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Carles Ruben D 220 Anos Periodo Colonial Panama PDF
Carles Ruben D 220 Anos Periodo Colonial Panama PDF
TERCERA EDICION
PANAMA, R . ®E P .
1969
Dedicatoria
Dedico esta libro a los Miembros del Personal
Docente de la República que asistieron a los Cur-
sos de Verano en la Escuela Juan Demóstenes Aro-
semena, en donde tuve el honor de dictar una
serie de conferencias sobre asuntos variados de
nuestra historia colonial .
En la preparación de estas charlas con los
maestros sobre hechos sucedidos en el territorio
del Reyno de Tierra Firme -hoy Panamá- he
consultado a los mejor informados cronistas de
aquella época y a los comentaristas más autoriza-
dos de estos días, a fin de ofrecer a mis oyentes y
lectores una información la más completa de có-
mo se desarrolló la vida en Panamá en los días
que transcurrieron de 1519 fecha de la fundación de
la _ciudad de Panamá a 1739 año en que debió ce-
lebrarse la última feria de Portobelo .
Muy especialmente fueron motivo de estudio
los comunicados que aparecen en las copias de los
documentos de los Archivos de Indias que eran pro-
piedad de don Enrique J . Arce los que donó a la
Nación y se guardan en la Dirección del Archivo
Nacional de Panamá.
-5-
Así, pues, el único mérito que podemos presen-
tar como atenuante a nuestra deficiencia en la ex-
posición de tema tan vasto como interesante es el
de haber desentrañado y traído al conocimiento
del público y muy especialmente, de los aficiona-
dos a asuntos históricos, algunas informaciones to-
madas de la correspondencia escrita en Panamá
por Gobernadores, Obispos y Oidores de la Audien-
cia sobre asuntos económicos, políticos, militares,
eclesiásticos y de la vida social en aquellos días
de la Colonia .
Ojalá que este ensayo sea bien acogido y me-
jor aprovechado por el Personal Docente de la Re-
pública .
RUBÉN D . CABLES.
FUNDACIÓN Y CRECIMIENTO DE
PANAMÁ LA VIEJA
7
Recorrida la costa Pedrarias decidió el 15 de agosto de
1519, establecer en Panamá una ciudad que sirviera de
punto de partida a las exploraciones que se hicieran en las
costas del Mar del Sur . Así, desocuparía, lo más pronto
que le fuera posible, la ciudad de Santa María que le "era
odiosa" por haber sido fundada por Vasco Núñez de Bal-
boa.
Como dato interesante debemos hacer alusión (le un
Informe al Rey, suscrito por la Audiencia en 1610, en que
se esclarece que el primer asiento de la ciudad de Panamá,
fundada por Pedrarias "estuvo como media legua del lugar
que hoy ocupa, a donde los vecinos se mudaron por la co-
modidad del puerto y que su nombre se dedujo de haberse
fundado junto a unos árboles grandes que los naturales
llamaban "Panamá" . (1 )
- 9-
"No tiene esta ciudad otras aguas que las que vienen
del río de Las Lavanderas (Juan Díaz) -que está casi a
media legua de dicha ciudad- y en tiempo de verano se
suele secar y entonces los que no tienen cisterna beben
agua de un pozo que está como a mil pasos de la ciudad y
no muy buena agua .
Además, el puerto o rada de Panamá era poco profun-
do y hallábase expuesto a las contingencias de las altas ma-
reas y a los tumbos del mar, siendo esta. la causa para que
se volcaran o perdieran muchos buques . "La bahía se es-
taba cegando con rapidez ; en 1575 las naos de sesenta
toneladas todavía podían acercarse con mareas altas ;
pero en 1607 aún botes pequeños con frecuencia encontra-
ban dificultades . El puerto obligado fue Perico, a dos
millas de la costa, en forma de media luna, frente a la
desembocadura del Río Grande y del Cerro Ancón" . (1 )
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Cerrot Malanza
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PANAMÁ LA ANTIGUA
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Basado en un Plano hecho en 1609
por el Ingeniero Roda . cts-ese na • e e ecer
cárcel, una Casa del Cabildo ( 3 ) dos ermitas, una casa
para los Tribunales (4) con una Cárcel, trescientas
treinta y dos casas con techo de tejas, cuarenta casas pe-
queñas, ciento doce ranchos nativos de paja, dos puentes,
un mercado y un matadero . Esta descripción detallada si-
gue de cerca al plano de la ciudad que había preparado el
año anterior el ingeniero Roda . Hoy día las ruinas de los
principales edificios pueden identificarse fácilmente .
"Por regla general las ciudades españolas en América
seguían el plan común decretado en la Real Cédula de 1573 .
En el centro de la plaza principal había siempre el acos-
tumbrado pilar o poste de piedra o madera -la picota-
símbolo de la autoridad real ; y frente a la plaza se encon-
traba la Iglesia principal, el Cabildo y la Cárcel . Sus ca-
lles corrían en ángulos rectos, dividiendo la ciudad en áreas
rectangulares.
"Panamá, siguió este plan general y naturalmente se
dividió en una área oficial y mercantil, en la parte este de
la población, y en una área eclesiástica y residencial al
oeste, a lo largo de la plaza, con los barrios de Malambo y
Pierdevidas al norte y noroeste, respectivamente, donde
los indios y los negros tenían chozas primitivas" .
Calles Principales
Desde la gran plaza tres calles corrían al oeste : la de
La Carrera, que era la más cercana a la playa y que se
extendía también a la plaza pequeña en el lado este de la
ciudad . A lo largo de esta calle están las ruinas del Hos-
pital de San Juan de Dios, el Convento de San Francisco,
el Convento de La Merced y el Fuerte de la Natividad, que
se levanta a corta distancia al este del Puente de Piedra
en el camino de Cruces y Natá ; la Empedrada, que era la
próxima calle hacia el norte, corría entre la plaza princi-
3) Consejo Municipal .
1) La Audiencia .
pal y los jardines del convento de San Francisco y en ella
estaban ubicados el Convento de la Compañía de Jesús,
la Iglesia y el Convento de las Monjas de la Concepción ; y
más al norte una calle cuyo nombre no está bien conocido,
pero que a veces se menciona como calle del Obispo, proba-
blemente porque la casa del obispo estaba originalmente en
esta calle.
De sur a norte había siete calles ; la más importante
era la de Santo Domingo, que corría al lado oeste de la .
plaza principal y seguía más allá del Convento de Santo
Domingo, continuando por encima del puente del Rey y
era el comienzo del camino a Portobelo .
El Convento de la Merced
El Convento de la Merced fue el primero que se le-
vantó en la ciudad el año 1,522, cerca del estero donde se
echó el puente de piedra del Matadero y del sitio en que se
erigió el reducto de la Natividad . Se construyó con los
auxilios reales y las dádivas otorgadas por los particula-
res . La comunidad disponía de una renta de seiscientos pe-
sos anuales, un hato de cuatrocientas vacas en Pacora y dos-
cientas yeguas para atenderlo, a todo lo cual Su Majestad
agregó ciento cincuenta pesos como limosna especial .
En la Iglesia del Convento de La Merced, cumulga-
ron el día de los Santos Inocentes -28 de diciembre
de 1530- los miembros de la tercera expedición que Fran-
cisco Pizarro conducía a la conquista del Perú . Para di-
cho acto el presbítero Hernando de Luque, Vicario de la
santa Iglesia Catedral, celebró con toda solemnidad una
misa cantada y durante la cual predicó un sermón de oca-
sión el Padre Juan de Vargas, uno de los cinco religiosos
dominicanos que acompañaron la expedición . Durante la
misa el sacerdote dividió la santa hostia en tres partes co-
mulgando los tres contratantes, con religiosa devoción, en
testimonio de la garantía espiritual y divina con que re-
frendaban el cumplimiento de las obligaciones contraídas .
La Catedral
De todas las ruinas de Panamá la Vieja, la Catedral
es la mejor conservada . El edificio primitivo era de ma-
-20-
dera con techo de paja y fue construido poco después de
haberse fundado la ciudad . En 1535, en el lugar escogi-
do por Fray Tomás de Berlanga se erigió una estructura
de madera bajo la dirección del arquitecto español Antón
García. Años después, en 1578, hubo necesidad de restau-
rar el templo, insuficiente ya para albergar en su recinto
a la feligresía panameña . Esta construcción se dañó rá-
pidamente y para 1619 no prestaba seguridad alguna, a
pesar de las reparaciones que se le hicieron . Entonces se
comenzaron los trabajos para construirla de cal y canto, y
la obra se terminó en 1 .626 cuando fue consagrada . Sufrió
grandes daños en el incendio de 1644, pero fue restaura-
da en 1649 .
El Cabildo
De acuerdo con el mapa del ingeniero Roda, confec-
cionado en 1609, y la descripción de la ciudad enviada al
Consejo de Indias en 1610, el Cabildo estaba inmediata-
mente al sur de la Catedral ; pero cuando la Catedral fue
destruida por el terremoto de 1612 es probable que el Ca-
bildo también fuera destruido y reconstruido en el lado
de la plaza principal . "Pobres ruinas se muestran hoy en
pie de lo que un tiempo fuera suntuosa y magnífica cons-
trucción, tanta, que bien pudieron asegurar los cabildan-
tes de 1674 que la Casa Consistorial de la Antigua Pana-
má había costado doscientos cincuenta mil pesos . Verda-
dero o no este dato, es el caso que el edificio albergó en
su recinto durante ciento cincuenta años a una de las cor-
poraciones cívicas más apegadas a sus fueros y más celo-
sa de conservar el rango y prerrogativas que los monar-
cas españoles le otorgaron desde los primeros años de su
funcionamiento" .
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LAS CASAS REALES
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y parte de la costa de Honduras y Guatemala que corres-
ponde a la Mar del Sur" .
Después del párrafo que acabamos de transcribir, pa-
reciera demás insistir en demostrar por qué Panamá que-
dó condenada a no ser otra Cosa que tierra de paso, cami-
no del más allá . Descubiertas las tierras del Perú la ava-
lancha de los conquistadores pasó por el Istmo sin dete-
nerse, ansiosos de llegar cuanto antes a la rebatiña del oro,
allá en las tierras de los Incas . No valía la pena estable-
cerse en el Reyna de Tierra Firme, de limitados horizon-
tes y escasa población, cuando hacia el Sur se extendían
enormes imperios repletos de riquezas .
En 1533 el Licenciado Espinosa decía en una carta al
Rey : "arribó a puerto un navío lastrado y cargado de
oro y plata, sin traer ni poder traer más otra cosa, siendo
su capacidad cincuenta toneladas" . Así se explica por qué
"los vecinos han dejado las granjerías de las minas y los
oficiales mecánicos sus oficios" .
En todas partes estaba la gente alterada para irse al
Perú. Yo no los dejo ir, dice el Gobernador de los Ríos,
porque no dejen la tierra despoblada, aunque creo que tie-
nen razón de irse, porque viven en mucha miseria y ven
venir a sus criados cargados de oro y ellos sus amos, no
tienen que comer" . ( 1 )
Hacia allá fueron con Pizarro y Almagro, el Licencia-
do Espinosa, Bajadoz, de Soto y otros valientes capitanes
de Pedrarias, quienes le acompañaron en el descubrimien-
to de Castilla del Oro . En Panamá solamente se quedaron
los fatigados en las empresas y hazañas gloriosas de los pri-
meros días de la conquista, los que no tenían fuerzas o les
faltaba el coraje para seguir adelante y se conformaban
con quedarse en Panamá para recibir los beneficios de ese
continuo movimiento de cargas y descargas, de idas y veni-
das de la gente que atravesaba este puente del mundo, ca-
mino al Perú o de regreso a España .
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constantemente eran arrastrados por las crecidas del Río,
Mataznillo" .
Por otra parte, las mismas iglesias y ruinas de los
conventos en Panamá la Nueva demuestran que Pana-
má fue siempre una ciudad de segundo orden, la que en su
plenitud de crecimiento nunca pudo igualarse a las grandes
metrópolis hispano-americanas . Era una ciudad que vi-
vía del tráfico de las colonias que se extendían a lo largo
de las costas del Mar del Sur sin recursos ni medios eco-
nómicos para llevar vida propia . Panamá llevaba una vida
deslumbrante, aparatosa, pero ficticia, que se apagó al pri-
mer embate de la adversidad .
"Si hay vecinos ricos -expresaba en 1589 el Oidor
Antonio Salazar- es por razón de las contrataciones y
por los aprovechamientos de las recuas y barcos con que
transportan toda la carga que desemboca en Nombre de
Dios" y no podía ser de otra manera en un territorio de
tránsito como lo es y lo ha sido Panamá .
La llegada de la flota era el gran acontecimiento pa-
ra esta encrucijada entre los mares y punto de contacto
entre el comercio de la metrópoli y sus colonias . Tan
pronto se conocía la salida de la flota del puerto de Sevilla, .
el Presidente de la Audiencia, Gobernador de Panamá, co-
municaba al Virrey del Perú por medio de un barco de
aviso la fecha de arribo de la flota a Cartagena y Portobe-
lo. Generalmente, la flota salía de Sevilla en agosto, lo
que permitía que arribase al Istmo en la estación más sa-
ludable del año y en una época en que el transporte a tra-
vés de Panamá era más fácil y barato .
Al llegar la flota a Portobelo, -que bien podía com-
ponerse de treinta o' noventa barcos mercantes según las
necesidades del comercio- su Almirante bajaba de uno de
los buques de guerra para presentar a las autoridades del
puerto las instrucciones recibidas en España, quedando
por entonces sujeto a las órdenes del Presidente (le la Au-
diencia de Panamá. Los empleados de la Aduana poseían
- 27 -
facultad para visitar e inspeccionar los galeones, lo mismo
que las naos mercantes y si los galeones conducían parte
de la carga se colocaban guardias a bordo, como en los mer-
cantes, para evitar la salida clandestina de artículos no re-
gistrados . (2)
Por su parte, el Virrey hacía todas las diligencias pa-
ra que la gran armada del Perú llegara al puerto de Pe-
rico días antes de la llegada de la flota a Portobelo . La
armada transportaba del Perú el oro y la plata del Rey y
el dinero de los comerciantes peruanos que concurrían a
la Feria y sus buques venían cargados con los productos
de esa tierra : harina, azúcar, aceitunas, jabón, alpargatas,
jarcias, garbanzos, aceite y vinos . Lo que era de vender
se realizaba en al comercio local de Panamá, pero la carga
pesada del oro y las barras de plata eran desembarcadas
y transportadas a lomo de mulas a Portobelo tan pronto se
sabía de seguro la llegada de la flota al puerto .
Descargada la mercancía de la flota y ajustados los
precios se iniciaban las compras por los comerciantes de
Nicaragua, Perú, Quito y Chile que habían concurrido a
la feria a comprar sus mercaderías y las cuales pagaban
con monedas de oro y barras de plata . Días después, uti-
lizando las mismas recuas de mulas transportaban las mer-
cancías a Panamá o movilizaban la carga pesada en las
embarcaciones que remontaban el río Chagres hasta Cru-
ces, de donde se les llevaba hasta Panamá, a lomo de mulas .
Todo este ajetreo representaba dinero y utilidades pa-
ra los dueños de recuas y según opinión de informante de la
época "hay arrieros muy ricos y poderosos que traen gran-
des recuas de mulas con que han ganado y adquirido mu-
cha hacienda porque en tiempo de armada vale el flete de
una mula veinticinco y treinta pesos por diez y ocho le-
guas de camino . A veces los dueños de las recuas de mu-
las subían a su antojo el precio de acarreo entre Panamá
y Portobelo lo que obligó al Rey a dictar un Cédula Real
- 28 -
-en el año de 1618 `ordenando al Presidente de la Audiencia
señalara una tarifa oficial para evitar ese abuso en el aca-
rreo de las mercaderías por el Camino Real
En Panamá los bogueros de la bahía volvían a ganar
dinero al transportar las mercancías a los buques que ha-
bían permanecido anclados en Perico . "Además de los
bultos de mercaderías, la armada del Sur regresaba al Pe-
rú cargada con maderas y cueros curtidos y gran número
de negros bozales que los comerciantes adquirían de los
mercaderes portugueses, quienes tenían el negocio exclu-
sivo de los negros esclavos" .
En muchas ocasiones concurrían a Panamá junto con
la armada del Perú, navíos de particulares con registros
de plata para el puerto de Perico, cuyos dueños se queja-
ban a la Audiencia de Lima de que la carga que debía
movilizarse al Callao era monopolizada por los barcos de
la Armada, haciéndoles así una competencia ruinosa, razón
por la que el Oidor de la Audiencia de Lima, Licenciado
Cacho de Santillana sugirió al Rey "que los navíos de la
Armada salgan del puerto de Perico dentro de veinte o
treinta días a lo mas largo que surgieren en dicho puerto,
pues es término competente para proveerse de lo necesario,
después de haber entregado la plata y recibido los pliegos
y la carga y pasajeros que voluntariamente quisieran venir
y cargar en ellos, dentro de este plazo, sin fuerza ni vio-
lencia, a fin de que no se detengan más" .
Cuando no concurrían flotas los vecinos de Panamá
comerciaban con los vecinos del Perú, quienes venían a
comprar a esta ciudad y a vender a los pobladores de Tie-
rra Firme los artículos de su industria y cultivo .
Otras riquezas provenían de "la ganadería, por ser la
tierra espaciosa y beneficiada grandemente de agua y pas-
tos ; la pescadería de perlas y algunas minas de oro que
las había a cuatro leguas de esta ciudad" . (1 )
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Es curioso anotar que en 1607 había cincuenta y (los
hatos de ganado : diez y siete de ellos en el término de Pa-
namá, veintiuno en Chepo, seis en Chame, cuatro en Caimi-
to, dos en Perequeté, uno en Capira y otro en Sajalices
con un total de cincuenta y tres mil seiscientas cabezas . ( 4)
Así mismo hemos leído que el Rey Felipe II, variando
su línea general de conducta, era dueño y empresario en
la explotación de las ricas minas de Veraguas, en cuyos so-
cavones trabajaban para su beneficio más de trescientos ne-
gros esclavos . Al referirse al negocio de las perlas Oviedo
dice en su historia, publicada en 1547, que el quinto real
de las pesquerías de perlas ascendía a quince mil ducados
al año . Agrega que él mismo poseía una perla redonda
con peso de veintiséis quilates . Pedrarias Dávila pagó en
1515 en Santa María del Darién mil doscientos pesos por
una perla en forma de pera, de hermosísimo color que pe-
saba treinta y un quilates . Más tarde esta perla que era
conocida con los nombres de la Peregrina, la Huérfana, la
Sola, fue a parar a manos de la Emperatriz .
Según el informe de Vásquez de Espinosa escrito en
1612 "hay en Veraguas (Montijo) muchos aserraderos ele
preciosas maderas, de cedros y otras de estima, donde se
asierran tablas y tablones y otros maderos que se nave-
gan a Lima . Los aserraderos que hay en esta provincia
son los mejores y mayores que hay en la costa del Mar del
Sur, en los cuales y en los demás de la jurisdicción se fa-
brican navíos y fragatas para los que hay buenos y famo-
sos astilleros" .
Desde los tiempos de Balboa y Andagoya se construye-
ron en Tierra Firme los primeros barcos capaces de ir al
descubrimiento de las tierras de Nicaragua y del Perú y
esa tradición naviera subsistió porque "a fines del siglo
XVI habían unos diez grandes navíos en la bahía de Pa-
- 30 -
Rincón histórico en la Antigua Panamá .
-35-
clavitud a los naturales para que prestaran sumisión y
vasallaje, no obstante las instrucciones dadas a Pedrarias
para que su conducta fuese otra distinta" . (')
- 36 -
Así mismo, "quedó absolutamente prohibido que los
encomenderos ni personal alguno hiciese cargar a los indios
ninguna clase de carga, por pequeña que fuese, ni aún
para llevarla a corta distancia, aún cuando ellos mismos se
ofreciesen a ello" ; e igualmente "establecido que no se
permitiría el mal trato de los indios, azotándolos o permi-
tiendo que se les azotara y para evitar abusos en la com-
pensación de su trabajo, las autoridades en la colonia se-
ñalaron los precios de los salarios-que debían pagarse a los
indios que servían en las estancias o en las casas de los en-
comenderos . Finalmente los indios no se vendían ni podían
ser traspasados a otros encomenderos, ni tampoco podían
alquilarse ni prestarse so pena de perdimiento de dichos in-
dios . ( 2 )
"En su celo por proteger a los nativos el Rey tomó me-
didas para que los negros no vivieran con los indios porque
además de que los tratan mal se sirven de ellos, les quitan
lo que tienen inclusive las mujeres e hijas sin que traten
de resistirles y además, son corruptores de sus costumbres
y creencias" .
Con el propósito de hacer efectiva la protección de los
nativos varias cédulas reales fueron dictadas por el rey con
el fin de reglamentar y organizar la vida de los in-
dios . Era su primordial empeño reconcentrarlos y obli-
garlos a vivir en pueblos para instruirlos en la santa fe
católica, ampararlos y defenderlos en su libertad y mejorar
su vida y costumbres .
Para establecer un pueblo de indios su fundador pro-
curaba que el sitio fuera saludable, abundante en aguas pa-
ra el servicio y que sus tierras fueran hábiles para el cul-
tivo .
Marcados los egidos de la población se señalaba el cua-
dro de la plaza y el sitio para la iglesia, la que debía ser
-37-
capaz de dar cabida a la indiada ; así mismo, se determina-
ba lugares para la construcción de las casas reales, merca-
dos, cárceles, etc.
En los pueblos y ciudades se señalaban por escogen-
cia del Adelantado o del Gobernador, a cuyo cargo estaba
la colonización de la Provincia, los Regidores que formaban
el Cabildo y esta corporación nombraba los Alcaldes Ordi-
narios que eran autoridades civiles que impartían justicia
a nombre del Rey en los asuntos corrientes de la vida de
los habitantes del lugar .
En cada pueblo de naturales había un Corregidor que
llevaba la representación del gobierno español y por lo tan-
to era superior jerárquico de los Alcaldes Ordinarios .
Pero tan sanes propósitos quedaron las más de las ve-
ces sin cumplimiento y enterado el Emperador de los ma-
los tratamientos que se hacían a los indios, quiso remediar-
lo todo, como rey justiciero y celoso del servicio de Dios
y provecho de los hombres y así buscó personas de ciencia
y de conciencia que dictasen algunas leyes para gobernar
las Indias, buena y cristianamente .
Tan pronto fueron redactadas las Nuevas Leyes fue-
ron enviadas a América para su cumplimiento, provocan-
do con tal medida graves agitaciones entre los encomende-
ros que consideraban imposible su permanencia en Améri-
ca -si se les privaba del servicio de los indios . Donde más
se alteraron los colonos fue en el Virreinato del Perú en
donde renegaban de las nuevas ordenanzas reales y malde-
cían por ello a Fray Bartolomé de Las Casas .
Al comienzo los encomenderos apelaron del cumpli-
miento de las Nuevas Leyes y pidieron su revocatoria ; pe-
ro cuando les fue negada los colonos del Perú se atrevieron
a contradecirlas y proclamaron como Jefe a Gonzalo Piza-
rro, quien se declaró en abierta rebeldía contra el manda-
to real .
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Contrario a lo que sucedió en otros territorios la su-
presión de las encomiendas en Tierra Firme se efectuó sin
grandes trastornos ni agitaciones políticas . Por real cé-
dula fechada en 1549, el Rey Carlos V dictó órdenes espe-
ciales para que se cumpliera en el Reyno de Tierra Firme
su real mandato, documento este que se transcribe a conti-
nuación porque honra al Rey y es testimonio de los pro-
pósitos cristianos que el monarca español tenía para las
indiadas de América .
"Don Carlos, a vos, Sancho de Clavijo, nuestro gober-
nador de la Provincia de Tierra Firme, llamada Castilla del
Oro, salud e gracia ; sepades que nos, habiendo entendido
cuan pocos indios de los naturales de esa tierra hay vivos
al presente en ella y que ha sido gran causa de ello los ma-
los tratamientos que han recibido de las personas que los
han tenido y tienen encomendados, hemos acordado para
que los que han quedado puedan multiplicarse y ser instruí-
dos en las cosas de nuestra santa fé católica, mandarlos
poner en libertad como están los de las islas Española y
Cuba y así a vos, mandamos, que luego que esta recibiéseis,
pongáis en libertad a todos los indios que al presente son
vivos en esta provincia, no importa que estén encomendados
a personas particulares, por cuanto es nuestra voluntad que
los indios no sean molestados con tributos ni otros servicios
reales, ni personales ni mixtos, más de como lo son los es-
pañoles que en esas provincias residen y se les deje holgar
para que mejor puedan multiplicarse y ser instruidos en las
cosas de nuestra santa fé y que a los indios que vos, pusié-
reis en libertad les preveis de personas religiosas, que los
administren e instruyan en las cosas de nuestra santa fe
católica, e vos, particularmente, tendréis muy gran cuida-
do de procurar como sean muy bien tratados y daréis or-
den para que vivan en pueblos, lo cual así haréis y cumpli-
réis a pesar de cualquiera apelación o suplicación" .
Después de leer los documentos del Archivo de Indias
referentes a esta orden, es de justicia hacer mérito de la
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acuciosidad y empeño leal de como don Sancho de Clavi-
jo, Gobernador de la Provincia de Tierra Firme, llamada
Castilla de Oro, dió cumplimiento en 1552 al mandato del
Rey .
Por bandos y con los consabidos redobles de tambo-
res, el Gobernador notificó e hizo citación a todos los colo-
nos para que denunciaran las piezas de indios que tuvieran
en su poder o encomienda, excitando a los poseedores a
que presentaran sus credenciales para exigir los servicios
de éstos como esclavos . Para la defensa de los indios nom-
bró un apoderado, defensor de los indios, en el caso de que
los interesados apelaran de la sentencia del Gobernador .
Mas de cien páginas manuscritas, llenas de autos, senten-
cias y apelaciones forman el legajo confeccionado para re-
clamar la libertad de los indios en Tierra Firme, proclama-
da por el Rey Carlos V.
Es de observar que la gran mayoría de los indios de-
nunciados en esclavitud eran traídos del Perú, de Nicara-
gua y Venezuela, ya que los indios panameños estaban en
libertad, congregados en comunidades o pueblos de natura-
les, como Penonomé, Olá, Atalaya, San Francisco, Chepo,
Taboga, bajo el gobierno o catequización de misioneros que
les enseñaban la fe y religión católica .
En carta de 5 de octubre de 1529, Francisco Castañe-
da, Alcalde Mayor de León, Nicaragua, denunciaba al Rey
"que se herraban muchos indios libres por esclavos -in-
dios tomados en guerra- y que un criado de Pedrarias, que
se dice Diego de Vega, tenía licencias adelantadas para
sacar más de mil indios esclavos para comerciarlos en Pa-
namá" .
Como ninguno de los poseedores de estos indios decidió
quedarse con ellos a condición de reconocerles un sueldo
por sus servicios, tal como lo ordenaba el mandato real y
como no había medio para trasladarlos a su país de origen,
tal como lo disponía el Rey, don Sancho de Clavijo dispuso
- 40 -
repartir la indiada por grupos de conformidad con su
lengua en tres distintas comarcas .
"Un año después de liberados los indígenas se man-
daba a la isla de Otoque a los venezolanos ; los nicaraguen-
ses a las regiones del cerro de Cabra hasta el río Caimito
y los restantes a la isla de Taboga . En cada estableci-
miento se ¡rigió un edificio para iglesia, con cura que hi-
ciera la doctrina ; se nombró un cacique para el gobierno de
cada núcleo y un maestro de agricultura para enseñar el
cultivo de la tierra, a cuyo fin también se proveyó a los in-
dígenas de instrumentos de labranza" .
A pesar de que un Presidente de, la Audiencia infor-
maba al terminarse el siglo XVI "que aquí no hay indios
ni gente entretenida con esperanzas de encomiendas", poco
después, en 1620, el gobernador de Veraguas, don Lorenzo
del Salto, "solicitaba al Rey se sirviera enviarle doscientos
soldados para sacar de las montañas situadas en la Cordille-
ra Central cinco o seis mil indios de guerra, bárbaros infie-
les, sin luz del verdadero Dios, para instruirlos en nuestra
Santa fé católica" . Pedía, así mismo, autorización "para que
los indios que conquistase por armas, los pudiera encomen-
dar y repartir entre las personas que ayudaran en la con-
quista" .
La finalidad de esta proyectada expedición guerrera
contra los indios de Veragua está bien clara y los motivos
para llevarla a cabo el mismo gobernador don Lorenzo
del Salto los expone cuando informaba "que en la provin-
cia de Veragua hay en su contorno cinco ciudades y siete
pueblos, de indios de paz, que tendrán entre todos novecien-
tos, que están encomendados a los beneméritos, siendo la,
mayor encomienda de cuarenta indios y muchas de doce y
paga cada uno a su encomendero de tributo, seis pesos de
a ocho reales cada uno o seis fanegas de maíz, que es lo
mismo que trigo, pues sirve de pan en esta tierra" . Es-
tas ciudades "que la mayor no tenía más de cuarenta ve-
cinos españoles" eran Remedios, Alanje, Santa Fe, Monti -
jo, y la recién fundada población de Nuestra Señora de Las
Palmas en cuyas minas laboraban más de trescientos ne-
gros esclavos, provenientes de la Concepción de Veragua .
A. esta solicitud de don Lorenzo del Salto referente
al servicio de los indios y renovación de las encomiendas,
replicaba el Rey que era injusto e inhumano la revoca-
ción de las órdenes dadas y que la "cédula que PROHIBE'
LOS SERVICIOS PERSONALES es el fundamento y con-
servación de las Indias y del derecho de los indios y así ex-
cusaréis hablar en semejante plática, por el escándalo que
de lo contrario resulta, mayormente, siendo vos, goberna-
dor, a cuyo cargo está la ejecución de todo esto" .
Y en relación con la proyectada expedición advertía
el Rey al señor gobernador de Veragua : "el estado de la
Real hacienda no está por ahora de manera que pueda em-
plearse en estos gastos . Debéis valeros de vuestra pruden-
cia y-cuidad o para mover algunas pláticas de paz con es-
tos indios de guerra, de manera que por esos medios se
consiga la pacificación que se pretende . Para eso, será a
propósito, que les deis a entender las buenas condiciones
con que serán recibidos y si hubiere algunos religiosos que
sepan la lengua, será muy a propósito que os valgáis de
ellos, para que traten con los caciques y cabezas de tales in-
dios las mercedes que se les harán y comiencen a entablar
lo principal que es la predicación evangélica" . (3 )
Tal vez a estos razonamientos y órdenes reales se de-
bió el viaje de catequización dé fray Adrián de Santo To-
más por las tierras del Guaimí, en ese mismo año, 1620 .
De lo expuesto puede apreciarse que mientras el Rey
Carlos V era justo y humanitario y daba instrucciones
para que "los indios no fueran molestados con tributos ni
otros servicios reales, ni personales, ni mixtos, más de como
- 42 -
lo son los españoles que en esas provincias residen" tan no-
bles propósitos no podían tener cumplimiento en los do-
minios de América en donde imperaba la fuerza y la ava-
ricia, había siervos y señores y en donde el indio tenía
valor comercial y era como moneda corriente o bestia de
carga y trabajo del que se esperaban los mayores rendir
mientes .
- 43 -
los pobladores de la región construyeran viviendas en la
ciudad, obligándoles concurrir a Natá, regularmente los do-
mingos, para asistir a los oficios religiosos, recibir los sa-
cramentos y mantenerlos dóciles al mandato de las autori-
dades. Al efecto, distribuyó solares en las plazas y calles
principales de la ciudad y desde esa época, Natá aumentó
su población urbana y llegó a merecer el título de ciudad y
ser el centro principal y de partida para la colonización
de la Provincia de Veragua .
Fue durante su gobierno que el Presidente de la Au-
diencia de Panamá, don Francisco Valverde y Mercado,
fundador de Portobelo, Gobernador y Capitán General de
Tierra Firme dió el aviso de que naves enemigas merodea-
ban en el mar Caribe a la altura de Cartagena de Indias,
por lo que el acucioso don Juan de Arrola, Gobernador de
la Provincia de Veragua, Alcalde Mayor de la ciudad de
Natá y de la Villa de Los Santos, ordenó tocar tambores,
levantó banderas y por bando hizo pregonar en las expresa-
das ciudades y en San Pedro del Montijo, Santa Fe, Reme-
dios y Alanje la orden de concentración de todos los varo-
nes hábiles de 16 a 60 años para tomar las armas en de-
fensa de los territorios de su majestad "so pena de caer e
incurrir en desgracia ante su augusto soberano y en per-
dimiento de todos los bienes, los cuales desde luego le se-
rían confiscados y puestos a nombre del Rey" .
En cumplimiento de tal orden se reunieron e inscri-
bieron en la plaza mayor de Natá más de doscientos cin-
cuenta vecinos de esos contornos, los cuales se presentaron
armados de sus respectivas armas -arcabuces, espadas y
lanzas-- y desfilaron en revista ante el Teniente del Alcal-
de Mayor, don Francisco Martínez de Leyva y juraron de-
fender los dominios de su soberano y señor .
44 -
EL DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA DEL PERU
CAPITULO IV
-48-
Cristóbal Vaca de Castro, nombrado Gobernador
del Perú
(3) Roberto Levillier. Tomado de Cartas y Papeles de los Gober-n antes del Perú . Tomo I.
(4) Alcedo y Herrera . Piraterías en la América Española .
- 50 -
de 1544, con el título de Virrey del Perú, Gobernador, Ca-
pitán General del Reyno de Tierra Firme y Chile .
Traía Blasco Núñez Vela instrucciones para hacer
cumplir las reformas establecidas y al desembarcar en
Nombre de Dios dió órdenes a los miembros de la Audien-
cia que decomisasen ciertos embarques de oro y plata des-
tinados a España por considerar que éstos eran el produc-
to de la explotación de los indios que trabajaban como es-
clavos en los socavones de las minas . Al llegar a la ciu-
dad de Panamá actuó en forma similar al liberar y retor-
nar a su tierra (le origen a cientos de indios capturados en
el Perú .
En Lima, Núñez Vela, ordenó el encarcelamiento de su
antecesor Licenciado Vaca Castro por las críticas que ha-
cía a sus procedimientos autoritarios al implantar las nue-
vas ordenanzas que habían promovido tan hondos resen-
timientos entre los colonos del Virreinato . Además Blas-
co Núñez Vela tenía informes comprobados de los malos
manejos de su antecesor, quien había logrado valiosos apro-
vechamientos con el trabajo y explotación de los indios .
En vista de la situación creada y cuando su conduc-
ta se hizo intolerable, la Audiencia -que él mismo había
formado- animada por las excitativas de don Gonzalo
Pizarro y sus secuaces, dispuso desconocer su autoridad,
apresándolo y embarcándolo para Panamá en el mismo na-
vío de la Armada del Sur en que tenía preso a su prede-
cesor Vaca de Castro .
Era guardián del Virrey Núñez Vela uno de los Oi-
dores de la Audiencia, quien debía acompañarlo hasta Tie-
rra Firme para (de allí embarcarlo y remitirlo a España a
disposición de su Majestad . "Pero el Oidor -dice Dio-
nisio Alcedo y Herrera-, luego que el bajel se hizo a la
vela en el puerto del Callao, le dijo al Virrey que sólo ha-
bía admitido la comisión con el fin de asistirle y servirle
como a su superior y en tal reconocimiento ponía el navío
a su disposición . Ya en libertad el Virrey dispuso que el
barco tocase en el puerto de Túmbez en donde comenzó a
alistar ejércitos para la reconquista de Lima" .
Enterado Gonzalo Pizarro de los propósitos de Blasco
Núñez Vela fue a su encuentro, enfrentándose ambos pe-
queños ejércitos en el llano de Añaquito . Avistáronse los
contendientes en la sangrienta batalla que lleva este nom-
bre, en la que resultó triunfante, el rebelde Pizarro y el
Virrey vencido y muerto con la mayor parte de su gente
y con el ignominioso estigma de poner su cabeza en la
picota de la ciudad de Lima .
- 52 -
bajo esa impresión los comisionados volvieron a Panamá y
dieron cuenta a los vecinos de la gente que traía Bachicao,
la cual exageradamente calcularon en trescientos soldados .
Enterado Bachicao de que en la ciudad se preparaban
para la defensa se dió prisa para navegar hacia el puerto,
atrapando los buques surtos en la bahía. Y para
escarmiento de los remisos a cumplir sus órdenes,
mandó colgar al piloto de una nave que no quiso amainar
las velas y as¡ colgado de la entena lo exhibió a la vista do
los otros capitanes y marinos que contemplaron horroriza-
dos tan macabro espectáculo . Ante este gesto de barbarie
quedaron amedrentados los de la ciudad, permitiendo la
entrada de Bachicao y sus flamantes expedicionarios que
no sumaban a ochenta .
