Está en la página 1de 22

JUSTICIA EN EL ESTADO DE DERECHO AMBIENTAL

Mario Peña Chacón1


Resumen: Dentro de las obligaciones del Estado de Derecho Ambiental está la de cumplir
una serie de obligaciones sustantivas y procedimentales inherentes al disfrute de un medio
ambiente sin riesgos, limpio, saludable y sostenible, entre ellas asegurarle a sus ciudadanos
una justicia ambiental efectiva.
Palabras Claves: Justicia Ambiental, Estado de Derecho Ambiental. Derechos de Acceso.

Abstract: Among the obligations of Environmental Rule of Law is to comply with some
substantive and procedural obligations inherent to the enjoyment of a safe, clean, healthy
and sustainable environment, including ensuring its citizens an effective environmental
justice.
Keywords: Environmental Justice, Environmental Rule of Law, Access Rights.

Introducción

Las nociones clásicas del concepto justicia no necesariamente se ajustan a los


requerimientos y necesidades propias de las cuestiones ambientales. Las fórmulas clásicas
de “dar a cada quien lo suyo”, o bien “en condiciones iguales tratamiento igualitario”,
deben ser reinterpretadas a la luz de la nueva hermenéutica jurídica ambiental, con el fin de
poder alcanzar, a través de la Justicia Ambiental, los objetivos y fines propios de
conservación, uso sostenible y distribución justa y equitativa de los costos y beneficios
entre las actuales y futuras generaciones.

El concepto de Justicia Ambiental aparece mencionado en la doctrina de los Estados


Unidos de América en los inicios del siglo XIX, muy ligado a los criterios de la Justicia
Social.2 Los análisis utilizados se resumían en destacar grupos desfavorecidos, como las
poblaciones afrodescendientes que, por cuestiones de racismo, entre otras, se encontraban
expuestas a la contaminación por vivir en zonas altamente peligrosas.3

1
Coordinador de la Maestría en Derecho Ambiental de la Universidad de Costa Rica. Profesor de la Facultad
de Derecho de la Universidad de Costa Rica y de las Maestrías en Derecho Ambiental y Derecho Público
Comparado Franco-latinoamericano del Sistema de Estudios de Posgrados de la Universidad de Costa Rica.
Miembro de la Comisión de Derecho Ambiental de la Unión Internacional para la Conservación de la
Naturaleza (UICN) y corresponsal nacional del Centre International de Droit Comparé de l´Environnement
(CIDCE). Correo: mariopenachacon@gmail.com
2
Breton, J.M. “De la genese a la reconnaissance: La Justicie environnmentale entre paradigne d’èquité et
reception fonctionnelle”, y Westra, L. “Environmental Justice: ¿A Complex Global Issue”, en Michelot, A.
(director) Équite et Environnement, Quel(s) modele(s) de justice environnementale? 2012. pp 27.
3
Peña Chacón, M., González Ballar, R. El Proceso Ambiental en Costa Rica, Isolma, San José, 2015. pp.29.
La universalización del concepto Justicia Ambiental y su complejidad intrínseca, por
contener aspectos nacionales, internacionales, legales, científicos, sociales y ecológicos,
permite admitir su continua e inacabada evolución.4

Extender la idea liberal de justicia al ambiente no ha sido suficiente; por ello, se hace
imperativo elaborar una teoría de la Justicia Ambiental, que integre una ética nueva. La
forma como se logre enraizar la relación entre justicia y ética, permitirá darle los alcances
necesarios a los procedimientos administrativos y procesos jurisdiccionales ambientales.5

Una ética en esta materia debe tomar en cuenta el concepto de sostenibilidad. La justicia
ambiental debe buscar un equilibrio entre integridad ecológica, eficiencia económica y
equidad social. Los anteriores conceptos, aunque teóricos, tienen trascendencia práctica al
momento de interpretar y aplicar las políticas, estratégicas y la normativa ambiental.6

La Comisión Brundtland legó otros dos conceptos éticos que deben ser eslabones
necesarios en el mejoramiento del debate entre sostenibilidad y justicia. Primeramente, el
factor justicia debe priorizar la equidad intrageneracional, en la medida que son las actuales
generaciones las que comparten el planeta y por ello, deben respetar el equilibrio de los
ecosistemas y la salud de los habitantes (incluye la necesaria relación pobreza-medio
ambiente). Así mismo, debe priorizarse la justicia con equidad intergeneracional, ya que
son las generaciones futuras quienes heredarán la Tierra con el mismo derecho.7

Aunado a lo anterior, la Justicia Ambiental enfrente nuevos retos y desafíos relacionados


con las recientes tendencias jurídicas mundiales, a nivel constitucional, convencional, legal
y jurisprudencial, de reconocer los derechos de la naturaleza, otorgándole personalidad
jurídica propia por su sola existencia, independientemente de su relación de
interdependencia con el ser humano.

De esta forma, el actual concepto Justicia Ambiental se ve ampliado con nuevos derechos
ambientales tales como: el derecho a la conservación integral de los ecosistemas, derecho a
la restauración ecológica y el derecho a la representación adecuada de la naturaleza a nivel
judicial y/o administrativo.
4
Ibid.
5
González Ballar, R. Verdades incómodas sobre la Justicia y la Gobernabilidad Ambiental en Costa Rica".
1° edición. Editorial Jurídica Continental. San José, 2007, pp.18.
6
Peña Chacón, M., González Ballar, R, op.cit.
7
González Ballar, R., Algunas propuestas para potenciar la buena gobernanza ambiental como requisito para
una verdadera justicia ambiental (especial referencia al cambio climático). En libro colectivo Carlos E. Peralta
y Lucianlo J. Alvarenga, “Direito e justicia ambiental: diálogos interdisciplinarios sobre a crise ecológica”,
Ebook, edit. Educs, EDUCS – Editora da Universidade de Caxias do Sul, 2014, pp.37.
Por lo anteriormente expuesto, la Justicia Ambiental, para lograr alcanzar plena efectividad,
debe aspirar ser a la vez, distributiva, conmutativa y restaurativa. La Justicia Ambiental
será distributiva y conmutativa si logra maximizar el bienestar general a través de una
repartición justa y equitativa de los costos y beneficios derivados de la conservación y el
uso racional y sostenible de los recursos naturales entre las actuales y futuras generaciones.
Además, la Justicia Ambiental debe ser restaurativa a través de la recomposición de los
ecosistemas (daño ambiental colectivo) y la indemnización de derechos subjetivos
vulnerados (daños ambientales individuales o a través del ambiente), teniendo siempre
como norte el restablecimiento de los nexos sociales, tanto entre los miembros de la
sociedad como entre los seres humanos y la naturaleza.

Desde esta perspectiva, tal y como se desarrollará a lo largo de este trabajo, el Estado de
Derecho Ambiental se constituye en el medio idóneo para poder alcanzar una Justicia
Ambiental efectiva.

