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MEMORIA HISTÓRICA DEL PADILLA

Liceo Padilla 1943-1944


Liceo Padilla 1944-1945

Liceo Padilla 1946-1947


Liceo Padilla 1948-1959

Liceo Padilla 1960 - Actualidad


En 1961, eran tres las razones que me llenaban de gloria y orgullo; para que ingresara al Liceo
Nacional Padilla:

a.—Por la ufanía de la familia, por considerarnos miembros de la relación paterno filial de Don
Prudencio Padilla, padre del maestro Andrés Padilla; y abuelo del Almirante José Prudencio Padilla
López, Almirante José Antonio Padilla López y el Capitán de navío Francisco Javier Padilla López;
riohacheros, héroes de la Batalla del Lago de Maracaibo. En la actualidad, la familia Padilla ha
considerado que el prócer José Prudencio Padilla; ha sido un ancestro muy influyente.

b.—Por el insignificante costo de la matrícula, que no excedía al valor de un peso con veinte
centavos.

c.—Por ser una institución que gozaba de prestigio académico y cultural, en el ámbito nacional. Y
porque en el vecino país inmortalizan su nombre con un himno; pieza musical, que los riohacheros
interpretan mediante canto epopéyico:

"MARACAIBO

CORO

Maracaibo, en tu Lago hoy la Gloria


Se alzará con laurel inmortal
Y del libre dirá nuestra historia
Como supo morir o triunfar.

Marcha al fuego la escuadra que invicta


El Pendón Tricolor enarbola
que, en el mar de su Patria, ella sola
quiere ser la señora del mar.
Leva el ancla sus velas desplega
Fresco el viento las lonas enarca
y el destino la estela le marca
en que al hijo de Iberia hallará.
A lo lejos las naves se avistan
Del que, en santo furor, de ira lleno
Al rugir del cañón y del trueno
Al inglés combatió en Trafalgar.
¡Abordaje!... la voz de Padilla
a sus bravos marinos ordena
y el tambor palpitante resuena
como un día resonó en Boyacá.”
A modo mío, el General Francisco De Paula Santander, como presidente del Senado de la
República; quiso honrar a la ciudad de Riohacha, con un Centro Educativo; con él, quería mantener
viva la memoria de su gran amigo y copartidario, José Padilla. En esta oportunidad, el argumento
empleado en una resolución jurídico- administrativa de 1943, emanada de la gobernación del
Departamento del Magdalena “Grande”; sin relevancia en el acuerdo, en el cual, se ordenaba el
funcionamiento del Liceo Padilla, en el inmueble de la señora María Aguilar; ubicado en la calle la
Libertad (calle 2 # 9-02); converge esquina con el Palacio Municipal. Una vez, cumplida la
regularidad de la fecha de matrícula, en el Centro Estatal de Enseñanza Secundaria, que
funcionaría como dependiente del Colegio Loperena de Valledupar; el facilitador Anciolino Vives
Campo mediante acto formal, daba apertura al horario de clases en febrero de 1943, a sabiendas,
de que contaba con los iniciados Hernando Gómez, Enrique Romero, Emilio Brugés, Luis Quintero,
Euclides Bermúdez, Ricardo Celedón y Juan Manuel Curiel Gómez; discipulado con el que
compartía el conocimiento de una acción progresiva.

