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Jurisprudencia

Sala Penal

RECURSO DE CASACIÓN - HOMICIDIO CALIFICADO POR EL VÍNCULO -


IMPUTABILIDAD- PERICIA PSICOLÓGICA - PERICIA PSIQUIÁTRICA -
CONRADICCIÓN - IMPOSIBILIDAD DE SUPERAR EL ESTADO DE
INCERTIDUMBRE - ABSOLUCIÓN.

SENTENCIA NUMERO: CIENTO NOVENTA Y CINCO En la Ciudad de


Córdoba, a los quince días del mes de agosto de dos mil once, siendo las doce
horas, se constituyó en audiencia pública la Sala Penal del Tribunal Superior de
Justicia, presidida por la señora Vocal doctora María Esther Cafure de Battistelli,
con asistencia de las señoras Vocales doctora Aída Tarditti y María de las Mercedes
Blanc G. de Arabel, a los fines de dictar sentencia en los autos “S., M. E. p.s.a.
homicidio calificado –Recurso de Casación-” (Expte. “S”, 21/2009), con motivo del
recurso de casación interpuesto por los Dres. Carlos Hairabedián y Sebastián
Becerra Ferrer, en favor de la imputada M. E. S, en contra de la sentencia número
ocho, del veintitrés de abril de dos mil nueve, dictada por la Cámara en lo Criminal
de Primera Nominación de la ciudad de Córdoba. Abierto el acto por la Sra.
Presidente se informa que las cuestiones a resolver son las siguientes: I. ¿Es nula la
sentencia por haber vulnerado el principio de razón suficiente al sostener la
imputabilidad de la acusada? II. ¿Es nula la sentencia por haber incurrido en
indebida fundamentación al fijar la pena? III. ¿Qué resolución corresponde dictar?
Las señoras Vocales emitirán sus votos en el siguiente orden: Dras. María Esthre
Cafure de Battistelli, Aída Tarditti y María de las Mercedes Blanc G. de Arabel. A
LA PRIMERA CUESTION La señora Vocal doctora María Esther Cafure de
Battistelli, dijo:
I. Por sentencia n° 8, del 23 de abril de 2009, la Cámara en lo Criminal de Primera
Nominación, resolvió: “...Declarar a M. E. S, ..., autora material y penalmente
responsable del delito de Homicidio Calificado por el vínculo con circunstancias
extraordinarias de atenuación (art. 80 -último párrafo- del CP), que le atribuye la
requisitoria fiscal de fs. 362/369, e imponerle para su tratamiento penitenciario la
pena de catorce años de prisión, accesorias de la ley y costas, en los términos de los
artículos 5, 9, 12, 29 inc. 3°, 40 y 41 del Código Penal y arts. 412, 550 y 551 del
CPP..." (fs. 495 a 534).
II. Contra la decisión aludida deducen recurso de casación los Dres. Carlos
Hairabedián y Sebastián Becerra Ferrer a favor de la acusada M. E. S, invocando el
motivo formal de la referida vía impugnativa (CPP, 468 inc. 2°) (fs. 537 a 546).
Alegan que no ha sido respetado el principio in dubio pro reo, pese a que las
soluciones lógicas se bifurcan en sus corolarios, la opción de hierro debe saldarse a
favor del acusado, sea cual sea la convicción íntima generalizada. Luego de
transcribir el hecho de la causa, sostienen que si la mayoría hubiera razonado del
modo que se pretende, habría llegado a una conclusión distinta a la adoptada, toda
vez que S., al momento del hecho no ha podido comprender la criminalidad del
acto, ni dirigir sus acciones, por lo que resulta inimputable en los términos del
artículo 34 inc. 1° del CP. Destacan que el médico psiquiatra oficial, ya desde un
comienzo, aunque descartando un impedimento en la comprensión y dirección de
sus acciones, refirió un "acto de cortocircuito", por un cierto grado de compromiso
en su área afectiva emocional, solicitando pericia psicológica. De manera fundada -
agregan-, la Licenciada Gabriela Cuenca, junto a la perito de parte, concluyeron
luego de varias entrevistas que M. E. S, al momento de los hechos que se
investigan, atravesó un estado de conmoción que le anuló la capacidad para
comprender y dirigir sus acciones. Esa conclusión fue reafirmada al deponer en el
debate. Critican, no obstante, que la sentencia se funda en manifestaciones
posteriores al hecho que habría efectuado S. ante sus familiares, descartando el
estado de conmoción de la conciencia. Lo que no se advierte, y le resta razón
suficiente, es que tales dichos habrían sido efectuados, dos días después de
sucedido el hecho, circunstancia temporal trascendente para analizar en el caso
concreto. Es que, como fue explicado en el debate por la perito médica, Dra.
Lucattelli, con posterioridad al actuar, aún no habiendo podido dirigir sus acciones,
se puede reconstruir parcialmente lo que se hizo. Y ello es lo que expresó S. a sus
familiares, días después, no pudiendo razonablemente de allí concluir
necesariamente que sabía lo que hacía, y que dirigió su acción a esos fines. Su
recuerdo -dicen-, es que "la tocó y estaba fría". Inmediatamente pensó la maté, la
asfixié. Es que el "comprender" no es lo mismo que "conocer". Saber que se mata,
no es lo mismo que saber por qué se mata y en el por qué de los hechos está la
razón, por la cual penalmente se condena o absuelve. El comprender está asociado
al sentido de algo. Si lo que se hace no tiene sentido, no se ha comprendido. Por ser
inimputable no es necesario otra cosa que la verificación de una alteración morbosa
en la mente, entendida ampliamente como enfermedad que afecta al ser humano en
su totalidad psíquica y física, sin que se requiera ser siempre un enfermo mental.
Estaba tan conmocionada su conciencia, que le impidió dominar su voluntad.
Postulan que S. no pudo dirigir sus actos. Tuvo un cortocircuito, una profunda
perturbación y conmoción en el espíritu, y llevada por una fuerza irresistible de la
mente, que la sumió en la inconsciencia, cometió un terrible hecho. Pero no era
ella, porque no tuvo libertad de voluntad. Las peritos ponen de relieve la falta de
comunicación, el hermetismo, la falta de diálogo y quizás el desamor que existía
entre los vínculos de la acusada, la que debió atravesar por una vida amorosa
caracterizada por sus frustraciones afectivas. Determinan que presenta
sintomatología de un estado crepuscular. Reseñan lo expuesto por las profesionales.