1. Derechos de acceso ambiental

El principio 10 de la Declaración de Río 92 sobre Medio Ambiente y Desarrollo expone


que:
El mejor modo de tratar las cuestiones ambientales es con la participación de todos los
ciudadanos interesados, en el nivel que corresponda. En el plano nacional, toda persona
deberá tener acceso adecuado a la información sobre el medio ambiente de que dispongan
las autoridades públicas, incluida la información sobre los materiales y las actividades
que encierran peligro en sus comunidades, así como la oportunidad de participar en los
procesos de adopción de decisiones. Los Estados deberán facilitar y fomentar la
sensibilización y la participación de la población poniendo la información a disposición de
todos. Deberá proporcionarse acceso efectivo a los procedimientos judiciales y
administrativos, entre éstos el resarcimiento de daños y los recursos pertinentes. 

Del principio 10 de la Declaración de Río 92 derivan los denominados derechos de acceso


ambiental o derecho procedimentales ambientales, a saber: derecho de acceso a la
información ambiental, derecho a la participación pública en el proceso de toma de
decisiones y derecho de acceso a la justicia ambiental.

Los tres derechos de acceso se encuentran ampliamente arraigados en el derecho


internacional ambiental, contando incluso con un tratado específico elaborado en el marco
de la Comisión Económica de Naciones Unidas para Europa, el Convenio sobre Acceso a la
Información, Participación del público en la toma de decisiones y Acceso a la Justicia en
materia de medio ambiente, conocido como Convenio de Aarhus.8

8
El Convenio de Aarhus fue firmado el 25 de junio de 1998 en la ciudad danesa del mismo nombre y entró en
vigor el 30 de octubre de 2001.
El Convenio de Aarhus, se estructura en torno a tres pilares que se corresponden con los
tres derechos de acceso. El acceso a la información en materia ambiente es el primero de
los derechos regulados por el Convenio y es un requisito previo para que puedan ejercerse
el resto de derechos regulados. El Convenio de Aarhus recoge el derecho de acceso a la
información tanto en su vertiente activa (obligación de las entidades estatales de difundir
información ambiental y elaborar informes sobre la situación ambiental), como en su
vertiendo pasiva (obligación estatal de entregar a los ciudadanos información ambiental que
soliciten). Por su parte, la participación del público en la toma de decisiones implica la
participación ciudadana en la autorización para realizar determinadas actividades, en la
elaboración de planes o programas relativos al medio ambiente y en la elaboración de
reglamentos. Por último, el Convenio regula el acceso a la justicia ante violaciones de los
derechos de acceso a la información y participación en la autorización de actividades y ante
incumplimientos del derecho ambiental por parte de las autoridades públicas o de
particulares.

La Declaración “El Futuro que queremos” emanada de la Conferencia de Naciones Unidas


sobre Desarrollo Sostenible, conocida como Río+20 del 2012, en su acápite 99, alienta a
los Estados la adopción de medidas a nivel regional, nacional, subnacional y local para
promover el acceso a la información, la participación del público en la adopción de
decisiones y el acceso a la justicia en asuntos ambientales, cuando proceda.

Cabe destacar que a nivel de América Latina y el Caribe, actualmente se lleva a cabo un
proceso de negociación auspiciado por la Comisión Económica para América Latina
(CEPAL) para la elaboración de un Acuerdo Regional sobre Acceso a la Información, la
Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales, que podría llegar a
convertirse en el primer instrumento regional vinculante en materia de derechos de acceso
ambiental.

Por su parte, el borrador preliminar del "Pacto Global por el Medio Ambiente”9 sintetiza los
principales derechos y obligaciones consustanciales e inherentes al derecho a un ambiente
sano, entre ellos los tres derechos de acceso, los cuales desarrolla de la siguiente forma:

 Acceso a la información. Toda persona, sin estar obligada a declarar un interés,


tiene derecho de acceso a la información medioambiental en poder de las
autoridades públicas. Las autoridades públicas recopilarán y pondrán a disposición
del público, en el marco de sus legislaciones nacionales, la información ambiental
pertinente.

9
Texto elaborado por expertos provenientes de 40 países, bajo el impulso de Laurent Fabius, presidente del
Consejo Constitucional de Francia, y del Club de Juristas de Francia, que tiene por objetivo convertirse en el
tercer Pacto Internacional de Naciones Unidas, complementando los dos primeros sobre derechos civiles y
políticos y de derechos económicos, sociales y culturales, firmados ambos en 1966.
 Participación pública. Toda persona tiene el derecho de participar, en una etapa
apropiada y mientras las opciones estén aún abiertas, en la preparación de
decisiones, medidas, planes, programas, actividades, políticas e instrumentos
normativos de las autoridades públicas que puedan tener un efecto significativo
sobre el medio ambiente.
 Acceso a la justicia ambiental. Los Estados deben garantizar el derecho de acceso
efectivo y asequible a los procedimientos, incluidos los recursos judiciales y
administrativos para impugnar actos u omisiones de autoridades públicas o
particulares que contravengan el derecho ambiental.

1.2. Justicia ambiental en el marco del Estado de Derecho Ambiental

De conformidad con la Declaración Mundial de la Unión Internacional para la


Conservación de la Naturaleza (UICN) acerca del Estado de Derecho en materia
ambiental,10 suscrita durante el Congreso Mundial de Derecho Ambiental de la UICN
de Rio de Janeiro del 2016, el Estado de Derecho en materia ambiental se entiende
como el marco jurídico de derechos y obligaciones sustantivos y procesales que
incorpora los principios del desarrollo ecológicamente sostenible en el Estado de
Derecho. El fortalecimiento del Estado de Derecho en materia ambiental constituye la
clave para la protección, conservación y restauración de la integridad ambiental. Sin él,
la gobernanza ambiental y el cumplimiento de los derechos y obligaciones podrían
tornarse arbitrarios, subjetivos e impredecibles.

El Estado de Derecho en materia ambiental se basa en elementos clave de la buena


gobernanza, entre los cuales, se incluyen:

 La elaboración, promulgación e implementación de leyes, regulaciones y políticas


claras, estrictas, ejecutables y efectivas que se gestionen eficientemente a través de
procesos justos e inclusivos para lograr los más altos estándares de calidad
ambiental;
 El respeto a los derechos humanos, incluido el derecho a un medio ambiente sano,
seguro, y sostenible;

10
Esta Declaración fue adoptada durante el 1er Congreso Mundial de Derecho Ambiental de la UICN,
coorganizado por la Comisión Mundial de Derecho Ambiental de la UICN (WCEL, por sus siglas en inglés,
el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Organización de Estados Americanos, la
Asociación Internacional de Jueces y otros socios, en abril de 2016 en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil. Fue
concluida por el Comité Directivo de la Comisión Mundial de Derecho Ambiental el 12 de febrero de 2017.
Esta declaración no representa necesariamente un documento negociado y no refleja opiniones de ningún
individuo, institución, Estado o país representado en el Congreso Mundial de Derecho Ambiental o sus
posiciones en relación con los temas abordados en la declaración y tampoco refleja necesariamente las
opiniones individuales y los puntos de vista de los miembros del Comité Directivo de la Comisión Mundial de
Derecho Ambiental.
 Medidas para asegurar el cumplimiento efectivo de leyes, reglamentos y políticas,
incluyendo una adecuada aplicación del derecho penal, civil y administrativo, la
responsabilidad por daños ambientales y mecanismos para la resolución imparcial,
independiente y oportuna de las controversias;
 Reglas eficaces sobre el acceso equitativo a la información, la participación pública
en la toma de decisiones y el acceso a la justicia;
 La auditoría ambiental y la elaboración de informes, junto con otros mecanismos
eficaces de rendición de cuentas, transparencia, ética, integridad y lucha contra la
corrupción, y
 La utilización de los mejores conocimientos científicos disponibles.

