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general, todo ser humano. Otra cosa es lo que cada cuál entiende por
salud y, todavía más importante, cuáles son los medios adecuados que
la proporcionan, conservan e, incluso, mejoran. Si la ausencia de en-
fermedad, o «silencio orgánico», colmaba a muchos las aspiraciones
en este terreno hasta fines del siglo XIX, a partir de entonces se ha ido
imponiendo una evolución continua, aunque tampoco resulte apro-
piada la definicín de salud propuesta por la O.M.S. en 1946: «estado
de completo bienestar físico, mental y social». Este concepto resulta
forzosamente agresivo y frustrante para muchas personas cuando se
detienen ante tal espejo. Es más, esta misma definición constituye en
la actualidad un error de principio que arroja serios obstáculos para la
puesta en marcha de una nueva estrategia, que cada vez se hace más
inaplazable. La concepción de «bienestar» equivocadamente entendi-
da, ampliamente divulgada por un organismo que goza de gran autori-
dad internacional, ya casi ha tomado el valor de un dogma, de verda-
dero «becerro de oro» de nuestros días, de poderosa fuerza cuya
inercia no permite que se opere un cambio de actitud ni individual ni
colectiva. Las sociedades «demasiado satisfechas» generan inevitable-
mente un hechizo maléfico y sofocante que, en su apatía, termina por
imponer un clima que propicia la autodestrucción individual. Una
«cultura» del cuerpo, sin estimar otros recursos internos, otras poten-
cias, termina por significar una contracultura nociva y aniquiladora.
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SALUD Y CONFLICTO
SALUD Y TRABAJO
riqueza. A los unos engulle la mar, los atrapa la tierra para siempre o,
bien, los va matando poco a poco el aire viciado y malsano que respi-
ran. A los otros, les desgarra las entrañas, aunque sólo algunas veces,
una bestia herida, a la que dicen noble, que sólo trata de defenderse
desesperadamente; luego ríos de tinta desbordan columnas de periódi-
cos. Pero, en cualquier caso, la muerte de un ser humano es siempre
dolorosa y triste, ya sea bajo el andamio, o sobre la arena.
En la antigüedad, espíritus observadores estudiaron la relación en-
tre ciertas formas de enfermar y de trabajar. Paralelamente a los avan-
ces y descubrimientos de la ciencia, las condiciones de trabajo se fue-
ron haciendo menos duras y se otorgaron derechos a los hombres que
venían obligados a cumplir el imperativo bíblico «ganarás el pan con
el sudor de tu frente». Comenzaba a brotar el germen de lo que, en su
día, daría lugar a la Medicina y al Derecho del trabajo. En un breve
repaso histórico cabe señalar: el Código de Hammurabi, que otorgaba
ciertos derechos al esclavo; el Talmud, que preveía la indemnización
en el caso de accidentes de trabajo; en el antiguo Egipto los esclavos
tuvieron que ser respetados en el marco de los derechos que los aco-
gían; en Grecia, Aristóteles comenta las lesiones de los gladiadores;
Platón, las deformaciones causadas por determinadas actividades, e
Hipócrates describe los síntomas de la intoxicación por el plomo, tan-
to en su forma aguda como crónica; en Roma, Galeno analiza las
lesiones traumáticas de los gladiadores; Lucrecio estudia la tos y la
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agresivo para el que lo realiza, pues los riesgos que comporta se ven
frecuentemente actualizados en situaciones de infortunio que se plas-
man en las enfermedades y accidentes directamente ligados al trabajo;
hasta en ocupaciones aparentemente ofensivas.
El trabajo monótono, con actitudes y movimientos repetidos innu-
merables veces, es capaz de provocar graves consecuencias para el
individuo, y lo es más aún cuando la posibilidad de mejorar laboral-
mente no existe. «El esclavo no debe hacer esto y no debe hacer aque-
llo; muy determinadas ocupaciones, sin embargo, debe repetirlas, y
cuanto más monótonas sean, más se complace su amo en asignárselas.
La división del trabajo no es peligrosa para la metamorfosis del hom-
bre mientras pueda ejecutar diversas ocupaciones. Pero, no sólo no se
le restringe a una sola, sino que, además, ha de lograr lo máximo en el
menor tiempo posible, es decir, ha de ser productivo, se convierte en
aquello que propiamente debería definirse por esclavo... El deseo de
convertir a hombres en animales es el impulso más potente de la
esclavitud» (CANETTI).
