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Guillermo Díaz-Plaja

La función del intelectual según


Eugenio d´Ors

La revisión del pensamiento de Euge- la actitud del Joven Xenius consistió,


nio d'Ors, surgida en la conmemoración como se demostró en seguida, en inten-
del centenario de su nacimiento, suscita tar una revolución desde el poder. De
un despliegue de puntos de vista que ahí que se insertara en el movimiento
viene a remediar, aunque débilmente catalanista, justo en el momento en
todavía, el atroz olvido que se cernía que se estaba fraguando una autonomía,
sobre su imagen de pensador. Una cons- para la cual la colectividad debía ser
telación de observaciones sagaces, to- preparada.
davía no reducidas a sistema, ha de De alguna manera, la actitud de
servir, sin duda, para valorar el dia- d'Ors recordaba la política seguida por
mante en el que se multiplica la luz la Institución Libre de Enseñanza, que,
(sin perder por ello su condición uni- rechazada por la Restauración, y apo-
taria), como reflejo lógico de la perso- yada en la bondad y en la pulcritud
nalidad creadora. Personalidad que, en de sus métodos, iniciaba una silenciosa
el caso de d'Ors, se enriquece de sen- y tenaz «infiltración», por medio de
tido sociológico, ya que, partiendo de instituciones ejemplares (Junta para
«la amistad y el diálogo», culmina en Ampliación de Estudios, Centro de Es-
la noción de «Ciudad» en, el sentido tudios Históricos, Residencia de Estu-
preciso de «convivencia civilizada». diantes, Instituto-Escuela), propugnan-
De ahí la lección que se desprende do un cambio de sentido que había de
de aquella glosa inicial de su tarea pe- cristalizar en la Segunda República es-
riodística, titulada Amiel en Vich, que pañola.
describe la desesperada soledad de un Paralelamente, en la Cataluña de su
intelectual, en una pequeña población mocedad palpitaba un clima ilusionado
de la Cataluña finisecular. Nada más de renovación pedagógica, traducido a
lejano a d'Ors, en efecto, que el soli- ingenuas realizaciones, clima que el
tario enfermizo, fabricador de la locura joven Xenius convirtió en programa.
y de la muerte, desde el monólogo de Este documento se publicó en la revista
Hamlet hasta el suicidio de Werther. Cataluña en 1910. Treinta días des-
Al iniciarse el Novecientos, la figura pués, el presidente de la Diputación de
patética y enfermiza del solitario se ci- Barcelona, Enríe Prat de la Riba, le
fraba en el intelectual anarquista, cons- ofrecía la Secretaría del Institut d'Es-
pirador de café, periodista de panfleto, tudis Catalans y, al crearse, en 1911,
rebelde de profesión. La novedad de la Mancomunitat de Catalunya, el pues-

