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Política, Democracia

y Procesos Electorales en México


Política, Democracia
y Procesos Electorales en México

Carlos Bustamante López


Rafael Molina Sandoval
María Magdalena Sam Bautista
(coordinadores)

Universidad Autónoma de Tlaxcala


CIISDER

México, Tlaxcala
2015
Directorio Universitario
Universidad Autónoma de Tlaxcala

Mtro. Rubén Reyes Córdoba


Rector

Dr. Luis Armando González Placencia


Secretario Académico

Mtra. María Samantha Viñas Landa


Secretaria de Investigación Científica y Posgrado

Lic. Edilberto Sánchez Delgadillo


Secretario de Extensión Universitaria y Difusión Cultural

Mtro. Efraín Ortiz Linares


Secretario Administrativo

Mtro. José Antonio Joaquín Durante Murillo


Secretario Técnico

Dr. Ernesto Meza Sierra


Secretario de Autorrealización

Dr. Enrique Vázquez Fernández


Coordinador de la División de Ciencias Sociales y Administrativas

Dr. Ricardo Nava Olivares


Coordinador General del CIISDER

Dr. Sergio Algarra Cerezo


Coordinador Institucional de Cuerpos Académicos
Política, Democracia
y Procesos Electorales en México

©Universidad Autónoma de Tlaxcala


Av. Universidad No. 1
Colonia La Loma Xicohténcatl
Tlaxcala, Tlax., C.P. 90000

Primera edición: 2015

ISBN: 978-607-8432-49-3

Esta obra fue posible gracias al apoyo que el CA Análisis Regional


Sociopolítico del CIISDER recibió a través del Programa Estratégico
Cuerpos Académicos y Productividad para su Internacionalización
de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (CACyPI-UATX-2014).

Impreso y hecho en México


Índice

Agradecimientos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Primera Parte:
Jóvenes y Política

Los movimientos estudiantiles hoy:


revisión teórica y valoración de sus logros. . . . . . . . . . . . . . . 19
Anna María Fernández Poncela

Democracia y expectativas de futuro: los jóvenes en México. . . . . 37


Claudio Escobar Cruz

Contexto y causas de la actitud anti política


y económica de los jóvenes en Tlaxcala . . . . . . . . . . . . . . . . 53
Rafael Molina Sandoval

Segunda Parte:
Procesos de Democratización en México

La participación política en la construcción de la democracia


real y de la realidad de la democracia en México . . . . . . . . . . . 75
Gonzalo Alejandre Ramos

La agenda municipal, elementos para la democracia


y la gobernanza local en México. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
Ricardo Joel Jiménez González
Democracia municipal: análisis de los condicionantes
para la reelección consecutiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
José Luis Estrada Rodríguez

Tercera Parte:
Ciudadanía y Política

Secularización política y construcción de ciudadanía


en la alternancia mexicana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
Juan Mora Heredia, Lilia Anaya Montoya
y Anatalí Cruz Cardoso

El ciudadano(a) agente de la delegación Miguel Hidalgo


en el Distrito Federal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
Rosa Ynés Alacio García

Construcción de la ciudadanía: entre el liberalismo


y el comunitarismo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
Miriam Zarahí Chávez Reyes

Cuarta Parte:
Procesos Electorales y Política

Propuesta metodológica cualitativa para analizar


procesos electorales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179
Javier Pineda Muñoz

Sociología electoral y cultura política local.


De la alternancia al retorno del autoritarismo político
en la Región Zumpango, 1990 a 2015. . . . . . . . . . . . . . . . . 193
Armando Sánchez Albarrán
Quinta Parte:
Alternancia y Gobierno en Tlaxcala

El agotamiento del sistema político tlaxcalteca (1998) . . . . . . . . 213


Cirilo Rosalío Espejel

Perspectivas electorales en Tlaxcala. De la hegemonía


al pluralismo político en las elecciones de diputados,
1974-2013. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231
Neil Linares Méndez

Las síndicas en Tlaxcala. Implicaciones políticas


y de género durante el primer año de gobierno (2014) . . . . . . . . 249
María Magdalena Sam Bautista
Agradecimientos

Los días 20 y 21 de abril del 2015 se llevó a cabo en la Universidad Autónoma de


Tlaxcala (UAT) el Coloquio política, procesos electorales y democracia, organizado por
el Cuerpo Académico Análisis Regional Sociopolítico (CA ARSP), reconocido en
el nivel de Consolidado por el Programa para el Desarrollo Profesional Docente
(PRODEP) de la Secretaría de Educación Pública y adscrito al Centro de Investi-
gaciones Interdisciplinarias sobre Desarrollo Regional (CIISDER). Dicho evento
reunió a diversos investigadores tanto del CA ARSP del CIISDER, como de otros
centros universitarios tales como la UAM-Azcapotzalco y Xochimilco, Universidad
Autónoma del Estado de México-Unidad Zumpango y Toluca, Universidad Autó-
noma de la Ciudad de México y la Unidad Pedagógica Nacional-Unidad 098. Para
la realización del evento se contó con recursos del programa Cuerpos Académicos,
Calidad y Productividad para su Internacionalización (CACyPI) 2014, que la rec-
toría de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT) ha venido impulsando desde
hace varios años con la finalidad de apoyar las iniciativas académicas de los profe-
sores e investigadores organizados en cuerpos académicos. Los coordinadores de
libro quieren hacer un amplio reconocimiento por la participación de los acadé-
micos de universidades públicas de otras latitudes, así como al apoyo económico y
material otorgado por la UAT.
Por otra parte, también es necesario reconocer el apoyo logístico que se brin-
dó por el personal que administra el auditorio de la Casa de Profesores Visitantes de
la UAT, así como las facilidades otorgadas por la Secretaría de Investigación y Pos-
grado de la misma universidad y la coordinación general del CIISDER, ésta última
a cargo del Mtro. Jaime Rocha Rodríguez. Preciso también es hacer un extensivo
agradecimiento a los compañeros administrativos del mismo centro que dedicaron
un par de días a apoyar las tareas del Coloquio.

11
Introducción

La celebración en junio del 2015 de un proceso electoral a nivel federal en México,


para elegir diputados al Congreso de la Unión, fue una de las razones que motiva-
ron la realización de un evento académico que examinara al sistema político mexi-
cano desde diversos ángulos y con ello dar pautas para evaluar el nivel de avance de
la democracia en el país, y particularmente el caso del estado de Tlaxcala. El libro
está dividido en cinco secciones, las cuales reúnen respectivamente los trabajos
presentados en el Coloquio política, procesos electorales y democracia, abarcando los si-
guientes temas: Jóvenes y la política, Procesos de democratización en México, Ciudadanía y
política, Procesos electorales y política, y Alternancia y gobierno en Tlaxcala.
La primera parte del libro sobre los Jóvenes y la política, abre con el texto de
Anna María Fernández Poncela, quien además de realizar un análisis de las principa-
les corrientes teóricas sobre los movimientos sociales y su aplicación para entender
los de carácter estudiantil, particularmente se propone estudiar a dos movimientos
de este tipo en México de época reciente: #YoSoy132 del 2012 y #TodosSomosA-
yotzinapa del 2014. Es preciso señalar que el trabajo tiene como objetivos indagar
sobre los logros de ambos movimientos a través de entrevistas a protagonistas, así
como con la aplicación de una encuesta a ciudadanos del Distrito Federal.
Un segundo texto de esta primera parte, es de la autoría de Claudio Escobar
Cruz, quien lleva a cabo un recorrido por las condiciones actuales que vive la ju-
ventud en México, amplio sector poblacional existente en la actualidad del país,
atendiendo a aspectos como violencia, exclusión educativa, calidad de vida, crisis
social y democracia. De acuerdo con el autor, dichos ambientes deben ser aborda-
dos de manera eficiente por el Estado mexicano y con ello ofrecer oportunidades
de desarrollo para aquél importante segmento de la población.
El tercer documento que forma parte de esta sección de libro, elaborado
por Rafael Molina Sandoval, enfatiza para el caso de la juventud en Tlaxcala los
impactos del neoliberalismo como sistema económico y social, si bien añadiendo
la perspectiva política en dicha reflexión. Al igual que en el texto de Escobar ya re-
señado, Molina hace evidente que en diferente formas existe un entorno de crisis
y exclusión que abarca un amplio sector de la juventud tlaxcalteca, y además, a tra-
vés de la aplicación de una encuesta describe la percepción que tienen los jóvenes
de cómo salir de este medio adverso y qué posibilidades de desarrollo vislumbran
en su futuro.

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La segunda sección del libro, sobre los Procesos de democratización en México, se
conforma de tres aportaciones. La primera es de Gonzalo Alejandré Ramos, quien
tiene como objetivo confrontar los conceptos de la democracia en tanto mode-
lo teórico y de práctica política, frente a la realidad que muestran los resultados
de la Encuesta Nacional de Cultura Política (ENCUP) 2012 aplicada en México.
De acuerdo al autor, la discusión de fondo es analizar la situación que guarda la
legitimidad del Estado, a partir de la acción de los actores políticos que operan la
democracia, a saber: los partidos políticos, el sistema electoral y las instituciones
del Estado y la ciudadanía.
La siguiente aportación es de Ricardo Joel Jiménez González, el cual examina
al ámbito municipal en México desde sus tres componentes: sociedad, gobierno
y territorio, considerando que es precisamente mediante procesos de democrati-
zación de la vida pública municipal, como podría revertirse en parte la crisis so-
ciopolítica en el país. Para ello se requiere eliminar las limitaciones estructurales
del diseño institucional municipal, que promuevan la participación ciudadana, la
rendición de cuentas sobre los asuntos públicos y el ejercicio de recursos, así como
ampliar la autonomía de gobierno de este nivel local de la sociedad.
El último trabajo de esta sección elaborado por José Luis Estrada Rodríguez,
enfoca su análisis en el tema de la reelección de autoridades en el nivel municipal
en México y particularmente la representación política que tienen sus miembros en
un entorno de complejas diferencias locales y regionales. Si bien, lo que comparten
como instituciones de gobierno municipal es un centralismo vigente en lo econó-
mico y político, a pesar de las reformas que en este ámbito tuvieron lugar en los
años ochenta del siglo pasado. El debate y la reflexión del autor tienen la finalidad
de examinar la necesidad de garantizar una discusión abierta dentro del cabildo
(órgano de gobierno municipal), rendición de cuentas y establecer una represen-
tación efectiva en el mismo; logrando con ello mejorar la calidad democrática del
gobierno municipal.
La tercera parte titulada Ciudadanía y política, comienza con el texto de Juan
Mora Heredia, Lilia Anaya Montoya y Anatalí Cruz Cardoso quienes utilizando la
ENCUP del 2012 revisan los resultados de la encuesta analizando los rubros de
satisfacción democrática y la confianza en las organizaciones e instituciones polí-
ticas (Iglesia, Fuerza Armadas, Partidos Políticos, entre otros) a nivel nacional, en
un contexto donde hay un elevado formalismo de la democracia procedimental
para elegir autoridades, coexistiendo con prácticas informales y grupos de poder, y
además bajo los efectos adversos de un neoliberalismo galopante en la sociedad y la
economía. De ahí que los autores se pregunten cómo puede esta situación “demo-
crática” abonar a la justicia y la igualdad social en México.

14
El trabajo de Rosa Ynés Alacio García es el segundo documento de esta sec-
ción, el cual analiza bajo los conceptos de realineamiento y desalineamiento elec-
toral en relación con la teoría de la modernización, los resultados por partido y
candidato político para ocupar en 2012 la jefatura de la delegación Miguel Hidalgo
en el Distrito Federal. El objetivo del documento es analizar cómo los votantes al
modificar su voto redistribuyen el poder político y lo cambiante que puede ser este
fenómeno en el tiempo en función de las características urbanas y socioeconómicas
del territorio donde habitan los electores.
Esta sección del libro cierra con la aportación de Miriam Zarahí Chávez Re-
yes, quien examina el debate entre la ciudadanía liberal y comunitaria estudiando
el caso de las comunidades del estado de Tlaxcala. Se busca entender, desde los
espacios locales, lo que ocurre con la organización política; y en particular con la
construcción de la ciudadanía para distinguir aspectos hasta ahora soslayados en
donde ocurre una intersección e hibridación de ambos tipos de ciudadanía.
La penúltima sección de libro, Procesos electorales y política, abre con el trabajo
de Javier Pineda Muñoz quien propone una forma de analizar el proceso electoral y
específicamente el acto de votar por parte de los ciudadanos. En opinión del autor,
dicho proceso se puede estudiar en los niveles microsociales, utilizando instrumen-
tos metodológicos de orden cualitativo, rescatando la perspectiva de los actores y
no sólo las aseveraciones de los investigadores con base en datos estadísticos, tanto
demográficos como electorales. En el fondo de la indagación hecha por Pineda, está
la intención de explorar si la percepción de los cambios políticos a nivel nacional se
identifica con la valoración del proceso electoral local, o si persisten las orientacio-
nes valorativas de prácticas políticas locales que responden a intereses específicos.
La segunda aportación en esta parte del libro es de Armando Sánchez Alba-
rrán, y en ella se discute la idea de si el desarrollo económico coincide con el de-
sarrollo político. El espacio de estudio donde se aplicó dicha hipótesis corresponde
a la región Zumpango, en el Estado de México, en un periodo que va de 1990 al
2015, en la cual parece en principio coincidir la tesis de que la cultura política
democrática y la alternancia serían producto del desarrollo económico y predomi-
naría en sociedades modernas. Sin embargo, los resultados electorales de 2006 a
2012 muestran el retorno del Partido Revolucionario Institucional, partido que se
había mantenido como segunda fuerza en virtud de su amplia estructura político
organizativa con base clientelar, reforzada por el corporativismo.
La última parte de libro se titula Alternancia y gobierno en Tlaxcala. El primero
de los estudios es de la autoría de Cirilo Espejel Velasco, en el que se examinan
las condiciones y circunstancias económicas, políticas y sociales existentes tanto a
nivel nacional como estatal, que impulsaron la primera alternancia en el gobierno

15
del estado en 1998. El autor ofrece una explicación de cómo los elementos que
daban cohesión al sistema político mexicano encontraron su límite en la elección de
gobernador en Tlaxcala en el año de 1998, originando cambios que produjeron un
sistema político con diferencias sustanciales al prevaleciente. Aunado a lo anterior,
la disminución del poder adquisitivo, así como la falta de crecimiento económico
que pudiera paliar la grave situación que enfrentaba la mayoría de los tlaxcaltecas,
influyó de forma definitiva en la emisión del sufragio a favor de una opción política
distinta al partido oficial.
El siguiente trabajo de esta sección de libro es de la autoría de Neil Lina-
res Méndez. El objetivo del documento es mostrar para el caso de Tlaxcala, entre
1974 y 2013, los cambios ocurridos en las actividades económicas, la vivienda, los
servicios, la infraestructura carretera y las opciones educativas; con la finalidad de
establecer una relación con los resultados de las elecciones de diputados locales.
La hipótesis es que en la medida que van sucediéndose los cambios en el ámbito
socioeconómico, en esa misma medida la competitividad de las elecciones ocurre
con mayor intensidad, siendo la conjunción de estas particularidades lo que hace a
la política tlaxcalteca algo singular.
El libro cierra con la colaboración de María Magdalena Sam Bautista. La auto-
ra busca reflexionar sobre algunas implicaciones políticas y de género, que tuvo el
ascenso de mujeres, a casi la totalidad, de las sindicaturas en estado de Tlaxcala en
el presente trienio. En Tlaxcala, producto de una reforma legislativa en el 2013 se
implementó la paridad vertical en las elecciones municipales, dando como resulta-
do que de las 60 sindicaturas en la entidad, 55 de ellas quedaron representadas por
mujeres y 5 por hombres, es decir, el 91% de este cargo de elección popular que-
daron en manos de mujeres. Esta circunstancia tuvo consecuencias en las relaciones
de poder dentro y fuera del ayuntamiento que generaron en varios municipios con-
flictos entre el presidente municipal y las síndicas que en algunos casos llegó hasta
la violencia política.
Sin duda alguna, las colaboraciones que conforman el libro aportan desde sus
diferentes ángulos análisis relevantes para el conocimiento de la política en México
y con ello de la democracia misma. Sin embargo, también varios de los trabajos pre-
sentados tienen el propósito de abonar en la definición de las tareas que están pen-
dientes para disminuir la brecha de la desigualdad social y económica generada por
el neoliberalismo, donde la política puede y debe aportar estrategias para encontrar
los acuerdos necesarios entre los actores políticos que gobiernan en las instituciones.

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Primera Parte

Jóvenes y Política
Los movimientos estudiantiles hoy:
revisión teórica y valoración de sus logros
Anna María Fernández Poncela1

Introducción
Variadas y diversas son las ideas, teorías y enfoques en torno a los movimientos so-
ciales, desde las psicologistas hasta la movilización de recursos y de estructuras de
oportunidades políticas, las identidades colectivas, y los marcos de acción colectiva,
todas y cada una de ellas tienen algo que decir cuando se estudia un movimiento
social. Es más, y en contra de lo que se cree y practica, es fructífero tenerlas a todas
en cuenta para poder explicar y comprender un movimiento social que siempre es
multicausal y procesual. Lo mismo acontece con las definiciones sobre los movi-
mientos, tantas y tan amplias o profundas, sin embargo se quedan cortas al nombrar
la acción humana, pues el lenguaje traduce y esquematiza inevitablemente la vida.
Aquí pasaremos revistas a algunas definiciones y perspectivas de los movi-
mientos sociales de forma general y nos centraremos en un punto que nos interesa
mucho: los logros. Porque en contra de lo que se considera y predica, los movi-
mientos no mueren con su fenecer físico, sino que como el caso de la energía nada
de pierde todo se transforma. De ahí la importancia de las memorias, emociones
y reflexividad en el análisis social además de todo lo que las diferentes teorías han
aportado para el mismo. El enfoque en los logros es importante pues en general las
investigaciones sobre el tema se concentran en el origen o causa del surgimiento
de un movimiento, a veces olvidan su trayectoria, y casi siempre se quedan cortas
y debiendo análisis y reflexión sobre las consecuencias más allá de aquellas movili-
zaciones que concluyen en cambios legislativos o políticos de forma clara y directa,
por supuesto.

1
Docente e investigadora de la UAM-Xochimilco. fpam1721@correo.xoc.uam.mx

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Si bien la primera parte será de carácter general, aunque se intentará ejempli-
ficar cuando se pueda o se considere oportuno, la segunda cuestión focalizada en los
logros es de carácter empírico, y se aterriza en los datos recabados en dos encuestas
a la población del Distrito Federal (D.F.) realizadas a dos movimientos estudianti-
les en México y en época reciente: #YoSoy132 (2012) y #TodosSomosAyotzinapa
(2014), así como en información obtenida a través de entrevistas a los participantes
de dichos movimientos estudiantiles. El interés es doble, por un lado aportar co-
nocimiento y reflexión en torno a un asunto poco abordado como se dijo, el de los
logros, y por otro lado hacerlo de una manera también poco desarrollada, esto es
desde la voz de la ciudadanía –en este caso del DF a través de una encuesta general
y por medio de entrevistas a los jóvenes protagonistas de los movimientos– , sin
desconocer la intervención de quien investiga se intenta dar un lugar a la mirada y
opinión de la población sobre el tema.

Ideas, teorías y enfoques


En cuanto a las definiciones
Para iniciar el tema tomamos una idea de Wallerstein (1999) que afirma que dos
revoluciones mundiales de 1848 –oleada de revoluciones en Europa que incidieron
en el colapso del antiguo régimen– y la de 1968, que históricamente fracasaron,
realmente transformaron el mundo, su espontaneidad fue la causa, tanto del fracaso
como de la transformación, según este autor.
Para continuar con otra referencia, ahora de Castells (2013) quien considera
a los movimientos sociales como palancas del cambio, originados en coyunturas de
crisis, impulsados por la desconfianza ante las instituciones políticas, que en ocasio-
nes aúnan deterioro económico y crisis de legitimidad de los gobernantes, que hace
que la gente retome los asuntos públicos en sus manos participando en acciones
colectivas que defienden sus reivindicaciones fuera de los canales institucionales.
Para finalizar esta introducción al tema una mención de Tarrow (1997) la cual
defiende el éxito de los movimientos en el ejercicio del poder ya impusieran sus
demandas o fracasaran en el intento, pues su influencia a veces es de largo alcance.
El poder lo concibe cuando la ciudadanía une su fuerza ante las autoridades a través
de redes sociales y símbolos culturales que estructuran las relaciones sociales en
contextos –según su teoría– de oportunidades políticas para la intervención de
agentes sociales que usualmente no participan.
Las tres reflexiones anteriores que provienen de autores y enfoques disími-
les nos subrayan las posibilidades de éxito de algunos movimientos más allá de su

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triunfo aparente e inmediato, de ahí que han sido seleccionadas para este trabajo.
Ya que los dos movimientos que estudiamos aparentemente no alcanzaron sus rei-
vindicaciones inmediatas y concretas, sin embargo qué duda cabe dejaron huella,
influencia, tal vez incluso triunfaron al desnudar el estrecho y corrupto marco po-
lítico institucional en nuestros días.

Sobre las tipologías


La caracterización y tipología de los movimientos sociales es diversa, en primer
lugar los reformistas ante los revolucionarios o radicales, conceptos a los que se
han sumado sistémicos y antisistémicos, esto según el alcance del cambio. Por otra
parte y según la ideología del mismo están los progresistas y los conservadores.
Además y según los objetivos encontramos a los estructurales ante los cambios en
los individuos. Añadir que según la dirección del cambio pueden ser proactivos o
positivos y reactivos o negativos. Por otro lado según la estrategia o lógica de acción
se encuentran los instrumentales y los expresivos. Además de y según las formas
de acción colectiva los convencionales, transgresores o violentos. No olvidamos
la dimensión temporal: locales, nacionales, transnacionales. Y finalmente, según el
devenir histórico están los premodernos, los viejos o tradicionales, los nuevos mo-
vimientos sociales, los novísimos y los antiglobalización.
A la hora de clasificar a los dos movimientos sociales que estudiamos en estas
páginas es posible decir que varias de las categorías anteriores pueden ser aplicadas.
En cuanto al #YoSoy132 y según el alcance del cambio inició con tintes claramente
en la dirección de democratizar la democracia o por una democracia de calidad por
sus consignas en torno a la democracia en los medios y el voto consciente e infor-
mado, junto al reclamo de “no a la imposición”, está relacionada claramente con la
anterior, por ello podría ser categorizado como reformista, si bien con el paso del
tiempo se fue radicalizando. Su enfoque ideológico del cambio puede ser considera-
do progresista. Los objetivos del cambio eran estructurales, ya que pregonaba cam-
bios legislativos, creencias y valores, entre otras cosas. En cuanto a la dirección del
cambio éste fue proactivo en el sentido de buscar un cambio social. Respecto a la
estrategia o lógica de acción se trató más bien de una forma expresiva en el sentido
de influir políticamente y defender valores. Por otra parte sus formas de acción co-
lectiva combinaron las convencionales –legales–, con las transgresoras y violentas,
según etapas y grupos. En cuanto a su dimensión espacial es de carácter nacional.
Finalmente y según su devenir histórico puede decirse que conjugan factores de
los nuevos movimientos sociales –la defensa de los derechos, su composición estu-
diantil, etc.–, su base social inicial fue universitaria y si en el transcurso se amplió, las
y los estudiantes fueron los principales protagonistas en todo momento. Además en

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determinado momento a sus consignas democráticas y preelectorales se les unió la crí-
tica al neoliberalismo. Es en este sentido que también tienen parte de los considerados
novísimos movimientos sociales y por supuesto en alguna etapa retoman ciertas con-
signas de los antiglobalización. De hecho, y siguiendo a Ardini (2012) se puede decir
que algunos movimientos sociales actuales no tienen un plan sino que más bien ellos
son el plan, lo cual coincide con la espontaneidad del movimiento desde su natural
surgimiento, la improvisación de acciones, flexibilidad, creatividad, y apertura, cual
pasadizo entre mundos, el conocido y el posible, donde ya se vive lo que se predica.
El movimiento #TodosSomosAyotzinapa quizás sea más difícil de clasificar
para empezar porque se trata de una demanda básica: el derecho a la vida. Si bien
sus peticiones de presentación con vida y castigo a los culpables pudieran parecer
reformistas, esto es que se cumpla la ley, en determinados regímenes políticos esto
es más bien radical pues significa una transformación profunda en el sistema políti-
co y judicial del país, y en determinado momento solicitó la renuncia presidencial
ante la falta de respuesta a la aparición de los normalistas. Por otra parte se trata de
un movimiento progresista en cuanto a ideología aunque lo que pide es conservar
la vida. Según los objetivos del cambio éste es estructural, ya que significa mejorar
el sistema político y renovar los valores sociales y éticos. La dirección del cambio es
proactiva. La estrategia y lógica de acción es expresiva pretendiendo defender valo-
res e influir en la conciencia social. Las formas de acción colectiva fueron transgre-
soras y violentas, según actores y situaciones, aunque hubo de todo tipo. En cuanto
a la dimensión espacial se trató de algo nacional si bien de resonancia internacional.
En el marco del devenir histórico este movimiento es nuevamente comple-
jo de clasificar, pues contiene elementos de los nuevos movimientos sociales, en
especial los derechos, y de nuevo la composición estudiantil, y también otra vez
la crítica al sistema capitalista que apareció en algunos momentos, pero sin lugar
a dudas y más allá de las clasificaciones eurocentristas, se trató de un movimiento
latinoamericano de carácter social en defensa de la dignidad de la vida y reclamando
como punto central y eslogan de movilización: justicia. También hay que reconocer
que su actuar inicial fue espontáneo, encabezado por estudiantes universitarios que
siguieron a los normalistas de Ayotzinapa y a sus familias en el reclamo de los jóve-
nes sometidos a desaparición forzada.

Respecto a las teorías


Hoy en día y a la luz de los nuevos enfoques epistemológicos y metodológicos es
posible realizar la convergencia de teorías, esto es, tomar de cada una de ellas aque-
llo que resuene y haga sentido en la experiencia empírica a la cual nos aboquemos,
es lo que vamos a realizar en estas páginas.

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Para empezar, las primeras teorías psicologistas se focalizan en el origen de
los movimientos en la psicología de masas en el sentido de reacciones emocionales
irracionales que experimenta un individuo racional al sumergirse en una masa, su-
gestión, contagio, credulidad ingenua, por su puesto en la actualidad se sabe que la
emociones no sólo no son irracionales sino que sin ellas la supuesta racionalidad del
ser humano no existiría. Sin embargo, de este enfoque es rescatable el que apuntara
a la importancia emocional de los grupos sociales, misma que es evidente en el
caso de los movimientos estudiados. El movimiento del #YoSoy132 sobresale por
su indignación inicial de un grupo, empatía, apoyo y solidaridad de un más amplio
sector social que crea vínculo y despliega alegría y posibilita esperanzas, finalmen-
te enojo ante el resultado electoral. En el caso del movimiento alrededor de los
normalistas de Ayotzinapa ante la sorpresa y confusión de los primeros días por
la sociedad, mientras un grupo de estudiantes sobrevivientes huyó y se escondió
por miedo, siguió la indignación entremezclada con el dolor y la tristeza, lo cual
dio paso a un amplio movimiento guiado por la empatía, solidaridad y deseos de
justicia. Como se observa se trata de dos recorridos diferentes, ya que el primer
movimiento estudiantil estalló en creatividad y alegría en cierto periodo de su exis-
tencia y si bien luego llegó el enojo en general se trató de una experiencia donde la
creatividad festiva florecía. En el segundo caso y sin desconocer toda la creatividad
que se pudo en marcha en diferentes actividades o en las manifestaciones públicas,
el dolor permeó muchas cosas, un dolor que llevó a la indignación y al enojo, pero
y que también convivió con la tristeza en todo momento, por lo que se trató de
un movimiento donde las emociones se superponen –y si bien esto siempre pasa
en la vida, en este caso eran emociones disímiles pues el enojo sube la energía y la
tristeza la baja– tensando el sentir.
Un segundo gran grupo de teorías son las que defienden la Movilización de
Recursos, Teorías de Estructuras de Movilización y la Teoría de Estructuras de
Oportunidades Políticas. En cuanto a la Teoría de Movilización de Recursos se con-
sidera que los movimientos siguen la racionalidad colectiva costo-beneficio –here-
dera de la teoría de elección racional y de las supuestas estrategias y razonamientos
instrumentales individuales que apuntan a que la participación individual en la ac-
ción colectiva viene dada por el personal cálculo costo-beneficio, y cuyo logro se
medirá si hay un reconocimiento político del movimiento y se obtienen beneficios
materiales. Los movimientos aquí analizados no parecen encajar mucho en esta
perspectiva, sin negar que exista una persona o grupo que se muevan por el cálcu-
lo costo-beneficio, en general los movimientos como tales en este caso particular
difícilmente parecen hacerlo. Por supuesto, sí hay inversión de distinto tipo, y se
persiguen logros, en el primer caso de democratización de los medios y participa-

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ción electoral informada como supuesto beneficio, y en el segundo claramente que
aparezcan los desaparecidos y se castigue a los responsables.
La Teoría de Estructuras de Movilización, considera que la acción colectiva
acontece cuando hay ciertos incentivos, mecanismos o estructuras para la reduc-
ción de costos y se esperan beneficios. La idea es aumentar las posibilidades de efi-
cacia y reducir los riesgos, además de las recompensas que ciertos grupos esperan,
y pueden darse en paralelo transformaciones en la conciencia colectiva y las creen-
cias sociales. Quizás algo de esto último hubo en los movimientos estudiantiles
estudiados, en el sentido de sensibilizar sobre ciertos temas y ampliar la conciencia
social: necesidad de una democracia de mayor calidad por un lado, y de otro el de-
recho humano a la vida y el Estado como garante de la misma, entre otras cosas. Lo
que no está tan claro es en todo lo otro.
Respecto a la Teoría de Estructura de Oportunidades Políticas predica la
importancia de la coyuntura y la estructura de oportunidades políticas para el
nacimiento de un movimiento, un contexto político favorece o no su aparición
en el sentido de la reducción de costos de la acción colectiva y genera oportu-
nidades para su desenvolvimiento. En este punto Tarrow (1997) insiste que un
movimiento surge ante la ampliación de oportunidades políticas, vulnerabilidad
de los oponentes, la existencia de aliados, todo lo cual genera el movimiento que
reclama el cambio o reforma de la institución política. Si las oportunidades abren
cambios, también los cambios aumentan las oportunidades. Por su parte Tilly
(1995) señala que se da una oportunidad/amenaza entre los movilizados, y una
facilitación/represión entre las autoridades. Aplicar esta teoría a los movimien-
tos estudiados es algo complicado, si bien puede decirse que más bien se trata de
movilizaciones reactivas política y emocionalmente hablando, no obstante sí han
tenido eco en el sentido de aliados en diferentes momentos de su devenir, no es
posible afirmar la parte de la vulnerabilidad de los oponentes, pero sí la coyuntu-
ra ha tenido su importancia, la preelectoral en un caso y la violencia política en
el segundo al que hay que añadir un contexto internacional receptivo y favorable
a la condena de los hechos acaecidos.
Otro enfoque defiende el Repertorio de Acción Colectiva y Ciclos de Pro-
testa, sostiene que los movimientos se desarrollan según repertorios de acción
colectiva, medios, memorias, experiencias, cultura política que dan lugar a es-
trategias, tácticas, formas de movilización y formas organizativas, así como co-
municación asertiva, apoyos y solidaridades, acciones de impacto y eficacia en los
medios. En el caso estudiado sin duda los movimientos se desenvolvieron sobre la
cultura política del país, o mejor dicho de ciertos grupos dentro del país, desde
memorias que se trenzan a emociones en cuanto al contexto preelectoral y las

24
peticiones de equanimidad en los medios, así como un voto consciente ante la
compra del voto, con lo cual vibraron en primer lugar los grupos estudiantiles
más conscientes respecto al tema y lo hicieron con acciones sino del todo impac-
tante sí espontáneas, creativas, festivas incluso, lo comunicaron asertivamente y
convocaron solidaridades diversas, esto en el caso del #YoSoy132. Para el caso de
#TodosSomosAyotzinapa también el movimiento surgió sobre la cultura política
del país, la cual lleva varias matanzas colectivas violentas desde las autoridades o
las fuerzas de seguridad sobre sus hombros, pero fue ésta la que sin duda levantó
un movimiento grande y muy amplio en cuanto a composición tras la consigna
de los padres y el encabezamiento por parte de los estudiantes. Las acciones no
siempre de impacto, fueron tantas y tan diversas que estuvieron presentes durante
varios días en diferentes lugares por lo que fue más esto lo que impactó de alguna
manera, su persistencia en el reclamo con una creativa, diversa y multitudinaria
gama de actividades.
La teoría de las Identidades Colectivas (Tarrow, 1997) subraya la existencia de
un elemento ideológico y cultural en la movilización basado en la idea de justicia o
injusticia, en paralelo al desarrollo de nuevas ideas, proyectos de organización so-
cial, formas ritualizadas de actuación, símbolos que unen y características claras del
supuesto enemigo común, esto es la cohesión identitaria del nosotros frente a los
otros. Esto por supuesto, se relaciona directamente con las dos teorías que vamos
a mencionar a continuación, pero para el caso del #YoSoy132 y el de Ayotzinapa
todo está más que claro, la identidad de sectores que abogan por una democracia
real y por una sociedad justa, frente a enemigos que vapulean la democracia y co-
mulgan con el crimen organizado. Así que este punto de confluir comunitariamente
frente a un común enemigo está claro en lo político, ideológico y cultural, en ritos
y símbolos que se desplegaron, la cohesión interna que además se aglutinó con el
pegamento de la emoción colectiva.
Las perspectivas en torno a los Nuevos Movimientos Sociales (Touraine,
1997 y Melucci, 1999) y más allá de la polémica en torno al nombre, hace hin-
capié en la identidad y la cultura. Uno de los actores destacados de estos nuevos
movimientos son los jóvenes, las clases medias, los estudiantes, mismos que subra-
yamos, para el movimiento #YoSoy132, si bien en diferentes etapas hubo cambios
de la preponderancia de este sector. También los jóvenes y los estudiantes y aquí
sí multiclasista fue el movimiento por Ayotzinapa, no podía ser de otra manera
cuando el reclamo es el respeto a la vida. Si bien la teoría se centra en objetivos y
valores postmaterialistas hay que decir que en el caso del continente latinoame-
ricano, donde varios grupos reclaman la tierra y la vida, esto no aplica o en todo
caso lo hace para algunos movimientos. También se subraya en estos movimientos

25
nuevos como luchas contra viejos patrones culturales y morales (Touraine, 1990)
lo cual incluye en el caso de América Latina y México la lucha por la vida o la re-
sistencia a la privatización o el derecho al territorio. Melucci (1999) los considera
mensajeros, incluso profetas, y como laboratorios culturales creadores de formas
diferentes y alternativas de ser.
El Enfoque Constructivista se inspira en los Procesos Enmarcadores o en
los Marcos de Acción Colectiva inspirados en Goffman (2006) y la organización
de la experiencia que contempla la interrelación social así como los sistemas de
creencias, entre otras perspectivas. Se trata de un contexto o campo social donde
emergen agencias de significación colectiva, acciones simbólicas que propagan un
nuevo discurso social y alternativas para la vida. Se aborda el cómo y el por qué
del descontento para la acción, desde el sentimiento de injusticia que señala al
responsable, pasando por el colectivo solidario, hasta el sentimiento de la posi-
bilidad de superar la injusticia a través de la movilización colectiva (Gamson cit.
Ibarra, 2005). Un marco como esquema mental de interpretación y significado
compartido que aúna cognición y emoción, memoria e imaginario social que
une, a modo de identidad colectiva y autocategorizacón positiva (Tajfel, 1981).
Ante el agravio surge la acción colectiva (Moore, 1985), tiene lugar una res-
puesta centrada en la injusticia (Snow y Benford cit. Chihu, 2000), y esta injusti-
cia –sufrimiento social e indignación moral– recrea identidad –reconocimiento
nosotros ante los otros– y sentimiento de eficacia –conciencia y posibilidad de
cambio– (Reis y López, 2007). Todo lo cual relaciona esquemas y sentimientos
preexistentes con el trabajo de significación del grupo que organiza, ante una
determinada problemática social. Para los casos que nos ocupan esta teoría da en
el blanco o es muy adecuada, en el sentido de que hay un agravio y un sentimien-
to de injusticia (Moore, 1985), una necesidad de expresión y reconocimiento
(Honneth, 2009), así como un discurso y propuesta alternativa de vida (Touraine
1997, Melucci 1999), todo ello enmarcado en una cultura política. Ya sea en el
movimiento del #YoSoy132, ya en el de apoyo a los estudiantes de Ayotzinapa
esto fue así, tuvo lugar un acontecimiento determinado, en un caso un insulto a
un grupo de estudiantes en el otro el secuestro de un grupo de estudiantes hasta
la fecha desaparecidos y supuestamente muertos, si bien la diferencia es mucha,
lo básico es el sentimiento inicial de injusticia y agravio que despierta identidad
y necesidad de reconocimiento y reclamo por un colectivo solidario más amplio
como reacción, toda vez que tiene lugar a través de la movilización del colec-
tivo solidario un sentimiento de posibilidad de superación de la injusticia o de
respuesta a la misma, la conciencia y la posibilidad de cambio, lo cual tuvo lugar
como decimos en ambos movimientos juveniles.

26
Datos, realidades y prácticas
Investigaciones sobre las prácticas de los movimientos sociales hay muchas, pero
quizás una de las cuestiones menos desarrolladas ha sido la de los éxitos o los lo-
gros, es por ello que la elegimos para reflexionar aquí. Además lo hacemos con base
a la opinión de la ciudadanía y sus protagonistas, esto es la población en general
a través de una encuesta y los estudiantes involucrados en particular por medio
de entrevistas, esto con relación al movimiento #TodosSomosAyotzinapa (2014) y
#YoSoy132 (2012).
Se parte de la idea que varios investigadores proclaman, la dificultad de
fijar impactos y logros es compleja de demostrar, esto es probar si los cambios
son resultado directo de la acción colectiva o de otros factores, así como algunas
transformaciones que en el corto plazo y a simple vista no se presentan de mane-
ra clara, directa o explícita. Relacionar objetivos concretos con logros, o logros
ni imaginados que aparecen producto de las reivindicaciones, es como se dijo
complicado. De hecho, en ocasiones hay cambios y reformas en las legislaciones,
a veces transformaciones en prácticas políticas, o creación de políticas públicas,
pero no siempre esto es tan directo y claro como se dijo. Tarrow (1997) es uno
de los autores que señala este tema, en el sentido de que no es fácil identificar un
resultado político específico por el posible impacto de otros grupos de interés,
de partidos, del ejecutivo, así como la duración y desgaste del movimiento en sí,
y es que las autoridades tal vez no responden al movimiento en sí sino más bien
a la competencia en el seno político o a sus aliados y seguidores. Por otra parte
Melucci (1999) como ya se dijo, en el tenor de ser mensajeros y mensajes a la
vez, manifiesta la posibilidad de ser expresión y semilla que puede sembrarse en
un periodo de latencia y tal vez emerjan y fructifiquen en otro momento histó-
rico. Como mensajeros se puede incidir en agrietar el sistema o en crear ima-
ginarios de posibilidades de otras posibilidades, ya sea en el plano cognitivo, el
emocional, el cultural, el ético, el discursivo, el experiencial. Ya como mensajes
se trata de vivenciar los nuevos espacios y valores en el accionar mismo de los
agentes en movimiento. Y es que un movimiento social es de alguna manera una
protesta moral (Touraine, 1997) que pretende transformar la sociedad, enjuicia
una forma de organización social y propone otra. Bien lo anterior estaría de
acuerdo con una mirada a los dos movimientos sociales que analizamos en estas
páginas, no obstante preferimos aquí analizar el punto de los logros a la luz de
la opinión pública a través de sendas encuestas aplicadas en su momento sobre
ambos movimientos, y de la recolección de testimonios de sus protagonistas por
medio de entrevistas.

27
Encuestas a la ciudadanía2
Los datos cuantitativos generales sobre los logros
En cuanto al tema de los logros y según dos encuestas realizadas sobre ambos mo-
vimientos a la ciudadanía del DF, cada una en su momento y centrada en un movi-
miento, es posible afirmar que la percepción de logros en el movimiento por Ayotzi-
pana es casi de la mitad de las y los entrevistados (47.8%), algo más de los hombres
y relativamente por parte de los más jóvenes. Para el caso del 132, es algo más de
un tercio de la población consultada quien considera logros (39.2%), aquí quizás las
mujeres y la juventud de nuevo es quien opina así un poco más. En cuanto a la consi-
deración de no logros, 24.1% para el primero y 56.1% para el segundo, con lo que
queda claro que en este último caso predomina la valoración en dicho sentido –acla-
rar que la encuesta sobre el 132 se aplicó cuando el movimiento ya había finalizado,
esto es, un año después, y la de Ayotzinapa cuando éste se encontraba en pleno auge
lo cual es preciso recordar con objeto de contextualizar los datos y opiniones que
arroja la es ejercicio-. Además el movimiento del 2014 fue mucho más masivo y los
hechos que lo convocaron más impactantes que el que tuvo lugar en 2012.

Para concretar la metodología decir que la encuesta sobre el 132 se aplicó en 2013 y fue sobre percepciones, opi-
2

niones, valoraciones, creencias, emociones y actitudes hacia el movimiento estudiantil #YoSoy132 que surgió a
media campaña electoral –mayo– y se desarrolló con anterioridad y posterioridad a la contienda electoral –julio–
en México en el año 2012. En primer lugar, en cuanto a la población de este estudio contempla a las y los mexi-
canos que viven en la Ciudad de México mayores de 18 años que según el IFE –en ese entonces- es de 7,720.617
millones (IFE, 2012). Sobre el tamaño de la muestra es de 600 casos de personas que residían en el momento del
levantamiento y al menos mínimo un año antes –luego se concretaron en 497 al excluir a quienes desconocían
el movimiento-. Se diseñó una muestra no probabilística por cuotas, con una confiabilidad de 95% y un margen
de error de + - 4. Las cuotas definidas fuero el sexo y la edad, especialmente esta última, pues por la temática
de la misma encuesta la consideramos importantes. Por ello es que diseñamos tres grupos etarios en los cuales se
conglomeraron en partes iguales a las personas, estos fueron de entre 19 y 29 años para el primero, 30 y 44 años
otro, y mayores de 45 años para el tercero. Así resultaron 200 individuos por grupo de edad. Respecto al sexo
la muestra está integrada por 288 hombres y 312 mujeres, es decir un 48% de sujetos del sexo masculino y un
52% del sexo femenino -porcentaje que corresponde con el de la lista nominal del IFE (2012)-, en concreto 104
mujeres y 96 hombres por cada grupo de edad. En cuanto a las fechas, el levantamiento de campo fue llevado a
cabo en vía pública y cara a cara con un cuestionario de 15 preguntas en total, y se aplicó del 11 al 18 de agosto del
año 2013 en el Centro Histórico de la Ciudad de México y alrededores. Con relación a la encuesta movimiento
sobre Ayotzinapa, no repetiremos algunas de las cuestiones que se tuvieron en cuenta y ya dichas para la anterior
encuesta, por lo que y en resumen, su aplicación tuvo lugar en la ciudad de México en la penúltima semana del
mes de noviembre del 2014, a casi dos meses de los hechos que originan el movimiento -muerte de 6 personas
y desaparición forzada de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero-. El levantamiento de
campo en concreto fue en las calles del Centro Histórico e inicialmente el tamaño de la muestra fue de 600 casos
-con una confiabilidad de 95% y un margen de error de + - 4- que luego se redujo a 590 al descartarse las perso-
nas que dijeron no conocer el movimiento por lo que no se les podía interrogar sobre el mismo. Su composición
se estableció por cuotas de sexo y edad, la mitad hombres y la otra mitad mujeres en este caso, y dividida en tres
grupos etarios, de 19 a 29, de 30 a 44 y de 45 años y más, todo ello con objeto de poder realizar comparaciones
a la hora del análisis, como en el ejercicio anterior. Es importante subrayar para ambas encuestas que se trata de
estudios no probabilísticos, y los resultados obtenidos son representativos de la población encuestada, por lo que
las inferencias se realizarán sobre la muestra, no obstante consideramos que alumbran tendencias más allá de la
misma, y ofrecen una mirada general sobre un tema, poco trabajado desde el punto de vista que aquí lo hacemos.

28
Cuadro 1
¿Cree que el movimiento tuvo/tendrá o no logros?
Sexo
¿Cree que el movimiento tuvo/tendrá

  #yosoy132 Ayotzinapa
Hombre Mujer Total Hombre Mujer Total
87 108 195 151 131 282

o no logros?

17.5% 21.7% 39.2% 25.6% 22.2% 47.8%


136 143 279 122 120 142
No
27.4% 28.8% 56.1% 20.7% 20.3% 24.1%
No sabe/ 10 14 23 27 19 46
No contestó 2% 2.6% 4.6% 4.6% 3.2% 7.8%
233 264 497 298 292 590
Total
46.9% 53.1% 100% 50.5% 49.5% 100%
Fuente: encuesta sobre el movimiento estudiantil #Yosoy132 (2012) a un año de distancia y Encues-
ta sobre el Movimiento por Ayotzinapa (2014).

Cuadro 2
¿Cree que el movimiento tuvo/tendrá o no logros?
Grupos Etarios

  #Yosoy132 Ayotzinapa
30 a 45 ó 45 a
19 a 29 Total 15 a 29 30 a 44 Total
44 más más
¿Cree que el movimiento
tuvo/tendrá o no logros?

74 70 51 195 108 79 95 282



14.9% 14.1% 10.3% 39.2% 18.3% 13.4% 16.1% 47.8%
91 95 93 279 76 96 90 262
No
18.3% 19.1% 18.7% 56.1% 12.9% 16.3% 15.3% 44.4%
No 10 3 11 23 14 20 12 46
sabe/No
contestó 2% 0.6% 2.2% 4.6% 2.4% 3.4% 2% 7.8%
174 168 155 497 198 195 197 590
Total
35.0% 33.8% 31.2% 100% 33.6% 33.1% 33.4% 100%
Fuente: encuesta sobre el movimiento estudiantil #Yosoy132 (2012) a un año de distancia y Encues-
ta sobre el Movimiento por Ayotzinapa (2014).

29
Las concretizaciones cualitativas de algunos logros
La pregunta tenía una segunda parte abierta donde los que respondían de forma
afirmativa eran invitados a mencionar un logro que el movimiento tuvo, recor-
demos que la encuesta tuvo lugar en 2013 y el movimiento se desarrolló durante
2012, por lo que el interrogante fue una valoración sobre un hecho pasado.
En cuanto al primer movimiento estudiantil varios fueron los logros enunciados
y algunos incluso explicados, para empezar aquí presentamos la información vertida
por las 195 personas que dijeron que sí tenía logros el movimiento #YoSoy132, re-
cordemos que 279 dijeron que no y 23 que no sabían, sobre un total de 497 perso-
nas consultadas al respecto. De quienes respondieron afirmativamente a la pregunta
cerrada sobre los logros, todavía hubo 11 que no supieron decir uno, por lo que el
estudio se redujo a 184 personas que fueron al final el total que opinó sobre el tema.
Así las cosas dos palabras sobresalieron en las respuestas obtenidas: conciencia
con 29 expresiones de manera principal y directa –en ocasiones seguida de la gente,
la juventud, la población, las masas y a veces la expresión únicamente–, y despertar
con siete menciones –de la gente, de la conciencia, de la juventud–, eso sí en más
ocasiones dijeron ambos conceptos ya acompañados de otros o como reflexión de
otras expresiones, o sea no como el centro de las mismas. Para este segundo caso
traemos aquí algunas transcripciones: “Dar a conocer que una parte de la población
tenía conciencia política”, “se generó un poco de conciencia”, “abrió la conciencia
de gente desinformada para un voto consciente y de la corrupción que hay y acabar
con el monopolio de la tv” y “despertó conciencia en la juventud e hizo despertar a
mucha gente”, “hizo que despertara mucha gente de las tranzas que hace el gobier-
no”, “hizo que se despertara la conciencia”. Por otra parte un testimonio sentenció:
”Hizo reflexionar al gobierno en que la sociedad no está dormida”.
Ya en menor medida se habló de apoyo, comunicación, expresión, hablar, cen-
trado en “expresión de inconformidades” o “expresión de los jóvenes”, “ser escucha-
dos”, “tener presencia y ser escuchados”, “libertad de expresión”, “la voz de la gen-
te”, “difundir lo que pasaba”, así también “comunicación y diálogo”, “apertura hacia
los medios de comunicación”, “Diálogo, informar a la gente, propaganda, crear
discusión en una coyuntura importante”, “la gente se informó”, todo en el sentido
de expresar e informar, de hablar y dialogar, de comunicar su sentir y su pensar
en definitiva. También en la dirección de “tuvo impacto” o “llamó la atención” y
“logró sobresalir”, pues “salió mucho en la televisión para decir sus cosas” y es que
“se dejaron escuchar los estudiantes”, además de “ganar el respeto a los derechos
como jóvenes”. Oraciones que recogían la palabra cambio y su significado “hacer un
cambio en el país”, “hizo surgir la esperanza de un cambio verdadero”. Y también
quienes valoran el “motivar a la gente para ir a votar” y “votos más democráticos”,

30
esto “invitando a las personas a reflexionar” sobre “la problemática que se vive” y
“reflexión entre los jóvenes”.
Respecto al segundo movimiento por Ayotzinapa en apoyo de los normalistas
de esta localidad hay que recordar que 283 personas dijeron que sí tendrá logros y
260 dijo que no, además de los 57 que señalaron no saber. En cuanto a los primeros
de ellos 21 no supieron mencionar ninguno, por lo que los testimonios que aquí
aportamos surgieron de los 262 que sí respondieron con un logro concreto en una
palabra o con una frase expresiva sobre el asunto. Hay que remarcar que la encuesta
se aplicó en noviembre de 2014 en pleno auge del movimiento por lo que la pre-
gunta se hizo en futuro en el sentido de si tendría logros.
En cuanto a la cantidad de expresiones vertidas, la más numerosa fue castigo a
los culpables con 25 menciones directas –eslogan del movimiento–, esto es, como
expresión única en la respuesta, además quienes lo mencionaron conjuntamente
a otras cuestiones. Por otra parte 23 personas dijeron también de forma directa:
justicia –lema del movimiento–, además reiteramos quienes lo expresaron entrete-
jido a una oración de más amplio significado. Por otra parte 15 personas dijeron de
forma también directa que aparezcan y 14 que los encuentren. Por ello en cuanto
al número de veces que reiteraron de manera directa una reivindicación es posible
afirmar que “castigo a los culpables”, “justicia” y que “aparezcan” y “encuentren” o
“presentación de los cuerpos”, fueron las cuatro expresiones más notables, obvia-
mente la primera y segunda se refieren a lo mismo, igual que la tercera y la cuarta,
sin embargo, se ha preferido separarlas y mostrarlas como se recolectaron de la
opinión pública. Por otra parte 11 gentes señalaron el cambio –de gobierno y de
sistema judicial– como posible futuro logro, como quien dijo “que cambie la forma
de pensar de muchos políticos y la sociedad”, que el gobierno cambie de alguna ma-
nera”. Hubo quien también señaló conciencia y despertar o el “despertar de la con-
ciencia” en la misma línea del movimiento anterior, pero fueron pocos casos, y en el
sentido de “ser más conscientes a cerca de la corrupción de nuestro gobierno”. Por
ejemplo, alguien se expresó de la siguiente manera: “el despertar de la conciencia
de la gente dato que ya es internacional”, “generar conciencia y empoderar a la ciu-
dadanía”, “mayor conciencia de las personas para exigirle al gobierno”. Y también
como el otro caso se habló de la importancia de “ser escuchados, que disminuya la
violencia, respeto a los estudiantes”. Otros más señalaban la responsabilidad del go-
bierno y situaban el futuro logro en el sentido de “evidenciar la corrupción en todos
los niveles de gobierno y que el narcotráfico lo ha permeado todo”. También el “ex-
plicar lo que pasó” o “saber qué pasó con los estudiantes” sería ya considerado como
logro o “que el gobierno escuche y haga caso a los estudiantes”. Un grupo se centró
en “destitución del presidente” o “quitar a Peña Nieto”. Alguien señaló “mejorar el

31
sistema educativo” y “mejorar las normales”. Incluso hubo quien consideró logro
“que la opinión de la sociedad sea tomada en cuenta” y “que las autoridades hagan
su trabajo y se resuelva” o “que la autoridades vean que el pueblo está consciente”.

Entrevistas a los protagonistas3


Por otra parte contamos con información que nos proporcionan dirigentes y par-
ticipantes del movimiento a través de las entrevistas ya mencionadas a estudiantes
de centros públicos o privados de la ciudad de México. Vamos aquí únicamente a
transcribir algunas de las expresiones recabadas.
Entre las cuestiones que mencionan más asiduamente en ambos movimientos
destaca el poder expresarse y ser escuchados, la creación de conciencia política
y social, la unión y organización, así como la vivencia y aprendizaje experiencial
o capital social. Estos cuatro elementos en diversos testimonios y con diferentes
palabras son abordados por los dos movimientos sujetos de estudio de este trabajo.
En primer lugar lo que decimos de expresar y ser escuchados según el 132:
“estamos contra la imposición…expresar nuestra inconformidad hacia el gobierno,
hacia los altos cargos que siempre imponen”, “con el movimiento intentamos que
los jóvenes sean escuchados y tomados en cuenta, porque ya estamos cansados de lo
mismo ciclo tras ciclo”, “darle voz a un sector un tanto olvidado por el mundo polí-
tico como son los jóvenes”. En cuanto al movimiento por Ayotzinapa: “son espacios
de lucha y que reivindica la memoria y creo que eso es un logro importante, tomar
las calles y decir que estamos inconformes y que además los distintos sectores de la
población se puedan expresar, que los niños puedan marchar, que las mujeres y niños
puedan estar ahí y mostrar su inconformidad, entonces me parece un logro, el poder
tomar las calles, expresarse y expresar nuestro desacuerdo en términos concreto”.
En segundo lugar lo de la creación o extensión de la conciencia, que hubo
quien habló de despertar y quien se centró en la palabra misma de conciencia, un
vocablo de los más significativos por su reiteración para ambos movimientos so-
ciales. Por ejemplo y en el primer caso se dice “Bueno el 132 viene a romper una
serie de paradigmas, sobre el que hagan lo que hagan nada va a cambiar…lo más
importante es la capacidad de que la gente pueda ver, los estudiantes podamos ver
la necesidad o la capacidad que uno tiene para incidir en la vida pública y política

Para el caso de las entrevistas y sobre el primer movimiento tuvieron lugar una treintena de entrevistas a
3

estudiantes de universidades públicas y privadas, y participantes del movimiento, voceros de asambleas, repre-
sentantes de comisiones o participantes en actividades varias y en las marchas que fueran del DF. Se aplicaron
a mediados del mes de julio del año 2012 –esto es, para precisar a quince días de las elecciones-. Sobre el
segundo movimiento se realizaron también 30 entrevistas a participantes y líderes del mismo con la condición
que fueran estudiantes universitarios de centros públicos y privados de la ciudad de México. Su aplicación fue
en el mes de marzo de 2015, esto es a seis meses de los hechos y a poco menos del inicio del movimiento.

32
de este país…es un movimiento que empieza a abrir la puerta”, “Es un movimien-
to democrático que ha abierto conciencias”, “los que fueran a votar que tuvieran
suficiente conciencia para ejercer su voto”. Sobre el mismo asunto y para el otro
movimiento: “realmente es impresionante el nivel de convocatoria que tuvieron es-
tos sucesos y creo que mucha gente no se preocupa a profundidad que está pasando
en el sistema político, con el hecho de ir a la calle, son espacios de conciencia y de
reflexión”, “creo que con Ayotzinapa se sacudieron muchas conciencias y solidari-
dades”, “ha servido para darse cuenta de las condiciones de vida zonas rurales”, y
“crear conciencia en la población sobre la injusticia”.
En tercer lugar y respecto al tema de la unión u organización y con relación al
132 se mencionó en varias ocasiones la palabra “unión”, “causa común” y “organiza-
ción” con relación a su estructura organizativa, y también lo de la participación, en
este caso para la población en general: “generó mayor participación en las eleccio-
nes, vigilar las urnas y los votos, hubo más difusión de delitos electorales”. También
en relación a la respuesta movimentista en torno a los hechos acaecidos en Iguala,
Guerrero, se habló de la “unión” en el sentido de las “asambleas universitarias” como
un ejercicio político necesario y la creación del “hecho de que los jóvenes se unan”,
o “la unión solidaria entre los mexicanos” en general y “la iniciativa para organizar-
nos” en lo particular para el propio movimiento.
En cuarto lugar algo no tan mencionado de forma directa pero que tuvo lugar
y queremos añadir en estas páginas es la experiencia y aprendizaje, político y social
como hubo quien dijo, pero y sobre todo en cuanto a vivencia y convivencia, par-
ticipación y expresión. Tal vez es posible hablar de acumulación de capital social en
el sentido de Bourdieu (1991) o quizás sería más conveniente el aprendizaje de la
persona para su florecimiento personal en términos de Nussbaum (2012), incluso
según James (2013) se trata de la reconstrucción de los universos políticos de los
individuos a través del proceso de aprendizaje dentro del movimiento interrelacio-
nes internas y grupales externas. Al respecto por ejemplo la anterior mención a la
importancia de las asambleas universitarias como ejercicio político que apareció
para ambos movimientos, entre otras cosas.
Por otra parte varias personas entrevistadas dijeron para el primer movi-
miento que “no se logró frenar la imposición” y para el segundo que sobre “los
desaparecidos no se logró nada porque no se ha sabido qué pasó”. Esto es, en torno
a algunas demandas directas de los movimientos, sin embargo, y como se fue des-
glosando con anterioridad hay otra serie de logros de otra índole, en el sentido de
Tarrow (1997) como influencia a largo plazo, o en palabras de Wallerstein (1999)
de posible transformación del estado de las cosas, como vimos en las citas iniciales
realizadas en este texto.

33
Anotaciones finales
Hasta aquí la revisión de definiciones, tipologías y teorías sobre movimientos so-
ciales en general, con su aplicación correspondiente a los casos de estudios de mo-
vimientos estudiantiles seleccionados. Hasta aquí también una mirada a los logros
o no logros de dichos movimientos según una mirada de la opinión pública de la
ciudadanía en general y el testimonio concreto de algunos jóvenes participantes en
el movimiento.
Para lo primero se ha podido comprobar, entre otras cosas, como un mismo
movimiento puede interpretarse bajo diferentes enfoques teóricos por un lado, y
de otro como algunas teorías no siempre pueden explicar o acoplarse a un deter-
minado movimiento, pero en todo caso todas aportan y lo importante es poseer un
óptica abierta y flexible para que autores, obras y perspectivas contribuyan de una
manera complementaria a la investigación social aplicada.
Con relación a lo segundo se espera haber podido comprobar la tesis de una
mirada más amplia de los logros sociales de un movimiento dado, en el sentido de
un aparente fracaso de las peticiones directas y centrales de un movimiento pero
que comporta logros de otro tipo, a más largo plazo o incluso colaterales a las pe-
ticiones del movimiento, pero logros al fin y al cabo. Esta revisión se ha realizado
como se proponía en un inicio desde la población sus perspectivas y valoraciones,
así como desde la visión de sus participantes y protagonistas, dos perspectivas que
no siempre son tenidas suficientemente en cuenta desde la investigación social y
que aquí se les ha dado una relevancia protagónica.
Concluimos con la cita textual de Tarrow (1997: 17) cuya idea central resu-
mimos el iniciar este texto, por considerarla iluminadora y resumen de un movi-
miento social, así como de sus posibles logros, toda vez que aplicable a los casos
estudiados en estas páginas:

“...a lo largo de la historia, la gente de a pie se ha echado una y otra vez a la calle y,
aunque brevemente, ha ejercido un poder considerable…A menudo tenían éxito, pero,
incluso cuando fracasaban, estos movimientos tenían efectos de gran alcance y ponían
en marcha importantes cambios en la política y en la esfera internacional. El poder de
los movimientos se pone de manifiesto cuando los ciudadanos corrientes unen sus fuer-
zas para enfrentarse a las élites, a las autoridades y a sus antagonistas sociales. Crear,
coordinar y mantener esta interacción es la contribución específica de los movimientos
sociales, que surgen cuando se dan las oportunidades políticas para la intervención
de agentes sociales que normalmente carecen de ellas. Estos movimientos atraen a la
gente a la acción colectiva por medio de repertorios conocidos de enfrentamiento e

34
introducen innovaciones en torno a sus márgenes. En su base se encuentran las redes
sociales y los símbolos culturales a través de los cuales se estructuran las relaciones
sociales” (Tarrow 1997:17).

Añadir alguna ideas muy fructíferas de Arditi (cit. 2012: 6) como cuando cita
a Michelet: “Cada época sueña a la siguiente… la gente experimenta con imágenes
de pensamiento provisionales”, y cuando parafrasea a Glitlin: “Sólo podías comen-
zar a ser libre si actuabas como si ya lo fueras; esto implicaba, tanto como fuera po-
sible –y sólo tú sabías qué era posible– desembarazarse del lastre institucional que
intentaba convencerte de que nada era realmente posible” (cit. Arditi 2012:7) y otra
cita más en este caso de Graeber sobre Ocupa Wall Street: “Para quienes desean
crear una sociedad basada en el principio de la libertad humana, la acción directa es
simple y llanamente la insistencia desafiante de actuar como si uno ya fuera libre”
(cit. Arditi, 2012:7).

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Otras referencias
Encuesta sobre el movimiento estudiantil #Yosoy132 (2012) a un año de distancia en 2013.
Encuesta sobre el Movimiento #TodosSomosAyotzinapa (2014) en 2014.
Entrevistas líderes y participantes del movimiento estudiantil #YoSoy132 (2012) en 2013.
Entrevistas líderes y participantes del movimiento estudiantil #TodosSomosAyotzinapa
en 2015.
IFE (2012). Lista nominal en http://listanominal.ife.org.mx 30/06/2012

36
Democracia y expectativas de futuro:
Los jóvenes en México
Claudio Escobar Cruz1

Introducción
En las últimas dos décadas, se han presentado una serie de fenómenos en los
distintos planos de la vida socio-cultural, económica y política de la sociedad
mexicana, que han transformado en cierta medida las experiencias de vida de la
población, así como las formas de percibir su entorno inmediato y cotidiano. La
población en general, pero especialmente los jóvenes han resultado de los sec-
tores menos favorecidos, considerado en su momento el grupo poblacional que
podría potenciar el desarrollo del país, de ahí su importancia no sólo demográfica
sino por su potencial creativo y vigorosidad participativa. Por ello, es necesario
reconocer que hoy día, un amplio porcentaje de jóvenes, están inmersos en muy
distintos ambientes definidos a partir de las escasas posibilidades económicas,
sociales, políticas y culturales fomentadas por la sociedad y el Estado, mismas
que requieren ser atendidas de forma integral, situación que sin lugar a dudas
tenderá mejores puentes entre los jóvenes y el mundo adulto, lo que alentará su
incorporación, además de ampliar los mecanismos de participación en todas las
esferas de la vida social.
Ello permitiría blindar al mundo de los jóvenes, y no volver a repetir expe-
riencias de extrema violencia (sea Salvárcar, Tlatlaya o Ayotzinapa). En este contex-
to de incertidumbre nos situamos, para abordar la precariedad laboral, la escases de
oportunidades para el estudio que conlleve a un adecuado desarrollo, y la violencia
en sus distintas manifestaciones ejercida sobre los jóvenes desde distintos ámbitos
sociales e institucionales, a manera de encontrar razones que expliquen los déficit
que oprimen a los jóvenes en los dos últimos sexenios presidenciales.

