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Los oficios del Sacerdocio de Melquisedec: son apóstol, setenta, patriarca, sumo
sacerdote y élder. El presidente del Sumo Sacerdocio es el Presidente de la Iglesia (véase
D. y C. 107:64–66).
El Señor nos ha dicho: “Por tanto, aprenda todo varón su deber, así como a obrar con
toda diligencia en el oficio al cual fuere nombrado” (D. y C. 107:99). Los poseedores
del sacerdocio deben saber cómo llevar a cabo las ordenanzas del sacerdocio y ser dignos
para contar con la guía del Espíritu Santo al efectuarlas.
Todos debemos esforzarnos por aprender nuestras responsabilidades y por ser dignos de
usar nuestro sacerdocio.
Como poseedores del Sacerdocio de Melquisedec, todos tenemos ciertas
responsabilidades, independientemente del oficio al que seamos llamados.
Conversión personal:
Relaciones familiares:
Debemos enseñar a los miembros de nuestra familia los principios del Evangelio y
guiarlos en todas sus responsabilidades, de modo que sean amorosos y comprensivos.
Debemos vivir dignos de tener una recomendación para el templo, obtener las bendiciones
del templo para nosotros mismos y para nuestra familia, hallar los nombres de nuestros
antepasados y llevar a cabo las ordenanzas del templo por ellos. Debemos tornar “el
corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres”, manteniendo
registros familiares (tales como diarios personales, registros de grupo familiar e historias
familiares), intercambiando datos genealógicos con nuestros familiares y manteniéndonos
en contacto con ellos (véase D. y C. 128:17–18).
Servicios de bienestar:
Debemos proveer para nosotros mismos y para nuestra familia, y ayudar a satisfacer las
necesidades de los pobres y afligidos en la forma en que el Señor lo ha indicado.
Obra de Salvación:
Debemos tomar parte activa en actividades misionales apropiadas, tales como ayudar a
los miembros de la familia a prepararse para servir como misioneros regulares, amistar a
quienes no son miembros de la Iglesia, proporcionar referencias a los misioneros, cumplir
misiones regulares y ayudar financieramente a la obra misional.
Orientación familiar:
Debemos comprender todas las responsabilidades que tenemos como maestros
orientadores y diligentemente “velar… por los [que hemos sido llamados a servir], y estar
con ellos y fortalecerlos” (D. y C. 20:53).
Debemos honrar, obedecer y sostener la ley, ser ciudadanos leales, buenos vecinos y
mejorar la comunidad en la que vivimos
Al leer D. y C. 124:137. ¿Qué deber específico del oficio de élder se menciona en este
pasaje de las Escrituras?
Además de ser ministros residentes de la Iglesia, los élderes deben ejercer cualquier
llamamiento que se requiera de ellos.