEI y el Ministerio de Agricultura fue de 775
estatal, agencias internacionales de desarrollo como la USAid, a través de su millones; para el proyecto de impulso a la ganadería de búfalos el PNUD aportó
Programa Área de Desarrollo Alternativo Municipal (ADAM) y la Asociación cerca de 123 millones; para la comercialización en doble vía de la Cooperativa
de Desplazados del Carare (Asodecar), hizo posible y sostenible el proyecto de Coopemantioquia, el Project Counselling Service (PCS) y el Banco Mundial apo-
cultivo de caucho natural para beneiciar a 58 familias en condición de despla- yaron con 18 millones; para conseguir la certiicación forestal, hicieron presencia la
zamiento en el municipio de Landázuri, departamento de Santander. Las razo- WWF y el Banco Mundial con 40 millones, y para fortalecimiento administrativo
nes de la aceptación de la ayuda y del enfoque productivo no vinieron de una la agencia alemana Misereor aportó 300 millones (ACVC, 2009d), lo cual repre-
intensión externa a los asociados. Como muy bien lo deinió el líder Braulio sentó en total casi un millón de dólares, esto para el caso de sólo los 6 primeros años
Mosquera ante la elección del caucho como producto: de existencia organizativa de la Asociación del Cimitarra.
De igual manera, para ésta última el apoyo internacional no se ha quedado an-
Lo que pasa es que el caucho es un proyecto de vida. El caucho tiene una re-
clado en la donación de recursos monetarios, sino que las organizaciones acompa-
producción de unos 35 a 40 años de producción. Al principio la producción es
ñantes han representado la multiplicación a escala global de los intereses campesi-
tardía. Pero después da los resultados. Es un proyecto de largo alcance. Tenemos
nos locales. El apoyo internacional es, en últimas, una apertura de espacios críticos
es que combinar proyectos de corto y mediano plazo. Por ejemplo, hay algunos
y de debate, en donde la problemática de las comunidades es expuesta y conocida
productos dependientes que se cultivan ahí junto al caucho, más que todo lo del
por gobiernos extranjeros.104 Hay acá una clara conexión entre la dimensión local
pancoger. Unos tienen platanera, otros tienen maíz y están sembrando también
y global, donde las luchas puntuales en contextos con diicultades, incluso de
la piña y la naranja (B. Mosquera, 2009, comunicación personal, agosto, 2009).
infraestructura, tienen una ampliicación en ámbitos globales. El uso de tecnolo-
gías electrónicas es, así mismo, un instrumento conscientemente utilizado por la
Como se observa, la ayuda internacional a proyectos productivos no ha sido
en este caso una camisa de fuerza para las políticas agrícolas de las asociacio-
104 En el año 2008, el presidente de la Asociación del Cimitarra hizo una gira por Europa,
nes. El apoyo a un determinado tipo de cultivo no cierra las posibilidades para dando a conocer la situación de persecución política estatal vivida por la organización,
la generación de otras alternativas. Parte de la racionalidad asociativa campe- en las sesiones del Consejo de derechos humanos de la ONU como delegado de or-
sina se puede apreciar en la combinación de proyectos a mediano y corto pla- ganizaciones no gubernamentales. En París, se participó en la asamblea general de la
Oicina Internacional de Derechos Humanos-Acción Colombia. “En Bruselas (Bélgica),
zo, los cuales le pueden generan una mayor sostenibilidad y estabilidad, tanto
se efectuó una audiencia especial en el seno del parlamento europeo sobre coopera-
organizativa como económica. En esta medida, la generación de alianzas con ción para la paz en medio de la guerra” (ACVC, 2009f, p. 5).

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Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

Asociación del Cimitarra como elemento dentro de la lucha por el reconocimiento Modelo de red constituido por las asociaciones campesinas
y la visibilización de la problemática sociopolítica y de sus logros (Jerez, 2009).
Ésta ha servido también como herramienta para poner en alerta a las instituciones
acompañantes en los casos de emergencia civil ante la incursión y violación de los
derechos de las comunidades por parte de los actores armados.
NIVEL NACIONAL: B E F I
Así mismo, en la Asociación del Cimitarra se pudo comprobar un nexo local-
global no sólo desde la dimensión de cooperación económica, sino desde la di-
mensión política de encuentro y retroalimentación con otras luchas campesinas
de América Latina, como el Movimiento de Trabajadores rurales Sin Tierra del
Brasil (MST). Gracias al esfuerzo de la organización internacional Vía Campesi-
na105 y el PNUD, representantes de la Asociación del Cimitarra abrieron el nexo NIVEL LOCAL: B A C
con el movimiento brasilero, desde el cual, el MST ha tenido un espacio de ex-
presión en los medios comunicativos de la Asociación del Cimitarra y viceversa.
Como se reairmó, la experiencia fue llevada a cabo desde los objetivos de:

Intercambiar experiencias y vivencias desde lo organizativo, divulgar la si- NIVEL REGIONAL: B D G


tuación en Colombia y en particular en el Magdalena Medio, además de par-
ticipar de la formación en producción y mejoramiento cientíico de semillas
de hortalizas en bases agroecológicas y otros procesos agropecuarios basa-
dos todos en la producción limpia u orgánica, en el marco de la campaña NIVEL INTERNAL: H J K
ʽSemillas patrimonio de los pueblos al servicio de la Humanidadʼ idealizada
por la Vía Campesina (Manzano, 2009, p. 24).

Al igual que lo analizado con las redes de resistencia del nivel nacional, en los
espacios globales los nexos son de múltiples tipos: no existe una sola dirección A) Asociación del Carare y Asociación del Cimitarra.
en la aplicación de políticas o de reproducción de intereses. La ayuda económica B) Actores armados: guerrillas, paramilitares y Ejército Nacional.
es apenas una parte de las relaciones, importante si, que las asociaciones locales C) Alcaldías y Consejos municipales: Alcaldías de Landázuri, Barrancabermeja, Cimitarra,
construyen como forma de expansión y fortalecimiento de sus luchas. Yondó, Remedios y Bucaramanga.
D) Gobernaciones de Santander, de Antioquia y de Bolívar.
E) Instituciones estatales nacionales: Defensoría del Pueblo, Ministerio de Agricultura, Mi-
4.2.3 El modelo de red de relaciones nisterio de Salud, Ministerio de Educación, Vicepresidencia de la República.
F) ONG nacionales: Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo y Luís Carlos Pérez,
constituidas desde las asociaciones
Corporación Compromiso, Credhos.
G) Programas regionales de Desarrollo: Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Me-
Con lo trabajado hasta este punto podemos ver la red de relaciones tejida por dio (PDPMM).
las asociaciones campesinas del Carare y del Cimitarra, mediante el siguiente H) ONG internacionales acompañantes: Misereor, Project Counselling Service (PCS), Inter-
national Peace Observatory (IPO).
esquema:
I) Organizaciones de resistencia civil nacional: campesinas y no campesinas.
J) Organizaciones de resistencia civil internacionales: Vía Campesina, MST Brasil.
105 Recordemos que la organización Vía Campesina fue la generadora del concepto de so-
beranía alimentaria y en 2010 ha llegado a articular a 148 organizaciones en 69 países K) Organismos internacionales de cooperación y desarrollo: Banco Mundial, ONU, PNUD,
de Asía, África, Europa y América. Ver más en sitio oicial de Vía Campesina. Unión Europea, ASDI, USAID.

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Poder social y político de las asociaciones campesinas.
Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

El modelo formado por la red de relaciones compuesta a partir de la interac- A, ha sido prácticamente inexistente o muy esporádica y carente de legiti-
ción con los actores de todos los niveles sociales permite entender la complejidad midad. En cambio, la relación entre asociaciones y el Programa de Desarro-
de los vínculos creados y de la amplitud de sus formas de resistencia civil. En llo y Paz del Magdalena Medio (PDPMM) (relación A‒G) ha sido profunda
el centro de la escena local, representados por la letra A, están las asociaciones y diversa. En un primer momento, el PDPMM tuvo parte de su inspiración
campesinas, desde los objetivos de ser los dinamizadores de los procesos sociales en las acciones de la Asociación del Carare, en cuanto experiencia positi-
y políticos, de gestión territorial y de bienestar comunitario. va de resolución de conlictos en contextos de violencia prolongada.107 Y
del PDPMM hacia las dos asociaciones, han existidos vínculos de coordi-
En el nivel local, A se relaciona con los actores armados, representados por la
nación y ayuda para proyectos productivos y administración de la ayuda
letra B, en una doble implicación: de los actores armados hacia las asociaciones
internacional. Así mismo, estas relaciones no están exentas de tensiones
se pretende continuar con el lazo histórico de subordinación de B hacia A, pero
y conlictos, tal como ha sido airmado por la Asociación del Cimitarra de
de las asociaciones hacia los actores armados la relación intenta crear normas de
las funciones y políticas del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena
respeto y no involucramiento en el conlicto, de A hacia B. Los actores armados
Medio (ACVC, 2005).
aparecen en los niveles local, regional y nacional como determinantes de acciones
hacia las asociaciones, pero el nivel de inluencia de las asociaciones se ha resuelto En el nivel internacional, los vínculos de las asociaciones con las organi-
casi exclusivamente en lo local. El otro vínculo en este primer nivel se encuentra zaciones acompañantes, (relación A–H), se han realizado, en general y como
establecido recíprocamente con las alcaldías y concejos municipales, relación A‒C, veíamos, desde la ayuda económica a partir de proyectos de desarrollo y no se
al ser espacios de múltiple inluencia, de deliberación de políticas y de acciones observó una retroalimentación en la vía contraria. En cambio, la imbricación
individuales y colectivas, las cuales logran tener algún tipo de inluencia. entre asociaciones de carácter local y asociaciones de otros países (relación
A–J) está basada en la retroalimentación de experiencias locales como forma
En el nivel nacional, la relación con las asociaciones campesinas es de codepen-
de fortalecer prácticas de resistencia social y, en especial, de la problemática
dencia y mutua inluencia entre éstas y las instituciones estatales, así como con otras
agraria común. Finalmente, entre A y K, los organismos internacionales juegan
organizaciones de resistencia civil al conlicto, tal como lo veíamos con anterioridad.
un papel unilateral de asignación de recursos desde sus lógicas predeinidas,
A inluye en E, en la medida en que uno de los objetivos a mediano y largo plazo es,
sin que se haya informado de dinámicas de participación comunitarias para la
por ejemplo, la transformación de políticas agrarias y de un mayor reconocimiento
deinición de políticas en la asignación de recursos. Sobra decir que la fuerte
en y por el Estado. El acompañamiento de instituciones como la Defensoría del
inluencia de los actores armados, desde el modelo trazado, se debe en gran
Pueblo con respecto a los Derechos Humanos constata el vínculo de beneicio de las
parte a la presencia en tres de los cuatro niveles de relaciones estructurales en
instituciones estatales con respecto a las asociaciones campesinas. Con respecto a
el escenario planteado.
la relación entre las ONG nacionales y las asociaciones, la dirección es, en esencia,
unilateral puesto que está enfocada en la ayuda y asesoramiento de F hacia A. Hay que aclarar que la cooperación entre organismos del norte y organi-
En lo regional, las asociaciones han construido un vínculo con D, con las zaciones del sur, vía intervención local, ha sido criticada por representar:108
gobernaciones, preeminentemente de demanda de derechos y beneicios puesto A) Prácticas de cooptación de las asociaciones por medio de compromi-
que, en estas zonas apartadas, las instituciones regionales de gobierno han sido sos dirigidos desde las políticas de las Organizaciones No Gubernamen-
las más ausentes y débiles a la hora de responder las problemáticas sociales, tales (ONG) y de los organismos internacionales de inanciación. En este
aduciendo casi siempre inconvenientes presupuestarios que encubren altos ni- caso, las ONG serían un mero puente de instrumentalización de la ayu-
veles de corrupción burocrática.106 La relación de las gobernaciones, de D hacia da del norte para sacar del subdesarrollo a los países tercermundistas

106 Esta idea ha sido corroborada por casi todas las personas entrevistadas en el trabajo 107 Como pudo ser airmado en entrevista a Jaime Barba, director de Pastoral Social de la
de campo, así como por los planes de desarrollo de las asociaciones y por los exper- Diócesis de Barrancabermeja, octubre de 2009. y en la entrevista a Santiago Camargo,
tos y defensores de derechos humanos de la región. Entre éstos: entrevista a Tatiana Coordinador del Observatorio de Paz Integral (OPI) de Barrancabermeja, octubre de
Grandas, funcionaria de la CNRR y defensora de derechos humanos, Agosto de 2009. 2009.
Entrevista a Delsy Ruíz, delegada de derechos humanos de la Vicepresidencia de la
República y de la defensoría del Pueblo, Marzo de 2009. Entrevista a Adriana Ferreira, 108 Ver la síntesis de estas posturas en el texto Organizaciones campesinas e indígenas
funcionaria de la CNRR seccional Nororiente, Octubre de 2009. en América Latina, de Ethel Del Pozo (1998, pp. 97-105).

