Es una situación aplastante, la cantidad de información acerca de la enfermedad
Covid 19, desde hace unos dos meses, cuando se diseminó en forma increíble; pero aún más increíble, es la tremenda desinformación que nos inunda. No estamos acostumbrados a cuestionar, ni a investigar, lo que vemos, leemos o escuchamos; simplemente lo creemos y ya. Debemos aprender a seleccionar lo que decidimos creer, pero no es nada fácil, por el estado de pánico que esta pandemia nos causa; difícilmente reflexionamos acerca de lo que nos bombardea, sin establecer cual es el método de selección de toda esta información y desinformación. ¿Qué hacer entonces, a quien creer? Los pseudo científicos abundan y nos convencen, los listos que quieren aprovecharse de nosotros también y como casi siempre sucede los que científica y académicamente hablan, no imponen, solo informan y por lo tanto no les hacemos caso. ¡Que si el gobierno miente, que si nos están engañando y no hay razón que temer, que las farmacéuticas están aprovechándose y nos llevan a comprar y creer acerca de ciertos tratamientos maravillosos, que efectivamente los remedios caseros son más baratos y mucho mejores! ¿A quién creer, cual debe ser nuestro proceder y a dónde dirigirnos? La bioética ha entrado en juego, espero que no demasiado tarde, para aclarar y transparentar nuestro comportamiento con bases no solo científicas, sino filosóficas, deontológicas y morales, que deben hacer conciencia acerca de lo que nos rodea, en este momento de crisis existencial. “Aprendemos de la historia, que casi nunca le hacemos caso a la historia” (Hegel), desafortunadamente. ¿Qué es lo qué está causando el incremento en el número de casos a nivel mundial y sobre todo ahora en Italia, donde con un número menor de enfermos, casi igualan y sobrepasan la cantidad de muertes por la enfermedad, que lo que sucedió en China? Aunque no se nos ocurra, la mejor forma de actuar es la transparencia institucional que manifieste lo que ahora está sucediendo y nos indique la situación en la que estamos, comparada con la que ocurrió (y sigue ocurriendo) en otros países donde esto ya pasó: China, Corea del Sur, Italia, España, etc. Hemos tenido oportunidad de comparar las cifras de la difusión de la enfermedad entre España y México, con relación a los días desde la aparición del primer caso y hasta ayer, el patrón de crecimiento en el número de enfermos confirmados, ha sido prácticamente el mismo; sin embargo viendo las cifras españolas, de un crecimiento aritmético, se transformó casi en logarítmico, en los siguientes pocos días, que nos falta transcurrir. Si persistimos en seguir creyendo que como la mortalidad no es alta, sino más bien “despreciable” y no tomamos en serio las medidas que Servicios de Salud y el Gobierno estatal nos están marcando, caeremos en lo mismo que afecta ahora a Italia y a España, a quienes menciono por su similitud en idiosincrasia “latina”. Nuestro comportamiento debe corresponder a esa solidaridad para todo ser humano, no solo lo que nos conviene individualmente. Y ser solidario y equitativo, significa que debemos pensar en los demás, en lo que podemos hacer como comunidad para enfrentar y disminuir esta tendencia que la historia nos muestra. Estamos ciertamente ante una crisis de confianza, además de la angustia y el pánico. ¿Debemos pensar que esta crisis la enfrentemos como seres humanos pensantes, libres y responsables, que necesitamos valorar integralmente la situación? Tenemos que valorar la información e insistir en la verdad de ella, científica y académicamente, luchar y exigir que todos cumplamos con lo que la historia inmediata nos dice, para detener el progreso de esta alta contagiosidad, como lo ha hecho Japón, Singapur y ahora Corea del Sur; antes de que nos suceda lo que otros países están sufriendo en cuanto a carencias de servicios y de atención médica adecuada, por exceso de casos y limitación de recursos, que en realidad tenemos y no podemos negar. La respuesta bioética es tan sencilla como la imaginamos, debemos hacer lo que nos sea posible, para limitar la contagiosidad de esta pandemia y dejemos de ser ciegos ante la evidencia; que nos puede molestar, pero que es real y puede no solo prolongar el pánico, sino involucrarnos en una situación que si desafortunadamente nos llega a tocar a nosotros, estemos enfrente de algo que no puedan remediar en nuestra persona.