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El tema de la pobreza es motivo de intensa polémica entre académicos, gobierno y políticos, por

sus profundos efectos sobre el bienestar de las personas.

Los orígenes de la pobreza y de la desigualdad de ingresos en Colombia se pueden

encontrar en el peso del legado colonial que soportamos, la pésima distribución de

tierras que se profundiza en el siglo XIX, la evolución demográfica y la lenta acumulación de capital
físico y sobre todo humano durante el siglo XX. Se causó así

un profundo desequilibrio entre oferta y demanda de trabajo, con el consecuente

desbordamiento de la informalidad y del desempleo y al mismo tiempo se presentan serias


carencias de trabajo calificado.

El legado colonial

Criollos, indígenas mestizos y negros tenían un trato diferencial por parte

de la Corona española, de desigualdad ante la ley. El gobierno español también

repartió de manera centralizada las oportunidades económicas que representaban

la posesión y explotación de tierras y el comercio exterior. Así, las actividades más

rentables del virreinato estaban en manos de españoles o criollos adinerados, los

cuales las obtuvieron por su posición en la sociedad y no por su capacidad y eficiencia en los
negocios.

El mecanismo restrictivo principal fue el requisito de “pureza de sangre” para

ocupar posiciones en los cabildos, en el alferazgo, en los consulados (gremios de

comerciantes), para ser admitido en la universidad o ser parte del clero superior,

lo cual dejaba por fuera a los mestizos, negros y mulatos (Garrido). Los indígenas

eran considerados como infantes, bajo la especial protección de la Corona y el

clero, estaban sujetos a la propiedad colectiva de sus resguardos que podía ser cambiada
arbitrariamente por las autoridades coloniales.

La población urbana se dedicaba a la producción artesanal especialmente de

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