El testimonio brindado por la perito sicóloga oficial en el debate da cuenta que la
acusada al momento del hecho tuvo una disociación profunda, llevándola a un
estado crepuscular de la conciencia en la cual la misma se encuentra alterada, al
extremo que ese estado de conmoción la entiende como un estado de inconciencia.
Todas estas consideraciones han sido ignoradas en la sentencia, que mediante un
escueto informe psiquiátrico, pretende encasillar la conducta de S. como la de un
trastorno mental transitorio incompleto, invocando la conformidad de la perito
siquiatra de parte, Dra. Lucatelli, que no suscribió el informe final. La profesional
pone de manifiesto en su informe por separado que M. E. S presentaba al momento
del hecho un estado alterado de la conciencia, y que existen distintos criterios
valorativos de los fenómenos observados. Transcribe el informe de la perito de
control. La sentencia pretende desconocer como acto automático la circunstancia de
que la acusada colocó la placenta en el freezer de su casa, argumentando que al ser
detenida la S. manifestó que allí la había dejado y que la misma se la había
mostrado al médico que revisó la bebé. Enfáticamente sostienen que, más allá del
dicho policial, nunca el médico que revisó la bebé refirió haber visto una placenta,
como así también que ni su ex pareja, ni su cuñada, y menos aún el grupo familiar,
refirió tal circunstancia. Señalan que en los casos en que la facultad de selección y
valoración de la prueba con que cuenta el Tribunal de mérito, en tanto y en cuanto
no sean ejercidas legal y racionalmente, pueden devenir en una arbitraria
interpretación de la fuente de conocimiento que lleva a una falsa motivación de la
sentencia. Por ello, si bien los actos del debate deben ser valorados por los jueces
conforme a la libre convicción, lo que constituye libertad de convencimiento, el
mismo no es absoluto ya que se excluye el convencimiento arbitrario. Y eso es lo
que ha sucedido en esta sentencia para fundar la imputabilidad. Se ha olvidado en la
sentencia que las circunstancias dudosas en materia de imputabilidad deben
resolverse a favor del imputado, y que el principio de que debe probarse la
imputabilidad debe preservar la no inversión de la carga de la prueba. Reseña
doctrina científica para sustentar su posición.
Manifiestan que la acusada no es una enferma mental, no es una psicótica ni una
perversa, pero si tiene una personalidad "borderlaine", es decir está en el límite. En
el límite de la normalidad o de la psicosis. Depende de las circunstancias que le
toque vivir, que caiga para un lado o para el otro. Recalcan que el siquiatra oficial
estaba seguro –donde se asienta fundamentalmente la Mayoría- que la iudicante
tenía una disminución de la capacidad mental, un estrechamiento de la mente, y que
sin poder afirmar con certeza creía, conjeturaba o suponía que sí había podido
comprender y dirigir sus acciones. En sentido opuesto, la siquiatra Dra. Lucatelli,
concluyó que S. actuó en un grave estado alterado de la conciencia, que tenía una
amnesia parcial y que sumado a su personalidad "borderlaine", tenía la firme
convicción que no pudo dirigir sus acciones. Donde la psiquiatría duda, la
psicología decide. Y la siquiatría ha dudado, pues ha conjeturado, ha aceptado que
no puede señalar con certeza, que es una posibilidad pero no la verdad. Una
conjetura es una opinión. La opinión es un juicio débil, una especulación, que deja
lugar precisamente a la duda. Si hay opinión, existe una duda, y si hay duda, no hay
verdad; por lo que será imposible superar la duda actual en cuanto a la
imputabilidad de la acusada.
III. En lo que específicamente atañe al análisis de la imputabilidad de M. E. S, la
mayoría del Tribunal ponderó los siguientes elementos de convicción: El Tribunal a
quo, a fin de sostener la imputabilidad de la acusada tuvo en cuenta los siguientes
argumentos y probanzas, a saber: * Las pericias psiquiátricas practicadas en la
persona de M. E. S: a) Dictamen del perito social Dr. Antonio Aválos de fs.
113/114, quien concluyó que "...3) No se determinó en la pericia a prima facie
ningún impedimento en la comprensión y dirección de sus acciones. 4) Teniendo en
cuenta las características del delito, y el estado de la imputada que no nos permitió
continuar adecuadamente con el interrogatorio, considera menester continuar la
pericia. b) Dictamen del perito oficial Dr. Antonio Avalos de fs. 236/237, el que es
suscripto por la perito de control Ángela Graciela Lucatelli, el cual da cuenta que
del examen psiquiátrico actual y las constancias obrantes en autos no surge un
impedimento en la comprensión y dirección de sus acciones. 2) Destacamos cierto
grado de compromiso en su área afectiva emocional y se infiere como un intento de
efectuar una comprensión fenomenológica de la motivación delictiva se observa
que los hechos son coincidentes con lo descripto por algunos autores como "actos
en cortocircuito". Solicita una pericia psicológica a los fines de profundizar sobre
las características de su personalidad, defensas psíquicas, etc., y cuyos resultados
serán evaluados oportunamente. c) El dictamen del perito oficial Dr. Antonio
Ávalos de fs. 351/352, el que informa "...con relación a los hechos que se le
imputan, se conmociona, se angustia manifestándolo a través de expresiones de
llanto y presentando sintomatología típica de estados crepusculares que serán
descriptos más adelante. Al respecto consideramos que aquí se puede afirmar y
determinar, es la conmoción afectiva, el llanto, la angustia, etc., pero no hacerlo
estrechamente vinculante al estado mental en el momento del hecho, ya que la
sintomatología típica de estados crepusculares que serán descriptos más la
conmoción afectiva, el llanto, la angustia, etc, pero no hacerlo estrechamente
vinculante al estado mental en el momento del hecho, ya que la sintomatología
mencionada es un estado emocional posterior que se puede corresponder con los
que describen en una publicación científica cuando se afirman que se podría
argumentar que la ejecución del delito fue altamente perturbadora y condujo a un
alargamiento del período disociativo post crimen. Es decir, encontrar signos y
síntomas emocionales o afectivos en un examen practicado pasado mucho tiempo
después de un hecho delictivo no permite efectuar un diagnóstico del estado mental
de la imputada al momento del hecho; 2) Se diagnostica una estructura de
personalidad tipo bordelaine; 3) Se hace mención a la disociación y el estado de
inconsciencia al momento de los hechos, en este sentido es menester aclarar que
para evaluar el estado de inconciencia es menester tener en cuenta la amnesia y
perplejidad que las personas refieren en estos estados. Desde el punto de vista
pericial es importante determinar primero si la amnesia y perplejidad que las
personas refieren en estos estados. Desde el punto de vista pericial es importante
determinar primero si la amnesia invocada es real o simulada. En este sentido la
imputada en ningún momento simuló amnesia, además surge de las constancias en
autos que tuvo conciencia de los hechos fs. n° 12 "... no la di...", "la maté", fs. n° 17
"...que la había asfixiado, que no dijera nada, porque la criatura no figuraba en
ningún lado, que si denunciaba irían preso los dos y que todo quedaba acá". 4) Por
todo lo expuesto ratificamos las conclusiones del informe pericial anterior" (fs.