Rodríguez, J. M. (1994). Ergonomía básica. Retrieved from http://ebookcentral.proquest.com
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6 ERGONOMÍA BÁSICA
dentes más que suficientes para afirmar, sin riesgo a incurrir en error,
que el trabajo, en determinados casos, acorta la vida y que «todos los
trabajos comportan riesgos para la salud» (OIT). Sí, el hombre necesita
trabajar para enriquecer su espíritu, desarrollar su personalidad,
promocionarse e intentar ser feliz, pues, sepan especialmente los hara-
ganes que no hay mejor dicha que la satisfacción que proporciona la
laboriosidad. Pero esta actividad ha de ser desplegada de manera que,
en ningún momento, sea o pueda ser perniciosa para el sujeto que la
realiza. Y la realidad, triste y traumática, a menudo, es muy otra.
Urge adecuar soluciones que sean fruto de actitudes reflexivas y
responsables. Basta ya de números, encuestas y estadísticas que nada
aportan a algo sobradamente probado. Y, en cualquier caso, siempre
habrá de chocar la frialdad numérica con el calor de humanidad que
desprende un cuerpo herido en su agonía.
INTRODUCCIÓN
1
Según cita CARPENTIER, L. (Luxemburgo), en: Enciclopedia de medicina, higiene y
seguridad del trabajo, pág. 582, Oficina Internacional del Trabajo (OIT), edición espa-
ñola publicada por el Instituto Nacional de Medicina y Seguridad en el Trabajo, Ma-
drid, 1974.
2
GRANDJEAN, E., Precis d'ergonomie, pág. 13, Les Editions D'Organisation, París,
1983.
3
De HERRERAS Y BOTET, F. Segundad y previsión de accidentes en la metalurgia,
pág. 3, Lección 3.a, Inspección Central de Trabajo, Madrid, 1966.
4
J. J. CASTILLO (con la colaboración de J. VILLENA), en: La ergonomía en la intro-
ducción de nuevas técnicas en la empresa, págs. 228 y 229. Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social, Madrid, 1989.
5
DE MONTMOLLIN, MAURICE. Les systémes hommes-machines, págs. 5 y 6. Presses
universitaires de France. París, 1967.
1. Pluridisciplinaria
«Cualquier gestión ergonómica necesita la constitución de un
equipo específico, comprendiendo:
— Expertos, ya sean de la empresa o ajenos a la misma: jefe de
servicio SHE, Médico del trabajo, Psicólogo, especialistas diver-
sos del problema que se plantea (técnicos).
— Representantes de la estructura de la empresa:
a) Estructura funcional: mantenimiento, métodos, fabricación.
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12
DE LA POZA, J. M., Seguridad e Higiene Profesional, págs. 533 y 534, Editorial
Paraninfo, S. A., Madrid, 1990.
13
De acuerdo con el texto correspondiente a una publicación del citado organismo
del año 1986, elaborado por el grupo de trabajo «Política y Prevención», de la sección
«Acción y Propaganda» del Consejo Superior de Seguridad e Higiene del Trabajo.
2. Participativa
Los trabajadores y sus representantes desempeñan un papel muy
particular en la gestión ergonómica: aportan su experiencia y su cono-
cimiento concreto del trabajo y, en esto, son también «expertos», pero
también son, además, los que evaluarán finalmente el resultado últi-
mo de la gestión ergonómica, y los que determinarán si los objetivos
de mejora perseguidos han sido conseguidos.
Este carácter participativo, según anota J. J. CASTILLO l4, se ha de
entender como «una implicación voluntaria, consciente y responsa-
ble, tanto en lo que se refiere a las relaciones sociales como en la
planificación de los cambios del sistema», y añade que hay que poner
el acento en los siguientes aspectos:
«La información. Las personas tienen toda la información necesa-
ria para entender y realizar su trabajo. No tienen incertidumbres en la
realización de su tarea.
La consulta. Las opiniones de las personas son escuchadas y teni-
das en cuenta de forma especial si afectan a su propio trabajo y a las
condiciones en que se desarrolla.
El consenso. La confrontación e intercambio de información y
conocimientos en que se desarrolla.
Decisiones conjuntas. Las personas participan en la determinación
y resolución de problemas.
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3. Global
«La gestión ergonómica debe tener en cuenta el conjunto de facto-
res del medio de trabajo que se propone modificar, pero sin que se
aboque al riesgo de que para mejorar uno se descuide el otro.»
