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TIPS DE LENGUAJE N°7 2015

INFERENCIA
Las preguntas de información implícita son de las que resultan más difíciles para muchos de
los postulantes que rinden la PSU. Esto no se debe a su habilidad de inferir en sí misma,
puesto que todos inferimos día a día en diversos contextos. Lo llamado “leer entre líneas”,
por ejemplo, no es otra cosa que inferir, como cuando un amigo nos cuenta una “copucha”
e inferimos las implicancias de lo relatado, o cuando vemos publicidad e inconscientemente
reconocemos los argumentos implícitos a partir de los cuales se constituye el mensaje.
¿Por qué entonces resulta difícil en la PSU? El problema surge a partir del tipo de texto que
presenta la prueba. En los casos mencionados tenemos contextos y conocimientos
compartidos con el interlocutor y la posibilidad de interactuar directamente sobre la
información, en cambio en los textos de la PSU no conocemos el contexto de producción y
los temas no necesariamente resultan cercanos, por lo que debemos inferir con menos
herramientas de las que contamos en la vida cotidiana.
En una lectura intensiva como la que mide la PSU debemos inferir incorporando todas las
competencias discursivas con las que contamos, incorporando no solo la información, sino
también el tipo textual, el contexto comunicativo, las prácticas culturales (como normas,
estándares morales, modelos sociales, etc), y conocimiento de mundo (en torno a ciencias,
humanidades, conducta de las personas, etc.). De ahí que sea necesaria la lectura
constante, no solo para mejorar nuestras habilidades como lectores a partir de la práctica,
sino también para ampliar nuestro acerbo cultural y contar de esta manera con una mejor
batería de análisis.

1. ¿Qué es inferir?
Inferir se concibe como “el proceso interpretativo efectuado por el interlocutor para
deducir el significado implícito de un enunciado, teniendo en cuenta los datos que
posee del contexto”, es decir, obtener información implícita a partir de la explícita.
Desde la lógica, inferir es un proceso deductivo. Sin embargo, en comunicación
engloba los implícitos pragmáticos, esto es, información no dicha, pero que se
comunica, y que puede deducirse por el contexto (como ocurre, por ejemplo, con
los actos de habla indirectos: “me encantan esas zapatillas” dicho en un contexto en
que pueda significar una petición, como durante un paseo por un centro comercial
de un padre con una hija, cercano a la fecha de cumpleaños de ésta); y los
implícitos semánticos, o sea, la información que puede deducirse a partir de los
significados de las palabras (“Pedro ha empezado a hacer deporte” implica que
antes no lo hacía).
2. ¿Cómo inferir?
Según D. Sperber y D. Wilson (1994), el lector debe:
a) activar un contexto suficientemente pertinente para una
interpretación coherente, es decir, para que la interpretación no se aleje
ni del tema ni de la intención comunicativa.
b) tener en cuenta las pistas o señales verbales o no verbales que
ofrece el enunciador: en un contexto oral, gesticulación, entonación,
miradas, etc.; en uno escrito, el paralenguaje (puntuación, signos de
exclamación y tipografía), el tono del texto, marcadores discursivos,
registro, etc.
c) considerar la información procedente del contexto y el conocimiento
de mundo. Los modos discursivos conllevan prácticas textuales que
implican ciertos usos, propósitos y expectativas. Un texto literario, un
ensayo, una columna periodística, podrían presentar distorsiones a las
implicancias usuales de ciertas expresiones en torno a un tema determinado
y según ello configurar, por ejemplo, una ironía, como en este caso: “la
selección presentó un juego increíble, preciso y eficiente en cada una de sus
líneas, sobre todo en el arco, con un portero que dejó pasar cada tiro difícil,
y en ataque, con goleadores que hicieron cualquier cosa menos embocarla”.
En el cual tanto portero como goleadores no cumplen con su función, por lo
que se infiere un uso irónico y de ahí crítico sobre el cometido de la
selección.
3. Técnica para preguntas de inferencia.
Para responder correctamente preguntas de inferencia, proponemos la estrategia de
evaluar las alternativas para discriminar la correcta a partir de los criterios de
evaluación de razonamientos:
a) Suficiencia: los datos a partir de los cuales se infiere deben ser bastantes y
aptos para plantear la tesis o información implícita planteada.
Nos preguntamos ¿el texto ofrece datos suficientes para afirmarlo?
b) Relevancia: el razonamiento debe ser coherente con el tema, el contexto y la
intencionalidad del discurso.
Nos preguntamos ¿tiene que ver con el tema?¿es coherente con la idea
del texto?
c) Aceptabilidad: la tesis o información implícita planteada deben ser verosímiles
en relación con el texto y el contexto de producción o recepción.
Nos preguntamos, ¿es verosímil el razonamiento o juicio?

