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EL COLAPSO PENITENCIARIO BONAERENSE,


EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Ante la constatación de un incesante número de casos y dada la rápida


propagación del Covid-19, La Red de Jueces Penales de la Provincia de
Buenos Aires entiende necesario expresar lo siguiente:

1. Según resulta de informes oficiales, las cárceles y comisarías


bonaerenses alojan casi 50 mil presos, de los cuales 45 mil permanecen
encerrados en unidades penitenciarias (con cupo para 24 mil internos), y
más de 4 mil están privados de su libertad en dependencias policiales (con
capacidad máxima de mil), o sea, está duplicada la cantidad de detenidos
que los establecimientos carcelarios están en condiciones de albergar.

2. Entre muchas otras entidades y organismos de derechos humanos,


La Red de Jueces Penales Bonaerenses se ha referido en múltiples
ocasiones a la grave crisis humanitaria que trae aparejado este colapsado
sistema penitenciario, señalando la nociva combinación del hacinamiento y
las deficitarias condiciones de salubridad.
En particular, en el documento titulado “Aspectos salientes de la
problemática penitenciaria en la provincia de Buenos Aires ”, fechado el 13
de junio 2015, se sostuvo que: “Desde hace tiempo se vienen agravando,

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progresiva y persistentemente, las deficiencias de las prestaciones
sanitarias en las cárceles bonaerenses.
Sin pretensión de exhaustividad, pueden citarse como ejemplos de
ese marcado deterioro de las prestaciones médicas básicas las siguientes:
a) ausencia o insuficiencia de médicos de guardia (a menudo, esas 2
guardias son cubiertas por enfermeros); b) escasa o nula provisión de
medicamentos y materiales de emergencia (faltan gasas, vendas,
desinfectantes, analgésicos, antipiréticos, antidiarreicos, así como
fármacos para el tratamiento de la diabetes, la hipertensión arterial o el
asma), y más aún de medicaciones más sofisticadas o de retrovirales para
pacientes de HIV (según se afirma, provistos por el Ministerio de Salud de la
Nación); c) mal estado de asepsia de las instalaciones; d) falta de
materiales radiológicos, incluso en lugares donde hay equipos para
radiografías de emergencia; e) escasas ambulancias –y estas a su vez,
muchas veces, en mal estado– para la urgente derivación de enfermos a
centros sanitarios de mayor complejidad; f) retardos injustificados, cuando
no incumplimientos, de las órdenes judiciales de traslados, de tratamientos
médicos complejos y/o de intervenciones quirúrgicas de internos cuyas
enfermedades lo requieren con urgencia; g) escasez de profesionales en
salud mental (médicos psiquiatras y psicólogos) acorde a las demandas de
la población carcelaria; h) deficitario o nulo tratamiento preventivo o
reparador de adicciones (los pabellones respectivos sólo permiten la
internación de no más de veinte internos y el ambulatorio es muy
esporádico); y i) falta de provisión de estos tratamientos para el personal
penitenciario.”
En estos últimos años, lejos de remitir, la situación ha empeorado, no
sólo por el continuo incremento de la tasa de superpoblación (ahora del
100%), sino también por el visible deterioro edilicio de las unidades
penitenciarias y dependencias policiales, agravado por la escasez de
profesionales de la salud y, en particular, de la salud mental.

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3. En la actualidad, la veloz propagación a escala mundial del brote de
coronavirus (Covid-19), al que la Organización Mundial de la Salud definió
como pandemia, obligó a los gobiernos de todos los países a adoptar medidas
de emergencia para tratar de contener el constante avance del virus, aunque
todo parece indicar que la enfermedad seguirá contagiándose de manera
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exponencial, elevando incesantemente el número de víctimas fatales (en
especial, entre los adultos mayores que son los más vulnerables). Con mayor
razón en nuestro Cono Sur, donde las autoridades sanitarias presagian que el
frío invernal favorecerá su más acelerada expansión.

4. En consecuencia, superpoblación, hacinamiento, crisis de la sanidad


penitenciaria y pandemia del Covid-19 constituyen un coctel explosivo que es
preciso desactivar, con la mayor diligencia, a través de medidas de carácter
excepcional y urgente, desde la desprisionización (en todos aquellos casos en
que el encierro carcelario riguroso pueda ser sustituido por otro medio menos
aflictivo), hasta las mejoras sanitarias en las cárceles y comisarías que son, por
excelencia, focos de propagación de enfermedades.

5. Por lo tanto, frente al colapso penitenciario, agravado por la


deficitaria situación sanitaria en las unidades penales y dependencias
policiales bonaerenses, en los tiempos de la mayor pandemia del último
siglo, los miembros de los poderes públicos provinciales debemos adoptar
las medidas necesarias para efectivizar el mandato constitucional, porque
“Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para
castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de
precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará
responsable al juez que la autorice” (art. 18 de la Const. Nac.)

La Red de Jueces Penales de la Provincia de Buenos Aires.

La Plata, 16 de marzo de 2020.

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Mario Daniel Caputo Pedro Rodríguez
Presidente Secretario

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