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REPÚ BLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DE EDUCACIÓ N CRISTIANA


INSTITUTO BIBLICO BETHEL
SEDE TUCACAS

LA IGLESIA LATINOAMERICANA

ESTUDIANTE: YUSMARIS DE ARÉ VALO

MARZO DE 2020
INTRODUCCIÓN

El Evangelio es la fuerza má s poderosa que impactó y guía mi vida y asi


como para mí ha sido algo grandioso esta investigació n me permite indagar
como está buena noticia llegó a Latinoamérica y a otras vidas; creyendo que
Dios influyó como arquitecto en el asunto.
CONTEXTO ACTUAL

Parte de América sigue siendo latina y cató lica, pero ahora también es
evangélica. Es oficial: la regió n latinoamericana ha pasado de ser
eminentemente cató lica a ser simplemente cristiana. El avance de la Iglesia
evangélica —o, de forma má s precisa, de las Iglesias evangélicas— supone
uno de los grandes desafíos para la influencia de Roma, que observa có mo una
creciente sangría de creyentes se va de sus filas.

El avance de la Iglesia evangélica en América Latina es una preocupació n


central desde hace tiempo en los pasillos del Palacio del Vaticano. Su rá pido
crecimiento supone un desafío mayú sculo, casi comparable al de la Reforma
del siglo XVI en Europa, y desde diferentes á mbitos se busca dar una
explicació n que arroje algo de luz sobre este fenó meno.En América Latina
hasta hace poco el cristianismo se asociaba con el catolicismo. La Iglesia
cató lica tuvo prá cticamente el monopolio de la religió n hasta la década de los
ochenta. Al catolicismo só lo lo desafiaban el anticlericalismo y el ateísmo.
Hasta ahora.

Hoy en día los evangélicos constituyen casi el 20% de la població n en


América latina, y en algunos países centroamericanos, está n cerca de ser la
mayoría. El tsunami evangélico que recorre toda América Latina, lejos de
amainar gana cada día má s adeptos a su causa y, a medida que se van
celebrando elecciones generales, consigue un mayor nú mero de diputados en
los parlamentos. Estas sedes son las que busca este credo para moralizar la
política, proteger la familia y los valores cristianos.

Los grupos evangélicos son un nuevo y potente actor en la vida pú blica


latinoamericana y se han propagado en cada país logrando una gran
influencia. Su poder crece día a día como contraataque a los movimientos
feministas, a las minorías sexuales y a la identidad de género, con un discurso
conservador, autoritario y retró grado. El evangelismo explota políticamente
su gran despliegue mediá tico, gracias a sus propias emisoras, canales de
televisió n y redes sociales, que deja en desventaja a los demá s candidatos del
sistema político, ayudadas de una gran capacidad econó mica ligado al aporte
de sus feligreses y a sus turbios negocios de blanqueo de capitales. Por ello el
evangelismo crece y alimenta a la ultraderecha impulsando su agenda
conservadora, a través de candidatos propios o entregando su apoyo a
quienes promuevan sus principios, definiendo el resultado de las elecciones y
presionando en la toma de decisiones.

¿CÓMO HA SIDO LA EXPANSIÓN TERRITORIAL DE LOS GRUPOS


EVANGÉLICOS?

La presencia evangélica en América Latina ya representa má s del 20% en


total. En México son má s del 10%, en Perú , Ecuador, Colombia, Venezuela,
Argentina y Panamá son alrededor del 15%, en Brasil, Costa Rica y Puerto
Rico se llega al 20% y en algunos países centroamericanos, como Guatemala,
Honduras y Nicaragua, se supera el 40%.

En Colombia el poder creciente del evangelismo se hizo particularmente


patente a raíz del resultado negativo del plebiscito sobre los acuerdos de paz
con las FARC en Colombia, celebrado en octubre de 2016, y má s
recientemente con motivo de las elecciones celebradas en México y Brasil, la
segunda y la primera economías del subcontinente respectivamente.

En el Chile de Pinochet (1973-1990), los evangélicos habían depositado


grandes esperanzas y confiaban en que ese país se convirtiera en el primero
de mayoría evangélica en América Latina, pero el crecimiento de ese credo se
ralentizó ante el avance de la increencia. Los evangélicos se aliaron en 2017
con dos candidatos de la derecha, Sebastiá n Piñ era y JoséAntonio Kant, y el
actual presidente Piñ era se apoya en asesores evangélicos. No obstante, en
Chile no han logrado influir ni en la toma de decisiones ni en las políticas
pú blicas. Pero está n creciendo poco a poco y hay que mirarlos con recelo.

ANÁLISIS DE SU ORIGEN Y ASENTAMIENTO.