“Según el Centro Nacional de Estadísticas, 7 de cada 10 personas se manifestó


de acuerdo con revisar la normativa sobre el porcentaje de pago de derechos de
autor”.
Sobre el fragmento es posible afirmar que
A) la mayoría piensa que la normativa necesita ajustes.
[suficiente, pues se afirma que un 70% está de acuerdo con la idea; relevante,
porque la opinión pública es relevante para las decisiones de alguno de los poderes
del Estado; y aceptable, ya que es una fuente que debería tener credibilidad]
B) el congreso cambiará de inmediato la normativa sobre derecho de autor.
[además de insuficiente, la premura en el cambio, dado el tema, no es verosímil,
por tanto, no tiene aceptabilidad]
C) las personas creen que el porcentaje de pago de derechos de autor es
injusto. [insuficiente e irrelevante, pues no se plantea nada en relación con la
justicia]
D) las normas responden a la opinión ciudadana tal como el rating en tv.
[el juicio generaliza a todas las leyes y con una analogía falsa, pues los datos no
bastan para referirse a toda normativa]
4. Análisis de alternativas de un ejercicio oficial 2016.
“La biblioteca universal, de Voltaire a Google
1. Al ofrecer a una gran cantidad de personas una masa siempre creciente de
conocimientos, ¿realiza Internet el sueño de las Luces o prepara la pesadilla de
un saber público entregado a los apetitos privados? Gracias a –o a causa de–
Google, estas preguntas no tienen nada de abstracto. En los cuatro últimos años,
el célebre motor de búsqueda ha digitalizado y puesto en línea millones de obras
encontradas en los fondos bibliográficos de las más grandes bibliotecas
universitarias. Para los autores y editores, esta operación constituía una violación
flagrante del copyright. Pero después de largas negociaciones las partes llegaron
a un acuerdo que va a cambiar totalmente la manera en que los libros llegan a
los lectores. Aunque los límites legales y económicos del nuevo espacio
establecido por este acuerdo siguen siendo imprecisos, el objetivo de los
directores de biblioteca es claro: abrir sus colecciones y hacerlas disponibles a
cualquier lector en cualquier lugar. Un proyecto simple en apariencia, pero
constantemente trabado por las restricciones sociales y los intereses económicos.
Igual que hace dos siglos con el de la República mundial de las Letras. 

2. El siglo XVIII, el de las Luces, tenía una confianza total en el mundo de las ideas,
que los enciclopedistas denominaban la República de las Letras. Un territorio sin
policía ni fronteras, y sin otras desigualdades que no fueran las del talento.
Cualquiera podía instalarse allí siempre que ejerciera uno de los dos atributos de
su ciudadanía, a saber, la escritura y la lectura. Los escritores debían formular
ideas, y los lectores apreciar su buen fundamento. Llevados por la autoridad de la
palabra impresa, los argumentos se difundían en círculos concéntricos y solo
ganaban los más convincentes. 

3. En esta edad de oro de lo escrito, las palabras también circulaban por vía
epistolar. Al hojear la espesa correspondencia de Voltaire, Jean- Jacques
Rousseau, Benjamín Franklin o Thomas Jefferson –lo que hace unos cincuenta
volúmenes para cada uno de ellos–, uno se sumerge en el corazón de la
República de las Letras. Estos cuatro escritores debatían sobre temas cruciales de
su época en un flujo ininterrumpido de cartas que, uniendo a Europa y América,
presentaba ya todas las características de una red de información transatlántica
(...)”.
http://www.lemondediplomatique.cl/La-biblioteca-universal-de.html (fragmento)

37. A partir de la lectura del segundo párrafo, ¿cuál de las siguientes opciones
presenta una inferencia válida?
A) Tanto en la actualidad como en el siglo XVIII, la ciudadanía se ejercía a través
de la escritura y de la lectura. 

B) La República de las Letras se caracterizó por valorar las ideas, aunque estas
solo eran comunicadas entre los más ricos. 

C) La sociedad del Siglo de las Luces, apreciaba y valoraba el desarrollo del
pensamiento fundamentado. 

D) El siglo XVIII se distinguió por ser una época en la que el ser humano se
expresó con absoluta libertad. 