"Dueños de la ciudad los peruleros -que así se lla-
maban a los del Perú- dieron rienda suelta a los vicios y
los facinerosos soldados, viéndose en ciudad tan próspera y
poblada, juntábanse en cuadrillas y con amenazas eran
provistos de piezas de seda y otras cosas y comían a su
sabor, y como desde la ciudad de Nombre de Dios venían
recuas cargadas de las mercancías que en aquel puerto se
descargaban, juntos, algunos do estos soldados salían a los
caminos y descargaban las mulas y tomaban lo que en
ellas venía y hacían así grandes robos a los mercaderes que
en tal trance temían por sus vidas . Era tanta la desorga-
nización del gobierno de Tierra Firme que algunos de los
vecinos andaban por la mar huyendo y otros estaban en Na-
tá temerosos de Bachicao y su soldadesca" . (5 )
Después que el tirano Bachicao se hubo aprovisionado
de vituallas y metido en sus buques la mayor parte de la
artillería que había en el reino de Tierra Firme mandó a
sus capitanes que levara nanclas y con más de quinientos
soldados puso rumbo hacia las costas peruanas para engro-
- 53 -
sar las filas de Gonzalo Pizarro, quedando los vecinos de
Panamá tranquilos, sólo con la pena de que unos escasos
ochenta enemigos del Rey se hubieran adueñado de la ciu-
dad de Panamá en donde había disponibles no menos de un
millar de leales servidores de S . Majestad .
- 55 -
Llega a Panamá el Comisionado Regio don Pedro
de la Gasca, e Hinojosa se somete al mandato
del Rey
Mientras los acontecimientos que acabamos de narrar
se sucedían en el Reyno de Tierra Firme, en la Corte de Es-
paña se vivía en la mayor ansiedad por resolver la re-
belión en el Perú, pues una revuelta de tal magnitud era
un asunto demasiado serio para ser desatendida y dejarla
prosperar. Era necesario buscarle una solución rápida y
al efecto, se decidió enviar un nuevo Presidente a la Real
Audiencia de Lima con poderes extraordinarios y el hom-
bre escogido para esta misión difícil y delicada fue Pedro
de la Gasca, un clérigo y consejero de la Inquisición . Con
un pequeño séquito que incluía al Mariscal Alonso de Alva-
rado y al Adelantado Pascual de Andagoya, Gasca, partió
de San Lúcar el 26 de mayo de 1546 . En Santa Marta,
donde arribó, se quedó perplejo con las noticias de la victo-
ria de Pizarro ni Añaquito y la muerte del Virrey Núñez
Vela en ese campo fatal .
Cuando llegó de la Gasca a Nombre de Dios encontró
a Mejía en posesión del lugar y a órdenes de Pizarro . En
esta forma, Gasca, se halló en un difícil predicamento ; pe-
ro como era un hombre capaz y de grandes recursos se
comportó a la altura del momento, haciendo público un
perdón general para todos los que quisiesen volver al Rey
y prometió considerar la revocatoria de las disposiciones
que más oposición habían merecido en el Código de las
Nuevas Leyes, referentes a la relación entre los indios y
sus encomenderos . Con esta medida pacificadora privó de
un solo golpe todo argumento a los revoltosos y el propio
Mejía se pasó al lado del nuevo Presidente don Pedra de la
Gasea .
Hinojosa en Panamá, fue más difícil de convencer de-
bido a su vieja amistad con Gonzalo Pizarro, de quien ha-
bía recibido el encargo de dirigir su flota y controlar a Pa-
namá . En las conversaciones habidas con el Presidente
- 56 -
Gasca fue el empeño de Hinojosa justificar la sublevación
de su Jefe Pizarro, debido a los abusos e intransigencias
del Virrey Núñez Vela ; y en su deseo de servirle ofrecióse
para escribir a Pizarro, pidiéndole que acatara la autori-
dad del Rey y que permitiera el paso libre al Perú del
Presidente de la Gasca y su Comitiva Real ; pero al enterar-
se por las noticias que traían los pasajeros que venían del
Sur, acerca del rumbo que llevaban los acontecimientos en
el Perú y de lo mal aconsejado que estaba su amigo y jefe
Gonzalo Pizarro, resolvió, de acuerdo con sus tenientes, en-
tregar la flota al Presidente de la Gasca, sometiéndose así
a la autoridad del Rey.
- 57 -
Este ejército, en el cual estaba incorporada la fuerza de 300
soldados de Centeno, caídos prisioneros en Huarina, no pres-
taba mucha confianza ; además, el trabajo de catequización
desarrollado, secreta y cuidadosamente, por los agentes de
La Gasca dentro de las mismas filas rebeldes iba pronto a
dar su fruto .
El procedimiento produjo admirables resultados, pues
las desersiones en las huestes de Gonzalo Pizarro fueron tan
numerosas que cuando se enfrentaron a las del Presidente
La Gasca, solo contaban unos 250 piqueros ; pero éstos se le
evaporaron, refugiándose en las montañas y los demás se
entregaron con la esperanza de ser perdonados .
Confundido Gonzalo por tan inesperado desastre pero
más aún al ver como lo habían abandonado amigos de quie-
nes jamás hubiera podido creer que iban a traicionarlo en
el momento de prueba, le parecía un sueño lo que veía . De-
cidido se dirigió al cuartel general realista . Iba a caballo,
pero seguíanle a píe sus tres compañeros . Habrían recorrido
ya unos 300 pasos cuando se les apareció un jefe militar rea-
lista seguido de varios soldados, al cual le preguntó Gonzalo
quién era y qué grado tenía .
-Yo soy Diego de Villavicencio, Sargento Mayor del
Campo Imperial .
-Pues yo soy el sin ventura Gonzalo Pízarro -dijo és-
te a su vez; me rindo al Emperador .
La Gasca, solo contaban unos 250 piqueros ; pero éstos se le
tado arrebatarle al Emperador la parte más valiosa del Im-
perio Colonial español en la América Meridional . En conse-
cuencia le increpó haberse alzado con la tierra de S . M ., he-
chóse nombrar Gobernador de ella sin contar previamente
con el asentimiento de la Corona y haber dado muerte en
batalla campal al Virrey Núñez Vela .
Como Gonzalo hablaba con cierta aspereza y energía, la
Gasca no pudo sufrir semejante desacato ; por consiguiente,
alzó el tono de su voz, y en presencia de los allí congrega-
dos le replicó que no le bastaba haber sido desleal a su Rey
sino también ingrato al desconocer las mercedes conferidas
por el Emperador al marqués Don Francisco Pízarro, las cua-
-58-
les no solamente lo enriquecieron a él sino a sus demás her-
manos ; pues a todos los levantó el Emperador del polvo de
la tierra para transformarlos en potentados . "Vuesa mer-
ced -terminó el Presidente- no hizo nada en el descubri-
miento de este territorio . El marqués fue quien lo descubrió
y conquistó . Cual súbdito leal a su soberano y agradecido
caballero reconoció siempre la merced que el Emperador le
había hecho"
Gonzalo le dio la siguiente contestación que transcribe el
cronista Garcilaso de la Vega en su Comentarios Reales : "Se-
ñor, para descubrir la tierra bastó mi hermano solo ; mas
para ganarla como la ganamos a nuestra costa y riego, fui-
mos menester todos los cuatro hermanos (1) y además nues-
tros parientes y amigos . La merced que Su Majestad hizo
a mi hermano fue solamente el nombre y título de marqués,
sin darle estado alguno ; si no, ¿dígame cual es? Y no nos
levantó del polvo de la tierra porque dende que los godos
entraron en España, somos caballeros hijosdalgos de solar
conocido. A los que no son podrá Su Majestad con cargos y
oficios levantar del polvo en que están ; y si éramos pobres,
por eso salimos por el mundo y ganamos este imperio y se
lo dimos a Su Majestad, pudiéndonos quedar con él, como
lo han hecho otros muchos que han ganado nuevas tierras" .
Mas enojado el Presidente dijo en alta voz : "Quitenme-
lo, quitemenlo de aquí, que tan tirano está hoy como ayer" .
Luego un Consejo de Guerra abrió el juicio contra los jefes
alzados y los condenó a ser decapitados . Las cabezas de Pi-
zarro y Carvajal fueron llevadas a Lima ; allí se les colocó en
la Plaza pública sobre un bloque de mármol situado dentro
de una cerca de hierro. En la parte superior se puso el si-
guiente letrero :
"Esta es la cabeza del traidor Gonzalo Pizarro
que dió batalla en el valle de Jaquijahuana
contra el estandarte Real del Emperador" .
Restablecido el orden en el Perú, organizada en buen
pie la hacienda, restablecida la Audiencia y recuperada al-
gunas sumas del Tesoro Real robadas por Gonzalo Pizarro
y sus secuaces, comenzó La Gasca a reunir todo el dinero
-59-
que le correspondía al Emperador de los quintos reales, de
las confiscaciones a los rebeldes y de otras fuentes más .
Al embarcarse La Gasca en el Callao el 27 de enero de
1550, trajo consigo a Panamá ciento treinta mil trescientos
setenta y cinco pesos de oro pertenecientes a la hacienda
real . Ya anteriormente había remesado a Panamá al cuida-
do del General Hinojoza la primera partida de barras de pla-
ta con un peso de 97 .800 libras, que tenían un valor de
970.790 pesos oro .
DIEGO DE ALMAGRO (EL MOZO)
Don Diego de Almagro años más tarde conocido como Mariscal
Almagro era propietario de una hermosa y extensa granja cerca de
río Chagres, en la cual trabajaban varios indios e indias . Al cabe
de algún tiempo el amo enamorose de una de las indias llamada Ana
Martínez, hizo la su concubina y engendrole un hijo, el único que tu-
vieron, venido al mundo el año de 1520 . En la pila bautismal reci-
bió el nombre de su padre y fue Francisco Pizarro, el padrino y la
abuela materna, la madrina y Sebastián de Belalcazar, el padrino de
confirmación.
Almagro era un analfabeta complete, pues no sabía ni siquiera
escribir su nombre y apellido ; pero no quiso que su hijo siguiera la
misma senda, sino al contrario que fuera un joven educado e ins-
truido . Tócole al padre Hernando de Luque ser su primer maestro ;
y después, a medida que fue progresando en sus estudios, tuvo otros
más .
A petición del viejo Almagro el Emperador Carlos V, por Cédula
de 1529 transformó en hijo legítimo, al hijo natural de la india Ana
Martínez y cuando murió ésta el joven Almagro fue llevado al Perú
en 1535 por Francisco Martín de Alcántara, hermano materno del
Gobernador Don Francisco Pizarro, quien lo hospedo en Lima y des-
pués lo envió al Cuzco para reunirse con su padre que había mar-
chado a la conquista de Chile .
Poco después sobrevino el rompimiento entre Pizarro y Alma-
gro y luego que Hernando Pizarro venció en la batalla de Salinas
al Mariscal Don Diego de Almagro, dispuso que Don Alonso Alva-
rado llevase a Lima al joven Almagro para entregárselo al Márquez
Don Francisco Pizarro ; más habiendo, encontrado Alvarado al gober-
nador en Jaula, allí se lo entregó .
-60-
El joven Almagro pidiole a su padrino clemencia para su an-
ciano padre suplicándole que no le quitara la vida . Pizarro, hipó-
critamen,podsvcelpromtióquensríacod
muerte, pero ya tenía resuelta de antemano la decapitación de su
antiguo socio y compadre . Remitió a Lima a su joven ahijado y or-
denó que lo hospedaran en su propia mansión -la de Pizarro- y lo
trataran con todas las consideraciones como si fuera su propio hijo .
Huérfano, sin recursos, pasando indecibles necesidades, dejó que
sus partidarios asesinaran al odiado Francisco Pizarro y lo procla-
maran Gobernador del Perú . Pidió su confirmación a la Audiencia
de Panamá, pero ésta no le contestó y dejó al Consejo de Indias que
resolviera el asunto . Nombrado Vaca de Castro como nuevo Gober-
nador en el Perú en reemplazo de Pizarro, el joven Almagro se le-
vantó en rebeldía . Hecho prisionero en la batalla de Chupas, fue lle-
vado al Cuzco y condenado a muerte .
Salió a la misma plaza donde fue sacado el cadáver de su padre,
para rendir la vida a manos del mismo verdugo . Salió sereno, y
mostró indignación al oirse llamar traidor por boca del pregonero .
Habiendo recibido con devoción los últimos auxilios, murió muy cris-
tianamente, pidiendo que sus huesos se sepultaran en el mismo lu-
gar bajo los de su padre .
- 63 -
que cualquier ejército que fuera enviado de España contra
ellos no le fuera posible encontrar medios de subsistencia,
lo que les permitiría embarcarse hacia el Perú con un
fuerte contingente de tropas y proclamar a Hernando co-
mo Rey en la tierra de los Incas .
Este era un plan muy vasto en su concepción pero
requería un genio para llevarlo a cabo y entre los rebel-
des no había tal caudillo para realizarlo ; mientras, en el
campo contrario, tenían como adversario a un hombre de
probada habilidad, como era el Comisionado don Pedro de
la Gasea .
Don Pedro de la Gasca había arribado del Perú en
marzo de 1550 con monedas y piezas de oro por valor de
once millones de castellanos . La responsabilidad de trans-
portar un tesoro tan grande lo llenó de ansiedad y aunque
la flota no había llegado aún a Nombre de Dios, pensó co-
mo medida prudente-poner a buen recaudo sus barras de
oro, sacándolas de Panamá tan pronto como fuera posible .
Al efecto, despachó mil ochocientas mulas cargadas de oro
y plata a Cruces rumbo al poblado de Chagres donde po-
dría esperar con más seguridad la llegada de la flota .
Pero sucedió que mientras don Pedro de la Gasca y el
Gobernador Clavijo se movilizaban con el tesoro por el ca-
mino de Cruces, los hermanos Contreras y sus coopartida-
rios irrumpían en Panamá y pudieron entrar a la ciudad
sin oposición alguna gritando : "Muera el Traidor". Viva
el Príncipe Contreras, Capitán General de la Libertad .
Dueños de la ciudad, la cual habían asaltado en las ho-
ras del amanecer, les fue fácil apoderarse del Tesoro Real
y de todas las armas y municiones disponibles . Al Obis-
po y a los Oficiales se les perdonó la vida bajo juramento
de aceptar los hechos cumplidos .
En tanto, Pedro se posesionó de los barcos anclados
en la bahía y Salguero con un destacamento de caballería
se apresuró a alcanzar a Gasca y capturar el Tesoro . Her-
- 64 -
nando, después de dejar a Bermejo a cargo de la ciudad
siguió también tras de Gasca .
Después de esta movilización del Capitán Salguero y
del propio Hernando, en persecución del comisionado Gas-
ca, el capitán Bermejo adoptó una decisión infantil y ab-
surda. Considerando que las fuerzas destacadas al alcance
del tesoro no eran lo suficientemente fuertes, dejó a Pana-
má al cuidado de Don Pedro Contreras ; pero tan pronto co-
mo abandonó la ciudad surgió una contrarevolución enca-
bezada por el Obispo Fray Pablo Torres a la cual se unieron
multitudes excitadas, gritando : Viva el Rey . Mueran los
tiranos . . . ! !
Mientras estas cosas sucedían en Panamá, Bermejo
supo en Chagres de la grave situación creada a sus espal-
das por la que despachó correos a gran prisa para alcan-
zar a Salguero y a Hernando, informándoles de lo que su-
cedía y devolviéndose él a marcha forzada hacia Panamá .
Aunque Bermejo y sus hombres se encontraban com-
pletamente desgastados por la larga y pesada marcha in-
sistió en atacar la ciudad la misma noche de su llegada, a
pesar de que para mayor complicación encontró que las
condiciones en la ciudad habían cambiado totalmente .
Las calles estaban defendidas por barricadas y desde
los techos de las casas las tropas leales al Rey disparaban
tan certeramente que habían detenido el avance del ejérci-
to invasor, obligándole a retirarse a extramuros . Enfure-
cido por el fracaso, Bermejo fue a replegarse a una estan-
cia inmediata, jurando venganza y prometiendo prender
fuego a la ciudad la noche siguiente y asesinar a todos sus
defensores .
Al enterarse los pobladores de Panamá de las amena-
zas proferidas por Bermejo se prepararon a su propia de-
fensa y en vez de esperar el ataque, emprendieron la mar-
cha, llevando la pelea al campo enemigo . Tomado de sor-
presa Bermejo con este movimiento inesperado se retiró a
- 65 -
una colina de la vecindad, la que hoy se conoce con el nom-
bre de "Cerro de la Matanza", en donde se le unió Salgue-
ro, quien se había apresurado a darle ayuda .
En estas alturas, frente a la ciudad, se encontraron
las dos fuerzas contrarias, resultando derrotados los re-
beldes . Más de noventa murieron en el campo- de batalla,
incluyendo a Bermejo y Salguero . El resto fue hecho pri-
sionero y en la cárcel fueron apuñaleados sin ninguna con-
sideración .
Pedro de Contreras, quien se mantenía en la bahía
huyó con dos barcos abandonando sus otras naves . Obli-
gado a desembarcar con sus compañeros en punto de Hi-
guera, los que no fueron capturados murieron de hambre
o fueron exterminados por los nativos .
Hernando, quien había avanzado hasta la sierra de
la Capireja, en persecución del Comisionado Casca, tomó el
curso del río Chagres y se apresuró a, regresar en ayuda
de Bermejo y Salguero ; pero al tener conocimiento
del resultado de la batalla de Panamá, desbandó sus
fuerzas y dejó qué cada hombre tratara de llegar lo
mejor que pudiera a la costa del Mar del Sur con la espe-
ranza de ser recogido y auxiliado por los barcos que co-
mandaba su hermano Pedro .
El Jefe de esta expedición desventurada y algunos
le sus amigos alcanzaron el Pacífico y se hicieron a la
mar en una canoa, pero una tormenta violenta los hizo de-
volver a la playa donde se dispersaron . Vadeando un río,
Hernando, quien estaba debilitado por el hambre y la fa-
tiga, pereció ahogado . Su cuerpo, cuando fue recogido por
sus compañeros, se le identificó por un ornamento que usa-
ba alrededor del cuello . Su cabeza, sobre la que pretendió
ceñir una corona, fue cortada y expuesta a la vista del pú-
blico en la plaza de Panamá .
Su intentona deformar un imperio para si en la Amé-
rica fue indudablemente una locura y ciertamente no es-
- 66 -
taba fundada en la razón y el derecho ; pero si en la eje-
cución de sus planes hubiera tenido un poco más de tacto,
habría logrado adueñarse de Panamá y crear así al menos
una amenaza inquietante para el poderío de 1 a monarquía
española en el Nuevo Mundo . (2)
- 67 -
dro de Urzúa, después a su sustituto, el nuevo gobernador,
Hernando de Guzmán, proclamado por ellos mismos Prín-
cipe del Cuzco y más tarde con el correr del tiempo a todos
los que se opusieron a sus nefandos propósitos . Fue tan-
ta la influencia de Lope de Aguirre que muchos soldados,
engañados por sus falaces promesas le siguieron en su
abierta y decidida rebelión contra la autoridad del Rey .
Talvez les exaltaba y decidía a tomar el mal camino los
ofrecientos para cuando ellos, los Marañones -como así
se llamaban entre si, los que habían emprendido esta em-
presa de explorar el Río Marañón- regresaran al Perú
dueños de vidas y haciendas.
Figura en este torbellino de pasiones bajas, una mujer,
doña Inés de Atienza, compañera de don Pedro de Ursúa,
la "cual lo tenía, como hechizado y por ella se regía y go-
bernaba" . Esta mestiza, hija de una india del Istmo fue
motivo de grandes altercados amorosos que culminaron en
episodios sangrientos entre sus propios compañeros de ar-
mas . Sin embargo, dama tan discutida fue víctima de la
inflexibilidad de Lope de Aguirre que la consideraba con-
traria a sus ambiciosos proyectos para adueñarse del Perú .
Imposibilitados los revoltosos para regresar al Perú
por el río Marañón, cuyo curso navegaban, tomaron la de-
cisión de salir al Atlántico y hacer escala en la isla Mar-
garita en donde por la poca resistencia que les podían ha-
cer se proverían de lo necesario para ir derecho a Nombre
de Dios, ciudad que sería asaltada de noche, poniendo de
inmediato guardia en la sierra de Capireja para evitar que
se les diera aviso a los vecinos de la ciudad de Panamá .
Asegurado Nombre de Dios y el Paso de la Capira sor-
prenderían a Panamá, aprisionando y matando a los repre-
sentantes del Rey y luego de hacer las mismas crueldades
y robos que en Nombre de Dios, tomarían y asegurarían
todos los navíos surtos en la bahía para evitar que alguien
huyese al Perú.
- 68 -
Estas noticias relacionadas con los preparativos que
hacía el tirano Lope de Aguirre, llegaron a Panamá y mo-
tivaron grave sobresalto, temerosos los panameños de que
volvieran los días trágicos como aquellos de 1551 cuando
los hermanos Contreras inquietaron la tierra ; sinembargo,
ante el peligro inminente del arribo de Lope de Aguirre,
el gobernador Figuerola reconcentró gente de todo el te-
rritorio para rechazar al terrible tirano .
- 69 -
VI
- 70 -
de esclavos enfermos o defectuosos y se exigía un recono-
cimiento de cada esclavo para ver si sufría enfermedad
contagiosa y por último se establecía como medida de hu-
manidad el número de negros que podían ser conducidos
en los barcos cargadores de esta "mercancía de ébano",
todas estas cláusulas escritas fueron solamente buenos pro-
pósitos que no tuvieron cumplimiento, tratándose de un
negocio de suyo tan envilecido, despiadado y cruel .
"De acuerdo con la política comercial establecida, to-
das las mercaderías, inclusive los negros, habían de salir
y ser registradas en la Casa de la Contratación de Sevilla .
Mientras el tráfico fue escaso tal condición pudo ser cum-
plida, más cuando la demanda de negros esclavos aumen-
tó el registro en Sevilla fue un tropiezo y hubo necesidad
de permitir que los embarques fueran hechos en las mis-
mas factorías africanas y siguieran rumbo directo a los
puertos de las indias, sin tener que registrar su carga-
mento de esclavos en Sevilla" . (1 )
Al principio los traficantes compraban a los jefes de
las tribus guerreras de las costas del Africa sus enemigos
prisioneros ; pero cuando ya no había más prisioneros que
comprar los mismos tripulantes de los buques negreros des-
embarcaban en la costa y detenían por la fuerza a todos
los negros que podían atrapar sin distingos de sexo ni
edades .
Para cazarlos se valían hasta de recursos que hoy las
leyes prohiben a los cazadores de animales salvajes . In-
cendiaban los bosques y yerbatales del norte de Africa pa-
ra que así las tribus acorraladas por las llamas corrieran
hacia la costa en donde eran aprisionados por sus perse-
guidores .
Encerrados e n. l a bodega de los buques o encadenados
para mayor seguridad, los negros eran trasladados a la
América, peor que animales destinados al sacrificio . En
-73-
clavos y tal vez por eso, en Panamá la Vieja, hubo desde
su fundación la Casa de los Genoveses que se dedicaba a
la trata de negros .
A los pocos años, en 1528, hubo necesidad de extender
otras licencias, pues los colonos exigían más brazos de ne-
gros esclavos para la extracción del oro, el aserrío de los
bosques, y el cultivo de la caña de azúcar . La Casa de
Contratación exigió a los contratantes una suma mayor
como derecho real y pidió que se señalara un precio fijo
que no excediera de cuarenta pesos para cada pieza de
negro .
En la capitulación hecha por el Rey con Diego Gutié-
rrez para la conquista de Veragua -Provincia de Carta-
go- le daba licencia para "que llevéis a la dicha tierra e
no a otra parte alguna, cien esclavos, la tercia parte de
ellos hembras" .
Además, el Rey dio permiso a los españoles para que
trajeran sus negros domésticos y concedió otras clases de
permisos como gracias que dispensaba su real persona .
Así Andagoya obtuvo permiso de introducir cincuenta es-
clavos libres de todo gravamen para construir el camino
que uniría el Chagres con el Río Grande y al Obispo de
Panamá se le concedió licencia por veinte negros para que
trabajaran en la construcción de la iglesia Catedral .
"Tiene esta ciudad de Panamá y a la ole Nombre de
Dios negros comprados con sus propios recursos -decla-
ran así los vecinos de la ciudad de Panamá- en un me-
morial suscrito en 1567 . Son los negros de la ciudad de
Nombre de Dios veinte y quince los de Panamá y los unos
y los otros se ocupan en el reparo de los caminos y en las
obras públicas de estas ciudades . Tal número de negros
no basta para estos reparos en los meses de invierno cuan-
do más de quinientas c seiscientas mulas (lo recuas traji-
nan (le uno a otro mar . Son necesarios de continuo man-
tener en estos reparos más de cuatrocientos negros que no
se ocupen de otra cosa" . Así mismo, se conocen casos de
- 74 -
concesiones especialísimas del Rey a los funcionarios o a
sus viudas y huérfanos en pago de servicios prestados a su
Majestad .
En 1575 "contaba el reino de Tierra Firme 8,629
habitantes de color ; de los cuales 3,109 habitaban en el tér-
mino de Panamá ; 1,000 en Nombre de Dios ; 1,570 en Vera-
gua y 450 en Natá . De los correspondientes al término
de Panamá mil seiscientos residían en la ciudad y los res-
tantes eran ocupados en las huertas, en las recuas de mulas,
en las Islas de las Perlas y en los hatos de ganado. Había,
además 2,500 negros alzados" .
El negro se clasificaba como bozal, que vale tanto
como decir bruto, cerril o salvaje ; ladino o sea el negro
catequizado, que amén de su lengua sabía el español ;
me"alcri-ósnvozderblíacontsudeñy
"mogollones" a los negros afectos a los españoles que ser-
vían de policía contra los negros alzados .
La existencia de más de diez mil negros esclavos en
el Istmo y sus repetidos actos de rebeldía, en una zona de
tránsito de tanto cuidado como era el Camino del Oro,
movieron a las autoridades españolas en 1556 a prohibir la
introducción de esclavos a Tierra Firme, razón por la que
el valor de los esclavos subió en los puertos de Nombre de
Dios y Portobelo a ciento treinta ducados .
Sometido a su dura esclavitud, obligado a trabajar pa-
ra el amo y soportar sus abusos y malos tratos, el negro
esclavo huyó y se volvió cimarrón y ya alzado se rebeló
contra las autoridades, robó en las haciendas y atacó en los
caminos a los viajeros y a las tropas del Rey .
- 75 -
con varios negros de las pesquerías, establece su palenque
en San Miguel . A este acuden cimarrones de Panamá
y de las haciendas . Y todos juntos empiezan a robar e
incendiar . El gobernador envía contra ellos al Capitán
Francisco Carreño . Este, atácalos, quema sus sementeras
y bohíos y hace treinta prisioneros, de los cuales uno es
descuartizado en la ciudad de Panamá para escarmiento
de los otros esclavos" .
"A este primer caso de sublevación siguen muchos
otros y se hace imposible la vida en las haciendas inmedia-
tas a Panamá e inseguro el tránsito por el Camino Real, en
donde los cimarrones asesinaban a los viajeros, robaban
las mercaderías y para ganar simpatías y adeptos deja-
ban en libertad a los negros esclavos" .
A, tal punto llegan las cosas que el Gobernador Alvaro
de Sosa decide acabar en 1553 con los cimarrones y, a
partir del año predicho, envía contra ellos varias expedi-
ciones. Pero no es fácil terminar con ellos porque están
dirigidos por un fuerte brazo y un ágil cerebro : Bayano,
a quien sus compañeros reconocen como rey de los hombres
de color .
Gil Sánchez de Morcillo sale contra él por la región
de Chepo . A los pocos días regresan a Panamá solamente
cuatro soldados que han sobrevivido a la derrota de las tro-
pas de la Audiencia . "Conocido en Panamá lo ocurrido y
enterados de la gran cantidad de negros cimarrones que
seguían a Bayano hubo gran alboroto y escándalo en este
Reyno pues todos los negros se quisieron alzar y no que-
rían a sus amos, antes se huían y se iban a juntar con la
gente de Bayano de tal manera que ni se pudieron tener
haciendas en el campo ni andar por los caminos sin peli-
gro de muerte" informa un comentarista de la época,
"Alvaro de Sosa ordena dos entradas mas pero resul-
tan infructuosas -según él mismo lo expresa- razón por
lo que el Capitán Carreño, vencedor de Felipillo, se hace
-76-
- 78 -
dencia de Ursúa en donde recibieron, como muestra de la
mejor amistad, mercaderías españolas y una buena tasa de
vino, bien cargada con tósigo ponzoñoso, que les emborra-
chaba terriblemente .
Despedidos en tal forma los más de los invitados, que-
daron con Bayano unos pocos capitanes y otros negros más,
los cuales fueron reducidos a la fuerza y he-
chos prisioneros. Dos meses después, cuando ya habían
reposado de sus faenas tomaron el camino a Nombre de
Dios, llevando como prisioneros al Rey Bayano y a algu-
nos de sus capitanes .
"De Panamá, Bayano, fue remitido a la ciudad de
Lima, donde estaba el Virrey, para que lo viese e hiciese
de él lo que quisiese . El Virrey recibió alegremente a Ba-
yano y lo honró, dándole algunas dádivas y buen trato a
su persona . Desde allí lo envió a España. Todos los de-
más negros fueron así mismo presos y dados por esclavos
del Rey y enviados a vender fuera de aquella tierra a di-
versas partes para que allí no hubieran nuevas juntas ni
quedasen rastros de tan mala semilla" .
"Los vecinos y mercaderes de Nombre de Dios y Pa-
namá solemnizaron con grandes fiestas y regocijos públi-
cos el desbarate y prisión de estos esclavos, dando grandes
muestras de agradecimiento a Pedro de Ursúa por la obra
tan señalada que les hizo (le limpiarles la tierra de una tan
crecida cuadrilla de ladrones y salteadores" .
De Bayano, sólo nos queda su nombre, dado al río
Chepo, que fue teatro de sus empeños por alcanzar la li-
bertad de la gente de su raza .
- 80 --
jefatura de don Pedro Ortega y Valencia, en una angos-
tura que hace la tierra entre los dos mares, por convenir
que este sitio a cincuenta leguas de Panamá estuviese se- .gurodelsn azdoyelsnmigoxtrajes
- 82 -
En Cédula Real de 1619 se hace mención de la adqui-
sición que hizo la Audiencia de Panamá con fondos de la
Hacienda Real de, cierta cantidad de negros para em-
plearlos en la construcción del expresado castillo de San
Felipe en Portobelo y San Lorenzo en la boca del río Cha-
gres . Terminadas estas construcciones "el Rey pide se le
de informe de cuántos de estos esclavos son muertos y los
que al presente están vivos y por qué causa siendo estos
negros propiedad de la Hacienda Real no se han vendido .
Termina el mandato real ordenándole al Fiscal de la Au-
diencia para que proceda a vender con el mayor beneficio
que fuere posible los dichos negros, quedando advertido
que no han de poder comprarlos ningún ministro mío por si
ni por interpuestas personas so pena de privación de ofi-
cio" .
- 84 -
bitaban el territorio de Tierra Firme en 1575, era número
que sobrepasaba al total de la población -blancos e in-
dios- que residía entre Panamá, Portobelo y sus alrede-
dores . Además, los virreyes de Méjico disponían de fuer-
zas armadas y recursos de todo género para debelar una
sublevación ; en cambio en Panamá el contingente de fuer-
zas militares era reducido, hasta el extremo de que cuan-
do los negros cimarrones alzados se dispusieron a la lucha,
el Gobernador tuvo que reunir a todos los hombres há-
biles de todos los pueblos del Reino de Tierra Firme o pe-
dir ayuda militar a los Virreyes del Perú . A estas cir-
cunstancias especialísimas, en que se agitaban los negros
en Panamá, debe agregarse la concurrencia en el territorio
de Tierra Firme de los corsarios y piratas que desde
1572 iniciaron con Drake los vínculos más estrechos de
amistad y alianza .
- 85 -
en Penonomé, Antón y Río Hato ; saltando a Arraiján, Pa-
cora y Chepo en la costa sur, de donde más adelante se
extendería hasta el Darién y el Archipiélago de las Perlas .
En el Atlántico tenemos los pueblos de la costa de Nombre
de Dios a Bocas del Toro .
Al terminar este capítulo sobre la esclavitud en Pa-
namá no he resistido a la tentación de transcribir la si-
guiente acta de bautismo, tomada . de los libros parroquia-
les de Alanje, que nos presenta en la forma más explícita
y conmovedora hasta donde alcanzó la discriminación he-
cha con los negros, cuando en los registros de la Iglesia
se hacía distinción de la raza y la condición d esclavo .
Juan José : "En la ciudad de Santiago de Alanje, día
cinco de Enero de setecientos noventicuatro, yo, el Cura
Párraco, Doctor Salvador Caparroso, bauticé, puse óleo
y crisma a Juan José, de un mes y día de nacido, hijo de
Raimualdo de Olmos, esclavo de Don José de Araúz y de
Narcisa Avendaño, Zamba libre, ambos, vecinos de esta
ciudad . Fueron padrinos Don Juan de Dios Campos, sa-
cristán mayor y María Cayetana Samaniego, a quienes ad-
vertí su obligación y parentezco . Y para que conste lo
firmo - Dr . Salvador Caparroso" .
Pero tras este panorama de sombras, que nos ofrece
la organización social en los días de la Colonia, con sus
encomiendas de indios y la esclavitud de los negros hay un
destello de luz .
En 1851 don Pablo Arosemena de la Barrera, Primer
Gobernador de la Provincia de Chiriquí informaba : "Cuan-
do se levantó el censo (le población de la Provincia había en
ella treinta y tres esclavos . De estos han sido libertados
cinco por la Junta provincial de manumisión . Además de
la emancipación de los siervos expresados, ha ocurrido otra
que merece ser publicada : José de la Asunción Gallegos,
hijo de la esclava María Antonia Gallegos, ha libertado a
ésta, entregando al dueño ele ella trescientos veinte reales
en dinero, y obligándose a trabajar durante doce meses .
Esto equivale a esclavizarse temporalmente por alcanzar la
- 86 -
redención de su madre . Tan sublime rasgo de piedad filial
es digno de ser conocido por la Nación". (S)
-87-
VII
- 88 -
podrán llevarse en embarcaciones . Porque este río lle-
ga al Mar del Norte a cinco o seis leguas más abajo del
puerto de Nombre de Dios y se desemboca en el mar cerca
de una isla llamada Bastimentos en donde hoy un puerto
muy bueno" .
Las indicaciones y argumentos de Oviedo no cayeron
en el vacío . En 1526 fue removido Pedrarias del gobier-
no de Panamá y enviado en su lugar Pedro de los Ríos . Y
el principal encargo que le encomendara el Consejo de In-
dias y que de viva voz fue tratado con él antes de su par-
tida, "era que construyese dos casas, una en Panamá y
otra en el Atlántico, pues las armadas enviadas a las Mo-
lucas debían dejar su cargamento en aquella ciudad para
ser transportadas de un mar al otro . Se le recomendaba
tratase este asunto con mucho cuidado y diligencia como la
grandeza del negocio lo requiere, informándole de todo en
los primeros navíos que saliesen del Istmo para España" .
Reconocido el cauce del Chagres por Fernando de la
Serna y Pedro Corso en 1527, esta fue la ruta de tránsito
preferida entre Panamá y Nombre de Dios, utilizando co-
- 89 -
mo estación intermedia la Venta de Cruces, lugar donde
se trasbordaban las mercancías del camino de tierra a la
vía fluvial o viceversa . "Al localizar este camino del río
Chagres a Panamá, los expedicionarios cortaron como se-
ñal del punto de partida tres cruces en tres árboles y por
eso se le puso al lugar el nombre de puerto Cruces . Más
tarde se le llamó Venta de Cruces y hoy se llama Cruces,
arriba de Gamboa sobre el río Chagres" .
Aunque apartándonos del propósito que nos habíamos
señalado en este capítulo referente a los medios de comu-
nicación entre el Atlántico y el Pacífico, en los primeros
días de la Colonia, es del caso hacer mérito de las infor-
maciones recopiladas por Segundo de Ispizúa en su libro
"Los Vascos en América" sobre el conocimiento que se
tenía acerca del río Chagres y los proyectos en extremo
"candorosos" que surgieron en la mente de personajes vi-
sibles, interesados en salvar las dificultades del tránsito a
través del Istmo :
"Tal vez sea el Licenciada Gaspar de Espinosa, el fa-
mosAlcadeMyrfunaodeNtálsCabero,
el primero que por escrito -en carta de 1533,- haya
propuesto la apertura de un canal interoceánico utilizan-
do el curso del Chagres . Por noticias que tenía de que los
indios del Perú eran hábiles en abrir acequias de riego pro-
puso al Emperador la traída de dos mil o más de ellos para
que sacaran agua del río Chagres para que venga a esta Mar
del Sur como va a la del Norte, y que se navegase, porque
no son cuatro leguas de acequia, para ponerla en esta mar .
Y aunque al principio sería angosta, las avenidas son tan
grandes que la abrirán luego . Que fuese por lo que el Lic .
