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Guia Paris
Guia Paris
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Guía de París
Guía de París
http://www.guiarte.com/paris
Guía de París. París es una de las ciudades más bellas del mundo, capital francesa.
Contenidos de París:
La Sainte Chapelle es una de las mayores joyas históricas y artísticas de París. Foto guiarte
No llegó a poseer una preeminencia política en tiempos romanos, pero el lugar se consolidó
como centro del reino de los francos y siguió engrandeciéndose en todo el medievo.
Los grandes reyes de la monarquía borbónica siguieron engrandeciendo la urbe, que tuvo
también momentos trágicos en el final del siglo XVIII con la etapa revolucionaria.
El barón Haussmann fue encargado por Napoleón III, en el Segundo Imperio, de demoler las
viejas y abigarradas callejas de París, creando una urbe geométrica y moderna, delineando
nuevos barrios.
Es también en esta época del Segundo Imperio cuando se consolida esa idea político-urbana
cesarista que hace que muchos rincones de París tengan un profundo sentido monumental
romano.
Picasso y Dalí, por ejemplo, fueron dos de los grandes seducidos por la ciudad.
Y ese afán por construir un París monumental se mantuvo hasta hoy, con las realizaciones de
las grandes exposiciones universales o iniciativas recientes como son la creación del Centro
Pompidou o la pirámide de Louvre.
París tiene un patrimonio único. se trata de una ciudad donde se pueden hallar excelentes
muestras artísticas de todos los tiempos y países.
París es una ciudad para gozar con el cuerpo y con el espíritu, sin prisas.
Notre Dame
No sólo es un emblema de la ciudad de París. Notre Dame es el lugar a partir del cual se miden
los kilómetros de las grandes carreteras francesas.
Está ubicada la catedral parisina en la Isla de la Cité, donde ya existía una urbe en tiempos
galos y romanos. La basílica existente en el lugar fue destruida por los normandos en el siglo
IX, y tras sucesivas reconstrucciones, en el año 1163 se inició la obra gótica.
La catedral quedó básicamente terminada e la primera mitad del siglo XIV, aunque luego sufrió
diversas modificaciones, algunas negativas, entre los siglos XVII y XIX. Cuando Napoleón fue
coronado allí, era tal el deterioro que buena parte del templo se ocultó con telas, tapices y
banderas.
Su interior, de cinco naves, tiene grandiosidad, y la altura de la bóveda central destaca aún
más contemplando las columnas de la misma, que su arranque carecen de la ligereza visual
que define el gótico.
Con planta de 130 metros de largo por 48 de ancho, la iglesia no es de las más grandes, pero
sí de las más armoniosas, especialmente su portada principal, con tres plantas superpuestas y
sendas torres cuadrangulares.
Uno de los elementos más característicos de esta fachada es la galería calada que une las
torres. Otros elementos de interés son las portadas laterales, los rosetones y el coro. También
es atractivo el conjunto exterior de los arbotantes rematado por la airosa flecha que se eleva
unos 90 metros.
Se puede subir a las torres, desde las cuales se contempla una bella imagen de la ciudad, con
el Sena al lado.
La Sainte Chapelle
Es, sin duda, uno de los monumentos parisinos de personalidad más acusada. Una joya
mundial del gótico.
Las vidrieras del templo son sumamente airosas y bellas. Foto guiarte
En el interior hay dos niveles. La capilla inferior en su origen es una dependencia reservada
para servidores del antiguo Palacio Real, de la que formaba parte la capilla. Desde esta
dependencia de escasa altura se accede a la capilla alta por una pequeña escalera de caracol.
La entrada en la capilla alta es deslumbrante. El visitante surge de la oscura escalera hacia una
dependencia pequeña, de techos elevados y ventanales alargados, por cuyas coloristas
vidrieras penetra una luz que otorga al recinto tonalidades irreales. Son las vidrieras más
antiguas de la ciudad, buena parte de ellas del siglo XIII.
En el centro del ábside está la tribuna con el relicario. Una puerta comunicaba esta
dependencia con las dependencias reales, y una celosía permitía al monarca asistir a los oficios
eclesiásticos, sin ser visto.
El rosetón, las 15 vidrieras y las tallas de los apóstoles contribuyen a condensar el arte en
Barroca es la de La Sorbona;
Del Segundo Imperio hasta ahora han continuado las edificaciones, entre ellas el Sacre
Coeur, en el popular barrio de Montmartre, o St-Augustin, ambas con amplias cúpulas, del
siglo XIX, o la moderna mezquita, de estilo morisco hispano.
Le Palais Royal
Construcción situada junto al Louvre, emprendida por Richelieu, quien quiso hacerse un
modesto palacio que pasó a manos de Luis XIII a la muerte del cardenal.
Dos partes componen este bello edificio: el Palais Royal, sede del Consejo de Estado y del
Ministerio de Cultura, y las galerías de la parte posterior, rodeando a jardín recoleto, una isla
de paz, en un mar de tiendas especializadas y restaurantes.