E) Al igual que en la actualidad, en el Siglo de las Luces la palabra escrita tenía
mayor validez que la oral.
La alternativa A es irrelevante para el asunto en cuestión, pues cuando el texto se
refiere a la ciudadanía lo hace en cuanto a la pertenencia a la República de las
Letras.
La alternativa B presenta un razonamiento errado, pues el texto afirma que en la
República de las Letras la única diferencia de clase la da el talento, por lo que es
irrelevante la condición socioeconómica del ciudadano.
La alternativa D es incorrecto pues no hay información suficiente para afirmar que
hay absoluta libertad de pensamiento, pues solo se afirma que la República de las
Letras es “un territorio sin policía ni fronteras, y sin otras desigualdades que no
fueran las del talento”.
La alternativa E es incorrecta pues establece una analogía inválida con el presente,
pues no se entrega información sobre la oralidad, siendo incoherente el
razonamiento con el texto.
En cambio, la alternativa C es correcta pues establece un razonamiento
sintomático válido, ya que en el texto se afirma que “Los escritores debían
formular ideas, y los lectores apreciar su buen fundamento”. A partir de ello, se
puede hacer una generalización correcta, pues la República de las Letras se
presenta como rasgo de su época, por lo que los datos son bastantes, aptos y
pertinentes para realizar la afirmación.
Ejercitación PSU
Texto 1 (1-4)
1. “La reflexión que hoy presento acerca de la ética y el consumo, que he
desarrollado ampliamente en el libro Por una ética del consumo, está ligada a
otro libro que escribí en 1997 y que se titula Ciudadanos del mundo. En este
libro se trataba de plantear la necesidad de que las personas seamos ciudadanos
de nuestra propia comunidad, ciudadanos de nuestra propia tierra. Ciudadano es
aquel que es su propio señor, junto a sus iguales. Ciudadano es el que no es
súbdito, el que no es vasallo, el que es dueño de su vida. Ciudadano es el que
hace su vida pero la hace con los que son iguales que él en el seno de la ciudad.
La idea de ciudadanía significa siempre ser ciudadano con otros y con otros que
son iguales. Se entiende que en la ciudad todos deben ser iguales. Así, el
ciudadano es señor propio pero con otros.
2. El siglo XXI debiera ser el siglo de la ciudadanía, en el que tenemos que ser
nuestros propios señores. Pero hay una dimensión de la ciudadanía que me
parece que es fundamental; se trata de la ciudadanía económica. La verdad es
que la economía no la hacemos sino que nos la hacen y, mientras ocurre esto, no
somos nuestros propios ciudadanos, porque a fin de cuentas somos siervos y
vasallos de esa economía que «se nos hace».
3. Dentro de la dimensión económica existe un ciclo formado por la producción, el
intercambio y el consumo. Las cosas primero se producen, después se
intercambian y finalmente se consumen. Dicen los economistas que normalmente
las grandes preguntas de la economía son: ¿qué se produce?, ¿para quién se
produce?, y ¿quién decide lo que se produce? Pero a mí me parece que hay otras
cuestiones también muy importantes en el terreno de la economía que son: ¿qué
se consume?, ¿quién consume?, y ¿quién decide lo que se consume? Es decir,
que las famosas preguntas de la economía sobre la producción, se pueden
trasladar, tal cual, al consumo.
4. Creo que, para que las personas podamos ser ciudadanos económicos, tenemos
que ser también ciudadanos del consumo. Es decir, tenemos que ser nosotros los
que decidamos lo que se consume y, desde ahí, ser nosotros mismos quienes
decidamos lo que se produce, porque, al fin y al cabo, el empresario acaba
produciendo lo que nosotros consumimos. Si se consumen masivamente una
serie de cosas, se acaban produciendo. Si queremos ser protagonistas de nuestra
vida tenemos que acabar siendo protagonistas de la producción. Desde el
consumo de una serie de cosas se producirá lo que nosotros consumamos y,
entonces, seremos verdaderamente nuestros propios dueños.”
Cortina, Adela. Consumo… luego existo (fragmento)

1. Según la definición presentada en el párrafo 1, es posible afirmar que no serían


ciudadanos
A) los políticos.
B) los reclusos.
C) las amas de casa.
D) los sacerdotes.
E) los militares.
2. A partir del texto se infiere que ser ciudadanos del consumo implica que
A) la ciudadanía siempre tiene el poder sobre sus decisiones de consumo.
B) la producción funciona como una campaña política para lograr el favor del
ciudadano.
C) el poder sobre la producción se traslada desde el productor al consumidor.
D) el ciudadano se constituye como un sujeto político al determinar su consumo.
E) los productores determinan las formas en que el ciudadano consume.

3. Se infiere a partir del texto que súbdito y vasallo tienen en común


A) servir en casas de personas de mayor jerarquía.
B) recibir órdenes que coartan su libertad individual.
C) generalmente decidir sobre sus opciones de consumo.
D) ser ciudadanos de segunda clase, sin privilegios.
E) estar supeditados a los mecanismos de producción.