Espinosa sugería en su sencilla carta al Emperador o se
debiese a informes que suministrasen en España descono-
cidos marinos o exploradores, lo cierto es que el Monarca
y su Consejo de Indias ordenaron al Gobernador y Oficia-
les de Panamá que con toda presteza practicasen un estu-
die a fin de ver si era posible que la Mar del Sur se jun-
tase con la del Norte . Decía el César, que habiendo sido
- 90 -
informado de que el río Chagres, que entra en la Mar del
Norte, se puede navegar con carabelas, cuatro o cinco le-
guas, y-otras tres o cuatro en barcas y que de allí al Mar
del Sur puede haber cuatro leguas de tierra y que si estas
cuatro leguas se pudiesen abrir para que el Mar del Sur en-
trase en dicho río, para que ambos mares, así el del Norte
como el del Sur, se pudiesen navegar por dicho río en cara-
belas, redundaría en gran servicio nuestro y bien de esa
provincia y de la del Perú . Por ende, yo, a vos mando
que luego_ que esta veáis, vayáis a ver la dicha tierna que
hay del río Chagres a la Mar del Sur y veáis qué forma
y orden se podrá dar para abrir la dicha tierra para que
abierta se junte la Mar del Sur con el dicho río, de manera
que haya navegación y qué dificultades tiene así por la
menguante de la mar como por la altura de la tierra y qué
costa en dinero y hombres seán menester y en qué tan-
to tiempo se podrá hacer, y así mismo, que sierras y valles
hay en la dicha tierra, lo cual todo me enviaréis pintado
y lo más certificado y verdaderamente que se pueda" .
Contestóle Andagoya, quien como hemos manifestado
ocupaba transitoriamente la Gobernación dei Reyno de Tie-
rra Firme y "entre otras cosas -le decía-- que este pro-
yectó sólo podría aconsejarlo un hombre de poco talento
y que desconociese aquel país ; que haría le que mandaba
su Majestad en el verano ; que le aseguraba que no ha-
bía Príncipe en el mundo, por poderoso que fuese, capaz
de conseguir, aún con el auxilio de los habitantes de aque-
llos continentes, la unión de los dos mares, ni de sostener
la empresa de abrir aquel paso hasta el río" .
A esta negativa de Andagoya, se refería años después,
en 1552, el cronista Gómara en su Historia General de
Indias y agregaba el concepto que sobre tal propósito tenían
otros historiadores y hombres prácticos de Indias : "tie-
rras son, pero manos hay . Dame quien lo quiera hacer
que hacerse puede . No falte ánimo, que no faltará di-
nero ; las Indias, donde se ha de hacer, lo dan" . Genial
profecía de los conquistadores españoles del siglo XV1 a la
cual dieron cumplimiento los esforzados zapadores del si-
glo XX .
- 92 -
derías y los pasajeros desde la dicha casa de Cruces a
Panamá". ( 1 )
Millones y millones pasaron por ahí ; pero Nombre de
Dios llegó solo a tener hasta doscientas casas, la mayor
parte de ellas eran depósitos para guardar las mercancías
de la flota .
Mala fama tuvo este puerto : "Cueva de ladrones", al
sentir del obispo Berlanga. La fiebre hacía estragos to-
do el año y a las mujeres se les enviaba a Venta Cruz
para que tuvieran allí sus hijos y los criasen hasta la edad
de cinco o seis años" .
El viajero y poeta español, Mateo Rosas Oquendo, nos
ha legado una penosa impresión : "llegué al Nombre de Dios
-nombre bueno y tierra mala donde están las calenturas
-hechas jueces de aduana .
Jueces inclementes que en cosa de sesenta años aca-
baron con cuarenta y seis mil vidas, si un informe de
1588 no nos engaña . (2 )
Nombre de Dios no reunía condiciones para la carga y
descarga de los buques, lo que se efectuaba a hombros de
cargueros, que se introducían en el mar para abordar las
naves ancladas en la costa .
Por esta razón muchos mercaderes que hacían el tra-
to o comercio por la vía de Nombre de Dios, proponían
que se escogiera otro puerto del Atlántico como punto de
desembarque de la flota . En 1536 el gobernador de Hon-
duras, Francisco de Mentejo, propuso que se abandonara la
vía de Nombre de Dios -Panamá en favor de puerto Ca-
ballos- Fonseca, sugerencia que fue largamente conside-
rada en el Consejo de Indias .
Al finalizar el siglo se decidieron por Portobelo, que
tenía la ventaja de su cómoda bahía, con magnífico lugar de
- 94 -
Primeros barcos (le vapor que llegaron al Puerto de Chagres en 1849 .
- 96 -
sente es más sano por haberse desmontado y hecho casas
como lo ha mostrado la experiencia . Tiene iglesia parro-
quial y un convento pequeño de la Orden de Nuestra Se-
ñora de La Merced. Todo lo más del sustento le viene
de acarreo ; la carne de Panamá porque dos hatos o estan-
cias que hay cerca de la ciudad sólo sirven para regalo de
leche . La tierra es de mucha montaña y viciosa, que pa-
rece de paraíso. Todo lo más que se siembra en ella se va
en vicio y no grana . Arroz se da muy bueno y muchas
frutas como son : plátanos, piñas, aguacates, cañas dulces,
buenas naranjas y limones y otras frutas" .
"Tiene la ciudad de Portobelo dos fuertes o castillos,
uno a la entrada o boca del puerto, que se dice San Feli-
pe (todo fierro) con su castellano y sesenta soldados de
guarnición, sin los artilleros y demás oficiales, con buena
artillería de bronce . El castillo de Santiago está a la en-
trada de la ciudad ; tiene veinticinco plazas sin el capitán,
artilleros y oficiales, con buena artillería de bronce . Pos-
teriormente se construyeron otras defensas, la principal
de estas en el castillo de San Jerónimo, cerca del fondea-
dero, diseñado por Antonelli ; en el fondo de la bahía, apre-
tado por selvas y manglares está el castillo de San Cris-
tóbal ; en la margen izquierda el castillo de San Fernan-
do, cuyas espaldas guardaba el fuerte de San Fernandi-
to y sobre las colinas de la banda sur otros fortines : el
Perú, Triana y La Trinidad, los que vigilaban los accesos
y defendían las primeras líneas" .
"A media legua de Portobelo está el pueblo de los ne-
gros mogollones, libres, con su capitán español, que es juez
de estos negros y los que sirven para el avío y servicio de
la ciudad y para no consentir que negro alguno se huya de
su amo porque luego se lo llevan . Han sido estos negros
en muchas ocasiones de gran importancia, porque además
de ser diestros y vaqueanos en la tierra, son valientes y
leales en el servicio de su Majestad" . (4)
- 98 -
Durante la permanencia de la flota en Portobelo las
autoridades debían tener por mandato expreso del Rey,
una vigilancia cuidadosa para impedir que la marinería
y los soldados de la flota vinieran a Panamá, pues muchos
de ellos, según decir de la Audiencia, "eran elementos ma-
leantes, cuya presencia no era deseable en el Perú, pues si
en España no caben, allá sobran" . (15)
En el fuerte de San Pablo, situado en un paso estre-
cho del camino real, el Gobernador de Tierra Firme mon-
taba una guardia de soldados para impedir el cruce de
estos elementos indeseables, quienes no tenían permiso pa-
ra llegar hasta la ciudad de Panamá . "Las autoridades
judiciales de las colonias tenían instrucciones para pren-
- 99 -
der a los recién llegados que carecieran de licencia y em-
barcarlos para España en el primer buque disponible" . (7)
En carta al Rey, suscrita en 1601, el Gobernador don
Alonso de Sotomayor dice así : "Avisado tengo a Vuestra
Majestad diversas veces la mucha gente que viene de Es-
paña a estas partes de las Indias en todas las armadas y
flotas y que llegadas aquí yo no soy poderoso para dete-
nerlos ni volverlos desde Panamá porque cuando aparecen
es después de idos los navíos que los han traído y llegan
aquí tan pobres, enfermos y miserables que sería menes-
ter tenerlos en las cárceles durante un año y volverlos a
costa de Vuestra Majestad" .
"Vuestra Majestad y su Real Consejo están ya adver-
tidos del daño que de seguir así se hacen a los Reinos de
España, que se van a toda prisa despoblando por lo cual
suplico a Vuestra Majestad vea la manera de remediar-
lo, pues es uno de los negocios de más consideración para
la conservación ele su Corona y que más conviene atajar
apretadamente y con extraordinario rigor y así cerrar la
puerta a licencias para traer criados de servicio a los mi-
nistros" .
Años después en 1611 don Francisco Valverde y Mer-
cado informaba al Rey "que en los navíos que vienen del
Perú, con la plata de Vuestra Majestad, vienen cada año
algunas personas, presos registrados, condenados a gale-
ras por delitos y otros para que se lleven a España por ser
casados, a fin de que vayan a hacer vida con sus muje-
res, los cuales son entregados en la cárcel de esta corte
por los maestros de los navíos que los traen, sin mostrar ni
traer recaudos de los Alcaldes ni de los demás justicias
que los envían y así no se tiene en esta Audiencia más
razón de sus causas que das que quieran decir por lo que
bien sucede de ordinario y se ha visto en este año, que los
casados, como algunos de ellos no tienen bienes, ni con
- 1 00 -
que comprar matolaje para ir a España, los generales de
los galeones no los quieren recibir y se quedan perdidos
en este Reyno" .
Despachados los galeones reales y en camino los bu-
ques que retornaban al Perú, las autoridades -el Gober-
nador, la Audiencia y los Oficiales Reales- descansaban
de la gran responsabilidad de manejar el tesoro del Rey
y presidir las ferias de Portobelo, el gran acontecimiento
que cada año daba vida a este puente del mundo .
Al referirnos a las Ferias de Portobelo insertamos a
continuación el relato que hace de ellas un viajero de aque-
lla época :
"Al arribo de la armada y flota, pues la mercante iba
escoltada por la de guerra a Portobelo, entraba allí el Presi-
dente de la Audiencia de Panamá que iba precedido de
numerosos mercaderes y grandes recuas de más de
cien mulas, que llevaban sobre sus lomos la riqueza del
Perú y de la América meridional .
Se reunían en la nave capitana de la flota el Presi-
dente de la Audiencia, el general de los galeones y dos di-
putados que representaban al comercio de Portobelo y al
de la capital del Istmo ; y por mutuo acuerdo determina-
ban el precio o tarifa de todas las cosas, a las que se daba
publicidad sin que nadie pudiera alterarlas ; desde aquel
momento quedaba abierta oficialmente la famosa feria que
duraba sesenta días . Los marineros de los barcos levan-
taban con velas una gran tienda en la plaza, y allí eran de-
positadas las mercancías desembarcadas en la playa . Ca-
da uno iba a recoger las que le pertenecían, previa exhibi-
ción de la marca correspondiente . Es natural que se du-
plicara o triplicara la población durante tales días . Los
vecinos desocupaban sus casas e iban a vivir a los arraba-
les. Las plazas y calles se veían llenas de cajones de oro
y plata ; el puerto poblado de embarcaciones que entraban
y salían, la mayoría para el CHagres, no pocas con des-
TRAFICO TRANSISTMICO PRIMITIVO
EN EL AÑO 1850
DE CHAGRES A PANAMÁ o 120 KMS
Mapa que señala el Camino Real de Portobelo a Panamá y la vía del Chagres, con
extensión por el camino de Cruces .
tino a Cartagena y otros puertos . Uníase a ésto el tra-
jín de las recuas por el camino de Panamá. En aquellos
días vivía Portobelo por uno o dos años una vida de activi-
dad . Una habitación con una mediana sala y alcoba costa-
ba mil pesos, las casas cinco mil . Algunas de estas, según
informes de la época, se alquilaban por seis y hasta por
ocho mil pesos .
Se juntaban allí los productos y las riquezas de dos
mundos, formándose el depósito comercial de mayor consi-
deración que se ha visto en parte alguna . Y sin embar-
go, entre tanta agitación y tanta gente no se veían en
aquellos días, ni robos, ni discordias, ni muertes, ni des-
gracias" . ( 8)
Todo hace pensar que las ferias de Portobelo queda-
ron definitivamente organizadas a partir de 1628 cuando
los virreyes del Perú enviaron puntualmente la Armada del
Sur a la celebración de la feria y prohibieron absolutamen-
te no sólo la introducción de las ropas y géneros de China
para el comercio de los puertos de Nueva España con los
del Perú, sino las mercaderías de España que se transpor-
taban desde Acapulco .
Según el R . P . Monasterio por Real Cédula del 14 de
marzo de 1611 se dieron órdenes para construir la Adua-
na a fin de controlar el contrabando de mercancías ; sin
embargo Fray Antonio Vásquez de Espinosa en su infor-
me de 1620 no mencionada la Aduana .
Es en 1627 cuando el Consejo de Indias da instruccio-
nes precisas sobre el particular y ordena "que la Aduana
se haga en la ciudad de San Felipe de Portobelo en la par-
te y lugar que fuere más conveniente y que ésta sea tan
capaz que pueda caber . en ella la ropa que se descargare
de las flotas y entrar por una puerta y salir por otra, co-
-103-
tejándola con los registros y marcas con lo que se evita-
rán muchos fraudes y se cobrarán los derechos de Vuestra
Majestad" . (&)
Según Manuel María Alba la construcción de la Adua-
na se inició en 1630 para reemplazar las Casas Reales, las
que no daban cabida a la mercancía que se trasbordaba
por Portobelo . Sin embargo, según carta al Rey del Presi-
dente de la Audiencia Sebastián Hurtado de Concuera, en
1634, todavía no había sido acabada la construcción de la
Aduana de Portobelo .
La Aduana prestó sus servicios hasta el año 1821 .
"Meses más tarde, huido los caudales y los que los mani-
pulaban, comenzó el desmoronamiento del edificio y la ca-
sa para el oro fabricada, yacía de lagartos vil morada" .
La Aduana de Portobelo .
- 10 4 -
Breve Información sobre la Fundación de Acla,
su Crecimiento y su Desaparición
-los--
con la fundación de Panamá, ésta subsistió hasta 1524,
año en que Vicente Peraza, Ilustrísimo Obispo de la Dió-
cesis del Darién, aceptó trasladarse a Panamá .
Con el aniquilamiento de Santa María decreció la im-
portancia de Acla como puerto de anclaje y surgió Nom-
bre de Dios en 1519 como punto final en el Atlántico . Ya
en 1526 el Gobernador don Pedro de los Ríos desembar-
caba en Nombre de Dios para seguir por el camino de
tierra a Panamá .
Entre los años de 1532-1536, es decir, durante la ad-
ministración de los gobernadores Antonio de la Gama y
Francisco de Barrionuevo todavía se registra cierta activi-
dad en Acla debido al empeño del capitán Julián Gutié-
rrez de colonizar las tierras del golfo de Urabá, lo que
motivó largo litigio con los comisionados del Gobernador
de Cartagena, Alonso de Heredia . Según crónica de la
época -y que debe considerarse un tanto exagerada- "los
vecinos de Acla celebraron un pacto de amistad con los
indios de Urabá con muchos festejos tales como lidias de
toros, carreras de caballos, bailes, ;juegos de cañas y los
indios les correspondieron con "arytos" o bailes cantados,
rememorando en sus cantos pasajes de la historia anti-
gua de la tribu" .
Una impresión diferente sobre Acla la tenemos al co-
nocer que en la posibilidad de abandonar las costas de
Nombre de Dios, enfermizas e inhospitalarias, el Obispo
Berlanga opinaba en carta al Rey del año 1535, "que Nom-
bre de Dios se pasase a la boca del Chagres ; que se cons-
truyese un camino desde Panamá hasta tres leguas más
abajo de donde estaba el descargadero de Cruces, pues en
verano no había agua bastante para subir hasta él ; que en
dicho lugar se fundase un pueblo con los vecinos de Acla
-villa apartada del comercio del Perú- en cuyas tie-
rras, más sanas y más dispuestas para la agricultura debía
estar la iglesia catedral" .
- 1 06 -
Tal vez fue Fray Pablo Torres, Obispo de Panamá, .
quien en carta a S . M . relata lo aventurado de su viaje a
Tierra Firme en 1540 en el que estuvo a punto de perecer
en las costas del Darién, logrando salvarse porque la na-
ve encontró amparo en la bahía (le Acla que es lugar de
arribo para los buques en peligro que navegaban entre
Nombre de Dios y Cartagena. Al describir el aspecto del
poblado coincide con las informaciones suministradas por
don Sancho Clavijo, Gobernador de Panamá en 1552 : "En
la población de Acla ya no quedan sino tres o cuatro veci-
nos y por temor a los negros alzados me piden licencia
para desamparar la tierra . No la he dado y sentiré infini-
to se despueble y no tendrá remedio si de allá no se pro-
veen algunos buenos pobladores, permitiéndoseles que ca-
da uno traiga consigo tres o cuatro negros que le sirvan
en el laboreo de las minas que son ricas y abundantes" .
Es presumible que por su situación especialísima Acla
vino a ser un asiento de los negros cimarrones que se es-
capaban de Nombre de Dios y Panamá . En ese escondite
de Acla se pusieron en contacto con los corsarios que des-
de el año 1554 recorrían la Mar del Norte, "arrasando po-
blaciones como Tulú en la jurisdicción de Cartagena y la
ciudad de Santa Marta (Colombia) en donde los foragi-
dos extranjeros quemaron sus iglesias y con las imáge-
nes hicieron fuego para guisar sus alimentos" .
Fue don Pedro Ortega de Valencia, Capitán General
de la campaña contra los corsarios y cimarrones,
quien sugirió al Rey en 1578 desalojar a los negros alza-
dos de Acla, lugar en donde se debía establecer un campa-
mento a semejanza del presidio de San Miguel desde don-
de se vigilaban las actividades de los pobladores de la re-
gión del Bayano . Recomendaba el Capitán Ortega Va-
lencia que se mantuviera en Acla un regimiento de gente
de guerra, servidos por algunos negros y acompañados .
por fuerzas auxiliares de indios aliados de los españoles ..
- 1 07 -
Después de estas informaciones perdemos el rumbo de
Acla para volver a encontrar su nombre en los Archivos de
Indias en una comunicación en que el Rey se dirige al Pre-
sidente de la Audiencia de Panamá, don Diego Fernando
de Velasco, dándole instrucciones para reconocer si es po-
sible que la navegación del Mar del Sur se pueda comuni-
car con la del Mar del Norte y pasar de una mar a otra
por la ensenada de Acla, utilizando los ríos Darién y Da-
maquiel .
PROYECTO DE CAMINO PUERTO CABALLO -
- 108 -
VIII
- 109 -
cia estaría mejor en Lima que en Panamá porque casi
todo los pleitos de allí son de esta tierra, y de Panamá
y Nicaragua vienen aquí dos veces en el otoño con su
mercaduría y podrían enviar sus causas ; en cuanto a Car-
tagena, lo mismo les da ir a Santo Domingo como a Pana-
má, con el agravante de los que van a pleitos a Panamá
se mueren de la enfermedad que allí hay, y si el pleito es
largo, no pueden permanecer allí por la carestía de la
tierra" . Sin embargo, eliminada la Audiencia de Pana-
má se crearon dos nuevos tribunales uno con sede en
Lima para el gobierno y administración de justicia en Sur
América y otro con asiento en Camayagua al que se deno-
minó Audiencia de los Confines de Guatemala con juris-
dicción en Centro América, inclusive Tierra Firme o Cas-
tilla del Oro .
Con la supresión de la Audiencia en Panamá surgie-
ron muchas dificultades en el gobierno de Tierra Firme
tal como lo expone en 1543 el Oidor Licenciado Pedro Ra-
mírez de Quiñones : "aquí hay mucha necesidad de Go-
bernador o Alcalde Mayor . Son muchas las diferencias
y muy difícil que hagan justicia los Alcaldes Ordinarios,
especialmente a tantos pasajeros que cruzan esta tierra ya
que no podrán hacerla en desfavor de los vecinos . Añá-
danse a esto los celos entre la ciudad de Panamá y Nom-
bre de Dios . Además, era general el clamor y deseo de
los vecinos de estar bajo la jurisdicción de la Audiencia
del Perú y no depender de la Audiencia de los Confines a
pesar de las mayores facilidades de la comunicación con
Guatemala a donde se podía navegar en veinte días . La
razón era porque con el Perú tenían mucho trato y ami-
gos que podían atenderles sus apelaciones" . (2 )
Debido a lo expuesto anteriormente y a las agitacio-
nes políticas habidas en Panamá con motivo de la subleva-
ción de Hernando Pizarro y de los hermanos Contreras, el
-115-
Funciones de la Audiencia Real
De uno de estos documentos fechado en 1 .620 entresa-
camos algunos de los tópicos más importantes sometidos
a la consideración y conocimiento de la Corte que demues-
tra lo múltiple y compleja que eran las funciones admi-
nistrativas de los Oidores de la Audiencia .
En este documento en primer lugar se notificaba a
su Majestad la defunción de don Diego de Velasco, Pre-
sidente titular de la Audiencia y se sugerían nombres pa-
ra su reemplazo, mencionándose los de candidatos del
agrado de la Corte o de los propios proponentes .
Se le informaba sobre los nombramientos hechos pa-
ra el cargo de Alcaldes Mayores en Natá, la Villa de los
Santos y Portobelo "en personas de méritos y buenas par-
tes y acomodadas para el servicio de los indios" .
Se le hacían observaciones sobre el mal manejo y de-
ficiencia de los hospitales y se le recomendaba contratar
dos hermanos seglares en Lima para la administración de
estas instituciones de caridad .
Se detallaban las medidas tomadas por la Audiencia
para la conservación y mejoras del camino de Panamá a
Portobelo y de las medidas tomadas para el acondiciona-
miento de las recuas de mulas y su alimentación y la de
los esclavos mineros con maíz que traían de Los Santos
y Chiriquí .
Se le daba cuenta de las instrucciones impartidas
al Alcalde Mayor de Portobelo para que asistiera a la
visir que los Oficiales Reales hacían a las naos y fraga-
tas que acudían a aquel puerto para mejor recaudo y
cobro de la Hacienda Real .
Se tomaban medidas y se señalaban arbitrios para
la reconstrucción de la iglesia Catedral, y la construcción
de piedra del Puente del Rey .
Se ordenaba al ingeniero Cristóbal de Roda la ins-
pección de las instalaciones de Portobelo y se gravaba a
los comerciantes extranjeros con cuotas para la realiza-
ción de las obras acordadas .
Se recomendaba a su Majestad que se subordinase la
Armada del Mar del Sur al gobierno de la Audiencia,
mientras los buques estuvieran en el puerto, pues los co-
misionados del Virrey del Perú no disponían de toda la
autoridad para resolver situaciones imprevistas durante
su permanencia en Panamá en su viaje exclusivo para
traer a este puerto la plata y el oro del Tesoro Real .
Es del caso hacer mención de la Real Cédula de 1580
en la que el Rey ordena al Presidente de la Audiencia de
Panamá "que los delitos cometidos por la gente de mar y
guerra en perjuicio de los vecinos de esa región cuando
estuvieren fuera del servicio sean fuertemente castigados
por la Audiencia y cuando los delitos cometidos sean en-
tre los mismos soldados y gente de mar y guerra se cas-
tiguen por el General de la misma" .
Se sugería se suspendiera la orden de derramar el vi-
no que venía del Perú "por ser pernicioso a la salud" y
se gravase su introducción "pues viene de contrabando en
mucha cantidad" . Argumentaban los señores de la Au-
diencia "que de Castilla se trae muy poco vino y que viene
a ser costoso por los fletes y trajines" . Tal asunto fue
motivo de prolongada discusión en el Cabildo de Pana-
má, pues los interesados en que se aceptase como bueno
el vino del Perú insistían con los señores de la Audiencia
para que se aprobara tal recomendación por ser el vino
artículo de primera necesidad ; pero el Consejo del Rey
mantenía la orden de no permitir la introducción del vino
que venía de Sur América como protección a los trafican-
tes de vinos procedentes de la Península . Sin embargo,
no faltaban quienes se atrevieran burlar el monopolio es-
tablecido en beneficio de los vinos españoles y en una
ocasión -1644- don Antonio de Toledo, hijo del Marquez
de Mancera, Virrey del Perú, que vino como General de
la Armada del Sur trajo de contrabando doce mil botijas
de vino las cuales se vendieron en el comercio de Panamá
con permiso dado por el Presidente de la Audiencia . En-
terado el Rey de estas irregularidades dió órdenes al Fis-
cal de la Audiencia para que levantara una investiga-
ción prolija del caso "prohibiendo se metan en la averi-
guación de esta causa otras autoridades del gobierno de
Tierra Firme" .
Se establecía una factoría en el Archipiélago de las
Perlas para la explotación del negocio de bucerías para
lo cual "se debía tener cuidado de que no haya buzos ex-
tranjeros" .
Se imponía fuerte sanción a los comerciantes "que no
quieren vender en la Plaza una cosa sin otra" -tal como
se practicaba en nuestro comercio con motivo de la últi-
ma conflagración mundial- "lo que obligaba a los pobres
a comprar lo que no habían menester" . ( 6 )
Estas eran en detalle, bien especificadas, algunas de
las atribuciones de la Audiencia, las cuales en síntesis re-
sumían las funciones legislativas, judiciales y administra-
tivas de nuestro actual gobierno republicano .
Pero este gobierno tan omnímodo estaba debilitado
por las rencillas y malos entendimientos entre los seño-
res Oidores hasta el extremo de que el Presidente de la
Audiencia se abrogaba funciones ejecutivas, las que eran
protestadas por sus colegas.
Pero lo más grave para la buena marcha del gobier-
no de las Audiencias Reales era la pugna entre el poder
civil de los señores Oidores y el poder eclesiástico de los
Obispos . Querellas y pleitos agitaron la colonia de Tie-
rra Firme y Veragua los que eran resultos en último tér-
mino por la Corte, sucediéndose muchas veces que la tia-
ra de los Obispos tuviera más influencia que la toga de
los Oidores de la Audiencia .
-120-
la Audiencia de Panamá y con las artimañas propias de
la época condenó al Fiscal de la Audiencia de Panamá,
Dr. Villanueva Zapata "a cesantía y exclusión de todo car-
go judicial y al secuestro y embargo de sus bienes" .
Sin embargo el diestro abogado, eminencia jurídica,
fundador de Penonomé, patrono judicial de esa ciudad de
abogados, apeló ante el Rey, quien "dictó un auto suspen-
diendo los dichos secuestros y embargos y restituyendo al
dicho Doctor el uso y ejercicio de su oficio de Fiscal de la
Audiencia de Panamá" .
Años más tarde, en 1593, Villanueva y Zapata fue
nombrado Oidor de la Audiencia de Panamá, Comisiona-
do especial del Rey para que en asocio de don Francisco
Valverde y Bautista Antonelli atendiera a los trabajos de
fundación de Portobelo . Debido a la actividad y energía
del Oidor Diego Villanueva y Zapata al finalizar el año de
1596 se había cambiado el poblado de Nombre de Dios
a Portobelo y entraba en actividad este puerto .
- 1 22 -
De este mismo período es la Cédula Real "en que
S. Majestad permite se impongan veinte mil pesos
de sisa para edificar un puente de piedra en sitio y lu-
gar cómodo, con duración permanente y fija, habiéndose
fabricado el anterior de madera hace veinte y dos años,
en el gobierno de Alonso de Sotomayor, los cuales made-
ros están podridos y a punto de caerse con la notable fal-
ta que causaría al comercio y entrada de esta ciudad" .
El puente en referencia debe ser el Puente del Rey
que aún hoy utilizamos al recorrer la carretera que con-
duce a la ciudad de Panamá la Vieja y de ser así, tanto
la Catedral como el Puente del Rey, terminados en 1626
son testimonios de la resistencia de las obras hechas por
los españoles de la colonia .
- 123 -
taban sus cuidados a los viajantes y a los pobres de so-
lemnidad de la misma población .
Estas instituciones se hicieron cada día de más ur-
gente necesidad con la concurrencia en Panamá y Porto-
belo de pasajeros que atravesaban el Istmo rumbo al Pe-
rú o Nicaragua, o de retorno a España .
En documento veraz del año 1628, copiado del Ar-
chivo (le Indias se hace constar la petición hecha a su Ma-
jestad Católica por intermedio del Cabildo de Panamá,
por Fray Juan Pobre, Vicario Provincial de los religiosos
del Beato Juan de Dios, fundador de la orden de los Her-
manos Hospitalarios, para que se diera y entregara a su
congregación la administración y asistencia de los hospi-
tales .
Desde esa fecha los hospitales de todo el territorio de
Tierra Firme fueron asistidos por los religiosos del Bea-
to Juan de Dios y así se denominaron hospitales de San
Juan de Dios y es de hacer constar que en tales cosas hu-
bo durante toda la época colonial la asistencia debida a
los enfermos de males incurables y un consuelo cristiano
para los afligidos por honda pena espiritual .
Ante estos murallones carcomidos por los años y hoy
olvidados por las generaciones presentes, sólo debernos ex-
clamar : ¡Gloria a Juan Pobre, Vicario Provincial de los
religiosos del Beato Juan de Dios!
En carta de fecha 2 5 de abril de 1583 la Audiencia in-
formaba sobre el hospital existente en la Villa de Los
Santos y proponía : "hay allí un hospital que tiene más de
mil pesos de renta y por maravilla hay pobres en él, de
tal manera que de los dineros del hospital se aprovechan
los mayordomos y otras personas . Convendría que vues-
tra Majestad mandase que lo que sobrase allí cada año
sirviese a este hospital de Panamá, por la mucha necesi-
dad que tiene, pues las iglesias ricas ayudan a los pobres" .
- 1 24 -
Diferencias entre el Ilustrísimo señor Fray Francis-
co de la Cámara, Obispo y el Presidente de la
Audiencia, don Diego Fernández de Velasco
-1616-
Ejercía la Presidencia de la Audiencia de Panamá
en 1 .616 y por lo tanto, el título de Gobernador de Tie-
rra Firme, el Oidor Diego Fernández de Velasco . Eran
sus colegas en tan alto tribunal los Oidores Licenciado
Manso de Contreras y don Mejía de Villalobos .
Dos años antes había sido nombrado Obispo de Pa-
namá, Fray Francisco de la Camára, prelado irreducti-
ble, celoso de los fueros de la iglesia ante el poder omni-
potente de la Audiencia, que en Tierra Firme como en las
demás dependencias de América representaba al Rey y
ejercía su gobierno .
Desde su llegada al Istmo los malos entendimientos,
discusiones y controversia entre los Señores de la Audien-
cia y el Prelado se pusieron de manifiesto y en más de
una ocasión, los señores de tan alto tribunal formularon
por escrito graves cargos contra su señoría, acusándolo
ante el Rey de despreocupación y mal gobierno en los
asuntos que eran de su cuidado religioso, de su resisten-
cia para oír los consejos de la Audiencia en los asuntos del
culto, prefiriendo consultar y dejarse asesorar por un an-
tiguo Oidor, retirado del servicio, ignorante en derecho
canónigo .
El Obispo de su parte hacía alardes de desconside-
ración hacia los señores de la Audiencia y a la vez ele-
vaba sus denuncios y querellas ante sus superiores ecle-
siásticos de España .
Y como en tierra Firme era corriente y considerá-
base habilidoso violar la correspondencia, que iba o venía
de España, aunque fueran documentos oficiales, en Pana-
má, era un secreto a voces la malquerienda y animosidad
de personajes tan representativos del gobierno colonial .
- 125 -
Incidentalmente la oportunidad para que estallaran
las pasiones contenidas y mal disimuladas se presentó en
la celebración del Corpus Cristi, durante la precesión del
Santísimo Sacramento .
Siguiendo la costumbre en esta fiesta de la Iglesia,
que era la de mayor solemnidad en el mundo cristiano,
rompían el desfile de la procesión los alabarderos del rey
con sus mantos y corazas, empuñando enhiestas sus lan-
zas relucientes ; detrás, y llenando el centro de las calles
surgía el grupo de caballeros que sostenían el pa-
lio, bajo cuyo dosel lucía reluciente la divina custodia,
rica en pedrerías, la que en esta ocasión conducía el Dean
de la Iglesia Catedral .
Al llegar la procesión a la Capilla del Convento de la
Compañía de Jesús, que era el primer altar que recibía
la visita del Santísimo, todos los presentes vieron con gran
asombro que en el momento de la presentación de la Sa-
grada Eucaristía, mientras el público se postraba de hino-
jos, en profunda reverencia, el ilustrísimo señor Obispo
permanecía sentado en su sillón, que un negro bozal había
transportado del palacio episcopal . Todos los concurren-
tes se miraban asombrados de tal desacato e irreverencia,
sin explicarse la razón de innovación que consideraban
un irrespetuoso sacrilegio .
Y así se le presentó la oportunidad al señor Presi-
dente de la Audiencia, para poner en aprietos al despreo-
cupado y "quisquilloso" Fran Francisco de la Cámara,
Obispo de Panamá . Revestido de su autoridad de Go-
bernador, Don Diego Fernández dió órdenes al Alguacil
Mayor para que interrogara a su Ilustrísima Señoría a
qué se debía semejante irreverencia por los asuntos divi-
nos y tal menosprecio por la Audiencia al mantenerse
sentado en momentos tan solemnes en que se hacía la pre-
sentación del cuerpo de Cristo y mientras la alta corpo-
ración al igual que las autoridades y el pueblo permane-
cían de rodillas .
- 126 -
El señor Obispo, indiferente a los reclamos del Go-
bernador, manifestó al Alguacil Mayor que tal costum-
bre se observaba en las ciudades más cultas de España
tal como en Granada y que era su potestad hacerlo . Ai-
rado el Gobernador fue personalmente a donde esta-
ba el Señor Obispo y le exigió cumpliera con su deber
y diera el ejemplo al pueblo, dispensando al Santísimo la
debida reverencia.
Amonestado el señor Obispo presentó sus excusas,
manifestando se sentía enfermo ; a lo cual el Gobernador
le replicó "que si no estaba bien, podía haberse excusado
de concurrir a la procesión" .
Puesto en tales apuros el señor Obispo encolerizado le
replicó : "Si vos seis quien mandáis, quitadme la mitra" .
Lo que Dios y el Rey me han otorgado, ni vos, ni nadie me
lo podrá quitar" .
Y mientras los feligreses se santiguaban incrédulos
al ver lo que veían, el Gobernador tomó una resolución
más efectiva, y levantando su bastón de autoridad, con voz
de mandato dió la orden al negro bozal para que se lleva-
ra al palacio la silla y el almohadón carmesí en que se sen-
taba el señor Obispo ; pero como el negro esclavo se mos-
traba indeciso a cumplir la orden, el Jefe Supremo del
Gobierno de Tierra Firme descargó sobre el remiso negro
tremendo bastonazo en la cabeza que le abrió las entende-
deras, lo que le movió a echarse al hombro la silla epis-
copal que tan grave escándalo promovió en la ciudad de
Panamá, el jueves 2 de junio de 1616, con motivo de la
celebración del Corpus Cristi .
- 127 -
ción que éste desempeñaba desde 1587 . Siguiendo la prác-
tica establecida, el Consejo de Indias propuso al Rey para
llenar esta vacante el nombre de don Alonso Criado de
Castilla .
- 1 28 -
en 1600 volvió otra vez al Istmo don Alonso de Sotomayor
y Andía, acompañado del Ingeniero Juan Bautista Anto-
nelli, designado para dirigir la fortificación de Portobelo .
En el desempeño de su cargo que duró hasta el año
1602 don Alonso de Sotomayor se interesó por dar térmi-
no a la construcción de los castillos en la ciudad de San
Felipe de Portobelo y en la desembocadura del río Cha-
gres e inició las obras de defensa en la ciudad de Pana-
má ; creó un pie de fuerza de trescientos soldados paga-
dos de la hacienda real .
Para darle prestigio a su nombramiento de Gober-
nador y Capitán General del Reino de Tierra Firme, el
Rey dispuso que gobernara libremente, sin subordina-
ción ni dependencia al Virrey del Perú, sólo con la reco-
mendación de dar cuenta a éste de todas las cosas de im-
portancia, reconociéndolo así como superior jerárquico,
quien estaba obligado a acudir en su ayuda y proveerlo en
todo lo que fuere necesario como provincia que estaba
bajo su gobierno" . ( 1 )
- 1 29 -
Pero muerto el rey quedaron en suspenso tan gene-
rosas dádivas y el Rector de la Compañía de Jesús se di-
rigió a la Corte, pidiendo no se le suspendiese esta gracia
"pues la pobreza de esta casa es tan grande que en nin-
guna manera pueden excusar la limosna y merced otor-
gada por el Rey Felipe" . Argumentaba el Rector que su
convento se sostenía de las limosnas "pues no disponía de
rentas, ni de bienes por vía de capellanía, ni por entierros
u otros sufragios ni pitanzas de misas y que estas limos-
nas van decreciendo porque se han ido y se van los veci-
nos más ricos, como porque la tierra se va empobreciendo
por las malas flotas" .
Además exponía el Rector "que los gastos de la con-
gregación han ido en aumento por los muchos huéspedes
religiosos que vienen de España al Perú y pasan del Pe-
rú a España, de manera que la casa está endeudada y sin
recurso para cubrir sus gastos" .
