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EMOCIONES Y NEUROQUÍMICA
Cuando nos dicen “¡ya no te quiero!”, emerge una mezcla de emociones que provienen
del los más recónditos lugares de nuestro sistema límbico, parte de nuestro cerebro
irreflexivo, emotivo y poco congruente: se siente desamparo, enojo, desolación, angustia,
necesidad de justicia, tristeza y una gran vulnerabilidad.
ellas son inconscientes, son reflejos que procuran terminar el proceso de dolor.
El enojo domina a partir de ese momento. La mayoría de los cerebros enojados no son
congruentes con la lógica con la que piensa con respecto a lo que hace y planea, debido a
que gradualmente se va perdiendo el control prefrontal. La descarga emotiva provoca
también una activación corporal, la presión arterial y la frecuencia cardiaca aumentan, la
respiración se hace profunda, se busca más oxigenación cerebral y muscular. Los niveles
sanguíneos de glucosa aumentan, provocando estados de activación neuronal, un
resultado de esto por ejemplo es la noche de la separación en la cual es difícil conciliar el
sueño, todo se convierte en amenaza y es evidente cambios en el apetito. Todo este
cambio químico cerebral y corporal hace que nos la pasemos mal los primeros días.
Otra paradoja neurofisiológica, el cerebro busca auto-limitar la sanación caótica, estar
tristes y llorar por la ruptura, tienen un principio de calmar y desensibilizar a largo plazo
éste estado. Si bien llorar evoca que quien ve nuestras lágrimas se tranquilice y genere
empatía con nosotros, nuestro llanto genera cansancio, poco a poco, lloramos menos por
el evento y solemos mejorar nuestra autoestima.
Romper, distanciarse y terminar una relación es parte del proceso del amor y
construcción de los apegos. Es una capacitación, es un aprendizaje. Es necesario saberse
separar y recordar con agrado amores de antaño. El cerebro se va a quedar con detalles y
elementos. Romper es la oportunidad de iniciar otra relación, pero con eventos
aprendidos, errores que no deberán repetirse. Hay vida después de la ruptura; es necesario
entender que lo mejor viene adelante. No aferrarnos a quien no nos quiere es el
principal aprendizaje de las lágrimas y la separación. Nadie nos dijo que romper una
relación comúnmente suscita dolor, melancolía, odio, deseo de venganza y al final,
aprendizaje y madurez. Hasta que nos sucede, lo entendemos. Tan importante es entender
que amar y ser parte de la vida de alguien lleva consigo siempre la posibilidad de la
separación y la ruptura del vínculo.