Profesor de Tiempo Completo de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 098. vangogh7610@gmail.com


1

37
El escenario de la democracia después de la alternancia en México
Los tiempos aciagos por los que atraviesa el país desde el sexenio calderonista y lo
que va de la presidencia de Enrique Peña Nieto no son nuevos, de echo la insegu-
ridad, el robo, los secuestros, los asesinatos parecen no tener fin, el denominado
crimen organizado controla territorios completos, donde la capacidad del Estado
mexicano para ofrecer seguridad a la población es nula; en buena medida perdió el
monopolio de la violencia, dado que las organizaciones criminales han dado mues-
tras de contar con una mayor capacidad de movilización. Aunado al derramamiento
de sangre, se padece en amplios sectores de la sociedad desempleo, empleos preca-
rios, ambulantaje, bajos salarios, con una corrupción que galopa por todo el espec-
tro de la sociedad mexicana, a la que los políticos en turno del color y partido que
sea han sucumbido. Fenómenos como la pobreza ante la cual programas y recursos
desfilan, reflejan que, la batalla hasta el momento la sigue perdiendo el Estado, ya
que, no logra disminuirse de forma drástica ese fenómeno que lacera las condicio-
nes de vida de la gente, como se puede constatar al revisar los siguientes datos. Una
medición basada en el ingreso muestra que la pobreza es la misma que en 1992.
Medidos a partir de su ingreso, el número de mexicanos con extrema pobreza, se
ubicó en 23.1 millones de personas, la cifra más elevada desde 1988. Mientras, en
la clasificación de pobreza moderada se encuentra un universo de 61.4 millones de
mexicanos, la mayor cantidad desde 1996 (González, 2015).
Con un Estado que resulta rebasado y cuando responde lo hace a destiempo,
sin ir al fondo de las necesidades o demandas de los sectores sociales excluidos;
una percepción generalizada de la sociedad mexicana es la de ausencia de justicia,
en donde priva la impunidad; no es de gratis que México ocupe la nada honrosa
segunda posición en una lista de 59 países clasificados.
Por lo anterior, uno de los grandes pendientes en la agenda de gobierno, ha sido
el fortalecimiento del Estado de Derecho, en suma, porque de ello se deriva sin res-
tricción alguna la aplicación sistemática de la ley, como un principio ineludible de la
justicia, que hoy día sigue siendo una demanda histórica que favorezca la instauración
de un orden basado en la legalidad. El problema radica en que la debilidad institucio-
nal del Estado mexicano, sirve de caldo de cultivo para que todo aquel que lo desee
tenga los espacios donde el margen de maniobra sea propicio para burlar la fragilidad
de la ley. Como resultado, la denominada delincuencia organizada ha podido suplan-
tar al Estado en varias zonas del país, ello sin lugar a dudas producto de la impunidad
directamente relacionada con altos porcentajes de corrupción.
En este sentido la corrupción durante los últimos años en México hace más
evidente que los ricos son intocables, impunes, poderosos, influyentes y siempre

38
tratados con deferencia (aunque se sepa que el origen de sus fortunas sea ilícito). En
cambio ser pobre o modesto no sólo es una penalidad en sí misma, sino que implica
ser altamente vulnerable (en todos sentidos). De ahí que muchos estén dispuestos
a corromper y dejarse corromper (en cualquier ámbito) si eso permite acumular
fortuna. Si además la probabilidad de ser penalizado por ello es mínima, pues tanto
mejor. No puede romperse ese círculo vicioso de nuestra cultura con exhortos ni
sentidas declaraciones, sino a través de la única posibilidad en que las democracias
desarrolladas lo han logrado, aplicando la ley (Crespo, 2011).
El escenario de México en pleno siglo XXI, es el de un país que no sólo pro-
picia la ausencia de oportunidades y de expectativas reales, nada más enarboladas
en el discurso; derivado de ello, la violencia en sus distintas manifestaciones, sea la
ejercida por el crimen organizado o desde las distintas esferas del poder político,
económico, policial o militar se han recrudecido; como evidencia del grado de
descomposición institucional están los hechos ocurridos el 30 de junio de 2014 en
Tlatlaya, Estado de México, donde murieron 22 personas la mayoría jóvenes a ma-
nos de militares (Aristegui, 2014), o el caso de Ayotzinapa en Guerrero, donde el
saldo es trágico. En cuatro eventos violentos relacionados entre sí, protagonizados
por policías municipales y pistoleros, fueron asesinadas seis personas, tres de ellas
normalistas; 20 resultaron heridas, un muchacho está en estado vegetativo y se des-
conoce el paradero de otros 55, de los cuales al menos 20, fueron subidos a camio-
netas de la policía municipal (Hernández, 2014). En resumen jóvenes muertos, ma-
sacrados y desaparecidos, sin saber nada de 43 jóvenes normalistas, salvo lo dicho
en su momento por Murillo Karam, fueron privados de la libertad, privados de la
vida, incinerados y arrojados al río. En ese orden. Esta es la verdad histórica de los
hechos, que debe tener validez jurídica (Milenio Digital, 2015). Sin embargo, a más
de seis meses de ese fatídico suceso, el gobierno de Peña Nieto ha sido incapaz de
dar una respuesta creíble, una que esté fundada en irrestricto apego a la legalidad,
institucionalidad y aplicación de la justicia, dichos casos sólo son una muestra de la
crisis de violencia e inseguridad que el gobierno en turno se ha negado a aceptar.

La violencia político-militar: los efectos inesperados


Ante un panorama con escasas posibilidades inmediatas para revertir la situación
de violencia e inseguridad. Los magros resultados se emplean como argumento
propagandístico cuyo eje de la “política de seguridad pública” justifica la necedad
de continuar con el despliegue policiaco-militar para combatir supuestamente al
crimen organizado (sea tráfico de drogas, robo, secuestro, extorsión, asesinatos).

39
Sin que signifique para el Estado, hacer suyos los adeudos que tiene en relación a sus
responsabilidades de bienestar que debe proporcionar a la sociedad en su conjunto
y no sólo a unos cuantos.
La realidad pone a discusión no sólo el papel del gobierno en turno, sino del
Estado mismo, incluido el modelo de desarrollo seguido en México desde hace más
tres décadas, donde la desigualdad económica y la concentración del ingreso son el
telón de fondo de la acumulación bajo el neoliberalismo.Y eso necesita una nueva y
más potente capacidad represora. Por eso el extraordinario crecimiento del aparato
de seguridad del Estado. Las funciones de represión directa y de espionaje se han
reorganizado y hoy se encuentran en el corazón de múltiples agencias a nivel nacio-
nal o regional, muchas veces con fuertes vínculos con la delincuencia organizada.
Todo lo anterior se acompaña de un hecho fundamental: la desmovilización de la
ciudadanía (Nadal, 2015: 22).
La decisión y actuación de los políticos en turno, o de los grupos económicos,
afectan a amplias capas de la sociedad, ante ello, lo que ha privado es la inmovilidad,
la desesperanza y el fragmentado poder de la ciudadanía, una ciudadanía que no se
asume o identifica como tal, una ciudadanía que ha dejado que la decisión de todos
sea tomada por unos pocos (por los que tienen el poder), aunque bajo esta situación
el accionar de los políticos debe llevarnos a reconocer que independientemente de la
orientación ideológica que tengan, dan la impresión de estar jugando con fuego sin sa-
ber muy bien qué lo enciende, qué lo alimenta ni en qué dirección sopla el viento. Na-
die se arriesgaría hoy a predecir qué pasaría si el sistema se desplomara (Augé, 2015).
Hechos dolorosos como el de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, se
volvió piedra de toque, en la medida que se convirtió en una especie de catalizador
que impulsó a una amplia capa de sectores sociales a tomar las calles y manifestar
su repudio por la brutalidad, el grado de violencia empleado para su detención
y posterior desaparición, sin que hasta el momento quede claro quién o quiénes
participaron en la represión, ni sus motivaciones para hacerlo; como muestra del
desdén gubernamental por resolver ese y muchos otros crímenes.
Los que decidieron la acción desde la parte intelectual, no tomaron en cuenta
el grado, nivel de enojo, frustración y hartazgo que históricamente ha acumulado
la sociedad, los estudiantes normalistas se convirtieron en el icono que enarboló la
inconformidad contenida, el motivo para descargar el grito de protesta vía la movi-
lización que exigiera al gobierno volver la mirada ante lamentable hecho, obligarlo
a fijar postura, ponerlo en evidencia por su falta de sensibilidad política, presionarlo
para que actuara, hecho que al final realizó a regañadientes, forzado por la presión in-
terna e internacional, que se tradujo en el descontento y energía que tomó las calles,
se convirtió en el espacio de confluencia, logró articular intereses a través de una sola

40
exigencia, justicia. Ahí radica la trascendencia de la protesta y movilización, porque la
indignación es una forma sublimada del miedo, donde el malestar generalizado parece
haberse apoderado de las sociedades humanas y amenazar su equilibrio (Augé, 2015).

Los retos de la democracia en un contexto de crisis social


Explicar la convulsión de la realidad mexicana nos lleva a revisar el entorno de la
transición política a inicios del siglo XXI, se pensó que el país había instalado la
normalidad democrática en todos los ámbitos sociales como corolario y concreción
de una larga lucha por alcanzar la democracia política, traducida en democracia
representativa; sí bien reconocemos que, en los últimos diez o quince años, México
dio importantes pasos hacia la celebración de elecciones libres, afianzó las liberta-
des civiles y políticas, e inició un proceso de reforma del Estado que incluye la mo-
dernización de sus instituciones y leyes. En contrapartida, persisten la desconfianza
ciudadana en los procesos electorales y en las instituciones gubernamentales, la baja
participación política, la extremada desigualdad económica, social y regional, la co-
rrupción, y un clima de inseguridad que constituyen obstáculos formidables para la
plena vigencia de la democracia en el país. En estas circunstancias, vale preguntarse:
¿En qué medida México es democrático hoy día? ¿En qué áreas se ha avanzado más,
y cuáles otras presentan rezagos a superar?
La actitud hacia la democracia se ha traducido en un factor fundamental que
subyace en buena parte de las preferencias políticas ciudadanas. Las inclinaciones
pro y antidemocráticas están vinculadas con la preferencia por uno u otro par-
tido. La transición a la democracia y su consolidación son procesos temporales.
Puede esperarse que el proceso de consolidación de un sistema democrático en
México vaya acompañado por un reemplazo gradual del tema de la democracia por
otros temas que interesan y afectan a los ciudadanos: cuestiones de redistribución
y bienestar económico, formas alternativas para promover la seguridad pública,
propuestas de participación y extensión de derechos de las minorías, la ampliación
de las oportunidades de trabajo y desarrollo de la mujer. Puede ser que la cuestión
de tener o no una forma de gobierno democrático ceda su centralidad ante éstos
y otros cuestionamientos (Moreno, 1999). Ese es en parte el enorme reto que en-
frenta la democracia real, el de ofrecer resultados concretos, para una buen parte
de la población la comparación es inevitable, si el sistema autoritario ofreció resul-
tados, porque la democracia ha resultado ineficaz, la espera de mejoría ha agotado
la confianza en la idea de que la instalación de la democracia nos generaría mejores
condiciones de vida, los sucesos referidos contrastan y cuestionan los ideales.

41
El futuro de la democracia en México está estrechamente vinculado a las ma-
neras en que la cultura política generalizará nuevas legitimidades. Sin embargo es de
reconocer que el contexto de por lo menos la última década se hace manifiesto, que
en la sociedad mexicana hay fuerzas poderosas que intentan bloquear los cambios aun
antes de que puedan siquiera proponerse formalmente, es evidente que enfrentamos
turbulencias políticas, que ponen en entredicho la eficacia del sistema político. Estos
procesos frenan la consolidación de un sistema democrático y republicano de parti-
dos políticos modernos, un sistema sin el cual es casi imposible pensar en una nueva
legitimidad democrática, cuya pluralidad abra las puertas de la imaginación social y
de la creatividad política (Bartra, 2006). De acuerdo con el planteamiento anterior,
es pertinente señalar que después de experimentar la democracia, los imaginarios
no están en la perspectiva de que las cosas vayan a mejorar.
Indudablemente que se han operado cambios en el sistema político mexica-
no, en donde para algunos se ha dado la democratización del sistema político y su
cada vez más vigoroso sistema de pesos y contrapesos tiene como origen la arena
electoral, donde el motor del cambio político ha sido el votante. Una de las pre-
guntas centrales es si la competitividad actual del sistema de partidos ha implicado
una transformación sustantiva del electorado. Si bien se argumenta que las acti-
tudes de los individuos son determinantes en la creación y el mantenimiento de
regímenes democráticos, se podría esperar que la transformación democrática del
régimen político mexicano este acompañada de cambios importantes en el electo-
rado mexicano (Buendía, 2000; Beltrán, 2000). El cuestionamiento recae justo en
un momento de la vida social y política en nuestro país, en el cual, el desprestigio
de los políticos se ha incrementado, motivo que genera un enorme rechazo de la
población respecto de estos personajes sean de uno u otro partido, situación que se
traducirá en un alejamiento de las urnas por parte de los electores, cuya manifesta-
ción se prevé sea de un alto abstencionismo, a modo de castigo por el actuar de los
partidos y de los políticos.
Ahora, no es la democracia como institución lo que la gente quiere, sino lo que,
en teoría, debería proveer. Porque mientras el sistema democrático provea las opor-
tunidades de movilidad social, no habrá nada que pueda detener la consolidación de
las instituciones democráticas. Pero si la reforma económica y la liberalización no
traen consigo crecimiento y desarrollo en el contexto de la lucha democrática por
el poder, se constatará lo que amplios sectores de la sociedad mexicana, en la última
década han sufrido, vía los efectos devastadores de la carencia de condiciones para
llevar a cabo la consolidación democrática (Barrón, 2006). Documentar los pocos
logros, desde cualquier ángulo que se mire no abonan a favor de la democracia,
tenemos millones de pobres, el desempleo, con todo y reformas sobre todo econó-

42
micas las grandes inversiones no llegan, la corrupción no se erradica, la brecha entre
los muy ricos y los muy pobres se ahonda, el resultado está a la vista, como colofón a
los dos primeros años de gobierno del “nuevo PRI” tenemos la reciente declaración
de Luis Videgaray, secretario de Hacienda, quien afirmó que los recortes presu-
puestales para disminuir el gasto gubernamental serán por varios años porque el
futuro de la economía nacional e internacional es incierto, los precios del petróleo
se mantendrán bajos y se observará alta volatilidad en el tipo de cambio. Completó
al referir que los mexicanos tenemos que ajustarnos ante una nueva realidad. Si de
preservar la estabilidad de la economía se trata, tenemos que reaccionar ante este
fenómeno y entender que no estamos enfrentando una situación transitoria sino
algo de características permanentes y por lo tanto reaccionar como se reacciona
ante un choque permanente de ingresos: reduciendo los gastos (Cardoso, 2015).
Así, en el actual proceso de consolidación democrática, se da un punto inter-
medio muy riesgoso entre la misma consolidación democrática y la regresión auto-
ritaria, por ausencia de una reforma normativa e institucional que de rumbo y cer-
tidumbre a la transición. Si por un lado la calidad de la democracia significa también
la posibilidad de saber en qué punto nos encontramos del desarrollo institucional y
societal de la vida democrática en todos los niveles. De ahí que la teoría de la calidad
de la democrática ha arribado a la postulación de cinco grandes parámetros para ana-
lizar qué tan buenas o malas son las democracias modernas, para ello se proponen los
siguientes parámetros de análisis: a) respeto al Estado de derecho; b) transparencia y
rendición de cuentas; c) correspondencia y capacidad de respuesta de los detentado-
res legítimos del poder en la satisfacción de las demandas ciudadanas y de la sociedad
civil en su conjunto; d) resolución de los problemas de desigualdad y justicia; y e)
profundización y creación de nuevos derechos (Cansino y Covarrubias, 2007).
Todo ello nos plantea el difícil camino que implica en su momento desmontar
el caduco entramado autoritario y al mismo tiempo modificar la situación de la
desconfianza que acompañó a los resultados electorales en un pasado reciente; lo cual
no significa que todo haya cambiado, al menos para la elección intermedia de 2015,2
las expectativas de participación respecto de los posibles electores es baja, lo seguro
2
El domingo 5 de abril arrancó la campaña electoral para renovar la Cámara de Diputados. El proceso en
puerta tiene un desafío central: el abstencionismo cíclico de los comicios intermedios, que podría acentuar-
se con el desánimo social frente a los escándalos de corrupción partidista, una clase política cada vez más
alejada de los reclamos ciudadanos. Hemos pasado de la gran apuesta de la transición a la democracia hacia
una precarización de la democracia; ubica un gran desprecio de los partidos –encerrados en su cápsulas
burocráticas- hacia los ciudadanos, quienes no se sienten representados o veces los más empobrecidos sólo
esperan la elección para obtener algún beneficio, el escenario que se vislumbra en los meses de campaña es
nebuloso, en el cual el factor de la inseguridad en estados como Michoacán o Guerrero refleja la debilidad
institucional, advierte Álvaro Arreola, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM
(Herrera y Urrutia, 2015)

43
es que los índices de abstencionismo serán muy altos, resultado de la actuación de
los políticos y sus respectivos partidos que a través de sus ideas y acciones desde
distintos ámbitos, se han encargado de dinamitar la más leve posibilidad de cercanía
con los electores; la ruta para poco a poco ir configurando mecanismo que den pie
a un escenario de cercanía entre ciudadanos y partidos, nos lleva por el intrincado
camino de orden, lo que requiere por un lado, ejercer la legalidad, y por otro prac-
ticar la tolerancia entre los distintos actores involucrados como parte de la socie-
dad civil, donde las distintas voces respecto a lo político puedan ser escuchadas y
debatidas las ideas para iniciar la construcción de una cultura política democrática.
Resulta innegable que para que una sociedad y sus instituciones funcionen demo-
cráticamente, es indispensable que los integrantes de esa sociedad compartan, apli-
quen acciones, patrones de conducta y políticas de corte democrático.

Jóvenes, democracia, condiciones y expectativas de vida


Realizar un acercamiento al fenómeno de los jóvenes desde una perspectiva analíti-
ca requiere tener presente que la Juventus es un concepto vacío de contenido fuera
de su contexto histórico y sociocultural. Además de las transformaciones sociode-
mográficas y los niveles desiguales de desarrollo entre países, el concepto de juven-
tud se inscribe en las características fundamentales de la clase social. La condición
juvenil ha dejado de ser una categoría residual y paulatinamente ha ganado centrali-
dad en los estudios socioculturales. También se ha desarrollado en la conceptuación
de la juventud como construcción sociocultural históricamente definida, aunque
se ha avanzado poco en los rasgos significantes y muchas veces se piensa lo juvenil
fuera de su contexto social y relacional, o se le atribuye características omnicom-
prensivas, como si desde lo juvenil se pudiera interpretar el conjunto de elementos
que definen los proyectos de vida de las y los jóvenes (Valenzuela, 2008; Lozano,
2003). Ser joven es ser diverso. A cada individuo hay que colocarlo en su contexto.
Algunos compartirían características que los identifican y los aglutinan en grupos
similares y otros que en poco o nada pueden coincidir. La juventud termina siendo
una construcción social que se asocia a la cultura y a la época histórica (Gonzá-
lez-Rizzo, 2005).
Ahora bien, la juventud, más allá de una supuesta rebeldía o protesta, siempre
habría representado la búsqueda de la originalidad y la individualización, con la ex-
plosión demográfica, se puede concebir que se producen jóvenes en serie o jóvenes
códigos de barras, debido a la masificación de la juventud, el tiempo de los jóvenes
contemporáneos es el de la exposición a la velocidad y al riesgo (Cueva, 2006).

44
La etapa de la juventud se puede interpretar, por tanto, como el proceso de
adquisición por parte de los jóvenes de los recursos necesarios para integrarse en la
organización social y asumir nuevas dependencias y responsabilidades socialmente
y siempre desde esta perspectiva, el comportamiento de los jóvenes se puede in-
terpretar como una incorporación o integración a formas de vida que les preceden
y que le exigen una adaptación o acomodo. Así, cuándo un joven se integra, deja de
ser joven. Pero al tiempo que lo hace incurre en compromisos de tanto o más peso
que los que mantenía cuando se limitaba a depender de su familia de origen (Bene-
dicto, 2008; Leyton, 2009; Brito, 1998; Aguilera, 2003; Moran, 2008).

Jóvenes: los rostros de la exclusión


Los contextos (políticos, sociales, culturales y económicos), en la discusión con-
temporánea en ciencias sociales, son cruciales, no sólo en lo que corresponde a
su valor de historicidad, sino fundamentalmente como claves interpretativas que
favorecen una comprensión de las complejidades socioculturales, en virtud de ser
un espacio geográfico, social y temporal; es decir, histórico.
A partir de las articulaciones entre contextos, podemos caracterizar una parti-
cular producción de la condición juvenil en la sociedad mexicana, que se definirían
en términos amplios por su precariedad. Para documentar lo anterior la propia Se-
cretaría de Educación Pública (SEP) acepta que en México hay más de dos millones
de jóvenes en edad de cursar el bachillerato que no lo hacen. Para referir cuales son
las perspectivas oficiales al respecto el subsecretario de Educación Media Superior,
Rodolfo Tuirán aseguró que el país se encuentra en rumbo de cumplir la meta inter-
media de 80% de cobertura en bachillerato, la cual deberá ser universal en 2021, por
mandato constitucional, la matrícula de este nivel educativo aumentó en los últimos
dos años más de medio millón de estudiantes, lo que significa un hecho inédito, lo
cual permitió pasar de 65.9% de cobertura escolarizada en 2012 a 71.5% en 2014.
De acuerdo a datos oficiales el abandono escolar en el nivel bachillerato en los últimos
dos años disminuyó de 15% a 13.4%, si bien para 2012, 650 mil jóvenes dejaron su
formación en el nivel medio superior, dicha cifra empieza a disminuir (Román, 2015).
Otro de los factores que contribuye a incrementar la problemática está direc-
tamente relacionado con la oferta educativa, los planes y programas de estudio, la
actualización docente y los modelos pedagógicos no cumplen con las aspiraciones y
expectativas de los jóvenes.3 A ello habría que sumarle la crisis económica que en-

3 Para el ciclo escolar 2015-2016 se prevé la instauración del nuevo modelo educativo en el bachillerato, que

45
frentan, las familias han abandonado la formación y la reproducción de valores en el
hogar, dejando esta tarea al internet, la televisión, los juegos de vídeo y en el mejor
de los casos, a la calle, la inactividad representa riesgos para los jóvenes, entre ellos
depresión, angustia y en algunos casos suicidio, pero permanecer en el abandono fa-
miliar puede generar rasgos pronunciados de ansiedad que lo lleven al consumo de al-
cohol, droga y tabaco,4 frente a la crisis de oportunidades y valores, entre los jóvenes
puede darse la búsqueda de referentes de autoridad en el barrio o la esquina y es justo
ahí donde se ubica el punto más crítico, porque se corre el riesgo de que se involu-
cren en conductas vandálicas o la comisión de acciones ilícitas, señaló Mario Carrillo
titular de la Secretaría de Educación Pública del Distrito Federal (Archundia, 2010).
Pareciera que, no importan sus estudios, tampoco la escuela de procedencia,
ni el nivel económico de sus familias, no cuenta si hablan idiomas, tienen licencia-
tura o sólo preparatoria, no se considera si sus expectativas laborales eran altas,
simplemente están condenados a seguir viviendo con sus padres, pues la nómina a la
que pertenecen les niega acceso a ahorrar, tener casa propia, coche, vacaciones o in-
dependencia al cien por ciento. Son la generación de los 5 mil pesos y para algunos
son privilegiados, pero ellos cuentan que ese monto mensual los mantiene viviendo
al día. No son pocos, pues de los 14 millones de menores de 29 años que trabajan
en México el 49.1% de los hombres y 59% de mujeres ganan entre 1 y 3 salarios
mínimos (alrededor de 5 mil 400 pesos) son jóvenes con estudios de licenciatura,
pero que ganan lo mismo o mil pesos más que el personal de intendencia de las em-
presas donde trabajan (Sánchez, 2011b). En México la mitad de los desempleados,
son jóvenes, en 2010, la población juvenil según el censo de ese año, era de 36.2
millones de jóvenes de entre 12 y 29 años. A pesar de que estas generaciones tienen
más acceso a la educación que sus antecesores, pero contradictoriamente menos
empleo;5 aunado a ello, son un sector con mayor acercamiento a la información ci-

pondrá énfasis las debilidades del actual modelo, entre las cuales están la poca profesionalización de docentes
y directivos, además de las diferencias marcadas en la calidad de los servicios (Román, 2015).
4
Antes el factor de riesgo era de los 15 años en adelante, ahora hay niños que consumen drogas desde tempra-
na edad. Los inhalantes, representan la droga de inicio en menores de edad. Niños cada vez más pequeños se
introducen al consumo de algún tipo de estupefaciente, cigarro o licor. El alcohol desplazó al tabaco como la
droga (legal) inicial y en muchos lugares de la población mexicana, la droga de inicio entre los 6 y 7 años, son
los inhalantes. Entre los factores que contribuyen al abuso de los inhalantes, está la violencia social que vive
el país, las condiciones socioeconómicas adversas e historial de maltrato en la niñez. El entorno familiar, el
abandono de los padres, que muchas veces no tienen autoridad con los menores, es un fenómeno que sucede
sobre todo en las grandes ciudades (Arellano, 2015).
5
Debido a la asimetría que existen en el sistema universitario del país, la educación superior en su conjunto
ya no representa una opción para la movilidad social, hay universidades de élite, entre las que se encuen-
tran las casas de estudio federales, algunas estatales y muy pocas particulares, pero en contraparte abundan
instituciones, públicas y privadas, en las que sólo se realiza formación de profesionistas, dejando de lado la
investigación, la producción de conocimiento y la difusión de la cultura.Y justo son los jóvenes que acuden a

46
bernética, pero con menos presencia en el poder y, a pesar de estar más preparados
que sus padres, triplican las tasas de desempleo que existían hace dos décadas. Por
todo lo anterior han demostrado ser una generación que es adaptable a los cambios,
quizá por eso ellos buscan su camino La mayoría de los jóvenes lo ha encontrado en
el comercio informal, en la migración e incluso en la delincuencia.
La situación es peor para las mujeres jóvenes. México es uno de los países con
menor participación laboral femenina en América Latina; de 100% de mujeres con
título universitario, sólo 70% trabaja, según reportes de la UNAM. Los jóvenes
mexicanos tienen una crisis de expectativas: por una parte, 30% del total de jó-
venes que desertan de la escuela lo hace porque creen que ésta no les aportará los
elementos necesarios para desarrollarse en el mercado laboral y los que deciden
quedarse y concluir una licenciatura, al término de ésta no encuentran empleo y
sus expectativas de independencia familiar son tan cortas que pueden llegar a los 30
años sin el escenario ideal para vivir solos. Cuatro de cada 10 jóvenes ingresaron al
mercado laboral desde los 15 años: son pobres, tienen secundaria incompleta; tres
de cada 10 se autoemplean en el comercio informal, el resto son contratados por
familiares sin prestaciones de ley o terminan trabajando en empresas transnaciona-
les con sueldos muy bajos. Por lo que de no mejorar la situación el futuro es gris, al
respecto el Consejo Nacional de Población (CONAPO) que predice un panorama
de viejos con nulas oportunidades de salir de la pobreza (Sánchez, 2010a).
Ser los herederos de todas las crisis posibles; una cancelación de los horizontes
de futuro, a mediano y largo plazo para muchos de ellos; el aquí y el ahora de la vida
en tanto su fugacidad; la primacía de la hiperindividualidad por sobre lo colectivo / lo
grupal; la marca de la exclusión social a partir de consumos culturales y su ubica-
ción en los servicios de salud, educativos y de empleo; las prácticas sociales y las
identidades culturales inscritas en los flujos y reflujos migratorios e inmigratorios;
signados por las tecnologías de comunicación o por las sociedades del conocimien-
to; reconfiguración en la manera de participación de lo político y social en forma
de redes horizontales, no se agrupan más por ideologías políticas, sino por propó-
sitos/acciones concretas y situacionales, ser joven en México, ya se convirtió en
un distintivo de exclusión social y en una posibilidad real de “morir joven”, de ser
asesinado por los cuerpos de seguridad del Estado o por el fuego “amigo” de los
militares que suelen confundirlos por lo regular con ser sospechosamente jóvenes
“sicarios” o miembros de supuestas “pandillas” (Nateras, 2010).

este tipo de escuelas quienes más complicaciones enfrentan para la movilidad social y para hallar opciones de
desarrollo profesional, aseveró Lorenza Villa Lever, especialista del Instituto de Investigaciones Sociales de la
UNAM (Olivares, 2015).

47
Abordar el mundo de los jóvenes conlleva a la necesidad de establecer algunas
coordenadas conceptuales que nos ubiquen sobre el complejo mundo juvenil. Ya
que para muchas políticas y legislaciones los 36.2 millones de mexicanos jóvenes
son seres incompletos “con más hormonas que neuronas” al que hay que mantener
entretenido hasta que cumpla 29 años, impera una lógica tutelar que ha imposibili-
tado el empoderamiento de los jóvenes; para otros sectores, esta población resulta
buen negocio: al fin y al cabo ellos quieren aprender, son creativos y se les paga mal.
Plantea Susana Reguillo que, existen dos países cuando de acceso a la cultura para
jóvenes se habla. Hay un México que es el de los jóvenes que están conectados, que
están dentro del sistema y que tienen condiciones de desarrollo cultural, social,
económico y educativo adecuados.6 Y el otro México, mayoritario, está conforma-
do por un ejército de jóvenes para quienes la cultura es un lujo difícilmente ima-
ginable, en la medida que se les ha expropiado, por la vía de los hechos, cualquier
posibilidad de manifestarse con respecto a su propio futuro (Sierra, 2010).
En México durante los últimos años, se han exacerbado la conflictividad al
tiempo que se recrudecen las condiciones adversas para un desarrollo social que
potencie e impulse ambientes propicios para un número importante de jóvenes,
que ante las mínimas expectativas de un futuro promisorio, por el contrario han
encontrado caldo de cultivo para desincentivar la participación o construcción de
proyecto de desarrollo colectivo, dando paso al enraizamiento de prácticas cada vez
más alejadas de una noción de comunidad, fortaleciendo la idea de que cada uno
y por su lado debe buscar la posible solución a sus necesidades o problemáticas,
que en esencia son similares, pero que en este caso los jóvenes, asumen que son
únicas, fortaleciendo así el proceso de individualización, dando paso a la escasa
probabilidad de construir escenarios colectivos, sobre todo alejados de la imagen el
sentimiento de orfandad, dada la nula o escasa respuesta ofrecida por el Estado y las
instituciones encargadas de generar con su accionar mecanismos de comunicación,
diálogo y un elemento que resulta esencial para cohesionar la relación entre los
jóvenes como actores sociales y su entorno: la confianza.
Al respecto tenemos que resaltar la capacidad de movilización y articulación de
esfuerzos generados por la desaparición de los 43 estudiantes normalistas, porque el
crimen de Iguala es para el régimen un golpe profundo y de efectos permanentes, por
más que las movilizaciones de protesta hayan adquirido un ritmo pausado. El guion de
las reacciones peñistas se repite, del desconcierto a la altanería despótica, de la insensi-

Sin embargo un número amplio de jóvenes no logran ingresar a instituciones de educación superior, tal es el caso
6

los 117 mil 29 aspirantes que no alcanzaron lugar para estudiar en la UNAM, los datos indican que de los 128 mil
519 estudiantes que se presentaron al examen –aplicado en febrero de 2015- fueron seleccionados 11 mil 490
(Olivares, 2015b).

48
bilidad a la indolencia, del descontrol al cinismo como única salida de control de daños.
El régimen que encabeza Peña Nieto recibe con alivio el paso del tiempo porque piensa
que con él se aleja el atropello de la memoria, se desdibujan los rostros de las víctimas,
se sedimenta la cólera, se resignan los familiares y condiscípulos de los agredidos y se
desalientan los sectores sociales que los han acompañado en su lucha (Miguel, 2015).
Sin embargo en México los jóvenes se han convertido en una de las principa-
les víctimas de la delincuencia organizada, tanto por ser consumidores de drogas,7
vendedores de estupefacientes o por buscar en la actividad criminal (como sicarios
o halcones) un medio de subsistencia ante la carencia de una política de Estado
para este sector de la población. De acuerdo a la Sexta Encuesta Nacional sobre
Inseguridad, publicada en 2009 por el Instituto Ciudadano de Estudios sobre la
Inseguridad (ICESI), dice que 4% de los jóvenes comienzan a delinquir antes de los
18 años y el mayor número de los delincuentes tienen entre 18 y 25 años. Desde esa
perspectiva la delincuencia organizada ve en los jóvenes una mano de obra barata y
desechable, que por unos cuantos pesos, ellos matan y si asesinan a éstos, ellos no
pierden nada, pues vuelven a contratar otros niños (Morales, 2011).
A partir de los datos referidos líneas arriba, y aún con base a la información
un tanto dispersa, me es posible afirmar que son millones los jóvenes que viven en
condición de exclusión en la sociedad mexicana, en contextos que se caracterizan
por su pobreza, falta de servicios y violencia, para documentar esa condición re-
tomamos la situación de violencia que vive Guerrero, ya que el binomio pobreza
y violencia resulta un caldo de cultivo para el desarrollo del narcotráfico, el cual
queda como la única salida para los jóvenes y unirse al crimen organizado; una par-
te importante de la juventud ha decidido morir de este modo, porque no hay una
alternativa mejor a la de morir en poco tiempo, pero poderoso con una arma en la
mano y un auto de lujo (La Jornada, 2015).

Un comentario final
En ese tenor, los espacios para practicar deporte y convivir no existen, son insufi-
cientes y se encuentran en el abandono. Para que los jóvenes puedan reunirse con
sus pares, las escasas opciones se reducen a buscar lotes baldíos o viviendas y locales

7
El consumo de drogas prohibidas o ilícitas, como mariguana, metanfetaminas y cocaína, se incrementó entre
los adolescentes, las causas por las que se consumen más drogas ilícitas, podría ser porque existe más dispo-
nibilidad de sustancias ilegales, a la reducción de los precios, asimismo el consumo de estas sustancias ilegales
se está dando a edades más tempranas. La cocaína está en primer lugar de consumo entre menores de 18 años
y se comienza a los 14.2, seguido por la mariguana, a los 14.3 (Quintero, 2015).

49
abandonados, un tanto para escapar a las miradas escrutadoras, de desconfianza que
el resto de la sociedad les lanza, porque se asume que un grupo de jóvenes reuni-
dos, es un grupo que genera desconfianza, lo que significa que los jóvenes tienen
que cargar el estigma, que en automático se les asigna de potenciales delincuentes
juveniles, la juventud criminalizada, arrojada prácticamente lejos de los demás, lo
que los deja a merced de los grupos delictivos.
Coincidimos con un planteamiento de Valenzuela (2008), quien señala que
la mayoría de los jóvenes de por lo menos las últimas tres décadas, han tenido
como marco de referencia una crisis económica prolongada que no atisba el final
del túnel y observan con desconfianza las promesas de futuro, por eso viven un
presentismo intenso, pues el futuro es un referente opaco que solapa la ausencia de
opciones frente a sus problemas fundamentales. Para muchos, sus proyectos de vida
quedaron olvidados, les expropiaron la esperanza. Las marcas ya están inscritas en
sus vidas, en sus cuerpos, en sus carencias, en sus ritmos de envejecimiento, en sus
expectativas, en sus escenarios disponibles. Para ellos el futuro ya fue…

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52
Contexto y causas de la actitud anti política
y económica de los jóvenes en tlaxcala
Rafael Molina Sandoval1

Introducción
La juventud como objeto de estudio, obliga a reconocer brevemente a este sector
poblacional como un conjunto de individuos en pleno proceso de desarrollo físico
y emocional o psicológico, sin omitir el aspecto social como factor de desarrollo
individual. El entorno es el principal factor de socialización, por lo tanto, es en su
seno donde se genera la formación de las personas, influenciadas por la familia, la
religión, la escuela, las instituciones, etc., donde los jóvenes y su cotidianidad son
producto de esas múltiples influencias, pero sobre todo, se convierten en agentes
que deben ser atendidos y también que inician con mayor énfasis su vida productiva.
El presente busca abordar sucintamente el tópico de la juventud en Tlaxcala
a partir de dos variables que son de suma importancia para su desenvolvimiento:
la política y la economía, considerando que desde la perspectiva neoliberal estos
dos rubros son básicos en la vida de toda sociedad aun cuando no han cubierto las
expectativas sociales.
Se parte de reconocer que los jóvenes juegan un rol determinante en los proce-
sos de desarrollo en Tlaxcala, e incluso en el mundo, y el análisis de sus expectativas
en lo político y económico local permite reconocer e interpretar aquellos elementos
que implícita y explícitamente deberían ser atendidos por las instancias gubernamen-
tales y económicas para solventar las inquietudes de desarrollo individual y social.
En un primer momento se realiza un acercamiento respecto del neoliberalismo
en la economía de México y el mundo, el neoliberalismo representa un parteaguas
en términos de rompimiento social, donde los jóvenes enfrentan demasiada presión

1
Profesor –Investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias Sobre Desarrollo Regional, Univer-
sidad Autónoma de Tlaxcala. raffamus@yahoo.com.mx

53
para cubrir sus necesidades básicas, asimismo, múltiples obstáculos para incursionar
en los distintos ámbitos de convivencia: educativos, laborales, económicos, políticos,
ecológicos, etc., esto a la luz de un modelo económico por naturaleza excluyente,
es decir, el modelo capitalista en su máxima expresión denominado neoliberalismo.
Así, ante las presiones que ejerce la dinámica económica neoliberal los jóvenes
se hallan en un proceso de exclusión en las distintas dimensiones de la vida y desa-
rrollo psicosocial, la cual deben enfrentar a partir de recursos muy limitados, por
tal motivo, se analizan las percepciones y estrategias de interacción que ejercen los
jóvenes para atender sus necesidades básicas, así como las alternativas de desarrollo
que vislumbran en el corto plazo.
Se hace un breve seguimiento de algunos estudios que abordan el tema de
la juventud para contextualizarlo teóricamente y permitir el análisis de las res-
puestas respecto de la política y la economía, emitidas por un grupo muestral de
jóvenes entrevistados.

Neoliberalismo y ajustes estructurales en México


El neoliberalismo encierra un conjunto de contradicciones a las que se enfrenta el
ser humano en sociedad, los lineamientos del Consenso de Washington se aplican
sin restricciones en el ejercicio público de la política, donde los Estados y gobiernos
han cedido a las presiones económicas de los organismos económicos transnacio-
nales como el Banco Mundial (BM), Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), Organización Centroamericana para el Desa-
rrollo (OCDE) principalmente, auspiciadas por países industrializados con un gran
avance capitalista y cuyas perspectivas de predominio económico global incluyen la
subsunción de los Estados nacionales a los criterios de la economía global.
Diferentes autores emiten sus juicios respecto del modelo económico neo-
liberal, el cual incluye el aspecto político, donde los actores en los países asumen
el criterio de realizar ajustes estructurales, en el caso de México para permitir el
acceso e intervención de agentes económicos internacionales en la economía nacio-
nal. Beck ilustra el neoliberalismo de la siguiente forma:

“No deja de ser curioso que el estado neoliberal sea un ejemplo sobresaliente de la in-
ternacionalización del Estado nacional. Los «reformistas» y «modernizadores» que se
sienten obligados al credo neoliberal no sólo remodelan y desmontan el Estado social y de
bienestar, sino que llevan a cabo una auto internacionalización del Estado nacional sin
renunciar a la etiqueta nacional” (Beck, 2004:344).

54
Las formulaciones neoliberales han sido impuestas no por estrategias políticas y
mucho menos para atender las necesidades sociales, sino por los múltiples intereses
económicos que imperan en la actualidad a nivel mundial, donde los gobiernos que
asumen este modelo lo consideran como la única vía para compensar las diferencias
generadas a través del tiempo por el propio mercado y las erróneas políticas guber-
namentales incapaces de promover un desarrollo social en forma integral.
En la economía de México las reformas estructurales aprobadas durante el
año 2014, impulsadas desde la Presidencia de la República y validadas en el Con-
greso de la Unión y la Cámara de Senadores, donde los diputados de los partidos:
Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional (PAN), Parti-
do Verde Ecologista de México (PVEM); en sutil pero firme vinculación aprobaron
y validaron las reformas en cita, frente a una débil bancada de partidos de Izquierda:
Partido de la Revolución Democrática (PRD), Partido del Trabajo (PT),2 cuyos ar-
gumentos no tuvieron la suficiente aceptación para detener las reformas que a todas
luces están en contra del bien nacional y social.
Ante estas circunstancias la sociedad queda sujeta a leyes establecidas desde las
cúpulas de poder y de los intereses políticos-partidistas, que en primera instancia
aparentan ser la solución a la problemática que enfrenta el país, sin embargo, me-
diante el análisis y cotejo de las experiencias que se viven actualmente en México,
la incursión de empresas trasnacionales, así como la desregulación laboral, el retiro
del Estado de su función protectora de la sociedad, la intervención en áreas consi-
deradas por muchos años como estratégicas para la economía del país en general,
como Teléfonos de México (TELMEX), Ferrocarriles Nacionales (FERRONALES),
Petróleos Mexicanos (PEMEX) y Comisión Federal de Electricidad (CFE), entre
otras, quedan a disposición del mejor postor o mejor aún, de acuerdos cupulares
con empresas nacionales pero principalmente trasnacionales, beneficiando a quie-
nes tienen el mayor control de la economía y la política.
Esta forma de entender el beneficio neoliberal ha causado severos retrocesos
en materia de desarrollo social, donde múltiples estudios demuestran que las políti-
cas focalizadas a sectores vulnerables no han sido capaces de revertir las condiciones
de pobreza que en este caso sí es estructural, además de considerar que la mayo-
ría de mexicanos carece de múltiples satisfactores básicos en términos de sanidad,
vivienda, vestido, alimentos, trabajo, etc., en este escenario se halla inmersa la
juventud, la cual, como categoría de análisis para el presente documento, reconoce
que los jóvenes están limitados de oportunidades de desarrollo en todos los campos
2
La afirmación viene de observar el canal de la Cámara de Diputados, durante las sesiones en las que se apro-
baron varias reformas estructurales, en las cuales se trató el aspecto de la economía, la reforma energética,
principalmente.

55
de la vida social, por lo cual, se busca exponer aquellos elementos específicos que
éstos perciben como limitantes en su vida cotidiana.

La realidad dialéctica para la juventud


Si bien la juventud es un periodo transitorio en la maduración del individuo, que le
supone adquirir la experiencia necesaria para una integración satisfactoria a la vida
productiva, en la realidad no sucede así con la mayoría de los jóvenes en México ni
en Tlaxcala, principalmente en éste último estado de la República Mexicana como
espacio de estudio, donde se busca destacar las principales características que los
jóvenes perciben como limitantes, asimismo con tantas restricciones socioeconó-
micas y políticas.
A manera de antecedentes teóricos, podemos observar que como categoría de
estudio, la juventud tiene su punto de inicio hacia la segunda mitad del siglo XX,
Reguillo define que “la juventud, tal y como hoy la conocemos, es propiamente una
“invención” de la posguerra. […] La sociedad reivindicó la condición de los niños y
los jóvenes como sujetos de derecho y, sobre todo en el caso de estos últimos, como
sujetos de consumo” (2012: 21-22).
Mientras que Mier y Piccini, ubican la irrupción de los jóvenes en la arena
pública en términos temporales y espaciales, “1966 en la Universidad Libre de Ber-
lín” (Mier y Piccini, 2002: 21). Es decir, desde la perspectiva académica se busca
una base que permita contextualizar el concepto de juventud como punto de ob-
servación, y los hechos históricos señalan esos antecedentes que necesariamente
configuran la información necesaria para entender que los jóvenes se convierten en
actores a partir de ciertos momentos y acciones concretas, no sólo en Europa, sino
en muchos países de los cinco continentes, esto permite reconocer el proceso de
constitución del concepto y de los propios actores como sujetos de estudio.
En el caso de Latinoamérica, es hasta finales de los años 60 y principios de la
década de los 70 cuando se reconoce la irrupción a la arena pública de la juventud,
sobre todo con la movilización y trágico final del movimiento estudiantil de 1968
en La Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, Ciudad de México.
Por otra parte, existen gran cantidad de abordajes temáticos acerca de la ju-
ventud en México y el mundo, a manera de recuento muy breve, se observa lo
siguiente: “Los jóvenes han sido importantes protagonistas de la historia del siglo
XX en diversos sentidos. Su irrupción en la escena pública contemporánea de Amé-
rica Latina data de la época de los movimientos estudiantiles de finales de los años
sesenta” (Reguillo, 2012: 19), en el mismo sentido, se observa que:

56
“no sólo se levantaba una demanda que ya en principio ponía en relieve la convicción de una
ilegitimidad constitutiva en los mecanismos de gestión universitaria. Era a un tiempo una
denuncia y un reconocimiento: la universidad no constituye el único dominio de interés de
los estudiantes. Mostraron entonces que podían evaluar, medir, reconocer una pluralidad de
ámbitos. Abrieron violentamente el juego de las expectativas para exhibirse como un sector
capaz de configurar políticamente su entorno. Desplegaron, y esto fue sin duda lo que más
temor suscitó, una imagen móvil, imprevisible, actuante” (Mier y Piccini, 2002: 22).

En estos ejemplos se observa la incipiente configuración actuante de la juventud como


actores que promovían la búsqueda de reconocimiento por parte la esfera política,
propugnando por un cambio social, enfocándose principalmente a un proceso de
igualdad, en esos momentos más encauzados a la perspectiva socialista o al menos bajo
ese argumento fueron atacados por los gobiernos en turno, bajo el estigma de que
estos movimientos eran auspiciados por grupos considerados comunistas, recordando
que aún en aquellos momentos persistía una fuerte lucha ideológica entre el capita-
lismo representado por Estados Unidos y el socialismo representado por la ex Unión
Soviética, y no sería sino hasta finales de la década de 1980 con la caída del Muro de
Berlín cuando se declara formalmente el triunfo de la ideología capitalista como el eje
rector de la economía mundial. Esto rompe con el anterior modelo de confrontación
ideológica y económica entre las dos principales potencias mundiales actoras de la
Guerra Fría, que duró aproximadamente cinco décadas, y en las que ambas partes
auspiciaban mutuamente una supremacía tanto ideológica, como militar y social.
De acuerdo con Cruz: “...el derrumbe de la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS) dio lugar a la desaparición del bloque de países con regímenes
comunistas de la Europa del Este, con lo cual se puso fin a la Guerra Fría. Tales
cambios alteraron la Geopolítica Global” (Cruz, 2012: 28).
Éste contexto prefigura la tendencia bajo la cual la sociedad en general se ten-
dría que ajustar y actuar, pues una vez que el capitalismo se erige como el modelo
vencedor en términos ideológicos y pragmáticos, a la sociedad no le queda más que
asumir tal afirmación como única vía de convivencia y desarrollo, así, la juventud que
pudiera convertirse en factor de trabajo y desarrollo en los distintos países, queda
restringida a jugar el papel de actores secundarios en la dinámica político-económica.
Si bien existen condiciones para categorizar esta temporalidad en que la ju-
ventud ha tenido momentos de expresión no tan exitosos, nos permite observar
esas irrupciones que han modelado de cierta forma el actuar social de éstos, para
lo cual, es necesario contextualizar las circunstancias actuales en que éstos incur-
sionan y en que se hallan circunscritos, para interpretar su actuar y su expresión
respecto de los dos tópicos que directamente les afecta, lo político y lo económico.

57
De esto, se hace un breve recuento de las condiciones tanto a nivel nacional
como estatal para cotejar algunas perspectivas que los jóvenes perciben respecto de
los temas investigados, en el nivel macro, observamos que:

“Los jóvenes de los países en desarrollo conforman el segmento de mayor crecimiento de


la población mundial, pues más de la mitad de los 5.000 millones de personas que viven
en estos países son menores de 25 años. En este contexto, los jóvenes no sólo son el futuro,
sino un presente activo, que de no atender su correcta formación e integración al ámbito
socioproductivo, perderán tanto los países como las sociedades la oportunidad de aprove-
char una inmensa fuerza creadora e innovadora que representa este sector.
Los niños y jóvenes constituyen prácticamente el 50% de la población de los países
en desarrollo.
El 85% de los jóvenes entre 15 y 24 años vive en estos países.
Entre un tercio y la mitad de los jóvenes cuya edad fluctúa entre los 15 y los 24 años
carece de empleo en muchos países en desarrollo. A nivel global, los jóvenes constituyen el
41 % del total de desempleados” (BM, 2013:1).

Estos datos nos indican un proceso de ampliación de la pirámide poblacional


donde la juventud ocupa un lugar preponderante en términos numéricos, de igual
forma, en cuestiones de consumo, pues como lo menciona Reguillo, al ser sujetos
de consumo, les implica tener y obtener los recursos necesarios para satisfacer sus
requerimientos, de esta manera, se reconoce a nivel nacional que:

“Este año México contará con la mayor cantidad de jóvenes de la historia en nuestro
país: 36.2 millones de personas entre 12 y 29 años de edad. Para garantizar que este
potencial contribuya al desarrollo es necesario superar el desempleo, una de las princi-
pales problemáticas globales. Ante la falta de oportunidades, muchos jóvenes han optado
por participar en el sector llamado informal. Lo anterior debe ser analizado y atendido
por las Naciones Unidas con el fin de garantizar el desarrollo humano y condiciones de
trabajo decentes” (Delegados juveniles,3 2013: 40).

Sin embargo, también es necesaria la atención de otras dimensiones que configuran


el pensar y actuar de la población joven, dando lugar a expresiones sociales que
distan de ser deseables para este sector poblacional y en constante crecimiento, a
decir de Reguillo:

Los delegados juveniles participaron en el debate de la Tercera Comisión de la Asamblea General de la Or-
3

ganización de las Naciones Unidas, el 9 de octubre de 2012, en Nueva York.

58
“1. Los procesos de precarización-informalización de las biografías, las dinámicas, los
circuitos y los imaginarios sociales;
2. El repliegue del Estado social y el fortalecimiento del Estado punitivo;
3. El descrédito de las instituciones modernas – La escuela, los partidos políticos, los
sindicatos, las empresas, como garantes de la incorporación, de este sector a la vida
socioeconómica” (Reguillo, 2012: 136).

Las circunstancias en sí, representan fuertes limitantes para el desarrollo de


los jóvenes, de tal manera que es necesario reconocer aquellas percepciones e ima-
ginarios que como individuos y como grupo poseen. Si bien observamos que a nivel
nacional existen divergencias respecto de las condiciones deseables con las reales para
los jóvenes, a nivel estatal persisten y se reproducen algunas de estas circunstancias.
De acuerdo con la información proporcionada por el Consejo Nacional de
Población (CONAPO), para el año 2014, en México existía un población de 119
713 203 habitantes de los cuales el 51.8 % serían mujeres y el restante 48.2 %
serían hombres. Cabe destacar que los datos fueron estimaciones del CONAPO,
considerando que la información del Instituto Nacional de Estadística Geografía e
Informática (INEGI) data del año 2010.
En el mismo sentido, la información indica que la Tasa Global de Fecundidad
(TGF) en Tlaxcala será de 2.2 hijos por mujer (CONAPO, 2014), dando como
resultado un proceso porcentual decreciente en el incremento de la población, sin
embargo, es necesario precisar que del año 2010 al 2014, en números reales, se ha
mantenido un ritmo de crecimiento poblacional más o menos homogéneo, donde
el promedio de crecimiento es de 18 621 ciudadanos por año, resultando que del
periodo 2010 a 2013 se produjeron 74 485 nacimientos. Mientras que el promedio
de defunciones por año en Tlaxcala es de 6 578, nos indica esta información que el
crecimiento real por año se ha dado en un promedio de 12 043 habitantes (inde-
pendientemente de las condiciones de migración e inmigración estatal). El sector
juvenil presenta un elevado crecimiento demográfico que como consecuencia re-
quiere de mayores espacios laborales:

“El desempleo de la población joven está determinado también por su particular dinámica
demográfica. Dado el acelerado proceso de transición demográfica que ha experimentado
el país, se ha dado un aumento de la población en edades laborales, particularmente de
jóvenes, lo que conllevaría a un incremento en el desempleo, manteniendo a los otros fac-
tores constantes” (Vela, 2014: 84).

59
En el mismo sentido Molina señala que “...el campo laboral para los jóvenes
tlaxcaltecas es una barrera tanto de orden político como empresarial, no se crean
tantas plazas como lo demanda la sociedad, por lo cual, se prevé un crecimiento en
la crisis laboral tanto en Tlaxcala como en México” (2014: 105).
Tanto Vela como Molina (2014), destacan y coinciden en sus apreciaciones
sobre los requerimientos laborales de los jóvenes en Tlaxcala, y considerando que
este tema ha sido abordado anteriormente, cabría especificar que es reseñado para
contextualizar las características requeridas en materia de políticas públicas enfoca-
das al mercado laboral para jóvenes, y sobre todo para abatir el desempleo
De esta manera, se busca dar seguimiento al presente en dos dimensiones de
carácter dialéctico, por una parte, reconocer el contexto nacional y la expresión
juvenil respecto de los dos indicadores principales, objetos del presente (política y
economía), por la otra parte, los resultados del muestreo realizado a un población
juvenil entre los meses de junio- agosto del año 2014 a 44 jóvenes, cuyas edades
fluctúan entre los 16 a 30 años y cuyos resultados son expuestos para contrastar las
coincidencias y posibles diferencias.

Política y economía: del contexto nacional a la realidad tlaxcalteca


Como se puede observar en los párrafos que anteceden, las condiciones que en-
frentan los jóvenes son poco halagadoras, asimismo, es importante señalar que los
factores que determinan dichas condiciones no están al alcance de los políticos o
gobernantes para solucionar esa problemática, considerando desde luego que es-
tán sujetos a las prescripciones que impone tanto el modelo económico neoliberal
como los lineamientos en materia económica dictados desde el BM, FMI, OCDE,
etc., y que son acatados por el gobierno mexicano específicamente.
El tema de la política y la economía para los jóvenes resulta por demás un
tema espinoso, difícil de abordar y de cualificar por los múltiples factores implíci-
tos, considerando lo anterior, se busca un abordaje concreto, donde resalten aque-
llos elementos que den luz sobre las condicionantes y perspectivas juveniles en
Tlaxcala. Los jóvenes representan aproximadamente el 50 % de la población, la
cual es de más de un millón de habitantes, como se observa en párrafos anteriores,
las edades fluctúan entre 16 a 29 años y muchos aún en las aulas de bachilleratos y
de licenciaturas, sin embargo, esto implica también necesidades reales y factuales
que este importante grupo social busca satisfacer.
De ninguna manera el presente es un abordaje exhaustivo, pues aborda algu-
nas variables de investigación cuyos resultados a nivel nacional coinciden con aque-

60
llos levantados en Tlaxcala, asimismo, debemos tener presente que existen muchas
coincidencias tanto teóricas como empíricas que demuestran un sentir antipolítico
de los jóvenes, y resumidamente se observa que:

“Ante el desengaño de jóvenes y no tan jóvenes, originado por la arrogancia y prepotencia de los
poderosos, el avasallamiento de iniciativas sociales benéficas, la mentira política, la violencia,
la guerra sucia acompañada del enriquecimiento de sus promotores y, el peor de los lastres, la
corrupción, es indispensable restituir la confianza y despertar en las nuevas generaciones un
afán de mejora que se cristalice en hechos concretos” (Llano, 1999, op.cit. Cruz, 2012: 93).

Para efectos analíticos se consultaron tres documentos que hacen referencia a


resultados obtenidos y publicados por el Instituto Mexicano de la Juventud (IMJU-
VE) sobre el aspecto de política, donde se comparan algunas variables que resultan
coincidentes con otras que se aplicaron a jóvenes en Tlaxcala y cuyos resultados
muestran ser tendenciales.
A manera de síntesis metodológica, se especifica que para el caso de Tlaxcala,
el instrumento aplicado en el muestreo fue de tipo aleatorio, con respuestas semi
estructuradas y abiertas, por tal motivo, para las variables expuestas en el cuadro 1,
se observa que resultan coincidentes con las correspondientes del IMJUVE, acla-
rando que no se tuvo acceso previo al instrumento aplicado por el IMJUVE.
Para el caso de la primera variable referida a saber si a los jóvenes ¿les interesa
la política?, se observa que existe cierta coincidencia. En el caso del IMJUVE, se
observa alguna variabilidad durante los años 2006, 2012, 2015, donde los resulta-
dos son de 44 %, 89.6 % y, 31 % respectivamente en el plano nacional, en tanto
que en Tlaxcala en el año 2014, resultó el 63 %, los porcentajes en que los jóvenes
respondieron que no les interesa la política.
Cabe la aclaración que en los resultados del IMJUVE, las respuestas positivas
que los jóvenes emiten respecto de sí les interesa la política son muy bajos, por
tal motivo, para el presente se destacan los resultados más altos, en éste caso, los
resultados negativos.
Asimismo, en esta variable se puede observar que el número de jóvenes en-
cuestados es diferente, para 2006 fueron 12 815, mientras que en 2012 fueron
5000 y la información de 2015 no se especifica, mientras que el muestreo realizado
en Tlaxcala sólo incluye a 44 jóvenes encuestados.
Al observar los porcentajes del IMJUVE, estos tienen alguna tendencia dife-
rencial muy elevada, esto implica reconocer que las respuestas tienden a variar en
cada edición y, por lo tanto, tener ciertas reservas con respecto a los resultados,
considerando el caso de Tlaxcala, se observa una aproximación intermedia entre los

61
resultados nacionales, argumentando que la tendencia tanto a nivel nacional como
en el estado de Tlaxcala es acorde, pues el promedio aproximado sería de 57.5 %
de jóvenes a quienes no les interesa la política.
En caso de la segunda variable, de saber ¿Cómo percibe a los políticos?, de igual
manera, se observa más homogeneidad en las respuestas pues el promedio fluctúa
en 25.4 % de jóvenes que califican a los políticos como deshonestos e inclumplidos,
tanto a nivel nacional como estatal.
Derivado de estas respuestas se puede inferir que tanto en las campañas como en
el ejercicio de la función pública, quienes asumen y detentan el trabajo político deben de
ser más mesurados entre lo que proponen como discurso con el actuar cotidiano, pues
el incumplimiento de acciones que se prometen conlleva a formar una juventud incré-
dula de la actividad política y por consiguiente, como se observa en la primer variable, la
negativa o rechazo a participar, así como el desinterés más o menos generalizado.
En el mismo sentido, la pregunta para conocer la percepción juvenil respecto
de las ¿Instituciones o cargos más desprestigiados?, la calificación para las instituciones
y los cargos públicos es poco alentadora, considerando que a nivel nacional los
jóvenes califican negativamente a los partidos políticos, a la policía y, en los cargos
públicos a los diputados, mientras que en el caso de Tlaxcala, los jóvenes calificaron
negativamente al gobierno estatal en general, a los diputados y a la policía.

Cuadro 1
Variables de coincidencia nacional-Tlaxcala4
Muestreo Tlaxcala
Variables Imjuve 2006* Imjuve 2012 Imjuve- UNAM 2015
2014
Tamaño
12815 5000 No especifica 44
de muestra
¿Le interesa Poco o nada No 63 .6 %
No 44 % No 31 %
la política? 89.6 % Si. 36 .4 %
¿Cómo percibe Deshonestos Deshonestos Deshonesto
No cumplen 19.5 %
a los políticos? 22 % 37.4 % 22.7 %
Policía Gobierno estatal,
¿Instituciones o cargos
Diputados Partidos diputados
más desprestigiados?
Partidos policía
¿Participaría Como obligación Si para hacer mejor
Si 15 %
en política? 26.4 % las cosas 40.9 %
Desempleo, No dan
Corrupción y falta
¿Causas? Falta de oportunidades, oportunidades,
de oportunidades
desconfianza desconfianza
Fuente: elaboración propia con información del IMJUVE y muestreo propio.
*
La información es recuperada de la obra de Cruz de Galindo (2012), quien cita información del Instituto
Nacional de la Juventud (2006).

62
Finalmente, aunque en la mayoría de los entrevistados existe la tendencia a obser-
var como negativas las variables expuestas y detalladas, para el caso de la cuarta
variable en el cuadro para saber si el joven o señorita ¿participaría en política?, aun
cuando es bajo el promedio en los datos obtenidos, quienes consideran que sí par-
ticiparían en política, estarían condicionados a la obligación, en 2012 el 26.4 %,
mientras que en 2015, el 15 % afirman que sí participarían, de acuerdo con los
resultados del IMJUVE; en tanto que en Tlaxcala el 40 % de jóvenes considera que
sí participaría para hacer mejor las cosas.
Para concretar esta sección, se considera de vital importancia reconocer que
las ¿causas? principales que los jóvenes esgrimen como argumentos para rechazar o
evadir su incursión en la política es la falta de oportunidades por parte de los grupos
políticos (partidos), desempleo, desconfianza en las instituciones como la policía, asi-
mismo, la corrupción presente en todos los niveles y como consecuencia, la negativa
de integrarse a grupos políticos por sentir la falta de apoyos y oportunidades.
Si bien el contexto nacional con el contexto estatal describe una tendencia similar
de jóvenes que se niegan a participar en la política, también es pertinente, realizar un
breve análisis de las condiciones económicas que imperan en Tlaxcala para los jóvenes.

Economía y juventud en Tlaxcala


Los antecedentes más inmediatos refieren a una crisis económica de orden mun-
dial, se recurre a este contexto para buscar clarificar cuales asperezas enfrentan los
jóvenes de Tlaxcala.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), señala:

“...en la crisis económica de 2009 ese sector de la población fue el más perjudicado. El
escenario actual refiere que, en México, más de la mitad de los desempleados actuales tiene
ente 14 y 29 años de edad, siendo el grupo de entre 20 y 24 años el más vulnerable, según
datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo” (ENOE, citado en Espinoza,
2011:1; Vela, 2014:87).

Más aún, la información indica que en el año 2011, de los 16 millones de jóvenes en
edad de trabajar: “1 millón y medio no encuentra empleo” (Espinoza, 2011:1). Es
decir, el 9.4% de mexicanos considerados como Población Económicamente Activa
(PEA) se halla en estado de indefensión laboral.
A través de esta información observamos que existe congruencia entre el re-
chazo de la juventud en el aspecto político, pero a la vez expresa recelo hacia la

63
economía, y no es para menos, pues como bien responden ante la pregunta: ¿Con-
sidera que mejorará o empeorará nuestra economía nacional y cómo le afectará en un futuro?

• “Va a empeorar, en Estados Unidos ha empeorado” (Víctor Flores Vázquez, 29 años


(migrante).
• “Empeorará, me afectará, sólo para adquirir lo necesario para vivir, el gas sube cada
mes, y a veces ya ni siquiera alcanza para lo necesario” (René, 29 años).
• “Empeorará, por culpa del gobierno” (Alma Leticia, 26 años).
• “Empeorará en cuestión de la alza de precios y la baja de empleos y salarios” (San-
dra, 23 años).
• “Va a empeorar y afectará porque habrá mayor delincuencia” (Sinahí, 21 años).
• “Empeorará, le afectará que algunos jóvenes se quedarán sin estudiar y sin profesión”
(Ihering, 17 años).

Como se puede observar en esta variable de tipo abierta, la mayoría de los


jóvenes expresan una percepción de que la economía nacional empeorará y por
consecuencia estos factores afectarán a la sociedad, de igual forma a ellos mismos.

Variables económicas que afectan a los jóvenes tlaxcaltecas


Es necesario observar las coincidencias en las respuestas que emiten los jóvenes
respecto de la entrevista ya citada anteriormente, sobre todo entender que la eco-
nomía marca la pauta de desarrollo o crecimiento del país, de tal suerte que ante
la pregunta específica de ¿Cómo considera los ingresos de sus padres?, el resultado indica
que el 54. 5 % de los entrevistados definen como regular, aunque debemos tener
presente que ese concepto mostraría una medianía de los recursos y que defini-
tivamente no cubren las necesidades de las familias, pues son los jóvenes quienes
perciben que los ingresos generados por sus padres no cubren satisfactoriamente
los requerimientos de consumo cotidiano. Esta interpretación nos remite a validar
las respuestas anteriores respecto de la valoración de la política, es decir, si no exis-
te una percepción positiva de la política la coincidencia parece ociosa en términos
económicos, donde los ingresos son insuficientes.
De igual manera, el 27. 3 % que declara que los ingresos son malos, nos in-
dican que ambas variables conjuntan un 81.8 % de jóvenes insatisfechos con los
ingresos familiares. Aunque sólo el 18. 2 % definen que los ingresos de la familia
son buenos, también queda como tema a discutir, pues frente a la mayoría que se
halla en estado de pobreza y peor aún, conoce esas deficiencias claramente (ver

64
gráfico 1), nos permite enfatizar que tanto la economía como la política están es-
trechamente vinculadas en la percepción social y juvenil como los dos factores que
determinan negativamente las condiciones de vida de la ciudadanía.

Gráfico 1
¿Cómo considera los ingresos de sus padres?

Fuente: elaboración propia con datos de muestreo.

A partir de los resultados de la segunda variable, podemos inferir que los jó-
venes están plenamente conscientes de los problemas de orden social y nacional en
materia económica, todo parece indicar que la percepción negativa de la economía
está plenamente sustentada y los jóvenes como actores no encuentran acomodo en
el sistema.

Gráfico 2
¿Cómo considera la economía nacional?

Fuente: elaboración propia con datos de muestreo.

65
No es ocioso contextualizar las condiciones económicas de México, enten-
diendo que existe una profunda crisis económica a nivel mundial, donde los espe-
cialistas en economía reconocen la incapacidad de los países por generar las condi-
ciones necesarias de desarrollo social, asimismo, observando la información gene-
ral publicada en distintos medios de comunicación, lejos de percibir la existencia
de avances en materia de desarrollo económico se predicen condiciones adversas
que sin duda, en el corto plazo afectarán más a la gran mayoría de la población y
por consecuencia a la juventud. De esta manera, Armando Ruiz, reseña en la sec-
ción nacional del diario El Sol de Tlaxcala que: “Los jóvenes trabajadores entre 15
y 24 años han sido los más afectados por la crisis económica mundial, cuya tasa de
desocupación llegó a casi el 13 por ciento en 2014 – tres veces más la de los adul-
tos- y se prevé que aumente aún más en los próximos años, advirtió la Organización
internacional del trabajo (OIT)” (Ruiz, 2015:3).
Por lo tanto, con este tipo de información es comprensible que los resultados
que arroja el muestreo efectuado a los jóvenes de Tlaxcala sea en términos nega-
tivos, donde el conjunto de variables muestran los estrechos vínculos que unen a
la economía con la política, de tal manera que no han sido capaces de generar las
condiciones de desarrollo y protección para la ciudadanía, y concretamente para
los jóvenes, como se puede apreciar en el gráfico 3, éstos emiten juicios de valor en
cuanto a las condiciones económicas a nivel nacional.

Gráfico 3
Indicadores de la economía del país

Fuente: elaboración propia con datos del muestreo a jóvenes.

66
Mientras el gráfico 4, respecto de conocer cómo los jóvenes perciben si ¿Me-
jorará o empeorará la economía del país?, las respuestas resultan contundentes, el 71
% responde que ésta empeorará, sustentando las respuestas de todo el presente
documento, sin embargo, tanto el gráfico 1 y el 4 muestran que el 18.2 % de los en-
trevistados perciben positivamente las condiciones económicas, pues en el primer
gráfico respondieron que los ingresos de sus padres son buenos y en el presente
gráfico responden positivamente respecto de que la economía nacional mejorará,
pero en contraparte se halla la mayoría de jóvenes que manifiestan sus percepciones
en forma negativa.
En el mismo sentido, referir una crítica a la economía nacional, pues repercu-
te en cada individuo y de igual forma a las familias, por lo cual, sería pertinente que
los gobiernos implementaran estrategias de desarrollo que tengan como prioridad
impulsar el proceso de crecimiento o capacitación de los jóvenes para incursionar
al ámbito laboral, pues como se va entretejiendo, el conjunto de respuestas indican
una incapacidad gubernamental por cubrir los déficit de trabajo y política pública
que mejore las condiciones de vida de la población tlaxcalteca.

Gráfico 4
¿Mejorará o empeorará la economía nacional?

Fuente: elaboración propia con datos del muestreo a jóvenes.

