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“El objetivo de la educación es la virtud y el deseo de convertirse en un buen ciudadano”

“La educación es un ornamento en la prosperidad y un refugio en la adversidad”

Estas dos frases pertenecen a la génesis del conocimiento occidental del cual somos herederos, la
primera pertenece a Platón, la segunda Aristóteles, y es imposible no llevar a la mente la imagen
de ambos en la escuela de Atenas tal cual los pintara Rafael, Platón llevando en sus manos a
“Timeo” y Aristóteles su “Ética a Nicómaco”.

Es esta escena de ambos en la escuela lo que me recuerda el propósito con el cual las escuelas -
universidades fueron fundadas en la antigua Grecia, como un lugar donde el alma humana
encontrara el alimento del conocimiento y la sabiduría, donde el debate, la discusión, dieran paso
a nuevas teorías, planteamientos y el universo de aprendizaje fuera prácticamente infinito.

Según Vernant en su obra “Orígenes del Pensamiento Griego”, la sociedad griega (o pre-griega)
llego a un punto donde quiso que el conocimiento fuera expuesto y del que todos pudiesen
alimentarse, en donde las verdaderas impuestas como dogmas fuera puntos de análisis, y que el
pueblo, hasta ese momento seguidor devoto de las tradiciones, comenzara a hacer uso de la razón
para luego convertirse en lo que se conoce como Polis.

Es justamente este punto, este origen de los espacios del conocimiento como son las escuelas y
universidades lo que me hace mirar la problemática actual en nuestra educación media y superior.

Asisto como estudiante de Historia Antigua a una Universidad Pública, y como toda facultad de
humanidades de Universidad Pública, está muy lejos de ser ese nido de sabiduría teniendo la
verdad mas aspecto de sede de partido de izquierda o bar universitario de cuarta.

Hoy la educación esta secuestrada, y si en la antigüedad estuvo secuestrada por la


institucionalidad religiosa (que cerró las puertas del conocimiento científico), hoy lo está por el
marxismo cultural en todo su esplendor.

Desde que uno ingresa a la facultada se puede ver el discurso de odio de la ultra izquierda liberal
en carteles, murales y rayados que carcomen cual gangrena los cimientos de las casas de estudio y
tienen su más álgido referente en los centros y federaciones de alumnos estos centros de mando
oligarcas que son el instrumento favorito de los partidos políticos para reventar la educación en
nuestro país ya que dependen y están subordinados totalmente a sus intereses.

Es así como a través de estas federaciones el partidismo político (y quienes los financian) divide y
envenena las mentes de la juventud, convirtiéndolos en una masa ignorante, uniforme y lejos de
ser los futuros profesionales que el país necesita. Adoctrinan con su discurso de odio hacia la
misma educación, al esforzarse por superarse (paros indefinidos en periodos de pruebas) y ver
como enemigos a profesores que al final terminan en un estado de desmotivación plena al ver que
su entrega está lejos de ser provechosa.
Hoy estas masas de estudiantes a través de sus vocerías reclaman una educación gratuita,
financiada por el estado, y de este discurso han hecho carreras políticas que han llevado a sus
representantes a ocupar lugares en las cámaras de senadores y diputados.

Este discurso orquestado totalmente como un manejo político no acepta cuestionamientos ni


críticas, convirtiéndose en una máxima más de un ideario totalitario, justamente todo lo contrario
de los principios de debate y discusión en los que fueron fundadas las universidades.

Hoy quienes controlan la educación en las facultades no son las rectorías, son estas federaciones y
su discurso es ley, y quien se llegase a inclinar por una vertiente distinta es castigado cual cacería
de brujas en el Medievo.

Sin duda la educación de mercado que hoy nos es impuesta tiene graves falencias y es necesaria
una reingeniería, pero antes de pensar en gratuidad (ya que bajo este eslogan lo que menos
buscan es un beneficio para el pueblo) hay que pensar en la calidad y en este punto es totalmente
esencial que los intereses políticos queden totalmente excluidos.

Es necesario que las casas de estudio vuelvan a hacer lo que fueron en su origen, casas de estudio,
donde el querer aprender, el debate, la discusión, el conocimiento y el desarrollo de la sabiduría
sea el eje central y no el asegurarse un lugar en un sillón político garantizando una renta
millonaria.

Una vez que se logre depurar la educación y se establezcan nuevamente las bases que nos van a
llevar a construir con el paso de las generaciones una mejor sociedad podemos plantearnos en
cómo hacer que los recursos monetarios no sean un impedimento para que todo miembro de la
Polis tenga el acceso al mundo de la universidad y salgamos de este subdesarrollo cultural y
educativo del que somos esclavos en este momento.

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