La citada Declaración desarrolla una serie de principios generales y emergentes para


promover y alcanzar la Justicia Ambiental a través del Estado de Derecho Ambiental,
mismos que a continuación se exponen:

Principio 1. Obligación de protección de la naturaleza. Cada Estado, entidad pública o


privada y los particulares tienen la obligación de cuidar y promover el bienestar de la
naturaleza, independientemente de su valor para los seres humanos, al igual que de imponer
limitaciones a su uso y explotación.
Principio 2. Derecho a la Naturaleza y Derechos de la Naturaleza. Cada ser humano y
otros seres vivos tienen derecho a la conservación, protección y restauración de la salud e
integridad de los ecosistemas. La naturaleza posee un derecho intrínseco a existir, prosperar
y evolucionar.
Principio 3. Derecho al Medio Ambiente. Cada ser humano, presente y futuro, tiene
derecho a un medio ambiente sano, seguro, saludable y sostenible.
Principio 4. Sostenibilidad Ecológica y Resiliencia. Se deberán adoptar medidas legales y
de otra índole para proteger y restablecer la integridad de los ecosistemas, al igual que para
mantener y mejorar la resiliencia de los sistemas socio-ecológicos. En la elaboración de
políticas y leyes y en la toma de decisiones, el mantenimiento de una biosfera saludable
para la naturaleza y la humanidad deberán ser de primordial consideración.
Principio 5. In Dubio Pro Natura. En caso de duda, todos los procesos ante tribunales,
órganos administrativos y otros tomadores de decisión deberán ser resueltos de manera tal
que favorezcan la protección y conservación del medio ambiente, dando preferencia a las
alternativas menos perjudiciales. No se emprenderán acciones cuando sus potenciales
efectos adversos sean desproporcionados o excesivos en relación con los beneficios
derivados de los mismos.
Principio 6. Función Ecológica de la Propiedad. Toda persona natural o jurídica o grupo
de personas que posea o controle tierras, aguas u otros recursos, tiene el deber de mantener
las funciones ecológicas esenciales asociadas a dichos recursos y de abstenerse de realizar
actividades que puedan perjudicar tales funciones. Las obligaciones legales de restaurar las
condiciones ecológicas de la tierra, el agua u otros recursos son obligatorias para todos los
propietarios, ocupantes y usuarios de un sitio y su responsabilidad no concluye con la
transferencia a otros del uso o del título de propiedad.
Principio 7. Equidad Intrageneracional. Deberá promoverse una distribución justa y
equitativa de los beneficios de la naturaleza, incluyendo un acceso adecuado a los servicios
de los ecosistemas, como así también una distribución justa y equitativa de los esfuerzos y
de las cargas. Los recursos naturales deberán ser utilizados y gestionados de una manera
ecológica y sostenible.
Principio 8. Equidad Intergeneracional. La generación presente deberá garantizar que la
salud, la diversidad, las funciones ecológicas y la belleza estética del medio ambiente se
mantengan o restauren para proporcionar un acceso equitativo a sus beneficios a cada
generación sucesiva.
Principio 9. Igualdad de Género. La igualdad de género deberá ser incorporada en todas
las políticas, decisiones y prácticas para el reconocimiento de los impactos de la
degradación ambiental frecuentemente desproporcionados en mujeres y niñas y en atención
a su papel fundamental para alcanzar la sostenibilidad.
Principio 10. Participación de Grupos Minoritarios y Vulnerables. La inclusión de
grupos minoritarios y vulnerables y las perspectivas intergeneracionales deberán ser
abordadas activamente en relación con el acceso efectivo a la información, su participación
amplia e inclusiva en la toma de decisiones y la igualdad de acceso a la justicia.
Principio 11. Pueblos Indígenas y Tribales. Los derechos de los pueblos indígenas y
tribales a sus tierras y territorios tradicionales y/o consuetudinarios y sus relaciones con sus
tierras y territorios tradicionales y/o consuetudinarios deberán ser respetados, así como con
el consentimiento, previo, libre e informado de cualquier actividad que afecte sus tierras o
sus recursos.
Principio 12. No-regresión. Los Estados, las entidades sub-nacionales y las
organizaciones de integración regional no deberán emprender o permitir la realización de
acciones que tengan por efecto disminuir la protección jurídica del medio ambiente o el
acceso a la justicia ambiental.
Principio 13. Progresión. Con el fin de lograr el desarrollo progresivo y el cumplimiento
del Estado de Derecho en materia ambiental, los Estados, entidades sub-nacionales y
organizaciones de integración regional deberán revisar y mejorar periódicamente las leyes y
políticas destinadas a proteger, conservar, restaurar y mejorar el medio ambiente teniendo
en cuenta la evolución de las políticas y los conocimientos científicos más recientes.
2. Presupuestos procesales mínimos para garantizar una Justicia Ambiental
Efectiva.

Dentro de las obligaciones del Estado de Derecho Ambiental está la de cumplir una serie de
obligaciones sustantivas y procedimentales inherentes al disfrute de un medio ambiente sin
riesgos, limpio, saludable y sostenible, entre ellas asegurarle a sus ciudadanos una justicia
ambiental efectiva.

A raíz de ello, los Estados, incluyendo los países de la región centroamericana, deben
garantizar el derecho de acceder a la justicia en asuntos ambientales, dentro de un plazo
razonable, por medios administrativos y/o judiciales, en el marco de un proceso que
otorgue debidas garantías, sobre la base de los principios de legalidad, efectividad,
publicidad y transparencia, mediante procedimientos claros, equitativos, oportunos e
independientes, asegurando el derecho a recurrir ante un órgano superior, administrativo o
judicial.

Alcanzar una Justicia Ambiental efectiva a nivel regional, implica para los Estados
efectivizar una serie de garantías y presupuestos mínimos, 11 mismos que se desarrollan a
continuación:

 Órganos especializados, jurisdiccionales o administrativos, en materia


ambiental

Los Estados deben garantizar el derecho de toda persona a acceder a órganos judiciales o
administrativos: autónomos, independientes, imparciales para solicitar o impugnar la
legalidad de cualquier decisión, acción u omisión relacionada con el acceso a la
información ambiental y/o con la participación pública en la toma de decisiones sobre
asuntos ambientales, así como cualquier decisión, acción u omisión de todo individuo,
autoridad pública o entidad privada, que pueda afectar el medio ambiente o contravenir en
cuanto a su fondo o procedimiento normas jurídicas ambientales.

