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Abstract: Among the obligations of Environmental Rule of Law is to comply with some
substantive and procedural obligations inherent to the enjoyment of a safe, clean, healthy
and sustainable environment, including ensuring its citizens an effective environmental
justice.
Keywords: Environmental Justice, Environmental Rule of Law, Access Rights.
Introducción
1
Coordinador de la Maestría en Derecho Ambiental de la Universidad de Costa Rica. Profesor de la Facultad
de Derecho de la Universidad de Costa Rica y de las Maestrías en Derecho Ambiental y Derecho Público
Comparado Franco-latinoamericano del Sistema de Estudios de Posgrados de la Universidad de Costa Rica.
Miembro de la Comisión de Derecho Ambiental de la Unión Internacional para la Conservación de la
Naturaleza (UICN) y corresponsal nacional del Centre International de Droit Comparé de l´Environnement
(CIDCE). Correo: mariopenachacon@gmail.com
2
Breton, J.M. “De la genese a la reconnaissance: La Justicie environnmentale entre paradigne d’èquité et
reception fonctionnelle”, y Westra, L. “Environmental Justice: ¿A Complex Global Issue”, en Michelot, A.
(director) Équite et Environnement, Quel(s) modele(s) de justice environnementale? 2012. pp 27.
3
Peña Chacón, M., González Ballar, R. El Proceso Ambiental en Costa Rica, Isolma, San José, 2015. pp.29.
La universalización del concepto Justicia Ambiental y su complejidad intrínseca, por
contener aspectos nacionales, internacionales, legales, científicos, sociales y ecológicos,
permite admitir su continua e inacabada evolución.4
Extender la idea liberal de justicia al ambiente no ha sido suficiente; por ello, se hace
imperativo elaborar una teoría de la Justicia Ambiental, que integre una ética nueva. La
forma como se logre enraizar la relación entre justicia y ética, permitirá darle los alcances
necesarios a los procedimientos administrativos y procesos jurisdiccionales ambientales.5
Una ética en esta materia debe tomar en cuenta el concepto de sostenibilidad. La justicia
ambiental debe buscar un equilibrio entre integridad ecológica, eficiencia económica y
equidad social. Los anteriores conceptos, aunque teóricos, tienen trascendencia práctica al
momento de interpretar y aplicar las políticas, estratégicas y la normativa ambiental.6
La Comisión Brundtland legó otros dos conceptos éticos que deben ser eslabones
necesarios en el mejoramiento del debate entre sostenibilidad y justicia. Primeramente, el
factor justicia debe priorizar la equidad intrageneracional, en la medida que son las actuales
generaciones las que comparten el planeta y por ello, deben respetar el equilibrio de los
ecosistemas y la salud de los habitantes (incluye la necesaria relación pobreza-medio
ambiente). Así mismo, debe priorizarse la justicia con equidad intergeneracional, ya que
son las generaciones futuras quienes heredarán la Tierra con el mismo derecho.7
De esta forma, el actual concepto Justicia Ambiental se ve ampliado con nuevos derechos
ambientales tales como: el derecho a la conservación integral de los ecosistemas, derecho a
la restauración ecológica y el derecho a la representación adecuada de la naturaleza a nivel
judicial y/o administrativo.
4
Ibid.
5
González Ballar, R. Verdades incómodas sobre la Justicia y la Gobernabilidad Ambiental en Costa Rica".
1° edición. Editorial Jurídica Continental. San José, 2007, pp.18.
6
Peña Chacón, M., González Ballar, R, op.cit.
7
González Ballar, R., Algunas propuestas para potenciar la buena gobernanza ambiental como requisito para
una verdadera justicia ambiental (especial referencia al cambio climático). En libro colectivo Carlos E. Peralta
y Lucianlo J. Alvarenga, “Direito e justicia ambiental: diálogos interdisciplinarios sobre a crise ecológica”,
Ebook, edit. Educs, EDUCS – Editora da Universidade de Caxias do Sul, 2014, pp.37.
Por lo anteriormente expuesto, la Justicia Ambiental, para lograr alcanzar plena efectividad,
debe aspirar ser a la vez, distributiva, conmutativa y restaurativa. La Justicia Ambiental
será distributiva y conmutativa si logra maximizar el bienestar general a través de una
repartición justa y equitativa de los costos y beneficios derivados de la conservación y el
uso racional y sostenible de los recursos naturales entre las actuales y futuras generaciones.