En América Latina se pueden reconocer al menos tres grandes tendencias


evangélicas. En primer lugar, los protestantismos histó ricos, que llegaron a la
regió n en el siglo xix y quedaron circunscriptos a las comunidades de
migrantes, dada su poca vocació n o efcacia evangelizadora, pero tambien
debido a que la íntima vinculació n entre las naciones de América Latina y el
catolicismo se tradujo en una fuerte limitació n normativa y cultural a la
pluralizació n del campo religioso desde el punto de vista legal e institucional.
Los protestantismos histó ricos incluyen sobre todo a luteranos, metodistas y
calvinistas, y debe resaltarse que, a pesar de su debil expansió n demográ fca,
tuvieron inserciones culturales muchas veces privilegiadas y contribuyeron al
caldo de cultivo de un liberalismo político que luego se transformó en fuerte
compromiso social, y en apoyo a proyectos políticos de transformació n y
defensa de los derechos humanos en buena parte del continente.

En segundo lugar, está n las tendencias evangelicales originadas en Estados


Unidos, que llegaron a América Latina desde los inicios del siglo xx, con un
fuerte sentido misional y proselitista apuntalado en el literalismo bíblico.
Eran, en consecuencia, profundamente conservadoras en su rechazo a la
ciencia y a cualquier pretensió n de pluralismo religioso. Una parte de las
iglesias bautistas, presbiterianas y de los Hermanos Libres forman parte de
esta segunda camada de evangelicos. Estos grupos promovían una conciencia
de santifcació n entendida como apartamiento del mundo, que también era un
derivado del desarraigo social que caracterizaba a los misioneros que llegaban
a los distintos países con una exclusiva aspiració n: promover conversiones y
comunidades de nuevos cristianos. Con el correr del tiempo y con el
surgimiento de un cuadro pastoral local, algunas de estas corrientes
evolucionaron hacia una especie de pensamiento social que pudo conectar con
las preocupaciones má s progresistas de los protestantes histó ricos. En otros
casos, quizá s la mayoría, estas corrientes transformaron sus posiciones
sociales y políticas en otro sentido con la llegada, el crecimiento y la
adaptació n cultural de los distintos pentecostalismos latinoamericanos.

Los pentecostales conforman la tercera corriente de grupos evangélicos.


Esta rama del protestantismo se identifca por una posició n específca: la que
sostiene la actualidad de los dones del Espíritu Santo. ¿Que signifca esto? Esta
corriente reivindicó , desde su nacimiento a principios del siglo xx en el
Avivamiento espiritual de la calle Azusa, en la Iglesia Metodista Episcopal
Africana de California en 1906, hechos semejantes a los del Pentecostes
narrados en el Nuevo Testamento. En esas circunstancias, que tuvieron
replicas en algunos países europeos y en Chile, los cristianos evangélicos
tuvieron señ ales y manifestaciones del Espíritu Santo. Este ú ltimo, lejos de ser
una metá fora como solemos considerarlo desde una ló gica secularizada, es
una entidad con agencia en sus propios terminos: se manifesta en el cuerpo
como una presencia y hace que las personas hablen en lenguas desconocidas,
formulen profecías, sanen sus enfermedades, mejoren las relaciones
intrafamiliares y tengan éxito personal en la vida cotidiana. La reivindicació n
de la posibilidad de esa experiencia será la base tanto de la teología del
pentecostalismo como de su autonomizació n como rama evangelica y de su
infuencia posterior en otras ramas evangelicas. Tambien una parte del
catolicismo, nucleada en el seno del Movimiento de Renovació n Carismá tica
Cató lica (mrcc), acogería esas nociones.

Cabe destacar también que el impulso pentecostal se nutre de una larga


historia de corrientes protestantes que desafaban las posiciones teoló gicas
que, como las del propio Calvino, instauraron una separació n absoluta entre
los hombres y la divinidad; por eso es posible sostener que el pentecostalismo
representa un polo que busca reencantar el mundo frente al impulso
protestante clá sico que, al decir de Max Weber, lo desencantaba.

LOS PENTECOSTALISMOS

El crecimiento del pentecostalismo en América Latina es una variante


específca de un movimiento que ha mostrado en los ú ltimos 100 añ os una
inédita capacidad de globalizació n. El pentecostalismo produce conversiones
y masas de feles en China, Corea del Sur, Singapur, Filipinas y varios países del
continente africano. En todos estos casos, como en América Latina, se verifca
una constante: el movimiento posee una gran capacidad de vincular su
mensaje a las espiritualidades locales, así como de alentar formas de
organizació n, teología y liturgia fexibles, variadas y fá cilmente apropiables
con las que se disemina entre los má s diversos segmentos de població n de
distintos contextos nacionales.