La Justicia Ambiental debe ser impartida por órganos especializados judiciales o


administrativos. Actualmente en el mundo ya se sobrepasa la cifra de 40 países y 350
jurisdicciones especializadas en materia ambiental. Igualmente, se contabilizan algunas
instancias, que, pese a no ser especializadas, poseen jurisdicción sobre suelos, aguas o
recursos naturales en general. Otras de ellas poseen características de una especialización
más amplia. 12 En suma, se trata de una realidad que el siglo XXI está experimentando, la
11
Las garantías y presupuestos mínimos procesales propuestos están basados, entre otros, en el Documento
Preliminar del Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la
Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe.
12
Peña Chacón, M, González Ballar, R, op.cit
cual se ve reflejada en un crecimiento en el número de cortes especiales en la materia, en
donde del 2006 al 2008 se habían creado más de 130 tribunales nuevos.13

A nivel centroamericano, Costa Rica en su Ley Orgánica del Ambiente de 1995 14, creó el
Tribunal Ambiental Administrativo, como órgano especializado de naturaleza
administrativa para impartir justicia ambiental, órgano desconcentrado del Ministerio de
Ambiente y Energía, con competencia exclusiva e independencia funcional en el
desempeño de sus atribuciones, cuyos fallos agotan la vía administrativa y sus resoluciones
son de acatamiento obligatorio.

Más recientemente El Salvador, mediante una reforma operada en el año 2012 sobre la Ley
de Medio Ambiente,15 le apostó a un órgano especializado de naturaleza jurisdiccional. El
Decreto 684 del 21 de mayo de 2014 creó la jurisdicción ambiental a cargo, en Primera
Instancia, de Juzgados Ambientales y en Segunda Instancia, de una Cámara Ambiental; los
cuales ostentan competencia exclusiva para conocer y resolver las acciones civiles de
cualquier cuantía en las que se deduzca la responsabilidad civil derivada de actos que
atenten contra el medio ambiente; realizando su función jurisdiccional sujetos a lo
establecido en la Constitución Política, tratados y convenciones internacionales sobre la
materia ratificados por El Salvador, legislación ambiental, leyes afines y principios
doctrinarios del derecho ambiental.

 Procedimientos efectivos, razonables, justos, abiertos, rápidos, transparentes,


equitativos y oportunos

Los órganos especializados, jurisdiccionales o administrativos, deben regirse por


procedimientos céleres, expeditos, informales, de tramitación preferente y tutela expedita.
Además, deben guiarse por los principios generales del proceso, en especial por la oralidad,
adquiriendo especial relevancia los de inmediatez, concentración, publicidad, itinerancia y
gratuidad, en estricta armonía con las reglas del debido proceso y el derecho de defensa.
Los procedimientos deben evitar el exceso de formalismos y todas aquellas actuaciones
contrarias a la celeridad procesal, sin demérito de la calidad de las decisiones
administrativas o judiciales, las cuales deben ajustarse a criterios de equidad y de derecho,
así como a la búsqueda de la verdad real.16

En estricto cumplimiento de las reglas del debido proceso, las resoluciones judiciales o
administrativas adoptadas deben estar fundamentadas, ser consignadas por escrito,
notificadas oportunamente y estar disponibles al público. En la medida de lo posible, deben
13
Pring, G. y Pring, C. Specialized Environmental Courts and Tribunals: Improved access to Justice for those
living in poverty, 2008, pp.69.
14
Ley No.7554 del 4 de octubre de 1995
15
Tomo 339, No.79 del 4 de mayo de 1998.
16
Peña Chacón, M, González Ballar, R, op.cit
existir registros públicos de las resoluciones en asuntos ambientales. A la vez, debe
asegurarse el derecho a recurrir ante un órgano superior, administrativo o judicial.

En este sentido, la Ley Orgánica del Ambiente de Costa Rica, en el artículo


106, establece que el Tribunal Ambiental Administrativo debe realizar sus funciones sujeto
a los principios de oralidad, oficialidad, celeridad e inmediación de la prueba, mientras que
en el artículo 110 dispone que, de oficio, el Tribunal Ambiental Administrativo debe
impulsar el procedimiento y el trámite de los asuntos de su competencia, con la rapidez
requerida por la situación afectada. De acuerdo con dicho artículo, el fallo (acto final del
procedimiento administrativo) debe dictarse en un término no mayor a 30 días, en casos
especiales, el plazo puede ampliarse hasta por 30 días más y establece la obligación de la
administración de dar respuesta pronta y cumplida.

Por su parte, la Ley del Medio Ambiente de El Salvador, artículo 102, establece que la
acción civil ambiental se tramita por regla general, en proceso declarativo común, en la
forma prevista en el Código Procesal Civil y Mercantil, con pleno respeto a los derechos
constitucionales de audiencia y defensa.

 Legitimación activa amplia en defensa del medio ambiente

Una Justicia Ambiental efectivo requiere que el esquema de legitimación procesal sea
expandido a tal punto, que cualquier sujeto, en defensa del interés público ambiental, pueda
plantear las acciones necesarias para alcanzar tal fin. Por ello, lo ideal es que estén
legitimados para su acceso, todos los sujetos que posean o invoquen la afección de intereses
legítimos o derechos subjetivos, intereses supraindividuales, ejerzan la acción popular o
cuando se vea amenazado o afectado el orden público ambiental. A la vez, organizaciones
no gubernamentales deben estar facultadas, tanto para ejercer acciones a favor del ambiente
como para coadyuvar en aquellas que estén en desarrollo. El principio de participación
pública ambiental impone la obligación de habilitar la intervención de todos los sujetos con
intereses en la materia, con carácter previo al dictado de las resoluciones y durante la
realización de las audiencias; entre ellos deben contemplarse los terceros interesados,
coadyuvantes y amicus curiae.17

En materia de legitimación activa para la tutela de los derechos ambientales, la


Constitución Política de Costa Rica, en su artículo 50, dispone que toda persona está
legitimada para denunciar los actos que infrinjan el derecho a un ambiente sano y
equilibrado y para reclamar la reparación del daño. En ese mismo sentido, la Ley de
Biodiversidad18, en su artículo 105, reconoce acción popular para accionar en sede judicial
o administrativa, en defensa y protección de la biodiversidad.
17
Peña Chacón, M, González Ballar, R, op.cit
18
Ley No. 7788 del 30 de abril de 1998.
La Ley General del Ambiente de El Salvador, en su artículo 101, dispone que la acción
civil ambiental podrá ser ejercida por personas naturales o jurídicas que hayan sufrido
perjuicios derivados de daños ambientales. El Estado, los Municipios, el Ministerio Público
y las instituciones oficiales autónomas, están obligados a demandar cuando existan daños
ambientales y las personas naturales, ya sea de manera individual o colectiva, que se
consideren afectadas podrán intervenir conforme al derecho común o ser representados por
la Procuraduría General de la República, quien está obligada a atender las denuncias sobre
daños ambientales en el momento que de ellos tengan conocimiento. Por su parte, el
numeral 106 del mismo cuerpo normativo dispone que la acción penal ambiental es pública
y su ejercicio corresponde a la Fiscalía General de la República, sin perjuicio de que las
personas naturales o jurídicas puedan ejercitar su derecho de acción personal de acuerdo a
lo previsto en la propia Ley General del Ambiente y el Código Procesal Penal.

