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CRISIS Y LUCHA DE

CLASES
15 DE ENERO, 2019 · MARXISMO> ECONOMÍA

MANIFESTACIÓN DE TRABAJADORES EN HUELGA EN ATENAS.

¿Pueden las huelgas y las luchas obtener concesiones que no se desvanezcan


inmediatamente? ¿Hay posibilidad de mejoras «permanentes» o al menos
intergeneracionales? ¿Es la crisis el motor de la combatividad? ¿Aumenta la
consciencia al ganar concesiones?

1. ¿Es posible obtener concesiones que


no se desvanezcan inmediatamente?
El «milagro español» no fue en absoluto diferente de otros «milagros» de la
postguerra mundial. La inmensa destrucción de capital fijo que supuso arrasar
Europa, Japón y otras regiones altamente industrializadas hizo posible un largo
ciclo de acumulación que vino a acabar en los años setenta. Desde entonces, los
periodos de recesión y crisis se han sucedido siendo cada vez más largos,
materializando la tendencia permanente a la crisis en la decadencia de un
capital que no encuentra mercados suficientes en los que realizar la plusvalía y
por tanto tampoco ocupaciones productivas para los nuevos capitales
acumulados. Una carencia de la que solo sale temporalmente cuando consigue
entrar en nuevos mercados (la «expansión» latinoamericana de los 80), huyendo
hacia el crédito y produciendo una exhuberancia de capital ficticio (el «boom»
especulativo de los 2000).

EVOLUCIÓN DEL PIB PER CAPITA EN ESPAÑA DESDE 1960 (BANCO MUNDIAL)

¿Quiere esto decir que los salarios reales cayeron cada vez más? No. Hasta la crisis
actual, en la que se ha producido el periodo de baja de los salarios más
prolongado desde la postguerra, los periodos de caída de los salarios medios
fueron compensados por las subidas en los periodos de crecimiento.

Aunque supuesto hay un elemento más: el paro, que ha marcado el verdadero


ritmo de las dificultades del capital. A fin de cuentas, el paro es puro derroche
desde el punto de vista capitalista, la medida de la incapacidad del capital para
explotar a toda la fuerza de trabajo.

DESEMPLEO EN ESPAÑA DESDE 1975

En términos relativos al capital, lo que sí ha sido constante ha sido el retroceso de


los salarios, el capital variable. Dicho de otra manera: el porcentaje que
representan los salarios sobre el total ha sido cada vez más bajo y el del capital
más alto.

PARTICIPACIÓN DE LOS SALARIOS EN LA RENTA ESPAÑOLA DESDE 1978 (INCLUYENDO PARTICIPACIONES DE


BENEFICIOS DISFRAZADAS DE SALARIOS). LA PARTICIPACIÓN DEL TRABAJO SOLO CRECE CUANDO EL CAPITAL
SUFRE UN CRACK Y AUN NO HAN TENIDO TIEMPO DE ATACAR AUN MÁS A LOS SALARIOS.

¿Cuál es la conclusión? El capital puede aumentar la masa salarial siempre que en


términos relativos decrezca en relación a las rentas del capital. Es decir, puede
haber concesiones relativamente perdurables en términos salariales -para los que
resten trabajando- e incluso en términos globales.

La creencia de que el capitalismo nada puede crear ni conceder


una vez alcanzada su fase decadente, viene rodando de texto en
texto, desde los de Lenin y Trotsky hasta los de Internationalism
y otros grupos afines o adversos, los trotskistas actuales
englobados. Y desde entonces, una y otra vez los hechos han
demostrado lo contrario. Pareció verdad durante algún tiempo,
en el intervalo de las guerras imperialistas, pero esta segunda
post-guerra ha presenciado un auge enorme del capital y por
consecuencia del capital variable, o sea de la masa salarial. Ha
habido aumento del consumo de cada obrero, al mismo tiempo
que una pauperización tremenda relativamente a la totalidad de
la riqueza social. Negar lo primero es pseudomaterialismo, es
acomodar los hechos a una idea, que se revela así prejuicio.