4. ¿Qué podrían tener en común los dos libros de la emisora mencionados en el texto?
A) Ser una crítica profunda a los privilegios de la clase productora y a los gobiernos
que restringen las libertades individuales.
B) Establecer un modelo de ciudadanía que se funda exclusivamente en las
relaciones económicas entre los individuos.
C) Ser publicados en fechas próximas por el vínculo temático que establece la
autora en ambos libros.
D) Plantear una ética que guíe el consumo, los derechos sociales y los mecanismos
de producción en la sociedad actual.
E) Considerar al ciudadano como una persona que tiene libertad de
autodeterminación, tanto en lo político como lo económico.
SOLUCIONARIO
1. La alternativa correcta es B
En esta pregunta que mide la habildiad de identificar, la inferencia surge de deducir los
componentes y límites de la definición a partir de la información dada, en este caso, que el
ciudadano tiene libertad para autodeterminarse y decidir sus acciones. Según ello, el único
grupo que por definición no puede actuar con libertad son los reclusos, pues no son sujetos
de derecho ni pueden actuar con libertad. Los políticos son irrelevantes para este caso, pues
no tienen restricciones en su actuar más que las que impone la ética; las amas de casa, si
bien en algunos lamentables casos en ciertas naciones o familias particulares no cuentan con
mucha libertad producto de estereotipos e ideologías, no son casos suficientes como para
afirmarlo para la mayoría, por lo que es una generalización. En cuanto a sacerdotes y
militares, efectivamente cuentan con una cantidad importante de restricciones en cuanto a
su autodeterminación y toma de decisiones, sin embargo son producto de una decisión libre
en torno a la pertenencia a una institución que implica estas reglas, por lo tanto seguirían
siendo ciudadanos según la definición y la práctica.
2. La alternativa correcta es C
En esta pregunta se debe vincular información de distintos párrafos para poder inferir, por lo
que se consideraría una pregunta de inferencia global. En el párrafo 1 se define ciudadano
como aquel que tiene libertad para tomar decisiones y definirse. En el párrafo 2 se plantea
que en el ámbito económico no somos libres, pues es una economía que «se nos hace». En
el párrafo 4 se afirma la tesis del texto, la cual plantea que “tenemos que ser nosotros los
que decidamos lo que se consume, y, desde ahí, ser nosotros mismos quienes decidamos lo
que se produce”. De ahí que el poder económico de la producción pasaría de los productores
(quienes «nos hacen» la economía) a los consumidores. La alternativa A es falsa por la
generalización (“siempre”); las alternativas B y D son irrelevantes pues no se han planteado
asuntos políticos propiamente tales en el texto, por lo que serían más bien evaluaciones del
lector; la alternativa E es también irrelevante pues no corresponde a lo que se pregunta, al
ser información explícita y se pide información implícita.
3. La alternativa correcta es B
En el fragmento se afirma que el ciudadano es aquel que es su propio señor, el que no es
súbdito, el que no es vasallo, el que es dueño de su vida. Esta inferencia semántica, que
surge desde el significado de las palabras, se obtiene por la oposición de ciudadano con
súbdito y vasallo. Si el ciudadano es aquél dueño de su vida, su propio señor, por oposición
no lo es ni el vasallo y ni el súbdito. En efecto, el vasallo es una persona “que está bajo una
autoridad absoluta, no democrática” (DVOX), y el súbdito “Sujeto a la autoridad de un
superior con obligación de obedecerle” (DRAE). De ahí que sea correcto afirmar que súbdito
y vasallo tienen en común recibir órdenes que coartan su libertad individual.
4. La alternativa correcta es E
En el fragmento la emisora afirma que “la reflexión que hoy presento acerca de la ética y el
consumo, que he desarrollado ampliamente en el libro Por una ética del consumo, está
ligada a otro libro que escribí en 1997 y que se titula Ciudadanos del mundo.” De ahí que
se implique que hay aspectos comunes a tratar en ambos textos. A continuación, se explicita
la concepción de la autora en cuanto al ciudadano y su libertad de autodeterminación: “En
este libro se trataba de plantear la necesidad de que las personas seamos ciudadanos de
nuestra propia comunidad (…) Ciudadano es aquel que es su propio señor, junto a sus
iguales”; y luego se extrapola esta condición hacia la ciudadanía económica: “para que las
personas podamos ser ciudadanos económicos, tenemos que ser también ciudadanos del
consumo. Es decir, tenemos que ser nosotros los que decidamos lo que se consume y, desde
ahí, ser nosotros mismos quienes decidamos lo que se produce”, por tanto, a partir de las
elecciones del sujeto determinar la producción para así no ser determinado por los
productores. De ahí que sea correcto afirmar que ambos textos tienen en común considerar
al ciudadano como una persona que tiene libertad de autodeterminación tanto en lo político
como en lo económico.

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