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GARCIA ENCINAS - La Filosofia de Kripke PDF
GARCIA ENCINAS - La Filosofia de Kripke PDF
La filosofía de Kripke
M. J. García Encinas
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124 M. J. García Encinas
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Departamento de Filosofía
Universidad de Granada
Campus Cartuja, E-18011 Granada
E-mail: encinas@ugr.es
NOTAS
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Aunque Pérez Otero no lo menciona, quizá merezca la pena recordar que
Kripke no es el primero en defender esta distinción, ni siquiera el primero en defender
esta distinción en sus propios términos, i.e., como la distinción entre lo concebible o
imaginable y lo posible. Thomas Reid [Th. Reid (1785), Essays on the Intellectual
Powers of Man, Cambridge, MIT Press, 1969, ensayo iv, cap. III] ya había intentado
demostrar la misma distinción (véase especialmente su segundo argumento) y también
W. Kneale [Kneale (1949), Probability and Induction, Oxford, Oxford University
Press, pp. 78-89] había argumentado contra la tesis de que lo concebible entraña lo
posible en su defensa de las leyes naturales.
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Es habitual seguir ciertas intuiciones fregeanas en esto y pensar que la exis-
tencia es una propiedad de propiedades en el siguiente sentido: afirmar existencia es
afirmar la instanciación de alguna propiedad. Por ejemplo, que hay cuervos significa
que ser cuervo se instancia en al menos una entidad, i.e., hay al menos una entidad
La filosofía de Kripke 129
que es cuervo. (Véase también Pérez Otero, pp. 84 y ss). Para entender por qué es di-
fícil aceptar que la existencia es una propiedad de las cosas, imagínese cualquier cosa;
ahora quítense todas las propiedades a la cosa excepto la existencia: ¿qué queda?
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Pero recuérdese el razonamiento [A. Meinong (1904), “Über Gegenstands-
theorie”, traducción española (1981), “Teoría del objeto”, Cuadernos de crítica, 13]
que da la vuelta a estas reflexiones y concluye que hay diferentes formas de existencia
y, por tanto, diferentes formas de predicarla, desde el sentido (y referencia) que tienen
los términos singulares en dichos enunciados. Por otro lado, nótese que la teoría descrip-
tivista tampoco puede distinguir el supuestamente diferente valor de verdad de los enun-
ciados ‘Pegaso vuela’ y ‘Pegaso no vuela’.
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Quizá el único de quien pueda decirse que ha defendido en algún sentido que
la descripción (total) del individuo y su nombre son sinónimos sea Leibniz; claro que,
según Leibniz este tipo de verdades analíticas sólo es cognoscible por Dios. Kripke,
por supuesto, no entra con detalle en esta cuestión, pero ésta habría sido quizás una
ocasión para que Pérez Otero sí lo hubiese hecho —igual que en otras a lo largo del
texto—.
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Quizás, en el intento de presentar de forma sencilla el ataque de Quine (1953)
a la necesidad, Pérez Otero pasa rápidamente por encima de una serie de cuestiones
recalcitrantes, como el precio que hay que pagar para rescatar para los contextos mo-
dales la generalización existencial o la sustitución salva veritate de términos correfe-
renciales, en términos de, por ejemplo, un esencialismo rancio y superado, según
Quine. Pérez Otero afirma, sin embargo, que el esencialismo de Kripke es más acorde
con el sentido común y con Aristóteles [p. 142] — aunque el esencialismo Aristotéli-
co es, obviamente, mucho más complejo y elaborado que el de las tesis kripkeanas––.
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Esto explica también por qué las descripciones de individuos mediante pro-
piedades esenciales funcionan como designadores rígidos.
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La presentación de Pérez Otero (y de Kripke) de la postura de Frege es confusa,
pues no se distingue con claridad entre el sentido y el significado fregeanos. Véase, por
ejemplo, Frege (1918-19), “Der Gedanke”. Trad. inglesa (1959) “The thought: a logical
inquiry”, Mind 65 (259): 289-311, o el propio “Sobre sentido y referencia”, trad. españo-
la en L. M. Valdés (ed.) (2005), La búsqueda del significado, Madrid, Tecnos, pp. 29-49.