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A lvar N u ñ e z C a b e z a de V a c a

Langer
A lvar N ú ñ e z C a b e z a d e V a c a

Adaptación didáctica, notas y actividades por


Margarita Barberá Quiles
Redacción: Stefania Biglino
Concepción gráfica: Nadia Maestri
Búsqueda iconográfica: Laura Lagomarsino

Fotografías
Hispanic Society of America of New York: 7;
© Archivio Iconográfico, S.A./CORBIS: 9, 12, 65, 66;
© Bettmann/CORBIS: 11; British Library, London: 19, 41, 69;
CORBIS: 21, 49; © The Mariners' Museum/CORBIS: 30, 57, 60;
Musée de la Coopération franco-américaine Blérancourt: 35;
© Stapleton Collection/CORBIS: 62; © Forbes: 74;
© Gunter Marx photography/CORBIS: 91.

© 2005 Cideb Editrice, Génova

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ISBN 978-88-530-0296-9 Libro


ISBN 978-88-530-0297-6 Libro + CD

Impreso en Italia por Litoprint, Génova


ÍNDICE
D atos biográficos 5
Los N aufragios 9

c a p ítu lo 1 ZARPAMOS RUMBO


A SANTO DOM INGO 15
25
D o s s i e r Cristianos, Españoles,
Frailes e Indios 27

c a p ítu lo 2 EXPLORANDO EA REGIÓN


DE APAPACHE 29

CAPÍTULO 3 POR EE DEETA DEE MISISIPÍ 48


63
D o s s i e r Un poco de Historia 64

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CAPITULO 4 COMERCIANDO CON
CARACOLAS DE MAR 68
ACTIVIDADES 84
D o s s i e r Fray Bartolomé de las Casas,
el amigo de los Indios 87

CAPITULO 5 DIVISAMOS EAS ESTRIBACIONES


DE EAS ROCOSAS Y
EL MAR DEE SUR 89
ACTIVIDADES 96
D o s s i e r Pero, ¿quiénes eran
esos Conquistadores? 98

c a p ítu lo 6 REGRESO A CASA 100


ACTIVIDADES 110

SOLUCIONES 112
\v

Si Este sím bolo indica los c apítu los g ra b a d o s .

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Datos
biográficos
Socas noticias tenem os del autor de los
Naufragios Alvar Núñez Cabeza de Vaca, al ü & -
margen de lo que sabemos de su propia obra.
Se supone que nació en Extrem adura en
1490.
Como él mismo indica en las últimas líneas
de esta obra, era «hijo de Francisco de Vera y
nieto de Pedro de Vera, el que ganó a do^Bluarmincjcabeta t*cvií«, tnloacaciado cnlaa
C Ea rctacion f comentarios ocl $oti<rrtw
Coe lomadas qucbijo * Ua yndiae.

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j

Canaria, y su madre se llamaba doña Teresa


Cabeza de Vaca, natural de Jerez de la Frontera».
Probablemente en esta nobleza de su origen haya que buscar la
explicación de los importantes cargos que desde muy joven le confió
el em perador Carlos I. Es de suponer que no estaba exento de
experiencia m ilitar y política, posiblem ente adquiridas en las
campañas africanas e italianas del famoso Pedro Navarro.
Perteneció a la familia de Pedro de Vera, estirpe en la que se ven
unidas las condiciones del noble inquieto de los últimos tiempos de
la Edad Media y las cualidades peculiares del futuro conquistador y
explorador español del siglo XVI: resolución, valor, fortaleza física,
heroísmo. Todas estas virtudes las poseía el nieto de don Pedro de
Vera.
Su fortuna personal debió ser comparable a su noble cuna y si
ocupaba un im portante cargo en la expedición como contador y

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__( -

alguacil1 mayor, probablem ente se deba a la influencia de sus


fam iliares, personas poderosas cerca del em perador y a un
patrim onio considerable, que pudo ser garantía ante Pánfilo de
Narváez.
Esta expedición se inicia en Sanlúcar de Barrameda en 1527 y tendrá
un final trágico, con cuatro supervivientes, que a lo largo de diez
años de hazañas increíbles, con una resistencia de acero y una fe
inquebrantable, haciéndose pasar por m agos ante los indios,
consiguen llegar a México en 1535, siendo recibidos por el primer
virrey de la Nueva España, don Antonio de Mendoza y por el mismo
Hernán Cortés.
En 1537 regresa a España y del mismo modo que hicieron otros
descubridores y conquistadores, escribe su relato para atestiguar los
sufrimientos y justificados méritos que había acumulado en las
Indias. El éxito de su relato fue enorme y no es de extrañar que
gracias al asombro que produjo junto a la importancia de su linaje,
obtuviese de la Corte en 1540, la gobernación del Río de la Plata.
El dos de noviembre de 1540, partía del puerto de Cádiz, con una
flotillla de tres navios, que aumentaría con otra nave al llegar a
Canarias. Después de difícil travesía arribaron a la isla de Santiago,
en el archipiélago de Cabo Verde. Seguidam ente arriba a las
proximidades de Río de Janeiro, tomando posesión en nombre del
rey de Castilla y León. Desde allí navega hasta la isla de Santa
Catalina adonde llega a finales de marzo de 1541, al cabo de cinco
meses de navegación.

1. a lg u a c il: oficial.

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Juan Vespucci Mapa del Mundo (detalle, 1526).

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Desde la isla de Santa Catalina se internará en busca de la ciudad de
N uestra Señora de la Asunción, donde se habían refugiado los
supervivientes de la expedición de Pedro de Mendoza.
Lo más destacado de este itinerario será el descubrimiento de las
famosísimas cataratas de Iguagú en el límite jurisdiccional brasileño,
argentino y paraguayo.
Recién llegado a la A sunción, hace valer sus títulos como
Gobernador, A delantado y Capitán General, lo que provoca la
desconfianza de los colonos, que concluirá en abierta rebelión.
Las causas se pueden encontrar en los privilegios de los que iba
investido Cabeza de Vaca, que de ponerlos en práctica, ponía en
peligro los beneficios acumulados por aquellos colonos, al margen
de todo control de la metrópoli.
En esta lucha de intereses la suerte de Cabeza de Vaca, estaba
sentenciada de antemano.
El resultado final será una rebelión por parte de los colonos.
El Consejo de Indias, ante la multitud de pruebas presentadas por
los rebeldes, no tuvo más remedio que condenarle a ocho años, que
pasó en la cárcel de la Corte en Madrid y fue despojado, por tanto,
de la Gobernación.
Todos sus amigos y defensores, posiblemente se movieron para
anular la sentencia, logrando que al fin del cumplimiento de la
misma se le nombrase, lo que no deja de ser paradójico, Juez del
Tribunal Supremo de Sevilla.
Se cree que falleció en dicha ciudad en 1564.

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Los Naufragios
ISesulta fascinante comprobar en qué estado se encontraba América a
los treinta y cinco años de ser descubierta.
De España arribaban ininterrum pidam ente naos, carabelas y
galeones llenos de gentes deseosas de aventura y de hacer fortuna.
Desembarcaban en las islas que Colón llamó Juana (Cuba) y la
Española (Haití), convertidas en bases de operaciones y
aprovisionamientos de las frecuentes expediciones a lejanísimas y
fabulosas comarcas.