Además, la Justicia Ambiental debe ser restaurativa a través de la recomposición de los
ecosistemas (daño ambiental colectivo) y la indemnización de derechos subjetivos
vulnerados (daños ambientales individuales o a través del ambiente), teniendo siempre
como norte el restablecimiento de los nexos sociales, tanto entre los miembros de la
sociedad como entre los seres humanos y la naturaleza.
Desde esta perspectiva, tal y como se desarrollará a lo largo de este trabajo, el Estado de
Derecho Ambiental se constituye en el medio idóneo para poder alcanzar una Justicia
Ambiental efectiva.
8
El Convenio de Aarhus fue firmado el 25 de junio de 1998 en la ciudad danesa del mismo nombre y entró en
vigor el 30 de octubre de 2001.
El Convenio de Aarhus, se estructura en torno a tres pilares que se corresponden con los
tres derechos de acceso. El acceso a la información en materia ambiente es el primero de
los derechos regulados por el Convenio y es un requisito previo para que puedan ejercerse
el resto de derechos regulados. El Convenio de Aarhus recoge el derecho de acceso a la
información tanto en su vertiente activa (obligación de las entidades estatales de difundir
información ambiental y elaborar informes sobre la situación ambiental), como en su
vertiendo pasiva (obligación estatal de entregar a los ciudadanos información ambiental que
soliciten). Por su parte, la participación del público en la toma de decisiones implica la
participación ciudadana en la autorización para realizar determinadas actividades, en la
elaboración de planes o programas relativos al medio ambiente y en la elaboración de
reglamentos. Por último, el Convenio regula el acceso a la justicia ante violaciones de los
derechos de acceso a la información y participación en la autorización de actividades y ante
incumplimientos del derecho ambiental por parte de las autoridades públicas o de
particulares.
Cabe destacar que a nivel de América Latina y el Caribe, actualmente se lleva a cabo un
proceso de negociación auspiciado por la Comisión Económica para América Latina
(CEPAL) para la elaboración de un Acuerdo Regional sobre Acceso a la Información, la
Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales, que podría llegar a
convertirse en el primer instrumento regional vinculante en materia de derechos de acceso
ambiental.
Por su parte, el borrador preliminar del "Pacto Global por el Medio Ambiente”9 sintetiza los
principales derechos y obligaciones consustanciales e inherentes al derecho a un ambiente
sano, entre ellos los tres derechos de acceso, los cuales desarrolla de la siguiente forma:
9
Texto elaborado por expertos provenientes de 40 países, bajo el impulso de Laurent Fabius, presidente del
Consejo Constitucional de Francia, y del Club de Juristas de Francia, que tiene por objetivo convertirse en el
tercer Pacto Internacional de Naciones Unidas, complementando los dos primeros sobre derechos civiles y
políticos y de derechos económicos, sociales y culturales, firmados ambos en 1966.
Participación pública. Toda persona tiene el derecho de participar, en una etapa
apropiada y mientras las opciones estén aún abiertas, en la preparación de
decisiones, medidas, planes, programas, actividades, políticas e instrumentos
normativos de las autoridades públicas que puedan tener un efecto significativo
sobre el medio ambiente.
Acceso a la justicia ambiental. Los Estados deben garantizar el derecho de acceso
efectivo y asequible a los procedimientos, incluidos los recursos judiciales y
administrativos para impugnar actos u omisiones de autoridades públicas o
particulares que contravengan el derecho ambiental.
10
Esta Declaración fue adoptada durante el 1er Congreso Mundial de Derecho Ambiental de la UICN,
coorganizado por la Comisión Mundial de Derecho Ambiental de la UICN (WCEL, por sus siglas en inglés,
el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Organización de Estados Americanos, la
Asociación Internacional de Jueces y otros socios, en abril de 2016 en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil. Fue
concluida por el Comité Directivo de la Comisión Mundial de Derecho Ambiental el 12 de febrero de 2017.
Esta declaración no representa necesariamente un documento negociado y no refleja opiniones de ningún
individuo, institución, Estado o país representado en el Congreso Mundial de Derecho Ambiental o sus
posiciones en relación con los temas abordados en la declaración y tampoco refleja necesariamente las
opiniones individuales y los puntos de vista de los miembros del Comité Directivo de la Comisión Mundial de
Derecho Ambiental.
