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Naves Negras de Troya PDF
Naves Negras de Troya PDF
Rosemary Sutcliff
Naves negras
ante Troya
La historia de la Ilíada
Introducción
Carlos García Gual
Notas y glosarios
Manuel Otero
Traducción
José Ramón Insa
Javier de la Iglesia
Actividades
José Mas
María Teresa Mateu
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
Mitos heroicos y poemas épicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Primera edición, 1997 Ilíada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Reimpresiones, 1998, 2000 Realidad y leyenda de Troya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
Segunda edición (corregida), 2000
Reimpresiones, 2001, 2003, 2003, 2004, 2004
Naves negras ante Troya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
2005, 2005, 2006, 2006, 2007, 2007, 2009
Decimotercera reimpresión, 2010
IMPRESO EN ESPAÑA
PRINTED IN SPAIN
ACTIVIDADES
Editorial VICENS VIVES. Avda. de Sarriá, 130. E-08017 Barcelona.
Guía de lectura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165
Impreso por Gráficas INSTAR, S.A. Mitos y héroes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173
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INTRODUCCIÓN
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Según una leyenda tardía, Tetis, la madre de Aquiles, sumergió al niño en las aguas del río Estigia pa- Daga y vainas de bronce con incrustaciones de oro y plata halladas en Micenas y Pilos (hacia 1600 a.C.).
ra convertirlo en invulnerable, escena que recoge este cuadro de Antoine Borel (1743-1810). Armas semejantes debieron de emplear los combatientes en la guerra de Troya.
te— marca a los mejores. Resulta muy emotivo el destino de Aquiles, pro- entonces intercambian regalos de amistad. Este tipo de guerra es una con-
totipo del héroe guerrero, que muere joven y sabe que ha de morir así, si se tienda feroz entre guerreros nobles, y el poeta se fija sólo en esos encuen-
decide a intervenir en los combates. Pero el deseo de vengar a su amigo tros de los héroes valerosos y esforzados, no en la confusión sanguinolenta
Patroclo lo lleva a afrontar ese destino trágico. del choque en masa de los ejércitos.
Mas en la Ilíada hay muchos otros actores heroicos, unos del lado grie- La perfecta estructura del poema se redondea con un final patético, in-
go (Agamenón, Menelao, Ulises, Diomedes, Áyax, el viejo Néstor, etc.) y ventado por Homero: el de la devolución del cuerpo de Héctor a su padre,
otros del troyano (Héctor, Paris, Deífobo, Sarpedón, Eneas, etc.). El poeta el viejo Príamo. Podemos pensar que hubo una versión mítica anterior que
mantiene una serena imparcialidad en su presentación: no hay ni buenos acababa con la muerte de Héctor a manos de Aquiles. Y que luego él aña-
ni malos en Homero; unos son más fuertes y otros menos, y con una im- dió esa escena del canto final, el XXIV, en que Aquiles y Príamo, el des-
placable lógica los más vigorosos destrozan a los menos diestros. La pelea piadado y furioso caudillo de los mirmidones y el viejo rey de la ciudad
tiene, además, mucho de caballeresca: los combatientes proclaman sus asediada, se abrazan y lloran juntos de modo extraño y familiar. La epope-
nombres antes del duelo y se enorgullecen de su noble familia. En algún ya deriva en Homero hacia la tragedia, y muestra que más allá de la feroci-
caso —como el del enfrentamiento entre Glauco y Diomedes— suspen- dad de la guerra subsiste el valor de lo humano, como se evidencia en la
den la pelea al percatarse de que están unidos por lazos de hospitalidad, y historia de Héctor y en ese patético final.
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carillas de oro, que creyó las del tesoro de Atreo, el padre de Agamenón.
Aunque, de nuevo arrastrado por su fervor homérico, Schliemann volvió a
equivocarse, pues dicho tesoro y las famosas tumbas de cúpula micénicas
son de época bastante más antigua que la que él pensaba. Más tarde exca-
vó los ciclópeos muros de Tirinto, y estaba dispuesto a empezar a excavar
en Cnoso, en Creta, donde habría encontrado el mítico palacio del rey
Minos, el famoso laberinto de Dédalo, cuando le sorprendió la muerte.
