NATURALEZA DE LA
PERSONALIDAD
ESTUDIANTES:
DAYBER PEROZO
LUZ MEDINA
YUSMARY DE AREVALO
Marzo de 2020
INTRODUCCIÓN
¿QUÉ ES LA PERSONALIDAD?
Parece que estas respuestas conductuales tienen una función exploradora: cada
niño ensaya y prueba varias respuestas conductuales.
§ Avanzando en el tiempo, aquellos que observan al niño pueden ver que empieza
a practicar respuestas conductuales específicas bastante consistentes en situaciones
di- ferentes.
1. para llamar la atención sobre el hecho de que estas conductas y actitudes surgen
de una compleja interacción entre disposición biológica y experiencias aprendidas;
Continuidad sindrómica.
El temperamento, por otro lado, puede ser considerado como una parte
biológicamente determinada de la personalidad. Cada niño se incorpora al mundo con
un patrón distintivo de tendencias de respuestas y de sensibilidades. Desde siempre,
las enfermeras han observado que los niños son distintos desde el momento en que
nacen. Los padres, y particularmente las madres, son capaces de observar distintas
diferencias en los sucesivos hijos. Por ejemplo, algunos niños tienen ciclos predecibles
de hambre, eliminación y sueño, mientras que otros niños son mucho menos rítmicos
en estos procesos. Algunos niños maman vigorosamente al nacer, mientras que otros
deben ser ayudados. Algunos niños son tensos, mientras que otros parecen relajados y
felices. Finalmente, algunos niños son enérgicos, mientras que otros son letárgicos.
Puede parecer que estas diferencias en los patrones de conducta sean más función
de factores biológicos que de factores ambientales. En otras palabras, estos patrones
de conducta parecen ser biogeneticos porque se manifiestan antes de que la
experiencia del aprendizaje posnatal pueda influir en ellos. Este fundamento
biogenético del desarrollo de la personalidad será referido como temperamento. El
temperamento es definido más comúnmente como el material biológico en bruto desde
el cual la personalidad finalmente emerge. Se puede decir que incluye el sustrato
neurológico, endocrinológico y aun bioquímico desde el cual la personalidad
comenzará a formarse.
Uno de los dilemas más comunes al que se enfrentan los estudiantes de las
profesiones relacionadas con la salud mental se refiere a la determinación y
diferenciación de la conducta normal y anormal.
2. Las percepciones características del individuo de sí mismo y del entorno son fun-
damentalmente constructivas.
3. Los patrones de conducta manifiesta del individuo tienen efectos perniciosos para
la salud.
2. Una tendencia a fomentar círculos viciosos. Por supuesto, todos los individuos
tienden a intentar manipular su ambiente para recibir refuerzos y evitar el castigo. Lo
que distingue a los patrones de personalidad anormal del normal no es solamente la
inapropiado rigidez y uniformidad en las estrategias de afrontamiento, sino también la
tendencia de esas estrategias a pro- vocar o poner en marcha nuevas conductas
autofrustrantes. Así, los patrones de personalidad anormal son, en y por si mismos,
patogénicos, porque intensifican las dificultades preexistentes.
Los mecanismos específicos por los cuales los factores maternos prenatales
pueden afectar el desarrollo de la personalidad del niño no están aclarados. Aun así,
muchos estudiosos de la personalidad aceptan que estos factores influyen en la
formación tanto de personalidades sanas como en la de los diferentes trastornos de la
personalidad. Es muy posible que el fenómeno del temperamento descrito
anteriormente esté muy determinado por los factores matemos prenatales.
Quizá la función y estructura límbica en el feto se vea afectada no solamente por los
agentes químicos exógenos que la madre pueda consumir, sino también por enzimas
endógenas polipéptidos y hormonas producidas por la madre (Brown y Wallace, 1980;
Weil, 1974).
Factores bioambientales
En algunos casos, los factores biológicos están tan entrelazados con los factores
ambientales que su interacción viene a crear otro grupo de factores capaces de influir
en el desarrollo de la personalidad. Estos factores se denominan bioambientales. El
factor ambiental más obvio y convincente está representado por el proceso de
desarrollo neuropsicológico.
Sin embargo, para comprender este tema de forma más completa podemos
considerar la nutrición desde una perspectiva más amplia que no únicamente
refiriéndonos a las proteínas, grasas, carbohidratos, vitaminas y otros factores
metabólicos. En lugar de eso, hay que reconocer que el desarrollo neurológico también
depende de otro tipo de nutrición, que viene dada por las experiencias vividas.
Rapaport (1958) acuñó el término nutrición de estímulos para referirse al proceso por el
cual los estímulos ambientales pueden ejercer una influencia sobre la composición
bioquímica y la anatomía funcional de las vías neurológicas cerebrales. Ha quedado
establecido en diversos estudios que los organismos que están en proceso de
maduración deben recibir estímulos nutricionales adecuados en los períodos
apropiados de crecimiento para conseguir un desarrollo apropiado (Harlow, 1963;
Kovach, 1970; Thompson y Grusec, 1970).
