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Zulma Ortiz1
En 1904, Karl Pearson fue el probablemente el primero en reportar el uso de técnicas para
la combinación de datos de diferentes estudios. Sin embargo pasaron muchos años hasta
1
Coordinadora del Centro Argentino de la Colaboración Cochrane Iberoamericana
Jefa de Docencia e Investigaciones del Centro de Investigaciones Epidemiológicas de la Academia Nacional de
Medicina de Buenos Aires.
que esta técnica volvió a usarse y no fue precisamente en medicina, sino en ciencias socia-
les y de la educación que se utilizó. En 1930, 80 experimentos que examinaban la potencia
de las instrucciones morales en la modificación de conductas fueron revisados sistemática-
mente2.
Desde entonces hasta 1976, este tipo de investigación no tenía nombre. Fue Glass, quien
acuñó el término meta-análisis. Tres años más tarde Cochrane un epidemiólogo británico,
llamaba la atención sobre el hecho que la gente que deseaba tomar decisiones con funda-
mentos no tenía acceso a revisiones confiables de la evidencia disponible. En los ’80, los
meta-análisis se hicieron populares en varias disciplinas (cardiología, oncología, y cuidados
perinatales).
En este y los próximos módulos presentaremos de una manera crítica los atributos de las
revisiones sistemáticas y específicamente del meta-análisis.
2. Tipos de revisiones
3. Meta- análisis:
3 a. Definición y objetivos.
Un meta-análisis es una revisión sistemática en el cual se combinan los resultados de varios
estudios que examinan la misma preguntav. Es una disciplina que revisa la literatura críti-
camente y combina estadísticamente los resultados de estudios previos. Se trata de resu-
mir en un valor numérico toda la evidencia relacionada a un tópico específico. Se trata de
resolver los conflictos generados por diferentes resultados en varios estudios publicados.
No es infrecuente la falta de consenso o acuerdo respecto a un tratamiento en momentos en
que el marketing ejerce fuerte presión en algunos profesionales de la salud al momento de
la toma de decisiones. Actualmente los profesionales de la salud no cuentan con recursos
de tiempo y material adecuados para mantenerse actualizados o poder definir los objetivos
de una investigación y encuentran en el meta-análisis una síntesis basada en la mejor evi-
dencia que lo ayuda a definir conductas.
Dentro del concepto de meta-análisis se engloban una serie de técnicas para la realización
de una revisión sistemática y un análisis cuantitativo de la literatura. Ha sido definido como
“el análisis estadístico de una colección amplia de resultados de estudios individuales con el
propósito de integrar sus hallazgos”.
Se reconocen diversos objetivos que un investigador persigue al realizar un revisión siste-
mática o un meta-análisis:
1. Proveer la revisión de una compleja literatura para poder guiar decisiones y dirigir
futuras investigaciones.
2. Facilitar una apreciación más objetiva de la evidencia que las revisiones narrativas
y contribuir a resolver la incertidumbre cuando investigaciones originales, revisio-
nes y editoriales no acuerdan
3. Analizar los resultados que no fueron parte de los objetivos del trabajo original.
4. Investigar la presencia y el tamaño del sesgo de publicación.
5. Si es apropiado hacer un meta-análisis, éste podrá mejorar la precisión en la esti-
mación del tamaño del efecto.
6. Investigar la importancia y las fuentes de heterogeneidad.
7. Investigar variaciones en el tratamiento en distintas situaciones en diferentes sub-
grupos.
8. Estimar resultados durante un análisis de costo-efectividad.
La calidad del meta-análisis estaría determinada por la calidad de los estudios inclui-
dos en el análisis.
Varios factores pueden contribuir a establecer una conclusión errónea si no son estric-
tamente evaluados y comparados. Por ejemplo, el tamaño de la muestra2, la metodo-
logía utilizada para el análisis estadístico, la selección de las variables que se van a uti-
lizar para medir los resultados.
2
Si tomamos por ejemplo, el tamaño de la muestra, es una variable que con frecuencia se asocia con la posibi-
lidad de error sistemático o bias. Un estudio con un número pequeño de participantes puede no tener la fuerza
suficiente como para arribar a un resultado válido, por lo que su validez externa puede ser escasa o nula. Si
bien un meta-análisis puede reducir el error por azar en el muestreo, aumentando el tamaño de la muestra al
combinar varios estudios, podría ocurrir que el número total de sujetos no sea suficiente para determinar la
validez del meta-análisis.
Hay numerosas formas por las cuales se pueden introducir sesgos en las revisiones y
meta-análisis de ensayos clínicos controlados aleatorizados. Pueden reflejar sesgos de
publicaciónix-x. Es sabido que los estudios “negativos” o que no muestran diferencias
significativas son más difíciles de publicar que los estudios positivos o que muestran
resultados con diferencias estadísticamente positivas. Esto determina que los resulta-
dos de los meta-análisis pueden estar influenciados por el sesgo de publicación y es
necesario ver si esto tiene importancia cuando el meta-análisis muestra diferencias
significativas entre los grupos de tratamientos.
Entre los ensayos clínicos controlados aleatorizados publicados, aquellos con resultados
significativos tienen mas probabilidad de ser publicados en ingles, mas probabilidad de
ser citados, de ser publicados mas de una vez, lo que significa que mas probablemente
serán identificados e incluidos en revisiones.
La toma de una decisión siempre está acompañada de cierto grado de incertidumbre. Tanto
la intuición como la experiencia clínica fueron durante mucho tiempo los elementos que los
investigadores aplicaban para contrarrestar el incierto. Actualmente existe un permanente
reconocimiento de la necesidad de contar con información sistemáticamente recolectada,
que sea válida y útil a las necesidades del investigador frente a la toma de decisionesxii.
