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Índice
Introducción
En los distintos ordenamientos procesales del país, como así también en el propio Código
Civil y Comercial de la Nación – de manera indirecta - las llamadas “medidas para mejor
La CSJN las ha definido como una facultad dada por la ley procesal al tribunal, de naturaleza
exclusivamente probatoria, que tiene por objeto la averiguación de la verdad jurídica objetiva,
para aclarar dudas, adquirir mayor ilustración o completar información para formarse conciencia
internacional, sostiene que el hecho de que los jueces tengan la posibilidad de dictar medidas
para mejor proveer u otras medidas probatorias de oficio, trae aparejado un proceso autoritario,
Este tema expone el debate que existe entre el activismo procesal y una posición clásica,
privatista o liberal, muchas veces autodenominada garantismo procesal; entre quienes consideran
que la utilización de medidas para mejor proveer llevará al dictado de sentencias más próximas a
la realización del valor justicia; y quienes postulan que no son más que un resabio inquisitivo que
Al integrar el fuero penal del Poder Judicial de Córdoba y estar fuertemente influenciados por
una estructura procesal en la que constantemente se procura arribar a lo que se conoce como
verdad real o verdad jurídica objetiva, quizás, los autores de este ensayo, pequen en transpolar su
medidas objeto de estudio. Sin embargo, se buscará que el siguiente desarrollo sirva de aporte en
los espacios de discusión sobre la forma en que debe ejercerse la función jurisdiccional.
probatoria oficiosa en el proceso civil, en general; y del dictado de medidas para mejor proveer,
De esta manera, el desafío será, en primer lugar, acercar al lector a una definición general del
instituto de las medidas para mejor proveer; y señalar sus características más importantes y los
límites a su operatividad. En segundo lugar, se intentará contrarrestar cada una de las principales
posición de los autores y concluir reflexivamente sobre lo que consideran debiera comprender el
profesor Jorge Peyrano, por ejemplo, enseña que se tratan de "facultades discrecionales que
puede emplear el tribunal preocupado por la sospecha de que las pruebas aportadas al proceso no
son suficientes para esclarecer la verdad real o 'histórica', en tanto y cuanto su ejercicio se erija
11274 ]
La elección de tales palabras resultará de gran utilidad para destacar las características de
las definió como una facultad dada por la ley procesal al tribunal, de naturaleza exclusivamente
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probatoria, que tiene por objeto la averiguación de la verdad jurídica objetiva, para aclarar dudas,
adquirir mayor ilustración o completar información para formarse conciencia del tema que va a
resolver, pues en caso contrario se vería obligado a decidir sin haber llegado a la convicción.
[ CITATION Sac74 \l 11274 ]. Por su parte, en el célebre fallo “Coladillo”, el alto tribunal
sostuvo que el juez debe agotar todos los medios a su alcance para lograr el acceso a la verdad.
Ya no basta que se abstengan de obstruir el acceso a dicha verdad, sino que se demanda algo
más, una labor activa en dicho sentido. Ya no se trata de una mera facultad sino de todo un deber
arbitrio, de naturaleza exclusivamente probatoria para aclarar dudas, ilustrarse del caso, o
A partir de esto, podría señalarse que las medidas para mejor proveer se caracterizan por:
Ser un poder-deber que debe ser ejercido con carácter restrictivo. El juez deberá ser
prudente a la hora de dictarlas ya que con ellas incorpora nuevos elementos de prueba
Son excepcionales ya que, una vez dictadas por el tribunal, suspenden el plazo para
dictar sentencia.
del principio de autoridad, de manera tal que sólo él puede analizar la necesidad de su
dictado y su extensión.
Por otro lado, la doctrina y jurisprudencia, también han definido cuáles serían los límites para
a) Que en el litigio las partes hayan sido diligentes tanto en el ofrecimiento como en la
b) Que, ante la prueba ofrecida por las partes, no surja con claridad la solución al litigio.
participación al interesado.