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El osado Núñez de Balboa, en septiembre de 1513, llega a ver por
prim era vez el entonces llam ado m ar del Sur, que M agallanes
denominaría Océano Pacífico, después de haber encontrado el tan
buscado paso que uniera este océano con el Atlántico. No contento con
ésto el navegante portugués al servicio de España, lo navegó hasta dar
con Oceanía, haciendo así posible que su piloto, Juan Sebastián Elcano,
alcanzara el triunfo de dar por primera vez la vuelta al mundo.
En este instante histórico es cuando llegan los cinco navios de Pánfilo
de Narváez, primero a los puertos de Santo Domingo y después de
cuarenta y cinco días de estancia en esta isla, a los de Santiago,
Trinidad, Puerto de Santa Cruz y Xagua.
Por lo que nos cuentan, nos dan a entender que tenían nociones
geográficas de la zona, pero muy confusas y equivocadas, sobre todo
en cuanto a distancias y emplazamiento de los lugares se refiere, lo
que fue una de las razones del fracaso y m uerte de los
expedicionarios. El principal error fue considerar Panuco y otras
comarcas del golfo de México mucho más cerca de la Florida de lo
que realmente estaban, lo que unido a las desfavorables condiciones
climatológicas de aquellos lugares, produjo la tragedia en la que
perecieron los seiscientos españoles, agotados por expediciones
terribles, faltos de provisiones y atacados con frecuencia por los
indios. Solamente cuatro consiguieron escapar al desastre: Dorantes,
Castillo, el simpático negro Estebanico y el autor de la obra.
Probablemente desembarcaron en la bahía de Tampa y después de
costear todas las playas arenosas de la comarca de Apalache y las
desembocaduras del Misisipí y del río Alabama, llegaron a la para
ellos funesta isla de Malhado, en la que desalentados y abatidos se
dispersaron y sucumbieron ante las fuerzas feroces y despiadadas de
la naturaleza.

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Alvar Núñez Cabeza de Vaca y sus hombres exploran el Gran Desierto
Americano (1880).
Tuvieron que sobrevivir Cabeza de Vaca y sus tres compañeros para
que se supiera lo sucedido y cómo, a fuerza de astucias para con los
indios, haciéndose pasar por médicos o magos, pudieron atravesar
las regiones de Texas, Sonora cerca de California y Chihuhaua y los
imponentes ríos Misisipí, Colorado y Río Grande del Norte, entre
otros de menor importancia. Para sobrevivir a estas situaciones tan
terribles era necesario tener una resistencia física sobrehumana y una
voluntad y una fe de hierro.
Por fin cerca de Petetlen hallaron a unos españoles, que de forma no
muy amistosa, les condujeron a la ciudad de Culiacán, en Sinaloa.
Durante sus nueve años de convivencia con los indios, el autor,
aprendió a am arlos. Le podem os considerar su más decidido

11
Lisboa (siglo XVI).

protector junto con Fray Bartolomé de las Casas.


Después de descansar varios meses en México, embarcó en el puerto
de Veracruz el diez de abril de 1537 para regresar a España.
Los riesgos y dificultades que pasaron los tres navios en que
viajaban, nos proporcionan la idea de lo que representaba en aquella
época atravesar el Atlántico en gastadas embarcaciones, deshechas
por los insectos que se apoderaban de ellas en aguas tropicales,
azotadas por terribles tempestades y esperando siempre el ataque de
naves piratas o enemigas.
Finalmente desembarcaron los náufragos en el puerto de Lisboa el
nueve de agosto de 1537, tras diez años de aventuras por el Nuevo
Mundo.
Se puede suponer la alegría de los familiares y amigos del resucitado

12
Cabeza de Vaca, al verle aparecer y referir sus viajes salpicados de
atractivas descripciones de tierras lejanas, y dar noticias minuciosas
de lo que había visto.
En cuanto al valor literario de la obra, como la mayoría de los relatos
de los conquistadores, no es un modelo de perfección estilística pero
posee un realismo emocionante que ha hecho a la Real Academia
Española, con muy buen sentido, incluir a Cabeza de Vaca entre las
autoridades de la lengua, porque en su obra ofrece gran cantidad de
americanismos y el castellano alcanza una enorme fuerza expresiva y
gran concisión.
Cuando nos sumergimos en estas narraciones, la figura simpática y
magnífica del autor, jamás vencido por las nefastas fuerzas de la
naturaleza ni por el infortunio, surge ante nuestros ojos llenos de
admiración. Las descripciones de esa realidad histórica que vivió,
superan a las más emocionantes fantasías de la novela de aventuras.

Texas
A n tes de continuar...

^ Indica cuál es la respuesta acertada.


1. Alvar Núñez Cabeza de Vaca nació en
a. Extremadura.
b. Cataluña.
c. Aragón.
2. Cuando parte la expedición para el Nuevo Mundo hacía
a. 50 años que había sido descubierto.
b. 75 años que había sido descubierto.
c. 35 años que había sido descubierto.
3. ¿Cuantos años pasa el autor de « Naufragios » en el Nuevo
Mundo antes de regresar a Europa?
a. 15 años
b. 5 años
c. 10 años
4. Cuando regresa a Europa, llega al puerto de
a. Lisboa.
b. San Lúcar de Barrameda.
c. Cádiz.
5. El primer navegante que dio la vuelta al mundo fue
a. Cristóbal Colón.
b. Magallanes.
c. Juan Sebastián Elcano.
6. Cuando esta expedición salió para el Nuevo Mundo, en España
reinaba
a. Felipe II.
b. Carlos I.
c. Fernando el Católico.

14
CAPITULO 1

Z a r pa m o s r u m b o
a Sa n t o D o m i n g o

I día 17 del mes de junio de 1527, partió del puerto


de San L úcar de B a r r a m e d a 1 el g o b e r n a d o r
P á n f ilo de N a r v á e z , con p o d e r de V u e s t r a
M a j e s t a d p a r a c o n q u i s t a r y g o b e r n a r las
provincias que están desde el río de las Palmas hasta el cabo de
la Florida, las cuales están en tierra firme. La arm ad a 2 estaba
com puesta por cinco navios, en los cuales, poco más o menos,
irían seiscientos hombres.
Los oficiales que llevaba, eran éstos que aquí se nom bran:
Cabeza de Vaca, por te s o r e r o 3 y por alguacil mayor; Alonso

1. San Lúcar de Barrameda : en Andalucía, provincia de Cádiz, en la


d esem b ocad ura del río G uadalquivir.
2. arm ada : conjunto de fu erzas navales p erten ecien tes a un Estado.
3. tesorero : p erso n a en carg ad a de cu sto diar y distribuir el dinero de una
dependencia pública o particular.

15
N a u fr a g io s

Enríquez, c o n ta d o r Alonso de Solís, por fac to r 2 de V uestra


Majestad y veedor 3; iba un fraile de la Orden de San Francisco
por com isario 4, que se llam ab a fray Juan Suárez, con o tro s
cuatro frailes de la misma Orden.
Llegamos a la isla de Santo Domingo, donde estuvim os casi
c u a r e n t a y cinco días, a b a s t e c i é n d o n o s de a l g u n a s c o s a s
n e c e s a r ia s , s e ñ a l a d a m e n t e de caba llo s. De allí p a r t i m o s a
Santiago, que es puerto en la isla de Cuba.
Sucedió que un gentilhombre, que se llamaba Vasco Porcalle,
vecino de la villa de Trinidad, que está en la misma isla, ofreció
dar al gobernador ciertas provisiones que tenía en la Trinidad, la
cual e s t á a cien leguas 5 del p u e r t o de S an tia g o , así que el
gobernador con toda la armada, partió para allá; pero llegados a
un puerto que se llama Cabo de Santa Cruz, a mitad del camino,
le pareció bien e s p e r a r allí y env iar un navio p a r a t r a e r las
provisiones. Él se quedó con cuatro navios, porque en la isla de
Santo Domingo había comprado otro.
Llegados estos dos navios al puerto de Trinidad, el capitán
Pantoja fue con Vasco Porcalle a la villa, que está a una legua de
allí, para recibir las provisiones. Yo me quedé en el m ar con los
m arineros, quienes nos dijeron que con la m ayo r rapidez nos

1. contador : p erso n a n om b rada por juez co m p eten te.


