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Conducta, por tanto, es una palabra que posee en la actualidad la ventaja de no

estar vinculada ya a ninguna escuela psicológica en especial, siendo lo suficientemente


neutral como para formar parte del lenguaje común de investigadores de muy distintos
enfoques (Bleger, 1968) o del ciudadano de a pie, que la usa con distintos matices

conducta se entienden por tal todos los actos de


un organismo capaces de ser observados, registrados y estudiados, y que comprenden
sólo lo puramente externo, mientras otros incluyen también lo subjetivo o interno.

El conductismo de Watson y las versiones posteriores


de la psicología conductual
Como creador de la psicología conductual o conductismo figura J. B. Watson (1878-
1958), cuyas ideas fueron inicialmente expresadas en su trabajo de 1913 titulado La
psicología tal como la ve el conductista, donde entre otras cosas decía que la psicología
es una rama puramente objetiva y experimental de la ciencia natural, siendo su
meta teórica predecir y controlar la conducta. Esta visión de la psicología se conoce
como conductismo empírico o watsoniano, y sus rasgos distintivos son los siguientes
(Marx y Hillix, 1969):
1. La conducta se compone de elementos de respuesta, pudiendo ser analizada
con éxito mediante los métodos objetivos de la ciencia natural. Por método objetivo
debe entenderse todo aquél en donde la influencia subjetiva del investigador,
es decir, sus creencias políticas, religiosas, etc., queda reducida o controlada.
2. La conducta se compone de secreciones glandulares y movimientos musculares,
y en último término queda reducida a procesos físico-químicos. Es decir,
toda conducta es en el fondo el resultado de una serie de procesos fisiológicos.
3. Ante todo estímulo ambiental efectivo hay una respuesta del organismo, esto
es, toda respuesta siempre es fruto de la acción de un estímulo.
4. Los procesos de consciencia (o lo que es igual, los pensamientos, imágenes, etcétera),
si es que existen, no pueden ser objeto de estudio científico.
Como puede fácilmente deducirse, en tales presupuestos aparece nítidamente expresada
la actitud de Watson hacia la psicología, cuyo modelo E-R (estímulo-respuesta),
a pesar de enfatizar la importancia del aprendizaje y del ambiente sobre la
conducta, fue incapaz de demostrar que el comportamiento era sólo explicable me-diante el enfoque
E-R. Su pérdida de estatus fue propiciada por los filósofos de la
ciencia y, más concretamente, por la influencia del Neopositivismo del Círculo de Viena,
tras lo que el conductismo empírico fue sustituido por el neoconductismo, bajo el
que se sitúa el conductismo lógico o conductismo metodológico, que, a diferencia del
anterior, aceptó contar con variables no observables para explicar la conducta, a las
cuales se las conoce como variables intermedias. Como ejemplo, pensemos que estudiamos
la ansiedad previa a un examen que muchos estudiantes padecen. Los estímulos
físicos, por citar sólo algunos, serían el pasillo que da acceso al aula, los compañeros
vociferando al lado de la puerta donde tendrá lugar el examen, etc., mientras
las respuestas observables de tal estado de ansiedad serán temblor de voz, rigidez corporal,
etc. Entre tales estímulos y manifestaciones externas de conducta, estarían las
respuestas fisiológicas (aumento del latido cardíaco, respiración más dificultosa) o
mentales (autoinstrucciones o autoverbalizaciones que los alumnos se dan como: me
debo tranquilizar, pues he estudiado mucho para este examen, debo estar más relajado,
etc.,), las cuales los conductistas lógicos pensaban que podían ser expresadas en
términos observables (variables intermedias), tras el previo consenso de los investigadores
para definir qué subyacía bajo cada una de ellas, algo a lo que el conductismo
empírico se oponía con dureza.
Como autores representativos del conductismo lógico destacan E. Ch. Tolman
(1886-1959) y C. L. Hull (1884-1952), el último de los cuales se afanó en formular y
