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Unidad 1 / Escenario 1

Lectura Fundamental

Fundamentos de la ética

Contenido

1 El concepto de la ética a lo largo de la historia

2 Clases de observación de la ética

3 El individuo y la ética

4 Relativismo ético

5 La ética en América Latina

Palabras clave:
Ética, moral, relativismo ético
Introducción

El origen de la palabra ética proviene de la raíz griega “ethos”, que en sus inicios significó el “origen”,
y que fue cambiando con el paso del tiempo hasta referirse a la manera de un individuo, resultado de
sus experiencias. La ética, como disciplina, estudia la coherencia existente entre lo que son los actos
del ser humano, basados en un sistema de valores previamente adquirido y después pasado por el
tamiz de lo que es bueno o malo, según los conceptos dados por la moral, y de esta forma calificar los
actos del ser humano (Martínez et. al, 2011). Expresado de otra manera, la ética busca una armonía
y coherencia dentro de las acciones del ser humano, mientras que la moral, califica los actos de una
persona, sobre bases de creencias religiosas, conocimientos sociales y experiencias.

1. El concepto de la ética a lo largo de la historia


Los griegos fueron los iniciadores de las observaciones científicas de la realidad y de la percepción del
mundo a través de los sentidos, es decir, que los conceptos del bien y el mal están atravesados por
las enseñanzas, la sensibilidad y los sentidos de los individuos. De esta manera, Protágoras, en el siglo
V, hizo las primeras definiciones de lo que debía ser moralmente aceptable basado en la percepción
subjetiva de la realidad. A Protágoras y a los otros pensadores representantes de esta escuela de
pensamiento se les llamó sofistas.

Contrario a los sofistas, Sócrates tenía una posición centrada en el famoso texto de los diálogos
de su discípulo Platón, el cual se puede sintetizar de la siguiente forma: la virtud está dada por el
conocimiento, de esta forma, una persona será virtuosa si tiene conocimiento y así sabe de qué se
trata la virtud, solo así puede discernir entre el bien y el mal. Así pues, el mal es fruto de la ignorancia.
De esta manera, basado en el pensamiento socrático, la educación es lo que constituye la virtud, y
esta puede hacer que la gente sea y actúe conforme a la moral.

El concepto de ética ha evolucionado considerablemente desde los griegos. El filósofo inglés Bertrand
Russell, citado por Antonio Millán P. (1976) marcó una diferencia dentro de la interpretación del
pensamiento basado en el concepto ético de los últimos tiempos. De manera crítica con respecto al
concepto clásico de la moral, expuso la idea de que los juicios morales expresan deseos individuales
y que estos deseos se convierten en hábitos sociales. Así pues, los grandes sabios o estudiosos son
individuos que no son moralmente completos, ya que los seres humanos solo participan en plenitud de
la vida de la sociedad y la virtud y la moral a partir de deseos que se vuelven prácticas sociales.

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El filósofo alemán Martin Heidegger, citado por Leslie White (1982) planteaba que no existía un
concepto de moral basado en el conocimiento y la virtud (entendida como verdad divina), aunque
alguno puede surgir en el futuro. En este orden de ideas, afirmaba que los seres humanos se hallan
solos en el Universo, por lo que no hay un Dios, ni vida eterna. En consecuencia, tienen que realizar y
asumir las consecuencias de sus actos y decisiones éticas en un conocimiento constante de la muerte
como fin último de la vida. Por lo tanto, lo bueno y lo malo se debe reflejar en la vida terrenal, no en la
vida eterna (dada por la religión).

2. Clases de observación de la ética


El concepto moderno de la ética ha trascendido la visión griega de la ética de la virtud y del
conocimiento, dando paso a otros conceptos más relacionados con ella, en el sentido judeo-cristiano
de lo que está bien y mal, a partir del conocimiento de la ley de Dios y que, en la modernidad, ha
sido reemplazado por la autopercepción del individuo y de la interpretación del mundo subjetivo, que
hace que los actos estén basados en conceptos éticos completamente personales. A continuación se
muestran algunas definiciones del concepto de la ética según Alice Von Hildebrand (1983) en las que
es importante destacar la diferencia marcada entre el bien y el mal.