2. factor : d ep en dien te del com isario de g uerra p ara la distribución de
víveres a la trop a.
3. veedor : inspector, observador.
4. com isario : en la O rden de San Francisco, religioso que tien e el m ando y
gobierno de las provincias cism o ntan as.
5. legua : m edida itin eraria que en E spaña equivale a 5.572 m etro s y
7 decím etros.
a San to D om ingo

m archásem os de allí, porque aquél era un mal puerto donde se


solían perder muchos navios, y como lo que allí nos sucedió fue
algo muy señalado, me pareció que no estaría fuera de propósito
y fin contarlo.
Un día, de m a ñ a n a , c o m e n zó el tie m p o a d a r m ala señal,
comenzó a llover, y el mar iba arreciando 1 tanto, que aunque yo
di permiso a la gente para ir a tierra, m uchos se volvieron al
navio. Mientras ta n to vino una canoa de la villa, en la que me
traían una carta, rogándome que fuese allá y que me darían las
provisiones que fuese necesario, de lo cual yo me excusé diciendo
que no podía dejar los navios. A mediodía volvió la canoa con
otra carta, en que con mucha importunidad pedían lo mismo, y
traían un caballo para que fuese; yo di la misma respuesta que
primero había dado, diciendo que no dejaría los navios, pero los
marineros y la gente me rogaron mucho que fuese, para traer lo
más rápido posible las provisiones, y partir luego de allí, donde
ellos tenían gran tem or de que los navios se perdiesen. Por esta
razón, yo d ete rm in é ir a la villa, aun qu e an te s de p artir dejé
ordenado que si el viento de Sur, con el que allí suelen perderse
m uch os navios, sop lase y se viesen en peligro, p u sie sen los
navios de través y en parte que se salvase la gente y los caballos;
y dicho esto, yo salí, aunque quise llevar algunos conmigo por ir
en compañía, que no quisieron salir, diciendo que hacía mucho
frío y que la villa estaba muy lejos.
Una hora después de mi partida, la m ar comenzó a venir muy

1. arreciar : co b rar fu erza y vigor.


Qftaufragios
brava, y el viento del Norte fue ta n recio 1 que ni los bateles 2
osaron salir a tierra.
El agua y la t e m p e s t a d com enzó a crecer ta n to , que igual
to r m e n t a había en el pueblo que en el mar, porque to d a s las
casas e iglesias se cayeron, y era necesario que anduviésem os
siete u ocho h o m b res ab ra z a d o s unos c o n tra otro s p ara
podernos a m p a ra r 3 y que el viento no nos llevase; y andando
entre los árboles, no menos tem or teníamos de ellos que de las
casas, porque ellos también caían.
En es ta t e m p e s t a d y peligro anduvim os to d a la noche, sin
h a lla r p a r t e ni lu g ar d o n d e m e d i a h o r a p u d i é s e m o s e s t a r
seguros.
El lunes por la m añ a n a bajamos al puerto y no hallamos los
navios; vimos las boyas 4 de ellos en el agua, y anduvimos por la
c o s ta por ver si halláb am o s algún re sto de ellos; y com o no
hallamos ninguno, nos metimos por los montes, y andando por
ellos a un cuarto de legua del agua hallamos la barquilla de un
navio pu esta sobre unos árboles, y a diez leguas de allí, por la
costa, se hallaron dos personas de mi navio y ciertas tap as de
cajas. Las personas estaban tan desfiguradas de los golpes de las
peñas, que no se podían reconocer.
La tierra quedó tal, que daba gran lástima verla; caídos los
árboles, quem ados los m ontes, todos sin hojas ni hierbas. Así
pasam o s h a sta el cinco del mes de noviembre, en que llegó el
gobernador con sus cuatro navios, que tam bién habían pasado

1. recio : fu erte.
2. b a te l: em barcación pequeña, bote.
3. amparar : proteger.
4. boya : cuerpo flo tan te sujeto al fondo del m ar.
a San to D om ingo

Iheodor de Bry Naufragio durante una tempestad (siglo XVI).

gran to rm en ta y habían escapado por haberse metido en parte


segura. La g en te e s ta b a ta n a te m o riz a d a que te m ía n m ucho
tornarse a em barcar en invierno, y rogaron al gobernador que lo
pasase allí y él, vista su voluntad, invernó allí.
Me dio cargo de los navios y de la gente para que me fuese
con ellos a invernar en el puerto de Xagua, que está a doce leguas
de allí, donde estuve hasta el día 20 del mes de Febrero.

19
/J39pfiw
Q/laufragios___________
D u r a n t e e s t e t i e m p o llegó allí el g o b e r n a d o r co n un
bergantín 1} y traía consigo un marinero que se llamaba Miruelo,
que decía haber estado en el río de las Palmas, y era muy buen
marinero de to da la costa del norte. Había tam bién com prado
otro navio en la c o s ta de la H abana, en el cual q u e d a b a por
capitán Alvaro de la Cerda, con c u a r e n ta h o m b re s y doce de
caballo.
El m arinero que habíam os to m ado metió los navios por los
bajíos 2 que llaman de Canarreo (Cayos de San Felipe) de m anera
que o t r o día d im o s en seco 3, y así e s t u v i m o s q u in ce días,
tocando muchas veces las quillas4 de los navios en seco, al cabo
de los cuales una t o r m e n t a del sur m etió t a n t a agu a en los
bajíos, que con mucho peligro pudimos salir.
Atravesamos por la costa de la Florida y llegamos a tierra el
día 12 del mes de abril, y fuimos costeando la vía de la Florida. El
Jueves Santo, llegamos a la m isma costa, en la boca de una bahía,
al cabo de la cual vimos ciertas casas y habitaciones de indios.
Ese mismo día salió el contador Alonso Enríquez a una isla que
se encuentra en la misma bahía y llamó a los indios, los cuales
vinieron, y le pidieron pescados y algunos pedazos da carne de
venado 5.

1. bergantín : velero de dos palos y vela cu adrad a o redonda.


2. bajío : elevación del fondo en los m ares.
3. en seco : fu era del agua.
4. quilla : pieza de m ad era o hierro, que va de popa a proa por la p arte
inferior de un barco.
5. venado : ciervo o cualquier anim al de caza m ayor.

20
a San to D om ingo

Jaques le Moyne La isla de Cuba y Florida (1591).

Al día s ig u ie n te , que e r a V ie rn e s S a n to , el g o b e r n a d o r
d e s e m b a rc ó con el m a y o r n ú m e ro de g e n te que pudo en los
bateles, y cuando llegamos a los buhíos 1 o casas, que habíamos
visto de los indios, las hallamos desam paradas y solas.
Uno de aquellos buhíos era tan grande que cabrían en él más
de trescientas personas; y allí hallamos una sonaja de oro entre
las redes.

1. buhío : cab añ a de A m érica, h echa de m ad era y ram as, sin m ás respiradero


que la p uerta.

21
Q/taufragíos
V -V
■ Jt
Otro día los indios de aquel pueblo vinieron a n o s o tro s y,
a u n q u e nos h ab la ro n , com o no te n í a m o s in té r p r e te , no les
entendíamos, pero nos hacían muchas señas y am enazas y nos
pareció que nos decían que nos fuéramos de la tierra, y con esto
nos dejaron, sin impedirnos nada.
Otro día, el g o b e r n a d o r decidió e n t r a r por la tierra, p a ra
descubrirla y ver lo que en ella había. Fuimos con él el comisario,
el veedor y yo, con cuarenta hombres.
Seguimos la vía del norte, hasta que a la hora de vísperas !,
llegam os a un a bah ía m uy g r a n d e (Bahía de Tampa), que nos
pareció e n tra r por la tierra; aquella noche perm anecim o s allí.
Al otro día regresamos hacia donde estaba la gente y los navios.
El gobernador mandó que el bergantín fuese costeando la vía
de la Florida y buscase el puerto que Miruelo, el marinero, había
dicho que conocía, pero lo había errado, y no sabía en qué parte
estábamos, ni dónde estaba el puerto.
T o r n a m o s a e n t r a r en la ti e rr a y c o s t e a m o s la bahía que
hab íam os hallado, y a n d a d a s cuatro leguas, to m a m o s cuatro
indios y les m o stram o s maíz para ver si lo conocían. Ellos nos
dijeron que nos llevarían donde lo había y nos llevaron a su
pueblo. En él nos m ostraron un poco de maíz que aún no estaba
para coger.
Allí hallamos muchas cajas de mercaderes de Castilla, en cada
una de ellas había un cuerpo de hom bre m uerto. Los cuerpos
estaban cubiertos con cueros de venados pintados. Al comisario
le pareció que esto era especie de idolatría y quemó las cajas con

1. vísperas : una de las h oras del oficio divino que an tig u am en te solía
ca n tarse hacia el anochecer.

