Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
“El olor de los pobres” [1] es el título de una crítica, magnífica en mi opinión, de Ana
(Dicho sea entre paréntesis, Ana Useros es también traductora de un libro que no
No puedo dejar de reproducir una carta que Eleanor Marx, con 11 años, envía a su
Mi querido papá:
Como Jenny [su hermana mayor] va a escribirte, quería también adjuntarte una
[referencia a Isaías 35,5: “Entonces se abrirán los ojos de los ciegos/ De y los oídos
sordo.
Ahora bien: ¡Karl Marx, doctor en filosofía errada, espero que mantengas tu
Tu afectuosa,
Ellie.
Ana Useros abre su crítica con una descripción de lo sucedido (con un recuerdo
señala, que es la primera vez en la historia de los premios que una producción con
diálogos en una lengua diferente a la inglesa “se ha impuesto a los pesos pesados de
la industria más poderosa del mundo”. Aún es pronto, en su opinión, para saber si lo
sucedido será un hecho aislado o síntoma de algo más, de una tendencia nueva, así
como para saber de “qué tendencia hablamos, aunque seguramente tendrá algo que
ver con la nueva hegemonía propiciada por las plataformas globales de producción y
subyugada por la familia rica a la que sirve, estuvo a punto de ganar ese premio”. Es
por la puerta de servicio, si bien lo hacen con una actitud completamente opuesta”,
Esa actitud, ese descaro de los personajes de Parásitos, destaca Useros, “es sin duda
una de las causas por las que, a diferencia de la película de Cuarón, al hablar de
de clases, sino esa expresión casi proscrita: ‘lucha de clases”. Y sin embargo, matiza
con todo acierto (y sin apenas comentarios similares en otras críticas), “poco tiene
mucho que ver, en cambio, “con otra venerable tradición social, con ese impulso
individual(ista) por medrar, por integrarse en una clase social superior y disfrutar de
sus privilegios, lo que de toda la vida se ha llamado arribismo”. Este es el punto
esencial de su reflexión.
industrializada y una cultura obsesionada no solamente por la clase social sino por
los signos externos de pertenencia a esa clase, “propició que la figura del arribista
segunda mitad del siglo XIX”. La desazón social producida por la revolución industrial
de la súbita caída en la pobreza por razones fuera del control de sus personajes
esperanzas, lo hace con tal ternura que apenas nos atrevemos a darle ese apelativo,
y su ascensión por la escala social está tan fuera de su control como el descenso por
“es el otro gran personaje arribista de la primera época victoriana, el Barry Lyndon
Prosigue nuestra crítica señalando que a medida “que los ejércitos de mano de obra
adopta varias formas literarias”, desde el mito de Frankenstein (que “Franco Moretti
policiaca, que nace como género en ese momento”. La fascinación, surgida del temor
y la curiosidad, alimenta, en opinión de Useros, “la figura del arribista, un hombre del
campesino, etcétera, será excepcional por definición), que aspira a ocupar un lugar
Esa fascinación se codifica a menudo como erótica: “el arribista ingresa en la clase
alta mediante una relación sexual con una mujer a la que seduce, no por su
adecuación a los nuevos códigos, sino por sus “errores””. El ejemplo clásico es “Una
las marcas culturales de la pertenencia a una clase”. Los arribistas corren el riesgo
morena, sus modales toscos, las patadas a la gramática (el protagonista epónimo de
Martin Eden), la pronunciación incorrecta del alemán (Leonard Bast en Howards End),
cometen ninguno de los errores de sus predecesores”. Sin embargo “su olor corporal
los delata, el “olor a pobre”, como se define sucintamente en la película, sin ninguna
lucha de clases, pero sí una masacre colectiva” [la cursiva es mía]. De nuevo énfasis
que los miembros de la familia “se sumen uno a uno a la trama es una de las claves
“de que podrían multiplicarse hasta el infinito, de que cualquier persona, pariente o
no, podría participar con la misma destreza en el engaño. Y eso quizá sea lo más
trata de alcanzar una posición que admira y “para ello debe imitarla con su talento, y
esa imitación es el mejor elogio y legitimación posible del orden social”. La suerte del
arribista se justifica por una especie de “meritocracia que a su vez ratifica los valores
que sostienen la jerarquía”. Bien decía Orwell, nos recuerda nuestra traductora, “que
no se creería nunca a nadie que dijera admirar a la clase obrera hasta que no lo viera
copia es algo tan intangible como un olor que solo perciben los privilegiados, la
lucha de clases no está presente, esa devaluación quizá sea solamente un síntoma
¿Alguna observación menor? Tal vez hubiera estado sido conveniente completar esta
mirada crítica de clase con una perspectiva feminista (a la que alude puntualmente)
que pusiera también su foco sobre el papel de las mujeres en el film, y no sólo entre
Sea como fuere, muchas gracias compañera Useros por la reseña… y, si pueden, no
se pierdan la película.
Nota:
(1) https://elpais.com/cultura/2020/02/14/babelia/1581690765_342973.html