El hallazgo de la ciudad de Troya ofrece, sin embargo, un motivo para
la reflexión sobre el fondo histórico de la epopeya. Podemos pensar en có-
mo la poesía se ha ido formando en torno de un núcleo histórico, embelle-
cido y enaltecido por la imaginación poética y popular con el paso de los
siglos. Sabemos que en la cercanía del estrecho de los Dardanelos, en una
margen del Bósforo, sobre un montículo entre ríos, en una encrucijada que
debió de ser muy importante para el comercio entre Asia y Europa, se al-
zaba una ciudadela amurallada, que acaso se llamó Ilión.
Durante siglos gozó de los privilegios de esa estratégica posición, y es
muy probable que en ella hubiera abundancia de oro y de caballos, tal co-
mo sugieren los textos épicos. Sufrió varias destrucciones, a causa de ene- El amor por la belleza y por la vida plácida de Paris queda perfectamente reflejado en este cuadro
(«Paris y Helena») del pintor francés Jacques-Louis David (1748-1823).
migos codiciosos unas veces y acaso otras por algún terremoto (como el
que destruyó, al parecer, la Troya VI de fuertes muros). Volvió a recons-
truirse en el mismo emplazamiento ventajoso. Y es muy probable que los La leyenda de una gesta heroica
aqueos, dirigidos acaso por un soberano micénico, asaltaran, saquearan y Los aedos griegos embellecieron el recuerdo de la expedición, atribuyendo
destruyeran la Troya VII hacia el 1200 a.C. Es incluso probable que una el ataque no a un afán de rapiña o de botín, sino al más noble deseo de
misma expedición reuniera a varios reyezuelos griegos, aliados para con- castigar el rapto de la bella Helena por el príncipe Paris. Y concedieron a
quistar una ciudad que tenía riquezas y poderosas defensas, y que ya había esa guerra una duración extraordinaria de diez años. La formación de le-
resistido ataques de otros pueblos, como los hititas algo antes. A fines del yendas y el revestimiento poético de las mismas son dos etapas del proceso
siglo XIII a.C. y comienzos del XII todavía se mantenían erguidas las forta- que concluye luego en la creación del extenso poema protagonizado por
lezas del imperio micénico, castillos de gruesos muros ciclópeos y vastos famosos héroes y dioses que es la Ilíada.
palacios —en Micenas, Argos, Pilo, Tebas, Tirinto, etc.—, que fueron des- Homero evoca esa empresa heroica y quiere presentar a sus personajes
truidos unos años después, por lo que se suele llamar la invasión de los do- con todos sus rasgos antiguos. Así, por ejemplo, emplean lanzas arrojadi-
rios. Los micénicos eran gentes de empeños bélicos, y tal vez el ataque e zas y espadas de bronce, y no de hierro, porque el poeta sabe que ése era el
incendio de Troya —una ciudad rica y muy bien situada, aunque algo leja- metal de aquella época. Y van a la pelea en carros de guerra, acompañados
na— fue una de sus últimas empresas y por ello subsistió de modo especial del auriga, aunque luego combaten cuerpo a cuerpo a pie firme, porque
en el recuerdo posterior, engrandecida por el rumor heroico. Homero sabe que se combatía en carros, pero desconoce la técnica de tales
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Naves negras
ante Troya
La historia de la Ilíada
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LA MANZANA DE ORO
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bledales y los altos pastos de las laderas del monte Ida. Y allí conoció y se
enamoró de una ninfa de los bosques llamada Enone, quien correspondió
a su amor. La ninfa tenía el don de curar todas las heridas de los mortales,
por profundas que fueran.
Entre los robledales vivieron juntos y fueron dichosos, hasta que un día
las tres divinidades celosas, aún enzarzadas en la disputa por la manzana
de oro, acertaron a mirar al bosque desde lo alto del Olimpo y vieron al
bello joven pastoreando su ganado por las laderas del monte Ida. Como los
dioses todo lo saben, advirtieron que se trataba del hijo del rey Príamo de
Troya, aunque el muchacho todavía lo ignoraba. Entonces se les ocurrió la
idea de que, como él no las reconocería, ningún temor podía sentir si le ro-
gaban que decidiese cuál era la más bella de las tres. Y es que las diosas
empezaban a estar ya algo cansadas de la disputa.