22
Z a r p a m o s ru m b o
a San to D om ingo

los cuerpos. Hallamos también pedazos de lienzo 1 y de paño 2 y


penachos 3 que parecían de la Nueva España y también m uestras
de oro.
Por señas p re gu nta m o s a los indios dónde habían obtenido
e s a s cosas; nos s e ñ a l a r o n que m u y lejos de allí h a b ía u n a
provincia llamada Apalache, en la cual había mucho oro y hacían
s eñ as de que existía gran c a n tid a d de to d o lo que n o s o tro s
estimamos.
Decían que en Apalache (extremo noroeste de la península de
Florida) había mucho, así que tom am os aquellos indios por guía y
partimos de allí.
El día 1 de mayo, el gobernador nos dijo que tenía voluntad de
entrar por tierra adentro. Yo le respondí que de ninguna m anera
debía abandonar los navios sin que primero quedasen en puerto
seguro, y que com prendiese que los m arineros no sabían con
seguridad por dónde se en co n trab a n . Adem ás los caballos no
estaban para poder sacar provecho de ellos y sobre todo íbamos
m u d o s y sin i n t é r p r e t e , de m a n e r a que mal no s p o d í a m o s
e n te n d e r con los indios. Tam poco te n ía m o s provisiones p ara
entrar por lugares que no conocíamos, ya que no se podía dar a
cada h o m b r e p a r a e n t r a r por la t i e r r a m á s de un libra 4 de
bizcocho 5 y otra de tocino 6.

1. lienzo : tela de lino.


2. paño : tela de lana.
3. penacho : adorno de plum as que sobresale en los cascos.
4. libra : peso antiguo de Castilla equivalente a 4 6 0 gram os.
5. bizcocho : pan sin levadura que se cuece por segunda vez p ara que dure
m ucho tiem po.
6. tocino : panículo adiposo del cerdo, lardo.

23
Qrtaufragios
A mi parecer se debía em barcar e ir a buscar puerto y tierra
que fuese m ejor p a ra poblar. Al com isario le pareció to do lo
c o n t r a r i o , d i c ie n d o qu e no se d e b ía e m b a r c a r , v i s t a s las
t o r m e n t a s y las pérdidas de gente y de navios que habíam os
tenido hasta llegar allí. Le parecía que em barcarse era te n tar a
Dios.
El gobernador siguió su parecer. Yo, vista su determinación, le
pedí de parte de Vuestra Majestad que dejase los navios en buen
puerto, y así le pedí testimonio al escribano 1 que allí teníamos.
Me dijo que, puesto que yo tanto temía la entrada por tierra, me
quedase y tom ase cargo de los navios y de la gente que en ellos
quedaba. Le respondí que rechazaba la petición porque tenía por
cierto y sabía que él no había de ver más los navios, ni los navios
a él, y que esto entendía al ver en qué condiciones entraban por
tierra adentro. Prefería av e n tu ra rm e al peligro, y pasar por lo
que él y los dem ás pasasen, a encargarm e de los navios y dar
ocasión a que se dijese que me q u e d a b a por te m o r. Prefería
aventurar la vida a poner mi honor en duda.
Así d ejó p r e v i s t o p a r a q u e q u e d a s e en los n a v io s a un
intendente que traía que se llamaba Caravallo.

1. escribano : secretario que e sta b a autorizado p ara d ar fe de los acto s que


p asab an an te él.
V P A P E S

Hagamos un resum en pero antes empareja correctam ente las frases.


1. 0 En junio de 1527 partió del puerto de San Lúcar de Barrameda
2. □
La Armada estaba compuesta por
3. □
Llegaron a la isla de Santo Domingo
4. □
Desde allí partieron a Santiago,
5. □
Alvar Núñez y dos navios fueron al puerto de Trinidad
6. □
Alvar Núñez se desplazó desde el puerto a la villa,
7. □
Una hora más tarde
8. □
El viento del Norte soplaba tan fuerte
9. □
El lunes bajaron al puerto
10. □
Vieron las boyas en el agua
11. □
Hallaron dos personas de su navio
12. □
El día cinco de noviembre
13. □
La gente tenía tanto miedo por la tormenta pasada
a. que rogó al gobernador no embarcarse en invierno.
b. el gobernador Pánfilo de Narváez.
c. donde estuvieron casi cuarenta y cinco días para abastecerse.
d. que es puerto de la isla de Cuba.
e. aunque no quería abandonar los navios.
f. para recibir las provisiones.
g. que las casas e iglesias se cayeron.
H. y tapas de cajas.
i. y anduvieron buscando los restos.
j. pero no hallaron los navios.
k. llegó el gobernador con sus cuatro navios.
I. la mar comenzó a arreciar muy brava.
m. cinco navios en los cuales irían seiscientos hombres.

O Ahora copia las frases en tu cuaderno de ejercicios para hacer el


resumen.

25
A C T V D A D E S

O Alvar Núñez escribe una carta a su madre desde Trinidad. ¿Qué crees
que le puede contar?
Cristianos, Españoles,
Frailes e Indios
@1 hecho de que «Naufragios» haya sido escrita en el siglo XVI la
sitúa a más de cuatro siglos del lector actual. Este intervalo exige una
observación sobre la significación característica, entonces común, del
léxico utilizado por el autor y por los demás cronistas de las Indias.
Para evitar confusiones haremos una aclaración concerniente a las
palabras «cristianos», «españoles», «frailes» e «indios».
En aquella época decir «cristianos» o «españoles» equivalía a lo
mismo, pues eran equivalentes. Todos los que vivían en las Indias y
no eran frailes o indios, eran llamados «cristianos» o «españoles». Se
trataba de términos intercambiables.
A los frailes no se les llamaba «cristianos» ni «españoles», aunque lo
fuesen, sino simplemente «frailes». Hay que hacer constar que «fray»
es un apócope de «fraile» y siem pre precede al nom bre de los
religiosos de ciertas órdenes.
A los indios no se les llam aba «cristianos» aunque estuviesen
bautizados ni menos «españoles» sino sim plem ente «indios».
Este era el uso convencional que se hacía de estas palabras.
En conclusión, para la inform ación del lector, «cristianos» o
«españoles» significa «seglares» o «civiles» o «laicos» (palabras muy
poco utilizadas durante el siglo XVI) nunca «frailes» o «indios».
Seglares que actúan en América, y como están conquistando, y se
trata de sus conquistas, pues conquistadores.

27
28
CAPITULO 2

E x p l o r a n d o la
r e g ió n de A palache

I sábado, 1 de mayo, el gobernador m andó dar a


cada uno de los que debían ir con él dos libras de
bizcocho y media libra de tocino, y así partimos
para entrar en la tierra.
La suma de toda la gente era de trescientos hombres; entre ellos
iba el comisario fray Juan Suárez, y otro fraile llamado fray Juan
de Palos, y tres clérigos y los oficiales. La gente de a caballo eran
cuarenta.
Así anduvim os con las provisiones que llevábamos, quince
días, sin hallar cosa que comer excepto palmitos, que son como
los de Andalucía. En todo este tiempo no hallamos ningún indio
ni vimos casa ni poblado.
Llegamos a un río que pasamos con gran trabajo a nado y en
balsas Tardamos un día en pasarlo, pues traía una gran corriente.

1- balsa : em barcación fo rm ad a por m ad era unida.

29
N a u f r a g i o s

Una vez pasados a la otra parte, salieron hacia nosotros hasta


doscientos indios. Después de haberles hablado por señas, nos
llevaron a sus casas, en las cuales hallamos gran cantidad de
maíz, y dimos infinitas gracias a nu estro Señor por hab ern os
socorrido en tan gran necesidad, porque veníamos muy fatigados
y con gran hambre.
Al tercer día de nuestra llegada, rogamos al gobernador que
enviase a buscar la mar, para ver si hallábamos puerto, ya que
los indios decían que la m ar no estaba muy lejos.

Sumendi cibuni modus,

Jaques le Moyne Indígenas americanos comiendo (1591).