Medidas para asegurar el cumplimiento efectivo de leyes, reglamentos y políticas,
incluyendo una adecuada aplicación del derecho penal, civil y administrativo, la
responsabilidad por daños ambientales y mecanismos para la resolución imparcial,
independiente y oportuna de las controversias;
Reglas eficaces sobre el acceso equitativo a la información, la participación pública
en la toma de decisiones y el acceso a la justicia;
La auditoría ambiental y la elaboración de informes, junto con otros mecanismos
eficaces de rendición de cuentas, transparencia, ética, integridad y lucha contra la
corrupción, y
La utilización de los mejores conocimientos científicos disponibles.
Dentro de las obligaciones del Estado de Derecho Ambiental está la de cumplir una serie de
obligaciones sustantivas y procedimentales inherentes al disfrute de un medio ambiente sin
riesgos, limpio, saludable y sostenible, entre ellas asegurarle a sus ciudadanos una justicia
ambiental efectiva.
A raíz de ello, los Estados, incluyendo los países de la región centroamericana, deben
garantizar el derecho de acceder a la justicia en asuntos ambientales, dentro de un plazo
razonable, por medios administrativos y/o judiciales, en el marco de un proceso que
otorgue debidas garantías, sobre la base de los principios de legalidad, efectividad,
publicidad y transparencia, mediante procedimientos claros, equitativos, oportunos e
independientes, asegurando el derecho a recurrir ante un órgano superior, administrativo o
judicial.
Alcanzar una Justicia Ambiental efectiva a nivel regional, implica para los Estados
efectivizar una serie de garantías y presupuestos mínimos, 11 mismos que se desarrollan a
continuación:
Los Estados deben garantizar el derecho de toda persona a acceder a órganos judiciales o
administrativos: autónomos, independientes, imparciales para solicitar o impugnar la
legalidad de cualquier decisión, acción u omisión relacionada con el acceso a la
información ambiental y/o con la participación pública en la toma de decisiones sobre
asuntos ambientales, así como cualquier decisión, acción u omisión de todo individuo,
autoridad pública o entidad privada, que pueda afectar el medio ambiente o contravenir en
cuanto a su fondo o procedimiento normas jurídicas ambientales.
A nivel centroamericano, Costa Rica en su Ley Orgánica del Ambiente de 1995 14, creó el
Tribunal Ambiental Administrativo, como órgano especializado de naturaleza
administrativa para impartir justicia ambiental, órgano desconcentrado del Ministerio de
Ambiente y Energía, con competencia exclusiva e independencia funcional en el
desempeño de sus atribuciones, cuyos fallos agotan la vía administrativa y sus resoluciones
son de acatamiento obligatorio.
Más recientemente El Salvador, mediante una reforma operada en el año 2012 sobre la Ley
de Medio Ambiente,15 le apostó a un órgano especializado de naturaleza jurisdiccional. El
Decreto 684 del 21 de mayo de 2014 creó la jurisdicción ambiental a cargo, en Primera
Instancia, de Juzgados Ambientales y en Segunda Instancia, de una Cámara Ambiental; los
cuales ostentan competencia exclusiva para conocer y resolver las acciones civiles de
cualquier cuantía en las que se deduzca la responsabilidad civil derivada de actos que
atenten contra el medio ambiente; realizando su función jurisdiccional sujetos a lo
establecido en la Constitución Política, tratados y convenciones internacionales sobre la
materia ratificados por El Salvador, legislación ambiental, leyes afines y principios
doctrinarios del derecho ambiental.
En estricto cumplimiento de las reglas del debido proceso, las resoluciones judiciales o
administrativas adoptadas deben estar fundamentadas, ser consignadas por escrito,
notificadas oportunamente y estar disponibles al público. En la medida de lo posible, deben
13
Pring, G. y Pring, C. Specialized Environmental Courts and Tribunals: Improved access to Justice for those
living in poverty, 2008, pp.69.
14
Ley No.7554 del 4 de octubre de 1995
15
Tomo 339, No.79 del 4 de mayo de 1998.
16
Peña Chacón, M, González Ballar, R, op.cit
existir registros públicos de las resoluciones en asuntos ambientales. A la vez, debe
asegurarse el derecho a recurrir ante un órgano superior, administrativo o judicial.
Por su parte, la Ley del Medio Ambiente de El Salvador, artículo 102, establece que la
acción civil ambiental se tramita por regla general, en proceso declarativo común, en la
forma prevista en el Código Procesal Civil y Mercantil, con pleno respeto a los derechos
constitucionales de audiencia y defensa.
