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El desarrollo del pensamiento económico heterodoxo moderno.

Aunque manifiestan sus críticas de diferentes maneras, coinciden en sus discrepanciassobre el


ámbito, el método y el contenido de la teoría ortodoxa. Los radicales, los institucionalistas y los
poskeynesianos rechazan la idea ortodoxa de que en una economía de mercado reina la armonía
y de que el laissez faire es, pues, una buena política. Los defensores de la elección pública y los
neoaustriacos, que tienden a estar a la derechapolítica de la corriente económica principal, están
en desacuerdo con el grado de intervención del Estado en los mercados que la teoría ortodoxa
considera aceptable. Las discrepancias de los economistas heterodoxos, ya se encuentren a la
izquierda o a la derecha de la corriente principal, a menudo son tanto éticas como científicas.
Existen interesantes contrastes y comparaciones entre los grupos heterodoxos. En primer lugar,
aunque a menudo discrepen entre sí sobre los fallos de la corriente económica principal, casi
siempre coinciden en la necesidad de ampliar el ámbito del análisis dominante. Por ejemplo,
aunque los teóricos de la elección pública y los radicales se encuentren en extremos opuestos
del espectro político, coinciden en que la política y la economía no pueden separarse. En
segundo lugar, aunque los economistas heterodoxos a menudo sean dejados de lado por la
corriente principal, influyen en ella.
Cuando influyen y cuando sus ideas se incorporan a veces a la corriente principal, disminuye su
papel como economistas heterodoxos. La longevidad no es, pues, necesariamente un atributo
positivo del pensamiento heterodoxo. En tercer lugar, los economistas heterodoxos tienden a
mirar hacia dentro y a alejarse del resto de la profesión, en cuyo caso su análisis se convierte en
un campo de estudio separado que sustituye totalmente a la corriente económica principal o
continúa existiendo independientemente de ella. En cuarto lugar, casi todas las escuelas
heterodoxas son partidistas y para que un grupo influya significativamente en la teoría, debe
parecer que no es partidista, es decir, que no está asociado ni con la izquierda ni con la derecha.
La elección pública parece que está a punto de ser absorbida por la corriente principal. Con el
desarrollo del análisis de la búsqueda de rentas por parte de economistas más liberales y su uso
de instrumentos neoclásicos, es la que tiene más posibilidades de ver sus ideas integradas en la
profesión. Los neoaustriacos tienen menos probabilidades de ser incorporados. Sin embargo,
probablemente serán capaces de continuar su lucha, debido en parte a que disponen de
considerables recursos para financiar publicaciones mediante las cuales pueden influir en el
pensamiento económico. Los radicales se encuentran en una situación más difícil: reciben
menos financiación externa, por lo que tienen menos posibilidades de publicar y algunas de sus
mejores ideas se han incorporado a la teoría ortodoxa “interpretada en un sentido amplio”. Sin
una fuerza política externa que radicalice a la población, es improbable que influyan
significativamente en la corriente económica principal. Los institucionalistas han optado por
mirar hacia dentro. Apenas tienen contacto con el resto de los economistas y tampoco lo de sean
demasiado, aunque algunas de sus ideas están abriéndose paso en la corriente económica
principal a través del análisis neoinstitucionalista. Lo mismo ocurre en gran medida con los
poskeynesianos, aunque son un grupo mucho más diverso, en el cual algunos desempeñan un
papel más activo en la corriente principal.
Algunos observadores han llegado a la conclusión de que como algunas versiones de la teoría
heterodoxa no han sido capaces de sustituir a la teoría ortodoxa, la teoría heterodoxa ha
fracasado. Por este motivo, a menudo se omite de las historias de la teoría económica. Nosotros
no pensamos lo mismo. El examen del pensamiento heterodoxo revela que, aunque no ha
sustituido a la corriente aceptada del pensamiento económico, a menudo obliga a la teoría
ortodoxa a sondear nuevas vías y a veces ofrece ideas fundamentales que acaban formando
parte de la estructura teórica aceptada.
Estas aportaciones al rumbo y el contenido de la corriente de ideas no pueden pasarse por alto.
Pueden muy bien ser las ideas que, retrospectivamente, los historiadores de finales del siglo
XXI consideren precursoras de la corriente principal de pensamiento.

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