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Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo vivió un hombre muy

ambicioso cuyo nombre era Juan Francisco Ortiz; la gente lo llamaba


Juan Machete, porque siempre llevaba al cinto un largo machete que
mandó hacer de acuerdo a su estatura y por su habilidad para manejarlo.
Juan Machete quería ser el hombre más poderoso de toda la región, por
lo que hizo un pacto con el diablo en el cual le entregaba su alma,
así como la de su mujer e hijos, a cambio de mucho dinero, ganado
y tierras.
El diablo le dijo a Juan que agarrara un sapo y una gallina, a los cuales
debería coserle los ojos y enterrarlos vivos un Viernes Santo a las doce
de la noche, en un lugar apartado, luego debería invocar el alma y el
corazón. Juan cumplió con lo encomendado y después de invocarlo tres
veces (Satanas, Satanas, Satanas), el maligno apareció diciendo: “El
pacto está hecho, hasta el día que yo lo decida”.
A juan machete le llego una racha de buena suerte increíble, sus
negocios prosperaban, sus tierras se volvieron muy fértiles, el
ganado ni hablar, las vacas parían de a dos terneros y su fortuna crecía
aceleradamente.
Unas noche, cuando está se partía en dos, un imponente bramido de un
padrote (Macho reproductor) estremeció la pradera “Muuuuuuu”. Juan se
levantó, pero nada extraño pudo ver.

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