La revisión del pensamiento de Euge- la actitud del Joven Xenius consistió,
nio d'Ors, surgida en la conmemoración como se demostró en seguida, en inten- del centenario de su nacimiento, suscita tar una revolución desde el poder. De un despliegue de puntos de vista que ahí que se insertara en el movimiento viene a remediar, aunque débilmente catalanista, justo en el momento en todavía, el atroz olvido que se cernía que se estaba fraguando una autonomía, sobre su imagen de pensador. Una cons- para la cual la colectividad debía ser telación de observaciones sagaces, to- preparada. davía no reducidas a sistema, ha de De alguna manera, la actitud de servir, sin duda, para valorar el dia- d'Ors recordaba la política seguida por mante en el que se multiplica la luz la Institución Libre de Enseñanza, que, (sin perder por ello su condición uni- rechazada por la Restauración, y apo- taria), como reflejo lógico de la perso- yada en la bondad y en la pulcritud nalidad creadora. Personalidad que, en de sus métodos, iniciaba una silenciosa el caso de d'Ors, se enriquece de sen- y tenaz «infiltración», por medio de tido sociológico, ya que, partiendo de instituciones ejemplares (Junta para «la amistad y el diálogo», culmina en Ampliación de Estudios, Centro de Es- la noción de «Ciudad» en, el sentido tudios Históricos, Residencia de Estu- preciso de «convivencia civilizada». diantes, Instituto-Escuela), propugnan- De ahí la lección que se desprende do un cambio de sentido que había de de aquella glosa inicial de su tarea pe- cristalizar en la Segunda República es- riodística, titulada Amiel en Vich, que pañola. describe la desesperada soledad de un Paralelamente, en la Cataluña de su intelectual, en una pequeña población mocedad palpitaba un clima ilusionado de la Cataluña finisecular. Nada más de renovación pedagógica, traducido a lejano a d'Ors, en efecto, que el soli- ingenuas realizaciones, clima que el tario enfermizo, fabricador de la locura joven Xenius convirtió en programa. y de la muerte, desde el monólogo de Este documento se publicó en la revista Hamlet hasta el suicidio de Werther. Cataluña en 1910. Treinta días des- Al iniciarse el Novecientos, la figura pués, el presidente de la Diputación de patética y enfermiza del solitario se ci- Barcelona, Enríe Prat de la Riba, le fraba en el intelectual anarquista, cons- ofrecía la Secretaría del Institut d'Es- pirador de café, periodista de panfleto, tudis Catalans y, al crearse, en 1911, rebelde de profesión. La novedad de la Mancomunitat de Catalunya, el pues-
Cuenta y Razón, n.° 5
Invierno 1982 to de director de Instrucción Pública. brazos a fin de que las cosas no vengan El intelectual tenía, por primera vez por sí mismas a mí! Ah, la revolución, entre nosotros, las riendas del poder. la revolución..., pero viendo la realidad El programa estaba ya idealmente tra- profunda, ¿no habéis sido vosotros los zado. Completar el Instituí con sec- rebeldes, los violadores esenciales de ciones de Filosofía y Ciencia (a espejo la ley? ¡Sí! El Tirano, en realidad, no del Instituí de France), realizar una es más que un revolucionario, un re- política del libro (Biblioteca de Cata- belde a lo que, a los ojos de la Eter- luña, Escuela de Bibliotecarias, red de nidad, es la legítima autoridad.» Biblioíecas Populares), transformación Como ilustración ampliada de esta de la política educativa (Consejo de doctrina, cumple leer una de aquellas Pedagogía, Cursos de Alia Cultura e lecciones magistrales con que Eugenio Intercambio, Esíudis Universiíarís Ca- d'Ors deslumbró al Madrid de los años íalans...)- El sueño de aquel joven veinte, pronunciadas en la Residencia Goethe, ministro de una ideal Weimar, de Estudiantes. Se trata de la titulada se había convertido en una realidad... Grandeza y servidumbre de la inteli- Pero sobrevino un despertar dolo- gencia, en juego de contrastes tomado roso. Muerto Prat de la Riba (1919), de un famoso título de Alfred de Vig- cuya habilidad y cuya prudencia sabían ny. Ahora no se trata de militares, sino pasar por alio algunas genialidades de de intelectuales, con los que d'Ors su «ministro», su sucesor cuidó de —¿quién lo diría?