523). * Ampliación del dictamen de la Dra. Ángela Graciela Lucatelli, perito de
control, fs. 371/374, dijo que habiendo tomado conocimiento del Informe Pericial
Psicológico producido, se dice que: 1) corresponde aclarar que el estado mental y
emocional de la procesada al momento del examen, no tiene modo de coincidir con
el estado mental al momento del hecho. S. es examinada meses después de la
comisión del hecho y habiendo transitado un proceso de contención familiar e
institucional. 2) Los peritos médicos psiquiatras tuvieron una primera entrevista que
estuvo teñida por la conmoción emocional de S., que le impedía conectarse con lo
situacional, por lo que tomaron la decisión de suspender la entrevista hasta tanto
estuviera en condiciones de afrontar esta situación. 3) De las entrevistas realizadas
y el minucioso análisis del material obrante en expediente se concluyó que se está
ante un caso de estado alterado de la conciencia en el momento del hecho,
caracterizado como acto en cortocircuito de Krstcchmer o reacción vivencial
anormal de Schneider o trastorno mental transitorio por Jiménez de Asúa y
Henrique; provocado por la situacional que transitaba desde la separación de su
esposo, vivenciado como destructivo y ratificado con la experiencia del parto solo
en la casa, asistiendo a un centro médico, sino recién en últimas horas de la tarde.
4) Es cuando se habla de estado crepuscular de la conciencia, que los autores no
logran acuerdos determinantes. Para algunos, como Bonnet, la definición del estado
de inconsciencia, requiere amnesia como característica necesaria, mientras que para
Cabello una dismnensia o recuerdos en mancha de aceite o lagunas mnésicas son
suficientes. Mientras que para Peña Guzmán en el estado de inconsciencia "nadie
afirma que la amnesia sea una circunstancia esencial a la emoción. Tanto puede
olvidarse de los hechos como recordarlos más íntimamente por la fuerza de la
impresión que siempre causan los sucesos graves...". Además no se requiere de una
base psicopatológica para que se produzca un estado alterado de la conciencia por
causa emotiva. Según López Ibor y Jiménez de Asúa puede existir un estado
emocional tan intenso que aún en un individuo no predispuesto llegue a producir un
trastorno mental transitorio. Por otro lado, los hechos automáticos consecuentes al
estado alterado de la conciencia son actos o gestos coordinados sin intervención de
la voluntad, con comportamiento rígido, estereotipado, incoherente, absurdo a
veces y con ciega dirección, con extraordinaria brutalidad y brevedad de ese
comportamiento brutal. Señala que M. E. S presentaba un estado alterado de la
conciencia. En tanto que, en lo que atañe al interrogante vinculado a la magnitud o
alcance del compromiso de la conciencia de M. E. S, en la comprensión o dirección
de sus actos en el momento del hecho, se expone que es aquí en donde los autores
establecen diferentes criterios valorativos de los fenómenos observados o
determinados a través de los elementos de prueba, mas este Perito sostiene que S.
presentaba comprometida su conciencia con achicamiento del foco de la misma con
conductas automáticas (fs. 523 vta./524). * La pericia psicológica oficial realizada
por la psicóloga Gabriela Cuenca sobre la persona de la acusada M. E. S, da cuenta
que la acusada presenta una estructura de personalidad de tipo bordelaine. No se
observan elementos que hagan pensar en una personalidad perversa ni psicopática
(fs. 336).
Los mecanismos adaptativos a los que frecuentemente apela son la negación y la
disociación. El primero se caracteriza por negar aspectos de la realidad, como así
también emociones, actitudes, conductas y sus consecuencias propias y ajenas. La
disociación se caracteriza por separar el afecto del evento u objeto que lo genera.
En el presente caso es dable aclarar que se manifestaron distintos grados de
profundidad en la disociación, en virtud de las circunstancias vitales que la
imputada fue atravesando (fs. 336). A continuación se detalla la dinámica histórica
y psíquica que atravesó la imputada y culminó en los hechos que nos convocan, a
saber: separación con su marido; reactualización de abandonos afectivos; la
profundización del estado depresivo que existía previamente; baja de peso
significativa (12 kg); soledad, incomunicación, ensimismamiento, aislamiento;
embarazo no deseado, falta de apoyo de su ex pareja, negación del mismo, lo que se
traduce en falta de controles médicos, como así también en la ausencia de
desarrollo de los aspectos fenomenológicos físicos de la embarazada; la negación
era tanto para si como para terceros, disociación afectiva, aparece la idea fantaseada
de que el bebé no iba nacer nunca, aumento del estado depresivo; parto en soledad
y en situación absolutamente precaria; inicio de un estado puerperal, lo que implica
importantes cambios de orden psíquico, como efecto natural de los cambios
fisiológicos; falta de subjetivación de la niña que tuvo -no tenía nombre, no había
comprado ropa, no la reconoce como suya, etc.-; Breve registro de malestar interno,
el que al no poder hacerse cargo de la criatura, la lleva a pedir ayuda a una cuñada;
su estado cada vez se agrava más "la vemos rara", "no está bien", etc., eran las
expresiones de sus allegados; momentos en que acontecen los hechos, no hay
recuerdo preciso de los mismos, ni secuencia, existe una distorsión de la percepción
y de la memoria "no sé por qué puse la placenta en el freezer", el haber guardado la
placenta en el freezer puede ser interpretado como un automatismo: conductas
incongruentes, típicas de estados disociativos acentuados. A partir de ese momento
comienza a agudizarse su estado de disociación y la profundización de su depresión
previa, agravado por el estado puerperal. Hay una desconexión de la realidad,
lagunas amnésicas, islotes mnémicos, falta de auto-reconocimiento en los hechos
(fs. 336/337). Todos estos acontecimientos fueron generando el contexto para las
condiciones psíquicas que le llevaron a un estado de conciencia alterada,
desencadenando los hechos que nos ocupan (fs. 337).