Este documento tan sencillo y tan particular nos per-
mite enterarnos de las condiciones de vida en los conven-
tos establecidos en Tierra Firme y la forma de sufragar
los gastos que ocasionaba el culto divino . También se
destaca el movimiento y ajetreo que existía en esos con-
ventos en los cuales tenían cabida y hospitalidad los reli-
giosos que camino del Perú o España, tenían que atrave-
sar el Istmo .
Pero la advertencia más formal hecha a la Corte por
el Padre Juan de Arcos, Rector de la Casa de la Compa-
ñía de Jesús para sustentar su petición es la de que "gas
limosnas van decreciendo porque se han ido y se van los
vecinos más ricos ; como porque la tierra se va empobre-
ciendo con las malas flotas" .
Esta es la situación inmutable y trágica del Istmo
de Panamá, sea en los días de la Colonia -1621- o en
los actuales días de la República -1950- ya que vivimos
del tránsito y del auge y riqueza de las flotas, sean estas
las de los galeones españoles o las que actualmente cru-
- 130 -
zan el Canal y para infortunio nuestro se han ido y como
siempre se van los vecinos que se hicieron ricos en el
Puerto y en la Avenida Central .
Puente
del
Rey
FUNCIONAMIENTO DE LA
REAL AUDIENCIA DE PANAMÁ
1538 .-Se estableció la Audiencia Real de Panamá bajo la jefatura del
Dr . Francisco de Robles .
1543 .-Se eliminó la Real Audiencia de Panamá y se creó la AUDIEN-
CIA DE LOS CONFINES EN GUATEMALA . Durante este pe-
ríodo el territorio de Castilla del Oro dependió de la Audiencia
de Guatemala y tuvo como mandatarios a Gobernadores de Tie-
rra Firme y a Alcaldes Mayores en Veraguas y Nombre de Dios .
1550: El Istmo de Panamá pasó a la dependencia del Perú debido a
las graves perturbaciones motivadas por las revueltas encabe-
zadas por los Pizarro y los hermanos Contreras . En los años
subsiguientes continuaron las inquietudes durante las adminis-
traciones de los gobernadores Monjaraz, Figuerola y Luis de
Guzmán .
1565.-Este año se restableció la Audiencia de Panamá bajo la Presi-
dencia de Barros de San Millán . Durante su administración y
la de sus sucesores Diego Lope de Vera y Gabriel Loarte, se in-
tensificó la lucha contra los corsarios Drake y Oxeham .
1571 .-Por Real Decreto quedó establecido el territorio de Tierra Fir-
me bajo, una relativa dependencia del Virreynato del Perú en lo
concerniente a los asuntos de seguridad y gobierno, guerra y
finanzas ; pero en los asuntos civiles las decisiones fueron deja-
das como antes bajo la responsabilidad de la Real Audiencia
de Panamá .
1718: Por motivo de las perturbaciones ocurridas en el Istmo en los
últimos, años el Rey determinó la supresión temporal (1718-1722)
de la Audiencia de Panamá que venía funcionando desde 1565 y
adscribió el territorio a la Audiencia de Lima . En considera-
ción a los trastornos que sufría la buena marcha del gobierno
en la provincia de Castilla del Oro por el envío de los asuntos
a Lima, resolvió el Monarca expedir la real Cédula, de fecha
21 de junio de 1722, por medio de la cual ordenaba el restableci-
miento de la Audiencia de Panamá por tercera vez .
1751 .-El 20 de agosto de 1739 se expidió la Real Cédula por medio
de la cual se restableció el Virreinato de Santa Fé . El 11 de
noviembre de 1751 quedó extinguida del todo la real Audiencia
de Panamá . En su reemplazo fue creada la Capitanía General
de Tierra Firme subordinada al Virrey de Santa Fé de Bogotá .
-133-
IX
-134-
Debido al ataque de los corsarios la protección del
comercio marítimo colonial fue otro de sus encargos y
una de las más graves responsabilidades de la Casa de
Contratación . Para lograrlo se equiparon buques (le
guerra llamados galeones, provistos de artilleria y sufi-
ciente contingente de tropas que patrullaban a los bu-
ques mercantes . Ese gran convoy viajaba desde España
hasta La Habana en donde los buques de la Armada se-
guían hasta Tierra Firme en busca de los tesoros y car-
gamentos provenientes de Nueva Granada y del Perú . Des-
de la Habana también partían los barcos que formaban
la Flota que viajaba a Nueva España (Méjico) . De re-
greso a España y para mayor seguridad la Armada pro-
veniente de Tierra Firme y la Flota que venía de Nueva
España se daban cita en la Habana y en convoy, atrave-
saban el Atlántico hasta llegar al puerto de Sevilla . Es-
ta vigilancia y defensa del comercio la pagaban los tra-
ficantes indianos por medio de una contribución que se
denominaba "avería" .
La Casa de Contratación fue definitivamente no una
casa de negocios manejada para el provecho privado de
la Corona, sino un Departamento del Gobierno, un Minis-
terio del Comercio, una Capitanía del Puerto y una Adua-
na para el Comercio Colonial . (r)
Tal cúmulo de actividades estaba a cargo de una trilo-
gía de Oficiales Reales : el Tesorero, el Factor y el Conta-
dor, quienes tenían funciones especiales y específicas, pe-
ro cuyas decisiones eran tomadas en conjunto .
El Tesorero, según las leyes de Indias ordenaba y cui-
daba la acuñación de las monedas, guardaba en una caja
fuerte de tres llaves todos los valores depositados, fueran
estos el oro, la plata y las piedras preciosas que le corres-
pondían a la Corona procedentes de las Indias ; las pro-
- 1 35 -
piedades en metálico de los colonos muertos en Améri-
ca -bienes de difuntos- y también el oro no reclamado
de depósitos hechos en las colonias y los valores secues-
trados que esperaban el fallo final de los tribunales de
justicia .
El Factor, palabra que viene de facer (hacer) eje-
cutaba todas las compras y arreglos que correspondían a
la Casa de Contratación . Era por lo tanto un funcionario
de múltiples ocupaciones y encargos .
El Contralor llevaba la cuenta de los registros de em-
barque y el archivo de los documentos y facturas que da-
ban testimonio y fe de las transacciones comerciales veri-
ficadas entre España y las Indias .
En Panamá como en todas las colonias, había repre-
sentantes de la Casa de Contratación que eran los Ofi-
ciales Reales, quienes dependían directamente de la Au-
diencia . Eran los funcionarios encargados de hacer efec-
tivas las rentas de la Hacienda Real .
Llegada la flota a Portobelo se trasladaban a ese
puerto para recibirla oficialmente y para valorizar y ha-
cer efectivos los impuestos, los reales almojarifazgos, que
representaban el 151/, ad-valoren sobre la introducción
de las mercancías ya vinieran estas para el consumo en el
Reyno de Tierra Firme o fuera de tránsito para el Perú
o Centro América .
Desde los primeros días de la Colonia -1574- el
Rey, para evitar contrabandos, "ordenó al Alcalde Mayor
de Nombre de Dios y a los Oficiales Reales que las mer-
caderías fueran llevadas de los navíos a la Casa de Con-
tratación y no a barracas y les exigía remitieran al Con-
sejo de Indias una relación por abecedario del comer-
cio que entraba y salía y del valor que se les daba para así
señalar la cobranza de los almojarifazgos" .
En su celo por hacer cumplir lo dispuesto el Rey, en
Cédula del año 1582, dió instrucciones para que los Ofi--
- 1 36 -
ciales Reales de Nombre de Dios visitaran las naos Ca-
pitana y Almirante de la flota y embargaran y tomaran
por "descaminado' lo que no se hubiera registrado en la
Casa de Contratación de Sevilla .
Así mismo en Real Cédula de 161.0 el monarca reco-
mendaba como conveniente" que siempre que llegase flo-
ta o galeones a la ciudad de San Felipe de Portobelo ba-
jase allí el Fiscal de la Audiencia y les asistiese durante
todo el tiempo que allí se mantuvieran, solicitando a los
oficiales reales que cumpliesen sus obligaciones, hacien-
do las denuncias que convinieren, estorbando que los .
casados y pasajeros que fueran sin licencia así lo hagan,
lo mismo que los mulatos moriscos y extranjeros y otras
personas a quienes se tiene prohibido pasar a estas pro-
vincias".
Años más tarde en 1613 el Rey "dispuso que las visi-
tas a las naos que bajan cada año con la Hacienda Real
y la de particulares al puerto de Perico sean hechas por
los Oficiales Reales de la ciudad de Panamá con la asis-
.(2)tenciadlFsyunodelOirsaAudenci"
Y para evitar conflictos el Rey "ordenó a los Capi-
tanes de las Armadas y Flotas y a los Capitanes de otros
bajeles que ofrecieran a los Oficiales Reales toda la ayu-
da que fuera necesaria y no impidieran que éstos exami-
naran las mercaderías, plata, esclavos y demás cosas que
fueren sin registro" .
Sobre este particular es de advertir que ya en el año
de 15 .98 el Rey había dado instrucciones precisas a los
generales de la Mar del Sur que viajaban a Panamá con
plata del Perú para que no desembarcaran gente armada
en la ciudad para "hacer cuerpo de guardia", lo que pro-
vocaba gran alboroto y escándalo con las autoridades de
este puerto . (1 )
- 1 37 -
La valorización de las mercancías era la tarea más
onerosa de los Oficiales Reales, pues debían valorarla en
forma justa y moderada a fin de no perjudicar las rentas
reales, ni los intereses de los comerciantes .
Pero a decir verdad, los Oficiales Reales jamás exa-
minaban las cajas y fardos embarcados, ni pedían factu-
ra a los embarcadores, a menos que existiere prueba direc-
ta de fraude y una orden de tribunal competente . ( 1)
Según informes del Licenciado don Antonio de Sala-
zar "la llegada de la flota a Nombre de Dios representa-
ba a su Majestad una renta de doscientos cincuenta mil
pesos ensayados y si no se puede hacer la cuenta en lo
justo es porque los derechos de las mercancías se cargan
más o menos y las valorizaciones no se hacen a precio cier-
to, sino de conformidad a como se venden" .
Y como complemento a estas irregularidades comenta
"el atrevimiento de los mercaderes que traen las tres cuar-
tas partes de las mercancías sin registrar, por lo que insis-
te con su majestad que se construya el edificio de la Adua-
na porque con tal medida pasarían todas las mercaderías
por allí y el que trae cien fardos registrados no metería
quinientos" . Este año, dice : "ha llegado el atrevimiento
que puedo asegurar que V . Majestad no recaudará derechos
con que atender las necesidades de este reino pues una
flota que sin ninguna duda empleó en España ochocientas
cuentas no trae registradas mas de doscientas setenta y
éstas en general tan bajas, que no aportarán ningún cau-
dal a la caja real" .
Pero más grave que estas irregularidades era el co-
mercio que se hacía con la China . Fue a principios del
siglo XVII que la Casa de Contratación de Sevilla tuvo
que tomar medidas severas y hasta prohibir el comercio
- 138 -
de las telas de seda y damasco que pasaban de Méjico al
Perú, provenientes de la China y Filipinas, las que compe-
tían con los paños que ofrecía en las Ferias de Portobelo el
comercio de la metrópoli ; "otro daño no menos hay en el
dinero que se pasa del Perú a Nueva España -Méjico-
que son millones cada año y de esto va más de uno a la
China y cuanto más se dilata el remedio se va haciendo
mas dificultoso y pierde vuestra majestad gran suma de
hacienda por muchas razones que en otras ocasiones tengo
dichas y muchos otros las deben haber escrito" . ( 5)
Tal vez con el propósito de registrar la salida de fon-
dos la Audiencia de Panamá advertía en 1607 : "debe li-
mitarse la cantidad de pesos que pueden ir a emplearse a
la Nueva España -Méjico- pues para fruto de la tie-
rra y mercaderías de ella, tales como paños, será harto
doscientos mil pesos . Esto convalecerá este Reino y ha-
rá lucir la plata que viniere en las Armadas del Pirú . Si
esto se tardare aseguro a vuestra majestad que ha de
quedar este Reino tan descarnado de vecinos y haciendas
que quien en otro tiempo lo hubiera visto no lo conoce-
rá" . (6)
En la incapacidad de controlar la entrada de las
mercancías y la natural competencia de los paños que se
hacía por Méjico, la disminución de los reales almojari-
fazgos se hacía cada vez más notoria de tal manera "que
la flota que trajo el general Diego de Rivera en 1589 pro-
dujo 319 .000 pesos ensayados y así ha ido reduciéndose,
año tras año, hasta el año de 1610 en que la flota que tra-
jo don Francisco del Corral, sólo dió una renta de
160 .000 pesos" .
- 1 39 -
Es interesante observar como el Presidente (le la Au-
diencia, Valverde y Mercado, trataba de prevenir los abu-
sos que los comerciantes del Sur cometían con los mercade-
res de la flota : "Conviene advertir que es perjudicial la
actitud de los mercaderes del Pirú, quienes se ponen de
acuerdo para imponer sus ofertas de compras a los co-
merciantes de España, pues juntándose a comprar han
sido como los judíos de Roma que en ofreciendo uno trein-
ta ducados, cualquier otro que entraba ofrecía lo mismo,
pues saben que han de vender por fuerza y esperan el úl-
timo trance para ahogarlos, queriendo que les den las mer-
cancías a menos de los costos de Castilla" .
Desde 1580 es manifiesto el interés del Rey "por man-
tener vigilancia y cuidado para que no pasen a las Indias
extranjeros y no menos que los que están acá no vuelvan
a sus tierras porque hacen dos daños : uno, que con
la hacienda que llevan mueven a otros a venir y para ello
buscan y hallan muchos caminos ; el otro, es que van muy
enterados de todo lo de acá, ansi de la tierra como de las
armadas y de todas nuestras flaquezas de que dan noti-
cias a Inglaterra y Flandes y algunos vuelven como prác-
ticos con nuestros enemigos" .
En igual forma el Oidor Pérez de Salazar sugería
en 1606 medidas contra el comercio de los portugueses y
la salida de dinero para otros reinos : "Si V . M . pretende
remedio para que no se saque dinero para otros reinos, ha
de comenzar por las raíces donde está el daño que son los
mercaderes extranjeros que residen en estos reinos, a quie-
nes se les ha dado mano para tratar y contratar en las In-
dias, con más ventajas que los naturales de Castilla . Es-
tos mercaderes, indaicantes, dueños de la contratación de
las Indias, son hoy portugueses . Tienen el asiento de los
negros, sin los cuales no se puede convivir y también tie-
nen el despacho de las flotas y armadas de cuya buena ex-
pedición depende todo el comercio" .
- 1 40 -
Consecuencialmente el Rey insistió en que se diera
cumplimiento a las órdenes impartidas "de que no se per-
mita el trato de extranjeros en las Indias" y solicitó se le
enviara un relato de los extranjeros que hay en la provin-
cia, de cualquier nación, del tiempo que residen en ella y
de los que de ellos están casados, avecindados y naturali-
zados". Los señores de la Audiencia consideraron de su
obligación advertir, para mejor criterio de su majestad
"que este reino se va despoblando y van faltando cada día
muchos vecinos y entre los que han quedado hay algunos
extranjeros ricos y hacendados de los cuales algunos son
casados y otros ha mas de diez años que residen aquí con
sus casas y familias y si se echasen de esta tierra faltarían
los tratos y comercios que sus correspondientes en Espa-
ña y en, el Perú tienen con ellos y se despoblaría la mayor
parte de lo que ha quedado, como V . M . podrá mandar ver
en la relación que el Presidente de la Audiencia envía de
los extranjeros que hay en este reino y de sus respectivos
caudales" .
- 142 -
Había también rentas especiales propias de la ciudad
de Panamá y Portobelo . En 1636 la Municipalidad de
Panamá fue autorizada por Real Decreto para construir
un almacén de depósito en Venta de Cruces por el cual
percibía anualmente la ciudad de Panamá diez mil pesos
de renta . Este almacén de Cruces fue incendiado por
Drade en 1572 con pérdida, según se dice, de doscientos mil
pesos en mercancías . El Ayuntamiento de Portobelo te-
nía como renta particular el cobro por la introduc-
ción o desembarco de negros : dos pesos por varón, uno
por hembra, entrada que se destinaba a la composición de
calzadas y caminos .
Los monarcas españoles siempre fueron muy cuidado-
sos de que se les remitieran informes sobre el manejo de
sus rentas, según lo confirma carta del Emperador Car-
los V, quien imponía como obligación de los Oficiales de
Hacienda enviarle "a fin de cada año un tiento de cuenta
de su cargo, de todo lo que ovieren recibido y cobrado ansi
de nuestras quintos y rentas de almojarifazgos, como de
los tributos que recibieren de los indios" .
Pero en Panamá, el Virrey del Perú, don Francisco
de Toledo encontró a su llegada en 1569 que las cuentas
de los Oficiales Reales no habían sido debidamente exami-
nadas desde 1552, por lo cual ordenó que los libros fueran
puestos al día, bajo vigilancia de la Audiencia, para ser
enviados a España . Las sumas implicadas alcanzaban
7 .000 .000 pesos . ( 6)
Por el informe del Licenciado Antonio de Salazar,
Presidente de la Audiencia, se conoce "que de la hacienda
real se pagaban al Presidente de la Audiencia cuatro mil
quinientos ducados ; a cuatro Oidores y un Fiscal dos mil
pesos ensayados a cada uno ; al gobernador de Veragua
- 1 43 -
mil ducados ; al Alcalde Mayor de Nombre de Dios se le
pagaban cuatrocientos ducados y al de Natá trescientos" .
Así mismo, "en Bayano hay un presidio de veinti-
cuatro soldados con Capitán y Oficiales y un sacerdote
en los cuales se gastan siete mil pesos ensayados . Al es-
tablecerse la Plaza fuerte de Portobelo y el Castillo sobre
el río Chagres y las defensas de los casas reales en la ciu-
dad ele Panamá aumentaron los gastos con los sueldos del
Alcalde Mayor de Portobelo y los doscientos hombres de
guarnición que defendían los castillos .
El Oidor Pérez de Salazar consideraba en 1608 : "que
eran exagerados los gastos ele la administración y defensa
del Reino de Tierra Firme, el cual no tiene 600 vecinos
españoles, inclusive los pobladores ele Veragua" y "criti-
caba que se pagara al gobernador de esa provincia un sa-
lario de mil pesos por gobernar cien vecinos pobrísimos
que no hay diez de todos ellos que tengan colchones en que
dormir, ni gasten zapatos sino alpargatas y ristan de ca-
ñamazo"; por lo que "recomendaba se suprimiera la go-
bernación de Veragua, centralizando el gobierno de Tie-
rra Firme bajo el mando del Presidente de la Audiencia,
quien debía nombrar para su gobierno corregidores de-
pendientes suyos" .
El Tesoro Real subvencionaba los hospitales y daba
limosna de aceite y vino a las iglesias y conventos, artícu-
los que no podían adquirir por su lastimoso estado de po-
breza, especialmente en los tiempos "de malas flotas"
Otro gasto que se hacía de la Hacienda Real eran las repa-
raciones que se verificaban a las casas de madera que ser-
vían de local a la Audiencia y en donde vivían los Oido-
res y demás funcionarios reales .
Todos esos gastos y cualesquiera otros, tales como
los ocasionados por comisiones de guerra eran pagados
con las sumas que los Oficiales del Tesoro retenían con tal
propósito de los almojarifazgos provenientes de Portobelo
y si no había dinero se ordenaba su pago con dineros que
- 144 -
facilitaba el Virrey del Perú . No obstante, es curiosa la
advertencia hecha por la Audiencia al Rey "de que es
preferible que se limiten las sumas que se han de retener
en dinero, pues es mejor que se tome prestado entre los
mercaderes hasta cuando venga la flota que tenerlo a la
mano . Así se gastará menos e irá más dinero a vuestra
Majestad" . ( 7 )
- 145 -
DON FRANCISCO VALVERDE Y MERCADO
Don Francisco Valverde y Mercado, Presidente de la Audiencia
y Gobernador del Reyno de Tierra Firme, completa con Diego de
Villanueva y Zapata y Don Alonso de Sotomayor la trilogía de fun-
cionarios que defendieron el Reyno de Tierra Fierme de las acome-
tidas del corsario Drake y realizaron labor importante en la funda- .cióndePortblysuadefns
-148-
razán por la que los nombres de las islas de Jamaica, San-
to Domingo, Tortuga, Santa Catalina, aparezcan tan re-
petidamente en las historias de los piratas en la Amúrica
como cuarteles generales de estos desalmados hombres
del mar .
- 1 49 -
bre de Dios y si vienen bien creo que harñn lo mismo que
en Santa Marta pues en esa plaza no hay fuerza de defen-
sa ni una Pieza de artillería" . ( 3 )
- 1 50 -
que llegá a la Concepcián y diá la alarma y evitá que la
quemasen y robasen . Visto que no habían hecho fruto
se volvieron de la costa de Veragua, echando de los na-
víos cinco franceses y un portuguús, los cuales vinieron
a dar a la costa, legua y media de Nombre de Dios, donde
fueron hechos prisioneros y serñn condenados por escla-
vos para que sirvan en las minas de Veragua" . (S)
El primer ataque de importancia de los corsarios so-
bre las costas del Istmo se llevá a efecto en 1571 cuando
un grupo de doscientos franceses tuvieron la osadía de
remontar en pequeóas embarcaciones el río Chagres y es-
tando cerca de la Venta de Cruces abordaron las pira-
guas de fardos y de vinos y se robaron todas las mer-
cancías por valor de 70 .000 pesos, volviúndose sin ningén
contratiempo al mar del Norte . Este acto de audacia de
los corsarios franceses motivá el informe del Presiden-
te de la Audiencia, con Manuel Barros de San Millñn,
quien con la mayor entereza expresa su opinián de que el
gobierno de la Audiencia en lo administrativo debía estar
a cargo exclusivo del Presidente de esa corporacián "para
que provea con presteza lo que . fuere necesario y con brío
lo ejecute, porque a causa de tener que ponerse de acuer-
do los cuatro Oidores, todos se impiden los unos a los
otros y nunca se acaba de resumir lo que se ha de
hacer". ( 7j
Como queda demostrado, las colonias de Amúrica
continuaban indefensas desde el punto de vista militar y
naval, con fortificaciones sin artillería y compaóías no-
minales de infantería, mientras los habitantes se mostra-
ban mñs dispuestos a huir a montes y selvas que resistir
al invasor . En efecto, ya en 1587 el ingeniero espaóol,
Bautista Antonio había escrito acerca de los habitantes
de Panamñ : "por cuanto la mayor parte de esa gente son
mercaderes, no querrñn combatir sino poner a salvo sus
- 152 -
"El fuerte de la isla de Perico en ninguna manera es
necesario, decía, porque ni con úl se defiende esta ciu-
dad, ni hay allí puerto que guardar, sino playa rasa ; ni
tiene necesidad de surgir allí el enemigo mñs que en otras
de las demñs islas que estñn junto a ella, ni con este fuer-
te se les puede impedir que lleguen a quemar los navíos
que allí hubiere. No hay por lo tanto, para que gastar
cuarenta mil ducados en fabricarle y otros ocho mil cada
aóo en sustentarle de soldados, artilleros y pertrechos de
guerra" .
- 1 53 -
cia y cuatro meses de siembra para coger maíz . Hay mñs
de tres mil negros esclavos de los cuales se puede presu-
mir que se holgarñn mñs de ver ingleses en la tierra
que espaóoles, así por la libertad como por que les con-
sentirñn vivir sin orden" .
Aunque en plan enumerativo haremos desfilar a con-
tinuacián a todos los corsarios, contrabandistas y hombres
de guerra que mantuvieron en intranquilidad y desaso-
siego a los pobladores y autoridades del Gobierno de Tie-
rra Firme .
FRANCISCO DRAKE
1567
-154-
y otros detalles mñs relacionados con la movilizacián del
tesoro del Rey a travús del Istmo .
En 1572 saliá de Inglaterra en asocio de sus herma-
nos John y Charles Drake y de John Oseham y anclá sus
buques en una bahía al norte del Dariún, en un lugar de-
nominado Puerto Escondido, el que le serviría de base pa-
ra sus recorridos y fechorías en esa costa . Con escasas
fuerzas atacá a Nombre de Dios, poblacián que tomá des-
puús de un encuentro mano a mano con sus defensores .
Aunque en la casa en que se guardaba el tesoro real ha-
bían depositado numerosas barras de plata, Drake sálo
pudo apropiarse de las joyas y dinero que podía llevar
consigo, pues sabía que pasado el momento de la sorpre-
sa reac ionarían los vecinos de Nombre de Dios en né-
mero suficientemente poderoso para perseguirlo y hacer-
le prisionero . Así, sin contratiempos, regresá a su pues-
to de escondite en la costa del Dariún, desde donde conti-
nuá haciendo incursiones para atrapar a los buques costa-
neros . De regreso de una de estas expediciones fue in-
formado de la muerte de sus dos hermanos ; John, el ma-
yor, en combate, al abordar un buque enemigo y Charles,
víctima de las fiebres que ya habían comenzado a diez-
mar su ejúrcito.
Afortunadamente, con la llegada del verano, vino el
aviso de parte de los cimarrones de que estando la flota
en Nombre de Dios pronto se haría la movilizacián del te-
soro del Rey, de Panamñ al expresado puerto . Con sálo
diez y ocho compaóeros y gran refuerzo de negros cima-
rrones se dirigiá Drake hacia el Camino Real para asaltar
a los conductores del cargamento . Desde la copa de un
ñrbol situado en medio de la cordillera, Drake divisá am-
bos mares y contemplá en la bahía de Panamñ anclados
en Perico los buques de la armada que acababan de llegar
del Peré, transportando los tesoros que pronto serían con-
ducidos a Nombre de Dios .
Drake pensaba sorprender a los conductores del Te-
- 155 -
coro cuando la recua de mulas con su rico cargamento
hubiera pasado el lugar en donde estaba escondido con
sus asaltantes, pero el plan fracasá por la imprudencia
de uno de los suyos, quien ebrio, tratá de detener al pri-
mer soldado espaóol de la comitiva que apareciá Por el
camino de Cruces . A todo correr el fugitivo echá atrñs
y advirtiá a los conductores del Tesoro la presencia de
enemigos en el Camino Real, lo que les permitiá poner el
tesoro a buen recaudo .
Fracasado en su propásito, Drake siguiá el camino de
Cruces, poblacián que dejá en llamas para seguir luego a
su refugio y base de operaciones en el norte del Dariún .
Nuevamente sus aliados los cimarrones le dieron avi-
so de que estaba por llegar a Nombre de Dios un cuantio-
so y rico cargamento . Precipitadamente, Drake se puso
en marcha con sus tropas y fue a situarse a pocas millas
de Nombre de Dios en espera de una nueva oportunidad
para hacerse dueóo del tesoro que por mñs de un aóo ha-
bía esperado pacientemente .
Sorprendidos los guardianes de tan inesperado ata-
que-ya que estaban en las goteras de Nombre de Dios -abndorlefsa,djnoíeltsrdRyen
- 156 -
DRAKE RECORRE EL MAR PACIFICO
GUILLERMO PARRER
1601
-162-
de mando . Al cruzar un puente que salvaba la corriente
que dividía la ciudad de Portobelo los asaltantes le inte-
rrumpieron el paso, pero úl desalojá a sus enemigos a man-
dobles de espada .
Con los brazos atravesados por los tiros de la mosque-
tería enemiga el capitñn Pedro Melúndez rehizo la defensa
del fuerte y con una docena de los soldados mñs animosos
saliá a pelear a las calles contra los invasores y fue tan
violenta su arremetida que les obligá a buscar como defen-
sa las barracas de la playa . Pero nuevos desembarcos de
filibusteros reforzaron a los que iban de huída y empren-
dieron de nuevo el asedio contra el fuerte de San Felipe
y se esparcieron por las calles de Portobelo, dominando
la ciudad .
Mientras tanto, los piratas mñs numerosos que los de-
fensores de San Felipe, temerarios y arrojados, salvaron
los fosos y murallas de la fortaleza, derrumbaron las puer-
tas de la Sala de Armas del Fuerte de San Felipe y allí, a la
luz del amanecer de ese día, se librá una feroz batalla en
que los tiros (le arcabuz disparados a quemaropa y los man-
dobles de espada eliminaron a los mñs valientes y mñs de-
cididos en la batalla .
Es fama que el capitñn Pedro Melúndez quedá tendido
en el recinto de la Sala de Armas, sangrante y moribundo
por las diez y siete heridas profundas recibidas en la re-
friega. El mismo filibustero Parker, haciendo múrito de
su valor, ordená a su cirujano que lo curara para salvar
la vida (le su valeroso contendor . Puesto en una hamaca
fue trasladado a la poblacián (le Santiago del Príncipe al
ciudado de cuatro de sus propios soldados . Se cuenta que
el capitñn Melúndez perdiá el brazo derecho por lo cual sus
soldados le llamaban con carióo "el Manco Melúndez", de-
fensor de Portobelo" . (3 )
- 163 -
FRANCISCO L'OLONNOIS
1650
4) Piratas en Amúrica .
-165-
MANSVELT
1665
ENRIQUE MORGAN
1668
5) Piratas en Amúrica ..
- 166 -
A la muerte de Mansvelt, Enrique Morgan asumiá el
mando del grupo el cual tenía a su disposicián once bu-
ques y seiscientos aventureros avezados a la lucha en el
mar y con los hombres .
Su primera expedicián a puerto Príncipe, no le
rindiá grandes utilidades, por lo que cambiá de rum-
bo y puso las proas de sus barcos hacia Portobelo en ju-
nio de 1668.
Una noche los piratas de Morgan cayeron sobre el
fuerte del Peré, situado detrñs de Portobelo, el que defen-
día la ciudad en la línea de las montaóas . Despuús de
una desesperada lucha cuerpo a cuerpo que durá hasta el
amanecer, la ciudad quedá en Poder de los piratas. Los
prisioneros llenaban las iglesias que servían de cuarteles,
en donde no había ni agua, ni alimentos, ni asistencia pa-
ra los heridos ; sálo imperaba la brutalidad, la impudicia
y el robo . Matronas y religiosas fueron víctima de la lu-
juria de estos hombres desalmados .
Empeóado Morgan en dominar el fuerte de San Je-
ránimo, cuyo capitñn se mantenía irreductible obligá a
las monjas y frailes a poner andamios y parapetos para
escalar las murallas de la fortaleza . Nada valieron para
los piratas las séplicas y ruegos de gente tan indefensa .
Los piratas no conocían la clemencia y los que no cum-
plían las árdenes caían desplomados a tiros de arcabéz .
Dominada totalmente la ciudad sobrevino el saqueo
de las iglesias y conventos. Los prisioneros eran obliga-
dos a pagar sus rescates, valiúndose los piratas de los me-
dios mñs violentos y reprochables .
Una fuerza fue enviada desde Panamñ para resca-
tar la ciudad, pero fue derrotada en los desfiladeros de
las montaóas antes de llegar a Portobelo . Por quince
días Morgan permaneciá en Portobelo y no abandoná la
ciudad sin antes desmontar los caóones de las fortalezas y
recaudar los cien mil pesos que había exigido como res-
cate.
- 167 -
Mñs de 260 .000 pesos en joyas, monedas y gran va-
riedad de telas y otras mercancías, fue el tributo que pa-
gá Portobelo a la ferocidad del pirata Morgan .
La hazaóa realizada por Morgan al abatir la forta-
leza de Portobelo, hizo crecer su prestigio y no quedá un
pirata en la costa del Caribe que no corriera a Ponerse
bajo sus banderas, seguro de que lo conduciría al saqueo
de otras ciudades mñs importantes que Portobelo . Así,
pronto pudo disponer de una flotilla de quince buques y
novecientos setenta hombres de guerra, fuerza con la que
se apoderá de Maracaibo, saqueñndola inmisericordemente .
- 168 -
debido al nutrido y mortal fuego de los sitiados . Ya de
noche, los filibusteros, alfanje en mano salvaron las pa-
lizadas y disparando flechas incendiarias provocaron el
incendio en el fuerte . Fue este el momento oportuno pa-
ra el asalto y la terrible acometida de los piratas . Tras
una encarnizada refriega y a costa de gran púrdida de vi-
das pudieron los asaltantes hacerse dueóos del castillo de
San Lorenzo.
Cuando Morgan supo que sus árdenes se habían cum-
plido, se dirigiá a Chagres donde no nudo ocultar su al-
borozo al ver el estandarte inglús ondeando en el castillo,
adquirido a costa de tanta sangre . Sin perder tiempo,
Morgan desembarcá su gente y se apoderá de todas las
canoas de indios y de los pequeóos barcos que navegaban
por el río y dejando quinientos hombres en el castillo y
ciento cincuenta para guardar las naves partiá con los
mil quinientos restantes para Panamñ, llevando consigo
pocas provisiones para ahorrarse peso y en la confianza de
adquirirlas de los enemigos, que úl estaba seguro le dis-
putarían el paso .
El ascenso Por el río Chagres fue demorado y lleno
de peripecias y sufrimientos, debido a la inclemencia del
tiempo y a la falta de alimentos . Por algunos días los
piratas sálo se alimentaron de la carne de perros y gatos
y de los pellejos duros de sus sacos de cuero, a los que le
quitaban el pelo y les golpeaban con piedras para suavi-
zarlos y poderlos engullir, despuús de salarlos y asarlos
en las hogueras .
Al llegar a la aldea de Cruces, que los espaóoles deja-
ron en llamas, los piratas abandonaron las canoas devol-
viúndolas a Chagres y reservñndose Morgan una que man-
dá a esconder para remitir avisos al castillo si las cir-
cunstancias lo hacían necesario . A Pesar de que siguie-
ron avanzando de Cruces a Panamñ, en ninguna parte
encontraron los piratas a sus esperados enemigos, quie-
nes les hacían el vacío a medida que avanzaban . Sálo
un grupo de indios, parapetados en un paso de la cordille-
ra, dispará sobre los invasores sus flechas, hiriendo a mu-
chos y dejando algunos muertos .
Al continuar la marcha en el noveno día los bucaneros
lograron descubrir el mar y divisar la rica ciudad de Pa-
namñ la que consideraban ya en sus manos . Echaron en
alto sus sombreros y los tambores y trompetas llenaron los
aires de regocijo . Allí Morgan hizo alto para descansar
y servir a su gente carne fresca de toros cazados en la
sabana inmediata .
No bien amaneciá cuando emprendieron el camino a
Panamñ . Avisado Morgan de que el camino real estaba
defendido por parapetos y trincheras, flanqueá el bosque
inmediato, deshaciendo así los planes (le los defensores .
Doscientos bucaneros, los mñs diestros tiradores, to-
mando la vanguardia bajaron a la llanura a donde los es-
paóoles les llamaban a combate . Al grito de ¡Viva el
Rey! la caballería se precipitá sobre los- invasores los
que, rodilla en tierra, los recibieron denodadamente cau-
sñndoles grandes púrdidas . La infantería tratá de impe-
dir el desastre y avanzá sobre los piratas, mientras que
para sorprenderlos y desordenarlos les soltaron por la
retaguardia dos mil toros bravos los que por instinto na-
tural, en vez de embestir, buscaron el campo abierto . Y
como al primer choque ele los infantes con los aguerri-
dos bucaneros el resultado fuese nulo, sobrevino la con-
fusián y el desaliento y luego el desbande general, arro-
jando los mosquetes y huyendo a la espesura y, dejando
el campo libre a los invasores de Morgan .
Entonces la ciudad fue tomada fñcilmente y duro
fue el desengaóo de los asaltantes al no aprecibir en la
ciudad las riquezas que se habían imaginado encontrar,
pues muchos ciudadanos habían huido a las islas y pue-
blos del interior, llevñndose consigo lo mñs valioso de sus
haberes.
- 170 -
Aun no eran dueóos los piratas de toda la ciudad, ni .
se habían posesionado de sus ricas residencias, cuando
tuvieron que defenderla de las llamas y nada valieron sus
denodados esfuerzos para dominar el incendio provocado
por los mismos espaóoles, pues la ciudad quedá totalmente
destruida antes de media noche.
Frustrado en la esperanza de lograr un botín consi-
derado seguro y cuantioso, Morgan determiná quedarse
en Panamñ algunos días para recorrer las poblaciones in-
mediatas y las islas del archipiúlago y aprisionar a los fu-
gitivos y obligarles a pagar entre torturas y humillaciones
el precio de su libertad . Una de las patrullas alcanzá la
isla de Perico, pero :legá demasiado tarde para detener un
buque que acababa de salir del puerto cargado con la
plata del rey, los ornamentos de las iglesias y el oro, pla-
ta y joyas de los mñs ricos mercaderes, que tambiún se
embarcaron conjuntamente con todas las monjas y las .
principales personas de la poblacián rumbo al Peré .
Sin embargo, trajeron consigo muchos prisioneros,
quienes fueron sometidos a las crueldades mñs inconcebi-
bles. "Uno de los desdichados que tuvo la desgracia de
sufrirlas fue cierto sirviente, que al presentarse vestida
con el traje de su amo le tomaron por persona principal .