A nivel internacional, existe un comité técnico de estandarización
14
J. J. CASTILLO, O.C., págs. 229 y 230.
' En esta figura se esquematiza la situación tal como se siente, y se muestran fuerzas más que
leyes científicas. El término «imperativo» debe entenderse en un sentido relativo; muy fuerte en
numerosos casos, sobre todo en la esfera económica, pero los imperativos no deben considerarse
como absolutos. Las técnicas y la organización, en particular, no son intangibles, pueden modifi-
carse.
2 En el caso de un asalariado, de jure o defacto o en el caso de trabajadores por cuenta propia
(en el sector rural o en el informal, artesanías, pequeñas empresas familiares) debería sustituirse
este factor por otro denominado «imperativos económicos».
«En el círculo que rodea inmediatamente a la situación vivida por el trabajador se reúnen de
forma esquemática los principales elementos que constituyen las condiciones y el medio ambiente
de trabajo o que contribuyen a ellos directamente: sus influencias confluyen y se combinan; las
fechas simbolizan la existencia de esas relaciones, sin representarlas, por supuesto, de forma deta-
llada, cada uno de los factores representados influyen en la situación vivida por el trabajador, pero,
asimismo, también en los demás elementos de las condiciones y el medio ambiente de trabajo. Los
elementos situados en la mitad superior de círculo están vinculados a la técnica, los aspectos
económicos y la organización; los de la mitad inferior se relacionan con el hombre y su entorno.
Fuera del círculo, por encima y por debajo de él, están indicados algunos de los elementos que
constituyen el contexto general en el que se sitúan el trabajador y su trabajo».
introducción a las condiciones y al medio ambiente de trabajo, pág. 22. O.I.T.-Ginebra, 1987
(bajo la dirección del J. M. CLERC).
15
Como normas procedentes de otros países se indican las que siguen: normas
alemanas (Deutsches Institut für Normung), DIN 33 400; DIN 33 402; DIN 33 403;
DIN 33 404; DIN 33 405, normas francesas (Asotiation française de normalisation),
NF 3 90-400; NFS 31-013; normas de los Estados Unidos MIL-STD-147SB (notas
tomadas de Ergonomía, o.c, Comisario Belga para la Promoción del Trabajo).
PRINCIPIOS ERGONÓMICOS
DE LA CONCEPCIÓN DE LOS
SISTEMAS DE TRABAJO.
EXPOSICIÓN Y DESARROLLO
0. INTRODUCCIÓN.
1. OBJETO
2. CAMPO DE APLICACIÓN
3. DEFINICIONES
3-1. Sistema de trabajo
3-2. Tarea
3-3. Medios de trabajo
3-4. Proceso de trabajo
3-5. Espacio de trabajo
3-6. Entorno de trabajo
16
Esta norma ha sido puesta a punto por la Comisión de Ergonomía del Instituto
Belga de Normalización (IBN) en colaboración con el Comisariado general de la pro-
moción del trabajo (publicación autorizada el 30/4/1981).
19
0. INTRODUCCIÓN
1. OBJETO
2. CAMPO DE APLICACIÓN
OBSERVACIÓN IMPORTANTE
3. DEFINICIONES
Anotaciones
En general, un sistema es un conjunto de elementos independien-
tes coordinados entre sí. Un sistema físico supone, pues, un conjunto
de cuerpos independientes considerados como una entidad. Los siste-
mas pueden ser abiertos o cerrados; termodinámicamente, un sistema
abierto es aquel que permite intercambiar materia y energía con su
entorno; por el contrario, en un sistema cerrado no se puede intercam-
biar en él materia, pero sí energía. Por ecosistema se entiende una
comunidad de organismo, sus interacciones mutuas y las del conjunto
en que se desenvuelve l7 .
Los seres vivos, el hombre entre ellos, están inmersos en un siste-
ma abierto, ya que para segurar su subsistencia necesitan intercambiar
materia y energía entre su organismo y el entorno en que se desarrolla,
con la implícita necesidad de una adaptación constante, en la que las
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17
Definiciones tomadas de la obra Vocabulario Científico y Técnico, Espasa-Calpe,
Madrid, 1990.
18
PAULOV, Obras escogidas, pág. 394, Moscú, 1954, citado por LOMOV y VENDA,
o.c.
19
M C A R D L E , I. K A T C H y V. K A T C H , en Fisiología del ejercicio, pág. 91, Alianza
Editorial, S. A., Madrid, 1990.
20
Ref. Enciclopedia Universal Espasa Calpe, Suplemento 1979-1980, págs. 1074 y
1075.