La Ópera
La Ópera de París es una mezcolanza de materiales, piedra, bronce y mármol, con un cóctel de
estilos, barroquismo y clasicismo.
Esta mezcla da lugar a una especie de gran tarta de celebración nupcial opulenta, pero que se
ha identificado bastante con el estilo ampuloso del Segundo Imperio.
El centro cuenta con un Museo de la Ópera. En el entorno del edificio pulula un París de
banqueros, turistas y clientes de todo tipo de tiendas, desde las más refinadas a las populares.
La Torre Eiffel
La Torre Eiffel de París es el triunfo del industrialismo, del metal, sobre la piedra. La magnífica
piedra que ha dado a París una armonía y solidez notables.
Vencedora de un concurso convocado para la exposición de 1889, fue edificada entre 1887 y
mayo de 1889,con una vocación sumamente perecedera: se preveía que sólo durara el tiempo
dedicado a la exposición.
La torre sirvió pronto para las comunicaciones, radiotelegrafía primero y luego antena de radio
y televisión. Tiene originalmente 300 metros, elevados en 20 mas con un repetidor de
televisión.
Miles de visitantes acceden diariamente a esta torre, subiendo mediante ascensores a sus
plataformas para divisar la Ciudad Luz a sus pies. Especialmente interesante es la puesta de
sol, romántica y luminosa. Los entendidos dicen que lo mejor es ascender al día siguiente de
una jornada de lluvia, cuando el aire de la ciudad está libre de suciedad y humos.
Un jardín burgués que se concibió como área de maniobras militares en el final del siglo XVIII
y que es y ha sido centro de manifestaciones: carreras de caballos, primeras ascensiones en
globo, sede de pabellones temporales de exposiciones y actualmente territorio para paseo,
zona para correr y bajar unos kilogramos o inmensa área para espectáculos de rock.
Al fondo se ubica la Escuela Militar encargada por Luis XV para centro de formación de jóvenes
y adaptada pronto para escuela de cadetes. Sin pretender ser grandiosa, la escuela es de
notable vigor, con tres alas, la central más elevada y coronada por una cúpula. Sus sólidas
columnas realzan la verticalidad de un edificio de no elevado porte.
El edificio final tiene grandiosidad y sencillez. Desde la explanada de los Inválidos se percibe la
rectitud de sus líneas de fachada, que realzan el poder de la gran cúpula. También es notable
En el interior destaca el patio principal y la iglesia del Domo, con la notable cúpula. En este
edificio se halla el Museo de la Armada y, sobre todo, la tumba donde reposan los restos
de Napoleón, traídos desde la isla de Santa Elena 19 años después del fallecimiento.
Muy cerca de este inmenso edificio se halla el Museo Rodín, donde se expone buena parte de
su obra, incluyendo El Pensador.
La place des Vosgues
Le Marais es en París una zona pantanosa ubicada al este de La Bastilla, cerca de la isla de la
Cité, zona que tuvo un notable desarrollo en el siglo XVII.
En este entorno se halla la plaza des Vosgues, de notable simetría, sumamente armoniosa en
su conjunto. Son edificaciones de piedra y ladrillo que datan de los inicios del siglo XVII.
Fue edificada desde la segunda mitad del siglo XVII a la primera del XVIII, como una plaza de
líneas austeras encaminadas a realzar en el centro la efigie de Luis XIV, efigie derribada en
época revolucionaria.
Luego se alzó una columna de inspiración napoleónica que también ha sufrido hasta hoy
diversos avatares en función de la historia.
La plaza, de 214 por 224 metros, es austera, y en sus magníficos y armoniosos edificios se
ubica el ministerio de Justicia y numerosas casas comerciales, bancos, joyerías, etc., de alto
nivel. A su lado pasa la rue St-Honoré, destacada por sus tiendas de alta costura y moda en
general.
Place Concorde
En esta plaza del extrarradio de París se instaló el mecanismo represor revolucionario más
conocido: la guillotina.
La Place Concorde es otro de los grandes espacios de París, construido sobre un lodazal, en
el extrarradio de la ciudad, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, con el objeto de situar
en el medio del amplio espacio una estatua real.
En esta plaza apenas hay fachadas, solo a uno de los lados. En ella destacan sendas fuentes
de inspiración romana –Es permanente la idea cesarista romana como inspiración en París- y
ocho estatuas que representan alegóricamente ocho ciudades francesas.
En el centro aparece el obelisco regalado a Francia por un gobernante egipcio en el XIX, y que
se situó allí como elemento emblemático y neutral en esta plaza, de la concordia, que quería
ser símbolo ecléctico de Francia.
El nombre de la Concordia tiene su lógica. Este es un lugar trágico. La mayor tragedia fue la
instalación del monstruoso mecanismo represor revolucionario: la guillotina, donde murieron
centenares de franceses víctimas de la justicia revolucionaria, En una confesión de culpa
colectiva, cuando pasó aquella ola represora se pretendió sembrar la semilla de la paz: la
concordia.