Así que le tiraron la manzana, y él la cogió al vuelo. Descendieron en-
tonces las tres, se posaron ante él tan suavemente que sus pies ni siquiera la cabeza y una dulce sonrisa de miel, le susurró que le concedería una mu-
rozaron las hierbas de la montaña, y le rogaron que escogiera a la más her- jer tan hermosa como ella si le otorgaba la manzana.
mosa de entre ellas y a aquella que fuera merecedora del premio que tenía Y Paris, fascinado por los encantos de Afrodita, olvidó a las otras dos
en las manos. diosas y sus ofrecimientos de sabiduría y poder, se olvidó también de Eno-
Primero Atenea, con su brillante armadura, clavó en él sus ojos grises ne la de oscuros cabellos, y le entregó la manzana de oro a Afrodita.
como espadas y le prometió la sabiduría suprema si ella era la elegida. Naturalmente, Atenea y Hera se enfurecieron con él porque les había
Después Hera, con sus ropajes reales de reina del cielo, le prometió in- negado el premio, tal y como los invitados a la boda habían previsto. Y
mensas riquezas, poder y honor, si le concedía el premio a ella. ambas estaban enojadas asimismo con Afrodita. Ésta, sin embargo, estaba
Por último se acercó Afrodita, que, con los ojos azules como el agua de eufórica* y dispuesta a mantener la promesa dada a aquel pastor que era
las profundidades del mar, el cabello como una guirnalda* dorada ceñida a hijo de un rey.
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Afrodita, entonces, hizo que algunos hombres del rey Príamo le roba- Ante ellos se extendía el mar Egeo, y, en su larga travesía, a menudo los
ran a Paris un enorme y hermoso toro, que era el amo y señor de todo su vientos les alejaban de su rumbo. Pero al fin arribaron a tierra, vararon* la
ganado. Así que Paris tuvo que bajar a Troya en busca del toro. Y una vez nave en la playa y subieron por los largos y empinados senderos que con-
allí, Hécuba, su madre, lo vio y lo reconoció por el parecido con sus her- ducían hacia el palacio-fortaleza del rey Menelao.
manos y porque algo en su corazón le decía que aquél era el hijo al que Los esclavos acudieron a recibirlos al patio de armas, como era costum-
creía muerto y perdido desde la infancia. Hécuba lloró de alegría y lo llevó bre hacer con todos los extranjeros, y los invitaron a entrar para que se asea-
ante el rey. Al verlo vivo y con tan hermosa apariencia, todos los hombres ran, tras un viaje tan largo. Poco después, ataviados* con trajes de gala, se
olvidaron la profecía y Príamo lo acogió con júbilo y le regaló una de sus presentaban en el salón real, donde el fuego ardía en un hogar elevado en
mansiones, como a cada uno de los demás príncipes troyanos. el centro y los perros favoritos del rey yacían a sus pies.
Allí vivió Paris a partir de entonces, aunque en ocasiones regresaba con —¡Bienvenidos seáis, extranjeros! —dijo Menelao—. Decidme quiénes
su amada Enone a los robledales del monte Ida. Y nada perturbó aquella sois, de dónde venís y qué os trae a mi palacio.
felicidad durante algún tiempo. —Yo me llamo Paris, soy hijo del rey Príamo, y vengo de Troya —con-
Entretanto, del otro lado del mar Egeo, otra boda se había celebrado: el testó Paris—. El deseo de conocer lugares remotos me ha conducido hasta
matrimonio del rey Menelao de Esparta con la princesa Helena, a la que aquí, pues ha alcanzado nuestras orillas la fama de Menelao como gran rey
los hombres llamaban Helena la de las hermosas mejillas, la mujer más be- y generoso anfitrión* con los extranjeros.
lla entre todas las mortales. Su belleza era famosa en todos los reinos de —Sentaos, pues, y comed, ya que debéis estar agotados después de tan
Grecia, y muchos reyes y príncipes la habían pretendido, entre ellos Ulises, largo viaje —dijo el rey.
que reinaba en la rocosa isla de Ítaca. Y, tras tomar asiento, les trajeron carnes, frutas y vino en copas doradas.
Aunque a su padre no le complacía ninguno de ellos, acabó por entre- De pronto, mientras comían y los troyanos relataban a su anfitrión las
gársela a Menelao. No obstante, como temía los conflictos que podrían sur- aventuras del viaje, apareció Helena, la reina, seguida de dos de sus donce-
gir más adelante entre sus pretendientes, les hizo jurar a todos que, en aten- llas, una de las cuales llevaba de la mano a la hijita de la reina, y la otra
ción a ella, apoyarían a su marido si éste los necesitaba en alguna ocasión. Y cargaba con el huso* de marfil, la rueca* y abundante lana del más intenso
entre Helena y Ulises (quien se casó, muy enamorado, con Penélope, prima color violeta. Helena se sentó en el extremo más alejado del hogar, el lugar
de Helena) se fraguó una profunda amistad que a Helena le habría de ser destinado a las mujeres, y comenzó a hilar. Y, al tiempo que hilaba, prestó
de gran utilidad cuando, años más tarde, se vio en un grave aprieto. atención al relato que los extranjeros hacían de sus viajes.