21
HANCHETTE EFFIE, Salud de la comunidad, págs. 26 a 42, Editorial Limusa, Mé-
xico, 1991.
Referencia. Carballo Rodríguez, B., en Temas de ergonomía, pág. 21, editado por Fundación
Mapfre, Madrid, 1987.
22
MUCHIELLI, ROGER, L'Etude des postes de travail, pág. 101 (6.a edición). Les Edi-
tions ESF, París, 1987.
27
AMALBERTI, DE MOTMOLLIN, THEUREAU, en: Modéles en analyse du travail,
pág. 192 y 193 (capítulo elaborado por M I CHE LLE L ACOSTE ), P. Mardaga, editeur, Liége,
1991.
28
En: Structurer L'organisation, págs. 17 y 18, Les Editions D'organisation, París,
1991.
32
B. L O MOV y V. V ENDA , O . C ., pág. 20.
33
Las notas que se contienen en este párrafo han sido tomadas de la obra de LOMOV
y VENDA (O.C., págs. 20, 21 y 22).
34
Techniques d'amélioration des conditions de travail dans l'industrie, págs. 20 y 21
(obra elaborada por una comisión de expertos, por M. BERNARD, VERNIER-PALLIEZ, bajo
los consejos de ALAIN WISNER; metodología elaborada por M. BERNARD VAN DEVYVER),
Editions Hommes et Tecnhiques, París, 1977.
3.2. Tarea
«La tarea que se debe efectuar está fijada por el objetivo del tra-
bajo.»
Anotaciones
De acuerdo con la definición anterior, se corresponde la tarea con
el objetivo de trabajo, en tanto que el sistema de trabajo pretende tal
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objetivo. Ahora bien, habrá que distinguir claramente entre esto últi-
mo y lo que se ha de entender por actividad, puesto que si son térmi-
nos que guardan un íntimo parentesco, no representan, sin embargo,
categorías idénticas. Con esta orientación, DE MONTMOLLIN 35 establece
que la tarea es aquello que se le presenta al trabajador como elemento
de referencia, esto es, como trabajo prescrito, hablándose, en
ocasiones, de «condiciones de trabajo» (aunque, lo advierte el mismo
autor, esta expresión tiene, más bien, connotaciones sociales que téc-
nicas en relación con el trabajo); por el contrario, el término actividad
pretende adentrarse en otro nivel más íntimo y verdadero, al querer
describir el trabajo real que hace el operario, o que llegará a desempe-
ñar, obedeciendo esto a un proceso complementario, evolutivo, que
ha de adaptarse a la tarea, pero que también ha de servir para transfor-
marlo.
35
DE MONTMOLLIN, O.C, págs. 21, 22 y 23.
36
Según cita B. LOMOV y V. VENDA, O.C, págs. 322 y 323.
37
R EMIZOV , o.c., pág. 94.
38
A M A L B E R T I , D E M O NT M O L L I N y T H E U R E U , O . C , pág. 18 a 24.
40
D E M O N T M O L L I N , M, L'Ergonomie, págs. 5 y 6, Editions La Decouverte, París,
1986.
41
Según anota S U Á R E Z P I N T A D O , J. R., Servicios Médicos de Empresa Españoles,
pág. 151, publicado por el Ministerio de Trabajo —Instituto Nacional de Previsión—,
Madrid, 1963.
42
Haciendo referencia a M UCHIELLI , R., O . C , págs. 58, 59 y 98. El mismo Muchielli,
en una descripción histórica, se remite a las experiencias del inglés G A L T O N (1885) y
más tarde a las de G O R D O N (1945), para apreciar la actitud de los pilotos de línea.
Anotaciones
Los útiles y medios materiales de trabajo en general han de ser
conocidos por el clínico (en particular por el especialista en Medicina
del Trabajo), de ahí que sea imprescindible su acercamiento al puesto
de trabajo. Tratándose de herramientas, se podrá hacer una primera
distinción atendiendo a la energía que las mueve, bien por el propio
trabajador (herramientas manuales) o bien por otro tipo de energía
motora (combustible, electricidad, aire comprimido); una relación de
las utilizadas por el operario, conociendo su nombre, estudiando su
morfología, diseño, tamaño y peso, «manejabilidad» y riesgos y me-
dios de protección inherentes a su utilización. Cuando en relación con
la tarea asignada exista una herramienta principal, se harán, al respec-
to, las adecuadas consideraciones.