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Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

del sur, con las consecuentes implicaciones políticas que esto traería. 4.3 La ampliación de lo político a partir del trabajo asociativo
B) La cooperación internacional implicaría acciones de solidaridad caritati-
va y misericorde, de corte cristiano, aplicadas con el objetivo de dilatar po-
líticas revolucionarias y de transformación estructural del sistema de domi- Cualquier lector podría pensar que se comete una exageración al asignar el
nación. C) Ayudas enfocadas exclusivamente al aumento de la productividad adjetivo de político a las luchas campesinas descritas y que deberían estar cir-
agrícola, desde la intensión de llevar a cabo la tan pretendida modernización cunscritas al ámbito social y, a lo sumo, a lo cultural. Pero como sucede en la
del agro por vías blandas. En últimas, algunas ONG y algunas instituciones investigación social, todo depende de la perspectiva y de los conceptos desde
internacionales de inanciamiento de desarrollo, según estas interpretaciones, donde se analicen los fenómenos y los procesos.
terminarían jugando en América Latina un papel similar al que los grupos ar- Si se comparte la mirada clásica que reduce la política al sistema de partidos
mados lo hicieron en Colombia con la población campesina, al adjudicarse el que tienen como objetivo la administración del poder de gobierno o al sistema
rol de ser los verdaderos voceros de sus intereses y adalides de su bienestar. de elección de los representantes que llegarán a los cargos estatales, entonces
Estas críticas, aunque en algún momento hayan tenido un sustento histórico, no las prácticas asociativas campesinas estarán bastante lejos de ser denominadas
tienen la universalidad que algunos quisieran darle. como políticas. Pero, ¿si la política fuera más que esa deinición?, ¿si esa de-
inición se quedara corta para entender los acontecimientos que están reconi-
A partir de la investigación realizada se llegó a comprender cómo el ele-
gurando nuestras sociedades?, es decir, ¿si la pretensión de universalidad de la
mento de las relaciones con actores externos, como los de inanciamiento de
teoría se develara en las limitaciones que su condición histórica le provee? En-
proyectos productivos, han hecho parte de una amplia red de relaciones que,
tonces mejor sería mirar desde una deinición un poco más amplia de la política
sobre todo, han favorecido el fortalecimiento del poder social y político frente
que logre mayor capacidad descriptiva y más profundidad analítica.
a la inluencia que los actores armados han tenido en las regiones y espacios
locales. En otras palabras, y reairmando lo antes dicho, las asociaciones cam-
pesinas, de la mano de la cooperación internacional:
4.3.1 La ruptura con la concepción estadocéntrica de la política
han ayudado a desarrollar formas de tramitar los conlictos y a crear
circuitos comerciales, han innovado en materia tecnológica –especial-
Desde el siglo XVII, la centralización del poder político en los regímenes abso-
mente en los sistemas sostenibles agrarios− han asumido la idea de for-
lutistas europeos hizo que la política se entendiera cada vez más como el ejerci-
talecimiento municipal a través de la propuesta de reconstitución de la
cio del poder realizado por el Estado en un territorio con fronteras delimitadas,
comunidad y han sido defensoras de derechos humanos, con lo que han
deiniéndose a través de la soberanía sobre los súbditos. La concentración de la
contribuido a que los campesinos amplíen el mundo de sus relaciones
capacidad de imposición de un orden social en la igura del rey se dio a partir de
sociales y el desarrollo mismo de sus fuerzas productivas (Salgado &
la violencia sistemática de los ejércitos sobre las poblaciones. Como lo describe
Prada, 2000, p. 173).
Tilly:
Se demuestra así que estas comunidades campesinas, a través de las asocia- Lo que nosotros, en cómoda mirada retrospectiva, denominamos ʽformación
ciones, así como tantas otras que han asumido los principios de la resistencia del Estadoʼ suponía el hostigamiento de campesinos y artesanos por parte
civil para sus luchas, se coniguran en comunidades dentro de comunidades: de despiadados arrendadores de impuestos, la venta forzada de animales,
abiertas, polifacéticas y que responden de manera creativa a los cambios y retos que habrían servido para la dote, con el in de pagar los impuestos, el en-
que les ha planteado el contexto político y social en el que han estado inmersas. carcelamiento de jefes locales como rehenes hasta que la comunidad local
La apertura de las relaciones con otros actores, en todos los niveles, es un rasgo entregara los impuestos atrasados, el ahorcamiento de otros que se atrevían
bien diciente del grado de lexibilidad y adaptación de sus prácticas políticas. a protestar, el permitir que cayeran brutales soldados sobre la inerme pobla-
Como buenos lectores de su entorno,de los espacios y geografías sociales, las ción civil […] la elevación de arrogantes propietarios locales a los puestos
asociaciones han creado lazos con el mayor número posible de actores como del Estado y la imposición de obediencia religiosa en nombre del orden y la
una forma de fortalecimiento de sus redes de resistencia civil. moral pública (Tilly, 1993, pp. 152-153).

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Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

La historia de la formación de los Estados modernos europeos y americanos de la acción política al Estado. Los encargados de llegar a ese centro de deci-
ha sido así la historia de la centralización de la capacidad de ejercer la coac- siones serán aquellos capacitados técnicamente para la administración de las
ción y homogeneizar territorios delimitados mediante fronteras claras, donde el cuestiones públicas y estarán regidos por una estructura jurídica impersonal.
objetivo inal ha sido la creación de órdenes sociales estables, valiéndose de la
violencia como medio de constitución de dichos órdenes. De la fragmentación Además de esto, los sistemas políticos modernos, incluyendo los latinoa-
territorial feudal se pasó a grandes extensiones controladas de manera absoluta, mericanos, asumieron la democracia como forma de legitimación y conjunto
por monarcas en los que, por lo general, su poder no estaba limitado por las le- de reglas de juego para el nombramiento de aquellos representantes que de-
yes. La concentración del poder fue sinónimo de expropiación de la capacidad bieran ocupar los altos puestos de la burocracia estatal. La ciudadanía en su
de los individuos y los colectivos de ejercer la violencia haciendo uso de las dimensión política estaría encargada de ser la instancia última de decisión,
armas.109 por medio del voto, para nombrar a aquellos individuos más aptos para ejer-
cer la política. Los partidos políticos tendrían la función de ser los media-
La Revolución Francesa y la Independencia de Norteamérica fundaron nue- dores y canalizadores de los intereses populares, para articularlos al Estado.
vos órdenes políticos, negando las monarquías absolutistas y creando repúbli- Así es como, en las sociedades modernas, o en proceso de modernización de
cas constitucionales. No obstante este cambio fundamental, la idea de tener al sus instituciones reguladoras del orden, el Estado se convirtió en el centro de
Estado como centro deinitivo de acción política se reairmó en la necesidad del administración de las cuestiones públicas y de resolución de los problemas
cambio de regímenes, por medio del desarrollo de estructuras burocráticas ad- generales de la sociedad.
ministradoras de lo público. La identiicación total del Estado con la política, es
decir el estadocentrismo, se desarrolló histórica y teóricamente a partir de una El problema que tiene toda esta visión estadocéntrica es que circunscribe la
concepción de poder que reconocía a la coacción en su pretensión monopólica acción política a un lugar especíico de la sociedad, a una institución, y deja por
como el rasgo deinitivo. Max Weber, a través de la igura de la asociación polí- fuera otros tipos de acciones que son igualmente políticas, si se llega a aceptar
tica, fundamentó el análisis sociológico en este sentido estadocéntrico: que la política consiste en algo más que la violencia, coacción o la amenaza de
la fuerza física para imponer un orden. Han existido complejas redes de luchas
Una asociación de dominación debe llamarse asociación política cuando y en el nivel social, al interior de las clases mismas, que hacen problemática la
en la medida en que su existencia y la validez de sus ordenaciones, dentro temprana airmación moderna acerca de la estatalidad de la política. Esta clase
de un ámbito geográico determinado, estén garantizados de un modo con- de argumentación tiene el inconveniente de que nos “promete un medio fácil de
tinuo por la amenaza y la aplicación de fuerza física por parte de su cuadro identiicación de quien posee el poder y de quien no lo tiene” (Hyndess, 1997,
administrativo […] Por Estado debe entenderse un instituto de actividad pp. 34-35). La crítica al estadocentrismo debe comenzar, entonces, por ampliar
continuada, cuando y en la medida en que su cuadro administrativo manten- el ámbito de signiicación de la política y, por lo tanto, diferenciarla de lo políti-
ga con éxito la pretensión al monopolio legítimo de la coacción física para co. Lo político representa la condición general de las acciones humanas involu-
el mantenimiento del orden vigente (Weber, 1977, pp.43-44). cradas en la construcción del bien común y el interés público, una construcción
que es intrínsecamente conlictiva y que se da a través de los antagonismos.
En tanto que gobierno de las poblaciones, la política se realizaría a través de Como lo airma Mouffe:
esa asociación de dominación, logrando generar el orden social necesario para
la conservación y continuidad de la sociedad. Es entonces en la Modernidad el
Concibo lo político como la dimensión de antagonismo que considero cons-
Estado el encargado de llevar a cabo el gobierno de los pueblos, valiéndose de
titutiva de las sociedades humanas; mientras que entiendo a “la política”
la capacidad de aplicación de la coacción física o de la amenaza de su uso y en
como el conjunto de prácticas e instituciones a través de las cuales se crea un
la medida en que exista una legitimidad social del monopolio de la coacción.
determinado orden, organizando la coexistencia humana en el contexto de la
El elemento del cuadro administrativo burocrático no es menor puesto que el
conlictividad derivada de lo político (Mouffe, 2007, p. 16).
proceso de profesionalización de la política es constitutivo a la circunspección
Así es como lo político tiene una mayor extensión lógica que la política, en
109 Con respecto a este tema, ver por ejemplo la exposición de Norbert Elias sobre la so-
ciogénesis del Estado, (Elías, 1988).
el sentido moderno del término de aquello que hacen los profesionales de la

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Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

administración de asuntos públicos y de las dinámicas institucionales estatales. se da el reconocimiento de la identidad como población campesina. La defensa
El involucrarse por medio de acciones conscientes en los problemas que le a permanecer en la tierra propia, a no ser desarraigado, es concebida como parte
atañen a todos, dentro de un espacio público para lograr el mejoramiento en las del derecho fundamental a tener una identidad, un nombre. Todas las acciones
condiciones de vida, es un concepto de lo político que rompe con la hegemonía colectivas de las asociaciones han mirado hacia un territorio en el que quepan la
del Estado en cuanto único ente regulador y productor del orden social.110 Si mayoría de sus habitantes. En este sentido es que las propuestas campesinas de
asumimos este criterio más amplio y diferenciador, entonces podemos incluir reparación y reconciliación incluyen a víctimas y victimarios en proyectos pro-
todas las luchas sociales que desde el siglo XIX han venido inluyendo en la ductivos. La idea campesina es que la región es de todos y tiene capacidad para
construcción de lo público y en el bienestar de las poblaciones. sostener a todos. Tal defensa del espacio territorial posee un carácter netamente
político puesto que representa una quiebra con la anterior lógica excluyente de
El involucrarse en los asuntos públicos que conciernen a la mayoría de la po- los actores armados, donde podían permanecer en la localidad sólo quienes tu-
blación implica, por lo tanto, que el poder es más que coacción, el poder es, como vieran una ainidad ideológico-política con quienes dominaban temporalmente
lo deinió Hannah Arendt, capacidad de asociación entre iguales para conseguir la región. Por lo tanto, la dimensión política se ha concretado como democra-
objetivos comunes. En palabras de Arendt, el poder es: “la capacidad humana, no tización de los espacios gestados desde los proyectos campesinos de región.
simplemente para actuar, sino para actuar concertadamente. El poder nunca es
propiedad de un individuo; pertenece al grupo y sigue existiendo mientras que el B) El aspecto participativo comunitario. El llamamiento constante de las
grupo se mantenga unido” (Arendt, 1973, p. 146). O como lo diría un intérprete: asociaciones para que la comunidad se involucre en las reuniones y en la toma
“El poder es el vínculo interno de lo político, la capacidad de actuar colectiva- de decisiones en asambleas, plantea que la participación constante de los in-
mente de una comunidad plural y sin centro” (Kersting, 2003, p. 81). dividuos en la política es posible y que va mucho más allá de la elección de
representantes nacionales o regionales. Con la participación de la comunidad
Las organizaciones campesinas trabajadas han demostrado una dimensión
campesina se juega igualmente el reconocimiento de ser sujetos con voz pro-
de lo político en este último sentido, en cuanto poder de asociación comunitaria
pia, los cuales tienen el poder de decidir e inluir sobre el bienestar y el desa-
antagonista de los actores armados, a pesar de que los líderes de las asociacio-
rrollo de las regiones. A pesar del descontento con las formas de participación
nes hayan explicitado la concepción clásica de la política como lo electoral
democráticas constitucionales, la participación comunitaria puesta en práctica
dirigido a lo estatal o simplemente como sinónimo de corrupción y mal manejo
alrededor de las asociaciones no signiica una sustitución de lo democrático re-
de lo público.111 A pesar de una comprensión estadocéntrica en sus conceptos
presentativo; es un complemento que actúa en los casos en que la debilidad de
políticos, las asociaciones campesinas han trabajado la dimensión de lo político
las distintas instituciones estatales se queda corta ante las demandas sociales.
en varios frentes, los cuales rompen y amplían el estadocentrismo político:
La participación, antes que estar dirigida hacia el control de las instituciones
A) El aspecto territorial. Como ya fue trabajado en el capítulo anterior, el estatales (función de iscalización), se presenta como un medio de defensa de la
territorio es un aspecto central de las luchas campesinas, pero no sólo por haber vida ante las acciones bélicas y como un instrumento para el respeto a los dere-
representado el medio económico para su reproducción material o de subsisten- chos humanos, lo cual no implica que esta función iscal no haya sido llevada
cia familiar, sino porque hace parte de la propia espacialidad, en torno a la cual a cabo. Está claro, además, que estas formas de participación no rechazan las
instituciones democráticas representativas, sino que más bien hacen hincapié
en las condiciones para el mejoramiento de la calidad de vida y el acceso a
110 No sobra hacer la diferencia entre lo político y la política. Esta última estaría referida oportunidades de desarrollo, dentro de un marco local y regional. En esta medi-
a la esfera de las instituciones y los organismos del Estado, siendo éste el centro de
regulación y ordenamiento de la sociedad. Lo político, sin embargo, tiene una mayor
da, el poder de las asociaciones es político porque implica una democratización
extensión lógica y ontológica pues es una condición de los seres humanos que mira en la dimensión de una mayor participación popular. Uno de los resultados de
al interés colectivo, hacia el bienestar de la mayoría y se concreta como el ejercicio dicha ampliación o profundización democrática es que el campesino, que an-
antagónico de posibilidades estratégicas de realización. tes, cuando los actores armados dominaban absolutamente las regiones, estaba
111 Tal como fue expresado en múltiples ocasiones ante la pregunta del papel político de subordinado y sin capacidad de decisión, ha roto con la ley del silencio y sabe
la asociación por los directivos actuales de la Asociación del Cimitarra y del Carare, en que puede ser oído. La asociación campesina es el espacio en el que el campe-
entrevistas a Irene Ramírez, Ramiro Ortega, Braulio Mosquera, Jorge Moreno, Luís
Carlos Rentería y Luís Fernando Serna. Entre agosto y octubre de 2009.
sinado se forma políticamente como sujeto autónomo, a pesar de las falencias