La fama de la belleza de Helena traspasó los límites de Grecia hasta Paris y Helena se cruzaron miradas furtivas* por entre el espeso humo
que por fin llegó a Troya, tal como Afrodita había previsto. Y tan pronto del hogar. Paris comprobó que la esposa de Menelao era incluso más bella
como llegó a oídos de Paris, éste decidió ir a comprobar por sí mismo si de lo que se decía, dorada como la espiga de trigo y dulce como la miel sil-
Helena era tan bella como los hombres decían. Enone se deshizo en llanto vestre. Y Helena observó, sobre todo, que el príncipe extranjero era muy
y le rogó que no la abandonara; pero él no le hizo el menor caso y sus pies joven.
no volvieron a pisar jamás el camino que conducía a la cueva que ambos Ella no había elegido a su marido y, aunque su matrimonio era bastante
habitaban en los bosques. Paris era muy caprichoso; cuando deseaba algo, feliz, Menelao era mucho mayor que Helena, y su barba mostraba las pri-
tenía que conseguirlo como fuera; así que le rogó a su padre que le propor- meras mechas grises. En cambio, en la barba rubia de Paris no crecía cana
cionara una nave y unos hombres, y se hizo a la mar con sus compañeros. alguna, y sus ojos brillaban, y tenía una sonrisa resplandeciente. El corazón
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TRACIA
Reino de Reso
∂ Lemnos • Troya
Olimpo
Es
2917 am ∂ Ida
c
and 1767
Ténedos ro
M A R • Lirneso
TESALIA
A S I A M E N O R
Reino de Aquiles
Esciros
Reino de
EUBEA Licomedes
M A R Reino de
Aulis • Palamedes
Ítaca
Pito • E G E O
Reino de
Ulises • Tisbe
Salamina
Micenas
• Reino de Áyax
Reino de Agamenón
Argos • LICIA
Reino de Delos Reino de Sarpedón
Menelao
• Pilos • Esparta
J Ó N I C O Reino de LACONIA
Néstor
EL ESCENARIO
DE LA ILÍADA
CRETA
Reino de Idomeneo
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10 La suerte de los dos bandos conten- muertos; sin embargo, en la Ilíada, qui-
NOTAS
dientes depende, como vamos viendo, zá por influencia de las costumbres tro-
del apoyo que reciban de los dioses. yanas, o puede que simplemente por
11 Arrojarse ceniza sobre la cabeza, al encontrarse en guerra, los griegos inci-
igual que arrancarse los cabellos o tirar- neran a los cadáveres.
se por el suelo, eran formas de expresar 15 El homenaje al difunto, si era persona
el profundo dolor ante la muerte de un importante, suponía la realización de
ser querido. Príamo, más adelante, lle- concursos deportivos, los cuales debían
gará incluso a tirarse estiércol sobre la ser sufragados por los familiares o deu-
cabeza. Las mujeres solían arañarse la dos del fallecido. Los juegos funerarios
cara y golpearse el pecho. incluían carreras de carros, pugilato, lu-
12 Aquiles intenta atravesar el Janto o Es- cha, carreras a pie, combate con armas,
1 Los mirmidones eran un aguerrido pue- tos, a los que Hades no permite regre- tiro al arco, lanzamiento de jabalina,
camandro, un dios-río que nace en el
blo griego que combatió en la guerra de sar al mundo de los vivos. Para acceder etc. Son, en cierto modo, el origen de
monte Ida. En este pasaje, Escaman-
Troya a las órdenes de Aquiles, hijo de al Hades, las almas de los muertos que los juegos panhelénicos.
dro, enojado por la matanza de Aqui-
Peleo y Tetis. Las ninfas eran diosas han recibido honras fúnebres han de 16 La desproporcionada y brutal profana-
les, intenta proteger a los troyanos des-
menores de gran belleza que habitaban pagar una moneda a Caronte, quien los ción del cadáver de Héctor por parte de
bordándose para así ahogar al héroe
en los bosques y las aguas y que simbo- traslada en su barca a los Infiernos atra- Aquiles convierte al héroe griego en un
griego.
