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EL MAL Y SU INFLUENCIA EN LAS PERSONAS: ¿INHERENTE A

ELLAS, O SE DEJAN LLEVAR DE ÉL?

E ste ensayo que es complejo de hacer, busca mostrarnos que por mucho que el ser
humano esté solo o busque la soledad, siempre va a estar sujeto a querer saber algo
de los demás, a relacionarse con los otros, o sencillamente a preguntarse cosas que no están
en él, y las ve en su alteridad con los otros, cosas que constantemente que no lo dejarán
totalmente centrarse en sí mismo para para analizar a cabalidad todos los aspectos buenos y
malos de su existencia por su propia cuenta. Ese es el problema que tendré en cuenta a
partir de ahora. ¿Qué hacer con este eje problemático? El hombre necesita otra conciencia
de una relación con los demás que sí entienda el mal cometido hecho tanto por él mismo,
como por hacer caso omiso a los demás, para llegar a un acuerdo y una paz tanto espiritual
como mental, que ayude a mejorar y a reivindicar sus acciones, aun así sabiendo de
antemano que no pueda devolver el tiempo y menos el mal cometido en el pasado. Entran
aquí la relación del mismo con los demás y su verdadera conciencia. La tesis que se tratará
de demostrar; es que el mal es algo que existe, pero que en la mayoría de casos y/o acciones
humanas1, pero que no son malos o malas por naturaleza. A partir de esto se definirá qué y
cómo actúa el mal, sus justificaciones, para luego adentrarnos en quienes hacen el mal y
analizar filosóficamente por qué de su actuar y la conciencia, para finalmente en la última
parte –léase párrafo final- concluir la tesis planteada.

El mal se entiende a partir de la individualidad y el dolor que hacen surgir la


filosofía y la manera de pensar con referencia a un tema específico porque cada quien tiene
una moral en ciertos aspectos mínimamente diferente, y por ende piensa y escribe diferente
acerca de ese <<algo malo>>. El hombre siempre ha actuado con ciertas maldades, pero al
final anhela reivindicarse de sus malos actos del pasado para tener la conciencia limpia y la
forma para adquirir la reivindicación, es la reflexión ya que así se recapacita, analiza sus
errores y obtiene en su mente la claridad para empezar un nuevo rumbo y en sus futuras
acciones actuar bien o correctamente según su perspectiva y análisis de sí mismo. El ser
1
A excepción de los casos de patología mental como la psicopatía, u otros como el vampirismo o pertenencia
a sectas como satánicos.
necesita una justificación de sus actos para comprender el motivo por el cual actuó mal o
daño a alguien y con esto podrá superar ese mal. El mal es una acción propia de la acción
humana y sólo se ve por la ayuda de la conciencia 2 de otro. Empezaremos por lo último, es
decir por definir la relación de la conciencia y el mal, es a saber:

Entre los males tenidos por injustificables y el mal querido aparecería


una relación. No excluimos esta visión del espíritu. Podría dar al
deseo de justificación todo su alcance. Pero, aunque se hiciese
abstracción de ella, sería necesario reconocer al menos, por una parte,
que las condiciones de eficiencia y de realización de la vida del
espíritu tienen su envés en una impotencia que se vuelve sin cesar
contra las ambiciones de la conciencia, y por otra parte, que se
avanza por ahí hacia las limitaciones de la vida espiritual y hacia los
males que parecen desafiar toda búsqueda de una razón de ser
(Nabert, 1997, Pág. 25).
De aquí podemos ver que las personas saben que están queriendo hacer el mal, su
conciencia se los grita justándolos, saben que afecta tanto su espiritualidad, como que con
su actuar hacen el daño sea efectuado, y por eso debemos definir la frontera entre el actuar
de una persona y a quienes se los hace. En palabras de Hannah Arendt “actuar, en su
sentido general, significa tomar la iniciativa, comenzar” (Arendt, 1958, Pág. 201). Esto
hace que el hombre sea visto como infinitamente improbable e inesperado, al menos en su
actuar. Pero aparece como actor en cuanto habla, pues, el actuar es diferente al hacer, y la
diferencia radica en el discurso con los otros. Ahí está su significado, al interactuar con los
otros, hay acción, y en consecuencia; hay existencia en la esfera pública y social.