La Constitución Política de Guatemala, en su artículo 29, garantiza el libre acceso de sus


ciudadanos a Tribunales y dependencias del Estado y el artículo 265 instituye el amparo
con el fin de proteger a las personas contra las amenazas de violaciones a sus derechos o
para restaurar el imperio de los mismos cuando la violación hubiere ocurrido. Por su parte,
la Ley de Protección y Mejoramiento del Medio Ambiente 19, artículo 30, concede acción
popular para denunciar ante la autoridad, todo hecho, acto u omisión que genere
contaminación y deterioro o pérdida de recursos naturales o que afecte los niveles de
calidad de vida.

En Honduras, el artículo 18 de la Constitución Política reconoce la garantía del amparo. A


la vez, la Ley General del Ambiente 20, artículo 80, dispone que cualquier persona podrá
denunciar ante la autoridad competente la ejecución de obras o actividades contaminantes o
degradantes a cuyo efecto deberá iniciarse un expediente para su comprobación y para la
adopción de las medidas que corresponden; mientras que el numeral 90 establece que será
pública la acción para denunciar y demandar ante la autoridad judicial o administrativa,
todo acto u omisión que viole lo previsto en la normativa ambiental. La autoridad
correspondiente queda obligada a informarle al denunciante o demandante sobre el estado
del proceso iniciado por su denuncia o demanda.

Nicaragua, a través de la Ley General del Ambiente y los Recursos Naturales 21, artículos 2
y 134, otorga a toda persona, natural o jurídica, el derecho para promover el inicio de
acciones administrativas, civiles o penales en contra de los que infrinjan la normativa
ambiental.

19
Decreto 68-86 del 05 de diciembre de 1986.
20
No.104-93 del 30 de junio de 1993.
21
No.217 del 27 de marzo de 1996.
Por último, Panamá en su Ley General del Ambiente 22, artículo 106, reconoce los intereses
colectivos y difusos para legitimar activamente a cualquier ciudadano u organismo civil en
los procesos administrativos. civiles y penales por daños al ambiente.

 Mecanismos de ejecución oportunos y efectivos de las resoluciones judiciales o


administrativas, así como mecanismos de reparación oportunos, adecuados,
efectivos, incluyendo restitución, compensación y otras medidas adecuadas,
atención a las víctimas cuando proceda y el establecimiento de fondos
ambientales.

En esta materia, las resoluciones administrativas finales y las sentencias, deben fijar las
responsabilidades del caso y ordenarse la inmediata reparación integral del ambiente
degradado, las medidas y acciones necesarias para evitar que se incremente el daño
ambiental ocasionado, determinando claramente los parámetros, medidas de restauración y
compensación y el plazo propuesto para el cumplimiento de las obligaciones del
responsable, así como los mecanismos de control y verificación de su cumplimiento.
Igualmente, debe cuantificarse y fijarse la indemnización por el daño ambiental acontecido,
indicando expresamente la finalidad ambiental que debe atenderse, así como el órgano o
entidad pública responsable de darle el destino señalado. La valoración económica del daño
ambiental debe hacerse en forma integral, utilizando los métodos de valoración más
apropiados para garantizar ese objetivo.23

Alcanzar una Justicia Ambiental efectiva solo sería posible a través del reforzamiento del
cumplimiento de las resoluciones judiciales o administrativas, especialmente en la fase de
ejecución. Por ello, se hace imperativo que las resoluciones administrativas finales y las
sentencias, sean estrictamente acatadas, evitando todo tipo de actos que pretendan su
desnaturalización, neutralización o paralización.24

Al efecto, la Ley de Medio Ambiente de El Salvador, en su numeral 103, dispone que el


juez, en la sentencia definitiva, debe resolver sobre la responsabilidad civil reclamada.
Además, debe pronunciarse, en su caso, sobre las medidas cautelares que hubiere
decretado. Si la sentencia fuere condenatoria, el Tribunal debe ordenar al culpable la
restauración, restitución o reparación del daño causado al medio ambiente, estableciéndole
un plazo para realizarlo, basándose para ello en un dictamen técnico que lo establezca. En
el caso de que exista multiplicidad de partes procesales, la sentencia definitiva que se
pronuncie, perjudicará o aprovechará, según sea el caso, a todos los miembros de la
comunidad que hayan sido mencionados en la demanda.

22
No. 41 del 1 de julio de 1998.
23
Peña Chacón, M, González Ballar, R, op.cit
24
Peña Chacón, M, González Ballar, R, op.cit
En ese mismo sentido, la Ley Orgánica del Ambiente de Costa Rica, artículo 111, otorga
competencia al Tribunal Ambiental Administrativo, entre otros, para establecer en vía
administrativa, las indemnizaciones que puedan originarse en relación a los daños
producidos por violaciones a la legislación tutelar del ambiente y los recursos naturaleza.
De igual forma, dicho Tribunal cuenta con facultades para la imposición de las obligaciones
compensatorias o estabilizadoras del ambiente y la diversidad biológica, de acuerdo al
artículo 99 de la citada ley.

La Ley General del Medio Ambiente y los Recursos Naturales de Nicaragua, artículo 145,
establece que la reparación del daño consiste en el restablecimiento de la situación anterior
al hecho, en los casos que sea posible, en la compensación económica del daño y los
perjuicios ocasionados al ambiente, a las comunidades o a los particulares.

En Panamá, la Ley General del Ambiente, artículo 111, dispone que la acción civil
ambiental tendrá por objeto restaurar el ambiente afectado o la indemnización por el daño
causado.

Ahora bien, en materia de fondos ambientales, el artículo 93 de la Ley Orgánica del


Ambiente de Costa Rica crea el Fondo Nacional Ambiental cuya finalidad es alcanzar los
fines de dicha ley y financiar el desarrollo de programas de la Secretaría Técnica Nacional
Ambiental.

Por su parte, la Ley General del Medio Ambiente y los Recursos Naturales de Nicaragua,
en su sección IX, crea el Fondo Nacional del Ambiente para desarrollar y financiar
programas y proyectos de protección, conservación, restauración del ambiente y desarrollo
sostenible.

Por último, la Ley General del Ambiente de Panamá crea el Fondo de Evaluación y
Fiscalización Ambiental, el cual está destinado a garantizar la calidad ambiental, la
prevención y mitigación de los efectos nocivos o peligrosos sobre el ambiente, la atención
de emergencias ambientales y la protección, preservación, conservación o compensación de
los sistemas ecológicos y el ambiente.