— encuentra un cu- hacer notar que el reinado del intelec- rioso paralelismo: tual había terminado. Un doloroso for- «Vistoso el uno, músico el otro, el cejeo terminó en la derrota del pro- vuelo de la valentía se cruza en el aire motor: Xenius fue defenestrado. Fue con el vuelo de la sabiduría. Brillan entonces cuando escribió aquella trans- allí luces de Patria; zumban aquí mur- parente obra dramática, renovando el mullos y melodías de Espíritu. Los dos mito de Prometeo, el Rebelde que grupos acuden a lograr unas sobras y quiso robar el fuego de los dioses. Su acaso a disputarse unas gracias. Los opositor, Okeanos, es, por supuesto, dos son semiociosos, orgullosos y po- el sucesor de Prat de la Riba, Puig y bres. Y de esta pobreza y de ese orgullo, Cadafalch, a quien se dirige furiosa- y de aquel ocio a medias, se ha fabri- mente el dios desposeído, recordándole cado una dignidad elevada que recibe que «autoridad» viene de «autor». el nombre de * honor'.» «He dicho gobernar. ¿Lo has enten- Para ilustrar este sorprendente y ad- dido, Okeanos? Te lo repito: gobernar. mirable paralelismo, d'Ors recorre, en ¿Te parece un término demasiado cul- el campo de los intelectuales, su situa- to? ¿No has comprendido que se trata ción a través de los siglos. de la principal cuestión, de la esencia ¿Qué sucede en Grecia, donde se de la cuestión sobre la autoridad?... acuña por primera vez esta manera de ¡Yo soy el Autor, yo soy quien inventó existir? Que unas gentes cercanas al el juego y quien lo manipula! En todas aedo o sacerdote enseñan por una paga, partes en donde el fuego templa, cuece, que ya no es una limosna, que acaso funde, evapora, hasta allí se extiende es un convite aceptado o una forma de mi autoridad de obrero... Y aquí me parasitismo social, ya que no se trata tienes encadenado. Pero aquí me tienes de un obrero, sino de un hombre ocio- todavía más profundamente desposeído. so... (d'Ors podía haber recordado Las cosas son mías y me las han qui- que, en griego, skolé quiere decir tado. ¡Me ha atado mis industriosos «ocio»; sólo el que puede disfrutar del ocio puede cultivar su espíritu... en la ligros acechan: la exigencia del espe- escuela.) Pero en cualquier caso, d'Ors cialismo, el abandono de la claridad en relaciona la función social del intelec- aras de un fingido balbuceo... Queda tual con la del juglar de la Edad Media, sobre todo el riesgo de una nueva y ilustración y diversión de reyes y aris- más espantosa servidumbre. No nos en- tócratas, que en el Renacimiento gustan gañemos: los totalitarismos acechan. de llamarse «mecenas» para el propio Hoy, la experiencia —trágica— nos lucimiento de su persona. D'Ors re- daría muchas clases de ellos; pero en cuerda el caso de Rubens, dando esplen- la época en que d'Ors pronuncia este dor a la monarquía. ¿Y no podía haber memorable discurso hay una amenaza añadido el nombre de Velázquez? que se dibuja con terrible fuerza en el La liberación del intelectual, señala horizonte: la doctrina marxista, que ha Eugenio d'Ors, no llegará hasta el si- de intentar imponer la disciplina más glo xviu. El escritor dejará de firmarse férrea al pensamiento individual, hasta «criado de Vuestra Excelencia», como el extremo de condenar a los hospitales Cervantes al firmar la dedicatoria del psiquiátricos a los «disidentes». Quijote a su «protector», el conde de El destino del intelectual está, pues, Lemos... en juego y en riesgo de nueva servi- Esta situación va a cambiar en el si- dumbre. glo xviu, cuando el intelectual aban- «Curvada la espalda por una secular dona los salones reales y las antesalas fatiga, pero también ungida la frente de la nobleza para reunirse en los con una luz inmortal, marchamos, viva «cafés»... en el alma la visión de nuestra grandeza, «El siglo XIX —comenta d'Ors— a ofrecer nuestros cuerpos a la más fé- conoce ya todos los elementos de la rrea servidumbre. Muden de esposas libertad intelectual: conoce la ciencia nuestras muñecas; Lenin, pon tu hierro laica, la universidad, la edición y el pe- aquí, donde aún es bermeja la marca riódico. Ahora va a entrarse en la prue- de las argollas de Creso: mudar ase el ba definitiva. Va a ensayarse una pro- hierro, el bronce interior no se rom- fesionalidad de la inteligencia que lleve perá...» a la grandeza cumplida sin saber de las «Dejad, empero, por un instante, que, sujeciones de la servidumbre. Estamos en el momento esencial. Se juega el antes de entrar otra vez en el mutismo destino de la inteligencia en el mundo. de pudor y taciturnidad que cubre los El momento dura un siglo...» secretos terribles, lancemos al aire de cara al mundo entero el irrefrenable ¿Qué acontece, en efecto? Sigamos grito de nuestro orgullo...» pespunteando en el texto de Eugenio d'Ors, a través de una dialéctica más barroca que de costumbre... Varios pe- G. D.-P.*
* 1909. Escritor. Miembro de la Real Academia Española de la Lengua.