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GUIA DE HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES

EDUCACION CIUDADANA

Colegio San Antonio de Colina


RBD 25121-6
Dpto. de Historia, Geografía y Cs Sociales.

SEMANA 2
CLASE 4

NOMBRE CURSO

Objetivo: Identificar las dinámicas y esquemas de validación de los sistemas de organización políticos
premodernos que retoman las concepciones clásicas de la institucionalidad y la legitimidad jurídica.

LINK de apoyo a los contenidos


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https://www.youtube.com/watch?v=T3g3YlMAOBE

LA ORGANIZACIÓN POLITICA EN SACRO IMPERIO ROMANO GERMANO

El Sacro Imperio Romano Germano

En el siglo X el poder de la dinastía carolingia había disminuido de manera notoria en el territorio


que había quedado en manos de Luis el Germánico tras el tratado de Verdún; en la práctica, la
autoridad residía en los duques de Franconia, Sajonia, Suabia, Baviera y Lorena. El año 911, cuando
falleció el último monarca carolingio, Luis el Niño, los duques alemanes acordaron un sistema electivo
para designar al rey; el elegido fue Conrado de Franconia.
Enrique I de Sajonia, sucesor de Conrado, debió enfrentar las ambiciones de poder de los duques que se
rebelaron contra la monarquía; además, debió defender el reino contra numerosas arremetidas de los
húngaros desde el este. Debido a los logros del monarca en su lucha contra los invasores, pudo nombrar
a su hijo Otón como sucesor. Otón I, aspiraba a restablecer un imperio cristiano universal, similar al
carolingio, para lo cual debía imponerse definitivamente sobre los duques. Uno de los medios que le
permitió mantener la supremacía de la corona fue el establecimiento de una férrea alianza con la Iglesia.
Mas adelante, el triunfo decisivo contra los húngaros en la batalladle Lechfeld (955) y una incursión
exitosa en Italia, a solicitud del Papa Juan XII, quien mantenía sus propias disputas con la nobleza
italiana, le permitió imponerse definitivamente en Alemania. El año 962 Otón I fue nombrado
emperador por el Papa, lo que daría origen al Sacro Imperio Romano Germano. Le sucedieron Otón II y
Otón III, quienes continuaron la política de estrecha alianza con el papado; los emperadores asumieron
la defensa de los pontífices romanos, pero a su vez se involucraron de manera activa en las elecciones de
Papas y obispos, con lo que el poder de la Iglesia quedaba, supeditado al poder político.
El Sacro Imperio Romano Germano estaba conformado por una gran cantidad de dominios, cada
uno de los cuales era gobernado por un rey, un duque, un conde, un obispo, un abad u otro señor. A
este conjunto de nobles se les llamaba príncipes. Había también territorios regidos directamente por el
emperador. Para mantener su autoridad sobre el conjunto, los emperadores debieron constantemente
enfrentar las ambiciones de los príncipes. Por otra parte, la retribución de las funciones pastorales
mediante la entrega de feudos provocó también una feudalización de la Iglesia católica. Ante esta
situación, el poder papal intentó retomar el control y centralizar nuevamente el poder en la figura del
Pontífice, situación que desemboca en la llamada querella de las investiduras

Conformación de la cristiandad como factor de unidad de la Edad Media

La desintegración política, económica y social del Imperio Romano de Occidente estuvo


acompañada de un largo proceso de cristianización, favorecido por la libertad de culto establecida por el
emperador Constantino en el Edicto de Milán el año 313,
En la época medieval, la vida cotidiana, la imagen de mundo y la institucionalidad estaban empapadas de la
fe cristiana, y más allá de cualquier división política, la idea de formar parte de la cristiandad se convirtió en
un elemento de unión en Europa. Durante la Edad Media, la Iglesia católica logró difundir las creencias y
prácticas aceptadas como cristianas y consolidarse como institución, definiendo la estructura
administrativa, el dogma y los ritos que mantuvo, con algunas variaciones, hasta avanzado el siglo XX. A
fines del siglo V, la Iglesia ya se había consolidado como la única fuerza capaz de dar coherencia al mundo
europeo. Tras la separación con la Iglesia bizantina (1054), el cristianismo occidental, dirigido por la Iglesia
católica, entró en una etapa de madurez, estimulada por una profunda reestructuración interna, conocida
como la reforma gregoriana. El papa Gregorio Magno fue el impulsor de este significativo movimiento que
consiguió importantes logros para el afianzamiento del poder eclesiástico. La Iglesia se organizó
internamente tal como si fuese un reino de la época, bajo una sola autoridad, el Papa, y bajo un sistema
normativo, el derecho canónico. Su territorio se estructuró jerárquicamente y en cada unidad –diócesis,
parroquia, entre otras– la autoridad papal estaba representada por un miembro del clero secular.
Paralelamente, se buscó una renovación cristiana, que tuvo a la base el intento por hacer la vida más
espiritual y más cercana a las enseñanzas de Jesús y el modo de vivir de los primeros cristianos. En este
movimiento, desempeñaron un papel central las órdenes monásticas, integradas por monjes que vivían en
abadías o monasterios. El monacato se había iniciado en Occidente en el siglo V con San Benito de Nursia,
fundador de la orden benedictina y de su estricta regla de oración y trabajo (ora et labora). Los monjes,
que al seguir la regla constituían el clero regular, cumplían este mandato en labores agrícolas y productivas,
además de un trabajo cultural, como copistas de las obras del saber y en el estudio realizado en las
escuelas monacales. El monacato fue sucesivamente reformado, en un afán de lograr mayor austeridad y
disciplina. En el siglo XIII, nuev movimientos de renovación espiritual reivindicaron la idea de la pobreza y
permitieron el origen de las ordenes mendicantes: la Orden de Predicadores o dominicanos,

por su fundador Santo Domingo de Guzmán, y la de los Frailes Menores o franciscanos, por su fundador,
San Francisco de Asís. A diferencia de las monásticas, las órdenes mendicantes se establecieron en los
núcleos urbanos para estar más en contacto con la gente y desempeñaron un importante papel en el seno
de las ciudades.