Una Justicia Ambiental efectivo requiere que el esquema de legitimación procesal sea
expandido a tal punto, que cualquier sujeto, en defensa del interés público ambiental, pueda
plantear las acciones necesarias para alcanzar tal fin. Por ello, lo ideal es que estén
legitimados para su acceso, todos los sujetos que posean o invoquen la afección de intereses
legítimos o derechos subjetivos, intereses supraindividuales, ejerzan la acción popular o
cuando se vea amenazado o afectado el orden público ambiental. A la vez, organizaciones
no gubernamentales deben estar facultadas, tanto para ejercer acciones a favor del ambiente
como para coadyuvar en aquellas que estén en desarrollo. El principio de participación
pública ambiental impone la obligación de habilitar la intervención de todos los sujetos con
intereses en la materia, con carácter previo al dictado de las resoluciones y durante la
realización de las audiencias; entre ellos deben contemplarse los terceros interesados,
coadyuvantes y amicus curiae.17
Nicaragua, a través de la Ley General del Ambiente y los Recursos Naturales 21, artículos 2
y 134, otorga a toda persona, natural o jurídica, el derecho para promover el inicio de
acciones administrativas, civiles o penales en contra de los que infrinjan la normativa
ambiental.
19
Decreto 68-86 del 05 de diciembre de 1986.
20
No.104-93 del 30 de junio de 1993.
21
No.217 del 27 de marzo de 1996.
Por último, Panamá en su Ley General del Ambiente 22, artículo 106, reconoce los intereses
colectivos y difusos para legitimar activamente a cualquier ciudadano u organismo civil en
los procesos administrativos. civiles y penales por daños al ambiente.
En esta materia, las resoluciones administrativas finales y las sentencias, deben fijar las
responsabilidades del caso y ordenarse la inmediata reparación integral del ambiente
degradado, las medidas y acciones necesarias para evitar que se incremente el daño
ambiental ocasionado, determinando claramente los parámetros, medidas de restauración y
compensación y el plazo propuesto para el cumplimiento de las obligaciones del
responsable, así como los mecanismos de control y verificación de su cumplimiento.
Igualmente, debe cuantificarse y fijarse la indemnización por el daño ambiental acontecido,
indicando expresamente la finalidad ambiental que debe atenderse, así como el órgano o
entidad pública responsable de darle el destino señalado. La valoración económica del daño
ambiental debe hacerse en forma integral, utilizando los métodos de valoración más
apropiados para garantizar ese objetivo.23
Alcanzar una Justicia Ambiental efectiva solo sería posible a través del reforzamiento del
cumplimiento de las resoluciones judiciales o administrativas, especialmente en la fase de
ejecución. Por ello, se hace imperativo que las resoluciones administrativas finales y las
sentencias, sean estrictamente acatadas, evitando todo tipo de actos que pretendan su
desnaturalización, neutralización o paralización.24
22
No. 41 del 1 de julio de 1998.
23
Peña Chacón, M, González Ballar, R, op.cit
24
Peña Chacón, M, González Ballar, R, op.cit
En ese mismo sentido, la Ley Orgánica del Ambiente de Costa Rica, artículo 111, otorga
competencia al Tribunal Ambiental Administrativo, entre otros, para establecer en vía
administrativa, las indemnizaciones que puedan originarse en relación a los daños
producidos por violaciones a la legislación tutelar del ambiente y los recursos naturaleza.
De igual forma, dicho Tribunal cuenta con facultades para la imposición de las obligaciones
compensatorias o estabilizadoras del ambiente y la diversidad biológica, de acuerdo al
artículo 99 de la citada ley.
La Ley General del Medio Ambiente y los Recursos Naturales de Nicaragua, artículo 145,
establece que la reparación del daño consiste en el restablecimiento de la situación anterior
al hecho, en los casos que sea posible, en la compensación económica del daño y los
perjuicios ocasionados al ambiente, a las comunidades o a los particulares.
En Panamá, la Ley General del Ambiente, artículo 111, dispone que la acción civil
ambiental tendrá por objeto restaurar el ambiente afectado o la indemnización por el daño
causado.
Por su parte, la Ley General del Medio Ambiente y los Recursos Naturales de Nicaragua,
en su sección IX, crea el Fondo Nacional del Ambiente para desarrollar y financiar
programas y proyectos de protección, conservación, restauración del ambiente y desarrollo
sostenible.
