Está en la página 1de 24

Revista de Psicología del Trabajo y de las

Organizaciones
ISSN: 1576-5962
revistas_copm@cop.es
Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid
España

EINARSEN, STALE; JOHAN HAUGE, LARS


Antecedentes y consecuencias del acoso psicológico en el trabajo: una revisión de la literatura
Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, vol. 22, núm. 3, 2006, pp. 251-273
Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid
Madrid, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=231317121002

Cómo citar el artículo


Número completo
Sistema de Información Científica
Más información del artículo Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal
Página de la revista en redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones - 2006
Volumen 22, n.º 3 - Págs. 251-273. ISSN: 1576-5962

Artículo
Antecedentes y consecuencias del acoso psicológico en el
trabajo: una revisión de la literatura

Antecedents and consequences of workplace mobbing: a


literature review
STALE EINARSEN1
LARS JOHAN HAUGE1
Fecha de Recepción: 04-10-06 Fecha de Aceptación: 27-10-06

RESUMEN

El presente artículo revisa y resume la investigación y la literatura sobre el concepto de


acoso psicológico en el trabajo, su naturaleza, consecuencias, y antecedentes. El acoso psi-
cológico en el trabajo hace referencia a conductas negativas continuadas que son dirigidas
contra uno o varios empleados por sus superiores y/o colegas. Alrededor del 1-10% de los
trabajadores están expuestos a comportamientos de acoso. El acoso puede conducir a pro-
blemas emocionales y psicosomáticos, a un menor bienestar en las víctimas, y a un incre-
mento en el absentismo y la rotación en las organizaciones. Se han propuesto como posibles
antecedentes del acoso psicológico en el trabajo desde las características de personalidad
hasta los factores organizacionales. Se ha encontrado que los individuos introvertidos, neu-
róticos y sumisos tienen mayor probabilidad de ser acosados. Se han investigado una
amplia variedad de posibles estresores del entorno laboral en relación con el acoso psicoló-
gico, siendo las deficiencias en el liderazgo y el diseño del trabajo los factores que propi-
cian el acoso. Del mismo modo, existe una atención creciente hacia los cambios en la natu-
raleza del trabajo, donde los cambios organizacionales y el incremento de la incertidumbre
han sido estudiados en relación con el acoso. Aunque se necesita mayor investigación en
esta área, existe suficiente evidencia para afirmar que la mayoría de las organizaciones
deberían esforzarse en la prevención y el manejo de este problema.

1 University of Bergen, Norway.

Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3 251
Antecedentes y consecuencias del acoso psicológico en el trabajo: una revisión de la literatura

ABSTRACT

This paper reviews and summarizes literature on the concept of workplace mobbing, its
nature, antecedents, and consequences. Mobbing in the workplace concerns repeated and
enduring negative actions directed against an employee by his/her supervisors or colleagues.
Between 1 and 10 percent of employees are typically subject to mobbing behaviour.
Mobbing may lead to an individual’s reduced well-being and emotional and psychosomatic
problems along with increased absenteeism and turnover for organizations. Factors ranging
from personality traits to organizational factors have been hypothesized as possible
antecedents of mobbing. Individuals who are introverted, neurotic, and submissive have
been found more likely to become targets of mobbing. A variety of possible stressors in the
work environment have been investigated in relation to mobbing, and deficiencies in
leadership behaviour and work design have been argued to be conducive to mobbing
behaviour. Growing interest has also been paid to the changing nature of work, where
organizational changes and increasing uncertainty have been studied in relation to mobbing.
Although further research is needed in this field, there enough evidence has cumulated as to
advocate that most organizations must involve in the prevention and management of this
problem.

PALABRAS CLAVE

Acoso psicológico en el trabajo, Hostigamiento, Salud,


Entorno de trabajo, Revisión.

KEY WORDS

Workplace Mobbing, Harassment, Health, Work


Environment, Literature Review.

252 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3
S. Einarsen, L. J. Hauge

INTRODUCCIÓN EL CONCEPTO DEL ACOSO


PSICOLÓGICO EN EL TRABAJO
Durante los años noventa, el concepto
de acoso psicológico en el trabajo (mob- El acoso psicológico en el trabajo hace
bing) se ha establecido entre la comuni- referencia a conductas negativas continua-
dad académica europea como una des- das que son dirigidas contra uno o varios
cripción adecuada de un serio e impor- empleados por sus superiores y/o colegas.
tante estresor social en la vida laboral Estas acciones, no deseadas por las vícti-
actual (Hoel, Rayner y Cooper, 1999). A mas, pueden ser realizadas deliberadamen-
pesar de que las tasas de prevalencia del te o intencionadamente, causando humilla-
acoso psicológico varían entre países, ción, ofensa y estrés tanto en las víctimas
industrias y métodos de evaluación como en las personas que lo presencian, e
(veáse Cowie, Naylor, Rivers, Smith y interferir en el rendimiento laboral, y cau-
Pereira, 2002), los distintos estudios sar un ambiente negativo en el trabajo
informan de prevalencias entre 1-10% (Einarsen y Raknes, 1997). En los prime-
(Zapf, Einarsen, Hoel y Vartia, 2003). ros trabajos en la materia, Brodsky (1976)
Se han acuñado distintos términos y describió este fenómeno como los intentos
conceptos para describir las situaciones repetidos y persistentes de un individuo de
en las que superiores, subordinados y atormentar, desgastar, frustrar o conseguir
compañeros de trabajo sistemáticamente una reacción de otro individuo, mediante
hostigan o acosan a otros empleados; una trato que continuamente provoca, pre-
como “el terror psicológico” (Leymann, siona, asusta, intimida o causa la incomo-
1990), “chivo expiatorio” (Thylefors, didad de otro individuo en el trabajo. El
1987), “abuso en el trabajo” (Bassman, mobbing puede presentarse en formas
1992), “comportamientos incívicos” explicitas mediante ataques físicos o ver-
(Andersson y Pearson, 1999), y “perse- bales, aunque también puede ser más dis-
cución” (Olweus, 1994). Sin embargo, creto y sutil, como la exclusión o el aisla-
“mobbing” parece ser el término preferi- miento de la víctima del grupo (Einarsen,
do en Europa (Zapf, Knorz, y Kulla, Raknes y Matthiesen, 1994; Leymann,
1996), mientras que “bullying” es el tér- 1996; Zapf et al., 1996). Las definiciones
mino más empleado en Reino Unido de acoso enfatizan la exposición a com-
(Adams, 1992). “Hostigamiento” (Bro- portamientos agresivos repetidos y dura-
dsky, 1976) y “abuso emocional” deros, siendo percibidos como hostiles por
(Keashly, 1998) han sido utilizados en otros miembros de la organización (Einar-
Canadá y EEUU de forma análoga al sen y Skogstad, 1996; Zapf et al., 1996).
mobbing. De esta forma, el acoso no se refiere a
actos únicos y aislados, sino más bien a
El objetivo del artículo es presentar el comportamientos que son persistentes y
concepto de mobbing tal y como es utili- repetidos, dirigidos hacia una o varias per-
zado actualmente por los investigadores sonas por un individuo o por un grupo.
europeos y describir sus posibles antece- Episodios aislados como asignar tareas
dentes. Adicionalmente revisaremos los por debajo de las propias competencias, el
hallazgos empíricos sobre los efectos del ser víctima de bromas por parte de los
acoso psicológico, tanto para las víctimas compañeros ocasionalmente, o el que los
como para las organizaciones. compañeros no te avisen para almorzar

Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3 253
Antecedentes y consecuencias del acoso psicológico en el trabajo: una revisión de la literatura

con ellos, pueden ser vistos como aspectos nados son las víctimas, lo que nuevamente
cotidianos de la vida laboral y no como indica la existencia de desequilibrios de
acoso psicológico. Sin embargo, las con- poder entre las personas implicadas
ductas citadas pueden convertirse en actos (Einarsen et al., 1994; Leymann, 1996;
de acoso cuando ocurren de manera siste- Zapf et al., 1996). Por lo tanto, una vícti-
mática durante un periodo de tiempo pro- ma de acoso es insultada, maltratada y
longado, dando lugar a un ambiente de ridiculizada, que además percibe que tiene
trabajo desagradable y hostil para aquel pocos recursos para responder y hacer
que lo padece (Salin, 2003b). Aunque los frente a estos comportamientos (Brodsky,
actos aislados de agresión y hostigamiento 1976).
pueden ocurrir bastante a menudo en la
interacción diaria en los lugares de traba- El mobbing no es un fenómeno, sino
jo, se ha observado que existe una fuerte un proceso escalar gradual. Einarsen
relación con una disminución en el bienes- (1999) clasificó el proceso de acoso en
tar y la satisfacción laboral si estas con- cuatro etapas; comportamientos agresi-
ductas tienen lugar con regularidad (Einar- vos, acoso, estigmatización y trauma
sen, Hoel, Zapf y Cooper, 2005). A pesar severo. En un principio, los comporta-
de que no existe un criterio de corte claro, mientos agresivos pueden ser sutiles e
la exposición a las conductas negativas indirectos, por lo que son difíciles de
durante aproximadamente seis meses y reconocer y afrontar. Posteriormente, la
una vez a la semana ha sido utilizado víctima puede ser expuesta a formas más
como una definición operativa para dife- directas, mediante las cuales es humilla-
renciar entre los casos severos de acoso da, ridiculizada y aislada cada vez más.
laboral y la exposición al mismo de forma La consiguiente estigmatización hace que
menos intensa, visto como una forma de para la víctima sea más difícil defender-
estrés social en el trabajo (Einarsen, Hoel, se, ya que la imagen de ser una “persona
Zapf y Cooper, 2003). Las víctimas de problemática” se ha instalado entre sus
acoso a menudo encuentran dificultades compañeros y superiores. Al final del
para defenderse durante el desarrollo del proceso de acoso, a menudo la víctima
proceso, lo que implica una diferencia de padece una amplia gama de síntomas de
poder, ya sea real o percibido, entre las estrés, donde los periodos prolongados de
partes (Einarsen, 2000). Las diferencias de baja por enfermedad son necesarios para
poder pueden incluir la mayor envergadu- intentar hacer frente a la situación (Einar-
ra física, una posición más consolidada en sen et al., 1994). En las últimas fases, es
la organización, o el número de compañe- probable que ni la dirección ni los com-
ros que te apoyan (Bowling y Beehr, pañeros ofrezcan apoyo a las víctimas,
2006). El conocimiento de los “puntos sino que cuestionen el papel de las mis-
débiles” de la otra persona también puede mas en la situación, culpándoles de su
ser una fuente de poder en los escenarios propia desgracia (Leymann, 1996). La
de acoso, y ayudar al acosador a explotar falta de apoyo en el ambiente de trabajo
desigualdades percibidas y déficits de se confirma en un estudio que muestra
poder en la personalidad de la víctima o que las víctimas de acoso a menudo
en su rendimiento laboral (Einarsen, aconsejan a otras víctimas que abandonen
1999). En numerosos casos el supervisor su organización y busquen apoyo en otro
es el acosador, mientras que los subordi- lugar (Zapf y Gross, 2001).

