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Siete Cabezas
Siete Cabezas
La primera cabeza de la bestia representa a Egipto. ¿Por qué? Porque fue la primera gran
potencia que trató con hostilidad al pueblo de Dios. Su ataque comenzó cuando los
descendientes de Abrahán; de entre quienes saldría la prometida descendencia de la
mujer. A fin de impedir que llegara la descendencia, Satanás intentó exterminar al pueblo
de Dios.
Haciendo que el faraón ejecutara a todos los niños varones de Israel. Pero Jehová frustró
su ataque y liberó de Egipto a sus siervos (Éxo. 1:15-20; 14:13).
La segunda cabeza de la bestia representa a Asiria, un poderoso reino que también trató
de aniquilar al pueblo de Dios. Es cierto que Jehová se valió de esta potencia para
castigar al reino de diez tribus por su idolatría y rebelión. No obstante, después Asiria
también atacó Jerusalén. Es posible que la intención de Satanás fuera eliminar el linaje
real del que vendría Jesús. Pero aquella agresión no formaba parte del propósito divino.
Por esa razón, Jehová salvó a sus siervos fieles enviando un ángel a destruir a los
invasores (2 Rey. 19:32-35; Isa. 10:5, 6, 12-15).
La tercera cabeza de la bestia que vio Juan representa al reino cuya capital era Babilonia.
Jehová permitió que los babilonios conquistaran Jerusalén y se llevaran cautivos a sus
habitantes. Dios les había advertido a los rebeldes israelitas que sufrirían aquella trágica
humillación (2 Rey. 20:16-18). Profetizó que se cortaría la sucesión de reyes humanos
que debían sentarse “sobre el trono de Jehová” en Jerusalén (1 Cró. 29:23). No obstante,
también prometió que un descendiente del rey David —alguien con “el derecho legal”—
vendría y reclamaría esa autoridad (Eze. 21:25-27).
Según otra profecía, cuando llegara el Mesías prometido —el Ungido de Jehová—, los
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judíos aún estarían adorando a Dios en el templo de Jerusalén (Dan. 9:24-27). Y una
profecía anterior, escrita antes de que los israelitas fueran desterrados a Babilonia,
anunció que el Mesías nacería en Belén (Miq. 5:2). Para que estas predicciones se
cumplieran, era necesario que los judíos fueran liberados, volvieran a su tierra y
reconstruyeran el templo. Sin embargo, los babilonios no tenían por norma soltar a sus
cautivos. ¿Cómo se superaría este obstáculo? Jehová despejó la incógnita a través de
sus profetas (Amós 3:7).
LA CUARTA CABEZA: MEDOPERSIA
Más de un siglo antes del tiempo de Daniel, Jehová utilizó al profeta Isaías para revelar
información sobre la potencia mundial que derrotaría a Babilonia. Y no solo predijo cómo
sería derrotada esta ciudad, sino también el nombre del conquistador: Ciro el Persa (Isa.
44:28–45:2). Además, Daniel recibió dos visiones sobre la potencia mundial medopersa.
En una de ellas, esta aparece como un oso levantado de un lado al que se le dice que
coma “mucha carne” (Dan. 7:5). Y en la otra se la representa como un carnero con dos
cuernos (Dan. 8:3, 20).
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Jehová cumplió su profecía haciendo que el Imperio medopersa conquistara Babilonia y
les diera permiso a los israelitas para regresar a su tierra (2 Cró. 36:22, 23). Pero, más
tarde, faltó poco para que esta misma potencia acabara con el pueblo de Dios. El libro
bíblico de Ester narra cómo el primer ministro de Persia, llamado Hamán, maquinó el
exterminio de todos los judíos que vivían en aquel extenso imperio e incluso fijó la fecha
en que ocurriría. Pero gracias a la intervención divina, una vez más el pueblo de Jehová
se salvó de los ataques de la descendencia de Satanás (Est. 1:1-3; 3:8, 9; 8:3, 9-14).
Como vemos, es muy adecuado que la cuarta cabeza de la bestia de Revelación
represente a Medopersia.