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Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

en su proceso educativo formal, y puede llegar a exponer sus puntos vista.112 Las Se sobreentienden los altos costos que implica ser actor político de negociación
asociaciones son, en últimas, escuelas de formación política deliberativa que po- de demandas sociales frente a instituciones del Estado que se rigen por políticas
tencian una subjetividad crítica en los pobladores. que no siempre toman en cuenta las necesidades de las poblaciones.
C) La transformación y canalización del conlicto. Dentro del modelo esta- El actuar concertado y asociativo de las asociaciones campesinas es un
docéntrico, una de los rasgos principales que se le atribuyeron al Estado como ejemplo de cómo el Estado no es el centro único y último de decisiones políti-
asociación política dentro de la Modernidad fue la capacidad de implantar un cas o el exclusivo responsable de la creación del orden social. Las asociaciones
orden social que permitiera, en términos hobbesianos, la sobrevivencia de cada se han convertido, en múltiples ocasiones, en actores políticos reemplazantes
individuo y negara la capacidad de muerte de unos a los otros. Esto quiere decir de la institucionalidad estatal y en estructuras de defensa de los derechos de las
que la legitimidad de la acción política estatal se encontraba inscrita en el poder comunidades implicadas en los territorios disputados. La historia misma de for-
de erigir un orden estable, esto es, medianamente pacíico. Recordemos que mación del Estado nacional en Colombia es una variable más que ha permitido
uno de los objetivos que siempre se plantearon las sociedades de Antiguo Ré- la acción de las asociaciones campesinas como actores políticos autónomos.
gimen fue el de encontrar una paz duradera. Las asociaciones del Carare y del
Cimitarra, al trabajar por la consecución de una paz social amplia y profunda,
con raíces económicas y culturales, han funcionado como instituciones políti-
4.3.2 El ejercicio de la parrhesía como
cas tendientes a la estabilización de las expectativas y a la creación de órdenes
sociales, y por lo tanto, menos propensos a la confrontación bélica. En el caso práctica de libertad en las asociaciones
del Carare, los diálogos con cada uno de los actores armados han demostrado
su capacidad de negociación política y del poder de canalización del conlicto
Existe un quinto sentido de la dimensión política realizado por las Asociaciones
mediante normas que han intentado darle una racionalidad menos nociva para
del Carare del Cimitarra que termina por fundamentar la ampliación de la po-
la población no combatiente.
lítica desde una perspectiva antagonista o disruptiva. Esta dimensión se puede
D) Ampliación de espacios públicos. Como parte del aspecto participativo sintetizar mediante el uso o interpretación del concepto griego de parrhesía.
comunitario, la potenciación de lo público y de apropiación de los espacios pú- Etimológicamente, la parrhesía se deine como franqueza, libertad de discurso
blicos municipales demuestran que el fenómeno asociativo campesino incide o sinceridad en el hablar, así como con el signiicado más básico de: “decirlo
en las estructuras políticas regionales y nacionales. Las acciones colectivas de todo”.113 Pero más allá de esta básica deinición, para los griegos ejercer la pa-
resistencia disruptivas señalan un aspecto claramente antagonista, el cual, en su rrhesía representaba una actitud moral en la que se decía todo en un discurso de
momento, confrontó a las instituciones estatales de los más altos niveles para la verdad, en vista de lograr una autoconstitución soberana de quien la practicaba.
irma de acuerdos con respecto a políticas públicas requeridas en la región del No obstante, esta práctica tuvo una doble signiicación, puesto que además de
Magdalena Medio. Gracias a las acciones colectivas de movilización, la opinión ser una práctica de verdad, estuvo asociada con la charlatanería. La parrhesía
pública nacional visibilizó la dimensión de la problemática paramilitar y se lo- también signiicaba el: “decir todo lo que pasaba por la cabeza” sin discrimi-
gró que el Estado tomara políticas condenatorias y persecutorias a nivel nacional nación alguna. Charlatanería que, en la antigüedad, se encarnó en la igura de
en contra del paramilitarismo. Esta dimensión confrontacional se dibujó nítida- la tiranía aduladora del pueblo. Pero, lejos de ser asociada con tal signiicado,
mente en la Asociación del Cimitarra y mostró que el proceso de ampliación de el parrhesiasta necesitaba, por el contrario, de un fuerte dominio de sí mismo,
lo público se genera a partir de intensas luchas, en las que sistemática y cons- valiéndose o apoyándose en la verdad.
tantemente los actores armados se deslegitiman para que lo campesino pueda
Las situaciones parrhesiásticas por excelencia se presentaban en dos ámbi-
conseguir un mayor reconocimiento social y una mejor posición en dicha lucha.
tos especíicos:

112 Las distintas reuniones campesinas a las que pude asistir como espectador me permi-
tieron comprender la inmensa importancia de la libertad de expresión en la perspectiva 113 Del griego παρρησία (παν = todo + ρησις / ρημα = locución / discurso) que signiica
de la formación de sujetos políticos, capaces de sostener una posición propia frente a literalmente “decirlo todo” y, por extensión, “hablar libremente”, “hablar atrevidamente”
problemas de profundas implicaciones sobre sus vidas colectivas. o “atrevimiento”.

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A) En la relación pedagógica en la que, por medio de la palabra del otro, se situación de dominación con la intencionalidad de cambiar la estructura o los
podía llegar a interiorizar una verdad, la cual daba los instrumentos o servía para grados de subordinación de la relación.
enfrentar el futuro en su contingencia y adquirir un dominio sobre sí mismo.
Las voces de algunos de los líderes contienen un par de pronunciamientos
B) En la relación política en el ágora, donde alguien con menor status social, que relejan los elementos constituyentes de la parrhesía y el signiicado de las
alguien inferior, tenía el coraje de decir la verdad directamente a alguien con experiencias de enfrentamiento emancipatorio ante instancias de poder armado:
mayor status, a alguien superior. Aquí es donde el decir verdadero o sincero se
transformaba en un decir peligroso puesto que quien decía la verdad se ponía Nosotros íbamos tan decididos […] yo nunca sentí miedo, creo que mis
en riesgo de ser castigado o de incluso de perder la vida. En el ámbito estricta- compañeros tampoco. Yo en eso era el presidente de la Junta de Acción Co-
mente político, la parrhesía fue la tercera dimensión de la democracia griega, munal, así que me tocaba llevar la palabra siempre […] Yo les dije hasta que
que aunque no estuvo deinida en términos institucionales, complementaba a la descansé. Luego vino Josué, ese hombre para hablar si que era duro, real-
Isonomía, a la igualdad ante la ley, y a la Isegoría, al derecho legal a decir la mente no apreciaba la vida. Y ahí si los coge y les dijo hasta de que se iban
propia opinión en público (Foucault, 2003, p. 315). a morir […] todo, todo lo que estaba aconteciendo (Córdoba, comunicación
personal, agosto, 2009).
La parrhesía representa así una relación en la que, por principios éticos, se
está obligado a decir la verdad a otros, incitado por la necesidad propia del ser A pesar del elemento de lo religioso, el cual es reiterado en casi todas las
franco. Como nos lo aclara Foucault: opiniones dadas, la experiencia de liberación, de coraje y sinceridad estuvo pre-
sente en las difíciles instancias de diálogos con los actores armados. Norberto
La parrhesía es una clase de actividad verbal donde el que habla tiene una Viana Carrasquilla, uno de los líderes de la Asociación del Carare lo recuerda
relación especíica con la verdad a través de la franqueza, una cierta relación de la siguiente manera:
con su propia vida a través del peligro, un cierto tipo de relación consigo
mismo o con otras personas a través de la crítica (autocrítica o crítica de Era una fuerza sin armas, eso era como lo bonito, lo limpio, un grupo sin
otras personas) (Foucault, 2003, p. 272). armas se enfrenta a tres grupos armados que nos estaban acabando. Donde
la gente toma la decisión de gente berraca, es una decisión que no la toma
La voluntad de expresar abiertamente la verdad en una relación de poder se todo el mundo. El primer momento de diálogo era tensionante, como para
constituye, por lo tanto, en una praxis de emancipación al ejercer la crítica de romper ese hielo es tremendo. Ahí había algo muy especial, algo que tocaba
una situación injusta frente a quien o a quienes son los dominadores de dicha a las personas, había una fuerza divina, una fuerza espiritual, porque había
situación. Las primeras y fundadoras acciones colectivas de las asociaciones momentos donde uno estaba frente a una persona de esas y uno sentía el
campesinas fueron exactamente este tipo de práctica basadas en sentar una po- temblor, fuera de rabia o de nervios o lo que fuera, pero temblaba, a uno no
sición propia, mediante el discurso, y frente a quienes ejercían el poder de la le daba miedo, a uno le daba como más fortaleza de estar ahí, de ir defen-
violencia y la dominación estratégica. En un caso frente a fuerzas guerrilleras diendo esto (N. Viana Carrasquilla, 2009. comunicación personal, agosto,
y paramilitares, y en otro caso frente a representantes burocráticos del Estado 2009).
central; las asociaciones del Carare y del Cimitarra utilizaron el diálogo y el
decir franco, arriesgando la vida, pero dándole a la libertad un signiicado con- El coraje fue, y sigue siendo, un elemento fundamental en los momentos
creto de valentía y soberanía comunitaria. de liberación campesina del yugo armado. Algo que estaba tácito en la vida
de las comunidades, pero sabido por la mayoría, fue expuesto públicamente
La toma de posición de los campesinos organizados ha tenido todos los ele- por quienes tuvieron el coraje de decirle la verdad a sus victimarios: que las
mentos de los que informa Foucault sobre el ejercicio de la parrhesía: alguien arbitrariedades cometidas por los guerrilleros, paramilitares o militares estaban
que con un status menor se enfrenta a alguien con mayor o con casi toda la acabando con la población civil, en un conlicto que no les pertenecía; que
capacidad de dominación; ese enfrentamiento se da mediante una relación lin- como civiles sus vidas merecían respeto y que como comunidades decidían
güística de revelación de la verdad de un problema; es una situación de riesgo sobre su presente y su futuro; sobre todo, que como actores sociales autónomos
extremo en la que se corre el peligro de hasta perder la vida y es una crítica a la ningún otro grupo tenía porque arrogarse la defensa de los intereses que no

