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Juan David Hernández N.

Docente
nauj92david@hotmail.com
3217900585

Mi amigo el machete
A la edad de 10 años mientras mi mamá vendía pilas de frutas en una cuadra de la Galería
de Manizales, en la esquina de la misma plaza, donde se acostumbran a tumultuarse
diferentes trabajadores para vender racimos de plátanos, yo veía a uno de los vendedores,
un hombre de estatura mediana, escaso pelo, con un poncho enrollado en su cuello con el
que se limpia el sudor de su cara, la camisa semiabotonada debido a su excesiva barriga y
con un machete en la mano, correr de tras de un indigente al cual le propició diversos
impactos generándole grandes hematomas lineales en su cuerpo, al parecer por haberle
robado plátanos de uno de sus racimos. Fue ahí donde entendí el concepto de “planazo”.
Éste, a diferencia del “machetazo” el cual es capaz de mutilar cuerpos y quebrar cráneos,
crea heridas en la piel que, aunque superficiales, son muy dolorosas. Mientras que el
planazo se realiza con la parte plana de la hoja del machete, el machetazo se efectúa con
todo el filo, pero ambos se hacen con la misma herramienta: el machete.

El hombre a través de la evolución, en lo que a él compete, gracias a su instinto de


supervivencia ha convertido diversos objetos en herramientas que con el paso del tiempo
han evolucionado y se han convertidos en indispensables para la vida del hombre. Martillos,
destornilladores, alicates, y el machete en especial, se han convertido en herramientas
manuales que necesitan la fuerza y motricidad humana para poder ser accionadas. El
machete, el cual nos interesa en este momento, ha servido incluso para la colonización de
América y de sus pueblos. Ha servido para abrir caminos y fundar ciudades, para
defendernos de animales o para matarlos por simple gusto como hacen los niños con los
insectos.

En muchos casos, el machete, esa herramienta que ha acompañado y servido al hombre


de a pie, se ha convertido en más que una herramienta: en un arma para defenderse y
atacar. Introducido por los españoles con la marca Incolma sin pensar siquiera, que esta
misma herramienta se volvería en contra de ellos mismos, con la cual los cubanos en su
intento de independizarse de España logran generar terror en las tropas españolas. El
machete se convertiría en la principal arma del pueblo cubano de donde surgió la película
La primera carga al machete. A partir de este momento el machete deja de ser una
herramienta y ahora es acompañada por pasiones humanas para convertirse en un arma
hecha para matar. Uno de los personajes de la película cuando le preguntan acerca del
machete contesta: “¿El machete? bueno… Yo sé que nosotros tenemos un arma y la
sabemos usar. Y que los españoles lo saben y le temen como al mismo diablo…”.

En Ruanda, para el año de 1994 se lleva a cabo uno de los genocidios más grandes y
recientes de la historia. Debido al asesinato de un líder de la cultura Hutu por parte de un
integrante de la cultura tutsi se desata un sangriento asesinato en masa de la cultura tutsi
por parte de los hutu, exterminando al 75% de la población tutsi. La mayoría de estos
asesinatos se realizaron a punta de machete. Era tanta la deshumanización hacia esta
cultura tutsi que no valía la pena gastar recursos en armas de fuego teniendo toda una
importación de machetes. Del 25% de sobrevivientes la mayoría quedaron mutilados, pues
los hutus que apenas estaban aprendiendo a usar el machete no eran muy certeros al
momento de matar a sus víctimas y sólo conseguían mutilarlos. Otros más expertos y
osados clavaban el machetazo sin piedad en la cabeza de sus adversarios causándoles
una muerte instantánea. A punta de machete y garrote logró llenarse todo un país de
cadáveres. ¿Quién pensaría que aquella herramienta de agricultura se convertiría en un
arma capaz de matar a 800.000 personas en menos de 100 días? El periodista Jean
Hatzfeld en su libro “Una temporada de machetes” recuerda que en Alemania la meta del
genocidio fue “purificar el ser y el pensamiento” mientras que en Ruanda fue “purificar la
tierra”. La misma herramienta que necesitaba de la motricidad del hombre para poder
actuar, ahora parece necesitar el odio o la sinrazón para convertirse en un arma masiva y
económica de asesinato.

No necesitamos ir muy lejos para ver el canon que ha alcanzado el machete como arma. El
cine también nos da muestras de las maravillas que tiene esta arma. La película
hollywoodense protagonizada por Danny Trejo y que tiene el título de “Machete”, trata sobre
la historia de un hombre el cual es traicionado por alguien que lo contrató para matar a un
senador, en venganza decide cometer una serie de asesinatos (muchos, como en toda
película de acción), todos a punta de machete.

Hasta para la leyenda del “El Putas de Aguadas” ha sido indispensable esta herramienta,
pues a su figura siempre lo acompaña un machete entre una cubierta la cual va al lado
izquierdo de la cintura para una mayor comodidad y agilidad cuando toque desenfundarlo
con la mano derecha. El machete es y ha sido el amigo que siempre nos ha acompañado,
nos ha servido como herramienta, pero también como arma cuando así se requiere. Lo
Invito a usted señor lector para que lo verifique usted mismo. Busque en los rincones de su
casa o de bajo de la cama, donde usualmente lo guarda y verá que él siempre está ahí para
cuando lo necesite. Como todo amigo, hay que cuidarlo, envolverlo en papel periódico para
que no vaya a ocasionar un daño, limarlo y cuidarlo del óxido porque quisiéramos que
siempre nos acompañara.

Como arma o como herramienta, el machete se ha convertido en ese amigo que


necesitamos tener a mano cuando de trabajar la tierra se trata o cuando hay que pelear.
Colombia es el país con mayor exportación de machetes al mundo entero, inclusive, existen
academias que enseñan técnicas de combate con el machete que luego son transformadas
en bailes típicos de algunas regiones, especialmente del Valle y del Quindío. Para terminar,
quiero dejarles una definición que da el Diccionario Folklórico Antioqueño sobre el machete:

“Bendigamos al machete, amigo y compañero de nuestros paisanos, con cuya


punta acerada y firme se ha escrito la historia patria. Bendigámoslo. Porque su hoja sin
mancha, ennoblecida está por todas las bizarrías.”

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