2.1. Ética de la virtud

En la ética de la virtud, los conceptos y las calificaciones morales surgen del interior del individuo. Es
decir, las acciones del individuo están dadas con respecto a las reglas que regulan su comportamiento
en la sociedad y en los lineamientos morales que rigen sus acciones y pensamientos internos. El
concepto de maldad aparece como la ignorancia de estas reglas. Por tanto, los individuos son
autónomos de regular sus acciones, únicamente basados en lo que ellos consideran que está bien o
mal. A partir de allí se empiezan a calificar las acciones y de esta forma aparece el concepto de lo que
se conoce como la “virtud”, que no es más que la calificación de lo que está bien o mal en las acciones
de un individuo.

2.2. Hedonismo

Es el principio de la ética que rige todas las actitudes y comportamientos del ser humano, tomando
como base la búsqueda constante del placer y el rechazo del dolor. De esta forma, todas las
actuaciones de los seres humanos se basan en este principio y los lineamientos éticos que rigen sus

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acciones van dirigidos a la consecución de estos preceptos. Por medio de esta búsqueda, el individuo
se permite seguir solamente los caminos que lo llevan a una consecución del placer; por este medio
se puede alcanzar la perfección de los actos, ya que lo que genera placer en un individuo es el
acatamiento de las reglas y la acción moralmente buena.

2.3. Estoicismo

Para la escuela estoica, el mayor bien y anhelo del ser humano es la consecución de la alegría y la
serenidad por medio de la realización de la observación y la aceptación de los sucesos de la vida del ser
humano, conforme van ocurriendo. De esta forma, los estoicos toman la vida con la aceptación total
de los hechos, y sus parámetros éticos están dados bajo el supuesto de aceptar todos los sucesos de
la vida, de una forma tranquila, lo que genera alegría y aceptación. Así pues, por medio de una visión
estoica de la vida, el individuo lleva un camino ético, cumpliendo los parámetros que el estoicismo
brinda a su vida, es decir, esta corriente de la ética le permite al individuo llevar un patrón de conducta
en sus actos que le permite vivir de una manera tranquila y feliz.

2.4. Utilitarismo

Dentro de esta corriente, el precepto ético del ser humano se centra en que su búsqueda principal
debe ser la consecución del bienestar general. Es decir que, por medio de las acciones basadas en un
altruismo moral de ayuda a los demás, se comprende el concepto ético del bien. El altruismo moral
es el concepto que debe regir la vida de los individuos y si todos los individuos rigen sus patrones de
conducta buscando un altruismo moral (el bienestar general), entonces la sociedad podrá vivir de
manera organizada y armónica.

2.5. Deontología

La deontología se centra en que un acto está bien, siempre y cuando se ciña y se atenga
estrictamente a las normas previamente establecidas en la sociedad. Es decir, que en la medida que
un individuo realice sus actos y estos sean acordes con las leyes, normas o acuerdos existentes, estos
serán siempre moralmente aceptables, es decir, serán buenos. De esta forma, la ley es la línea que
rige los actos del ser humano y es el ordenador de la sociedad. Cuando la ley es cumplida y dada a la
sociedad como un ordenador, la vida de los individuos mejora en su calidad y se logra un estado de
realización plena de la condición humana.

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2.6. Consecuencialismo

El consecuencialismo es un acto moralmente bueno, del cual se desprenden consecuencias positivas.


Es decir, cuando un individuo actúa moralmente bien, es cuando sus actos producen un buen
resultado, o una consecuencia positiva, la cual está contemplada y aceptada dentro de un sistema de
leyes.Todas las acciones de los individuos están dadas por las consecuencias que ellas traen, es decir
que las acciones de los individuos son buenas, si las consecuencias de sus acciones son positivas para
el individuo mismo y para la sociedad.

2.7. Pragmatismo

Según el pragmatismo, lo ético y lo que está moralmente bien son los actos que están acorde con
las costumbres sociales imperantes alrededor del individuo y con las leyes que han permitido que
estas costumbres sobrevivan a lo largo del tiempo. Es decir, los individuos actúan de manera ética y
moral si sus acciones están acordes con las costumbres de cómo se han hecho las cosas. Aquí en esta
interpretación del concepto de ética, la tradición es fundamental, ya que las acciones de los individuos
se basan en las tradiciones que han heredado las sociedades, por medio de la costumbre. Así pues, si
las cosas se hacen de un modo determinado en la sociedad, estas están bien y no hay motivo alguno
por el cual deban cambiar.