Desde este lugar –desgraciadamente empobrecido con una inmensa noria de feria- se divisan
importantes perspectivas de la ciudad, que unen el centro del Louvre y el Arco de Carrusel con
los Campos Elíseos y el Arco de L’Etoile.
Les Halles
Una de las zonas más bellas de París para el paseante es la de Les Halles, donde hasta hace
décadas abundaba una población comercial y que hoy es una mezcolanza de gentes de toda
ocupación y nacionalidad.
La Tour tiene un sentido jacobeo importante. Era el punto de inicio del Camino de Santiago en
París.
La Iglesia de Saint-Eustache se inició en el siglo XVI y se terminó bien avanzado el XVII,
pero respetando el estilo gótico. Es un gran edificio, de 10 metros de largo por 44 de ancho y
34 de alto. Ha sufrido algunas alteraciones posteriores. Esta iglesia está muy ligada a la
historia francesa. Aquí fueron bautizados Richelieu y Moliere, entre otros personajes célebres.
El Forum de Les Halles ocupa buena parte del complejo mercantil de antaño, y es una obra
moderna que incluye luminosas galerías, tiendas, museos, cines, etc. Entre los museos está el
Oceanográfico de Cousteau.
Siempre fue zona identificada con la vida bohemia y atrevida. Se ubica en la orilla izquierda
del Sena, junto a la Isla de la Cité.
Posee zonas características, como la pequeña Plaza St-Michel con la estatua de San Miguel
dominando al dragón, ante la cual siempre hay ambiente juvenil.
Más alejada del Sena está el Museo del Cluny, con ruinas galoromanas y una magnífica
colección de obra del medievo.
Todo su entorno sufrió sucesivas transformaciones que le llevaron a ser un lugar de lujosos
palacetes, en el XIX, y una gran avenida de amplios comercios y centro de los grandes desfiles
militares, en el XX.
Cerca de Concorde están los palacios, el Petit y el Grand Palais, que fueron construidos para
la exposición de 1900, y actualmente sedes de museos.
Al fondo aparece la plaza de l’Etoile con el magnífico Arco de Triunfo mandado construir por
Napoleón y terminado en 1836, en el llamado Segundo Imperio, cuando el arquitecto
Haussmann transformó buena parte del urbanismo de París.
El arco, de 50 metros de alto, tiene algún grupo escultórico de calidad, como La partida de los
voluntarios de 1792, obra de Rude conocida como La Marsellesa, ubicada frente a los Campos
Elíseos.
La Plaza es tan inmensa que es imposible ubicar en ella semáforos, por lo que es un habitual
caos donde hay que conducir con cuidado.
Chaillot
La colina de Chaillot siempre fue un lugar desde donde se tenían hermosas vistas de París.
Turistas contemplan la Torre Eiffel desde la colina de Chaillot, desde donde se tienen magníficas vistas de París. Foto
guiarte
Allí Napoleón ordenó edificar un palacio, aunque el actual es debido a la exposición universal
de 1937.
En el Palacio Chaillot, integrado por sendas alas curvas, se ubican varios museos: de los
monumentos, la marina, del Hombre y del Cine, así como una sala de espectáculos.
Sin embargo lo más impresionante de la zona es la magnífica vista sobre los jardines de
Chaillot, la torre Eiffel, Campo de Marte y la Escuela Militar.
Los jardines de Chaillot se ubican, en pendiente, a ambos lados de un estanque presidido por
columnas de bronce dorado. Estanque, jardines y palacio, iluminados por la noche, constituyen
también una suntuosa imagen para el visitante.
El Louvre
El origen del Museo del Louvre de París es un castillo medieval, transformado luego en palacio
real donde se albergaron colecciones reales de arte.
El siglo XVI y el XVII supusieron sendos periodos de nuevas obras y nuevos pabellones y
galerías, llevadas a cabo por sucesivos monarcas.
Pero la atención de los Monarcas hacia Versalles hizo que estos edificios quedasen como
lugares de viviendas de alquiler, donde se instalaron desde artistas hasta saltimbanquis.
En el XVIII el deterioro era notable y se pensó incluso en el derribo. Napoleón I fue quien
reinició el desarrollo del monumento, ordenó montar el Arco de Triunfo de Carrusel, en
conmemoración de sus victorias de 1805.
En el interior se presentan numerosas obras maestras del arte de todos los tiempos. Por
resumir algunas de ellas cabe citar las siguientes:
La Venus de Milo, obra hallada en la Isla de Melos, en el siglo XIX, que resume el ideal de
hermosura del helenismo. Se fecha en el siglo II antes de Cristo.
La Victoria de Samotracia; maravillosa obra de inicios del siglo II, donde sorprende la
perfección de la figura humana y la ligereza de los ropajes que parecen mecidos por el viento.