La Ordenanza de Seguridad e Higiene en el Trabajo (O.M. 9 de
marzo de 1971), en su capítulo VIII y IX dispone lo que sigue:
CAPÍTULO VIII
Artículo 83
MOTORES PRINCIPALES
Artículo 84
ÁRBOLES DE TRANSMISIÓN
Artículo 85
CORREAS DE TRANSMISIÓN
Artículo 86
MANEJO DE CORREAS
Artículo 87
ENGRANAJES
Artículo 88
MECANISMOS DE FRICCIÓN
Artículo 89
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PROTECCIONES
Para evitar los peligros que puedan causar al trabajador los ele-
mentos mecánicos agresivos de las máquinas, por acción atrapante,
cortante, lacerante, punzante, prensante, abrasiva o proyectiva, se ins-
talarán las protecciones más adecuadas al riesgo específico de cada
máquina.
Artículo 90
RESGUARDOS
Artículo 91
DISPOSITIVOS DE SEGURIDAD
normal.
d) No limitarán el campo visual del operario.
e) El campo operatorio del trabajador quedará libre de obstáculos.
f) No exigirán al trabajador posiciones ni movimientos forzados.
g) El medio de retención de las proyecciones no impedirá la visibi-
lidad del operario.
h) No constituirán riesgos por sí mismos.
Artículo 92
ENTRETENIMIENTO Y LIMPIEZA
Artículo 93
MÁQUINAS AVERIADAS
CAPÍTULO IX
HERRAMIENTAS PORTÁTILES
Artículo 94
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HERRAMIENTAS MANUALES
Artículo 95
COLOCACIÓN Y TRANSPORTE
1. Para evitar caídas, cortes o riesgos análogos, se colocarán en
portaherramientas o estantes adecuados.
2. Se prohíbe colocar herramientas manuales en pasillos abiertos,
escaleras u otros lugares elevados desde las que puedan caer sobre los
trabajadores.
3. Para el transporte de herramientas cortantes o punzantes se uti-
lizarán cajas o fundas adecuadas.
Artículo 96
INSTRUCCIONES PARA EL MANEJO
Artículo 97
GATOS
Artículo 98
HERRAMIENTAS ACCIONADAS POR FUERZA MOTRIZ
Artículo 99
CONSERVACIÓN Y ENTRETENIMIENTO
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I. Campos magnéticos
«Toda radiación, excepción hecha de la parte visible del espectro
electromagnético, deberá reducirse a niveles insignificantes desde el
punto de vista de protección de la seguridad y de la salud de los traba-
jadores.»
II. Pantallas
«Los caracteres de la pantalla deberán estar bien definidos y confi-
gurados de forma clara, y tener una dimensión suficiente, disponiendo
de un espacio adecuado entre los caracteres y los renglones.
La imagen de la pantalla deberá ser estable, sin fenómenos de des-
tellos y otras formas de inestabilidad.
El usuario de terminales con pantalla deberá poder ajustar fácil-
mente la luminosidad y/o contraste entre los caracteres y el fondo de
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fecha de entrada en vigor de esas leyes era el 1 de enero de 1993. En el caso de España,
aún no existe ley alguna que se base en la 90/270. Esta directiva da unas líneas genera-
les acerca de las responsabilidades».
Anotaciones
La actitud o idoneidad para el desarrollo de un trabajo determina-
do, precisamente por esa «miopía» de la que habla DE MONTMOLLIN,
«son conceptos ambiguos y deben ser examinados en cada caso43,
examinando los factores antropométricos, biométricos, etc., pero su-
brayando que la capacidad de trabajo es una variable muy particular.
De ahí que en el contexto ergonómico no sirvan modelos preestableci-
dos bajo parámetros estandarizados, siendo la singularidad del tipo y
su proyección específica lo que se ha de analizar en un diálogo recípro-
co, esto es, en doble sentido.
El trabajo «es un producto final de la organización cerebral del
movimiento humano, comprendiendo una completa red de procesos
neuropsicosensoriales»44, en el que el organismo acciona e interaccio-
na poniendo en marcha «un ciclo de procesos psicoquímicos y cinéti-
cos dentro de una relación íntima, constante y generadora»45. Tal
proceso46 lo divide PIAGET en:
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43
A S T R A N D , P., B R O U T H A , L., C R H I ST E N SE N , E. H., L H E MA N , G., R O D A HL , K., Enci-
clopedia de Medicina, Higiene y Seguridad del Trabajo, o.c., pág. 667.
44
D A F O N SE C A , V Í C T O R , Ontogénesis de la motricidad, pág. 68, G. Núñez, Editori,
Madrid, 1988.