Para completar éste acercamiento a las percepciones de la juventud con res-


pecto de la economía, se fortalece el argumento de que sus respuestas no obedecen
a meras especulaciones, sino a condiciones reales que enfrentan cotidianamente
junto con la mayoría de la población a nivel nacional, complementando que la eco-
nomía no está en condiciones de generar posibilidades de desarrollo. Alejandro
Durán reporta el día 19 de abril de 2015, que: “El Fondo Monetario Internacional

67
(FMI) recortó su pronóstico de crecimiento de la economía mexicana para este año
de 3.2 a 3.0 y para 2016 de 3.5 a 3.3 por ciento, pues aprecia un débil mercado in-
terno y ‘una orientación fiscal más restrictiva’ que contrarrestan el efecto positivo
generado por la recuperación en Estados Unidos” (Durán, 2015:3).
La realidad es expuesta con claridad por los propios organismos económicos
internacionales, sin duda que estas declaraciones ponen el acento en la macroeco-
nomía, aunque, tanto el contexto macro como el micro, al menos para la juventud
es nítida, las condiciones sociopolíticas y económicas no tienen asidero o posibili-
dades de desarrollar alternativas que permitan cubrir los déficit sociales por largo
tiempo reproducidos, de tal manera que como se observa en el gráfico 5, los indica-
dores que los jóvenes señalan como factores de que la economía empeorará tienen
distintas explicaciones, expresadas en los siguientes términos: el incremento en los
precios de todos los productos que respondieron los jóvenes (40.9 %), es un factor
determinante en la escasa posibilidad de desarrollo para la población en general, al
igual que el incremento del desempleo (22.7 %).

Gráfico 5
Indicadores de que empeorará economía nacional

Fuente: Elaboración propia con datos del muestreo a jóvenes.

Los indicadores se contraponen a la descripción expuesta por Reguillo (2012)


en el sentido de que a los jóvenes se les consideró a partir del final de la Segunda
Guerra Mundial como “sujetos de consumo”, en éste momento, siguen siendo
aspirantes a consumistas, pero con gran cantidad de dificultades que enfrentan,
asimismo, lo que ellos perciben es que se genera el incremento de la delincuencia

68
(9.1 %), que pareciera ser la puerta de salida para este sector social (Ver gráfico
5) y por supuesto, contextualizada de manera recurrente, en el sondeo aparece
el problema de la corrupción en los ámbitos político y económico, es decir, la
débil percepción positiva de una minoría de los entrevistados, contrasta con la
mayoría de respuestas que enfatizan las múltiples dimensiones negativas de un
mismo problema, donde la juventud se siente excluida, desesperanzada, con pocas
o nulas posibilidades de desarrollo y con una percepción completamente negativa
del actuar político.

A manera de conclusión
“Pienso que la economía empeorará ya que obedece a intereses de privados quienes buscan
obtener recursos para ciertas élites, sin importar las clases sociales de bajo nivel”
(Jonathan, 25 años).

Las condiciones políticas y económicas son ejes vertebradores de cualquier socie-


dad, y si no han sido capaces de desarrollar e implementar estrategias coherentes
que permitan impulsar un desarrollo más equilibrado entre los diversos sectores
sociales, generan un conjunto de sentimientos opuestos a las expresiones positi-
vas de los gobernantes en turno. Asumiendo un balance más específico, frente a
los jóvenes el actual gobierno está reprobado contundentemente y esta situación
se convierte en un grave factor de riesgo social, pues basta con hojear el periódi-
co de mayor circulación en la entidad, en su sección de Justicia, donde cada vez
se observan mayores problemas de delincuencia individual y organizada, asimis-
mo ya es común observar que participan menores de edad, que al ser capturados
en flagrancia de diversos delitos están ingresando a los centros de reclusión,
convirtiéndose en un problema de difícil manejo por parte de las autoridades y
de las instituciones.
De esta manera, si bien se plantea al inicio del presente trabajo, que la juven-
tud juega un rol determinante y que el análisis de su contexto en Tlaxcala permitirá
vislumbrar posibles alternativas de avance en materia social, a través del análisis
empírico se resume que los jóvenes tanto en el contexto mundial, nacional y local,
enfrentan condiciones cada vez más adversas, que los actores políticos y económi-
cos no han respondido a las necesidades reales de los jóvenes, por lo cual resulta
hasta cierto punto natural el rechazo, la apatía, la sinrazón de una sociedad cada
vez más consciente de sus limitaciones, de sus derechos, bajo un sistema altamente
restrictivo tanto en lo político como en lo económico pero incapaces de fomentar

69
políticas económicas, laborales, educativas, de sanidad, etc., que respondan a la
creciente demanda de bienes y servicios sociales que resulten incluyentes para adul-
tos y para jóvenes, esto permite enfatizar en la urgente necesidad de mejorar las
condiciones de vida de la población tlaxcalteca específicamente para contrarrestar
esa reacción anti política plenamente justificada de los jóvenes.

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71
Segunda Parte

Procesos de Democratización
La participación política en la construcción de la democracia
real y la realidad de la democracia en México
Gonzalo Alejandre Ramos1

Introducción
La participación calificada de política, en una sociedad desigual de entrada requiere
algunas consideraciones, una de ellas es cuando se asocia con la construcción de
la democracia, un concepto ambiguo, y como tal implica formas de participación
variadas y orientadas a tornarla realidad. Aún y cuando esa democracia se defina
sólo como electoral, en sentido estricto no existen acciones ni políticas específicas
lo suficientemente serias de ningún actor político relevante, ni del estado, para
formar ciudadanos participativos que se correspondan con esa idea específica de
democracia, y menos si es concebida como fin o ideal general.
En el supuesto de una democracia definida sólo como electoral, no toda par-
ticipación de los individuos es política, se convierte en tal, cuando deriva del juego
de los actores políticos, donde se generan algunas conexiones y acciones directas y
colaterales con efectos excluyentes, con los que se trastocan las posiciones de poder
y la estabilidad, sobre todo de los actores más débiles. De tal manera que, en tales
condiciones, la construcción de la democracia se ha reducido básicamente a la emi-
sión del voto individual de un ciudadano que podemos calificar de elemental, for-
mado en la práctica marginal de la representación política, un “ciudadano precario”,
quien “participa” de manera inducida y calculada por los actores políticos mejor
posicionados en una escala de interés. Así los ciudadanos responden básicamente a
una racionalidad vital (Buchanan y Tullock, 1993; Pliego, 2000).
Por lo tanto la democracia es un concepto teórico multifactorial, que requie-
re que nos ubiquemos, tanto en tiempo como en espacio y distingamos entre lo

1
Profesor de Tiempo Completo en la Universidad Autónoma del Estado de México, Unidad Zumpango.
gonalra13@hotmail.com.

75
conceptual y lo real, entre lo teórico y la práctica concreta que ejercen los actores
políticos. La democracia que se practica en México, vista desde la academia tiene
serios reclamos, incluso desde el sentido común hay dudas fundadas sobre su exis-
tencia real, y más sobre su práctica y sobre las instituciones del Estado que dicen
procurarla, con lo que, la credibilidad y confianza en el Estado cada vez se desdibuja,
como señala Marcos Roitman en el caso del México violento de 2014, que invita a
los analistas sociales a revisar la afirmación weberiana sobre el uso de la violencia le-
gítima del Estado, a revisar los ideales, particularmente el de la democracia, que hoy
adereza una realidad ligera y cínica, a la vez que crecientemente violenta, una violen-
cia que el Estado usa sólo por el hecho de tenerla a su disposición (Roitman, 2014).
La democracia ha variado en la historia, es un concepto antiguo que apareció
en una época en la cual la vida política estaba fuertemente segmentada, la igualdad
de los individuos no se garantizaba por el sólo hecho de sus características humanas,
se afirmaba que los individuos eran diferentes por naturaleza y por nacimiento,
Aristóteles reconoció que los telares tenían que ser operados por esclavos, no por
hombres Cerroni (1990). Pero con la modernidad los hombres nos volvimos “igua-
les” y con ello el concepto de la democracia cambió de manera significativa. A partir
de entonces y como por ensalmo la democracia fue un concepto que figuró como la
mejor posibilidad para gobernar, pero hacerla realidad implica subordinar incluso a
sus creadores, difusores y operadores.
Metodológicamente iremos de lo general a lo particular, de la teoría a la reali-
dad, en específico analizaremos el caso de México, consideraremos la situación que
guarda la legitimidad del Estado, a partir de la acción de los actores políticos que
operan la democracia, a saber: los partidos políticos, el sistema electoral y las institu-
ciones del Estado y desde luego los ciudadanos.Todo ello puede ser analizado a partir
de indicadores de la participación dentro de las formas institucionalmente estable-
cidas, la información la obtuvimos de las respuestas ciudadanas a las preguntas de la
más reciente Encuesta Nacional sobre Cultura Política (ENCUP, 2012), particular-
mente las que tienen que ver con la participación y con la democracia en México.
Nos proponemos confrontar los conceptos y la teoría con la realidad, donde
los actores juegan un papel central en las tendencias y perspectivas que enmarcan
los caminos de un supuesto proceso de democratización, al que alude el discurso,
frecuentemente la realidad va por un sendero diferente y proyecta una tendencia
de derrota de la democracia y de la sociedad como diría Zermeño (1996), este es
un fenómeno cuyas acciones evidencian la búsqueda de supuestos fines del Estado
hasta hoy no confesados.

76
Los fines de la democracia en el mundo moderno
La convivencia en paz y en armonía es una búsqueda histórica asociada a la democra-
cia, un tema que ha hecho correr mucha tinta, tanto autores antiguos como moder-
nos, en sus “obras demuestran siempre un gran interés por los problemas de la con-
vivencia humana” (Cerroni, 1990: 7), ha sido una ocupación perenne de los filósofos,
los politólogos, los economistas, los antropólogos, los juristas, y los sociólogos entre
otros profesionistas de las ciencias sociales, además de los activistas y los pacifistas.
La búsqueda histórica de la democracia ha derivado algunas fórmulas hasta
hoy poco eficaces, meros reduccionismos con serias limitaciones operativas. Es un
hecho que el mundo se ha vuelto cada vez más complejo, la modernidad inició el
análisis y la fragmentación del conocimiento. Maquiavelo se atrevió a separar la
filosofía de la política, hoy hemos separado la economía de la moral y de la ética,
pero las separaciones no han sido propiamente un avance sustancial y definitivo, la
separación ha producido fragmentación social y de los campos del conocimiento, y
con ello se han dificultado la armonía social y las acciones eficaces hacia un orden
político en perspectiva democrática.
Como bien apunta Ágnes Heller (1994) la evolución social, no es un proceso
progresivo e histórico, ni necesariamente se repite de manera mecánica, tampoco
va por un camino ya trazado y medido. O sea que las conductas no son simples,
no siempre caminan del orden al desorden y, luego del desorden al orden, así de
una manera natural y sencilla; las cosas de los individuos no se comportan de esa
manera, la regla no es llegar al máximo posible del desorden para luego ascender al
orden, tampoco hacer el mal y, cuando ya no es posible más mal, iniciar el camino
hacia el bien y cuando este ya no es posible mejorar más, se reinicie el camino hacia
el mal. Para Maquiavelo esa era una ley absoluta, mediante la cual se suceden los
hechos humanos. Para él lo bueno y lo malo sólo variaban de región en región.
Maquiavelo, desconoce el concepto de evolución social (Heller, 1994: 339),
una evolución social que ni siquiera tenemos la seguridad de que marche necesaria
u obligadamente en sentido positivo, o sea, hacia una idea de mejora continua, no
consideró que las sociedades futuras estarían en ambientes difícilmente controla-
bles, en las cuales la información y el conocimiento sería más accesible y por lo
tanto las capacidades humanas se modificarían, haciendo más complejo y hasta más
peligroso el mundo, más complicada la existencia humana y por lo tanto, un reto
para la política y para los gobiernos, los cuales hoy ya afrontan serios problemas de
gobernabilidad, sobre todo en las regiones menos desarrolladas.
Hoy el panorama se torna cada vez más complicado, la moral ya no se rige
por las reglas antaño establecidas, lo cual provoca la modificación de las conductas

77
de individuos y sociedad; con las nuevas tecnologías ha aumentado la capacidad de
hacer el bien pero también el mal, con lo cual se multiplican los posibles escenarios
políticos, las fronteras ya no son tan nítidas entre el bien y el mal, entre el desarro-
llo y el no desarrollo, entre lo público y lo privado.
El actual mundo está rompiendo esos “límites naturales” que muchos autores
creyeron estaban ahí, que formaban parte de la naturaleza humana, pero hoy la
economía neoliberal ha revolucionado el mundo, ha destapado otras potencialida-
des hasta entonces plegadas u ocultas, las cuales al desplegarse están rompiendo los
límites de la moral, la cual es ya un estorbo, una limitante para la economía neoli-
beral, impelida siempre a crecer (Buchanan y Tullock, 1993).
Para Mouffe (1990) la democracia hoy difiere sustancialmente del modelo
ilustrado, actualmente los ciudadanos están inmersos en el mundo mercantilizado,
son elementales, por lo que, la democracia del modelo ilustrado es hoy cada vez
más abstracta, este concepto ha servido sólo para avivar una esperanza que se ha
mantenido controlada, ha evitado su desenlace revolucionario, se ha anclado en
una democracia representativa, que no permite trascender. Mouffe ve la necesidad
de radicalizar la democracia a fin de salir de la prisión que significan los universales
devenidos de la Ilustración como referente inamovible. Hoy no basta con sólo nom-
brar la democracia para que esta ya sea, para Moulián el poder se ha apropiado de la
democracia, la ha trocado un mecanismo de ocultamiento y no un mecanismo de apelación
que permita convertirla en realidad, (Moulián, 1984: 314).
La democracia como abstracción ilustrada:

“… es perfectamente defendible, sin embargo se tambalea cuando las condiciones sociales


y de atributos personales, nos indican que los derechos tienen su limitante al no haber
logrado trasladarse plenamente de la norma jurídica a la vivencia del diario acontecer”
(Mora, et al, 2014: 15-16).

Empero los ideales son los deseos que no necesariamente se logran debido a
que, quizá no existen las condiciones adecuadas, se ha impuesto la fragmentación
social del conocimiento, la cual nos ha conducido a un escenario en el que, como
diría Touraine: “No podemos vivir juntos, es decir, [no podemos] combinar [las di-
ferencias y crear] la unidad de una sociedad con la diversidad de las personalidades
y las culturas” (Touraine, 1997:22).
Hoy el mundo vive en “la renuncia a todo principio de unidad, la aceptación de
diferencias sin límites, conduce a la segregación o la guerra civil” (Touraine, 1997:
22), la diversidad es la tónica de nuestro tiempo, la desconfianza de unos hacia otros
crea el ambiente social de principios del siglo XXI.

78
El ideal de la democracia se sustenta más en un deseo, el cual al intentarse
realizar desaparece o más se aleja, la realidad niega la igualdad de los individuos,
el mercado y el progreso confirman la desigualdad, el crecimiento la reproduce,
por lo cual la democracia es funcional en cuanto permite el discurso que fomente
el deseo, la democracia y la igualdad como realidad, serían un estorbo al progreso.
Aún los optimistas que le apuestan a la democracia, ven en ella grandes proble-
mas como la corrupción, Pasquino (1999) hasta ahora irresolubles, la corrupción
ha penetrado a los partidos políticos, a los grupos y a los individuos particulares,
para los cuales, robar se ha convertido en una forma no sólo de supervivencia, sino
como la forma de sustentar y sostener al sistema democrático (Pasquino,1999: 57-
64), pero con todo insistimos en la democracia como la única esperanza de avanzar
en el logro de la igualdad entre los individuos.

La democracia y la política una propuesta radical


Una sugerente idea de Chantal Mouffe (1990) es radicalizar la democracia anclada
en un origen ilustrado, en una fuente de ideales inalcanzables, cuya función central
ha sido ocultar la realidad, permitir a los actores ávidos de poder, ocultar sus pa-
siones por la dominación hacia las mayorías sociales. Sin embargo lograr radicalizar
la democracia queda aún en algo conceptual que invitaría a acciones específicas en
favor de la democratización, esa es una tarea complicada, se requeriría una cultura
política asimilada por ciudadanos más completos, que tuvieran las condiciones para
alcanzar una participación en perspectiva de hacer del Estado un bien público y no
un bien privado, como bien lo afirman Bazúa y Valenti (1993), pues la democracia
no puede existir en un marco institucional y estatal que responde básicamente a
una lógica privada, donde lo público en la realidad no existe, ya que el público no
ha logrado hacer al Estado suyo, que sirva y responda a las necesidades del público,
pues lograr lo público requiere de un proceso de publiceidad.2

Entendida la publiceidad de acuerdo con Bazúa y Valenti (1993) como el proceso por el cual el pueblo o las
2

mayorías son macroexternalidades del Estado, las que en este caso afectan a las mayorías y favorecen al Estado
como la cosa privada, este obedece básicamente a lo que Bazúa y Valenti denominan en la población de elite lo
micro, en este caso si el Estado se sobre pone o sea se comporta en la tipología napoleónica, estas élites se de-
nominarían microexternalidades, pero si son las élites las que dirigen al Estado serán microinternalidades, todo
depende de donde se ubiquen tanto minorías como mayorías hará del Estado un bien público o privado, todo
depende del apropiador de la cosa que discursivamente desde la idea de democracia se ha dicho que es de todos.
La publiceidad si se realiza hace del Estado la cosa de todo el pueblo, o sea que se genera esa publiceidad en la
medida que se convierte en una práctica de cultura política, cosa que en un Estado donde impera la pobreza es
complicado para que los individuos se conviertan en ciudadanos, sobre todo cuando carecen de lo más elemental
y cuando existe una estrecha vigilancia de sus conductas y de sus formas de organización, y eso cuando las hay.

79
Otra idea sobre la radicalización, en este caso de la política, surge de las limita-
ciones que la democracia ha provocado, tanto en su versión liberal como en la
republicana, opuestas entre sí, desde la crítica académica ya poco puede decirse de
la democracia sin tener que pensar en alternativas menos idealizadas (Máiz, 2001).
La idea de la radicalización de la democracia (Mouffe,1990; Bosteels, 2001)
por un lado, y por otro la radicalización de la política, nos indican que, sobre todo
en el ámbito académico, no se observan ya salidas sin tener que considerar las bases
sobre las que se ha construido la actual democracia, su cuestionamiento empezó
con su adjetivación, se habló de democracia verdadera, de democracia representa-
tiva, de democracia cristiana, de democracia directa, de democracia económica, de
democracia política; en fin, todos estos adjetivos lo que han provocado es confusión
sobre la idea y su práctica y por ende sobre su existencia real, por lo que, este tér-
mino ha servido para ocultar al público la comprensión y la práctica de la misma y
consecuentemente ha dificultado su realización. El mundo occidental ha agotado el
discurso sobre la democracia, al igual que al sistema de partidos Cerroni (1991),
tanto los partidos como los sistemas de partidos y electorales hoy inspiran descon-
fianza a un ciudadano en muchos casos precarizado y fragmentado, es la palabra
como término o concepto político, no la que aclara y explica, sino la que oculta las
realidades inconfesables (Mora et al, 2014).
Visto desde otros ángulos menos crudos, quizá como la realidad de algunos
países europeos, el pensar en radicalizar la democracia mediante los mecanismos
políticos sea posible mediante bases ciudadanas más reales y prácticas, sobre todo si
el modelo de ciudadano pleno es alcanzado y vivido mediante una cultura política
que le permita participar en el campo de las propuestas, y no sólo acatar lo dispues-
to de manera autoritaria, en esas condiciones quizá la democracia sea aún creíble,
pero tendría que ser una democracia no fundada en la herencia de la ilustración y
de sus universales. Una democracia que se sustente en realidades materiales, en
condiciones de vida que la permitan.
Otra realidad es la que afrontan hoy los casos de los países menos desarrolla-
dos, sobre todo los que han sido colonias de los europeos, para estos la única salida
que hoy se perfila es la radicalización de la violencia. Finalmente y quizá en un
futuro no muy lejano este fenómeno sea mucho más preocupante por su presencia
incrementada en este tipo de países. Es poco probable que la democracia electoral
pueda frenar esa tendencia.
Si el sistema de partidos y electoral son los instrumentos tradicionales para
lograr la democracia en la realidad del siglo XXI, estos se han desgastado, incluso
para el lego están en una crisis palpable e insostenible, desde el mundo de la acade-
mia hoy nos preguntamos si ¿es realmente posible reducir las correcciones eficaces

80
a una obra de ingeniería institucional? (Cerroni, 1991: 96) o sea, si es posible lo-
grar la democracia mediante procedimientos, mecanismos e instrumentos políticos
institucionalizados impregnados de una fuerte dosis de inteligencia, con la cual se
logre eliminar las fallas que hoy vemos en el sistema de partidos. El problema es
que hasta hoy no hemos encontrado como suplir a los partidos políticos que se pre-
sentan como el principal obstáculo a vencer.
Para responder, es menester considerar la variable que pregunta ¿cuál es el
sujeto que cuestiona la eficacia?, ello implica tomar en cuenta la politización de
ese sujeto, partimos de la hipótesis de que, a mayor politización de los individuos
particulares, por el momento sin considerar los medios que la hacen posible, ni
las formas de organización probables, estos se convierten en factor que reta al
sistema de partidos, o sea que, a mayor capacidad de cuestionamiento a los par-
tidos y al sistema de partidos, la democracia aparece cada vez menos posible o
más defectuosa. Podemos decir que, a mayor politización y mayor capacidad de
ejercer la crítica, mayor dificultad enfrenta el sistema de partidos para lograr el
ideal de la democracia.
Lo cual nos hace pensar en que, la realización de la democracia dependerá no
más de la existencia de un ciudadano que haya incrementado sus capacidades de
percibir la política y de ejercerla de manera democrática, o sea de un ciudadano
evolucionado y mejorado por decirlo de esta manera, sino de todo lo contrario, o
sea de lograr atenuar su agudeza y con ello su capacidad crítica, de cuestionamien-
to y de capacidades propositivas y de articular y construir alternativas, las cuales
podrían ser distintas a la democracia representativa, en tanto la representación se
estaría develando como una ficción o como un mecanismo ineficaz parcial y co-
rrompido, este escenario dibuja la realidad de la democracia y no la democracia
como realidad.
En México derivado de un consenso mundial apoyado por los organismos
multilaterales como la ONU, la OEA, la OCDE entre otros, por ley se asume la
democracia como la forma de gobierno a la que debemos aproximarnos tanto en
el gobierno como en los partidos políticos. En la realidad: “Todos los partidos po-
líticos con registro oficial apoyan la democracia. No obstante, los partidos tienen
concepciones diversas de qué es la democracia y de las prácticas políticas que esta
conlleva” (Emmerich, 2009: 61).
Este panorama constituye los entretelones entre actores e instituciones, tanto
de tipo interno como externo, básicamente centrados en constituir los procesos
electorales ocupados y preocupados todos, por establecer la democracia en México
como una realidad, sin embargo la realidad de la democracia es un tanto distinta,
pues un modelo general enfrenta las condiciones de la realidad local.

81
La democracia en el México del siglo XXI
Pablo González Casanova publicó en 1965 La democracia en México un texto que
concibió a la democracia no sólo como un asunto político, sino que tiene que ver
con el desarrollo económico del país, cuya población heterogénea vive su reali-
dad, una realidad que vincula “...la economía con la sociología o con la ciencia
política...” (González, 1986: 14), una realidad que no se maquilla, que no oculta
nada, que no aísla, ni separa lo que de suyo se presenta de manera simultánea y
correlacionada. La democracia no es entonces una cosa exclusivamente relativa a
la participación de un ciudadano definido como una persona que haya cumplido 18
años y que tenga una forma honesta de vivir; un ciudadano, por decir natural, en
tanto los requisitos se los da la edad y esa forma honesta de vivir queda muy inde-
finida, esos atributos por sí solos no lo hacen apto para participar en los procesos
electorales y esa participación no lo convierte en ciudadano activo. La democracia
es más que una palabra, alude a una realidad histórica de desigualdades sociales que
prometió resolver la ideología de la revolución y hasta ese momento, 1963 cuando
concluyó el libro González Casanova, no habían podido ser resueltas.
Por ende la democracia no es sólo electoral o sólo cosa política, y que deje de
lado los problemas ingentes de la pobreza. Conjuntar lo político con lo económico
permite debatir la existencia o no de la democracia, cosa muy distinta a la idea de los
transitólogos, quienes han puesto énfasis en el aspecto de la alternancia de los gru-
pos o partidos políticos que luchan por el poder mediante un proceso electoral legal
e institucional, donde a los ciudadanos, tal cual son, realizarán la democracia sólo
como cosa política, pues únicamente les corresponde participar por esos cauces.
También existe hoy entre algunos analistas y políticos la confusión de la demo-
cracia con la gobernabilidad, parten de una idea implícita y en ocasiones explícita
de que la democracia es la solución a la gobernabilidad, “Uno de los desafíos más
importantes que enfrenta la democracia mexicana […] es la creciente demanda de
gobernabilidad” (Córdova, 2007: 79) aquí el problema es la gobernabilidad que
se equipara con la democracia. ¿Quiénes piensan que la democracia es una suerte
de gobernabilidad?, quizá sean los propios partidos políticos, quizá otros actores
preponderantes en la economía o hasta algunos intelectuales; en estricto sentido lo
que sucede es un intercambio de opiniones entre actores políticamente relevantes,
entre los que no necesariamente se encuentra el grueso de la población que se cir-
cunscribe básicamente a emitir su voto.
Si bien la gobernabilidad puede ser un resultado de la democracia, eso no im-
plica que la democracia se deba de buscar mediante la gobernabilidad, esta debe ser
un resultado y no un medio. Por otro lado la democracia en México como en otros

82
países es una democracia representativa, cuya representación en este caso queda en
manos de los partidos políticos que logran el triunfo de algunos de sus candidatos,
pero afirmar que la democracia busca la gobernabilidad a través de los consensos
de las representaciones, no es algo que los partidos tengan en cuenta, o que les sea
indispensable o forme parte de sus intereses, pues si sus objetivos son obtener un
espacio de poder político, este se cumple al formalizar los resultados de cada elec-
ción y, en este caso, el triunfo es parcial, cada partido obtiene una parte del poder,
la negociación con otros partidos en todo caso puede ser antes de la elección con
raras excepciones es después.
Hablar de una “gobernabilidad democrática”3 es anteponer el concepto, el in-
terés y la práctica de la gobernabilidad a la democracia, la cual sería el fin que dicen
perseguir el Estado y la sociedad, si se recurre a la democracia como medio, para al-
canzar gobernabilidad, la democracia queda así condicionada por la gobernabilidad.
El consenso y la negociación hacen posible la gobernabilidad, pero los resultados de
la negociación y del consenso no son propiamente la democracia. Aquí el problema
es el concepto de la democracia, pues cada actor la refiere desde distintos ángulos y
posturas ideológicas políticas y económicas. En la práctica discursiva la democracia
se ha convertido en parte de un discurso mediático y ligero para un público poco
acucioso y agudo en la comprensión de conceptos complejos, como lo es la demo-
cracia, cuya práctica se ha reducido al voto.
Un punto central del debate sobre la democracia es, si como ideal, puede lo-
grarse, y en ese caso, si puede satisfacer a todos los sujetos que la buscaron, pues
siendo estos muy desiguales, dicha democracia será concebida de manera diferencial
y heterogénea, tal cual son los sujetos que la piensan y la construyen, ellos son quie-
nes la validarán con rigor o sin él. La democracia será homogénea cuando el mundo
también lo sea, mientras existan culturas políticas existirán democracias acordes con
los sujetos que las practican y las construyen, por lo que los parámetros no pueden
ser los mismos para todo el mundo, en tanto no logren empatarse la realidad con el
ideal de la democracia será sólo discurso político y meta referencial, la cual no está
hecha para ser alcanzada; hoy la realidad de la democracia va más allá de la teoría. A
continuación abordamos un estudio empírico con base en los resultados que arrojan
las preguntas que aluden a nuestro tema y que se aplicaron en la ENCUP 2012.
3
Lorenzo Córdova alude la “gobernabilidad democrática” como un reto que consiste en fundar dicha gober-
nabilidad democrática en el mayor consenso posible y, sobre todo en el más profundo respeto por opiniones
divergentes. “Democracia significa [para Córdova] consensar, no imponer” (Córdova, 2007). Sin embargo si
se impusiera la “democracia” es evidente que esa no sería democracia y, en el caso del consenso este se pro-
pone un hacer en nombre de las partes de la población que dicen representar como partidos, en todo caso
serían acuerdos cupulares que ya han sido muy cuestionados por generarse frecuentemente alejados de los
compromisos asumidos con sus representados.

83
Las ENCUPs y la democracia en México
Si la democracia es una forma de vida en la que influyen los medios materiales con
que cuentan los individuos para vivir su vida, en México al ser un país con índices
de pobreza de hasta un 70% de su población nos indica que, lograr la estabilidad
social requiere de intentar separar la asociación entre satisfactores para la vida y la
cosa política.
Si analizamos las preguntas y las respuestas de la quinta ENCUP aplicada en
México en 2012, tanto por la estructura de las preguntas como por los resultados
que se han obtenido en su aplicación, encontramos que, el tipo de preguntas inten-
tan detectar si existe una real separación entre los medios de vida y la actuación
política, o por el contrario esta asociación se ha incrementado.
Concretamente retomamos algunas de las preguntas de la sección III deno-
minada “Percepciones sobre la democracia” que estarían en relación directa con
nuestros objetivos, estas van de la 13 a la 29. Y para analizar la participación de la
ciudadanía, tomamos de la sección IV denominada “confianza en las instituciones”,
las preguntas que hemos considerado más representativas para nuestros objetivos,
las cuales van de la 30 a la 39.

Algunos supuestos de la democracia real


Por ejemplo la pregunta 13 que abre la sección es: de las siguientes frases que le voy a
mencionar ¿cuál es la que se acerca más a su manera de pensar? Donde una posible res-
puesta puede ser: 1) La democracia es preferible a cualquier otra forma de gobier-
no; o 2) En algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a
uno democrático; 3) A la gente como uno le da lo mismo un régimen democrático
que uno autoritario.
Al respecto podemos observar que las preguntas parten de un supuesto implí-
cito no corroborado de que, la ciudadanía a la que se le pregunta conoce y sabe qué
es la democracia, así, simplemente por su proceso de experiencia y de vida y por
los referentes que haya logrado acumular y sea capaz de asociar para entender de
alguna manera (la que sea) a qué se refiere la pregunta que trata sobre un concepto
como la democracia.
Si bien hoy en día existe una serie de posibilidades para que los individuos
se enteren sobre que es la democracia, la realidad es que se ha dejado que lo
aprenda como pueda, lo cuestionable de esta pregunta es que estaría midiendo
efectivamente una percepción tal cual se da de manera natural, pues emprender

84
una acción para educar a la ciudadanía en los valores y prácticas de democracia
sería algo distinto y con objetivos diferentes, además de los costos económicos
que ello implica.
Los resultados obtenidos de la ciudadanía sobre esta pregunta son:

1) El 58.11%; acepta que la democracia es preferible.


2) El 21.02 % que propone el autoritarismo antes que la democracia.
3) El 16.84% acepta que es lo mismo o le da igual el autoritarismo que la
democracia.
4) El porcentaje restante del 4.03% representó el no sabe y el no contesta.

Podemos observar que a pesar de que no existe un programa específico para for-
mar a los ciudadanos en la idea y la práctica de la democracia, no aceptan el auto-
ritarismo, el cual parece que asocian con la autoridad extrema y arbitraria y por lo
tanto lo consideran negativo y el porcentaje más elevado decide que es preferible
la democracia. Lo que podría estarnos indicando no una mayor conciencia política
de los ciudadanos, sino una ciudadanía que vería una disyuntiva simple, polar y
poco halagüeña, entre la democracia como el ejercicio del poder del que se les
dota a los políticos representantes para defender lo social, y el autoritarismo como
peligro declarado y evidente hasta al sentido común que atenta contra la supervi-
vencia de ese ciudadano.
La pregunta 14 intentaría poner a prueba la convicción del ciudadano y pro-
cede a preguntarle: ¿qué tan de acuerdo o en desacuerdo está usted con la frase?: 1) La
democracia es peligrosa porque puede causar problemas; 2) El país funcionaría
mejor si fuera gobernado por líderes duros; 3) El gobierno es más autoritario que
democrático. Al respecto los resultados son:

1) Muy de acuerdo 6.82%;


2) De acuerdo 35.05%;
3) En Desacuerdo 45.84%;
4) Muy en desacuerdo 8.33%.

Como podemos ver en la respuesta de la ciudadanía un porcentaje muy bajo


dijo estar muy de acuerdo, y la mayoría está centrada en de acuerdo y en desacuerdo,
lo cual puede estarnos indicando que un 35% de la ciudadanía es capaz de reflexio-
nar sobre la ambigüedad de la democracia, o sea que no hay una idea clara de lo que
es y que acepta que es posible que por la ambigüedad derive problemas, y que estos
no necesariamente son peligros al no ser entendida como un bien general.Y un sig-

85
nificativo 45% tiene una mayor claridad sobre lo positivo que estaría implícito en el
termino democracia, de tal manera que, quienes están enterados y tienen una con-
vicción de lo que es la democracia y sus posibles riesgos y beneficios es un 80.89%,
al cual se le suma el restante muy en desacuerdo, por lo que el porcentaje que recha-
za definitivamente que la democracia pueda ser negativa, en México es el 89.22%,
el cual tiene preferencia por la democracia, ya sea con convicción absoluta, con
convicción reflexionada y con reflexión que admite la posibilidad de la ambigüedad.
Todo ello considerando la realidad de que es una ciudadanía que no ha sido
educada específicamente en los valores de la democracia, tal cual se estaría practi-
cando en México, sino en una idea y práctica muy general.
En las preguntas 15 y 16 se alude a rescatar información de esa percepción
ciudadana, o sea si considera que México vive en una democracia y que si está
satisfecho con ella. Respecto de la 15 sólo un 30.89 % dice no vivir en una demo-
cracia, de lo que se puede deducir que, quizá es crítico de ella tal cual vive. Y en
la 16 que alude a su satisfacción, en los resultados encontramos que, sumado el
muy satisfecho y el satisfecho suma el 30.11%. El resto se divide entre los no sa-
tisfechos, insatisfechos, ni insatisfechos y tan solo el de los poco satisfechos es del
34.46%, los cuales ya se pueden considerar coyunturalmente críticos del sistema
que maneja la democracia.
Las preguntas 17, 18, 19 y 20, aluden a detectar la anuencia, disposición o
confusión de la ciudadanía respecto de la posibilidad de separación de la política
y la economía, plantea las preguntas a manera de disyunción y de exclusión entre
estas dos áreas.
Las preguntas 22 a la 29 le plantean al ciudadano se defina sobre posibles
escenarios donde la democracia sería el aspecto central para la toma de decisiones
o para la solución de problemas, a lo cual el ciudadano tiene respuestas variadas
pero que en este caso dejamos de lado, no por irrelevantes, sino porque lo que nos
interesa mostrar es el ideal que subyace sobre democracia y la realidad de la misma
en el caso de México.
A continuación veremos el aspecto de la ciudadanía, el cómo se comporta en
cuanto a la participación ya no en escenarios figurados, sino mediante opiniones y
datos que nos proporciona la ENCUP, al respecto retomamos algunas de las pre-
guntas seleccionadas de acuerdo a su posible postura política y su posible participa-
ción frente escenarios de reforma, readecuación o reconfiguración del sistema que
promueva la democracia y la participación política en México.

86
La participación ciudadana en la construcción de la democracia
La democracia no preexiste per se como modelo al cual los individuos y las colecti-
vidades se apegan, es más bien una construcción de los ciudadanos, y estos tampoco
existen por el sólo nombre de ciudadanos, sino por una práctica cotidiana que va
más allá de las acciones, tanto de fines políticos como económicos, los cuales hacen
las formas de vida individuales y colectivas, de tal manera que, con la construcción
de la democracia se constituyen los ciudadanos de manera paralela y reciproca me-
diante su participación y la acción.
En México la participación ciudadana como un concepto y praxis, aquí la con-
sideramos no únicamente la que canaliza al ciudadano por los cauces institucionales
ya existentes, sino como una participación alternativa, lo cual puede encontrarse
en las respuestas a algunas de las preguntas contenidas en el instrumento de las EN-
CUP. Las cuales fueron seleccionadas conforme a la posible postura política de los
ciudadanos, a la relación que puedan o no ver entre la política y la economía, a las
acciones que realizan como formas de participación, a su conocimiento que tienen
sobre el ser ciudadano y conforme a las posibles acciones no institucionales, lo que
conforma el marco de su acción participativa.
Para tal propósito nos basamos en las preguntas diseminadas en las secciones
V, VI,VII,VIII y en la XIII, lo cual hablaría del nivel alcanzado en las perspectivas
ciudadanas y de su convicción participativa, así como de las modalidades que pre-
fiere o ve como recurso ante las acotaciones y limitaciones que hace el Estado y el
sistema político.
El orden de las preguntas tal cual aparecen en la ENCUP no necesariamente
se corresponde con el nuestro, iniciamos con la idea o el conocimiento que tiene el
ciudadano de lo que es ser un ciudadano que plantea la pregunta 51.
Al respecto la respuesta que más se eleva en el porcentaje y que es del 50.75%
es la relativa a “Tener derechos y obligaciones”, el 14.63 la concibe como tener
responsabilidades y el otro porcentaje significativo es del 12.99% y es el que lo
concibe como poder votar, lo que en síntesis se puede englobar o hasta sumar a la
respuesta que dice tener derechos y responsabilidades.
La pregunta 37 plantea al ciudadano: ¿qué tan interesado está usted en la políti-
ca? A lo cual en la respuesta nosotros destacamos los porcentajes más significati-
vos: Mucho 15.67%; Poco 64.67%; Nada 19.15%. O sea que si consideramos los
que están poco interesados y los que están muy interesados tenemos un 80.34%.
Sin embargo habría que considerar cuál es la forma de canalizar ese interés, el
cual no necesariamente sería conforme al sistema institucionalizado o creado
para tal caso.

87
La pregunta 38 plantea: ¿la política contribuye o no a mejorar el nivel de vida de
todos los mexicanos? Esta es un instrumento que permite ver si el ciudadano relaciona
la economía con la política o bien las concibe separadas. Y en la respuesta obtenida
destacan tres porcentajes: Si contribuye el 35.41%; Contribuye en parte 41.75%;
No contribuye 20.73%. Al respecto podemos notar que quienes relacionan la polí-
tica con la economía suman un 77.16%, lo cual devela un dato adverso para quienes
intentan plantear la idea de democracia asociada sólo con las acciones políticas y
electorales, o sea con el ejercicio del voto con significado puramente político.
La pregunta 39 plantea: por lo general, cuando usted está conversando con algunas
personas y éstas empiezan a hablar de política. ¿Qué hace usted? Esta pregunta estaría
orientada a detectar si el ciudadano se inhibe o tiene temores al hablar de política
con otros, pues quizá piense que lo pueden detectar en cuanto a un posible organi-
zador o activista social y político. Al respecto la respuesta obtenida es la siguiente:
Deja de poner atención cuando empiezan a hablar de política, 18.88%; Usualmente
escucha, pero nunca participa en la discusión, 42.10%; Generalmente participa en
la discusión y da su opinión 23.03%; A veces da su opinión 15.08%. Si sumamos los
porcentajes de los que escuchan pero nunca participan en la discusión, los que ge-
neralmente participan y dan su opinión y los que a veces dan su opinión ello agrupa
a los que les interesa la política y suman 80.21%, eso sin contar que los que contes-
taron que dejan de poner atención pudieron hacerlo por estrategia, lo cual nos daría
que más de un 80% tienen alguna postura política en diferentes grados.
La pregunta 44-a también nos sirve para ver la posible postura política de
los ciudadanos y plantea: ¿qué tan de acuerdo o en desacuerdo está usted con la frase:
Los ciudadanos deben obedecer siempre las leyes aún cuando sean injustas? Esta pre-
gunta intentaría detectar el porcentaje de sumisión como un sinónimo de buen
ciudadano. Al respecto tenemos la respuesta siguiente: De acuerdo 37.30%; En
desacuerdo 46.60%.
La pregunta 44-b plantea: ¿qué tan de acuerdo o en desacuerdo está usted con la
frase: Los ciudadanos pueden cambiar las leyes si no le parecen. Esta pregunta implica la
posible participación en alguna forma o dirección. La respuesta es: De acuerdo
33.75%; En desacuerdo 46.07%. Aquí se ve que la mayor parte de los ciudadanos
consideran difícil poder incidir en el cambio de manera efectiva, sobre todo si co-
nocen los cauces institucionales, pero ambos porcentajes están interesados en un
cambio y mejoría de las leyes.
La pregunta 44-c plantea: ¿qué tan de acuerdo o en desacuerdo está usted con la
frase Los ciudadanos pueden desobedecer las leyes si le parecen injustas? Esta pregunta va
dirigida a detectar la posible desobediencia civil en alguna modalidad, y la respuesta
es la siguiente: De acuerdo 31.06%; En desacuerdo 47.92%; Muy en desacuerdo

88
13.68%. Aquí lo que podemos observar es que la vía de la desobediencia civil sólo
la conciben un 30%, mientras que para un 61.60% no es una opción que consideren
muy acertada por algunas razones aquí no expresadas.
La pregunta 46-1 plantea: ¿qué tanto respeta usted la ley? Esta pregunta resulta
un tanto reveladora, a la cual quizá el ciudadano no sea muy veraz en la respuesta,
pues es posible que desconfíe del uso de la información y podría ser calificado de
sospechoso aún y con la promesa de ser información confidencial. A lo que los
ciudadanos responden en una escala donde 0 es nada y 5 es mucho, destacan solo 3
rubros: el 3 suma el 13.70%; el 4 suma el 28.31% y el 5 suma el 54.10%.
La pregunta 57-1 plantea: Durante el último año, ¿asistió a alguna reunión de las
siguientes organizaciones? Juntas de vecinos. Escogimos esta pregunta en tanto es la que
más puede encubrir los objetivos y se presta más a cubrir algunas posibilidades de
reunión con objetivos diversos más en pequeño y donde se expongan más proble-
mas comunes y cercanos a todos ellos, ya que las otras derivaciones de la pregunta
57 resultan de interés más tenue. Aquí la respuesta fue: Si 41.57%; No 58.40%. Es
el porcentaje más significativo donde los ciudadanos responden en un porcentaje
alto afirmativamente.

A manera de conclusión
El ciudadano y su participación, son dos conceptos del discurso del Estado mexi-
cano y sus instituciones, la realidad camina por senderos distintos fundados en las
experiencias y formas de vida cotidiana. Ni el Estado ni sus instituciones cuentan
con políticas serias y eficaces de formación ciudadana, por lo cual, la democracia,
la participación y el ciudadano, son alusiones forzadas, fragmentos idealizados
que paulatinamente favorecen la emergencia de una realidad real y disidente que
crecientemente se rebela a ser canalizada, inducida, limitada, moldeada y vigilada
por el Estado.
Las Encuestas Nacionales sobre Cultura Política (ENCUP) han servido de
instrumentos detectores de la real democracia y la real ciudadanía en México. La
realidad de la democracia y de la ciudadanía difieren de los conceptos implícitos
en el discurso político de la clase política y del sistema electoral, el cual es cada
vez menos funcional aunque no exista hoy en día una forma de sustituirlo. Puede
observarse que la ciudadanía no confía en el inocuo uso e imparcialidad de la infor-
mación vertida en las ENCUP, pues la asocia a la toma de decisiones para preservar
la estabilidad del sistema político por medios restringidos y no por una apertura
democrática y participativa.

89
Así la democracia real es producida por las limitaciones inherentes a la partici-
pación ciudadana mediante mecanismos y medios institucionalizados, en los hechos
las instituciones político-electorales intentan separar los aspectos económicos de
los políticos, sobre todo cuando los económicos son los responsables de los niveles
de vida de pobreza, o en todo caso unificarlos en momentos coyunturales de elec-
ciones y detonar la participación política mediante el voto comprado o negociado,
para lo cual la pobreza se convierte en funcional al sistema político electoral.
La democracia ideal ha sido hasta hoy funcional al discurso político como me-
dio para fomentar la participación electoral, aunque en el fondo esta no sea una
meta a alcanzar en la realidad de las acciones y las instituciones político-electora-
les, lo cual denota el agotamiento de los recursos de la democracia y el discurso y
contenido de la misma, la realidad es que la democracia como promesa de realidad,
cada vez tiene menos credibilidad y vigencia.

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91
La agenda municipal, elementos para la democracia
y la gobernanza local en méxico
Ricardo Joel Jiménez González1

Introducción
El 26 de septiembre de 2014 cuarenta y tres estudiantes de la Normal Rural de Ayot-
zinapa fueron desaparecidos por fuerzas policiacas municipales. En esta vorágine es-
tuvieron implicadas las autoridades municipales de Iguala, Guerrero, en complici-
dad con el crimen organizado. Ahora se conoce que este suceso además contó con la
anuencia y conocimiento de autoridades estatales e integrantes de partidos políticos.
¿Qué nos hizo llegar a esta situación como sociedad cuando hace poco más de dos
décadas el municipio representaba una esperanza a favor de la transición democrática?
El presente artículo retoma la Agenda Municipal para situar algunas propuestas
que permitan reencontrar el camino hacia la democracia participativa. Se hace énfasis
en asumir al ámbito municipal desde sus tres componentes: sociedad, gobierno y te-
rritorio, sobre el supuesto de que la crisis que atraviesa el país es origen y resultado,
entre otras cosas, de las limitaciones estructurales del diseño institucional municipal,
pero consideramos que es precisamente mediante procesos de democratización de la
vida pública municipal como podría revertirse, en algún grado, esta situación.
¿De qué hablamos cuando hablamos de democracia local? En los noventa se
colocó en la agenda política un cuestionamiento al modelo del Estado centralista.
Se trató de una crítica sobre la legitimidad del poder gubernamental derivado del
sistema de la democracia representativa. La escala local adquirió relevancia en una
doble dimensión: por un lado, como espacio físico, y por el otro, como espacio po-
lítico. Esto significó que lo local se convirtió en una arena donde diversos actores no
gubernamentales promovían cambios que a escala regional o nacional no lograban

1
Coordinador de la sede D.F. del Centro de Servicios Municipales “Heriberto Jara”, A.C., (CESEM). ricar-
doj67@hotmail.com

93
obtenerse. Se colocó en el escenario la posibilidad de generar cambios -por vía de
la participación ciudadana- sobre las formas de actuación de los gobiernos locales y
la manera de abordar y decidir sobre los asuntos públicos. Desde lo local se le dio la
espalda a la democracia representativa para apostar a una democracia participativa
y deliberativa. Ya no bastaba para las ciudadanías locales con sólo con ejercer su
derecho a votar y tener representantes sin legitimidad.
Era un momento histórico simbolizado por la pérdida del monopolio guber-
namental y de las autoridades sobre las decisiones públicas y la entrada a la arena
de las decisiones por parte de diversos actores de la sociedad. Lo público ya no se
reducía a la actuación y responsabilidad del gobierno, ahora los asuntos públicos
eran deliberados y, en su caso, decididos por diversos actores sociales emergentes
y/o históricamente excluidos de las decisiones.
Manuel Canto señala sobre este momento de cambio:

“...las situaciones descritas están marcando con claridad el fin de una época; lo que no está muy
claro son los signos de lo nuevo, pero con certeza uno de ellos es la participación de la sociedad
en los asuntos públicos, que ya no se reduce a la sola delegación del poder, sino que se trata
ahora de una demanda de involucramiento en el gobierno de la sociedad, cuyo análisis ha re-
querido poner en el centro de la discusión la categoría de la gobernanza” (Canto, 2010: 21).

Jan Kooiman (2005) distingue tres nuevas características estructurales en las


sociedades contemporáneas: la dinámica, la complejidad y la diversidad; esto hace
emerger nuevos patrones de relación Estado-sociedad y por lo tanto de reconocer
que un solo actor no puede por sí solo dirigir la vida pública. En este sentido:

“Desde esta perspectiva típicamente tocquevillista la democracia participativa organiza-


da a nivel local, es evocada, en primer lugar, en las democracias modernas para reconstruir
un orden político en plena transición. Es cierto que la democracia local, fundada sobre
el principio de la participación y no solamente de la representación política, desarrolla
supuestamente un sentimiento de pertenencia a una comunidad, el compromiso, la gene-
rosidad, el sentido de la moralidad, el interés por los asuntos públicos, más allá de los
intereses individuales –tanto de virtudes y de “competencias cívicas”– que distinguen la
democracia representativa de la democracia participativa” (Jouve, 2004).

John Gaventa (2006) advierte sobre los aspectos que deben existir en una demo-
cracia local participativa: 1) que los actores no gubernamentales tengan acceso a la
participación en la gestión de los asuntos públicos de su interés 2) la construcción
de nuevas relaciones entre la sociedad y los actores gubernamentales, esto es, un

94
sistema horizontal en las relaciones bajo reglas democráticas; 3) reconocimiento de
las formas tradicionales de participación y la posibilidad de ir más allá de los marcos
“formales” de participación ciudadana; 4) nuevas formas de participación, interlocu-
ción, deliberación y rendición de cuentas, para que los actores no gubernamentales
estén informados y obtengan respuestas sobre las acciones y decisiones de los actores
gubernamentales; 5) garantizar los derechos, haciendo patente el derecho a partici-
par más allá de votar; 6) la existencia de mecanismos para impulsar formas inclusivas
y deliberativas de concertación entre los ciudadanos y el Estado, esto es, ampliar “la
voz” de los ciudadanos en diversos foros para la planificación participativa y la toma
de decisiones conjunta, la realización de consultas ciudadanas; 7) la existencia de
formas directas de participación popular como ejercicio de soberanía popular; 8) la
construcción de diversos espacios de participación y apertura a los actores excluidos
de los espacios formales de participación; 9) la construcción de espacios alternos
para diseminar los espacios de poder y de toma de decisiones para romper el centra-
lismo y el verticalismo de las decisiones, de los recursos y de la información.
A los anteriores aspectos se pueden agregar: a) constitución de redes amplias de
actores, autónomas del gobierno, que busquen deliberar, y en su caso, solucionar pro-
blemas comunes junto con los actores gubernamentales y privados (Jiménez, 2014); y
b) fortalecer la agencia y discurso de los actores gubernamentales y no gubernamen-
tales (Long, 2007) para adentrarse a procesos de deliberación, diálogo y consensos.

La última Reforma Municipal, ¿Una apuesta a la democracia local?


La última reforma al artículo 115 Constitucional, que da orientación a la vida mu-
nicipal en nuestro país, aconteció en 1999 como epílogo de un proceso de alternan-
cia partidista vía una amplia movilización nacional de parte de diversos sectores de
la sociedad que se inauguró en el ámbito municipal. Se trató de un proceso nacional
denominado por Carlos Rodríguez (2009) como una marea municipalista, un tsunami
ciudadano, un momento de efervescencia social donde se construyeron a la par de
la alternancia partidista local formas de gobierno local democráticas e innovadoras.
Este proceso de alternancia partidista formaba parte de la llamada transición
democrática. Al paso del tiempo se constató que la alternancia partidista no fue
suficiente para consolidar actores, instituciones, mecanismos y espacios que permi-
tieran consolidar una democracia local participativa en el país.
Con la reforma se establecieron las bases para asumir al municipio como ám-
bito de gobierno, dándole un status similar al que tienen los gobiernos estatales y el
gobierno federal. Con ello se establecía –en teoría- un nuevo esquema del sistema

95
federal en el que el municipio era integrante; sin embargo el municipio no for-
ma parte políticamente del Pacto Federal, por lo que los municipios se mantienen
como destinatarios de las decisiones y de las políticas públicas estatales y federales.
La reforma mantuvo los claroscuros históricos mismos que hasta nuestros días
caracterizan al ámbito municipal: escaso margen de libertad y autonomía, como
posibilidades políticas que permitan emprender a las sociedades locales actos de
autodeterminación para plantear alternativas a la forma tradicional del uso del po-
der gubernamental.
En el actual artículo 115 Constitucional se advierte que los ayuntamientos tie-
nen facultades en un sentido, pero se les restringen en otro, una especie de “libertad
acotada”, situación que adquiere relevancia cuando las autoridades y los actores lo-
cales no gubernamentales y privados enfrentan diversas problemáticas en un marco
de limitadas facultades municipales y con escasos recursos financieros.
Esta reforma de 1999 tampoco abordó el reconocimiento de la heterogenei-
dad municipal. Se habla del municipio y no de los municipios como un aspecto que
reconozca la pluralidad local. El modelo de municipio asentado en el artículo 115
Constitucional es más de carácter urbano que rural, o semirural, porque se hace
alusión sobre servicios públicos que debe prestar el ayuntamiento, los cuales mu-
chas veces rebasan la realidad de los municipios rurales e indígenas. La reforma
continuó asumiendo a las autoridades locales más como prestadores de servicios
que como actores y promotores de procesos de desarrollo.
No se esclarecieron las tensiones existentes en el esquema federal entre los
tres ámbitos de gobierno en aspectos claves como la asignación de recursos (tanto
en sus porcentajes, como en los mecanismos de asignación), así como de los pro-
gramas sociales impulsados desde el ámbito federal y estatal, mismos que se con-
vierten en instrumentos de control político y social.
El esquema hacendario y fiscal federal traducido en la etiquetación de los recur-
sos asignados a los municipios (ramo 28 y ramo 33) privilegia la centralización, su-
mado a un control gubernamental y partidista en su manejo, asignación y aplicación.
En esta reforma municipal las reglas de representación ciudadana no se tras-
tocaron, dejando intactas las formas tradicionales de elección y de asignación de
espacios dentro de los cabildos privilegiado a las mayorías y la forma de represen-
tación de los regidores permanecen “difusa” ya que no queda claro qué rol tienen, a
quiénes representan y deben rendir cuentas.
Los espacios de participación quedan acotados a esquemas para acceder a re-
cursos y aplicarlos (comités), dejando de lado las diversas forma sociales de repre-
sentación y de participación, e inclusión de los sectores minoritarios, así como de
las formas tradicionales de organizarse y tomar decisiones.

96
Al respecto Adriana López Monjardín señala que:

“La reforma municipal al Artículo 115 constitucional en 1999 no representó ningún


avance respecto a los mecanismos de participación ciudadana y rendición de cuentas
en los municipios rurales. …es una reforma municipal que se convierte en un texto que
trata de la relación de unas instancias de gobierno con otras, pero omite la relación entre
gobernantes y gobernados….el nuevo Artículo 115 impone modalidades uniformes para
la integración de los ayuntamientos, que deben estar formados por un presidente y el
número de regidores y síndicos que la ley estatal determine. Así se está legislando a favor
del presidencialismo y en contra de la libre integración de los ayuntamientos, cuando que
las demandas populares confluyen en la necesidad de construir espacios de gobierno más
colegiados y con mayor participación y vigilancia ciudadana. Los cabildos abiertos, los
parlamentos ciudadanos, las asambleas y los concejos municipales, quedaron, simplemen-
te, fuera de la ley…. La ley no prevé la representación territorial de los ejidos, comunida-
des, agencias municipales, poblados, barrios o colonias, que integran el municipio, cuando
que uno de los problemas más sentidos de la población es la concentración de poder y los
recursos públicos en las cabeceras municipales, en detrimento de las demás localidades”
(López Mojardín citada en Fox, 2002).

Se mantienen fuertes limitaciones sobre las figuras de autoridades comunita-


rias dentro de los municipios, estas autoridades auxiliares (delegados, agentes) son
vistos como “empleados o mensajeros” de los alcaldes. Aisladas, sin presupuestos,
ni facultades, se vuelven figuras frágiles eliminando su enorme potencial en la vida
cotidiana y democrática de las comunidades.
En años recientes se han sumado nuevos elementos a la vida municipal que re-
sultan trascendentes como es el derecho ciudadano a la transparencia y el acceso a la
información pública gubernamental en tanto que se establece la responsabilidad de
los sujetos obligados (ámbitos de gobierno) a presentar a la vista de la ciudadanía una
serie de información respecto a su desempeño, sus atribuciones y funcionamiento,
así como en la aplicación de los recursos. Tras la aparición de la ley federal de trans-
parencia y acceso a la información en el 2002 y la serie de leyes locales, los muni-
cipios son sujetos obligados a otorgar, presentar y sistematizar información pública.
Si bien la existencia de estas leyes no produce necesariamente que se desmon-
te el diseño de opacidad institucionalizado de los ayuntamientos, ni que tampoco
se ventilen los asuntos públicos y se amplíen los marcos de intervención para la
participación de los actores no gubernamentales y privados, en este derecho radica
una oportunidad para los actores sociales interesados coadyuven a vigilar la manera
en cómo se desempeñan las autoridades municipales respecto al uso de los recursos

97
públicos y la toma de decisiones. Este derecho ciudadano puede detonar importan-
tes transformaciones dentro de las administraciones municipales (Jiménez, 2015).

La Agenda Municipalista Los elementos eje


de la Agenda municipalista2
Es un proyecto académico y político emprendido por diversos actores interesados
(stakeholders) por coadyuvar a democratizar la vida local. Se apostaba a rediseñar
al municipio desde su concepción hasta sus facultades y responsabilidades a fin de
fortalecer el esquema federal y posibilitar procesos reales de desconcentración y
descentralización de las funciones públicas. El municipio como base del sistema
político administrativo debía ser fortalecido desde su base social, administrativa,
política y gubernamental. Al respecto el IGLOM señalaba:

“Con una perspectiva hacia el siglo XXI, la reforma municipal en México requiere fun-
damentar sus propuestas en las necesidades contemporáneas de la institución municipal,
en la consolidación de la democracia de las sociedades municipales, en la concepción de
lo local como nuevo eje del desarrollo nacional, y con una perspectiva más amplia, en lo
esencial de la reforma del Estado. Desde estos parámetros, la reforma municipal no es un
proceso de dimensión local, con un impacto limitado; por el contrario, implica un amplio
proceso de transformación nacional que avanza en dirección al perfeccionamiento de la
democracia en el entorno más concreto para los ciudadanos; promueve además la descen-
tralización de la vida pública y modifica el conjunto de la estructura y funcionamiento
del Estado mexicano. Con estas características, en síntesis, la reforma municipal significa
una nueva visión del Estado mexicano y del desarrollo nacional, de sus ejes, dinámica y
actores fundamentales” (IGLOM, 2007: 10).

Para fines de este artículo se considera a la Agenda Municipal (o municipalista) como aquella surgida desde los
2

años noventa y que integró a instancias académicas como la UNAM, CIDE, ITESO así como a organizaciones
de la sociedad civil como el Centro de Servicios Municipales “Heriberto Jara”, A.C, Locallis, la Comisión de
Estudios para la Reforma del Estado (CERE) y expertos e interesados quienes emprendieron la “Agenda de la
Reforma Municipal en México”. Este esfuerzo derivó más tarde en constitución de la Red de Investigadores en
Gobiernos Locales Mexicanos (IGLOM). Cabe señalar que también existía la Agenda Ciudadana Municipalista
impulsada por diversas organizaciones civiles de 15 estados del país que constituyeron la Red Ciudadana Mu-
nicipalista, quienes llegaron a realizar dos Convenciones Ciudadanas Municipalistas (2004-2006) y en el 2004
impulsaron una Campaña Nacional por la Democracia y el Desarrollo. De igual manera las diversas asociaciones
de municipios en México (AALMAC, AMMAC, FENAMM) construyeron sus agendas propias municipales.
Como sea existieron vasos comunicantes entre estos distintos esfuerzos respetando las distintas perspectivas
y enfoques y colocando mayor énfasis a ciertos temas. En esencia había una clara idea de trabajar a favor de
fortalecer la instancia municipal e impulsar un proceso que democratizara la vida pública local.

98
Sin pretender abarcar todos los aspectos de la Agenda municipal, me centraré en
los siguientes aspectos:
1.- Reconocimiento y ejercicio del gobierno municipal como interlocutor legítimo de
los asuntos públicos y gubernamentales ante los gobiernos estatales y el gobierno federal. Se
planteaba reformular el esquema federal compuesto por tres ámbitos de gobierno
pero en el que siguen “decidiendo sólo dos de ellos”. Se trata de un enfoque que
trastoca su dinámica al no ser tomados en cuenta concretamente en aspectos que
van desde la seguridad pública hasta la posibilidad de emprender acciones de desa-
rrollo local integral. Esto hace que los municipios sigan siendo receptores de ini-
ciativas y programas desde el centro, sobre todo ahora que sólo observan cómo se
implantan procesos y magnos proyectos en sus territorios sin que sean consultados
o informados.
Si bien este planteamiento es macro se pueden fijar estrategias sobre la base de
esquemas de gobernanza en los asuntos de interés público donde intervengan redes
sociales múltiples que permitan diálogos y deliberación como antídoto al centralismo.
2.- Reconocimiento y ejercicio de la heterogeneidad municipal. Es necesario asumir
la complejidad y diversidad del municipio en nuestro país y con ello permitir el
fortalecimiento y desarrollo de las capacidades de las sociedades locales. Se trata
de romper con esquemas de homologación históricas que se reflejan en las políticas
públicas y en la asignación de los recursos para objetivos específicos (etiquetados).
La diversidad municipal debe verse vinculada a la libertad, como eje de la so-
beranía popular, como la posibilidad de autodeterminación de los pueblos (Acedo,
2009) y a la autonomía municipal como la garantía institucional y constitucional
de ejercer las atribuciones que le han sido reconocidas sin mayor interferencia de
los poderes estatales y/o federales en beneficio de la sociedad municipal como fin
último (Merino, 2003). El concepto de autonomía fortalece las bases de auto orga-
nización de la administración municipal y de la función reglamentaria, además de
estimular la adecuación del gobierno municipal a las necesidades específicas de la
sociedad municipal, mejorando las capacidades locales (IGLOM, 2007: 25).
Este eje resulta de vital importancia en tanto el mundo global-homogéneo que
es impulsado por los consorcios y entes internacionales que identifica al desarrollo
a un “esquema o estereotipo” que deben seguir las sociedades y los gobiernos. El
trasfondo de este planteamiento adquiere matices de carácter político, de sustenta-
bilidad y resistencia municipal hacia futuro. Reconocer a escala constitucional a los
municipios indígenas sería un acto de enorme trascendencia.
3.- Fortalecimiento democrático de los espacios de deliberación y decisión. El cabildo
ha sido en el diseño institucional municipal un símbolo de la opacidad y del presi-
dencialismo. Tradicionalmente el cabildo apela más a un esquema para la toma de

99
decisiones entre unos pocos, con escasa representatividad y anclados en esquemas
verticales. Esto no ha resultado positivo para la vida democrática local sobre todo
cuando se acentúan las prácticas de opacidad y falta de ventilación de los asuntos
públicos y las restringidas formas de intervención de los actores sociales en las dis-
cusiones y decisiones tomadas por el cabildo.
La cultura partidista de realizar “consultas dirigidas” ha suplido a los procesos
de deliberación y discusión de los asuntos públicos. Se han tergiversado el espíritu
de los espacios deliberativos con los que cuenta los ciudadanos en sus municipios.
Estos han sido raptados por esquemas más partidistas, grupales e individuales. Se
debe reformular el esquema de elección de los integrantes del cabildo, definir las
facultades de los regidores para que dejen de ser una figura “decorativa”; adentrar a
los cabildos a un esquema de rendición de cuentas y de transparencia permanente.
Hacer a un lado la elección por planillas sería un paso fundamental para la demo-
cracia local y la representatividad social.
4.- Esquemas de transparencia, acceso a la información y rendición de cuentas. Los ca-
bildos y los servidores públicos municipales deben contar con un diseño institucio-
nal con esquemas transversales de rendición de cuentas y con actores ‘autónomos y
vigilantes’ que los obliguen a hacerlo, con esquemas de sanciones políticas, sociales
y administrativas. No son suficientes los marcos legales en la materia de transparen-
cia en tanto que reducen al ciudadano como un “solicitante” de información. Tam-
poco el esquema de informes de gobiernos (hechos a modo). Es necesario que los
servidores públicos y autoridades locales estén bajo esquemas en el que respondan
a las interrogantes de la población y brinden explicaciones de sus actos. Se requiere
construir esquemas ciudadanos de transparencia y acceso a la información proac-
tiva, esto es, que vaya más allá de lo que les marca la ley a las autoridades locales.
Se deben construir esquemas que obliguen (y en su caso, se sancionen) a que
los responsables del gobierno informen previo, durante y posteriormente a la rea-
lización de una política, decisión tomada u obra pública aprobada. Todo acto de
gobierno debe adquirir un carácter público.
5.- Mayores espacios de participación e intervención de la sociedad en los asuntos de
gobierno y públicos. Uno de los retos de la agenda es responder cómo damos mayor
poder a la ciudanía para que intervenga y decida en sus asuntos de interés. Se trata
de reformular (o en su caso eliminar) el esquema de saturación de consejo y/o co-
mités municipales que no tienen ni representatividad, ni recursos, ni capacidad de
satisfacer los intereses de las comunidades. Se trata de espacios que en muchos ca-
sos son de “participación domesticada” como los nombra Andrea Cornwall (2003).
El adjetivo de “participación” es un cascaron vacío que en su operación tienen más
representantes de las autoridades y de los funcionarios públicos que por ciudada-

100
nos. Son espacios que no son deliberativos ni de decisión y en el mejor de los casos
de carácter consultivo, sin reglas claras de funcionamiento, ni planes programados
para dar resultados con indicadores.
Se debe apostar a la diversidad del tejido social y a sus formas de organización
(que muchas veces han sido partidizadas). Los gobiernos municipales ven a la par-
ticipación ciudadana más como un problema que como un vehículo para enfrentar
problemáticas. Se vive un momento crítico que se refleja en la escasa participación
ciudadana bajo el esquema de “si me das te doy”, dañando los esquemas de partici-
pación proactiva y transformadora.
6.- Fortalecimiento y reconstitución del tejido y el capital social. Se debe reconocer
la vinculación que existe entre el desarrollo de capacidades colectivas y del capital
social con la posibilidad de crear alternativas ante la situación de inseguridad, o
bien, de generación de servicios a la comunidad (educación, salud, cuidado de los
sectores más desprotegidos, producción orgánica, mercados alternativos, servicios
culturales, etcétera).
Conforme a los diagnósticos derivados del Subsidio para la Seguridad en los
municipios (SUBSEMUN) implementado desde la Secretaría de Gobernación se
comprueba que en aquellas comunidades o municipios donde el tejido social es dé-
bil los poderes gubernamentales o fácticos desarrollan prácticas nocivas, imponen
sus reglas y establecen canales de resolución de conflictos por las vías informales
y/o violentas. Por lo tanto es necesario abonar a la organización social, comunita-
ria, ejidal, crear nuevas instancias ciudadanas, con capacidades de autonomía e ir
más allá de la representatividad que tiene las autoridades y los partidos políticos.
Se trata de construir controles sociales que critiquen y objeten sobre las
acciones y decisiones de los actores gubernamentales y privados, que participen
en la escena pública con agendas y acciones que vislumbren nuevas forma de con-
ducir los asuntos públicos y gubernamentales (Cunill,2009). El reto es desmontar
la cultura de la dádiva, del recibir algo a cambio y de la sobre-partidización de la
movilización social.
La reciente reforma política aprobada a finales del 2013 colocó diversos temas
de la agenda municipal en la escena nacional, entre ellos, las candidaturas indepen-
dientes y la reelección de autoridades municipales. Sin embargo, lejos de colocarse
como alternativa viable la primera de ellas, ha resultado controversial por los can-
dados que se colocan para acceder a un ciudadano a un cargo de público. Mientras
que la reelección quedó como una decisión en manos de los propios partidos po-
líticos, con lo que lejos de ser un mecanismo de “rendición de cuentas” a favor de
la ciudadanía y del posible reconocimiento al optimo desempeño gubernamental,
queda en manos de las élites partidistas decidir si una autoridad está en condiciones

101
de ser reelegida. Lejos quedó la propuesta de ver a la reelección como un contra-
peso y un mecanismo de control social3.
Por otro lado, la agenda municipal sitúa la demanda de las autoridades muni-
cipales por acceder a mayores recursos públicos bajo la argumentación de enfrentar
la enorme serie de demandas y necesidades de la población. Esta demanda ha estado
más impulsada por las diversas asociaciones de municipios de nuestro país. Sabida
es la enorme corrupción existente en las formas de proceder en la aplicación de los
recursos públicos de parte de las autoridades locales, por lo que el solicitar más re-
cursos económicos no parece tener una validez ante la opinión pública. La reciente
reforma ley federal de transparencia y acceso a la información deberá apuntalar este
derecho ciudadano desde una perspectiva más proactiva hacia los llamados sujetos
obligados, entre ellos, los estados y los ayuntamientos.
La posibilidad de que los municipios tengan mayores recursos es un plan-
teamiento que muchas veces no está acompañado de un marco de transparencia y
rendición de cuentas en el que las herramientas estén a favor de la ciudadanía. Hay
enormes carencia de mecanismos que den claridad a la ciudadanía sobre el ejercicio
real de los recursos públicos, los conflictos de interés y las asignaciones y permisos
a las grandes obras públicas y privadas (incluso de su impacto en el medio ambien-
te). Las leyes locales de transparencia además carecen de establecer sanciones a los
funcionarios y autoridades que no otorgan información de carácter público, entre
ella, sobre el uso de los recursos públicos.

