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¿Por qué los Estados Unidos son tan hipócritas en política

exterior? 
17/3/2014
Ivan Eland

En la actual crisis sobre la “invasión” rusa de Crimea (¿es una invasión cuando la población
parece desear ser invadida y no tiene lugar la violencia?), las protestas de los Estados Unidos
parecen bastante hipócritas para el mundo. Después de todo, recientemente, los Estados Unidos
han atacado o invadido seis países—Irak, Afganistán y Libia empleando tropas terrestres o
aeronaves tripuladas y Pakistán, Yemen y Somalia utilizando aviones no tripulados para arrojar
bombas. En todos estos casos, incluso si el gobierno local directa o tácitamente aprobó la acción
militar de los EE.UU., muchos de los habitantes del país no lo hicieron.

Un referéndum libre y justo entre los habitantes de Crimea probablemente daría la bienvenida a
un regreso de Crimea a Rusia. El sesenta por ciento de la población de Crimea habla ruso. Por el
contrario, las más violentas invasiones o ataques estadounidenses contra países por lo general
han sido menos bien recibidos por gran parte de la población de las naciones blanco de los
mismos. ¿Pero no violó Rusia el derecho internacional al enviar tropas a un país extranjero sin
hacerlo en defensa propia? Rusia esgrime la pobre excusa de que estaba rescatando a personas
de habla rusa en Crimea de la revolución anti-rusa en Ucrania. Y puesto que el derecho
internacional exige que los países tomen acciones militares sólo en defensa propia o cuando el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprueba tal uso de la fuerza, la respuesta es que
Rusia ha violado el derecho internacional.

Sin embargo en sólo uno de los casos antes mencionados de intervención militar de los EE.UU.
se cumplió con el derecho internacional—atacar Afganistán después de los ataques del 11 de
septiembre de 2001. Incluso entonces, la justificación de la autodefensa ha sido estirada al
máximo al llevar a cabo una guerra de edificación nacional a largo plazo y atacar a grupos en
Pakistán que no tienen nada que ver con la guerra afgana (los talibanes paquistaníes). En otro,
los ataques aéreos liderados por los Estados Unidos contra Libia, una resolución de la ONU
permitió la utilización del poder aéreo occidental para crear una zona de exclusión aérea a fin de
impedir que la fuerza aérea libia ejecutase la violenta amenaza de Muammar Gaddafi de lesionar
a los libios que se oponían a su gobierno. Sin embargo, como Rusia reclamó correctamente por
entonces, las potencias occidentales lideradas por los Estados Unidos abusaron de la resolución y
siguieron bombardeando Libia hasta que Gaddafi fue removido del poder. En Irak, Yemen y
Somalia, los Estados Unidos atacaron a personas que no tenían nada que ver con los ataques del
11 de septiembre—violando descaradamente la exigencia de la defensa propia en el derecho
internacional y, en el caso de Yemen y Somalia, la Constitución de los EE.UU. y la resolución del
Congreso posterior al 11/09 autorizando el uso de la fuerza militar de los EE.UU. contra los
autores de esos ataques.

Los ciudadanos de los Estados Unidos a menudo creen que los militres estadounidenses están
luchando en el extranjero para promover su libertad y la de los demás pueblos del mundo. En
realidad, los Estados Unidos se comportan como otras naciones, por ejemplo como Rusia,
emprendiendo usualmente acciones militares para promover sus intereses militares, políticos,
económicos o diplomáticos. Según los realistas—una escuela de pensamiento en materia de
política exterior académicamente muy respetada con ilustres practicantes, como Richard Nixon,
Henry Kissinger, George H. W. Bush y Barack Obama—todos los países se comportan de la
misma manera, independientemente de su a veces retórica de alto vuelo. Los antecedentes
indican que la escuela realista de la política exterior está generalmente en lo correcto acerca de
cómo los líderes del mundo y sus países, incluidos los Estados Unidos, se comportan, pero los
realistas tienen un problema al vender este tipo de políticas maquiavélicas al idealista pueblo
estadounidense.