• Posibilidad decretar medidas cautelares provisionales y de fiscalización para el


resguardo del medio ambiente y la salud pública

La tutela del ambiente justifica soluciones céleres, ágiles, inmediatas y expeditas. Ante
daños ambientales de difícil o imposible reparación, el órgano jurisdiccional o
administrativo, de oficio o a solicitud de parte, y en cualquier estado del proceso, debe estar
facultado para dictar medidas cautelares de hacer, no hacer o dar, con el fin de asegurar y
proteger los recursos naturales y el equilibrio ecológico, impedir la eventual comisión del
daño o bien, que las acciones u omisiones dañinas continúen. 25

En los procesos ambientales, al órgano jurisdiccional o administrativo le debería bastar el


requisito del fomus boni iuris para dar cabida a la cautela, debiendo admitirse medidas
precautorias aun cuando no haya plena certeza científica de los efectos perjudiciales
(principio precautorio). El requisito del periculum in mora debe basarse en los daños que
podría sufrir el medio ambiente, ponderados por sobre los intereses particulares o de la
propia Administración Pública.26

En el caso costarricense, el artículo 99 de la Ley Orgánica del Ambiente, faculta tanto al


Tribunal Ambiental Administrativo como a las distintas jurisdicciones con competencias
ambientales, a imponer las siguientes medidas protectoras: restricciones, parciales o totales,
u orden de paralización inmediata de los actos que originan la denuncia; clausura total o
parcial, temporal o definitiva, de los actos o hechos que provocan la denuncia; cancelación
parcial, total, permanente o temporal, de los permisos, las patentes, los locales o las
empresas que provocan la denuncia, el acto o el hecho contaminante o destructivo;
imposición de obligaciones compensatorias o estabilizadoras del ambiente o la diversidad
biológica y modificación o demolición de construcciones u obras que dañen el ambiente.

En el Salvador, el artículo 102-C de la Ley de Medio Ambiente establece que las medidas
cautelares podrán decretarse por el juez ambiental competente, de oficio o a petición de
parte, como acto previo o en cualquier estado del proceso, las cuales deberán ajustarse a la
intensidad, proporcionalidad y necesidad de los objetivos que se pretenden garantizar en
cada caso concreto, dichas medidas no podrán ser caucionadas o afianzadas, y se deberá
tomar como base los siguientes presupuestos:

a) Que se esté ante la amenaza o inminencia de un daño al medio ambiente que pueda
afectar o no a la salud humana.
b) Que se esté ante la presencia de un daño al medio ambiente, que pudiese generar
peligro o afecte la salud humana y la calidad de vida de la población
c) que se esté en la necesidad de prevenir un daño a las personas o bienes de los
afectados, siempre y cuando estos se deriven de los supuestos de los literales
anteriores.
Cuando la solicitud de medidas cautelares sea como acto previo a la demanda, el juez
ordenará por cualquier medio la corroboración de los hechos en que se fundamente la
petición, estando obligadas las entidades públicas, sin cobro de ningún tipo o naturaleza, a
atender los requerimientos de apoyo técnico que el mencionado juez le formule para esos
efectos.

25
Peña Chacón, M, González Ballar, R, op.cit
26
Peña Chacón, M, González Ballar, R, op.cit
En caso de que el informe técnico emitido por las entidades públicas corrobore los
extremos planteados en la solicitud de la parte, el juez deberá ordenar la continuidad de las
mismas y tendrá un plazo que no excederá de cinco días hábiles para certificar el
expediente a la fiscalía general de la república, a efecto de promover la acción
correspondiente en un plazo máximo de quince días hábiles.
El juez podrá ordenar las medidas cautelares como la suspensión total o parcial del hecho,
actividad obra ó proyecto; el cierre temporal de establecimientos y cualquier otra necesaria
para proteger al medio ambiente y la calidad de vida de las personas. Las medidas
cautelares están sujetas a revisión periódica. La autoridad judicial valorará siempre, para su
imposición, revocación o mantenimiento, la proporcionalidad de éstas y el equilibrio entre
los bienes jurídicos que puedan estar en conflicto.

En el caso de Nicaragua, el artículo 146 de la Ley General del Medio Ambiente y los
Recursos Naturales dispone que, para asegurar los resultados del proceso, la parte actora
podrá solicitar, en cualquier estado de la causa las medidas cautelares que se consideren
procedentes. El Juez podrá de oficio disponer todas las medidas legales que estime
necesarias para dentro del proceso garantizar la tutela efectiva del interés general en la
producción del ambiente; mientras que el numeral 147 enuncia que, en caso de urgencia, se
puede solicitar en cualquier estado de la causa, y el Juez deberá disponerlas, las medidas
que sean estrictamente necesarias para detener o evitar un daño irreversible al medio
ambiente que se esté produciendo o sea inminente a la calidad de vida de la población y a la
salud humana.

• Medidas para facilitar la prueba del daño ambiental, incluyendo


responsabilidad objetiva y la inversión de la carga de la prueba.

En los procedimientos y procesos ambientales la prueba posee especial importancia,


requiriendo para su valoración, una alta especialización y conocimiento científico. Siendo
la relación de causalidad el presupuesto más difícil de probar, la regla ideal es la inversión
de la carga probatoria. Los dictámenes emitidos por organismos especializados del Estado
deben ostentar fuerza probatoria iuris tantum, sin perjuicio del derecho de las partes a su
impugnación. Las pruebas deben apreciarse respetando el resultado del contradictorio,
conforme a las reglas de la sana crítica racional.27

En relación a la responsabilidad por daño ambiental, la Ley de Medio Ambiente de El


Salvador, en el numeral, dispone que el Estado, entes descentralizados y toda persona
natural o jurídica que por acción u omisión deteriore el medio ambiente, está obligado a
reparar los daños y perjuicios ocasionados. Cuando sea posible, deberá restaurar los
ecosistemas dañados o realizar acciones compensatorias en los casos que el daño sea
irreversible. Cuando se trate de una persona jurídica, se presume legalmente que los actos
27
Peña Chacón, M, González Ballar, R, op.cit
de sus administradores, trabajadores y empresas con quienes tengan relaciones
contractuales, han sido efectuados por su orden y mandato; en consecuencia, responderán
solidariamente por los daños ambientales causados. Los contratistas y subcontratistas
también responden solidariamente. Tratándose de actos de funcionarios y empleados
públicos responderán éstos directa y principalmente; y, el Estado en forma subsidiaria.
Sobre la carga probatoria, el artículo art. 102-b.- dispone en el procedimiento ambiental
corresponde y recae en el demandado. Además, el numeral 94 establece que los informes
de los funcionarios del medio ambiente constituyen medios probatorios y que la prueba se
evaluará de conformidad a las reglas de la sana crítica.

En el caso de Panamá, de conformidad con el artículo 104 de la Ley General del Ambiente,
toda persona natural o jurídica que emita, vierta, disponga o descargue sustancias o
desechos que afecten o puedan afectar la salud humana, pongan en riesgo o causen daño al
ambiente, afecten o puedan afectar los procesos ecológicos esenciales o la calidad de vida
de la población tendrá responsabilidad objetiva por los daños que puedan ocasionar graves
perjuicios, de conformidad con lo que dispongan las leyes especiales relacionadas con el
ambiente; mientras que el artículo 109 dispone que los informes elaborados por personal
idóneo del Ministerio de Ambiente, la Contraloría General de la República o las entidades
componentes del Sistema Interinstitucional de Ambiente, constituyen prueba pericial y dan
fe pública.