30
región de A p alach e

Como yo era el que más le importunaba, me dijo que fuese yo


a descubrirla.
Otro día mandó a un capitán que se llamaba Valenzuela, que
con sesenta hombres y seis de a caballo, siguiese el curso del río
hasta llegar al mar, y buscar puerto. Dos días después regresó
diciendo que todo era bahía hasta la rodilla y que no se hallaba
puerto.
Anduvimos hasta el 17 de junio, día en que encontram os a un
señor, que tra ía consigo m u c h a g e n te t a ñ e n d o 1 flautas. Por
señas le dimos a entend er que buscábam os Apalache y por las
que él hizo, nos pareció que era enemigo de los Apalache y que
nos ayudaría. Nosotros le dimos collares de cristal y cascabeles y
él dio al gobernador el cuero que traía. Le fuimos siguiendo por la
vía que él iba.
Aquella noche llegamos a un río (posiblem ente el río Suwartce)
muy hondo y muy ancho y con una corriente muy recia, y por no
atreverno s a p as ar con balsas hicimos una canoa para ello, y
tardamos en pasarlo un día.
Si los indios hubieran querido hace rno s daño, bien podían
haberlo hecho, y aunque nos ayudaron tuvimos mucho trabajo.
Uno de caballo, que se lla m a b a Juan Velázquez, n a t u r a l de
Cuéllar, por no esperar entró en el río y la corriente al ser recia lo
derribó del caballo, se asió 2 a las riendas y am bos se ahogaron.
Los indios de aquel s e ñ o r que se lla m a b a Dulchalchelín,
hallaron,al caballo y nos dijeron dónde podíamos hallar a Juan,
río abajo. Y fuimos por él.

1- tañer : to ca r un in stru m en to m usical. Sonar.


2. asir : ag arrar, coger.

31
N a u f r a g i o s

Su m u e r t e nos dio m u c h a p e n a , p o r q u e h a s t a e n t o n c e s
ninguno nos había faltado.
El caballo dio de cenar a muchos aquella noche.
Siguiendo nuestro camino, aparecieron indios que venían de
g uerra y aunque los llamamos no quisieron volver ni esperar,
pero nos seguían por el mismo camino que llevábamos.
El go b e rn a d o r dejó en el camino un casco de algunos de a
caballo y cuando los indios fueron a recogerlo, tom am os a cuatro
que nos sirvieron de guías, los cuales nos llevaron por tierra muy
t r a b a j o s a de a n d a r y m ara v illosa de ver p o rq u e en ella hay
m ontes muy grandes y árboles asom brosam ente altos.
De este modo caminamos hasta un día después de San Juan,
que llegamos a Apalache. Dimos muchas gracias a Dios, creyendo
lo que de aquella tierra nos habían dicho, que allí se acabarían
n u e s tr a s fatigas, así por el largo cam ino como por la m uch a
ham bre que habíamos padecido, porque aunque algunas veces
enco ntram os maíz, las más anduvimos siete u ocho leguas sin
encontrarlo, y muchos había entre nosotros que llevaban llagas 1
en la esp a ld a, de llevar las a r m a s a c u e s ta s . Mas al v e r n o s
llegados donde tanto sustento y oro nos habían dicho que había,
nos pareció que había desaparecido gran parte del cansancio.

Cuando llegamos a Apalache, el g o bernad or m and ó que yo


tom ase nueve de a caballo y cincuenta peones 2 y entrase en el
pueblo y así lo acom etim os el veedor y yo. Entrados en él, no
hallamos sino mujeres y muchachos, pero andando, acudieron y

1. llaga : herida, lesión.


2. peón : p erso na que an d a a pie.

32
E x p lo r a n d o la
región de A p alach e

empezaron a pelear, nos lanzaron flechas y m ataron al caballo


del veedor; al fin huyeron y nos dejaron.
Allí hallam os m uch a ca ntid ad de maíz que e s ta b a ya pa ra
cogerse, y mucho seco que tenían encerrado. Hallamos muchos
cueros de venados y entre ellos algunas m antas pequeñas de hilo
de no buena calidad, con las que las mujeres se cubrían. Tenían
muchos vasos para moler maíz.
La m ayo r p a rte de la tierra, desde donde d e s e m b a rc a m o s
hasta este pueblo de Apalache, es llana; el suelo de arena y tierra
firme; por to da ella hay m on tes claros y árboles grandes, hay
nogales y laureles, y liquidámbares, cedros, sabinas, encinas,
pinos, robles y palmitos bajos, como los de Castilla. Por toda ella
hay m uch as lagunas g ra n d e s y p e q u e ñ a s, algunas m uy
trabajosas de pasar, parte por la mucha hondura, parte por los
grandes árboles caídos.
Vimos un animal que trae los hijos en una bolsa que tiene en
la barriga; y durante todo el tiempo que son pequeños los lleva
allí, h asta que saben buscar de comer; y si acaso e stán fuera
buscando de comer y acude gente, la madre no huye hasta que
los ha recogido en su bolsa 1.
Por allí la tierra es muy fría, tiene muy buenos pastos para
ganados, hay aves de muchas clases, ánsares en gran cantidad,
patos, ánades; m uchos halcones, neblís 2, gavilanes, azores y
otras muchas aves.
P r e g u n t a m o s a un c a c i q u e 3 y a o t r o s in d i o s p o r las

1- bolsa : se tr a ta de la zarigüeya. M arsupial.


2. neblís : una de las v arian tes del halcón.
3. cacique : (de origen caribe) señ or de vasallos o superior en algún pueblo de
indios.

33
Q/taufragio £

condiciones y provisiones de la tierra y la calidad de la gente.


Todos nos respondieron que el mayor pueblo de toda esa zona
era Apalache, y que m ás a d e la n te había m e n o s g e n te y m ás
pobre, que la tierra e s ta b a mal poblada y los m o ra d o re s mal
repartidos, que había grandes lagunas y espesura de m ontes y
grandes desiertos.
P r e g u n ta m o s luego por la ti e rr a que e s t a b a hacia el Sur.
Dijeron que por aquella vía, yendo a la m ar nueve jornadas, había
un pueblo llamado Aute y los indios de allí tenían mucho maíz,
alubias y calabazas, y que por e s ta r ta n cerca del m a r tenían
pescados, y que eran amigos suyos. Acordamos salir de allí, vista
la pobreza de la tierra y de las malas noticias que nos daban.
Los indios nos hacían continuamente la guerra hiriéndonos a
la gente y a los caballos en las lagunas donde íbamos a to m ar
agua, estaban tan escondidos que no nos podíamos defender, ya
que metidos en ellas, nos tiraban flechas.
Todos los indios que vimos desde la Florida, son flecheros; y
como son ta n crecidos de cuerpo y an d an desnudos, parecen
g ig a n te s . Es g e n t e m a r a v i l l o s a m e n t e bien d i s p u e s t a , m u y
enjutos 1 y de gran fuerza y ligereza.
De e s ta s u e r te c a m in a m o s d u r a n te ocho días. Yendo por
nuestro camino, salieron indios, atacaron por la retaguardia y al
oír los gritos de su hijo, un hidalgo 2 de los que allí iban, que se
llamaba Avellaneda, fue a socorrerle, y los indios le acertaron
con una flecha por el lado de la coraza y fue tal la herida, que allí
murió y lo llevamos hasta Aute. Llegamos después de nueve días

1. enjuto : delgado, m agro.


2. hidalgo : caballero, noble.

34
E x p lo r a n d o la
región de A p alach e

Habitante de la Florida (siglo XIX). Escuela americana.