Para hacerle confesar lo que seguramente ignoraba, sus-
pendiúronlo por una de las partes mñs sensibles del cuer-
po y en tan dolorosa postura le cortaron la nariz y las
orejas, chamuscñronle las heridas y cuando no pudieron
inventar mñs crueldades, mandaron a un negro que le
diera lanzadas para acabarlo" .
Relata don Dionisio Alcedo y Herrera "que entre los
presos de Taboga y Taboguilla se llevá a la presencia de
Morgan una joven y hermosísima dama a la cual el pira-
ta distinguiá con sus galanteos amorosos, entregñndola
a una negra para que la sirviese y tratase con todo rega-
lo. Desolada y en amargo llanto rogaba la hermosa a su
tirano que la trasladase a la prisián donde sus parientes
estaban y en respuesta a la gracia que pedía, colmñbala
el pretendiente de atenciones y ofrecíale las mñs preciosas
alhajas del saqueo ; pero cuando al exponerle decidido sus
deshonestos propásitos oyá de la prisionera que sálo qui-
tñndole la vida podría disponer de sus gracias, sustituyá
el dulce trato por las mñs feroces amenazas, y mandando
desnudarla la encerrá en una bodega donde no le llevaban
sino limitada porcián de alimentos, insuficiente para po-
der vivir".
A las tres semanas de permanencia en Panamñ se
enterá el pirata de que algunos de los suyos estaban pre-
parñndose para ir a buscar fortuna por su cuenta en la
Mar del Sur . Para estorbar sus proyectos mandá a rajar
el ñrbol mayor del navío apresado y quemar luego todas
las barcas que estaban en el puerto .
Despuús, como nada mñs se ofrecía al saqueo, diá por
terminada la empresa e impartiá las árdenes para regre-
sar al castillo de Chagres, llevando cargados ciento seten-
ta y cinco jumentos con el oro y plata y objetos preciosos
robados y unos seiscientos prisioneros entre hombres, mu-
jeres, nióos y esclavos. ( 6 )
- 1 72 -
Que a pesar de la mucha confianza que el goberna-
dor Púrez de Guzmñn tenía en que podía impedir el avan-
ce del invasor, que subía por el cauce del río Chagres en
pequeóos buques y piraguas indígenas, de nada le valie-
ron los destacamentos y cuadrillas emboscadas en Barro
Colorado y Dos Brazas pues "llenos de pavor no pelea-
ron con el enemigo y no hicieron mñs que huir por el
monte hasta alcanzar a Cruces" . Sálo en Quebrada Os-
cura cayá afirma Zach Harry, compaóero de Morgan en
el ataque de Panamñ, haciúndole frente a los filibusteros,
el Cacique de Pocrí de Los Santos, Oléa, ahijado del go-
bernador Púrez de Guzmñn, quien había venido volunta-
rioso a luchar contra los invasores .
Que en Consejo de Oficiales, celebrado en Guayabal,
a tres leguas de Cruces, decidiá el gobernador Púrez de
Guzmñn, regresar a la ciudad para no dejarla expuesta a
un ataque envolvente del enemigo .
Que estimando que era imposible la defensa dentro
de la ciudad saliá con el ejúrcito compuesto de mil dos-
cientos milicianos mal armados y doscientos hombres de
caballería para detener al enemigo "a la distancia de una
legua de Panamñ" .
Que los piratas indudablemente avanzaron por el ca-
mino de Cruces y ascendieron a las alturas de una emi-
nencia que se llamá en su recuerdo el cerro de los Buca-
neros (la Cresta?) desde donde divisaron las torres de
Panamñ Viejo ; allí descansaron y a la maóana siguiente
levantaron el campo y ocuparon posiciones en el cerro del
Avance que domina la llanura de Mataznillo y "en donde
una ciúnaga que es lo mismo que pantano" protegía uno
de sus flancos" . (El río Mataznillo corre a las inmedia-
ciones (le Juan Franco, lugar que dista aproximadamente
una legua de Panamñ la Vieja razán por la que es de pen-
sar que el campo de batalla de Mataznillo puede corres-
ponder a esta seccián en los aledaóos de la ciudad) .
- 173 -
Que en su informe don Juan Púrez de Guzmñn dice :
"di árdenes que se pegase fuego a las casas de la pálvora
como se ejecutá y yo me retirú a Penonomú, pueblo de na-
turales y declara que "a pesar de que el gobernador de
Veragua, don Juan Portuondo Berguido tratá de juntar
su gente "para volver a probar la mano del enemigo" lo
tuve por diligencia, imposible porque habla entrado de
tal calidad el miedo en los corazones de los hombres que
largando las armas aseguraban las vida," .
En carta fechada en octubre de 1679 el Licenciado
don Miguel Francisco ‡e Marischalar, Comisionado del Con-
de Lemos, Virrey del Peré, para reemplazar al Goberna-
dor Púrez de Guzmñn informa de las condiciones en que
ha quedado la ciudad.
"La Casa Real con la Audiencia y los Almacenes Rea-
les estñ en pie, pero maltratadísima de tal suerte que se
administra justicia en sitio arto indecente . El Conven-
to de la Merced, que estñ fuera de la ciudad, tambiún per-
manece en pie, pero amenazando ruina porque la cerca-
nía, de la casa de la pálvora que se quemá, la quebrantá
mucho" .
"El convento de los Religiosos Recoletos de San Agus-
tín que tambiún estaba fuera de la ciudad es el que ha que-
dado solamente sin lesián y algunas casillas de los arraba-
les que servían de habitacián a, negros mulatos ; todo lo
restante del pueblo se abrazá con tanta violencia ; que ni
aén en las casas de piedra y conventos quedá madera que
no se quemase, de que ha resultado que las paredes de los
conventos de San Francisco, de la Concepcián, de la Com-
paóía de Jesés, de la Iglesia Catedral, del Hospital, de
las Casas del Cabildo y otras, han quedado tan ator-
mentadas que por instantes se estñn cayendo y es impo-
sible que sobre ellas se pueda edificar" .
Este reino estñ en el mñs lamentable estado que
se pueda considerar : "Los vecinos desnudos, pobres, sin
viviendas y todos enfermos y han sido tantas las muertes
-174-
desde la invasián que me aseguran que han muerto mñs
de tres mil personas ; por lo cual no puedo dejar de
expresar la necesidad que hay de gente para la defensa de
este Reino porque la que hay es poca y de tan mala cali-
dad que si se ofreciese ocasián de enemigos se habrían
de retirar a los montes por el horror que han concebido
de las crueldades y muertes que el pirata ejecutá en ellos
despuús de Prisionero y rendidos" .
Así mismo son d: gran significacián las apreciacio-
nes que hizo el nuevo gobernador de Panamñ, don Anto-
nio de Cárdoba, en carta escrita a su llegada al Reino de
Tierra Firme :
-` 1 7 5 . ._
Actitud de los vecinos de Panamñ ante la conducta
observada por el traficante de negros, Antonio García, pre-
cisamente en 1675 despuús de la destruccián de Panamñ :
En documentos provenientes de los Archivos de In-
dias aparece la peticián escrita de los vecinos de la ciudad
de Panamñ, solicitñndole a S .M . Catálica les ayude a res-
catar a su costo los esclavos negros y mulatos libres que
los piratas llevaron consigo a la isla de Jamaica . Razo-
naban para ello que esos prisioneros esclavos, que los in-
gleses tenían en su poder, eran servidores de sus casas y
haciendas, indispensables para los trabajos del campo y
ayuda valiosísima en la construccián de sus casas en la
nueva ciudad . Pedíanle al Rey pusiera a su disposicián
todas las facilidades, inclusive un barco para transportar
a Tierra Firme a todos los prisioneros que se pudieran en-
contrar . Ante tan fúrvida peticián de los vecinos de la
ciudad de Panamñ se opuso tesoneramente el Contratista
del comercio de negros esclavos, Antonio García, porque
consideraba que al rescatar a los viejos esclavos en poder
de los ingleses era como comprarlos nuevamente e intro-
ducirlos en Panamñ en perjuicio de sus intereses que es-
taban garantizados por un convenio celebrado por el mis-
mo Rey .
Despuús de muchas gestiones las autoridades de Tie-
rra Firme y con autorizacián de S . 111 . y sin perjuicio del
derecho del Asentista dieron licencia para que los dueóos
de los esclavos pudieran rescatar y traer a los esclavos
ele su pertenencia" .
- 1 76 -
guas de la ciudad y durante cuatro días marcharon cau-
telosamente por la ribera del mar rumbo a la poblacián .
Ya en sus inmediaciones fueron descubiertos por los na-
turales y uno de ellos corriá a la ciudad dando el grito de
alarma : "Ladrones! Ladrones! . .
Sorprendidos los vecinos solo tuvieron tiempo para
refugiarse en los castillos sin lograr coordinar un ata-
que para desalojar a los piratas de la ciudad, la cual sa-
quearon a su antojo .
Reembarcados se dirigieron a la Isla del Oro en las
costas de San Blas, en donde decidieron desembarcar pa-
ra atravesar el Istmo y piratear en las aguas del Mar del
Sur tal como lo había realizado en 1575 el corsario Oxe-
ham.
- 1 77 -
Despuús de largas semanas en Taboga en espera de
la llegada de buques del Peré, el jefe de la expedicián
recibiá un mensaje del Gobernador de Panamñ en que le
pedía le informara el propásito de su viaje y el rumbo
que pensaba seguir . El capitñn Sawkins le contestá muy
lleno de razán : "liemos llegado hasta aquí para prestar
ayuda al Rey del Dariún, legítimo seóor de estas tierras
y dueóo de Panamñ" .
De Taboga siguieron los piratas a Otoque y luego a
Coiba en donde repararon sus buques y se aprovisionaron
de carne de tortuga .
Estando en Coiba el capitñn Sawkins, personalmente,
encabezá la expedicián que debía asaltar a Pueblo Nue-
vo (Remedios) . Advertidos los espaóoles se prepararon
a la defensa y en el ataque los ingleses fueron rechazados,
perdiendo la vida el mismo jefe, capitñn Ricardo Sawskin
GUILLERMO DAMPIER
1683
- 1 78 -
La amistad de los piratas con los indios del Dariún
se debiá a un curioso incidente, relatado por el mismo
Dampier . Como quince aóos antes, el capitñn Wright na-
vegando cerca del litoral, en las islas del Archipiúlago de
San Blas, cogiendo pescado y tortugas, encontrá a un abo-
rigen joven que por allí remaba en su canoa . Lo hizo ve-
nir a bordo, le diá el nombre de John Gret, le vistiá y se
propuso levantarlo a la iglesia .
Pero los mosquitos, que estaban con Wright, se afi-
cionaron al muchacho de San Blas, y pidieron al capitñn se
los dejase llevar a su tierra. Le enseóaron sus modos y le
buscaron mujer entre ellos y aprendiá su lenguaje, tal co-
mo había aprendido a chapurrear el inglús .
Aóos despuús el Capitñn Wright estuvo de nuevo en
el Archipiúlago de San Blas y los indios le pidieron les
dejñse a su compatriota John Gret . Wright accediá a
su solicitud y dejá en su país a su protegido, iniciñndose
así la íntima amistad entre indios y piratas, que tan per-
niciosa fue para los espaóoles .
En el mismo aóo de 1683 Guillermo Dampier en aso-
cio de otros piratas doblaron el Estrecho de Magallanes
y navegando por las costas del Sur vinieron a situarse en
el golfo de Panamñ, en espera de la armada que debía ve-
nir de Lima con el tesoro Real . En el Archipiúlago de
las Perlas se agregaron al grupo nuevas fuerzas que ha-
bían atravesado el Dariún a árdenes de los capitanes Town-
ley, Lussan y Groginett.
Fortalecidos los piratas se posesionaron de la isla ele
Taboga y del puerto de Perico y si no atacaron la ciudad
de Panamñ fue porque no ignoraban que estaba bien de-
fendida por todas las fuerzas hñbiles del Reyno de Tierra
Firme, que se habían concentrado en ella provenientes de
Portobelo, de Natñ, Los Santos, Alanje y Remedios .
"Desde su buque Dampier podía divisar los techos ro-
jos de las viviendas que sobresalían y se destacaban por
- 179 -
encima de las murallas que defendían la ciudad. Había
muchas iglesias y conventos, ademñs de la Casa del Go-
bierno . Los caóones de la ciudad entonces no apuntaban
al mar, sino a tierra . Detrñs de la ciudad aparecían lo-
mas y colinas, que en Las Sabanas, parecían otras tantas
islas" .
Tras de larga espera en las aguas del Golfo se divisá
la Armada espaóola compuesta de catorce naves y tres
mil tripulantes que venían del Sur, despuús de haber des-
embarcado el tesoro Real en la poblacián de la Villa de
Los Santos, dispuestos a batir a los piratas, quienes les
hicieron frente en la isla de Pacheca, a pesar de ser me-
nores sus fuerzas en barcos y hombres .
Los espaóoles vencieron a los piratas, quienes de
acuerdo con lo convenido en caso de derrota, se refugiarían
en la isla de Coiba . En esta ocasián los piratas atacaron
nuevamente a Pueblo Nuevo con mejor úxito que antes tu-
viera Sawkins no obstante estar el poblado mejor defen-
dido.
Siguiendo su rumbo al norte, las huestes piratas se
dispersaron en Nicaragua . Mientras que Dampier siguiá
el curso de las Indias Orientales los capitanes Townley,
Lussan y Groginett regresaron hacia el Sur . ( 8 )
RAVENEAU DE LUSSAN
1685
RAVENEAU DE LUSSAN, otro de los Jefes pira-
tas que merodeaban por el Golfo de Panamñ en 1685, re-
conoce en su libro "Viajes por el Mar del Sur" al igual
que Dampier la derrota que sufrieron de la Armada es-
paóola frente a la isla de Pacheca y declara la necesidad
que tuvieron de buscar refugio en la isla de Coiba en
donde repararon sus buques .
- 1 80 -
Coiba fue para los piratas una base de operaciones
en donde disponían de madera apropiada para construir y
reparar sus naves y carne de tortuga para su alimenta-
cián .
Al referirse a Coiba el pirata de Lussan la describe
como inhabitada, montaóosa y baóada por ríos que fer-
tilizan la tierra . Los espaóoles se proveían en ella de ma-
dera resistente y apropiada para labrar los mñstiles de
sus embarcaciones.
"En la isla dice -abunda una especie de culebra tan
venenosa que su mordida es mortal si no se aplica inme-
diatmen uafrtquelosingesdnomiar "snke
barry- . Hay lagartos en grandes cantidades y tan pe-
ligrosos que muchos piratas perdieron la vida atrapados
por estos terribles animales" .
De Coiba desembarcaron en las costas de Veragua
para explotar el interior y abastecerse de carne en los
hatos de ganado y azécar en las moliendas de caóa .
En una de estas excursiones llegaron los piratas a
las inmediaciones de Saint Yayo -Santiago de Vera-
gua- cuyo Gobernador reconcentrá ochocientos hombres
para batirlos, obligñndoles a volver a su base de opera-
ciones en la isla de Coiba .
De Coiba las huestes filibusteras partieron para ata-
car a Leán y Granada, en Nicaragua, de donde regresa-
ron para asaltar a Alanje, Pueblo Nuevo, La Villa de
Los Santos y San Lorenzo, cuyas poblaciones fueron sa-
queadas e incendiadas y sus pobladores fueron hechos
prisioneros .
En su relato Ravereau de Lussan, que formaba parte
de la horda de filibusteros, narra como los espaóoles de
Alanje, quienes integraban varios escuadrones de caba-
llería, en némero mayor de quinientos jinetes, no se aven-
turaron a atacarle d& frente tan pronto advirtieron su
desembarco, sino que observaban a distancia sus movi-
mientos y les imprecaban en los túrminos mñs duros e
insultantes, amenazñndoles e invitñndolos a seguir ade-
lante .
- 1 82 -
DON JUAN PEREZ DE GUZMAN Y GONZAGA
A Don Juan Pérez de Guzmán y Gonzaga le correspondió actuar
como Gobernador en Puerto Rico, Cartagena y Panamá, en esa épo-
ca de mayor conturbación en el Mar Caribe, en que se sucedieron
como en cadena los ataques piratas del OLONES en 1650, de Mans-
velt en 1665 y de Morgan en 1668-1671 y que convirtieron las islas
de Santa Catalina y San Andrés en trampolin para emprender e ¡ni .
pulsar sus asaltos sobre La Habana, Maracaibo, Centro América y
Panamá .
Al iniciarse su gobierno en 1665, tomó todas las medidas para
acondicionar la fortaleza del Chagres y los fuertes de Portobelo y
logró recuperar la isla de Santa Catalina que había sido ocupada
por Mansvelt en sus preparativos contra Natá y Cartago en Costa
Rica .
Pero apesar de tan destacados servicios, una habilidosa trama
política de sus mismos colegas del Tribunal de la Audiencia logra-
ron que el Conde de Lemos, Virrey del Perú, de paso por Panamá,
en 1667, le suspendiera en sus funciones de Presidente de la Audien-
cia y Gobernador del Reino de Tierra Firme bajo el cargo de ma-
los manejos y lo confinara a la ciudad de Lima .
Lo reemplazó en el gobierno de Panamá en 1667, Don Agustín
de Bracamonte, precisamente cuando Morgan al frente de una po-
derosa expedición navegaba amenazante en 1668 al cabo Tiburón,
rumbo a Portobelo .
La rendición del fuerte de San Jerónimo trajo la derrota total
del ejército . español,' al cual Morgan impuso las más humillantes
condiciones de sometimiento, hasta el extremo de que el mismo Go-
bernador Brancamonte suplicara al pirata el mejor trato posible pa-
ra los atribulados vecinos de Portobelo .
Ante la consternación general y el peligro de que se cumpliera
la amenaza de Morgan de que volvería sobre Panamá surgió como
salvadora la figura maltrecha de Pérez de Guzmán, de reconocidos
méritos militares y quien había logrado vindicarse de los cargos for-
mulados en el juicio de residencia que le siguieron en Panamá, y
sobre el cual recayó en definitiva la Real Cédula (le 26 de junio de
1668 en que la Reina "Ordena al Conde de Lemos restituya al Maes-
tre de Campo Don Juan Pérez de Guzmán en su oficio ; ya que ca-
rece de jurisdicción para despacharlo de su puesto ; que lo liberte
de la prisión en donde lo hubiere recluido ; le libere todos los bie-
-183-
-185-
Se entrevé en los comentarios de los historiadores
que se ocupan de Patterson que éste visitó el Darién y
aunque así no fuera, bastábanle las lecturas de los pira-
tas Dempier-Waffer-Squemelín y las referencias verba-
les que le hicieran las pocos sobrevivientes de ese perío-
do de bandolerismo, en que la enseña roja de los piratas
se enseñoreaba en el mar Caribe, para tener una infor-
mación más valiosa del Darién que la que hoy tenemos
nosotros en plena República . Así tuvo exacto conoci-
miento de su clima, de sus riquezas, de la fertilidad de
tus tierras en donde crecerían lozanos : el algodón, taba-
co, caña de azúcar, los cereales, recursos naturales para
dar abastecimiento a una nutrida población ; y avizora-
ba, adelantándose dos siglos a los hombres de su época,
lo que significaría una vía de comunicación entre el Atlán-
tico y el Pacífico dominando el comercio del mundo .
- 1 86 -
presa e iniciaron una campaña de descrédito y obstruc-
ción hacia la nueva compañía comercial .
El pueblo escocés enterado de la oposición inglesa y
de la finalidad que perseguía acuerpó a Patterson, y co-
mo sucedió después en Francia con la Compañía Fran-
cesa del Canal, la Compañía Comercial del Africa y las
Indias vino a ser una empresa en cuyo éxito estaba em-
peñado el orgullo nacional de Escocia .
Nobles y magnates de la bolsa, labriegos y hombres
de mar, modestas empleadas de servicio y jornaleros, to-
dos aportaron a la empresa sus economías y en breves
mesas los directores de la obra disponían de más de
£300 .000 para la realización de sus propósitos .
En toda Escocia y muy especialmente en el Puerto
de Laith, que era el asiento de la Compañía, nadie habla-
ba da otra cosa que no fuera de los preparativos de la ex-
pedición. Los Directoras de la Compañía habían con-
tratado la construcción de buques en Holanda y habían
dado órdenes de reservar harina, pescado, whisky y otros
alimentos fundamentales para la subsistencia de mil dos-
cientos expedicionarios por un período de dos años, tér-
mino suficiente para abastecerse de los propios cultivos
hechos en el Darién ; habían ordenado la fabricación de
armas y utensilios y hasta la edición de cinco mil biblias
y catecismos con las cuales pretendían enseñar el protes-
tantismo a los indios salvajes . Este optimismo, ra-
yano en vehemencia, nos hace recordar nuevamente
a los franceses del Canal de Panamá, cuando al em-
barcarse para el Istmo trajeron consigo las antorchas con
que iban a iluminar las calles de Panamá el día que se ter-
minaran los trabajos del Canal .
El enlistamiento para venir al Darién fue hecho a
base de selección de los que mayor suma habían aporta-
do en la empresa, y relatan los historiadores que hubo
necesidad de poner guardias en el puerto para impedir
- 187 -
el embarque de aspirantes que no estaban clasificados
para el viaje .
En el recorrido marítimo hasta le Isla de Oro que
de frente e le nueva colonia se mercó le imprevisión de
los Directores en le preparación de la expedición. Mu-
chos alimentos estaban dañados y se había embarcado
más whiskey de lo que le prudencia aconsejaba, lo que
dió motivo el abuso del licor para aplacar el calor y me-
ter les nostalgias de le tierra distante .
Pronto las fiebres y la disentería producidas por el
uso de aguas contaminadas recogidas en su correría por
las islas, comenzaron a diezmar la tripulación y a inspi-
rar temores sobre los resultados de esta aventura que
se había iniciado bajo los mejores auspicios.
"Recorrido el litoral de une amplia bahía que desde
entonces se llame Caledonia, los expedicionarios decidie-
ron establecerse en la parte sur y final de una penínsu-
la, de aguas profundas y mansas, en donde inmediata-
mente iniciaron los trebejos de construcción de le metró-
poli de le Colonia, a la cual denominaron Nueve Edim-
burgo.
Para resguardarse de los ataques de los españoles
canalizaron le estreche península y levantaron un fuer-
te, conviertiendo le ciudad de Nueva Edimburgo en una is-
la, capaz de defenderse como una ciudadela feudal .
A su llegada, los indios, viejos amigos de los piratas,
llegaron a inquirir qué buscaban y el saber que no eran
amigos de los españoles pactaron una amistad que sólo
se destruiría "cuando dejaran de correr los ríos de las
montañas y se agotara el oro en les mines del Darién
Al conocerse en Panamá el desembarco de los esco-
ceses en le costa Norte del Darién cundió le alarma y en
todos los pueblos se organizaron compañías de volunta-
rios, compuestas de españoles, criollos y negros para re-
forzar las fuerzas regulares que guardaban les plazas de
Panamá, Portobelo y Chagres .
-lee-
Así pudo el gobernador de Panamá, Conde de Ca-
nillas, equipar y conducir una fuerza que entrando por
el Sur del Darién, estableció su cuartel en Tubagantí ;
mas avisados los escoceses por los indios, destacaron una
tropa de cien hombres la cual derrotó completamente las
avanzadas españolas y las obligó a replegarse al campa-
mento general. Hostilizados luego por los indios, los es-
pañoles abandonaron a Tubagantín y regresaron a Pa-
namá.
Sin embargo, toda iba mal en la colonia por la falta
de alimentos, por las enfermedades y por esa incertidum-
bre de no saber cuando habían di llegar los refuerzos
y abastecimientos que tanta falta les hacían . Por otra
parte los directores fueron incompetentes y vivían en con-
tinuas querellas entre ellos mismos, sin saber que decisión
tomar. Los indios -sus aliados- recordando las haza-
ñas de los bucaneros no comprendían por qué disponien-
do los escoceses de fuerzas suficientes permanecían in-
activos, sin atacar !os puertos inmediatos de Nombre (le
Dios y Portobelo .
Pero aún más grave era la manifiesta hostilidad del
Rey di Inglaterra hacia la colonia . quien había prohibi-
do a las demás posesiones inglesas -Estados Unidos, Ja-
maica, Bahamas-- prestar ayuda a los colonos del Darién .
Mientras tanto el número de defunciones aumentaba
y entre las muchas pérdidas dolorosas se registró la muer-
te (le la esposa di Patterson . Tantas penalidades obliga-
ron a los escoceses a abandonar las costas de Nueva Ca- .liEdonúatem1h69br acsefu
- 1 89 -
mente, olvidándose del señuelo que había sido para ellos
las tierras del Darién .
Mientras tanto en Escocia los Directores sin saber
nada de lo que estaba sucediendo en el Darién, prepara-
ron una segunda expedición, uno de cuyos buques se es-
trelló antes de salir del puerto . Cuando estos refuerzos
llegaron, ya los primeros colonos habían abandonado el
Darién y en vista de ésto decidieron seguir a Jamaica con
excepción de once colonos que se aferraron a mantenerse
allí en espera de los otros expedicionarios . Poco demo-
ró la tercera expedición que estaba compuesta de cuatro
buques con mil trescientas personas lo que alcanzó la ba-
hía de Caledonia en 1699 .
Los jefes de la expedición, más activos y decididos
que los primeros o mejor aleccionados por las experien-
cias ajenas, iniciaron trabajos agrícolas y comenzaron a
recorrer los dominos de la Colonia ; pero muy pronto,
advirtieron que los españoles de Panamá y Cartagena
inquietados por su presencia en el Darién alistaban tro-
pas para expulsarlos de la Colonia . En diferentes oca-
siones los indios les sugirieron que atacaran a Nombre de
Dios y Portobelo, poblaciones en las cuales se prepara-
ban los ejércitos para la invasión, pero en Nueva Edim-
burgo prevaleció el pensamiento de que era preferible de-
fenderse a atacar las poblaciones españolas . Esto no se
hizo esperar, pues una fuerte escuadra española atacó
la Isla de Oro para cerrar la salida de la bahía a los bu-
ques de los colonos y el Capitán Juan Pimienta al mando
de un ejército compuesto de españoles, indios del Sur y
mulatos, les atacó por tierra asediando la ciudadela de
Nueva Edimburgo .
Cercados por mar y por tierra los escoceses tuvieron
que capitular, permitiéndoles el jefe español que conser-
varan sus armas y mantuvieran incólume el orgullo de su
bandera, la cual flotó flamante en los mástiles de sus bu-
ques que ahora por la fuerza de las armas se veían com-
pelidos a tomar el rumbo de la patria lejana .
- 190 -
LOS ALMIRANTES VERNON Y ANSON
PRETENDEN APODERARSE DEL REYNO
DE TIERRA FIRME
1742
- 19 2 -
por el clima insalubre que al igual que en Cartagena ha-
bía sido más fatal a sus hombres que los mismos cañones
enemigos .
Poco después se hizo a la vela para Inglaterra, des-
embarcando en Bristol en enero de 1743, con apenas un
décimo del número de hombres que había comandado en
su viaje de Jamaica a Cartagena .
Mientras tanto, Anson, que había salido de Inglate-
rra con seis buques en 1740 encontró en el Pacífico una
borrasca que duró cincuenta y ocho días y dispersó su pe-
queña fuerza, de modo que cuando por fin los buques se
reunieron en la isla de Juan Fernández, sólo aparecieron
tres barcos y casi todos los hombres habían muerto de es-
corbuto . Anson permaneció en Juan Fernández ciento
cuatro días, después de los cuales recorrió la costa sur
americana donde superó los hazañas de los bucaneros, in-
cendiando los pueblos y las aldeas que hallaba a su paso
y abordando los buques que encontraba en su ruta .
El fracaso de Vernon en Cartagena, y su retorno a
Inglaterra, de lo que tuvo noticias el Vice-Almirante An-
son por informaciones que le suministraron algunos pri-
sioneros españoles, hizo innecesaria su cooperación por
el Pacífico a los propósitos de Vernon y así el Comodoro
resolvió no meterse con Panamá . Finalmente, terminó
con un solo buque -El Centurión- la travesía del Pací-
fico y en su ruta al ir de Acapulco a Manila capturó un
galeón español que llevaba a bordo un millón quinientos
mil pesos . Anson regresó a Inglaterra por la vía del Ca-
bo de Buena Esperanza, habiendo empleado tres años y
nueve meses en dar la vuelta al mundo .
- 193 -
España del comercio de las Indias quedó aparentemente
terminada con el Tratado de Utrech, en 1714, por el cual
se concedía a Inglaterra establecer un Asiento de Ne-
gros en el Mar del Plata para introducción de esclavos y
el derecho de traer a las Ferias de Portobelo un Navío
de Permiso de seiscientas cincuenta toneladas de mercade-
rías, las cuales se vendían en libre competencia con las
mercaderías provenientes de Sevilla.
Esta concesión motivó la quiebra del comercio espa-
ñol que concurría a las ferias de Portobelo, pues los in-
gleses del Navío de Permiso vendían sus mercancías con
una reducción del 30'/ del precio que cobraban los co-
merciantes de los galeones, ya que los primeros no tenían
que pagar los derechos y contribuciones que pagaban los
comerciantes españoles .
La introducción legalizada de esta mercancía, que
venía a Portobelo en el Navío de Permiso, justificaba la
introducción clandestina de otras mercaderías lo que se
hacía a lo largo de las costas del Istmo, todo lo cual con-
tribuyó al decaimiento de las famosas ferias de Porto-
belo.
Este contrabando se hacía en barcos pequeños ca-
paces de navegar por ríos y caletas . Estas embarcacio-
nes rondaban por parajes escondidos y solitarios y anun-
ciaban su presencia a los habitantes con un disparo de
cañón . Los habitantes salían en canoas durante la noche
para realizar su trato ilegal y eran cómplices de este ilí-
cito negocio .
Tanto era así, informaba don Dionisio Alcedo y He-
rrera, Gobernador de Panamá en esa época "que una flo-
ta de Jamaica entraba todos los años por el río de Coclé
del Norte y lugares de la jurisdicción de Natá para salir
a la Mar del Sur e internar las mercancías al Perú y a
la Nueva España por los puertos de la otra costa . Allí,
como dejamos apuntado, se fueron formando por los con-
trabandistas tres compañías con los títulos de la Real Ju-
- 1 94 -
risdicción, Apostolado de Penonomé y Sacra Familia, en
número de doscientos treinta y cuatro hombres principa-
les que con el agregado de los sirvientes y esclavos com-
ponían más de quinientos, con una casa fuerte en la
ciudad de Natá que era su cuartel general, guarnecida de
artillería y proveída de copiosas provisiones de armas,
municiones y pertrechos de guerra que les habían intro-
ducido los ingleses ; almacenes para los depósitos de los
caudales y efectos de sus flotas y una fragata pequeña
llamada la Yegua de la Mar del Sur, que les servía para
transportar las introducciones a Guayaquil y a los de la
otra costa" .
En estas condiciones llegó a la desembocadura del
río Coclé parte de la flota inglesa estacionada en Jamaica
al comando de Lord Samuel Graws y dió instrucciones a
los contrabandistas para levantar un fuerte en la boca
del río que fuera depósito y seguridad para las mercan-
cías de su ilícito comercio . Enterado el Gobernador de
Panamá de estas actividades acondicionó una fragata pa-
ra ir a Coclé del Norte destruir el fuerte y perse-
guir a los contrabandistas . Días después, el Almirante
Graws en su navío la "Interpresa" de sesenta cañones
reclamaba a las autoridades de Portobelo la entrega de la
fragata que había destruido el fortín sobre el río Coclé,
la cual ordenó quemar en la desembocadura del puerto,
haciendo así ostentación de fuerza y de respaldo a los
contrabandistas de Coclé de' Norte .
En este mismo tiempo recibió don Alonso de Murga,
jefe de milicias, informes de que se había intensificado
el trato de mercancías inglesas que salían de Natá a los
puertos del Mar del Sur y dispuesto a impedirlo y casti-
gar a los responsables siguió para Natá, desembarcando
en las playas de Chirú, de donde siguió viaje hasta Pe-
nonomé . Allí se entrevistó con el Alcalde Mayor de Na-
tá que había sido expulsado de esa población por el grupo
de conspiradores contrabandistas .
Tal información precipitó su viaje hacia Natá en
donde los conjurados natariegos reunidos en consejo de-
terminaron oponerse abiertamente a la intromisión de
las autoridades de Panamá, enarbolando en la casa prin-
cipal el pabellón azul de la flota inglesa y destacando cin-
cuenta soldados, que emboscados, sorprendieron y aniqui-
laron en el sitio denominado los Guacimales a las fuerzas
que iban de Penonomé . "A su jefe le hicieron pedazos
a cuchilladas y antes que expirase, atravesado y liado, le
condujeron a Natá con la bandera y trompeta por delan-
te, haciendo alarde de su aleve, infiel y detestable ac-
ción" .
No pudiendo dejar sin castigo caso tan atroz, el Go-
bernador de Panamá, don Dionisio Alcedo y Herrera dió
órdenes para que todas las villas y pueblos se pusiesen
en armas y vigilancia contra los levantados de Natá, mo-
vilizó soldados para ocupar la playa y desembocadura del
río Coclé y envió dos goletas armadas que cerraran la
navegación por la Mar del Sur e impidieran la fuga de
los levantados de Nata . Con fuerzas provenientes de las
guarniciones de Panamá, Portobelo y Chagres más los
milicianos que se les agregaron en Chorrera, Chame y
Antón, se dispuso la marcha sobre Natá . A su vez se
ordenó al sargento Mayor de la Villa de los Santos para
que reuniera contingentes de caballería de los pueblos cir-
cunvecinos y ocupase el llano que va a la provincia de
Ve ragua .
Con tales preparativos se conmovió toda la jurisdic-
ción y a medida que avanzaban las fuerzas leales los ami-
gos y familiares y sus propios esclavos abandonaban a sus
amos complicados en esta aventura, sin medios para es-
capar del cerco que a cada momento se apretaba más a
su alrededor . No hallando salida por el río Coclé en bus-
ca del asilo de la flota inglesa, retrocedieron para forzar
la salida de sus embarcaciones pero les rechazaron los ca-
ñones de las goletas y así en aquel conflicto, desesperados,
buscando alguna salida, encontraron una brecha que ha-
- 1 96 -
bía dejado al descubierto el Alcalde Mayor de Natá por
donde se escaparon gran número de los contrabandistas,
siguiendo rumbo a las montañas de Quije . Algunos lo-
graron escaparse, traspasando la cordillera y alcanzando
el amparo de los buques ingleses ; otros fueron hechos pri-
sioneros y ejecutados por traidores y sus cabezas y ma-
nos cortadas y curadas al humo fueron exhibidas en jau-
las de hierro en Penonomé, Villa de Los Santos, Las
Tablas y Santiago de Veragua . Igual suerte corrieron
los prisioneros que fueron movilizados a la ciudad de
Panamá, cuyas cabezas se expusieron al público en la
Puerta de Tierra y baluartes de Barlovento y Mano de
Tigre .
- 197 -
ron, aunque con dos mil trabajos, transportar por la vía
terrestre sus mercaderías hasta Cartagena, en donde las
embarcaban en los galeones para España . Desde Quito
hasta Cartagena, por tierra, atravesando páramos, ríos
caudalosísimos y pantanos enormes !apenas es creíble!
Los comerciantes peruanos y chilenos se resolvieron por
la vía del Cabo de Hornos que encontraron más cómoda
y barata, y hasta veloz. Quedaron, pues, Portobelo y
Panamá, sin ese comercio activo de trasportes, sin las fa-
mosas ferias que anualmente se celebraban en la primera
de dichas poblaciones, sin ocupación varios centenares de
individuos que se empleaban en ese oficio, y sin medios
de subsistencia un sinnúmero de familias que vivían de
ese activo y continuo tráfico. El golpe era muy fuerte
para el Istmo, y su fatal situación se agravó con la me-
dida que la Corte se vió obligada a adoptar en vista de
las circunstancias, de suprimir el servicio de los numero-
sos galeones que hacían el comercio entre la Península
y Tierra Firme . La decadencia no se hizo esperar . La
última flota que salió del Callao en 1739, se encontró con
que la escuadra de Vernon operaba sobre Portobelo, y
tuvo que regresar a Guayaquil, en donde los comerciantes
adoptaron la medida de que antes hicimos mención, a fin
de no exponer sus cargamentos a caer en manos de los
piratas .
El decaimiento de la colonia trajo como consecuencia
"que por Cédula Real del 20 de agosto de 1739, las pro-
vincias de Panamá y Veragua, con todas sus ciudades, vi-
llas y pueblos fueron incorporadas al Virreinato de la
Nueva Granada y la Audiencia subordinada a Santa Fe,
pero conservando sus privilegios en lo referente a asuntos
puramente locales .
Más tarde por Cédula de 20 de junio de 1751 se or-
denó suprimirla, dejando todo el gobierno de la colonia
bajo la jurisdicción del Virreinato de la Nueva Granada .