Tratándose de Nicaragua, los artículos 141 y siguientes de la Ley General del Medio
Ambiente y los Recursos Naturales disponen las reglas de la responsabilidad ambiental. De
esta forma, toda persona que por acción u omisión deteriore el ambiente, está obligada a
reparar los daños y perjuicios que ocasionen a los recursos ambientales, al equilibrio del
ecosistema, a la salud y calidad de vida de la población. El funcionario que por acción u
omisión autorice la realización de acciones, actividades o instalaciones, que causen daños y
perjuicios a los recursos ambientales, al equilibrio del ecosistema, a la salud y calidad de
vida de la población será solidariamente responsable con quien las haya ejecutado. Cuando
en la comisión del hecho participen dos o más personas, éstas serán responsables
solidariamente de la totalidad de los daños y perjuicios económicos causados. En el caso de
personas jurídicas, la responsabilidad prevista en este artículo se establecerá previa
investigación para determinar las personas que participaron en estos daños. En el caso de
personas jurídicas creadas ad hoc y que causen estos daños, la autoridad competente
investigará los niveles de responsabilidad de terceros en esta simulación de contrato. La
eximente de responsabilidad por daños y perjuicios causados, sólo tendrá lugar cuando se
establezca que éstos se produjeron no obstante haberse adoptado todas las medidas
destinadas a evitarlo.

La Ley General del Ambiente de Honduras, en el artículo 106, enuncia que quien
contamine el ambiente y cometa acciones en contra de los sistemas ecológicos sin observar
las disposiciones de esta Ley y de las leyes sectoriales, asumirá los costos de la acción u
omisión, sin perjuicio de la responsabilidad penal o de otro tipo en que incurra.

En Guatemala, la Ley de Protección y Mejoramiento del Medio Ambiente, en el artículo 29


enuncia que toda acción u omisión que contravenga las disposiciones de esta ley,
efectuando así de manera negativa la cantidad y calidad de los recursos naturales y los
elementos que conforman el ambiente, se considerará como infracción y se sancionará
administrativamente de conformidad con los procedimientos de esta misma ley, sin
perjuicio de los delitos que contempla el Código Penal.

Por último, en el caso costarricense, el artículo 101 de la Ley Orgánica del Ambiente
dispone que sin perjuicio de las responsabilidades de otra naturaleza que les puedan resultar
como partícipes en cualquiera de sus formas, los causantes de las infracciones a la presente
ley o a las que regulan la protección del ambiente y la diversidad biológica, sean personas
físicas o jurídicas, serán civil y solidariamente responsables por los daños y perjuicios
causados. Solidariamente, también responderán los titulares de las empresas o las
actividades donde se causen los daños, ya sea por acción o por omisión. Igual
responsabilidad corresponderá a los profesionales y los funcionarios públicos que suscriban
una evaluación de impacto ambiental contra las disposiciones legales o las normas técnicas
imperantes o no den el seguimiento debido al proceso, originando un daño al ambiente o a
la diversidad biológica.

Es importante resaltar que el numeral 101 antes expuesto fue objeto de interpretación
constitucional por parte de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de Costa
Rica, la cual a través del voto 2000-1669 del 18 de febrero del 2000 dispuso: “En el
Derecho ambiental se ha dado un planteamiento distinto a la responsabilidad, de tal suerte
que se ha evolucionado de un sistema de responsabilidad por culpa a uno por
responsabilidad por riesgo, lo que significa una mayor cobertura, pues dicha
responsabilidad surgiría aun cuando no medie culpa del trasgresor, si la actividad por éste
desempeñada se estima riesgosa y, no obstante, asume ese riesgo, con una consecuencia
dañosa para el ambiente ..” “…Se trata de un nuevo concepto de responsabilidad donde
lo que priva es el criterio objetivo sobre el subjetivo, puesto que para su surgimiento es
irrelevante si se actuó o no con culpa; basta con que el daño haya sido efectivamente
ocasionado, para que de inmediato surja la consecuente responsabilidad. Así las cosas, en
muchas ocasiones no es posible determinar, ni al culpable, ni la norma legal infringida,
pues en la mayoría de los casos el daño es producto de una omisión, pero ciertamente se
perjudica a terceras personas o Estados, las o los que necesariamente son objeto de
indemnización. Dentro de este contexto es que debe entenderse el contenido del artículo
101 de la Ley Orgánica del Ambiente”.
En materia de probatoria, el artículo 109 de la Ley de Biodiversidad establece que la carga
de la prueba, de la ausencia de contaminación, degradación o afectación no permitidas,
corresponderá a quien solicite la aprobación, el permiso de acceso a la biodiversidad o a
quien se le acuse de haber ocasionado daño ambiental.

• Establecimiento de criterios judiciales y administrativos uniformes de interpretación


para casos relacionados con daño ambiental, tales como el principio indubio pro
natura

El carácter finalista y evolutivo del derecho ambiental, su condición de derecho humano


fundamental y la consolidación de sus principios generales, en especial los de
progresividad, no regresión y especialmente indubio pro natura, obligan un nuevo enfoque
hermenéutico para el derecho ambiental sustantivo y procesal. La hermenéutica debe ser el
punto de apoyo que permita arrancar a la justicia ambiental de su estado de parálisis de
efectividad, posicionándose en un instrumento procesal esencial e imprescindible para la
tutela efectiva del medio ambiente.28

La Ley de Biodiversidad de Costa Rica, en su artículo 11, establece como criterios para
interpretar y aplicar las normas ambientales los siguientes:

1) Criterio preventivo: Se reconoce que es de vital importancia anticipar, prevenir y


atacar las causas de la pérdida de la biodiversidad o sus amenazas.
2) Criterio precautorio o indubio pro natura: Cuando exista peligro o amenaza de
daños graves o inminentes a los elementos de la biodiversidad y al conocimiento
asociado con estos, la ausencia de certeza científica no deberá utilizarse como razón
para postergar la adopción de medidas eficaces de protección.
3) Criterio de interés público ambiental: El uso de los elementos de la biodiversidad
deberá garantizar las opciones de desarrollo de las futuras generaciones, la
seguridad alimentaria, la conservación de los ecosistemas, la protección de la salud
humana y el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos.
4) Criterio de integración: La conservación y el uso sostenible de la biodiversidad
deberán incorporarse a los planes, los programas, las actividades y estrategias
sectoriales e intersectoriales, para los efectos de que se integren al proceso de
desarrollo.