Se trata de un estado crepuscular de la conciencia, es un estado patológico y
momentáneo de la misma, de aparición y culminación brusca, pudiendo durar
minutos o días, que se caracteriza por un estrechamiento del campo de la
conciencia, de manera tal que el sujeto llevado por emociones primarias (angustia,
miedo, ansiedad) ejecuta actos insensatos, particularmente peligrosos, que
parecieran ser organizados porque dentro del estado crepuscular se conserva la
orientación espacial y la organización espacial y la organización del
comportamiento, pero solo de manera automatizada, lo que hace creer al
observador causal de que los actos son concientes y planificados. El estado
crepuscular se da fundamentalmente en la faz afectiva e ideativa del sujeto, afecta
la memoria y la percepción. La memoria se encuentra alterada por la impronta del
estado de conmoción emocional que perturba el registro y fijación de los eventos
que se protagonizan, quedando a consecuencia, la memoria fragmentada con
lagunas amnésicas e islotes mnémicos (Vallejos Najera, 1976) (fs. 337/338). Es por
todo ello que considera que M. E. S, al momento de los hechos que se investigan,
atravesó un estado de conmoción que le anuló la capacidad para comprender y
dirigir sus acciones (fs. 338). * El testimonio de Antonio Ávalos quien en el debate
señaló que la imputabilidad es materia tanto de la psiquiatría como de la psicología.
Que se pidió dictamen psicológico para determinar rasgos de la personalidad. Sobre
el estado de inconsciencia, en el Derecho Penal hay que dar un diagnóstico, no
obstante ello, las sicólogas tiene derecho a opinar. Sobre el estado de inconsciencia,
la pericia sicológica es conjetural. Nadie puede aseverar con certeza el estado de
inconsciencia, siempre será la conclusión conjetural. En este caso no hubo estado
de inconsciencia. Existió un "corto circuito", la persona tenía conflictividad severa
con el padre de la víctima, parto sola, falta de protección y siguiendo autorizada
opinión, en el estado crepuscular, la conciencia está "estrechada", hay una
disminución pero no hay "anulación" de la conciencia. La peritada no refirió
amnesia de lo ocurrido, sabe lo que ha hecho, la motivación del acto (rechazo del
niño), las manifestaciones a terceros conllevan a la conciencia. Aclara que la
conducta, y memoria funcionan juntas, pero en la disociación mental ello no se da y
eso es un trastorno, sus actos son automáticos, y hay amnesia disociativa, que es
pérdida de la memoria. La amenesia no necesariamente debe ser total con respecto
del hecho. El poner la placenta en el freezer no es una conducta con ninguna
explicación, está en estado de puerperio, suelen presentarse trastornos de ánimo,
depresivos, psicosis (fs. 521). * La declaración de la perito de control, médica
especialista en psicquiatría Ángela Graciela Lucatelli, quien da cuenta que S. se
encontraba en un estado alterado de la conciencia además de poseer una estructura
de personalidad bordelaine.
Que la persona en este estado puede o no haber comprendido "no puedo ser
determinante al respecto".
Que lo exigido en el artículo 34 del Código Penal, es un concepto jurídico y no solo
psiquiátrico. A su ver la peritada no pudo comprender, actuó automáticamente, no
hay motivo (fs. 521 vta.).
- El testimonio de la psicóloga Gabriela Cuenca, del cual surge que sus
conclusiones son tanto psiquiátricas y sicológicas. Que sus conclusiones se basan
en la lectura del expediente y de las pruebas proyectivas por ella realizadas ya que
hay que colocar todo en el contexto. Que la peritada tenía la placenta en el freezer,
eso marca un corto circuito, no saber porque esta allí. No tenía conciencia de ello.
El estado puerperal lo pasó sola, solo recuerda "que la encontró fría", tuvo
"cortocircuitos" islotes. Determinó una personalidad Bordelaine, es decir, "límite",
agrega que hubo negación del embarazo, la disociación se agudizó. Que los
controles médicos no fueron voluntarios, fue llevada. Señaló que la S. presentó
lagunas mnesicas, islotes. Puede luego reconstruir lo vivido "la maté", no actuó con
conciencia, la amnesia fue total.
En la investigación penal preparatoria señaló que la disociación es una de las
características de la personalidad bordelaine, agregando que hay distintos grados de
gravedad en las disociaciones que dependerá de la estructura que tenga que sea más
patológica o menos patológica.
Que en cuanto a M. E. S estimó que, en el momento del hecho tuvo una disociación
profunda, que de las entrevistas con la periciada y la lectura del expediente, la
dicente advirtió que S. fue padeciendo un proceso que la llevó a distintos grados de
disociación y de negación, que como expresa en su pericia, siempre por dichos de
la periciada, no comentó con nadie su embarazo, salvo con su ex marido, se aisló,
signos estos de una negación de su estado y reveladores de que se trataba de un
embarazo no deseado.
La dinámica histórica y psíquica se determinó a través de las entrevistas con la
periciada y la posterior lectura del expediente. La profundización del estado
depresivo que existía previamente y la baja de peso significativo, dijo que ambas
cuestiones las conoce a través de la entrevista clínica, que quiere aclarar que para
que la deponente la entrevista clínica es de máxima importancia y que posterior a
ella, la declarante coteja los resultados de las pruebas objetivas con aquellas
cuestiones advertidas durante la entrevista clínica, que la dicente durante esas
entrevistas observa la actitud del entrevistado con respecto a los motivos que lo
traen a la entrevista, su estado físico, su estado anímico, el modo de relatar,
mencionado algunas cuestiones y otras no, si se puede dar cuenta de algunos
fenómenos y no puede explicarlos. Aclaró que no entrevistó a S. inmediatamente
después de acontecido el hecho, que las entrevistas fueron realizada durante el
transcurso del mes de septiembre, o sea cuatro meses después de acontecido.
