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UNA APROXIMACIÓN
José Esteve Pardo
No obstante, pese a ser este frente asumido principalmente por la labor privada de
autorregulación, el Estado no se excluye ya que su rol garante lo obliga a encuadrar esta
actividad de autorregulación en un marco público que cumpla con no constreñir dicha
autorregulación, pero sin dejar de garantizar unas condiciones de objetivad y atención
equilibrada de los intereses que puedan ser afectados por esta autorregulación
En lo que respecta a las técnicas que puede aplicar la actuación garante del Estado, se señala
que son variados, aunque se indica que el principal foco de atención de estas técnicas se da en
la actividad de regulación de servicios económicos de interés general.
Por ejemplo, se puede imponer que simultáneamente a la concesión de permiso para una
actividad esta se preste obligatoriamente y en igualdad de condiciones a zonas y segmentos de
población que en principio podrían no ser rentables o ser costosos.
Otros ejemplos los podemos encontrar en la potestad inspectora, la habilitante, la registral y la
de rendición de cuentas y la transparencia.
COMENTARIO
Si bien el Estado como ente omnipresente y omnímodo ha dejado poco a poco de existir
debido a la propia aceptación de su incapacidad para gestionar la cada vez mayor necesidad de
sus ciudadanos y la mayor fuerza ejercida por los agentes privados en el sector económico, se
ha mantenido la idea de que el Estado debe, a través de los medios que mejor considere
eficientes, garantizar la prestación de servicios y productos básicos para el mantenimiento de
la sociedad.
Esta es la idea general de lo que el autor denomina Estado o Administración garante, el cual
gira en torno a una nueva idea de regulación en el que el Estado ya no se da abasto para
regular normativamente y de manera centralizada cada aspecto de las actividades privadas
económicas, por lo que, al estar fuera de su alcance debido a incapacidades de mala gestión,
conocimiento o falta de tecnología, cede a la autorregulación de los agentes privados.
No obstante, considero importante anotar que la transición que relata el autor al denominado
Estado garante se produce tomando como punto de partida el Estado de bienestar nacido de
la integración económica de los Estados europeos a manera de escudo para evitar caer en los
mismos errores que la llevaron a su enfrentamiento en la Segunda Guerra Mundial.
Es necesario recalcar ello puesto que para lo que Europa fue un punto de transición para otros
estados como los latinoamericanos no ha sido necesariamente así, sino más bien desde uno
totalizador resultado de los procesos dictatoriales sufridos durante las últimas décadas del
siglo XX a otro más liberal que, considero, posee características que coinciden con los
atribuidos por el autor al Estado garante.
En ese sentido, el régimen económico del Estado peruano está fijado en la idea de la economía
social de mercado, por la cual liberaliza las actividades empresariales aunque sin quedar a su
completa merced de lo que se denomina “fallas del mercado”, pues el Estado posee un rol
social que lo obliga y lo faculta a intervenir en la dirección de dichas actividades ya sea
ejerciendo una intervención fuerte o ligera, ello en función de los fines que el Estado haya
fijado como de mayor importancia para el mantenimiento de la sociedad.
Mientras que, desde del otro lado del espectro, actividades tales como las comunicaciones han
merecido la cesión total del Estado al sector privado debido a lo que el autor justamente
considera, una incapacidad de índole tecnológico y conocimientos, la cual en la práctica se ha
visto confirmado por el rápido avance de dicho sector no solo en la calidad de la
infraestructura necesaria para su prestación sino también de productos tales como los
celulares.