De forma similar en Guatemala, la Ley Marco para Regular la Reducción de la


Vulnerabilidad, la Adaptación Obligatoria ante los Efectos del Cambio Climático y la
Mitigación de Gases de Efecto Invernadero29, en su artículo 6, establece como principios

28
Peña Chacón, M, González Ballar, R, op.cit
29
Decreto No. 7-2013 del 12 de octubre de 2013.
rectores de dicha ley, que deben ser observados por todos los entes al momento de tomar
decisiones y actuar en sus respectivos ámbitos de competencia los siguientes:

a) “In dubio, Pro Natura”: Principio de acción en beneficio del ambiente y naturaleza
que obliga a que ante la duda que una acción u omisión pueda afectar el ambiente o
los recursos naturales, las decisiones que se tomen deben ser en el sentido de
protegerlos.
b) “Precaución” Se tomarán medidas de precaución para prever, prevenir o reducir al
mínimo las causas del cambio climático y mitigar sus efectos adversos. Cuando
haya amenaza de daño grave o irreversible, no debería utilizarse la falta de total
certidumbre científica como razón para posponer tales medidas.
c) “Quien contamina paga y rehabilita”: Principio que obliga a que una vez establecido
el daño causado, el responsable está obligado a resarcirlo. La persona individual o
jurídica responsable de la contaminación está obligada a cargar con los costos del
resarcimiento y la rehabilitación, teniendo en cuenta el interés público.
d) “Integralidad”: Considerar la pertinencia cultural y étnica, así como la perspectiva
de género, en el diseño de planes, programas y acciones.
e) “Identidad cultural”: Identificar y promover aquellas prácticas tradicionales y
ancestrales para el uso y manejo de los recursos naturales que son apropiadas que
contribuyen a la adaptación, a los impactos del cambio climático y la mitigación de
emisiones de gases de efecto invernadero,
f) “Capacidad de soporte”: No sobrepasar los límites de la capacidad de carga de los
ecosistemas.
g) “Participación”: Incluir la participación más amplia de ciudadanos y organizaciones,
incluyendo la de los distintos pueblos en el diseño y de planes, programas y
acciones en el tema de cambio climático.

• Mecanismos para eliminar o reducir obstáculos que impidan o dificulten el acceso a


la justicia ambiental. Gratuidad procesal y asistencia técnica y jurídica gratuita.

Es primordial facilitar el acceso a la Justicia Ambiental sin que la condición económica


constituya un obstáculo que dificulte o impida la satisfacción de las pretensiones aducidas.
Por ello, las instituciones procesales deben estructurarse de tal manera que el aspecto
económico no tienda a alejar de los tribunales a los interesados y los fuerce a transar o
negociar con la contraparte más fuerte económicamente, sino que les garantice sus derechos
de accionar en defensa de sus intereses.

A raíz de lo anterior, el patrocinio letrado gratuito especializado a favor de la parte procesal


que litigue a favor del interés público ambiental, especialmente aquellos grupos en
desventaja, siempre que carezca de recursos económicos suficientes.
La gratuidad procesal también implica el litigio con exención de toda clase de costas
procesales, sin obligación de aportar copias, rendir garantías o depósitos de dinero, así
como ante las sentencias desestimatorias, implica la exoneración de costas a la parte
vencida litigante de buena fe en defensa del interés de la colectividad.

A los grupos en desventaja se les debe suministrar además canales apropiados en términos
lingüísticos, culturales, económicos, espaciales y temporales; y asistencia en caso de
dificultad de leer y escribir.

Al respecto, la Ley General del Ambiente de Panamá en su artículo 113 es clara en señalar
que las acciones judiciales propuestas por el Estado, así como por personas naturales o
jurídicas que tengan por objeto la defensa del derecho a un ambiente sano se tramitarán
conforme al procedimiento sumario y no ocasionarán costas judiciales, salvo el caso de
demandas temerarias.

 Mecanismos de resolución alternativa de conflictos ambientales

En la Justicia Ambiental, la conciliación, mediación, transacción, arbitraje y cualquier otro


medio alternativo de solución de conflictos, deben ser utilizados como instrumentos de paz
social con la finalidad de satisfacer y asegurar el interés colectivo ambiental. En todos los
casos, el órgano judicial o administrativo debe impulsar una actitud conciliadora, evitar el
agravamiento de la contención de las partes, y encontrar solución satisfactoria a sus
requerimientos, sin violentar los derechos indisponibles. La Administración Pública y las
demás instituciones de derecho público deberían estar facultadas a conciliar, transar,
someter a arbitraje y utilizar otros medios alternativos de solución de conflictos, siempre
que no se contraríen normas de orden público.30

En la región centroamericana, únicamente la Ley General del Ambiente de Panamá,


establece como uno de sus principios y lineamientos de la Política Nacional del Ambiente,
el de promover mecanismos de solución de controversias. como mediación, arbitraje.
conciliación y audiencias públicas.

Consideraciones Finales

A pesar del vertiginoso desarrollo experimentado en las últimas décadas, tanto a nivel
constitucional, convencional, legal y jurisprudencial, la Justicia Ambiental, a nivel de la
región centroamericana, aún no alcance un nivel de efectividad deseada, de acuerdo a los
parámetros, criterios y presupuestos anteriormente desarrollados.
30
Peña Chacón, M, González Ballar, R, op.cit
La Justicia Ambiental regional presenta grandes asimetrías, las cuales se ven reflejadas en
la existencia de órganos judiciales y administrativos especializados solamente en dos de los
países del área, Costa Rica y El Salvador, siendo este último país el único que a la fecha ha
creado una jurisdicción especializada en la materia.

Centroamérica adolece de procedimientos efectivos, razonables, justos, abiertos, rápidos,


transparentes, equitativos y oportunos en materia ambiental. Por ello, el Estado de Derecho
Ambiental debería constituirse en el medio idóneo para alcanzar una Justicia Ambiental
efectiva.

Bibliografía

Breton, J.M. “De la genese a la reconnaissance: La Justicie environnmentale entre


paradigne d’èquité et reception fonctionnelle”, y Westra, L. “Environmental Justice: A
Complex Global Issue”, en Michelot, A. (director) Équite et Environnement, Quel(s)
modele(s) de justice environnementale? 2012.

Centro Internacional de Derecho Comparado del Ambiente (CIDCE), Proyecto de Pacto


Internacional de relativo al derecho de los seres humanos al ambiente, 2017.

CEPAL, Documento Preliminar del Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la


Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina
y el Caribe, 2017

Consejo Constitucional de Francia, y del Club de Juristas de Francia, Proyecto de Pacto


Global por el Medio Ambiente, 2017.

González Ballar, R. Verdades incómodas sobre la Justicia y la Gobernabilidad Ambiental


en Costa Rica". 1° edición. Editorial Jurídica Continental. San José, 2007.

González Ballar, R., Algunas propuestas para potenciar la buena gobernanza ambiental
como requisito para una verdadera justicia ambiental (especial referencia al cambio
climático). En libro colectivo Carlos E. Peralta y Lucianlo J. Alvarenga, “Direito e justicia
ambiental: diálogos interdisciplinarios sobre a crise ecológica”, Ebook, edit. Educs,
EDUCS – Editora da Universidade de Caxias do Sul, 2014.

Peña Chacón, M., González Ballar, R. El Proceso Ambiental en Costa Rica, Isolma, San
José, 2015.
Peña Chacón, M. “El ABC del principio de progresividad del derecho ambiental”, en Lex
Difusión y Análisis, Cuarta Época, año XXXI, agosto 2017, México.

Pring, G. y Pring, C. Specialized Environmental Courts and Tribunals: Improved access to


Justice for those living in poverty, 2008.

UICN, Declaración Mundial de UICN acerca del Estado de Derecho en materia ambiental,
2017.

También podría gustarte