Lío teórico y netitud revolucionaria. 1973

Eso sí, en los periodos de crisis, cuando las rentas del capital caen, los salarios
reales caerán más que proporcionalmente y el desempleo crecerá. Si en esos
momentos la resistencia de las luchas planta cara, las concesiones serán -como en
los 70- barridas por la inflación y los cierres (como en los 80).

SALARIOS BRUTOS (SIN DESCONTAR IMPUESTOS) VS INCREMENTOS DEL PIB EN ESPAÑA

2. ¿Hay posibilidad de mejoras


«permanentes» o al menos
intergeneracionales?
La cuestión es que estos periodos de crisis son cada vez más largos, y en ellos y
tras ellos cada vez tardan más en recuperarse tanto los salarios como el empleo.
En conjunto el resultado que observamos es que, aunque no es cierto que «el
capitalismo nada puede crear ni conceder», las concesiones y mejoras obtenidas
por el conjunto de la clase se ven erosionadas gravemente en los periodos de crisis,
cada vez más largos, y tienden a desaparecer. Por eso no es de esperar ya que «los
hijos vivan mejor que los padres y estos que sus abuelos».

Las tendencias permanentes hacia la crisis tienen su origen en la naturaleza


misma de la plusvalía: el mercado que el capitalismo necesita para poder realizar
el valor creado y proseguir la acumulación siempre es mayor que el creado por
los salarios. Y como sistema, como globalidad, el capitalismo ya no tiene donde
«expandirse». Solo puede devorarse a sí mismo, es decir devorarnos. El
capitalismo no puede evitar las crisis del mismo modo que no puede evitar que su
propia forma de organización en capitalismos de estado bajo condiciones de
ahogo del capital, produzca una exacerbación de las tendencias hacia la guerra.

3. ¿Es la crisis el motor de la


combatividad?
Siempre se tiende a pensar que la crisis, al generar en el capital el reflejo
inmediato del recorte salarial, los despidos y la precarización, es el factor
determinante de la combatividad. Pero la verdad es que ni siquiera fue así en los
años de la «bonanza» postbélica.

¿Cómo puede ser que en 1967 y 1973, años en los que incrementa el crecimiento
sean los de mayor combatividad aun bajo las condiciones de represión del
franquismo? La mayor parte de las tendencias políticas de la época tampoco lo
entendían, ni habían entendido siquiera por qué en 1962 en España y 1968 en
Francia, sin mediar crisis, se había abierto una oleada global de huelgas de masas.

No comprenden que pueda haber sublevación del proletariado


y revolución, sino por una catástrofe económica que produzca
necesariamente la consciencia revolucionaria en millones y
millones de trabajadores hambrientos. Contemplan la
revolución como resultado del no funcionamiento del sistema,
en lugar de verla como respuesta a su funcionamiento, dicho
con mayor exactitud, a la exorbitancia de sus características
funcionales. Debido a ello, no porque sea incapaz de mantener
en su actual nivel la esclavitud salarial, el capitalismo es ya un
tipo de civilización nocivo y atentatorio al devenir inmediato
de la humanidad. La decadencia se manifiesta en que sus
virtudes de ayer se convierten, tanto como sus defectos, en
otras tantas llagas purulentas que reclaman el hierro
cauterizante de la acción proletaria.

Lío teórico y netitud revolucionaria. 1973

NÚMERO DE HUELGAS EN ESPAÑA DESDE 1975

Es más, la oleada se mantiene cuando reaparece la crisis en 1973. Y sin embargo,


en el histórico de huelgas desde 1975 vemos el inmediato impacto de la
transición y la ilusión democrática sobre las oleada de huelgas de los setenta, un
retomar en los 80 que enfrenta las reconversiones y que decae ante la trampa
sindical del «no hay nada que ganar si la empresa no es rentable» para
recuperarse, brevemente, en toda una serie de paros que adornaron la
negociación de las prejubilaciones de la segunda reconversión industrial a
principios de los 90. Desde entonces, desaparece la correlación con PIB, con
desempleo, con salarios reales, etc. ¿Y entonces qué mueve a la lucha de clases si
las condiciones objetivas están dadas? Las condiciones subjetivas.