Los estadounidenses son particularmente propensos a este tipo de apelaciones idealistas y


“patrióticas”, porque la publicidad se encuentra más profundamente arraigada en la cultura de
aquí que en la de otros países. Si los Estados Unidos no inventaron la publicidad, seguramente la
perfeccionaron. Madison Avenue ha inculcado en el pueblo estadounidense, incluidos los
miembros de las fuerzas armadas, la creencia de que los militares de los EE.UU. están en el
extranjero luchando por “nuestra libertad”, cuando un análisis más exacto haría decir que las
fuerzas armadas están luchando por lo que los líderes nacionales perciben que es en los
intereses nacionales de los Estados Unidos. (Los verdaderos intereses de la seguridad nacional
estadounidense podrían ser resumidos en una lista mucho más estrecha). Por lo tanto, la a
menudo severa divergencia entre la retórica elevada y los motivos reales, la cual es más
fácilmente evidente para los observadores extranjeros, antes que para los estadounidenses,
lleva a muchos líderes y ciudadanos extranjeros a describir a la política de los EE.UU. con una
palabra: hipocresía.

Las investigaciones muestran que las democracias no son más pacíficas y benevolentes en el
escenario mundial que las dictaduras— como se puede ilustrar con los agresivos imperios
británico y francés formales y el informal imperio americano. Pero también muestra que tal
hipocresía no es exclusiva de los Estados Unidos, aunque los doble estándares estadounidenses
son los más flagrantemente obvios. Por ejemplo, España, Gran Bretaña y Canadá están
protestando por el desprendimiento de Crimea de Ucrania por parte de Rusia mientras que
resisten sus propios movimientos separatistas y ayudaron a su aliado de la OTAN, los Estados
Unidos, a separar a Kosovo de Serbia utilizando la fuerza armada en 1999.

Pero no sea que dejemos a Rusia demasiado libre de culpa. Los rusos son hipócritas al separar a
Crimea, donde se habla ruso, de Ucrania pero niega la autodeterminación a regiones de Rusia
que podrían desear separarse de ella—por ejemplo, Chechenia y Daguestán.

Así que a la hora de analizar el comportamiento de los países a nivel internacional, y en especial
el de los Estados Unidos, tenemos que ir más allá de la retórica usualmente de alto vuelo
asociada con la acción militar y hacer frente a la realidad de que podrían existir otras razones
más profundas para atacar a otros países. (En el caso de Crimea, Rusia desea salvaguardar su
estratégica base naval en Sebastopol). Debemos entonces evaluar si estas razones más
profundas son realmente necesarias para la seguridad de la nación atacante y si ese país está
actuando con hipocresía al criticar acciones similares de otras naciones. Desafortunadamente,
durante la época posterior a la Segunda Guerra Mundial, en términos de números de acciones
militares, los Estados Unidos han sido empíricamente el país más agresivo del mundo—no
teniendo la gran mayoría de estas intervenciones nada que ver con la propagación de la libertad
y algunas de ellas incluso extinguiéndola.

Dilemas económicos: La
tragedia de los comunes
Por Sergio E. Martínez Rivera
Abril 4, 2014 | Tags: 
 Blog de creación
 
 recursos naturales
 
 Tragedia de los comunes
 
 Garret Hardín
Imagen: Frits Ahlefeldt, HikingArtist.com

“…lo que es común para la mayoría es de hecho objeto del menor cuidado.  Todo mundo piensa principalmente en sí mismo, raras veces en el interés común”.

  Aristóteles

La Tragedia de los comunes es un dilema escrito por  Garret Hardín en 1968 para la
revista Science que representó un hito para el estudio y la búsqueda de soluciones de la
degradación y destrucción de la naturaleza en nuestro planeta. Hardín se centra en dar
respuesta al dilema del uso óptimo de los bienes públicos (en este caso de los recursos
naturales) bajo condiciones como la indefinición de derechos de propiedad, la gratuidad y libre
explotación de los bienes.

La Tragedia de los comunes parte de la premisa de que si los individuos buscan maximizar su
beneficio de forma individual usarán constantemente ciertos bienes o recursos naturales
(pastizales, ríos, bosques, etc.) hasta que estos se agoten. Este comportamiento no considera el
bienestar colectivo y menos la conservación del ambiente en el largo plazo.

Existen tres principales propuestas de análisis surgidas a partir del planteamiento original de
Hardin:

1) La ortodoxia económica supone que todos los individuos son agentes económicos y se
encuentran en constante competencia y, como tal, responderán de forma automática a la
dinámica del mercado, que es en última instancia el ente regulador de sus actividades y
comportamiento. Dicho de otra forma, la actuación ineficiente e insustentable de su
desenvolvimiento en términos productivos puede propiciar su salida del mercado y más aún su
desaparición. Por ello es que mientras hagan un uso eficiente de sus bienes esto les permitirá
subsistir.

2) Contrario a la visión de privatizar los bienes públicos es que el Estado tendría que ser el
encargado de regular la explotación y recuperación de los recursos naturales y sancionar a
quien haga uso irracional de estos. Esto implica la creación de instituciones y normatividades
precisas que no necesariamente estarían reguladas por el mercado.