Deberíamos definir lo colectivo, desde su base, el individualismo, que es aquel


sistema filosófico que: “considera al individuo como fundamento y fin de todas las leyes y
relaciones morales y políticas” (Cortina, 1998, Pág. 62). Por el lado contrario, existe el
holismo. Debemos recordar el todo no es solo la suma de sus partes y ya. La prudencia,
prerrequisito de la justicia, debe seguir sus consejos de valorar y reflexionar, para que ese
ser humano racional ya, pueda por medio de una vida plena; vivir en la sociedad. ¿Qué pasa

2
A eso me refiero con el <<otro generalizado>>, de Mead (1968), que es entendido primero como la
sociedad, en la que se toman actitudes de los otros y se incorporan en el individuo. "El Otro generalizado"
puede ser visto como la norma general en un grupo social o situación. De esta manera el individuo entiende
qué tipo de comportamiento es esperado, apropiado y demás, en diferentes situaciones sociales.
si éste hombre o mujer hace algo malo, o contrario a la sociedad? Si no hay
arrepentimiento, no hay posibilidad de justificación, pero esto no es suficiente. ¿Cómo no
puedo volverme esclavo de las acciones de los otros? Si el orgullo es excesivo, no habrá
reflexión, ergo, no hay posibilidad de reconciliación. La “moralidad surge entonces del
deseo de maximizar nuestros intereses.” (Cortina, 1998, Pág. 69). En el príncipe de
Maquiavelo, Adela Cortina resalta que “el príncipe, persiguiendo su verdadero interés, ha
de introducir entre sus estrategias el autocontrol de sus pasiones” (Cortina, 1998, Pág. 66).
¿Qué hace que una persona haga el mal, aún y a sabiendas que está haciéndolo, que no
tiene reversa, y que aunque sepa que vive dentro de una sociedad de estado social de
derecho? Ahí radica el que nos adentremos en saber si realmente el mal es inherente a las
personas, y ergo, no merecen perdón, y son solo unos antisociales, o más bien, el mal se
debe entender una visión egoísta de su querer hacer o ganar, a pesar de todo o contra los
que se le atraviesen en camino -ética utilitarista, o falta de conciencia- y que solo están
permitiéndose acciones y peor aún actúa <<mal>>, nos permite saber que las personas no
son malas Per Se. Ahora, meditemos en esto cuando le preguntaron a un psicópata
judicializado en U.S.A. de Colombia acerca de los sentimientos y la conciencia. Dijo algo
así: “nosotros si tenemos sentimientos y culpabilidad, solo que sencillamente no nos
interesan”. Según las investigaciones neuropsicológicas y anatómico-funcionales,
realmente esa parte del cerebro que maneja las emociones y sentimientos, en estos
simplemente está apagada, ya sea por traumas infantiles, o nunca funcionó, o se desarrolló,
en el caso de los que mostraron psicopatía desde muy infantes, desviándose de lo que se
esperaría en un niño o niña <<normal>>, no ver maldad, ni menos actuarla.

Respecto a quien hace el mal, Nabert, empieza con que el “yo alimenta el deseo de una
regeneración de lo que esperaría que consumase lo que en él, participa de la naturaleza y
que obtuviese y mereciese un perdón para el pasado” (Nabert, 1997, Pág. 109). El
justificarse, ya sea para expiar culpas, o superar <<maldades>> que alguien hiciese, es
claro que según este autor sale en la persona que actúa <<malévolamente>> como
característica del mal. Pero todo cambia cuando es “el recuerdo de un mal realizado el que
parece impedir o descartar incluso la idea de una justificación” (Nabert, 1997, Pág. 110).
Ahí en este caso no preguntamos el papel de la conciencia, y a eso respondemos que a ella
–la conciencia- mira el mal, la forma de él. Pero, ¿Cuándo el sujeto que hace el mal se salva
de éste? Es al discernir una oposición absoluta, versus la causalidad tanto para la
espiritualidad, y la de sus acciones. Cuando el mal viene desde una decisión libremente
querida por otro, es lo más injustificable que puede haber, al menos según el autor. En
resumen, el mal es cuestión más de error, que de falta como tal; que corrobora que el mal
esta inherente a la sociedad y sus integrantes; pero hay personas que saben evitarlo. En el
libro de Cortina, dice que como en su título, hasta en un pueblo de demonios puede existir
un estado social de derecho.

La moral en derecho es un tema álgido, que lejos de solo ser algo que discernir en un
abogado defensor, hay que tomar en cuenta que las personas pueden tener “derechos
morales para actuar de modos que se pueden juzgar moralmente incorrectas” (Fatauros,
2011, Pág. 82), pues según lo que se pudiera considerar, al menos desde una parte lógica, es
que quien aceptase defender una causa inmoral comete también una. Pero, no es del todo
así, el defender a alguien que hace algo inmoral, no necesariamente lo hace a él también
parte del mal impuesto; solo nos demuestra, que el abogado defensor, se sale del papel
socia como solo juzgante o espectador, y hace valer los derechos del acusado, que se
culpable o no, igual de derechos y humano es. Lo moral e inmoral de por sí es un
constructo social, y por lo tanto aplicable a esa sociedad en particular. Respecto al mal, creo
que si es un poco más generalizable, pues lo que es malo para algunos, lo que es para la
mayoría de gente, y hasta podríamos atrevernos a afirmar que también lo sea para la
mayoría de culturas y países sean alejados o muy diferentes; lo que consideramos maldad,
es un constructo social, que quedó remanente, desde tiempos inmemoriales, cuando éramos
una o muy pocas sociedades. Recordemos que el actuar es diferente al hacer, y la diferencia
radica en el discurso con los otros. El definir el mal, jurídica y hermenéuticamente
hablando, lo dejamos a:
Renunciamos a la cuestión del porqué. No deja elegir más que entre
una respuesta que, a priori, descarta la idea de la imposibilidad de
que no haya ninguna razón de ser del mal, y una respuesta que
renuncia absolutamente a comprenderla. La primera abre paso a todas
las interpretaciones del mal cuyo carácter común es el de conciliarlo,
de alguna manera, con las finalidades inmanentes o trascendentes
constitutivas del ser espiritual; la segunda oscila entre confesar su
misterio y el reconocimiento del absurdo (Nabert, 1997, Pág. 37).