Numerosos teóricos del desarrollo tales como Heinz Wemer (1940) y Jean Piaget
(1956), e incluso Sigmund Freud (1957) y Erik Erikson (1950), han basado sus teorías
del desarrollo sobre la noción de períodos «sensibles» de crecimiiento y maduración.
Basado en estos fundamentos, Millon (1969) ha desarrollado una teoría de las etapas
de crecimiento neurológico que enfoca el desarrollo como moldeado por estímulos
nutricionales durante las etapas importantes del crecimiento neurológico (véase Millon,
1969, 1981). La noción de que existen períodos «sensibles» del desarrollo neurológico
sostiene que existen períodos limitados de tiempo durante los cuales son necesarios
estímulos particulares para el total desarrollo madurativo. Además, si estos estímulos
son experimentados antes o después de estos períodos sensibles o si el estímulo
nutricional es inadecuado o excesivo, es probable que ocurran disfunciones o
desarrollo inadecuado.
Factores ambientales
La ley del efecto de Thorndike nos ayuda en la comprensión de los dos primeros
procesos del aprendizaje patológico. Thomdike demostró que la conducta que es
seguida por una recompensa tenderá a aumentar. Usando esta perspectiva, podemos
entender cómo las personas proceden de una manera desadaptativa y autofrustrante:
porque tales conductas (aunque autofrustrantes a largo plazo) de algún modo
recompensan al individuo, usualmente en el corto, plazo inmediato. En algunos casos,
la conducta desadaptativa resulta en algún refuerzo positivo (definido como la suma de
los estímulos recompensadores). Por ejemplo, hacer trampa en un examen puede
incrementar la nota del estudiante en un examen específico, pero finalmente no
ayudará a este estudiante a aprender los conocimientos que desea.
Esta conducta es desadaptativa porque, aunque a corto plazo haya servido, a largo
plazo le perjudicará. En otros casos, algunas conductas desadaptativas pueden
producir un refuerzo negativo (definido como la supresión de los estímulos
indeseables). Por ejemplo, mentir o negar responsabilidades respecto a las propias
acciones puede evitar el castigo, pero puede tender a inhibir el aprendizaje del indi-
viduo de cómo aceptar las responsabilidades «adultas». En estos casos, la conducta
desadaptativa aumentará porque el resultado será una consecuencia anhelada (el logro
de una recompensa o la des- aparición de un estímulo indeseable).
Una premisa básica de este texto es que los procesos de desarrollo temprano son
más significativos en la formación de la personalidad que las experiencias más tardías.
De acuerdo con Millon (1981): «Las experiencias tempranas no solamente son fijadas
más penetrante y fuertemente, sino que sus efectos tienden a persistir y son más
difíciles de modificar que los efectos de las experiencias más tardías». Esta conclusión
está basada en dos suposiciones: 1) que los fundamentos biológicos de la personalidad
son construidos tempranamente en la vida y son más difíciles de modificar en la vida
posterior, y 2) que las influencias ambientales sobre la personalidad que son
aprendidas tempranamente en la vida son también más difíciles de modificar
comparadas con otras experiencias aprendidas.
Aunque los sustratos biológicos pueden definir los límites del desarrollo de la
personalidad en un sentido grosero, el aprendizaje debe asumir la responsabilidad de
la formación definitiva de la personalidad humana. Tal como la entendemos,
McCIelland (1951) ha postulado que las experiencias de aprendizaje tempranas en la
infancia son únicas cuando las compararnos con las experiencias de aprendizaje
posterior. Postula que los acontecimientos de la vida temprana son experimentados en
tal forma que los hacen difíciles de reproducir y, por tanto, resistentes a la extinción. .
Así, puesto que las influencias tempranas sobre el desarrollo de la personalidad:
1) pueden ocurrir durante las etapas prenatal y posnatal del desarrollo neuronal y
sirven para construir una red de sustratos neuronales, y
Esto no quiere decir que todos los individuos muestren consistencia en los mismos
aspectos de la conducta. Las investigaciones han demostrado que los individuos
difieren en el grado en que su conducta es estable y consistente (Endler y Magnusson,
1976; Epstein, 1979). Las evidencias indican que los individuos exhiben estabilidad y
consistencia solamente en ciertas características, esto es, algunos rasgos serán
extremadamente resistentes al cambio, mientras que otros no. Además, estos rasgos
variarán entre los individuos. Por lo tanto, podemos concluir que cada individuo posee
un grupo pequeño y distinto de rasgos propios que persisten y duran en el tiempo.
Estos rasgos estables y consis- tentes, son los que mencionamos cuando hablamos de
personalidad.