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les pertenecían y, por tanto, la guerra debería desaparecer de sus territorios o, En cuanto uso político emancipatorio de la memoria, se echa mano de la
por lo menos, que los efectos negativos sobre la población deberían disminuir historia no sólo para saber aquello que han llegado a ser, sino que las asocia-
signiicativamente. ciones crean sus propias narraciones, incluyéndose como actores históricos de
desarrollo regional, en una articulación que está, casi siempre, entre el presente
Esta concepción de la libertad entendida como una práctica concreta y y el futuro: como posibilidad real de mejoramiento de la vida de las comunida-
situada ha sido realizada por las comunidades campesinas en respuesta a las des campesinas de la región. La gran ambición que se releja en los planes de
condiciones sociales y políticas vividas a partir de la solidiicación de estruc- desarrollo y en la dimensión política de las asociaciones a futuro, como cons-
turas históricas de violencia y de conlictividades no resueltas institucional- tructores de bienestar colectivo, no está pensada mesiánicamente, sino siempre
mente. Aunque parezca estar anclada a lo esporádico de las coyunturas mi- a partir de la difícil consecución de etapas y de momentos de avance y retroceso
litares y de las contiendas armadas, la práctica de la libertad parrhesiástica, histórico. Uno de esos momentos fundamentales, de superación de ese pasado
que es igualmente una forma más de resistencia civil noviolenta y creativa, de dominación política armada, de marginación social hacia un futuro de de-
está enraizada en un substrato histórico con interesantes connotaciones y pro- sarrollo incluyente y sostenible, se da mediante las acciones parrhesiásticas en
fundidades. las cuales se presenta una delimitación temporal y un tránsito: hay un antes
En las dos asociaciones ha existido el recurso constante al recuento y a la referido a un sistema de subordinación y de exclusión, y se pasa hacia un mo-
reelaboración del pasado, como condición de posibilidad para las propuestas mento más democrático e incluyente, un presente-futuro mejor que el pasado.
económicas y estrictamente políticas, formuladas en todos sus planes de de- La parrhesía ha servido, entonces, como elemento concreto de transición entre
sarrollo.114 Es decir, que ha existido una formación de una memoria históri- un antes y un después que debe ir construyéndose diariamente. El pasado se
ca a partir de la reconstrucción de la trayectoria, migraciones y desarrollo de enfrenta a través del diálogo parrhesiasta, y a partir de ahí se intenta llevar a
las regiones, para desde este substrato genealógico, fundamentar sus acciones cabo un ordenamiento de la vida social con más posibilidades de desarrollo
colectivas y sus luchas emancipatorias. El uso político otorgado a la historia, económico y mayor participación política de las personas que conforman las
sobre todo en clave regional, muestra a las comunidades que la coniguración comunidades campesinas.
social no tiene el carácter de necesidad y obligatoriedad y, por lo tanto, que son
posibles las acciones concretas que lleven a transformar la lógica de la milita- Los costos de la práctica de la parrhesía han sido bastante altos a través de
rización de la vida rural. la historia de las asociaciones campesinas. Por el lado de la asociación del Ca-
rare, el asesinato de Josué Vargas, Saúl Castañeda, Miguel Ángel Barajas y la
Al ser de las comunidades, a eso que han llegado a ser, le subyace una periodista Silvia Duzán, así como, por el lado de la Asociación del Cimitarra,
dimensión histórica que es pertinente conocerla, pues las acciones colecticas el asesinato de Diomédes Playonero, Orlando Triana, Nelcy Cuesta y Carlos
parten de ese substrato y, por consiguiente, es desde ahí por donde se puede Ramírez, testiican el peligro de hablar con la verdad, desde el coraje de la
comenzar por romper con las ataduras políticas de dominación inherentes al práctica de la libertad de expresión ante los poderes militares. Todos estos
pasado que se extienden hasta el presente y pretenden dominar el futuro. Así es líderes se han convertido para sus asociaciones en símbolos de libertad y, en
cómo uno de los logros del asociacionismo campesino ha sido el de la reduc- términos regionales, representaciones del valor de la “berraquera” o valentía,
ción de los grados de coacción social del medio al que han pertenecido. En este de esa historia regional que ha tenido un antes subordinado y un después li-
sentido es que las comunidades campesinas, en torno a sus asociaciones repre- berador, aún en curso.
sentantes, han logrado erigirse como sociedades autónomas y con capacidad de
autogestión social y política. Esto no signiica que se esté convalidando una visión heroica de las luchas
campesinas en las que se deienda la igura del mártir, sino antes bien, se trata
de todo lo contrario: se ha querido mostrar que las luchas sociales y políticas
114 En todos los planes de desarrollo construidos por las asociaciones campesinas, el están entroncadas en contradicciones y tensiones irresolubles: la defensa de la
momento de la contextualización histórica y de la coniguración histórica regional es vida como lo más importante, como lo innegociable, termina perdiéndose por
central para el despliegue de las propuestas y visiones de las comunidades organiza- defender la vida misma y el bienestar colectivo. Una de las razones de esta
das. Con los recuentos históricos emergen en el discurso organizativo las necesidades,
los vacíos y los retos a presente y a futuro de los espacios regionales.
contradicción se encuentra en la extralimitación del ejercicio de la parrhesía.

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La humillación que genera la explicitación social de las violaciones e injus- una gran amnistía y promover un diálogo nacional de amplia participación so-
ticias por parte de los dominantes sobre los dominados, en este caso sobre la cial, el gobierno de turno logró apenas una tregua parcial de las acciones milita-
población civil campesina, no puede llegar a ser una política continuada en la res, la cual tuvo una duración de apenas un año, y un muy bajo respaldo social,
construcción de relaciones con los enemigos o con los adversarios políticos. El político y militar. En realidad, estos diálogos de paz fueron una iniciativa de la
problema de la radicalidad en las posturas políticas y en las acciones colectivas Presidencia de la República, la cual fue torpedeada desde diferentes sectores
e individuales es que no hay prácticamente espacios para la corrección o la sociales que no vieron con buenos ojos tal empresa. Sin embargo, en todos
rectiicación. los siguientes períodos de gobierno, hasta la fecha, se propusieron agendas de
diálogo y concertación con las guerrillas: en el cuatrienio de Virgilio Barco,
de 1986 a 1990, se institucionalizó y se centralizó el modelo de negociación
en la igura del Estado,115 rechazándose la participación de la sociedad civil en
4.4 La paz como horizonte sociopolítico campesino
los diálogos, pero convirtiendo los diálogos en una política de Estado. Con éstos
se logró el pacto con la guerrilla del M-19 de una reinserción a la vida política
Es necesario airmar que el amplio espectro de las acciones colectivas realizadas a cambio de la amnistía para todos sus miembros. En el siguiente período, el de
por las asociaciones ha estado dirigido hacia la transformación de la conlicti- César Gaviria, de 1990 a 1994, se pudo desarticular el movimiento guerrillero de
vidad y la construcción de un orden social más justo y equitativo. La capacidad origen indígena Quintín Lame. En los otros dos gobiernos, el de Ernesto Samper
de acción política y de gestión social de las asociaciones puede ser interpretada y de Andrés Pastrana, la paz entendida como proceso de negociación entre una
mediante el concepto de paz en tanto que último momento, o instante deiniti- cúpula institucional y actores políticos ilegales llegó a su culmen de deslegitima-
vo, de las luchas emancipatorias de las comunidades rurales en Colombia. El ción social, entendiéndose inalmente que los movimientos guerrilleros veían en
telos o inalidad última del fenómeno asociativo campesino se resuelve así en la esta instancia una oportunidad para fortalecerse militarmente y una posibilidad
consolidación de una paz social amplia y profunda. Necesitamos comprender, de lograr mayor visibilización nacional y no como un recurso para transformar la
entonces, la construcción del signiicado de la paz que los actores mismos han institucionalidad política. El rotundo fracaso de los diálogos del Caguán en 2002
ido tejiendo en la elaboración de ese horizonte posible. llevó a que la gran mayoría de la población aceptara que el único y exclusivo
camino para lograr la paz se hiciera por medio de la victoria militar de las fuerzas
del Estado sobre los movimientos guerrilleros. Ello generó:

4.4.1 La paz negativa, militarista y absoluta B) que la paz fuera entendida como resultado del triunfo militar, por medio
de la violencia estatal, y como un estado inal en el que se llegase a comprobar
la deposición de las armas por parte del enemigo. Esta concepción se reairmó
Como sucede con la mayoría de los conceptos en su amplitud y diversidad, el en los ocho años de mandato de Uribe Vélez, del año 2002 al 2010, a través de
concepto de paz ha estado sujeto a la variación de su signiicado, a partir de la lo que se llamó la política de Seguridad Democrática, bandera de gobierno en
disputa por lograr una enunciación de la realidad social exacta y acorde con esos años. En esta política, cualquier medio se fue legitimando para lograr el
aquello que se quiere representar o simbolizar. in de la rendición de, ya no las fuerzas guerrilleras, sino, como se redeinió a
los actores subversivos, de elementos terroristas sin ningún carácter político.
En Colombia, los signiicados de la paz han estado estrechamente rela- La ayuda norteamericana sintetizada en el Plan Colombia cupo perfectamente
cionados a dos situaciones particulares originadas en la historia reciente del dentro de esta concepción de paz, al ser un recurso estratégico para el combate
país: hemisférico del terrorismo. De esta manera fue como los ejércitos paramili-
A) Los acuerdos o procesos de negociación política de los gobiernos con los tares se convirtieron en una especie de mal necesario para lograr el estado de
actores armados ilegales. Estos “diálogos de paz” comenzaron con el gobierno seguridad. La paz sería entonces la seguridad, pensada como goce del derecho
del conservador Belisario Betancourt en el año de 1984, denominados como a la propiedad y al libre desplazamiento por el territorio nacional y donde los
“Acuerdos Humanitarios y de Cese al Fuego”, con los movimientos guerrille-
ros de las FARC, el M-19, el EPL, el ADO y el ELN. Con el objetivo de lograr 115 Como bien lo muestra García-Durán, (2006, p. 188).

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Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

modos y medios de acceder a ella no importarían tanto como la consecución El segundo aspecto es que la paz se conigura a través de un ideario en el que
exitosa del in en sí mismo. se le concibe como un resultado o estado inal al cual se puede arribar, como
veíamos, sin mayor afán de coherencia entre ese in y los medios para conse-
Tanto los signiicados de A como de B pueden ser entendidos como formas guirlo. El problema de esta concepción es que no concuerdan los medios por los
de pensar una paz en términos meramente negativos y que se fundamentan en que se quiere llegar al objetivo último de la paz.
la idea de la negación de la guerra. La paz sería simplemente el estado de no-
guerra, en una deinición por pura oposición lógica. Como fue señalado por La tercera cuestión derivada de su carácter negativo es la concepción de
Luís Fernando Serna, presidente de la Asociación del Carare, todos los actores que ese estado inal se desarrolla exclusivamente en un registro absoluto de
armados del conlicto colombiano hablan de la paz y creen que hacen la paz paciicación, entendido como ausencia total de la conlictividad. La reducción
mediante las armas, pero: de la complejidad social se concreta en la asimilación del conlicto a lo bélico o
a lo armamentista, produciéndose una simpliicación de la problemática social
Si usted está pensando en la guerra pues es muy complicado que usted pen- hacia el ámbito del orden público. De esta manera, todo conlicto podría llegar
sando en guerra, esté haciendo guerra, piense en la paz. Nunca le va a llegar a ser resuelto mediante la aplicación de la fuerza y del reestablecimiento de un
así la paz […] Yo tengo la propuesta de paz de las FARC y de los paramilita- supuesto orden público primigenio. La paz consistiría en el poder de negación
res. Y la propuesta de paz del gobierno. Todas esas dicen lo mismo, lo único del extenso campo de conlictividades sociales, sin posibilidad de una tramita-
que cambian son los actores. Que un país no sé cómo, que un país no sé qué. ción extra militar y policial.
Pero ellos lo quieren a fuerza de matar gente y de destruir. Es una paz que no
tiene sentido (L. Serna, comunicación personal, agosto, 2009). El cuarto aspecto, derivado del anterior, es la concepción de una sociedad
inalmente reconciliada, capaz de homogeneizar sus diferencias fundamentales
En 2011, la guerrilla de las FARC sigue creyendo que es posible una toma y compartir valores éticos de carácter universal. Sería difícil encontrar en ésta
del poder mediante las armas, para así lograr las verdaderas transformaciones concepción de paz negativa un desarrollo teórico que pudiese responder a la
sociales que la oligarquía jamás ha querido realizar en el país. Es decir, que tanto necesidad de la transformación y manejo racional de las diferencias sin echar
desde la lógica del Estado como desde los movimientos ilegales, tanto desde la mano de la violencia. El anhelo de reconciliación inal de todos los elementos
institucionalidad legal como desde las distintas expresiones de ilegalidad, la vio- constituyentes de las sociedades hace parte, como lo airmó García-Durán, “de
lencia es el medio de construcción de su contrario, de la paz: La paz se construye una concepción de corte católico en la que las víctimas y los agresores se llegan
con guerra. Sería entonces factible llenar de signiicado eso que se denomina paz a encontrar en el perdón” (García-Durán, 2006, p. 257). La paz se resolvería en
por medio del silenciamiento de ese otro que, ideológicamente, es el enemigo ab- el momento de la reconciliación última.
soluto. Pero uno de los problemas que se ha mostrado en la historia de los pueblos
es saber delimitar la frontera de dónde termina el grupo del nosotros, de los ami-
gos, y dónde comienza el de los enemigos, el del ellos. La paz negativa es, por lo
4.4.2 El signiicado positivo de la paz
tanto, el estado inal que se concreta en la negación absoluta de la contradicción.
desde las asociaciones campesinas
El corolario de la concepción de una paz negativa compromete varios aspec-
tos que deben ser explicitados. El primero de ellos es que los responsables di-
rectos de la consecución de la paz son los representantes de las más altas esferas No obstante la legitimidad y valoración dada a esta concepción de paz en Co-
institucionales del gobierno y los actores ilegales. Es decir, que todo un amplio lombia, todos estos aspectos han sido criticados por las asociaciones campesinas
espectro de actores y dinámicas están marginadas de la consolidación de esa su- trabajadas, de manera sistemática y precisa, a través de una profundización del
puesta solución inal. Este rasgo se vio claramente tanto en el comienzo de los signiicado y de una positivización de su contenido. En primer lugar, las asocia-
diálogos de paz en el período de 1986 a 1990 con el gobierno de Barco, donde ciones del Cimitarra y del Carare han entendido y han tratado de mostrar a todos
la sociedad civil organizada fue excluida de cualquier participación en éstos, así los actores regionales que la paz no debe ser comprendida como un estado inal
como en la casi nula inluencia y poco peso de los actores civiles en los fallidos al cual se pueda acceder luego de la violencia, ni es un paso de la oscuridad hacia
diálogos del Caguán, del presidente Pastrana. la luz y la claridad de una sociedad inalmente paciicada. Por lo tanto, el más