Las tensiones actuales dentro de la vida municipal,


un reto para el futuro inmediato
En la última década se han producido y acentuado una serie de procesos que de
alguna manera representan fuertes cambios en la vida social, institucional y política
en el ámbito municipal, cada uno de estos procesos - vinculados entre sí- pueden
deteriorar aún más la débil democracia local y agudizar procesos de centralismo y
de ruptura del tejido social:

Por su parte la Red de Investigadores en Gobiernos Locales en México, (IGLOM) señalaba que la no- reelección
3

inmediata de las autoridades municipales, junto con el periodo breve del Ayuntamiento imponía elevados costos
a la sociedad mexicana y a la evolución propia del gobierno y administraciones municipales. Proponía eliminar
esta disposición del Artículo 115, posibilitando entonces que las legislaturas estatales precisaran en las moda-
lidades y límites de la reelección en los estados, considerando la especificidad de sus respectivos municipios.
(IGLOM: 35-36). En este mismo sentido quedaba la posibilidad de ampliar el periodo de gobierno desde los
propios congresos locales, sumado a la ausencia de sistemas profesionales del servicio público municipal.

102
1) La ausencia de un Estado-gobierno en los asuntos públicos, lo que es suplido por
poderes fácticos, ya sean privados-empresariales-de mercado o del crimen organi-
zado; y en muchos casos de manera combinada. Ello ha provocado una desatención
hacia la población bajo un esquema en el que las instancias de gobierno han dejado al
“libre albedrío” a los diversos poderes fácticos. Esta situación de “Estado inexisten-
te”, se revela sobre todo en los problemas derivados del crimen organizado. ¿Qué
tanto Estado-gobierno tenemos en las distintas regiones y municipios del país?
2) Una segunda crisis de la democracia representativa, agudizada por una clase po-
lítica elegida por la vía de procesos electorales secuestrados por reglas laxas y sin
la existencia de jueces autónomos dando por resultado actores elegidos que viven
una crisis de legitimidad y credibilidad, pero sin que tengan frente a sí controles
sociales que se les obliguen a rendir cuentas, los sancionen y les hagan valer el
Estado de derecho.
3) Un proceso de desmontaje del capital social, la ruptura del tejido social y de las
figuras de control social, lo que ha agudizado la crisis integral y provocando que la
voz y la voluntad de los ciudadanos queden en un segundo plano o sea inexistente.
La criminalización de los defensores de los derechos humanos, la desaparición de
críticos del sistema (periodistas) y el encarcelamiento de líderes sociales.
4) Un proceso de despojo hacia las comunidades, ejidos y pueblos originarios de sus
recursos naturales, principalmente, de transformación de los ejidos en propiedad pri-
vada produciendo la especulación del suelo, el desmantelamiento de los tejidos
comunitarios y ejidales y haciendo a un lado las capacidades y facultades de las
autoridades comunitarias y ejidales. Este proceso se ancla en las reformas estruc-
turales acelerando el proceso de mercantilización de todos los recursos naturales
como lo señala David Harvey (2004) al denominar esta fase del capitalismo como
‘acumulación por desposesión’.
Uno de los aspectos centrales de la vida municipal, principalmente, en muni-
cipios rurales e indígenas, es el proceso de despojo de sus recursos naturales a favor
de la instalación de megaproyectos. Esta tensión se acompaña de procesos amplios
de empobrecimiento de la población y violación a los derechos comunitarios.
5) Un proceso de privatización de servicios públicos, tomando como base la supuesta eficien-
cia de los entes privados, acentuando el proceso de agudización de acceso a los servicios
básicos, por ejemplo el suministro de agua potable y la recolección de basura por parte
de empresas privadas. Ello supone establecer una relación cliente-usuario- empresa
(con reglas de mercado) dejando de lado la relación ciudadanos-autoridades y el mar-
co de responsabilidades y obligaciones de las autoridades municipales y los derechos de
los ciudadanos por acceder a servicios públicos de calidad. Algunos de estos procesos
habrán de agudizar una vez aprobadas las reformas estructurales de finales del 2013.

103
Una perspectiva del municipio desde el gobierno federal
Tras los sucesos de Ayotzinapa, el presidente Enrique Peña Nieto (EPN) dio a co-
nocer el 27 de noviembre del 2014 un Decálogo para “Mejorar la Seguridad, la
Justicia y el Estado de Derecho”. De las diez medidas anunciadas por EPN siete son
en materia de seguridad pública y procuración y administración de justicia. Las tres
primeras resultan de interés para los fines de este artículo:
1. La creación de una ley Contra la Infiltración del Crimen Organizado en las autorida-
des municipales. EPN señaló que enviaría (el lunes 1° de diciembre 2014) una reforma
constitucional al Congreso para prever que el Gobierno Federal tome el control de
la seguridad en los municipios donde haya indicios de que la autoridad municipal está
coludida con el crimen organizado. El presidente mencionó que:

“Esta nueva ley establecerá el mecanismo para que la federación asuma el control de los
servicios municipales o, en su caso, se disuelva un ayuntamiento cuando existan indicios
suficientes de que la autoridad local está involucrada con la delincuencia organizada,
de esta manera se tendrán instrumentos eficaces para intervenir cuando exista colusión del
crimen organizado con las autoridades municipales”.4

2. Iniciativa para redefinir la competencia de cada autoridad en el combate al delito. La


iniciativa está pensada para que los diferentes órganos de gobierno asuman su res-
ponsabilidad en ese ámbito “Cuando la responsabilidad es de todos, no es de nadie”,
señaló EPN. El objetivo es que nadie utilice como pretexto el complejo sistema
actual para rehuir de sus responsabilidades en materia de seguridad.5
3. Creación obligatoria de Policías Estatales Únicas. EPN señaló que enviaría el lunes 1°
de diciembre una iniciativa de reforma para crear 32 policías estatales “más confiables,
profesionales y eficaces” que sustituyan a “...más de mil 800 policías municipales débi-
les”.6 La propuesta del presidente daría prioridad a los estados de Guerrero, Jalisco, Mi-
choacán y Tamaulipas. La iniciativa preveía sanciones para los presidentes municipales
que no entreguen el mando policial, así como para los gobernadores que no lo ejerzan.
Con estos tres aspectos del Decálogo se vuelve asumir la postura histórica de
limitar la libertad y autonomía municipal, de involucrarse en su vida interna sin

4
http://www.animalpolitico.com/2014/11/pena-nieto-acuerdo-seguridad-comision-anuncio-mensaje-pa-
lacio-nacional/
5
http://www.animalpolitico.com/2014/11/pena-nieto-acuerdo-seguridad-comision-anuncio-mensaje-pa-
lacio-nacional/
6
http://www.animalpolitico.com/2014/11/pena-nieto-acuerdo-seguridad-comision-anuncio-mensaje-pa-
lacio-nacional/

104
que se le tome en cuenta “su régimen interior” para prolongar la práctica política
de subordinación. Se coloca el acento en asumir a los municipios como promoto-
res y territorios de la inseguridad pública. Se trata de una lectura de la compleja
situación de inseguridad donde las policías municipales figuran como corporacio-
nes corruptas e ineficientes, por lo que se apela a la instalación del Mando Único,
aspecto que deja entrever un mayor sesgo de centralización y verticalidad respecto
a la lucha en contra del crimen organizado.
Si bien esta perspectiva de entender al municipio como un ámbito de corrupción,
autoritarismo y criminalidad resulta cierta, ¿Por qué culpar sólo a los municipios de esta
situación?, ¿No existe responsabilidad de esta crisis de los estados y los gobernadores?
El Decálogo tiene la intensión de enfrentar al crimen organizado trastocando
la autonomía y la libertad municipal sometiendo a los actores locales sobre la base
de no permitir iniciativas ciudadanas de organización, por ejemplo las policías co-
munitarias. Se ve al municipio como el “chivo expiatorio” de todos los males del
país en materia de seguridad.
Se sigue asumiendo como iguales a todos los municipios mexicanos. Se corre
el riesgo de que las iniciativas contenidas en el Decálogo terminen por lesionar las
garantías y los derechos de la ciudadanía, así como acotar las facultades y responsa-
bilidades del ámbito del gobierno municipal, tal como en la pretensión de eliminar
en los gobiernos municipales a la policía preventiva. La disolución de ayuntamien-
tos en circunstancias como la descrita en la iniciativa puede convertirse en una
práctica de sometimiento y centralismo utilizado de manera discrecional por los
actores políticos desde el ámbito estatal y federal.
Se requiere examinar los procedimientos de elección de los candidatos para
ocupar los cargos de autoridades municipales, procesos donde los partidos políticos
tienen la mayor de las responsabilidades. Es necesario que por lo menos todos los
candidatos presenten su declaración patrimonial y una vez elegidos la hagan pública
antes, durante y posterior al ejercicio de su cargo.
La creación de policías estatales únicas, creando “un nuevo modelo policiaco
con 32 grupos sólidos” supone una centralización de las acciones de seguridad mis-
mos que no asegura la calidad y eficacia de los cuerpos policiacos, ni que éstos no
sean infiltrados por el crimen organizado.
Es necesario que las ciudadanías locales conozcan de manera transparente los
procedimientos de selección e integración de los cuerpos de seguridad tanto lo-
cales y estatales. Las acciones de seguridad pública emprendidas por la federación
y los estados gozan de una falta de transparencia y de información pública hacia la
ciudadanía, pero también de información hacia los propios gobiernos municipales.

105
Si bien el Decálogo señala que se fortalecerán los instrumentos para proteger los
derechos humanos, así como la pronta aprobación de las diversas leyes y reformas para
combatir la corrupción, dichos mecanismos deben contemplar una plena autonomía de
los entes e instrumentos para evitar que los actores políticos y partidistas sean “juez y
parte” y que ello permita la aplicación de sanciones a quienes cometan violaciones a los
derechos y actos de corrupción, de conflictos de interés y falta de rendición de cuentas.
Concentrar la culpa sólo a los municipios de la situación de inseguridad que
vive el país lesiona el marco de cooperación y colaboración que implica el pacto
federal. Debe apostarse por una reforma municipal integral, por un rediseño ins-
titucional del esquema desde una perspectiva de Reforma del Estado; un nuevo
pacto social para que desde los municipios se recompongan los tejidos sociales, la
confianza de la ciudadanía con sus autoridades, la calidad de vida de la gente y la
participación de todos los sectores sociales en los asuntos trascendentes para las
comunidades, sobre la base de garantizar los derechos ciudadanos.
Las limitaciones históricas y estructurales que vive el municipio en México
deben ser el motivo para reflexionar y actuar sobre una reestructuración integral
del federalismo mexicano sobre la base de relaciones intergubernamentales de
coordinación y cooperación (IGLOM, 2007: 54). Requerimos formular nuevos es-
quemas de responsabilidades compartidas en los que la ciudadanía y los municipios
tengan un papel protagónico en un esquema de horizontalidad frente a los gobier-
nos estatales y el gobierno federal. Un federalismo fuerte deberá anclarse sobre la
base de una sociedad igualmente fuerte.

Conclusiones
La reforma municipal de 1999 reconoció el carácter de gobierno a los municipios,
sin embargo este logro no se ha hecho evidente en la práctica. La reforma no dejó
satisfechos a los actores políticos, sociales y académicos que veían una oportunidad
para dar un salto cualitativo a la vida democrática apostando a un rediseño institu-
cional municipal y abrir nuevas y renovadas formas de gobernar, de conducir los
asuntos públicos y de elegir a las autoridades municipales.
El país vive una segunda crisis de la democracia representativa, en la que –mu-
chas veces la ciudadanía – no encuentra sentido a su derecho a votar ante los escasos
resultados de sus representantes. En este sentido los planteamientos de la Agenda
Municipalista adquieren relevancia en un contexto donde predomina la violencia,
la inseguridad, la desatención de las demandas sociales y el ejercicio vertical del
poder tanto de los actores gubernamentales como de los poderes fácticos, quienes

106
han asumido un rol más protagónico sobre las decisiones de los asuntos públicos y
el desempeño de los gobiernos locales.
El municipio –visto desde sus tres componentes- debe reconstituir mecanis-
mos que le permitan anclar procesos democráticos y en paralelo formar parte de
los espacios en las que se toman decisiones trascendentes para la vida nacional (Me-
rino, 2003). Su diseño institucional debe promover la participación ciudadana así
como iniciativas sociales que fortalezca el capital social y los controles sociales en
torno a los asuntos públicos y gubernamentales. Se requiere fortalecer mecanismos
de transparencia y la rendición de cuentas sobre las decisiones gubernamentales,
sobre los asuntos públicos y el ejercicio de los recursos públicos.
Falta dar forma al concepto de libertad municipal, con sus implicaciones de
autogobierno y autonomía, fundadas a su vez en el concepto democrático de sobe-
ranía popular. Se trata no sólo de un asunto jurídico que defina nuevos parámetros
para modernizar el marco constitucional federal y de los estados, sino que las socie-
dades locales hagan uso de sus derechos a la libre decisión y a la consulta sobre asun-
tos públicos que les resulten de interés y que les afecte su calidad de vida. Después
de todo hacer público lo público es uno de los elementos claves en la vida nacional
y donde el ámbito municipal puede ser un laboratorio a favor de la democracia.

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108
Democracia municipal: Análisis de los condicionantes
para la reelección consecutiva
José Luis Estrada Rodríguez1

Introducción
El gobierno municipal es una figura de gobierno promulgada durante la conquista
española en 1519 por Hernán Cortés, desde sus inicios se caracterizó por su sumi-
sión, dependencia y centralismo. Avanzar hacia la democratización requiere identi-
ficar las limitaciones institucionales, dilemas y condicionantes de la representación
política que advierte la recién aprobada Reforma Política que restauró la reelección
consecutiva de los presidentes municipales, síndicos y regidores.2
Empero, uno de los principales problemas de la reelección municipal es la
dificultad de establecer un diagnóstico certero para los más de 2 mil ayuntamientos
que hay en México; con una gran diversidad en torno a sus capacidades y caracterís-
ticas (Dworak, 2010); de igual forma otra de sus vicisitudes estriba en la diversidad
de leyes estatales que regulan la actividad de los gobiernos municipales y que ha-
brán de generar inconsistencias. Incluso el periodo de gobierno en algunos estados
de la República es de cuatro años, mientras que en la mayoría es solamente de tres.
Lo mismo sucede en el sistema electoral municipal que adquiere diversos matices
y diferencias sobre la manera en la cual se reparte el poder después de efectuadas
las elecciones locales.
Aun cuando se han dado transformaciones e innovación dentro de sus prác-
ticas de gobierno, como demuestran numerosos estudios realizados: Cabrero y
Arellano (2011), Merino (2007), Ramos y Aguilar (2009), Sosa (2012), entre
1
Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma del Estado de México. luisholly@
yahoo.com.mx
2
En la Reforma Política aprobada el 10 de febrero de 2014 se reforman los artículos 59, 115 y 116 de la
Constitución, y permitirá la reelección consecutiva de senadores y diputados del Congreso de la Unión,
presidentes municipales, síndicos y regidores; así como los miembros de la Asamblea Legislativa del Distrito
Federal. En este trabajo sólo se aborda la reelección consecutiva en el ámbito municipal.

109
otros; existen nuevos retos y desafíos por la transformación del mandato limitado
a un mandato con posibilidad de ampliación del periodo de gobierno de manera
consecutiva. Las reformas al artículo 115 constitucional le han dado una mayor
libertad y apertura en torno a sus funciones; sin embargo no se ha cambiado el
tema de fondo: la representación política de sus miembros. A excepción de la
adicción al artículo 115 constitucional que en 1977 permitió la representación
proporcional en los ayuntamientos con más de 300 mil habitantes. Posteriormen-
te se eliminó esta restricción y en 1983 se extendió dicha prerrogativa a todos los
gobiernos locales del país.
La democratización del ámbito municipal en México es reciente. La décima
reforma al artículo 115 constitucional, promulgada en 1999, otorgó el carácter de
gobierno al ámbito municipal que anteriormente sólo fungía como administrador.
Por ello, con la reciente restauración de la reelección consecutiva aprobada en el
Congreso es una de las vías para avanzar en la democracia municipal y establece un
amplio reto en torno a las características que adoptará dicho modelo de gobierno,
donde estaba proscrita la reelección desde 1933. Con este nuevo cambio a la Carta
Magna, la institución municipal requiere modificaciones sustanciales en sus meca-
nismos representativos y transformar su relación entre gobierno y ciudadanos; así
como enfrentar sus limitaciones.
Dichas condicionantes están basadas en el modelo adoptado del gobierno lo-
cal, producto del sistema político mexicano que heredó el centralismo, paterna-
lismo, falta de rendición de cuentas y la creación de mayorías partidistas dentro
del cabildo que impiden una verdadera deliberación de los asuntos públicos; entre
otros temas que pretenden abrirse a discusión.
Es importante señalar que los trabajos que abordan el tema de la reelección
municipal se han centrado en el debate en torno a sus planteamientos teóricos y
contexto histórico; en tanto, la aportación que se propone en estas líneas está ba-
sada en mejorar la representación, para garantizar la discusión dentro del cabildo,
deliberación, rendición de cuentas y establecer una representación efectiva dentro
del cabildo; para que en consecuencia se mejore la calidad democrática del gobier-
no municipal.
Por tanto, bajo estas premisas, el objetivo es describir las características del
gobierno municipal, en miras a la reelección aprobada por la Reforma Política en
2014 y que permitirá la restauración de la reelección consecutiva: presidente mu-
nicipal, síndicos y regidores.3 Asimismo se pretende mostrar los posibles escenarios
3
Hasta antes de 1933, sí existía la reelección consecutiva en todos los cargos de representación política en Mé-
xico. Por lo cual debemos hablar no sólo de una aprobación de la reelección, sino más bien de la restauración
de dicha prerrogativa política.

110
y condicionantes del esquema institucional sobre el cual está soportado el gobierno
local actualmente; y sobre los cuales se propone establecer propuestas.

Contexto histórico
El punto de partida para entender la imposibilidad de que los representantes pue-
dan contender en el mismo cargo de manera consecutiva, no sólo de los gobiernos
municipales; sino en todos los ámbitos de la representación política en nuestro país
es haciendo una revisión histórica. En 1929 se formó el Partido Nacional Revolu-
cionario (PNR), propuesto por el entonces presidente de la República Plutarco
Elías Calles; como un mecanismo para la distribución y concentración del poder
en un partido. Sirvió también como una forma de institucionalizar la política y la
renovación de los cuadros y élites en el poder. En un partido nuevo era necesario
que se lograran distribuir los cotos de poder, así como establecer una dispersión
de quienes recibían la encomienda partidista en las cámaras legislativas, y cargos
ejecutivos de gobernadores y presidentes municipales (Tovar, 2010).
Por tanto, impedir la reelección directa o inmediata a partir de 1933, per-
mitió concentrar el poder en el Ejecutivo Federal, el presidente de la República
y establecer un mecanismo de renovación que otorgaba el control al partido. Aun
cuando no existió formalmente la reelección desde este año, el PNR, que cambió
su nombre en 1938 por el Partido de la Revolución Mexicana (PRM); y poste-
riormente se refundó en 1946; por el Partido Revolucionario Institucional como
se le conoce hasta la fecha; siempre existió el incentivo para los políticos que
militaban dentro del partido, de seguir en el poder y ocupar un cargo. El partido
hegemónico logró una gran lealtad por parte de sus miembros, que era pagada
por medio de nombramientos y espacios de poder suficientes para compensar la
no reelección consecutiva.
En general podemos decir, que aunque muchos políticos no podían extender su
poder dentro de la legislatura, o bien dentro de un cargo como gobernador o presi-
dente municipal; sí obtenían otros cargos; siempre y cuando fueran leales al partido
y a los designios del presidente. Hasta antes del 2000 que se tuvo una alternancia
electoral en el Poder Ejecutivo, el presidente de la República era también el jefe del
partido. Por supuesto, la alternancia electoral inició en los municipios y se extendió a
las gubernaturas; en ese gran abanico de lucha de fuerzas el tema de la no reelección
del mandato en el gobierno local resultó una medida desfasada e inútil para los propó-
sitos electorales y políticos de las élites en el poder; porque la oposición logró obtener
victorias y gobernar municipios y estados de la República Mexicana.

111
Además, ante la creciente crisis de la representación política la discusión en
torno a la reelección se abrió desde la década de los ochentas, y en el 2009 el enton-
ces presidente Felipe Calderón Hinojosa, propuso una Reforma Política para garan-
tizar la reelección inmediata a los legisladores federales, sin embargo no fue apro-
bada. La discusión en torno a la reelección de los legisladores en el Congreso, está
fuertemente discutida y documentada (Medina, 2010; Poiré, 2005; Dworak, 2003),
no así la reelección municipal sobre la cual son pocos los trabajos y la profundidad de
sus aseveraciones; por lo cual este trabajo es relevante para tal propósito.

Dos visiones sobre la reelección


El debate en torno a la reelección en México se ha desarrollado a partir de dos
posturas; quienes están a favor y en contra. Es decir, el tema adquiere una visión
contrapuesta y lo que pretende este trabajo es describir ambas para que se logre
establecer un mecanismo de análisis y discusión por parte de los tomadores de
decisiones; así como establecer pautas de propuestas para mejorar la institución
municipal a la luz de sus contradicciones, limitantes y condicionantes en torno a
la reelección consecutiva. La reelección es consecutiva cuando se permite que el
ocupante del cargo compita para retenerlo en el periodo siguiente. En el caso de
México la mayoría de los municipios tienen un periodo de 3 años; aun cuando han
ocupado el mismo cargo muchos políticos, esto no ha sido de manera consecutiva.4
Los argumentos a favor de la reelección establecen una búsqueda de la eficien-
cia legislativa, pero también el rescate de la representación política, por el descré-
dito de los políticos en torno al “puente roto”, entre los representantes y los repre-
sentados. Pero, también se plantea que la reelección podría garantizar al menos los
siguientes mecanismos de control y mejora en torno al papel de los representantes:
a) Profesionalización de las carreras políticas, b) Estabilidad política y legislativa,
c) Fortalecer la representación y la democracia, d) Garantizar proyectos de largo
plazo, e) Incrementar la eficacia de los políticos y el papel de los partidos políticos
con el pueblo (Lacalle y Rivera, 2014: 7).
Actualmente, existen varias limitaciones y contradicciones que pesan sobre
la representación municipal. El informe sobre Nuestra Democracia en América Latina,
presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la
Organización de Estados Americanos (OEA) en 2010, muestra que los ciudadanos

4
Los gobiernos municipales se rigen bajo un esquema de gobierno de 3 años, sin embargo hay tres estados
donde el periodo de gobierno es de cuatro años: Coahuila, Veracruz, e Hidalgo.

112
creen poco en quienes los gobiernan y sus representantes. Esta crisis de represen-
tación se hace más evidente en el ámbito municipal, por la falta de rendición de
cuentas de las autoridades que forman el ayuntamiento. El municipio mexicano
como estructura de gobierno se ha quedado rezagado en torno a cambios y modifi-
caciones realizadas al sistema político mexicano.
Se piensa que la reelección en México permitirá establecer un mecanismo de
control sobre los representantes, como ocurre con los councils en Estados Unidos.
Sin embargo, es por supuesto distinto; porque en EU, existen elecciones primarias
donde los miembros de los partidos, los militantes; pueden elegir a sus represen-
tantes. En el caso de nuestro país no ocurre así, las designaciones de los miembros
de la planilla ocurre como producto de la negociación entre el partido político y el
candidato a la presidencia municipal. La mayoría de las ocasiones, están represen-
tados los distintos sectores y opera como una cuota de partido para los sectores de
mujeres, jóvenes, obreros y demás filiales partidistas.
El escaso interés por el funcionamiento de los órganos de representación en
el ámbito municipal en México, obedece a que durante muchos años no se concibió
un sistema político como una democracia pluralista y representativa, sino a partir
del monopolio del partido de Estado y la intermediación de la estructura corpo-
rativa. Por tanto, la democracia y la representación son temas de reciente análisis
y discusión en México. La alternancia electoral del 2000, cuando el Partido Re-
volucionario Institucional (PRI), dejó la Presidencia de la República en manos del
Partido Acción Nacional (PAN), evidenció las inconsistencias del sistema electoral
disimulado por control que se mantuvo durante muchos años, el centralismo polí-
tico que, bajo el partido único, monopolizaba la integración de los órganos repre-
sentativos y limitó el florecimiento de la división horizontal y vertical de poderes.
Recientemente la vuelta al poder del PRI a nivel Federal, con el presidente Enrique
Peña Nieto (2013-1018), abre un escenario de optimismo para garantizar cambios
y modificaciones, junto con las reformas estructurales de tercera generación que
deben privilegiar el avance hacia la calidad de la democracia.
Como consecuencia de la fragmentación del poder y de la pluralización de la
representación, se está abriendo la discusión en torno a la democracia local, alter-
nativamente a las reformas del artículo 115 constitucional se busca ampliar el papel
de los gobiernos municipales. Existen propuestas inconclusas como la ampliación
del mandato a 4 años, así como reformas en el sistema electoral para garantizar
candidaturas uninominales de los miembros del cabildo, entre otras.
La problemática sobre la cual planteamos el análisis macro de la representa-
ción municipal en México, se centra en describir el sistema electoral municipal que
prevalece en los 31 estados de la República, se excluye al Distrito Federal porque

113
cuenta con un sistema de gobierno centralizado en un Jefe de Gobierno, 16 jefes
delegacionales por igual número de delegaciones y una asamblea legislativa. El sis-
tema de elección que prevale en todo el país, se basa en una elección por planilla. La
representación municipal se configura mediante la elección de presidentes munici-
pales, regidores y síndicos, que van en una sola lista, cerrada y bloqueada donde no
existe posibilidad para que los ciudadanos escojan quiénes serán sus representantes;
porque eso se establece mediante acuerdos en las cúpulas partidistas que postulan
a los candidatos.
Con la reelección se espera garantizar un espacio más responsivo por parte de
los alcaldes, regidores y síndicos; porque la falta de una reelección los puso en un
escenario muy cómodo, incapaces desde los mecanismos institucionales de garanti-
zar la representación de las demandas y la imposibilidad de veto para el presidente
municipal (Dworak et. al. 2011). Una calidad democrática en el ámbito local impli-
ca mayor deliberación, contrapesos dentro del cabildo y establecer mecanismos de
reciprocidad entre los miembros éste.
La hipótesis que sustenta este trabajo se basa en proclamar que es necesario es-
tablecer modificaciones al sistema electoral municipal, mediante incentivos que ga-
ranticen la responsividad de los representantes, basados en la Teoría del Agente-Prin-
cipal (TAP) del nuevo institucionalismo económico, como una vía para alcanzar la
calidad de la democracia en el gobierno municipal. Se entiende como responsividad
a la representación sustantiva. Es decir, cuando las demandas de los ciudadanos se
ven efectivamente cumplidas y de acuerdo con Pitkin (1967 [1985]), existen una
corresponsabilidad en sus acciones. Uno de los mecanismos para este ejercicio es
la rendición de cuentas que en el caso de México no está definida y sobre la cual
se precisa establecer mecanismos correctivos para tal efecto; así como eliminar los
incentivos perversos que constituyen conductas como el clientelismo, paternalismo,
compadrazgos políticos y compra de votos que podrían acentuarse con la reelección.
Actualmente, podemos transpolar la crisis de la representación a nivel na-
cional a la esfera local, porque existen contradicciones torno a la representación
de los regidores, quienes forman parte de un cuerpo edilicio al que los ciudada-
nos exigen cuentas y consideran que debiera ejercer un espacio deliberativo, de
contrapeso al Ejecutivo municipal y garantizar con ello atender sus demandas y
garantizar la rendición de cuentas a nivel municipal. El problema está en el diseño
institucional sobre el cual se sustenta el gobierno local, porque continúa vigente
el sistema electoral heredado del régimen anterior a la transición política, susten-
tando caciquismos, corrupción, compadrazgo y clientelismo político propios del
siglo XIX. Por tanto, se plantea a la reelección como un mecanismo correctivo de
la representación política.

114
La reelección como correctivo de la representación
La representación política de los ciudadanos está en entredicho en el caso del
municipio mexicano, porque no existe un esquema institucional que permita un
mayor margen de acción para exigir a sus autoridades resultados y actuar en aten-
ción a sus demandas.

“El gobierno municipal asume un rol pasivo en la rendición de cuentas uno interno que
atañe a la relación del municipio con sus ciudadanos, uno externo que alude a vínculo
del municipio con sus ciudadanos y un tercero también externa que se refiere a la relación
entre el municipio con otras entidades gubernamentales en tanto estatales como federales”
(Cejudo, 2010: 137).

Por su parte los regidores se encuentran imposibilitados de actuar a favor de sus vo-
tantes, porque las reglas institucionales no les permiten desarrollar ni obedecer el
mandato que les otorgaron sus votantes. Sólo el alcalde tiene capacidad de ejecutar
acciones. El papel de los síndicos es distinto, su función está delimitada en las leyes
orgánicas de cada estado, pero fundamentalmente operan como abogados del ayun-
tamiento, representan a este ámbito de gobierno y no tienen trabajo en comisiones,
ni emiten dictámenes como lo hacen los regidores para aprobar un tema que tiene
injerencia para los ciudadanos.
En principio, en México la integración de la mayoría de los más de dos mil
cuatrocientos ayuntamientos, a excepción de los electos por usos y costumbres, se
eligen mediante una planilla bloqueada y cerrada. Existen otros casos que se consi-
deran la excepción y sobre los cuales se abundará, pero en general el sistema elec-
toral prevalece. Es decir, en las elecciones se vota por el presidente municipal, el
síndico y los regidores, todos ellos en una misma planilla. Muchos veces se conoce
en las campañas electorales la figura del alcalde electo, pero nunca figuran los nom-
bres de los regidores quienes finalmente son también representantes ciudadanos y
electos por el voto ciudadano. Lo mismo sucede con los síndicos, aunque su función
está acotada a la representación legal del municipio, más allá de la representación
de los ciudadanos.
Esta planilla bloqueada y cerrada, representa una contradicción; porque con-
traviene las disposiciones constitucionales en torno al derecho de los ciudadanos a
elegir a sus representantes, miembros del gobierno local. Quiñonez (2011), sostie-
ne que el sistema electoral restringe la posibilidad de que los ciudadanos elijan a sus
representantes, los regidores; dado que la planilla es formada por los partidos polí-
ticos. Además si algún ciudadano no desea votar por un regidor que está dentro de

115
la planilla, es imposible que otorgue su voto sólo a favor del candidato a presidente
municipal. El sistema político autoritario que caracteriza a nuestro país hasta antes
de la alternancia en el 2000 (Nohlen, 2004), podemos decir que todavía subsiste en
el ámbito municipal.
Este sistema, sostiene Quiñonez (2011), convierte en la práctica a las eleccio-
nes en un ejercicio de elección indirecta o con intermediarios; porque son los parti-
dos políticos quienes eligen la planilla, controlando el acceso a las listas y despojando
a los electores de la capacidad de elegir a sus representantes de forma popular y di-
recta como lo marca el artículo 35 constitucional. La representación bajo este prin-
cipio no es controlada por los ciudadanos, como advierte la teoría democrática, sino
que resultan ser los partidos políticos quienes tienen el control de la representación
y el sistema electoral, que determina las reglas del juego. Así ocurre hasta la fecha.
Al respecto Pérez (2008), sostiene que el diseño institucional no es favorable
a la rendición de cuentas, al contrario; otorga fuertes poderes al presidente muni-
cipal, producto del centralismo y el presidencialismo prevaleciente en el sistema
político mexicano. El cabildo, el órgano de deliberación donde se aprueban los
acuerdos y decisiones para los ciudadanos, es un órgano que tiene poca capacidad
institucional para servir de contrapeso a las decisiones de los presidentes munici-
pales. Esto sucede porque los regidores provenientes del mismo partido del gober-
nante tienden a aprobar todas las iniciativas de éste y los regidores de minoría no
tienen la fuerza necesaria para ejercer el contrapeso político efectivo.
Moreno (2008), establece varios problemas derivados de la incapacidad de los
ciudadanos por exigir cuentas a los regidores, porque los regidores de oposición
o que llegan al poder por la vía plurinominal, establecida en el sistema electoral,
no ejercen contrapeso en el poder del presidente municipal. A estos regidores les
encargan las comisiones menos importantes y están sujetos al ejecutivo municipal
por medio de mecanismos informales de control, así como canonjías que reciben
si actúan favorablemente a sus designios y se castiga votar en contra de sus inicia-
tivas bienes materiales o simplemente al ser tomado en cuenta para las actividades
cotidianas como inauguración de obras, ceremonias, viajes y recorridos que exige
la función edilicia.
La representación minoritaria, de oposición; vía regidurías plurinominales no
ejerce un papel determinante, porque no existe deliberación en el cabildo y su al-
cance como vigilante y contrapeso del poder es inexistente.5 La incorporación de
los regidores plurinominales o de oposición, se consideró como un elemento para

5
Ugalde (2000), le denomina a esta limitante, “responsabilidad invertida”, es decir; los regidores deberían
establecer mecanismos de control sobre el presidente municipal y no al revés, como ocurre en la realidad.

116
controlar y corregir las fallas en la democracia local, pero no fue así. Actualmente
los regidores de oposición tienen un papel muy acotado, por el “mayoriteo” que se
ejerce dentro del cabildo, a favor del partido en el poder.
Si bien en la formación de los gobiernos municipales se planteó la figura
de regidores como cercanos al pueblo y a los intereses ciudadanos, actualmente
esta visión es inexistente. Ante esta situación que se describe de manera general,
los ciudadanos consideran que la representación de sus intereses y atención sus
problemas es nula; además que se privilegia la falta de rendición de cuentas por
parte de los regidores con el electorado, por falta de mecanismos para ello. Ramos
(2007), se suma a este diagnóstico. Establece que la fragilidad normativa de las ad-
ministraciones municipales es insuficiente y obsoleta. Además, existe en muchos
gobiernos locales improvisación y falta de capacidad institucional para solucionar
los problemas.
La representación históricamente ha pasado del mandato imperativo al man-
dato libre, los representantes tienen libre albedrío para actuar en favor de los ciu-
dadanos, con la limitante de llegar a acuerdos entre los integrantes del cuerpo
edilicio, en el cabildo, órgano de deliberación del ayuntamiento para los asuntos
públicos. Podemos decir que la representación está avalada, en la figura del pre-
sidente municipal, el síndico y a través de los regidores tanto de mayoría relativa
como de representación proporcional; pero lo que no está garantizado es que las
demandas sean atendidas y que se imponga el criterio del beneficio colectivo.
Desde la visión institucional, la institución municipal debe transformar sus
directrices marcadas en las reglas escritas y no escritas del sistema político mu-
nicipal; porque producen efectos que están afectando a la representación. En un
diagnóstico de las fallas de la representación, podemos encontrar que el presidente
municipal sigue utilizando recursos como el clientelismo, fomentando cacicazgos
regionales y un exacerbado presidencialismo local, propio del siglo pasado. Incluso
podemos decir que se configuran dictaduras municipales por la falta de acceso a la
información, transparencia y rendición de cuentas de los alcaldes hacia los propios
regidores en primera instancia y hacia los ciudadanos.

“Los ayuntamientos funcionan con una visión cortoplacista y oportunista, donde sus in-
tegrantes favorecen acciones que les den resultados individuales, en el corto plazo, dada
la carencia de normas que los premien o castiguen en el largo plazo” (Guillén, 2004).

Como se ha expuesto existen mecanismos institucionales como el sistema


electoral, así como los intereses de los partidos políticos que configuran las fallas
de representación política. Es decir, la posibilidad de que los ciudadanos puedan

117
subir sus demandas a la deliberación plena en el cabildo, se interprete su voluntad
e intereses; y que los regidores puedan recibir estos ordenamientos y logren tomar
una decisión acertada y consensada para el beneficio de los ciudadanos. A partir de
este planteamiento, se configura la hipótesis; de que esta ausencia de interpretación
fiel de los designios ciudadanos puede tener su origen en distintos factores políti-
cos, sociales y culturales.
Para el análisis de los problemas vinculados con la imposibilidad de la repre-
sentación, que son finalmente intereses de los actores, partimos de varios supuestos
que la Teoría del Agente Principal establece: existen incentivos contrapuestos para
que los regidores actúen de manera responsiva, así como mecanismos instituciona-
les dentro del sistema electoral municipal que funcionan como freno para ejercer
un representación efectiva. En la teoría, el principal es el ciudadano y el agente el
representante que debe atender a los intereses de su representado, so pena de ser
suplantado o relevado por otro, como sucede en las empresas, pero no en la política.
En vías de una posible solución, actualmente se discute sobre la calidad de la
democracia y sobre el gobierno representativo que permita ejercer un esquema
“responsivo”, es decir, en términos de Pitkin (1967[1985]) velar por los intereses
de los representados. Un mecanismo para garantizar que los regidores actúen en
beneficio de los ciudadanos, es a través de la deliberación y discusión dentro del
cabildo, creando incentivos para el desarrollo de sus actividades.

La deliberación como mecanismo de representación


Un mecanismo derivado del mandato es la deliberación; y junto con este término
surge la democracia deliberativa. Con este concepto, los representantes deben pri-
vilegiar la comunicación, el diálogo y que se imponga en toda decisión la discusión
sobre los argumentos y no los votos. Esto significa que en un cabildo, para garantizar
una deliberación y efectiva representación de los intereses de los votantes; debe exis-
tir una amplia discusión sobre los beneficios y perjuicios de una acción por parte del
gobierno municipal, garantizando con ello que las opiniones de los ciudadanos están
representadas en la deliberación pública que se lleva a cabo en el cabildo. Como se-
ñala Fernández: “Simplemente no hay democracia donde no hay deliberación, sea en
el seno de la sociedad civil o en el seno del Estado” (Fernández, 2007: 176).
La deliberación se configura como un espacio para garantizar la democracia
y por supuesto, la representación efectiva de los políticos que tienen bajo su con-
trol las políticas públicas, el presupuesto y la toma de decisiones en el cabildo.
Habermas (1999), reconoce la dificultad de actuar de manera vinculante desde el

118
poder y atender las demandas ciudadanas. Establece que es en estas redes de orga-
nizaciones y grupos, donde se formulan las necesidades y se privilegia la agenda a
atender. Asimismo se elaboran las propuestas políticas concretas que desean dar a
conocer a sus representantes; en el caso del gobierno municipal a sus regidores y
al presidente municipal.
Asimismo, tomando a Elster et. al. (2001), se considera como imposible que
los representantes actúen bajo el esquema de mandato imperativo porque los parti-
dos políticos desarrollan una agregación de intereses muy amplia; así como dispersa
en torno a las necesidades de los ciudadanos que votaron por ellos. Por lo tanto,
para garantizar un esquema democrático en la toma de decisiones la deliberación
tomará el papel de medidor de intereses a partir de la discusión sobre los temas. La
agenda de los representantes no será entonces formada por los partidos políticos
hacia los cuales vuelven los políticos, sus acciones para garantizar su permanencia
en el poder; si no se formará a partir de la fructífera discusión, cooperación y cabil-
deo de las principales fuerzas.
Este planeamiento, sobre la deliberación como mecanismo para garantizar
que los representantes sean responsivos o responsables con sus electores, puede
considerarse como un tipo ideal en el estudio de la democracia. Elster et. al. (2001)
señalan al menos 4 maneras en las cuales puede incidir la deliberación en torno a
la calidad en la toma de decisiones: 1.- Lograr que los resultados de las decisiones
resulten superiores en la clasificación de Pareto al permitir mayores soluciones;
2.- Lograr resultados más equitativos en términos de justicia distributiva propor-
cionando mayor protección a las partes más débiles; 3.- Conducir a un consenso
más amplio sobre cualquier decisión; 4.- Generar decisiones que sean más legítimas
(incluso para la minoría).
El planteamiento que se esgrime en esta postura de representación está vin-
culada de manera directa con la legitimidad en la toma de decisiones. La discusión
de los temas antes de votar otorga a los representantes la posibilidad de contender
con argumentos y con posturas ideológicas el por qué de su voto; se trata de jus-
tificar el voto que emiten en el pleno o en el cabildo a partir de su discusión. Esto
convence a los electores de seguir votando por los representantes que se apegan a
sus promesas de campaña y que llevan la agenda ciudadana a la discusión; aunque
no siempre ganen, por supuesto.
Aunque con los planteamientos anteriormente expuestos, es preciso distin-
guir la deliberación de la discusión política. Si nosotros tomando un café discutimos
no será en la arena de la política, sino en la cotidianeidad; la discusión política en-
traña decisiones que afectan a un gran número de personas. Además, la delibera-
ción recurre a razones, exponer ideas y sobre todo datos, información convincente;

119
mientras que la discusión entraña planteamientos ideológicos, posturas o sólo se
restringe a un mero intercambio de información (Przeworsky, 2004).
En este punto, la información juega un papel importante porque en el acto de
deliberación la información con respecto al tema a discutir garantiza un buen debate
y deliberación. Empero si los actores no cuentan con la misma información no se
podrá garantizar un proceso de deliberación genuino; porque se sufre el riesgo de
que quienes tengan toda la información convenzan a los otros o los engañen utilizan-
do el criterio ideológico antes que la razón y el bienestar general de los ciudadanos.
En la arena política por supuesto que se da continuamente una lucha de inte-
reses, entre lo que beneficia a un gran número de personas y las políticas públicas
que tienen como destinatarios a un grupo específico. Las creencias de los políticos
pueden funcionar como la información a falta de datos concretos sobre los cuales
verter su crítica. En el caso de los regidores de un ayuntamiento, que es el caso que
nos ocupa, ocurre frecuentemente que no todos los regidores cuentan con la misma
información antes del cabildo. Usualmente los regidores de mayoría o pertenecien-
tes a la planilla del presidente pueden tener mayor información, mientras que los
regidores de oposición carecen de ella.
Por esa razón, ante el desconocimiento del tema es imposible garantizar que
los regidores de un ayuntamiento puedan deliberar para llegar a mejores propues-
tas, acciones o políticas públicas de beneficio colectivo, consensado y democrá-
tico. Los representantes, en el caso del gobierno local, los regidores, requieren
contar con igualdad de condiciones al recibir la información y poder deliberar el
torno a ello en el cabildo. Buscar la imparcialidad es una de las premisas que sal-
vaguarda la deliberación.
Empero el camino de la representación nos lleva de inmediato al sistema ins-
titucional bajo el cual se rige dicha representación. Tal como sostiene Gargarella:

“El sistema político parece tener problemas para alcanzar decisiones imparciales y –pro-
bablemente a causa de eso-, experimenta dificultad en ganarse el respeto del público.
Conjeturo que tales problemas tiene por lo menos una causa importante: el sistema polí-
tico (organizado de modo como lo está) no se halla en condiciones de asegurar la plena
representación de la sociedad” (Gargarella, 2004: 323).

La fórmula para garantizar la imparcialidad está basada en la “representación plena”


que postula Gargarella (2004), la cual significa que los representantes tomen las
peticiones, los asuntos como si fueran suyos. Asimismo, centrando el análisis en el
cabildo, el órgano deliberativo del gobierno local, la comunicación es un elemen-
to que a privilegiar en la toma de decisiones, porque los grupos políticos pueden

120
impulsar alianzas y negociar; partir de la información propuesta y no sólo turnar
los dictámenes a votación. Bajo el esquema institucional que rige a los ayuntamien-
tos en nuestro país, el sistema de planilla cerrada y bloqueada garantiza que si se
vota un asunto que promueve el presidente, los regidores de su planilla votarán a
su favor, ganando la votación. Cuando el sistema institucional en la asignación de
regidores garantiza la mayoría de la representación edilicia, impide el contrapeso
legítimo de la oposición. No hay deliberación, sólo mayoriteo en las votaciones.

Puntos concluyentes
La restauración de la reelección consecutiva en el ámbito municipal es un avance
incompleto para garantizar la calidad democrática, el actual diseño institucional hace
imposible la representatividad plena y el ejercicio de la reciprocidad entre los miem-
bros del cabildo y los ciudadanos que votan por ellos. Si la representatividad de los
políticos municipales se define como abstracta, dirigida hacia el bien común y basada
en la nación, la sanción electoral de los representados es injusta porque no son los
titulares de la soberanía delegada ni se trata de expectativas del mismo orden.
La reelección es un mecanismo democrático necesario para establecer mejo-
res resultados, garantizar la deliberación y el rescate de la representación política
en el municipio; pero no suficiente para lograr la conexión entre los representantes
y los representados. Exige otros cambios profundos dentro de la institución muni-
cipal; como discutir el financiamiento y reglas para evitar volver a los cacicazgos y
autoritarismos locales; así como promover una elección territorial.
Si la responsabilidad de los políticos se define de manera sustantiva y se les
exige reciprocidad y rendición de cuentas la sanción a través del voto resulta inespe-
cífica; porque no existen los mecanismos para que los regidores o síndicos puedan
actuar a favor de sus demandas. La cláusula de gobernabilidad que otorga mayoría
dentro del cabildo al partido en el poder, permite que los presidentes municipales
actúen sin contrapeso, por ello; frente a la responsabilidad abstracta la representati-
vidad es un distractor que pone conflicto la receptividad con la eficiencia.Y frente a
la responsabilidad sustantiva la representatividad resulta ininteligible e irrealizable.
Asimismo, el sistema electoral municipal requiere modificarse con la restau-
ración de la reelección consecutiva, porque los regidores dentro de un municipio
no tienen circunscripción territorial. Por tanto, no tienen un distrito o un espacio
territorial a quien beneficiar con sus acciones y gestiones; y para poder solicitar
nuevamente el voto, no existe un parámetro o mecanismo que permita evaluar su
trabajo dentro del cabildo. El presidente municipal finalmente termina siendo la

121
figura prominente y su papel es ambivalente; porque puede beneficiar a muchos
o a nadie de manera directa con las decisiones que se toman en común acuerdo
dentro del cabildo.
Frente a estas inconsistencias del modelo institucional la sociedad contem-
poránea en el municipio se enfrentan a dos alternativas: o bien aprende a vivir con
expectativas contradictorias e insatisfacción respecto de los resultados de la política
local, o bien reestructuran sus marcos institucionales para hacer posible una demo-
cracia de calidad.

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123
Tercera Parte

Ciudadanía y Política
Secularización política y construcción de ciudadanía
en la alternancia mexicana

Juan Mora Heredia1


Lilia Anaya Montoya2
Anatali Cruz Cardozo3

A manera de introducción
A poco más de dos lustros de su primera alternancia, el país sigue inmerso en un in-
concluso trasiego político-cultural. Se esperaba la instauración de un poder republi-
cano igualitario y justo, que a su vez promoviera una distribución más equitativa de
la riqueza social. En su lugar tenemos un ambiente estructural de mayor exclusión
social, desafección política y creciente inseguridad pública. Con unos procesos elec-
torales marcados por una intrincada normatividad, partidos políticos convertidos en
empresas corporativas, y una clase gobernante desacreditada ante la sociedad. De
esta suerte, la promesa de una transición expedita quedó limitada, al enfrentar una
porfiada realidad donde siguen vigentes acciones y privilegios de viejo cuño.
La descentralización del poder a sus espacios regionales, y el desmantelamien-
to de las áreas de regulación económica y benefició social del Estado, producto de la
oleada antiestatista, dejó un país quebrantado. Con una institucionalidad legal y po-
lítica constreñida para afrontar los voraces intereses locales y globales. El gatopar-
dismo, cambiar para seguir igual, parece ser la vieja máxima nuevamente presente
ante lo sucedido en los tiempos recientes. Se registró la sucesión con un nuevo
partido político en el poder Partido Acción Nacional (PAN), pero hubo parálisis en
las transformaciones del antiguo régimen político.

1
Profesor-Investigador. Departamento de Sociología UAM-A. herediajuan57@hotmail.com
2
Profesora-Investigadora. Departamento de Sociología UAM-A. quiquichine23@hotmail.com
3
Ayudante de Investigación Departamento de Sociología UAM-A. tzinzintlini@hotmail.com

127
Así las cosas, cada día más obligado en el entorno de la sociedad mexicana, es in-
terrogarnos si la sola aplicación de reglas político-electorales posibilitan de suyo una
esencia democrática. Ello porque desde la mudanza partidista del año 2000, donde
la vida política tuvo su punto de inflexión, se daba por sentado el eventual tránsito a
una innovadora circunstancia política, dejando atrás varias décadas de partido hege-
mónico. Para ese efecto, se apuntaló una dilatada infraestructura electoral, que con
el paso del tiempo se ha vuelto una de las más ostentosas y onerosas, de nuestra reza-
gada modernización política. Una inversión apoyada en el discurso de situarla como
el pivote nodal de un azaroso proceso de reforma iniciado un par de décadas antes.
De esta manera, a pesar de las ensalzadas virtudes dispensadas a la matriz
democrático-electoral, indispensable es rastrear los alcances de dicha coyuntura,
en la dimensión subjetiva. Luego que si bien referirse a un régimen democrático,
es pensar en la concurrencia de los diferentes grupos sociales, a las zonas de po-
der institucional vía partidos políticos, parlamentos y gobierno. También lo es, las
implicaciones del factor simbólico-cultural en la reorganización de la vida pública,
estimulando valores modernos, en términos de formación de identidades políticas,
estrategias de intervención social y la definición de un consistente entramado legal
e institucional.
Un proceso de construcción del ámbito público donde los individuos conver-
jan para deliberar acerca del horizonte social que se quiere modelar. Es de subrayar
a medida que esta esfera de dialogo se fortalece, el poder político se seculariza,
apelando a una normatividad racional por encima de prejuicios religiosos, morales
o intereses patrimoniales. Consiguientemente, la democracia tiene como objetivo
esencial configurar el entramado institucional, bajo cuyo resguardo se dirime el
conflicto político y la integración social.
En ese sentido, qué credibilidad tienen los mexicanos en esta tarea de la de-
mocracia y sus actores, así como las implicaciones en sus formas de participación
y condición ciudadana. A partir de ésta premisa, en el presente documento inda-
gamos pistas acerca de las tendencias sobre las cuales se ha deslizado el cambio
cultural y político de México en este lapso.

Modernidad, democracia y ciudadanía


Con el advenimiento de la modernidad como energía civilizatoria, se abre un pers-
pectiva favorable para la edificación de un mundo amoldado a la razón humana
tomando distancia de la fe. Anclando el devenir histórico a las coordenadas de la
reflexividad y la inclusión. Una época cuyo momento culminante es la revuelta ilus-

128
trada del siglo XVIII sometiendo a crítica todos los ámbitos de la vida. Se apelaba a
la capacidad racional para diseñar el entramado de una nueva forma de convivencia,
superando la barbarie precedente. De esta manera, la modernidad como ethos cul-
tural, se constituyó en la esencia del orden social contemporáneo. Delineando un
horizonte más promisorio para el desarrollo de la especie humana.
Los imponderables y claro-obscuros desde el siglo XVI a la fecha han sido
múltiples. Sin embargo, como bien apunta Habermas, la modernidad sigue siendo
un proyecto inacabado, ya que en ella se encuentran presentes las simientes de una
sociedad racional y responsable, por encima de una sociedad de la pasión y la vio-
lencia. Es decir, dos espacios de vivencia de los individuos, uno con el predominio
de las instituciones, y el otro regido por la ley del más fuerte. O lo que es igual, el
famoso binomio contractualista del Estado de naturaleza-Estado político, mediado
por el pacto social. Con ello, el quehacer político tendría como propósito sustanti-
vo apoyar la creación de una sociedad mejor, por encima de las acciones de poder.
Establecida la inclusión del otro como un elemento primordial en el montaje
de un mundo más justo y equitativo, desplazando los privilegios de antaño, su ins-
titucionalización no ha resultado sencilla. Varias concepciones de mundo plasmadas
en diversas doctrinas, acompañadas de constantes luchas sociales, así lo atestiguan.
Pero que también son reflejo del ejercicio intelectual interesado en trazar las rutas
futuras. Concepciones de mundo asociadas a formas de integración, con puntos
de dialogo y confrontación entre ellas, manifestando la trascendencia del dilema a
resolver. En lo más reciente de este proceso, el modelo democrático se ha impuesto
en el siglo XX como forma de gobierno en buena parte del orbe. Una organización
del acontecer social legitimada por su compromiso a fortalecer la condición ciuda-
dana, a partir del reconocimiento universal de los derechos políticos.
Ideal democrático que se busca materializar vía el impulso de un sistema de
representación, donde los gobernados a través del sufragio universal eligen a sus
delegados para la gestión legislativa. Un diseño institucional donde partidos políti-
cos y parlamento son nodales para el correspondiente funcionamiento. Intermedia-
ción política necesaria para legitimar decisiones gubernamentales, que ha derivado
en una ensalzada inclinación por su lógica procedimental. Enfoque cuyo foco de
atención es la estrategia de poder de las élites, expresado en los mecanismos y for-
mas de acceso a los espacios de decisión política. Como señala Held:

“En el siglo XX la teoría de la democracia se ha centrado, en concreto, en el contexto orga-


nizativo y cultural de los procedimientos y en los efectos que ese contexto tiene en el <<go-
bierno de la mayoría>>. Desde el desarrollo de la teoría del elitismo competitivo en la obra
de MaxWeber y Joseph Schumpeter hasta la elaboración del pluralismo clásico en los escritos

129
de Robert Dahl, o la crítica de estas ideas en los escritos de los marxistas contemporáneos,
el centro de atención de la teoría de la democracia moderna han sido las condiciones que
favorecen o impiden la vida democrática de una nación” (Held, 1992: 362).

De esta forma, el cometido primordial de los gobiernos del mundo en nuestros


días, gira en torno de un compulsivo afán por atender la pulcritud institucional. Se
forman comisiones parlamentarias, cambian las reglas jurídicas, los cuerpos poli-
cíacos endurecen sus acciones, etcétera, todo bajo la égida del Estado de derecho
y por lo tanto de la legalidad. Un énfasis en las reglas del juego enfocado a generar
acuerdos y gobernabilidad (Nogueira, 1994), llevando a que “...la democracia se
rija sobre un consenso sin objetivo que degenera en la despolitización y apatía de las
masas” (Cerroni, 1986: 10), parafraseando a Michel Crozier.
Pero aquí es donde los caminos al cruzarse crean un nudo gordiano, ya que
al exacerbarse la limpieza institucional la empresa política se convierte en una di-
latada razón de Estado. La política se impone a la ética, quebrantando el equilibrio
sobre el cual descansaba su virtuosismo. Roto tal contrapeso, el proyecto de largo
plazo queda desdibujado ocupando su lugar medidas de corto alcance conducentes
a preservar simple y llanamente el orden. El medio se impone al fin. El conflicto
por el poder en sí, subsume la tarea de construcción de la polis.
El incremento de la resistencia civil y la movilización social en los últimos
años en buena parte del planeta, y la obcecación de los gobiernos correspondientes,
revelan el grado de separación entre la práctica política y la responsabilidad en la
aplicación del poder. Litigio estimulado en buena medida gracias a la constrictiva
incursión de la técnica en los espacios reservado para el juicio valorativo. Asentada
en una petulante razón instrumental, la técnica instigó un virulento resentimiento
hacia la política a lo largo de toda la época de intervencionismo estatal, desilusión
que al presente tiene un gigantesco auge, derivando en una exagerada propagación
de los discursos esterilizado de intereses, promotores de los fines de la historia, el
fin de la utopía, o la crisis de los metarelatos.
La existencia de una racionalidad imperfecta y el ascendiente normativo en el
proceso de organización social, son argumentos sustantivos que hoy día debilitan la
idea de una certidumbre racional en todas las acciones y objetivos propuestos por los
individuos. Ellos no son responsables de su situación, ya que el mundo está dominado
por incertidumbre, misma que se traduce en contextos de duda y perplejidad. Así, la
noción de una sociedad inscrita en ámbitos de infalibilidad y certeza, empieza a ser
substituida por un conglomerado humano aprisionado entre parámetros aleatorios e
inciertos, que hallaría en la suerte y el azar sus posibles mecanismos para tomar deci-
siones individuales y colectivas inmediatas, mientras que para una trayectoria de largo

130
aliento, la categoría de justicia ocuparía un lugar sustantivo. Con lo cual asistimos a un
renacimiento de las indagaciones acerca de la relación entre ética y política.
Para alguna bibliografía de años recientes, ya se mostraba esta panorámica
(Lechner, 1996; Zolo, 1994; Rabotnikoff, 1992; Keane, 1992; Offe, 1995), subra-
yando la pertinencia para discutir este tema más allá de los contornos jurídico-ins-
titucionales, indagando el sentido ético con el cual la política también se identifica.
Visto así el asunto, nos remite a pensar no solamente en la naturaleza del nexo entre
ética y política, sino también a cuestionarse acerca de su vigencia. Una discusión
que aclare si la política en sí ya tiene una moral intrínseca, o hemos de tener que re-
flexionar en torno a qué proceder es el que reclama la política contemporánea y de
cada tiempo en específico. Con otros términos estaríamos frente a la consideración
de preguntarnos ¿cuáles son las características o peculiaridades que para cada ciclo
histórico manifiesta la política?, rebasando la idea de que la misma es y se desarrolla
de forma homogénea.
Esbozado lo anterior, el tema central por donde se precisa reivindicar la discu-
sión política de los próximos años, radica en definir las peculiaridades del horizonte o
proyecto social a ser desplegado para el futuro. En función del cual los esquemas del
poder político institucional, técnico y cognoscitivo se modificaran, reubicando el ca-
rácter de los objetivos a perseguir y de los medios para lograrlo. O sea, proporcionar
los fundamentos a los actos políticos, para que éstos adquieran sentido y no queden
expresados como meras actitudes personales carentes de un origen y un fin, que tie-
nen su razón de ser en la rutina política en sí. Siendo este el argumento para examinar
la originalidad de la política en términos de valores, y de su nexo con las instituciones
y cuerpos que realizan las tareas administrativas de la riqueza pública. Una acción que
en cuanto tal, obliga a una institucionalización social (objetivación ética de un ima-
ginario social) por encima de los formalismos jurídicos de la representación. En ese
sentido, el concepto de sociedad civil y/o ciudadanía no lo podemos establecer como
algo ya acabado, sino como un imaginario en constante cambio.
En ese sentido, en nuestra alicaída transición política, cómo se vislumbra
este entramado valorativo. Existe y es consistente, haciendo posible la hechura de
la polis mexicana más allá del mero procedimiento. Una polis entendida como ese
ámbito donde los diversos intereses confluyen para dialogar y tratar de resolver su
conflictividad. ¿Qué tanto la democracia expresada en la alternancia de gobierno,
ha coadyuvando para concitar la aspiración moderna de una subjetividad civiliza-
toria, identificada con la institucionalidad existente. Hay el apego y confianza en
ella, en virtud de sentirse reconocida y participe de la misma. Están fusionados la
parte y el todo en un propósito común, otorgarle viabilidad y sentido a un pro-
yecto de sociedad.

131
La alternancia partidista. La democracia electoral y sus expectativas
Los comicios del año 2000 fueron un suceso en la vida política de México, al posi-
bilitar la transferencia del mando gubernamental del Partido Revolucionario Ins-
titucional (PRI), a una nueva élite política aglutinada dentro del Partido Acción
Nacional (PAN). Un proceso históricamente relevante, con una sobredimensionada
campaña mediática enfocada a vender la imagen de Vicente Fox como promotor de
la demandada innovación política. Evidente fue el éxito obtenido, para lo cual el
imaginario de una sociedad educada en la cultura política del caudillo, le resultó
altamente propicio. Sin dejar de lado el apoyo que grupos de variado signo le brin-
daron empujando el voto útil a su favor.
Se inauguró así, una trascendente oportunidad política motivando un amplio
júbilo colectivo, pues se consideraba el país ingresaba a una promisoria etapa de
modernización institucional. Un par de sexenios después, en medio de una gran
frustración por las expectativas no cumplidas, el partido derrotado en el 2000 ha-
bría de tener un retorno triunfante, dejando para el análisis los efectos de esos
años en la transformación del país. En los primeros años del gobierno foxista, ante
un giro político aguardado, pero no cristalizado, el desencanto fue patente. Más
adelante, en 2006, el pluralismo partidario y el crecimiento de un potencial go-
bierno de izquierda, condensado en el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador
(AMLO), hicieron renacer la expectativa de una transformación de fondo.
Esta renovada confianza en la democracia electoral, es fortalecida por la oleada
de gobiernos de izquierda en el continente latinoamericano.4 Dicha finalidad tendría
su quiebre en unas polémicas elecciones presidenciales de 2006. Por una, minúscula
diferencia el PAN repite al frente del gobierno, pero dejando grandes dudas en la reali-
zación del proceso. Las secuelas fueron un Instituto Federal Electoral (IFE) debilitado,
una sociedad polarizada, y un presidente legal pero con bajos niveles de legitimidad.
Esta fractura institucional y social, nos permite entender el descenso en la idea
de representación democrática compendiada en la ENCUP de 2008. Aunque en la de
2012 apunta una recuperación sustantiva en la directriz prefigurada en años previos.5
Una pauta de opinión factible de ser explicada por el resurgimiento de la moviliza-
ción política conducida por AMLO. Con el país encarando una severa crisis financiera

4
Sin embargo, debemos resaltar que en Sudamérica particularmente, esta confianza en lo electoral se funda en
una serie de movilización y organización política precedentes a la instauración de dichos gobiernos. Es decir, la
confianza en la democracia electoral se funda en la creación de un espacio público en donde los actores antes
excluidos se hacen visibles y constituyen una fuerza con capacidad negociadora y fundante de nuevos gobiernos,
como en Bolivia, Argentina y Ecuador, donde el cambio fue impulsado desde abajo y este, llevado a las urnas.
5
Cabe destacar, la ENCUP 2012 fue levantada entre el 17 y 28 de agosto del 2012.

132
mundial, una persistente desigualdad social, y el desborde de la inseguridad pública.
De nueva cuenta, la expectativa del líder dirigiendo el cambio esperado, vía la con-
tienda electoral se hizo presente. El resultado no le fue favorable a la Coalición Movi-
miento Progresista (PRD, PT, MC), ganando la elección Compromiso por México (PRI/
PVEM), con una votación suficiente para declararla legal. No obstante la acusación
a los triunfadores de usar medios ilícitos para allegarse las preferencias electorales.
Las elecciones de 2012 sirvieron para cerrar doce años de sucesión partidista.
Intervalo que al final dejó una sociedad fragmentada electoralmente, confrontada
políticamente y polarizada socialmente. Dando paso a una nueva mudanza y enor-
mes desafíos a resolver. En suma, si hemos de evaluar la influencia de la alternancia
en el arraigo de este imaginario en la sociedad, todo parece indicar fue precaria.
Con un escasa satisfacción de la población en la democracia, como es posible adver-
tir en el siguiente gráfico.

Gráfico 1
Satisfacción democrática

Fuente: ENCUP.

