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TALLER DE LENGUA I

UNIDAD 2

Compilador:
Yildreth Rodríguez Ávila

www.cecarvirtual.edu.co
CECAR Virtual 1
PRODUCCIÓN TEXTUAL

CONTENIDO
1.1 El texto
1.2 El párrafo
1.3 Tipos de texto
1.4 El texto académico
1.4.1 Organización del texto académico
1.4.2 Proceso de producción de textos académicos
1.4.3 Dificultades más comunes que afrontan los
escritores

CORPORACIÓN UNIVERSITARIA DEL CARIBE—CECAR


VIRTUALIDAD

RECTOR
Noel Morales Tuesca

VICERRECTOR ACADÉMICO
Alfredo Flórez Gutiérrez

DECANA FACULTAD DE
HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
Leslie Yuliet Bravo García

EDICIÓN
Equipo de Virtualidad
2019

2 CECAR Virtual
1.1 El Texto
Para introducirnos en el estudio del texto, es importante entender lo que hoy conocemos como lingüística textual.
Ésta tiene un origen bastante reciente a partir de los estudios de Halliday y Hasan sobre cohesión textual y otros
autores, así como la insistencia de una gramática del texto de van Dijk, dan pie para explicar qué pasa con la
incoherencia en los textos que no se podía analizar desde la gramática estructural, ni transformacional. De los
estudios netamente textuales, se pasó a los estudios del discurso y de ahí una amplia gama que tiene de base
la pragmática.

Ahora bien, el desarrollo histórico de esta rama, del cual Chumaceiro (2001), expone tres etapas: la del texto
como unidad comunicativa, el texto como unidad lingüística y la pragmática; nos lleva a reflexionar sobre el texto
como una herramienta fundamental de la comunicación, en un contexto de uso específico y que éste tiene sus
reglas de funcionamiento.

En este sentido, es importante exponer qué es el texto:

Es la unidad comunicativa fundamental, de carácter intencional, ajustado a las propiedades de


coherencia (sentido lógico), con una estructura semántica y sintáctica completa, que puede ser oral o escrito
y que adquiere su razón de ser el ámbito comunicativo contextual.

El texto se diferencia de la oralidad de manera sustancial por los rasgos fundamentales de cada uno. Entre ella
tenemos:

Texto oral Texto escrito


Es la forma natural de la comunicación. Es un código que se aprende.

Recursos paralingüísticos: ritmo, tono, intensidad, miradas, Recursos paralingüísticos: títulos, subtítulos, capítulos,
gestos. párrafos, sangrías, puntuación.

Se apoya en el contexto extralingüístico. Es independiente del contexto inmediato.

Usa un sintaxis sencilla. Se emplea una sintaxis más compleja.

Uso abundante de deícticos (este, ese allí, ahí, acá). Menor empleo de deícticos.

Abundantes marcas dialectales. Estandarizados. Sin marcas dialectales.


Bajo índice de vocablos específicos o técnicos. Alto índice de vocablos específicos.
Léxico coloquial (informal, familiar, escatológico). Léxico formal.
Digresiones, redundancias. Estructura explícita y organizada.
Poco uso de conectores. Uso abundante de conectores lógicos.
Frecuencia de relativos simples (que), perífrasis de futuro Relativo compuestos (el cual), futuro simple (iré), palabras
(voy a ir), abundancia de comodines (cosa, esto, asunto), precisas y técnicas, sin omisiones ni muletillas.
muletillas.

Frases inacabadas o incompletas (por sobreentendidas). Frases completas y coherentes, con la información precisa.

Los textos escritos se construyen con base en párrafos que se entrelazan unos con otros en la prosecución temá-
tica y gracias a los conectores lógicos.