- 198 -
"La supresión tanto de las flotas de galeones que
hacían el tráfico con España, como de la Audiencia de
Panamá, necesariamente tenía que producir la decaden-
cia del Reyno de Tierra Firme . Aquella actividad co-
mercial de otros tiempos desapareció, siendo sustituida
por una inacción y penuria fatales que obligaron a muchas
familias a emigrar en busca de trabajo y de elementos
de vida . Los puertos de Panamá y Portobelo quedaron
casi desiertos, apenas se veía una que otra nave anclada
de tiempo en tiempo en las hermosas bahías en donde en
años anteriores abundaban los galeones procedentes de
diferentes puntos de las costas del continente y de Espa-
ña . El comercio quedó reducido a muy poca cosa, a lo
estrictamente necesario para satisfacer las necesidades de
los que no podían o no debían emigrar . Se habría creído
que entonces la agricultura y el laboreo de minas hubie-
ran tomado incremento, dedicándose los colonos a estas
industrias en cambio del comercio que había sido así por
completo desaparecido ; pero no, estos ramos también de-
cayeron como era natural, estando tan estrechamente li-
gados con la afluencia de forasteros a la capital y a las
ferias de Portobelo" . ( 1 )
Tal era el cuadro desolador del Reyno de Tierra Fir-
me en la primera mitad del siglo XVIII, es decir, doscien-
tos veinte años después de fundada a la Antigua ciudad
de Panamá .
1 5 1 9 - 1 7 3 9
FUNDACION Y DESARROLLO DE LA
NUEVA PANAMA
El 10 de mayo de 1671 abandonó el pirata Morgan
las playas del Istmo dejando a Panamá en ruinas y al go-
bierno de Tierra Firme en la mayor desorganización, pues
los sobrevivientes de las terribles pruebas a que fueron
sometidos por los piratas huyeron a la desbandada por
Natá, Los Santos y Penonomé .
En esta última población se detuvo e hizo campamen-
to el Presidente y Capitán General don Juan Pérez de
Guzmán en espera de las fuerzas expedicionarias que de-
bía enviar el Virrey del Perú para la reconquista del Ist-
mo, las cuales llegaron demasiado tarde, cuando ya Mor-
gan y sus piratas estaban de regreso en Jamaica.
Destruida la ciudad de Panamá debía reconstruirse o
trasladarse a otro sitio más saludable y mejor defendido .
Ya en 1591 Don Juan de Texeda y el Ingeniero Bautista
Antonelli, considerando su desventajosa situación recomen-
daban su traslado a las orillas del Río Grande, frente a la
isla de Perico : "La población se podría hacer junto al di-
cho río y cerca de la mar . Poblada la ciudad en el Río
Grande no habrán las dificultades que hay en descargar
la plata y cargar las mercaderías y no habrán las averías
que ahora se presentan de mojarse la ropa y perderse bar-
cos en el camino y en la entrada debido al gran tumbo de
mar en esta costa . Además mudando la población a dicho
Río Grande o rinconada en poco tiempo tendrá Vuestra
Majestad poblada una gran ciudad y cada día se irá au-
mentando, lo que no sucederá estándose poblada a donde
-200-
está actualmente . De la rinconada a la Casa (le Cruces,
habrá como cuatro leguas en línea recta y por lo que he
visto se podrá hacer camino de carros desde la Casa de
Cruces hasta el Río Grande y cuando no se pudiese hacer
de carros se hará de recuas y muy bueno" .
Sin embargo, el nuevo Gobernador Don Antonio Fer-
nández de Córdoba optó por trasladar la ciudad a la pe-
queña península, inmediata al cerro y puerto del Ancón,
movilización que se inició el año 1672 .
"Tres años después, el 21 (le enero de 1673, tuvo
lugar el acto de la fundación con la asistencia de todas
las corporaciones y dignidades civiles, militares y ecle-
siásticas del reino y de un público numeroso . El Obispo
don Antonio de León bendijo el centro de la Playa Princi-
pal y marcó el sitio para la Catedral" .
El erudito historiador, don Juan Antonio Susto, ha
aportado nuevas informaciones históricas al conocimiento
general sobre la fundación de Panamá en su artículo :
El Precursor de la Fundación de la
Nueva Panamá
"A mediados de 1669 llegaba a la Antigua Panamá
procedente de Guatemala un ermitaño portugués de 32
años de edad, el Hermano Gonzalo de la Madre (le Dios ;
pobre de aspecto y escaso de dinero .
Recorrió la población fundada por Pedrarias, cuna
del vasto imperio de los incas, paso obligado de aventu-
reros y de los tesoros que iban a España .
Su misión consistía en pedir limosnas y al año de
residir conocía al dedillo a todos sus habitantes, sus vi-
cios, sus malos hábitos, su poco fervor religioso y no des-
mayaba en predicarles la moderación en sus relajadas cos-
tumbres, invocando el castigo de Dios si continuaban aque-
lla desenfrenada vida .
- 201 -
Plano de la nueva Ciudad de Panamá - 1688 .
Con frecuencia su voz admonitiva y sus consejos
se dejaron oír desde el púlpito exhortando a la tem-
planza. En una ocasión -refiere don Francisco Mi-
guel de Marichalar- en carta dirigida al Rey con
fecha 2 de junio de 1673, hizo pintar un gran cuadro que
fue colocado en el interior de la iglesia del Convento de
San Francisco que le había dado albergue . En aquella
pintura se representaban sobre la ciudad antigua de Pa-
namá, consumida por las llamas de un incendio, la gloria,
el purgatorio y el infierno y dentro del cual los vencedo-
res, trajeados a la moda inglesa, danzaban trágicamente .
Así mismo, quedó patente en el proceso seguido al
Gobernador don Juan Pérez de Guzmán que el Hermano
Gonzalo propuso a las autoridades de la provincia de Cas-
tilla del Oro, el cambio de la ciudad a otro paraje, por en-
contrar que sería imposible defenderla en el lugar en que
estaba emplazada .
Bastante decepcionado abandonó la ciudad, rumbo al
Perú, en busca de buenos siervos al servicio de Dios . <
Lima recogió gran cantidad de limosnas y fué co
tenir-adlmcogp Vireyaqunxpsolcveniad
cambiar la ciudad de Panamá al sitio de Ancón, lugar más
sano y de más fácil defensa .
A principios del año 1672 salía del Callao el Hermano
Gonzalo comisionado por el Virrey para devolver a esta
ciudad las monjas de la Concepción que habían huido de
la invasión de Morgan, y esforzar a los panameños a la
mudanza tan necesaria .
Trabajo extenso sería el enumerar lo que trajo consi-
go el Hermano Gonzalo en calidad de limosnas ; vino,
aguardiente, miel, aceite, cobre para las campanas ; tres
mil pesos en herramientas, fraguas, junto con cuatro car-
pinteros, albañiles y unos negros .
Sin desembarcar hizo entrega de las monjas y siguió
al fondeadero del Ancón . Llegado que hubo a este lugar
se dedicó a la limpieza del terreno . Al tercer día de la-
- 203 -
bor de desmonte, que progresaba gracias a la tenacidad del
Hermano Gonzalo, se presentaron allí el Presidente de
Panamá, los Oidores y varios linajudos vecinos de la vieja
ciudad .
Quedaron satisfechos del lugar y el Presidente Fer-
nández de Córdoba prometió ayuda al Hermano, envián-
dole ciento veinte negros que agrupados a los que trajo
del Perú hacían ciento cuarenta y nueve, cantidad sufi-
ciente para proseguir la obra iniciada, además de ciento
sesenta mulas que compró el Hermano con limosnas de
Lima .
- 204 -
Movilizados por las autoridades y particulares a la re-
cién fundada ciudad todos los materiales y equipos utili-
zables, fueron levantándose las construcciones y formali-
zándose la vida en Panamá la Nueva ; pero era necesario
que la urbe estuviese protegida de las acometidas de los
piratas y así todos los pobladores, ricos y pobres, día y'
noche, trabajaron incesantemente en levantar las fortifi-
caciones de mar y tierra que debían constituir una segura,
protección a los asaltos de los enemigos .
Aunque don Enrique J . Arce afirma (lua . fue en 1674,
durante el gobierno del ingeniero don Alonso Mercado de
Villacorta cuando se llevó a término las fortificaciones de
la ciudad, en documentos del Archivo de Indias, fechados
en 1686, aparece que el Presidente de la Audiencia don
Pedro de Ponte recomendaba que "la muralla de aquella
ciudad sea de firme construcción, porque lo que se hizo en
ella es sólo un parapeto de tierra y barro deleznable y sin
ninguna consistencia, por cuya causa es preciso estar con-
tinuamente reparándola porque en lo riguroso de los in-
viernos con lo húmedo del temperamento padece muchas
ruinas" . Y agregaba "que para cerrar las brechas que se
han abierto, se ha valido de donativos que a ruego y soli-
citud suya se han conseguido con los vecinos de aquella
ciudad" . ( 1 )
En ese mismo año el Cabildo hizo gestiones para con-
seguir, como una distinción, la llave de la puerta princi-
pal que se denominó la Puerta de Tierra, la cual abría el
sólido cinturón que rodeaba la ciudad, puerta que ponía
en comunicación el centro amurallado con sus propios arra-
bales .
Fue así como, precipitadamente y con recursos pro-
pios de los pobladores de la Nueva Panamá, se construye-
ron las murallas de las Bóvedas y las que siguiendo las
- 20 5 -
sinuosidades de la costa bordean la ciudad por el lado del
mar, ya que por el lado de tierra la defendían cuatro cas-
tillos protegidos a su vez por un ancho y profundo foso .
Y mientras denodados panameños construían, repa-
raban y fortalecían las defensas, los piratas de Coxon,
Sharp y otros, se enseñoreaban en el golfo de Panamá ; se
adueñaban de Taboga, y dominaban a Perico, a media mi-
lla apenas de la urbe, en espera de una oportunidad para .
asaltarla, razón por la que los habitantes vivían en cons-
tantes sobresaltos, haciendo guardias y rondas por el re-
cinto amurallado, temerosos del ataque de los filibusteros
ingleses.
Días terribles estos de 1680 en que los moradores de
esta ciudad se vieron por seis meses largos sitiados por los
filibusteros que comandaba Sankims, Sharp y Coxon, sin.
- 206 -
recibir la ayuda y los avituallamientos que regularmente
venían del Perú, expuestos siempre al ataque enconado y
destructor de tan persistentes enemigos que se empeña-
ban en repetir las hazañas de Morgan .
Es de presumir que para el año 1686 el amuralla-
miento de la ciudad fuera completo, tal como lo evidencia
el plano hecho por el castellano don Fernando Saavedra,
fechado en 1688, en que nos da razón exacta de como que-
dó construida la ciudad . La interpretación de este plano
fue hecha por don Samuel Lewis al describir la ciudad de
Panamá como aparece publicada en la Revista "Lotería"
de enero de 1947 .
"En el centro se hallaba la Plaza Mayor (Parque de
la Independencia) con el Cabildo en la esquina suroeste,
conforme está hoy .
Dentro del recinto, tres calles estaban trazadas de este
a oeste, con las siguientes denominaciones : de Santo Do-
mingo y San José, la del Sur ; de San Antonio y de Cór-
dova, la central y de San Jerónimo y de San Juan, la del
Norte. Otra, hacia el ángulo final de la península, por-
ción ésta dedicada a los edificios públicos, a saber : Real
Audiencia, Cárcel de la Corte, cuarteles, etc ., con el nom-
bre de calle de Palacio, más dos callejones .
Estas calles se hallaban cruzadas a escuadra por
otras siete que corrían de norte a sur, cuyos nombres eran,
tomadas de oriente a occidente : de San Francisco (calle
Tercera), de San Miguel (calle Cuarta), de San Pedro y
San Pablo (calle Quinta), de Santa Bárbara y Torralva
(calle Sexta), de San Ignacio y Santiago (calle Séptima),
de San Blas (calle Octava), y de La Merced (calle Nove-
na) . Había también un callejón .
De la ciudad se descendía a la playa por la Puerta de
Mar -el Taller de nuestros días que con el mismo nombre
existió entonces- y por cuatro postigos ; el de San José
al extremo sur de la calle de San Blas ; el de las Canoas,
-• 207 -
al final también de la calle de San Francisco ; el de las
Monjas, al término oriental de la Calle de San Antonio ;
el de San Juan de Dios ; al final occidental de la calle de
La Merced.
La defensa de la ciudad, por el lado del mar consis-
tía, además, de sus muros y garitas y como parte inte-
grante de los mismos en las obras siguientes : la Platafor-
ma de la Punta : lengueta saliente de las Bóvedas, la Sala .
de Armas, los tres Cuarteles en las tres esquinas restan-
tes del cuadrilátero que hacía la villa, y los dos almacenes
de pólvora situados, el uno, dentro de la Plataforma de la .
Punta ; y el otro, en el vértice del ángulo que formaban
las murallas al noroeste del recinto, esto es en los últimos
reductos, si el ataque procedía por el camino de tierra .
Hacia este territorio, la ciudad sólo tenía una salida :
La Puerta de Tierra, que era su entrada principal, y daba
acceso al puente sobre el foso, el cual, junto con tres ba-
luartes, completaban la defensa por el lado de tierra firme .
La Ley de 11 de octubre de 1856, decretada por la
Asamblea Legislativa del Estado de Panamá dispuso la
ruptura, por el lado del continente, de aquel cinturón de
piedra que había constreñido su recinto y el pico demo-
lió la Puerta de Tierra, la maciza entrada de mamposte-
ría, erigida al principio del puente que salvaba el foso, co-
ronada de una torrecilla de la cual pendía la campana des-
tinada a tocar las quedas, puerta principal que solía ce-
rrarse a determinadas horas . Su emplazamiento corres-
pondió a lo que es ahora el cruce de la Avenida Central y
la Calle Décima . Luego se desmantelaron las baterías y
los cañones de bronce que las guarnecían se embarcaron
con destino a Nueva York, donde una vez fundidos se ven-
dió el metal .
El foso se formaba con un muro exterior, también
sólido y todo de roca labrada, que corría frente a la mu-
ralla del perímetro a unos sesenta o setenta metros de és-
ta y que se extendía de una playa a otra . Ese foso par-
-20 8 -
1
1 cortaba
Policia las
que está
C
Dos de los baluartes se hallaban colocados a la en-
trada del foso : el de la Merced en la del septentrión, y el
de San Juan a la del mediodía . El tercero, denominado
"Baluarte de Jesús", era el de mayores dimensiones y se
internaba como un espolón hacia tierra adentro junto
con el foso . Estos baluartes completaban la defensa y
los dos primeros ligaban la de mar con la de tierra" .
Pero es el caso que cuando en 1671 decidió don An-
tonio Fernández de Córdoba, Presidente, Gobernador y
Capitán General de este Reino, mudar a este sitio la anti-
gua ciudad de Panamá, lo hizo en atención a la salubridad
del lugar, a las facilidades del puerto, a la vecindad de los
bosques para proveerse de leña, sin estar bien enterado
de la capacidad de las fuentes que debían suministrar el
agua a los habitantes de la nueva metrópoli por cuanto
que informaba "que del cerro que está tan próximo a es-
ta ciudad que se llama del Ancón, sacaría agua suficiente
para el abasto de SEIS ciudades y si fuese necesario un
río que bañase la muralla" . Imprevisión lamentable fue
esta del Gobernador Fernández de Córdova, porque las
fuentes del Chorrillo, que brotaban del cerro Ancón, dis-
taban entonces media milla de la ciudad y su caudal era
insuficiente para el abastecimiento adecuado que presu-
mió el fundador de Panamá . A los pocos años falleció
Fernández de' Córdoba dejando a los moradores de la ciu-
dad el grave problema del agua .
Puede uno imaginarse, cada amanecer, el desfile de
negros esclavos que como tropa madrugadora concurrían
al Chorrillo a proveerse de agua para sus amos y las re-
yertas que se suscitaban en el Chorrillo entre gente tan le-
vantisca y alborotadora como ésta por la consecución del
agua. Además, objetaban los moralistas de aquella épo-
ca "que lo esparcido del campo y el espeso monte por
donde trajinan los esclavos se presta para ofensas a Dios,
las que faltarían no habiendo necesidad de ir por agua
fuera de la ciudad" .
- 21 0 -
El agua de los pozos que la necesidad obligaba a be-
ber y que usualmente se empleaba para otros menesteres
domésticos "era causa de muchas y graves enfermedades"
e "irla a buscar en aguaderas a los ríos distantes ade-
más del trabajo y cansancio del dilatado camino y el sol,
sucede que al llegar al arrabal se la quitan los más auda-
ces y brabucones, produciéndose disgustos y pendencias".
Esta era la situación de una ciudad en donde, según
los extranjeros, "no había agua para beber", razón por
la que pasado el peligro inminente de los piratas, las au-
toridades, muy especialmente los cabildantes de esta ciu-
dad, decidieron suspender toda otra obra pública . concre-
tándose a dotarla de agua .
Y fue así como en Asamblea celebrada en la iglesia .
Catedral con la asistencia del Gobernador y Capitán ge- veinti-
neraldstRino,lAcadesOrino,l
cuatro del Cabildo, más otras autoridades cívicas y ecle-
siásticas, "se acordó hacer un estanque en la parte que
más conveniente fuese y que sea capaz de suministrar
seis o más caños donde la vecindad pueda concurrir por
agua y se conserve con el mayor aseo y limpieza en tanto
se da cuenta a su Majestad para que se sirva proveer los
medios convenientes hasta poner en perfección esta obra
y que haya fuentes dentro de esta ciudad y su arrabal",
pero tales propósitos no fueron sino buenas intenciones
de los cabildantes, pues la fuente inagotable del Chorri-
llo continuó suministrando agua potable a los habitantes
de esta ciudad colonial y no fue sino hasta hace poco, en
1906, cuando los americanos constructores del Canal sega-
ron sus manantiales, porque comenzó a funcionar el Acue-
ducto que dota de agua del Chagres a la ciudad de Pa-
namá .
Todavía hay entre nosotros gente relativamente jo-
ven que retienen en sus tímpanos el trepidar de los pipo-
tes y los gritos bien conocidos del aguatero que
a la puerta de las casas repetía : "Agua, agua del Chorri
llo, a real la lata" y son deleite para el espíritu aquellos
versos de doña Amelia Denis de Icaza, quien en añoranza
sentida y patriótica, se interrogaba llena de aflicción :
"¿Qué se hizo tu Chorrillo?, su corriente
al pisarla un extraño se secó ;
su cristalina, bienhechora fuente
en el abismo del no ser se hundió .
Y mientras el Presidente de la Audiencia y Gober-
nador de Tierra Firme se preocupaba por la fortificación
y defensa de la nueva ciudad y el Cabildo en sesión abier-
ta y solemne discutía y tomaba medidas para suministrar
agua a los pobladores, el Obispo don Antonio de León,
tomaba la iniciativa y acumulaba y recaudaba fondos pa-
ra levantar la Catedral, cuya construcción era aspiración
de sus fervorosos feligreses .
Los planos de la iglesia Catedral fueron aprobados
por la Reina Gobernadora, Doña Mariana de Austria, se-
gún consta en correspondencia del año 1671 cruzada en-
tre la Audiencia y su Majestad, cuya copia aparece ad-
junta a tal documentación .
El costo de la Catedral fue presupuestado en 200 .000
pesos sin incluir la ornamentación, el vestuario y vasos
sagrados para el culto religioso .
El Obispo Lucas Fernández de Piedrahita según aco-
pio de datos hechos por el historiador Ernesto de J .
Castillero "puso en 1688 los cimientos de piedra de la
Capilla Mayor para una Catedral de mampostería y le-
vantó las paredes de dicha capilla hasta un metro de al-
tura ; de 1690 a 1699 el Obispo don Diego Ladrón de Gue-
vara continuó los trabajos de la Capilla y comenzó a le-
vantar las paredes del edificio ; de 1741 a 1759 el Dr .
Francisco Javier de Luna Victoria y Castro tomó el ma-
yor empeño en la prosecución de los trabajos de la Cate-
dral, invirtiendo ingentes sumas de su fortuna personal
en las obras, las cuales dejó casi concluidas ; pero r i fue
- 212 -
sino el 4 de abril (le 1796 que el ilustrísimo don Remigio
de la Santa consagró con todo el ritual romano la Cate-
dral de Panamá" .
Conviene advertir que mientras se levantaba (le cal y
canto la Iglesia Catedral, se construyeron y reconstruye-
ron para tal fin edificios (le madera que en dos ocasio-
nes fueron consumidos por las llamas .
El Seminario, con edificio propio de madera, fue obra
de don Diego Ladrón de Guevara y recibió sus primeros
iniciados el 8 de septiembre de 1696 según documento del
expresado obispo .
1 al anotar la construcción del Seminario no pode-
mos pasar por alto el hecho (le que a pesar de las serias
Preocupaciones (le los pobladores (le la nueva ciudad el
Cabildo de Panamá "reconociendo la mucha necesidad que
había (le maestros para enseñar -como solía haber an-
tes de la invasión- ha convenido y concertado con los
religiosos de la Compañía de Jesús que tengan (los maes-
tros : uno para enseñar la doctrina cristiana y a leer y es-
cribir y contar y el otro para la gramática, señalando como
pago a estos religiosos, por ser pobres, trescientos pesos
de a nueve reales cada año, situados en los propios (le di-
cha ciudad como consta en el acuerdo que está aprobado
por la Audiencia" . ( 1 )
Sólo la fe católica y la labor continuada y persis-
tente de los esforzados obispos que fueron jefes de la igle-
sia en Tierra Firme, durante más de cien años, pudieron
realizar esta obra Portentosa (le la Catedral que es hoy
el más apreciado donativo que los españoles de la colonia
dejaron a los panameños (le esta época republicana .
Su fachada que se asemeja mucho a las de las cate-
drales de la Habana y de la ciudad de Méjico, se conser-
- 213 -
va inalterable, solamente rasguñada y ennegrecida por el
tiempo .
En la cúpula de sus fornidas torres, que lucen incrus-
taciones de concha nácar en donde el sol brillante y maña-
nero se cuaja en destellos de luz, hacen cerco las puntia-
gudas torrecillas y sobresalen las cornisas y repliegues
estructurales, características estas del arte español que
engalanan las catedrales de la América española .
Sus campanas de bronce son las mismas que queda-
ron silenciosas y acongojadas allá en las torres de Pana-
má Vieja, después del incendio y destrucción de la ciudad
antigua, pero que hoy llenan de alegría la ciudad cuando
está de fiesta . Son las campanas de vibraciones límpi-
das y cuya fundición, según doña Matilde Obarrio de Ma-
let, están prestigiadas por la leyenda que recogió el ges-
to señorial de una Reina noble y generosa : "Dícese, en
efecto, que un día los poderosos monarcas españoles, an-
dando de paseo por la ciudad de Toledo, sede de la Corte,
se acercaron al taller de fundición del Reino donde se
moldeaban cañones, se forjaban espadas y se fundían lan-
zas, fusiles y campanas para sus vastas posesiones de
América . La fundición estaba en plena actividad y los
soberanos, dirigidos por el maestro artífice de aquel taller,
inspeccionaban la complicada labor . Los grandes criso-
les contenían en ese momento la masa igniscente del bron-
ce que licuado estaba a punto de ser vaciado en los mol-
des de arcilla . Interrogó la Reina qué nuevo instrumento
se iba a fundir y cuando supo que eran las campanas pa-
ra la Capital del Reyno de Tierra Firme, desprendiendo
su collar de filigrana, primordialmente labrado con el áureo
metal originario de esta renombrada Castilla de Oro, lo
arrojó al crisol . El simpático gesto de la Soberana cas-
tellana fue al punto imitado por los caballeros y damas
que la acompañaban, quienes echaron al crisol sortijas,
pendientes y aretes . Y así aquel bronce recibió una por-
ción considerable de fino metal que dió mayor sonoridad
a las campanas" .
- 215 -
Aunque al vencerse el siglo XVII la nueva Panamá
"podía ufanarse de su Catedral, su veintena de iglesias,
sus bien surtidos almacenes y sus lujosas viviendas" su
suerte estaba echada y su decaimiento seguro cuando en
1739 se paralizó la actividad en el Istmo con la suspen-
sión del comercio que sostenía la llegada de los galeo-
nes a Portobelo . A tan grave contratiempo debe agre-
garse la serie de incendios que arrasaban la ciudad, sien-
do el más terrífico y desolador el del año 1737 que dejó
casi consumida la ciudad que fundara el Gobernador de
Tierra Firme clon Antonio Fernández (le Córdoba .
"El segundo se desarrolló en el año 1756, quemán-
dose como una tercera parte y el tercero en 1781, que de-
jó consumidas cincuenta y seis casas, las mayores y más
costosas de la ciudad" . Estos repetidos incendios han
provenido sin duda de ser la mayor parte de las casas de
madera, atendidas por negros esclavos, descuidados y tor-
pes" .
Con motivo al fuego acaecido en 1756 se compuso es-
te estribillo llegado hasta nosotros, a través de las publi-
caciones hechas por don Samuel Lewis :
"Día de la Candelaria
vísperas de San Blas
a las muchachas de adentro,
se les quemó la ciudad" .
Estas calamidades, seguidas tan rápidamente una tras
otra y combinadas con un comercio que declinaba gra-
dualmente, completaron la ruina de la que fue célebre
y floreciente urbe . La situación del Istmo era deplora-
ble : edificios en ruinas, multitudes vagando por las ca-
lles en busca de trabajo, el comercio y la ganadería en la
miseria, pues una res valía cuatro balboas y un caballo
se compraba en dos balboas" . A tal punto alcanzó tan
inminente crisis que la ciudad parecía casi moribunda,
razón por la que al visitarla en 1841 el eminente colom-
biano don Rufino Cuervo lanzó esta expresión que entra-
- 2 16 -
ñaba un pronóstico terrible : "el que quiera conocer a Pa-
namá que corra pronto porque se acaba" .
Pero afortunadamente no se cumplió el vaticinio trá-
gico del ilustre visitante colombiano porque una nueva e
inesperada corriente de oro, que no venía ahora del Perú
sino de la California, volvió a darle vida y esplendor al
Istmo . En 1848 se inicia en el Istmo un nuevo período
(le prosperidad con el descubrimiento del oro en Cali-
fornia y el obligado tránsito que se produjo, por esta gar-
ganta del mundo, de los emigrantes que seguían rumbo
hacia la costa oeste de los Estados Unidos . Además de
las enormes tasas que se cobraban por el transporte de mer-
caderías de Chagres a Panamá, centenares de viajeros que
muchas veces se quedaban detenidos en este lugar antes de
encontrar medios para continuar su viaje, pagaban fuerte
tributo a las comodidades que brindaba la ciudad" .
Al terminarse la construcción del ferrocarril en 1855
cesó aquel tráfico atropellado y remunerador de los ante-
riores años, pero la economía de Panamá había adquirido
un medio permanente de estabilidad . El servicio que pres-
taba el ferrocarril de Panamá a Colón volvió a encauzar
hacia el Istmo los barcos que transportaban los produc-
tos de los países situados en el Sur y abrió el tráfico na-
viero con las repúblicas de Centro América que movieron
por el Istmo sus cargamentos de añil, café, azúcar vaini-
lla, destinadas a Europa y a los Estados Unidos .
Ofrecemos a nuestros lectores algunos relatos des-
criptivos de la ciudad de Panamá en el transcurso de al-
gunas décadas que van de 1820 a 1887 suscritos por via-
jeros notables que pasaron por el Istmo . (')
A Basilio Hall, marino inglés, quien visitó el Istmo
en 1820 le llamó la atención "que en algunas secciones de
la ciudad de Panamá, calles enteras se dejan descuida-
- 217 -
das ; el pasto ha crecido en la mayor parte del pavimento,
y también las obras militares estaban desmoronándose.
En suma, todo dice la misma historia lamentable de an-
tiguo esplendor y pobreza presente . La ruina más linda
es el colegio de los Jesuitas, grande y bello edificio, a Pe-
sar de que nunca se concluyó ; todavía el melancólico
interés que inspira aumenta más bien que disminuye por
esa circunstancia, pues recuerda no solamente la destruc-
ción de la orden que la fundó en 1749, sino la completa
decadencia del gusto y riqueza española que acompañó
a aquel acontecimiento' .
Gaspar Mollen, escritor francés que llegó a las cos-
tas del Istmo en 1823 describe la ciudad : "Las casas de
Guayaquil son de madera, las de Buenaventura de paja y
las de Panamá han conservado algo de esas dos clases de
arquitectura ; sin embargo, a primera vista esta ciudad
tiene para un europeo algo agradable : vuelve a encon-
trarse con casas de tres pisos, en las que viven varias fa-
milias ; con los gritos, con el ruido y con el constante ir
y venir de sus ciudades . . . Panamá consta de dos ciu-
dades : la alta y la baja ; esta última se llama el arrabal
y es la más poblada y por sus calles no se ve sino gente de
color. Esta, aunque esté admitida en sociedad y a pe-
sar de que se afecte tenerles consideración y deferencia
hay con ella ciertos miramientos . En un baile que
hubo a poco tiempo de llegar yo, las señoras blancas se
negaron a bailar con los oficiales negros de la guarnición ;
fue preciso que los maridos interpusieran toda su autori-
dad para que consintiesen en bailar con ellos" .
El Dr . J . H . Gibson, norteamericano que pasó por
Panamá en 1835 hace resaltar estas observaciones : "La
ciudad de Panamá con sus arrabales tiene ahora cerca de
8.000 habitantes ; algunas construcciones inmensas como
el colegio de los Jesuítas, conventos y capillas, nueve en
número, según creo, se destacan atrevidamente como mues-
tras de antigua riqueza y pomposa prodigalidad . . . El
- 218 -
Istmo no fue teatro de hostilidades durante la revolución
suramericana de Independencia y Panamá no ha sufrido
como otras ciudades de Nueva Granada por el encuentro
de ejércitos enemigos, pero el tránsito que es la fuente de
su riqueza, es ahora puramente nominal, pues solamente
doce barcos extranjeros, generalmente de pequeño tama-
- 220 -
Ofrecemos a nuestros lectores la descripción de la
ciudad de Panamá en 1859, suscrito por un viajero y es-
critor norteamericano que ocultaba su nombre bajo el
seudónimo de Oran, quien visitó la ciudad en esa época :
"En la mortecina luz de la tarde anterior había lla-
mado mi atención el estilo anticuado e insólito de las calles
y de las fortificaciones pero no había podido darme cuen-
ta como ahora de las peculiaridades de todo alrededor : lo
estrecho de las calles empedradas que escasamente te- níadocepsnh,coaersqunxcdíae
- 22 1 -
Adelante! . . . Menospreciaban todas las reglas de la hi-
giene y todas las precauciones de la prudencia más vul-
gar . . .Se les veía, apenas llegaban sofocados por las fati-
gas del viaje, hartarse de los frutos del país y de licores
alcohólicos y exponerse durante semanas a todas las in-
temperies de un clima húmedo y ardiente . . . La viruela
está haciendo estragos en 1863 y diezma a la población ne-
gra de los arrabales, pero esa población no conoce los be-
neficios de la vacuna y le hace al contrario una oposición
pertinaz fundada en las más absurdas preocupaciones" .
Benjamín Vicuña Mackena, historiador chileno quien
estuvo (le paso entre nosotros en 1867 en forma un tanto
romántica nos dice : "Copio ciudad, Panamá tiene solo dos
grandes cosas : su pasado y su porvenir . Actualmente es
una ciudad en ruinas, rodeada de formidables bastiones y
murallas que no tienen más belleza que su pintoresca de-
cadencia, y de templos suntuosísimos, bajo de cuyas bó-
vedas ya no hay altares sino espesos bosques, cubriendo
con el verde follaje de los trópicos, las grietas de sus mu-
ros seculares . En la nave mayor de Santo Domingo se
levanta un ceibo que haría honor a las montañas del
Maule y el templo de la Compañía, que parece haber pe-
recido por fuego como el nuestro, deja ver todavía en sus
ruinas renegrecidas que fue diez veces más grandioso que
el de la Capital de Chile . . . Los valles del Istmo son la
patria de aquella preciosa flor llamada del Espíritu Santo
por su forma de paloma ; y la flor de la pasión se enreda
en el tronco de los árboles antiguos, mientras que canta
en sus altas ramas aquel pájaro misterioso -el tucano-
al que los Jesuitas llamaron Dios te dé porque decían que
hacía una cruz sobre el agua antes de beberla" .
Armando Reclús, del grupo de los franceses, "zapado-
res del Canal" nos dejó sus impresiones de Panamá en
1878 : "Apenas se abandona la estación del transconti-
nental no puede darse un paso sin tropezar con ruinas ;
por todas partes se ven casas derruida, lienzos de pared
que amenazan desplomarse a cada momento, grietas enor-
- 222 -
mes, despojos, en una palabra, de todo lo que fue presa
de las llamas del último incendio acaecido en 1878 . No
obstante lo que dejamos apuntado, Panamá tiene aún un
magnífico aspecto, con sus ocho o diez iglesias y conven-
tos en ruinas, sus palacios, sus prisiones, sus arsenales
de otra época y sus gigantes fortificaciones . Los muros
y los fosos que la defendían por la parte de tierra, sepa-
rándola de los sitios en que hoy existen algunas barriadas,
como Pueblo Nuevo, Santa Ana, Arrabal, han sido cega-
dos y destruidos a fin de mejorar las condiciones de sa-
lubridad de la población . . . Los barrios de que venimos
hablando tienen única y exclusivamente esta iglesia, que
en momentos (lados le sirve de fo rtaleza" .
- 224 -
No podemos terminar este estudio panorámico y so-
cial de la ciudad de Panamá sin dejar una semblanza de
los barrios que quedaban en los extramuros de la urbe :
Al exterior de las murallas se extendía el arrabal en cuyo
centro estaba situada la iglesia de Santa Ana . Era la
sección más poblada de la ciudad . En Santa Ana se ha
reconcentrado siempre el elemento popular y desde allí par-
tieron invariablemente los movimientos armados que por
muchas décadas (le años inquietaron la vida del Istmo . Ar-
mando Reclús, desapasionadamente, sobre el particular
nos dice así : "Esta población, resultado de un cruzamien-
to llevado hasta lo infinito entre blancos, negros e indios,
en su fondo dulce, servicial y buena, pero perezosa y fá-
cil para promover disturbios y revoluciones a que se le
incite o aconseje : basta sólo con algunos intrigantes para
ello, y aquí son numerosos en los partidos más o menos li-
berales, más o menos retrógados . Como sucede en el res-
to de la América latina, el color de la piel determina el de
las opiniones . Luego que, uno de los agitadores logra re-
unir el número de descontentos que cree bastan para la rea-
lización de sus fines, queda acordado un pronunciamiento ;
los sublevados se ponen sobre las armas y van a ocupar
la plaza de Santa Ana, su iglesia y todas las casas que
dominan la ciudad desde un corto tiro de arcabuz . Los
jefes que ocupan el poder ensayan resistir, se organizan
como pueden y toman posiciones en una altura casi igual
a aquella, que domina la playa y la avenida del peligroso
barrio . Por desgracia, cuentan de ordinario con muy po-
ca gente para el sostenimiento de este punto ; el fuego del
adversario los dispersa en breves instantes y la ciudad es
tomada . . . "
-22.5-
iglesia de Santa Ana . 1764 .
- 226 -
_siglo XXIII --
Fueron tres los incendios que asolaron la ciudad, que ocurrieron todos
intramuros . El de 1737, llamado por la mayoría de los historiadores panameños
el FUEGO GRANDE y el de 1756 denominado el FUEGO CHICO . Otro incendio
no menos desastroso ocurrió en 1581 del cual poco se sabe .
El incendio mas desbastador fue el del 2 de febrero de 1737 . La sección
rodeada de murallas quedó reducida a cenizas . sólo se salvó en la parte oeste
la Iglesia y el Convento de Nuestra Señora de la Merced y el de San Juan de
Dios junto con cinco casas contiguas a estos edificios . En la parte sureste, en
la punta u barrio de . Chiriquí . en lo que hoy es La Calle Primera se salvaron
doce casas y la Sala de Armas . (véase plano Número 1 1
El fuego se originó en el centro de la ciudad, en una bodega frente a la
iglesia de San Felipe, precisamente en el barrio del Comercio, donde se encon-
traban los edificios de mayor tamaño y de varios pisos . Por ser esta área co-
mercial, allí se encontraban los primeros almacenes . bodegas y tiendas, donde
existían grandes cantidades de material combustible, que fue la causa de que el
fuego se propagara con mayor rapidez . En cinco horas consumió 360 edificios,
salvándose 18 casas y los dos templos mencionados anteriormente .
PLANO N
INCENDIO DEL AÑO 1937
OESTE
SUR ®
ílIlla váa (11A VE, 1,2
y
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SECTOR INCENDIADO
36 0 EDIFICIOS
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EL FUEGO CHICO - 1756
PLANO N • 2
INCENDIO DEL ARO 175(»
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- 228 -
EL FUEGO DE 1761
PLANO N* 3
INCENDIO DEL AÑO 1981
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- ORIGEN DEL INCENDIO (NO LOCALIZADO)
SECTOR NO INCENDIADO
- 22 9 -
DEL ISTMO DE PANAMA
- 23 0
Ionización de la parte Oeste del Reyno de Tierra Firme .