La salud pública, entendiendo por tal, las actividades que desarrolla el gobierno que restau-
ran, mantienen o mejoran el estado de salud de la comunidad; no queda al margen de esta
dificultad ante la toma de decisión. Los países en desarrollo, donde la falta de recursos
económicos, la falta de educación y la enfermedad hacen imperativo que la Salud Pública
adquiera una presencia fuerte y con fundamentación contundente en la toma de decisiones.
La situación no es fácil: hay pocos recursos y una población particularmente vulnerable. La
salud pública es “la” instancia decisoria por excelencia en lo que respecta a salud a nivel
comunitario, y por lo tanto debe ser una protagonista destacada y fundamental, en la apli-
cación de la evidencia en la toma de decisiones, de manera de asegurar que los escasos
recursos disponibles se administren juiciosamente para garantizar que se haga bien aquello
que es correcto en todos los casos.
Todo profesional dedicado a la investigación o práctica asistencial, así como los responsa-
bles de la dirección y la docencia de profesionales, los financiadores de sistemas de salud y
los responsables por establecer políticas de salud deberían desarrollar estrategias y planes
para lograr una medicina y salud pública basada en la mejor evidencia. El conocimiento y
manejo de la metodología adecuada frente a cada situación en salud permitirá resolver la
problemática y lograr alcanzar la excelencia clínica y la equidad sanitaria. Tal y como lo
expresara, Archie Cochrane; conocido fundamentalmente por su influyente libro Efectividad
y Eficiencia: reflexiones al azar sobre los Servicios de Salud, publicado en 1972 en sus
principios clarividentes, “...debido a que los recursos siempre serán limitados, los mismos
deberían ser usados para proporcionar equitativamente aquellas formas de atención sani-
taria que hubiesen demostrado ser efectivas en evaluaciones diseñadas apropiadamen-
te...”
Cochrane subrayó que las revisiones sistemáticas de los ensayos clínicos controlados son
la piedra fundamental para tomar decisiones sanitarias que deben mantenerse actualiza-
das a fin de incorporar nuevas evidencias. Si esto no se hace, no se identificarán pre-
cozmente efectos importantes de la atención sanitaria (beneficiosos y perjudiciales), de
manera que la población usuaria de los servicios sanitarios será atendida inadecuadamen-
te.
Light y Pillemerxiii describieron como las revisiones sistemáticas han sido utilizadas por
decisores de políticas para responder a sus preguntas. Otro ejemplo, es el del Colegio
Americano de Médicos que utiliza las revisiones sistemáticas como base para la confección
de guías de práctica clínica o análisis económicos, de decisión o evaluación del riesgo. En
general las Oficinas destinadas a la Evaluación de Tecnologías incluyen las revisiones siste-
máticas como parte de la evaluación de eficacia clínica de algunas tecnologías.
Existe poca bibliografía acerca del impacto que tienen las revisiones sistemáticas sobre
quienes toman decisiones en salud. Esto podría ser explicado por la falta de difusión res-
pecto a los atributos de las revisiones sistemáticas, falta de capacidad para interpretar los
resultados de los meta-análisis, falta de interés de los investigadores y la falta de disponibi-
lidad de revisiones sistemáticas. A su vez el impacto que podrían tener actualmente las
revisiones sistemáticas sobre las decisiones, no es el que se pretende. Probablemente esto
pueda explicarse por los distintos factores que influyen en los que toman decisiones16:
I. Ejercicios
i
) Hunt M. How science takes stock. The story of meta-analysis. Russell Sage Foundation 1997; 1-210.
ii
) Egger M., Smith G., and Rourke K. Rationale, potentials and promise of systematic
reviews. In: Systematic Reviewsin Health Care. Meta-analysis in context, edited by
Egger M., Smith G., and Altman D., London:BMJ, 2001, p. 3-19.
iii
) Smith R. Where is the wisdom...? BMJ 1991; 303:798-799.
iv
) Davidoff F., Haynes B., Sackett D., and Smith R. Evidence based medicine. BMJ 1995; 310:1085-1086.
v
) Ortiz Z. Meta-análisis como Método Básico en la Investigación Científica y en la Práctica Diaria. Boletín Aca-
demia Nacional de Medicina 1997; 75, 469-475.
vi
) Naylor D. Meta-analysis of Controlled Clinical Trials. J Rheumatol 1989; 16 (4): 424-26.
vii
) Henry D. and Wilson A. Meta-analysis. Part 1: an assessment of its validity and reliability. Med J of Australia
1992; 156: 31-38.
viii
) Henry D. and Wilson A. Meta-analysis. Part 2: assessing the quality of published meta-analyses. Med J of
Australia 1992; 156: 173-87.
ix
) Dickersin K. The existence of publication bias and risks factors for its occurence. JAMA 1990; 263 (10):
1385-1389.
x
) Dickersin K, Min Yuan-I, and Meinert C. Factors influencing publication of research results. Follow-up of ap-
plications submitted to two institutional review boards. JAMA 1992; 267(3): 374-78.
xi
) Thompson S. Why sources of heterogeneity in mta-analysis should be investigated?. BMJ 1994; 309: 1351-
5.
xii
) Chalmers I. Applying overviews and meta-analysis at the bedside: Discussion. J Clin Epidemiol 1995, 48 (1):
67-70.
xiii
) Light R, Pillemer D. Quantitative procedures. Summing Up, Estados Unidos Harvard University Press, 1ª
ed., 1984: 50-103.