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¡Cuidado!

por Mario Sikora

Los Eneagramistas son, en general, un conjunto bueno para la introspección. La


mayoría de nosotros parece haber encontrado el sistema en medio de una búsqueda de
auto-conocimiento y nos quedamos enganchados porque encontramos que la
descripción de nuestro Eneatipo refleja con exactitud quienes somos. Luego, por
supuesto, vamos en búsqueda de las descripciones de los que nos rodean en las páginas
de los libros de Eneagrama, pero es la descripción de “mi” la que realmente nos atrapa.

Sin embargo, desafortunadamente este tipo de auto-imagen --dirigida por el “conócete a


ti mismo” del oráculo y el dicho de Platón de que no vale la pena vivir una vida no
examinada—puede no tener fin para algunas personas y la tentación de mirarse el
ombligo se convierte en un canto de sirenas.

Quizás Platón tiene algo de culpa con su narración de la analogía del cochero de
Socrates.
Representando la parte racional de la psique, el cochero conduce dos caballos--uno
representando el impulso de la moral positiva y el otro representando nuestros deseos
más básicos. El trabajo del cochero es “conocerse a si mismo” y manejar sus
emociones. Una bonita analogía, pero una que sabemos que está errada.

David Hume se dio cuenta de esto hace mucho tiempo, señalando que por lo general nos
mueven nuestras pasiones y usamos la razón para justificar nuestros impulsos en vez
de dirigirlos. La ciencia actual apoya la visión de Hume. Por ejemplo, la obra maestra
de Daniel Kahneman sobre los sesgos cognitivos, “Pensando Rápido y Lento”
(Thinking Fast and Slow), describe una larga lista de defectos en nuestra capacidad para
razonar. "Strangers to Ourselves" de Timothy Wilson muestra que nuestra habilidad de
“conocernos a nosotros mismos” verdaderamente es en realidad bastante limitada.
Kahneman sugiere que el estudio de los sesgos cognitivos puede ser una ayuda en su
superación, aunque rápidamente admite que también es víctima de ellos. Wilson expone
sobre el valor de obtener una retroalimentación de otros en lugar de apoyarnos en
nuestras propias percepciones de cómo nos esta yendo en las relaciones e interacciones
con los demás.

Los que reflexionan mucho sobre sí mismos y dan mucho valor a la experiencia
subjetiva como árbitro de todo lo correcto y verdadero se incomodan con las
advertencias de gente como Kahneman y Wilson. Ellos prefieren contar con la (a
menudo ingenua) intuición y sus estados emocionales subjetivos para ayudarles a
entenderse a sí mismos y a otros. Otros, por supuesto, toman el otro enfoque—
desestimando lo subjetivo y declarando contar con lo que creen son formas
absolutamente objetivas de entender el mundo. La verdad es que como la mayoría de las
dicotomías, esta elección forzada en una falsa elección. Necesitamos tanto lo subjetivo
como lo objetivo; necesitamos mirar hacia dentro y hacia fuera.
La ironía es que mirando hacia a fuera en realidad podemos fortalecer las capacidades
subjetivas.

Recientemente me topé con un video. "The Power of Outrospection," (El Poder de la


Extrospección) que lo explica muy bien. El Filósofo Roman Krznaric ha acuñado el
término “extrospección”, el acto de mirar hacia afuera contando primero con la empatía
cognitiva como una herramienta para desarrollar una empatía mas afectiva. La lección
principal del video, para mí, es que si queremos realmente aprender a empatizar con
otros tenemos que pasar menos tiempo mirando hacia dentro y más tiempo mirando
hacia fuera, buscando entender a los demás objetivamente en vez de simplemente
proyectar nuestro ser subjetivo hacia otros. No hay mejor herramienta para esto que el
Eneagrama, que desde luego, nos sirve como un recordatorio constante de que las
personas son diferentes a nosotros y que si esperamos que respondan a la vida de la
manera que lo hacemos nosotros estaremos constantemente decepcionados e
insatisfechos. La ironía es que seremos más felices cuando comprendamos mejor a los
demás en vez de obsesionarnos sobre nuestras propias necesidades y deseos y de lo que
nos hará sentir contentos; que encontramos nuestro verdadero ser cuando entendemos y
tenemos empatía por los demás. Mientras mejor entendamos cómo la gente es diferente
a nosotros (tienen diferentes estilos de personalidad, como mínimo), mejor entendemos
que son muy parecidos a nosotros (luchan tanto como nosotros con el comportamiento
condicionado influenciado por nuestro Eneatipo).

Un personaje en una novela de Jerzy Kozinski que leí hace muchos años fue a una
peluquería por un corte de pelo. Cuando pidió que lo movieran para que su silla quedara
mirando hacia la ventana, el estilista dijo “La mayoría de las personas quieren mirarse al
espejo.” El personaje contestó, “ Yo ya sé cómo me veo; Prefiero mirar hacia fuera.”

Muchos buscadores de la verdad se beneficiarían de esta actitud, combinada con el


compromiso de Spinoza de hacer un “incesante esfuerzo de no ridiculizar, no lamentar,
no desdeñar las acciones humanas, sino entenderlas.” Tomate un descanso de mirar
hacia dentro por un tiempo y mira por la ventana. Pronto te darás cuenta de que lo que
realmente estás viendo es a ti mismo.

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