Afirmó la deponente que al momento de la entrevista S. manifestó acordarse de
momentos previos en que se encontraba viendo televisión con sus otros hijos y
momentos posteriores en que se acerca a la bebé y la nota fría, ahí deduce la
periciada que ella la había matado, pero que en la entrevista no pudo relatar como
la había matado, ya que lo expresaba como una laguna, que no podía dar cuenta de
cómo lo hizo y tampoco pudo dar cuenta porque motivo tenía la placenta en el
freezer.
Agregó que se trató de un estado crepuscular de la conciencia en la cual la misma
se encuentra alterada. Señala que en el estado crepuscular se conserva la
orientación espacial y la organización de comportamiento pero de una manera
automatizada. Colocar la placenta en el freezer fue un acto de inconsciencia
profunda, que a la fecha de la entrevista ese acto apreció como un acto automático,
ya que la periciada no pudo dar cuenta ni del motivo ni dar explicación coherente
de por qué la había puesto ahí. Que no obstante no habérsele preguntado y estar
fuera de las directivas de la Fiscalía, señaló como opinión personal que S. atravesó
un estado de conmoción que le anuló la capacidad de comprender y dirigir sus
acciones. Por estado de conmoción la dicente entiende un estado de inconsciencia,
que por comprender entiende que no hubo conciencia para realizar el acto, que por
dirigir entiende que tampoco hubo conciencia para dirigir las acciones, que dicha
conclusión la deriva o extrae la exponente en forma personal de las entrevistas con
la periciada y de las pruebas objetivas ya referenciadas y de las constataciones
clínicas propias de la situación (fs. 519/521). IV.1 La obligación constitucional y
legal de fundar la sentencia consiste en el deber de consignar por escrito las razones
que justifican el juicio lógico que ella contiene (T.S.J., Sala Penal, S. nº 1,
"Feraud", 16/2/61; S. nº 28, 7/4/98, “Algarbe”; S. n° 30, 25/4/05, "Scarlatta"). Tal
resguardo abriga la idea que la motivación debe ser derivada, es decir, respetuosa
del principio de razón suficiente. Ello importa que la prueba en la que se basan las
conclusiones a que se arriba en la sentencia, sólo pueda dar fundamento a esas
conclusiones y no a otras; o expresado de otro modo, que aquéllas deriven
necesariamente de los elementos probatorios invocados en su sustento (T.S.J., Sala
Penal, S. nº 13, 27/5/85, "Acevedo"; S. nº 11, 8/5/96, "Isoardi"; S. nº 12, 9/5/96,
"Jaime"; S. n° 41, 31/5/00, "Spampinatto", entre otras). En correlato, el principio
del in dubio pro reo, que ha mutado de una regla procesal a la de una garantía
constitucional (arts. 41 Const. Pcial., 75 inc. 22° C.N., en razón de la inclusión del
principio de inocencia del cual es una derivación; 8.2, Convención Americana
sobre Derechos Humanos; 14.2, Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos; T.S.J., Sala Penal, S. n° 148, 29/12/99, "Angeloz"), impone la certeza
como requisito ineludible para la condena, grado de convicción que debe recaer
sobre todos los extremos que sustentan la imputación delictiva. 2. La materia de
análisis traída por los recurrentes, esto es, el juicio acerca de la imputabilidad de la
encartada, se ha sustentado en un marco convictivo conformado, principalmente,
por una pericia psicológica que se expide en sentido negativo y una pericia
psiquiátrica -que consta de dos dictámenes y una ampliación- que lo hace
positivamente, en función del cual la Mayoría ha dado por acreditado dicho
presupuesto.
De la atenta lectura de sendos elementos de convicción surge que ambas cumplen
satisfactoriamente con las prescripciones establecidas en el art. 242 del C.P.P., sin
que pueda achacárseles que los mismos aparezcan vacíos de contenido, sean
inverosímiles, o viciados de defectos formales o irregularidades que los nulifiquen;
comprenden la correcta identificación de la persona examinada, su fecha de
realización, una relación detallada de las operaciones practicadas, y las
conclusiones a las que se arriba se presentan debidamente fundadas. Como se
anticipó, los impugnantes critican la conclusión sostenida por la mayoría pues
sostienen que la conclusión expuesta vulnera el principio de razón suficiente y
postula –por considerarlo mas acertado- que no se ha acreditado con la certeza
requerida que la acusada haya podido comprender la criminalidad del acto y dirigir
sus acciones.
3. A los efectos de examinar la logicidad de la motivación que sustenta la
conclusión acerca de la inimputabilidad de la acusada, considerando los pilares en
los que ésta se asienta, resulta útil destacar en primer término que: La pericia es
aquel medio de prueba en virtud del cual, "personas ajenas a las partes y a los
restantes sujetos del proceso, a raíz de un específico encargo judicial y fundados en
los conocimientos científicos, artísticos o técnicos que poseen, comunican al juez o
tribunal las comprobaciones, opiniones o deducciones extraídas de los hechos
sometidos a su dictamen" (PALACIO, Lino Enrique, La prueba en el proceso
penal, Abeledo-Perrot, Bs.As., 2000). Está destinada a "establecer o garantizar la
existencia o el valor de una prueba que no se puede advertir o apreciar con
seguridad mediante la observación y conocimientos comunes" (NÚÑEZ, Ricardo
C., Código Procesal Penal, Lerner, Córdoba, 1986, 2° ed. actualizada, p. 230, nota 3
al artículo 255). Es claro que el dictamen pericial no obliga al juez (T.S.J., Sala
Penal, S. n° 8, 1°/7/58, "Cortés"; NÚÑEZ, ob. y lug. cit.; PALACIO, ob.cit., p.