Por último, la Ley General del Ambiente de Panamá crea el Fondo de Evaluación y
Fiscalización Ambiental, el cual está destinado a garantizar la calidad ambiental, la
prevención y mitigación de los efectos nocivos o peligrosos sobre el ambiente, la atención
de emergencias ambientales y la protección, preservación, conservación o compensación de
los sistemas ecológicos y el ambiente.
La tutela del ambiente justifica soluciones céleres, ágiles, inmediatas y expeditas. Ante
daños ambientales de difícil o imposible reparación, el órgano jurisdiccional o
administrativo, de oficio o a solicitud de parte, y en cualquier estado del proceso, debe estar
facultado para dictar medidas cautelares de hacer, no hacer o dar, con el fin de asegurar y
proteger los recursos naturales y el equilibrio ecológico, impedir la eventual comisión del
daño o bien, que las acciones u omisiones dañinas continúen. 25
En el Salvador, el artículo 102-C de la Ley de Medio Ambiente establece que las medidas
cautelares podrán decretarse por el juez ambiental competente, de oficio o a petición de
parte, como acto previo o en cualquier estado del proceso, las cuales deberán ajustarse a la
intensidad, proporcionalidad y necesidad de los objetivos que se pretenden garantizar en
cada caso concreto, dichas medidas no podrán ser caucionadas o afianzadas, y se deberá
tomar como base los siguientes presupuestos:
a) Que se esté ante la amenaza o inminencia de un daño al medio ambiente que pueda
afectar o no a la salud humana.
b) Que se esté ante la presencia de un daño al medio ambiente, que pudiese generar
peligro o afecte la salud humana y la calidad de vida de la población
c) que se esté en la necesidad de prevenir un daño a las personas o bienes de los
afectados, siempre y cuando estos se deriven de los supuestos de los literales
anteriores.
Cuando la solicitud de medidas cautelares sea como acto previo a la demanda, el juez
ordenará por cualquier medio la corroboración de los hechos en que se fundamente la
petición, estando obligadas las entidades públicas, sin cobro de ningún tipo o naturaleza, a
atender los requerimientos de apoyo técnico que el mencionado juez le formule para esos
efectos.
25
Peña Chacón, M, González Ballar, R, op.cit
26
Peña Chacón, M, González Ballar, R, op.cit
En caso de que el informe técnico emitido por las entidades públicas corrobore los
extremos planteados en la solicitud de la parte, el juez deberá ordenar la continuidad de las
mismas y tendrá un plazo que no excederá de cinco días hábiles para certificar el
expediente a la fiscalía general de la república, a efecto de promover la acción
correspondiente en un plazo máximo de quince días hábiles.
El juez podrá ordenar las medidas cautelares como la suspensión total o parcial del hecho,
actividad obra ó proyecto; el cierre temporal de establecimientos y cualquier otra necesaria
para proteger al medio ambiente y la calidad de vida de las personas. Las medidas
cautelares están sujetas a revisión periódica. La autoridad judicial valorará siempre, para su
imposición, revocación o mantenimiento, la proporcionalidad de éstas y el equilibrio entre
los bienes jurídicos que puedan estar en conflicto.
En el caso de Nicaragua, el artículo 146 de la Ley General del Medio Ambiente y los
Recursos Naturales dispone que, para asegurar los resultados del proceso, la parte actora
podrá solicitar, en cualquier estado de la causa las medidas cautelares que se consideren
procedentes. El Juez podrá de oficio disponer todas las medidas legales que estime
necesarias para dentro del proceso garantizar la tutela efectiva del interés general en la
producción del ambiente; mientras que el numeral 147 enuncia que, en caso de urgencia, se
puede solicitar en cualquier estado de la causa, y el Juez deberá disponerlas, las medidas
que sean estrictamente necesarias para detener o evitar un daño irreversible al medio
ambiente que se esté produciendo o sea inminente a la calidad de vida de la población y a la
salud humana.
En el caso de Panamá, de conformidad con el artículo 104 de la Ley General del Ambiente,
toda persona natural o jurídica que emita, vierta, disponga o descargue sustancias o
desechos que afecten o puedan afectar la salud humana, pongan en riesgo o causen daño al
ambiente, afecten o puedan afectar los procesos ecológicos esenciales o la calidad de vida
de la población tendrá responsabilidad objetiva por los daños que puedan ocasionar graves
perjuicios, de conformidad con lo que dispongan las leyes especiales relacionadas con el
ambiente; mientras que el artículo 109 dispone que los informes elaborados por personal
idóneo del Ministerio de Ambiente, la Contraloría General de la República o las entidades
componentes del Sistema Interinstitucional de Ambiente, constituyen prueba pericial y dan
fe pública.