La tumba de Philippe Pot, oficial de Borgoña, sostenida por otro portadores, en una escena
donde aflora el espíritu medieval
El jarrón con el Aguila de Suger, donde se muestra el nuevo espíritu de lujo, luminosidad y
belleza que reemplazó al románico, y que protagonizó el abad de St-Denis.
Entre las obras pictóricas destaca la popular Mona Lisa, de Leonardo da Vinci, que se ha
transformado como el tótem que visitan embobados multitud de turistas presurosos que llegan
en viajes organizados y a quienes realmente no se les muestra el Louvre.
Pero hay obras de altisimo valor como la Balsa de la Medusa, magnífica y dramática obra de
Theodore Gericault; La Costurera, de Jan Vermeer y La Nave de los locos, de El Bosco
El Centro Pompidou
Irónicamente se denominó Beaubourg (burgohermoso) a un deprimente barrio de la ciudad de
París, cercano a los galpones de Les Halles.
Renzo Piano y Richard Rogers son los autores de este edificio cuadrado, de estructura
industrialista y luminosa, donde los elementos funcionales, conductos, escaleras, etc., se
divisan desde el exterior.
Este atrevimiento en mostrar los intestinos del edificio se transformó en arte y color al
adjudicar tonos atrevidos a las distintas conducciones de agua, aire o electricidad. Además, al
sacar este entramado de elementos de la caja central, se consiguió dejar un interior diáfano,
sumamente atractivo para las exposiciones.
Entre las colecciones del centro figuran cuadros de destacados artistas como Picasso,
Matisse, Braque, Kandinsky o Miró.
Dirección:
Place Georges Pompidou
75004 Paris
http://www.centrepompidou.fr
El museo D’Orsay
Lo que fue una estación, cerrada en los años treinta, se transformó en la década de los
ochenta en un centro donde se expone una maravillosa colección de arte moderno,
básicamente desde 1848 en adelante.
El Museo de Orsay tiene una incomparable muestra de pintura moderna. Cuadro de Van Gohg.
El museo se halla en la orilla derecha del Sena, casi enfrente del Louvre, y presenta una rica
complementaridad respecto a este último. Obras de Degas, Gauguin, Manet, Monet,
Renoir, Cézannne, Matisse y Van Gohg, procedentes de las colecciones del jeu de Paume y
Louvre sitúan al centro a la cabeza de los existentes del mundo en este género de pintura.
Entre las obras maestras que allí se pueden contemplar destaca el cuadro de Le Moulin de la
Galette, de Auguste Renoir, donde refleja un ambiente festivo de Montmartre, o el retrato de
Paul Gachet, de Van Gohg, así como alguna obra de Rodin.
Es particularmente seductor el piso superior, donde se acumula una orgía de obras de los
grandes pintores impresionistas.
Crónicas de París
Un museo para las culturas no occidentales
París sigue siendo una meca cultural a la que ahora añade un nuevo atractivo, el museo del
quai Branly, que presenta importantes obras del arte y la civilización no europea.
Amazonia. Siglo XX. Pluma, frutos, madera y fibras vegetales. © musée du quai Branly
La que hace cien años era auténtica capitalidad del arte mundial, no renuncia a sus iniciativas
culturales, aunque ahora ya tenga gran relevancia en lo que se refiere a vanguardias, y se
deba contentar con otras iniciativas alternativas, como es ésta de reunir importantes muestras
de las culturas no occidentales.
Situado el centro expositivo a la orilla del Sena, cerca de la torre Eiffel, Jean Nouvel es padre
arquitectónico del proyecto, en el que se aúna funcionalidad con ecología: una especie de
pasarela levantada sobre pilotes, por encima de un jardín de 18.000 metros cuadrados e
inmersa entre 180 árboles de más de 15 metros de altura.
Una rampa de acceso conduce al la “zona de colecciones de referencia”, el corazón del museo
(6.500 metros cuadrados), donde se exponen 3.500 objetos, acompañados de presentaciones
temáticas. Asimismo se han previsto 2.000 metros cuadrados para acoger las exposiciones
temporales.
El museo quai de Branly ha sido creado con un doble objetivo: la preservación y la
presentación de colecciones, desarrollo de la investigación y de la enseñanza. Se ha previsto
una programación regular de espectáculos en vivo relacionada con las exposiciones
presentadas, contribuyendo así a convertir este lugar en una “ciudad cultural” de las artes no
occidentales
El quai Branly cuenta con casi 300.000 objetos de los que expone unos 3.500. 236 509 obras
de su colección provienen del museo de l´Homme ; otras 22 740 del antiguo museo nacional
de artes de Africa y Oceanía, y otros 8.000 de adquisiciones de los últimos años.
En torno a la colección permanente, se articularán tradicionalmente otras muestras con
elementos de la propia colección y de préstamos temporales, con el objeto de constituirse
como punto de encuentro de las distintas culturas y de muestra de su riqueza, para lo que se
dispone de además de espacio para presentar espectáculos, teatro, danza, etc.