35
de camino, desde Apalache. A nuestra llegada, hallamos el pueblo
vacío y las casas quemadas, y mucho maíz, calabazas y alubias,
que ya estaban para coger. Descansamos allí dos días. Pasados
éstos, el gobernador me rogó que fuese a descubrir la mar, pues
los indios decían que estaba cerca de allí. Durante el camino, la
habíamos descubierto por un río muy grande, al que habíamos
puesto por nombre el río de la Magdalena (el río Alabama).
Al día siguiente, me fui a descu brirla con el com isario, el
capitán Castillo, Andrés D orantes, otro s siete de a caballo y
cincuenta peones. Caminamos hasta la hora de vísperas en que
llegam os a un a ncó n 1 o e n t r a d a de la m ar, do n d e hallam os
muchos ostiones 2 con que la gente alivió su hambre; y dimos
muchas gracias a Dios por habernos traído allí.
Al día siguiente, por la m añana, envié veinte hombres a que
conociesen la zona y la disposición de ella, los cuales regresaron
al día siguiente por la noche diciendo que aquellos ancones y
bahías eran muy grandes y entraban tanto por la tierra adentro,
que molestaban para descubrir lo que queríamos y que la costa
e s t a b a m u y lejos de allí. S a b id a s e s t a s c o sa s , v o lv im o s al
gobernador, y cuando llegamos le hallamos enfermo con otros
muchos. La noche pasada los indios habían dado con ellos y les
habían dado gran trabajo. También les habían m atado un caballo.
Yo di cuenta de lo que había hecho y de la mala disposición de la
tierra. Aquel día nos detuvimos allí.
Al día siguiente partimos de Aute (cerca de Armore, Estado de
A labam a) y cam inam os todo el día. Fue el camino en extrem o

1. ancón : fondeadero, rada.


2. ostión : andalucism o de o strón. O stra g rande y b arata.

36
trabajoso, po rq ue los caballos no b a s t a b a n p a ra llevar a los
en ferm o s, ni sabíamos qué remedio poner. Era de gran lástima y
dolor ver la necesidad en que estábamos.
Sucedió o t r a cosa que a g r a v a b a m ás aún la situación. La
m a y o r p a r t e de la g e n t e de a c a b a l l o c o m e n z ó a p e n s a r
secretamente en hallar por sí misma remedio, desam parando al
gobernador y a los enfermos, los cuales estab an sin fuerza ni
poder alguno. Como entre ellos había muchos hidalgos y hombres
de buena suerte, no quisieron que esto sucediese sin dar parte al
g o b e r n a d o r y a los oficiales de V u e s tra M ajestad. Como les
afeamos 1 su propósito, acordaron de quedar y que lo que fuese
de uno fuese de todos, sin que ninguno desam parase a otro.
Visto esto, el gobernador llamó a todos, pidiendo parecer de
tan mala tierra, para poder salir de ella y buscar algún remedio
ya que de allí no podía salir sino la muerte.
A c o rd a m o s h a c e r navios. A to d o s les p a r e c ía im posible,
porque no los sabíamos hacer, ni había herramientas, ni hierro,
ni fragua 2, ni estopa 3, ni pez 4, ni jarcias 5, ni quien supiese cómo
hace r navios y s o b re to d o no ha b ía qué c o m e r m i e n t r a s se
hiciesen.
C o n s id e ra n d o to d o e sto , a c o r d a m o s p e n s a r en ello m á s
despacio, y cesó la conversación aquel día, y cada uno se fue
encomendando el asunto a Dios nuestro Señor.

1. afear : reprochar, repren der.


2- fragua : fogón en que se caldean los m etales p ara forjarlos.
3- estopa : hilacha vieja que sirve p ara calafatear.
4- pez : brea, resina.
5- jarcias : ap arejos y cabos de un buque.

37
N a u fr a g io s

Otro día quiso Dios que uno de la compañía dijese que haría
unos cañones de palo, y con unos cueros de venado se harían
unos fuelles 1. Acordamos hacer de los estribos 2, espuelas 3 y
ballestas 4, y de las otras cosas de hierro que había, los clavos,
sierra s5 y h a c h a s 6.
Resolvimos que para com er se hiciesen cuatro e n trad as en
Aute, que al tercer día se m atase un caballo para repartirlo entre
los que trabajaban en la obra de las barcas y los enfermos. En las
e n t r a d a s se t r a je r o n h a s t a c u a t r o c i e n t a s h a n e g a s de maíz,
aunque no sin contiendas 7 y pendencias 8 con los indios.
El veinte de Septiembre habíamos terminado cinco barcas de
veintidós codos 9 cada una, calafateadas 10 to n las estopas de los
palmitos. De las colas y crines de los caballos hicimos cuerdas y
anclas. De n u e s tr a s camisas, velas. De las sabinas n , que allí
había, hicimos los remos necesarios. Con mucho trabajo pudimos
hallar piedras para lastre 12 y anclas de las barcas.

1. fuelle : in stru m en to p ara recoger aire y lanzarlo en dirección d eterm in ada.


2. estribo : pieza de m etal, en la que el jin ete apoya el pie.
3. espuela : espiga de m etal que se su jeta al pie p ara picar a la cabalgadura.
4. ballesta : m áquina an tigu a de g uerra p ara arro jar piedras o saetas
gruesas.
5. sierra : h erram ien ta que consiste en una hoja de acero con d ien tes y que
sirve p ara dividir cuerpos duros com o la m adera.
6. hacha : h erram ie n ta co rtan te, co m p uesta de una pala acerad a con filo
convexo.
7. contienda : pelea, altercado.
8. pendencia : lucha, batalla.
9. codo : m ed id a lineal que se to m a d esd e el codo a la ex trem id a d de la
m ano.
10. calafateadas : recu biertas, tap o n ad as.
11. sabina : arb u sto de poca altu ra, siem pre verde, con tron co grueso.
12. lastre : co n trapeso .

38
región de A p alach e

Desollamos 1 tam b ién las piernas de los caballos enteras, y


curtimos los cueros para hacer botas en que llevar el agua.
El día veintidós del mes de septiembre, se acabaron de comer
los caballos. Solamente quedó uno. Ese día nos embarcamos.
íbamos tan apretados que no nos podíamos mover, tal era la
n ecesidad que nos hizo aventurar a ir de esta manera, meternos
en una m ar difícil y sin saber navegar ninguno de los que allí
había. Después de embarcar, no quedó a las barcas m ás de un
jeme 2 de bordo fuera del agua.
Aquella bahía de donde partimos tiene por nombre la bahía de
Caballos. Anduvimos siete días por aquellos ancones, con el agua
hasta la c in ta 3, sin señal de ver la costa.
Al cabo de los siete días llegamos a una isla que estaba cerca
de la tierra. Mi barca iba delante y desde ella vimos venir cinco
canoas de indios, los cuales las desam pararon y nos las dejaron
en las m a n o s , vien d o que íb a m o s a ellas. Las o t r a s b a r c a s
pasaron hacia adelante y dieron en unas casas de la isla, donde
hallamos muchas lizas4, que estaban secas, y h u e v o s5 de ellas, lo
que fue un gran rem ed io p a ra la ne ce sid ad que llevábam os.
Después de to m a r la s p a s a m o s a d e l a n t e y dos leguas de allí
pasamos un estrecho, al que llamamos de San Miguel (delta del
Misisipí) por haber salido aquel día por él.

1. desollar : arran car, despellejar, q u itar la piel.


2. jem e : insignificancia, pequeñez. D istancia que hay desde el dedo pulgar al
índice.
cinta : los m ad eros que van por fu era del co stad o del buque, d esde la proa
h a sta la popa.
4 - liza : pez.
huevos : las huevas de los m ujoles son m uy estim ad as.

39
Cada día crecía la sed y el ham bre porque los bastim entos 1
e ran m uy pocos. El agua se nos acab ó p o rq ue las b o ta s que
hicimos de las piernas de los caballos se pudrieron 2.
A veces e n t r a m o s por anco nes y bahías que e n t r a b a n por
tierra adentro y todas eran bajas y peligrosas. Anduvimos por
ellas tr e in ta días. Algunas veces hallamos indios pescadores,
gente pobre y miserable.
Estando allí fondeados 3 nos sorprendió una to r m e n t a muy
grande. Nos detuvimos seis días sin osar salir a la mar. Como
hacía cinco días que no bebíam os, la sed fue ta n t a , que nos
p u s o en n e c e s i d a d de b e b e r a g u a s a l a d a , y a l g u n o s se
d e s p r e o c u p a r o n 4 t a n t o en ello, que s ú b i t a m e n t e 5 se nos
murieron cinco hombres.
Como vimos que la sed crecía y el agua y la t o r m e n t a no
c e sa b a , a c o r d a m o s e n c o m e n d a r n o s a Dios n u e s tr o S eño r y
aventurarnos al peligro de la m ar antes que esperar la certeza de
la m uerte que la sed nos daba.
Quiso Dios nuestro Señor, que en las m ayores necesidades
suele m ostrar su favor, que a la puesta del sol llegásemos a una
punta que la tierra hace, donde encontram os mucha bonanza 6 y
refugio.
Salieron muchas canoas, y los indios que en ellas venían nos

1. bastim entos : provisiones.


