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Infomercial

(para los tiempos que corren)


Señora ama de casa: ¿está harta
de tallar día y noche
coágulos de sangre imposibles de limpiar
en la ropa de toda su familia?

¿Las vísceras embarradas en las paredes de su casa


no le permiten dormir?

¿Se ha descubierto a sí misma


exclamando sonámbula: “ ¡Fuera, fuera mancha maldita!”?

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el Limpiador Quitamanchas Lady Macbeth
y póngales fin a esas viscosas pesadillas.

El limpiador Quitamanchas Lady Macbeth

está compuesto a base de microorganismos


carroñeros
que harán por usted el trabajo sucio
eliminando

los restos cadavéricos


sin dañar la superficie en la que se encuentran
adheridos:
¡científicamente comprobado!

1
Señora, usted lo sabe: matar
es fácil, lo difícil viene después.

Pero ahora
el Limpiador Quitamanchas Lady Macbeth le ofrece
una increíble solución que revolucionará la higiene
doméstica:

¡Diga adiós al rastro de sesos en su sillón favorito!


¡Diga adiós
a esas alfombras ensangrentadas!

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para cadáveres
¡totalmente gratis!

Con el Limpiador Quitamanchas Lady Macbeth


usted volverá a dormir
como una verdadera reina.

2
MIEDO
*Shel Silverstein

Bernabé Brandsen
tenía miedo de ahogarse.
Por eso nunca nadaba
no remaba
ni se bañaba.
Lo único que hacía
de noche y de día
era quedarse sentado
con la puerta bien cerrada,
temblando como una hoja,
con las ventanas tapiadas
por si venía una ola.
Y tanto lloró
que el cuarto se inundó
y se ahogó.

3
TERROR
Guy de maupassant
A cierto autor leía hasta muy tarde
era ya media noche y tuve miedo.
¿Miedo de qué ?, no sé, pero fue horrible.
Presentí entre jadeos y estertores
Que pronto iba a pasar algo terrible...
Detrás de mí, creí sentir entonces
una rara presencia a mis espaldas
con una risa atroz y muy nerviosa :
mas no escuchaba nada, ¡Qué tortura !
Sentir que alguien tocaba mis cabellos,
con su mano llegando hasta mi hombro,
sentir que iba a morir si lo escuchaba.
Cada vez más cercano se inclinaba
y yo para salvarme no quería
dar vuelta mi cabeza, ni moverme...
Giraban con horror mis pensamientos
como aves en un cielo de tormenta,
un sudor frío congelaba el cuerpo
y en aquel cuarto sólo se escuchaba
castañetear mis dientes atrozmente.

Y de repente se escuchó un crujido


y di un grito de horror enloquecido
como nunca se oyó salir de un pecho,
4
para caer de espaldas, yerto y tieso.

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