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NARRADORA Había una vez un carbunclo , chiquito pero ambicioso. En las noches se quedaba
mirando a las estrellas y decía:
CARBUNCLO (SUSPIRA) Las estrellas son mis hermanas. ¡Qué lindas lucen!… Todo el mundo las
admira. En cambio, yo… qué infeliz soy. Mi lucecita es tan pequeña que se pierde en la inmensa
oscuridad de la sabana.
NARRADORA Una noche, el carbunclo sintió tanta envidia de las estrellas, que decidió echarse a
volar para alcanzarlas. Pero antes quiso preguntar a una ardilla, vieja y sabia.
CARBUNCLO Señora ardilla, ¿sabe usted cómo puedo llegar a las estrellas?
ARDILLA Amigo carbunclo, no conozco camino alguno que lleve al cielo… De todos modos, prueba
a subirte en aquel árbol grande. Pienso que su rama más alta debe estar muy cerca del cielo.
NARRADORA Muy alegre, el carbunclo se echó a volar en dirección al árbol. Revoloteando, llegó
hasta la rama más alta.
NARRADORA Desde allí, las estrellas se veían todavía más lejanas, demasiado lejanas. Entonces, el
cocuyito comenzó a llorar desconsoladamente
PAJARITO Mira, mamá, una estrella se ha posado en la rama, arriba de nuestro nido.