A principios del siglo xx, una de las vías de difusió n del pentecostalismo fue
la migració n de creyentes que se desplazaban con su fe y las primeras
misiones organizadas que, desde diversos países, especialmente eeuu,
arribaron a casi todos los países del continente. Luego, desde las décadas de
1940 y 1950, continuaron las misiones, pero el pentecostalismo también se
desarrolló a partir de líderes locales que lo iban adaptando a la situació n
social y cultural endó gena. De esta forma, un pentecostalismo autó nomo, que
privilegiaba la salvació n terrenal y se basaba en la «cura divina», se
superponía al pentecostalismo originario, que enfatizaba la santifcació n y el
repudio del pecado. El pentecos- talismo en expansió n dialogaba con las
necesidades y creencias populares de una manera original, como ninguna
denominació n protestante lo hizo nunca, y de ahí su éxito diferencial. Hacia
los añ os 50, los pentecostales ya conformaban un contingente importante en
diversos países latinoamericanos.
Má s allá del porcentaje de població n que representaban, lo importante es
que en esa época, en cada uno de los países de la regió n, estaban dispuestos
los liderazgos y semilleros de líderes locales que conducirían el crecimiento
de las decadas posteriores. Pero en esa misma etapa tambien se incrementó la
presencia de misiones provenientes de eeuu por una transformació n
geopolítica decisiva para el rumbo de los pentecostales en América Latina: el
triunfo de la Revolució n China y el cierre a la evangelizació n de su inmensa
població n habilitaron un redireccionamiento de las vocaciones y las políticas
evangelizadoras hacia una América Latina tradicionalmente cató lica.

Hacia fines de los añ os 60 y comienzos de los 70, y capitalizando todos


estos antecedentes, comienza una tercera etapa en la que se generalizan dos
caminos de crecimiento pentecostal: el del llamado «neopentecostalismo» y el
de las iglesias autó nomas.

En lo que algunos investigadores y agentes religiosos llaman


neopentecostalismo, se exacerbaron rasgos del pentecostalismo clá sico, al
tiempo que se producían innovaciones teoló gicas, litú rgicas y
organizacionales. Se pluralizaron y ganaron fuerza las expresiones relativas a
la presencia del Espíritu Santo (se incrementó y sistematizó la apuesta por los
milagros) y a la fgura de los pastores como sujetos privilegiados capaces de
viabilizar esa bendició n. En ese contexto, surgieron dos articulaciones
teoló gicas claves: la «teología de la prosperidad» y la doctrina de la guerra
espiritual.

La «teología de la prosperidad», que polemizaba y antagonizaba con la


teología de la liberació n en un plano prá ctico, sostenía que si Dios puede curar
y sanar el alma, no hay razó n para pensar que no pueda otorgar prosperidad.
La bendició n es completa y la contraparte de ella era un paso que afrmaba y
profundizaba el de la oració n: el diezmo. El horror de analistas moldeados por
la cultura secular o de observadores cercanos al catolicismo, que santifca la
pobreza frente a la «mezcla» entre lo espiritual y lo econó mico, impedía
percibir que este aspecto de la oferta teoló gica pentecostal tiene muchos aires
de familia con la dimensió n sacrifcial que en los pueblos campesinos lleva a
ofrecer animales y cosechas a los dioses a cambio de prosperidad. Solo que,
como corresponde a la época del capitalismo, no puede materializarse de otra
forma que no sea a través del equivalente general de todas las mercancías: el
dinero.

La doctrina de la guerra espiritual, por su parte, introduce una ampliació n


y una variació n en la ló gica del bautismo en el Espíritu Santo que está en los
inicios del pentecostalismo. Si el pentecostalismo originario sostiene que lo
divino está en el mundo, la idea de guerra espiritual también incluye la
presencia del mal. De esta manera, el demonio deja de ser una metá fora para
convertirse en una fuerza espiritual encarnada que amenaza la salud, la
prosperidad y el bienestar, y esto da lugar a una concepció n de la expe- riencia
religiosa y de la liturgia en la que la expulsió n de distintos demonios resulta
central. Esta es, ademá s, una clave de la expansió n pentecostal, ya que esa
formulació n le permite reconocer la eficacia de las entidades espirituales de
otras religiones y, al mismo tiempo, denostarlas. Lo que otras religiones
combaten como superchería, la guerra espiritual lo combate como agencias
espirituales negativas, en consonancia con el marco interpretativo de los
destinatarios de su discurso.
CONCLUSIÓN
El Evangelio en Latinoamérica ha sido como una plantita en medio de un
terreno inmenso, inicio como algo pequeño pero a medida que han
transcurrido los años su expansión y alcance ha sido exponencial y sus
semillas se siguen esparciendo y dando más cosecha. Su influencia ha sido
tan grande que en algunos países como Brasil casi el 40% le sirve ha Cristo.
Particularmente en Venezuela se estimó en 2013 segun estadísticas de las
grandes organizaciones que el 20% de la población es evangélica aunque
sabemos que existe una gran cantidad de iglesias o grupos pequeños que no
están adscritos a ninguna de las grandes organizaciones cristianas por lo que
el porcentaje puede ser mucho mayor.

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