En el año de 1975 en el seno de las Naciones Unidas, se adopta la Declaración
sobre la Protección de Todas las Personas contra la Tortura y Otros Tratos o
Penas Crueles, Inhumanos o Degradante Fue quien define la tortura en su 1º art: Se entenderá por tortura todo acto por el cual un funcionario público, u otra persona a instigación suya, inflija intencionalmente a una persona penas o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido o se sospeche que ha cometido, o de intimidar a esa persona o a otras. No se considerarán tortura las penas o sufrimientos que sean consecuencia únicamente de la privación legítima de la libertad, o sean inherentes o incidentales a ésta…”
Históricamente la tortura ha sido condenada, prohibida y sancionada por diversos
documentos de derecho internacional humanitario. Siendo el primero tenemos las Convenciones de la Haya, de 1899 y 1907, que establecieron un acuerdo para la protección de la vida y la libertad de extranjeros en tiempos de guerra; también se exigió que los prisioneros fueran tratados humanamente, e incluso se dispuso la prohibición de que los civiles fueran forzados a declarar información sobre el enemigo. En la Tercera Convención de Ginebra, celebrada en 1929, se propuso igualmente proteger a los prisioneros de guerra, prohibir el uso de la violencia hacia la persona y la vida, así como el trato cruel y la tortura; además se añadió la prohibición categórica de torturar a prisioneros de guerra para obtener información del enemigo. La Cuarta Convención de Ginebra, de 1949, declaró la protección de la población civil de la tortura, mediante la prohibición de todo tipo de coacción física o moral para obtener información en una situación de guerra. Acorde con esta tendencia del derecho internacional, el artículo 5º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) pronunciaba en 1948 que “nadie podrá ser sometido a tortura, castigo o a un trato cruel inhumano y degradante”. Este principio fue ratificado en la Convención Europea para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, de 1950, mediante un artículo casi idéntico al de la DUDH. Sin embargo, la Convención Europea fue más allá y estableció que los Estados no podían derogar esa prohibición, ni siquiera “excepcionalmente”. Años después, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966) 9 y el Pacto de San José (Convención Americana de Derechos Humanos) (1969)10 siguieron el mismo sentido de la Convención Europea. Posteriormente, en 1975, se promulgó la Declaración Sobre la Protección de Todas las Personas Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, lo cual dio lugar a la Convención Sobre la Tortura y Otros Tratos Crueles, Inhumanos y Degradantes en 1984.11 En esta última se define la tortura como: …un acto que ocasiona y pretende ocasionar un gran daño y sufrimiento, con la finalidad de obtener información o infligir sufrimiento. La tortura es el acto el cual causa un daño físico o psicológico, se genera sin el consentimiento ni la voluntad de la víctima. La tortura es una de las violaciones más graves de los derechos fundamentales de una persona ya que le destruye la dignidad, cuerpo y mente, la vida sin tortura es un derecho humano universal, este derecho es garantizado por el derecho internacional.
De acuerdo a lo definido acerca de la tortura definimos a la “prevención legal de la
tortura” como la adaptación de medidas positivas para evitar que ocurra la tortura o bien impedir que se realicen actos de tortura.
Existen dos tipos de prevención de la tortura la primera viene siendo la prevención
directa, la cual tiene como objetivo prevenir que ocurra la tortura, esta intervención se lleva a cabo antes de que se produzca la tortura y la segunda es la prevención indirecta esta tiene por objetivo evitar la repetición de esos actos, se basa convenciendo a los torturadores de que la tortura se paga a u n “precio mayor”, la responsabilidad principal de la prevención de la tortura recae en el estado, que tiene un claro deber de tomar todas las medidas necesarias para prevenir la tortura y otras formas de tratos crueles ya que si este no lo hace se seguirán implementando los actos de tortura, existen tantos motivos por el cual una persona se puede convertir en víctima de tortura y estas personas convertidas en victimas sufren tanto físicamente como psicológica ya que todo trauma físico deja secuelas psicológicas como la generación de rabia, impotencia, tristeza, temor, ansiedad, desesperación, angustia etc.