254 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3
S. Einarsen, L. J. Hauge

En base a las características descritas, ten o se desarrollan desequilibrios de


se ha propuesto la siguiente definición de poder, tales situaciones pueden convertirse
acoso psicológico en el trabajo; “hostigar, en acoso. Según se intensifica el proceso
ofender, excluir socialmente a alguien o de acoso, y aumenta la estigmatización de
interferir negativamente en sus tareas las víctimas, es posible que el trato sea
laborales. Para concebir una acción como aún peor. Al final, pueden incluso ocurrir
acoso psicológico (o mobbing) esta debe episodios de violencia y abuso físico.
ocurrir regularmente (semanalmente) y
durante un prolongado periodo de tiempo
(por lo menos seis meses). El acoso es un EFECTOS INDIVIDUALES Y
proceso gradual, durante el cual la perso- ORGANIZACIONALES DEL ACOSO
na, desde una posición inferior, se con- PSICOLÓGICO
vierte en el objetivo de comportamientos
sociales negativos de forma sistemática. Se ha prestado mucha atención a los
Un conflicto no puede ser entendido como efectos derivados de la exposición al
una situación de acoso si se trata de un acoso psicológico, siendo considerado el
único incidente aislado o si ambas partes mobbing como la fuente principal de
en conflicto tienen una “fuerza similar” estrés social en el trabajo, y un problema
(Einarsen et al., 2003, p. 15). más devastador para los empleados afec-
tados que los demás estresores laborales
Einarsen (1999) sugiere dos amplias juntos (Einarsen y Mikkelsen, 2003;
categorías de los tipos del acoso. En el Niedl, 1996; Zapf et al., 1996). Un amplio
mobbing depredador, la persona objeto de número de estudios han mostrado que el
acoso no ha hecho nada que provoque el acoso psicológico puede conducir a gra-
comportamiento del acosador. Por el con- ves problemas emocionales, psicosomáti-
trario, el acosador está demostrando poder cos y psiquiátricos en las víctimas (Einar-
o explotando las posibles debilidades sen, Matthiesen y Skogstad, 1998; Mik-
sociales, organizacionales o personales de kelsen y Einarsen, 2002; O’Moore, Seig-
un individuo, que se muestra incapaz de ne, McGuire y Smith, 1998; Vartia,
resistir o responder a los ataques directos 2001). Entre los problemas más frecuen-
o indirectos. El segundo tipo de acoso, el tes se encuentran los síntomas de estrés
mobbing relacionado con alguna disputa, (Vartia, 2001), la irritabilidad (Niedl,
ocurre como resultado de los conflictos 1996), el deterioro de la salud mental
interpersonales, en el que la víctima y el (Zapf et al., 1996), la depresión (Mikkel-
acosador interactúan en una espiral de sen y Einarsen, 2001), la ansiedad (Niedl,
conflictos que van creciendo en intensidad 1996), e incluso síntomas de estrés pos-
(Einarsen, 1999; Zapf y Gross, 2001). En traumático (TEPT) (Mikkelsen y Einar-
los ambientes sociales donde no se mane- sen, 2002). Esto último hace referencia a
jan constructivamente los conflictos, la los efectos a largo plazo experimentados
frustración y los desacuerdos entre los por las víctimas de acontecimientos trau-
individuos pueden intensificarse y derivar máticos. Los síntomas característicos del
en encarnizados conflictos personales, trastorno por estrés postraumático inclu-
donde el objetivo último para las partes yen, entre otros; recuerdos dolorosos del
implicadas es machacar y destruir al opo- evento traumático, evitación persistente
nente (van de Vliert, 1998). Cuando exis- de situaciones que recuerden la experien-

Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3 255
Antecedentes y consecuencias del acoso psicológico en el trabajo: una revisión de la literatura

cia vivida, e hiperactivación manifestada asociación entre el acoso psicológico y el


en problemas como dificultades de sueño absentismo por enfermedad han encontra-
y concentración (American Psychiatric do que la relación entre ambas variables
Association, 2000). Un estudio danés es débil (Hoel y Cooper, 2000; Vartia,
entre 118 víctimas de acoso mostró que el 2001). Sin embargo, un estudio longitudi-
76% presentaba síntomas de TEPT (Mik- nal realizado entre 5500 trabajadores de
kelsen y Einarsen, 2002), resultados que un hospital finlandés mostró que las vícti-
son apoyados por Matthiesen y Einarsen mas de acoso tenían un 1,5 mayor riesgo
(2004) en una investigación con 102 vícti- de tener una enfermedad certificada por
mas noruegas de acoso, y por Leymann y un medico durante el siguiente año de
Gustafsson (1996), en un estudio realiza- padecer mobbing, comparados con sus
do con 64 víctimas. El estudio de Ley- compañeros (Kivimäki, Elovainio y Vah-
mann y Gustafsson, reveló que las vícti- tera, 2000). El aumento en los problemas
mas mostraban síntomas de TEPT incluso de salud como resultado de la exposición
cinco años después de que el acoso hubie- al acoso, también pueden afectar a la
ra tenido lugar. Además, un estudio con satisfacción en el trabajo, a la productivi-
una muestra de enfermeras auxiliares no- dad, y aumentar el número de ausencias
ruegas mostró que aquellas que informa- (Hoel et al., 2003).
ron haber estado expuestas al acoso, indi-
caron mayores niveles de burnout, peor Actualmente, la rotación en el trabajo
satisfacción laboral, y menor bienestar es la consecuencia organizacional que
psicológico comparados con otras enfer- mayor atención ha recibido en la investi-
meras no acosadas (Einarsen et al., 1998). gación sobre mobbing, con distintos estu-
Debido al grado de estrés social que pro- dios que muestran que tanto las víctimas
voca el mobbing, los acontecimientos como los testigos de acoso tienen mayor
traumáticos resultantes de la experiencia intención de abandonar su organización
de acoso pueden ocupar los pensamientos (Hoel y Cooper, 2000), y que un gran
de las víctimas, causando una percepción número de víctimas han dejado sus traba-
negativa de sí mismas, de los demás y del jos (Rayner, 1997). Se han ofrecido dis-
mundo en general, y con frecuencia deri- tintas explicaciones a la relación entre
var en problemas de sueño y en una mobbing y la rotación laboral. Dejar la
amplia variedad de otros síntomas psico- organización puede ser una estrategia de
lógicos y somáticos (Mikkelsen y Einar- afrontamiento ya que aleja a los indivi-
sen, 2002; Zapf y Einarsen, 2005). duos expuestos de la fuente del problema
(Zapf y Gross, 2001). Algunos pueden
Algo menos de atención se ha prestado abandonar sus empleos por desesperación
a las posibles consecuencias organizacio- o como resultado de problemas de salud
nales del acoso psicológico, a pesar de prolongados (Einarsen et al., 1994).
que los costes de dichos comportamientos Otros pueden ser expulsados o forzados a
se han relacionado con un incremento en salir de su organización contra su volun-
el absentismo y la rotación, así como con tad (Leymann, 1996; Zapf y Gross,
una menor productividad tanto para las 2001), como táctica para deshacerse de
víctimas como para los grupos de trabajo empleados considerados improductivos o
donde tiene lugar (Hoel, Einarsen y Coo- inadecuados, evitando así pagar los cos-
per, 2003). Los estudios que exploran la tes asociados al despido (Einarsen et al.,

256 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3
S. Einarsen, L. J. Hauge