2.8. La tradición judeo-cristiana

En la tradición de las religiones judeo-cristianas, la ética está basada, en rasgos generales, en el


cumplimiento de los códigos de comportamiento moral y ético. En el caso de la religión católica, estos
cánones de comportamiento están dados por el cumplimiento de los diez mandamientos. Así pues,
cuando el individuo cumple con el código de acciones, se actúa de una manera moralmente aceptable
y de acuerdo con la ley de Dios. De esta forma, la religión y todos los preceptos y enseñanzas
dados por ella son los lineamientos que deben ser seguidos en la sociedad, para que se desarrolle
de forma correcta el individuo. Si un individuo cumple con estos lineamientos, tiene entonces un
comportamiento ético y aceptable dentro de la sociedad, basado en la tradición judeo-cristiana.

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3. El individuo y la ética
Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto y tomando la definición de Manuel Velásquez, el
actuar de forma ética se puede definir como: “una cuestión de no seguir los propios sentimientos. Una
persona que sigue sus sentimientos puede alejarse de lo que es correcto. De hecho, los sentimientos con
frecuencia se apartan de lo que es ético” (Velásquez, 2004).

De esta forma, a pesar de que los seres humanos tenemos una complejidad dentro de la estructura de
la construcción de nuestros valores éticos y morales, es importante y muy pertinente también tener
en cuenta que somos un cúmulo de sentimientos, aprendizajes y experiencias que hacen que nos
comportemos de una forma determinada frente a diversas situaciones. Estos comportamientos están
dados en parte por las tradiciones, enseñanzas, aprendizajes, leyes y códigos éticos, así como también
hay un gran componente emocional que dirige nuestras actuaciones.

En este orden de ideas, la ética conlleva al estudio y la razón del individuo sobre la realidad que lo
absorbe y lo rodea. De esta forma, es necesario definir algunas características de la ética.

• Es teórica, es decir, al hablar de ética se está hablando en un plano puramente especulativo y


con base en supuestos (deber ser).

• Es general, es decir, al encontrar los supuestos, estos se convierten en ideas mucho más
tangibles: virtudes, cualidades, normas, leyes, mandamientos o reglas para el buen vivir del
individuo.

• Actúa dentro del plano del debate y la controversia, es decir, la ética está siempre sujeta a
debates y reformulaciones de sus preceptos.

• Actúa como una forma de conciencia. Siempre sobre el plano del “deber ser”.

• Centra su observación sobre los conceptos morales, es decir, sobre lo que está bien y lo que está
mal.

• Está presente en todas las actividades del ser humano.

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4. Relativismo ético
Teniendo en cuenta las características éticas anteriormente expuestas, ahora es importante centrar
el análisis en el individuo. En este orden de ideas, aparece el relativismo ético, el cual se refiere a que
la orientación ética de los individuos corresponde directamente a la orientación y a los modelos dados
y permeados por la cultura a la que pertenece, es decir, el relativismo moral habla y se centra sobre la
subjetividad del individuo como forma particular de observar sus actos y de relacionarse con el mundo
y la sociedad a su alrededor.

De esta forma, sus actos dependen de lo que para el individuo y la sociedad está bien o mal, en donde
no hay unos parámetros firmemente establecidos que definan claramente lo que se acepta y lo que
no. Es decir, los individuos se comportan con unos parámetros éticos flexibles, basados en una moral
que se rige por las conveniencias personales. En otras palabras, se actúa según lo que le conviene.

Así se hace visible el concepto del relativismo, dado en la medida que la variedad de conceptos
planteados por las normas sociales y las reglas de las comunidades, hacen que esta visión sea
comúnmente extendida y aceptada.

Al parecer, este concepto del relativismo ético es muy aceptado actualmente en la sociedad, ya
que libera al individuo de la responsabilidad moral sobre sus acciones, ya que estas están ligadas
directamente a la conveniencia de estas sobre los actos que realiza el individuo en la sociedad.