Es fundamental remarcar que estas medidas no deben venir a suplir la negligencia probatoria
de las partes. En otras palabras, solo se justificarán cuando haya mediado prueba de parte. De lo
para la procedencia de las medidas en estudio, debiendo en tal caso el juzgador apelar a la teoría
Sin embargo, es correcto señalar que hay quienes van un poco más allá y defienden la
procedencia de las medidas para mejor proveer aun cuando no haya mediado prueba de parte
alguna. Consecuentemente, al respecto se ha dicho que "aun mediando negligencia de las partes,
el juez tiene el deber de suplir esa omisión; y antes de fallar, tiene que esclarecer los hechos
Incluso jurisprudencialmente, en el mismo orden de ideas, se ha afirmado: “Es obvio que si los
jueces sólo pudieran disponer oficiosamente la producción de una prueba cuando las partes
hubieran cumplido acabadamente la carga de probar, la medida que para mejor proveer en esas
coinciden con esta última postura. Humildemente consideran que, para la procedencia de estas
medidas, las partes deben haber desplegado el obrar probatorio que les compete y que, pese a
haber probado, los elementos incorporados resulten insuficientes para el juzgador a los fines de
dictar sentencia. Solo así y respetando los límites ya señalados, las medidas para mejor proveer
serán dictadas respetando el principio de igualdad de las partes y de imparcialidad del Juez.
Además, las pruebas aportadas por las partes deben ser insuficientes para generar convicción
en el magistrado, esto es, que no sean lo suficientemente esclarecedoras o bien, que sean
contradictorias entre sí. De esta manera el juez, las dictará a fin de completar —objetivamente—
la prueba producida, pero no puede ordenar toda la prueba necesaria, ya que su función no debe
tener por objeto investigar sino esclarecer los hechos controvertidos. Justamente por ello es que
su aporte no puede ser mayor que el de la parte interesada, ni se puede extender a hechos no
alegados o que fueran afirmados por una y reconocidos por la otra [CITATION Pal98 \p 222/223 \l
11274 ].
Dicha tarea la llevará a cabo una vez concluida la causa, es decir, pasados los autos a resolver.
Sin embargo, existe la posibilidad que, aun antes, el juez advierta que las pruebas producidas por
las partes presentan deficiencias u omisiones que luego, indefectiblemente, impactarán sobre el
de formación conviccional del juez. Por dicha razón, una vez clausurada la etapa probatoria, éste
Por último, cabe destacar que, una vez dispuestas, será indispensable - bajo pena de nulidad-
su notificación a las partes de manera tal que puedan intervenir y controlar su diligenciamiento.
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igualdad procesal.
Perspectiva crítica
Sabido es que el instituto de las medidas para mejor proveer es uno de los más debatidos en la
doctrina. Si bien muchos juristas sostienen que se trata de una herramienta con la que cuentan los
jueces para dictar sentencias más justas [CITATION PER03 \p 1040 \l 11274 ] también están
quienes, como Alvarado Velloso, aseguran que se trata de un poder-deber derivado del sistema
enfatiza su preocupación en que las mismas afectan gravemente los principios constitucionales
fundamentales que hacen al debido proceso. Sostienen, por una parte, que vulneran el principio
de igualdad entre las partes ya que al ser facultativas y discrecionales, su dictado siempre
dependerá del arbitrio exclusivo de los jueces (sin establecer parámetro objetivo alguno al
respecto) por lo que una parte podrá ser favorecida o desfavorecida según el antojo del juez de
turno. [CITATION Bot \p 145 \l 11274 ]. Expresan que las medidas para mejor proveer, son una
ostensible muestra de trato desigual ya que suponen un ejercicio de actos de parte del tribunal
Sin embargo, difícilmente el juez pueda anticipar cuál será la consecuencia de la producción
de una prueba determinada. Desconoce a quién le beneficiará ya que no puede recurrir a ningún
método que adelante resultados. Como enseña Peyrano, nunca puede saberse a priori con certeza
cuál va a ser el resultado de una diligencia probatoria y con su planteo, los críticos a la
procedencia de estas medidas lo que en realidad evidencian es que la verdad y el derecho están
de parte del que se vería injustamente perjudicado por la pasividad de un juez más preocupado
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por aventar toda imputación de parcialidad que por administrar justicia. [CITATION Pey15 \l
11274 ].