151), quien debe someter dicho elemento de juicio a su consideración, a la luz de
las reglas de la sana crítica racional. Es así que, en la medida en que funde
debidamente los motivos por los que disiente con el perito, el Tribunal se encuentra
facultado a decidir en sentido diverso (JAUCHEN, Eduardo M., Tratado de la
prueba en materia penal, Rubinzal-Culzoni, Bs.As., 2002, pp. 415/416). La
jurisprudencia, por su parte, ha puesto especial énfasis en requerir suma cautela -so
pena de arbitrariedad- al magistrado que pretende apartarse de dicho dictamen. En
esta línea, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha entendido que "la
circunstancia de que sus conclusiones no sean vinculantes no significa que los
magistrados puedan apartarse arbitrariamente de las mismas, concluyendo de
propia autoría y conocimiento conceptos o evaluaciones médicas que el dictamen
médico no contiene, porque la desestimación de sus conclusiones debe ser
razonable y científicamente fundada" (7/12/04, "González, Eduardo A. c. Trenes de
Buenos Aires S.A."; cfr., 5/12/78, "Medina, Benito c. Siam Di Tella, S. A.";
C.N.C.P., Sala III, 23/2/99, "Cabral"; S.C.Bs.As., 3/5/94, "Torranza, Omar A. c.
Establecimiento Frigorífico Azul S. A."; 3/7/1990, "Lemos, Edmundo R. c. Aceros
Potrone"; T.S.J., Sala Penal, S. n° 12, 10/5/85, "González"; S. n° 65, 25/12/96,
"Marchetto"). El juez acude al perito para proveer a determinada constatación
fáctica de una base científica, técnica o artística que ante las partes se presente
objetiva y controlable, de modo tal de permitir a éstas ejercer el contradictorio
impuesto por la garantía de la defensa en juicio. Esta garantía, constitucionalmente
recogida en los artículos 18 y 39 de las Cartas Magnas Nacional y Provincial,
respectivamente (por vía del artículo 75 inc. 22°, C.N., también en la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre art. XXVI; Declaración
Universal de los Derechos Humanos arts. 10 y 11.1; Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos -Convención de Nueva York- art. 14. 2 y 3 b.;
Convención Americana sobre Derechos Humanos -Pacto de San José de Costa
Rica- art. 8.1.2.) cuenta entre sus máximas la regla del contradictorio, reconocida a
su vez en forma expresa en la Convención Americana sobre Derechos Humanos -
Pacto de San José de Costa Rica- que en su art. 8. 2. dispone: "toda persona
inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se
establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene
derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:... f) derecho de la
defensa de interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de obtener la
comparecencia, como testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz
sobre los hechos". Así entonces, de la prerrogativa de todo imputado de ser oído
previo a que se dicte una sentencia en su contra, deviene como efecto el
reconocimiento del derecho de ofrecer prueba a su favor y controlar la producción
de aquélla que se pretenda incorporar al proceso en su contra, en igualdad de
condiciones que el órgano del Estado habilitado para el ejercicio de la acción penal.
Obedece a este aseguramiento de la defensa en juicio, la consensuada advertencia
relativa a que "aún cuando el juez posea para el caso particular conocimientos
especiales sobre la cuestión que se presenta, no le está permitido prescindir del
auxilio del perito" (JAUCHEN, ob.cit., p. 375; PALACIO, ob.cit., p.130). Así lo ha
sostenido la Corte Suprema de Justicia de la Nación, al dejar sin efecto, "por no ser
derivación razonada del derecho vigente, la sentencia que tiene un fundamento sólo
aparente pues niega eficacia probatoria a la pericia médica producida y no
observada por las partes, sustituyendo el criterio del perito por la experiencia que
manifiestan los miembros del tribunal haber adquirido en casos análogos"
(C.S.J.N., 5/12/78, "Medina c. Siam Di Tella, S.A."). Es que así como carece de
todo sentido convocar al experto para que emita su parecer técnico y luego
prescindir de éste sin exponer las razones de tal solución, tampoco es aceptable -en
tanto no sea un ámbito alcanzado por la experiencia común- contraponer al
dictamen del profesional la opinión individual del magistrado en un área ajena a su
incumbencia específica. En esta última alternativa se interrumpe la posibilidad de
contralor externo de la decisión, en tanto las partes no pueden verificar la
procedencia, adecuación y objetividad del conocimiento invocado por el juez y en
consecuencia, tampoco pueden objetarlo desde la esfera técnica que es propia a
dicha materia. La prudencia aludida impacta también en los requerimientos que
debe cumplimentarse al momento de intentar impugnar el valor convictivo de los
datos que surgen de un dictamen pericial toda vez que no resulta aceptable, a
efectos de controvertirlo, contraponer al dictamen del profesional la opinión
individual (del Juez, del Defensor, etc.) en un área que, en principio, resulta ajena a
su incumbencia específica (TSJ, Sala Penal “Albenga”, S. n° 236, 21/9/2009). 4.a.
Se adelantó que los recurrentes cuestionan el modo que la mayoría relegó en su
valoración los datos aportados por la Licenciada Gabriela Cuenca, en orden a que el
estado crepuscular de la conciencia implicó un estado de inconciencia dando
preponderancia a un escueto informe psiquiátrico, en la que se pretende encasillar
la conducta de S. como la de un trastorno mental transitorio incompleto.
b. Tanto de las conclusiones vertidas por el médico psiquiatra, Dr. Antonio Ávalos,
como las expuestas por la psicóloga, Licenciada Gabriela Córdoba, surge que
ambos coinciden y confluyen en diagnosticar una estructura de personalidad
borderlaine y ambos señalan que al momento del hecho padeció de cierto grado de
compromiso en su área afectiva emocional coincidente con los denominados actos
en cortocircuito que implican un estado crepuscular, sólo que difieren en sus
conclusiones, al momento de establecer los efectos o consecuencias derivados del
mismo. Así, para el perito psiquiatra dichos estado nunca implica un estado de
inconciencia sino un trastorno mental incompleto y, por consiguiente, la acusada
poseyó capacidad para delinquir. En tanto que para la psicóloga Cuenca el referido
estado puede causar un estrechamiento del campo de conciencia -que puede durar
minutos o días- que perturba el registro y la fijación de los eventos que se
protagonizan, quedando a consecuencia, la memoria fragmentada con lagunas
amnésicas e islotes mnémicos, por lo que el estado de conmoción le anuló la
capacidad para comprender y dirigir sus acciones.