Alguien, con razón la calificó de "vivero y crisol de con-
quistadores", porque por Natá transitaron y se hicieron
fuertes, arriesgados y prudentes los capitanes de Pedra-
rias, que después se diseminaron en todas direcciones, lle-
vando en triunfo los pendones (le Castilla . Badajoz,
Andagoya, Compañón, Albites, Pizarro, Hernán Pon-
ce de León y Her-
nando de Soto
eme Natá hicieron
las primeras armas
y lograron la expe-
riencia en la ponde-
rosa tarea (le con-
quistar y colonizar
un Nuevo Mundo .
Durante trescien-
tos años de vida co-
lonial, es decir, en-
tre 1520 y 1820,
Natá fue la sede
principal del Go-
bierno español en
las regiones del oc-
cidente de Panamá .
La Alcaldía Mayor de Natá, que se extendía hasta los
confines de Azuero y era limítrofe con Panamá se enri-
queció en hatos de ganados y productos de la tierra .
En los últimos años del siglo XVI, durante el auge
de la explotación del oro eme las minas de Veragua, los
vecinos de Natá y la Villa de Los Santos vivían del pro-
ducto de sus siembras de maíz que se mandaba a Pana-
má para el sustento de las recuas de mulas y de los es-
clavos que movían el comercio entre Panamá y Nombre
de Dios. También se sustentaban de la venta de sus ga-
- 231 -
nados en pie, que vendían en las minas de Santa Fe y de
La Concepción de Veragua .
Pero cuando vino a menos la explotación de las mi-
nas los natariegos y santeños beneficiaron sus ganados y
prepararon "carne salada" que llevaron a vender a otros
mercados . Esta nueva ocupación intensificó el laboreo
de la sal que se cuajaba entre los manglares que circula-
ban las costas territoriales, por lo que el Rey -a instan-
cias de las autoridades de Tierra Firme- dictó una Real
Cédula, declarando estas salinas patrimonio real y "se pre-
gonó que nadie cogiese la dicha sal sin comprarla por lo
que quedó la tierra muy pobre y despobladas las hacien-
das en Natá y la Villa de Los Santos, cuyos dueños no
disponían de recursos para sustentar los negros esclavos
a su servicio . En vista de lo cual el Rey ordenó en 1594
la suspensión de las órdenes dadas anteriormente y se auto-
rizó el libre abastecimiento de la sal y así volvió a tomar in-
cremento el comercio de "carne de macitos" que se traía a
Panamá y se llevaba a Nombre de Dios y Portobelo o se ex-
portaba directamente a los puertos del Sur .
"Según cuenta la historia, la tradición o la leyenda
-dice don Eduardo Nieto Caballero- fue a fines del Si-
glo XVI que el Rey resolvió enviar "cien caballeros noto-
rios" a la provincia de Castilla del Oro, ya ilustrada y ate-
rrada con los hechos de Ojeda y de Nicuesa, para que
acrecentaran en sus tierras los solares hidalgos . En Na-
tá sentaron la planta, de donde resultó la denominación
de Natá de los Caballeros, acaso por haber querido decir
la flor y nata, o porque la vistosa arandela "de los caba-
lleros" se le agregaba a ciudades prominentes para signi-
ficar que en ellas había hombres de sangre azul y de
educación esmerada" .
De su antigua preponderancia cuando era Natá de
los Caballeros, sólo queda la Iglesia con su enhiesta to-
rre y el Hospital de San Juan de Dios, casi en ruinas, en
donde se asilaban los menesterosos de esa rica ciudad .
- 232 -
Ciudad del Fonseca
No deberíamos tomar en consideración la ciudad del
Fonseca, establecida en Chiriquí en 1523 por Benito Hurta-
do, teniente de Pedrarias, porque ésta desapareció en 1526
con la movilización que hizo Pedrarias en Tierra Firme
para ir contra su Capitán Francisco Hernández de Cór-
dova, quien se le había rebelado en Nicaragua .
.Acla
En 1524 fueron movilizados totalmente todos los ha-
bitantes de Santa María la Antigua del Darién hacia Pa-
namá ; subsistió Acla, población que se pierde en la ma-
raña de los bosques después de 1552, año en que don San-
cho Clavijo, Gobernador de Panamá da las siguientes in-
formaciones : "En la población de Acla ya no quedan si-
no tres o cuatro vecinos y por temor a los negros alza-
dos me piden licencia para desamparar la tierra . No la
he dado y sentiré infinito se despueble y no tendrá re-
medio si de allá no se proveen algunos buenos poblado-
res, permitiéndoseles que cada uno lleve consigo tres o
cuatro negros".
- 233 -
Es del caso anotar que la despoblación de Tierra
Firme era notoria, motivada . por el avance arrasador y
destructivo de los conquistadores, el transporte y venta
de indios panameños en Santo Domingo y el Perú y a te-
rribles epidemias, como la viruela y paperas, que diezma-
ron la población nativa . Dos millones de indios paname-
ños fueron, según Oviedo, sacrificados por Pedrarias y
sus tenientes o vendidos a los encomenderos de los paí-
ses antes expresados .
Además los sucesores de Pedrarias, entre los años de
1526 a 1543, los Gobernadores Pedro de los Ríos, Antonio
de la Gama, Francisco de Barrionuevo, Pedro Vásquez de
Acuña y Francisco Pérez de Robles, fueron mandatarios
sin iniciativas y si hubieran tenido algún proyecto de co-
lonización, hubiera sido bloqueado por los grandes inte-
reses que representaba la conquista del Perú .
De atenernos a informes de Oviedo "ninguno de ellos
sobresalió por su ejemplaridad" . Al famoso Pedrarias le
sucedió Pedro de los Ríos y fueron tantas las quejas que
se dieron contra él en el Consejo de Indias, que no le duró
el cargo tres años : "Era él -Pedro de los Ríos- caba-
llero y ele buena casta, pero lo tenían por codicioso, y la
codicia de su mujer, por la cual el Gobernador se gober-
naba, insaciable ; era muy amiga de dineros y tenía es-
tancias de vacas dirigidas por ella, e indios para buscar
oro" .
El Licenciado Francisco Pérez de Robles, Presidente
(le la Audiencia, era señalado por su avaricia y malos ma-
nejos y trato vil con los indios . De él decía Juan
qVuáesz-dAvilan1539que"Roblsvinaetpublo(
Panamá, pobre y endeudado, sin granjería ni mercaduría,
y de ocho meses a esta parte él tiene navío y hato de va-
cas y estancia en la que tiene más (le ciento cincuenta per-
sonas y al fin, está mejor hacendado que ningún vecino de
Panamá . Mande vuestra majestad ver de donde le ha-
brá venido" .
- 234 -
En 1549 estaba al frente de la gobernación de Pana-
má, don Sancho Clavijo y fue a este comprensivo y jus-
to gobernante a quien le tocó hacer efectiva la libertad
de los indios, decretada por Carlos V, reconcentrando en
comunidades a los indios extranjeros -nicaraguenses y
venezolanos- residentes en el Istmo con los cuales formó
los pueblos de indios de Taboga y Otoque en 1544 . Su
memoria es grata por el leal cumplimiento que dió al man-
dato del Emperador .
A don Sancho Clavijo le sucedió en el gobierno don
Juan Ruiz de Monjaráz en 1556 y durante su gobierno,
se reanudaron los esfuerzos colonizadores, que quedaron
en suspenso desde el descubrimiento del Perú .
- 235 -
Santa Fe y la Concepción en el año de 1558 para que sir-
vieran de centro a la explotación de las minas de Vera-
gua .
Explotación minera en el Ducado de Veragua
Debido al esfuerzo de Francisco Vásquez, oriundo de
Natá y de grandes prestigios en la comarca, quedó ini-
ciada la colonización del Ducado de Veragua, cuyos dere-
chos habían sido traspasados por los herederos de Colón
a la Corona por nueve mil ducados . Pronto una cuadri-
lla de negros esclavos, destinada al trabajo (le las minas,
confirmaba la riqueza aurífera de Veragua . Eran tan fa-
mosas las minas de "Turulurí", en Veragua, que se las
adjudicaron personalmente al Rey para que las explotara
como empresa particular, instalando por su cuenta hornos
de fundición en los que se purificaba el oro y se moldea-
ba en barras que llevaban el sello de la Corona. (2)
- 236 -
pués la Audiencia de Lima mandaba un comisionado a
Panamá y a Santa Fé de Veragua para levantar una in-
vestigación de lo sucedido . El Comisionado de la Audien-
cia de Lima, Bernardino de Román, en su informe al Rey,
recomendaba a su augusto señor se nombra en propiedad
a Francisco Vásquez para la Gobernación de Veragua,
cargo que desempeñó hasta su muerte con todo lucimien-
to y provecho del Monarca. (4 )
A la muerte de Francisco Vásquez le sucedió en la
Gobernación de Veragua su hijo, Alonso Vásquez, aunque
su nombramiento fue entorpecido por las intrigas y ma-
las artes del Gobernador Figuerola, sustituto de Monja-
ráz en la Gobernación de Panamá .
Refiriéndose a este estado de cosas el Gobernador don
Rafael de Figuerola relata de su entrada y regreso de Ve-
ragua en donde sucedió cierta rebelión y alzamiento enca-
bezado por los hijos de Francisco Vásquez, quien había
sido Gobernador : "Así resolví ir a esa provincia con to-
da brevedad para allanar y pacificar la tierra y hacer jus-
ticia a algunos de los culpados . Traje a Panamá para no
dejar ningún mal rastro de lo sucedido a los hijos de
Francisco Vásquez -Alonso y Juan Vásquez- que fue-
ron los principales caudillos de esta rebelión . Estando
presos los dos hermanos, quebrantaron la cárcel y se fue-
ron y ausentaron do no han podido ser habidos . Después
de esto hice la entrada por la costa del Mar del Sur con
cantidad de gente y armas y he poblado un pueblo, junto
a esta costa de la Mar del Sur, cerca de un río grande (el
Río San Pablo) que es tierra apartada del Distrito de
Veragua. En esta parte hallé mucha gente de los natu-
rales que me dieron noticias de riquezas ansi de oro co-
mo de perlas" . ¿Será este establecimiento la Ciudad de
Carlos fundada en la provincia de Tabaraba y de cuya
-237-
fundación hizo méritos el propio Alonso Vásquez, quien
como Gobernador de Veragua adelantó sus exploraciones
por el Valle del Doy y las tierras del Guaymí?
Ultimamente hemos encontrado un mapa de Tierra
Firme, correspondiente al año 1665 en el cual aparece la
ciudad de Carlos, situada a las orillas del río Tabaraba
hoy conocido con el río San Pablo .
Estas diferencias entre los Gobernadores de Panamá
y Veragua, creó una profunda animosidad entre los na-
tariegos -que así se denominaban a los seguidores de
Vásquez- y los panameños, la que se puso de manifiesto
cuando los soldados de Alonso Vásquez, embargados y de-
tenidos en- Panamá, tomaron participación en la subleva-
ción de Rodrigo Méndez en 1563 y en la cual los alzados se
ensañaron contra el ex-Gobernador Figuerola, a quien die-
ron de puñaladas, dejándolo moribundo a la puerta de su
residencia .
Para mejor información insertamos la siguiente cró-
nica nuestra titulada
- 238 -
dez, antiguo escribano real, se valió en esa oportunidad
para dar un golpe audaz y apoderarse de la ciudad va-
lido de la sorpresa y de las sombras de la noche-
A la cabeza de los revoltosos, Rodrigo Méndez y Se-
bastián de Santiesteban . se hicieron dueños de la Plaza
Mayor y luego fueron en busca de don Rafael de Figue-
rola, antiguo Gobernador a quien sorprendieron, hacién-
dolo bajar de sus habitaciones so pretexto de que eran
amigos que necesitaban de su ayuda personal . Varias pu-
ñaladas alevosas lo dejaron casi examine en el portal de
su residencia, mientras los conspiradores engrosaban sus
filas con algunos voluntarios que fueron del partido de
Alonso Vásquez, Gobernador de Veragua y que tantos
daños recibieron del viejo Gobernador Figuerola, o con
reclutas que por el temor se enlistaban en las filas de los
-que de sorpresa se habían hecho dueños de la' ciudad .
- 239 -
A la desbandada huyeron todos los comprometidos,,
buscando el refugio más seguro ; y el más resuelto de to-
dos, Sebastián de Santiesteban, Teniente Mayor de Ro-
drigo Méndez, Jefe de la conspiración, cayó de su cabal-
gadura "atravesado de una lanza por el ojo izquierdo, que
le pasó de parte a parte el cerebro" .
Rodrigo Méndez, el escribano público del Rey, bus-
có refugio en la iglesia y encontrándola cerrada se subió
a la torre en donde fue hecho prisionero personalmente
por Juan de Vargas, el viejo Capitán, defensor de los
fueros de su Rey.
Restablecido el orden, se abrió proceso a los agitado-
res : el Jefe con algunos de ellos fue condenado a muerte ;
los demás prisioneros fueron azotados y destinados a ser-
vir en galeras . ( 5)
- 24 0 -
adelante de este pueblo de Natá, están dos pueblos de in-
dios, el uno se dice Ola y el otro Pueblo Nuevo de los
Reyes del Chirú ; tendrá cada uno un poco más de cien
indios, no tienen encomenderos, antes son libres, pagan
de servicios a vuestra Majestad los diezmos del ganado
que crían y del maíz que recogen" .
De Pueblo Nuevo de los Reyes del Chirú no nos ha
dicho nada don Enrique J . Arce, ni este nombre aparece
en el recuento de las poblaciones existentes hecho por
otros funcionarios en épocas posteriores . Lo cierto es
que persona autorizada como el Oidor Alanso Criado de
Castilla reportaba al Rey la existencia de un pueblo de
naturales en los llanos del Chirú, seis años antes de la .
fundación de Penonomé . Sería Pueblo Nuevo del Chirú
el asiento inicial de Antón o de San Carlos, ambos colin-
dantes con los llanos del Chirú? Desaparecería esta in-
cipiente población de indios cuando se concentraron en
Penonomé los habitantes de Ola y regiones comarcanas,
seis años después, a iniciativa del Oidor Diego de Villa-
nueva Zapata?
- 24 1 -
ten" . Al referirse a Penonomé en 1736 el Obispo Mor-
cillo Rubio y Auñón, advierte "que sus vecinos son muy
ladinos y hábiles "pa todo", y por esto muy astutos, saga-
ces y pleitistas, que siempre tienen pleitos y demandas
en los tribunales" .
- 243 -
perdida y acabada y los naturales alzados y rebelados,
Hice algunas entradas a la tierra del Guaymí, especial-
mente a la región de Peñón Blanco, de donde traje al-
gunos caciques y con halagos y caricias hice dar la obe-
diencia a su Majestad" .
En su pliego de merecimientos presentado al Rey
parece que el Gobernador Sequeira trató de exagerar sus
servicios y el buen trato que daba a los indios cuando
agregaba "que los caciques, naturales de la provincia de
los doraces, suíes, chagres, queríbaldos, bugabas, por ha-
ber oído el buen trato que les hacía le venían a buscar,
prometiéndole darle obediencia a su Majestad" . Tam-
bién anota la fundación de tres pueblos entre ellos el de
San José de David
"En 1602 por mandato del Gobernador Juan López
de Sequeira se fundaron inmediatos a Alanje tres pobla-
ciones, una de españoles y dos de naturales a las que se
dió los nombres de SAN ANTONIO DE PADUA, DA-
VID y NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO, señalando
solares para iglesias, casa de cabildo, cárceles y carnice-rías .Sin embargo, en un informe del Oidor Licencia-
- 244 -
de castigar a los indios coclés que robaban y mataban a
los españoles que naufragaban en sus costas . Con dos-
cientos hombres y otros indios amigos entró López de Se-
queira a la provincia de Coclé . Recibiéronle los indios
en guerra, pero poco a poco, fueron sometiéndose al in-
vasor.
Ubicación de Nueva Lisboa de efímera existencia
Después de explorar el río Coclé y reconocer sus ya-
cimientos auríferos, fundó la ciudad de Nueva Lisboa al
norte de Penonomé, de efímera existencia . En años re-
cientes los exploradores de minas tratan de localizar las
famosas minas del río Coclé y algunos de ellos han en-
contrado los viejos socavones trabajados por los españo-
les de la Colonia .
San Félix, pueblo de Indios
En una carta del Obispo de Panamá correspondiente
al año 1605, informa de Remedios "que esta población tie-
ne hasta treinta vecinos encomenderos y otros diez que
no lo son pero como allí hay buenos astilleros y se hacen
buenos navíos concurre gente extraña y acontece que en
algunas pascuas entran en la iglesia cien españoles". A
continuación informa "que los indios de la comarca que
colinda con Remedios fueron sometidos y para su mejor
sometimiento y catequización se les reunió en los pueblos
de San Félix y Santiago de Guabalá a cargo de enco-
menderos españoles que les inspiraban en la fe cristiana
pero que los obligaban a trabajar duramente" . (7)
Se menciona la población de Atalaya
Así mismo, el señor Obispo anota en su carta "que
en el término de Montijo hay un pueblo de indios libres
que se llama La Atalaya los que acuden a Montijo y el
Cura de esta población los sacramenta y doctrina .
- 245 -
Alanje como centro de catequización
Un documento sobre la región de Chiriquí informa
que durante la administración de don Francisco Valver-
de y Mercado, el Padre Melchor Hernández se estableció
en 1606 en misión evangélica para cristianizar a los
pobladores de San Pablo del Platanal y San Pedro de
Aspárata, distante pocas leguas de Alanje . Anota este
documento que el padre Melchor reunió seiscientos veinte
indios de las diferentes regiones de la comarca para en-
señarles una lengua común e introducirlos en la fe cris-
tiana . Esta aglomeración de indios dió motivo a epide-
mias, muy especialmente la de paperas . Después de su-
frir trescientas cincuenta defunciones, los indios sobrevi-
vientes pensaron que era preferible huir a sus montañas
y dejar a Fray Melchor Hernández con sus prédicas y san-
tas intenciones . Abandonado de sus filigreses, en su
soledad, aún seguía pensando el padre Hernán-
dez, que nada importaba la muerte de toda la co-
lectividad indígena, si todos morían en gracia de Dios y
bajo el signo de la cruz . Por tal razón pidió licencia pa-
ra seguir a la cordillera en busca de los indios de las tri-
bus de los cotos, doraces, bugabas, queríbalos, changui-
nas, robalos y otros a cumplir su santa misión evangé-
lica . (8)
- 24 6 -
tonces tenían las minas de oro . . . y como han faltado
las minas y se despoblaron, se salieron de Santa Fe los
vecinos, quedando hasta ocho que ahora tienen en la ciu-
dad unos bohíos de paja y están pobrísimos y lo más del
tiempo residen en la vega del río Escoria (Santa Ma-
ría) en el sitio de Naranjal . . . por lo cual parece a esta
Real Audiencia que los vecinas que ahora están en Santa
Fe y tienen sus haciendas en el Naranjal se pasen a la
ciudad del Montijo, en donde hay catorce encomenderos
y otros moradores que tienen allí casas y buena igle-
sia" . (9 )
Es curioso observar que a continuación de lo expues-
to el Gobernador y Presidente de la Audiencia Francisco
Valverde y Mercado anota "que en la provincia de Vera-
gua hay pocos pueblos y estos de pocos vecinos muy po-
bres" . Como se deja constancia solo hace mención de
Montijo como el pueblo más inmediato a Santa Fe, sin
que aparezca como tal Santiago de Veragua, razón por
la que hay que pensar que en 1607 Santiago de Vera-
gua no existía .
- 247 -
para defender la retirada que tienen los indios a la sie-
rra" . Llama la atención al Rey sobre la adjudicación de
los indios a los soldados que toman parte de las explora-
ciones o entradas a las montañas, "pues parece más escla-
vitud que otra cosa ." Así los mantienen "en carnes y
tan poco rezadores" que conviene no darles más permiso
para tales expediciones . (10)
-248-
nueva población hay más de setenta vecinos españoles
y con las limosnas que recogí y con doscientos pesos to-
mados de los fondos de Vuestra Majestad he hecho otra
iglesia muy grande y muy buena y puesto la ciudad
en un puerto de mar muy frecuentado de bajeles, por lo
cual los vecinos están muy contentos y yo lo estoy por
servir a Vuestra Majestad" .
Fue empeño principalísimo del Gobernador don Lo-
renzo del Salto organizar una expedición de doscientos
soldados para "someter a los seis o siete mil indios alza-
dos e infieles" . A tal solicitud correspondió la negativa
del Rey, haciendo hincapié en "que la Cédula que prohi-
be los servicios personales es el fundamento y conserva-
ción de las Indias y el derecho de los indios, que de lo con-
trario resulta, mayormente, siendo vos, señor Gobernador,
a cuyo cargo está la ejecución de todo esto" .
-249-
Sublevación de los buque-buques en
la región del Bayano
Durante el gobierno del Oidor Presidente don Manso
Contreras comprendido entre 1616 el territorio de Tierra
Firme se mantuvo en estado de alarma por el aviso de
que naves piratas asolaban las costas del Perú y podían
atacar a Panamá . "Para su defensa se movilizaron los
contingentes que podían reclutarse en los pueblos de la
provincia de Veragua, los que aunados a la gente residen-
te en Panamá y Portobelo escasamente pasaban de mil
hombres, inclusive negros e indios naturales" . "Esta agi-
tación coincidió con la agresión de los indios bugue-bu-
gues los que alentados por el abandono en que se había
dejado el fuerte de Bayano, atacaron las cuadrillas de ne-
gros que estaban ocupadas a las orillas del río Bayano, sa-
cando madera y tablazón para las casas de la ciudad de
Panamá y construyendo navíos para la navegación del
Mar del Sur . Fue tanta su osadía que llegaron en sus
devastaciones hasta el río (le Las Lajas, a dos leguas de
esta ciudad y al campamento de Pequení, en el camino de
Portobelo, en donde quemaron los bohíos en los que se alo-
jaban los negros conductores de las recuas de mulas" .
Esta rebelión de los indios bugue-bugues que inquietó la
tierra desde Puerto de Piñas hasta escasas millas de la
ciudad movió a los vecinos de la ciudad de Panamá a
pedir a su Majestad el restablecimiento del fuerte en el
Bayano para seguridad de las haciendas y aserríos de
madera que habían establecidos en esos contornos . ( 72
Terminada la labor catequizadora en las tierras del
guaymí, el padre fray Adrián de Santo Tomás, pasó al
Darién por sugerencia del señor obispo don Francisco de
la Cámara para colaborar con Juan Carrizolio de Alfaraz
en la pacificación de los bugues-bugues que eran las tri-
bus más aguerridas e irreductibles del Istmo .
- 250 -
Julián Carrizolio de Alfaraz caudillo del Darién
Y como si fuera el pasaje de una leyenda épica, el
salvajismo y encono de esos bárbaros aparece de pronto
abatido por un niño español, indefenso, quien los con-
vierte en amigos de los españoles, sumisos a la autoridad
del Rey. Julián Carrizolio de Alfaraz, niño de doce años,
era el grumete de una embarcación española que comer-
ciaba por las costas del Istmo en 1623 . Sorprendida la
tripulación por una banda de indios bugues-bugues, todos
cayeron prisioneros y fueron ultimados cruelmente con
excepción del pequeño Julián, quien quedó en rehenes .
Criado entre ellos aprendió su dialecto y adaptó sus
costumbres, pero ya hombrecito comenzó a influir entre
éstos, dándoles a conocer los adelantos de la civilización,
las bondades de la religión católica y el poderío del mo-
narca español .
Pronto el cacique de la tribu oyó sus consejos y con
Carrizolio a la cabeza tomó el camino rumbo a Panamá
para someterse a las autoridades españolas y celebrar un
contrato de paz que trajo la tranquilidad en la apartada
región darienita .
"Descalzo de píe y pierna y con un sombrero a la
usanza de los indios por el mucho tiempo que vivió entre
ellos" ví, dice un testigo, a Julián de Carrizolio cuando
a la cabeza de sus compañeros visitaba a don Enrique
Enríquez de Sotomayor, Presidente de la Audiencia para
hacer arreglos amistosos .
Por la intervención de Carrizolio y la cooperación
de los frailes Adrián de Santo Tomás y Pedro Martín de
Valencia se establecieron en el Darién las reducciones de
indios de San Jerónimo de Yaviza, de San Enrique de
Pinogana en 1638 y San Juan de la Vega de Tacarcuna
en 164 .3 . En su condición de Alcalde Mayor, dice Fray
Adrián en sus memorias, "Julián Carrizolio de Alfaraz
con la espada en mano señaló el sitio donde debía ser la
- 251 -
plaza en San Enrique de Pinogana y levantándola dijo
en altas voces : Viva nuestro poderoso Felipe IV, Rey
Católico de las Españas y de las Indias. Y ay! de quien
me lo contradiga . Y todos con grandes algazaras y gri-
tos dijeron con gran gusto : Viva, viva, viva! Icontinen-
te tomé en la mano una cruz que tenía adornada de flo-
res y fui cantando el tedeum laudamus hasta el sitio en
donde ha de levantarse la iglesia e hincándome, dije la
oración de la cruz . ( 73 )
Hoy, leyendo el informe que don Antonio de Córdo-
ba dirigió al Rey en 1672 sobre la campaña sostenida con-
tra Morgan entresacamos lo que sigue : "Los indios del
Darién, que cada día se hallan mejor con nosotros y han
abrazado la doctrina católica vinieron en más ciento para
oponerse a la invasión filibustera . Los capitaneaban dos
hermanos que hay entre ellos -don Luis y don Antonio
Carrizolio Alfaraz- hijos de un español y de una india
noble del Darién . Por orden del gobernador Pérez de
Guzmán los indios del Darién ocuparon las emboscadas
en el río Chagres para detener el avance de Morgan y
"es conveniente -dice el gobernador don Antonio de Cór-
doba que usted aliente a los hermanos Carrizolio de Al-
faraz-, pues se lo merecen y de ello dependerá en mu-
cho la conservación de estos Reynos" .
Tal solicitud fue oída por el Consejo del Rey el cual
ordenó al gobernador de Panamá que distinguiera a los
hermanos Carrizolio de Alfaraz y además le dió instruc-
ciones para que la hermana de estos dos jefes indios,
que vive en Panamá, en donde se ha criado en muy buenas
costumbres y virtud, sea recluída en un convento, si tiene
inclinación para ello o se le socorra con un dote de seis
mil pesos para facilitar su matrimonio . Y fue así como
el Rey compensó los buenos servicios de don Luis y de
- 252 -
don Antonio Carrizolio, hijos de Julián Carrizolio de Al-
faraz, Pacificador del Darién .
Desconocimiento de la fundación de
Santiago de Veragua
Hasta hoy no podemos precisar con exactitud la fe-
cha de fundación de Santiago de Veragua, ni su funda-
dor ; pero estamos ciertos de que fue entre 1620 y 1640
porque su nombre no aparece en ninguno de los informes
conocidos anteriores a 1620 y es en 1640 cuando Reque-
jo por primera vez hace conocer su existencia . Es del
caso advertir que no debemos confundir a Santiago de
Veragua en Panamá, con Santiago de Talamanca, estable-
cida antes del año 1587, a la cual se le denominaba tam-
bién Santiago de Veragua por estar comprendida en las
tierras del Ducado de Veragua como podemos apreciar
por los párrafos que se insertan a continuación :
"En documentos encontrados por C . M . Brown en los
Archivos de Cartago, Costa Rica, se hace alusión a las
minas de la Estrella y se anotaba "que cerca del Volcán
de Chiriquí queda la perdida mina de los indios denomi-
nados Tisingal, conocida y trabajada por los españoles,
quienes cambiaron su nombre por La Estrella . En 1587
don Diego de Sojo, capitán de la Guardia del Goberna-
dor de Veragua, PARTIO DE SANTIAGO DE VERA-
GUA a explorar esta pequeña sección de la provincia
del Rey y en su reporte al Gobernador de Veragua le in-
forma : La cantidad de oro que abunda aquí es grande
y de muy altos quilates como puede ser visto por los pla-
tillos de oro que usan los indios, sin mezcla de ninguna
clase . La mayor cantidad de oro existe en las montañas
de Corotapa, cerca de los bancos del río de La Estrella .
En estas montañas el Capitán Muñoz, sargento mayor de
clon Perafán de Ribera, del Gobierno de Costa Rica, sacó
de las tumbas indígenas tal cantidad de oro, suficiente pa-
ra llenar dos canastos . Y estando convencido de la exis-
- 253 -
- 254 -
del Sur, cuando Townely atacó a Alanje y La Villa de
Los Santos y alcanzaron los hatos inmediatos a Saint-
Yago según relato de Raveneau ele Lussan . Sus fundado-
res vinieron de un asiento costanero llamado Las Fili-
pinas, ante el peligro de las incursiones de los piratas .
Lo cierto es que para el año 1785, La Mesa aparece co-
mo población importante en el mapa diseñado por Juan
López . Es tradicional entre la gente vieja de La Mesa de
Veragua la versión de que en los tiempos coloniales ha-
bía en el centro ele la población -que debía ser un ca-
serio de construcciones pajizas con techumbre de pencas
ele maquenque--- un madero al cual se amarraban con las
manos atadas hacia atrás, a los indios que no pagaban en
efectivo o en productos valorados los veintiún real vellón
que cobraban los encomenderos a nuestros esclavizados
indios .
- 255 -
to de pueblos y ciudades para dar la oportunidad de cono-
cer las descripciones que en 1631 hace de Alanje, La Vi-
lla de Los Santos, Chame y Parita el Capitán de Navío,
don Diego Ruiz del Campo :
"ALANJE, llamado también Chiriquí, es pueblo de
españoles y es postrero que hay hacia el poniente . Ha-
brá en él cosa de sesenta españoles y muchos indios en
los pueblos cercanos . Coxerasse aquí por año más de
cuatro mil fanegas de maíz que van a vender a Panamá .
Hay también gran suma de ganado vacuno del que se
hace mucho sebo paca llevar a esa ciudad" .
Y al describir a la Villa de Los Santos anotaba : LA
VILLA DE LOS SANTOS O CUBITA es el mayor pue-
blo de españoles que hay en la costa del Mar del Sur ; ten-
drá hoy cien vecinos y en ella se junta y recoge la mayor
cantidad de maíz -ocho mil fanegas- que se trae a la .
ciudad de Panamá porque lo compran a muchos pueblos
de indios situados en la cercanía . Este maíz sustenta las .
recuas de mulas que traxinan a Portobelo y ansi mismo
sustenta a los negros que andan con las dichas recuas" .
En esta Villa de Los Santos hoy la mayor cría de gana-
do vacuno' .
En ese año de 1631 los vecinos de la Villa de Los .
Santos, pedían al Rey, su poderoso Señor, que les permi-
tiera a los Padres Recoletos Agustinos, el establecimien-
to de un convento, pues según decir de ellos "no hay en.
la Villa quien les doctrine ni les predique, ni enseñe y
confiese, especialmente en el tiempo de la cuaresma" .
Nos comprometemos, ofrecían los memorialistas santeños
"a hacer a nuestra costa el dicho convento y dar el sus-
tento necesario a los religiosos que lo habitaren" .
Este memorial fue firmado en el Cabildo de Los San-
tos por el Teniente Juan López Herrera, Alferez Juan de
Villarreal, Alcaldes Ordinarios de la Villa ; Capitán Pedro
Jirón, Alferez Mayor ; Pedro Caballero, Juan de Vega
y Francisco de León, Regidores de dicha ciudad, lo cual
- 256 -
deja entrever el desarrollo e importancia de esa pobla-
ción, cuando al aproximarse el siglo de su fundación
-1556- sus representantes más autorizados estimaban
necesario la fundación de un Convento y que la Villa
podía sufragar los gastos de un establecimiento de tal na-
turaleza .
El memorial con la recomendación del Obispo de
Panamá y la aceptación de Fray Francisco de la Re-
surrección, Visitador General de los Conventos de los
Padres Agustinos, fue encaminado a la Corte para la de-
cisión final de su Majestad Católica.
Pero la opinión de la Audiencia de Panamá fue con-
traria a la fundación del convento, debido a la pugna
existente entre el Ilustrísimo Señor Obispo y el Presi-
dente de la Audiencia . ('fi)
Sobre la Villa de Los Santos informa en 17 .36 el
Obispo Pedro Morcillo Rubio y Auñón : "la Villa de Los
Santos, población de españoles, está bien poblada y cons-
truída con casas todas de tejas ; se compone de dos ca-
lles bien largas y otra que sale de la Plaza y tira como
hacia la costa del mar ; habrá en toda la dicha población
hasta doscientas cuarenta casas y en todo su vecindario
cincuenta familias de españoles ; todo lo demás es gente
(le color de toda especie, porque hay mestizos, cuartero-
nes, mulatos, zambos y negros . Es mucho' el gentío que
hay repartido en toda aquella jurisdicción, viviendo en
los montes, así en el sitio de Pesé como en el (le Los Ta-
blas y Pocrí, donde tienen Ermitas y oyen misas y en
donde se les administra los santos sacramentos . Crían
muchos cerdos y gallinas que traen a vender a esta
ciudad".
Al referirse a PARITA anotaba el Capitán Diego
Ruiz del Campo : "que en esta tierra del dicho pueblo
--25 7-
de PARITA hay mucha suma de ganado y se coge mu-
cho maíz que es el sustento de la gente . Coxerase por
año 4 .000 fanegas que se carga para Panamá por el di-
cho río de Parita en el cual entran barcos a cargarlo" .
-258-
Natá, para obviar lo que diere lugar el tiempo, conforme
ocurrieran los socorros del Perú, Cartagena y Nueva Es-
paña" . (20)
- 259 -
a ciento cincuenta pesos, lo cual fue motivo de gran con-
troversia entre el expresado cura y el Gobernador de Car-
tago en Costa Rica .
- 26 0 -
y los restos de los basamentos de la población estableci-
da por el Gobernador Lorenzo del Salto en 1622 . Más tar-
de fue trasladada la población al lugar que ahora ocupa .
Es curioso anotar que muchos de los basamentos que so-
portaban las columnas de la antigua iglesia de Pueblo Nue-
vo -Remedios- han sido trasladadas al pueblo ahora
existente y su campana que tiene una inscripción de 1682,
fue la misma que tocó a arrebato en Pueblo Nuevo ante
el ataque de los piratas y la Imagen de Nuestra Señora
de los Remedios es la misma que oyó la súplica de sus
fervorosos creyentes que le pedían protección divina an-
te el ataque inesperado y brutal de los filibusteros . Más
tarde Townley se apodera de la Villa de Los Santos e in-
cendia a San Lorenzo y Alanje en la provincia de Chiri-
quí . (22 )
El ataque de los piratas a estas pequeñas poblacio-
nes costaneras se explica como un propósito de arrasar
con todo lo que estaba al alcance de su mano, o porque
había un motivo especial como en el caso de la Villa de
Los Santos, en donde Townley pensó que aún podía haber
parte del tesoro Real que vino del Perú y se desembar-
có en ese puerto, ante el peligro de las naves piratas que
asediaban la bahía ¿je Panamá y el puerto de Perico .
Los piratas desembarcaban en las poblaciones costa-
neras en busca de aprovisionamientos, especialmente de
granos y carne . Pueblo Nuevo, Alanje, San Lorenzo re-
cogían grandes cosechas de maíz y frijoles y sus llanuras
colindantes estaban repletas de ganados . Por tal razón
el rescate de los pobladores hechos prisioneros era paga-
do en fanegadas de maíz, arroz y frijoles y la carne de
novillos gordos, en salazón . Townley exigió al Alcalde de
la Villa cincuenta novillos gordos y 10 .000 pesos en pla-
ta por la liberación de sus prisioneros .
- 261 -
El pirata Townley en La Villa de Los Santos
- 262 -
litoral Pacífico . En diferentes ocasiones el Real de Santa
María, los campamentos de Cana, Yaviza, Pinogana ; las
poblaciones de Chepo, Nuestra Señora de los Remedios,
Alanje, las islas del Archipiélago de las Perlas y hasta
Taboga, recibieron la visita impertinente y temida de los
bucaneros.
Por el Darién cruzaron al Pacífico los piratas Co-
xon, Sharp, Oxeham, Dampier, Lasonde, Waffer los que
a golpes de sorpresas repetidas se apoderaron de los bu-
ques comerciales de los españoles y así sin contar con na-
da propio llegaron a fuerza de audacia a disponer de una
escuadra que asedió la bahía de Panamá e impidió la na-
vegación libre y segura de las naves españolas . Cuantas
veces los barcos de guerra españoles les atacaron fueron
vencidos y obligados a buscar la protección del puerto .
Fue tal su audacia que recalaron en la isla de Taboga y
exigieron de las autoridades de Panamá el pago de la li-
bertad de sus prisioneros y si no intentaron el asalto de
la nueva ciudad fue porque estimaron que eran mayores
las fuerzas de las que en realidad había para su defensa .