133
Durante la primera década del siglo XXI, entre 60 y 70 de cada 100 mexicanos se
sienten poco satisfechos con la democracia desplegada en el país. Mientras un prome-
dio del 5% en ese mismo período, están muy satisfechos, en tanto del 14 al 25% se
consideran nada satisfechos. Es de subrayar incluso el rubro de ns/nc registra dígi-
tos superiores (6 a 12 %) a los que se consideran satisfechos. Este desafecto indica
la frágil proximidad reconocida por los mexicanos, entre el programa electoral
con sus vivencias cotidianas. Un proyecto sobre el cual se estructuró la idea de la
transición democrática, pero que no logró cuajar, y estuvo distante de satisfacer las
reivindicaciones presentes en diferentes ámbitos desde el inicio de la alternancia.
Hubo momentos con ligeros despuntes en la preferencia, pero sin alcanzar la con-
solidación total.
Para contextualizar esta situación, conviene aclarar, la misma no es algo es-
pecífico de México. Tiene su conexión estructural con la oleada democrática de
los años 70’s y 80’s, que permea a todo el continente latinoamericano. Donde lo
mismo dictaduras militares que gobiernos populistas o autoritarios enfrentaron el
juicio de las urnas, inaugurando con ello un nuevo talante de legitimidad en función
de la cual se proyectaba la modernización institucional del orden político en el con-
tinente. Mientras paralelamente eran aplicadas reformas económicas con estrictos
ajustes en materia salarial, empleo, fiscal o de consumo, que si bien han estabilizado
las economías, sus impactos negativos en materia social con una multiplicación de
la pobreza son claramente visibles.6
Así las cosas, obligado resulta preguntarse ¿por qué aspirar a la democracia
cuando los niveles de bienestar se reducen severamente? ¿Y de dónde emana ese
impulso? Especialmente, cuando la región no se ha caracterizado por un pasado
democrático. En este sentido, es posible afirmar que la intensificación de las movi-
lizaciones populares en Latinoamérica durante los dos últimos decenios, con buena
parte de ellas encaminada a la defensa de la democracia política, tiene su eje pe-
titorio en la defensa de sus recursos reproductivos. Como bien apuntaba Norbert
Lechner: “En América Latina la democracia nos viene por otro impulso, refleja
una carencia; la demanda de democracia expresa la carencia de integración social”
(Lechner, 2004).
Es decir, la democracia para países de bajo desarrollo se ha convertido en
un factor de sobrevivencia, antes que de acuerdo civilizatorio pleno. O lo que es

Es de subrayar que esta oleada democratizadora en América Latina, no pretendía restaurar el poder popular que
6

las dictaduras rompieron por la vía golpista. Más bien, la democratización de los años 70’s y 80’s pretendía ajus-
tar las expectativas y acciones políticas de los individuos a la vía electoral. Debía quedar claro que la democracia
es sólo un mecanismo de legitimación de élites en el gobierno, ni más ni menos. De ahí que esta democratiza-
ción constreñida a las urnas, no obstaculizara en lo más mínimo el avance de las reformas neoliberales.

134
igual, ante el juicio de los sujetos políticos, la vía político-electoral emerge como
ese eventual medio de acción política a través del cual evitar el desplome total del
bienestar conseguido.
En este contexto, la situación de México no es discrepante a esta tendencia y
así tenemos durante las recientes tres décadas un abrumador incremento de la po-
breza, condición que es acompañada en el mismo lapso por una intensa alteración
en el terreno político-electoral. Siendo las elecciones del año 2000 la coyuntura
más importante de los últimos tiempos. Empero, la mecánica del cambio asentada
sólo en lo electoral, dejó de atender una reforma de Estado profunda. Se impuso
una visión conservadora (Valadés, 2014), que obstruyó las esperadas modificacio-
nes de fondo. A la parte de las libertades políticas y sus respectivas instituciones
(parlamento, sistema de partidos, procesos electorales) se le otorgó un trascenden-
tal empuje. Pero quedó a la espera la implementación de correcciones en el esque-
ma de distribución de la riqueza social, capaz de mitigar la desigualdad. Asimismo,
se postergó desarrollar un Estado de derecho acorde con los desafíos actuales, para
una resolución eficiente y justa de los conflictos (Woldenberg, 2014). Estas omi-
siones o descuidos han deteriorado paulatinamente la armonía social, y con ello la
confianza en las instituciones y su debido entramado legal. A ese respecto, cuáles
son las impresiones proyectadas por los mexicanos. Es lo que exploramos en el
inmediato apartado.

Confianza en las instituciones y los actores políticos


La confianza en las instituciones, es considerada nodal para el correcto funciona-
miento de los gobiernos, así como de su legitimidad. Pero a qué nos referimos
cuando hablamos de confianza. Al respecto, avanzando en su delimitación, ésta se
considera alude a la expectativa que tiene el individuo A con relación al individuo
B., donde A espera que B no tendrá un comportamiento o respuesta hostil hacía
él. Hay la creencia de recibir un trato o recompensa benévola a su acción realizada.
Existe una certidumbre positiva respecto a lo que el “otro” hará en reciprocidad. Tal
situación de darse, sirve de base para la cooperación y la solidaridad comunitaria.
Sin confianza una u otra acción no es posible llevarlas a cabo, derivando en un dis-
tanciamiento y fragmentación colectiva.
Ahora bien, se han identificado dos tipos de confianza, la social y la política.
La primera alude a la que el individuo tiene en su círculo inmediato, aquellos cer-
canos a él. Los que conoce y puede visualizar horizontalmente, familiares, vecinos,
amigos. En un segundo plano, fuera del ámbito personal, tendríamos entidades abs-

135
tractas, tener confianza en las instituciones es confiar en una entidad intangible, así
como en sus representantes. Como se puede apreciar la confianza social sobresale
en el perímetro de la vida privada, en tanto la confianza política se circunscribe a
la esfera pública. De esta forma, “...la confianza política en una institución conlleva
la creencia de que ésta no actuará de una forma arbitraria o discriminatoria que
resulte dañina para nuestros intereses o los del país, sino que nos tratará, a nosotros
y a los demás ciudadanos, de una forma igualitaria, justa y correcta” (Montero,
Zmerli y Newton, 2008: 21). Por ende, confiar en las instituciones es indicativo
de considerar que las mismas se están guiando por principios de equidad y justicia
para todos.
Establecido lo anterior, en su status de democracia emergente de reciente crea-
ción, que panorama nos ofrece el país durante su proceso de alternancia. Cómo está la
confianza política de los mexicanos respecto a las instituciones insigne de un sistema
político, así como de sus respectivos actores. Obsérvese el siguiente gráfico.

Gráfico 2
Confianza en las instituciones y organizaciones políticas y sociales a nivel nacional

Fuente: Instituto Federal Electoral (2014).

Una característica del proceso de modernización política en el país fue el impulso


de instituciones mediadoras de la vida política a través de la diversificación de los
partidos políticos, la ciudadanización de los órganos reguladores de las elecciones
y el fortalecimiento de los poderes legislativo y judicial. No obstante, la confianza
e identificación de los mexicanos con estos, ha sido escasa. Véase lo que sucede con

136
el IFE, los partidos políticos, los diputados, etc. En contraste, instituciones más
ligadas a la vida tradicional y al ámbito de lo privado, gozan de niveles de confianza
por arriba de las antes mencionadas. Las iglesias y el Ejército, instituciones que re-
presentan una el uso de la fuerza y otra la vida religiosa institucionalizada, parecen
ser las más confiables para los mexicanos.
Así, estamos ante un panorama en donde las instituciones políticas moder-
nas se presentan como poco confiables, o más precisamente, quienes las condu-
cen. Es decir, lo más perceptible de la instituciones en la vida cotidiana son las
acciones de quienes están al frente de estas y son precisamente estos personajes
quienes no son confiables (diputados, policías, jueces, etc.). Resultado lógico
si se consideran los altos grados de corrupción, impunidad y, en muchos casos,
delincuencia protagonizada por la clase política mexicana. Es decir, la moder-
nización en México se dirigió a las instituciones, no a los responsables legales y
políticos de las mismas, encargados de hacer que esta modernización pasara de
lo deseable a lo real.
Al respecto, en el día a día no falta la ocasión para que sea por televisión o a
través de los diarios, que se tenga noticia de alguna maniobra abusiva por parte de
los políticos en materia de dinero o del poder. De esta manera, la ecuación dinero
y política ha ido moldeando una percepción del quehacer público-estatal negativa,
disociada de cualquier principio básico de servicio. Ser político o formar parte de
la administración pública, para el conjunto de la población, es sinónimo de corrup-
ción y abuso de poder. Ciertamente hay los suficientes incidentes para alimentar
esta imagen, sin embargo, la existencia de algunos, o varios casos, no puede llevar-
nos a calificar esto como una generalidad, y mucho menos como una ley.
Pero lo sobresaliente de esta situación es que sin distingo de filiación política,
derecha o izquierda, los profesionales de la política son asiduos actores de escán-
dalos políticos. Algunos más documentados que otros, con mayor o menor segui-
miento por parte de los mass media, pero con la constante de inspirar una imagen del
político profesional cargada de mezquindad y ambiciones personales, misma que
por obvias razones les ha significado ocupar los últimos niveles en la escala de con-
fianza de los ciudadanos. Un desinterés político representado en abstencionismo
electoral, apartidismo y formas de participación alternas a través de organizaciones
no gubernamentales.
En este contexto, la política7 para la población mexicana ha quedado encasi-
llada como una actividad delimitada a los espacios donde se mueven los políticos;
7
Sobre el particular, importante es destacar lo polémico del término en sí mismo. Es una noción que para
el común de la gente se asocia al engaño, el favoritismo, la corrupción, la mentira, la imposición. En suma,
lo más negativo de la conducta humana que a su vez se concentra en el grupo de los profesionales de esta

137
el parlamento, los partidos, la presidencia, las dependencias de gobierno Ámbitos
distantes de la sociedad a los cuales no se puede acceder y mucho menos incidir.
De esta manera, es posible enterarse de lo que pasa en esos lugares a través de los
medios de información, pero no hay una identidad de ascendencia e influencia
sobre de ellos. No existe un autoreconocimiento de una potestad ciudadana que
se considere parte de la soberanía política y por ende del Estado. Hay pues, una
toma de distancia con relación al poder que se ejerce desde las órbitas guberna-
mentales, lo cual se traduce en desconfianza institucional y un escaso interés por
la política en sí.

Valores modernos: secularización y espacio público


El impulso de la razón, como horizonte que guiará la vida y las acciones de los in-
dividuos, fue una de las grandes promesas de la modernidad. Así, la argumentación
racional se constituiría como característica de la política dialógica en el espacio pú-
blico, sustituyendo apelaciones metafísicas como fundamento de la práctica política
y del poder. La separación entre Iglesia y Estado, y los conflictos que de esta derivan
han dado cuenta de este proceso.
En ese sentido, la secularización de la vida política en México ha tenido puntos
de inflexión importantes. Uno de estos, después de una difícil lucha para su estable-
cimiento, ha sido la laicidad del Estado desde el siglo XIX. Sin embargo, esta secula-
rización del Estado no ha permeado el imaginario político social de los mexicanos,
mismo que se reflejaría en la consolidación del espacio público y en individuos con
una vida social no limitada al mundo y las relaciones de la vida privada.
Un indicador de lo anterior es el nivel de confianza que, a lo largo del tiempo,
registran las instituciones políticas modernas secularizadas frente a las instituciones
tradicionales. Veamos los siguientes datos.

actividad. Consecuentemente hablar de clase política es hablar de los peores males. Empero es de señalar
esta situación que es la más visualizada, es sólo una de las dimensiones de la política. Sobre el particular, la
terminología en inglés ha sido útil para acotar los diferentes ámbitos por donde transcurre el actuar y pen-
sar político. Así tenemos tres vocablos valiosos; Polity que hace referencia a la normatividad, la institución,
alude al ejercicio de poder; Politics, refiere a las conductas de los individuos en su lucha por el poder; Policy,
se orienta a la gestión gubernamental, intervención sobre las relaciones sociales. Ver Vallés, 2002: 45-52.

138
Gráfico 3
Porcentaje de confianza promedio en el tiempo. Comparativo entre Iglesia y Congreso

Fuente: ENCUP.

Si bien la confianza que ha tenido la Iglesia desde el año 2000 ha ido a la baja,
ha permanecido como una institución más confiable que el Congreso. Cabe desta-
car los puntos de inflexión que estos niveles de confianza han registrado en los años
de elecciones federales o en los cercanos a estas. De 2005 a 2008, la confianza en
el Congreso pasó de un 57% a un 40%, para luego, en el 2012 elevarse al 49%,
mientras que en el mismo periodo la confianza en la Iglesia sólo registró una baja
de 5 puntos porcentuales. Manteniéndose así de 2008 a 2012.
Por otra parte, se puede observar que de 2001 a 2005 la confianza en el Ejér-
cito no se modificó; y a pesar de que cayó 20% de 2005 a 2012, la confianza en el
Ejército sigue siendo mayor que la depositada en los Partidos Políticos. Los Partidos
Políticos sólo han tenido un avance de 10% en un periodo de 11 años, el mismo que
no les ha alcanzado para colocarse a la altura de instituciones tradicionales como la
Iglesia o el Ejército. Es decir, las instituciones políticas modernas sólo pueden tener
algunos visos de confianza en periodos electorales, después, los mexicanos vuelven
a refugiarse en la tradición no secularizada que representa la Iglesia.

139
Esta tendencia no es exclusiva del país, en América Latina los niveles de con-
fianza registrados para distintas instituciones en 2013 colocan a la familia, a la Igle-
sia y a las Fuerzas Armadas como las tres instituciones más confiables en México y
en el continente. Como se puede observar en la siguiente tabla:

Tabla 1
Confianza en las instituciones tradicionales

Fuente: tomado de Moreno (2013).

140
Por otro lado, la siguiente gráfica, basada en datos proporcionados por el latinoba-
rómetro, nos muestra que a pesar de que se quiera presentar los procesos políticos
como aislados (propios de cada país), estos tienen conexión, sea por la condición
identitaria regional, o bien por el mismo proceso globalizador.

Gráfico 4
Porcentaje de confianza promedio en el tiempo. Comparativo entre México
y América Latina (Partidos Políticos y Fuerzas armadas)

Fuente: tomado de Moreno (2013).

Así las cosas, estamos frente a una sociedad en la que el espacio público no
es tal, la vida social se desarrolla en el mundo de lo privado, en donde la tradición
(familia e Iglesia) y la violencia (fuerzas armadas) son las únicas salidas que aparecen
como reales en un contexto de crisis, pobreza y desigualdad.

141
A manera de conclusión
Uno de los planteamientos desarrollados al principio de este trabajo, reparaba en la
aparente contradicción entre la exacerbación del formalismo que rodea a la demo-
cracia electoral y, al mismo tiempo, el avance de políticas económicas devastadoras
del bienestar y la dignidad humanas, cuyo impacto también se ha dejado sentir en
la subjetividad política (conservadora, desalentada y con atonía) y en el desmante-
lamiento sistemático del espacio público. Nos preguntábamos de qué manera, el
impulso democrático-electoral era posible en un contexto semejante. Sin embargo,
esta aparente contradicción pareciera no serlo tanto.
A partir del periodo de posguerra, asistimos a un momento en el que las
contradicciones del capitalismo pudieron sortearse mediante un equilibrio, en apa-
riencia, poco conflictivo:

“[…] un tiempo en el cual el acorde perfecto entre crecimiento económico, seguridad


social y democracia política se estableció en muchas cabezas como horizonte normativo de
expectativas. Ante el trasfondo de este horizonte de expectativas se manifiesta claramente
la problemática clave de la evolución de nuestra sociedad actual, donde parece cada vez
más difícil lograr la ponderación de estos objetivos en oposición mutua: la acumulación
capitalista, la integración social y la legitimación democrática” (Dubiel, 2001: 68).

La radicalidad que hoy presenta la acumulación capitalista y todos los problemas


sociales que de ello derivan, dificultan más que nunca su compatibilidad con la de-
mocracia más allá de lo electoral. Más aun, los valores que delimitan el horizonte
utópico de la modernidad (racionalidad, política, dialógica, espacio público, eman-
cipación, etc.) están lejos de hacerse realidad en la subjetividad política mexicana.
Aquí, la democracia electoral no ha servido para construir modernidad. No por lo
electoral en sí mismo, sino porque esto se ha convertido en una camisa de fuerza y
contención de lo que realmente importa: la posibilidad de construir una sociedad
más justa e igualitaria. Se ha enfatizado en lo electoral más como una medida que
abone a la eficacia de la gobernabilidad conservadora que como uno de los muchos
medios necesarios para lograr la inclusión social.
Aun con la alternancia partidista, la política se ha empobrecido, se ha re-
ducido al mero ejercicio del voto –clientelar- como ha sucedido en los últimos
procesos electorales. La construcción de la polis, ha sido negada. En su lugar, la
violencia y la imposición del más fuerte no son fallas del sistema que habrán de
corregirse con más mecanismos electorales. La fuerza ha tomado el lugar del con-
senso, institucionalizándose.

142
Los datos del Latinobarómetro que evidencían más confianza en la violencia
(Ejército) que en la política (partidos) es un ejemplo mundial de eso. Los consensos
se realizan cuando hay un mínimo de contrapesos entre los actores sociales que es-
tán en el espacio público, pero cuando lo que hay es una desigualdad (en recursos,
en poder, en derechos, etc.) tan grande ¿qué necesidad hay de consensar? Se apela
a la violencia y a la fuerza directamente. Peor aún, cuando ni siquiera hay espacio
público, o bien cuando este ha sido sistemáticamente desmantelado y en su lugar
aparece la vida descarnada del Estado de naturaleza hobbesiano, como en México. Lo
que obliga a replantear la discusión acerca de la democracia,8 así como recargarla de
sentido9 para que tenga condiciones de cumplir con su objetivo civilizatorio.

Bibliografía
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dios Políticos, México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-UNAM, número 2,
volumen 5, nueva época, abril-mayo.
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Lechner, Norbert (1996). “La política ya no es lo que fue”, Nueva Sociedad, Venezuela, nú-
mero 144, julio-agosto.
Lechner, Norbert (2004). “Entrevista a Norbert Lechner”, Polis, en http://polis.revues.
org/6377[19 de marzo del 2015].

8
Acerca de este necesario examen, en fechas recientes tenemos los escritos de Agustín Basave, “La deserción
democrática”, El Universal, 13-04-2015; o la serie de artículos de Héctor Aguilar Camín “Repensando la
democracia”, los días 07/08/09 y 10 de abril del 2015, en el diario Milenio.
9
Donde “...resulta importante no solamente quién decide sino también qué cosa se decide” (Cerroni,
1986: 12).

143
Montero, José Ramón, Sonja Zmerli y Ken Newton (2008). “Confianza social, confianza
política y satisfacción con la democracia”, Revista Española de Investigaciones Sociológi-
cas, España, número 122, pp. 11-54.
Moreno, Alejandro (2013). “Confianza en las instituciones”, Este país, en http://estepais.
com/site/2013/confianza-en-las-instituciones/[19 marzo 2015].
Nogueira, Marco Aurélio (1994). “Democracia política, gobernabilidad y representación”,
Revista del CLAD Reforma y Democracia, Caracas, núm. 1.
Offe Claus y Schmitter, Philippe (1995). “Las paradojas y los dilemas de la democracia
liberal”, Revista Internacional de Filosofía Política, México, UAM-Iztapalapa/UNED.
Rabotnikoff, Nora (1992). “El retorno de la filosofía política: notas sobre el clima teórico
de una época”, en Revista Mexicana de Sociología, Instituto de Investigaciónes Socia-
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Vallés, Josep M. (2002). Ciencia Política. Una introducción, España, Ariel.
Zolo, Danilo (1994). La democracia difícil, México, Alianza Editorial.

Otras referencias
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Woldenberg, José (2014). “De tres, uno”, Diario Reforma, 20 de noviembre, p. 14.

144
El ciudadano/a agente de la delegación
Miguel Hidalgo en el Distrito Federal
RosaYnés Alacio García1

Introducción
En este trabajo se analizan las tensiones entre los conceptos: ciudadano/a-agente,
desalineamiento electoral, realineamiento electoral temporal, y swing, a partir
del análisis de resultados electorales por partido y/o candidato, en la delegación
Miguel Hidalgo en el 2012. Se presenta el margen de victoria (MV) entre el pri-
mero y segundo lugar, y entre el segundo y tercero en las preferencias electorales
sin coaliciones.

“Aunque la palabra ʽswingʼ hace referencia a un tipo de baile, en el ámbito que nos com-
pete se trata de los intercambios de votos entre partidos (…)” (Gómez Tagle, 2000: 84).

El trabajo se presenta en tres etapas, en la primera se analizan los conceptos


en el siguiente orden: democracia, ciudadano/a –agente, desalineamiento electoral
y realineamiento electoral. En un segundo momento, se reflexiona sobre las poten-
cialidades del ciudadano/a agente en contraparte con los supuestos de la teoría de
la modernización para analizar preferencias electorales, destacando la importancia
de las redes dialógicas. En una tercera fase, se analizan los resultados electorales
federales 2012 por partido y/o candidato en la delegación Miguel Hidalgo, desde
los polígonos denominados ZOREs, (zonas de responsabilidad) conformados por
secciones electorales.2 En esta última fase, se busca identificar la inclinación del

1
Profesora-Investigadora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Correo: alacio@rosaynes.mx
2
Un polígono, es un diseño asimétrico que delimita un territorio para fines específicos. Cada polígono es
independiente, tanto en diseño como en características, y contiene un ilimitado número de lados. Un polí-
gono electoral es un diseño asimétrico diseñado institucionalmente, para facilitar la organización del proceso
electoral. Un polígono electoral es vigente para un proceso electoral específico, y puede cambiar entre una

145
votante por un solo partido y/o candidato, desde las características geográficas de
cada ZORE, y en donde se muestran matices dentro de la categoría: urbanización.

Antecedentes
En los noventas, las elecciones se estudiaron desde dos enfoques centrales: la
estadística y los estudios de coyuntura; el primero, tuvo como objetivo entender
la estabilidad y el cambio de las preferencias electorales utilizando variables es-
tructurales, en tanto los otros, abordaron encuestas sobre candidatos así como
el estudio de las campañas para explicar las luchas electorales (Bravo, 2006: 220).
Gómez Tagle identifica dos tipos de análisis distintos; uno inclinado a definir el
espacio como una construcción histórica-económica y política, desde los “territo-
rios dominados por una estructura de poder y de gobierno”; y el otro, a partir del
estudio de las unidades geográficas y la construcción de indicadores estadísticos
determinados por las reglas electorales, para sintetizar tendencias que respondan
a ¿quiénes votan?, ¿cuántos votan?, ¿dónde votan?3 (2000: 21-25). Este trabajo, re-
cupera el concepto democracia política y ciudadano/a-agente de O´Donnell, para
explicar el desalineamiento electoral en la integración del poder político, como
parte de los resultados de la jornada electoral federal del 2012, en el 10 distrito,
que comprende la delegación Miguel Hidalgo en el Distrito Federal.
En el texto, se estudia lo que hay, en términos de democracia en México, esto
es, la democracia construida desde las elecciones, para cargos públicos, desde el
análisis de los votos de ciudadanos/as agentes, quienes eligen a figuras de represen-
tación, y marcan la boleta por un candidato o partido (no por coaliciones).

y otra elección, estas variaciones se encuentran determinadas por las características y la cantidad de posibles
electores. Definición propia a partir del trabajo de investigación y de campo. La zona de responsabilidad
(ZORE), es un polígono definido por el Instituto Federal Electoral para trabajar el proceso de capacitación
de funcionarios, quienes integran las mesas directivas de casilla.
3
Gómez Tagle, al explicar los cambios en las tendencias del voto en México, reflexiona sobre el contexto
histórico y político de las elecciones y la participación de los ciudadanos/as, desde los diferentes significados
a lo largo de los años, debido a los cambios en la competitividad partidista, a los cambios en las instituciones
electorales, y a los cambios en el régimen político (Gómez Tagle, 2009: 96-97).

146
Primera parte
Democracia
El régimen democrático para O´Donnell construye agencia, pues promueve le-
galmente un sistema de efectivos y “respetuosos reconocimientos mutuos”, res-
paldando “el derecho a participar en redes dialógicas”, así como en múltiples ma-
nifestaciones asociativas y expresivas que reproducen la diversidad social. Son las
reglas legales de la democracia, las que dan sentido a la protección de derechos,
afirmando la dignidad de todos/as al aceptar la diversidad cultural y social (2010:
271). Por tanto, la democracia “es preferible a cualquier otro tipo de dominación
política”, pues “el poder y la autoridad ejercidos en y por un estado y sus gobiernos
surgen de ciudadanos/as-agentes” (O´Donnell, 2010: 19-20).
O´Donnell incluye tres componentes en la definición de la democracia política:
las elecciones limpias, “los derechos positivos y participativos” para votar o para inten-
tar ser electo y el conjunto de libertades y derechos de participación (2010: 37-38):

“La restricción es que somos libres en nuestras elecciones e identidades en tanto no viola-
mos arbitraria o ilegalmente los derechos y libertades de otros que son tan agentes como
nosotros” (O´Donnell, 2010: 272).

En la democracia política, los miembros son reconocidos como fuente y justifica-


ción de la autoridad, y de los poderes de Estado y de gobierno. Es por este motivo
que las elecciones “adquieren especial significado”, pues “la democracia es el único
arreglo político que contiene esta reivindicación” (O´Donnell, 2010: 290):

“La paradoja del voto es correcta desde un punto de vista individualista, pero olvida que
mediante las elecciones los más públicos y generales de los poderes existentes en la sociedad
son colectivamente instituidos. En el momento de las elecciones todos somos iguales y como
tales instituimos esos poderes. Las elecciones en democracia son un momento pasajero
pero recurrente e intensamente simbolizado, de des-alineación (o des-reitificación) de esos
poderes. El significado de las elecciones limpias puede ser, al menos momentáneamente,
colectivamente apropiado por la ciudadanía, al hacer posible ver que los poderes existen-
tes no son de ellos, ni en consecuencia deben ser para ellos esta es oportunidad para una
auto-pedagogía colectiva sobre el verdadero significado del poder y la autoridad políticos.
Seguramente esta reapropiación es sólo parcialmente cierta, y luego de las elecciones el es-
tado y el gobierno suelen volverse distantes y, a veces, hostiles, pero aun así es importante,
porque las elecciones permanecen como memorias y anticipaciones, potencialmente mo-

147
vilizantes, del verdadero significado de la autoridad y los poderes de estados y gobiernos.
Esto también deriva de que la democracia es el único arreglo político que sanciona y res-
palda legalmente derechos y libertades en base a los que es posible participar, individual
y colectivamente, en redes dialógicas horizontales y verticales en innumerables lugares de
la sociedad (O´Donnell, 2010: 290-291).

La propuesta de O´Donnell, presenta reflexiones importantes sobre la ciudadanía


como agencia, desde la identificación del ser social que razona y reivindica o desa-
linea poderes; como portador del poder para elegir gobiernos o buscar ser electo;
y como expresión de la diversidad social y cultural, que se auto reproduce desde el
respeto a los derechos y a la dignidad.

Ciudadano/a agente
El ciudadano/a como agente es crucial en la democracia y fundamento normativo
y empírico de ésta (O´Donnell, 2010: 20 y 23). Los ciudadanos como agencia son
seres sociales, no individuales, quienes están “pre- y re-constituidos como tales a
lo largo de travesías que emprenden durante sus vidas” (O´Donnell, 2010: 270).
Si bien, una democracia no se explica sin ciudadanos/as agentes, la agencia tiene
antecedentes previos a las discusiones sobre democracia.

“La idea de agencia que he delineado se convirtió en el núcleo central de los sistemas lega-
les de los países del Noroeste mucho antes de que emergiera la democracia” (O´Donnell,
2010: 50).

“Agencia implica la presunción de capacidad de tomar decisiones consideradas suficien-


temente razonables como para tener importantes consecuencias, tanto en términos de la
agregación de los votos como del ejercicio de cargos gubernamentales y/o estatales. Los
individuos pueden no ejercer tales derechos y libertades pero el sistema legal de un régimen
democrático construye a todos como igualmente capaces de ejercitar tanto estos derechos y
libertades como sus obligaciones correspondientes. La atribución legalmente respaldada
y universalista de la agencia efectuada por la democracia política es un hecho absoluta-
mente crucial, en sí mismo, y por sus múltiples repercusiones” (O´Donnell, 2010: 40).

La ciudadanía como agencia, conlleva la existencia de redes dialógicas de discurso,


que generan interacciones con los gobernantes (O´Donnell, 2010: 236). El ciu-
dadano/a-agente es portador de una significativa “red de relaciones sociales”, que

148
abonan en la diversidad y posibilitan la existencia de “varios tipos de democracia, y
con ello, de diversos caminos para una eventual mayor democratización” (O´Don-
nell, 2010: 272).
El ciudadano/a agente es portador de derechos, libertades y obligaciones con
múltiples repercusiones asignadas en las leyes, más allá de la condición social, la
agencia dota de la capacidad para tomar decisiones razonadas que provocan conse-
cuencias políticas, en donde cada uno puede participar (O´Donnell, 2010: 40-41).
El ser humano como agente con reconocimiento legal, con derechos políticos,
civiles, sociales, culturales, como microfundamento empírico y normativo de la
democracia política, quien trasciende las “falencias de las democracias contemporá-
neas y las crueles realidades que subyacen a ellas” (O´Donnell, 2010).

Desalineamiento electoral
Por desalineamiento se identifican formas electorales (volatilidad) y no electorales
(manifestaciones); y en la arena electoral se refleja a partir de la pérdida de los
grupos de apoyo partidario, diluyendo identificaciones partidistas y patrones de
votación (Bravo, 2006: 222).

“La dispersión de la votación que puede interpretarse como desalineamiento no implica


necesariamente realineamiento en términos de la continuación del dominio partidista en
los gobiernos municipales” (Pizzonia, 2006: 383).

Consiste en un alejamiento en los apoyos partidistas y volatilidad del sufragio,


provocando incertidumbre, abstencionismo y pérdidas en identificaciones parti-
distas, las cuales, podrían no representar un realineamiento político como tal; los
patrones de identificación se nutren del cambio en las preferencias de los electores
y de las transformaciones de los partidos, en ambos casos, “el desalineamiento y el
realineamiento pueden o no ser complementarios” no obstante, no necesariamente
se presenta uno como resultado del otro (Pizzonia, 2008: 371).

Realineamiento electoral
Estudiar realineamientos electorales posibilita abordajes empíricos útiles para com-
prender comportamientos del voto, su agregación, volatilidad y/o estabilidad en
periodos específicos (Bravo, 2006: 222).

149
“(…) en nuestro país han sido pocos los intentos por utilizarla, dando origen en
algunos casos a imprecisiones conceptuales que identifican realineamiento con mo-
vimiento del voto y desalineamiento con abstencionismo (Pacheco, 2000: 311-335),
o a ciertos trabajos que consisten en el estudio de elecciones específicas (Reyes del
Campillo, 1997) o en la elaboración de historias electorales (Sirvent, 2001)” (Bravo,
2006: 223).

La teoría del realineamiento permite analizar trayectorias electorales históricas,


para explicar causas en la distribución del voto, y por tanto, del poder político des-
de mediciones de competitividad, volatilidad, abstencionismo (Bravo, 2006: 222).
Desde posturas más estructurales, el realineamiento electoral presenta diferentes
facetas en el comportamiento de los votantes, caracterizadas por cambios profundos
“relativamente estables” y también por el estudio de volatilidades que intervienen
en la decisión electoral mostrando un desalineamiento, como parte del proceso, no
obstante, el desalineamiento y el realineamiento no presentan asociaciones forzosas
(Pizzonia, 2008: 370-271).

“A partir de la teoría de las elecciones críticas,V. O. Key construyó el concepto de realinea-


miento (…) Cuando fue usado por V. O. Key en 1955, realineamiento significó algo más
que una gran victoria. Primero, un cambio en las lealtades partidarias, no simplemente
apoyo electoral; segundo, una marcada variación en el balance electoral de dos partidos;
tercero, un cambio abrupto relacionado con una transformación de la estructura social; y
cuarto, una modificación no sólo de las tendencias del voto, sino en el balance de poder
entre los grupos e intereses” (Reyes del Campillo, 2002:10-11).

Segunda parte
La teoría de la modernización no explica el swing electoral y los desalineamientos.
Las potencialidades del ciudadano/a agente y la importancia de las redes dia-
lógicas como contraparte a la teoría de la modernización, generan tensiones
teóricas al analizar preferencias electorales, pues desde la modernización, se
relacionan indicadores socioeconómicos con preferencias electorales, sin pro-
fundizar en las características de las redes dialógicas que potencializan el poder
del ciudadano/a agente como votante, y como motor de cambio en la confor-
mación de gobiernos.

150
“El realineamiento y el reordenamiento partidario electoral tienen su origen en los pro-
fundos cambios de la sociedad mexicana, en la trasformación de una sociedad esencial-
mente rural en una mayoritariamente urbana, en el aumento de los niveles de escolaridad
y el desarrollo de la terciarización, así como en el mejoramiento de los niveles de vida y
de consumo“ (Reyes del Campillo, 2002: 22).

La red dialógica del discurso genera una construcción conjunta en la esfe-


ra pública, en donde, es posible dirigirnos a otros ciudadanos/as agentes, en una
red dialógica horizontal, y paralelamente a los gobernantes, en una red dialógica
vertical; circunstancia que posibilita interpelaciones en el ejercicio de derechos y
libertades respaldadas por la ley y socialmente disponibles (O´Donnell, 2010: 190-
191). No obstante, una profunda desigualdad y pobreza, obstruye la potencialidad
de las redes dialógicas (O´Donnell, 2010: 191).
La disminución de las desigualdades en las democracias contemporáneas la-
tinoamericanas, parecería más un futuro deseable, que uno posible, debido a las
políticas públicas implementadas desde las esferas de gobierno. No es la intención
de este documento, seguir la ruta de las desigualdades, por el contrario, se busca
identificar opciones posibles en los escenarios actuales.4

“Las contradicciones propias del proceso de modernización nos llevan a presentar una se-
gunda hipótesis (ahora de tipo causal), bajo el supuesto de que los puntos de ruptura que
dividen al electorado no son homogéneos en la sociedad mexicana. De los cleavages tradi-
cionales como Estado-Iglesia, urbano-rural, industrial-agrícola, capital-trabajo, ninguno
significa por sí mismo un formato que divida profundamente al electorado. Son, más bien,
ciertas dimensiones temáticas del sistema partidario, como el apoyo o el rechazo al régimen,
el papel o función del Estado (su mayor o menor intervención) en el desarrollo nacional,
las prácticas culturales (ético-morales) liberales o conservadoras, combinadas con deman-
das materiales (tierra, salario, empleo, educación, salud, etc.) y posmateriales (derechos
humanos, protección ambiental, igualdad de sexos, de minorías, etc.) las que producen la
identificación de los ciudadanos con alguna fuerza política partidaria y las que tienden
a moldear su comportamiento en las urnas” (Reyes del Campillo, 2002: 122-123).

Reyes del Campillo reconoce en el cambio electoral, una relación inicial con
la modernización, la cual, ya no se sostiene (2002: 271-272). E identifica en los
“procesos de desalineamiento y realineamiento partidario electoral”, un vínculo

“¿Hasta qué punto es posible modificar la estructura del poder para lograr el desarrollo económico?” cues-
4

tiona González Casanova (2005: 15).

151
con “los cambios en la estructura de la sociedad mexicana”, y con los temas que le
dividen: libertad, tolerancia, comunicación, aprovechamiento racional, temáticas
urbanas, y cambios en intereses y habilidades de los jóvenes (2002: 274).
La dicotomía urbano-rural, no explica las tensiones centrales que motivan
el cambio en las preferencias de los ciudadanos/as agentes, por el contrario, sólo
describen una serie de resultados estadísticos sin profundizar en otros elementos
sociopolíticos explicativos. La polémica central no sólo se ubica en el soporte teóri-
co, también en la metodología, y en la construcción sobre el concepto democracia.5
Sumado a las diferencias en la construcción de lo que se entiende por urbano.

Tercera parte
El 10 distrito electoral federal
El 10 distrito electoral federal comprende la delegación Miguel Hidalgo en
el Distrito Federal, y debido a los resultados electorales, se llegó a identificar
Benito Juárez y Miguel Hidalgo como bastiones panistas (Reyes del Campillo,
2007:110-117; Larrosa y Hernández, 2011: 274). Del 2000 al 2009, los datos
confirmarían la asociación (grado de urbanización e ingresos altos) con la vota-
ción panista y en contra de la votación del Partido de la Revolución Democrática
(PRD), por este motivo, algunos autores se animaron a pronosticar futuros triun-
fos panistas en delegaciones:

“En otras palabras, las delegaciones, Benito Juárez, Miguel Hidalgo y Cuajimalpa, han
sido delegaciones panistas. Estas delegaciones se caracterizan por tener un producto inter-
no bruto per cápita, más alto. Esta tendencia, haría que en futuras elecciones delegaciones
como Coyoacán, fuera ganada por el PAN” (Larrosa y Hernández, 2011: 274).

No obstante, en la jornada electoral concurrente del 2012 en Miguel Hidalgo, el Par-


tido Acción Nacional (PAN) perdió todos los cargos en disputa, frente a los candidatos
del PRD en esta delegación altamente urbanizada y con mayor alfabetización.6
5
Macpherson considera dos requisitos centrales para entender una democracia como participación, el pri-
mero, la conciencia de la gente abandonando el papel de consumidores y asumiendo una actuación desde el
ejercicio pleno de sus propias capacidades, y el segundo, basado en el requisito de disminución de la desigual-
dad social y económica (1981: 130-135). Si bien el segundo, podría parecer una utopía posible, el primero
podría reforzar la propuesta de la ciudadanía como agencia.
6
El informe Observatorio México, elaborado por América Latina Genera, colocó a la delegación Miguel Hi-
dalgo como el tercer lugar con mayor índice de desarrollo humano en el país (0.8788) por debajo de Benito

152
“La izquierda ganó la delegación Miguel Hidalgo, lo que parecía improbable”.
(Uribe, 2012: 89). Negritas mías.

La teoría de la modernización fue puesta a debate desde la realidad. El análisis


de los grandes números, permite clasificar a la delegación Miguel Hidalgo, con un
alto Índice de Desarrollo Humano (IDH), y la menor tasa de analfabetismo, en este
contexto ¿cómo se explica el swing y el desalineamiento electoral? Si bien, desde la
teoría no se confirma un realineamiento electoral, pues el cambio de una sola elec-
ción es insuficiente para soportar la permanencia del PRD en el territorio político
electoral, sí muestra el poder de la agencia y su capacidad para cambiar gobiernos,
como resultado de la participación y del poder de las redes dialógicas y sus poten-
cialidades en la jornada electiva de 2012.
La Delegación Miguel Hidalgo, está integrada por tres tipos de asentamientos
urbanos; los territorios históricos como: Tacuba, Tacubaya y Chapultepec; los asen-
tamientos populares como: Pensil, Argentina, América, Observatorio, Tlaxpana; y
lugares residenciales como: Polanco, Lomas de Chapultepec y Bosques de las Lo-
mas. Las redes dialógicas en momentos electorales y no electorales, fortalecieron
el swing en la demarcación.
Gómez Tagle problematiza ¿Qué pesa más en el resultado electoral? (2000: 40).
Para explicar tendencias y cambios en las votaciones es importante considerar simul-
táneamente tres factores que orientan al ciudadano/a agente: 1. El fortalecimiento de
una opción política territorial, y el potencial debilitamiento de otra, debido a redes
dialógicas, a través de posicionamientos diferenciados; 2. El diseño de una estrategia
de posicionamiento focalizada y 3. Los contenidos focalizados de mensajes-rapport.7
En este contexto, las reglas del juego electoral son el marco de los límites que
determinan algunas pautas de acción de estos tres factores. Por tanto, es impor-
tante a) conocer la ley electoral; b) conocer las características de los ciudadanos/
as agentes en cada territorio y generar redes dialógicas; c) conocer las fortalezas
y debilidades del posicionamiento de los partidos en el sistema de partidos de la
demarcación en contienda.8
Juárez y Coyoacán. (PNUD, 2006: 1). Por otra parte, los datos del Instituto Nacional de Estadística Geo-
grafía e Informática, (2011) ubican con la menor tasa de analfabetismo a esta delegación (junto con Benito
Juárez), y con los más bajos porcentajes de población de entre 8 y 14 años sin saber leer.
7
Se entiende por rapport a aquella experiencia de aceptación que involucra: la mutua atención, la positividad
en la interacción y la coordinación armónica (Tickle-Degnen y Rosenthal, 1990).
8
Una dinámica mayor a Miguel Hidalgo, es el efecto de la votación como resultado de las campañas de
posicionamiento de dos candidatos del Partido de la Revolución Democrática (PRD), tanto a Jefatura de
Gobierno, Miguel Ángel Mancera, como a Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador. De
igual modo, la fuerza del candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique
Peña Nieto.

153
Los resultados que se presentan, sólo incluyen las votaciones federales del 2012
de los tres partidos políticos con mayor número de sufragios, no se consideraron coa-
liciones, debido a que el interés consistió en ubicar el impacto de las redes dialógicas
por candidato y/o partido político, a partir de los polígonos denominados ZOREs.9
Las redes dialógicas del discurso, son centrales para la agencia. Un ciudada-
no/a agente, podría decidir desde los diferentes procesos: represivos, autoritarios
y/o democráticos, pero sin establecer un diálogo vertical. En democracia, es donde
se presentan las mejores condiciones para fomentar redes dialógicas (vertical-hori-
zontal, horizontal-vertical, vertical, horizontal), y potencializar la agencia.
En la democracia hay condiciones, para interpelar “voz vertical”, y también
para “hablar entre nosotros”, y llevar adelante acciones “voz horizontal”; los diálo-
gos horizontales, pueden ejercer alguna acción conjunta, y establecer mecanismos
de comunicación de “voz vertical”, para construir conjuntamente con la autoridad
en la esfera pública (O´Donnell, 2010: 190).
¿Cuáles son los temas de interés? Las interpelaciones dialógicas tienen un res-
paldo legal, y abren espacios para deliberar temas de interés público. Temáticas
presentes en las agendas de gobierno, y de Estado, en donde, el ciudadano/a agente
como ser social, participa desde su identidad e interés, con el respaldo de la expre-
sión en redes discursivas, y actuaciones.
Se presenta por ZORE la votación a Presidente de la República, senadores y di-
putados federales, y el margen de victoria en números relativos (porcentajes) entre
el primero y el segundo, así como entre el segundo y el tercer lugar en la votación
por partido político y/o candidato/a, sin considerar las coaliciones. Se anota por
colonia el grado de desarrollo social, y se registran las características de las seccio-
nes de atención especial, así como la ubicación de casillas extraordinarias10. ¿Qué
nivel de impacto generaron las redes dialógicas?

9
Los distritos locales no incluyen la delegacional completa, por este motivo no se consideraron los resultados.
Por otra parte, de la contienda local, no se consideraron los resultados a la Jefatura delegacional Miguel Hidalgo.
El tamaño de las ZOREs lo determina el grado de dificultad para integrar las casillas electorales y el número de
casillas que se integran, todo esto independientemente del número de secciones electorales. En el 10 Distrito
electoral se integraron 544 casillas, de un total de 265 secciones electorales. Las cuales se organizaron en 11
ZOREs. Por cada 750 electores (o fracción) en lista nominal, se instala una casilla electoral denominada básica,
en caso de existir un mayor número de ciudadanos (as) en lista nominal, se instalan más casillas denominadas
contiguas (1, 2, 3, 4…). Art. 239 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (2010).
10
Una sección de atención especial es aquella que presenta dificultades para notificar e integrar las mesas direc-
tivas de casilla. Las dificultades son diversas: acceso restringido (residenciales, militares), creencias religio-
sas, inseguridad. Una casilla extraordinaria se instala: “Cuando las condiciones geográficas de infraestructura
o socioculturales de una sección hagan difícil el acceso de todos los electores residentes en ella a un mismo
sitio, podrá acordarse la instalación de varias casillas extraordinarias en lugares que ofrezcan un fácil acceso
a los electores”. Art. 239 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (2010).

154
Tabla 1
Resultados por partido y/o candidato/a
DE ATENCIÓN

DESARROLLO
EXTRAORDI-

PRESIDENTE
Y CASILLAS

DIPUTADO
SECCIONES

GRADO DE
COLONIAS

SENADOR
ESPECIAL

NARIAS

SOCIAL
ZORE

MV

MV

MV
POPOTLA 7 1 PRD 3 1 PRD 5
TACUBA MEDIO 4 2 PAN 11 2 PAN 10
ANAHUAC   3 PRI   3 PRI  
AGRICULTURA 1 PRI      
4 INSEGURIDAD
1 2 PAN
1 MILITAR PLUTARCO ELIAS CALLES      
3 PRD
SANTO TOMÁS ALTO      
UN HOGAR PARA NOSOTROS      
NEXTITLA        
1 POB. FLOTANTE TACUBA 1 PRD 14 1 PRD 12 1 PRD 13
1 INSEGURIDAD POPOTLA 2 PRI 3 2 PAN 3 2 PAN 3
2 MEDIO
  ANAHUAC 3 PAN   3 PRI   3 PRI  
  TLAXPANA            
2 RELIGIÓN DOS LAGOS 1 PRD 8 1 PRD 4 1 PRD 4
2 INSEGURIDAD AHUEHUETES ANAHUAC 2 PAN 4 2 PAN 12 2 PAN 11
  PENSIL NORTE 3 PRI   3 PRI   3 PRI  
BAJO
  MÓDELO PENSIL      
  REFORMA PENSIL      
  LEGARIA      
3
  ANAHUAC      
  CUAHUTÉMOC PENSIL      
MEDIO
  LAGO SUR      
  TACUBA      
  VERÓNICA ANZURES      
ALTO
  GRANADA            
Continúa...

155
DE ATENCIÓN

DESARROLLO
EXTRAORDI-

PRESIDENTE
Y CASILLAS

DIPUTADO
SECCIONES

GRADO DE
COLONIAS

SENADOR
ESPECIAL

NARIAS

SOCIAL
ZORE

MV

MV

MV
5 INSEGURIDAD PENSIL NORTE 1 PRD 17 1 PRD 15 1 PRD 4
  REFORMA PENSIL 2 PRI 2 2 PAN 7 2 PAN 11
  LEGARIA 3 PAN   3 PRI   3 PRI  
  5 DE MAYO      
  PENSIL SUR BAJO      
  MÓDELO PENSIL      
  AMPLIACIÓN POPO      
4
  POPO      
  DOS LAGOS      
  VENTURA PÉREZ DE ALBA      
  DEPORTIVO PENSIL      
MEDIO
  CUAUHTÉMOC PENSIL      
  ANAHUAC      
  GRANADA ALTO            
MUY
2 CASILLAS San Lorenzo Tlaltenango 1 PRD 11 1 PRD 9 1 PRD 9
BAJO
EXTRAORDINA-
IGNACIO MANUEL ALTAMIRANO 2 PAN 2 2 PAN 9 2 PAN 9
RIAS
  HUICHAPAN 3 PRI   3 PRI   3 PRI  
5 BAJO
  ARGENTINA ANTIGUA      
  MÉXICO NUEVO      
  SAN JOAQUÍN      
  ARGENTINA PONIENTE      
MEDIO
  TORRE BLANCA            
2 INSEGURIDAD ARGENTINA ANTIGUA 1 PAN 4 1 PAN 7 1 PAN 5
3 MILITARES SAN JOAQUÍN 2 PRD 3 2 PRD 12 2 PRD 14
  MÉXICO NUEVO 3 PRI   3 PRI   3 PRI  
BAJO
  LEGARIA      
  5 DE MAYO      
  10 DE ABRIL      
6   DEPORTIVO PENSIL      
MEDIO
  FRANCISO I. MADERO      
  LOMAS DE SOTELO      
  MANUEL ÁVILA CAMACHO      
  IRRIGACIÓN ALTO      
  LOMA HERMOSA      
  PERIODISTA            
Continúa...

156
DE ATENCIÓN

DESARROLLO
EXTRAORDI-

PRESIDENTE
Y CASILLAS

DIPUTADO
SECCIONES

GRADO DE
COLONIAS

SENADOR
ESPECIAL

NARIAS

SOCIAL
ZORE

MV

MV

MV
AMPLIACIÓN
13 RELIGIÓN BAJO 1 PAN 27 1 PAN 31 1 PAN 29
GRANADA
2 RESIDENCIAL ANAHUAC MEDIO 2 PRI 8 2 PRI 4 2 PRI 3
7   IRRIGACIÓN 3 PRD   3 PRD   3 PRD  
  ANZURES      
ALTO
VERÓNICA
             
ANZURES
4 RELIGIÓN REFORMA SOCIAL 1 PAN 10 1 PAN 23 1 PAN 21
MEDIO
3 MILITARES LOMAS DE SOTELO 2 PRI 20 2 PRI 14 2 PRI 15
7 RESIDENCIALES LOS MORALES 3 PRD   3 PRD   3 PRD  
8
  LOMAS DE REFORMA      
ALTO
  BOSQUE DE LAS LOMAS      
  LOMAS DE CHAPULTEPEC            
4 MILITARES PENSIL SUR 1 PRD 1 1 PAN 4 1 PAN 3
BAJO
2 INSEGURIDAD AMPLIACIÓN DANIEL GARZA 2 PAN 6 2 PRD 10 2 PRI 10
9
  OBSERVATORIO MEDIO 3 PRI   3 PRI   3 PRD  
  SAN MIGUEL CHAPULTEPEC ALTO            
7 RESIDENCIALES AMÉRICA BAJO 1 PAN 12 1 PAN 28 1 PAN 24
1 MILITAR 16 DE SEPTIEMBRE MEDIO 2 PRI 16 2 PRI 8 2 PRI 7
  LOMAS ALTAS 3 PRD   3 PRD   3 PRD  
  LOMAS DE CHAPULTEPEC      
10   LOMAS DE BEZARES      
  REAL DE LAS LOMAS ALTO      
  LOMAS DE REFORMA      
  BOSQUE DE LAS LOMAS      
  MOLINO DEL REY            
NINGUNA PENSIL SUR BAJO 1 PRD 3 1 PAN 4 1 PAN 1
BAJO
  ESCANDÓN 2 PAN 9 2 PRD 13 2 PRD 14
11 MEDIO
  TACUBAYA MEDIO 3 PRI 3 PRI 3 PRI  
  SAN MIGUEL CHAPULTEPEC ALTO            
Fuente: elaboración propia con datos del Instituto Federal Electoral, y de las estadísticas de la Delega-
ción Miguel Hidalgo.

157
Consideraciones finales
Miguel Hidalgo fue ganado por candidatos del PAN de 2000 a 2009. En 2012, todos
los cargos federales fueron triunfos del Partido de la Revolución Democrática, y
por primera ocasión, ganó el PRD la jefatura delegacional.
¿Qué significado tuvo el voto diferenciado en las ZOREs por partido político
entre la contienda a la Presidencia de la República y a los puestos por el legislati-
vo federal? Hubo un comportamiento electoral distinto entre las tres principales
fuerzas políticas: PAN, PRD y PRI, debido a las redes dialógicas de los ciudadanos/
as agentes (votantes, candidatos/as, gobernantes, y brokers de la participación).
Contrariamente, los partidos con menor presencia electoral fueron el Partido del
Trabajo (PT), el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), y el Partido Movi-
miento Ciudadano (MC). El Partido Nueva Alianza (PANAL) se mantuvo como una
opción electoral superada varias veces por los votos del PT y del PVEM.
Los datos electorales muestran tendencias en el comportamiento, debido a
las redes dialógicas construidas por los partidos, por los gobernantes, y por los
candidatos. Las redes dialógicas permiten entender el swing electoral, y la desigual
presencia de partidos y candidatos en los territorios.
Como parte de la agenda de investigación se propone:

1. Establecer categorías a partir del concepto ciudadano-agente, en don-


de se profundice sobre las diferencias urbano-urbano, y las redes dialó-
gicas que se presentan.

2. Construir una tipología de redes dialógicas, a partir de estudiar los


procesos electorales, desde técnicas mixtas de investigación, con la fi-
nalidad de explicar el swing electoral.

158
Anexos

Mapa 1
Décimo distrito electoral federal, Miguel Hidalgo

Fuente: elaboración propia.

159
Mapa 2
Zonas de Responsabilidad (ZOREs) para el proceso electoral federal 2011-2012

Fuente: elaboración propia a partir de datos del Instituto Federal Electoral.

160
Bibliografía
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nidos/estadisticas/2011/alfabetizaci%C3%B3n11.asp?c=2808&ep=69, [25 de
enero de 2015].

162
Construcción de la ciudadanía: entre el liberalismo
y el comunitarismo
Miriam Zarahí Chávez Reyes1

Introducción
El debate liberal-comunitario originado en 1970 en torno a la ciudadanía ha produci-
do también el surgimiento de posturas conciliadoras que buscan empatar ambos ex-
tremos e incluso abundar sobre su complementariedad. Las características de la orga-
nización política al interior de localidades y municipios de la República Mexicana dan
cuenta del remanente que ha dejado el pasado indígena y colonial que se integra con la
democracia procedimental, proceso que se vuelve referente empírico para analizar la
articulación entre dos formas de aproximación aparentemente distintas. Desde la an-
tropología con Néstor García Canclini (1990) y sus Culturas híbridas, como la subordi-
nación excluyente de Blanca Rubio (2001) desde la sociología rural y el concepto liberal
integrado que explica Dworkin (García, 2014) para el referente político, se ha buscado
señalar lo que ocurre en la experiencia empírica con los procesos de articulación.
Tomar a lo híbrido como una categoría de análisis puede permitir responder
al contexto concreto de varias regiones de México y a partir de estas experiencias
para distinguir el contenido del término, sus posibilidades y limitaciones. Las co-
munidades del estado de Tlaxcala forman parte de estos espacios híbridos desde los
cuales, temas como la participación ciudadana, la ciudadanía y sus características
pueden generar reflexiones que lleven a dar forma y explicar con mayor deteni-
miento el contenido y los referentes del término híbrido. Con esta propuesta se
busca entender, desde los espacios locales, lo que ocurre con la organización polí-
tica y en particular con la construcción de la ciudadanía para plantear análisis que
responda a un contexto específico.

1
Doctorante de posgrado en Estudios Sociales en la UAM-Iztapalapa. Correo: detierra13@yahoo.com.mx

163
Para exponer las posibilidades que tiene partir del referente híbrido el pre-
sente escrito se divide en cuatro apartados. El primero, contiene un acercamiento
a la manera en que se ha abordado el concepto de ciudadanía incluyendo a las co-
rrientes teóricas liberal, libertaria, republicana y comunitarista para distinguirlas y,
posteriormente, considerar sus puntos de encuentro. El segundo apartado, toma
en cuenta la relación que existe entre las posturas liberal y comunitaria así como
las experiencias a nivel local que hacen referencia a su vinculación en el plano em-
pírico. La construcción de la ciudadanía como hibridación es el tercer apartado
que lleva hacia una propuesta en la manera de abordar el concepto de ciudadanía.
Tomando en cuenta lo híbrido como una categoría de análisis que puede originar su
contenido e indicadores desde las experiencias ocurridas en las localidades mexica-
nas como en el caso del estado de Tlaxcala debido a la singularidad de su organiza-
ción política local. Finalmente se exponen las conclusiones en las que se plantea la
necesidad de empatar las posturas opuestas no como intención de superar el debate
entre la ciudadanía liberal y comunitaria, sino como una manera de atender y res-
ponder a lo ocurrido en los contextos particulares, en los espacios de intersección
y dar la pauta para distinguir aspectos hasta ahora soslayados.

Proximidades a la ciudadanía
El acercamiento al concepto de ciudadanía ha seguido varios caminos, uno de ellos
responde a un recuento histórico que busca dilucidar lo ocurrido en Atenas, Es-
parta y Grecia sobre las nociones de ciudadanía, las continuidades y divergencias,
y traer a cuenta esas referencias a la práctica de las sociedades actuales (Benéitez
Romero, 2004).
Por otro lado, se encuentran las diferentes reflexiones teóricas que Tamayo
(2010) ubica en dos grandes grupos, el primero denominado corriente liberal (ciu-
dadanía formal) y que se vincula al estatuto jurídico-institucional a través del cual se
busca igualar a los desiguales, buscando un equilibrio entre derechos y obligaciones,
dentro de una comunidad política donde el Estado funge como árbitro apelando a un
contrato social. El segundo grupo es señalado como perspectiva sustantiva (ciudadanía
sustantiva) aquí se ha enfatizado la existencia de la dinámica social y política que se
da entre individuos y grupos diversos. En este sentido, la ciudadanía se ve como una
construcción que cobra forma a partir de las prácticas y experiencias sociales.
Otras formas de abordaje son explicadas por Acevedo y López (2012) quienes
encuentran una contraposición constante en los trabajos académicos, pues en tanto
unos se generan desde la perspectiva individualista, fundada en el paradigma liberal

164
y en coincidencia con la distinción que hace Tamayo, otros lo hacen desde lo que las
autoras identifican como expansionismo donde se ve a la colectividad como sujeto de
derechos y se establece el tránsito gradual del autoritarismo a la democracia, y se
exalta a la ciudadanía como la única forma de poder legítimo. Ambas formas, asegu-
ran, tratan sobre la imperfección de la ciudadanía, ya que ambas confrontan la norma
con la práctica por lo que ellas proponen remitirse a lo que las prácticas sociales
hacen de la ciudadanía y explorar las condiciones de posibilidad de la misma, supe-
rando así la evaluación que de forma recurrente hace la teoría al ejercicio empírico.
Tanto las distinciones analíticas de Tamayo como las de Acevedo y López, re-
curren en primera instancia a la referencia formal-jurídica de la postura liberal ca-
racterizada también por una postura individualista del actor. Esto ocurre así porque
el liberalismo y su exposición en manos de John Rawls (1971) marcaron el camino
por el cual transcurriría el análisis de la filosofía política en general, y por ende el
de la ciudadanía, de manera que se ha convertido en un punto de partida para la
discusión teórica. Las críticas a la postura de Rawls por quienes apelaron al carácter
social del ciudadano dieron origen al debate entre liberales y comunitaristas.
La lectura individualista de la postura de Rawls por quienes apelaban al carácter
social del ciudadano, originó el intenso debate entre liberales y comunitaristas. Pero
¿existe realmente esta oposición o se trata de una mera distinción analítica? Para dar
respuesta a esta pregunta es necesario revisar el contenido de las posturas teóricas
involucradas y la manera en que se reflejan en la referencia empírica.
De manera general, existen cuatro posturas o modelos teóricos desde los cua-
les se abordada a la ciudadanía mismos que determinan la relación que los ciuda-
danos mantienen con el Estado, las cualidades que debe poseer un ciudadano y la
forma en que se obtiene esa categoría, que se puede entender como estatus o como
práctica. Las posturas son: liberal, libertaria, republicana y comunitarista, mismas
que, de manera breve, se describen a continuación tomando en cuenta algunas de
sus características más relevantes.
Siguiendo a Ander-Egg (1991) y Reyes (2009) el liberalismo es una forma de
organización política y económica originada en Inglaterra a partir del siglo XVII y
desarrollado en Francia durante el siglo XVIII, sus ideales y estructura se introdu-
cen paulatinamente en América Latina a partir de las instituciones producidas por
la Constitución de Cádiz en 1812. Con esta forma de organización se propugna la
libertad individual, la justicia y la democracia como forma de gobierno. El libe-
ralismo se conoce como una ideología nominalista, individualista en la que sólo
existen individuos, de ahí que se vea a la sociedad como la suma de los mismos. El
liberalismo contempla la división de poderes, el régimen constitucional, la igualdad
de todos ante la ley, el respeto por la propiedad privada y la libre concurrencia, la

165
libertad religiosa, la ética del trabajo, así como el reconocimiento de un Estado de
derecho, de ahí surge un Estado liberal que ve en la democracia una forma en extre-
mo opuesta a la monarquía. Se trata de una “tradición política Occidental o forma
secular de la civilización Occidental”. Sabine (1988) considera que por distintas
que se encuentren estas dos acepciones del liberalismo ambas se relacionan con su
historia en la política moderna, lo que implica una estructura política, económica
y social compartida.
En la ciudadanía liberal el ciudadano es libre e igual, disfruta de un estatus
de igual ciudadanía y coopera a lo largo de su vida en una sociedad bien ordenada
(Benéitez, 2004: 159). Entre sus características se encuentra la libertad individual
como valor primigenio, la justicia (y no el bien dada su inconmensurabilidad) como
fundamento del orden social en una sociedad plural. La ciudadanía desde esta óp-
tica comparte tres características de la teoría liberal: a) autonomía individual, b)
predominio de la justicia sobre el bien, y c) neutralidad del Estado. La comunidad
política aparece solo como instrumento para lograr un modelo particular de vida
buena (Ochman, 2006). Así la participación se entiende como un estatus que puede
no trascender más allá del voto.
En la teoría libertaria –originada a partir de considerar el estado de naturaleza
y el contrato social– se considera que las personas libres e inviolables se convierten
en clientes de una agencia de protección o Estado mínimo que protege sus derechos
individuales y pertenencias. Las características de esta postura son: que la libertad
del individuo y sus derechos son garantizados si sólo son clientes del Estado míni-
mo. Los individuos son fines, no sólo medios, por lo que no pueden ser sacrificados
o usados sin su consentimiento para el logro del objetivo final. Pero los elementos
de la teoría libertaria son una configuración utópica que no ha trascendido (Benéi-
tez, 2004: 187).
En términos del republicanismo el ciudadano se considera libre e igual, mis-
mo que acuerda discursivamente en los espacios públicos informales y formales las
condiciones de la convivencia de la comunidad en busca del “bien común”2. El ciu-
dadano comparte una identidad cívica común que es modelada por una cultura pú-
blica común, obtenida a través de la participación en la vida pública. Esta ciudadanía
cívica común es la que aglutina a los ciudadanos por encima de las particularidades.
La ciudadanía comunitaria, que surge, como se ha dicho, de la crítica al libera-
lismo, enfatiza la conformación social del ciudadano pues éste se define a partir del
2
Para Ochman el bien común no se trata de la suma de los bienes particulares ni tampoco del bien de la ma-
yoría, se trata de una categoría que surge del debate político sobre los asuntos públicos. “El bien común no
exige que se elimine la diferencia sino que se busque una perspectiva común para que las diversas demandas
sean políticamente tratadas” (Ochman, 2006: 77).

166
sentido de pertenencia a una comunidad o grupo con el que se comparten una serie
de virtudes cívicas. Se parte del ser humano social por naturaleza. En este modelo
“La identidad de alguien se define a través de la afirmación de una idea del bien y
con la referencia a una comunidad particular” (Benéitez, 2004: 261).
Después de esta breve revisión de teorías sobre la ciudadanía se puede dar
cuenta de que ellas no aparecen de manera absoluta en la realidad, lo que existe
es una combinación entre varias de ellas. También se refrenda la oposición entre la
ciudadanía liberal y la comunitaria. Pero esto no es más que una apariencia pues
en realidad resultan complementarios e incluso uno incide en la permanencia del
otro, y a la par se va configurando una articulación entre ambas. La comunidad vista
como la suma de individualidades, mismas que cobran sentido en un entramado so-
cial específico. Esta afirmación es esgrimida y profundizada por R. Dworkin quien
sostiene que la libertad, la igualdad y la comunidad son elementos complementa-
rios, lo cual significa un llamado a la revisión de los planteamientos absolutos desde
los cuales se distingue a estas posturas. En coincidencia con el bosquejo anterior es
que a continuación se discute la relación –teórica y empírica– entre el liberalismo
y comunitarismo.

Entre el liberalismo y el comunitarismo


Es posible encontrar en el contexto del debate entre el liberalismo y comunitaris-
mo, que cobró fuerza entre las décadas de 1970 y 1980, algunos aportes que se in-
teresan por conciliar la igualdad social y la libertad individual, sugiriendo posturas
analíticas o precisando los puntos de coincidencia. Estos vínculos llevan a reconocer
lo difusas que pueden ser las barreras entre uno y otro, aunque cabe señalar que
este trato dialógico no es una novedad, ni resulta una perspectiva aventurada.
Ronald Dworkin consideró discutir la relación individuo-sociedad desde lo
que él llamo un concepto liberal integrado que implicaba ver al liberalismo de una
manera distinta, sin que ello resultará en una sobre estimación de la comunidad tal
como la veían los comunitaristas al considerarla preexistente al individuo porque
en última instancia la comunidad en abstracto no existe. Su postura surge de la crí-
tica al liberalismo que expusiera J. Rawls en su Teoría de la Justicia publicada en 1971
al cual le adjudicó el calificativo de discontinuo3 en tanto se separa la perspectiva per-
sonal o privada de la pública o política lo que lleva a diferenciar el comportamiento

Para identificar la deficiencia del pensamiento de Rawls, Dworkin distingue dos maneras de fundamentar al libe-
3

ralismo: continuidad y discontinuidad. En la primera coloca las reflexiones de Rawl y en la segunda su propuesta.

167
entre la política liberal y la ética cotidiana. Para Dworkin la ética debe formar parte
de la fundamentación del liberalismo, pues lo que debería verse es una continui-
dad entre lo que ocurre en la vida pública y en la privada, y no dos tipos de ética.
En cuanto a la relación individuos-sociedad considera la importancia de la matriz
social a partir de la cual se toman decisiones y se reflexiona sobre las posibilidades
y limitaciones que actúan como marco de referencia de la acción. Otro punto de
integración entre el individuo y la sociedad estriba en que al interior de la comu-
nidad política pueden surgir obligaciones hacia la comunidad siempre y cuando se
den ciertas condiciones4, de esta manera el ciudadano que se integra a una sociedad
no puede separar su vida pública de la privada (García, 2014).
La ética y la reflexión son dos aspectos que al involucrarse en el liberalismo
modifican la visión tradicional amplificándola, lo que da cabida a análisis desde un
margen más amplio. Es necesario distinguir que el punto de partida de Dworkin es
el liberalismo y no el comunitarismo, lo que propone es modificar la manera en que
se ha tratado al liberalismo de ahí que sostenga:

“El liberalismo es especial y es interesante porque insiste en que la libertad, la igualdad


y comunidad no son tres virtudes políticas distintas y –a menudo– en mutuo conflicto
[…] sino aspectos complementarios de una única concepción política, de modo que no
podamos garantizar, o entender siquiera, uno de esos tres ideales políticos independiente-
mente uno de los demás” (Dworkin, 1993: 45 cit. García, 2014: 373).