A falta de espacios para la enseñanza, termina la actividad docente como Rector, Heriberto
Castañeda; en el local de la Secretaría de Educación, ubicado en la calle los Almendros (calle 5 # 7-
07); donde en 1944, la orientación de la rectoría estaría a cargo de Benjamín Yonson y Francisco
Echeverría. De 1945—1946, la administración le correspondería al licenciado Pedro Sarmiento
Pérez. Por la edición de clases intermitentes, se vieron precisados a trasladarse hacia la mansión
del extinto comerciante italiano, don Félix Annichiarico; ubicado en la avenida “La Marina” (calle 1
# 4-77) esquina, donde se encuentra en la actualidad el hotel Taroa. En el año de 1946, ejercería el
cargo en calidad de rector titular, el humanista Helión Pinedo Ríos, quien, con una situación
inesperada, en 1948, trasladaría el centro de estudios superiores hacia una edificación
arquitectónica de la carrera 7 # 13- 08, recordatorio llena de glorioso pasado, donde funcionaban
las oficinas de la dirección del Ministerio del Distrito de Obras Públicas de Carreteras; y que en la
actualidad ocupa FUNDARTE. En 1952, es nacionalizado como departamental; porque pertenecía
al Magdalena “Grande”; período que ejercería hasta 1955. Bien podría decirse, que en un ciclo de
tiempo muy corto (1955-1956); la sala rectoral fue regida por el señor Rafael Celedón; para el
buen funcionamiento, también, practicaría los actos propios del oficio (1956- 1958), el licenciado
Manuel Ochoa Jaramillo. En reemplazo de este último, llegó del Colegio Pinillo de Mompox en
1959, el polifuncional Hélion Pinedo Ríos para ocupar el cargo en calidad de rector titular del alma
mater. En ese ejercicio, le correspondió atender el traslado físico y académico hacia la nueva sede;
monumental edificio ubicado en la avenida “Trece de Junio” (carrera 15 # 12 A – 94) construido en
el gobierno militar del Intendente, coronel Jorge Villamizar Flores. Como redentor su acción
reivindicatoria se extendería hasta 1961, pero sería en 1960, que le aprobarían académicamente
los cursos de quinto y sexto bachillerato; con dotación completa de los laboratorios de física y
química. En su haber, hay que agregar que, en él, siempre hubo una especie de fascinación; por
conseguir algunos recursos para la adquisición de un bus escolar, que se requería para el
transporte de sus chinitos. Durante diecisiete días se mantuvo cerrado el Padilla, lo que se
aprovechó para que una comisión del Concejo Estudiantil le hiciera una visita al doctor Urías
Taches; jefe de la cartera del Ministerio de Educación, quien en el despacho respondió de manera
irónica: “¿Por qué no piden que le pasen el Expreso Del Sol por La Guajira?”. El rector Hélion
Pinedo le había dedicado tanto tiempo a la oración y a la fe, que sorprendió a los guajiros por
haber hecho realidad el sueño visionario; contribución, por la que los liceístas quedaron
eternamente agradecidos. Para atender la docencia, contaba con una nómina de profesores
excelentes; sobresaliente por sus calidades de líder y guía en recursos humanos, fue el profesor
Hernán García. También valdría la pena resaltar, la presencia del reverendo padre capuchino
Urbano de Leonesa.

Mi postura de estimulación cerebral me llevó a ingresar a la memorable institución en el año de


1961, pero la falta de estímulo para hacer ejercicio con frecuencia; no permitía que aumentara el
pensamiento creativo y me tocó revalidar el primer año. En los registros de escala para la
orientación de la rectoría, desfilaba el cachaco Enrique Agudelo; pero a comienzo de 1961, un
conjunto de condiciones mínima de salubridad, lo llevaría a concederle la franquicia a Hernán
García; para que le otorgara el título de bachiller a la primera promoción: Arredondo López
Heberto (F), Bermúdez Cuán Héctor (F), Contreras Wilson, Orcasita Rodríguez Luis (F), Pérez Van
Lenden Getulio, Robles Brito Raúl, Serrano Cotes Carlos (F), Gómez De Luque Franklin, Hernández
José Saúl (F), Martínez Nicolás (F), Mejía Romero Nelson y Vargas Ávila Carlos. Cumplida la noble
tarea, en su reemplazo llega al redil en 1962, el santandereano Ángel María Salazar para fortalecer
la etapa académica; éste seguía las reglas del Orden y Método de los Padres Jesuitas, normas a la
que se debía ajustar la conducta de veintiocho discípulos, que cursaban el último año; que, por
precepto disciplinario, fueron expulsados en el mes de julio de 1963.