A continuación, se muestran algunas características del relativismo ético:

• Lo que está bien o mal, en términos morales, depende de la sociedad en donde se apliquen estos
conceptos.

• Si está bien o mal, será relativo al tipo de sociedad de la cual el individuo sea parte.

• Las normas y acuerdos no son de orden homogéneo en su aplicación para todos los individuos de
la sociedad.

• Los modelos y acuerdos éticos están influenciados por factores externos y ambientales, lo cual
hace que su aplicación sea relativa a las particularidades en donde se aplican y a la variedad de los
individuos.

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Esta concepción, debido a sus características, ha tenido gran aceptación por las sociedades post –
modernas, en donde no existe una realidad, sino una multiplicidad de percepciones de la realidad.
Y estas percepciones se deben adaptar también a las normas morales y a los preceptos éticos de
la misma sociedad y de los individuos. Estos son los principios de lo que conocemos como la ética
occidental, vigentes desde la implantación de estos principios en la antigüedad y reformulada
actualmente para analizar la realidad en consideración de lo que está bien o mal, o de cómo se deben
dirigir las acciones; esto es lo que se conoce como la crisis de la ética occidental.

La racionalización de la vida cotidiana ha generado ciudadanos, como dice la expresión popular,


cortados con la misma tijera. Precisamente por ello, resultan más controlables y de más fácil manejo
por parte de las estructuras que guardan el orden social, político, económico y hasta religioso. De esta
forma, se puede hablar de la creación de una "jaula de hierro”, metáfora expuesta por Max Weber en
su escrito de 1905: “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” (Fidanza, s.f.). Es decir, que
la estructura de la sociedad moderna está diseñada como un entramado de leyes, normas, códigos y
mandamientos de carácter rígido que impiden que el individuo piense por sí mismo, o decida según los
parámetros de su más auténtico sentir con respecto a la ética que regirá todos los designios de su vida
en todos los niveles.

Se podría hablar actualmente de una “crisis de valores éticos”, pero en realidad no se trata de una
crisis, sino de una reconfiguración del paradigma de la sociedad moderna. Es decir, actualmente los
valores tradicionales deben ser reconfigurados y observados de otra forma, para que estos respondan
a las necesidades éticas y a los nuevos retos morales que está imponiendo la sociedad actual.

5. La ética en América Latina


En América Latina, como en todo el mundo, la globalización es el modelo que impera dentro de
la construcción de la economía, las leyes, la cultura y las políticas sociales. También hace que la
producción local y los valores propios hayan sido desplazados por valores y prácticas traídas desde los
centros de poder político y económico y no han sido acoplados ni adaptados a otras sociedades..

Aunque es pertinente recordar que la moral y la ética son considerados como valores de aceptación y
aplicación universal, en América Latina, la aplicación de estos valores no es dada de manera uniforme
ni equitativa, ya que aplica a los individuos según su ubicación social, su estatus, su poder económico y
hasta sus características sociales y demográficas.

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Algo que en la práctica se ha mostrado como la exclusión y las brechas de inequidad presentes
actualmente en el continente, y que ha frenado el desarrollo hacia una sociedad realmente incluyente
y justa para todos.

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Referencias bibliográficas
Fidanza, E. (s.f.). La jaula de hierro cien años después. Consideración acerca de una metáforna perdurable.
Buenos Aires, Argentina: Universidad de Buenos Aires.

Martínez, J., Fernandez, P., Serrano, M. J., Pérez, C., Prestel, C., Sánchez, Ó., & Royo, S. (2011). La
dimensión moral del ser humano. España: Cidead.

Millán Puelles, A. (1976). Ética y realismo. Madrid, España: Ediciones RIALP.

Von Hildebrand, A. (1983). El personalismo ético. Madrid, España: Palabra.

White, L. A. (1982). La ciencia de la cultura: un estudio sobre el hombre y la civilización. Barcelona,


España: Paidos.

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INFORMACIÓN TÉCNICA

Módulo: Ética empresarial


Unidad 1: Fundamentación ética
Escenario 2: Fundamentos de la ética

Autor: Gabriel Clavijo

Asesor Pedagógico: Juan Felipe Mejia


Diseñador Gráfico: Diego Calderón
Asistente: Laura Delgado

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