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1.2 El Párrafo
El párrafo está marcado por su estructura de forma: conjunto de oraciones
vinculadas por la puntuación (comas, punto y comas, dos puntos, punto y se-
guido, punto y aparte), según corresponda, pero con el punto y aparte como
elemento prioritario para marcar el fin del párrafo, sangría inicial; mayúscula
inicial, tabulado en un bloque que, de acuerdo al estilo puede variar entre las
dos líneas en adelante. Hoy en día se expone la necesidad de hacer textos
con párrafos equilibrados por cantidad de 5 a 8 líneas.

Sin embargo, más allá de la estructura, “el párrafo se entiende como unidad
estructural a la que es posible asociar rasgos de forma, principalmente, aun-
que también de contenido, que ayudan a señalar su demarcación” (Martí-
nez Caro, 2014: 189).

Entre esos aspectos de contenido de los que habla la autora citada, se en-
cuentran: (a) el tópico, referido al tema y cómo éste se expone paso a paso
ampliando las temáticas o subtópicos, a su vez cada tópico nuevo se rela-
ciona con el anterior y da pistas para continuar en otro subtópico. (b) Los
marcadores de transición del tópico indican que el texto es un conjunto ar-
monioso por encima de la idea de oración tras oración, y se usan general-
mente al inicio y final de párrafo que permita entrelazar un tópico con otro.
(c) Finalmente, la noción de episodio, el cual la autora lo relaciona con lo ex-
puesto por van Dijk en comparación al discurso oral en el cual los hablantes
establecen episodios de habla que el oyente reconstruye e intervendrá para
continuar el tópico y así sucesivamente; en el párrafo ocurre esta noción de
episodio que entrelaza la secuencia discursiva sin perderse en el camino ni
olvidar la ruta hasta el final.

Existen diferentes tipos de párrafos, entre los cuales encontrarás:

Según su ubicación se dividen en los párrafos de apertura o introducción,


los de desarrollo y los de cierre o conclusión. Generalmente, éstos no tie-
nen un límite de número o cantidad de párrafos, eso depende del tipo de
texto, de la extensión del mismo, de cómo se disponga la información. La
estructura se considera una proto-clasificación porque de manera regular
los textos tendrán una apertura, un desarrollo y un cierre.
Según su estructura lógica encontraremos párrafos comparativos, de causa
- efecto, de planteamiento - resolución, de secuencia o proceso, deductivo
o inductivo. Esta clasificación obedece al contenido del texto y al desarrollo
del tema.
Según su contenido se estructuran en párrafos de tipo argumentativo, con-
ceptual, cronológico, de enumeración, descriptivos, explicativos, expositivos
y/o narrativos. Realmente aquí estriba la gran diferencia de los párrafos.
Lógicamente se adecúa al tipo de texto, pero perfectamente se entrecruzan
los párrafos de contenidos con una tipología diferente y no hay ambivalen-
cia en ello, es decir, el texto puede ser argumentativo, pero puede presentar
un párrafo narrativo al contar una anécdota que servirá de argumento, o
usar un párrafo descriptivo para ejemplificar el tema, entre otras.

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1.3 Tipos de Texto
La tipología textual obedece a una clasificación de los textos de acuerdo con el tipo de discurso empleado, es
decir, no depende del uso textual, por ejemplo. Una noticia periodística se enmarca en los tipos de textos narra-
tivos, pero apela a la descripción y a la exposición. Por ello, algunos autores hablan de prototipos textuales, más
que de tipologías. Canónicamente los tipos de textos son:

Narrativo. Expositivo. Argumentativo. Dialogal. Instructivo.

A continuación, se ofrece un cuadro acerca de los tipos de textos, cuál es la intención comunicativa y cómo se
diversifican en ciertos tipos de textos ligados al uso e intención.

¿Qué textos se enmarcan


¿Cuál es la intención? en esta tipología?
Novelas. Mitos.
Narrativo Relatar hechos o sucesos que
le ocurren a alguien. Cuentos. Leyendas.
Noticias. Crónicas.

Libros de textos.

Expositivo Explicar de forma secuencial


y objetiva.
Informes.
Enciclopedias.
Artículos de divulgación.
Ensayos.