2. pudrir : alterarse, descom ponerse, corrom perse.
3. fondear : ech ar anclas.
4. despreocupar : descuidarse, olvidarse.
5. súbitam ente : rep en tin am en te, in esp eradam en te.
6. bonanza : tranquilidad, calm a.

40
E x p lo r a n d o la
región de A p alach e

^ illiam Strachey Indígenas americanos mientras pescan (1618).

41
hablaron, y sin q u e re rn o s a g u a rd a r 1 se volvieron. Era gen te
grande y bien dispuesta, y no traían flechas ni arcos. Nosotros
les f u im o s s ig u ie n d o h a s t a sus c a s a s y s a l t a m o s a t i e r r a .
H allam os m u ch o s re c ip ie n te s de a gu a y m u c h a c a n tid a d de
p esc ad o guisado, y el s e ñ o r de aquellas tie rr a s ofreció to do
aquello al gobernador y tomándolo consigo lo llevó a su casa.
El g o b e r n a d o r le dio m u ch o s r e s c a te s 2, y e s ta n d o con el
cacique en su casa a media noche, súbitamente los indios dieron
con n o s o tro s y con los que e s ta b a n e n f e r m o s en la costa, y
a c o m e t i e r o n t a m b i é n la c a s a del caciq ue, d o n d e e s t a b a el
gobernador, al que hirieron de una piedra en el rostro. Los que
allí se h alla ro n p r e n d ie r o n al cacique; m a s com o los suyos
e s ta b a n ta n cerca, lo so ltaro n y le ofrecieron una m a n t a de
m a r t a s cebelinas 3, que son las m ejo re s que en el m u n d o se
p u e d a n h a l la r , y t i e n e n un olo r q u e p a r e c e de á m b a r 4 y
almizcle 5. Los que allí estaban, viendo al gobernador herido, lo
metieron en la barca.
Quedamos cincuenta en tierra para luchar contra los indios,
que nos acometieron tres veces aquella noche, con tanto ímpetu,
que cada vez nos hacían retro ceder más de un tiro de piedra.

1. aguardar : esp erar.


2. rescate : com pensaciones.
3. cebelina : m am ífero carnicero, de color pardo negruzco por encim a y con
una m ancha am arilla por el cuello. A hora solam en te se en c u e n tra en la
p arte m ás sep ten trio nal de Am érica, pero en el siglo XVI, se ex tend ía
d esde Alaska h a sta las g randes prad eras.
4. ámbar : resina sólida.
5. alm izcle : sustan cia grasa, u ntuo sa, de olor intenso que algunos
m am íferos segregan.

42
E x p lo ra n d o la
región de A p alach e

Ninguno hubo de nosotros que no quedase herido, yo lo fui en la


cara; si hubieran estado más provistos de flechas, sin duda nos
hubieran hecho mucho daño.
Otro día, por la mañana, yo Ies rompí más de treinta canoas,
que nos sirvieron para protegernos de un viento del Norte que
soplaba. Cuando cesó, nos to rn am o s a embarcar, y navegamos
tres días. Como habíam os to m a d o poca agua, y los vasos que
teníamos para llevarla eran muy pocos, to rn a m o s a caer en la
primera necesidad, la sed; siguiendo nuestra vía tornam os por un
p a n ta n o 1t y e s ta n d o en él vim os venir una c a n o a de indios.
Al llamarlos, vinieron a nosotros, y el gobernador, Ies pidió agua,
y ellos la ofrecieron, si había en que traerla. Un cristiano griego,
ll a m a d o D o r o t e o T e o d o r o , dijo q u e q u e r í a ir co n ellos.
El gobernador y otros se lo procuraron impedir, mas no pudieron.
Así que se fue y se llevó consigo un negro, y los indios dejaron
como rehenes 2 a dos de su compañía. Por la noche los indios
volvieron, nos trajeron muchos vasos sin agua pero no trajeron a
los cristianos que se habían llevado.
Los que habían dejado por rehenes, después de hablar con
ellos, quisieron echarse al agua, pero los que estaban en la barca
Ies detuvieron. Así se fueron huyendo los indios de la canoa y nos
dejaron muy confusos y tristes por haber perdido aquellos dos
cristianos.

L pantano : atolladero, aguazal.


2. rehén : p erso n a reten id a por alguien com o g ara n tía p ara obligar a un
tercero a cum plir d eterm in ad as condiciones.

43
A C T V D A D E S

¿ S ab es q ué es?
Q Indica cuál es la respuesta acertada.
1. Una canoa:
a. embarcación de remo muy estrecha, ordinariamente de una
pieza, sin quilla y sin diferencia de forma entre proa y popa.
b. plataforma flotante originariamente formada por maderos
unidos.
c. embarcación pequeña para pescar o traficar por las costas o
para atravesar un río.

2. Una armada:
a. conjunto de fuerzas aéreas o terrestres de una nación.
b. el que por su cuenta arma o avía una embarcación.
c. conjunto de fuerzas navales de un estado.

3. Una provisión:
a. avituallamiento para sustento de una ciudad, ejército etc.
b. conjunto de cosas, especialmente alimentos que se guardan
para un fin.
c. avío de víveres o utensilios para las tropas, presos, etc.

Q Aquí están las otras palabras cuya definición no has utilizado.


Adjúntales el número y la letra correspondientes.
número letra
□ □ ejército
□ □ suministro
□ □ arm ador
a E balsa
□ □ bastimento
□ □ barca

44
Alvar Nuñez Cabeza de Vaca nació en una de las regiones señaladas
en el mapa. Escribe el nombre de la región.
• No era Cataluña, ni Navarra. • Está al este de Portugal.
• No está cerca de Levante. • No empieza por A.
• Está al norte de Cádiz. • Empieza por E.
OCÉANO AHÁNtlCO

Santiago
GALICIA CANTABRIA

jd8IK¡j
°/ia Pamplona
'NAVARRA

CAS:ILLA Y LEÓN
iv.allgdolid
ARAG Ó N
f Zaragozi CATALUNYA
CATALUÑA
DBarcelona

toledo

EXTREMADURA CASTILLA-LA MANCHA


.. H erida,..

JNIDAD
SICIANA
ILLES BALEARS
ISLAS BALEARES

ANDALUCÍA

MAR MEDITERRANEO
ISLAS CANARIAS
LANZARON
LAPALMA
^tENERFE J
hierró t A jerie
gran ventura
CANARIA

El nombre es..,
C T V P A P E S

¿ S ab es cuál es?
Q Empareja cada nombre con su definición. Si te sirve de ayuda puedes
consultar tu diccionario.

bergantín carabela galeón galera

a............................: antigua embarcación muy ligera, larga, con una sola


cubierta, espolón a proa, popa llana, con tres palos y velas latinas.
b............................: bajel grande de vela con tres o cuatro palos, con
velas de cruz, los había de guerra y mercantes.
c............................ : buque de dos palos y vela cuadra o redonda.
d............................: embarcación de vela y remo, la más larga de quilla y
que calaba menos agua entre las de vela latina.

^ Estas frases son ¿verdaderas (V) o falsas (F)?