c. Ahora bien, cabe señalar que encontrándonos con dos probanzas legalmente
válidas y debidamente fundadas, que concuerdan en lo esencial pero arriban a
distinta conclusión, una a favor de la imputabilidad de la mujer, la otra, negándola,
nos situamos frente a una incertidumbre, debiéndose entonces valorar si las razones
brindadas por la mayoría del Tribunal al momento de adherir a la conclusión
sostenida por el médico psiquiatra no contrapone su opinión individual en un área
ajena a su incumbencia específica.
d. La mayoría del Tribunal, además de las pericias psicológicas y psiquiatras
reseñadas supra, valoró que la acusada estaba padeciendo la separación con su
esposo y en trámite de divorcio (fs. 346), que efectivamente ocultó a sus familiares
directos su embarazo (testimonios de Bazán, Miguel Ángel, Miriam y Soledad S. y
su padre Miguel Ángel Soriano) no así a su ex esposo Javier Martínez; que dio a la
luz en soledad sin ayuda externa a pesar de haberla pedido a su ex esposo; que tuvo
ayuda el mismo día del alumbramiento, el día catorce de abril de 2007, a las 23:30
horas, en que su esposo la lleva a la clínica Romagosa junto al bebé (ya reseñado) y
el día dieciséis del mismo mes y año, su cuñada los lleva nuevamente a Control a la
misma Clínica; que ya nacido tuvo ofrecimientos de ayuda y contención, de su
cuñada María Esther Martínez, cuidándole los niños y llevándole pañales; de sus
hermanos y de su propia madre el mismo día veintitrés en que comete el hecho,
ofreciéndole quedarse para acompañarla; que la notaron rara (fs. 529 vta./530).
Consideró que el día de la revelación estaba presente todo el grupo familiar, a quien
contó lo que había hecho dos días antes; que ocultó la muerte manifestando que la
había dado en adopción a un médico; que era el bebé de Mary, es decir negó su
maternidad; a la oficial Oros y en presencia de toda la familia le dijo "la asfixié con
una almohada; tuvo conciencia de lo hecho; "la maté", tuvo sentimiento de culpa
"estoy muy arrepentida" (a su amiga Santecchia); el mismo día de la revelación dijo
a su ex esposo "que la había asfixiado, que no dijera nada, porque la criatura no
figuraba en ningún lado, que si denunciaba irían presos los dos y que todo quedaba
acá" (fs. 530). Repara que el día de la aprehensión es revisada por un médico
psiquiatra y por un licenciado en psicología, conforme obra en informe de fs. 30 del
Hospital Neuropsiquiátrico Provincial, la Dra. Roxana Serafín y el Licenciado
Augusto Manuel Bau, quienes al examinarla, manifestaron: "la paciente se presenta
lúcida, angustiada, labilidad emocional, llanto incontenible, lo que dificulta realizar
evaluación psiquiátrica más exhaustiva. No se evidencian, alteraciones en senso-
percepción (alucinaciones) ni ideas delirantes. Relata y reconoce los hechos que se
le imputan, acompañados del afecto acorde a la situación, ánimo, depresivo,
discurso coherente, ideas de culpa, refiere insomnio". Por los fundamentos ya
relacionados la Mayoría afirma que S. sufrió al momento del hecho un episodio en
su psiquis de los denominados "corto circuito", con un claro estrechamiento de la
conciencia sin anulación total de la misma pudiendo comprender lo que hacía.
e. Las razones vertidas por la Mayoría del Tribunal no constituyen el antecedente
necesario para afirmar con certeza que la acusada actuó con conciencia al cometer
el hecho. Es que, los argumentos construidos en la sentencia en crisis no permiten
superar el estado de incertidumbre que arroja las enfrentadas conclusiones
expuestas en la pericia psiquiátrica y psicológica que examinaron y valoraron los
hechos anteriores y posteriores al ilícito, las que si bien concuerdan acerca de la
personalidad bordeline de la acusada y en la existencia de un estado crepuscular,
difieren en si dicho estado sumió a S. en laguna o islotes amnésicos al cometer el
injusto. Repárese que para constatar la existencia o no de conciencia de la acusada
al momento del ilícito los órganos judiciales acudieron a los peritos para proveer a
su decisión de una determinada base científica, por lo que el iudicante no pude
contraponer su propia valoración de los datos proporcionados por los hechos
anteriores, concomitantes y posteriores al hecho a los dictámenes profesionales que,
valorando idénticos hechos, concluyen -de manera contradictoria- sobre el referido
extremo. Tal aserto se refuerza si se considera que la corroboración de si la acusada
era consciente al cometer el homicidio lejos se encuentra de constituir un ámbito
alcanzado por la experiencia común. En tal situación, la duda sobre la conciencia de
la acusada al momento de cometerse el hecho no puede zanjarse por el Tribunal de
mérito, con la certeza requerida para condenar, ni con la hipotética convicción que
puede derivar de la revelación hecha por la acusada a su familia de cómo le quitó la
vida a la víctima, pues la misma se desvanece a poco que uno repare en el
testimonio brindado por la psicóloga Gabriela Cuenca, quien da cuenta que las
personas inmersas en "lagunas amnésicas o islotes mnémicos pueden luego
reconstruir lo vivido "la maté", no actuó con conciencia, la ammesia fue total" (fs.
519 vta.); ni con el intento de controvertir el argumento expuesto en la pericia
psicológica en orden a la falta de explicación de la conducta de S. de haber
colocado la placenta en el freezer, lo que determinaba que se trataba de un acto
automático. Voto pues, afirmativamente, a la cuestión planteada.
La señora Vocal doctora Aída Tarditti, dijo: Estimo correcta la solución que da la
señora Vocal preopinante, por lo que adhiero a la misma en un todo, votando en
consecuencia, de igual forma.
La señora Vocal doctora María de las M. Blanc G. de Arabel, dijo: La señora Vocal
del Primer Voto da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden correctamente la
presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido.