El plantel permanece en el auge del plano elevado. Era señalativo, que el liceísta de la década de
los 60´s se caracterizaba por ser un joven de espíritu indomable, influenciado por el lema “De una
pequeña idea, nace una gran revolución” pensamiento de los barbudos de la Revolución Cubana; a
eso, se sumaban las ideas influyentes adheridas a la personalidad de Gabriel García Márquez, a la
poesía nadaista de Gonzalo Arango y la poesía tradicional de Pepe Annichiarico; compartidas con
las emociones artísticas de los melenudos Beatles. Para 1964, queda en calidad de encargado,
cinco meses lectivos diario; la areola del profesor Manuel Sierra Pimienta. Y para el segundo
semestre, llegaría como rector del Liceo Padilla, el licenciado Ostílio Granado Dadúl; con la cátedra
de Historia Universal en el curso tercero. En el primer día de jornada laboral, parecía proceder con
tiempo y reflexión; para corregirnos el vocablo “Colegio Liceo Padilla” empieza por decirnos, que
el término LICEO viene del latín Lycéum y este se deriva del griego Aúxelov Lýkelon, gimnasio
donde Aristóteles impartía sus enseñanzas; y hacía referencia a la antigua Grecia, en el año 335
A.C. El nombre de Liceo provenía de la palabra ambulante y era derivado de las enramadas y
pasillos por donde caminaban y leían los filósofos de la escuela de Aristóteles. Basado en su
pensamiento crítico reconocía el gran interés de nosotros sobre esas lecturas y comentarios que
hacíamos de carácter social y literario; en el Centro Literario y de manera peripatética en los
pasillos, que nos conducían a las aulas de clases. Pero, a la vez nos censuraba, que no teníamos
idea en común; que, a duras penas estábamos influenciados por la lectura de los dominicales de
los periódicos El Tiempo y El Espectador que leíamos los estudiantes, todos los lunes; en las clases
de Castellano y Preceptiva que dictaba el profesor Julio Quintero Dandarét. También, hizo
referencia al discurso narrativo de Homero, que hiciera el profesor Plinio Gómez; al referirse a la
valentía del griego Aquiles al ir a Troya a desafiar a Héctor en campo abierto; por haber matado a
su hermano Patroclo. Dio muestras de elogios hacia el profesor Manuel Sierra Pimienta, por la
metodología que aplicaba al L.Q.Q.D; de los teoremas de Pitágora. Siguió con el estímulo de
nuestra curiosidad, para referirse a la clase de filosofía que verseaba el Reverendo Padre Carmelo
de Villalago y las reprochables comparaciones del inglés europeo que hablaba Manuel Pacavita y
el fluido francés que dominaba el lingüista Enrique Lallemand Valdeblanquez. Los esfuerzos y
pasión de la pianista Leda Pugliese, a quien la vida recompensaría con méritos que la hacen digna
de aprecio; por enseñarle partituras de música a los primíparos. Y de la gesta deportiva alcanzada
bajo la dirección técnica del profesor Juan Nepomuceno Palacio Brugés. La ocasión la aprovecho
para reclamar el concurso de sus modestos esfuerzos, ya que nos enseñaban que sus posturas
estaban muy cerca de la realidad; y que este diálogo con la vida de cada uno de nosotros, nos
llevaría a conocer en profundidad el principio filosófico basado en el Iluminismo de Dantón,
Voltaire y Rousseau. Los estudiantes de la época, no teníamos ideas en común sobre ellos. Pero
de inmediato, los discípulos del curso tercero, tomamos como bandera tal distinción –valdría la
pena mencionar a algunos de los militantes --, Juan Manuel Iguarán Mendoza, José Antonio Frías
Acosta, Mendoza Archbald Josep, Hernando Pugliesse Cerchar, Régulo Ibarra Moscote, Jorge
Gómez Effer, Jairo Aguilar Ocando, Pedro Ramírez Gutiérrez, Rafael Torres Murgas, Andrés Medina
Mindióla, Héctor Brito Castañeda, Camilo Brito Sprockel, Maximiliano Wild Choles, Manuel
Giovanetti Gómez, Guido Illidge Brugés, Orlando Movil Melo, Tomás Alfonso Manjarrez Melo, José
Orsini Cuadrado, Luis Enrique Dagovett Nuñez, Carlos Socarras Pinto, Carlos Soto González, Cirilo
Quintero Rummer, José Ángel Bonivento Iguarán, Justo Barros Vanegas, Rafael Lomanto Wisman,
Jorge Mejía Gaona, Lorenzo Van Grieken Epiayüu, Jesús Loaiza, Omar Redondo, William Loaiza,
Límbert Redondo, David Monroy Redondo, Andrés Vergara Iguarán, Alcides martínez entre otros;
con el pasar de los días, nos dimos cuenta de que se necesitaba de hombres con coraje moral, que
fueran defensores exaltados de las ideas revolucionarias y radicales de Dantón, Marat y
Robespierre, partidarios radicales de la doctrina de los Jacobinos franceses. Lo que nunca pasó por
la mente de estos pensadores, fue que las ideas in albis de los Jacobinos del Padilla de 1964,
perduraría a lo largo de los años venideros.
El Liceo Nacional Padilla en lo académico y cultural competía a nivel local, contra su archi—rival
Colegio La Divina Pastora; y a nivel regional, con el Liceo Celedón de la ciudad de Santa Marta, con
los colegios Bifi, Barranquilla y Colón de la capital del Atlántico y con los colegios Fernández Baena,
Liceo Bolívar y La Esperanza de la ciudad de Cartagena de Indias. Planteles estos, a los que acudían
los estudiantes de La Guajira antes de 1961, para cumplir el ciclo de estudios y obtener el título de
bachiller. A nivel nacional, alcanzaba un elevado nivel académico y cultural; grado de bienestar
alcanzado por estudiantes de las calidades de Nicolás Annichiarico Romero (1962), Enrique Bruzón
Cotes (1963), Elímenes Brugés Guerra (1969); al hacerse acreedores del premio Coltejer, distinción
que se le otorgaba a los mejores bachilleres del país.

