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Inventando a la juventud

El contexto de emergencia de la música pop durante la segunda mitad


de los años cincuenta y la década de 1960 es doble: de un lado, la
conformación de un nicho de mercado recortado etariamente en un
nuevo contingente de consumidores y, del otro, una sensación de que
hay un corte entre el mundo de los jóvenes y el mundo de los padres.
Cada tanto sucede que aparece la idea de que los jóvenes son los
sujetos más importantes de la historia, y siempre es en un marco de
crisis – sino recordemos la emergencia del “juvenilismo” en América
Latina en el giro de los siglos XIX a XX. La noción de “crisis” más
operativa que conozco es la gramsciana que afirma que se trata de
aquellos momentos en los que lo viejo no termina de morir y lo nuevo no
acaba de nacer; quizás los años de la posguerra hayan sido
culturalmente eso: el momento en el que el viejo mundo – el mundo de
los padres, heredado, que era el de las reglas más o menos claras –
había sido herido mortalmente pero que aún no había sido configurada
un mundo que lo reemplace. A ese cúmulo de nuevos sujetos que
encarnan nuevas experiencias de consumo le correspondió un mundo
que estaba en plena mutación. La Guerra parece haber sido una
experiencia fundante, un parteaguas entre un mundo y el otro: pienso
en John Lennon, cuyo segundo nombre era Winston, que había nacido en
octubre de 1940 durante un bombardeo alemán en Liverpool y pienso,
además, en la canción “When the tigers broke free” (Pink Floyd, The
final cut, 1982) en la que Roger Waters narra la batalla de Anzio en la
que nadie de la Compañía de Fusileros Reales sobrevivió y que remata
con un “that's how the High Command/ Took my daddy from me”. En
alguna forma podría llegar a pensarse que hay un corte en la
transmisión de la experiencia: lo que los padres sabían sobre el mundo
no era aplicable o directamente no tenía sentido.
¿La cisura estaba marcada solamente por la experiencia bélica? Quizás
también hubo otra cisura, material, que podría sintetizarse en la
emergencia de un entramado cada vez más denso de medios de
comunicación: la televisión pero, fundamentalmente, la radio que ya
tenía varias décadas de existencia pero cuyos programadores
comenzaron a incluir contenidos para esa nuevo nicho dentro del
público. La emergencia de la música pop es la emergencia de la
juventud como un nicho de consumo en Europa Occidental y los Estados
Unidos: el mercado se llenó de nuevos consumidores sensibles a
demandar productos en función de definir un estilo de vida novedoso. En
algún momento de los años cincuenta del siglo XX apareció un nuevo
nicho dentro del mercado en los países de Europa Occidental y los
Estados Unidos: una coyuntura que coincidió con la incorporación de
nueva demanda al mismo tiempo que con la aparición de oferta
novedosa. Nuevos consumidores, incremento de la oferta. Ser joven es
una experiencia inédita hasta entonces, es consumir una serie de
productos novedosos específicamente orientados hacia ellos; por
primera vez podían distinguirse etariamente los grupos de consumo: ser
joven era una nueva experiencia definida, fundamentalmente, por el
hecho de no ser y no consumir como los propios padres. La música pop
fue posible pues había un público disponible que estaba ávido por
consumir una serie de productos que estaban destinados
específicamente hacia ellos, desde ropa hasta formas novedosas de
esparcimiento. Cada vez más productos orientados a los jóvenes y cada
vez más publicidades que hacen hincapié en que los jóvenes tienen
hábitos distintos a los mayores. Un análisis arriesgado: la invención de la
juventud fue un efecto de las políticas benefactoras en plena edad de
oro capitalista durante la posguerra; el crecimiento económico, la
ampliación del mercado de consumo y las políticas redistributivas
hicieron posible que adolescentes y jóvenes pudieran experimentar el
mundo de manera distinta a sus padres. Un mundo de pleno empleo y
necesidades satisfechas.
¿Pasó solamente con la música pop? Lo pensemos con el cine
hollywoodense: hasta mediados de la década de los sesenta los
personajes son predominantemente adultos y los problemas que
afrontan son graves problemas de adultos aunque, gradualmente, los
jóvenes – que durante los cincuenta aparecen como presencias
marginales (nunca mejor dicho, pensando los ultra transitados ejemplos
de los personajes de las películas de James Dean y de Marlon Brando de
mediados de los años cincuenta) – durante el transcurso de los años
sesenta pasan a tener alguna presencia protagónica y temática. En el
mundo del cine quizás el proceso fue más lento. Volvamos a la música
pop: el ranking Billboard de 1954 nos revela que los cinco éxitos de ese
año fueron “Little things means a lot” de Katty Kallen, “Wanted” de
Perry Como, “Hey there” de Rosemary Clooney, “Sh-boom” de los Crew
Cuts y “Make love to me” de Jo Stafford. En 1955, el mismo ranking
informa que el segundo éxito fue “Rock around the clock” de Bill Haley
and his Comets, y el resto del top five se conformó con canciones de
Pérez Prado, Mitch Miller y su orquesta, Roger Williams y Les Baxter
respectivamente. En 1954 y 1955 todas canciones interpretadas por
blancos y, salvo Bill Haley (que en el 54 había grabado “Shake, Rattle
and Roll”), con fondo de big band, esforzados arreglos vocales y cierta
influencia latina ya sea del bolero o el mambo. Ya en 1956 encontramos
entre los diez más importantes “Heartbreak hotel”, “Don’t be cruel” y
“Hound dog” de Elvis Presley (1, 2 y 8, respectivamente) que conviven
con éxitos de Nelson Riddle, Doris Day, Dean Martin o Les Baxter que
suenan aun al canon anterior. Incluso, los nóveles Platters siguen
jugando con los arreglos vocales típicos de la primera mitad de la
década. Pero en el 56 ya encontramos a Fats Domino (nacido en
Luisiana), Little Richard (nacido en Georgia) y Gene Vincent y en el 57 a
Chuck Berry (nacido en Misuri) y Jerry Lee Lewis; predominancia negra:
los afroamericanos son portadores de una serie de elementos musicales
innovadores que se salen del canon de la primera mitad de los
cincuenta. ¿A mediados de los años cincuenta hubo una acelerada
mutación del gusto musical? La radio y los discos simples muy
probablemente ayudaron a dar visibilidad a tal mutación. En todo caso,
también, la mutación del gusto apenas reseñada tiene a un público
vacante y disponible.

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