El presidente francés, Jacques Chirac y el secretario general de la ONU, Kofi Annan, estuvieron
en la inauguración de este museo, el 20 de junio de 2006, ocasión en la que el jefe del estado
francés explicó que con esta iniciativa Francia rinde homenaje a pueblos y artes
minusvalorados con demasiada frecuencia a lo largo de la historia. Chirac precisó su convicción
de la inexistencia de jerarquías entre las artes y los pueblos, rechazó el "etnocentrismo"
occidental, algo que está en contradicción con la propia iniciativa de ubicar en París un museo
que el propio estado Francés podría haber apadrinado para situarlo en algún lugar del Caribe o
de Oceanía, si lo que se busca es en realidad la promoción de la igualdad de culturas y
territorios.
Quinientos años de la Gioconda
La Gioconda, está cumpliendo la venerable edad de 500 años, y su creador, Leonardo da Vinci,
sigue siendo uno de los artistas más venerados por los amantes del arte en todo el mundo.
Para los amantes del arte, la visita al Louvre es siempre gozosa. Pero hay momentos en los
que el hombre sensible siente pavor allí, al ver el vacío cultural de muchos de los que pululan
por las salas. Uno de esos instantes en los que se puede sentir tristeza ocurre ante la llegada
de alguna de las mareas turísticas que -en teoría- entra allí a ver arte. Se puede ver a las
gentes, subir en grupo por una de las escaleras interiores y pasar ante la Victoria de
Samotracia para seguir a galope tendido en dirección a la sala donde está La Gioconda.
La Victoria de Samotracia es una de las más maravillosas estatuas que alberga el museo.
Hecha en mármol de Paros, la diosa de la Victoria (Niké) es una bella joven alada que se ha
posado en la proa de una galera, resistiendo al viento de la tempestad. La estatua, de unos
200 años antes de Cristo, es una obra maestra. Se siente el movimiento, la carne y el viento
en la fría piedra... conmueve la belleza.
Pero el ignorante pasa sin ver la maravilla griega –y eso que la tiene de frente al subir las
escaleras- y corre como un poseso en busca de la Gioconda, que está en la sala próxima.
Luego se encuentra con una multitud que contempla –más bien venera- un cuadro que se ve
mal y está metido en una vitrina... y escucha las voces de una guía que le dice algo sobre él,
algo que no ve, pero que sí cree...
Es la liturgia de la cultura, de una cultura de masas, de una nueva religión en la que hay
imágenes veneradas, iconos, que son algo más que elementos de arte. La obra de Leonardo es
un icono, tal vez el gran icono. Es una diosa de la religión del consumo. Para una ingente
masa, la Gioconda es un icono y el Louvre un parque temático.
LEONARDO DA VINCI
Nacido en Vinci, cerca de Florencia, en 1452, Leonardo era un joven amante del ejercicio, con
grandes cualidades artísticas y –sobre todo- una inmensa curiosidad. Ya a los 17 años entró en
el taller florentino de Andrea Verrochio, y entonces, al lado de Boticelli, aprendió pintura y se
interesó por otras disciplinas: escultura, geometría, matemáticas.
Protegido por Lorenzo de Médicis y recomendado por éste para servir al duque de Sforza, en
Milán, en 1482 ya se presentó ante éste como ingeniero e inventor. Luego estuvo al servicio de
otras aristocracias, terminando en la corte francesa de Francisco I. Murió en Amboise en 1519.
Fue en vida más conocido como ingeniero que como pintor. Siempre sintió pasión por inventar,
por hacer máquinas voladoras, bombardas fáciles de transportar, puentes de todas clases,
artificios de paz y de guerra. Dejó escritos cuadernos de estudio e incuso un tratado de
pintura, y aplicó innovaciones a sus actividades pictóricas que a veces merecieron el desprecio
y las críticas de sus colegas.
LA GIOCONDA
No fue un pintor prolífico. Dejó poca obra, aunque excelente, como la Anunciación de la
Gallería degli Ufizi, la Última Cena (Convento de Santa María de las Gracias, en Milán) o la
bella Virgen de las Rocas(Louvre)... Pero sobre todo la popular Gioconda.
Para Vincent Pomarède, conservador del departamento de pintura del Museo del Louvre, La
celebridad de La Gioconda se asienta en cuatro bases: la personalidad genial de su creador, la
calidad pictórica, las dudas sobre la modelo que posó, y la historia del cuadro.
Hay diversas dudas sobre la posible modelo: No faltan sugerencias de que pudo ser una
amante de Julián de Médicis o del propio Leonardo; pero lo más normal es creer a Vasari,
quien dijo que Leonardo llevó a Francia un retrato de Monna Lisa, esposa de Francesco di
Bartolomeo di Zanoli del Giocondo. Del apellido del consorte derivaría pues el nombre popular
de Gioconda.