El Instituto Técnico Comercial Femenino abrió sus puertas con reglas y preceptos, que sirvieran
para la docencia. Para dar señas que sirvieran de experiencia, el alcance de la iniciativa estuvo a
cargo de la directora Sara De Luque de Daza. En su comienzo, funcionaría en el bunker de la
señora Carmen Clara de Moncada; ubicado en la avenida catorce de mayo y/o calle la marina (calle
1 # 3-77) donde hoy, funciona el restaurante Sazón Internacional Playa. A este órgano educativo se
le conocía con el epíteto de la Anexa y con ese nombre, años más tarde, fue reubicado en los
salones de clase del Liceo Padilla; en el horario de la tarde. Ese acercamiento de las niñas hacia los
niños era señalado por el repudio callado de la sociedad. Pero, el mito de esas fantasías con
problemas reales se rompe con el arribo del Rector Simón Almanza Julio, que traía una especie de
emoción libre del Colegio Fernández Baena; y en 1965, contra la anuencia de los padres de
familias y de la curia de La Guajira; en 1966, hizo del “madre nutricia”, el primer plantel mixto del
departamento de La Guajira. Al año próximo presente, cae en la persona del señor Pablo
Bermúdez el cargo de mando, de la comunidad estudiantil; para romper el mito de las alumnas
que ingresarían al curso quinto; rodeadas de extraordinarias admiración y estima: Bermúdez
Campo Rosa, Brito Idolina, Castañeda Suárez Nanci, Freile De Luque Graciela, Lugo Zurita Gladis
Del Carmen, Redondo López María Rosa, Pérez Ríos Mirna, Siosi Hernández Carmen.

A finales de enero de 1966, arriba a la ciudad a el político liberal Carlos Lleras Restrepo; en
actividades encaminadas a su campaña presidencial. Los actos de índoles diversas que se
realizaban en la parte inferior del emblemático escudo de Riohacha, que adorna el balcón del
Palacio Municipal; eran abucheados, a pesar de que estaban protegidos por los miembros del
ejército; que desde la plaza Padilla, observaban los intentos y operaciones de los manifestantes.
Un miembro del cuerpo militar se movió con ímpetu y con el cañón del fusil M1, batió las costillas
de Lucho Gómez Pimienta y lo derribó contra el pavimento. Ante esa actitud, el jacobino Juan
Manuel Iguarán Mendoza se abalanzó contra el militar lo desarmó, lo arrojó al suelo; y fue
sometido a estado de indefensión, con la complicidad del narrador. Y se formó el mierdero. El
operativo terminaría en disturbios, con disparos al aire. El 28 de julio de 1966, el Concejo
Estudiantil compuesto por Lucho Gómez Pimienta como Presidente, la secretaria Daisy Brugés
Borda, Nelson Cotes Vicepresidente, Fernando López Suárez fiscal y Rangel Romero Vocal;
persuadieron a los Jacobinos y acordaron convocar a todo el plantel a una Manifestación de
Protesta; porque el servicio de luz que se prestaba era parcial desde hacía seis meses. Los
estudiantes salieron a las calles y la idea de tumbar las redes eléctricas, fue del compañero Eliseo
Vanegas Mengual; hechos que se llevaron a cabo, con una cuerda de enlazar toros, que nos
prestaría el carnicero Isaac Cotes Arellanes. Los desmanes ocurridos en medio de la masa de
estudiantes, que utilizaban piedras, ladrillos y garrotes; con los cuales destruyeron los vidrios y
ventanas del despacho del gobernador Nelson Amaya Arregocés. Llega el final de la mañana y los
miembros de la turba, tienen poca capacidad para discernir; pero, sus esperanzas crecieron con la
participación del artista Cochise Maya, quien fuera invitado a que los acompañara al cuartel de la
policía, para exigir la liberación del universitario Lácides Toro Ávila; en donde encontraron
repuesta satisfactoria. El día primero de agosto del año en curso, se realizó el primer Paro Cívico
en la ciudad de Riohacha; donde por experiencias muy tensas, la policía había impuesto prisión
preventiva al concejil Nelson Cotes y al comerciante Domingo Riveira Arregocés; por haberse
solidarizado con los manifestantes.