Las medidas para mejor proveer no sólo no vulneran el principio de igualdad de las partes
sino que, como sostiene calificada doctrina, [CITATION ROS05 \p 74 \l 11274 ] entre los fines
perseguidos por las pruebas oficiosas, y en este caso por las medidas de mejor proveer, se
sociales, económicas y culturales que sufren las partes en el proceso y que las coloca en
juzgador ya que al tornarse una directiva de oficio el juez se ubica inexorablemente del lado de
una de las partes y podría arrastrarlo a un prejuzgamiento. Reafirman que el proceso civil es de
las partes y para las partes, siendo el juez un tercero imparcial, impartial e independiente.
El error radica en que esta postura no distingue entre el objeto del proceso y el proceso
mismo. Con respecto al primero el juzgador no puede tener iniciativa alguna. No obstante, en
relación al proceso mismo, el juez debe tener la posibilidad de actuar ex officio ya que, solo de
esta manera, el proceso se convierte en un instrumento idóneo para alcanzar la efectiva y real
tutela por parte del Estado de los intereses en conflicto permitiendo que el juez pueda cumplir
atribuible únicamente a estas medidas. Es necesario que la sociedad confíe en los jueces y en que
estos son profesionales del derecho capacitados para ejercer su rol como corresponde y como la
ley ordena.
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Este sector crítico ha dicho que la iniciativa de la prueba corresponde únicamente a las partes
y el juez debe pronunciar su sentencia solo en base a la prueba que éstas aporten, según el
Empero es el juez quien debe dictar sentencia y para ello necesita tener la certeza de cómo
ocurrieron los hechos. Por esta razón el legislador debe dotarlo de mecanismos que permitan
arribar a la verdad sobre cómo ocurrieron los hechos y de esta manera dictar sentencias más
justas. No debe olvidarse que las partes, ya sea mediante una pretensión, excepción o defensa,
intentarán probar lo que resulte más beneficioso a sus intereses y no a cómo los hechos
ocurrieron en realidad.
No es el juez quien se inmiscuye en la actividad de las partes, ocupa su lugar y hace lo que les
hubiere correspondido a ellas, sino todo lo contrario, despliega una actividad inherente a su
Han sostenido que en el proceso civil se ventilan derechos disponibles por las partes, por lo
Pero sabido es que el fin del proceso debe ser arribar a la justicia del caso y no a una solución
desentendida de cómo ocurrieron los hechos en la realidad, por ello el poder y la autoridad del
ajustadas a derecho razón por la cual el juez debe contar con las herramientas legales necesarias
para ello y no que las mismas sean monopolizadas por las partes.[ CITATION MAS14 \l 11274 ] .
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La temática que incentivó el desarrollo del presente análisis y, como se observó, las distintas
posturas que existen alrededor de la misma, conducen a recapitular algunas nociones básicas
Como se sabe, ante el supuesto de la violación del orden jurídico establecido, surge la
En coincidencia con otros juristas, los autores consideran que aquella función apunta al logro
de la paz social hecha justicia. Entonces, si se pretende sea la “justicia” el fin que sirve de norte
indefectiblemente se encuentra obligado este a proveer los medios necesarios al Juez, a fin que
sea él, quien gracias a los distintitos poderes – deberes – facultades conferidas procure
Un Juez pasivo y sin compromiso con el proceso en el que se desenvuelve; despreocupado por
Como sostiene María Eugenia Jiménez, la función del proceso no es simplemente aquella de
resolver controversias entre partes, y por ende, desentendida del acertamiento verdadero de los
hechos; sino que es de su esencia la justicia intrínseca del resultado arribado, y ello solo puede
De esta manera, el término “verdad” se torna inescindible del valor “justicia”. El magistrado
que se involucre en arribar a la certeza de los hechos, se encontrará cada vez más cerca de aplicar
Para quienes pensamos que el proceso debe tender a la obtención de una decisión justa, no
los hechos. Es que no es posible una decisión justa, elaborada sobre una determinación de los
condición indispensable de una decisión justa, aunque no sea, por sí sola suficiente [ CITATION
PIS20 \l 11274 ]
A modo de ilustración, en “Navarro Cristian Javier c/ Tribecca SRL y/o q.r.r s/ ind.”, se
reclamó por el despido arbitrario de una persona que invocaba haber sido delegado sindical, por
lo que pretendía que se le reconociera la reparación especial establecida para tal caso.