Las condiciones objetivas de la revolución comunista no bastan


para garantizar su victoria, y la condiciones subjetivas no
serán necesariamente engendradas por las primeras. Las
condiciones subjetivas no son otra cosa que la conciencia
teórica de la experiencia anterior y de las posibilidades máximas
ofrecidas al proletariado; es el conocimiento anhelante de
acción humana y listo para mudar su existencia subjetiva en
existencia objetiva.

Partido-estado, stalinismo, revolución. 1976

Y lo que opera para la revolución opera a lo largo de todo el proceso. Lo que


cuenta la evolución de las huelgas desde los 50 a hoy es que el principal elemento
de la lucha de clases hoy es perspectiva, la intuición, la esperanza material de esas
«posibilidades máximas ofrecidas al proletariado». Pero entonces…

4. ¿Aumenta la consciencia al ganar


concesiones?
Otra de las lecciones de la evolución de las luchas y la combatividad es que la
consciencia de clase no es evolutiva ni acumulativa. Las lecciones solo impulsan
las luchas en su propio seno, es decir, en el curso de la misma lucha o de la misma
oleada de luchas. La continuidad y la acumulación solo se producen en la medida
en que se acendren grupos militantes capaces de servir de enzimas, de
aceleradores en el siguiente movimiento.

La combatividad de la clase mana irresistiblemente, explosiva


en determinados momentos, de su propio trasfondo histórico.
Se cristaliza en hechos que sólo después son pensados por ella y
le dan base y energía para ulteriores avances. Procede pues, en
los hechos como en la consciencia, por saltos en el desarrollo, la
continuidad de cuyo discontinuo ha de asegurarla su sector
deliberadamente revolucionario. La propia victoria decisiva
será para la mayoría de la clase una realización antes que una
intención consumada. No en balde es la clase revolucionaria
forjada por la historia a despecho de la opresión y el dirigismo
intelectual que acompañan su vida cotidiana. Por lo mismo, en
los núcleos obreros revolucionarios recae, mucho más que hace
150 años, un cometido en fin de cuentas determinante

Consciencia revolucionaria y clase para sí. 1976

Por eso Macron ha jugado a hacer concesiones antes de que cuaje un movimiento
de clase a partir de los «chalecos amarillos», por eso -y porque tiene retrueque–
de Sánchez a Bolsonaro suben el salario mínimo. Durante los periodos de no-
crisis, vimos lo mismo con los sindicatos muchas veces. Lo importante es, a estas
alturas de la decadencia y crisis capitalista, más el cómo que el cuánto, más el
quién que el qué. Es preferible perder una lucha por nosotros mismos que un
«triunfo» sindical o parlamentario que más temprano que tarde será anulado por
la inflación, los recortes y la precarización.

Incluso una modesta reivindicación de salario –pronto nula, si


no antes de obtenida– tiene significación diametralmente
opuesta según sea obtenida por la representación sindicalo-
capitalista o por huelga salvaje no devuelta al redil sindical. La
importancia de estos movimientos reside, mucho más que en
sus reclamaciones, en que contribuyen a romper el grillete
sindical y a restituir al proletariado su acometividad
potencialmente invencible. Más vale hoy la derrota de una
huelga antisindical que cualquier victoria impartida por los
sindicatos. Ésta tapona el camino a luchas revolucionarias,
aquella lo va jalonando y consiente a los trabajadores una
experiencia propia.

Lío teórico y netitud revolucionaria. 1973

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