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En una de ellas, Grecia aparece como un leopardo con cuatro alas, señal de que esta
potencia realizaría sus conquistas a gran velocidad (Dan. 7:6). En la otra visión, un macho
cabrío con un llamativo cuerno mata rápidamente a un carnero de dos cuernos, que
simboliza a Medopersia. Jehová le explicó a Daniel que el macho cabrío era Grecia, y el
enorme cuerno, uno de sus reyes. Luego, Daniel señaló que el cuerno sería quebrado y
en su lugar surgirían cuatro más pequeños. Esta profecía se escribió cientos de años
antes de que Grecia se convirtiera en una potencia mundial. Sin embargo, se cumplió al
pie de la letra. Alejandro Magno, el rey más importante de la antigua Grecia, dirigió la
embestida contra Medopersia. Pero el “cuerno” no duró mucho, pues este gobernante
falleció con solo 32 años de edad, en el esplendor de su mandato. A su muerte, el imperio
terminó dividido entre cuatro de sus generales (léase Daniel 8:20-22).
Cuando el apóstol Juan recibió la visión de la bestia salvaje, Roma era la potencia
mundial dominante (Rev. 17:10). Esta sexta cabeza desempeñó un papel clave en el
cumplimiento de la profecía de Génesis 3:15. Satanás se valió de los dirigentes romanos
para herir temporalmente “en el talón” a la descendencia. ¿De qué forma? Haciendo que
condenaran y ejecutaran a Jesús bajo una acusación falsa de sedición (Mat. 27:26). Pero
aquella herida no tardó en sanar, pues Jehová resucitó a Jesús.
representan a Roma (Dan. 2:33). Sin embargo, este profeta tuvo otra visión que encaja a
la perfección no solo con el Imperio romano, sino también con la siguiente potencia
mundial, que saldría de dicho imperio (léase Daniel 7:7, 8). Durante siglos, Roma fue
para sus enemigos una potencia “espantosa y terrible y extraordinariamente fuerte”.
No obstante, la profecía señalaba que de este imperio surgirían “diez cuernos”, y luego
uno pequeño que alcanzaría una prominencia especial. ¿Quiénes son los diez cuernos?
¿A quién representa el cuerno pequeño, y a qué parte de la estatua inmensa de
Nabucodonosor corresponde? Hallaremos las respuestas a estas preguntas en el artículo
de la página 14.
arranca tres de los cuernos. Esto se cumplió cuando Gran Bretaña, que había pertenecido
al Imperio romano, empezó a cobrar relevancia. Hasta el siglo XVII había sido una
potencia relativamente insignificante. Había otras tres regiones del ya caído Imperio
romano que eran mucho más influyentes: España, los Países Bajos y Francia. Pero Gran
Bretaña las fue sacando una por una de sus importantes posiciones. Para mediados del
siglo XVIII estaba en vías de ser el país más poderoso del planeta. Entonces, ¿se había
convertido en la séptima cabeza de la bestia salvaje? Todavía no.
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Aunque Gran Bretaña alcanzó mucha importancia, sus colonias norteamericanas se
convirtieron en una nación independiente, Estados Unidos, que también se hizo muy
poderosa gracias a la protección naval británica. Para 1914 —cuando comenzó el día del
Señor—, Gran Bretaña había forjado el mayor imperio de la historia y Estados Unidos se
había convertido en la mayor potencia industrial del mundo.* Durante la primera guerra
mundial, ambas naciones formaron una alianza especial. Así fue como surgió la séptima
cabeza de la bestia: la potencia mundial angloamericana. ¿Cómo trató esta cabeza a la
descendencia de la mujer?, la séptima cabeza lanzó un ataque contra el pueblo de Dios,
es decir, los hermanos de Cristo que quedaban en la Tierra (Mat. 25:40). Jesús había
predicho que, durante su presencia, un resto de la descendencia estaría activo en la
Tierra (Mat. 24:45-47; Gál. 3:26-29). Pues bien, la potencia mundial angloamericana inició
una “guerra contra los santos” (Rev. 13:3, 7). Durante la primera guerra mundial persiguió
al pueblo de Dios, prohibió algunas de sus publicaciones y encarceló a varios
representantes del esclavo fiel. De hecho, logró que la predicación quedara en un punto
muerto durante cierto período, tal y como Jehová le había revelado a Juan. No obstante,
Dios también le anunció a Juan que la parte secundaria de la descendencia reviviría y
aumentaría su actividad espiritual (Rev. 11:3, 7-11). ¿Se cumplieron estas predicciones?
La historia de los siervos de Jehová de tiempos modernos así lo atestigua.