1994; Lee, 2000). Los motivos persona- ANTECEDENTES DEL ACOSO


les para permanecer en el puesto de tra- PSICOLÓGICO EN EL TRABAJO
bajo, como el deseo de venganza, o la
esperanza de justicia y la creencia en que Se han propuesto una amplia variedad
el problema se resolverá (Kile, 1990), de factores como posibles antecedentes
pueden ser una de las razones que expli- del acoso psicológico en el trabajo, desde
quen la débil relación existente entre el las características de personalidad hasta
acoso psicológico y la rotación laboral los factores organizacionales (p. ej.
(Hoel et al., 2003). Además, los cambios Coyne, Seigne y Randall, 2000; Einarsen
del mercado laboral, la falta de movili- et al., 1994; Hoel, Zapf y Cooper, 2002;
dad, y las dificultades para encontrar un Zapf, 1999). Se han presentado anteceden-
nuevo empleo pueden evitar que las vícti- tes en distintos niveles explicativos,
mas abandonen sus trabajos (Tepper, dependiendo de si centran la atención en
2000). el comportamiento del acosador o en las
percepciones y reacciones de la víctima
La disminución de la satisfacción labo- (Einarsen et al., 2003). Einarsen (2000)
ral, la motivación en el trabajo, y el com- sugiere tres modelos causales que se cen-
promiso organizacional también pueden tran en la personalidad de la víctima y del
causar una reducción en el rendimiento y acosador, en las características inherentes
la productividad. Aunque la información a las interacciones humanas en las organi-
existente sobre la relación entre el acoso y zaciones, y en el clima y el ambiente orga-
la productividad es anecdótica, probable- nizacional específicos de una empresa o
mente debido a las dificultades a la hora departamento. Adicionalmente, algunos
de medir la productividad, (Hoel et al., autores han considerado el posible papel
2003), existen algunos estudios al respec- de los factores sociales como antecedentes
to. En un estudio noruego, el 27% de los del acoso (Einarsen et al., 2003; Hoel y
participantes se mostró de acuerdo con la Cooper, 2001).
afirmación “el acoso psicológico en mi
trabajo reduce nuestra eficacia” (Einarsen
et al., 1994), mientras que un estudio bri- ANTECEDENTES INDIVIDUALES
tánico posterior encontró que el 32,5% DEL MOBBING
estaban de acuerdo con la misma oración
(Hoel y Cooper, 2000). Considerando que Explorar los antecedentes del acoso en
el acoso puede durar años, que el trabaja- las víctimas y sus acosadores ha sido una
dor percibe un salario sin tener una tarea cuestión polémica en la investigación, ya
concreta y que durante largos periodos se que desde esta perspectiva se puede culpar
encuentra de baja por enfermedad, Ley- a la víctima o hacer una “caza de brujas”
mann (1990) estimó que los costes por (Zapf y Einarsen, 2003, 2005). Se ha
cada caso de acoso se situaban entre los encontrado que las víctimas de acoso se
30.000 y los 100.000 dólares estadouni- caracterizan por una baja autoestima, altos
denses. Sin olvidar los costes humanos niveles de ansiedad en situaciones socia-
asociados, existen razones financieras para les, tendencia a evitar los conflictos, y ser
creer que sería sensato combatir el acoso más reactivos emocionalmente que las no-
psicológico en el trabajo (Hoel et al., víctimas (Einarsen et al., 1994; O’Moore
2003). et al., 1998; Zapf, 1999). Del mismo

Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3 257
Antecedentes y consecuencias del acoso psicológico en el trabajo: una revisión de la literatura

modo, se ha visto que las personas intro- en si estas características deben ser consi-
vertidas, meticulosas, neuróticas, y sumi- deradas causas del mobbing o si por el
sas tienen mayor probabilidad de ser aco- contrario son resultado del proceso de
sados (Coyne et al., 2000). Basándose en acoso (Hoel y Cooper, 2001; O’Moore et
entrevistas y estudios de caso, Brodsky al., 1998). El debate acerca de los rasgos
(1976) describió a las personas que son de personalidad como antecedentes del
objeto de acoso como estrechos de mente, acoso psicológico seguramente continuará
con una visión poco realista tanto de sus hasta que se lleve a cabo un estudio longi-
propias capacidades y recursos, como de tudinal sobre esta cuestión (Coyne et al.,
las demandas de sus tareas de trabajo. 2000).
Aquellos con un auto-concepto muy posi-
tivo pueden ser percibidos por sus compa- Sin embargo, un estudio noruego reali-
ñeros de trabajo como condescendientes zado entre 72 víctimas de acoso y un
(Einarsen, 1999). En este sentido, los indi- grupo similar de 72 personas que no ha-
viduos que violan las expectativas, moles- bían sido expuestas al acoso encontró,
tan a los demás, infringen las normas mediante análisis de cluster, dos grupos de
sociales, pueden elicitar comportamientos víctimas. El primero estaba compuesto por
agresivos en los demás, y aumentar así la el 64% (n=46) de la muestra de víctimas,
probabilidad de padecer conductas de que no presentaba diferencias con el grupo
acoso (Felson, 1992). Sin embargo, son control. El segundo cluster comprendía al
pocas las víctimas que se muestran de 36% (n=26) de las víctimas, que eran
acuerdo en que sean la causa del acoso, y menos extrovertidos, simpáticos, y con-
por el contrario suelen señalar la difícil cienzudos, que las víctimas del primer
personalidad del acosador (O’Moore et al., grupo y del grupo control. Del mismo
1998) y la envidia hacia ellos como las modo, los sujetos del segundo grupo pun-
razones principales del acoso psicológico tuaron más bajo en estabilidad emocional
(Björkqvist, Österman y Hjelt-Bäck, 1994; y en apertura a la experiencia, lo que nos
O’Moore et al., 1998; Vartia, 1996). indica que estas víctimas eran más neuró-
ticas, y menos flexibles mentalmente y
Leymann (1996) se opuso enérgica- creativos. Por lo tanto, la mayoría de las
mente a la idea de que la personalidad de víctimas mostraba bastante semejanza con
un individuo predisponga a convertirse en el grupo de no-víctimas en cuanto a perso-
objeto de comportamientos de acoso. El nalidad (Glasø, Matthiesen, Nielsen y
comportamiento neurótico y a menudo Einarsen, en prensa). De forma similar, un
obsesivo de muchas víctimas debería ser estudio noruego entre 85 personas que
entendido como una respuesta natural a habían sido o eran víctimas de acoso, utili-
una situación anormal, y los cambios en la zando el MMPI-2, reveló puntuaciones
personalidad de las víctimas como una elevadas en el perfil de personalidad, indi-
consecuencia de haber estado expuestos a cando una amplia gama de trastornos en
la experiencia traumática del mobbing términos de personalidad y problemas psi-
(Leymann y Gustafsson, 1996). Afirmar quiátricos. De nuevo, la investigación
que la ansiedad y la baja autoestima son indicó que las víctimas podían ser dividi-
características de personalidad típicas de das en distintos subgrupos con diferentes
muchas víctimas de acoso es probable- personalidades; el grupo “seriamente afec-
mente indiscutible. La controversia radica tado”, “el decepcionado y deprimido”, y

258 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3
S. Einarsen, L. J. Hauge

“el grupo común”. El último grupo no pre- cos, siendo consideradas las dos primeras
sentó ningún perfil específico de persona- aproximaciones como antecedentes indivi-
lidad, cuestionando de esta forma la exis- duales. La protección de la propia auto-
tencia de un perfil general de personalidad estima está considerada como una motiva-
entre las víctimas (Matthiesen y Einarsen, ción básica entre los individuos, por lo
2001). Los resultados de un estudio de que es probable que influya y controle
Zapf (1999) encontraron grupos heterogé- nuestra conducta. Cuando las personas se
neos de víctimas, con un grupo caracteri- sienten respetadas y reconocidas se produ-
zado por escasas competencias sociales, ce un acuerdo entre la evaluación externa
malas habilidades en el manejo del con- e interna, por lo que la interacción con los
flicto, y con personalidades poco asertivas demás es adecuada. Cuando no es así, es
y neuróticas, mientras que los componen- probable que surjan los conflictos, espe-
tes del otro grupo estaba caracterizado por cialmente cuando la visión positiva que
ser más meticulosos y orientados al logro tenemos de nosotros mismos es cuestiona-
que sus compañeros. En cuanto al último da o negada por los demás. De esta forma,
grupo, una explicación puede ser que su la agresión se relacionaría con la autoesti-
comportamiento está en conflicto con las ma alta, antes que con la baja, puesto que
normas del resto del grupo, caracterizado las personas con bajos niveles de autoesti-
por la rigidez y la baja tolerancia hacia la ma muestran síntomas depresivos y retrai-
diversidad. Las víctimas pueden ser vistas miento, más que tendencias agresivas
como molestas o incluso como amenazas hacia los demás (Baumeister, Smart y
al propio grupo, por lo que los comporta- Boden, 1996). Se ha hipotetizado que el
mientos agresivos contra estos individuos acoso debido a la protección de la autoes-
pueden ocurrir en un intento de que se tima es más probable que ocurra si el aco-
adhieran a la norma o incluso para desha- sador es un mando directivo, puesto que
cerse de ellos (Zapf y Einarsen, 2005). ser dominante, tener una alta autoestima y
Los conflictos duraderos no resueltos pue- protegerla es lo que se espera de estos
den intensificarse y derivar en acoso si en niveles jerárquicos (Zapf y Einarsen,
la organización no se implementan estrate- 2003). El acoso debido a la falta de habili-
gias eficaces de manejo de conflictos e dades sociales puede ser otra característica
intervención (Einarsen, 2000). del acosador. Tener una elevada compe-
tencia emocional y social requiere la habi-
Actualmente apenas existe información lidad para detectar, comprender, y respon-
sobre las características de los acosadores der de manera apropiada a los sentimien-
y la mayoría se ha obtenido a través de las tos de los demás (Frey, Hirschstein y
víctimas de acoso, ya que muy pocos indi- Guzzo, 2000). Un supervisor que grita a
viduos admitirían que han llevado a cabo sus subordinados, ya sea por frustración o
comportamientos de este tipo (Einarsen et ira, puede indicar una falta de control
al., 2005). En su resumen sobre los hallaz- emocional. Igualmente, puede que los
gos empíricos sobre los acosadores, Zapf agresores no sean plenamente conscientes
y Einarsen (2003) sugieren tres tipos de de lo que hacen y cómo su comportamien-
explicaciones al respecto, denominadas to puede afectar a los agredidos, lo que
acoso para proteger la auto-estima, debido implica una carencia en la reflexión perso-
a la carencia de competencias sociales, y nal y en la capacidad para ponerse en el
acoso por comportamientos micro-políti- lugar del otro (Zapf y Einarsen, 2003).

Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3 259
Antecedentes y consecuencias del acoso psicológico en el trabajo: una revisión de la literatura

Un estudio noruego realizado entre una característica inherente y un meca-


aproximadamente 2200 participantes nismo básico en la interacción humana
introdujo en la literatura de acoso psicoló- (Brodsky, 1976). En este sentido, el
gico el concepto de víctimas activas (Mat- acoso se ha explicado en alusión al pro-
thiesen y Einarsen, 2006). El concepto se ceso del “chivo expiatorio”, en el que la
adaptó de la investigación sobre acoso en identificación de una cabeza de turco ali-
la escuela y hace referencia a aquellas víc- via la tensión y el conflicto dentro del
timas de acoso que también admiten ser grupo de trabajo, puesto que desplazan su
agresores (Olweus, 1978). Estas víctimas frustración y agresión hacia un miembro
activas y agresivas se caracterizan por un menos poderoso del grupo (Thylefors,
patrón de reacción ansioso y agresivo, y 1987). La agresión desplazada se refiere
pueden comportarse de un modo que a la tendencia a agredir a alguien diferen-
cause irritación y tensión a su alrededor, te a la fuente de estrés (Marcus-Newhall,
corriendo de esta forma un mayor riesgo Pedersen, Carlson y Miller, 2000). Gene-
de ser aislado o excluido socialmente, ralmente, los acosadores buscan compor-
debido a que los demás perciben su con- tamientos que sean eficaces a la hora de
ducta como molesta y agresiva. El estudio dañar a la víctima, pero que al mismo
mencionado reveló que el grupo de vícti- tiempo les supongan el menor riesgo
mas activas mostraba menores puntuacio- posible. El ratio efecto-peligro se refiere
nes en autoestima y competencia social a las estimaciones de los agresores res-
comparados con otro grupo de víctimas de pecto a estos dos componentes (Björkq-
acoso y un grupo control. Tan solo los vist, Österman y Lagerspetz, 1994).
acosadores mostraron mayores niveles de Puesto que la agresión contra la fuente
agresividad que las víctimas activas. directa de la frustración puede ser dema-
Mientras que los acosadores indicaron siado peligrosa, los individuos suelen
mayor agresividad hacia sus superiores, seleccionar personas que sean relativa-
las víctimas activas mostraron más agresi- mente débiles e indefensas. Además utili-
vidad contra sus compañeros que otros zan formas sutiles de agresión, lo que
miembros del grupo (Matthiesen y Einar- hace complicado identificarlos como la
sen, 2006). Estos hallazgos aportan infor- fuente real del daño, por lo que es proba-
mación sobre las diferencias de poder ble que se desarrolle un proceso de acoso
entre las partes en el proceso de acoso, en (Neuman y Baron, 2003). Cuando la
el que las víctimas activas acosan a los fuente provocadora es un supervisor o un
más débiles mientras que al mismo tiempo mando directivo, la agresión podría con-
son acosados por otros superiores o com- llevar la pérdida de una posición favora-
pañeros con más poder. ble o del propio trabajo. Aunque existen
algunos datos referentes a agresiones a
jefes (Baron, Neuman y Geddes, 1999),
CARACTERÍSTICAS INHERENTES los agresores suelen elegir a una víctima
A LAS INTERACCIONES HUMANAS menos poderosa para expresar su frustra-
COMO ANTECEDENTES DEL ción (Bushman, Bonacci, Pedersen, Vas-
MOBBING quez y Miller, 2005; Marcus-Newhall et
al., 2000; Neuman y Baron, 2003). Las
El acoso y el hostigamiento en el tra- situaciones ambiguas o los ambientes
bajo también han sido considerados como donde el origen de la frustración es con-

260 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3
S. Einarsen, L. J. Hauge

fuso representan un fértil caldo de cultivo agredir sin perjuicio para ellos mismos
para que se produzcan estos procesos. (Einarsen, 2000).
Cuando la verdadera fuente de frustra-
ción o el conflicto está oculta, fuera de
alcance, o imposible de influenciar, es CONDICIONES PSICOSOCIALES
muy probable que ocurran procesos de COMO ANTECEDENTES
“chivo expiatorio” (Einarsen, 2000). Los DEL MOBBING
comportamientos típicos que pueden con-
tribuir a convertirse en cabeza de turco La hipótesis organizacional, que postu-
incluyen el ser demasiado honesto, la la que un entorno de trabajo pobre crea las
falta de voluntad para comprometerse, y condiciones que pueden conducir al acoso
los comportamientos que no se adecuan a psicológico en el trabajo, constituye uno
los habituales dentro del grupo de trabajo de los enfoques más aceptados para expli-
o de la organización (Thylefors, 1987). car el mobbing, especialmente en los paí-
ses Escandinavos (Agervold y Mikkelsen,
En los entornos de trabajo, las personas 2004; Björkqvist, Österman, y Hjelt-Bäck,
suelen mantener contactos prolongados y 1994; Einarsen et al., 1994; Leymann,
duraderos con otros individuos, por lo que 1996). En este sentido, las factores rela-
es más probable prestar atención al com- cionados con las deficiencias en el diseño
portamiento de los otros en el lugar de tra- del trabajo, deficiencias en los estilos de
bajo en comparación con otras situaciones liderazgo, una posición expuesta social-
sociales (Baron y Neuman, 1996). La irri- mente, y un bajo nivel moral dentro del
tación, los conflictos interpersonales, el departamento parecen ser los principales
estrés laboral pueden contribuir a una factores que llevan al mobbing (Leymann,
mayor tensión entre los empleados, 1990, 1996). Desde esta perspectiva, el
aumentando así la probabilidad de que acoso está causado principalmente por
surjan desavenencias con los superiores y problemas en el diseño de la tarea y en el
los compañeros. Esta puede ser una de las ambiente social de las organizaciones,
razones por las que se desarrolla el acoso siendo seleccionadas las víctimas por estar
psicológico en el trabajo (Hoel et al., más expuestas socialmente (Einarsen,
2002). Además, ser parte de una minoría o 2000). Leymann (1992) consideraba que
una persona que se sale de la norma del las condiciones del ambiente de trabajo
grupo puede facilitar que se inicien o de- eran las causas fundamentales del mob-
sarrollen comportamientos agresivos bing, y que los factores de personalidad
(Einarsen, 2000). Aquellos que difieren eran irrelevantes para el estudio del
del resto del grupo, o son vistos como mismo. El azar y ciertas circunstancias
extraños al mismo presentan mayor proba- desafortunadas determinan quién se con-
bilidad de tener conflictos y disputas con vierte en víctima y quién no (Leymann,
los miembros del grupo, y convertirse de 1996). Se han realizado distintos estudios,
esta forma en “chivos expiatorios” (Schus- especialmente en Escandinavia, que
ter, 1996; Thylefors, 1987). Al proyectar exploran los factores organizacionales que
su frustración hacia otros individuos con- promueven la aparición del acoso (Einar-
siderados más débiles o con menores sen, 2000). Se han identificado numerosos
capacidades para tomar represalias, los factores psicosociales, como el conflicto
acosadores aumentan la probabilidad de de rol (Einarsen et al., 1994), la ambigüe-

Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3 261
Antecedentes y consecuencias del acoso psicológico en el trabajo: una revisión de la literatura

dad de rol (Einarsen et al., 1994; Jennifer, de trabajo negativas predicen el acoso en
Cowie y Ananiadou, 2003), el bajo control una muestra de oficiales de prisiones fin-
sobre la propia tarea (Vartia, 1996; Vartia landeses (Vartia y Hyyti, 2002). En los
y Hyyti, 2002; Zapf et al., 1996), la cali- grupos donde es necesario el trabajo coo-
dad del liderazgo (Ashforth, 1994; Einar- perativo o el trabajo se basa en el rendi-
sen et al., 1994; O’Moore et al., 1998; miento grupal, el acoso puede ser una
Skogstad, Einarsen, Torsheim, Aasland y forma de castigar a aquellos miembros
Hetland, en prensa a; Vartia, 1996), bajo que no trabajan al nivel que esperaba el
apoyo social de los compañeros y los resto del grupo (Agervold y Mikkelsen,
superiores (Hansen et al., 2006; Zapf et 2004). Además, los estilos de liderazgo
al., 1996), un clima social negativo (Ager- débiles, inadecuados o “laissez-faire” tam-
vold y Mikkelsen, 2004; Archer, 1999; bién parecen influir en la aparición del
Einarsen et al., 1994; Hoel y Cooper, acoso (Einarsen et al., 1994). En un estu-
2000; Vartia, 1996; Vartia y Hyyti, 2002; dio entre 4500 trabajadores noruegos, se
Zapf et al., 1996), un entorno laboral encontró que el estilo de liderazgo “lais-
estresante y competitivo (O’Moore et al., sez-faire” se relacionaba positivamente
1998; Salin, 2003a), la sobrecarga de tra- con el conflicto y la ambigüedad de rol, y
bajo (Einarsen et al., 1994; Hoel y Coo- con los conflictos entre compañeros de
per, 2000), la inseguridad laboral (Baron y trabajo (Skogstad et al., en prensa a). Ade-
Neuman, 1998), y los cambios organiza- más, estos estresores mediaban los efectos
cionales (Baron y Neuman, 1998; Hoel y del estilo de liderazgo en el mobbing. De
Cooper, 2000; O’Moore et al., 1998; esta forma, los resultados mostraron que el
Skogstad, Matthiesen y Einarsen, en pren- estilo “laissez-faire” no es un tipo de lide-
sa b). De forma indirecta, la presión tem- razgo neutro, sino más bien una forma
poral también parece ser un predictor sig- destructiva de liderazgo que crea un entor-
nificativo del acoso, ya que reduce la posi- no estresante donde el acoso puede pros-
bilidad del manejo constructivo de con- perar con mayor facilidad.
flictos (Zapf et al., 1996).
Por otra parte, se ha encontrado que
Resumiendo algunos de los estudios algunos factores relacionados con la cali-
mencionados, Einarsen et al. (1994) dad del entorno de trabajo juegan un papel
encontraron que el acoso se desarrolla en moderador con el acoso, como el apoyo
climas organizacionales caracterizados por social (Einarsen, Raknes, Matthiesen y
ser poco estimulantes para el desarrollo Hellesøy, 1996) y la participación en los
personal, con trabajos poco interesantes y procesos de toma de decisiones (Vartia,
rutinarios. Un estudio realizado entre 30 1996). El apoyo social en el trabajo puede
víctimas de acoso irlandesas mostró que amortiguar el impacto negativo de la
las víctimas perciben sus entornos de tra- exposición al acoso. Un entorno laboral de
bajo caracterizados por conflictos inter- apoyo puede ayudar a las personas que
personales, con frecuentes cambios orga- padecen acoso a enfrentarse con las situa-
nizacionales, con estilos de liderazgo ciones estresantes (Einarsen et al., 1996).
autoritarios, y altamente estresantes y Cuando este apoyo relacionado con el tra-
competitivos (O’Moore et al., 1998). Del bajo no aparece, se ha observado que el
mismo modo, se ha encontrado que un apoyo emocional de la familia y amigos
clima de trabajo pobre y unas condiciones también protege contra los efectos negati-

262 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3
S. Einarsen, L. J. Hauge

vos del acoso (Matthiesen, Aasen, Holst, lidad que surjan conflictos interpersonales.
Wie y Einarsen, 2003). Vartia (1996) Para poder influir en la toma de decisiones
mantiene que la participación en los pro- algunos pueden incluso conspirar contra
cesos de toma de decisiones puede mode- otros competidores (Zapf y Einarsen,
rar la relación entre el conflicto y el acoso. 2003). Algunas personas pueden sabotear
Esta perspectiva ha sido apoyada por un el trabajo de otros compañeros con el
estudio realizado con una muestra de objetivo de deshacerse de competidores y
empleados municipales finlandeses, donde mejorar su propia posición (Salin, 2003a).
se encontró que los desacuerdos en el Por lo tanto, el acoso puede ser visto como
ambiente de trabajo podían ser resueltos un tipo extremo de comportamientos
mediante la negociación antes de que se micro políticos, que se originan tras inten-
cronificaran dando lugar a situaciones de sos conflictos interpersonales. Es más pro-
acoso. bable que el comportamiento micro políti-
co ocurra principalmente en los niveles
Se ha encontrado que el acoso también más altos de la organización, por lo que se
se relaciona con los comportamientos puede suponer que los directivos utilicen
micro políticos en las organizaciones con más frecuencia este tipo de conductas.
(Salin, 2003a). Estos comportamientos se De hecho, ciertos estudios han encontrado
refieren a la competición interna o rivali- que los supervisores y los gerentes suelen
dad donde no existen estructuras formales ser con frecuencia los acosadores (Hoel,
o tareas bien definidas. Las organizacio- Cooper y Faragher, 2001). Matthiesen y
nes no están constituidas tan sólo por Einarsen (2006) hallaron, en un estudio
estructuras y procesos claramente delimi- entre 2200 miembros sindicales, que el
tados, se espera que los trabajadores parti- estrés laboral en forma de comportamien-
cipen en algún grado en los procesos de tos micro políticos causaba altos niveles
toma de decisiones, y tengan un papel de ambigüedad y conflicto de rol. Las víc-
activo. La posibilidad de que los trabaja- timas, las víctimas activas y los acosado-
dores tengan un papel activo no le interesa res señalaron padecer mayores niveles de
tan solo a la organización, sino que tam- estrés de rol que un grupo control. Las
bién puede servir para proteger y mejorar demandas ambiguas, la rivalidad y los
intereses individuales, y desarrollar com- conflictos interpersonales pueden conducir
portamientos negativos que afectan a a algunos individuos a convertirse en víc-
otros. Puede ser necesario que los indivi- timas, mientras que otros pueden adoptar
duos construyan coaliciones con otros un papel de agresor o de víctima activa.
compañeros para afrontar los desafíos pro-
venientes de otros miembros del grupo También se ha investigado el rol de la
(Zapf y Einarsen, 2003). Los cambios cultura organizacional como un importan-
organizacionales, como la reducción de te antecedente del acoso. Brodsky (1976)
plantilla, pueden suponer un incremento indica que para que ocurra el acoso, tras
en la competitividad en el desarrollo de los comportamientos agresivos debe exis-
carreras profesionales (Sheehan, 1999). tir una cultura organizativa que permita o
Aunque el objetivo original de estos com- incluso recompense tal hostigamiento. Los
portamientos sea el beneficio individual y comportamientos que son tolerados o
no la destrucción de los demás, tales com- aceptados son decididos por el grupo
portamientos pueden aumentar la probabi- dominante en la organización, que decide

Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3 263
Antecedentes y consecuencias del acoso psicológico en el trabajo: una revisión de la literatura

cuando se debe sancionar o recompensar que influyen sobre la aparición de com-


un comportamiento concreto (Bennet, portamientos agresivos en los presuntos
Aquino, Reed II y Thau, 2005). En su agresores (Einarsen, 2000). Alternativa-
estudio cualitativo sobre acoso en bombe- mente, de acuerdo con la perspectiva de el
ros, donde los trabajadores eran mayorita- interaccionismo social (p. ej. Felson,
riamente hombres adultos blancos, Archer 1992; Neuman y Baron, 2003), las situa-
(1999) exploró cómo el mobbing puede ciones estresantes pueden afectar indirec-
institucionalizarse y convertirse en la cul- tamente a la agresión a través de sus efec-
tura organizacional, con el objetivo de tos sobre los comportamientos y reaccio-
asegurarse la predominancia de esa cultura nes de las víctimas. Los comportamientos
“blanca y masculina”. De esta forma, ansiosos, depresivos, y obsesivos de los
tanto las mujeres como los hombres no- trabajadores estresados pueden ocasionar
blancos se encontraban en claro peligro de un entorno laboral desagradable, y condu-
convertirse en víctimas de acoso. Se halló cir así a una reacción negativa del grupo
que los acosadores habían sido expuestos de trabajo, que puede terminar en intensos
previamente a lo largo de su carrera a conflictos interpersonales y ocasionalmen-
situaciones similares. En estas situaciones, te en acoso (Zapf y Einarsen, 2003). Las
donde los mandos superiores han sido personas estresadas pueden incumplir las
criados en esa misma tradición de cultura expectativas en el lugar de trabajo, traba-
de mando autocrática, resulta complicado jar de forma menos competitiva y eficien-
romper el círculo vicioso. El hecho de que te, molestar a otros compañeros, por lo
muchas de las personas que habían sufrido que pueden elicitar respuestas agresivas de
acoso considerasen que el quejarse supo- los compañeros (Felson, 1992). El acoso
nía un acto de deslealtad, nos ofrece una puede ser visto como una respuesta inter-
idea de la fuerza y el impacto de estos pro- activa a la violación de las normas y un
cesos de socialización en el trabajo instrumento de control social en la organi-
(Archer, 1999). zación (Hoel et al., 1999).