lizaban la encarnación de la naturaleza. vesando los ríos que los separan del ser inhumano y cruel más que heroico,
Las ninfas marinas, como Tetis, se lla- 13 Según la mitología griega, a los difun-
mundo de los vivos. pero esa actitud es una muestra de la
maban nereidas. Por otra parte, la con- tos no se les permitía la entrada al rei-
5 El centauro era un animal mitológico intensidad de su odio hacia el enemigo
no subterráneo de los muertos (el Ha-
vivencia entre hombres heroicos y dio- con el cuerpo de caballo y el torso y la y de su amistad al amigo muerto. Ho-
des) si previamente no se les habían
ses es característica de la época legen- cabeza de hombre. Los centauros vivían mero, al igual que los dioses, censura su
rendido las ceremonias rituales. Ello
daria de los antiguos griegos. Se decía en los bosques y tenían costumbres bru- actitud, que habla por sí sola.
explica el interés por que los muertos
que los dioses habitaban en el monte tales. Quirón era, en cambio, sabio y de
ilustres no caigan en poder de los ene- 17 En la ceremonia de las lamentaciones,
Olimpo, situado al norte de Grecia. carácter dulce.
migos, que se pueden vengar deján- los aedos o los parientes más cercanos
2 Las tres diosas más influyentes y pode- 6 El bronce se empleaba como material dolos insepultos o sin incinerar, con lo al difunto entonaban cantos fúnebres
rosas del Olimpo representaban dife- para la construcción de espadas y otras cual el espectro del difunto estaría con- que eran respondidos por un coro de
rentes caracteres femeninos: Hera es la armas en la época micénica (anterior al denado a vagar errante en torno a sus mujeres.
esposa de Zeus, soberbia, celosa y vani- s. XII a.C.) despojos. 18 Idomeneo era rey de Creta y nieto del
dosa; Palas Atenea es la diosa virgen, 7 Los dioses griegos no tenían, como rey Minos y su esposa Pasifae. Por tan-
14 Los antiguos griegos solían lucir largas
inteligente y dura, patrona de la guerra, puede verse, el don de la ubicuidad: su to, la historia a la que se refiere es sin
melenas y, al llegar a la edad adulta,
protectora de los griegos; Afrodita era carácter físico no les permitía estar en duda la pasión erótica de Pasifae con
ofrecían, como un voto ritual, el corte
la diosa del amor y la belleza, voluble, todos los sitios a la vez. un toro, unión de la que engendró el
de su cabellera a algún dios. Por eso el
sensual, defensora de los troyanos. 8 Los licios, pueblo situado en la costa sur famoso monstruo Minotauro, para el
ofrecimiento de un mechón para que
3 Micenas era el centro de la cultura a la del Asia Menor, eran aliados de Troya ardiera con las cenizas del difunto era que el rey Minos mandó construir el
que da nombre, pero que abarcó toda la (véase mapa de las pp. 148-149). un homenaje de afecto y de sentimien- laberinto de Creta.
península helénica y las islas, hasta que 9 Los auríspices y los adivinos, tanto en to. Igualmente, la costumbre de sacrifi- 19 Las amazonas eran un legendario pue-
fue destruida por las invasiones dorias. uno como en otro bando, eran conside- car animales, incluso esclavos o prisio- blo de mujeres guerreras que sólo se
Véase el mapa de las pp. 148-149. rados intérpretes de los dioses y goza- neros, para que ardieran con el cuerpo unían con extranjeros una vez al año
4 El mundo subterráneo es el Hades (los ban de respeto y prestigio; eran obede- del difunto, recoge una tradición de los con el objeto de perpetuar la especie.
Infiernos), donde reina el dios del mis- cidos por los jefes y se les consultaba primitivos pueblos indoeuropeos. En la Únicamente conservaban, sin embargo,
mo nombre. Allí van a parar los muer- antes de iniciar cualquier empresa. Grecia micénica se solía enterrar a los a las hijas, y mataban a los hijos. La in-
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tervención de las amazonas en la guerra latín, Parcas) eran tres divinidades que PERSONAJES
de Troya (episodio que no figura en el simbolizaban la fuerza misteriosa del
poema de Homero) se explica por la destino. Se las suele presentar como
relativa proximidad de su territorio (las tres hermanas, cuyos nombres signifi-
costas del mar Negro) a la zona de in- can la función que se les atribuye: Loto
fluencia de Troya. hila el hilo de la vida, Láquesis lo deva-
20 El suicidio, como éste de Áyax, arro- na (es decir, determina el contenido de
jándose sobre su propia espada, consti- la vida) y Átropo (‘la inflexible’) lo quie-
tuyó una costumbre en la antigüedad bra al fin.