Cuenta y Razón, n.° 5


Invierno 1982
to de director de Instrucción Pública. brazos a fin de que las cosas no vengan
El intelectual tenía, por primera vez por sí mismas a mí! Ah, la revolución,
entre nosotros, las riendas del poder. la revolución..., pero viendo la realidad
El programa estaba ya idealmente tra- profunda, ¿no habéis sido vosotros los
zado. Completar el Instituí con sec- rebeldes, los violadores esenciales de
ciones de Filosofía y Ciencia (a espejo la ley? ¡Sí! El Tirano, en realidad, no
del Instituí de France), realizar una es más que un revolucionario, un re-
política del libro (Biblioteca de Cata- belde a lo que, a los ojos de la Eter-
luña, Escuela de Bibliotecarias, red de nidad, es la legítima autoridad.»
Biblioíecas Populares), transformación Como ilustración ampliada de esta
de la política educativa (Consejo de doctrina, cumple leer una de aquellas
Pedagogía, Cursos de Alia Cultura e lecciones magistrales con que Eugenio
Intercambio, Esíudis Universiíarís Ca- d'Ors deslumbró al Madrid de los años
íalans...)- El sueño de aquel joven veinte, pronunciadas en la Residencia
Goethe, ministro de una ideal Weimar, de Estudiantes. Se trata de la titulada
se había convertido en una realidad... Grandeza y servidumbre de la inteli-
Pero sobrevino un despertar dolo- gencia, en juego de contrastes tomado
roso. Muerto Prat de la Riba (1919), de un famoso título de Alfred de Vig-
cuya habilidad y cuya prudencia sabían ny. Ahora no se trata de militares, sino
pasar por alio algunas genialidades de de intelectuales, con los que d'Ors
su «ministro», su sucesor cuidó de —¿quién lo diría?— encuentra un cu-
hacer notar que el reinado del intelec- rioso paralelismo:
tual había terminado. Un doloroso for- «Vistoso el uno, músico el otro, el
cejeo terminó en la derrota del pro- vuelo de la valentía se cruza en el aire
motor: Xenius fue defenestrado. Fue con el vuelo de la sabiduría. Brillan
entonces cuando escribió aquella trans- allí luces de Patria; zumban aquí mur-
parente obra dramática, renovando el mullos y melodías de Espíritu. Los dos
mito de Prometeo, el Rebelde que grupos acuden a lograr unas sobras y
quiso robar el fuego de los dioses. Su acaso a disputarse unas gracias. Los
opositor, Okeanos, es, por supuesto, dos son semiociosos, orgullosos y po-
el sucesor de Prat de la Riba, Puig y bres. Y de esta pobreza y de ese orgullo,
Cadafalch, a quien se dirige furiosa- y de aquel ocio a medias, se ha fabri-
mente el dios desposeído, recordándole cado una dignidad elevada que recibe
que «autoridad» viene de «autor». el nombre de * honor'.»
«He dicho gobernar. ¿Lo has enten- Para ilustrar este sorprendente y ad-
dido, Okeanos? Te lo repito: gobernar. mirable paralelismo, d'Ors recorre, en
¿Te parece un término demasiado cul- el campo de los intelectuales, su situa-
to? ¿No has comprendido que se trata ción a través de los siglos.
de la principal cuestión, de la esencia ¿Qué sucede en Grecia, donde se
de la cuestión sobre la autoridad?... acuña por primera vez esta manera de
¡Yo soy el Autor, yo soy quien inventó existir? Que unas gentes cercanas al
el juego y quien lo manipula! En todas aedo o sacerdote enseñan por una paga,
partes en donde el fuego templa, cuece, que ya no es una limosna, que acaso
funde, evapora, hasta allí se extiende es un convite aceptado o una forma de
mi autoridad de obrero... Y aquí me parasitismo social, ya que no se trata
tienes encadenado. Pero aquí me tienes de un obrero, sino de un hombre ocio-
todavía más profundamente desposeído. so... (d'Ors podía haber recordado
Las cosas son mías y me las han qui- que, en griego, skolé quiere decir
tado. ¡Me ha atado mis industriosos «ocio»; sólo el que puede disfrutar del
ocio puede cultivar su espíritu... en la ligros acechan: la exigencia del espe-
escuela.) Pero en cualquier caso, d'Ors cialismo, el abandono de la claridad en
relaciona la función social del intelec- aras de un fingido balbuceo... Queda
tual con la del juglar de la Edad Media, sobre todo el riesgo de una nueva y
ilustración y diversión de reyes y aris- más espantosa servidumbre. No nos en-
tócratas, que en el Renacimiento gustan gañemos: los totalitarismos acechan.
de llamarse «mecenas» para el propio Hoy, la experiencia —trágica— nos
lucimiento de su persona. D'Ors re- daría muchas clases de ellos; pero en
cuerda el caso de Rubens, dando esplen- la época en que d'Ors pronuncia este
dor a la monarquía. ¿Y no podía haber memorable discurso hay una amenaza
añadido el nombre de Velázquez? que se dibuja con terrible fuerza en el
La liberación del intelectual, señala horizonte: la doctrina marxista, que ha
Eugenio d'Ors, no llegará hasta el si- de intentar imponer la disciplina más
glo xviu. El escritor dejará de firmarse férrea al pensamiento individual, hasta
«criado de Vuestra Excelencia», como el extremo de condenar a los hospitales
Cervantes al firmar la dedicatoria del psiquiátricos a los «disidentes».
Quijote a su «protector», el conde de El destino del intelectual está, pues,
Lemos... en juego y en riesgo de nueva servi-
Esta situación va a cambiar en el si- dumbre.
glo xviu, cuando el intelectual aban- «Curvada la espalda por una secular
dona los salones reales y las antesalas fatiga, pero también ungida la frente
de la nobleza para reunirse en los con una luz inmortal, marchamos, viva
«cafés»... en el alma la visión de nuestra grandeza,
«El siglo XIX —comenta d'Ors— a ofrecer nuestros cuerpos a la más fé-
conoce ya todos los elementos de la rrea servidumbre. Muden de esposas
libertad intelectual: conoce la ciencia nuestras muñecas; Lenin, pon tu hierro
laica, la universidad, la edición y el pe- aquí, donde aún es bermeja la marca
riódico. Ahora va a entrarse en la prue- de las argollas de Creso: mudar ase el
ba definitiva. Va a ensayarse una pro- hierro, el bronce interior no se rom-
fesionalidad de la inteligencia que lleve perá...»
a la grandeza cumplida sin saber de las
«Dejad, empero, por un instante, que,
sujeciones de la servidumbre. Estamos
en el momento esencial. Se juega el antes de entrar otra vez en el mutismo
destino de la inteligencia en el mundo. de pudor y taciturnidad que cubre los
El momento dura un siglo...» secretos terribles, lancemos al aire de
cara al mundo entero el irrefrenable
¿Qué acontece, en efecto? Sigamos grito de nuestro orgullo...»
pespunteando en el texto de Eugenio
d'Ors, a través de una dialéctica más
barroca que de costumbre... Varios pe- G. D.-P.*

* 1909. Escritor. Miembro de la Real Academia Española de la Lengua.

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