3) Una corriente heterodoxa representada por Elinor Ostrom premio nobel de Economía en el
año 2009, quien a través de su obra “El gobierno de los bienes comunes: la evolución de las
instituciones de acción colectiva” (1990) evidencia que dentro de ciertos grupos sociales es
posible que exista la cooperación y responsabilidad  colectiva sobre la explotación de los
recursos naturales. Grupos que han desarrollado mecanismos e instituciones que no responden
a la lógica privatizadora y del Estado. Desde 1960 Ostrom dedicó su quehacer académico a
analizar y presentar casos de estudio de productores rurales e indígenas en diversas latitudes
del mundo con estrategias apegadas a su contexto histórico y que han resultado exitosas tanto
para su reproducción social y económica como para salvaguardar el ambiente. También  señala
que pueden presentarse fallos y fracasos en estas organizaciones sin embargo, suelen
presentarse cuando hay una injerencia externa a ellas.
La tragedia de los comunes: límites de su aplicación

Sistemáticamente desde hace poco más de 30 años los gobiernos nacionales en el mundo
asumieron el paradigma de que el libre mercado y la propiedad privada son la panacea para
alcanzar el bienestar social, económico y ambiental. Razón por la cual hoy en día los planes,
programas y proyectos públicos se rigen en este tenor. En materia estrictamente ambiental, se
han creado estrategias para conformar mercados ambientales y propiciar que, ejidatarios o
comuneros entren a la lógica del emprendimiento y que la sociedad en su conjunto asuma una
responsabilidad racional del uso de los bienes comunes ambientales (por ejemplo el uso del
agua en área urbanas). A partir de entonces se han registrado resultados asimétricos ya que por
un lado existe una mayor restricción a la degradación del ambiente en ciertas regiones del
planeta, mientras que en lo general la devastación ambiental da signos de no desacelerarse.

¿En qué radica la ineficacia de las metodologías y los instrumentos que se ha construido para
efecto de lograr niveles óptimos de conservación ambiental? Algunas razones:

1. Los individuos en lo rural y lo urbano tienen un comportamiento heterogéneo y por


ende no actúan motivados por el mismo tipo de objetivos, en este caso el de la
rentabilidad. Los actores rurales son agentes económicos sui generis que difícilmente
aceptan ceñirse a la lógica empresarial. Sus usos y costumbres suelen anteponerse a la
dinámica del mercado ya que no generan excedentes supeditados a esa lógica sino a sus
esquemas de reproducción social y colectiva.

2. Por sus características físicas no todos los servicios ambientales pueden ser
susceptibles de incorporarse a un mercado ambiental. Esto se debe a que no pueden
cuantificarse para determinar su stock ni su posible precio. Estamos hablando
principalmente del clima, de la biodiversidad, de la estabilidad del suelo, etcétera.

3. Algunas empresas suelen ejercer presión a los gobiernos nacionales y locales para
evadir reglamentaciones urbanas, agrícolas y ambientales  o bien, modificar a nivel
constitucional ciertos puntos para que se les permita la explotación de recursos en
sectores estratégicos (petróleo, minas, bosques, ecosistemas de playa y manglar, etc.).
Además de que se les subvenciona o exenta con tasas fiscales preferenciales.
4. Los individuos con alto poder adquisitivo tienen mayores posibilidades de cubrir
sanciones económicas sin que ello necesariamente modifique su conducta irracional
sobre los recursos naturales.

5. La corrupción en varios países es un factor determinante para que a pesar de que


exista la definición de derechos y normatividades prevalezca la degradación de espacios
y bienes comunes.

6. Es importante considerar la escala micro y macro, la local, regional, nacional y


supranacional ya que intervienen distintos factores y determinantes geopolíticos que
limitan la aplicación de proyectos para salvaguardar el ambiente. El propio planeta y
todos sus componentes son un bien común y no todos los países asumen que deben
actuar por el bien colectivo mundial al aplicar acciones concretas para proteger la
atmosfera o evitar la deforestación masiva donde hay especies endémicas y por su
aporte en la generación de oxígeno.

La Tragedia de los comunes ha inspirado el desarrollo de diferentes tipos de políticas


ambientales en el mundo, como el pago por servicios ambientales, pero es necesario
complementa estas acciones con otras propuestas de carácter legal y normativo no solo de corte
económico. Es necesario tener claras las condiciones estructurales del ámbito urbano y rural
así como los fallos institucionales para alcanzar resultados positivos en la administración de los
bienes comunes.

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