A tal fin, acompañó constancias obrantes en el Ministerio de Trabajo e informes del Sindicato
UOCRA. Sin embargo, las mismas fueron impugnadas por la demandada por tratarse de copias
simples.
En primera instancia fue rechazado el rubro de tutela sindical, por lo que el actor apeló.
al agravio otorgando aquel rubro, tras ordenar una medida para mejor proveer, recabando del
Ministerio de Trabajo y del Sindicato UOCRA las copias certificadas de las constancias que
Con el caso anterior, claramente, se puede observar cómo la Cámara de Apelaciones decidió
colocarse en una mejor posición frente a la realidad de los hechos para poder aplicar
De no ser corregida tal situación, por medio de un obrar activo por parte del sentenciante, a
través de la prueba oficiosa que puso claridad a la situación fáctica que antecede y sustenta el
resolutorio, podría el fallo que puso fin a la contienda, haber devenido en injusto y por tanto
Ahora bien, cabe destacar que no se habla de una verdad absoluta, que escapa a la dimensión
humana, sino a verdades relativas. Sin embargo, en coincidencia con Pistone, debe insistirse en
sujetos intervinientes, sino del grado de confirmación que se obtenga del evento que el
A pesar de ello, sería un error pensar que es posible exigirles a las partes la búsqueda de esa
verdad objetiva. Se trataría de algo utópico y contrario a la praxis cotidiana. Más allá de poder
demandar la observancia de ciertos principios como la buena fe procesal, las partes articulan su
propia verdad y utilizan las pruebas como herramientas para persuadir de la misma al Juez.
El del magistrado, en cambio, sí constituye un interés distinto. Éste es quien deberá hacer uso
de sus facultades instructorias (como el dictado de medidas para mejor proveer) a fin de dar la
razón a quien la tenga fundado en premisas fácticas fiables, es decir, sobre la base más
aproximada de cómo ocurrieron en realidad los hechos alegados por las partes [CITATION DIA13
\p 3 \l 11274 ].
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Y nada de esto pone en jaque el sistema dispositivo, sino más bien, evidencia la influencia de
una corriente distinta a la privatista o liberal que sostiene a las partes como amos absolutos e
Se sabe que todo sistema procesal se define como una forma metódica y estructural que va
organización de los tribunales y, por último, en lo que atañe a los poderes y deberes recíprocos
del proceso y su impulso subsiguiente; como así también, la fijación de la cuestión fáctica, el
poder de renunciar a ciertos actos del proceso y la aportación de los elementos corroborantes de
Con la influencia de una corriente social o publica, por la que abogan los autores del presente
trabajo, las partes continúan poseyendo la carga de la prueba de los hechos. Pero se pretende que
el juez abandone esa tradicional postura estática, muchas veces devenida en indolente en relación
al valor justicia; y pase a colaborar con las partes en la búsqueda de la verdad, actuando a fin de
que la victoria sea de quien efectivamente tenga razón, y no de quien sepa prevalerse por mayor
fuerza económica o habilidad propia o del defensor. Si la ley quiere que el juez juzgue, no puede
dejar de querer que, de ser posible, lo haga bien informado [CITATION Jim10 \p 3 \l 11274 ]
instructorios del juez y el término verdad, en el marco de un proceso justo, podrá arribarse a
Palabras finales
El desarrollo de este trabajo conduce a la reflexión del lector en relación a cuál debe ser el
papel a protagonizar por el Juez dentro del proceso ¿Debe tratarse de un Juez pasivo, cual
convidado de piedras, sin posibilidad de avanzar más allá de la dirección meramente formal del
proceso; o de un Magistrado activo, director y conductor del trámite, ocupado en poder dictar
sentencias a partir de encontrarse lo más cerca posible de la forma en que realmente sucedieron
los hechos?