La Iglesia era la única institución que se encontraba presente en todas las regiones de Europa y los
emperadores, reyes y señores eran gobernantes cristianos. Aun así, la relación entre la Iglesia y las
autoridades políticas no fue sencilla y atravesó por diferentes momentos de tensión. La Iglesia justificaba
su injerencia en la vida política, basándose en el principio de que el poder del Papa procedía de manera
directa de Dios y que, en base al mandato del Evangelio, el papado tenía atribuciones para decidir tanto
en lo espiritual como en lo terrenal. Este mandato se traducía, en el ámbito político, en un principio
teocrático de sujeción del poder según el cual el origen de todo poder descendía de Dios a su vicario, el
Papa, y de este a los gobernantes. Este principio descendente del poder constituía el fundamento de la
sujeción de los gobernantes al papado, y fue reforzado durante los siglos medievales con una serie de
situaciones que fortalecieron la autoridad de la Iglesia en lo temporal.
El carácter de religión oficial del cristianismo había sentado las bases de la relación entre el papado y el
Imperio Romano, relación que se profundizó gracias a los reyes germanos. En el siglo VIII, Pipino el Breve
fue proclamado rey de los francos por el papa Esteban II; en compensación, el rey entregó al papado el
territorio donde se establecieron los Estados Pontificios, con lo que el Papa se convirtió en jefe de un
gobierno terrenal, además de líder espiritual de la cristiandad católica. Luego, a partir de la coronación
de Carlomagno, el Papa se constituyó en legitimador del poder de los emperadores, lo que afianzó la
influencia política de la Iglesia y su estrecha relación con el Imperio. Otro elemento que favoreció la
autoridad de la Iglesia fue su poderío económico. Parte importante de la tierra, el principal recurso
productivo del medioevo, estaba en manos de la Iglesia y los campesinos debían entregarle el diezmo o
décima parte de su producción. Muchos monasterios funcionaban como eficientes unidades productivas
y un número considerable de siervos trabajaba en las distintas abadías.
Durante la Alta Edad Media, la Iglesia actuó de común acuerdo con el poder temporal, auxiliándose
mutuamente a fin de mantener sus respectivos espacios de influencia. No obstante, hacia el siglo XI, la
relación de cooperación entre ambos poderes entró en conflicto.

Querella de las Investiduras

Se llama Querella de las Investiduras al conflicto que protagonizaron el papado y los emperadores
germanos Enrique IV y Enrique V a lo largo del período 1075 a 1122. Lo que disputaron papas y
emperadores fue: ¿de quién es la autoridad suprema para otorgar su cargo y dominio a obispos y otras
altas autoridades de la Iglesia en el territorio del Sacro Imperio Romano Germano? Hasta ese
momento, en la ceremonia de investidura de un eclesiástico, el emperador entregaba los símbolos de
poder temporal, el más importante de los cuales era el cetro, y los de autoridad espiritual, el anillo y el
báculo. En la práctica, esto significaba que era el emperador quien nombraba a los obispos (superior de
una diócesis) y abades (superior de un monasterio). En 1074, el Papa Gregorio VII decretó el celibato
para todos los clérigos católicos y prohibió terminantemente la práctica, común en la época, de
compra o venta de cargos eclesiásticos (simonía). La mayoría de los obispos, abades y demás príncipes
de la Iglesia del Imperio rechazó estas órdenes y las desobedeció abiertamente, lo que tenía relación con
su condición de señores feudales: cada cargo estaba asociado a un dominio (feudo) que se podía
traspasar como herencia solo si el señor tenía descendientes.
Gregorio VII, estaba convencido de la necesidad de realizar reformas en la Iglesia, advirtiendo que el
problema de fondo residía en que el emperador nombrara a las autoridades de la Iglesia en sus
dominios. En año 1075, estableció que ningún laico podía investir a los miembros de la Iglesia, el
emperador Enrique IV se negó a renunciar a su prerrogativa, situación que provocó el conflicto. La
negativa de Enrique IV derivó en su excomunión, lo que lo ponía en una situación muy compleja, en
cuanto dejaba de ser parte de la cristiandad y, por lo tanto, no podía gobernar un Imperio cristiano.
Finalmente, en 1122, el Papa Calixto II y el emperador Enrique V llegaron a un acuerdo, el Concordato de
Worms, que establecía que existiría una doble investidura de los príncipes de la Iglesia: una temporal,
dada por el emperador, y otra espiritual, otorgada por el Papa. A partir de entonces, se afirmó el
principio de supremacía de la Iglesia sobre el poder temporal, por lo que el papado intervino con
frecuencia en los asuntos de los Estados cristianos.

ACTIVIDAD

1. Describe la organización social y política del Sacro Imperio romano Germano. Dibuja un pequeño
esquema explicativo. (minimo una pla

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