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Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

próximo sinónimo de paz, en un sentido positivo amplio, es el de proceso. La paz rasgo común, las dos organizaciones campesinas parten de una concepción de
es, para las comunidades organizadas, una búsqueda y construcción inacabada e conlicto que rebasa la idea militarista de ruptura del orden público y se remiten
inacabable de mejoramiento de la vida social. Y no se trata de una cuestión de a los orígenes del conlicto desde la amplitud de las relaciones sociales y de
énfasis entre medios y ines; no es que esta perspectiva elabore una exagerada producción como el ámbito de generación de la conlictividad. Es decir, que la
acentuación de los medios, sino que la paz consiste más bien en el proceso mis- paz respondería en una primera instancia a la problemática social en general,
mo de canalización y transformación de la conlictividad, siempre presente en las donde lo militar y los actores militares son una más de las formas de expre-
relaciones sociales. Por decirlo de alguna manera, existe una cadena inacabada de sión del conlicto. La cuestión de la paz, entonces, remitiría directamente a las
procesamiento de conlictos que deberán ser resueltos de formas en que se recu- condiciones materiales de reproducción social y de bienestar colectivo. Como
rra con menos frecuencia, en un principio, a la violencia. Algunos teóricos como fue declarado en reiteradas ocasiones en los diálogos con los campesinos y
Muñoz y Hernández han denominado a este carácter procesual de la paz mediante campesinas, ese bienestar colectivo debe estar dirigido en primera instancia a
el concepto de “paces imperfectas,” (Muñoz, 2009), (Hernández, 2009), lo cual solventar la precariedad y la inseguridad alimentaria. En palabras de Claudia
no parece estar muy lejos del carácter de cualquier realidad social en general. Becerra, una joven líder comunitaria:
El ser inagotable de la conlictividad es en últimas lo que lleva a la inagotabi- Para mí la paz es el hecho de haber una tranquilidad, que es lo más impor-
lidad de la paz. Este rasgo fue identiicado por parte del campesinado organizado tante, pero que también en esa tranquilidad haya que comer. Porque tener
desde la idea de una lucha sempiterna, la cual hace parte de su identidad colectiva: paz, ¿pero con hambre? Y el hambre es la que lleva a la violencia, a la gue-
“una lucha que nace desde hace mucho tiempo, desde nuestros abuelos, del seguir rra, a que los jóvenes se metan en cosas malas porque no tienen de qué echar
luchando por una vida mejor” (I. Ramírez, comunicación personal, septiembre, mano […] Que haya tranquilidad económica. Que los jóvenes tengan una
2009). Así mismo, como el: “dejarles a las nuevas generaciones un proceso de paz buena universidad, donde puedan terminar sus carreras y no tengan tanta
que pueda seguir adelante” (R. Ortega, comunicación personal, septiembre, 2009). preocupación de dónde va a salir tanta plata. Que las mujeres pueden tener
Por lo tanto, la paz es un proceso abierto e interminable, tanto para adelante, en el sus buenas microempresas, la panadería, la modistería, que todas tengan sus
futuro, como para atrás, en las generaciones pasadas, de transformación social y entraditas. Que los hombres también tengan sus proyectos, como el caucho
política. que ya empieza a producir (C. Becerra, 2009, comunicación personal, agos-
Una de las consecuencias de la naturaleza abierta de la paz es, por tanto, la to, 2009).
aceptación de la imposibilidad de acceder a reconciliaciones inales o absolutas
de los actores sociales convergentes. Tal airmación representa un llamado a Como se puede ver, la ecuación que se plantea es la de que el hambre y la
la relativización de la crítica que algunas veces se le ha hecho a los resultados falta de oportunidades lleva a la violencia, obligando a los jóvenes, en el ámbito
que las asociaciones campesinas estudiadas han tenido en el terreno a través de rural, a optar por soluciones armadas. Pero no es solamente una cuestión de ne-
los años de labor social. El incesante trabajo por reairmar las posiciones de la cesidades básicas, sino de oportunidades de desarrollo, de trabajo y de ocupa-
comunidad campesina frente a los actores armados y el esfuerzo por mejorar las ción, de posibilidades de emprendimiento local. La campesina Isaura Gamboa
condiciones materiales de vida parecen quedarse siempre cortas en vista de las lo enunció de la siguiente forma:
necesidades y de los imprevistos que la guerra conlleva. La crítica del por qué,
a pesar de los esfuerzos y las redes de alianzas mostradas a favor de una cons- Que nuestros hijos puedan jugar libre en su entorno. Que el campesino pue-
trucción nacional de la paz, el país sigue estando en una situación de violencia da estar en su tierra, en su parcela sin ningún inconveniente, sin que nin-
generalizada, con los mismos actores y en similares condiciones económicas, al gún actor venga a interferir en él. Que haya una red de desarrollo para ese
igual que en décadas anteriores, deberá ser atenuada a partir de la comprensión campesino. Que existan unas vías que lo comuniquen, que pueda sacar sus
de la diicultad de los procesos de transformación social y de la imposibilidad productos. Siempre relacionamos la paz con el desarrollo (I. Gamboa, co-
de las reconciliaciones deinitivas. municación personal, agosto, 2009).

Desde un aspecto más concreto, el contenido especíico del signiicado otor- Hay que resaltar el énfasis puesto en que la paz implica directamente esa red
gado a la paz por los actores civiles estudiados ha sido amplio y diverso. Como que sustenta el desarrollo para las comunidades, la cual conllevaría multiplicar

198 199
ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Poder social y político de las asociaciones campesinas.
Inclusión y construcción de paz a través de la participación comunitaria

las posibilidades de conexión e intercomunicación del campesino y de lo pro- todos por esa región, el país que queremos, pero desde la civilidad, no desde
ducido en su labor con las demás regiones y con la vida económica de la nación. que para exigir el derecho a la vida, el derecho al estudio, a la salud, coger
Como fue airmado en los capítulos anteriores, uno de los problemas sociopo- una papa bomba y tirársela a otro porque eso no tiene lógica. Mientras que
líticos fundamentales en la historia de Colombia ha sido la inclusión de las dis- unos luchan por los derechos, otros luchan para atroiar los derechos de los
tintas regiones en la vida nacional y la institucionalización de los conlictos por otros. Entonces eso no tiene razón de ser. Eso no sirve así. Uno exige dere-
la vía estatal. En este punto se comprueba que la postura campesinista reclama, cho a la vida, pero derecho a la vida no es creer que el que me está tratando
antes que la absolución del orden social capitalista, la inclusión con justicia de atroiar la vida hay que acabarlo, hay que desaparecerlo, no tampoco. Si
social y con una mayor equidad para sus constituyentes. En su sentido más usted me irrespetó y el irrespeto es tan grande y usted me va a torturar, me
positivo, la paz signiica desarrollo, aunque como es claro, el tipo de desarrollo va a causar problemas, yo tengo que exigirle a usted, logrando que usted
reclamado no es el de los megaproyectos agroindustriales, energéticos o civiles, también analice que tiene el derecho, yo también los tengo y es el respeto
sino el desarrollo sostenible y diseñado a partir de las voces de las comunida- mutuo entre el uno y el otro, con todas las diferencias que tengamos cada
des, de manera lo más democráticamente posible (I. Gamboa, comunicación uno (M. Hernández, comunicación personal, agosto, 2009).
personal, agosto, 2009). La paz sin desarrollo social quedaría abocada a la pura
inercia o formalidad de la concreción de acuerdos entre actores armados. Esta Así es como la civilidad sería el rasgo deinitivo en tanto inclusión de todos
concepción amplia de la paz como desarrollo se puede resumir en las palabras los actores del conlicto en un orden de respeto hacia las diferencias y hacia
de Cristina Serna, una de las primeras líderes de la Asociación del Carare: las diferentes formas de vida. Estamos con esto en el extremo opuesto de la
concepción de paz negativa y militarista vista en el apartado anterior. Para ir
Para mí la paz es tener la oportunidad de que cada uno tenga su inquita inte- dinamizando lo que llamamos paz es, por tanto, necesario airmar al otro en su
gral campesina, de que los grupos armados nos sigan respetando como per- condición de contradictor, respetando sus derechos como ser humano; es dar
sonas, que haya educación, que haya vivienda, que hayan las cosas mínimas la posibilidad de que ese otro pueda tener la razón dentro de los límites que
para que una persona viva como un ser humano, como se lo merece un ser hu- provee el marco de los derechos humanos. El verdadero reto de la paz, luego
mano. Para mí, esa es la paz (C. Serna, comunicación personal, agosto, 2009). de décadas de dinámicas de exterminio y violencia política, es el de crear un
orden sociopolítico de convivencia donde todos los actores sociales quepan
En un sentido más signiicativo en cuanto a lo político, la concepción de paz y puedan construir bienestar colectivo a partir de las diferencias. La paz es
defendida por la Asociación del Carare incluye un aspecto, que es débil en la efectivamente reconciliación, pero esta reconciliación no puede signiicar un
Asociación del Cimitarra, y es el de aceptar la inexorabilidad de la convivencia estado de absoluta anulación de la conlictividad, sino más bien la tramitación
con ese que se ha presentado históricamente como el enemigo absoluto. A cau- de los conlictos de manera que ninguna de las partes se anule. La apuesta de las
sa de la política de la confrontación y disrupción parrhesiástica constante, los asociaciones campesinas trabajadas está dirigida a la transformación profunda
campesinos organizados del Cimitarra no han incluido en su plan de desarrollo de las estructuras de exclusión y marginación nacional, por medio de la parti-
ni en su política organizativa a los paramilitares como posibles ciudadanos que cipación, lo más directamente posible de las personas que componen la forma
hagan parte de sus proyectos productivos y de región.116 El concepto utilizado de vida campesina, la cual se reconoce como comunidad campesina, a pesar de
por la Asociación del Carare que integra esta dimensión de la paz es el de la sus diferencias internas.
civilidad. En palabras del vicepresidente de la Asociación del Carare, Mauricio
Hernández: La realización de la paz no es posible sin la directa y amplia participación
de organizaciones comunitarias de carácter democrático, que luchan por el re-
Yo decía, de aquí en adelante la ATCC y excombatientes lo que tenemos es conocimiento colectivo como constituyentes de la vida nacional. Este último
que pensarnos la región que queremos, el país que queremos y luchemos aspecto es el que se puede denominar como empoderamiento de las comunida-
des dentro de relaciones históricas de poder social. El proceso de adquisición
116 Todas las entrevistas elaboradas y otras más recuperadas, junto con los planes de de poder dentro de estructuras sociales jerárquicas ha implicado una apuesta a
desarrollo y los comunicados de prensa, constatan la incompatibilidad por parte de la la democratización de los diferentes espacios de la sociedad colombiana, desde
Asociación del Cimitarra de aceptar la convivencia e inclusión de ex-paramilitares y
desmovilizados en los planes de región. los imperativos de la defensa de la vida, el arraigo en los territorios propios y

200 201
ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL

la inclusión en proyectos de desarrollo comunitarios que redunden en el bien-


estar colectivo. El efectivo poder construido por las asociaciones campesinas
para gestionar la territorialidad y la vida colectiva regional, frente a los actores
armados, los ubican como nuevos actores que intentan deinir órdenes sociales
incluyentes con una voz propia y, por lo tanto, como actores políticos contem-
poráneos de la nación.
El ataque a la formas de violencia directa se combina con la lucha por trans-
formar violencias de tipo histórico que tiendan al mejoramiento de las condi-
ciones generales de vida como personas y como colectivo, y en últimas que
lleven a una institucionalización de las diferentes formas en que se expresa la
conlictividad. Utilizando la expresión de Useche, se está intentando una “re-
producción integral de la vida” (Useche, 2008, p. 49),117 donde se apuesta por
la reconstitución de lo común y de la civilidad frente a las formas y las lógicas
de acción de los actores armados.

117 En términos del autor, es una apuesta “en donde las relaciones estén orientadas a la
reproducción ampliada de la vida de todos, donde los sujetos colectivos se van auto-
constituyendo en la medida en que descubren dónde radica su poder” (2008, p. 60).