del tiempo, acción de ir hacia adelante, desenvolvimiento (…) De la misma manera que un
proceso físico, químico, biológico, intelectual, todo proceso jurídico se desenvuelve, avanza
Lo anterior significa que el proceso encierra una idea necesariamente teleológica. Ligado a
“un debido proceso” que no sería otra cosa que el arribo a resoluciones judiciales que no
Bien reputado es que, el Estado liberal, ha sido superado y completado por los principios del
“Estado social de Derecho”, es aquí donde las constituciones presentan nuevas exigencias y
el proceso en el que actúa, a fin de equilibrar la igualdad entre las partes y lograr un resultado
socialmente eficaz que se compadezca con el valor justicia, desde un punto de vista sustancial y
aplicados en la práctica jurídica diaria; como así también el Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación, identifican en el Juez un perfil activo, con un gran cumulo de funciones y con el
deber particular de resolver los asuntos que sean sometidos a su jurisdicción mediante una
decisión razonablemente fundada (Art 3 CCCN) y de ordenar las diligencias necesarias para
esclarecer la verdad de los hechos controvertidos, respetando el derecho de defensa de las partes
(Art. 36 CPCCN)
De esta manera, las medidas para mejor proveer, según creen los autores de este trabajo, se
inscribirían en una suerte de atribución impuesta (o de ejercicio inomitible), toda vez que, como
ha sido enseñado por Clariá Olmedo, este poder concedido por la ley debe ser puesto en práctica
necesariamente, una vez presentadas las condiciones para ello. En otras palabras, a pesar de
encontrarse en una situación activa desde el punto de vista del poder que se le atribuye para
ejercerlo, no puede determinarse en sentido negativo cuando estén dadas las condiciones de
Así es dable llegar a la conclusión de que, a consideración de los autores, una correcta
instructorios como los sometidos a examen en esta oportunidad, ya que estará más cerca de
cumplir con el mandato constitucional de afianzar justicia, que aquel que se encuentra confinado
a tener que decidir puramente sobre la base de posibles ficciones jurídicas creadas por las partes
Claro está que siempre existirá la hipótesis de arbitrariedad y parcialidad del juzgador.
Corresponderá, entonces, bregar por el control de los límites a los excesos de poder y
arbitrariedad judicial. Pero se reafirma que este es el camino hacia lo que consideramos el Norte
de una óptima administración de justicia. Se estará fuera de esta senda si se pretende obligar a las
partes a hacer algo que no integra su esencia ya que jamás buscaran alcanzar la verdad jurídico
objetiva sino más bien una que más les convenga a sus intereses.
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Referencias
Cafferata Nores, J. I., Montero, J., Vélez, V. M., Novillo Corvalán, M., Balcarce, F., Hairabedian,
M., y otros. (2012). EL ESTADO DE INOCENCIA. En J. I. Cafferata Nores, J. Montero,
V. M. Vélez, M. Novillo Corvalán, F. Balcarce, M. Hairabedian, y otros, MANUAL DE
DERECHO PROCESAL PENAL (págs. 131-134). Córdoba: Advocatus.
Cafure, M. J. (21 de Junio de 2017). Lo que nos dejó la reforma procesal penal. Obtenido de
COMERCIO Y JUSTICIA: https://comercioyjusticia.info/blog/opinion/lo-que-nos-dejo-la-
reforma-procesal-penal/