sistematizar con el mayor rigor posible sus ideas psicológicas, llegando a producir la
impresión de que la psicología había alcanzado un alto grado de madurez científica.
Sin embargo, tal cosa resultó inexacta, pues había grandes lagunas en su teoría y contrastar
sus presupuestos se convirtió en una labor infructuosa.
Tal estancamiento fue no obstante superado por B. F. Skinner (1904-1990), que
con su análisis experimental del comportamiento (AEC), concibió la psicología como
una ciencia analítico-experimental, cuyo objeto de estudio es la conducta de un organismo
individual, entendida ésta como una función adaptativa al entorno del sujeto,
todo ello dentro del marco de la teoría de la evolución (Benjumea, 1986). Abandonando
el concepto de variable intermedia, Skinner insistió en un modelo de caja negra,
esto es, uno donde sólo cuentan los estímulos y las respuestas, aunque en este
caso centrándose en las relaciones que existen entre las respuestas del organismo y sus
consecuencias en el ambiente (R-Consecuencias), lo que se conoce como condicionamiento
instrumental u operante.
Por otro lado, aun implicando básicamente elementos públicos o externos, el
comportamiento para Skinner no fue definido de forma tan simple a como lo hiciera
Watson (secreciones glandulares y movimientos musculares), sino como actos globales,
entre los que cabe citar como ejemplo el picoteo de una paloma sobre una tecla
o la presión que una rata hace sobre una palanca con sus patas.
Al analizar experimentalmente el comportamiento, Skinner primó la estrategia inductiva
sobre la hipotético-deductiva, convencido de que era más apropiado describir
los hechos que teorizarlos, considerando sólo como hechos aquellos que podían ser
operacionalmente definidos, con lo que así dejaba fuera de su estudio los procesos que
tienen lugar dentro del organismo (fisiológicos o psicológicos), al ser imposible su definición
en términos operativos.
Con todo, el conductismo, en cualquiera de sus formulaciones, a pesar de la cantidad
de investigaciones que puso en marcha, como de la tecnología conductual que aportó con su terapia
del comportamiento (o modificación de conducta) en el terreno
educativo, clínico, etc., entró en crisis a finales de la década de los 50 del siglo XX, lo
que favoreció el retorno al estudio de las variables mentales, antes relegado, de lo que
se ocuparía la psicología cognitiva, tal y como desarrollaremos brevemente en el siguiente
apartado. No obstante, debe mencionarse que el conductismo ha dejado en pie
una metodología seria y aportaciones clave en el capítulo del aprendizaje, ya en su
vertiente teórica, ya en su vertiente aplicada, de lo cual son un fiel reflejo sus técnicas
de modificación de conducta.
uso del término conducta.
• La conducta entendida como manifestación externa, por tanto observable y registrable
y/o integrada por elementos subjetivos o internos.
• División tradicional: conducta animal (psicología animal clásica y etología) y
conducta humana (psicología general, psicología evolutiva, psicología diferencial
y psicología social).
• Clasificación en función de la metodología usada:
a) Psicología introspeccionista: estructuralismo, funcionalismo, psicología
comprensiva y psicología de la Gestalt.
b) Psicología experimental: conductismo (empírico, neoconductismo y conductismo
Skinneriano) y psicología cognitiva.
c) Psicoanálisis, psicología dinámica o psicología profunda.
d) Psicología clínica.
• En cuanto a los objetivos perseguidos, la división suele realizarse entre psicología
teórica y psicología aplicada. Entre las especialidades que se aglutinan alrededor
de esta última destacan: la del psicólogo de la salud, el psicólogo escolar,
el psicólogo de la educación, el psicólogo comunitario y el psicólogo del
trabajo. Otros campos de actuación del psicólogo en las últimas décadas que han
ido adquiriendo mayor protagonismo son la psicología del deporte, de la educación
vial o del medio ambiente (psicología ambiental).

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