Tratándose de Nicaragua, los artículos 141 y siguientes de la Ley General del Medio
Ambiente y los Recursos Naturales disponen las reglas de la responsabilidad ambiental. De
esta forma, toda persona que por acción u omisión deteriore el ambiente, está obligada a
reparar los daños y perjuicios que ocasionen a los recursos ambientales, al equilibrio del
ecosistema, a la salud y calidad de vida de la población. El funcionario que por acción u
omisión autorice la realización de acciones, actividades o instalaciones, que causen daños y
perjuicios a los recursos ambientales, al equilibrio del ecosistema, a la salud y calidad de
vida de la población será solidariamente responsable con quien las haya ejecutado. Cuando
en la comisión del hecho participen dos o más personas, éstas serán responsables
solidariamente de la totalidad de los daños y perjuicios económicos causados. En el caso de
personas jurídicas, la responsabilidad prevista en este artículo se establecerá previa
investigación para determinar las personas que participaron en estos daños. En el caso de
personas jurídicas creadas ad hoc y que causen estos daños, la autoridad competente
investigará los niveles de responsabilidad de terceros en esta simulación de contrato. La
eximente de responsabilidad por daños y perjuicios causados, sólo tendrá lugar cuando se
establezca que éstos se produjeron no obstante haberse adoptado todas las medidas
destinadas a evitarlo.
La Ley General del Ambiente de Honduras, en el artículo 106, enuncia que quien
contamine el ambiente y cometa acciones en contra de los sistemas ecológicos sin observar
las disposiciones de esta Ley y de las leyes sectoriales, asumirá los costos de la acción u
omisión, sin perjuicio de la responsabilidad penal o de otro tipo en que incurra.
Por último, en el caso costarricense, el artículo 101 de la Ley Orgánica del Ambiente
dispone que sin perjuicio de las responsabilidades de otra naturaleza que les puedan resultar
como partícipes en cualquiera de sus formas, los causantes de las infracciones a la presente
ley o a las que regulan la protección del ambiente y la diversidad biológica, sean personas
físicas o jurídicas, serán civil y solidariamente responsables por los daños y perjuicios
causados. Solidariamente, también responderán los titulares de las empresas o las
actividades donde se causen los daños, ya sea por acción o por omisión. Igual
responsabilidad corresponderá a los profesionales y los funcionarios públicos que suscriban
una evaluación de impacto ambiental contra las disposiciones legales o las normas técnicas
imperantes o no den el seguimiento debido al proceso, originando un daño al ambiente o a
la diversidad biológica.
Es importante resaltar que el numeral 101 antes expuesto fue objeto de interpretación
constitucional por parte de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de Costa
Rica, la cual a través del voto 2000-1669 del 18 de febrero del 2000 dispuso: “En el
Derecho ambiental se ha dado un planteamiento distinto a la responsabilidad, de tal suerte
que se ha evolucionado de un sistema de responsabilidad por culpa a uno por
responsabilidad por riesgo, lo que significa una mayor cobertura, pues dicha
responsabilidad surgiría aun cuando no medie culpa del trasgresor, si la actividad por éste
desempeñada se estima riesgosa y, no obstante, asume ese riesgo, con una consecuencia
dañosa para el ambiente ..” “…Se trata de un nuevo concepto de responsabilidad donde
lo que priva es el criterio objetivo sobre el subjetivo, puesto que para su surgimiento es
irrelevante si se actuó o no con culpa; basta con que el daño haya sido efectivamente
ocasionado, para que de inmediato surja la consecuente responsabilidad. Así las cosas, en
muchas ocasiones no es posible determinar, ni al culpable, ni la norma legal infringida,
pues en la mayoría de los casos el daño es producto de una omisión, pero ciertamente se
perjudica a terceras personas o Estados, las o los que necesariamente son objeto de
indemnización. Dentro de este contexto es que debe entenderse el contenido del artículo
101 de la Ley Orgánica del Ambiente”.