202
CAPÍTULO V

concLusiones

Fortalezas, debilidades y signiicados de las


resistencias civiles campesinas en Colombia

L
a presente investigación ha intentado mostrar, de manera general, las
formas sociales y políticas que la vida campesina ha adquirido dentro
del conlicto social y armado, en dos localidades de la región del Mag-
dalena Medio en Colombia. Hemos visto cómo, y a pesar de las diferencias
ideológicas, los actores en armas han utilizado estrategias de reproducción de
la conlictividad, donde la población civil ha estado inserta en dinámicas de
subordinación militar y dominación social, con el objetivo principal de con-
solidar territorialidades propias, en franca oposición a la soberanía del Estado
colombiano.
Los efectos y las consecuencias del conlicto social y armado, generados
sobre la población campesina, han consistido en la destrucción de las redes de
convivencia y de las relaciones de vecindad, entretejidas principalmente desde
los valores de la solidaridad y la cooperación. El miedo, el aislamiento, la des-
territorialización, unida al desplazamiento forzado y la desconianza han sido
los más visibles resultados de una violencia política que sigue fragmentando al
país, desde inales de los años 70 y comienzo de los 80 hasta el momento.

205
ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Conclusiones

Teóricamente, algunas interpretaciones del concepto de poder han creído en tencia desde la civilidad, desde una rotunda negación de la militarización de la
que la dimensión política se cierra allí donde se acaba la coacción y donde las vida y desde la creación de opciones productivas para persistir en su identidad
múltiples violencias terminan cuando se elimina al enemigo. Esta investigación colectiva como campesinos.
ha pretendido mostrar y dar una interpretación más amplia y compleja de la
realidad del conlicto social y armado, ubicándose epistemológicamente desde Las formas especíicas en que se materializa esta opción por lo civil se en-
la perspectiva de aquellos que históricamente han recibido la fuerza de la coac- cuentra, primero, en la opción por el diálogo. Las acciones colectivas de re-
ción y la contundencia de la implantación de los regímenes autoritarios rurales sistencia son antes que nada una toma de la palabra, un empoderamiento de la
que los distintos actores armados han construido. voz propia que se reconoce como interlocutora válida frente a los otros que han
decidido históricamente qué hacer, qué producir y qué esperar. En la vía militar
Desde este ángulo, hemos podido comprender que la supuesta unidad y so- no existe la posibilidad del diálogo entre iguales. Por deinición, lo militar es
lidez de la violencia ejercida y aplicada por los actores armados se debilita y se mando y obediencia y, desde luego, jerarquía, no hay lugar para la respuesta y
agrieta a partir de la organización de las comunidades, para dar posibilidades la réplica, para la pregunta ininterrumpida y para concertar lo que se debe hacer.
de acción a los colectivos que se niegan a la airmación irrestricta de quie- El coraje de enfrentar desde la palabra al otro violento nos reenvió inexorable-
nes tienen el poder de las armas o de los contextos que cierran posibilidades mente a la conceptualización de ese aspecto olvidado de la democracia griega,
de llevar a cabo una vida desde mínimos materiales y sociales. La capacidad rescatado por Michel Foucault en la última parte de su obra (Foucault, 2010):
de organización de las asociaciones campesinas estudiadas ha demostrado que la Parrhesía o momento deinitivo en que la relación de subordinación estalla,
la resistencia tiene una naturaleza lexible y dinámica, en contextos altamente a partir del decir a la cara la verdad o poner en descubierto la arbitrariedad de
desfavorables y de violencia política prolongada. quien ejerce desproporcionadamente, sin límite alguno, el poder sobre los que
no pueden decidir u opinar. Esta dimensión de la democracia ha sido llevada a
En la coniguración del mundo político y económico rural investigado se han cabo por las asociaciones campesinas del Magdalena Medio, con las consabi-
fusionado múltiples tipos de violencia, los cuales se han reforzado para hacer de das y peligrosas consecuencias que ello ha generado.
la vida campesina una más difícil instancia de existencia social: a las diicultades
de la reproducción económica, tales como las constantes crisis para el acceso a Pero la resistencia desde lo civil ha implicado un segundo aspecto basado en
créditos, soluciones de vivienda y acceso a la tierra o la resolución de problemas la opción por medios y métodos de acción noviolentos: la movilización general,
básicos de salud y la falta de seguridad alimentaria, se le han añadido diiculta- la toma de entidades estatales, la ocupación de espacios públicos o el enfrenta-
des particulares del contexto político colombiano, como la falta de instituciona- miento pacíico de toda una población movilizada hacia actores en armas, han
lidad del Estado para resolver la conlictividad y la fragmentación del territorio, concretado la opción de la noviolencia como instrumento de lucha social con
tanto desde lo administrativo como desde lo geográico. Los actores armados una mayor efectividad a largo y mediano plazo para realizar demandas y recla-
han entrado, así mismo, como elementos de profundización de la conlictividad mos de justicia. Esta idea de la civilidad como medio de expresión noviolenta
en las localidades para disputar una soberanía no resuelta estatalmente. es, además, coherente con los ines últimos de una convivencia pacíica y con
formas de tramitación de la conlictividad que no vulneren los derechos huma-
No obstante este entramado contextual, las comunidades campesinas en Co- nos de todos los que habitan los espacios locales. Los medios y las estrategias
lombia han sabido enfrentar y gestionar la convivencia en sus regiones y, en de acción basados en la noviolencia han llevado a ines y objetivos noviolentos.
muchos casos, han podido romper con el dispositivo de dominación predilecto La explicitación de esta idea como tarea comunitaria ha representado una de
aplicado por los actores armados, como lo ha sido el del miedo.118 Después de sus mayores fortalezas políticas.119
momentos históricos donde la vía militar se planteaba como la única solución
posible para resolver las disputas por la tierra y el bienestar común, las comu- Pero la condición de civilidad, además de signiicar la recurrencia a medios
nidades del Carare, del Cimitarra, y muchas otras más, han optado por la resis- noviolentos y la negación de las formas jerárquicas de acción militar, repre-

119 Como lo anota de manera concisa Shock: “es improbable que usar más violencia rom-
118 En palabras de Useche: “Las resistencias sociales en Colombia han demostrado que pa los ciclos violentos; más bien, podría argumentar que la resistencia noviolenta es el
pueden derrotar el miedo como dispositivo predilecto de la dominación y constituirse en mejor método para romper los ciclos de violencia y promover la democratización y la
fuente de poder de los frágiles” (Useche, 2008b, p. 259). justicia social” (2007, p. 63).

206 207
ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Conclusiones

senta la capacidad de organización autónoma en tanto que autogestión de los lítica realizada por estos actores civiles hay una vía intermedia o mixta, donde
espacios de la convivencia y de la vida de la comunidad en la mayoría de sus la representación es controlada por la participación, en la medida en que es
aspectos. La autonomía como derecho de los pueblos para tomar decisiones rápidamente iscalizable por la base social. Los modos de acción campesina
concertadamente, desde el encuentro y la realización de asambleas comunita- comprueban así, una vez más, que están alejados de la radicalidad o el extre-
rias, donde cada campesino tiene la capacidad de participar directamente en las mismo que muchas veces se les ha querido imputar, para airmar soluciones
decisiones que afectan a la comunidad, es una muestra contundente de que la intermedias y moderadas con carácter de alternativas posibles. Al igual que lo
civilidad es un recurso de los pueblos frente a instancias políticas como la esta- que sucede con los procesos de institucionalidad alternativa, en su función de
talidad colombiana, deicientes o ausentes en regiones marginadas o alejadas de complementariedad, el recurso político de la representación es reformulado a
los centros administrativos y de poder. En este sentido, la defensa de la resisten- la luz de la participación comunitaria y puesto bajo su escrutinio, para tener un
cia civil se signiica como un ejercicio de construcción de una institucionalidad mayor control sobre éste.
extra estatal o una institucionalidad alternativa a los circuitos clásicos de los
poderes administrativos del Estado central. Lo anterior no quiere decir que se A pesar de las dinámicas de desterritorialización cultural y económica, así
nieguen los espacios estatales de administración pública, sino más bien que se como de las estrategias de debilitamiento de las bases organizativas fundadas
ha trabajado por una institucionalidad que refuerce las ausencias y debilidades en la intimidación, el miedo y la eliminación de los líderes comunitarios, las
estatales, en muchos casos apropiándose de la legalidad y de la constituciona- luchas sociales de los campesinos organizados han permitido comprobar que
lidad de los derechos no cumplidos para, desde las demandas y la movilización una parte fundamental de la comprensión del conlicto se encuentra en el de-
social, llevarlos a un goce efectivo. sarrollo de estas lógicas colectivas de oposición y de creación de alternativas
a la violencia social, económica y política. Se puede decir de manera general
Este tercer aspecto lleva a un cuarto signiicado en donde la opción de la que la historia de la paz ha consistido, desde esta experiencia colombiana, en
organización comunitaria desde lo civil es una construcción política desde las la tenaz lucha de las comunidades por sobrevivir y por airmar la vida en todas
bases sociales, lo cual señala la amplitud de la naturaleza cambiante de lo po- sus dimensiones. La construcción de la paz en Colombia se ha presentado, así,
lítico: aunque la perspectiva imperativista o coactiva señale a la representación desde las gestas de las pequeñas y localizadas resistencias civiles ante la guerra
como momento decisivo para la política, en la que la voluntad del pueblo se y deshumanización que generan las armas.
pone en las manos de unos cuantos, bajo un período delimitado; estas formas
Así mismo, estos relatos de liberación han consistido en la pluralidad de
organizativas indican que lo político es una dimensión realizada en lo local
expresiones de las comunidades rurales frente a los poderes extralimitados y
y para la administración de lo local-regional, principalmente. Esta referencia
sustentados en la acumulación extrema de los capitales, que no tienen reparos
puede ser denominada como una praxis de micropolítica que rompe con la re-
en llevarse por delante a quien se interponga a sus intereses. Uno de los obje-
presentación como instancia última y deinitiva de decisión y con la centralidad
tivos principales de esta investigación fue, precisamente, el poder aportar en la
del Estado. Las Asociaciones del Cimitarra y del Carare han demostrado que es
ediicación de la historia de las emancipaciones locales en Colombia y servir de
posible una democracia directa, de carácter asambleario, en donde las relacio-
ejemplo para que otras experiencias puedan llegar a reconocerse en los elemen-
nes de vecindad, solidaridad y conianza sustentan una idea de construcción de
tos hallados y no repetir los errores cometidos por éstas.
bien común posible.
Sin embargo y a pesar de los logros y las lógicas de acción colectivas construi-
No obstante las dos asociaciones estén deinidas por la participación directa das, las debilidades del movimiento campesino en Colombia siguen estando pre-
y la concertación de decisiones colectivas, el recurso de la representación sigue sentes desde los diferentes contextos y coyunturas de cada asociación. En algunos
estando vigente a la hora de la estructuración interna de las organizaciones casos, la falta de claridad al momento de desmarcarse de expresiones asociadas con
campesinas. La representación sigue estando presente en estas asociaciones, tendencias políticas ha jugado en contra de los mismos principios de construcción
sin que ello signiique una contradicción con respecto a la gran instancia de la de una región incluyente y con bienestar para todos. La estrategia militar y política
representación política nacional criticada y puesta en cuestión por ellos mis- consistente en la asignación de una identidad negativa y enemiga se vale de la am-
mos. Los ejercicios de micropolítica no son, entonces, sinónimos directos de bigüedad de los discursos comunitarios para ubicar y reasignar una posición bélica
participación o de democracia participativa absoluta, sino que en la micropo- a población civil que no hace parte de la trama militar de la guerra.