Del mismo modo, un ambiente de tra-


EXPLICACIONES TEÓRICAS DE bajo estresante puede incrementar la pro-
LAS RELACIONES ENTRE EL babilidad de aparición de conflictos inter-
MOBBING Y EL ENTORNO DE personales, que si no son resueltos, pue-
TRABAJO den terminar convirtiéndose en situaciones
de acoso (Einarsen et al., 1994; Zapf,
Existen al menos tres perspectivas teó- 1999). Estas experiencias pueden ser oca-
ricas distintas para explicar las relaciones sionadas por distintos factores, como altos
encontradas entre los factores del entorno niveles de conflicto de rol, falta de super-
de trabajo y el acoso psicológico. La hipó- visión del propio trabajo, y supervisores
tesis de la frustración-agresión (Berko- con pobre rendimiento laboral. El conflic-
witz, 1989) postula que los ambientes de to de rol y la falta de control pueden con-
trabajo altamente estresantes pueden pro- ducir a elevados niveles de tensión, estrés,
ducir comportamientos agresivos median- y frustración en los grupos de trabajo. A
te la producción de afecto negativo en los su vez, estas situaciones pueden actuar
trabajadores. De esta forma, el acoso flo- como antecedentes del conflicto y deterio-
recería en ambientes de trabajo tóxicos rar las relaciones entre los trabajadores, y

264 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3
S. Einarsen, L. J. Hauge

relacionarse así con el mobbing, a través petitividad interna y la rivalidad para


de su impacto negativo en las relaciones mejorar nuestros intereses pueden facilitar
de los individuos con sus compañeros que algunos trabajadores realicen conduc-
(Einarsen, 2000). tas de acoso para eliminar a otros competi-
dores (Matthiesen y Einarsen, 2006; Salin,
Salin (2003b) clasifica las condiciones 2003a). Aunque este modelo puede ser un
y procesos organizacionales relacionados instrumento útil a la hora de estructurar y
con el acoso en tres bloques o factores; caracterizar los diferentes antecedentes y
antecedentes necesarios o estructuras que fases del proceso de acoso, la utilidad de
permiten el acoso, estructuras incentivado- este marco teórico en relación con el
ras, y circunstancias desencadenantes o acoso resulta incierta ya que ningún estu-
procesos que precipitan el mobbing. De dio lo ha comprobado empíricamente.
esta forma, puede que las condiciones
relacionadas con el ambiente de trabajo no
conduzcan por sí mismas al acoso psicoló- FACTORES SOCIALES COMO
gico, sino que más bien actúen como fac- ANTECEDENTES DEL MOBBING
tores que lo incentivan. Asimismo, los
factores que incentivan y desencadenan el Una revisión de los antecedentes del
mobbing no derivarán en acoso a no ser acoso resultaría incompleta sin reconocer
que se den las condiciones apropiadas la posible influencia de los factores socia-
para dichos comportamientos. Los facto- les. Los investigadores prestan cada vez
res necesarios incluyen la presencia de más atención a los efectos de la globaliza-
desequilibrios de poder percibidos entre el ción, la liberalización de los mercados, la
posible agredido y el agresor, bajos costes lucha por la eficiencia y la intensificación
percibidos para el acosador, y frustración del trabajo, con la idea de que estos cam-
e insatisfacción con el ambiente de traba- bios, que afectan a la mayoría de las orga-
jo. Algunos ejemplos de factores incenti- nizaciones, pueden derivar en un incre-
vadores son una alta competitividad inter- mento del acoso y de los comportamientos
na, determinadas tipos de sistemas de abusivos por parte de los jefes y los com-
recompensas, los beneficios esperados por pañeros (Lee, 2000; McCarthy, 1996).
el acosador al llevar a cabo las conductas Con el objetivo de seguir siendo competi-
de mobbing. Los factores necesarios expli- tivas, las organizaciones se ven forzadas a
can por qué ciertas situaciones y organiza- acometer cambios tecnológicos y organi-
ciones son propensas al acoso, mientras zativos, que a menudo incluyen reestruc-
que los factores incentivadores ofrecen turaciones y reducciones de plantilla
una idea de por qué puede ser reforzante (Burke y Nelson, 1998; Hoel y Cooper,
llevar a cabo dichos comportamientos. 2001). Como consecuencia de estos proce-
Existen ciertos factores adicionales que sos, los trabajadores, a todos los niveles de
pueden operar como los desencadenantes la organización, pueden encontrarse en
actuales del acoso psicológico. Los proce- situaciones de sobrecarga de trabajo y de
sos precipitantes están relacionados con incertidumbre respecto a sus empleos
cambios organizacionales, tales como la (Hellgren, Sverke y Isaksson, 1999). A
reestructuración y reducción de plantilla, u medida que aumenta la inseguridad en el
otros cambios en la composición de los trabajo, es menos probable que los trabaja-
grupos de trabajo (Salin, 2003b). La com- dores hagan frente y desafíen el trato

Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3 265
Antecedentes y consecuencias del acoso psicológico en el trabajo: una revisión de la literatura

injusto y agresivo por parte de sus jefes. Por su parte, Hoel y Cooper (2000)
Simultáneamente, a los mandos directivos mediante una encuesta nacional en Gran
se les proporcionan más oportunidades de Bretaña, encontraron que las víctimas de
usar su poder (Hoel y Cooper, 2001). Las acoso indicaban mayores cambios organi-
estructuras resultantes de las reestructura- zacionales en su trabajo durante los últi-
ciones y reducciones de plantilla pueden mos seis meses comparados con aquellos
forzar a muchos directivos, incluso de que no habían sido acosados. En un estu-
forma involuntaria, a utilizar comporta- dio con una muestra de 4500 trabajadores
mientos más autoritarios y agresivos para noruegos, Skogstad et al. (en prensa b)
realizar su trabajo (McCarthy, 1996). Es hallaron que los cambios organizacionales
probable que las organizaciones ejerzan se asociaban con el acoso, y que la exposi-
una presión creciente sobre sus mandos ción a distintos cambios en la organiza-
directivos, y aumenten las probabilidades ción incrementaban la probabilidad de
de que los directivos, cada vez con menos padecer acoso. Sin embargo, esta relación
tiempo y recursos disponibles, puedan no fue excesivamente fuerte, siendo los
emplear tácticas de acoso para alcanzar conflictos con los supervisores un antece-
sus objetivos. Los jefes pueden aplicar dente más importante que los cambios
dichas prácticas porque saben que su com- organizativos. Los conflictos con los
portamiento no tendrá contestación debido supervisores no estaban relacionados con
a la diferencias de poder entre las partes los cambios en la organización. Definiti-
implicadas (Sheehan, 1999). Igualmente, vamente, parece necesaria más investiga-
es más probable que los trabajadores de ción sobre la relación existente entre los
todos los niveles de la organización cambios organizacionales y el mobbing,
empleen tácticas de acoso, como la única pero también sobre otros factores sociales,
forma de supervivencia en determinadas como el bienestar económico y la cultura
situaciones (Hoel y Cooper, 2001). nacional. Este último factor, sobre todo lo
relacionado con las diferencias de poder y
Sin embargo, la literatura sobre el efec- la masculinidad, ha sido propuesto como
to de los factores sociales en el acoso psi- un importante antecedente cultural del
cológico resulta anecdótica, y que conoz- acoso (Einarsen, 2000).
camos, tan solo unos cuantos estudios han
sido publicados mostrando la relación
entre los efectos de los cambios en la CONCLUSIÓN
naturaleza del trabajo y el acoso o la agre-
sión laboral. En un estudio entre unos 450 Como se ha visto, el acoso es un fenó-
empleados estadounidenses, Baron y Neu- meno complejo y multicausal que rara-
man (1998) encontraron relaciones signifi- mente puede ser explicado por un solo
cativas entre los factores de cambio, tales factor. Un amplio número de factores, a
como recortes salariales, cambios organi- distintos niveles explicativos, pueden
zativos, e inseguridad laboral, y tres for- influir en por qué se desarrolla el acoso y
mas de agresión en el trabajo, denomina- quien será acosado. Basándonos en nues-
das agresión verbal, obstruccionismo (p. tra experiencia podemos afirmar que el
ej. formas pasivas de agresión como impe- acoso no es producto del azar ni del desti-
dir que el agredido pueda realizar debida- no, sino que debería ser entendido como
mente su trabajo) y violencia en el trabajo. una interacción entre individuos, donde ni

266 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3
S. Einarsen, L. J. Hauge

los factores contextuales ni los personales causas y consecuencias del acoso con el
pueden por sí solos explicar la aparición y objetivo de desarrollar modelos teóricos y
desarrollo del problema (Einarsen, 2000). empíricos adecuados, un área de trabajo
Los investigadores han propuesto diferen- donde todavía se requiere más trabajo.
tes perspectivas para el estudio del mob- Otra área de investigación donde es nece-
bing, y la adopción de uno u otro enfoque sario mayor desarrollo es en la resolución
dependerá de las intenciones del investiga- y prevención del problema. No todas las
dor. En nuestra opinión, una aproximación posibles causas de acoso pueden ser fácil-
que tenga en cuenta tanto factores indivi- mente modificadas, por ello la informa-
duales como situacionales obtendrá la ción sobre posibles líneas de intervención,
información más valida. Sin embargo, las así como el coste-beneficio de las diferen-
diferentes perspectivas no deberían ser tes estrategias sería de gran importancia.
vistas como excluyentes, sino más bien Los programas de intervención sobre el
como interrelacionadas donde el conoci- acoso escolar se han desarrollado centran-
miento de una perspectiva constituirá una do su atención en la escuela y las aulas
condición previa para la comprensión de como sistemas sociales, y han implicado a
la otra. Así, antes de decidir el enfoque a todos los alumnos, profesores y padres,
adoptar es necesario decidir que parte del incluso si la investigación ha mostrado
fenómeno se intenta investigar, ya sea el que la personalidad desempeña un papel
proceso de acoso, sus antecedentes o la en quién se convierte en víctima y quién
experiencia de las personas afectadas en acosador (Olweus, 1991). Probable-
(Hoel y Cooper, 2001). mente, este también sea el modo en que
debamos proceder para prevenir y gestio-
La literatura sobre acoso psicológico nar el acoso entre adultos. Después de
muestra que se ha realizado un gran pro- todo, la protección de la salud, la seguri-
greso durante la última década, a pesar de dad, el respeto y la dignidad de los traba-
que sean numerosos los retos en la investi- jadores es el elemento central de la res-
gación futura. La mayoría de la investiga- ponsabilidad de los empresarios en una
ción proviene del norte de Europa, y en sociedad democrática.
particular de los países nórdicos. Los estu-
dios empíricos que provienen de países y
culturas en las que apenas se han realizado REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
investigaciones sobre acoso, nos pueden
proporcionar información valiosa tanto Adams, A. (1992). Bullying at work:
para la temática en general, como para la How to confront and overcome it. Lon-
comprensión local y cultural del fenóme- dres: Virago Press.
no. El objetivo principal a la hora de
investigar el acoso psicológico es sin duda Agervold, M. y Mikkelsen, E. G.
tratar de contribuir a la prevención y al (2004). Relationships between bullying,
manejo constructivo del problema. Sin psychosocial work environment and indi-
embargo, para lograr este objetivo los vidual stress reactions. Work & Stress,
investigadores necesitan aportar informa- 18(4), 336-351.
ción descriptiva sobre el fenómeno desde
un punto de vista teórico y empírico. Es American Psychiatric Association.
necesaria mayor información sobre las (2000). Diagnostic and statistical manual

Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3 267
Antecedentes y consecuencias del acoso psicológico en el trabajo: una revisión de la literatura

of mental disorders: DSM IV - Text revi- tism to violence and aggression: The dark
sion. Washington, DC: American Psychi- side of high self-esteem. Psychological
atric Association. Review, 103(1), 5-33.

Andersson, L. M. y Pearson, C. M. Bennet, R. J., Aquino, K., Reed II, A. y


(1999). Tit for tat? The spiraling effect of Thau, S. (2005). The normative nature of
incivility in the workplace. Academy of employee deviance and the impact of
Management Review, 24(3), 452-471. moral identity. En S. Fox y P. E. Spector
(Eds.), Counterproductive behavior.
Archer, D. (1999). Exploring “bully- Investigations of actors and targets.
ing” culture in the para-military organisa- Washington, DC: American Psychological
tion. International Journal of Manpower, Association.
20(1/2), 94-105.
Berkowitz, L. (1989). Frustration-
Ashforth, B. (1994). Petty tyranny in Aggression hypothesis: Examination and
organizations. Human Relations, 47(7), reformulation. Psychological Bulletin,
755-778. 106(1), 59-73.

Baron, R. A. y Neuman, J. H. (1996). Björkqvist, K., Österman, K. y Hjelt-


Workplace violence and workplace Bäck, M. (1994). Aggression among uni-
aggression: Evidence on their relative fre- versity employees. Aggressive Behavior,
quency and potential causes. Aggressive 20, 173-184.
Behavior, 22(3), 161-173.
Björkqvist, K., Österman, K. y Lager-
Baron, R. A. y Neuman, J. H. (1998). spetz, K. M. J. (1994). Sex differences in
Workplace aggression - The iceberg covert aggression among adults. Aggres-
beneath the tip of workplace violence: sive Behavior, 20(1), 27-33.
Evidence on its forms, frequency, and tar-
gets. Public Administration Quarterly, Bowling, N. A. y Beehr, T. A. (2006).
21(4), 446-464. Workplace harassment from the victim’s
perspective: A theoretical model and
Baron, R. A., Neuman, J. H. y Geddes, meta-analysis. Journal of Applied Psy-
D. (1999). Social and personal determi- chology, 91(5), 998-1012.
nants of workplace aggression: Evidence
for the impact of perceived injustice and Brodsky, C. M. (1976). The harassed
the Type A behavior pattern. Aggressive worker. Toronto: Lexington Books, D.C.
Behavior, 25(4), 281-296.
Burke, R. J. y Nelson, D. (1998).
Bassman, E. S. (1992). Abuse in the Mergers and acquisitions, downsizing,
Workplace: Management Remedies and and privatization: A North American per-
Bottom Line Impact. Westport CT: Quo- spective. En M. K. Gowing, J. D. Kraft y
rum Books. J. C. Quick (Eds.), The New organization-
al reality: Downsizing, restructuring, and
Baumeister, R. F., Smart, L. y Boden, revitalization (21-54). Washington, D.C.:
J. M. (1996). Relation of threatened ego- American Psychological Association.

268 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3
S. Einarsen, L. J. Hauge

Bushman, B. J., Bonacci, A. M., Ped- Einarsen, S., Matthiesen, S. B. y


ersen, W. C., Vasquez, E. A. y Miller, Skogstad, A. (1998). Bullying, burnout
N. (2005). Chewing on it can chew you and well-being among assistant nurses.
up: Effects of rumination on triggered Journal of Occupational Health and Safe-
displaced aggression. Journal of Person- ty - Australia and New Zealand, 14(6),
ality and Social Psychology, 88(6), 969- 563-568.
983.
Einarsen, S. y Mikkelsen, E. G. (2003).
Cowie, H., Naylor, P., Rivers, I., Smith, Individual effects of exposure to bullying
P. K. y Pereira, B. (2002). Measuring at work. En S. Einarsen, H. Hoel, D. Zapf
workplace bullying. Aggression and Vio- y C. L. Cooper (Eds.), Bullying and emo-
lent Behavior, 7, 33-51. tional abuse in the workplace. Interna-
tional perspectives in research and prac-
Coyne, I., Seigne, E. y Randall, P. tice (127-144). Londres: Taylor & Fran-
(2000). Predicting workplace victim status cis.
from personality. European Journal of
Work and Organizational Psychology, Einarsen, S. y Raknes, B. I. (1997).
9(3), 335-349. Harassment in the workplace and the vic-
timization of men. Violence and Victims,
12, 247-263.
Einarsen, S. (1999). The nature and
causes of bullying at work. International
Einarsen, S., Raknes, B. I. y
Journal of Manpower, 20(1/2), 16-27.
Matthiesen, S. B. (1994). Bullying and
harassment at work and their relationship
Einarsen, S. (2000). Harassment and to work environment quality: An
bullying at work: A review of the Scandi- exploratory study. European Work and
navian approach. Aggression and Violent Organizational Psychologist, 4(4), 381-
Behavior, 5(4), 379-401. 401.

Einarsen, S., Hoel, H., Zapf, D. y Einarsen, S., Raknes, B. I., Matthiesen,
Cooper, C. L. (2003). The concept of bul- S. B. y Hellesøy, O. H. (1996). Helsemes-
lying at work: The European tradition. En sige aspekter ved mobbing i arbeidslivet.
S. Einarsen, H. Hoel, D. Zapf y C. L. Modererende effekter av sosial støtte og
Cooper (Eds.), Bullying and emotional personlighet. Nordisk Psykologi, 48(2),
abuse in the workplace. International per- 116-137.
spectives in research and practice (3-30).
London: Taylor & Francis. Einarsen, S. y Skogstad, A. (1996).
Bullying at work: Epidemiological find-
Einarsen, S., Hoel, H., Zapf, D. y ings in public and private organizations.
Cooper, C. L. (2005). Workplace bullying: European Journal of Work and Organiza-
Individual pathology or organizational tional Psychology, 5, 185-201.
culture?. En V. Bowie, B. S. Fisher y C.
L. Cooper (Eds.), Workplace violence: Felson, R. B. (1992). “Kick ‘em when
Issues, trends, strategies (229-247). Cul- they’re down”: Explanations of the rela-
lompton: Willan. tionship between stress and interpersonal

Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3 269
Antecedentes y consecuencias del acoso psicológico en el trabajo: una revisión de la literatura

aggression and violence. Sociological tional status. European Journal of Work


Quarterly, 33(1), 1-16. and Organizational Psychology, 10, 443-
465.
Frey, K. S., Hirschstein, M. K. y
Guzzo, B. A. (2000). Second Step: Pre- Hoel, H., Einarsen, S. y Cooper, C. L.
venting aggression by promoting social (2003). Organisational effects of bully-
competence. Journal of Emotional and ing. En S. Einarsen, H. Hoel, D. Zapf y
Behavioral Disorders, 8(2), 102-112. C. L. Cooper (Eds.), Bullying and emo-
tional abuse in the workplace. Interna-
Glasø, L., Matthiesen, S. B., Nielsen, tional perspectives in research and
M. B. y Einarsen, S. (en prensa). Do tar- practice (145-162). Londres: Taylor &
gets of workplace bullying portray a gen- Francis.
eral victim personality profile? Scandina-
vian Journal of Psychology. Hoel, H., Rayner, C. y Cooper, C. L.
(1999). Workplace bullying. En C. L.
Hansen, Å. M., Hogh, A., Persson, R., Cooper y I. T. Robertson (Eds.), Interna-
Karlson, B., Garde, A. H. y Ørbæk, P. tional review of industrial and organiza-
(2006). Bullying at work, health out- tional psychology (195-230). Chichester:
comes, and physiological stress response. John Wiley & Sons.
Journal of Psychosomatic Research,
60(1), 63-72. Hoel, H., Zapf, D. y Cooper, C. L.
(2002). Workplace bullying and stress. En
Hellgren, J., Sverke, M. y Isaksson, K. P. L. Perrewe y D. C. Ganster (Eds.), His-
(1999). A two-dimensional approach to torical and current perspectives on stress
job insecurity: Consequences for employ- and health (Vol. 2, 293-333). Amsterdam:
ee attitudes and well-being. European Jai.
Journal of Work and Organizational Psy-
chology, 8(2), 179-195. Jennifer, D., Cowie, H. y Ananiadou,
K. (2003). Perceptions and experience of
Hoel, H. y Cooper, C. L. (2000). workplace bullying in five different work-
Destructive conflict and bullying at work. ing populations. Aggressive Behavior,
Manchester: Manchester School of Man- 29(6), 489-496.
agement, University of Manchester Insti-
tute Science and Technology. Keashly, L. (1998). Emotional abuse in
the workplace: Conceptual and empirical
Hoel, H. y Cooper, C. L. (2001). Ori- issues. Journal of Emotional Abuse, 1(1),
gins of bullying: Theoretical frameworks 85-117.
for explaining workplace bullying. En N.
Tehrani (Ed.), Building a culture of Kile, S. M. (1990). Helsefarleg leier-
respect: Managing bullying at work (3- skap. Ein eksplorerande studie (Health
19). Londres: Taylor & Francis. endangering leadership. An exploratory
study): University of Bergen: Department
Hoel, H., Cooper, C. L. y Faragher, B. of Psychosocial Science.
(2001). The experience of bullying in
Great Britain: The impact of organiza- Kivimäki, M., Elovainio, M. y Vahtera,