Otro ejemplo que da cuenta de la conciliación entre liberalismo y comunitarismo


son las reflexiones de Michael Walzer –a quien por cierto se ha calificado como un
autor hibrido–, sin embargo este autor, contrario a Dworkin parte de una postura
comunitarista y desarrolla lo que identifica como igualdad compleja. Una oscilante
armonía es como denomina Rocco (2011) a la relación de estas dos posturas que
este autor discute desde los trabajos de Walzer.
La concordancia entre las dos visiones teóricas puede apreciarse de manera
más puntual en las experiencias empíricas, es decir en las investigaciones de caso.
Sin embargo, el dar cuenta de este vínculo no ha sido tema central en el análisis
social sino contingente, salvo algunas excepciones. En primera instancia lo que se
explica es la contrastación entre teoría y realidad, de lo que resulta una serie de
evaluaciones que llevan a confrontar la norma con la práctica, incluso se suele par-

Estas son: a) reciprocidad, b) ser consideradas como especiales, c) personales, d) proceder de una responsa-
4

bilidad más general de preocupación por el bienestar de otros miembros del grupo, y e) representar un igual
interés por todos los miembros (García, 2014: 374).

168
tir de una definición jurídica que conduce a conocer la dimensión y forma de la
aplicación de la ley.
Además de demostrar el contraste empírico-teórico, para dar cuenta de la
concatenación de los procesos liberales y comunitarios, otros trabajos optan por
mirar la relación desde una u otra postura y al margen se comentan las posibilida-
des o limitaciones de esta agregación. Jiménez González y otros (2007) analiza la
construcción de una ciudadanía local a partir de las acciones realizadas por actores
emergentes y comunitarios en Amatlán de los Reyes, Veracruz, su reflexión toma
en cuenta la vinculación de dos formas de organización política –una devenida de
la democracia procedimental y otra denominada usos y costumbres– pero se puede
dar cuenta de una postura comunitarista e incluso romántica cuando considera la
fractura de los usos y costumbres por parte de la democracia procedimental. Verlas jun-
tas llevará a entender la manera en que se articulan e incluso se influyen, pues no
permanecen estáticas ni intactas, y cabrá atender la dinámica que bajo esta relación
se produce, así como las razones a las que responde. El empleo de ambas formas
de organización por parte de los ciudadanos, indistintamente o de forma selectiva,
lleva a hablar de una ciudadanía local concreta donde los recursos de participación
e inclusión en la vida pública adquieren, en esta confluencia, un sentido propio.
Hernández-Díaz, en el libro Ciudadanías diferenciadas en un Estado multicultural.
Los usos y costumbres en Oaxaca, recolecta algunas experiencias por las que ha pasado
la ciudadanía en las comunidades oaxaqueñas frente a la elección por usos y cos-
tumbres de las presidencias municipales, desde entonces 152 municipios utilizan el
sistema de partidos y 418 el de usos y costumbres. El autor hace tres advertencias
respecto al tratamiento que se le da al tema, y explica: la primera es que ni en el caso
del sistema de partidos, ni en el de usos y costumbres se puede afirmar que existe
una ciudadanía plena. La segunda es que el sistema de usos y costumbres garantiza
a la comunidad –y por ser parte de ella a los individuos– una mayor autonomía
frente a los partidos políticos, los políticos y los gobernantes estatales o federales.
Tercero, que el sistema de usos y costumbres no es estático y que dado tanto sus
contradicciones internas, como sus conflictos externos, ésta obligado a cambiar sus
reglas, a adaptarse (Hernández-Díaz, 2007: 16).
Estos tres puntos permiten partir de una mirada crítica y no idealizada sobre lo
que puede implicar la ciudadanía a nivel local en espacios de alta población indígena
en convivencia con la democracia procedimental y con procesos contemporáneos.
Los trabajos que partiendo del contexto multicultural o indigenista abordan la
ciudadanía, la organización política o la participación ciudadana local han sido más
propensos a considerar esta relación e instar a la reflexión y análisis de la misma,
pero sobre todo a reconocer la necesidad de responder a la diversidad cultural.Ven-

169
turoli y Zanotelli (2013) llaman a la búsqueda de un concepto más amplio y abierto
de ciudadanía que reconozca las diferentes identidades y realidades al interior del
país y que se aleje del ideal europeo, blanco y masculino de ciudadanía. Los autores
consideran la necesidad de analizar lo ocurrido en espacios diferenciados donde
se expresa la relación entre procesos liberales y comunitarios de manera particu-
lar. Con referencia al trabajo de Robichaux (2007) el autor sostiene que tanto en
Tlaxcala como en Texcoco e incluso en algunas regiones de Jalisco, por mencionar
algunos estados de la República Mexicana, se puede observar que:

“Aunque esas poblaciones sean mestizas, o mejor, posindias, por tener un pasado colonial
de ´repúblicas de indios´, hoy en día reproducen varios sistemas de pertenencia comunita-
ria que implican para sus integrantes derechos y obligaciones comunales que se van a sumar
a aquellos individuales otorgados por la nación, conformando dos clases (a veces conflic-
tivas) de ciudadanía, una local y la otra estatal” (Venturoli y Zanotelli, 2013: 143).

Tanto las referencias teóricas como empíricas dan cuenta de una realidad dinámica en
la que la referencia a los tipos ideales o a los ideologías tajantes requieren volver a mi-
rarse y reconocer sus coincidencias así como los puntos de encuentro a partir de los
cuales construir reflexiones, pues las experiencias muestran una dinámica incesante.
Con la intención de aludir al punto de encuentro entre liberalismo y comuni-
tarismo, tanto en el plano teórico como en el empírico, es que se le han empleado
términos como liberalismo integrado de Dworkin, y en otros casos más descriptivos
el de hibridación. Es éste último el que puede colocar directamente la reflexión
en el punto de articulación, y no en los extremos, para partir de él y llegar a una
categoría de análisis que permita abordar lo que ahí ocurre.

La construcción de la ciudadanía como una hibridación


El termino ciudadanía remite al sentido de pertenencia hacia una comunidad po-
lítica, misma que confiere a sus miembros una serie de derechos iguales para to-
dos –ciudadanía formal-jurídica– y además encausa las acciones que el individuo
desempeña con respecto al Estado y a otros ciudadanos. La referencia al ciudadano
solo como elector de sus representantes ha sido superada, se alude ahora a un actor
activo, crítico y atento de cuanto ocurre en el lugar en el que radica. Para Berta
Palo (2008) “un concepto pleno de ciudadanía integra un estatus legal –conjunto
de derechos–, un estatus moral –conjunto de responsabilidades– y también, una
identidad por la que la persona se sabe y se siente perteneciente a una sociedad”, y

170
es esa identificación la que propicia la participación, pues si no se tiene cierto apego
o identificación con el contexto lo que en él ocurra será visto como algo ajeno, se-
parado de la realidad y sin importancia. Es por ello que la ciudadanía, además de ser
un estatus en tanto adscripción jurídica, es también un proceso en la medida en que
responde a la dinámica del contexto social y político, situación que lleva a hablar de
la construcción social como otra característica de la ciudadanía.
De manera que, si la ciudadanía se ve como un constructo social que cobra
forma a partir de un contexto específico, entonces existirán tantas formas de ciu-
dadanía como sociedades o comunidades políticas. Tamayo (2010) aborda esta con-
sideración a partir de explicar las dimensiones que constituyen a la ciudadanía: a) la
relación Estado-sociedad civil, lo que llama membresía, b) los derechos ciudadanos
y obligaciones, y c) la participación. Es así como se puede diferenciar a las ciuda-
danías y la manera en la que estas se construyen, pero el autor insta a tener cautela
pues es verdad que ante las diversas prácticas y visiones es evidente que no hay
una sola ciudanía, pero no es funcional referirse a una pluralidad de ciudadanías en
tanto existen controles institucionales e internacionales a las que se atienen. Por lo
anterior propone hacer referencia a esta pluralidad que se enmarcan en un contexto
local y global como prácticas de ciudadanía que define como “Todas aquellas referen-
cias concretas de carácter colectivo que se expresan de modo desigual y combina-
do” (Tamayo, 2010: 115). De esta manera queda de manifiesto la relevancia de las
prácticas de ciudadanía en tanto construyen una forma específica de ciudadanía y en
tanto permiten avizorar las dinámicas políticas y sociales que se gestan en lo local y
que responden a un tipo de comunidad política.
La propuesta de este trabajo, para abordar los procesos de construcción de
ciudadanía y participación política, es no partir de una postura comunitarista o
liberal sino del intermedio, para lo cual sería útil una categoría. La experiencia
empírica puede dar elementos para construir los indicadores que corresponden sin
caer en algún extremo. La idea de continnum, de tránsito de una sociedad menos
compleja a una de mayor complejidad a la que se espera y es deseable llegar queda
superada y por el contrario se abordan directamente las características de la inter-
sección y lo que de ello surge sin prefigurar la dirección o tendencia que seguirá
la construcción de la ciudadanía en una comunidad política determinada –menos
comunitarios y más liberales, o liberales con modos comunitarios y viceversa–. Las
experiencias que buscan superar los extremos pueden ilustrar las posibilidades de
esta propuesta.
García Canclini, de cara a los procesos multiculturales, hace notar el cambio
en la cultura que impera en América Latina donde las tradiciones, asegura, “aún
no se han ido y la modernidad no acaba de llegar” (1990: 13), y para mostrar esta

171
vinculación usa términos como sincretismo y mestizaje. Pero reconoce lo apropiado
de la expresión hibridación al ser la que más aspectos puede abarcar, porque va más
allá de las características raciales a las que se remite el término mestizaje; en el caso
de sincretismo éste indica fusiones más de tipo religioso. La experiencia de García
Canclini, desde la antropología, expresa la búsqueda de explicaciones desde la ex-
periencia relacional.
Otro intento de hacer confluir extremos ocurre cuando los fenómenos de
urbanización intensificados en la década de 1980 en los espacios rurales gene-
raron términos como la pluriactividad y desagrarización (Lara, 1996). La serie
de cambios –económicos, políticos, culturales, sociales y territoriales– fueron
por otros explicados desde la llamada nueva ruralidad (Luis Llambí, 1996; Sergio
Gómez, 2002; David Barkín, 2005; Javier Delgadillo,2005; Cristóbal Kay, 2009;
Noriero, 2008), concepto que inició un debate entre quienes apoyaban la preo-
cupación y aquellos que la criticaban pues, si había una nueva ruralidad se infería
la existencia de una vieja ruralidad que habría que explicar. Sin embargo, Rubio
(2001) propone, frente a los planteamientos anteriores, el término subordinación
excluyente por medio del cual distingue que las transformaciones en el campo se
tratan no de un momento coyuntural no de un proceso histórico donde las fa-
cetas del capitalismo son pieza fundamental. Para la autora, hablar de una nueva
ruralidad significa adquirir un carácter neutral que evade toda crítica sobre la
explotación y subordinación del campesinado. El carácter de neutral aparece aquí
como una limitante pero, a partir de aquella crítica se generó una interpretación
distinta con amplios argumentos para explicar y entender la realidad. Aunque
la nueva ruralidad pudo no ser la respuesta a lo ocurrido, su discusión dio paso a
reflexiones que siguen contribuyendo en la generación de explicaciones sobre los
espacios rurales.
Liberal integrado para Dworkin (García, 2014), igualdad compleja conforme a
Walzer o culturas híbridas de Canclini parten de acentuar el diálogo entre opuestos,
y en el caso de Rubio (subsunción formal) las implicaciones de ésta relación. Los
casos anteriores pueden verse como esfuerzos por entender de una manera distinta
la realidad, por buscar nuevas respuestas sobre fenómenos ampliamente discutidos
o cambiar el contexto desde el cual se han abordado. Esto mismo puede ocurrir con
la ciudadanía tratada desde el concepto de híbrido y de los espacios locales.
Las grandes ciudades han marcado, por excelencia los planteamientos sobre
ciudadanía. Estudios como el de Hernández-Díaz (2007) realizan aproximaciones
desde el extremo contrario: las poblaciones indígenas, aunque con una visión crí-
tica de lo que ello implica frente a las instituciones del Estado. Es necesario tomar
en cuenta que en América Latina persisten, aunque con características diferentes

172
para cada región y país, aspectos tradicionales, coyunturas y aspectos híbridos que
merecen ser atendidos. El antecedente indígena y colonial de México se matiza al
interior de sus estados, en el caso de Oaxaca, Guerrero y Chiapas es más visible,
pero también ocurre en el estado de Tlaxcala aunque no puede ser ubicado como
mayormente indígena porque, aunque en su territorio existen asentamientos na-
huas y otomíes, las demás características de su territorio como el equipamiento de
sus centros de población, así como el incremento del sector terciario dan cuenta
de una sociedad crecientemente urbana. No obstante, al observar su organización
política aparecen características que llaman la atención por el componente tradi-
cional que llevan, a veces de manera implícita y otras explícita, tales como: 1. La
existencia de un cuarto nivel de gobierno personificado por un presidente de co-
munidad que tiene voz y voto en las reuniones de cabildo, 2. La elección por usos
y costumbres, 4. La persistencia del sistema de cargos (Romero, 2013; Olmedo,
1999 y 2005) y 5. El rol de pueblos.
En cada una de estas características aparecen inmiscuidas prácticas liberales y
comunitarias que se van articulando de manera diferenciada, lo que hace propicio
un análisis que de forma y caracterice al concepto de híbridez, tomado en cuenta,
además de la articulación, la manera en que una da soporte y legitimidad a la otra,
y la manera en que se van recreando hasta resultar un tipo específico de ciudada-
nía. Además, puede hacerse uso de todas las formas existentes, trátese de las que
provienen de la democracia procedimental y que responde a la visión del Estado, y
de las que se han generado en lo local o por la vía de la costumbre, ello puede ser
con la intención de asegurar su participación y la respuesta a sus demandas. Esta
relación se ha denominado, para el contexto jurídico de análisis del conflicto y en
el caso de Tlaxcala, como interlegalidad (Sam, 2013) y se caracteriza por recurrir a
alguno de los dos sistemas según sean las necesidades o intereses en pugna, incluso
puede hacerse uso de lo institucional para legitimar a lo tradicional. Analizar la ma-
nera en que se llevan a cabo los procesos de organización podrá dar algunos datos
sobre la conformación del sentido de híbridez apelando a la experiencia concreta
de un contexto igualmente híbrido.
El contenido de una ciudadanía adjetivada como híbrida busca responder
a lo que ocurre en el espacio local, donde aparecen las instituciones formales
provenientes de la democracia procedimental a la par de las devenidas de la tra-
dición, liberal-comunitario. Considerar de qué trata la organización política en
espacios híbridos y cuáles son las implicaciones en la construcción de la ciudada-
nía, antes de intentar ubicar a ésta en un panorama liberal o comunitario, puede
resultar alentador y fecundo en términos de dilucidar las posibilidades de una
perspectiva diferente.

173
Conclusiones
Partir del punto neutro, híbrido, y no de los extremos liberal-comunitario desde
donde se ha discutido a la ciudadanía no significa que el debate sobre el tema se
haya terminado o que se vislumbre el tiempo en que esto ocurra. Por el contrario,
las aristas sobre la ciudadanía no se agotan. Considerar el análisis de las relaciones
híbridas, que hasta ahora se han empleado como eventos tangenciales, permitirá dar
cuenta de lo que ocurre con la organización política en los espacios locales. Incur-
sionar en un contexto distinto para estudiar la ciudadanía incita a buscar y probar
con maneras de análisis interesadas en superar el ideal europeo, blanco y masculino
de ciudadanía que critica Venturoli y Zanotelli (2013) y por otra parte incentivar el
análisis sobre las posibilidades, limitaciones y características propias de la ciudada-
nía hibrida propia de América Latina.
¿Cuál es el contenido al que responde éste adjetivo y cuáles los indicadores a
través de los cuales puede constatarse su existencia? Aspectos como la presencia del
sistema de cargos, la relación con los partidos políticos, la cohesión social y el senti-
do de pertenencia pueden contribuir a configurar el contenido del término, las res-
puestas y los indicadores están en los estudios de caso. Tener en cuenta al estado de
Tlaxcala, en tanto las características de su organización política a nivel comunitario,
es parte del interés por dilucidar las implicaciones empíricas de la articulación di-
ferenciada misma que puede conducir a reflexiones significativas sobre la situación
de la ciudadanía. La composición social, política, económica y cultural de México
así como la de otros países de América Latina da muestra de las posibilidades –y
necesidad– para distinguir, abundar y explorar la híbridez y que sea su discusión la
pauta que sirva para generar un análisis para ver lo que de otra manera se prescinde.

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176
Cuarta Parte

Procesos Electorales
y Política
Propuesta metodológica-cualitativa para analizar
procesos electorales
Javier Pineda Muñoz1

Introducción
¿Por qué votar? Es la pregunta que parecen hacerse millones de ciudadanos, inmer-
sos en el ambiguo y complejo proceso de presunta y pregonada democratización
en México desde la década de los ochenta del siglo pasado. En su cotidianeidad
se confunden observando una singular contradicción, por un lado, miran casi con
incredulidad una creciente tendencia al establecimiento de gobiernos locales y
municipales democráticamente electos y por otro, resienten una profunda crisis
económica, en medio de una creciente profusión de las condiciones de decadencia
económica, moral, social y política.
A partir de este proceso aparentemente contradictorio, entre democratiza-
ción y empobrecimiento queda en tela de juicio el nuevo rumbo económico de los
gobiernos que dan la bienvenida al siglo XXI mexicano, implantando rígidas políti-
cas económicas de ajuste, caracterizadas por la austeridad, orientadas a estabilizar
el orden productivo y financiero, sobre la base de que dicho desorden imperante se
debía, decían, fundamentalmente a la excesiva intervención del Estado en activida-
des que no le correspondían.
Ante tal situación, resulta imperativo preguntarse ¿por qué aspirar a la de-
mocracia si bajo su sino los niveles de bienestar se reducen brutalmente?, ¿Y de
dónde emana ese espíritu democratizador?, en especial cuando en el país no se ha
caracterizado por un pasado inmerso en los valores democráticos, ni por una equi-
tativa repartición de la riqueza social. Proceso que por otro lado, pone a discusión
los supuestos convencionales, que postulaban a la edificación de una democracia

1
Profesor-Investigador de CU Zumpango, de la UAEMex. Correo: japimu23@yahoo.com.mx

179
política exclusivamente como producto de haber logrado desarrollo económico y
como condición para el mismo.
Acercándonos a nuestro pasado más inmediato, observamos que en las últimas
dos décadas del siglo XX, se propagó en México la idea de que los procesos de de-
mocratización, apertura política e integración económica por efecto de la globaliza-
ción creciente, traerían como consecuencia una mayor participación de la sociedad
en la vida pública en general y de los grupos más marginados y empobrecidos en
particular, en los procesos de toma de decisión política más relevantes, a saber las
elecciones municipales, estatales y federales.
Por otro lado, el proceso político mexicano, en por lo menos las últimas cua-
tro décadas, está marcado por los reclamos democráticos que tienen como un hito
las elecciones federales de 1988, en las que gran cantidad de ciudadanos exigieron
nuevas formas de participación que se correspondieran con los cambios de carácter
macro-estructural.Y dada la magnitud de estos cambios, lógico es pensar que, a su
vez, las experiencias de vida de la población han sufrido importantes modificacio-
nes, tanto en su acción como en las formas de percibir su entorno más inmediato y
cotidiano. Las explicaciones dominantes en el plano intelectual y académico de lo
arriba señalado, nos llevan a la caracterización de estas “manifestaciones subjetivas”
como una mera “derivación” de lo macro-social, por un lado, y por otro, su rele-
gamiento a un plano secundario al momento de la discusión política y económica.
Frente a ello, y reconociendo la carga significativa que acompaña a ésta hace-
mos en este texto una propuesta de analizar uno de las expresiones políticas por
excelencia que es el sufragio, explorando formas no convencionales de indagar en
la experiencia electoral de los ciudadanos, no desde una perspectiva cuantificadora
(de la que no estamos en contra) sino cualitativa, que nos arroje luz sobre esta te-
mática tan relevante para la politología contemporánea.
Es claro que los cambios socio-políticos generan visiones contradictorias y hete-
rogéneas, sugieren la constitución de actitudes procesadas en una síntesis de múltiples
procesos de larga data y composición social. Reconstruir la naturaleza de estas actitu-
des y prácticas constituye una tarea fundamental, a fin de reconocer los parámetros
desde dónde transitaran los procesos de integración, exclusión y protesta de este inicio
de siglo. En este sentido, nos parece adecuado ubicar y explorar núcleos donde pro-
bablemente operan esas mutaciones de orientaciones valorativas o si por otro lado,
persisten las orientaciones valorativas de añejas, ante la percepción de que estos cam-
bios macro, en lo particular el plano electoral no tienen un correlato en el nivel micro.
En el plano de los procesos electorales, podemos decir que en las últimas tres
décadas (antes de 1988, pocos consideraban necesario hacer estudios sobre proce-
sos que estaban decididos de antemano) los procesos electorales en nuestro país se

180
han constituido en un auténtico laboratorio analítico para los estudiosos de las cien-
cias sociales, pues a diferencia de muchos otros fenómenos sociopolíticos, en éstos,
se conocen con anticipación las fechas y los lugares en que habrán de llevarse a cabo.
Situación que ofrece tanto a los actores (partidos políticos, candidatos, ciudadanos
y órgano electoral) como a los investigadores, la posibilidad de planear y programar
su estudio y análisis, posibilidad que no existe en otros fenómenos que tienen un
carácter más espontáneo como crisis económicas, crisis políticas, revueltas, revolu-
ciones, golpes de estado, etc. Que, aunque tienen un período de incubación, no se
“anuncian” previamente.
Las elecciones proporcionan además cifras precisas que se pueden construir
como datos valiosos para su análisis, sirviendo también como antecedente y he-
rramienta para hacer proyecciones de futuros procesos. Es así que los diferentes
analistas han acuñado términos tales como: voto duro, voto flotante, voto diferen-
ciado, voto verde, voto de castigo, voto razonado, voto útil, etc. Esto atendiendo
a la necesidad de explicar las razones que tiene el electorado para pronunciarse de
tal o cual forma, frente a las opciones que le dan los partidos políticos, tratando
también de interpretar el significado del abstencionismo, en todos los niveles de
la geografía electoral, a saber: desde las casillas, secciones, distritos, municipios,
estados, circunscripciones plurinominales y el nivel nacional.
Se observa claramente que mientras en el país, después de largas luchas em-
prendidas por diversos grupos y organizaciones, llenas de momentos e historias,
con frecuencia, trágicas y dramáticas que costaron incluso muchas vidas, en bús-
queda de que en el país se celebraran elecciones, justas, limpias y competitivas,
aparentemente, se avanza en los procesos democratizadores, paradójicamente y en
contrasentido, la participación electoral de los ciudadanos destinatarios de los fru-
tos de esas luchas, en procesos electorales tanto locales como federales (que sería
uno de sus indicadores) ha disminuido drásticamente.

La geografía electoral
El análisis electoral, en el plano metodológico, suscita en la investigación en el
ámbito de las ciencias sociales, en general y de la política en particular, dilemas
acerca de cuál es el plano desde el que debe abordarse, si lo macro o lo micro, si
lo cualitativo o lo cuantitativo, si lo interpretativo o lo explicativo, etc. Las razones
para hacerlo de una u otra forma, se multiplican profusamente.
Otro punto de reflexión lo encontramos en el hecho de que las elecciones
son la institución central del gobierno en las democracias representativas, su ce-

181
lebración periódica, en condiciones de libertad de competición y transparencia de
las reglas, permite distinguir, en términos modernos, un gobierno democrático de
otro que no lo es. Asimismo, el respeto de los derechos políticos (la posibilidad de
elegir y ser elegido) e incluso, de deshacerse por la vía pacífica de los funcionarios
electos, forma parte de los requisitos básicos de las poliarquías, también llamadas
democracias políticas. No por casualidad, los estudios electorales se han constitui-
do desde sus albores, en un área fundamental de la politología. Las investigaciones
precursoras del Bureau of Applied Social Research, dirigido por Paul Lazarsfeld a
mediados de los años 40’ del siglo pasado, cuando construyó el célebre Índice de
Predisposición Política –IPP–, y las publicaciones precursoras del Public Opinion
Quarterly, dan cuenta de ello.
Conocer por lo tanto, las diferentes explicaciones acerca del comportamiento
de los electores, resulta de singular interés tanto para los estudiosos de la materia
como para aquellos que se sienten directamente afectados por esas decisiones: los
políticos que compiten por el apoyo electoral.
Desde las teorías de los cleavages de Lipset y Rokkan (1967), las explica-
ciones del votante racional de Antony Downs (1973), pasando por las investiga-
ciones sobre la identificación partidaria de la Escuela de Michigan y las más re-
cientes teorizaciones sobre el impacto de los medios de comunicación, los issues
y las campañas electorales, todas aportan a desentrañar el rompecabezas de la
conducta electoral en el contexto de las democracias contemporáneas. De par-
ticular interés resultan también las investigaciones que analizan las dinámicas de
la participación electoral. ¿Quiénes participan?, ¿por qué lo hacen? y cómo varía
esto entre países y a lo largo del tiempo, forma parte de las interrogantes a las
que se procurará dar respuesta, con esas propuestas teóricas y metodológicas, la
democracia en tanto régimen político es una, y por lo tanto, un concepto capaz
de viajar en distintos contextos, la distinción entre democracias consolidadas y
recientes deja entrever que también a nivel de los estudios electorales, es auspi-
cioso enfocar en subconjuntos concretos, para mejorar la comprensión del objeto
de estudio.
Los ámbitos metodológicos que se desprenden de este estilo en el análisis
electoral, son señaladamente: niveles de análisis y fuentes de datos, ventajas y li-
mitaciones de cada uno, análisis descriptivo que a su vez observa; fragmentación y
concentración electoral; número efectivo de partidos; volatilidad electoral.
Para indagar en los procesos arriba descritos, relativamente novedosos en
nuestro país, el método hegemónico entre los especialistas en el análisis electoral,
ha sido el denominado método de la Geografía Electoral, que parte de algunos
supuestos teóricos a saber:

182
“...el grado y la forma de participación política (y por tanto electoral) del ciudadano, están
significativamente influidos por sus circunstancias sociales. Estas incluyen: cómo viven, qué
tipo de barrio habitan, qué grado y tipo de habitación tienen, tipos de trabajos que hacen
y cuánto ganan, y las oportunidades de mejorar su modo de vida” (Conway, 1989: 29).

Podríamos sintetizar que en este estilo de análisis los elementos preponderantes del
comportamiento electoral se ven influidos por el conjunto de las relaciones entre
grupos sociales y ciertos factores sociales como son: los puntos de contacto de la
política del gobierno con el individuo; el acceso que tienen los grupos sociales a la
información sobre la actividad política y la presión del grupo a favor de la votación
y las presiones múltiples.
De aquí se desprenden una serie de variables e indicadores, cuyo análisis de
la relación entre las variables dependientes e independientes, pueden ayudarse con
métodos cuantitativos, en tales casos, las variables independientes deben ser men-
surables en una escala de medición, por lo menos, ordinal. El análisis cuantitativo
se puede realizar de manera tabular, utilizando tablas cruzadas o bien con base en
medidas estadísticas de asociación, correlación multivariable.
Cabe destacar que el procedimiento técnico de asociación de variables, en
especial el cuantitativo, no proporciona por sí solo, la explicación de la posible
asociación o no asociación, por lo que, recurrir a la teoría politológica para la ex-
plicación es indispensable.
Se parte para el análisis geoelectoral, de la definición de las variables, las va-
riables principales que se utilizan en este tipo de estudios son: variables y datos
básicos. Como variable dependiente la participación electoral, y como variables
independientes a los aspectos contextuales y socio-demográficos que en alguna me-
dida determinan la participación electoral. La participación electoral es una forma
de participación política, por lo que se han desarrollado una serie de variables ex-
plicativas de la Participación Electoral, de acuerdo con los enfoques de la investiga-
ción electoral empírica planteados, pueden identificarse un conjunto de variables
explicativas de la participación electoral, éstas van desde la descripción del impacto
sociocultural en la participación electoral; hasta la relación de ésta con característi-
cas peculiares del sujeto individual. Existen también variables socio-demográficas,
nivel de ingresos, edad, sexo, lugar de residencia, educación y ocupación, etcétera.
Concretando, se pueden identificar tres corrientes básicas en el estudio de la
Geografía Electoral: la denominada Escuela de Chicago que se origina con el texto
coordinado por Berelson, B. y Gaudet, H. (1944) en el que participa también Paul
Lasarzfeld, The People´s Choice; la Escuela de Michigan, también denominada Institu-
cionalismo, la corriente inaugurada por Angus Campbell, en el texto The American

183
Voter (1960) y la corriente del Rational Choice plasmada por Anthony Downs en
el texto An Economic Theory of Democracy (1973). Como lo señalamos antes, esta es
la corriente predominante entre los estudiosos que han desarrollado numerosas
fórmulas matemáticas, coeficientes, correlaciones e incluso, en la actualidad, con el
desarrollo tecnológico, esquemas de análisis georeferenciado, que dan sin duda una
gran cantidad de información para quien desee analizar los procesos en ese estilo,
de hecho, las empresas y despachos dedicados a las mediciones demoscópicas y de
opinión pública, han estandarizado una serie de procedimientos que con frecuen-
cia se acercan bastante a los resultados que finalmente arrojan las elecciones, no
obstante nos parece que hay una serie de dimensiones que este tipo de estudios no
aborda, por lo que se hace necesario indagar en los procesos electorales con otro
tipo de instrumentos.

Mirar los procesos con otra perspectiva


En virtud de lo anterior, el interés central de esta propuesta metodológica, es el de
reconstruir, a partir de un cierto tipo de información, emanada de los sujetos par-
ticipantes, la profundidad de los cambios en las actitudes y valores respecto de los
procesos políticos en general, pero particularmente los electorales, que en general
son vistos sólo en dos de sus dimensiones. Nos referimos a que los procesos electo-
rales son procesos jurídicos, ya que son ordenados y regulados por la ley, son pro-
cesos políticos, ya que en ellos se pone en juego quien ocupará el espacio público
estatal, pero, también, y esta es la parte menos analizada, son procesos simbólicos,
es decir, durante el proceso electoral y en particular en el momento del sufragio
éste se deposita toda una carga valorativa, junto con la boleta electoral, van sueños,
anhelos, esperanzas, frustraciones filias y fobias, se construyen mitologías. Cuando
no se vota, también hay una serie y variedad de mensajes que se quiere dar a los
partidos políticos, a los órganos electorales y una valoración del sistema político en
su conjunto.
Las observaciones que dan origen a esta propuesta, las pude hacer de manera
muy minuciosa y directa, por mi experiencia tanto en el Instituto Electoral del Es-
tado de México, donde fungí como Vocal de Organización Electoral distrital en el
distrito XX con cabecera en Zumpango, en 1996, Formador del servicio Electoral
profesional (1998) y Coordinador Regional de Organización (1999) y Coordina-
dor Regional de Capacitación Electoral (2003); y en mi gestión como Consejero
Electoral Distrital en el distrito 07, en Cuautitlán Izcalli, en el Instituto Federal
Electoral en los procesos 2000, 2003, 2006 y 2009; y en 2012 en el Consejo Dis-

184
trital 28 de Zumpango, Estado de México, posición que me permitió tener acceso
directo a la información, tanto de resultados electorales, como de información re-
cabada en campo, con este acceso tan inmediato, pude observar en ambos distritos,
un fenómeno que llamó poderosamente mi atención. Observando la participación
electoral caí en la cuenta de que este proceso se puede analizar de manera más
nítida en los niveles microsociales, acudiendo a instrumentos metodológicos de
orden cualitativo, es decir, que recuperen la perspectiva de los actores y no sólo
las aseveraciones y valoraciones de los investigadores a partir de datos estadísticos,
tanto demográficos como electorales.
Estos elementos y otros, de índole teórico, me llevaron a plantear prelimi-
narmente, retomando interrogantes planteadas por algunos investigadores en es-
pacios y documentos del BID (Binetti y Carrillo, 2005) en donde se cuestionan ¿La
desigualdad de ingresos limita la calidad de la democracia? o en los términos que
lo hace Atilio Borón (1999) podemos preguntarnos “¿Cuánta pobreza y exclusión
puede resistir la democracia?” y de manera más general ¿Es posible la gobernabili-
dad en una sociedad donde reina la desigualdad?
Para integrar esta propuesta, consideramos que al asistir al ocaso de una época
(la modernidad) en la que la política, sus luchas y sus prácticas, estuvieron encau-
zadas al control Estado-Nación, las instituciones y el poder central que representa-
ban quienes ocupaban el espacio público estatal (lo macro). Los analistas centraban
también sus análisis en esa dimensión. El análisis de la política y de lo político, en
esta nueva época, se desplaza hacia lo particular, lo comunitario, los nudos que en-
lazan a las redes asociativas con las que se construye la sociabilidad política desde lo
básico, es decir, la interacción cara a cara, lo que se ha definido desde diversos tipos
de análisis y diversas teorías como el nivel micro.
Esta perspectiva, surge en aparente contradicción, con la relevancia que se da,
entre los estudiosos de las ciencias sociales, a los macro-procesos como el creciente
proceso de mundialización, la globalización, la modernización y la democratización
de los sistemas políticos en general, que caracteriza a la historia reciente, produciendo
y difundiendo una percepción generalizada de que la homogenización en todos los te-
rrenos iría desplazando progresivamente a la diversidad cultural, étnica, religiosa, etc.
El objetivo central del protocolo de observación de corte etnográfico es el de
construir información sobre el desarrollo de lo que denominamos “acto electoral”,
sobre el cumplimiento de la normatividad vigente, sobre la actuación de las autori-
dades electorales, de los partidos políticos, pero sobre todo, acerca del comporta-
miento, valoraciones y actitudes de los ciudadanos hacia las elecciones.
En consecuencia, la perspectiva etnográfica en el terreno electoral, implica
una modalidad de observación directa y sistemática mediante la cual se registran

185
comportamientos, conductas y acciones de los actores involucrados en el proceso
electoral. La realidad que importa es la que los sujetos involucrados perciben como
significativa. Tanto en el proceso actual como en el pasado.

La propuesta metodológica
Situándonos de lleno en la perspectiva cualitativa como tradición interpretativa, a
la que entendemos como una óptica que presupone la aceptación de una serie de
conceptos filosóficos y científicos, formas de trabajo y, en especial, formas pecu-
liares de construir datos. En este sentido, las dimensiones que abarca este enfoque
las podemos ubicar en tres niveles, el primero se centra en comprender las ca-
racterísticas del lenguaje, el segundo se situaría en el afán por descubrir, si es que
las hay, regularidades en la experiencia humana y finalmente, la comprensión del
significado del texto o la acción. Pero, ¿de qué hablamos cuando nos referimos a lo
cualitativo como una tradición interpretativa?

Pues nos referimos básicamente, a los trabajos de investigación guiados por los
filósofos e investigadores sociales que buscan las formas de encontrar el significado
de la experiencia humana y de cómo la gente experimenta su mundo, inquietudes
planteadas por la Teoría Fenomenológica, (Edmund Husserl) (1994), también la
encontramos en las microteorías que ponen el énfasis en la necesidad de compren-
der cómo es que la gente resuelve los problemas que le presenta la vida cotidiana,
base de la Etnometodología (Harold Garfinkel) (2006) y finalmente, en la inter-
pretación de los gestos como configuradores de normas, actitudes y valores que
constituyen el self en el Interaccionismo Simbólico (Mead) (1968).
De la misma manera, cuando hablamos de lo cualitativo como una forma de
trabajo, es decir, como una metodología, nos referimos a métodos tales como el
análisis del discurso, la investigación acción, los “Focus Grup” (grupos focales) y a
los estudios de caso, la etnografía, las entrevistas, historias de vida, básicamente,
métodos que han dado a este tipo de formas de trabajo la denominación de “meto-
dologías de reconstrucción”.
En un primer momento, se hace necesario definir cuál es el área disciplina-
ria en la que se inscribe la propuesta metodológica, en este caso es desde la So-
ciología Política, es decir desde la reflexión sociológica sobre el poder, el Estado
y la obligación política, lo que obliga a centrar la atención, no sólo en el poder
del Estado, sino en todos aquellos ámbitos donde se establece una relación de
poder, esta concepción nos permite abordar el tema de la política no sólo en las

186
instituciones sino, principalmente, fuera de ellas, es decir, la política que se hace
desde la sociedad civil, con todas sus manifestaciones, el análisis de la política
y de lo político anclado en lo particular, lo comunitario, lo que se ha definido
desde diversos tipos de análisis y diversas teorías como el nivel micro o enfoque
de la micropolítica.
Al respecto podemos decir, que al estar utilizando un enfoque preponderan-
temente cualitativo, en el que no hay un propósito explícito de probar o demostrar
teorías, sino el de confrontarlas empíricamente, y a partir de los hallazgos empíri-
cos pensar en la posibilidad de la reconceptualización de las categorías utilizadas,
lo que no significa que no haya conceptos guía, pero estos son indicativos y no
normativos.
El trabajo de campo que proponemos, está guiado por tres momentos, regi-
dos éstos epistemológicamente por sus correspondientes objetivos de orden cog-
nitivo, a saber: a) el momento de la exploración, b) el momento de la descripción
y c) el momento de la significación, cada uno de ellos con su sentido y con sus
requerimientos de oficio y sensibilidad del sujeto indagador, así como de considerar
sus antecedentes y consecuentes lógicos, la cognición se concreta en un proceso
que une el mundo exterior y el interior como momentos de rigidez y creatividad,
de objetividad y subjetividad respectivamente, es un engarce entre la concepción a
priori y la comprensión a posteriori, es por eso que en este momento de la investi-
gación se hace necesario plantear una metodología específica que nos permita des-
entrañar las características fundamentales de las comunidades en las que estamos
indagando sobre el proceso electoral
Esperamos que la aplicación de esta estrategia metodológica, produzca gran
cantidad de datos descriptivos, obtenidos de la conducta observable y de las propias
discursividades –habladas, escritas y de expresión tanto corporal como de actitu-
des– de las personas. Con este tipo de observación buscamos captar la calidad de
las prácticas ciudadanas como expresión central de la vida democrática, así como
también, la actuación de los partidos y de sus líderes y el estado de desarrollo de las
instituciones electorales.
Como pasos de la observación llevamos a cabo una primera clasificación por
el tipo de fuentes de información a los que acudiremos que serán:

A) Investigación de fuentes primarias con fuentes de información inmediata (do-


cumentación electoral subsistente, cartas, convocatorias, invitaciones, periódicos
del día, etc.).

B) Investigación de fuentes secundarias o investigación documental.

187
Por la clasificación de la temporalidad de la investigación, como sabemos estos
pueden ser estudios individuales o estudios continuos ya sean estos estudios explo-
ratorios, descriptivos o de profundidad, toda vez que buscamos la reconstrucción
de conductas electorales específicas (abstencionismo, motivación del voto, voto
en blanco, voto nulo) proponemos en general estudios continuos de profundidad.

Técnicas de recopilación de información cualitativa


Las técnicas que proponemos aplicar consisten en:

• Sesiones de grupo o grupos focales (focus groups) que se llevan a cabo con
miembros de la comunidad, autoridades electorales federales y locales y
miembros de partidos políticos y organizaciones sociales y políticas de la
comunidad (consejo de participación ciudadana).
• Entrevistas en profundidad con informantes clave como: delegados mu-
nicipales actuales y pasados y ciudadanos que habitualmente se abstienen
de votar. Además de técnicas proyectivas y análisis metafóricos y técnicas
antropológicas como la Etnografía y la Observación, así como la entrevista
antropológica in situ y la interacción encauzada, el uso de la semiótica para
describir y analizar símbolos.
• Elaboración de marcos contextuales, elaboración de tipologías de actitudes
frente a la política, lo político, partidos, autoridades electas y el proceso
electoral.
• Identificación de ejes temáticos y variables para la elaboración de mapas
semánticos.
• Codificación de la información para su tratamiento analítico

Una dimensión que observaremos con particular atención será la constituida


por las categorías de análisis de la denominada socioantropología cultural, con el
afán de identificar, describir y analizar los significados culturales y las representa-
ciones simbólicas que los miembros de la comunidad asignan al acto de votar así
como la apropiación que hacen y el valor que asignan a las prácticas políticas.
El trabajo de campo, que se realiza en una primera etapa, consiste en ubi-
car las comunidades en el marco general de los municipios a los que pertenecen,
daremos cuenta también de su evolución histórica, identificando los factores que
han influido en su configuración, así como las características de su infraestructura,
vivienda y equipamiento. Nos acercaremos a la descripción de las características

188
físicas y sociales de la población de cada comunidad, exploraremos sus sentimien-
tos de pertenencia y la identificación de sus problemas y cual es su visión de cómo
resolverlos. Buscaremos también dar cuenta de los recursos con los que cuentan y
la manera en que están organizados y cómo funcionan.
En una segunda etapa, identificaremos y localizaremos a los informantes clave
y nos daremos a la tarea de acercarnos a los ciudadanos que votan por diferentes
opciones políticas, los que tienen una actitud negativa, indiferente o de rechazo
hacia las elecciones, a quienes forman parte de las mesas directivas de casilla, para
entrevistarlos y poder identificar su percepción de la política y las elecciones y las
razones de su participación o abstencionismo electoral.
En la tercera etapa realizaremos las entrevistas y los grupos focales para poder
concentrar la información y poder proceder a su análisis y significación. Una vez con-
cluido el trabajo de campo, que en esta propuesta que comprende tres momentos
(exploración, descripción y significación) la tercera, quizás la más difícil pero a la vez
la más interesante, sugerente y creativa del trabajo es decir, la interpretación y análisis
de la información obtenida de las entrevistas, la observación y los grupos focales, para
lo cual es de mucha utilidad retomar a Paul Lazarsfeld (1977) que plantea que cuando
observamos un fenómeno y requerimos determinar variables nos dice que para definir:

“...variables susceptibles de medir objetos complejos, generalmente se sigue un proceso más


o menos típico. Esto último permite expresar los conceptos en términos de índices empí-
ricos; comprende cuatro pasos principales: la representación imaginaria del concepto, la
especificación de las dimensiones, la elección de los indicadores observables y la síntesis de
los indicadores que constituyen los índices” (Lazarsfeld, 1977: 90).

No obstante que en esta propuesta no se trabaja con variables numéricas sino tex-
tuales, es decir, categorías discursivas (unidades gramaticales o sintácticas) se hace
necesario, siguiendo los pasos que nos recomienda Lazarsfeld, partir por un lado,
del concepto de votar del que obtenemos algunas dimensiones a medir y contras-
tar si lo que nos dice el conocimiento socialmente disponible es cierto o podemos
agregar nuevos elementos en la discusión.
En esta parte es donde se vuelca toda la riqueza del trabajo de campo, los
hallazgos, las dificultades técnicas, las limitaciones conceptuales, es donde aparece
con toda su fuerza la vivencia y la significación que los sujetos dan a su relación,
valoración y raciocinio sobre la política, lo político y su vida cotidiana. También
aparece de manera descarnada, más bien cruda, despectiva y cínica la conceptuali-
zación que los partidos políticos y las instituciones electorales tienen de los ciuda-
danos y de la forma en que buscan su voto.

189
Por consiguiente, un problema metodológico principal es obtener una serie
de conceptos que puedan hacer adecuadamente frente a un tipo de variación muy
amplio en los datos, de forma que cada estudio de un caso individual se incorpore
a un cuerpo de materiales que sean comparables unos con otros.
Por esta razón, otro problema metodológico implica el intento de incluir en
nuestro pensamiento algunos medios para discutir el cambio, puesto que el obser-
vador que está en la situación de trabajo de campo tiene que hacer frente a esta cua-
lidad cuando entra en contacto con el sistema cultural y social objeto de su estudio,
diferente al suyo y con conceptos de la política y la democracia muy distintos a la
visión normativa imperante, tanto en el medio político, de las instituciones electo-
rales, y los académicos e investigadores.
Por último, y quizás lo más importante de todo, es el problema de saber qué
es político y qué no lo es. Íntimamente relacionada con ello está la cuestión de si
podemos hablar realmente de un «sistema» o del sistema político como un rasgo
especial de la vida social o no. Esto es más difícil cuando uno se da cuenta que
son muchas las sociedades que no tienen sector político separado con roles políti-
cos especializados; en su lugar las acciones políticas parecen estar relacionadas por
completo en la vida social de la gente. El hecho de que los sociólogos, antropólogos
e historiadores, no hayan prestado mucha atención a este problema supone que sus
datos no son fácilmente utilizados para propósitos comparativos y no han desarro-
llado muchos problemas.

Conclusiones
Por lo que hemos visto, podemos concluir, que como en todos los ámbitos de la
ciencia politológica, aunque hay enfoques teóricos y metodológicos diferentes, por
lo general, por diversos motivos, alguno de ellos se vuelve hegemónicos, en ocasio-
nes, porque es capaz de aportar mayores capacidades heurísticas y posibilidades de
describir de mejor manera los fenómenos a que se avoca en el análisis. Tal es el caso,
en el análisis de los procesos electorales, de la denominada Geografía Electoral.
Los investigadores, por comodidad o por los imperativos institucionales o los que
les marca el mercado, se adhieren a esas propuestas teórico-metodológicas y pro-
ducen conocimiento relevante, importante y muchas veces útil, pero que, con el
trascurrir del tiempo, las mutaciones de los fenómenos sociales, las inquietudes
de otros investigadores, hacen ver como incompleto o por lo menos, insuficiente
tanto el conocimiento socialmente disponible, como la manera de construirlo y
que no responde a la demanda social de explicación de esos cambios sociopolíti-

190
cos, razón por la que surgen propuestas de abordajes teórico-metodológicos que
den cuenta de otros niveles y otras dimensiones, no contemplada por los enfoques
predominantes, razón por la cual en nuestro caso proponemos un abordaje que
recupere cuatro elementos metodológicos básicos. La perspectiva de los sujetos, la
observación en campo, la interacción entre el investigador y los sujetos implicados
en el proceso electoral, la relevancia del plano subjetivo en la participación electo-
ral y una perspectiva teórica, la Sociología Política y en particular el enfoque de la
micropolítica, esta propuesta ya ha sido puesta en práctica y ha ofrecido resultados
relevantes, aunque en este trabajo por presentar sólo la propuesta, no hay espacio
para detallarlos.

Bibliografía
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191
Sociología electoral y cultura política local.
De la alternancia al retorno del autoritarismo
político en la región Zumpango, 1990 a 2015
Armando Sánchez Albarrán1

Introducción
El análisis de las conductas político-electorales inició con la obra de autores como
Paul Lazarsfeld, Gabriel Almond y Sidney Verba, seguido por muchos otros investi-
gadores (Lazarsfeld, 1972; Almond y Verba, 1963; Almond y Verba, 1992; Almond
y Powell, 1992). Desde entonces se han incorporado otras disciplinas y plantea-
mientos a la propuesta inicial. Entre éstas últimas se puede mencionar la sociología
electoral para entender los comportamientos, expectativas, preferencias y opinio-
nes políticas desde la perspectiva del análisis electoral. En este camino destaca la
noción de capital social que recupera de manera importe la red de relaciones socia-
les (Korsbaek, 1996; Putnam, 1996).
Un tema menos socorrido es el de la cultura política regional y local. Por ello,
en este trabajo se discutirá a propósito de la publicación del libro: Cultura política y
procesos políticos en la región de Zumpango (Sánchez, 2014). Dicho trabajo analiza la
cultura política en un contexto regional y local en el periodo de estudio de 1990 a
2006.2 En este trabajo se añadirán datos de los procesos electorales municipales de
2006 y 2015 para así comprender 25 años de competencia política electoral en los
municipios mexiquenses.
El planteamiento que se discute ahí confronta la idea de que el desarrollo eco-
nómico coincide con el desarrollo político, a la manera del politólogo norteameri-
1
Profesor-investigador del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad
Azcapotzalco. Correo: armando_sa2002@yahoo.com.mx
2
En ese trabajo se aplicaron técnicas cuantitativas (una muestra estadística a 389 ciudadanos, actores sociales)
y cualitativa (etnoentrevistas a 38 funcionarios políticos: presidentes municipales, presidentes de partido
político y funcionarios municipales, actores políticos).

193
cano Samuel Huntington. La zona de estudio coincide, a primera vista, con la tesis
de que la democracia surge cuando hay un determinado grado de desarrollo socioe-
conómico (industrialización, urbanización, escolaridad, ingreso per cápita, entre
otros), así la cultura política democrática sería producto del desarrollo económico
y predominaría en sociedades modernas (Pype y Verba, 1965; Lipset, 1995).3
El estudio anterior sugiere, en cambio, que no es posible apostar por genera-
lizaciones fáciles respecto a la predicción de resultados electorales. La razón de ello
estriba en que cada municipio cuenta con una historia particular, es decir, en cada
ayuntamiento se vive una determinada coyuntura política en la que intervienen
actores políticos y sociales quienes son los que, en realidad, definen el sentido del
voto. La alternancia política municipal, por si misma, no es sinónimo de una cultura
política democrática sino, más bien, sólo se aprecian los aspectos más superficiales
de los procesos políticos (Sánchez, 2014).
En este trabajo se muestran algunos de los resultados del libro ya mencionado
arriba, en el que se destaca cuáles fueron las causas concretas que explican, en el
nivel local, el cambio en las preferencias políticas. Para fines de exposición se expo-
ne en la primera parte, la definición de qué se entiende por cultura política local y
cómo se establece la convivencia entre los actores políticos y sociales en un contex-
to local. En la segunda, se exponen los resultados electorales, pero también, el tipo
de conflicto municipal que explica, en gran medida, el cambio en las preferencias
políticas de los actores locales. En el tercer apartado, se realiza un análisis de como
la estructura de poder local se reproduce y la manera en que, a pesar de los cambios
económicos, logra mantener una cultura política aspiracional, es decir, alejada del
ideal de la democracia. Al final se hace una discusión de los principales hallazgos.

Sociología electoral y cultura política en un contexto regional


La sociología electoral analiza los comportamientos electorales que intervienen
en la toma de decisiones de cómo los electores eligen, de manera legítima, a los
titulares para ocupar puestos de representación popular y así conformar gobiernos
(nacionales, estatales o locales).4 La sociología electoral se vincula estrechamente
3
Sin embargo, autores como Przeworski (2005) han sugerido que la democracia no es resultado ni del desarrollo
económico, ni de la cultura política, sino de la acción estratégica de las élites. Respecto a la relación entre desa-
rrollo económico y cultura política sostiene que la relación anterior aunque es plausible, no es consistente.
4
Habría que aclarar que, en nuestra percepción, su estudio no se limita a elegir representantes de partidos po-
líticos, sino también, a representantes en instituciones oficiales, cuando esto opera, (elección de directores,
presidentes, etcétera) en instituciones públicas; como en la elección de representantes de organizaciones de
la sociedad civil (empresarios, comerciantes, campesinos, obreros, feministas, estudiantes, etcétera). Proce-

194
con los estudios de procesos políticos y cultura política siguiendo a autores como
Paul Lazarsfeld en los años cuarenta, a Gabriel Almond y Sidney Verba en los años
cincuenta (Lazarsfeld, 1979; Almond y Verba, 1963; Sánchez, 2014). Habría que
señalar que uno de los problemas esenciales en el esclarecimiento de dicha noción
radica en que con frecuencia se interpreta con un sobre peso de los aspectos políti-
cos en detrimento de los culturales lo cual reduce el ámbito de la política exclusi-
vamente a la actividad institucional y electoral (Galván y Farfán, 1992).
Por su parte, Lourdes C. Pacheco Ladrón de Guevara deduce de la definición
de Almond y Verba dos niveles de cultura política. El primero, parte del individuo y
se refiere a las formas como cada individuo interioriza los símbolos, las institucio-
nes y las reglas del orden político y sus respuestas a tales símbolos. El segundo nivel,
se centra en los grupos e implica las formas como éstos evalúan sus instituciones
políticas y a los funcionarios (Pacheco, 1997).
En Cultura Política Revisada, Almond y Verba retoman de Parsons los aspectos
cognoscitivos, evaluativos y afectivos para referirse a conductas de cultura política
(Almond y Verba, 1980) (Véase cuadro).

Cuadro 1
Cultura Política
Tipo de Cultura Política Conducta de Cultura Política Objeto de Cultura Política
Cultura Política Participativa Cognoscitiva Sistema Político
Cultura Política Transicional Evaluativo Instituciones
Cultura Política Tradicional Afectiva Gobierno
Fuente: Propia, sobre la base de Almond, 1980.

La sociología electoral pone énfasis en el estudio riguroso tanto teóricos y


metodológicos, ya sea cuantitativo como cualitativo para el análisis del comporta-
miento político electoral.5

sos electorales transparentes, en dichas organizaciones, nos hablaría del grado de maduración democrática
de una sociedad.
5
Con su estudio se coadyuva en aportar elementos para averiguar qué tanto se cumplieron o no con criterios
de transparencia de dichos procesos electorales y así proporcionar certidumbre respecto a la legalidad de
dichos procesos colectivos.

195
Cultura política local
En contextos locales la cultura política local se construye social e históricamente
de manera individual, pero principalmente colectiva (Sánchez, 2014). Lo anterior
significa que persiste o se vive un fuerte sentimiento de comunidad y, por lo tanto,
en este nivel se refiere a los lazos recíprocos que se establecen al interior de las fa-
milias, los parientes, los amigos o los vecinos. Por lo anterior, se considera en este
trabajo que los barrios, pueblos, colonias o calles no son expresión de un conjunto
de construcciones físicas sino, más bien, representan conjuntos de redes familiares
(Lomnitz, 1995; Lomnitz, 1994; Adler, 2001).6
Considerando lo anterior, se afirma, siguiendo a Lourdes Pacheco, Jaqueli-
ne Peschard, Adriana López o Héctor Tejera que en contextos locales la política
no atraviesa necesariamente por las urnas ya que existen otros formas, sociales,
para acceder a los recursos públicos municipales, desde luego, utilizando el ca-
pital social conformado por las redes de familias, parientes, vecinos o paisanos
(Peschard, 1994; López, 1994; Tejera, 1994; Pacheco, 1998). En otras palabras,
para acceder a los bienes públicos municipales se utilizan las redes de relaciones
sociales, antes que mecanismo político burocráticos propiamente dichos (Sán-
chez, 2014).
Así, Adriana López Monjardín, al referirse a la participación político electoral
en zonas rurales indígenas considera que: “Las votaciones son sólo un episodio, a veces
lateral respecto a las preocupaciones que guían la relación de los campesinos con las institu-
ciones, las autoridades y con el resto de la sociedad” (López, 1994: 224). Por su parte,
Héctor Tejera señala que la cultura política local, en especial en zonas indígenas, se
ciñe más al ámbito regional que a los procesos políticos federales o incluso estata-
les, debido a la escasa información política y como producto de la débil penetración
de los medios de comunicación, así como, por el relativo aislamiento de muchas
regiones, comunidades o poblaciones del país. Insiste también en el control que
aún mantienen los caciques en la inducción del voto coaccionado a los campesinos
e indígenas (Tejera, 1994).7

6
Al hablar de familia nos referimos a la familia conyugal, es decir, a la reproducción social del tipo de familia
mesoamericano. Éste tipo de familia se conforma social y culturalmente de acuerdo al patrón de familia
mesoamericana lo que significa que el hijo más joven hereda la tierra del padre, ultimogenitura, y al contraer
matrimonio se lleva a vivir a la casa de los padres paternos a la nuera (Robichaux, 2000).
7
Pacheco (1988) añade que el añejo alejamiento de la población indígena se debe a que no es posible hablar, en
esas zonas, de un ciudadano en un sentido pleno, sino más bien, a un “ciudadano restringido”, pues no cuenta
con todos los derechos: laborales, de salud, educación, etcétera.

196
Estructura de poder local en la región Zumpango
En la región de estudio predomina aún la fuerte presencia de una élite local con-
formada por líderes políticos sindicales inter relacionada, mediante una densa red
política y social, con otras organizaciones, instituciones, líderes locales mediante
relaciones verticales de familia, amistad o compadrazgo (Paré, 1972; Leyva, 1993;
Durán, 1997; Durand, 2000; Sánchez, 2014).
En la región Zumpango persiste, desde los años setenta, la fuerte influencia
de la Confederación de Trabajadores y Campesinos (CTC), antes liderada por
Leonel Domínguez Rivero, ahora por su hermano Abel Domínguez Rivero (Ca-
sasola, 1994; Pineda, 2004; Sánchez, 2014). Los puestos de dirección político
sindical se heredan a familiares o personas muy cercanas a la élite política.8

Nuevos y viejos actores sociales en la región Zumpango


En la región de estudio conviven viejos y nuevos actores sociales que explican, en
parte, el nivel de conflictos políticos en la zona. Con la expansión de la mancha
urbana de la Ciudad de México a los municipios más cercanos encontramos la lle-
gada masiva y constante de nuevos colonos. Sin embargo, como parte de una urbe
capitalista los nuevos vecinos no son iguales como tampoco son iguales los lugares
a donde llegan. El patrón de urbanización se ha dado sobre tres pilares: zonas re-
sidenciales, que arrancan en los años setentas, con un equipamiento urbano más o
menos completo o similar al que se tenía en colonias de clase media acomodada en
la Ciudad de México; zonas de edificios de tipo INFONAVIT dirigido a clases me-
dias de bajos recursos y, principalmente, con financiamiento oficial; por último, las
tradicionales zonas populares a las que arriban, desde los años cincuenta y sesenta,
los recién inmigrados de provincia en la búsqueda de vivienda barata. Por lo regular
en asentamiento irregulares, por ejemplo, en las faldas de la Sierra de Guadalupe.
Dichos asentamientos se caracterizan por la escases o inexistencia de servicios pú-
blicos, o bien, por la mala calidad de éstos (Sánchez, 2014).

8
La estructura de poder local se conforma por una red vertical que va más allá, incluso, de abarcar organi-
zaciones político sindicales, ya que también se extiende al control a integrantes de dicha central en institu-
ciones públicas, como representantes de partidos políticos y llega incluso hasta a delegados municipales o
presidentes del comisariado ejidal (Sánchez, 2014).

197
Alternancia política 2001 – 2012
Desde el punto de vista político, electoral el Estado de México ha sido considerado
por los analistas como “laboratorio político” debido a que, en el calendario electoral
estatal los procesos políticos inician antes que en el nivel federal (Sánchez, 2014).
Desde el punto de vista del poder económico y político en el Estado de Mé-
xico destaca la fuerte presencia del llamado Grupo Atlacomulco. Es gracias a la
relación existente entre el exgobernador Hank González y el líder sindical Leo-
nel Domínguez Rivero, presidente general de la Confederación de Trabajadores y
Campesinos, que se afianzó una élite político-sindical en los municipios que inte-
gran la región Zumpango.9 Éste último representó la cabeza visible del grupo de la
élite político sindical en la región.10
Ubicada en el noreste del Estado de México la región Zumpango representa
un mosaico representativo de la complejidad de dicho Estado caracterizado por
sus contrastes entre importantes y modernas zonas industriales, urbanas y mu-
nicipios en extrema pobreza integrados por población indígena mazahua y otomí
(CONAPO, 1985; Morales, 1989). Se realizó una regionalización a partir de crite-
rios sugeridos por Jaciel Montoya Arce11 (1995) quedando de la siguiente manera:
Cuatro municipios modernos. Cuautitlán México, Tultitlán, Apaxco y Tecamac con
un intenso proceso de industrialización y urbanización, además en ellos encon-
traremos mayor proceso de alternancia política; seis municipios se ubican en una
etapa transicional de zonas agrícolas o ganaderas a zonas de crecimiento urbano-in-
dustrial: Coyotepec, Tultepec, Melchor Ocampo, Zumpango y Teoloyucan; cuatro
municipios tradicionales: Huehuetoca, Hueypoxtla, Jaltenco, Nextlalpan y Tonanit-
la (a partir de 2003). Se sostienen básicamente de sus actividades agropecuarias,
predominan las tierras de temporal, y tienen escasa industria e incipiente desarrollo
urbano (véase mapa 1).

9
Bajo la sombra política de Carlos Hank González tres líderes regionales se van a encargar de mantener el
control político sindical en la zona de estudio con Axel Ramírez, líder camionero, en Cuautitlán Izcalli;
Juan Monrroy, líder sindical de la CTM y, particularmente, de la empresa Goodyear Oxo; y Leonel y Abel
Domínguez Rivero, líderes sindicales de la CTC, con una indiscutible presencia en la región de Zumpango
(Sánchez, 2014).
10
La estructura de poder real juega un papel destacado en la relación vertical de poder federal y estatal con la
población de la región. Sin embargo, dichas instancias de intermediación política se caracterizan por ejercer el
poder de manera no democrática, es decir mediante prácticas autoritarias asociadas al caciquismo cuyo común
denominador es el ejercicio único de la fuerza, la coacción, la corrupción, el despojo, el atraco o la impunidad
tal y como ha sido contemplado por innumerables investigadores (Lomnitz, 1994; Paré, 1986).
11
Montoya (1995) realiza una clasificación de municipios, desde la utilización de criterios económicos, en seis
rubros: tradicional, transicional, modernos, industrialización incipiente, semi industrializados e industriali-
zados. Aquí únicamente se habla de modernos, transicionales y tradicionales.

198
Mapa 1
La región Zumpango

Fuente: Elaboración propia con base en Montoya, (1990) y Conapo (1985).

La proximidad de la zona de estudio con zonas industriales y urbanas como Vallejo,


Naucalpan, Cuautitlán Izcalli, Ecatepec o Tlanepantla le inyectan un intenso dinamis-
mo económico: urbano, industrial, poblacional, pero también, político-electoral por
la concentración de población y electores en la zona noreste del Estado de México.

Tipología electoral y conflictos electorales


Con el fin de corroborar la presencia político electoral de los partidos políticos en
los municipios que comprenden la región Zumpango se aplicó una combinación de
criterios considerando los resultados de las seis elecciones municipales desarrolla-
das de 1990 hasta 2012. De esta forma se identifican, de acuerdo a la presencia po-
lítico-electoral, tres tipos de municipios: hegemónicos, de mayoría y de alternancia
(Trejo, 2000; Rodríguez, 2007; Espinoza, 2007; Sánchez, 2014).
De hegemonía, supondría un único partido vencedor, ningún municipio cum-
plió con esta condición; de mayoría, triunfos de 5 a 7 veces de ocho elecciones, la
primera fuerza se obtiene con entre el 20 y 30% de la votación y la diferencia entre
la primera y segunda fuerza es de entre 20 y 30% de los votos, encontramos 7 mu-
nicipios (Apaxco, Jaltenco, Melchor Ocampo, Nextlalpan, Tecamac, Tultitlán y Zum-
pango); y de alternancia, no predomina ningún partido, la primera fuerza se obtiene
apenas con menos del 20% de la votación, y la diferencia entre los votos de la primera

199
y la segunda fuerza es de entre 1 a 20%, aquí tenemos 8 municipios (Coyotepec,
Cuautitlán, Huehutoca, Hueupoxtla, Teoloyucan, Tequixquiac, Tonanitla y Tultepec).
Aplicando los criterios anteriores observamos que a diferencia de lo que su-
cedía en las elecciones hasta antes de los años noventa en las que el PRI ganaba en
todos los municipios (véase cuadro 2).

Cuadro 2
Región Zumpango: mayoría y alternancia partidista 1990 a 2015

Número de ve-

Partido Políti-
ces en que un

Clasificación:

Hegemonía/
alternancia
Municipio

co triunfa

Mayoría
1990

1993

1996

2000

2003

2006

2009

2012

2015
5 de 8
Apaxco

APT (PRI- PRI-PV-


PRI PRI PAN PAN PAN PAN PAN PAN, 4 Mayoría
PVEM) NA
PRI
Nextlalpan Melchor Ocampo Jaltenco Hueypoxtla Huehuetoca Cuautitlán Coyotepec

5 PRI, 2
Conver-
PRI PRD PAN PRI PRD-PT PRI PRI PAN PRD, 2 Mayoría
gencia
PAN,

APT (PRI- PRI-PV- 4 PAN, 5


PAN PAN PAN PAN CAPM PRI PRI Mayoría
PVEM) NA PRI

4 PRI, 4
PRI PARM PAN PRI PAN CAPM PAN PRI PAN y 1 Alternancia
PARM

6 PRI, 3
PRI-PV-
PRI PRI PRD PRD PRD CAPM PAN PRI PRD, 1 Mayoría
NA
PAN

PRD- PRI-PV- 8 PRI, 1


PRI PRI PRI PRI APT PRI PRI Mayoría
CPPN NA PRD

6 PRI, 3
PRI PRI PAN PAN APT CPPN PRI PRI PAN-PT Mayoría
PAN

PT- 8 PRI, 1
PRI PRI PRI PRI APT CAPM PRI PRD Mayoría
Conv PT, 1 PRD

Continúa...

200
Número de ve-

Partido Políti-
ces en que un

Clasificación:

Hegemonía/
alternancia
Municipio

co triunfa

Mayoría
1990

1993

1996

2000

2003

2006

2009

2012

2015
Tecamac

PRI-PV- 6 PRI, 3
PRI PRI PAN PAN APT PAN PRI PRI Mayoría
NA PAN
Teoloyucan

5 PRI, 2
PRI-PV-
PRI PRI PRD PAN PAN PAN PRI PRI PAN, 1 Mayoría
NA
PRD

PRD
Tequixquiac

APT 5 PRI, 3
Interi- PRI-PV-
PRI PRI PAN (PRI- PAN PAN PRI PAN, 1 Mayoría
no en NA
PVEM) PRD
1993

2 PT, 1
Tonanitla

N.D. N.D. N.E. N.E. N.E. PT-CPPN PRI Conv PT PRI, 1 Alternancia
Conv.
Tultepec

4 PRI, 5
PRI PRI PRD PRI PRD PRD-PT PRI PRD PRD Mayoría
PRD

5 PRI, 2
Tultitlán

PRI-PV-
PRI PRI PRI PAN PRD PRD-PT PRI PRI PRD, 1 Mayoría
NA
PAN
Zumpango

APT 7 PRI, 1
PRI PRI PRD PRI (PRI- CAPM PRI PAN PRD, 1 Mayoría
PVEM) PAN

Fuente: IEEM, 2015. Nota: En 2006 el PRI participó en las elecciones en coalición con el PVEM
en la Alianza por Todos (APT); En 2006 Convergencia participó en alianza con el PRD en Jaltenco
como Convergencia Partido Político Nacional (CPPN). ; Mientras que en 2006 el PRD se alía al PT.
(http://www.ieemx.org.mx/rptMunicipal.html, consulta 08/06/20159).