A LA SEGUNDA CUESTION: La señora Vocal doctora María Esther Cafure de
Battistelli, dijo: I. Bajo el motivo formal de casación los recurrentes plantean
subsidiariamente la arbitrariedad de la sentencia al fijar la pena que le corresponde
a la acusada por el delito atribuido por la acusada. Previa reseña de la doctrina
judicial de esta Sala en orden al estándar de revisión de fijar la pena, afirman que a
los fines de la individualización de la pena, no dudamos en sostener que la
culpabilidad es su fundamento, además de servir de base para la imposición de la
misma. Es decir, que el principio de culpabilidad juega un doble papel. Por un lado,
justifica la pena y por el otro fundamenta sus límites, en el sentido de que en el
monto de la pena ha de verse reflejado el grado de culpabilidad. Obviamente, que
nos estamos refiriendo al "dolo" y "culpa" como elementos de la misma, sino al
principio constitucional -según estamos convencido de ello- de que no hay pena sin
culpa. Partiendo de ese principio, podemos afirmar que la individualización de la
pena es la fijación por el Juez de las consecuencias jurídicas de un delito, según la
clase, gravedad y forma de ejecución de aquellas, escogiendo entre la pluralidad de
posibilidades previstas legalmente. Exponen que el razonamiento del juzgador es
arbitrario, en tanto considera como agravantes circunstancias que ya se encuentran
consideradas en el bien jurídico protegido y en el tipo penal, esto es el homicidio
calificado por el vínculo, más allá que se lo haya encuadrado dentro de las
circunstancias extraordinarias de atenuación. Alude a doctrina científica que abona
su posición. El sentenciante ha utilizado para cuantificar la pena, circunstancias que
ya se encuentran incluidas en el tipo del homicidio calificado por el vínculo, tales
como "dar fin a una vida", "de su propia sangre", atentado contra el bien supremo",
"la vida de la persona". También consideran que se ha omitido en la mensuración
de la pena, considerar que S. -en caso de no acceder al agravio principal- al
momento de cometer el hecho, se encontraba con una imputabilidad disminuida, y
por ende, no aparece razonable ni proporcionado al principio de culpabilidad que se
le imponga la misma pena que para quien tiene plena capacidad para ser culpable.
Concluyen que, la Sentencia con una motivación omisiva, y también haciendo una
doble valoración, desarrolla argumentos que hacen arbitraria la mensuración de la
pena y genera la nulidad de la sentencia. Hacen reserva del caso federal.
II. Atento a la respuesta brindada a la Primera Cuestión, el tratamiento de los
agravios deducidos en contra de la fijación de la pena se han tornado abstracto. Así
voto.
La señora Vocal doctora Aída Tarditti, dijo: Estimo correcta la solución que da la
señora Vocal preopinante, por lo que adhiero a la misma en un todo, votando en
consecuencia, de igual forma. La señora Vocal doctora María de las Mercedes
Blanc G. de Arabel, dijo: La señora Vocal del Primer Voto da, a mi juicio, las
razones necesarias que deciden correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero
a su voto, expidiéndome en igual sentido.
A LA TERCERA CUESTION: La señora Vocal doctora María Esther Cafure de
Battistelli, dijo: Atento al resultado de la votación que antecede, corresponde: I.
Hacer lugar al recurso de casación interpuesto por los Dres. Carlos Hairabedián y
Sebastián Becerra Ferrer, a favor de la imputada M. E. S, y en consecuencia, anular
la Sentencia número ocho, del 23 de abril de 2009, dictada por la Cámara en lo
Criminal de Primera Nominación de esta ciudad que condenó a la acusada por el
delito de homicidio calificado por el vínculo con circunstancias extraordinarias de
atenuación (art. 80 -último párrafo- del CP) (art. 480 del CPP). Las particularidades
del caso, puestas en sintonía con razones de economía procesal, tornan
inconducente reenviar la causa para que el tribunal renueve la sentencia, habida
cuenta que el nuevo decisorio, por aplicación del principio de la reformatio in peius
sólo podrá obtener un contenido favorable dentro de lo procurado por los
recurrentes. Es que, de la prueba recolectada en autos, se advierte claramente que
no se ha omitido ponderar ningún otro medio probatorio que permita corroborar
con el grado de certeza requerido un estado de conciencia que permita proclamar la
imputabilidad de la acusada. En consecuencia, conforme a los fundamentos
desarrollados, corresponde entonces absolver a la imputada M. E. S por el hecho
que le atribuía la requisitoria fiscal de fs. 362/369, y que fuera calificado como
homicidio calificado por el vínculo con circunstancias extraordinarias de
atenuación (art. 80 -último párrafo- del CP y art. 411 del CPP); sin costas (art.
550/551). En consecuencia, ordenar la inmediata libertad de la imputada M. E. S
(art. 482 del C.P.P.) II. Sin costas en la Alzada, atento al éxito obtenido (arts. 550 y
551, CPP). Así voto. La señora Vocal doctora Aída Tarditti, dijo: La señora Vocal
preopinante da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden correctamente la
presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido. La
señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo: Estimo
correcta la solución que da la señora Vocal del primer voto, por lo que adhiero a la
misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma. En este estado, el
Tribunal Superior de Justicia, por intermedio de la Sala Penal;

RESUELVE: I. Hacer lugar al recurso de casación interpuesto por los Dres. Carlos
Hairabedián y Sebastián Becerra Ferrer, a favor de la imputada M. E. S, y en
consecuencia, anular la Sentencia número ocho, del 23 de abril de 2009, dictada por
la Cámara en lo Criminal de Primera Nominación de esta ciudad que condenó a la
acusada por el delito de homicidio calificado por el vínculo con circunstancias
extraordinarias de atenuación (art. 80 -último párrafo- del CP) (art. 480 del CPP).
Conforme a los fundamentos desarrollados, corresponde entonces absolver a la
imputada M. E. S por el hecho que le atribuía la requisitoria fiscal de fs. 362/369, y
que fuera calificado como homicidio calificado por el vínculo con circunstancias
extraordinarias de atenuación (art. 80 -último párrafo- del CP y art. 411 del CPP);
sin costas (art. 550/551). En consecuencia, ordenar la inmediata libertad de la
imputada M. E. S (art. 482 del C.P.P.) II. Sin costas en la Alzada, atento al éxito
obtenido (arts. 550 y 551, CPP). Con lo que terminó el acto que, previa lectura y
ratificación que se dio por la señora Presidente en la Sala de Audiencias, firman
ésta y las señoras Vocales de la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia, todo
por ante mí, el Secretario, de lo que doy fe.

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