De lo que no hay duda es de la calidad técnica del cuadro. Vincent Pomarède dice de él: “es
una realización ejemplar por los efectos sutiles de la luz sobre las carnaduras y el brío del
paisaje que constituye el fondo del cuadro. El modelado del rostro es sorprendentemente
realista. Leonardo ejecutó este cuadro con paciencia y virtuosismo: después de haber
preparado su tabla de madera con varias capas de enlucido, primero dibujó su motivo
directamente sobre el cuadro mismo, antes de pintar al óleo con los colores muy diluidos en
aceite esencial, lo cual le permite poner innumerables capas de colores transparentes,
llamadas veladura, y volver indefinidamente sobre el modelado del rostro. Estas veladuras,
sabiamente trabajadas, al darle valor a los efectos de luz y de sombra sobre el rostro,
constituyen lo que Leonardo mismo llama el "sfumato". Esta técnica permite una imitación
perfecta de las carnaduras, gracias a un tratamiento refinado de la figura humana sumida en
una penumbra, el claroscuro, lo que permite a Leonardo satisfacer sus preocupaciones de
realismo”.
Pero aun más que el realismo, Leonardo captó la vida, el ánimo de la modelo. Vasari dijo de la
obra que "sus ojos límpidos tienen el resplandor de la vida”.
Hace ahora 500 años la obra pudo ser iniciada, y no se terminó hasta años más tarde.
Adquirido por Francisco I, el cuadro permaneció en las colecciones reales francesas para
integrarse luego en el Louvre en 1793. Paso por más tarde por Versalles y las Tullerías, y tras
la Restauración, ya no se movió del Louvre... Hasta que llegó la triste noticia que lo hizo
famoso en el mundo entero: en 1911 el cuadro, La Gioconda, desapareció, fue robado.
Hubo todo tipo de cábalas e investigaciones –incluso se creyó que había sido destruido por
alguien vinculado a las nuevas vanguardias- hasta que apareció dos años más tarde en Italia.
Había sido un robo “nacionalista”. Un pintor italiano quiso devolver el retrato de La Gioconda a
su país.
Todo aquel revuelo no fue sino promoción mediática, que se aireó aún más con dos salidas
emblemáticas desde su retiro de París: a Estados Unidos y a Japón. Ya tenemos los
ingredientes para la consagración del icono en la religión del consumo: buena obra, historia
novelesca y promoción mediática.
Por Tomás Alvarez
Chagall, conocido y desconocido
Uno de los más famosos pintores surgidos en el este de Europa en el tramo final del XIX es
Marc Chagall, a quien ahora se le dedica una gran exposición en el marco del Grand Palais de
París.
El centro cultural pretende rendir un homenaje a este artista que, exiliado, desarrolló una
parte importante de su carrera en París y en el sureste francés, donde falleció, en 1985.
Se presentan para ello 180 obras, de ellas 75 óleos, para enfocar de manera especial la
relación que mantuvo Chagall -nacido en el seno de una familia judía de Vitebsk (Bielorrusia)
en 1887- con el arte moderno y los temas tradicionales de la pintura.
El pintor.
Marc Chagall procede de una familia sencilla, judía. Trabaja en su lugar natal, en el estudio del
pintor Yeyuda Pen, pero luego marcha a San Petesburgo, donde, gracias al mecenas Goldberg,
puede entrar en la escuela de Bellas Artes. Pronto empieza a hacer cuadros sombríos pero
llenos de poesía.
En 1910 llega a París y se instala en Monmartre. Conoce a gentes como Dalaunay y Modigliani.
Aprende a utilizar más luz en sus obras; aprende a arrojar sobre el lienzo la luz del fauvismo, y
estudia la aplicación del cubismo, aunque nunca llegará a ser un cubista. Lo que nunca
olvidará es el país de origen, que tiñen sus trabajos de lirismo y nostalgia. Nunca dejará de
lado los tipos de su infancia.
La vida de Amedeo Modigliani estuvo presidida por un sino trágico, pero en su corta existencia
logró un estilo definido. Ahora, esta exposición reúne por primera vez casi una cuarta parte de
las obras del artista, y sitúa al mismo en un primer plano de la plástica de su tiempo.
Modigliani ha sido calificado como pintor maldito, por sus rarezas, sus amoríos y su vinculación
a las drogas. Su muerte, seguida del suicidio de su última amante, contribuyó a esa leyenda
trágica.
Nació en Liorna, Italia, en 1884 y pronto empezó a pintar. También empezó en edad temprana
a acusar problemas de salud. Los problemas pulmonares y el aprendizaje le llevaron por
numerosos puntos de Italia, entre ellos Florencia y Venecia.
De familia judía, acomodada y culta, pudo conocer bien el arte italiano, viajar y llevar una vida
relativamente movida. Fue en Florencia, en 1903, donde se inició, según algunas fuentes, en el
ocultismo y la drogadicción.
En París se rodeó de amigos, algunos judíos como él (Max Jacob). Otro compañero, Brancusi,
le inició en la escultura. Pero fue en la pintura donde destacó, con sus retratos y bellos
desnudos, donde se aprecia un arcaicismo, frecuentemente emparentado con la escultura
indígena africana y con el cubismo.