En 25 años de procesos electorales el panorama es de un franco retorno del PRI en la


mayoría de municipios en la modalidad de municipios de mayoría y alternancia políti-
ca. Los municipios con mayoría son 13. De ellos, el PRI mantiene mayoría en 11 muni-
cipios (Cuautitlán, Coyotepec, Hueypoxtla, Jaltenco, Melchor Ocampo, Nextlalpan,
Tecamac, Teoloyucan, Tequixquiac, Tultitlán y Zumpango). Destaca Jaltenco y Next-
lalpan en que ha triunfado en 8 de 9 ocasiones. Mientras que en Apaxco tiene mayoría
el PAN y en Tultepec el PRD. Aquí se pasó de un municipio de mayoría, Cuautitlán

201
México a trece. Como municipios de alternancia únicamente quedan dos: Huehueto-
ca, con un equilibro entre el PRI y el PAN y Tonanitla, con equilibrio entre el PRI y el
PT. Estos datos contrastan con los diez municipios en alternancia que había en 2006.12
Lo que en el año 2006 parecía una tendencia hacia una competencia política
en los municipios de la región Zumpango, poco a poco tendió a desdibujarse hacia
un proceso político electoral con fuerte predominio del PRI. Es decir, ha dejado de
existir competencia electoral a pesar de que hubo un claro proceso de alternancia
política hasta 2006. Ello no devino hacia un contexto de verdadera competencia polí-
tico electoral sino que, más bien, el PRI ha recuperado terreno en sus otrora enclaves
priístas (Zumpango,Tultitlán, Cuautitlán México y Tecamac, entre los más importan-
tes geopolíticamente hablando), mientras que el PAN y el PRD apenas han logrado
mantener una cierta presencia en un municipio cada uno.
El factor que explica, en muchos casos, la alternancia política en esta región
se debe a situaciones de conflicto municipal: conflictos de nuevos colonos, por la
autonomía, municipales, intermunicipales e intra municipales (Sánchez, 2014). Por
razones de espacio únicamente ilustraremos el caso de Tecamac, Estado de México.
Por sí misma, la estadística electoral no explica el por qué hubo un cambio en
las preferencias políticas. En apariencia los municipios con mayor desarrollo eco-
nómico como Tecamac, Tultitlán, o Cuautitlán México tenderían a preferir al PAN,
en tanto que ayuntamiento con mayor pobreza tenderían a decidirse por el PRD en
ayuntamientos de carácter rural: Hueypoxtla, Huehuetoca, Nextlalpan o Jaltenco.
Aunque la tendencia parece cierta existen, sin embargo, municipios que escapan a
esa lógica. La explicación principal, en varios casos, es más bien la pre existencia de
situaciones de conflictos locales provocados, en gran parte, gracias a la expansión
de la mancha urbana que significa, en realidad, la llegada masiva de nuevos actores
locales urbanos. Nos referimos, en este caso, a los conflictos por la llegada de nue-
vos colonos en espacios particulares: fraccionamientos, casas de interés social y de
asentamientos populares o irregulares. Ese hecho explica el cambio de las preferen-
cias político electoral en municipios conurbados como el caso del fraccionamiento
“Ojo de Agua”, en el municipio de Tecamac, en dicha entidad. Sus habitantes son, en
esencia, nuevos colonos que previamente habían adquirido experiencia política en
otras zonas urbanas de la Ciudad de México o del Estado de México tales como la
colonia Lindavista o bien Ciudad Satélite, en Naucalpan, por lo tanto, dichos nuevos
colonos se caracterizan por contar con un nivel educativo y económico por arriba
de la población promedio (Sánchez, 2014).
12
Habría que mencionar que el líder Leonel Domínguez dejó de tener la influencia, en parte por la redistri-
tación político electoral, sino también a que la CTC no cuenta con mucha influencia debido a que dicho
municipio cuenta con su propia fuerza económica y política al margen de la central sindical.

202
Es posible observar el peso específico de ciertos espacios con potencial de con-
flicto: fraccionamientos, colonias, pueblos que muestran en las urnas su rechazo a la
forma en que son gobernados. En los años setenta se creó el fraccionamiento “Ojo de
Agua” en el municipio de Tecamac para personas de clase media integrado por perso-
nas con profesiones, comercios y estudios. La percepción de los habitantes de dicho
fraccionamiento expresaron su inconformidad por la mala calidad de los servicios
públicos en los procesos electorales municipales entre 1990 y 2006. Con el tiempo las
gestiones por servicios públicos municipales se transformaron en participación políti-
ca, y por lo tanto en votos de castigo; especialmente a partir de 1996 (véase cuadro 3).

Cuadro 3
Tecamac (82), Distrito Local 33
TECAMAC 1990 PAN % PRI % PRD   VÁLIDO %
CABECERA 104 8.8 696 58.6 277 23.3 1187 100.0
H. OJO DE AGUA 845 28.5 1776 60.0 246 8.3 2961 100.0
TOTAL MUNIPIO 2384 16.2 9685 65.8 1820 12.4 14726 100.0
TECAMAC 1993 PAN % PRI % PRD % VÁLIDO %
CABECERA 290 11.2 1867 72.1 411 15.9 2600 100.0
H. OJO DE AGUA 1144 16.8 5386 79.1 314 4.6 6810 100.0
TOTAL MUNICIPIO 4027 12.2 25557 77.3 3534 10.7 33158 100.0
TECAMAC 1996 PAN % PRI % PRD % VALIDOS %
CABECERA 2113 61.8 1112 32.5 97 2.8 3418 100.0
H. OJO DE AGUA 2863 39.6 2971 41.1 895 12.4 7227 100.0
TOTAL MUNICIPIO 19502 50.9 13934 36.4 3063 8.0 38283 100.0
TECAMAC 2000 PAN % PRI % PRD % VÁLIDO %
CABECERA 3152 63.2 1483 29.7 193 3.9 4988 100.0
H. OJO DE AGUA 5215 50.5 3399 32.9 1095 10.6 10327 100.0
TOTAL MUNICIPIO 34291 53.4 20897 32.5 6211 9.7 64269 100.0
TECAMAC 2003 PAN % PRI % PRD % VÁLIDO %
CABECERA 731 16.8 3,262 75.0 270 6.2 4,351 100.0
OJO DE AGUA 3,682 43.6 2,901 34.3 1,255 14.8 8,452 100.0
TOTAL MUNICIPIO 16,471 31.9 26,227 50.7 6,955 13.5 51,690 100.0
TECAMAC 2006 PAN % APM % PRD % VÁLIDO %
CABECERA 1128 38.9 1170 40.3 222 7.7 2900 100.0
OJO DE AGUA 3486 39.5 2856 32.3 2041 23.1 8829 100.0
TOTAL TECAMAC 28603 40.3 27877 39.3 10541 14.9 70968 100.0
Fuente: IEEM. Nota: Las secciones en Tecamac son cabecera 4180, 4189 y 4190; Colonias del fraccionamiento
Hacienda Ojo de Agua: 4233, 4234, 4235, 4246, 4247, 424 y 4239.

203
En dicho municipio triunfó el PRI sin problemas hasta 1993, pero en 1996 y 2000
la cabecera como en el fraccionamiento “Ojo de Agua” el voto es para el PAN. En
dicho municipio la población con voto válido pasó de 14 mil a casi 80 mil entre
1990 y 2006. En contraste los votos en la cabecera municipal aumentaron relati-
vamente poco, de mil personas a casi tres mil, en cambio en el fraccionamiento
“Ojo de Agua” el incremento fue de tres mil personas a casi nueve mil. Habría que
observar en el cuadro 1, que en dicho fraccionamiento las preferencias políticas
favorecían al PRI en 1990 y 1993. A partir de ahí, en 1996, las preferencias se dis-
tribuyen hacia el PAN y el PRD. En 2003 la cabecera municipal apoya al PRI, sin
embargo en “Ojo de Agua” apoyan al PAN, en el municipio triunfa el PRI. En 2003
la cabecera apoya el PRI, en “Ojo de Agua” al PAN y gana el PAN. Para 2006 tanto la
cabecera municipal como en “Ojo de Agua” benefician al PAN y éste partido gana
la contienda.
En el caso de Tecamac el cambio en las preferencias electorales influye el li-
derazgo del candidato Aarón Urbina Bedolla, como a la orientación cognoscitiva
de los nuevos colonos y sus representantes, pues sus bases se ubican claramente
en la participación política y organizativa en estas nuevas colonias; así como por la
orientación evaluativa y afectiva, que hace énfasis en el rechazo a viejas formas de
gestión y control corporativo.

Reproducción del autoritarismo en nueva generación de políticos


A pesar de la instrumentación de políticas económicas monetaristas, desde los años
ochenta, por los gobiernos neoliberales lo cual impactó en empresas de la región
Zumpango ya que ocasionaron el cierre, como en los casos de la armadora de au-
tos Ford en Cuautitlán Izcalli o el cierre definitivo de la empresa hulera Goodyear
Oxo, el sindicalismo charro no sucumbió (Arreola, 1985; Ghendhill, 1995; Zuñiga,
2001; Sánchez, 2014).
En algunos municipios la crisis económica afectó la influencia de la burocracia
político sindical de la CTM, ubicada en Cuautitlán México, de modo que el sindica-
to dejó de tener la influencia que antes tenía, logrando el PAN retener dicho muni-
cipio por cuatro ocasiones. No sucedió el mismo proceso con la CTC dirigida por
la familia Domínguez en Zumpango en donde dicha central mantuvo su hegemonía
en la representación de los trabajadores afiliados a dicha central.
Una hipótesis para comprender la persistencia política de dicho sindicato se
debe a la modalidad que ha adoptado el capital en las nuevas empresas, como en las
automotrices, en donde se opera con la modalidad de flexibilización de la fuerza de

204
trabajo.13 La CTC se adapta muy bien a las necesidades actuales del capital que en
la situación actual esto significa: pérdida de prestaciones laborales, antidemocracia
sindical y, sobre todo, la docilidad de los trabajadores ante el riesgo de perder sus
fuentes de empleo (Sánchez, 2014).
Leonel Domínguez Rivero, identificado como líder “charro” por sus caracte-
rísticas en la conducción de la agrupación que él dirigía pues era quien designaba
en los ayuntamientos de la región a los representantes a puestos de elección muni-
cipal.14 A la muerte del jerarca máximo de la CTC, el 18 de noviembre de 2006, le
continuó en la dirección su hermano Abel Domínguez.15
En el año de 2006 la hija de Leonel, María Eugenia Domínguez Rex, tuvo
una regiduría en el municipio de Cuautitlán México (Jiménez, 2006). En el mismo
sentido Raúl Domínguez Rex, hijo de Leonel, fue electo por dos ocasiones para la
regiduría de Naucalpan; participó en varios cargos directivos al frente de la CTC,
en particular como oficial mayor de dicha agrupación; en el periodo 2006-2009
obtuvo la diputación local por el distrito XX de Zumpango de Ocampo. Vale la
pena nombrar un cierto paralelismo entre Leonel y Hank González, ya que aquél
fue coordinador de campaña para la gubernatura de Hank González. Mientras que
Raúl Domínguez fue coordinador de campaña para la presidencia de Enrique Peña
Nieto para las elecciones de 2012. Es actualmente dirigente del PRI en el estado
de México.
El diseño de la campaña política en la región Zumpango sirvió como base
para las elecciones estatales y federales de 2012 cuando el PRI logró arrancar a la
oposición muchos municipios que se encontraban en poder del PAN y del PRD.16
En la mayoría de municipios de la región se siguen imponiendo, por designación, a
personas cercanas a la CTC.
Un caso muy emblemático de antidemocracia lo encontramos en el municipio
de Tecamac, en el que triunfó en las elecciones para diputado Arón Urbina Bedolla
en el año 2000, quien había salido del PRI para contender por el PAN, en el que

13
Algunos analistas son enfáticos al señalar que sindicatos blancos y “charros”, como la CTC, no se destacan por
haber defendido los intereses de la clase obrera. En realidad dicho sindicato se interesa más por mantener el
control y continuar sucediéndose los puestos de dirección entre familiares y amigos.
14
La estructura de poder local se conforma por una red vertical que va más allá, incluso, de abarcar organi-
zaciones político sindicales, ya que también se extiende al control a integrantes de dicha central en institu-
ciones públicas, como representantes de partidos políticos y llega incluso hasta a delegados municipales o
presidentes del comisariado ejidal (Sánchez, 2014).
15
Leonel Domínguez Rivero es la persona, que en el Estado de México, contó con más cargos que cualquier
otro político: 4 veces diputado federal, 4 veces diputado local, presidente municipal, vicepresidente del
Congreso del Trabajo y Presidente del CEN del PRI.
16
El hecho de contar con transporte y acarreados le permite al PRI tener una base importante de apoyo en las
campañas electorales.

205
triunfó, para luego abanderar al PAN para diputado local y a su término, contendió
por el mismo partido para diputado Federal. De ahí regresó al PRI y triunfó, pos-
teriormente contendió para diputado local por este mismo partido. En 2015 en las
elecciones locales para ayuntamiento nuevamente se encuentra contendiendo para
presidente municipal. Sin embargo, el nuevo contexto político le podría permitir
buscar la reelección en el año 2018.

Conclusión
La alternancia política puede ser explicada por los procesos de modernización, sin
embargo, cuando se indaga más de cerca aparecen otros problemas en los que se en-
cuentra la pre existencia de conflictos locales de diversa naturaleza: nuevos colonos,
por la autonomía, municipales, intermunicipales e intra municipales (Sánchez, 2014).
En ocasiones, sin embargo, existen otras razones tales como la influencia del
liderazgo de políticos con carisma como Clouthier en 1988; Cuauhtémoc Cárdenas
en 1988 y, en el Distrito Federal, en 1997; Vicente Fox en el año 2000, entre otros
que logran influir, debido a su carisma político, en las preferencias ciudadanas. Di-
cha influencia se aproxima más a los aspectos afectivos que a los cognoscitivos o
evaluativos de la cultura política.17
Tecamac ilustra bien la manera en que influyó el elemento evaluativo y afecti-
vo por parte de ciudadanos provenientes de colonias de clase media acostumbrados
a otra forma concebir la calidad de los servicios públicos y la política.
Por otra parte durante los procesos electorales de 1990 a 2006 parecían
mostrar una tendencia clara a relacionar alternancia con democratización de los
procesos político electorales. Sin embargo, los resultados electorales en la región
Zumpango de 2006 a 2012 muestran el retorno del PRI, en realidad casi siempre
se había mantenido como segunda fuerza en virtud de su gran estructura político
organizativa y reforzada por el corporativismo logrado por sus filiales: CTM, CNC,
CTC, entre otras.
Del año de 1990 a 2012 se puede observar que, a pesar del descalabro econó-
mico de muchas de las empresas tras la crisis económica de mediados de los años
noventa, éstas siguieron siendo funcionales para el nuevo contexto neoliberal que
requiere mano de obra sumisa, mal pagada y disciplinada.

17
Es el caso del municipio de Tequixquiac en donde en el año 2000 triunfó el PAN gracias a la simpatía desper-
tada por el candidato del PAN a la presidencia de la República, Vicente Fox Quesada.

206
En lo político, sin embargo, se puede constatar el relevo generacional en el PRI,
como forma de reproducción de la élite política y la consolidación de la élite política
a nivel estatal, regional y local. Sin embargo, dichas prácticas no se acompañan de
procesos democráticos sino, más bien, de procesos de reproducción de anquilosadas
prácticas clientelares muy poco o nada interesadas en promover la democracia.

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209
Quinta Parte

Alternancia y Gobierno
en Tlaxcala
El agotamiento del sistema político mexicano en Tlaxcala,
la elección de gobernador en 1998
Cirilo Rosalío EspejelVelazco1

Introducción
El proceso de transición a la democracia que ha venido viviendo México por lo me-
nos durante los últimos 30 años ha hecho que la investigación científica se interese
por muchos de los temas que estaban olvidados durante la era del sistema de par-
tido hegemónico. Muchas características del régimen, formalmente democrático,
pero autoritario en la realidad, han sido atendidas poco a poco. Una real división de
poderes, el compartir el poder entre distintos actores, un sistema de partidos más
plural, un congreso con mayor protagonismo, etc.
El estudio del sistema político y sus componentes no es asunto menor, por el
contrario en la medida en que México es un país variado y plural en su composi-
ción, el desarrollo del sistema político en los estados contará con su propia lógica
de funcionamiento. Si bien la estructura institucional de México es de tales carac-
terísticas que hace que los elementos del sistema político tengan principalmente
una connotación nacional, no podemos dejar de observar que su desarrollo, límite
y agotamiento, se encuentra íntimamente relacionado con la situación económica,
política y social que se presenta en cada entidad federativa.
En este trabajo respondemos la pregunta de cuándo encontraron su límite los
elementos que dieron cohesión al sistema político en Tlaxcala, dando por sentado
que el desarrollo y agotamiento de los mismos, no tiene que coincidir con el pro-
ceso que se presentó a nivel nacional.
La estructura del trabajo consta de tres apartados cuyo contenido es el si-
guiente: el apartado uno presenta un análisis del nacimiento, evolución y desarrollo
del sistema político desde la Constitución de 1917 hasta las reformas electorales de
1
Maestro en Análisis Regional por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Correo: rosalioev@hotmail.com

213
los años noventa que fueron el parteaguas en el proceso de alternancia en el gobier-
no; posteriormente analizamos cuáles son los principales elementos que integran
el sistema político mexicano; sin dejar de observar la importancia de los modelos
económicos, su influencia y repercusiones en el sistema político.
En el apartado dos se describen los síntomas de agotamiento del sistema po-
lítico mexicano, para valorar la importancia de la alternancia en el gobierno y sus
efectos en el establecimiento de los límites de los elementos que daban estabilidad
al sistema político tradicional en México.
En el apartado tres se hace una caracterización del sistema político mexicano y
local, enfocándonos en el papel de los partidos de oposición y de las elecciones, así
como en las relaciones entre el centro y los estados. Se aborda también el tema del ini-
cio de la transición, viendo este proceso como uno que inició desde las regiones, en el
nivel local y se consolidó con las reformas federales de mediados de los años noventa.
Finalmente se ofrece un último apartado de conclusiones del trabajo en el que
señalamos las condiciones y circunstancias económicas, políticas y sociales existen-
tes tanto a nivel nacional como estatal que impulsaron la primera alternancia en el
gobierno del Estado en 1998. Finalmente generamos una explicación que permite
entender cómo los elementos que daban cohesión al sistema político mexicano
encontraron su límite en la elección de gobernador en Tlaxcala en el año de 1998,
originando cambios que produjeron un sistema político con diferencias sustanciales
del sistema político mexicano producto de la Revolución Mexicana de 1917.

El sistema político mexicano nacimiento, evolución y desarrollo


La Revolución Mexicana implicó el cataclismo de la dictadura como régimen
con un costo tanto social como económico muy elevado, desvaneciendo las ex-
pectativas y oportunidades en general de la población, lo rescatable de dicho
acontecimiento es la integración nacional, es decir, un fuerte sentido de nacio-
nalismo, elemento que después sería utilizado para manipular el rumbo del país
(Rabasa, 1973: 87).
A la Revolución le faltó concluir el rescate de los derechos y dignidad de las
clases que se encontraban en el fondo de la pirámide social del siglo XIX de nuestro
país. Sin embargo, sí logró una circulación real de las élites en el poder y la implan-
tación de un régimen político que garantizará a través del derecho, las libertades
ciudadanas y la participación efectiva del pueblo en la elección de sus gobernantes.
Lo cual, engendró las raíces del sistema político que conocemos, Meyer (1973:
108) lo clasifica:

214
a) Presidencialismo agudo, extremo, que impidió el funcionamiento de cual-
quier división de poderes;
b) Un partido de Estado omnipresente;
c) Una oposición partidista más formal que real;
d) Una cultura cívica clientelar.

La Revolución Mexicana tuvo las características de un movimiento democrático,


agrario, popular y antiimperialista, conformado por una consecución de rebeliones
o revueltas que agitaron al país, debido al malestar social que prevalecía previo a las
elecciones de 1910, donde se apuntalaba por octava ocasión el General Díaz.
Posteriormente, estas rebeliones tomaron una tonalidad de un movimiento
constitucionalista donde sobresalieron caudillos como Zapata que representaba la par-
te agraria del movimiento, su lucha se fincaba básicamente en la lucha por el reparto
justo de la tierra, pero carecía de un proyecto de nación a futuro. Mientras que Villa
por su parte, en el norte del país comandaba un movimiento sin un programa preciso,
que se identificaba con cualquier reforma popular. Carranza, caudillo que pertenecía
al antiguo régimen sobresalió dentro del movimiento llegando al poder para legislar
en torno a las nuevas circunstancias que prevalecían en el país (Meyer, 1973: 268).
Concluyendo en la consolidación de la Constitución de 1917, en donde sólo
estuvieron representados los intereses de la Revolución que encabezaban tanto Ca-
rrancistas como Obregonistas, en la ciudad de Querétaro se confirmaba al país
como república representativa, democrática y federal, constituida por estados li-
bres y soberanos unidos en una federación.
Las primeras elecciones presidenciales se dieron el 11 de marzo de 1917
teniendo al general Venustiano Carranza como el primer Presidente electo bajo
el régimen de la Constitución de 1917. Una vez como presidente Carranza em-
prende la primera reforma electoral que vivió el país el 2 de julio de 1918 procla-
ma la ley para la elección de los poderes federales donde se fortalecía el control
del Estado en las elecciones, engendrando parte del embrión nocivo de nuestro
sistema político.

Componentes del sistema político mexicano


De acuerdo con Camacho Solís (1977), por sistema político nos hemos referido al
conjunto de instituciones gubernamentales y no gubernamentales que cumplen fun-
ciones de dominación política y administración social, así como al personal adminis-
trativo que (en su interacción con la población y los grupos) las sostiene y utiliza.

215
Las instituciones y funciones distintivas del sistema político mexicano serían:

1. La Presidencia de la República al frente del Ejecutivo, cuyos amplísimos


poderes formales y reales repercuten en la relativa debilidad del Congreso
de la Unión y la Suprema Corte de Justicia, así como en la falta de autono-
mía de los poderes estatales.

2. La principales funciones que hacen tan poderoso al Presidente de México


son: ejercer sus poderes constitucionales; ser el jefe de la clase política;
ser árbitro de las pugnas mayores de casi todas las fuerzas que participan
en la contienda política; ser el vértice de la transmisión de poder, y final-
mente, tener un amplio dominio sobre el proceso de distribución de los
recursos públicos.

3. El partido predominante, cuya presencia mayoritaria a veces plebiscitaria


expresa la debilidad de los partidos de oposición y el carácter fundamental-
mente legitimador del procedimiento electoral. El PRI en sus orígenes y sus
primeras transiciones fue un partido con poder propio, al fundarlo Calles el
partido representaba grupos y caudillos con poder real que se habían for-
mado en la revolución armada imponiéndose a sus contrincantes. Con Cár-
denas, el partido pasó a desempeñar un importante papel de movilización
política y de canalización de demandas populares. Pero tres décadas después
el partido ha perdido fuerza y funciones al actuar en una realidad más urbana,
plural, industrial y dependiente, ante un gobierno y una burocracia mucho
más extendidos, frente a poderosos grupos de presión y de opinión. Paulati-
namente se ha convertido en una maquinaria de legitimación electoral que ni
siquiera es capaz de reclutar a sus propios candidatos.

4. Las organizaciones de control social popular, campesinas, de clase media y


fundamentalmente obreras tienen una gran independencia con respecto al
partido que formalmente integran. Sobre todo los aparatos sindicales que
pertenecen al partido predominante, pero que tienen intereses y organiza-
ción no siempre coincidentes con el PRI, al grado de prescindir del partido
saltándoselo es sus principales acciones y decisiones. La función política
fundamental de los aparatos sindicales que son una pieza esencial del siste-
ma político mexicano es regular la participación y movilización obrera y, al
restarles la alianza obrera a otras clases y sectores subalternos, impedir en
gran medida la movilización popular.

216
5. El ejército (incluyendo la fuerza aérea), cuyo mando corresponde al Pre-
sidente de la República, es el sustento último del sistema político mexi-
cano La principal función del ejército es garantizar la seguridad interior.
El sistema político ha logrado mantener la lealtad del ejército mediante
distintos expedientes de control y legitimación. El mando en el ejército
es un “mando duro”, que no tolera la disidencia a la que, en caso de surgir,
enfrenta coercitivamente. Tampoco se permite a la clase política y menos a
los militares formar grupos políticos con civiles, de ahí que el ejército este
bastante aislado y sus jefes sean poco conocidos. Los mandos del ejército
se alternan sexenio con sexenio permitiendo la oportuna llegada de gene-
raciones militares al poder y colocando periódicamente a grupos rivales
al mando de la organización. Asimismo existe al interior del ejército una
decisión y rotación de mandos que impiden la formación de camarillas
internas y caudillajes regionales. A numerosos jefes y oficiales, el sistema
les otorga canonjías y prebendas, y a otros, posiciones políticas que los
cooptan. Finalmente, la clase política se legitima frente a los cuerpos mi-
litares en base a la competencia de los grupos técnicos civiles, la defensa
de la Constitución y la fórmula política de la Revolución Mexicana, con
sus componentes respectivos de nacionalismo revolucionario, civilismo y
ejército de ascendencia y origen popular.

6. Todas las instituciones a que nos hemos referido y el personal político que
las sostiene y utiliza forman parte del sistema político cuya función de di-
rección política, de legitimación, se apoya en la vigencia de la Constitución
de 1917 y de la Revolución Mexicana. Al ser tan deficientes el procedi-
miento y la representación electorales, es decir, al existir un mínimo de
aceptación popular de que el gobierno fue elegido democráticamente, el
sistema político no se ha arriesgado a abandonar la fórmula legitimadora de
la Revolución Mexicana que “siempre es útil” para justificar cualquier acto
de gobierno.

La legitimación revolucionaria de quienes resultaron victoriosos en la re-


volución que ocuparon el gobierno porque habían destruido a un régimen
despótico y porque tenían el mando de los ejércitos revolucionarios, la han
recogido y conservado setenta años después los gobiernos de México. El
costo político de esta fuente de legitimidad es muy alto, puesto que la clase
política de hoy es muy distinta a la que ganó la revolución, las realidades
sociales del país distan mucho de los objetivos de justicia social incorpora-

217
dos a la Constitución y el ejercicio de la división de poderes y el respeto a
la soberanía popular no han alcanzado el desarrollo del esquema político
propuesto en la Carta Magna.

Si en definitiva, se sustituyera la base de legitimación de la Revolución


mexicana en sí, o a través de modificaciones de fondo a los artículos cen-
trales de la Constitución, estaríamos ante un cambio que llevaría a México
a tener otro sistema político.

Los modelos económicos, su influencia y repercusiones


en el sistema político
En los últimos 25 años hemos visto el agotamiento de un sistema político que es-
taba fundado en la dinámica de un partido gobernante único y un presidencialismo
omnímodo, como las dos piezas que se reforzaban mutuamente y que hacían viable
todo un sistema de poder que se recreaba en las esferas del Estado mexicano. Era un
sistema autoritario que tenía el control del liderazgo político nacional, regional y
también el control corporativo de las cúpulas de las principales centrales obreras y
campesinas. Fue un sistema establecido en 1929 y que se recreó bajo el crecimiento
del Estado como centro del devenir económico y político del país.
El sistema sufrió un primer quiebre cuando el político tradicional surgido de
las estructuras políticas postrevolucionarias, de los cacicazgos regionales, de los
cargos políticos, fue suplantado lentamente por el político burócrata o político
de Estado. Con Miguel de la Madrid y Salinas de Gortari, sobre todo, el sistema
iba a sufrir verdaderos colapsos. En el fondo de la propuesta neoliberal había una
propuesta política. Quizá la verdadera apuesta de este grupo consistió en crear una
nueva etapa de crecimiento y desarrollo económico y con ello al mismo tiempo
fundar no solamente una nueva hegemonía política, sino también incluso, introdu-
cir reformas que quizá hubieran hecho menos directa la relación entre este nuevo
grupo en el poder y el PRI tradicional. El problema principal de esta nueva reforma
política consistió precisamente en el fracaso de la estrategia económica. Hay que re-
cordar que con Miguel de la Madrid la reconversión económica del peso del Estado
trajo aparejado un sexenio de alta inflación y déficit gubernamental.
Ello fue la pauta para la primera gran crisis de la época moderna del PRI cuan-
do se dio el primer desprendimiento del grupo de la corriente democratizadora
cuyos abanderados fueron Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo en 1987
y quienes conformaron el Frente Democrático Nacional y más tarde el Partido

218
de la Revolución Democrática y que constituyeron un verdadero reto al control
del poder por parte de este nuevo grupo que estuvo ya abanderado por Salinas de
Gortari. En las elecciones de 1988, el sistema sufrió una verdadera crisis cuando
la abrumadora votación a favor del candidato opositor Cuauhtémoc Cárdenas hizo
que se “cayera el sistema” de computación oficial. El triunfo de Salinas de Gortari
se dio pues, bajo una situación totalmente diferente a lo que el grupo financiero hu-
biese imaginado. Lo que es importante señalar de esas elecciones fue la gigantesca
crisis de legitimidad con la que inició su sexenio el presidente Salinas de Gortari.
Ello fue la plataforma de una serie de cambios en la estrategia gubernamental
a fin de recuperar no solo la imagen deteriorada pero incluso, reivindicar que la
legitimidad devendría por los beneficios del programa de reconversión económica y
la modernización política que el presidente Salinas tenía para el país. Esta crisis fue
clave porque provocó nuevos ajustes en el sistema de poder en México. En primer
lugar, se consolidó la alianza entre el viejo sector tradicional del PRI y el nuevo
grupo de tecnócratas. En segundo lugar, dentro del proyecto económico del nuevo
régimen la propuesta de celebrar un Acuerdo de Libre Comercio con los Estados
Unidos y Canadá hizo que en especial el primer país apoyara decididamente a Salinas
de Gortari; en tercer lugar, el programa de solidaridad que vino a ser una especie de
cartera de hacienda del Presidente para atraerse el consenso de las regiones pobres
y atrasadas, muchas de ellas cardenistas, para evitar que éstas fueran de nueva cuenta
lugares de apoyo de la oposición perredista. Otro aspecto importante a la luz de la
historia fue también la alianza establecida con la cúpula del Partido Acción Nacional
a efecto de hacer viable la gobernabilidad del presidente Salinas.Todos estos cambios
generados por esa crisis del sistema durante el sexenio de Salinas en realidad fueron
la fuente de los problemas del sistema político mexicano y sobre todo, de la transi-
ción de un sistema autoritario a un sistema abierto a la pluralidad y la democracia.

Síntomas de agotamiento del sistema político mexicano


El sistema político mexicano se ha modificado significativamente a través del tiem-
po. Desde 1965, Pablo González Casanova señalaba que “la democratización, era la
base y requisito indispensable del desarrollo” (González, 1965: 226). Para el autor,
generar mecanismos democráticos representaba el reto del régimen vigente, dada
las características expresadas en la preponderancia de un partido único. La historia
le dio la razón, cuando en 1968, se presentó como una gran fisura en el sistema
político (Camacho, 1977: 613). A partir de ese momento, comenzó un proceso de
liberalización de las instituciones políticas.

219
La reforma política de 1977, aunque concedida, influyó en la apertura para
reconocer a las organizaciones políticas clandestinas, como organismos legales con
posibilidad de acceso a la participación política. Ésta sólo fue el comienzo de mo-
dificaciones graduales posteriores en los niveles de competitividad. Fue parte de
una estrategia de apertura controlada, desarrollada por la élite política ante el cre-
cimiento de las tensiones en el período transcurrido entre los años 1968 y 1976.
Esta reforma calmó la efervescencia de la izquierda hasta el proceso electoral
de 1988, año que representó una nueva fisura en el sistema político autoritario. A
partir de las elecciones del 6 de julio se evidenciaron otras deficiencias:

1. Pérdida de consenso político del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

2. El rechazo popular a las medidas de política económica implementadas por


Miguel de la Madrid.

3. La regionalización del voto ciudadano, con una clara presencia cardenista


en el centro del país (Michoacán, Estado de México y Distrito Federal).

4. La creciente participación ciudadana, demandaba voto y elecciones trans-


parentes (Salazar, 1998: 34).

El sistema de partido hegemónico (Sartori, 1987: 275) se estaba agotando y abría


la posibilidad de un sistema más democrático. En 1988, el Partido Revolucionario
Institucional (PRI) fue puesto a prueba en la competencia electoral. El gobierno
federal se valió de la “caída del sistema” para proclamarse vencedor ya que el Poder
Ejecutivo era el encargado de organizar, vigilar y validar las elecciones. El resultado
definitivo fue altamente cuestionado.
El régimen político permitió durante décadas un sistema de partidos no com-
petitivo, con la victoria consuetudinaria del PRI (Salazar, 2001: 415). Los poderes
Judicial y Legislativo fueron relegados al Ejecutivo a través de facultades constitu-
cionales y meta constitucionales.
El sistema político mexicano comenzó a transformarse a partir de las victo-
rias de la oposición en algunos estados de la República, siendo el Partido Acción
Nacional (PAN) en Baja California (1989), el primero en ser reconocido por el
gobierno. La etapa de democratización se reforzó con las diversas reformas. El ré-
gimen mexicano comenzó a integrarse a “la tercera ola democrática” (Huntington,
1994: 26) así se produjeron cambios en la lucha por el poder y el ejercicio de las
responsabilidades gubernamentales (Larrosa, 1997).

220
El sistema político mexicano, se empezó a gestar como un sistema singular en
el poder, explicado por la creación y adaptación de un sistema de partido hegemó-
nico. La oposición no influía en las decisiones; de esta forma, el poder presidencial
y el partido hegemónico se extendieron a lo largo del período comprendido entre
1952 y 1988. “Durante este periodo, el Presidente en turno ejercía sus facultades
meta constitucionales a plenitud y la hegemonía del PRI no era disputada por nin-
guna fuerza política” (Santiago, 1999: 49).
El PRI, favorecido por la infraestructura y maquinaria electoral, retenía el
poder presidencial mientras se encargaba de monopolizar los cargos en las guber-
naturas, senadurías y diputaciones. A partir del resultado de 1988 se presentó una
mayor apertura democrática, no obstante la transición mexicana pareció no encajar
dentro de los modelos tradicionales.
El sistema electoral en 1988 fue utilizado para favorecer al PRI, sin embargo,
el Congreso de la Unión se presentó más plural; a partir de ese año hasta el 2008
se presentaron nuevos equilibrios en todos los ámbitos. La democratización se des-
centralizó desde los niveles más cercanos a la ciudadanía. El sistema comenzó a
caracterizarse como un presidencialismo acotado por el Congreso y por un sistema
de partidos plural (Carpizo, 1978: 19).
Al realizarse las elecciones de 1994, el PRI triunfó nuevamente ante un con-
texto de violencia política. Quedó demostrado el poder de convocatoria del PRI,
no sólo en la Presidencia, sino en los gobiernos de los estados y en la distribución
del Congreso.
A partir de 1997, se presentaron condiciones para considerar al sistema de par-
tidos como un sistema de pluralismo moderado, aunque, a nivel estatal, conservaba
algunos rasgos de sistema predominante. La tendencia en ese año fue la presencia de
tres partidos electoralmente importantes. La alternancia dejó de ser una posibilidad
formal y se orientó de manera efectiva (Salazar, 1998). Este mismo año el PRD ganó
la capital del país repitiendo su victoria, en las elecciones del 2000 y 2006.
Los primeros factores que evidenciaron cambios en el régimen político fue-
ron: ampliación del sistema de representación en el Congreso, victorias de los par-
tidos de oposición en los gobiernos estatales, modificaciones significativas en la
reglamentación electoral, y el debilitamiento del partido en el gobierno.
Las prácticas monopólicas se han ido diluyendo a través del perfeccionamiento
de las instituciones, si bien persisten deficiencias, los logros han sido significativos
a través del tiempo. Hemos conseguido parte de la democracia electoral, traducida
en la mejora de los mecanismos para la confianza en los resultados; ahora bien hay
una diferencia entre buscar ser democráticos y ser una democracia consolidada;
México encaja en la primera opción, está buscando puentes para ser democráticos.

221
La democracia va más allá de los procesos electorales, consolidarla requiere
de ciertos requisitos: ciudadanos participativos con un alto grado de cultura políti-
ca, así como una sociedad atenta y vigilante, con una competencia cívica donde el
ciudadano sea activo y capaz de organizarse.

Alternancia en el gobierno de Tlaxcala


En Tlaxcala la alternancia política a nivel del gobierno del Estado se suscitó por pri-
mera vez en 1998. En ese año, el PRI estatal vivió un proceso interno de selección
de su candidato para la gubernatura marcado por divisiones y fracturas tanto a nivel
de su dirigencia como de su militancia.
Este proceso altamente competido abrió la puerta a la ampliación de la repre-
sentación de partidos diferentes al PRI en puestos de elección popular (diputacio-
nes y presidencias municipales) en el estado. Es importante destacar que el triunfo
de la coalición opositora se dio en un contexto de fractura del PRI y en una elección
en la que por primera ocasión en la historia política del estado se aplicó una legis-
lación local relacionada con la reforma electoral federal de 1996, la cual instauró
la autonomía y ciudadanización del Instituto Electoral de Tlaxcala, que había sido
conformado en 1994 y concedió responsabilidad a su Consejo General para califi-
car directamente todas las elecciones.
Fue evidente en este proceso la falta de capacidad del PRI para mantenerse
unido. Observar la disciplina partidaria se convirtió en un reto para los miembros
prominentes del Revolucionario Institucional, frente a los viejos mecanismos de
selección de candidatos.
Es claro que en 1998 durante la elección de Gobernador la dimisión del con-
tendiente inconforme debilitó al Partido Revolucionario Institucional y abrió la
puerta a la alternancia. En los municipios el proceso de alternancia ya se había
presentado, pero no con la fuerza que replico después de la elección de gobernador
del año de 1998 (cuadro 1).

222
Cuadro 1
Avance de la alternancia política municipal en el estado de Tlaxcala
Número de municipios del Número de municipios en Porcentaje de municipios en poder
Año elección Estado de Tlaxcala poder de la oposición de la oposición

1979 44 2 4.54%
1982 44 6 13.63%
1985 44 2 4.54%
1988 44 3 6.81%
1991 44 3 6.81%
1994 44 6 13.63%
1998 60 16 26.66%
2001 60 28 46.66%
Fuente: Base de Datos del CEDE de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa.

En Tlaxcala la alternancia es producto como en otros estados del país, de las re-
formas federales de 1977, 1986, 1989, 1990, 1993, 1994, 1996, y de las reformas
constitucionales y electorales locales de 1995, 1997 y 1998, mismas que han per-
mitido la apertura política.
Tlaxcala ha vivido alternancia en todos los niveles tanto federal (diputados y
senadores) como local (Gobernador, Diputados y Presidentes municipales), para la
década de 1991-2001 se acumuló una lista de 41 municipios que han tenido gobier-
nos de alternancia.
Es en ésta década que Tlaxcala, considerada antes como “reserva de votos para
el PRI”, muestra un cambio radical presentado ahora un mosaico político con altos
niveles de competencia tanto en elecciones locales como federales.
Durante la década de 1991-2001, el estado de Tlaxcala tuvo alternancia en el
gobierno de 41 municipios. Esta cantidad representa dos terceras partes del total de
los municipios de la entidad. Esta alternancia no ha sido igual en esos 41 municipios.
Solamente en uno de ellos, la oposición ha triunfado en las elecciones de 1991, 1994
y 1998 y 2001 (el PAN en Coaxomulco); en un municipio ha triunfado 3 veces (Cal-
pulalpan, en 1994 el PAN, en 1998 el PVEM y en el 2001 el PD); en 8 ha triunfado
dos veces y en el resto sólo una vez. El año en que más triunfos tuvo la oposición fue el
2001, con 27, siguiéndole 1998, con 16. En relación a los partidos, el PAN ha triunfa-
do en total, en las cuatro elecciones en 14 ocasiones, el PRD en 27, el PVEM en 2, el
PT en 10 y el PD y el PAS en una ocasión. El partido más importante de oposición en
la entidad ha sido el PRD, que ha triunfado, en 1998 en 8 ayuntamientos, frente a tres
del PT y del PAN, que son los más cercanos competidores. En las elecciones del 2001,

223
el PRD triunfó en 14 ayuntamientos, el PAN en 5 y el PT en 6. En 1994 y en las elec-
ciones de 1995, la oposición obtiene triunfos en 9 municipios (5 el PAN y 3 el PRD);
y en 1991, el PAN triunfa en un municipio y el PRD en dos. De ahí que el partido de
oposición más fuerte sea el PRD. Incluso, en las elecciones de gobernador de 1998,
triunfa una Alianza integrada por partidos de oposición: PRD, PT, PVEM y PCD).

Cuadro 2
Municipios del estado en poder de la oposición de 1991 a 2001
Año elección Municipio Partido
Coaxomulco PAN
1991 Mazatecochco de J.M.M. PRD
Contla de Juan Cuamatzi PRD
San Pablo Apetatitlán PAN
Calpulalpan PAN
Coaxomulco PAN
1994
Mazatecochco de J.M.M. PRD
Xaloztoc PRD
Xicohtzinco PRD
Calpulalpan PVEM
Coaxomulco PAN
Tepetitla de Lardizábal PT
Nanacamilpa PRD
1998 Nativitas PT
San Pablo del Monte PVEM
Tenancingo PRD
Teolocholco PRD
Santa Apolonia Teacalco PT
Santa Cruz Quilehtla PRD
San Juan Huactzinco PAN
Santa Catarina Ayometla PRD
San José Teacalco PRD
Lázaro Cárdenas PRD
San Jerónimo Zacualpan PRD

224
Año elección Municipio Partido
Santa Ana Nopalucan PRD
Amaxac de Guerrero PRD
San Pablo Apetatitlan PAN
Apizaco PRD
Calpulalpan PD
Coaxomulco PAN
Chiautempan PT
Huamantla PAN
Hueyotlipan PRD
Ixtacuixtla PRD
Mazatecochco de J.M.M. PRD
Tepetitla de Lardizábal PAN
Sanctorum de Lázaro Cárdenas PRD
Panotla PT
Tepeyanco PRD
2001
Tetla de la Solidaridad PRD
Tocatlán PT
San Juan Totolac PRD
Xicohtzinco PRD
Yauhquemehcan PRD
Zacatelco PAS
Santa Cruz Quilehtla PT
San Juan Huactzinco PRD
Santa Isabel Xiloxoxtla PRD
Tetlanohcan PRD
Texoloc PRD
San Jerónimo Zacualpan PRD
San Lucas Tecopilco PT
San Lorenzo Axocomanitla PT
Fuente: Instituto Electoral de Tlaxcala, Resultados Oficiales de los Procesos Electorales 1991, 1994,
1998 y 2001.

225
Los cambios político institucionales en la normatividad electoral y en la actitud
ciudadana se expresa en los resultados electorales y en los gobiernos divididos,
teniendo como centro la relación Ejecutivo-Legislativo.
Entendemos que en un gobierno dividido la mayoría legislativa (cincuenta por
ciento más uno), es controlada por un partido diferente al del Ejecutivo, es decir, el
concepto de gobierno dividido se enfoca en la división entre los distintos poderes
constitucionales que conforman el gobierno (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), en
teoría estos poderes tienen funciones más o menos iguales para lograr un sistema
de pesos y contrapesos.
Importantes son las experiencias de gobiernos divididos, pues se enfrentan
a señalamientos de descredito, bloqueo, desconfianza, pero sobre todo al reto de
diseñar políticas favorables al desarrollo regional y adecuadas a la sociedad que re-
presentan (Rodríguez, 2003: 127).
Las modalidades políticas registradas en el estado de Tlaxcala, que durante
muchos años fue centro político del poder priísta y que en 1998 presenta con-
diciones de cambio de poder de un partido a otro en el Ejecutivo. Situación que
coloca por vez primera en la titularidad del ejecutivo a un partido distinto al PRI y
a partir de la relación ejecutivo-legislativo se delinea el perfil de gobierno dividido
en esta entidad.
El 8 de noviembre de 1998, por primera vez se permitió una coalición en la
elección de gobernador, también por vez primera se aplicó una legislación rela-
cionada con la reforma electoral federal de 1996, la cual dotaba de autonomía y
ciudadanizaba el Instituto Electoral del Estado.
La elección de gobernador presentó un alto grado de competitividad 45.16%
para la Coalición Opositora y 42.99% para el Partido Revolucionario Institucio-
nal. La competencia electoral durante esa elección se centra en dos partidos (PRI-
PRD), en donde los demás partidos generan una fractura en el voto, que le permi-
tió al PRI mantener el control del Congreso.
El control y el contrapeso entre los poderes es resultado de la pluralidad y la
alternancia, al mismo tiempo que del ejercicio de la negociación y el acuerdo entre
las fuerzas representadas en los poderes Ejecutivo y Legislativo. La esencia de esta
negociación y acuerdo muchas veces alcanza rango de ley, aunque esto no siempre
es indispensable (Rodríguez, 2003: 136).

226
Tlaxcala 1993-1998: Años en que se agota el sistema
político mexicano en Tlaxcala

En Tlaxcala como en la mayoría de los estados del país durante la década de los
setenta y ochenta, los órganos responsables de la organización de los procesos elec-
torales, eran juez y parte, gracias a los entramados jurídicos establecidos en las
Constituciones tanto de carácter federal como local, el gobierno se encontraba al
frente de los mismos, situación que impedía una competencia real, al no existir esa
competencia era natural que los votos siempre fueran a favor del partido oficial
(llámese PNR, PRM o PRI), ya que al organizar, controlar y calificar el resultado
de las contiendas electorales, no permitían la presencia de otra opción partidista.
Con la reforma electoral del 12 de julio de 1994 que mediante el decreto
número 60 de la LIV Legislatura Local, entró en vigor el 26 de julio siguiente, se
crea el Instituto Electoral de Tlaxcala (IET), como órgano depositario de la autori-
dad electoral responsable de organizar las elecciones. Autonomía, independencia y
ciudadanización en sus órganos de dirección son criterios que a partir de entonces
guiarían su desempeño. Sin embargo, es hasta el 4 de julio de 1997 con la reforma
a la Constitución Política del estado de Tlaxcala y el Código Electoral del Estado,
que se da la ciudadanización plena del Instituto Electoral de Tlaxcala, pues con esta
última reforma se establece que las decisiones recaen únicamente en los Concejales
(que se convertirían posteriormente en consejeros) electorales, teniendo los repre-
sentantes de partido voz en el Consejo, pero ya no voto. Lo anterior, propició al
igual que sucediera a nivel nacional, que el gobierno cediera la organización de las
elecciones a órganos ciudadanizados, terminando así el control del Ejecutivo y de
su partido sobre los procesos electorales.
En lo político también durante ese periodo se vivía en el estado un reclamo
acelerado por la democratización en el ejercicio del poder público, a través del surgi-
miento de importantes movimientos que exigían mayor presencia de la sociedad civil
y de los ciudadanos en la gestión gubernamental. El avance de la sociedad civil ha
tenido lugar desafiando el control gubernamental, contraponiéndose de esta forma
a la subordinación que existía de la participación ciudadana a las organizaciones. Re-
cordemos que todo intento ciudadano por participar al margen de las corporaciones
oficiales era rápidamente reprimido, descalificado o desanimado mediante el recorte
de subsidios (Monsiváis, 1987: 13). Por ello toda acción de la sociedad que pugna
por organizarse de manera independiente es concebida como un pérdida para el sis-
tema corporativo, así mismo, el avance civil, la acción de las organizaciones civiles,
se politiza (Merino, 1995: 29). Así, el cambio político se orienta hacia el predomino

227
de la participación ciudadana sobre los designios de la autoridad, el corporativismo
pierde pertinencia porque los ciudadanos ya no se muestran tan dispuestos a delegar
sus derechos en dirigentes de instituciones establecidas y centralizadas.
Podemos afirmar entonces que con la elección de gobernador en Tlaxcala en
1998, el modelo político de partido hegemónico terminó su ciclo; se presentó por
primera vez el fenómeno de la alternancia en la gubernatura del Estado y gobierno
dividido, al tener la mayoría del Congreso un partido diferente al que se encuentra
al frente del ejecutivo estatal; el equilibrio entre poderes surgió como consecuencia
de reformas constitucionales que dotaron de mayores facultades al Congreso Local
y al Tribunal Superior de Justicia del Estado; los órganos electorales se ciudadani-
zaron arrebatando el poder de organizar las elecciones al Estado en beneficio del
partido hasta ese entonces oficial; se agotó el sistema político mexicano y los ele-
mentos que los sostenían.

Conclusiones
Los cambios en el sistema político modificaron los elementos que le daban co-
hesión, el sistema de partido dominante no existe más, actualmente tenemos un
sistema de partido conocido como pluralismo moderado. A nivel nacional pode-
mos decir que existe un tripartidismo, lo que no quiere decir que existan sólo tres
partidos, sino que sólo tres tienen a nivel nacional, la posibilidad real de obtener la
presidencia de la república y un número importante de legisladores en el Congreso
Federal. Son tres los partidos que gobiernan entidades federativas y múltiples mu-
nicipios, y entre los cuales existe una lucha real por la obtención del poder.
En Tlaxcala los cambios institucionales se realizaron en cuatro aspectos. En
primer lugar, se logró quitar al gobierno tanto federal como estatal la conducción
y organización de las elecciones, uno de las principales características del régimen
autoritario en México era el control que garantizaba la Ley Electoral al gobierno
sobre los procesos electorales. Con la llamada reforma definitiva se dio un paso
importante en ese aspecto, al darle autonomía al órgano electoral federal, quitando
el control que el presidente ejercía a través del secretario de gobernación. Dicha
reforma se correspondería con una a nivel estatal, que regularía, además, las elec-
ciones locales de 1998, permitiendo así la llegada del PRD al gobierno del estado
y sacando al PRI del poder luego de 70 años de ejercerlo. La segunda dirección del
cambio es precisamente la creación de un órgano electoral totalmente autónomo
del poder e influjo del gobierno tanto el IFE como el Instituto Electoral en Tlaxcala
garantizaron la realización de elecciones más limpias y democráticas.

228
La tercera muestra de los cambios institucionales fueron con respecto a la
creación de garantías para la constitucionalidad de los procesos electorales, con la
creación de los tribunales electorales federal y local, y la creación de legislación con
respecto a los medios de sanciones e impugnaciones se le daban a los partidos herra-
mientas para defender sus derechos políticos y evitar violaciones a la constitución.
Finalmente el otro cambio apuntó hacia el fortalecimiento de los partidos de
oposición y al sistema de partidos en general. Con el otorgamiento de recursos
provenientes del Estado, los partidos políticos se fortalecieron y se logró que las
contiendas fueran más equitativas, terminando con una de las características del
sistema de partido hegemónico.
Reconocemos que la liberación económica que se dio a finales de los años
ochenta en el cambio de modelo económico de desarrollo de uno proteccionis-
ta, basado en la sustitución de importaciones y en el control del Estado sobre la
economía, a uno de libre mercado, representó un aspecto de gran relevancia en el
proceso de transición a la democracia, debido sobre todo al debilitamiento de los
sectores del partido oficial y a sus tareas de patronazgo y clientelismo, pero con-
sideramos que es la liberación política la que, con el cambio de reglas electorales,
modificó las condiciones de competencia en que funcionaba el PRI y transformó
sustancialmente el entorno de éste.
En Tlaxcala los resabios de la crisis de 1994 se dejaron sentir aún durante la
elección de gobernador en 1998, los ciudadanos se encontraban inmersos en un
desánimo producto de la falta de empleo, los altos niveles de inflación, la disminu-
ción del poder adquisitivo, así como, la falta de crecimiento económico que pudiera
paliar la grave situación que enfrentaba la mayoría de los tlaxcaltecas, situación que
influyó de forma definitiva en la emisión del sufragio a favor de una opción política
distinta al partido oficial.

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230
Perspectivas electorales de Tlaxcala: de la hegemonía
al pluralismo político en las elecciones de diputados
locales, 1974-2013
Neil Linares Méndez1

Introducción
Este periodo fue escenario de cambios muy importantes: en el ámbito electoral,
los distritos se modifican, se incrementa el número de diputados, se implementa
la modalidad de diputados de partido o de representación proporcional, además,
el sistema electoral se perfecciona, la competitividad se intensifica y la alternancia
se consolida. En el aspecto socioeconómico, hay mayor diversificación de las acti-
vidades económicas, en las viviendas se cubren la mayor parte de los servicios, la
infraestructura carretera es de mejor calidad y las opciones educativas tienden a
diversificarse. Con estos matices, si uno se ubica en los extremos de este periodo,
fácilmente se aprecian los cambios estructurales de la entidad. Desde luego algunos
aspectos tienen mayor preponderancia que otros, pero la conjunción de éstos es lo
que hace hoy en día las elecciones más competidas.
El objetivo del trabajo es mostrar los cambios ocurridos en estos niveles, se-
guido a ello, tratar de establecer una relación entre el marco normativo –diputados
de partido y representación proporcional–; las variables socioeconómicas y final-
mente los resultados de las elecciones de diputados locales.
Nuestro supuesto, es que en la medida que van sucediéndose los cambios en
estos niveles, en esa misma medida, la competitividad de las elecciones ocurre con
mayor intensidad, no antes, ni después: es la conjunción de estas particularidades,
lo que hace a la política tlaxcalteca, algo singular.

1
Técnico Académico del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias sobre Desarrollo Regional de la Uni-
versidad Autónoma de Tlaxcala. Correo: linaresmendez33@hotmail.com

231
Por mucho tiempo, las elecciones de diputados locales estuvieron alejadas de
la competencia partidista, cosa distinta fueron las elecciones municipales. En la de
diputados locales, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) tenía el dominio
absoluto, desde luego, había otros partidos que contendían, pero no representaban
un desafío a su hegemonía. Sin embargo, el mismo sistema va abriendo espacios para
incorporar al Partido Popular Socialista (PPS), al Partido Acción Nacional (PAN),
al Partido Demócrata Mexicano (PDM), al Partido Socialista de los Trabajadores
(PST), al Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y al Frente Cardenista
de Reconstrucción Nacional (PFCRN), posteriormente se incorporan los partidos
que conocemos en la actualidad.
De ser una entidad totalmente priista, en la actualidad puede haber hasta seis
partidos en igualdad de fuerza y sobre todo en un contexto electoral de legalidad,
equidad e imparcialidad, cosa que años atrás era difícil señalar. Precisamente esto
llama la atención, es decir, cómo va cambiando el sistema político tlaxcalteca.
A fin de aportar algunas respuestas a lo planteado, el trabajo se organiza en
tres apartados: en el primero, se exponen los cambio ocurridos en el ámbito de
las regiones electorales y de las reformas implementadas en la modalidad de dipu-
tados plurinominales, un aspecto más, son los cambios en las variables Población
Económicamente Activa y servicios en las viviendas; en el apartado siguiente, se
discuten brevemente algunos aspectos conceptuales y posteriormente se analizan
los resultados de las elecciones de diputados locales, la finalidad es “observar la pre-
sencia y desempeño del conjunto de fuerzas políticas” en los distritos; por último,
se plantean algunas reflexiones sobre la relación que pudiera darse entre desarrollo
y elecciones.

Los cambios políticos y económicos


a) Los distritos electorales locales

Partimos de una situación, las modificaciones a las demarcaciones electorales ocurre


en diversos momentos, al inicio de los setenta, el estado se dividía en siete distritos,
posteriormente pasa a nueve y finalmente a diecinueve, un panorama general puede
verse en el anexo 1 que se presenta al final de este documento. Cuándo ocurrieron
los cambios y cómo se reorganizan las regiones, es lo que se expone a continuación.
En la elección de 1971, el estado se dividía en siete distritos electorales, esta
forma de organización se modifica en agosto de 1974, en este año se crean dos nue-
vos distritos electorales: San Pablo del Monte e Ixtacuixtla, se trata de regiones ubi-

232
cadas en la parte Sur y Centro Sur del estado, con estas dos nuevas demarcaciones,
el estado pasa a nueve distritos, para contextualizar este cambio, a continuación se
describe la conformación de las nuevas demarcaciones:

“Integrarán el Distrito de San Pablo del Monte, los Municipios de San Pablo del Monte,
Tenancingo, José María Morelos y Xicohténcatl, que correspondían al Segundo Distri-
to Electoral Local-Zacatelco; y el Distrito de Ixtacuixtla, los Muncipios de Ixtacuixtla,
Panotla, Totolac y Antonio Carvajal, que pertenecían el Primero al Tercer Distrito y los
restantes al Primer Distrito Electoral” (Periódico Oficial, 1974: 2-3).

Otra modificación ocurre exactamente 20 años después, la anterior se realizó el 28


de agosto de 1974 y la actual reforma el 25 de julio de 1994. La diferencia entre la
anterior y ésta, es que ahora, la configuración es totalmente distinta: En los casos
de los municipios con mayor población, Tlaxcala, Chuiautempan, Apizaco y Hua-
mantla, por decirlo de alguna manera, se desagregan y de ellos se forman varios
distritos; en el caso de los distritos que comprenden un número considerable de
municipios, éstos se dividen y se crean nuevas demarcaciones.
Una reforma más es la de febrero de 1998, la peculiaridad de esta propuesta es
que no depende del poder estatal, ahora el Instituto Electoral de Tlaxcala como nue-
vo organismo encargado de realizar las elecciones, es quien propone la delimitación
distrital, situación distinta a la de 1995, donde los diputados locales de esa legislatura
fueron los artífices de esa “distribución del territorio”. La reforma de 1998 se trata
básicamente de una reorganización distrital, los distritos adquieren un nuevo orden,
se integran los municipios creados en 1995, se elimina Nanacamilpa y Terrenate como
cabeceras de distrito y se erige Tepeyanco, Teolocholco y Hueyotlipan como nuevos
distritos, en términos generales, se trata de una reforma de carácter sistemático.

b) Los diputados de partido y representación proporcional

Este momento de la historia política de Tlaxcala, tiene que ver con la implementa-
ción de los diputados plurinominales, esta forma de representación significa mo-
dificar la fisonomía del congreso local; de ser una institución caracterizada por el
dominio de un partido, con la implementación de esta modalidad, poco a poco
otras fuerzas partidistas se van incorporando al trabajo legislativo.
El cambio es relativamente nuevo, si hacemos cuentas, el proceso se realizó en
un periodo de tres décadas; se parte de la reforma de agosto de 1974 hasta la de julio
de 1994; no dejo de reconocer que han existido sucesivas reformas que han influido

233
en el escenario político electoral, pero desde mi perspectiva, la reforma de 1974,
1978 y 1994 son las que inciden directamente en la liberación de la arena electoral:
Cómo van dándose las reformas y en qué consistieron, son los puntos a tratar.
La primer propuesta se concreta al final del gobierno de Luciano Huerta Sán-
chez y es un mandamiento federal que se dicta en junio de 1963, para el caso par-
ticular de Tlaxcala, los “Diputados de Partido” son implementados hasta agosto de
1974, siendo en la elección de octubre de este mismo año cuando tiene aplicabili-
dad, desde este momento el congreso local entra en una nueva fase, para empezar
se pasa de siete a nueve diputados, lo cual es importante, pero lo interesante es la
modalidad de los diputados de partido, ya que con ellos da inicio la pluralidad en la
integración de las diversas legislaturas. Es la incorporación de grupos minoritarios
a la discusión de los asuntos del estado.
Para hacer los cambios, el congreso del estado debe reformar y adicionar una
serie de artículos de la Constitución Política estatal y de la Ley Electoral del Estado.
Entre estas reformas, es de nuestro interés el artículo veintidós de la Constitución
local, por ser éste donde se específica el proceso para acceder a esta modalidad de
representación, por su importancia a continuación se mencionan las reglas tal cual
fueron aprobadas en el decreto número 105:

I. Todo Partido Político legalmente registrado en el Estado que obtenga cuando me-
nos el 1.5% de la votación total en la Entidad en la elección respectiva, tendrá
derecho a que se acredite a uno de sus candidatos como Diputados de Partido ante
el H. Congreso Local.

II. El máximo de Diputados de Partido que podrá acreditar cada Partido Político será
uno. Si logra la mayoría en uno o más Distritos Electorales no tendrá derecho a
que le sean reconocidos Diputados de Partido.

III. Los Diputados de Partido serán acreditados, por riguroso orden, de acuerdo con
el número de Sufragios que haya obtenido en relación a los demás candidatos del
mismo Partido, en sus respectivos Distritos.

IV. Los Diputados de mayoría y los de Partido tendrán la misma categoría e iguales
obligaciones y derechos (Periódico Oficial, 1974: 2).

Una particularidad de la reforma, es lo limitado de su alcance: Sólo habrá un dipu-


tado de partido para cada fuerza política, siempre y cuando no gane en algún distri-
to electoral, sin embargo, el acordarse que deben estar representadas las minorías

234
partidistas en el congreso local, es un gran adelanto si se compara las legislaturas
anteriores donde sólo estaba representado el partido dominante.
La segunda reforma, es una ampliación de la anterior, se presenta a finales del
gobierno de Emilio Sánchez Piedras y permanece vigente hasta principios de los
años noventa cuando asume el poder José Antonio Álvarez Lima; se trata de una
modalidad de partida doble, por un lado, los partidos minoritarios pueden acceder
a un mayor número de diputados plurinominales, pero también, el partido domi-
nante se hace acreedor a diputados bajo este principio, en la cita siguiente se expo-
ne la situación: “El partido que obtenga más del 50% de la votación emitida tiene
derecho a 2 diputados por representación proporcional y los otros 4 se adjudicarán
a aquellos que alcancen el 1.5% de la votación del Estado.”
La tercer reforma electoral se promulga en los inicios del gobierno de José
Antonio Álvarez Lima, con ello se abre otro parteaguas en la vida política de la
entidad, esta nueva ley sale a la luz el 25 de julio de 1994, con la cual cambia el
escenario electoral, se modifica la composición distrital, pero sobre todo hay un
incremento en el número de plurinominales2.
Anterior a esta reforma, se elegían seis diputados en una sola circunscripción,
con la nueva disposición se elegirán trece. Así, el congreso local tendrá una compo-
sición más diversa, en la LV legislatura poco más del 40% de los diputados pertene-
cen a partidos distintos al Revolucionario Institucional, de los nueve partidos que
compiten en la elección de 1995, cinco tendrán voz y voto en el congreso; esta es
la primer legislatura con esta particularidad.
Para el proceso de asignación de los trece “diputados según el principio de
Representación Proporcional”, el artículo 33 de la Constitución Política local, es-
pecífica los lineamientos que se deben cubrir:

I. Un partido político, para obtener el registro de sus listas de candidatos, deberá


acreditar que participa con candidatos a Diputados por Mayoría Relativa en por
lo menos trece Distritos Uninominales;

II. Todo Partido Político que alcance por lo menos el uno y medio por ciento del total
de la votación efectiva, tendrá derecho a que le sean atribuidos Diputados según
el principio de representación proporcional;

III. Al Partido Político que cumpla con lo dispuesto en las dos fracciones anteriores,
adicionalmente a las constancias de mayoría relativa que hubiesen obtenido sus
2
Este punto de la reforma de 1994, puede verse de manera detallada en el trabajo de García (2006: 42-53).

235
candidatos, les serán asignados por el principio de representación proporcional, el
número de diputados de la lista que le corresponda, de acuerdo con su votación
emitida. En la asignación se seguirá el orden que tengan los candidatos en las
listas correspondientes;

IV. En ningún caso, un partido político podrá contar con más de veinte Diputados por
ambos principios;

V. El Partido Político que haya obtenido el triunfo en más del sesenta por ciento
de los distritos Uninominales o haya obtenido más del sesenta por ciento de la
votación emitida tendrá derecho a que se le asignen Diputados por el principio
de representación proporcional, hasta que el número de Diputados sea igual al
porcentaje de los distritos en que triunfó o a su porcentaje de votación emitida, sin
rebasar el límite señalado en la fracción anterior.

VI. Ningún partido político que obtenga menos del sesenta por ciento de la votación
emitida podrá contar con más de diecinueve Diputados por ambos principios, y;

VII. En los términos de lo establecido en las fracciones II, IV,V y VI anteriores, las Di-
putaciones de representación proporcional que resten después de asignar las que
correspondan al Partido Político que se halle en los supuestos de las fraccionesV o
VI, se adjudicarán a los demás partidos políticos con derecho a ello, en proporción
directa con las respectivas votaciones de éstos últimos. La Ley desarrollará las re-
glas y fórmulas necesarias para estos efectos.

Para terminar, estas reformas son las que dan mayor dinamismo al trabajo legislati-
vo, las discusiones concernientes a los intereses del Estado y la sociedad, contarán
desde este momento con la opinión de las minorías partidistas. Este conjunto de
acciones son las que influyen de forma decisiva en el perfeccionamiento del sistema
electoral y por ende en una mayor representación partidista.

c) La particularidad de los datos socioeconómicos

Continuando con la identificación de los cambios, la década de los setenta es la


etapa en que se potencializan las acciones para impulsar el desarrollo de la entidad.
A través de los corredores industriales, la actividad económica tiende a modifi-
carse; los medios de comunicación como las carreteras se vuelven más eficientes;

236
los servicios de las viviendas tienden a cubrirse en su totalidad y la fisonomía de
la entidad adquiere características urbanas, veamos con detenimiento algunas de
estas particularidades.
En estas cuatro décadas, el número de habitantes llega a triplicarse, con ello su
composición tiende a cambiar, de haber más hombres, en la actualidad el número
de mujeres es mayor; si anteriormente la base de la estructura poblacional estaba en
el bloque de la población infantil, ahora se ha movida hacia el grupo de los jóvenes
y los adultos. En cuanto a su ubicación, también tiende a moverse, si observamos
los datos de la gráfica 1, la entidad dio un giro en la década de los noventa: De ser
una región fundamentalmente rural, ahora tiene matices urbanos. En la década de
los setenta del siglo pasado, poco más de la mitad de la población se concentraba en
localidades de menos de 2,500 habitantes; por el contrario en las últimas décadas
su fisonomía es completamente distinta, según el Censo de INEGI de 2010, 80%
de la población es urbana.