208 209
ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Conclusiones

La prolongada convivencia de fuerzas guerrilleras y paramilitares en las re- asociaciones han tenido que recurrir a la formación constante de sus “cuadros”
giones ha jugado en contra de la población que, de todos modos, ha intentado inferiores para reproducir y jalonar los procesos reivindicativos. No obstante el
no ser identiicada con ninguno de los bandos en lucha. Y, precisamente, ante explícito afán pedagógico que se prolonga hasta la formación de jóvenes líderes
esta diicultad, los discursos de las asociaciones deben ser lo suicientemente sociales y la educación infantil para la paz, la diicultad del ejercicio efectivo
claros y enfáticos en negar la participación con cualquier forma de violencia del liderazgo y las altas cualidades administrativas y de gestión, unidas al grado
organizada y, en lo posible, seguir el difícil camino de tener una voz propia en de peligrosidad implícito en la organización dentro de un ambiente de terror,
el terreno ideológico político. En este aspecto, al movimiento campesino re- hacen que la continuidad del proceso asociativo entre constantemente en crisis
gional le ha hecho falta fortalecer una posición política propia y hacer ver con y debilite a las asociaciones campesinas. Esta característica hace, a su vez, que
claridad que el objetivo central de sus luchas y de sus demandas va más allá de los dirigentes llegados a las instancias de mayor decisión dentro de la jerarquía
las iliaciones partidistas. asociativa se mantengan más allá de los preceptos democráticos de recambio
y renovación y, por ende, se generen peligros de extralimitación en el ejercicio
Una segunda debilidad se ha encontrado en la natural y consubstancial com- del poder administrativo o de dependencia exclusiva a un único cuadro directi-
petencia en el interior de las organizaciones al momento de ejercer y de man- vo, así como el fortalecimiento del líder en tanto que igura de poder mesiánico.
tenerse en los cargos creados por las asociaciones campesinas. Este rasgo se
comprende fácilmente si dejamos la imagen idealizada de las organizaciones y La primera diicultad referida a la falta de neutralidad y, por lo tanto, a la
de los individuos allí inscritos, para pasar a una más real y concreta donde los vulnerabilidad derivada de esta toma de posición política, se relaciona con una
sujetos que las componen están atravesados por necesidades y valores, en los cuarta complicación y consiste en la recurrente dependencia de las asociaciones
que la precariedad material de las vidas familiares juega un papel importante. A a las instituciones cooperantes y acompañantes, tanto nacionales como interna-
pesar de que la solidaridad y el cooperativismo hayan sido rasgos determinan- cionales. El grado de exigencias de las ONG para la concreción de los proyectos
tes para la coniguración de las sociedades locales campesinas a través de su y para la continuidad del apoyo económico se presenta muchas veces como una
historia, la competencia, el individualismo y la necesidad del reconocimiento instancia en la que la asociación se inscribe dentro de la posición política de su
ante la comunidad son valores que entran o, mejor, que siempre han estado en inanciadora, o por lo menos así es interpretado de tal manera por los actores ar-
el juego de lo social. El afán por salir de condiciones de vida precarias hace mados. Incluso la adopción de ciertos proyectos productivos especíicos, como
muchas veces que la racionalidad del beneicio colectivo quede en un segundo el cultivo del caucho o la palma africana por parte de agencias de cooperación,
plano, para darle entrada a principios de bienestar individual familiar, potencia- como la norteamericana USAid, ha sido sinónimo inmediato de derechización
dos por largos ciclos de insatisfacción de necesidades básicas y por la angustia de las asociaciones campesinas. Esta instancia, es decir, la de la estructuración
basada en la falta de horizonte de posibilidades de desarrollo. Las asociaciones del modelo de red y de articulación entre lo local y lo global-internacional no
son muchas veces vistas y asumidas por asociados y líderes desde una perspec- ha sido suicientemente debatida en sus implicaciones políticas por las asocia-
tiva utilitarista, como instrumento o herramienta para salir de la pobreza o para ciones estudiadas, y falta fortalecer tal grado de la relexión para poder llegar a
ejercer poder sobre otros. Este rasgo no deslegitima para nada la permanencia y ser actores con la suiciente autonomía, tal como se explicitó en los discursos
continuidad del fenómeno asociativo, sino que lo inscribe en el normal compor- fundacionales y en todos los planes de desarrollo presentados.
tamiento de las colectividades, en el conlictivo y dinámico terreno de la ética,
en cuanto campo en disputa de valores y principios de acción. Una quinta debilidad mostrada en el proceso investigado fue la fragilidad o
inestabilidad generada por las acciones colectivas con respecto a la vulnerabili-
La diicultad de liderar procesos sociales de organización autónoma, y de dad de los asociados y, por consiguiente, se evidenció la necesidad de fortalecer
mantenerlos de forma prolongada, son uno de los más difíciles impedimentos los mecanismos de protección de la vida de todos los ciudadanos pertenecientes
para la continuidad de las asociaciones campesinas y la democratización de a las localidades en las que han tenido inluencia los actores en armas. Muchas
sus procesos internos como organización. Como se sabe, los enemigos de es- veces las acciones parrhesiastas o de extremo coraje, como las que llevaron a
tas formas asociativas han llevado a cabo la eliminación e intimidación de los la muerte de la primera junta directiva de la Asociación del Carare, al denunciar
líderes campesinos como estrategia recurrente para la desarticulación de los situaciones de injusticia y de corrupción municipal, pusieron en posición de
movimientos y de sus demandas públicas. Frente a esta dinámica militar, las vulnerabilidad al conjunto de asociados y potenciaron la violencia dentro de la

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Conclusiones

región donde se movían los actores armados, en tanto que única forma para fre- Los años de guerra han conducido al campesinado a una politización de
nar tales acciones. Ese cálculo entre medios y ines, entre estrategia y objetivos sus acciones comunitarias, lo cual ha derivado en una ampliación de sus de-
generales, el cual debe ser realizado por parte de las directivas, es un aspecto a mandas y, como se dijo más arriba, en un empoderamiento de la comunidad,
tener en cuenta a la hora de evaluar la eicacia y la coherencia de las acciones en tanto que ciudadanos o sujetos políticos decisivos para la coniguración y
colectivas y del sentido de la organización campesina en su conjunto. reterritorialización de sus regiones. Se puede airmar que hoy existe en Co-
lombia un tipo de campesinado más organizado y con una conciencia política
Desde un punto de vista crítico de mayor amplitud y como ha sido señalado más amplia que el campesino de mediados de siglo pasado, el cual estuvo
por varios académicos, (Jiménez, 2006; Machado, 1988; Reyes, 1987 y 2009; fuertemente marcado por una mera inscripción partidista y de carácter reli-
Salgado & Prada, 2000), uno de los mayores problemas en las luchas eman- gioso. Este rasgo es una clara tendencia hacia la “ciudadanización” del cam-
cipatorias campesinas en Colombia ha sido la imposibilidad de llegar a ser pesino, demandante y promotor de derechos económicos, sociales y cultura-
un proceso de peso y de dimensiones nacionales, que implique, además, una les. En las experiencias de la Asociación del Carare y del Cimitarra pudimos
reconstitución o reinscripción dentro del vida nacional de la identidad cam- encontrar una doble signiicación del concepto de ciudadano, al ser sus cons-
pesina. El reclamo explícito de la Asociación del Cimitarra por la falta de una tituyentes tanto sujetos de derechos y de deberes, así como actores civiles
legislación especial campesina, así como lo fue la circunscripción especial para que han actualizado la dimensión política en la que cada persona construye,
las comunidades indígenas y afrodescendientes, plasmada en la Constitución junto con sus iguales, el orden social y, a su vez, genera y amplia los espacios
de 1991, muestra lo lejano que está de la conciencia política nacional la im- públicos de participación.121
portancia y la singularidad de lo campesino para el país. En esta medida, los
logros de las comunidades campesinas están todavía por ser concretados en esta Regionalmente, las asociaciones campesinas han signiicado una opción
dimensión jurídica de reconocimiento desde el Estado, de los derechos particu- para el campesino, que antes sólo tenía para elegir alguno de los bandos arma-
lares como colectivo. La reconstitución de un movimiento nacional campesino dos. Estas asociaciones se han convertido, a través del tiempo de existencia, en
con la suiciente fuerza y autonomía es uno de los ítems pendientes para que se lugares de encuentro entre iguales, espacios de formación de habilidades dis-
deina un rostro reconocible ante la esfera pública nacional. cursivas, esto es, de escuelas de democracia de base, donde se han promovido
valores como la tolerancia y el respeto. Así mismo, los proyectos productivos,
No obstante todas las anteriores debilidades y problemáticas del fenómeno como los descritos en el tercer capítulo, han sido ejercicios de recuperación o
asociativo campesino, hay que ser claros con respecto a los avances históricos de reconstitución del tejido social desde el cooperativismo: una vuelta al valor de
sus luchas sociopolíticas. La pluralidad de movimientos y asociaciones a través la solidaridad en tanto que tejedora y reconstituyente de los vínculos de con-
de todo el territorio colombiano tienen un factor común que las potencia, a pesar ianza. Las regiones del Carare y del Cimitarra han sido zonas de creación de
de la diversidad de regiones y de las coyunturas desde las que nace cada una de discursos originarios o de enunciación de proyectos comunitarios propios, no
éstas. Esta potencialidad estriba en el tránsito realizado, desde los años 80 para impuestos por otros que dicen qué se debe hacer. Como lo airmaron García
acá, del tipo de demandas efectuadas: desde el casi exclusivo reclamo por la ob- Villegas y De Souza Santos, con respecto al caso colombiano:
tención material de la tierra y el consecuente pedido de inanciamiento a través de
créditos para el sector, se ha pasado a demandas más universales, donde el énfasis Estas luchas emancipatorias puedan ser vistas como fenómenos políticos
está en el respeto a los derechos humanos, como matriz de exigibilidad de míni- que van más allá de la tragedia individual de millones de seres humanos
mos en todas las dimensiones de la vida social. Hay que entender este proceso de arrinconados en la oscuridad de sus dramas personales. Es una tarea de re-
universalización de exigencias como inclusión tanto de viejas demandas como cuperación de la dimensión histórica y del lenguaje colectivo (García & De
de nuevas demandas. No es pues que se haya olvidado o dejado de lado la mejor Souza Santos, 2005, p. 52).
distribución de la tierra, sino que ha habido una ampliación de éstas.120

120 Como muy bien lo dijeron Salgado y Prada en su momento, hoy en día comprobamos 121 Esta idea de ciudadanía es tomada de Schmitter: “La participación activa de los ciuda-
esta constante en las luchas campesinas: “las exigencias campesinas se tornaron más danos en la construcción colectiva (pública) del orden social, de modo que las reglas
universales. De problemas de tierras a la exigibilidad de derechos políticos, económi- del vínculo y mandato surjan en la frontera o límite común de los asociados y el régi-
cos, sociales y culturales” (2000, p. 59). men institucional” (2002, pp. 216-217).

212 213
ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Conclusiones

La reairmación de la vida comunitaria pasa, entonces, tanto por el impera- en la agricultura campesina de autoconsumo y producción para los mercados
tivo de la sobrevivencia a los actores armados, como por la comprobación de regionales, no ha representado un ataque al modelo agroindustrial neoliberal ni
la autonomía como pueblo que decide sobre sus propias formas de convivencia un intento por construir un modelo de socialización absoluta de la tierra, sino
y de reproducción social histórica. La efectividad y el sentido profundo de los una limitación a los efectos nocivos que han generado la centralización de la
objetivos alcanzados por la Asociación del Carare y por la Asociación del Cimi- producción de alimentos, la monopolización de los recursos y la concentración
tarra estriba en el hecho de haber defendido con éxito, en múltiples ocasiones, de poder derivado de la concentración de la tierra.
la vida de miles de personas, asociadas y no asociadas, en las regiones de su
inluencia y con esto, a la vez, fundarse como actores legítimos noviolentos En este sentido, el campesinado organizado en asociaciones comunitarias
frente a actores en armas. La positividad de la resistencia civil campesina se representa un actor que sigue llevando a cabo la democratización del acceso a
encuentra, entonces, en la capacidad efectiva de airmación de la vida personal los recursos naturales y su producción, más allá de los intentos infructuosos del
y comunitaria, y en lograr un discurso propio, en el cual se materializan unos Estado colombiano por aplicar una reforma agraria integral. El modelo de desa-
proyectos especíicos de región, construidos democráticamente, por participa- rrollo económico campesino puede entenderse, entonces, como un submodelo
ción mayoritaria directa y constante.122 que se articula a la dinámica de globalización de la producción y que cumple
las funciones de restringir y de delimitar la acción del modelo global de acu-
Desde el aspecto económico, esto es, desde las relaciones de producción y mulación, pero no para salvarlo de sus contradicciones, sino para humanizar
administración de la riqueza local, el movimiento campesino demuestra cuán y defender la vida de quienes están al interior del mundo campesino. En este
resistente puede llegar a ser, incluso teniendo en contra uno de los peores esce- sentido, las resistencias, desde las relaciones de producción, son las formas de
narios o contextos generales de su historia: ni con la más abierta y extralimitada airmarse mediante la transformación de las condiciones desfavorables que se
competencia en tiempos de potencialización de las políticas neoliberales, con convierten en estructurantes de las formas de vida de las comunidades rurales,
actores bélicos que deienden un modelo de desarrollo agroindustrial sin cam- para llegar a convertirse en posibilidades de…, en desarrollo para...
pesinos y que, por lo tanto, están sujetos al despojo de su lugar y con una estata-
lidad que se niega a hacer justicia o que promueve las desigualdades materiales Como lo dicen Salgado y Prada (2000) y Sunher (2002), la resistencia parece
extremas; con todo estos factores en contra, el campesinado sigue existiendo y constituir un rasgo esencial en su identidad a través de la historia. Así mismo,
sigue demostrando cuán necesario es para solventar las necesidades básicas ali- esta identidad basada en la resistencia es dinámica, puesto que se reconigura en
menticias del mercado interno del país y, hoy más que nunca, para llevar consi- los contextos más diversos y logra una siempre nueva articulación con el medio
go una mayor conciencia ecológico-racional en el uso de los recursos naturales. social externo y con los imperativos de cada época y sociedad. El contacto con
Así mismo, estas comunidades campesinas han sido ejemplo de organización los campesinos, a través del trabajo de campo, corroboró la admirable capaci-
social, de resolución pacíica de conlictos y opciones de vida alternativas a las dad de respuesta ante las adversidades y las supuestas situaciones irresolubles a
militares. las que, tanto los contextos socioeconómicos como el contexto político militar,
los han llevado. La formación de las asociaciones y su constante reproducción
Además de lo anterior, como se pudo apreciar a través de las propuestas en otras más especíicas son la síntesis de esa capacidad creativa de respuesta
de proyectos productivos implementados, el modelo de desarrollo económico e innovación a las diicultades y retos que las elites y, en general, el país les ha
defendido por las comunidades campesinas es una solución para la estabilidad impuesto.
de las familias productoras, para alcanzar los mínimos en la seguridad alimen-
ticia y, por lo tanto, para consolidar la autonomía como aspecto central para Las experiencias de resistencia civil campesina demuestran, además, que
permanecer en las regiones y no aumentar los desplazamientos por violencia debemos dudar de los grandes momentos de emancipación por los que las re-
estructural y política. Como se demostró, este modelo de desarrollo, basado voluciones mundiales han transitado. Esas “grandes liberaciones” a las que las
ideologías de izquierda le apostaron, se revelan hoy en día como carentes de
un sustento material y cultural. Estas luchas campesinas señalan que existe un
122 Como lo airma Kurt Shock: “Los prospectos para la democratización se incrementan inagotable esfuerzo de digniicación de las condiciones concretas de la vida de
cuando la presión para el cambio proviene de la base social, en lugar de provenir exclu- los pueblos, en el día a día, intentando modiicar ese profundo enraizamiento
sivamente de su cúpula, y cuando aquellos que están promoviendo la democratización
cuentan con métodos de acción noviolenta en lugar de la violencia” (2007, p. 62). de las situaciones y relaciones de poder a las cuales denominamos como es-