270 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3
S. Einarsen, L. J. Hauge

J. (2000). Workplace bullying and sick- Matthiesen, S. B. y Einarsen, S. (2006).


ness absence in hosptial staff. Occupation- Perpetrators and targets of bullying at
al and Environmental Medicine, 57(10), work: Role stress and individual differ-
656-660. ences. En S. B. Matthiesen (Ed.), Bullying
at work: Antecedents and outcomes: Doc-
Lee, D. (2000). An analysis of work- toral Thesis, Department of Psychosocial
place bullying in the UK. Personnel Science, University of Bergen.
Review, 29(5), 593-612.
Matthiesen, S. B., Aasen, E., Holst, G.,
Leymann, H. (1990). Mobbing and psy- Wie, K. y Einarsen, S. (2003). The escala-
chological terror at workplaces. Violence tion of conflict: A case study of bullying
and Victims, 5(2), 119-126. at work. International Journal of Manage-
ment and Decision Making, 4(1), 96-112.
Leymann, H. (1992). Från mobbning til
utslagning i arbetslivet [From bullying to McCarthy, P. (1996). When the mask
expulsion in work life]. Estocolmo: Publica. slips: Inappropriate coercion in organ-
isations undergoing restructuring. En P.
Leymann, H. (1996). The content and McCarthy, M. Sheehan y W. Wilkie
development of mobbing at work. Euro- (Eds.), Bullying: From backyard to
pean Journal of Work and Organizational boardroom (47-65). Alexandria, N.S.W.:
Psychology, 5(2), 165-184. Millennium Books.

Leymann, H. y Gustafsson, A. (1996). Mikkelsen, E. G. y Einarsen, S. (2001).


Mobbing at work and the development of Bullying in Danish work-life: Prevalence
post-traumatic stress disorders. European and health correlates. European Journal of
Journal of Work and Organizational Psy- Work and Organizational Psychology,
chology, 5(2), 251-275. 10(4), 393-413.

Marcus-Newhall, A., Pedersen, W. C., Mikkelsen, E. G. y Einarsen, S. (2002).


Carlson, M. y Miller, N. (2000). Displaced Basic assumptions and symptoms of post-
aggression is alive and well: A meta-ana- traumatic stress among victims of bullying
lytic review. Journal of Personality and at work. European Journal of Work and
Social Psychology, 78(4), 670-689. Organizational Psychology, 11, 87-11.

Matthiesen, S. B. y Einarsen, S. (2001). Neuman, J. H. y Baron, R. A. (2003).


MMPI-2 configurations among victims of Social antecedents of bullying: A social
bullying at work. European Journal of interactionist perspective. En S. Einarsen,
Work and organizational Psychology, H. Hoel, D. Zapf y C. L. Cooper (Eds.),
10(4), 467-484. Bullying and emotional abuse in the work-
place. International perspectives in
Matthiesen, S. B. y Einarsen, S. (2004). research and practice (185-202). London:
Psychiatric distress and symptoms of Taylor & Francis.
PTSD among victims of bullying at work.
British Journal of Guidance and Coun- Niedl, K. (1996). Mobbing and well-
selling, 32(3), 335-356. being: Economic and personnel develop-

Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3 271
Antecedentes y consecuencias del acoso psicológico en el trabajo: una revisión de la literatura

ment implications. European Journal of sion, and harassment at work and in


Work and Organizational Psychology, schools. European Psychologist, 1(4),
5(2), 239-249. 293-317.

O’Moore, M., Seigne, E., McGuire, L. Sheehan, M. (1999). Workplace bully-


y Smith, M. (1998). Victims of bullying at ing: Responding with some emotional
work in Ireland. Journal of Occupational intelligence. International Journal of
Health and Safety - Australia and New Manpower, 20(1/2), 57-69.
Zealand, 14(6), 569-574.
Skogstad, A., Einarsen, S., Torsheim,
Olweus, D. (1978). Aggression in the T., Aasland, M. S. y Hetland, H. (en pren-
schools: Bullies and whipping boys. sa a). The destructiveness of Laissez-Faire
Washington: Hemisphere, Wiley. leadership behavior. Journal of Occupa-
tional Health Psychology.
Olweus, D. (1991). Bully/victim prob-
lems among schoolchildren: Basic facts Skogstad, A., Matthiesen, S. B. y
and effects of a school based intervention Einarsen, S. (en prensa b). Organizational
program. En D. J. Pepler y K. H. Rubin change: A precursor of bullying at work?
(Eds.), The development and treatment of International Journal of Organization
childhood aggression (411-448). Hills- Theory and Behavior.
dale: Lawrence Erlbaum Ass.
Tepper, B. J. (2000). Consequences of
Olweus, D. (1994). Annotation: Bully- abusive supervision. Academy of Manage-
ing at school: Basic facts and effects of a ment Journal, 43(2), 178-190.
school based intervention program. Jour-
nal of Child Psychology and Psychiatry, Thylefors, I. (1987). Syndabockar. Om
35(7), 1171-1190. utstötning och mobbning i arbetslivet.
Estocolmo: Natur och Kultur.
Rayner, C. (1997). The incidence of
workplace bullying. Journal of Community van de Vliert, E. (1998). Conflict and
& Applied Social Psychology, 7, 199-208. conflict management. En P. J. D. Drenth,
H. Thierry y C. J. de Wolff (Eds.), Hand-
Salin, D. (2003a). Bullying and organi- book of work and organizational psychol-
sational politics in competitive and rapidly ogy, vol. 3: Personnel psychology (2nd
changing work environments. Internation- edition) (351-376). Hove: Psychology
al Journal of Management and Decision Press.
Making, 4(1), 35-46.
Vartia, M. (1996). The sources of bul-
Salin, D. (2003b). Ways of explaining lying - Psychological work environment
workplace bullying: A review of enabling, and organizational climate. European
motivation and precipitating structures Journal of Work and Organizational Psy-
and processes in the work environment. chology, 5(2), 203-214.
Human Relations, 56(10), 1213-1232.
Vartia, M. (2001). Consequences of
Schuster, B. (1996). Rejection, exclu- workplace bullying with respect to the

272 Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3
S. Einarsen, L. J. Hauge

well-being of its targets and the observers organizations. En S. Fox y P. E. Spector


of bullying. Scandinavian Journal of (Eds.), Counterproductive behavior.
Work, Environment and Health, 27(1), 63- Investigations of actors and targets.
69. Washington: American Psychological
Association.
Vartia, M. y Hyyti, J. (2002). Gender
differences in workplace bullying among Zapf, D., Einarsen, S., Hoel, H. y Var-
prison officers. European Journal of Work tia, M. (2003). Empirical findings on bul-
and Organizational Psychology, 11(1), lying in the workplace. En S. Einarsen, H.
113-126. Hoel, D. Zapf y C. L. Cooper (Eds.), Bul-
lying and emotional abuse in the work-
Zapf, D. (1999). Organisational, work place. International perspectives in
group related and personal causes of mob- research and practice (103-126). Londres:
bing/bullying at work. International Jour- Taylor & Francis.
nal of Manpower, 20(1/2), 70-85.
Zapf, D. y Gross, C. (2001). Conflict
Zapf, D. y Einarsen, S. (2003). Individ- escalation and coping with workplace bul-
ual antecedents of bullying: Victims and lying: A replication and extension. Euro-
perpetrators. En S. Einarsen, H. Hoel, D. pean Journal of Work and Organizational
Zapf y C. L. Cooper (Eds.), Bullying and Psychology, 10(4), 497-522.
emotional abuse in the workplace. Inter-
national perspectives in research and Zapf, D., Knorz, C. y Kulla, M. (1996).
practice (165-184). Londres: Taylor & On the relationship between mobbing fac-
Francis. tors, and job content, the social work envi-
ronment and health outcomes. European
Zapf, D. y Einarsen, S. (2005). Mob- Journal of Work and Organizational Psy-
bing at work: Escalated conflicts in chology, 5(2), 215-237.

Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 2006, vol. 22 n.º 3 273

También podría gustarte