45
D A F O N SECA , O . C , pág. 61.
46
PIAGET, J., Motricité, perception e intelligence, Rev. Enface, n.°2, 1956 (según
cita de DA FONSECA, O.C, pág. 61).
47
C A Z A M I A N , P., Leçon s d'er gono m ie ind u st ri all e, pág. 1 5, Editio n s Cu jas, Parí s,
1974.
48
D E M O NTMOLLIN , O . C . (1967), pág. 159.
49
L OMOV y V ENDA , O . C , págs. 4 y 5.
Anotaciones
Con respecto al espacio y al entorno de trabajo, sin duda, será útil
tener en cuenta y trasladar aquí las consideraciones de EDWARD T.
HALL 51, sobre sus teorías acerca del hombre y del espacio que le ro-
dea, dentro de una ciencia que él mismo acuñó con el nombre de
proxémica, sin duda fascinante, tanto más si se piensa que en la sim-
biosis hombre-espacio se condiciona de forma muy importante la ca-
pacidad de acción de la persona en expresión de su lenguaje corporal,
de sus gestos y movimientos.
Con tal orientación, HALL codifica cuatro zonas distintas donde la
mayor parte de los individuos actúan, así:
«1. Distancia íntima, que, a su vez, puede ser:
a) Cercana o de contacto íntimo (en cualquier caso inferior
a 15 cm).
b) Lejana, de 15 a 45 cm.
2. Distancia personal:
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a) Cercana, de 45 a 75 cm.
b) Lejana, de 75 a 120 cm.
52
Según referencia tomada de J U L I U S F A S T , El lenguaje del cuerpo, págs. 53 y 54,
Editorial Kairos, S. A., Barcelona, 1971.
53
De la misma procedencia que la anterior, pág. 38.
Anotaciones
En el análisis del proceso de trabajo, es fundamental conocer la
carga de trabajo, concepto de difícil concreción, por su enorme ampli-
tud, con proyecciones en distintas vertientes y sujeto a evolución, pu-
diéndose, a su vez, interpretar desde distintos ángulos profesionales
(Ingeniería, Medicina del Trabajo, Psicología Industrial), tanto que
para SPERANTIO (1972) «la carga de trabajo es un concepto fantasma,
de aspectos heterogéneos de la relación hombre-trabajo, concepto mal
definido, pero utilizado en atención a su comodidad y notoriedad» 54.
La carga de trabajo, en general, se remite a dos términos, uno, el de
carga externa —cuanto al trabajo propiamente dicho— otro, el de
carga interna —o requerimientos que el trabajo impone al sujeto que
realiza la tarea—, lo que también ha sido desginado como «contrain-
te» y «astreinte», respectivamente, siendo lo primero la «variable in-
dependiente (puesto de trabajo, carga externa de trabajo) mientras que
lo segundo es la variable dependiente (la «astreinte» resultante del
trabajo)» 55. Ante una misma «contrainte», la «astreinte» ha de variar
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56
ELIAS, R., en Une approche médico-biologique de l´etude de la charge de travail,
Cahiers de notes documentaires, n.°91, 2.° trimestre, 1978, publicación de L'Institut
National de Recherche et de Securité, París.
57
O.c, págs. 10 y 11.
Anotaciones
En general, la fatiga se entiende como una disminución de rendi-
miento por parte del organismo, bien por un trabajo muscular o men-
tal. La fatiga, aun cuando pueda tener especial incidencia en un nivel
determinado, órgano o función, produce, no obstante, junto a esas
manifestaciones locales, otras de tipo general. La actividad laboral
genera frecuentemente fatiga que, sin embargo, en condiciones nor-
males, tiene un carácter fisiológico, soliendo remitir con el reposo. Lo
realmente preocupante es cuando esa fatiga fisiológica toma un carác-
58
T URCOTTE , P. R., Calidad de vida en el trabajo. Antiestrés y creatividad, págs. 57
y 58. Atiende el mismo autor, entre otros aspectos, a la autonomía relacionada con el
nivel de responsabilidad, como en el caso de los controladores aéreos, «entre quienes la
tasa de incidencia de enfermedades cardiovasculares es elevada».
59
M. FRANCOIS, service Ergonomie des systèmes, centre de recherche de I'INRS, en:
Cahiers de Notes Documentaires n.° 137, 4.° trimestre 1989, publicado por el I.N.R.S..
Institut National de Recherche et de Sécurité. París.