En materia de probatoria, el artículo 109 de la Ley de Biodiversidad establece que la carga
de la prueba, de la ausencia de contaminación, degradación o afectación no permitidas,
corresponderá a quien solicite la aprobación, el permiso de acceso a la biodiversidad o a
quien se le acuse de haber ocasionado daño ambiental.
La Ley de Biodiversidad de Costa Rica, en su artículo 11, establece como criterios para
interpretar y aplicar las normas ambientales los siguientes:
28
Peña Chacón, M, González Ballar, R, op.cit
29
Decreto No. 7-2013 del 12 de octubre de 2013.
rectores de dicha ley, que deben ser observados por todos los entes al momento de tomar
decisiones y actuar en sus respectivos ámbitos de competencia los siguientes:
a) “In dubio, Pro Natura”: Principio de acción en beneficio del ambiente y naturaleza
que obliga a que ante la duda que una acción u omisión pueda afectar el ambiente o
los recursos naturales, las decisiones que se tomen deben ser en el sentido de
protegerlos.
b) “Precaución” Se tomarán medidas de precaución para prever, prevenir o reducir al
mínimo las causas del cambio climático y mitigar sus efectos adversos. Cuando
haya amenaza de daño grave o irreversible, no debería utilizarse la falta de total
certidumbre científica como razón para posponer tales medidas.
c) “Quien contamina paga y rehabilita”: Principio que obliga a que una vez establecido
el daño causado, el responsable está obligado a resarcirlo. La persona individual o
jurídica responsable de la contaminación está obligada a cargar con los costos del
resarcimiento y la rehabilitación, teniendo en cuenta el interés público.
d) “Integralidad”: Considerar la pertinencia cultural y étnica, así como la perspectiva
de género, en el diseño de planes, programas y acciones.
e) “Identidad cultural”: Identificar y promover aquellas prácticas tradicionales y
ancestrales para el uso y manejo de los recursos naturales que son apropiadas que
contribuyen a la adaptación, a los impactos del cambio climático y la mitigación de
emisiones de gases de efecto invernadero,
f) “Capacidad de soporte”: No sobrepasar los límites de la capacidad de carga de los
ecosistemas.
g) “Participación”: Incluir la participación más amplia de ciudadanos y organizaciones,
incluyendo la de los distintos pueblos en el diseño y de planes, programas y
acciones en el tema de cambio climático.
A los grupos en desventaja se les debe suministrar además canales apropiados en términos
lingüísticos, culturales, económicos, espaciales y temporales; y asistencia en caso de
dificultad de leer y escribir.
Al respecto, la Ley General del Ambiente de Panamá en su artículo 113 es clara en señalar
que las acciones judiciales propuestas por el Estado, así como por personas naturales o
jurídicas que tengan por objeto la defensa del derecho a un ambiente sano se tramitarán
conforme al procedimiento sumario y no ocasionarán costas judiciales, salvo el caso de
demandas temerarias.
Consideraciones Finales
A pesar del vertiginoso desarrollo experimentado en las últimas décadas, tanto a nivel
constitucional, convencional, legal y jurisprudencial, la Justicia Ambiental, a nivel de la
región centroamericana, aún no alcance un nivel de efectividad deseada, de acuerdo a los
parámetros, criterios y presupuestos anteriormente desarrollados.
30
Peña Chacón, M, González Ballar, R, op.cit
La Justicia Ambiental regional presenta grandes asimetrías, las cuales se ven reflejadas en
la existencia de órganos judiciales y administrativos especializados solamente en dos de los
países del área, Costa Rica y El Salvador, siendo este último país el único que a la fecha ha
creado una jurisdicción especializada en la materia.
Bibliografía
González Ballar, R., Algunas propuestas para potenciar la buena gobernanza ambiental
como requisito para una verdadera justicia ambiental (especial referencia al cambio
climático). En libro colectivo Carlos E. Peralta y Lucianlo J. Alvarenga, “Direito e justicia
ambiental: diálogos interdisciplinarios sobre a crise ecológica”, Ebook, edit. Educs,
EDUCS – Editora da Universidade de Caxias do Sul, 2014.
Peña Chacón, M., González Ballar, R. El Proceso Ambiental en Costa Rica, Isolma, San
José, 2015.
Peña Chacón, M. “El ABC del principio de progresividad del derecho ambiental”, en Lex
Difusión y Análisis, Cuarta Época, año XXXI, agosto 2017, México.
UICN, Declaración Mundial de UICN acerca del Estado de Derecho en materia ambiental,
2017.