Acerca del que hace el mal, y en cierta forma se siente <<culpable>> al haber actuado así,
la “justificación revela mejor el deseo del que procede cuando se presenta como una
remisión de las faltas. Nuestras tendencias naturales no pueden ni apaciguar ni producir ese
deseo, pero vehiculan una tendencia a ser, una tendencia pura” (Nabert, 1997, Pág. 111), y
nos demuestran que no es malo Per Sé. En lo que respecta a la relación al derecho y la
moral, refiriéndonos a cuando el derecho tiene fines debe, por su naturaleza, tener ciertos
fines distintivos. Si careciera de éstos; simplemente no sería Derecho (Robert, 2009). Hay
una conexión necesaria entre derecho y moral, basada en la pretensión de corrección; con
carácter definitorio del sistema jurídico en su conjunto, visto como un sistema de
procedimiento desde el punto de vista del participante, al menos desde la óptica de (Robert
P., 2002) ¿qué pensar de alguien que sabe qué hace el mal a alguien con otra persona, y
bueno, trata de dejar de hacerle daño a las personas que sí la quieren, pero aun así, no siente
culpabilidad? Si no hay justificación, no hay discernimiento; por lo tanto no hay
arrepentimiento.

Antes de concluir y analizar a la luz de los argumentos anteriores, a manera de reflexión, y


nombrando a Lucifer: él que carga la luz: te muestra tanto la luz que no la puedes ver, como
un resplandor de luz atractivo que no te deja ver, nos denota que el mal no es de por sí
oscuro, también quienes toman el sexo por sexo, que es un amor desordenado, y es cosa de
mujeres y hombres primigenios: quien que no alcanza a percibirse y no comprende y
empieza a destruir a los demás y al principio no alcanza a ver el mal que hace, o se vuelve
ciego y destruye muchas cosas y personas frente a sí mismo. Creemos que no solo el mal se
expresa en lo que el derecho rige por normas que la o el que hace el mal las trasgrede y
debe ser castigada(o). Ejemplos como los anteriores que no son tipificados como
<<delitos>>, también es hacer el mal, al menos eso pensamos. A modo de conclusión: No
creemos que exista el mal absoluto y en sí mismo no tiene ser es como el virus que infecta
y ya, hasta sometiendo la conciencia y voluntad y accionar de la(o) <<infectada(o)>>. La
tesis la demuéstramos con que las personas que hacen mal, la gran mayoría se arrepienten,
algunas lo resarcen, y otras que lo pagan punitivamente –en una cárcel- y aun así al salir se
sienten <<culpables>> y hacen el bien con más ahínco. Pero hay quienes son casos
atípicos, aquellos que sabiendo que hacen el mal, actúan y siguen buscándolo
sistemáticamente; aún y a pesar que saben que hacen daños a quienes lo quieren y sufren
con sus acciones. Ahí vemos a una personalidad psicópata. Pero quien a sabiendas que hace
cosas malas, y actúa asesinando, violando en serie, esos psicópatas 3 son el ejemplo perfecto
para demostrar nuestra tesis; que el mal existe, pero no por ello las personas, aunque sean
criminales; necesariamente malas sean. Bueno, a excepción de los psicópatas, que se
declaran inimputables, e incurables.

Referencias:
- Arendt, Hanna (2016) la Condición de lo Humano. Barcelona, España: Editorial
Paidós.
- Cortina, Adela (1998) Hasta un Pueblo de Demonios. Ética Pública y Sociedad.
Madrid, España: Taurus Ediciones.
- Fatauros, Cristin A. (2011) Derecho de Defensa, Inmoralidad e Injusticia. En No
11, Revista Via Juris, Julio - Diciembre Págs. 79 – 88.
- Nabert, Jean (1997) Ensayo sobre el Mal. Madrid España: Carrapós Editores.
- Mead, George (1968) Espíritu, Persona y Sociedad. Barcelona, España: Editorial
Paidós
- Robert, Alexis (2002) Sobre la Relaciones Necesarias entre el Derecho y la Moral.
En derecho y Razón Práctica. Ciudad de México, México. Editorial Fontamara.
- Robert P, George (2009) Entre el Derecho y la Moral. Bogotá, Colombia: Editorial
Colección Internacional.

3
Diagnosticados según la psiquiatría, con su Manual DSM V (Siglas en Inglés) y que es el Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales.

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