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL

tructuras, pero que se maniiestan en la cotidianidad de la convivencia, en la


singularidad de los intercambios económicos y en los ines que cada individuo REFERENCIAS
le da a sus acciones particulares. La continuidad o resilencia es, entonces, un
rasgo deinitivo de la lucha por la construcción de condiciones que permitan BIBLIOGRÁFICAS
potenciar las posibilidades de desarrollo de comunidades históricamente olvi-
dadas y, a la vez, de comunidades integradas a regímenes autoritarios por las
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Mosquera, Javier, entrevista a socio y lanchero de la ATCC, agosto de 2009.
Ortega, Ramiro, entrevista a líder y ex-directivo de la ACVC, octubre de 2009.
Palacios, Simón, entrevista a líder fundador y ex-directivo de la ATCC, agosto de 2009.
Entrevistas
Peña, Lilia, entrevista a directora de la Asociación de Víctimas de Crímenes de Estado
del Magdalena Medio (ASORVIM), septiembre de 2009.
Aguilar, Fernando, entrevista a asociado de la ATCC, agosto de 2009. Peña, Silvestre, entrevista a líder fundador y socio de la ATCC, marzo de 2009.
Arias, Erika, entrevista a directiva de la Asociación de Desplazados del Carare Ramírez, Irene, entrevista a directora de la oicina de la ACVC de Barrancabermeja,
(ASODECAR), agosto de 2009. octubre de 2009.

232 233
ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL

Rentería, Luís Carlos, entrevista a líder de la ATCC y directivo de (Asodecar), marzo


de 2009. ANEXO S
Ruíz, Delsy, entrevista a delegada de derechos humanos de la Vicepresidencia de la
República y de la defensoría del Pueblo, marzo de 2009.
Serna, Cristina, entrevista a socia y ex-directiva de la ATCC, septiembre de 2009.
Serna, Luís Fernando, entrevista a presidente de la ATCC, agosto de 2009.
figuras
Salazar, Libardo, entrevista a ex-socio de la ATCC, marzo de 2009. Figura 1. Esquema de fuentes primarias de información
Viana Carrasquilla, Norberto, entrevista a líder y ex-directivo de la ATCC, septiembre (Entrevistas semi-estructuradas)
de 2009.

Asociaciones
Campesinas

A: Líderes, directivas y ex-directivas.


B: Asociados. No directivos.
C: No asociados. Funcionarios públicos, autoridades eclesiásticas.
D: No asociados. No funcionarios públicos. Campesinos y comerciantes.
E: Especialistas: Académicos, Trabajadores sociales, ONG.

234 235
ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Anexos

Figura 2. Categorías y dimensiones Figura 3. Esquema del concepto de resistencia


de análisis de los datos construidos

CATEGORÍA DE ANÁLISIS
ACVC

ATCC DERECHOS PARTICIPACIÒN VIOLENTA


ORÍGENES ECONOMÍA (FUERZA FÍSICA O AMENAZA)
HUMANOS COMUNITARIA

• Formas de • Derechos humanos • Modelo • Organización


ocupación violados. agroindustrial interna de las
del territorio- • Experiencias de vs. Modelo asociaciones.
DIMENSIÓN colonización. guerra campesino de • Formas de
• Formación subsistencia funcionamiento:
1 regional. y producción elección,
interna. representación,
• Migraciones RESISTENCIA
internas. requisitos de
pertenencia.
• Inserción • Grado de • Iniciativas • Repertorios de
guerrillera neutralidad ante y proyectos acciones colectivas:
• Acciones actores armados. productivos Marchas, paros,
DIMENSIÓN tomas de
promovidas • Ainidades y • Defensa de
tendencias la soberanía entidades.
2 • Por las FARC.
ideológicas. alimentaria de la
• Trabajo comunidad
ideológico. NOVIOLENTA ESTRATEGIA DE DEFENSA
(CIVIL) (ACCIONES DE NO COOPERACIÓN)
• Inserción • D.I.H. • Denuncias de • Recursos
(LIMITACIÓN DE PODER ESTATAL):
Paramilitar. • Involucramiento de malas prácticas simbólicos
• DESOBEDIENCIA CIVIL
• Acciones ambientales utilizados: Vallas,
civiles en acciones • OBJECIÓN DE CONCIENCIA
• Cultivos de colores, banderas.
promovidas por de guerra. • BOICOTS
DIMENSIÓN Paramilitares. • Espacios de coca.
• Relación de civilidad.
3 paramilitares con • Involucramiento de
FF.AA. civiles en acciones
ESTRATEGIA DE LUCHA POLÍTICA
de guerra.
(ACCIONES DE INTERVENCIÓN)
• Espacios de (TRANSFORMACIÓN DEL SISTEMA
civilidad. SOCIAL DE DOMINACIÓN)
• Problemas • Promoción y • Acciones en • Formas de
sociales formación en defensa del convivencia
históricos: salud, DD.HH. medio ambiente. pacíicas.
educación, • Acciones de • Agroecología. • Bien común.
DIMENSIÓN
atención concientización
administrativa. • Defensa de la
comunitaria ante la institucionalidad:
4 • Latifundismo. guerra. Zona de Reserva
• Violencia Campesina y
estructural. Territorios de Paz.
• Violencia política.
DISRUPTIVAS: CREATIVAS:
• Respuesta de • Reproducción de • Construcción • HUELGAS • DIÁLOGOS, ACUERDOS
las asociaciones asociaciones como comunitaria de paz • PIQUETES • JUSTICIA COMUNITARIA
DIMENSIÓN campesinas. multiplicación social. • SENTADAS • CONGRESOS - ENCUENTROS
• Principios de espacios • Futuro de las • BLOQUEO DE VÍAS • CREACIÓN DE SIMBOLOS
5 constitutivos de de defensa de asociaciones y • ZONAS HUMANITARIAS
las asociaciones. los derechos retos.
humanos.
• Consignas.

236 237
ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Anexos

mapas Mapa 2. Dinámica económica del Magdalena Medio

Mapa 1. El Magdalena Medio y sus municipios

Los únicos dos municipios que pueden ser considerados con características urbanas son Barrancabermeja y Como se puede ver, la dinámica de los procesos económicos de este mapa deja de lado la fuerte presencia de
Aguachica, el resto de municipios que se ven en el presente mapa tienen una estructura rural y sus poblaciones los cultivos de coca, los cuales han sido predominantes en los municipios de Yondó, Catangallo y San Pablo en
no sobrepasan en ningún caso los 40 mil habitantes. el Sur de Bolívar, así como en Cimitarra, Landázuri y el Peñón.
Fuente: Observatorio Integral de Paz del Magdalena Medio (OPI), 2009. Fuente: Observatorio Integral de Paz del Magdalena Medio (OPI). 2009.

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Anexos

Mapa 3. Síntesis de violaciones a los Derechos Humanos de parte Mapa 4. Territorio de inluencia de la ATCC
de todos los actores armados en Colombia. Dimensión municipal y su ubicación en el Magdalena Medio

Fuente: Banco de datos del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP). 2000. Fuente: Archivo ATCC. Plan de Desarrollo Integral. Área de inluencia de la ATCC, 2004-2014.

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Anexos

Mapa 5. Proceso de expansión paramilitar en el Magdalena Medio Mapa 6. Zona de Inluencia de la Asociación
Campesina del Valle del río Cimitarra (ACVC)

La zona de inluencia de la Asociación del Cimitarra está conformada por las 142 Juntas de Acción Comunal de
los municipios de Yondó, Cantagallo y Remedios.
Fuente: Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario. 2009. Fuente: Archivo electrónico de la ACVC.

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Anexos

registros fotográficos

Registro fotográico 3
Trabajando por la paz. Reunión de la
ATCC con funcionarios de la Comisión
Nacional de Reparación y Reconciliación
(CNRR), y la comunidad campesina de la
vereda La Yumbila. Discusión en torno al
Programa Piloto de Atención Integral de
La India (Ppai), Gobernación de Santan-
der. 2009.

Registro fotográico 1
Orillas del Río Carare, visto desde La India. Al fondo, la cuchilla del Minero, estribaciones de la cordillera Orien-
tal. Río navegable sólo cuando hay lluvias frecuentes. En sus aguas se arrastran residuos de explotación minera
de la zona esmeraldera de la región de Muzo, departamento de Boyacá. Aguas altamente tóxicas por los resi-
duos químicos utilizados en la extracción minera. 2009.

Registro fotográico 4
Mural recordatorio de las víctimas de crí-
menes de Estado, cede de la Asociación
de Víctimas de Crímenes de Estado del
Magdalena Medio (Asorvimm), Barran-
Registro fotográico 2 cabermeja. Asociación acompañante
Sociedad ribereña. Orillas del río de la Asociación del Cimitarra. Existen
Cimitarra. Transporte de mercan- aproximadamente unas 1850 víctimas
cías y de pobladores de la vereda registradas en la región del Valle del Río
San Francisco, Yondó, Antioquia. Cimitarra y Barrancabermeja.

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Anexos

Registro fotográico 7
Con esta comunidad no cuenten para la guerra. Valla de la Asociación del Carare donde se expresa la neutrali-
Registro fotográico 5 dad de la comunidad ante los diferentes actores armados, presente en cada una de las veredas con inluencia
de la asociación campesina.
Monumento conmemoratorio al Ca-
cique Pipatón, Barrancabermeja,
Santander. Representación de la
iereza de la lucha y resistencia de
los indígenas Yarigüíes frente a la
colonización española.

Registro fotográico 8
Registro fotográico 6 Movilización campesina dentro
del éxodo de 1998 por las calles
Homenaje a las mujeres de laOrganización Femenina Popular (OFP). de Barrancabermeja, en reclamo
Barrancabermeja. “Pero ya no es mi voz la que habla. No es mi garganta por el respeto de la población
la que trina. Es la voz de mi pueblo atragantada que se escapa a través frente a los actos de violencia del
mío. Es la voz de las mujeres que imperativamente me atormentan para paramilitarismo. Fuente: Archivo
que no caye…” de la ACVC.

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Anexos

Registro fotográico 9 Registro fotográico 11


Aldea comunitaria de Puerto Matilde. Yondó, Antioquia. 30 soluciones de vivienda campesina, construidas por la
Por un mundo sin guerras. Mural conmemorativo de la IV Acción Humanitaria. Puerto Nuevo Ité. Fuente: Archivo
ACVC en asocio con la cooperación del Pdpmm, el Banco Agrario y la Alcaldía de Yondó. Proyecto de vivienda
de la ACVC.
digna para los campesinos.

Registro fotográico 10 Registro fotográico 12


Delimitación de Zonas Ambientales Protegidas Proyecto de recría de búfalos. Aldea
en el Valle del Río Cimitarra, dentro del Primer comunitaria de Puerto Matilde, mu-
Campamento Ecológico en Enero de 2007. nicipio de Yondó. Magdalena Medio.

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ASOCIACIONES CAMPESINAS EN RESISTENCIA CIVIL Anexos

Registro fotográico 13
Proyecto productivo de trapiche, desti-
nado a la producción de panela para las
comunidades del valle del río Cimitarra. Registro fotográico 15
Mujeres desplazadas trabajando en estanque del proyecto productivo de piscicultura, en terrenos de la Aso-
ciación de Desplazados del Carare (ASODECAR). Proyecto promovido por, USAID, Acción Social y el PNUD.

Registro fotográico 14
58 soluciones de vivienda construidas
por la Asociación de desplazados del Registro fotográico 16
Carare (ASODECAR), organización Transporte de recursos maderables
campesina hija de la ATCC, Coope- en la comunidad de Puerto Matilde,
ración Internacional y Acción Social. Yondó, Antioquia.

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