Confluyen en sus mujeres las líneas arcaizantes y una cierta melancolía expresiva, cuando no
una marcada sensualidad.
En 1917 conoció a Jeanne Hébuterne, con la que tuvo una hija. Ingresó en un hospital de París
el 22 de enero de 1920 y falleció el 24, sin haber recuperado la conciencia. Su compañera,
embarazada, se arrojó desde un quinto piso, al día siguiente del fallecimiento del pintor.
En opinión de Restellini Modigliani murió muy joven, en 1920, todavía en pleno aprendizaje, lo
que no le impidió encontrar un estilo propio, muy personal.
La exposición refleja la trayectoria del artista -marcada por la enfermedad, el alcohol y la
droga-, interesado en el cubismo, el tachismo, el expresionismo y luego, durante la Primera
Guerra Mundial (1914-1918) en el arte de Africa, Asia y Oceanía, todavía atípico entonces, al
que acompañó en sus telas de referencias italianas, impresionistas y fauvistas.
Entre los cuadros exhibidos en París figuran los célebres retratos de Paul Guillaume, sus
compañeras Béatrice Hastings y Jeanne Hébuterne y sus amigos. También aparecen por
primera vez algunas telas nunca expuestas antes.
Los dibujos muestran otro de los aspectos esenciales del artista, su trabajo gráfico, brillante y
tan virtuoso como el de Pablo Picasso y Henri Matisse, indispensable para la comprensión de su
obra, estimó Restellini.
El museo evoca, además, "el inmenso talento de escultor" de Modigliani, "con un conjunto
único de sus cariátides esculpidas, pintadas y dibujadas", con las que escandalizó a sus
contemporáneos y que permiten comprender mejor el proyecto de "Templo de lo
voluptuosidad" que imaginó cuando compartió taller con Constantin Brancusi.
Amigo de Max Jacob, Picasso y otros grandes de su tiempo, Modigliani fue descubierto
tardíamente por el mercado, pocos años antes de morir en París, víctima de una meningitis
tuberculosa. Su muerte desesperó a su última compañera, Jeanne Hébuterne, embarazada de
ocho meses, que se suicidó dejando sola a la pequeña hija de ambos, Jeanne, a quien
Restellini acusa de haber desvalorizado la obra paterna por haber reconocido como auténticos
varios cuadros falsos.
La heredera del artista no fue la única que actuó así y las numerosas falsas atribuciones son
una de las razones por las que, en su opinión, su obra no ha sido aún reconocida
verdaderamente como una de las más importantes del siglo XX.
La organización de esta muestra se efectúa sobre un orden cronológico, agrupando los
distintos trabajos en función de determinados individuos (coleccionistas) que fueron clave en la
vida del artista italiano. El capitulo uno se relaciona con Paul Alexandre, médico y mecenas; el
segundo con Paul Guillaume, el merchante y coleccionista, y el tercero con Zborowski, el
merchante-poeta.
La muestra sucede en el prestigioso centro cultural francés a otras dos magníficas
exposiciones, una sobre Rodin y otra relativa a Rafael.
Surrealismo en el Centro Pompidou
El Centro Pompidou de París presenta hasta el 24 de junio una magnífica muestra artística
titulada “La revolución surrealista”, que recoge un excepcional conjunto de obras de artistas
clave del siglo XX.
La muestra lleva el mismo nombre de la revista que Andre Bretón fundó en 1925, titulada "La
revolución surrealista", una revolución que aglutinó a pintores y escritores que recurrieron al
impacto del subconsciente en el comportamiento humano, tesis en la que había profundizado
Sigmund Freud.
En un mundo dominado por el cambio social y tecnológico, los artistas modernos se
enfrentaron desde el XIX en un vertiginoso afán de búsqueda de nuevos horizontes. Fue así
como se sucedieron impresionistas, expresionistas, futuristas, simbolistas, cubistas,
dadaístas… en una permanente vorágine, atizada por el rol económico del arte, aupado a
elemento de consumo diario por el crecimiento de una amplia burguesía y agitado por el
surgimiento de notables galeristas que imprimieron su sello en las vanguardias.
Los antecedentes del surrealismo son lejanos. Algunos están en los mundos medievales o en
obras maestras como la de El Bosco; otros son más cercanos, como el dadaismo, movimiento
artístico anarquista nacido en la segunda década del siglo XX, como posición antitética,
nihilista, negativa frente a un mundo –el occidental- empeñado en la destrucción.
En un ambiente denso de los días de guerra, los dadaístas rechazaron los valores occidentales,
los dogmas y de las teorías capitalistas y mostraron su pintura en galerías y cafés,
singularmente en Zurich y luego en otros puntos, como París, donde Tzara fue predicador de la
doctrina.