greco-latina como forma de quitarse la 22 La bella alegoría de los rosales que en-
vida generales o reyes, cuando conside- redan sus ramas como símbolo del abra-
raban perdido su honor (es el caso de zo de los amantes muertos es un moti-
Áyax) o cuando no querían caer en ma- Afrodita: diosa del amor y la belleza, naci- Ares: hijo de Zeus y Hera. Dios de la gue-
vo literario muy frecuente con el que se
nos enemigas. da de la espuma del mar, madre del tro- rra y defensor del bando troyano.
expresa la pervivencia del amor más
yano Eneas y protectora de Paris y de su Asio: guerrero troyano que intenta atrave-
21 En la mitología griega, las Moiras (en allá de la muerte.
pueblo. Estaba casada con Hefesto, pe- sar el foso del campamento griego.
ro, infiel y frívola, tuvo numerosos amo- Astianacte: hijo pequeño de Héctor y An-
res con dioses y con humanos. drómaca que, tras la toma de Troya, mo-
Agamenón: hijo de Atreo y hermano de rirá precipitado desde la muralla.
Menelao. Era rey de Argos y Micenas y Atenea: o Palas Atenea; hija de Zeus y de
jefe supremo de las tropas griegas que Metis, es la diosa de la sabiduría y del
acuden a Troya. arte militar. Se la representa con casco
Andrómaca: esposa modélica de Héctor. empenachado, lanza, coraza y escudo.
Tras la caída de Troya fue entregada a Su derrota frente a Afrodita en el juicio
Pirro, hijo de Aquiles. de Paris es la causa de que en la Ilíada
Antíloco: guerrero griego, hijo del ancia- tome parte por los griegos.
no y sabio Néstor, por quien muere al Aurora: o Eos, diosa hermana de Helio (el
intentar salvarle la vida. Era amigo de Sol) y Selene (la Luna). De su unión
Aquiles y fue el encargado de comuni- con Titono, hermano de Príamo, nació
carle la muerte de Patroclo. Memnón, el príncipe etíope muerto por
Apolo: dios del sol, la música y las artes. Aquiles.
Era hijo de Zeus y Leto. Protector de Autólico: abuelo de Ulises, y famoso por
los troyanos, es quien envía la terrible ser un consumado ladrón.
peste al ejército griego. Automedonte: auriga del carro de guerra
Aquiles: hijo de la diosa Tetis y del rey de Aquiles.
Peleo de Ftía. El mejor guerrero del Áyax: es el mejor guerrero griego después
ejército griego y caudillo de los mirmi- de Aquiles, como lo acreditan su gigan-
dones, era invulnerable salvo por el ta- tesca estatura y su fuerza. Al disputarse
lón, parte del cuerpo a la que Paris diri- con Ulises la armadura de Aquiles, se
ge la flecha que provocará su muerte. La comporta de modo torpe y zafio, y su
disputa con Agamenón y su posterior orgullo herido lo conduce al suicidio.
retirada de la lucha constituyen el nú- Balio: hijo del viento Céfiro, es uno de los
cleo temático del que parte la Ilíada. caballos inmortales de Aquiles.
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De entre los numerosos héroes que aparecen en la obra, merece la pe- c) ¿Qué papel desempeña Andrómaca en la obra?
2.2 na destacar, en el bando griego, a Aquiles, Áyax, Diomedes, Agame-
nón, Menelao, Patroclo y Ulises. Ensayemos un breve análisis de cada uno de Los ancianos son siempre venerables, y los adivinos dignos de crédito.
ellos. d) Comenta la función de Néstor, entre los griegos, y del rey Príamo, en-
a) ¿Qué rasgos definen mejor a Aquiles? ¿Es algo más que un personaje tre los troyanos.
orgulloso y colérico? ¿A qué extremos le lleva su ansia de venganza? e) ¿Siguen los griegos los consejos de Calcante? (pp. 42 y 131) Agame-
¿En qué momentos se muestra más humano? (pp. 102 y 117) nón menosprecia a Briseo, sacerdote de Apolo (p. 41): ¿qué conse-
b) ¿Qué otro personaje abusa de su poder, y se muestra luego indeciso, cuencias tendrá su actitud para los griegos? ¿Son los troyanos respe-
a pesar de sus responsabilidades? tuosos con los vaticinios de sus adivinos? (pp. 135 y 139)
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