Argumentativo Exponer una opinión y defen-


derla para persuadir al otro.
Artículos de opinión.
Crítica literaria.
Tesis de grado.

Entrevistas.
Entablar una conversación
Dialogado con otros. Textos teatrales.
Guiones de cine.

Tutoriales. Modelos.
Orientar procedimientos a
Instructivo seguir para lograr una meta. Recetas.
Guías.
Planes.
Manuales.

Guías de viaje.
Decir las cualidades de una
Catálogos.
Descriptivo persona, animal, sentimiento,
sensación u objeto. Cuentos.
Diarios.
Novelas.

1.4 El Texto Académico


Para una definición correcta del texto académico, es necesario, en primer lugar, evaluar el término “académico”,
el cual le otorga un significado asociado al ámbito de uso. En este caso, a los textos que se usan y/o producen
en los medios académicos universitarios. Los mismos pueden ser guías didácticas, manuales, programas, planes,
ensayos, informes, análisis crítico, resúmenes, reseñas, cartel, ponencias, artículos, trabajos de grado, informes de
pasantías, monografías, tesina, tesis, capítulos de libros y libros.
Realmente, no hay diferencia entre un texto producido en un lugar no académico y el que se produce en los
claustros. Los llamados textos académicos también entran en la categorización que establecen las tipologías
lingüísticas. Un ensayo lo es dentro o fuera de la universidad, es decir, que se apega a las características de

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todo buen texto: coherente, pertinente, adecuado, actualizado, suficiente, no redundante, original, propositivo y
respetuoso de las normas, entre otros. Y que, además, deben cumplir las condiciones de rigurosidad, claridad,
objetividad y precisión.
Entonces, ¿por qué hablar de una peculiaridad sólo por su uso? Al parecer es una cuestión de la didáctica y de
los problemas que se ocasionan cuando el estudiante, al cual se le ha exigido muy poco durante el bachillerato
sobre la producción de textos, se ve de pronto obligado en la universidad a hacerlo y esto lo enfrenta a unas
exigencias superiores de escritura.
Organización del texto académico
Aunque todo depende del tipo de texto, sin embargo, existe una norma muy general que aplica para casi la
mayoría de los textos académicos:

Presentación.
Se expone al lector el tema y los aspectos esenciales de éste, de manera que el lector pueda comprender su
punto de vista, el enfoque y los aportes que hará al mismo.
Desarrollo.
Refiere al trabajo en sí mismo, es donde se condensa todo porque el escritor puede partir de la inclusión de
nuevas ideas que se encadenan a la idea central ya expuesta.
Cierre.
El texto, tal como afirma Bernárdez, se caracteriza por su cierre semántico, es decir, el autor debe concretar las
ideas, cerrar la información y dar por acabado el texto, agotando el tema hasta donde él considere y se haya
propuesto en los objetivos de escritura.

Existe, además, cierta información fundamental de los textos académicos que no son tan explícitos en otros,
como, por ejemplo, las referencias. La lista de referencias es donde se exponen aquellas fuentes bibliográficas o
digitales que el autor ha usado para sustentar su trabajo. La revisión de literatura previa y el empleo de citas se
considera como una propiedad de los textos académicos. Así, también, suelen presentar aspectos formales como
índice, listas de cuadros, listas de gráficos, anexos, entre otros.