Desde mi postura racional, los factores que están más cerca de la realidad de la crisis; deben
mirarse bajo la práctica de una dialéctica muy particular, al tratar de presentarle un panorama que
sea creíble, al tener que decirles; que tal difícil situación, se debe a la FALTA DE SOLIDARIDAD
MORAL del señor Rector, de los profesores, de los estudiantes, de los funcionarios; y, por ende, de
los egresados, con el Liceo Padilla. Por ello, ustedes han hecho que la humilde profesión de
maestro; se divida en Educadores e Instructores.

Educador es la persona que forma a el individuo. Crea equipos de trabajo, para la formación de
líderes; que trabajan para el bien común y, les enseña que, para llegar a ser un triunfador, deben
practicar en la vida una serie de habilidades:

Habilidades de los miembros del equipo:

Personales: Misión, valor de sentido de pertenencia, objetivos, esencia de vida, calidad de


persona, solución de problemas y ser positivos.

Sociales: Relaciones sociales, comunicación, respeto, integración e interés por los otros.

Organizacionales: Misión, Visión, sentido de pertenencia, interés común, proyección y deseo de


ganar.

Instructor es la persona que informa a el individuo. Crea grupos de trabajo e impone jefes, que
persiguen, maltratan y humillan a sus miembros; que se desintegran una vez logran el objetivo, ya
que se caracterizan por ser hombres mediocres; como el propio Instructor. En los Liceos, los
colegios y en las universidades son fácil identificar; porque sus libretas de notas están repletas de
bajas calificaciones; lo que demuestra, que no enseñan, sino que aturden. El Instructor es
consciente de que el gobierno le paga para que raje –si podemos utilizar este término como
referencia--, siempre está empeñado en obnubilar la estimulación cerebral de los estudiantes.
Verbo y gracia: el patológico ego de los profesores de matemáticas.

En el Homo sapiens, las neuronas espejo están en el lóbulo frontal; y ellas son capaces de
decirnos quiénes somos. Nuestra conciencia es un censor, que nos indica; que existen Hombres
competentes inconscientes y Hombres incompetentes conscientes. Los Instructores pertenecen a
estos últimos.
Los colombianos –para no decir los liceístas--, son un estereotipo que desde que nace hasta que
se muere; pasa por sensaciones encontradas (envidia, celos, odio, individualismo exaltado,
soberbia interior, avaricia etc.) por eso, habría que tomar una decisión crucial; para que el Liceo
Padilla vuelva a estar in statu quo. ¿Para qué se logre la misma situación que tenía antes, se debe
acudir a la llave perfecta de la autocorrección y del autocontrol –¿qué quiere decir la palabra
autocontrol? --, que la Presencia activa YO SOY ha otorgado a los humanos -–en este caso ustedes-
-, libre albedrío, libre selección y actuación; lo que deberían poner en práctica; en todo aquello en
que fijan su atención. Deben sentirse llenos de energía, al bajarse de un juego de emociones. No
deben perder la fe, hay que actuar con prontitud; y traer al conferencista de honor Jorge Duque
Linares de Actitud Positiva. Aunque piensen que estoy ajeno a estos acontecimientos, en realidad,
me causaba malestar lo que ocurría en este establecimiento docente; hasta donde sé, la rectoría
regida por el Licenciado Lizandro Vargas Zapata, se proponía no dejar nada al albur; se propuso a
enfrentar a una dudosa decisión; para escoger al azar, a el mejor bachiller del presente año; entre
quienes se hizo merced y gracia, para solemnizar el otorgamiento de los diplomas; la noche del 20,
de noviembre de 1967.

POLACO ROSADO

Riohacha 20, de agosto de 2018

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