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Ascensión Mendieta Luchadora Incansable
Ascensión Mendieta Luchadora Incansable
29 de Septiembre, 2019
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Son los últimos días del verano en Madrid. Hace mucho calor a las 4 y media de
la tarde y casi nadie pasa por los alrededores del Cementerio de La Almudena. A
la entrada, espera un grupo de gente que ha llegado de diversos sitios de España
con banderas republicanas, claveles rojos, y coronas. Vienen a despedir a
Ascensión Mendieta, una mujer que luchó durante toda su vida por encontrar a su
padre, Timoteo Mendieta, fusilado el 15 de noviembre de 1939, siete meses
después del término de la Guerra Civil Española. Para despedirla, una soprano
rusa entona “Gracias a la vida” de Violeta Parra, como queriendo unir el dolor de
los dos países, que han compartido los horrores de una dictadura.
¿Quién era Ascensión Mendieta?
De Timoteo Mendieta, nos han quedado los huesos, que permitieron armar su
esqueleto destruido. Los huesos de Timoteo, lo único que los nietos y la hija
pudieron recuperar de él, huesos callados, silenciosos, pero tan elocuentes que
permitieron identificarlo, es decir, nombrarlo. Volver a reunir un cuerpo, o lo que
queda de un cuerpo, y su nombre… Con todo lo que se cifra en un nombre. No
hay nada tan material, tan físico, en un ser humano como los huesos. No hay
nada tan abstracto, tan etéreo, en el derecho, como la justicia; incluso hablamos
de la idea de justicia.
Las pocas exhumaciones que se han podido realizar desde el año 2000 cuentan
con apoyo de privados como la Asociación para la Recuperación de la Memoria
Histórica, donaciones de particulares nacionales y extranjeros, pero en ningún
caso con apoyos estatales. La Ley de Memoria Histórica de 2007 fue insuficiente
y aunque puso de manifiesto el problema en la opinión pública, no abordó el
tema en toda su complejidad y extensión.