Proceso de producción de textos académicos


Planeación
Se corresponde con una fase de pre-escritura. En este momento, el escritor se plantea preguntas como: ¿sobre
qué voy a escribir?, ¿qué sé del tema?, ¿será suficiente o tengo baches informativos que cubrir?, ¿cuál será el
alcance?, ¿a dónde quiero llegar con mi texto?, ¿quién lo va a leer?, entre otras. En la planeación el estudiante
debe precisar el tema y lo que va a escribir del mismo. Se recomienda no abarcar mucho, es decir, no pretender
temas muy amplios; al contrario, mientras más cerrado es el tema le resultará más fácil. En esta fase se piensa en
lo que Flower y Hayes llaman a) la situación retórica, o lo que es igual pensar cómo lo voy a decir; b) la audiencia
que es fundamental porque, dependiendo del nivel de exigencia, se puede adecuar el texto y, c) el propósito, el
cual orientará el texto. El escritor prueba el logro de su texto cuando al releerlo, una vez terminado, lo compara
con su propósito inicial y sabe si lo ha logrado o no. La planeación incluye la (a) generación de ideas, (b) la
organización de ideas.
Documentación
Debido a la exigencia de la comunidad académica de revisar siempre las fuentes y hacer uso correcto de citas,
se pide al estudiante que busque en los libros impresos o en diversos recursos electrónicos a su disposición para
que pueda levantar un correcto estado del arte que, al menos, soporte teóricamente sus propuestas y suposicio-
nes. Para ello debe contar con un tiempo y unas instrucciones o entrenamientos claros sobre esta fase, de forma
tal que no empiece a divagar y perder tiempo y esfuerzo. Los escritores inexpertos, seguramente, omitirán esta
fase o les parece la más compleja y tediosa porque no hay una cultura investigativa. Paso siguiente es relacionar
toda esta información y hacer una depuración de la misma, escogiendo la que es imprescindible y sabiendo cuál
puede descartarse.
Construcción
Una vez que el estudiante ha pensado qué y cómo escribir, se ha documentado bien; debe pasar a escribir el
texto propiamente dicho. No se descarta la escritura de borradores, dependiendo de la complejidad del mismo,
seguramente escribirá muchas versiones del mismo. La redacción conlleva las dificultades propias de la escritura.
Pero debe tener en cuenta aspectos propios de los textos académicos:
La objetividad, es decir, manejar un discurso neutral (a menos que sea un texto argumentativo) con soportes de
investigaciones probadas, sin afirmaciones no sustentadas, ni opiniones basadas en información no certificada.
Elaborar un texto coherente, lo que significa que debe planear bien para usar un orden lógico del discurso que
permita al lector recuperar la información sin ambigüedades.
Estructurar un texto cohesivo a partir de los mecanismos de cohesión textual como lo referencial (anáforas, ca-
táforas, sustitución, sinonimias, elisión, entre otras) y lo interfrástico (uso de conectores lógicos y relacionantes),
que le otorgan armonía.
Usar un discurso en tercera persona con frases directas, verbos simples y directos, evitar los encadenamientos
oracionales, con un registro formal, sin coloquialismos ni marcadores orales.
Citar adecuadamente. El uso de las fuentes consultadas es obligante, pero hay que saber hacerlo, no pueden
insertarse sin ningún procesamiento previo. De hacerlo así, incurrirá el estudiante en plagio académico que
tiene unas consecuencias legales bastante comprometedoras. Para evitar esto, se recomienda hacer uso de
la cita. Las diversas normas existentes de presentación de trabajos como las APA, enseñan sobre cómo citar
correctamente. Por tanto, al momento de la consulta, se debe leer y seleccionar la información y luego parafra-
searla para incluirla, aun así, debe mostrarse la fuente original, como, por ejemplo: Según Rodríguez (2007),
el ensayo es un texto de carácter argumentativo que implica la opinión personal del autor sobre un tema en
particular.

Revisión
En esta fase el escritor apela a sus conocimientos de cómo funciona el texto escrito y el sistema general de la
lengua. Es aquí donde la mayoría de los escritores inexpertos fallan o por no hacer la revisión o bien porque no
saben cómo hacerla terminan leyendo su propio texto y creyendo que está bien, cuando no lo está. Se recomien-
da que empiece con una revisión de un experto que pueda indicarle las fallas. A medida que avance, comparta
revisiones con pares, o que él lea textos de niveles más bajos. Así irá adquiriendo experticia. Los autores reco-
miendan también leer el propio texto como si fuera ajeno.