Gráfica 1
% Población urbana y rural en Tlaxcala

Urbana

Rural

Fuente: Secretaría de Industria y Comercio (1980, 1990, 2000, 2010).

237
Es en la década de los noventa del siglo pasado cuando el estatus poblacional comen-
zó a cambiar. En este inter la mayoría de las localidades registraron un crecimiento
acelerado, situación que repercute directamente en los centros de población de las
cabeceras municipales, siguiendo a Delgadillo (2005) son: “los principales polos de
atracción económica y social”. Este crecimiento se debe puntualizar: por un lado, la
mayor concentración poblacional ocurrió en las regiones Centro y Sur del estado,
siendo las Centro Sur y Sur las de mayor dinamismo; en conjunto, éstas regiones
concentran 73% de la población total, además, tienen la mayor densidad poblacio-
nal, 700 hab/km2.
Otra variable, son las actividades económicas, en la década de los setenta
del siglo pasado, poco más del 50% de la población se dedicaba a las labores del
campo, el sector secundario tenía cierta importancia, mientras que el terciario
no era de relevancia, esta situación cambia según los datos del Censo de 2010: Lo
que años atrás era la actividad primordial ahora quedó en tercer plano y, lo que
era tercer plano paso a ser la actividad principal, los datos del cuadro 1 muestran
mejor la situación.

Cuadro 1
Población Económicamente Activa en Tlaxcala

Sector 1970 1980 1990 2000 2010

I 54.52 37.67 28.56 18.21 15.55

II 21.06 19.16 33.91 37.85 32.44

III 18.62 18.69 35.66 41.91 51.47

Fuente: Secretaría de Industria y Comercio (1970) INEGI (1980, 1990, 2000, 2010).

En relación a la tendencia que presenta el sector secundario, habrá de men-


cionarse una situación curiosa, me refiero al descenso que presenta esta variable, lo
peculiar es que ocurren en gobiernos caracterizados por su importancia política, el
primero se presenta en la administración de Emilio Sánchez Piedras (1975-1981),
el segundo en los gobiernos de Alfonso A. Sánchez Anaya (1999-2005) y Héctor I.
Ortiz Ortiz (2006-2011), en esta última década, el descenso es más pronunciado,
las actividades industriales descienden cinco puntos porcentuales.

238
Una última variable considerada para contextualizar los cambios, es la dis-
ponibilidad de servicios en las viviendas, esta parte vista a lo largo de una serie
de tiempo, permite reafirmar de nueva cuenta que la sociedad tlaxcalteca está en
permanente cambio. En la actualidad los servicios de agua, drenaje y electricidad,
se tienen cubiertos en la mayor parte. En principio el servicio de electricidad fue el
de mayor atención, posteriormente el agua potable y en última instancia el servicio
de drenaje acaparó las mayores inversiones, su impulso como puede observarse, se
presentó en la década de 1990 y 2000, en estos años el servicio aumentó de forma
considerable, véase el cuadro siguiente.

Cuadro 2
Disponibilidad de servicios en las viviendas de Tlaxcala

Servicio 1970 1980 1990 2000 2010

Agua 49.3 71.3 88.2 91.2 95.6

Drenaje 20.9 28.4 55 79.3 92.8

Electricidad 64.2 81.6 93.8 97.7 98.8

Fuente: Secretaría de Industria y Comercio (1970).INEGI (1980, 1990, 2000, 2010).

Si vemos los datos en conjunto, lo que se tiene son reformas y políticas que
han ido moldeando la fisonomía actual de la entidad; los cambios identificados en
cada una de las variables son indicativo de la voluntad política para transitar a un
mejor estadio social, económico y político.

Las elecciones de diputados locales, 1974-2013


Hasta el momento se han analizado los cambios a la legislación electoral y al ámbito
socioeconómico; pasemos a ver ahora, cómo se ha dado la competitividad electoral
en un periodo de larga duración, es decir, cómo ha evolucionado la disputa entre las
fuerzas partidistas, tanto de manera general como en los distritos.

239
El trabajo centra su interés en la aplicación de un índice numérico que permita
establecer ciertos parámetros sobre los niveles de competitividad, para lo cual re-
tomamos el Índice de Número de Partidos (NP)3, su finalidad es medir a través de
un conjunto números, la competitividad que existe en una determinada elección,
además de tomar en cuenta los siguientes criterios: tamaño del partido ganador, dis-
tancia entre el primero y el segundo lugar y concentración de las fuerzas partidistas.

“Puede considerarse que estas tres dimensiones lo son también de la competitividad electo-
ral, entendida como la probabilidad de alternancia entre las distintas fuerzas partidarias.
La competitividad será mayor entre menor sea el tamaño del partido ganador, menor la
distancia entre éste y la segunda fuerza y mayor la concentración de los partidos minori-
tarios. Por el contrario, si tenemos un partido ganador con alto porcentaje, muy alejado
de la segunda fuerza y con un oposición dispersa en varios partidos, tendremos un grado
de competitividad bajo” (Reynoso y Linares, 1997: 49).

Aclarados los criterios para identificar cuándo estamos en una situación competi-
tiva y cuándo no, pasemos al análisis de los resultados de las elecciones que se llevaron a
cabo de principios de la década de los setenta (1974) hasta principios de la segunda déca-
da de dos mil diez (2013); partimos de un panorama general a los distritos en particular.
En base al análisis de los datos del cuadro 3, y siguiendo los criterios establecidos,
la entidad muestra las siguientes características: una situación de partido hegemónico
durante 1974 a 1992, un periodo de crisis del partido dominante que serían las elec-
ciones de 1995 y 1998, finalmente el brinco a un sistema competitivo, 2001 a 2013.
Respecto a la pluralidad partidista, el sistema político tiene la característica de
haber permitido la participación de una gran variedad de fuerzas; de 1974 a 2013,
los partidos de forma regular han presentado candidatos para competir en las elec-
ciones de diputados locales. Desde luego, habría de matizar el antes y el después de
la reforma implementada por el gobernador José Antonio Álvarez Lima; antes de
1994, el marco bajo el cual se realizaban las elecciones no garantizaba equidad ni
imparcialidad; posterior a esta reforma hay un cambio gradual de la situación, las
elecciones tienden hacer más equitativas y con ello los partidos de oposición tienen
la posibilidad de ganar algunos distritos, como ocurre en 1998.
De tal manera que había pluralidad partidista, más no significaba que ello
representara competencia política, lo que había antes de la reforma de 1994 era

Una aplicación práctica de este Índice puede verse en el trabajo de Reynoso y Linares (1997), el caso de Tlaxcala
3

en las elecciones de diputados locales 1974-1992, un trabajo global por llamarlo así es el de Hernández (2011),
el índice lo aplica a las legislaturas de las 32 entidades federativas; trabajos recientes donde se desarrolla la apli-
cación de este índice son las investigaciones de Bustamante y Linares (2014) y Reyes del Campillo (2014).

240
un gran partido que dominaba totalmente y una periferia de partidos secundarios
que competían en condiciones de completa desigualdad. Si observamos los datos
del cuadro 3, se puede corroborar lo dicho, había un partido ganador con alto por-
centaje y una segunda fuerza muy alegada de la primera, visto los datos a través del
índice NP, lo que hay es una “situación de partido único”.

Cuadro 3
Niveles de competitividad en las elecciones de diputados locales

Año de elección 1974 1977 1980 1983 1986 1989 1992 1995 1998 2001 2004 2007 2010 2013
1ra. y 2da. PRI-PAN PRI-PAN PRI-PAN PRI-PDM PRI-PDM PRI-PRD PRI-PRD PRI-PAN PRI-PRD PRI-PRD PRI-PRD PAN-PRD PRI-PAN PRI-PAN

Fuerza partidista

Diferencia
electoral entre 92.57 89.15 87.06 81.46 88.87 78.09 75.4 32.91 18.55 5.60 2.78 10.99 0.74
3.6
1ra. y 2da. fuerza

Nivel 1.0014 1.0032 1.0030 1.0087 1.0133 1.0199 1.3696 1.6226 2.0697 3.3227 .8197 3.4616 5.2479
de competitividad (NP)

Número de 3 3 7 7 8 6 6 9 6 11 8* 11** 12*** 9****


partidos que
participan en la elección

* Uno el coalición. Alianza Todos por Tlaxcala (PRI-PVEM).


** Dos en coalición. Alianza Progreso para Tlaxcala (PAN-PAC) y Alianza Siglo XXI (PRI-PVEM).
*** Dos en coalición. Alianza por el Progreso de Tlaxcala (PAN-PANAL) y Unidos por Tlaxcala
(PRI-PVEM).
**** Uno en coalición Bienestar para Todos (PRI-PVEM).
Continuado con el análisis del cuadro anterior, a partir de la década de 2000, la
competencia partidista tiende hacer una regularidad, desde este momento la disputa
electoral se intensifica, en principio la competitividad es entre los partidos tradicio-
nales PAN, PRI y PRD, posteriormente entran en escena una diversidad de fuerzas
políticas locales como el Partido Alianza Ciudadano (PAC) o el Partido Socialista (PS),
que son serios aspirantes a disputar la supremacía a las fuerzas tradicionales; en ocasio-
nes el margen de diferencia es tan cerrado, que la diferencia entre el partido ganador
y el partido local es de 2 puntos porcentuales (distrito XI, PRI – PAC, elección 2013).
Veamos, qué ocurre en los distritos locales, para empezar la tendencia es muy si-
milar a la del estado; los datos del índice NP muestran para el periodo de 1974 a 1992,
un sólo partido dominaba las nueve regiones electorales en que se dividía la entidad,
pues según los cálculos del índice NP el resultado es 1. En cada distrito y para cada
elección el valor del índice es 1 y difícilmente llega a 1.5, véase los datos del cuadro 4.

241
Cuadro 4
Elecciones de diputados locales en Tlaxcala
Niveles de competitividad por distrito

Fuente: Reynoso, Víctor Manuel y Neil Linares (1997).

Si observamos los cálculos, el hecho se confirma el dominio del PRI en los distritos
era absoluta: Lo que había era un partido que obtenía resultados del 90 y 80 por
ciento, rara vez el resultado era inferior a estos porcentajes, en contra partida los
partidos secundarios difícilmente llegaban al 10 por ciento de la votación. La com-
petencia era inexistente en los distritos.
El panorama cambia ligeramente en la elección de 1995, si bien el índice NP
aún muestra el formato de partido dominante, en algunos distritos como Zacatelco,
Chiautempan, Apizaco y Tlaxcala, la competencia tiende hacerse evidente, desde
luego no significa un desafío a la hegemonía dominante, por ejemplo, en Zacatelco
la diferencia entre el PRI y la segunda fuerza PAN, es de más de 1,000 votos, un
margen bastante amplio que de seguro no inquieta a la maquinaria priista.
Por lo que toca al proceso electoral de 1998, la competitividad es un hecho, por
primera vez el PRI pierde tres distritos: Chiautempan Norte y Teolocholco son para
el PRD y Nativitas para el PT; de estos casos, la región de Teolocholco se caracteriza
por ser la de mayor competencia, el margen es tan cerrado que sólo 27 votos separan
al PRD del PRI; otro caso con una situación similar es el distrito de Contla, de igual
manera la competencia es tan cerrada, que PRI le gana al PRD por 176 votos; fuera
de estos casos, el PRI continúa dominando en el resto de los distritos.

242
En la elección intermedia de 2001, la competitividad se intensifica y presenta
diversos formatos: Un grupo donde la disputa es entre dos partidos, otro en el
cual la elección tiene tres contendientes y un tercero donde hay cuatro fuerzas con
“peso real”; si agrupamos estos dos últimos escenarios, se observa que 63% de estas
regiones tienen tres o cuatro partidos con fuerza suficiente para ganar. Los distritos
con el valor más alto son: San Pablo del Monte, Zacatelco, Tepeyanco, Papalotla y
Nativitas; en cada uno de ellos, el índice NP es de 4 puntos, particularidad que no
se había visto.
La elección de 2004 resulta ser de las más competidas. En todos los distritos
la competitividad es muy intensa; sólo los distritos I y II que comprende la capital
del estado, el índice muestra un bipartidismo. Por lo que toca a los distritos con
competencia de cuatro partidos, está en primer lugar Zacatelco, posteriormente
Tepeyanco, le sigue Calpulalpan, Teolocholco y Chiautempan Norte, en cada una
de estas regiones el margen de diferencia es mínimo, por ejemplo, en Tepeyanco el
PRI obtiene el primer lugar (24.38%), le sigue el PRD (22.75%), posteriormente
el PAN (21.82%) y en cuarto lugar el PT (17.34%), como se ve, la votación es muy
homogénea, en consecuencia la diferencia entre el primero (PRI) y el cuarto lugar
(PT) es de 7 puntos porcentuales, el margen es muy cerrado.
En 2007, el partido dominante resulta ser Acción Nacional, logra el mayor
número de triunfos electorales en toda su historia política, en algunos casos gana
con un margen tan amplio que el PRD y el PRI no le representan competencia,
por ejemplo, Apizaco y Contla. Entre los distritos más competidos, está: Xalostoc,
Papalotla, Chiautempan Norte, Teolocholco y Calpulalpan, si bien, la disputa con-
tinua entre los tres grandes partidos, ahora hay un cuarto contendiente que puede
ser Convergencia, el Partido del Centro Democrático de Tlaxcala (PCDT), el PT,
el Partido Nueva Alianza (PANAL) o el Partido Socialista (PS).
Por lo que toca a la elección de 2010, la competencia en los distritos es muy
intensa, los cálculos del índice NP dan valores de 4 y 5 puntos. El caso de San Pablo
del Monte resulta ser ejemplificativo, si vemos los resultados de esta elección, el
margen de distancia entre los primeros cuatro partidos es de 6 puntos porcen-
tuales, y si se compara el primero y quinto lugar, la diferencia es de 9 puntos. Se
corrobora lo que el índice indica: 5 partidos con peso real efectivo que compiten.
Por lo que toca a Tlaxco y Chiautempan Norte, donde el índice arroja valores de
4 puntos, en éstos el PRI y el PAN representan las dos principales fuerzas, pero
aunado a ellos está el PAC y el PS en el caso de Tlaxco, Convergencia y el PT en el
caso de Chiautempan.
Si en la elección anterior se comentó que los valores del índice habían sido los
más altos de todas les elecciones, el proceso electoral del 7 de julio de 2013 revoca

243
esta afirmación, ahora el índice NP registra valores de 6 puntos, lo cual significa
que este mismo número de partidos tiene la misma probabilidad de ganar la elec-
ción, sin duda algo de llamar la atención. Junto a esta peculiaridad también se puede
observar un caso de partido dominante, pero ahora quien está en una posición de
este tipo es el PRD, como ocurre en el distrito VIII con cabecera en Zacatelco.
Un panorama más explícito de lo comentado hasta este momento, se puede
ver en el cuadro siguiente. Aquí se presentan los cálculos del NP para las elecciones
de 1998 a 2013, correspondiente a los XIX distritos electorales, véase cuadro 5.

Cuadro 5
Tlaxcala. Elección de diputados locales
Valores del índice NP por distrito electoral

Fuente: Elaboración propia en base a los datos del Instituto Electoral de Tlaxcala.

244
Como preámbulo a los comentarios finales, se puede señalar que la intensa compe-
tencia electoral de los últimos años, ha dado como resultado la integración de un
poder paralelo al del ejecutivo, décadas atrás lo común era ver un ejecutivo y un
legislativo de la misma filiación partidista, hoy los procesos electorales muestran
una situación distinta, el titular del ejecutivo de un partido y la mayoría de legisla-
dores de otro partido.

Comentarios finales
Volviendo al supuesto del inicio del trabajo y viendo los cambios ocurridos en la
estructura económica, junto a los cambios presentados en el sistema político elec-
toral, de inmediato se establece una relación positiva entre estos dos ámbitos, es
decir: A mayor población urbana y población económicamente activa centrada en la
industria y los servicios, corresponde de igual manera mayores niveles de competi-
tividad, alternancia y pluralismo.
Como lo indican los datos, los cambios en la estructura social y económica
implican una relación inversamente proporcional con el sistema político, es decir,
el control priista es desplazado del poder, como sucedió en el caso de gobernador
(1998 y 2004), en el congreso del estado (2007), en la elección de diputados fede-
rales (2009) y en la elección de senadores (2012).
Siendo pragmáticos, no existe compatibilidad directa entre desarrollo y sis-
tema de partido dominante, desde esta óptica, el desarrollo viene aparejado con
mayor competencia y mayores posibilidades de alternancia.
En definitiva, se ha ido configurando un sistema policromático, en el cual,
difícilmente prevalece un solo color y lo que hay es una pluralidad que cohabita en
regiones específicas, en el cual un partido minoritario puede sobreponerse y ganar
elecciones.

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Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Tlaxcala. Decreto Núm. 60, 24 de julio de 1994.

247
Las síndicas en Tlaxcala. Implicaciones políticas
y de género durante el primer año de gobierno (2014)
María Magdalena Sam Bautista1

Introducción
El objetivo de este trabajo es reflexionar sobre algunas implicaciones políticas y de
género, que tuvo el ascenso de mujeres, a casi la totalidad, de las sindicaturas en el
Estado de Tlaxcala en el presente trienio. Sin duda, como lo señaló el filósofo Luis
Villoro, la revolución de las mujeres fue la gran revolución del siglo XX. Sin embar-
go, uno de los derechos más negados a las mujeres, en este cambio tan radical que
se gestó en el siglo pasado en una sociedad patriarcal como la nuestra, es el derecho
a la representación política, y por tanto el derecho al poder.
Dalia Barrera Bassols, ha señalado que uno de los temas que más incomodi-
dad generan en una sociedad como la nuestra es el tema de las mujeres con poder.
Se permite y acepta que las mujeres reflexionen, estudien y defiendan diversos
derechos como el derecho a una vida libre de violencia, el respeto a sus derechos
reproductivos, el derecho a la salud en general, a la educación o el derecho a una
retribución igual por trabajo igual. Sin embargo, el derecho al poder es uno de los
más negados a las mujeres.
En Tlaxcala, producto de una reforma legislativa en el 2013 se implementó
la paridad vertical en las elecciones municipales. El resultado fue que de las 60
sindicaturas en la entidad, 55 de ellas quedaron representadas por mujeres y 5 por
hombres, es decir, el 91% de estos cargos de elección popular quedaron en manos
de mujeres.
Esta circunstancia tuvo consecuencias en las relaciones de poder dentro y fuera
del ayuntamiento que generaron en varios municipios conflictos entre el presidente

1 Profesora-Investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias sobre Desarrollo Regional (CIIS-


DER) de la Universidad Autónoma de Tlaxcala. mmsamb@hotmail.com

249
municipal y las síndicas. Curiosamente, la prensa no reporta conflictos en los únicos
dos municipios gobernados por mujeres (Nanacamilpa y Emiliano Zapata) pero si
salieron a la luz pública en aquellos donde los hombres encabezan la comuna.
La presente reflexión se organiza en los siguientes apartados: en el primero, se
presenta de manera sucinta una reflexión teórica a partir de algunos estudios sobre
la relación de las mujeres con los gobiernos municipales; en el segundo, se brindan
algunas cifras históricas sobre las mujeres en los gobiernos municipales en Tlaxcala;
en el tercero, se presentan los resultados de las elecciones del 2013; y en el cuarto
apartado, se reflexionan los conflictos que se generan a partir de la nueva confor-
mación de género en los ayuntamientos tlaxcaltecas, que a su vez, se convierten en
propuestas legislativas y que por una parte, pretenden conferir mayores facultades
a las sindicaturas, y por otra, disminuir el poder de esta figura en la estructura de
los ayuntamientos. Por último, se presentan algunas consideraciones finales que
apuntan a los retos que enfrentan los ayuntamientos en materia de administración
y de construcción de una cultura política que no excluya a priori a las mujeres, sólo
por el hecho de ser mujeres y que abone a una sociedad más democrática igualitaria
e inclusiva.

Mujeres y gobierno municipal


Diversos/as analistas de la realidad política han reflexionado sobre los avances de la
sociedad mexicana en las últimas décadas, y el saldo, no es del todo positivo: Cam-
bio político y reformas electorales inacabadas, alternacia parcial y transición demo-
crática que está sin consolidarse (y acaso muestra retrocesos en algunos aspectos)
(Lujambio y Vives, 2000; Merino, 2003; Córdova, 2010; Woldenberg, 2011; Wol-
denberg, 2012; Rodríguez, 2014; Rodríguez y Veloz, 2013; entre otros). Uno de
los temas pendientes de la agenda democrática –entre otros tantos– es el del acceso
de las mujeres a cargos de elección popular y la representación femenina en los
espacios de decisión del gobierno municipal.
Los primeros trabajos sobre mujer y gobierno municipal se publicaron a fi-
nales de los años noventa (Massolo, 1995; Barrera y Massolo, 1998). A partir de
este momento la comunidad académica puso sus ojos en el tema y se empezaron a
escribir sobre diversos temas que tenían como punto de referencia la relación entre
mujeres y los gobiernos locales y/o municipales. Entre los temas más recurrentes
encontramos los trabajos relacionados con los perfiles y trayectorias de las mujeres
gobernando ayuntamientos (Barrera, 1998; Barrera, Peréz y Casas, 2008b; Barre-
ra, 2003; Cedillo 2014; entre otros), sobre el servicio civil de carrera (Acosta,

250
2003), liderazgos femeninos (Barrera y Aguirre, 2003b), experiencias y gestión de
gobierno (Briseño, 2007; Chávez y Vázquez, 2011, entre otros), acceso y ejercicio
de poder (Dalton 2003a; Dalton 2012, Dalton s.f; Vázquez y Chávez, 2011b; entre
otros), construcción de ciudadanía (Rodríguez, 2000; Rodríguez y Cinta, 2003;
Gadsen, 2003; Hernández y López, 2006; entre otros), sobre el estilo de gestión
(Sam, 2002b), desde la legislación y la paridad (2014); género y etnicidad (Dalton,
2003; Vázquez, 2011ª; Vázquez y Muñoz, 2013; Vázquez y Muñoz, 2013ª; Vázquez,
2014; entre otros).
En la relación de las mujeres con los gobiernos municipales, particularmen-
te han llamado la atención dos temas: La representación de las mujeres (Barrera,
2003c; Massolo, 2003; Barrera 2004; Barrera 2006; Barrera 2007; Massolo, 2007;
Vázquez 2010; entre otros) y el análisis de la lógica de los factores que ayudan o
dificultan que las mujeres se incorporen y ejerzan cargos de elección popular. En
ambos temas, los trabajos de Barrera Bassols han orientado la discusión desde una
perspectiva de género.
El segundo tema señalado líneas arriba se ha explorado desde la perspectiva de
las trasgresiones y el control social (Barrera, 2003ª), las representaciones del poder
y la exclusión social (Barrera, 2008ª), sobre las dificultades de acceso al cargo (Sam,
1998; Sam, 2000; Sam, 2000ª; Sam, 2003), Barrera, 2008; Barrera, 2009; Barrera,
2011; entre otros), sobre el acoso y la violencia política (Barrera, 2014), desde las
dificultades de las campañas políticas (Vázquez, 2011), desde las tensiones entre la
esfera pública y privada de las mujeres (Vázquez, 2012; Vázquez, Cárcamo y Her-
nández, 2012ª; entre otros), desde los cargos específicos como el de presidenta o
síndica (Barrera 2006a; 2006b, 2009, 2011ª; Bassols, Pérez y Casas, 2008c; Barrera
y Suárez, 2012).
Una de las cuestiones centrales, de los estudios sobre participación política
femenina en los ayuntamientos en México, en la primera década del siglo XXI
dan cuenta de lo difícil que ha sido para las mujeres el acceso a los cargos de
elección popular. Un dato significativo es que este, en promedio, no supera el 5%
(Sam, 2000, 2002, 2003; Massolo,2003; Barrera y Aguire, 2003). Sin embargo,
modificaciones legales (a través la paridad) relativamente recientes van gene-
rando cambios en las posibilidades de acceso de las mujeres a cargos de elección
popular. En Tlaxcala, en el 2013, el Instituto Electoral de Tlaxcala (IET) emitió
un Acuerdo electoral que produjo que la mayoría de las sindicaturas en Tlaxcala
quedaran ocupadas por mujeres, lo cual, generó una serie de recomposiciones
que más adelante se abordan.
Barrera (2011) en un estudio realizado en Veracruz, reportó las circunstancias
específicas que viven las mujeres al ejercer el cargo de síndicas o regidoras:

251
“[…]falta de recursos para dar satisfacción a las necesidades básicas de la población y
negación de los recursos para realizar las tareas propias de las comisiones de que forman
parte o dirigen; confrontación con los varones del cabildo y de la administración munici-
pal, comenzando con el presidente municipal, generalmente un varón, que en numerosas
ocasiones no les reconocen su carácter de autoridades, ni la legitimidad de su cargo. En
algunos casos esto llega a extremos de violencia y acoso político (obligarlas o presionarlas
para que hagan o dejen de hacer acciones propias de su cargo a través de amenazas, vio-
lencia física, etc”. (Barrera, 2011: 177).

En este sentido, la autora reflexiona sobre lo difícil que resulta para las mujeres que
ostentan un cargo en el municipio ejercer su encomienda con apego a la Ley, ya
que supone tensiones y choques con los grupos de poder que integran el gobierno
municipal debido a una cultura patrimonialista y poco democráticas. El caso de
Veracruz no es muy diferente al de Tlaxcala, entidad que ha registrado una serie de
conflictos, entre los presidentes municipales y las síndicas en diversos municipios,
que pueden tipificarse como violencia política.2

Mujeres en los gobiernos municipales


de Tlaxcala: Algunas cifras
En el apartado que sigue se presenta información sobre mujeres elegidas como
autoridades en los ayuntamientos de Tlaxcala entre los trienios 1950-1952 (año
en que fueron elegidas las primeras regidoras) y el 2008-2010 (trienio previo
a la última reforma electoral). En el trienio 1950-1952 fueron elegidas las pri-
meras regidoras propietarias en los municipios de Tlaxcala, Zacatelco, San Pablo
del Monte, Sanctorum, y Huamantla (probablemente también en los municipios
de Miguel Hidalgo, Tlaxco, Yahuquemecan, Apizaco y Santa Cruz)3. Sin embargo,
será hasta el trienio 1956-1958 que se elegirá la primera presidenta municipal en
el municipio de Tlaxcala, Rebeca Torres de Lira candidata del Partido Revolucio-
nario Institucional (PRI).
De 1952 a la fecha la gran mayoría de presidencias municipales en el Estado de
Tlaxcala ha estado a cargo de hombres. En este largo periodo destacan dos trienios:

2
La violencia política ha sido definida como: “constituida por formas silenciosas, naturalizadas, rutinarias,
impunes de ejercer el poder sobre mujeres que, por el simple hecho de aspirar a este se convierten en tras-
gresoras del orden de género” (Vázquez, 2011: 15).
3
En esos municipios no se tiene la certeza pues los nombres tomados del Periódico Oficial del Estado de Tlaxcala
son nombres que se unas tanto para hombres como para mujeres (Isabel, Carmen, Remedios, Trinidad).

252
El de 1980-1982 donde se eligieron 7 presidentas municipales en los municipios de
Teolocholco, Mazatecochco, Tetlatlahuca, Apizaco, Tequexquitla, Trinidad Sánchez
y Zitlaltepetl, y el trienio 2008-2010 donde fueron elegidas 8 presidentas munici-
pales en los municipios de Hueyotlipan, Axocomanitla, Santa Cruz, Terrenate, Tet-
latlahuca, Tlaxco, Tzompantepec y Zacatelco. Sin embargo, lo que resalta a lo largo
de la historia es la enorme desproporción que existe entre número de presidentes
y presidentas.

Gráfica 1
Presidentas, síndicas y regidoras
1950-2013

Fuente: Gaceta Oficial del Gobierno del Estado de Tlaxcala.

En relación a las sindicaturas en el estado se puede percibir la misma situación


que con las presidentas municipales entre 1950 y el 2010: El número de mujeres
que logran arribar a este cargo del ayuntamiento es muy pequeño con respecto a
los cargos asumidos por los hombres (véase gráfica 2). Destaca en toda la serie de
trienios (el más reciente) el 2011-2013, trienio donde fueron elegidas 12 mujeres
para dicho cargo.
Un elemento adicional son las sindicaturas suplentes. Se constata lo señalado
por Barrera (2001) para el caso mexicano: A medida que disminuye la importancia
del cargo aumenta la presencia de las mujeres. En la gráfica 2 puede verse que el
número de síndicas suplentes es mayor que el de las síndicas propietarias.

253
Gráfica 2
Síndicos y sindicas propietarios/as y síndicas suplentes
1950-2011

Fuente: Gaceta Oficial del Gobierno del Estado de Tlaxcala.

Por lo que respecta a las regidoras se constatan procesos similares: A medida que
el cargo es de menor responsabilidad la presencia de las mujeres es mayor. Por un
lado, se confirma la presencia de más regidoras que síndicas y presidentas munici-
pales; por otro lado, hay más suplentes que propietarias. Si consideramos que entre
1950 y 1995 se eligieron 315 regidurías en 45 municipios, y que de 1998 al 2010 se
eligieron 427 regidurías, el número absoluto de las regidoras es muy pequeño. Des-
taca a partir de 1992 la ascendente participación de las mujeres en las regidurías.
Un comparativo entre los tres niveles del ayuntamiento (presidencia, sindi-
catura y regiduría) resulta ilustrativo (véase gráfica 1): La mayor presencia de las
mujeres se da en las regidurías, en segundo lugar en las sindicaturas y en tercer
lugar en las presidencias municipales.

254
Las candidaturas femeninas en las elecciones municipales en el 2013
Fue notable el impacto que tuvo el acuerdo CG 46/2013 del Consejo General del
Instituto Electoral de Tlaxcala (publicado el 29 de mayo del 2013) en la estructura
de candidaturas para los ayuntamientos. Las planillas registradas por los partidos
políticos fueron integradas por un 50% de mujeres. El número de candidatas pre-
sentadas en las elecciones no tiene antecedente alguno, y esta situación, modificó
las relaciones de poder al interior del ayuntamiento.
En dichas elecciones presentaron candidaturas los partidos Acción Nacional
(PAN), Revolucionario Institucional (PRI), de la Revolución Democrática (PRD),
del Trabajo (PT), Verde Ecologista de México (PVEM), Movimiento Ciudadano
(MC), Nueva Alianza (NA), Alianza Ciudadana (PAC) y Socialista (PS) que se coali-
garon en las siguientes alianzas, obteniendo los siguientes resultados:

Cuadro 1
Distribución de sindicaturas del proceso electoral 2013
Coalición Partidos Número de síndicas
POR EL BIEN Y LA GRANDEZA DE
PAN-PAC 3
TLAXCALA
BIENESTAR PARA TODOS PRI-PVEM 0
SALVEMOS TLAXCALA PRD-PT 1
RESCATEMOS TLAXCALA PT-PAC 0
ALIANZA POR LA JUSTICIA Y EL
PAC-PS 1
DESARROLLO
PRI 17
PAN 10
PT 5
PRD 4
PARTIDO SOCIALISTA 4
PVEM 3
MOV. CIUDADANO 3
NUEVA ALIANZA 3
PAC 1
TOTAL 55
Fuente: Instituto Electoral de Tlaxcala.

255
En el siguiente cuadro se presentan los ayuntamientos donde los síndicos son de
sexo masculino. Estos ayuntamientos fueron elegidos en los municipios de Amaxac,
Cuapiaxtla, San Pablo del Monte. Llama la atención que en los tres municipios
donde gobierna el Partido de la Revolución Democrática (PRD) no se cumple la
paridad, ya que tanto el presidente municipal como el síndico son varones.

Cuadro 2
Ayuntamientos donde fueron elegidos presidentes municipales y síndicos
del mismo sexo 2014-2016
Municipio Partido Síndicos
Presidente: Carlos Luna Vázquez
Amaxac PRD
Síndico: Silvino Hernández Vázquez
Presidente: Efrén López Hernández
Cuapiaxtla PRD
Síndico: Enrique Espinoza Armenta
Presidente: Marcelino Rojas Xahuantitla
San Pablo del Monte PRD
Síndico: José Miguel Zapotl
Fuente: Instituto Electoral de Tlaxcala.

Como se señaló líneas arriba, que las mujeres ocuparan el 91% de las sindicaturas
fue el resultado de que en el 2013 el IET emitiera un decreto que mandataba a los
partidos políticos destinar el 50% de las candidaturas a mujeres.

Algunas características del conflicto


Una de las primeras acciones fue la reactivación de la Asociación de Síndicos Muni-
cipales de Tlaxcala, A.C.4 en abril del 2014. La Asociación surge hace doce años por
una iniciativa de la ex presidenta municipal y ex síndica municipal, Lorena Cuéllar

La estructura de la Asociación es la siguiente: Presidente, Secretario General y un Tesorero General, que coor-
4

dinarán los trabajos de un órgano colegiado integrado por diez Comisiones, tales como la comisión de Vincula-
ción; Promoción y Gestoría; Equidad de Género; Asuntos Jurídicos, Administrativos y Técnicos; Capacitación
y Desarrollo Profesional; Transparencia Municipal y Rendición de Cuentas; Comunicación Social, Acción Po-
lítica; Asuntos Hacendarios Municipales; Fortalecimiento Institucional Municipal; y un Consejo de Honor y
Justicia, de igual forma integrado por un Presidente, un Secretario y 3 Vocales. En esta estructura destaca la
Comisión de Equidad de Género ya que el mayor número de síndicos son mujeres. Entre las actividades más im-
portantes de la Comisión está el buscar formar parte de la Organización Mundial de la Red de Mujeres Electas
y la realización de diversos foros, en donde están invitadas mujeres como la Lic. Elsa Cordero, presidenta del
Tribunal Superior de Justicia de Tlaxcala, para discutir sobre el proceso de implementación de la transversalidad
de género en general, y de su instrumentación en los ayuntamientos de Tlaxcala, en particular.

256
Cisneros, quién fue su primera presidenta. Las acciones específicas de la Asociación
son: Cursos de capacitación a las titulares de las sindicaturas pues carecen de los
elementos técnicos, humanos y materiales para llevar adelante su trabajo; respaldar
las acciones y el trabajo de las sindicaturas con la problemática específica que vive
cada una (la Asociación cuenta con un bufete de abogados que se encarga del trabajo
de asesoramiento); una reforma a la Ley Municipal que busca la asignación de pre-
supuesto, elementos técnicos y humanos que apoyen el desarrollo de las actividades
de las sindicaturas. El actual periodo de gestión de la presidencia va de abril del
2014 a abril del 2017.
¿Qué es un síndico? En opinión de la Presidenta de la Asociación:

“[…]el síndico son los ojos del ciudadano. Nosotros tenemos que cumplir con la función
de que, efectivamente, el recurso público sea transparentado y reflejado en la cuenta
pública.Y ahí viene la ríspidez porque el síndico pregunta ¿dónde está el dinero de los
estacionamientos? ¿de los baños públicos? Los síndicos hacemos preguntas, hacemos pre-
guntas ‘que pone el dedo en la llaga’. La cuenta pública es la parte medular de la admi-
nistración” (Kathy Verónica Valenzuela, presidenta de la Asociación de Síndicos
Municipales de Tlaxcala).

El ascenso de estás mujeres como autoridades generó un cambio en las rela-


ciones de poder al interior de los ayuntamientos teniendo como consecuencia con-
flictos que concentraron la atención de la opinión pública. Los casos de ocho ayun-
tamientos fueron emblemáticos:Tlaxcala, Santa Ana Chiautempan, Santa Cruz, Na-
tivitas, Panotla, San Juan Huaczinco, Zacatelco y Totolac (véase siguiente cuadro):

257
Cuadro 3
Motivos de los conflictos al interior de los ayuntamientos de Tlaxcala
Municipio Partido Motivos
Discrepancias por la cuenta pública y la administración.
Tlaxcala PAN (Asignación del 20% de los recursos de la sindicatura).
(Entrega de la cuenta de manera extempóranea).
Discrepancias por la cuenta pública y la administración:
(El presidente no reporta la cuenta pública).
Santa Ana (Eliminación de subsidios a la comisión de agua potable).
PRD
Chiautempan (Retiro de ambulantes).
(Instalación de parquímetros).
(Anomalías por 22 millones en la cuenta pública).
Discrepancias por la cuenta pública y la administración.
Santa Cruz PRI
(El presidente no reporta la cuenta pública).
(Retención de salarios).
Nativitas PRI
(Facturas falsas y gastos sin comprobar del alcalde).
Discrepancias por la cuenta pública y la administración.
(Por negarse a aceptar anomalías le redujeron el salario).
Panotla PS (Se entrega la cuenta pública al Organo de Fiscalización Supe-
rior, OFS, sin su firma y sello). Los alcaldes generan conflic-
tos por impedir que los síndicos revisen las cuentas: OFS.
Discrepancias por la cuenta pública y la administración.
San Juan Huaczinco PRI
(Retraso en la entrega de la cuenta pública).
Nueva
Totolac Discrepancias por la cuenta pública y la administración.
Alianza
Zacatelco PAN Discrepancias por la cuenta pública y la administración.
Discrepancias por la cuenta pública y la administración.
Nopalucan PRI
(Lentitud en la entrega de la cuenta pública).
Fuente: Diversas entrevistas y revisión hemerográfica.

Como se desprende de la lectura del cuadro anterior: El principal motivo de conflicto


son las discrepancias por la cuenta pública y la administración del gobierno.
Los resultados de la modificación de la estructura de poder en los ayuntamien-
tos no se hicieron esperar. En mayo del 2014 la Asociación emprende las primeras
acciones importantes (E-Consulta, 2015):

258
“[…] las integrantes de la mesa directiva tuvieron una reunión con el Lic. Salvador Mén-
dez Acametitla, Presidente de la Comisión de Finanzas y Fiscalización del Congreso del
Estado, en donde expusieron varios temas entre ellos el de las multas emitidas a los mu-
nicipios debido a la omisión de la presentación de la cuenta pública de los tres primeros
meses del ejercicio fiscal, así como el tema de la falta de respeto a la figura de los Síndicos
Municipales, pero sobre todo la exclusión de esta figura para la toma de decisiones im-
portantes dentro de los Ayuntamientos, manifestando que es importante que el Presidente
Municipal, Síndico y Tesorero trabajen en conjunto para dar cabal cumplimiento a lo
establecido en la Ley Municipal del Estado de Tlaxcala.”

En junio de ese año, Luciano Corona Gutiérrez, titular del Órgano de Fiscalización
Superior (OFS), acepta ante los medios que (Cruz Pérez, 2014): Los presidentes
municipales incumplen con sus obligaciones legales al no permitir, que las síndicas
de los ayuntamientos validen los estados financieros antes de que sean presentados
al Congreso del Estado; que esa acción, ha provocado una mayor cantidad de en-
frentamientos en los municipios, ya que las síndicos, como representantes legales
de los ayuntamientos, se sienten desplazadas de sus funciones. Asimismo, que se ha
incrementado la cantidad de síndicas que se deslindan del manejo administrativo de
los recursos públicos en los ayuntamientos, según un reporte emitido por la Secre-
taría Técnica de la Comisión de Finanzas y Fiscalización del Congreso del Estado.
En octubre del 2014 el Partido Alianza Ciudadana (PAC) y Movimiento Ciu-
dadano (MC) en voz de sus diputados (Tlamis, 2014), exigieron, al pleno de la
Cámara, desarrollar las acciones necesarias para: “… frenar los actos de misoginia
en que ha incurrido por lo menos el 60 por ciento de los presidentes municipales
en contra de sus síndicos”.
En el marco del Día de la No Violencia Contra las Mujeres, celebrado el 25
de noviembre del 2014 en el Congreso del Estado, la vocera de la Asociación de
Síndicos Municipales de Tlaxcala, Anahí Hernández Sánchez, síndica del municipio
de Apizaco, destacó los principales problemas que viven las síndicos en la entidad
(Política-Puebla, 2014):

– La mayoría de los alcaldes de Tlaxcala, continúan incurriendo en la mala


práctica de bloquear el desempeño de las síndicos en su labor de fiscali-
zar y analizar la aplicación de los recursos públicos principalmente.

– Del total de los 60 ayuntamientos que conforman el estado, 55 síndicos


municipales son mujeres, en su mayoría padecen condiciones de des-
igualdad y exclusión laboral generada por sus alcaldes.

259
– Varias síndicas han denunciado la situación que viven al órgano de fisca-
lización, la Comisión de Finanzas encabezada por Salvador Méndez Aca-
metitla y de Asuntos Municipales presidida por Juan Ascención Calyecac
Cortero, pero sus demandas no han sido atendidas.

– Frente a las denuncias viven represalias como: No ser convocadas a reu-


niones en sus cabildos, las cuentas públicas no son puestas a su disposi-
ción para su análisis y firma.

– Carecen de personal que las auxilie para desarrollar sus labores y que
cuando cuentan con un equipo de trabajo, estos son despedidos por el
presidente municipal.

– En la mayoría de las comunas, han tenido lugar gritos, frases con palabras
altisonantes, agresiones y hasta privación ilegal de la libertad en contra
de las mujeres síndicos cuando estas se han negado a estampar su firma
en los documentos como se les ha requerido.

– Escasa atención de las y los diputados de la actual legislatura a sus mani-


festaciones de queja y denuncia.

Frente a esta circunstancia, la Asociación solicita al Congreso la creación


de una Comisión Especial de Diputados que garantice su labor como Síndicos
Municipales.
En opinión de la Presidenta de la Asociación de Síndicos de Tlaxcala lo que
priva en el actual trienio donde fueron elegidas 55 síndicas en el Estado son las
resistencias de género:

“Yo digo que en Tlaxcala todavía existe el machismo. La mayoría de las síndicos de este
trienio son jóvenes (menores de 35 años), y en esas condiciones, estamos luchando con
una ideología machista. Este es el inicio, porque muy probablemente pronto veremos
que el 50% de las presidencias municipales estará en manos de mujeres (así como
los otros cargos).Yo estoy de acuerdo con la paridad horizontal. Los conflictos en este
trienio se han incrementado (con respecto al anterior) por la presencia de más mujeres.
Unos problemas se resuelven pero otros se suman.Yo creo que es una cuestión de valores,
principios y perspectiva: De saber que el poder se termina en tres años. Tenemos que
cuidar que las acciones que impulsemos dentro del ayuntamiento no perjudiquen al
mismo ayuntamiento y a nuestra persona. Un ejemplo, la administración pasada no

260
pago retenciones salariales y ahora viene el SAT y nos demanda el pago. Nos heredó
el problema” (Lic. Kathy Verónica Valenzuela, Presidenta de la Asociación de
Síndicos Municipales de Tlaxcala).

En febrero del 2015 a la Comisión de Finanzas del Congreso del Estado le fueron
entregados oficios de Huactzinco, Teolocholco, Tlaxcala, Totolac y Panotla en los que
síndicos y regidores manifiestan sus inconformidades en relación a las cuentas públi-
cas y aprobación de presupuestos. Por tal motivo, la Comisión de Finanzas del Con-
greso Local, realizó una mesa de trabajo en la que junto con la Comisión de Asuntos
Municipales y el Órgano de Fiscalización, analizaron la situación de los municipios.
El balance para la Presidenta de la Asociación de Síndicos Municipales de Tlax-
cala es positivo. Ella lo refiere de la siguiente manera:

“Los conflictos que ha tenido que atender la Asociación no me desaniman. Creo que
es un reto. Las mujeres nos identificamos por algo: Ser perseverantes, yo creo que es
uno de los elementos importantes. Cuando yo llegué a la Sindicatura no fue fácil. Yo
me preguntaba ¿qué les hice? Una instrucción de una mujer no está permitida. Yo le
puedo decir que a un año de trabajo me he parado y he dicho: Estoy en lo correcto
porque la Ley lo dice así. Estoy haciendo mi función y merezco respeto. Puedo decirle
que a un año todos me respetan. Entonces sólo es cuestión de ser perseverantes, de saber
que lo que estás haciendo está basado en argumentos, que no estás abusando del poder
sino basándote en la Ley y que tus decisiones sean respetadas tanto como las de los
hombres. Yo les digo a las síndicas que siempre hay que ir por los canales de comuni-
cación correctos. Nada con violencia, todo con respeto porque yo creo que ˋlo que se
da se regresaˊ. Si en su casa no les enseñaron a respetar a una mujer es tiempo que las
mujeres los enseñemos a respetarlas.”

Los elementos hasta aquí esbozados, expresan los retos asumidos por las síndicas
de Tlaxcala en su afán de demostrar que si pueden asumir el cargo y que para eso
necesitan ser perseverante en un ambiente a menudo adverso a la participación
política de las mujeres, que no siempre respeta la Ley, ni el principio de igualdad
entre hombres y mujeres.

Las diferencias se transforman en propuestas legislativas


El 25 de noviembre del 2014 la Asociación de Síndicos Municipales presenta una
iniciativa al Congreso, a través de la diputada del Partido Alianza Ciudadana, Evan-

261
gelina Paredes Zamora, para reformar el artículo 41 (fracción XII) y solicitar que
se adicione el artículo 42 bis de la Ley Municipal de Tlaxcala.5
Por tal motivo, se solicita al pleno del Congreso que:
a) Los principios institucionales de la Sindicatura sean: Justicia, democracia,
transparencia, rendición de cuentas, respeto a la dignidad humana, solidaridad, dis-
ciplina, orden y limpieza, servicio al ciudadano, legalidad, responsabilidad social,
honestidad, cuidado, preservación del medio ambiente, equidad y género, confian-
za y profesionalismo.
b) Sean impulsores de nuevas políticas públicas y legislativas que otorguen cer-
teza jurídica al actuar de la figura del síndico municipal y que permitan garantizar la
inclusión de forma igualitaria e incluyente a las síndicas y a los síndicos en Tlaxcala.
c) Se reforme el artículo 41, donde se señalan las obligaciones y facultades del
síndico, de la Ley Municipal del Estado de Tlaxcala, en su fracción XII, en dónde
deberá adicionar sobre las obligaciones y facultades del síndico: Autorizar la cuenta
pública y entregarla de manera personal y oficial en las oficinas de la Sindicatura
municipal para su revisión y validación, cuando menos diez días hábiles antes de
ser enviada al Congreso del Estado. Tomando en cuenta para su envío los plazos
de presentación establecidos en la Ley de fiscalización del Estado de Tlaxcala y sus
municipios, y verificará además su puntual entrega.
d) Adicionar el artículo 42 bis, quedando de la siguiente forma:

“Las síndicas y síndicos dispondrán de un presupuesto de cinco por ciento del total de
recursos asignados, que reciba el ayuntamiento y/o presidencia municipal para el debido
cumplimiento de su responsabilidad y figura jurídica asignada, prevista en el artículo
anterior. Fracción I. Las síndicas y los síndicos deberán contar para dar cumplimiento a
las obligaciones y facultades establecidas en el artículo 42 y las demás que le otorguen
La exposición de motivos se fundamenta en lo siguiente (Congreso del Estado Libre y Soberano de Tlaxcala,
5

2015): 1) La ONU, en el marco del 25 de noviembre, llama a erradicar la violencia contra las mujeres. En
ese contexto se manifiesta la situación de desigualdad y exclusión laboral que enfrentan la mayoría de las y los
síndicos municipales de Tlaxcala. 2) Se reconoce que existen normas escritas que garantizan a la mujer una
vida libre de violencia, pero que estas “…no se cumplen y se violan a capricho de las autoridades”. Es decir,
teniendo como “antecedentes que varias de ellas (las síndicas), han enfrentado un terrible enfrentamiento
con sus presidentes municipales, violando sus derechos y provocando violencia contra las mujeres. 3) Toman-
do en cuenta que el síndico procurador tiene varias funciones: es una persona elegida por las comunidades
para cuidar sus intereses, es un permanente luchador contra la corrupción, es el procurador general del
municipio, es quién combate el caciquismo, es quién disminuye la concentración de poderes en la figura del
presidente, sus acciones están encaminadas a las áreas contraloría y representación jurídica. 4) Tomando en
cuenta las reformas en materia hacendaria los síndicos deben tener personal adecuado que pueda atender las
necesidades de esta figura jurídica y que tengan los perfiles académicos, particularmente en derecho fiscal,
derecho laboral, ingeniería y contabilidad, 5) Tomando en cuenta las necesidades del cargo, los ayuntamien-
tos deben asignar recursos económicos a la capacitación en materia fiscal-hacendaria a los síndicos y a las
síndicas para efectuar una correcta aplicación a la fiscalización de las cuentas públicas.

262
las leyes con los recursos técnicos y materiales. Así como los recursos humanos expertos en
las áreas de las ciencias económico-administrativas, legales, jurídicas y de obra pública,
las cuales estarán a su disposición y bajo su cargo. Fracción II. Los ayuntamientos deberán
asignar recursos económicos en la capacitación en materia fiscal hacendaria, a las o los
síndicos para efectuar una correcta aplicación en la fiscalización en las cuentas públicas.”

Por otra parte, el 24 de marzo del 2014, la diputada Eréndira Jiménez Montiel,
Presidenta de la Comisión de Asuntos Electorales, e integrante de la fracción Parla-
mentaria del Partido de la Revolución Democrática (PRD) presentó una iniciativa
para su estudio, análisis y dictamen correspondiente, con Proyecto de Decreto, por
el cual, se reformaban los párrafos segundo y quinto del artículo 90 de la Constitu-
ción Política del Estado Libre y Soberano de Tlaxcala, y se propone una nueva Ley
Orgánica Municipal del Estado de Tlaxcala (Congreso del Estado Libre y Soberano
de Tlaxcala, 2015). La exposición de motivos se fundamenta principalmente en la
necesidad de acotar las facultades que concentra el síndico.6
La propuesta de la diputada del PRD causó controversia. Algunos actores po-
líticos opinaron lo siguiente:

“[…]quieren contagiar la obesidad burocrática a los ayuntamientos, para efecto de nor-


malizar la permanencia de representantes populares provenientes de partidos poco compe-
titivos…Los ciudadanos sabemos que no se justifica el número actual de miembros de la
Legislatura, que el Congreso de Tlaxcala es un ente ineficiente y costoso, porque el perfil
de los diputados es pobre y su formación escasa. La situación no es diferente en los ayunta-
mientos. Por ello, ejercen sus facultades sin sensibilidad, creyendo que entre más grande es
el aparato burocrático, mayor puede ser su control de las situaciones que afrontan. Pero no
es así, porque les imprimen más complejidad. Lo vemos todos los días de sesión pública: son
más los diputados que no aportan, que no participan y que no trabajan, y son sus intereses
particulares y de grupo lo que obstaculiza los acuerdos. Bajo este escenario, ¿realmente
creen que con dos o tres síndicos acabarán con la discrecionalidad en los municipios?”
(De Valadés, 2015).
6
Textualmente la exposición señala lo siguiente: “La medida busca repartir las tres responsabilidades que
actualmente concentra (cursivas mías) un mismo síndico, en dos o tres, según el tamaño poblacional...Lo
anterior con la finalidad de establecer mayores mecanismos de control a la administración municipal y con
ello facilitar el cumplimiento de las responsabilidades ante los órganos de fiscalización y control y acotar el poder dis-
crecional que facilita la comisión de abusos en el ejercicio de la función pública (cursivas mías)…Que la medida
propuesta permitirá en el caso con municipios con más de síndico el dedicar y especializar a uno de ellos en la
tarea que más conflictos reporta a la administración municipal, que es la de revisar en tiempo y forma la cuenta
pública, con la finalidad de que esta sea presentada puntualmente conforme a lo que imponen las leyes en la
materia, bajo la premisa de que en asuntos de rendición de cuentas, debe aspirarse a la tolerancia cero, para
que los ciudadanos alcancen la certeza sobre el manejo pulcro de los recursos públicos (cursivas mías).”

263
El alcalde de Tetla de la Solidaridad, Javier Hernández Mejía, por su parte consideró
que: “Es inviable la ampliación de síndicos municipales”. Por otra parte el alcalde de
San Ana Chiautempan, Antonio Mendoza señaló lo siguiente (Hernández, 2015):

“Yo creo que no es tan necesaria, ya tenemos uno y es suficiente, 3 sería un poquito más
delicado, no comparto esa opinión pero la respeto, habría que ir con propuestas más am-
biciosas en beneficio de la ciudadanía.”

Efectivamente, al parecer no existen bases sustantivas para la implementación de


tal propuesta. Algunos actores sociales entrevistados opinaron lo siguiente sobre la
propuesta de la diputada perredista:

“La propuesta desde el punto empírico está poco argumentada. Considero que si un síndico
o síndica tiene el apoyo de los elementos técnicos y la suficiente voluntad política puede
sacar adelante su trabajo. Pienso que la reforma debería ir por el lado de dotar de mayores
facultades a los regidores. En Tlaxcala, el PRD argumentó, en los municipios donde no se
cumplió la paridad, que realizó una consulta democrática. Muchas veces los partidos han
señalado ¿Y qué hacemos si las mujeres no quieres participar? ¿ de dónde sacamos mujeres?
Yo les diría: ¡pues de las mujeres que tocan puertas en las campañas, las que organizan, las
que promueven el voto!” (Lic. Erika Periañez, ex presidenta municipal de Terrenate).

“No tiene sentido, se necesita dotar de un equipo de trabajo al síndico para que desarrolle
sus funciones” (Mtro. Renato Sánchez, presidente municipal de Ixtenco).

“[…]la propuesta no es viable porque el número de ciudadanos en el municipio no lo


requiere. Se plantea la creación de nuevas sindicaturas y si con un síndico se carece de
personal para la realización de las diversas actividades ¿qué pasará con dos o tres? En
la exposición de motivos de dicha propuesta se señala que se busca acotar el poder dis-
crecional de las sindicaturas. Esa razón no se aplica para la realidad de Tlaxcala. Por el
contrario, se abusa del poder cuando se condicionan los recursos para la realización del
trabajo, lógica que más bien se da del presidente municipal al síndico. A menudo dicen:
`si no me firmas la cuenta pública…te quito tu personal`, si tú no me firmas la cuenta
pública…te retengo tu salario`. Realmente ellos tienen el poder. Las herramientas de
trabajo del síndico llega a través de otras personas (el mismo presidente y el tesorero). Una
decisión tomada por el síndico pasa por otros funcionarios del ayuntamiento. Por ejemplo,
en el caso de la cuenta pública: la integra el tesorero, la revisa el presidente municipal y
la turna al síndico para su validación” (Lic. Kathy Verónica Valenzuela, Presidenta
de la Asociación de Síndicos Municipales de Tlaxcala).

264
Habría que recordar que el 2 de marzo del 2013 los Integrantes del Consejo
General del Instituto Electoral del Estado de Tlaxcala (IET) aprobaron incluir en el
orden del día la resolución emitida por la Sala Electoral Administrativa del Tribunal
Superior de Justicia del Estado (TSJE), resolución que fue aprobada por unanimi-
dad según acuerdo CG 18/2013. La propuesta fue realizada por Claudia Acosta
Vieyra, consejera electoral (Hernández, 2013). El acuerdo establecía las directrices
en materia de equidad de género que tendría que observar la elección ordinaria
para diputados/as locales, ayuntamientos y presidencias de comunidad en el proce-
so electoral de 2013. En este acuerdo se estableció la paridad vertical.
En el texto del acuerdo en su parte central planteaba los siguientes aspectos:
1) Las candidaturas por el principio de mayoría relativa se registrarán median-
te fórmula completa, misma que será la que contenga los nombres completos de
los candidatos propietario y suplente en los 19 distritos uninominales, de los cuales
nueve se registrarán con la misma fórmula de género y las otras con la fórmula de
género distinto, seguidamente de una fórmula de géneros distintos a fin de salva-
guardar el principio de equidad de género.
2) Ningún partido político o coalición excederá el 50% de los candidatos del
mismo género a excepción de los que sean producto de selección interna por me-
dio de consulta directa.
En el caso de los ayuntamientos se registrarán mediante planillas completas
con las fórmulas de presidente, síndico y regidores y establecen que se respetará
la cuota de género por lo que deberán ser 30 hombres y 30 mujeres. Esto mismo
procede con los integrantes de regidores en dichas planillas por lo que si existen
números nones, la última podrá concretarse por un género distinto.
La reacción de los partidos políticos no se hizo esperar pues de inmediato
los representantes de los partidos de la Revolución Democrática (PRD), y el Re-
volucionario Institucional (PRI) acreditados ante el Instituto Electoral de Tlaxcala
(IET) impugnaron el fallo del Poder Judicial sobre la asignación de candidaturas
para diputados/as locales, presidencias municipales, de comunidad, síndicos/as y
regidores/as (Nava, 2013). Los representantes de ambos institutos políticos fueron
entrevistados y expusieron a la prensa sus razones. El representante del PRD, Do-
mingo Calzada Sánchez, señaló lo siguiente:

“[…]tenemos que acatarla aunque no estemos de acuerdo si bien es cierto que el Parti-
do de la Revolución Democrática es absolutamente respetuoso y pionero en la parte de
equidad de género, también creemos que debe de haber una interpretación exacta de la
Ley y creemos que la Sala en este caso, no ha interpretado correctamente esta situación el
órgano electoral deberá darle trámite porque es la obligación de este órgano pero todavía

265
hace falta esclarecerlo en el sentido de las presidencias de comunidad y el orden de los
ayuntamientos en la parte del principio de equidad de género, el PRD va a tener que
recurrir al acuerdo de la sala” (Nava, 2013: 2).

El representante del tricolor, Leonel Ramírez Zamora, también expresó su desacuer-


do con dicho resolutivo:

“[…]indudablemente el acuerdo que emitió este Consejo General tuvo defectos, tuvo vicios y
por eso concedieron la razón a mi representada al impugnar esta resolución…sin embargo,
no significa que este avalando el trabajo de la Sala Electoral existe mucho que hacer, existe
mucho por razonar, existe mucho por analizar en esta resolución de la cual en primer prin-
cipio yo considero sano saludable que exista esta decisión de poderes y las resoluciones que
esté emitiendo la autoridad jurisdiccional, se está demostrando que no siempre se tiene la
razón…indudablemente que nosotros vamos a hacer el análisis, vamos a checar los alcances
y si también combina a los intereses de nuestra representada, también la vamos a recurrir…
lo anterior, no significa forzosamente que tenga que ser un asunto concluido respetamos
la equidad de género, el sentir el pensar de las autoridades jurisdiccionales pero el PRI se
conducirá por los términos legales y lo que beneficie mayor a los intereses de nuestra repre-
sentada” (Nava, 2013: 3).

El 26 de marzo del 2013 la Sala Unitaria Electoral Administrativa del Tribunal Su-
perior de Justicia del Estado de Tlaxcala (TSJE) acepta formalmente las impugna-
ciones que tramitaron los partidos Revolucionario Institucional (PRI),Verde Ecolo-
gista de México (PVEM) y de la Revolución Democrática (PRD) contra el acuerdo
que el Instituto Electoral de Tlaxcala (IET) aprobó para garantizar la equidad de
género en las candidaturas locales (Xochitotolt, 2013). Los juicios electorales se
radicaron con los números 131, 132 y 141/2013, fueron analizados y resueltos con
lo establecido en el artículo 40 de la Constitución federal, lo que marca la Constitu-
ción local, así como el Código de Instituciones y Procedimientos Electorales para el
Estado de Tlaxcala (CIPET) declaró a los medios, Pedro Molina Flores, presidente
de la instancia jurisdiccional.
La presión que ejercieron los partidos políticos para modificar el acuerdo CG
18/2013 que mandataba equidad de género en las candidaturas –en las elecciones
ordinarias de diputados/as locales, ayuntamientos y presidencias de comunidad,
respecto al número total de candidatos/as – fue exitosa pues la Sala Unitaria Elec-
toral Administrativa, del Tribunal Superior de Justicia del Estado modifica el acuer-
do CG 18/2013 (Xochitototl, 2013), relativo a los lineamientos de equidad de
género, que debían observar los partidos políticos y las coaliciones.

266
El 17 de abril el IET modifica el acuerdo CG18/2013 según el cual el 50% de
las candidaturas se tendrían que otorgar a mujeres con excepción de candidaturas
por consulta a las bases. A pesar de que la Sala Regional del Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ordenó al Instituto Electoral de Tlaxcala
(IET) modificar los lineamientos de equidad de género que se establecieron para el
proceso electoral ordinario del 2013, los partidos políticos tendrían que cumplir
con la postulación de mujeres en el 50 por ciento de sus candidaturas porque este
porcentaje no sufrió alteración alguna.7
El Consejo General del Instituto Electoral de Tlaxcala (IET) aprobó por una-
nimidad de votos el acuerdo CG 46/2013 con el objetivo de dar cumplimiento a
la resolución SDF-JRC-3/2013 que emitió el tribunal electoral federal para mo-
dificar el documento electoral CG18/2013 que autorizó el órgano comicial para
establecer los lineamientos de equidad de género que deberían cumplirse durante
la elección local.
En conclusión, resulta sintomático que el PRD, pese a ser pionero a nivel na-
cional en el planteamiento de las cuotas de género, se opuso al primer acuerdo del
IET en el 2013, posteriormente, cuando la paridad es operada es el único partido
que no la aplica y en el 2015 en el contexto del conflicto que nos ocupa plantea una
reforma legislativa para diseminar el poder representativo de los síndicos.

Algunas consideraciones preliminares


Es claro que con la llegada de mujeres a la gran mayoría de las sindicaturas en
Tlaxcala en el presente trienio, se registró un incremento de los conflictos entre
quiénes detentas la titularidad de la Presidencia Municipal y la titularidad de las
sindicaturas, lo cual, modificó la dinámica de las relaciones de poder al interior
del ayuntamiento municipal, generándose con ello circunstancias adversas para el

7
Las modificaciones fueron las siguientes: Se mantiene 50% de candidaturas para cada uno de los géneros,
salvo en aquellos casos en que las candidaturas sean producto de un proceso interno de consulta a las bases.
Sin embargo, se modifican algunos aspectos quedando de la siguiente manera (Xochitototl, 2013). En el caso
de las candidaturas a los ayuntamientos debe ser alternada, el presidente de un género, síndico de género
distinto, regidor del mismos género que el presidente y así de manera sucesiva para respetar el 50% entre
hombres y mujeres. Las candidaturas a diputados de mayoría relativa se definirán por fórmula completa de
propietario y suplente del mismo género, pero la resolución establece que 9 candidaturas serán de un género
y las otras 9 de un género distinto y para completar la fórmula que resta será integra de forma mixta, el pro-
pietario de un género y el suplente de otro. Para los diputados de representación proporcional, se señala que
se debe de contar con una lista alternada de fórmulas en la que se alcance la cuota del 50% de las candidaturas
del mismo género que prevé la legislación del Estado. En el caso de las presidencias de comunidad, también
opera el principio del 50% de candidaturas de cada uno de los géneros.

267
desempeño de las funciones encomendadas por la Ley a las síndicas: representación
legal del ayuntamiento, validación de la cuenta pública y resguardo de los bienes del
ayuntamiento (entre las más importantes).
En vía de hipótesis se puede plantear la resistencia de las estructuras de poder
de carácter patriarcal frente al binomio mujer y poder. Esto queda expresado, en
un primer momento, por los intentos de contra reforma del PRI y el PAN a los
acuerdos del IET a favor de la paridad política, y en un segundo momento, por la
iniciativa del PRD de modificar la Ley Municipal, sin responder a una necesidad
social, para incrementar el número de sindicaturas en los municipios. Iniciativa que
no tenía antecedentes en Tlaxcala, en un contexto caracterizado por tensiones de
diverso tipo.
La situación vivida por las síndicas en Tlaxcala es similar a la reportada por
Barrera (2011) para las síndicas del Estado de Veracruz: Bloqueo de su trabajo,
desconocimiento de su autoridad y falta de recursos para el desempeño de sus la-
bores, entre las más relevantes. Es importante hacer notar que, el PRD fue el único
partido que no cumplió con la paridad en las últimas elecciones municipales con el
argumento de haber realizado una consulta democrática en sus bases (procedimien-
to permitido por la Ley Municipal).
Hoy en día los ayuntamientos de Tlaxcala enfrentan diversos retos en mate-
ria administrativa y en relación a la construcción de una nueva cultura política.
En relación a los retos administrativos es urgente que los partidos políticos elijan
candidatos y candidatas que cumplan con los perfiles profesionales adecuados
que apuntalen las tareas asignadas a síndicos y síndicas por ley; una vez asumido
el cargo, es importante que las y los síndicos asistan permanentemente a cursos
de capacitación que les permita desarrollar con eficacia su encomienda; asimis-
mo, es necesario proveer a las sindicaturas de recursos financieros, humanos y
materiales. En relación a la construcción de una nueva cultura política en los
partidos políticos y ayuntamientos es necesario impulsar en Tlaxcala en próximos
comicios la paridad horizontal en los cargos de elección popular para democra-
tizar todos los cargos del ayuntamiento (presidente/a, síndico/a, regidores/as
y presidentes/as de comunidad) y así obtener la transformación real de todos
los órdenes de gobierno (Barrera, 2011), tal y como se comprometió el Estado
mexicano al firmar la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer (CEDAW).
Como ha señalado Anne Phillips, es necesario requerir la “política de la pre-
sencia”, es decir, la presencia de mujeres en cargos de decisión (Phillips, 1996)
como un acto básico de práctica democrática que coadyuve a la construcción de una
sociedad más inclusiva y justa.

268
Bibliografía
Acosta, José Octavio (2003). “La mujer en el gobierno local y el servicio civil de carrera”
en Dalia Barrera y Alejandra Massolo (coords.), Memoria del Primer Encuentro Nacio-
nal de Presidentas Municipales, México, Instituto Nacional de las Mujeres.
Barrera Bassols, Dalia (1998). “Mujeres gobernando municipios: un perfil” en Dalia Ba-
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Política, Democracia
y Procesos Electorales en México

se terminó de imprimir en el mes


de diciembre de 2015 en los talleres
de Impretlax, S.A. de C.V.
impretlax@prodigy.net.mx.

El tiraje consta de 500 ejemplares.

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