En estas condiciones fueron dueños del Golfo de Pa-
namá y ansiosos esperaban divisar el convoy real que
debía traer desde el Perú al Istmo el tesoro que anual-
mente enviaban las colonias del Sur al Monarca español
para caer sobre su presa y así repletos de riqueza volver
al Atlántico por los desfiladeros del Darién .
Pero el Virrey del Perú conocía el peligro de enviar
sus buques hasta Panamá y urgido de remesar el tesoro
del Rey dió la orden de conducir los buques al puerto de
Cubita, en el río de la Villa, desde donde se conduciría en
mulas a Panamá .
A los pocos días la armada española, libre de su va-
lioso cargamento, atacó a los buques piratas que estaban
en su acecho, frente a la isla de Pacheca, en la bahía de
Panamá . Derrotados los piratas huyeron hacia Coyba en
donde repararon las averías de sus barcos para seguir des-
- 263 -
pués hacia el Noroeste, arrasando con todas las poblacio-
nes de importancia de Centro América .
Una de estas bandas encabezadas por el pirata Town-
ley, decepcionado de sus improductivos ataques, pues po-
ca cosa de valor había que robar, decidió volver hacia
el Golfo de Panamá para dar un golpe de suerte en La
Evelia, tal como por descomposición del lenguaje deno-
minaban los piratas ingleses a La Villa, confiado en que
aún podrían encontrar parte del Tesoro desembarcado en
su puerto por los galeones del Virrey del Perú .
Llegados al puerto ascendieron por el río de La Vi-
lla y a la una de la tarde del 12 de junio de 1686 llega-
ron a la ciudad, sin resistencia alguna, pues siendo do-
mingo todos los habitantes estaban en la iglesia oyendo
misa .
Al caer de sorpresa y desapercibidos sobre la pobla-
ción sólo les bastó cerrar las puertas de la iglesia en la
cual quedaron prisioneros más de trescientos feligreses
entre hombres, mujeres y niños . Algunos hombres, entre
ellos el Alcalde de Los Santos, advertidos del peligro y
luchando cuerpo a cuerpo pudieron escapar de esta en-
cerrona de los filibusteros .
Ya dueños del pueblo los piratas de Townley tuvie-
ron la buena fortuna de dar con parte de las mercan-
cías que habían venido del Perú y con más de 15 .000
pesos en moneda ; mercancías y dinero cuyo valor ascen-
día a medio millón de pesos, riqueza que ellos nunca
soñaron encontrarían en esta pequeña población .
- 264 -
bros de las familias más distinguidas, Townley propuso
al Alcalde la entrega de sus cautivos mediante el pago
de fuerte suma de dinero . El Alcalde decidido y resuel-
to le contestó con una negativa rotunda .
Vista la rebeldía del Alcalde y su disposición de
presentarles pelea, los piratas abandonaron La Villa, de-
jándola en cenizas para seguir río abajo sobre la ribera
opuesta, custodiando los bongos en que transportaban . ,u
rico cargamento .
Recuperados los españoles de la primera impresión
y animados por la voz de mando de su Alcalde pudieron
formar un grupo de seiscientos voluntarios, quienes per-
siguieron a los piratas en su deriva hacia el puerto . En
la primera oportunidad, vadeando el río a nado o sobre
sus cabalgaduras cayeron sobre los piratas que resguar-
daban las embarcaciones, rescatando las mercancías y to-
mándoles algunos prisioneros, muchos de los cuales fue-
ron decapitados por la furia de aquellos hombres que
habían perdido todo a mano de tan duros enemigos.
La venganza de los invasores no se hizo esperar y
muy pronto los santeños vieron estupefactos clavadas en
estacas la cabeza de media docena de sus conterráneos,
sacrificados cruelmente en represalia de la muerte de los
piratas prisioneros el día anterior en el asalto de las em-
barcaciones .
Aunque la persecución fué tesonera los filibusteros
pudieron llegar a sus buques situados en el puerto y desde
allí propusieron al Alcalde la entrega de diez mil pesos
y la carne salada de ciento veinte bueyes como rescate
de los prisioneros, profiriendo amenazas terribles y más aún
cortándole la cabeza a muchos de ellos, las cuales eran
tiradas en el campo de los españoles como demostración
de su inquebrantable decisión de conseguir el rescate o
sacrificar inmisericordes a sus prisioneros .
Ante el espectáculo de tantas cabezas sangrantes,
muchas de las cuales les eran queridas, los españoles de
- 265 -
La Villa de Los Santos se dicidieron a pagar el rescate
exigido por Townley .
Así fue como un Alcalde de Los Santos se enfrentó
con valentía a los terribles piratas ingleses, comandados
por el sanguinario Townley y comenzaron los patriotas de
la Heroica Villa a escribir las páginas brillantes de su
historia .
- 266 -
gados en instituciones comerciales y que se denomina-
ron "La Sacra Familia" o "Real Jurisdicción" o "Apos-
tolado de Penonomé" a lo cual nos hemos referido en ca-
pítulo anterior.
- 267 -
Los indios mosquitos invaden a David
También ha sido a través de la lectura (le un libro
escrito en inglés por Mr . Cockburn, quien fugitivo y extra-
viado pasó de Honduras británicas a Chiriquí en 1,732,
como nos hemos podido informar de la invasión de los in-
dios mosquitos al incipiente villorrio de San José de Da- .vid
- 26 8 -
(Alanje) a darle la obediencia a Su Majestad Católica
y que luego volvieron con dicho religioso a sus monta-
ñas . Establecería esta misión evangélica la población de
Dolega?
Tradición dolegueña
- 269 -
Con el correr de los años el poblado creció y ya en
1770 los feligreses de Dolega habían levantado la iglesia
con su torre parroquial y desde esa fecha gozaron y su-
frieron los dolegueños con los repiques de sus campañas
legendarias, anunciadoras de sus alegrías y tristezas .
Poco después las tribus de la circunscripción de Bu-
gaba reclamaron a los padres franciscanos una campana
para ellos semejante a la de Dolega ; y los buenos monjes
de Asís consiguieron para sus devotos feligreses de Nues-
tra Señora de la Concepción de Bugaba una campana de
bronce, cuyos toques diáfanos como si fueran de cris-
tal, llamaban a reunión a la grey indígena esparcida y
distante.
Infortunadamente la campana destinada a La Con-
cepción y que tiene la inscripción : "Bendita seye alabada
la Purísima Concepción" -Panamá 1772- llegó a Bu-
gaba cuando la tribu de los caizanes, gente aguerrida y
salvaje, inquietaba la vida apacible de las tribus de Bu-
gaba .
"Cuenta la tradición, inteligentemente recogida por
Beatriz M . de Cabal, que un día llegaron a Dolega algu-
nos vecinos de Bugaba, quienes contaron aterrorizados
como los caizanes los habían sorprendido y saqueado el
pueblo, sin respetar los vasos sagrados y joyas de la
iglesia. Hasta la campana se llevaron, decían llorando .
Compadecidos los vecinos de Dolega decidieron acudir en
socorro de los dispersos vecinos de Bugaba y castigar se-
veramente al Caizán ladrón de las joyas de la iglesia .
Tras largos días de marcha por la selva, y con la as-
tucia propia de su gente, los doraces rodearon el campa-
mento del Caizán, quien se hallaba ya en la región de los
borucas, (Costa Rica) . Mientras el cacique celebraba sus
triunfos con los alegres toques de la campana, togado con
las vestiduras sagradas y bebiendo chicha fuerte en el cá-
liz de consagrar, los ojos sigilosos de los doraces le se-
guían desde la copa de los árboles, y cuando los vieron ya
- 270 -
ahítos y embriagados, cargaron contra ellos y los vencie-
ron fácilmente . Gozosos emprendieron el regreso y pu-
sieron en manos del cura de Dolega los objetos sagrados,
rescatados de las manos de los indios y celebraron su triun-
fo tocando la campana de la Virgen . Años más tarde,
reedificada la iglesia de Bugaba, los ornamentos y vasos
sagrados fueron llevados por el párroco, más no así la
campana, cuyo timbre era el encanto y la alegría de la
gente de Dolega .
Los celosos dolegueños consideraban que la campa-
na estaba mejor guardada en Dolega que en la asolada pa-
rroquia de Bugaba, pues el castigo dado a los caizanes
les quitaría el deseo de intentar una nueva aventura .
Pasaron los años y el suceso del cambio de las cam-
panas se fue borrando de la tradición de Bugaba, ya que
los pocos que sobrevivieron a la catástrofe cambiaron de
residencia a Dolega y los nuevos pobladores nada sabían
al respecto . La campana quedó de hecho en Dolega y por
más de un siglo sus repiques y sus dobles han vibrado
al compás de la vida de este pueblo" .
Así tuvieron los de Dolega dos campanas de bronce :
una, cuyos sonidos trémulos eran de bronce y la otra de
sonidos diáfanos, argentinos, como si fueran los toques de
una campana de cristal .
Hubiéramos querido que esta tradición de Dolega se
hubiera mantenido intocada y fresca como las aromas y
yerbabuenas de sus praderas, pero hoy, documentos escri-
tos de autenticidad aceptable nos traen algunas variantes
en cuanto a la fecha de fundación de la población de Bu-
gaha en la provincia de Chiriquí que nosotros señalamos
en las últimas décadas del siglo XVIII .
- 271 -
yacimientos de oro de California, existió en la sección
continental de Bocas del Toro, en el valle de Talamanca,
la ciudad de La Estrella (recuérdese la versión sobre San-
tiago de Talamanca o Veragua) "que fue una de las pri-
meras y más productivas poblaciones mineras estableci-
das por los españoles" .
Alanje fue hasta mediados del siglo XIX la población
principal de Chiriquí y "asiento de los cuarteles de tro-
pas" . En documentos revisados por McDowall en el Juz-
gado cantonal de Alanje se hace mención de "que en 1725
los indios changuinas habían estado incitando a las otras
tribus a declarar la guerra a las poblaciones de Bugaba y
Boquerón y que dichos changuinas vivían al norte del
Volcán y eran llamados changuinas del norte y nunca ha-
bían estado en contacto con los europeos . Mientras se ha-
cían los preparativos para la defensa, uno de los oficiales.
se ofreció como voluntario para internarse con doce sol-
dados, en las montañas y castigar a la tribu agresora . En
otro comunicado del cura de Boquerón correspondiente a
agosto de 1728 para el Gobernador, Teniente General, don
Pedro Ramos, notificándole que los indios se habían uni-
do para vengar el ataque de los soldados -posiblemente
se refería al incidente mencionado arriba- y que él ha-
bía hecho sacar de la iglesia de Bugaba las imágenes, te-
soros, etc. ya que este lugar, por su proximidad a las mon-
tañas, se encontraba en mayor peligro de ser atacado ; pe-
ro al mismo tiempo rehusaba abandonar los fieles a su cui-
dado y pedía se le enviara una compañía de mestizos pa-
ra la defensa de la población . De esa misma fecha data,
otro documento enviado por el Mariscal de Campo, don
Manuel de Aldrete, Capitán General y Gobernador de
Panamá, ofreciendo perdón a algunas familias francesas
que habitaban en Bocas del Toro, bajo la condición de .
que se trasladaran a vivir a Alanje, se sometieran a las le-
yes y la religión de Felipe VI, ordenando al mismo tiem-
po a Juan Quintero llevar algunos soldados al otro lado
de la cordillera con el fin de escoltarlos . Estas familias
- 272 -
fueron traídas a Alanje y se componían de nueve france-
ces, un italiano y un inglés".
Al referirse a David advierte que "la villa de San
José de David consistía solamente de un par de chozas,
fabricadas con pencas de palmas y que el puerto de Pe-
dregal no se conocía aún ; que Calabazal, cerca de Alanje,
era en aquella época el puerto más frecuentado" .
De todas estas informaciones sacamos en claro que
las poblaciones de Dolega, Bugaba y Boquerón son ante-
riores a 1725 y que las tribus de los changuinas que vi-
vían al norte del Volcán siempre fueron enemigos de los
españoles, cuyas poblaciones atacaban y robaban, some-
tiendo a los vecinos a crueles depredaciones .
-273---
provincia, y en ellos tuve ocasión de leer documentos con
fechas hasta de 1738 en los cuales aparece mencionada la
Ermita de San José de David . Un testamento otorgado
en David el año 1760 por una señora Brones, revela tam-
bién que a mediados del siglo XVIII ya existía un núcleo
de población en las inmediaciones de la Ermita que más
tarde le dió el nombre a la ciudad" .
Corroboran estas informaciones el testimonio de la
señorita Carmelita Gallegos Femenías, bien enterada de
las tradiciones de la ciudad, quien afirma "que a la pe-
queña capillita que había antes de la construcción de la
iglesia de San José le llamaban la Ermita, la cual estaba
situada entre Avenida Norte y Calle Novena en el espa-
cio que media entre las casas de las familias Zapata y
Rivera.
En la descripción que hace en 1760 el Comandante
General don Antonio Guill, Gobernador de Tierra Firme
anota que "el último pueblo de la Provincia de Veragua
por este lado era Bugaba, al este del río Chiriquí Viejo
a dos leguas de la frontera con Costa Rica" .
-274-
dido para seguir adelante, dicen las crónicas de esa épo-
ca, fray Antonio descargó de su mula las jabas en que
conducía sus provisiones hasta esperar el decrecimiento
del río . Los indios que le acompañaban prendieron lum-
bre para calentarse y ahuyentar las fieras de los bosques
y las serpientes venenosas . Mientras que los indios des-
cansaban a la lumbre, la mula pastaba la hierba fresca
en la orilla del río . Fue esta noche, una noche pavoro-
sa, en que caía una lluvia menudita que parecía que nun-
ca dejaría de caer ; de truenos que retumbaban en las
montañas, de gritos de monos y de bramidos sordos y
huraños de las fieras salvajes . Pero cuál no sería la
sorpresa de los indios cuando al despertar el alba vieron
que un enorme tigre devoraba impasible los despojos de
la mula que habían dejado asegurada a pocos pasos del
lugar en donde ellos descansaban para reanudar la mar-
cha . Avisado fray Antonio de lo que sucedía, con aire
de dominio sobrenatural, se acercó al tigre y haciendo la
señal de la cruz como para bendecirlo le dijo : -Buen
hermano, porqué has matado mi mula? -Quién va a
llevar ahora mi cargamento? -Tú tendrás que cargar
la jaba y llevármela al otro lado del río Tabasará . Y
con sin igual asombro los indios vieron, como el tigre
obediente se acercó a fray Antonio y dócilmente, permi-
tió que se cargaran sus lomos con las pesadas jabas y
siguiendo sumiso al frayle cruzó el río Tabasará, nadan-
do o salvando a saltos las furiosas torrenteras . Así, ante
este hecho milagroso o esta componenda imaginativa, cu-
yo relato corría de boca en boca y de tribu en tribu,
aumentaba el prestigio y la veneración por fray Antonio,
el santo varón a quien obedecían las fieras salvajes y
quien pudo así avanzar en misión evangélica por la tierra
de los guaymíes que vivían al otro lado del río Taba-
sará . (13)
-27f--
Informaciones sobre San Carlos del Chirú,
Las Palmas y San Miguel de Tolé
En 1775 durante la visita pastoral del Sr . Obispo
Ríos Armengol se fundó el pueblo de San Carlos de Chirú
y se restauró la población de Las Palmas de Veragua .
Poco después se levantó un hermoso templo y un conven-
to para morada de los Padres Reductores que se estable-
cieron en Las Palmas como centro para su labor evange-
lizadora en las montañas al norte de la Provincia de Ve-
ragua . Este mismo año fray Francisco Javier Vidal,
Prefecto de los Padres Reductores, fundó el pueblo de
San Miguel de Tolé .
Según información -que aparece en la Historia
Eclesiástica y Civil de Nueva Granada de José Manuel
Groot- pocos años después se fundó la reducción de in-
dios del Chirú por el Presbítero señor Andrés Francisco
Pena, cura y fundador del pueblo y doctrina de San
Carlos del Chirú .
-2 76-
torio bajo su dependencia eclesiástica en cuatro misiones
las que tenían como centro y radio de acción las comu-
nidades de La Inmaculada Concepción del Arado, Con-
cepción de Bugaba, David, San Pablo y Dolega conjun-
tamente con Boquerón .
En 1796 se restablecieron las poblaciones que habían
sido destruidas por los indios y se organizaron bajo un
nuevo plan administrativo y eclesiástico los pueblos de
San Francisco de Delega y Nuestra Señora de los Ánge-
les de Gualaca .
-27 7-
cuido de uno de sus guardianes para arrojarse, atadas
las manos, en las profundidades del Calovébora, río por
donde desembarcó y huyó la invasión de los Mosquitos .
Estas informaciones coinciden con la tradición re-
gional recogida por don Sebastián Sucre J . :
"A mi abuela (nacida en 1805 y muerta a los 96
años de edad) oí contar el suceso en época en que ella
conservaba bien sus facultades intelectuales . Decía ella
que los indios Mosquitos fueron los que hicieron esa
irrupción y que no sólo saquearon y destruyeron a San-
ta Fe, sino que entraron a saco en Cañazas y San Fran-
cisco y que aún intentaron hacer lo mismo en la ciudad
(le Natá, para cuya empresa empezaron a reunirse en
la población de Olá, y que no se atrevieron al cabo, a
acometer la devastación de Natá, al saber que esta ciudad
recibió auxilios de Panamá y otros lugares y se aperci-
bió para la resistencia, armándose en ella hasta las mu-
jeres . Los Mosquitos permanecieron en Olá algún tiem-
po y dejaron en ese Distrito descendencia que es conoci-
da en el lugar con el nombre de hijos de indios bravos,
y de la cual conozco algunos tipos en quienes perduran
instintos salvajes, propios de la raza generadora" .
Corresponde a esta época, de fines de siglo XVIII el
recuento que se hace en documento del Archivo de Indias
de las ciudades y pueblos existentes en 1790 en la Go-
bernación y Comandancia General de Panamá, desde Por-
tobelo hasta los confines de la provincia (le Chiriquí y
el cual insertamos a continuación :
CUADRO N° 1
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Este mapa del año 1754 ofrece en panorama general del territorio de Tierra Firma, incluyendo la provincia de Panamá, Veragua y Darién . Aunque aparece un
tanto desfigurado lo que se denominó la Culata del Golfo de Urabó si es precisa la ubicación de San Sebastián de Urabá y la Antigua del Darién ; así como el
establecimiento de los escoceses y de muchas otras poblaciones cuyos nombres figuran en este relato histórico .
DISTRITO O JURISDICCION DE LA CIUDAD
DE PANAMA
Panamá, ciudad capital ; Pacora, Chepo, San Juan,
(') Chagres (es castillo y pueblo), Gorgona, (3) Cru-
ces, (') Arraiján, Chorrera, Capira, Chame, Taboga
(isla), Islas del Rey .
PROVINCIA DEL DARIEN
Chimán, Chepigana, Tucutí, Real de Santa María,
Yaviza, Tichichi, Molineca, Pinogana, Cana.
PARTIDO O DISTRITO DE NATA
Natá, ciudad ; Penonomé, Antón, San Carlos de Chi-
rú, Olá, Santa María, Calobre .
JURISDICCION DE PORTOBELO
Portobelo, Palenque, Minas de Santa Rita .
PARTIDO O DISTRITO DE LA VILLA DE
LOS SANTOS Y DE PARITA
Villa de Los Santos, Parita, Las Tablas, Ocú, Pesé,
Vaca de Monte, (4 ) Pocrí, Pedasí.
SANTIAGO DE VERAGUAS
Santiago de Veraguas, ciudad ; San Francisco de la
Montaña, Cañazas, La Mesa, Hermita de Jesús, (» Ata-
laya, Montijo, Ponuga .
PROVINCIA DE CHIRIQUI
Santiago de Alanje, ciudad ; Las Palmas, Tolé, San An-
tonio del Guaymí, Gualaca, Dolega (estos 5 pueblos son
reducciones del Colegio de Misioneros de Panamá), ( 8 )
San Rafael, Pueblo Nuevo (Remedios), San Félix, San
Lorenzo, David, San Pablo, ( 7 ) San Miguel de Boque-
rón y Bocas del Toro . ( 8 )
PUEBLOS ARRUINADOS POR LOS INDIOS
DARIENES DE POCOS AÑOS A ESTA PARTE
Pasiga, entre Chepo y Chimán, San Nicolás de la
Marea en el Darién .
Pocrí y Pedasí
Estos pueblos aparecen en el Cuadro N9 1 como co-
munidades del Distrito de Los Santos . Además, el Obis-
po Rubio y Auñón señ ala a Pesé como sitio en que se ha
erigido Capilla en donde los vecinos de esos montes oyen
misa. En cuanto a Pedasí podemos informar que apa-
rece en un mapa del año 1785 con el nombre de PEAZI .
Quedan sin considerar en la anterior enumeración
los siguientes pueblos y ciudades :
-282-
"En 1806 durante el Gobierno de don Francisco de
Ayala se le dió impulso a estas poblaciones recién fun-
dadas pero a pesar (le sus esfuerzos fue muy lento su de-
sarrollo, pues poco a poco fueron emigrando del Darién
las principales familias, al extremo de que fue necesario
tomar medidas para evitar su total despoblación" .
-283-
Guararé
Guararé, cuyo nombre indígena Guararí, aparece en
los anales de la conquista como puerto de mar, en donde
se construyeron las primeras barcazas capaces de trans-
portar los sesenta hombres con que Diego de Hurtado re-
corrió las costas de Montijo y Chiriquí, no alcanzó a te-
ner formato de pueblo sino a mediados del siglo
XIX. (25)
La Ermita de Macaracas
Extrañado de que Macaracas no apareciera en el re-
cuento de las poblaciones existentes en 1790, un maestro
rural nos ha informado que según la tradición lugareña se
sabe que sólo existió en los últimos días de la colonia la
Ermita de Macaracas, en un lugar denominado Los Lea-
les, al norte de la población actual y sobre el río Estiba-
ná . Más tarde la población que se formó alrededor de la
Ermita fue trasladada al sitio que actualmente ocupa Ma-
caracas la que en 1848 ya era reconocida como Distrito
Parroquial del Cantón de Parita . Es de observar que al
igual que lo acontecido en Macaracas y en Río de Jesús
y en David, el establecimiento de una capilla -Ermita-
para el culto religioso, dio origen a la formación de pue-
blos y ciudades .
-2 84-
Pocrí, patrimonio del cacique Olúa
Presumíamos que Pocrí de Los Santos era una de las
poblaciones más antiguas de la península de Azuero, pero
no teníamos ninguna información precisa para determi-
nar su antiguedad . Como un estímulo a la curiosidad his-
tórica hemos encontrado que en una crónica escrita en el
Diario de Apuntes de Zach Harry, bucanero que acom-
pañó a Morgan en la invasión a Panamá, se relata la re-
sistencia que presentaron a los filibusteros en el camino
de Chagres un grupo de indios, impidiéndoles su paso con
la nube de flechas que descargaban sobre sus cabezas .
"Los nuestros avanzaron sobre ellos y pronto cedieron el
campo -dice el cronista- ; el único que no quiso huir, fue
el jefe, quien empenechado con plumas rojas, altivo, so-
berbio y heróico arrojaba venablos y más venablos, desa-
fiando el plomo de nuestros fusiles . Cayó en tierra heri-
do : al unísono le gritamos que se rindiera ; pero él no hizo
caso a nuestra excitativa, y con una jabalina atravesó
mortalmente al primer oficial que se le acercó . Hubo ne-
cesidad de arcabucearlo ; pero todos admiramos su denue-
do en la pelea . El nombre de este indígena era Olúa, ca-
cique de un lugar llamado Pocrí, ahijado y amigo del Go-
bernador de Panamá, don Juan Pérez de Guzmán, a quien
habíale prometido rendir la vida antes que dejar pasar
en los desfiladeros de Quebrada Oscura a los ingleses de
Morgan .
Historia del pueblo de Soná
Para conocer la historia de la fundación de Soná me
basta transcribir los primeros párrafos escritos por don
Manuel Higinio Arosemena sobre la historia de Soná :
"Yo ingresé a este lugar en mayo de 1828, desde el
pueblo de Las Palmas. A mi llegada me pareció muy po-
co lo que llamaban pueblo de Soná o de San Isidro que
es el patrón . Lo primero que se presentó a mi vista fue
la iglesia . Una casa de teja con paredes de barro y puer-
tas de tablas muy pequeñas de aspecto ridículo por ser
-285--
muy baja . Una paredilla maciza en la culata opuesta,
era la mesa del altar . Allí, cubierto de mantel, un
Santo Cristo y dos santitos clavados en una tabla ;
eran San Isidro y Santa María de la Cabeza, que
funcionaban como patronos . Afuera (le la iglesia habían
dos horcones con una vara, y de allí colgaban una campa-
nita del tamaño de un sombrero y un pedazo de otra que
servía para hacer dúo . Aunque eran pocos los habitantes
casi todos venían a oir misa los domingos . Las misas se
cantaban al son de una guitarra . Los ranchos de palma
que componían el pueblo no pasaban de ochenta y estaban
muy diseminados y sin orden de calle o acera ; la culata
de una casa tocaba la puerta de la del vecino y solo unas
pocas formaban ángulos para la plaza . Todas estaban
cercadas alrededor con lo que llamaban "palenque" y és-
tos con puertas de trancas para impedir la entrada (le los
cerdos . De manera que para entrar a una habitación era
preciso encaramarse por encima de las trancas .
En las casas no había ni un taburete ni mesa y todos
se sentaban en bancas de balso . En pocas había cocina ;
como no había carpintero, no se conocían los muebles ni
había baúles, porque para el corto equipaje de una fami-
lia, bastaban ollas, tulas y chácaras o un saco amarrado
de una soguita en el techo de la casa . Las puertas se ce-
rraban con pedazos de cuero y muy raras tenían pared de
barro y- puertas de tablitas labradas con machete . La luz
era de mecha de cera negra, pegada en tina estaca de
tres picos, que se llamaba La Negra . La comida se ponía
en una batea con platitos y cucharas de madera" .
Sin embargo, es del caso anotar que ya en 1775 se
menciona el pueblo de Soná como lugar de prédica y cate-
quización de los Padres Reductores establecidos en Las
Palmas .
Tonosí, no alcanza al siglo de fundación
Para el año de 1860 la población que hoy se llama
Tonosí se denominaba las "Madres Viejas" . El caserío
-286
lo formaban unos cuantos bohíos edificados aquí y allá
con una población que llevaba vida paupérrima, presa de
las enfermedades . En su mayoría los vecinos eran mal-
hechores que habían huido hasta allí por temor a la ac-
ción de la justicia.
El agreste valle de Tonosí, rodeado de macizos mon-
tañosos, cruzado por riachuelos que hacen fértiles sus ri-
beras se vió invadido por un grupo heterógeneo de inmi-
grantes de las vecinas regiones de Las Tablas, Los San-
tos, Pedasí, Macaracas que fueron atraídos por la fede-
cidad de su suelo . Entre aquellos inmigrantes, ávidos de
fructífero trabajo, arribó al caserío de las Madres Vie-
jas un hombre emprendedor y activo, serio y honrado y
de algunos recursos económicos . Llamábase Tomás Gon-
zález y era oriundo de Las Tablas donde pertenecía a una
muy respetada familia .
Don Tomás, observando que en el lugar abundaba
la roca calcárea ensayó la fabricación de cal viva con buen
resultado. Como es natural, las actividades de la fábri-
ca de cal, el cabotaje marino y la ganadería, dieron un
auge no visto al antiguo villorrio de las Madre Viejas,
atrayendo a habitantes y transeúntes . Entre estos úl-
timos llegó un señor Esquivel, quien contrató toda la cal
para la construcción de la antigua Policía de Panamá, en
donde está hoy la Policía Secreta .
Después de arduas luchas don Tomás González y sus
amigos lograron coronar sus esfuerzos, obteniendo la pro-
mulgación de la Ley 46 de 1882 por la cual se creaba el
distrito de Tonosí y se señalaba su cabecera en las "Ma-
dres Viejas" con el mismo nombre del Distrito . (26)
Horconcitos, fue un pueblo de pescadores
Horocncitos inicialmente fue un poblado de pescado-
res indígenas, el cual se desarrolló a costa de San Loren-
-287-
zo que cada día se despoblaba, especialmente cuando se
intensificó el negocio de las bucerías en las islas Paridas
y Ladrones . Su puerto, Boca Chica, era el lugar de sa-
lida de los barcos que iban a las bucerías o movían los
productos -frijoles chiricanos y carne seca en macitos-
que los pueblos del oriente chiricano enviaban a David a
través de los esteros, los que como red de comunicación
interior unen a Pedregal con los pueblos de esta región
de la provincia . Horconcitos tomó preeminencia y por
ordenanza departamental de 1867 el corregimiento de Hor-
concitos vino a ser la cabecera del distrito de San Lo-
renzo.
Las Lajas, asiento de ganaderos
Las Lajas forma con Remedios y San Félix la trilo-
gía de poblaciones que bordean al río San Félix, tan va-
lioso para la ganadería de la región, pues en sus vegas
y muy cerca de las orillas del mar se extienden los po-
treros de esta sección de Chiriquí tan rica en ganados .
Por ley de 12 de septimbre de 1856 del Estado de Pana-
má se creó el distrito de Las Lajas ; posteriormente el
distrito de Las Lajas se denominó San Félix y se dis-
puso que la cabecera residiera en el pueblo de este mismo
nombre. Hoy la cabecera reside en Las Lajas, población
que crece y mejora cada día y será pronto el centro co-
mercial del oriente chiricano .
-288-
escoceses, los señores Daniel y Tadeo Brown emigraron
con todos sus esclavos y vinieron a establecerse aquí, en
donde no hallaron sino unos pocos ranchos de pescado-
res indígenas . Esto sucedía el año 1826" . De esta in-
formación puede desprenderse un error de apreciación
sobre la categoría del poblado ---Bocas_ del Toro--- en
donde según los informantes del señor obispo "sólo ha-
bían unos pocos ranchos de pescadores indígenas" ; lo
cual parece no ser así, pues según la enumeración de
pueblos existentes en la Comandancia de Tierra Firme,
Bocas del Toro era considerado como tal en 1790, corres-
pondiente a la jurisdicción de la provincia de Chiriquí .
Por otras fuentes nos hemos enterado de que ya pa-
ra el año .1816 el Diputado del Istmo a las Cortes Espa-
ñolas, presbítero Juan José Cabarcas, hacía, entre otras,
la siguiente solicitud en beneficio de la provincia do Pa- ;"nQaumeástblzcunapoióednla-
-_289-..--
catequizadora ; entre ellos se destaca fray Antonio Mar-
gil, de quien se contaron tantos hechos milagrosos e in-
creíbles, realizados acá, de este lado, en el río Tabasará .
Además entre los documentos encontrados en Alanje por
Roberto McDowall se hace mención de una carta suscri-
ta en 1728 por el Mariscal de Campo, don Manuel P . de
Aldrete, ofreciendo perdón a algunas familias francesas
que habitaban en Bocas del Toro y que se trasladaron a
vivir a Alanje sometidas a las leyes y religión de Fe-
lipe VI .
Ya al finalizar el período colonial se registran re-
petidas invasiones Mosquitas, las que terminan con el re-
clamo formal, hecho personalmente, por el flamante Rey
Mosquito, Roberto Carlos Federico en 1841, quien desem-
barcó en las islas del Archipiélago al estampido de los
veintiún cañonazos de reglamento, disparados por la cor-
beta de su Majestad británica "Tweed", la cual respal-
daba con sus cañones el reclamo que el Rey Mosquito,
Roberto Carlos Federico, hacía sobre el territorio de Bo-
cas del Toro .
--290---
Bajo lluvias torrenciales, pues en esta sección del
país llueve copiosamente todos los (lías del año, los inge-
nieros hicieron el trazado ele la línea del ferrocarril, atra-
vesando ciénagas y pantanos, metidos en el agua hasta
arriba de la cintura .
Para alcanzar tierra firme y unir la isla con el con-
tiente hubo necesidad de cegar el brazo de mar que en
aquella época unía Folks River con Cristóbal .
Trazada la línea del ferrocarril en sus primeras mi-
llas, los constructores aceleraron el tiraje de la vía para
comenzar el acarreo de tierra y piedras con que rellenar
los pantanos que rodeaban la costa firme por todas partes .
Sobre un camellón que partía desde el norte de la is-
la en el sitio en donde están hoy situados el Hotel Wash-
ington y el Muelle 3, que formaron en su origen la estre-
cha faja de costa firme y rocosa, comenzaron a correr los
carros hasta Gatún, pequeño caserío situado a orillas del
río Chagres .
Pero los trabajos realizados en estas primeras millas
cubiertas de bosques pantanosos, habían consumido el mi-
llón de dólares que constituía el capital de la Compañía .
En momentos tan decisivos para la suerte del ferro-
carril, un suceso inesperado vino a resolver las dificulta-
des que afrontaba la compañía para conseguir nuevos
fondos y seguir adelante la construcción de la obra . En
noviembre de 1851,, dos barcos arribaron a Chagres pa-
ra desembarcar pasajeros que debían subir por la vía del
Chagres rumbo a California. Su desembarco en Chagres
fue imposible por lo agitado del mar y los intentos para
realizarlo culminaron con el volcamiento de los botes y
la pérdida (le algunas vidas .
En vista de que la tormenta y el mal tiempo arre-
ciaban, los barcos buscaron refugio en las aguas más tran-
quilas de la bahía de Limón, distante pocas millas de
---2 9 1--
Chagres. Ya frente a la desierta isla de Manzanillo, los
pasajeros vieron a lo lejos correr las máquinas del ferro-
carril y al informarse que avanzaban siete millas hasta
alcanzar Gatún en las orillas del río Chagres, todos se
empeñaron en desembarcar en la isla para ser traspor-
tados aunque fuera en los vagones empleados para el aca-
rreo de la tierra hasta la población Gatún en las riberas
del Chagres, en donde tomarían los botes para navegar
río arriba hasta el sitio de Cruces .
Este feliz suceso, tan inesperado, sirvió a la Compa-
ñía como la mejor propaganda en los Estados Unidos, pues
tal noticia la propagaron por todas partes los capitanes
de los barcos y los pasajeros que estaban ansiosos de acor-
tar las distancias y disminuir los peligros de su viaje a
través del Istmo .
Desde esa fecha no recalaron más los barcos en el
puerto de Chagres, descubierto e incómodo, pues el de
Colón en la desierta isla de Manzanillo era el nuevo puer-
to abierto y habilitado para el tránsito transístmico .
Era necesario y urgente dar un nombre al puerto ha-
cia donde convergía el tránsito de los inmigrantes que cru-
zaban el Istmo . Varios nombres se propusieron para la
nueva ciudad hasta que se adoptó por la Cámara Provin-
cial de Panamá el nombre de Colón, propuesto por el Dr.
Mariano Arosemena .
Un año después de la expedición de la ordenanza dic-
tada por la Cámara Provincial, la que talvez no era muy
conocida, los ingenieros del Ferrocarril idearon bautizar
la nueva ciudad con el nombre de Aispinwall, el 27 de fe-
brero de 1852, en honor del ingeniero W . H. Aspinwall,
uno de los fundadores de la empresa .
Y este hecho, inusitado y arbitrario, no fue bien vis-
to por la Cámara Provincial de Panamá, la cual protestó
por el cambio de nombre, pues si bien el señor Aispinwall
era merecedor de tal distinción, no había razón para pre-
-292-
ferir su nombre al del ilustre Almirante, descubridor de
las costas de Castilla del Oro.
Por muchos años los norteamericanos dieron a esta
ciudad de preferencia el nombre de Aspinwall, pero los
demás extranjeros, como los nacionales, usaban natural-
mente el nombre oficial, Colón . Y no faltaban casos en
que se empleaban simultáneamente, los dos nombres :Co-lónAspiwal .
-293--
en los que se exportan los bananos, abacá, cacao y demás .
productos que cultiva la Compañía .
Como la Compañía Frutera se vió forzada a aban-
donar sus plantaciones de bananos en Bocas del Toro a
causa de la plaga de "sigatoka" que arruinaba los culti-
vos, pasó a desarrollar sus plantaciones en el Distrito
de Alanje en la zona limítrofe con Costa Rica . Así se
formó Puerto Armuelles, ciudad moderna, con todos los
servicios y adelantos con que puede dotarla una compa-
ñía tan rica como lo es la Compañía Frutera . El terri-
torio se organizó políticamente y se denominó Comarca
del Barú, que hoy ha pasado a la categoría de Distrito
del Barú, con cabecera en Puerto Armuelles, nombre que
lleva esta ciudad en honor al Capitán Tomás Armuelles,
valeroso militar de la guerra de Coto, que murió trági-
camente en Pedregal, puerto de la ciudad de David .
--294-
oe 1 N D 1 C E E>o .oeoeoe
o
O
XI Fundación y desarrollo de la Nueva
O 200- 229
I)
XII Cronología de pueblos y ciudades del
Istmo de Panamá 230- 296
()
Impreso en los Talleres de Artes Gráficas
de la Escuela de Artes y Oficios
"Melchor Lasso de la Vega"
Panamá, 1969.
f~ Las Casas Reales