El surrealismo fue en alguna medida el hermano positivo del dadaísmo; pensó en construir
desde el rechazo a la realidad objetiva. Bretón creyó percibir una afinidad entre el arte y la
locura cuando atendía a los heridos durante y fue quien se empeñó en “romper las ataduras a
la razón”. Él coincidió con Tzara en el París de la posguerra.
Los surrealistas huyeron a la par del juego estético de alguno de los ismos y del cientificismo
de otros, para buscar un mundo donde engarza la realidad con los sueños; rebuscaron en el
alma humana y en los mitos, creando una visión moderna de la mitología. Si el hombre
renacentista imaginó un portal de Belén o la escenografía de un tema de Dionisos o Venus con
un fondo de torres góticas, el surrealista crea una nueva mitología donde aparecen nuevos
seres hijos del sueño y de la modernidad: relojes viscosos, máquinas inútiles, tigres armados
de fusil. Y creó también unos edenes de arena o de agua, donde convivía una nueva
humanidad, una nueva fauna y unos nuevos dioses.
A partir de un paisaje o un objeto, el surrealista provoca otra realidad, subvirtiendo la lógica y
las doctrinas burguesas, rompiendo inercias, morales y convenciones.
En la muestra del Centro Pompidou, se presentan –hasta fin de junio- seiscientas
obras, de unos 60 artistas, en las que se rastrea la huella del surrealismo, desde los
años veinte hasta la mitad del siglo XX.
Las notables obras de Dalí, Max Ernst, Picasso, Miró, Magritte, y otros muchos artistas
vinculados al surrealismo proceden de los fondos del propio centro y de otros destacados
museos de Europa y América, así como algunos tan lejanos como el de Arte Contemporáneo
de Teherán, que prestó un fresco de Max Ernst, que preside la primera sala, al lado de unas
telas de De Chirico.
En un total de 20 salas del centro, se muestran también obras de Óscar Domínguez,
Giacometti, Wifredo Lam, Dora Maar, Man Ray, André Masson, Roberto Matta, Francis Picabia,
Yves Tanguy, André Breton, etc. La muestra abarca no sólo trabajos pictóricos, sino esculturas,
collages, películas, poemas, libros y cuadernos, incluido el célebre "Manifiesto surrealista", así
como y objetos de todo tipo que inspiraron al grupo, desde las máscaras y estatuillas africanas
a las piedras semipreciosas, muñecas, amuletos indígenas y animales disecados.
Los artistas se presentan a través de conjuntos monográficos, documentados con elementos y
curiosidades oportunas, bajo epígrafes como Sueño, Noche, Ciudad, Historia natural, Erotismo
o Blasfemia.
Todo se ordena en función de la “Epifanía del shock", eje central de toda obra surrealista,
cuyos motivos y temas se imponen brutalmente al espectador, tomado siempre por sorpresa y
asaltado por múltiples preguntas ante enigmas sin respuesta, según el comisario de la
muestra, Werner Spies, quien reconoce que las obras –ahora ya en la retina colectiva- han
perdido el impacto y su extrañeza de antaño, porque los postulados surrealistas se han
integrado ya, de alguna manera, en el nuevo modo de percepción del hombre actual.
Sin el aporte surrealista, nuestro modo de percepción e interpretación no podría
comprender las instalaciones artísticas, videoclips, películas, publicidad y
Direcciones de interés
Direcciones de interés de París
Alcaldía. Teléfono de información, 0142 76 58 58
París-seguridad, 01 42 76 76 76
Parques y jardines-seguridad, 01 53 66 51 00
Viajes en avión:
Charles-de-Gaulle, 33 1 48 62 22 80
Orly, 33 1 49 75 15 15
Viajes en tren
Ocio y Gastronomía
Información relativa a las ofertas de ocio en París y la gastronomía de París
Los franceses tienen la buena costumbre de cuidar la gastronomía. Es un distintivo
de calidad que mantienen. Y uno de los atractivo de viajar a París es el de comer en
sus excelentes establecimientos.
La hora de cita para las comidas no puede ir más allá de las 14,00, en tanto que para cenar
son aptas las 20,30 horas.
Si el viajero no desea limitarse a la comida francesa es aconsejable que pruebe la cocina que
proviene de los países vinculados a Francia por su historia: Vietnam o norte de África.
Los bistrots son establecimientos más bien pequeños, de precios asequibles, carta corta y –
algunos de ellos- aspecto deliciosamente bello, con decoración de la belle époque.
... Y para el viajero también es recomendable aprovechar el viaje y retornar con una excelente
provisión de quesos y de vinos. Hay excelentes lugares para comprar; por ejemplo al lado de
la iglesia de St-Eustache, en Les Halles pervive una calle alargada y de grato ambiente
comercial, con pequeñas tiendas de frutas, quesos, vinos, verduras, etc... Es un lugar ideal
para adquirir una buena provisión.
Además suelen envolver al vacío los quesos –si se les demanda- con lo que se evita promover
un altercado en el avión de regreso por culpa del olor del Munster o alguno de los magníficos y
fuertes productos importados.
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