Corrección
La revisión sin corrección es inútil. El estudiante debe saber que, al revisar, seguramente encontrará aspectos
que corregir. Si son mínimos, felicidad para él. Si son muy grandes, al punto de tener que volver a planear y/o
repensar toda la propuesta de escritura, es cuando viene la desmotivación y las ganas de abandonar todo. No
hay ningún escritor que no haya pasado por esto y es parte del oficio de la academia.

Recursividad
La escritura impone un ejercicio recursivo, estos pasos no son tácitos ni de cumplimiento cabal uno por uno, sino
que se pueden desarrollar a la par. De hecho, se recomienda ir haciendo borradores y luego ensamblar las ideas
para formar un texto original. Si llegado el momento de la revisión, se necesita replantear los objetivos, pues debe
hacerse. Sin embargo, la hipercorrección también es un defecto que no deja al estudiante progresar.

Difusión
Un texto que no se difunda también carece de sentido y razón de existir. En esto juega un papel importante la
opinión del docente como promotor del conocimiento. Hay muchas maneras de divulgar textos producidos por
estudiantes: periódicos, boletines, blogs, ponencias, carteles; eso irá animando a los que les interese y apasione
el trabajo académico y podrán abonar pasos seguros, perder el miedo a la exposición con expertos y probar sus
saberes.
Dificultades más comunes que afrontan los escritores
En este punto, se usarán las cuatro dificultades más comunes descritas por Paula Carlino (2004), una investiga-
dora argentina que realizó un trabajo sobre la producción de textos académicos por estudiantes universitarios y
los clasificó de la siguiente manera:

No tener en cuenta al lector. Al no pensar en la audiencia, el estudiante limita su escritura a un público de su


mismo nivel y no sabe adaptar ese texto a exigencias mayores. Se debe apuntar a pensar que siempre nuestros
lectores serán expertos en la temática, eso compromete aún más la producción.

Desaprovechar la potencialidad epistémica del escribir. El estudiante la mayoría de las veces se satisface con
exponer lo que sabe del tema, pero si realmente ajustara ese conocimiento teórico a una audiencia particular y
pensara en qué respuesta aspira a generar, eso definitivamente cambiaría la perspectiva desde donde escribe.

Revisar la superficie del texto. Docentes, estudiantes, tutores y jurado evaluador, muchas veces en la revisión
se conforman con la revisión superficial y local del texto como ajuste de normas, ortografía y puntuación y no
piensa en la reestructuración de ideas que pueden ser más beneficiosos para el producto final.

Postergar la escritura. Refiere al fenómeno de la página en blanco. Muchos estudiantes se documentan bien,
revisan suficiente literatura, toman gran cantidad de apuntes; pero mientras tanto no asumen el ir escribiendo a
la par, el ir haciendo proposiciones y formando su propio esquema. Esto los expone que se llegue el momento
de la entrega y ya no tienen tiempo de crear un texto propio, por tanto, terminan repitiendo la información de
los materiales leídos. Según Carlino, esto se debe a que no se le otorgan previamente, los parámetros con los
cuales evaluarán ese texto, no hay una rúbrica ni unos indicadores y esto les produce inseguridad y mucha
dificultad para empezar a escribir.
BIBLIOGRAFÍA

Carlino, P. (2004). El proceso de escritura académica: cuatro dificultades de la enseñanza uni-


versitaria. Educere, Revista Venezolana de Educación, 8(26), 321-327.

Martínez Caro, E. (2014). El párrafo como unidad discursiva: consideraciones de forma y conte-
nido relativas a su demarcación y estructuración. Estudios de lingüística del español, 35, 189-213.
Disponible en: https://ddd.uab.cat/record/118923

Coordinación de Ambientes Virtuales de Aprendizaje


Jairo Martínez Banda.
Asesoría Pedagógica
Laura Argel Pereira.
Revisión Comunicativa
Ana Moreno Ordosgaitia.
Diseño y Diagramación
José Payares Vergara.
Montaje
Otto Martínez Palencia.

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