V F
1. La mayor parte de la tierra, desde donde desembarcamos,
hasta este pueblo de Apalache es llana. □□
2. Su suelo es arena. □□
3. Por toda ella hay pocas lagunas. □□
4. Por allí, la tierra tiene muy buenos pastos para ganados. □□
5. Por aquella vía, yendo a la mar nueve jornadas,
había un pueblo llamado Aute. □□
6. Un hidalgo, que se llamaba Avellaneda, fue a
socorrer a su nieto. □□
7. Llegamos a aquel pueblo llamado Aute, después
de cuatro días. □□
8. Todos los indios que vimos desde la Florida aquí,
son gordos y bajitos. □□

46
C T V P A P E S

0 Contesta a las preguntas siguientes.


1. ¿Qué significa la palabra «hidalgo»?
2. ¿Qué comían los enfermos y los que trabajaban en la obra de las
barcas?
3. ¿Cuantas barcas habían terminado el día veinte de septiembre?
4. ¿De qué se sirvieron para hacer cuerdas?
5. ¿De qué se sirvieron para hacer velas?
6. ¿De qué hicieron las botas para llevar el agua?
7. ¿Qué es un «jeme»?
8. ¿Por qué llamaron al delta del Misisipí delta de San Miguel?
9. ¿Cuantos días anduvieron por aquellas bahías?
10. ¿Qué significa la palabra «cacique»?

D C om pleta e s ta s fr a se s con la p re p o sic ió n c o n v e n ie n te .


A continuación verifica tus respuestas con el texto.
Al día siguiente partimos......................Aute (cerca...................... Armore,
Estado......................Alabama), y caminamos todo el día. Fue el camino
.................... extremo trabajoso, porque los caballos no bastaban
.................... llevar....................... los enfermos, ni sabíamos qué remedio
poner. E ra......................gran lástima y dolor ver la necesidad
.................... que estábamos.
Sucedió otra cosa que agravaba más aún la situación. La mayor parte
.................... la gen te .........................caballo comenzó.......................pensar
secretamente.................... hallar.......................sí misma remedio,
desamparando.....................gobernador y .......................los enfermos, los
cuales estaban.................... fuerza ni poder alguno. Como......................
ellos había muchos hidalgos y hombres......................buena suerte, no
quisieron que esto sucediese......................dar parte al gobernador.

47
\
CAPÍTULO 3

P or el delta
d e l M ISISIP Í

or la mañana, vinieron a nosotros muchas canoas


de indios, pidiéndonos los dos compañeros que en
la b a r c a h a b í a n q u e d a d o p o r r e h e n e s .
El Gobernador dijo que se los daría si nos traían
los cristianos que se habían llevado.
Como no nos quisieron dar los cristianos, y por este motivo
n o so tro s no quisim os darles los indios, c o m en za ro n a lanzar
piedras con hondas 1 y varas 2, con ideas de lanzarnos flechas.
E s ta n d o en e s t a c o n t i e n d a el v ie n to re fr e s c ó , y ellos se
volvieron y nos dejaron; y así navegamos aquel día, hasta la hora
de vísperas, en que mi barca, que iba delante, descubrió una
p u n ta que hacía la tierra, y del otro cabo se veía un río muy
grande (río Misisipí), y en una isleta que hacía la punta hice yo

1. honda : tira de cuero p ara tira r piedras con violencia.


2. vara : palo, ram a.

48
d el M isisipí

___L

Jean La Fargue Mapa del delta del Misisipí (1768).

surgir1 por esperar las otras barcas.


El Gobernador, se metió por una bahía cerca de allí, en que
había muchas isletas. Allí nos juntamos, y desde la m ar tom am os
agua dulce.
Saltamos en la isla, mas como no hallamos l e ñ a 2, acordamos
ir al río que e s t a b a d e t r á s de la p u n ta . Yendo, era t a n t a la
corriente que no nos dejaba llegar, más bien nos apartaba de la
tierra y nosotros trabajando y porfiando 3 por tomarla. El viento

1. surgir : d ejarse ver, m o strarse.


2. leña : p arte de los árboles y m atas, que co rtad a y h echa trozos, se em plea
com o com bustible.
3. porfiar : insistir, obstin arse.

49
del Norte, que venía de la tierra comenzó a crecer tanto, que nos
m e tió en la m ar, no p o d ía m o s t o m a r h o n d o y no p o d ía m o s
entender si era por causa de la corriente. Así navegamos dos días
todavía, trabajando por to m ar tierra, y al cabo de ese tiempo, un
poco antes de que el sol saliese, vimos muchas hum aredas por la
costa.
Al am anecer cada barca se halló perdida de las demás.
Siguiendo mi viaje a hora de vísperas vi dos barcas, y al ir
hacia ellas, vi que la prim era era la del Gobernador, el cual me
p re g u n tó qué deb ía m o s hacer. Yo le dije que debía r e c o b ra r
aquella barca que iba delante, que de ninguna m anera la dejase y
que ju ntas las tres barcas, siguiésemos nuestro camino donde
Dios nos quisiese llevar. Él me respondió que aquello no se podía
hacer porque la barca iba muy metida en la m ar y él quería to m ar
la tierra, y que si la quería yo seguir que hiciese que los de mi
barca to m a s e n los rem os y trab ajase n , porque con fuerza de
brazos se había de tomar.
Esto le acon se jab a un capitán que llevaba consigo, que se
llamaba Pantoja, diciéndole que si aquel día no to m aba la tierra,
que en otros seis no la tomaría, y en este tiempo íbamos a morir
de hambre.
Yo, vista su voluntad, to m é mi remo, y lo m ism o hicieron
todos y bogamos 1 hasta casi puesto el sol.
Mas como el G obernador llevaba la más recia y sana gente
que entre ellos había, de ninguna m anera lo pudimos seguir. Yo,
P o r el d elta
d el M isisipí

al ver esto le pedí que me diese un cabo 1 de su barca, y él me


respondió que bastante harían ellos, si aquella noche conseguían
llegar a tierra. Yo le dije que, vista la poca posibilidad que tenía
de seguirle, qué me m andaba hacer. Me respondió que ya no era
t i e m p o de m a n d a r , q u e c a d a u n o h ic ie s e lo q u e m e j o r le
pareciese para salvar la vida.
Y diciendo esto, se m archó con su barca. Como no le pude
seguir, llegué a la otra barca que iba metida en la mar, la cual me
esperó. Llegado a ella, d escu brí que era la que llevaba a los
c a p i ta n e s P e ñ a lo s a y Téllez. Así n a v e g a m o s c u a t r o días en
com p añ ía , c o m iendo por t a s a ca d a día m edio pu ño de maíz
crudo.
Al cabo de estos días, nos tom ó una to rm enta que hizo perder
la otra barca, y por gran misericordia de Dios, no nos hundimos
completamente. Con el tiempo que hacía, con ser invierno, el frío
m uy g rand e, y t a n t o s días que p a d e c ía m o s h a m b re , con los
golpes que de la m a r h ab íam os recibido, la g en te com enzó a
d e s m a y a r 2 de tal m anera que cuando el sol se puso, todos los de
mi barca estaban caídos unos sobre otros tan cerca de la muerte,
que pocos había que tuviesen sentido, y entre todos ellos a esta
hora no había cinco hombres en pie.
Cuando vino la noche solam ente quedam os el m ae stre y yo
para gobernar la barca. A las dos horas, el m aestre me dijo que
yo me hiciese cargo de ella, porque él estaba de tal manera, que
creía morir.

1. cabo : cuerda.
2. desm ayar : flaquear, ceder.

51
Q/Linfrac)ios
Pasada la media noche, me acerqué por ver si había muerto, él
me respondió que estaba mejor y que gobernaría hasta el día.
Después que el m aestre tomó cargo de la barca yo reposé un
poco, muy sin reposo, ni había cosa más lejos de mí entonces que
el sueño. Y cerca del alba, me pareció que oía el estruendo 1 de la
mar, porque, como la costa era baja, sonaba mucho.
Con este sobresalto llamé al m aestre, el cual me respondió
q u e c r e ía q u e e s t á b a m o s c e r c a de t i e r r a . Le p a r e c i ó que
debíamos perm anecer en la mar hasta que amaneciese. Yo tomé
un remo y bogué de la banda de tierra. Cuando nos hallamos a
una legua de ella dimos con la popa a la mar. Cerca de tierra nos
tomó una ola, y con el gran golpe que dio, casi toda la gente, que
en ella estaba como muerta, tornó en sí.
Y al v e rs e c erca de la ti e r r a c o m e n z a r o n a d e s c o lg a rs e 2
andando con manos y pies. Al salir a tierra, a unos barrancos 3,
hicimos lumbre 4 y to sta m o s el maíz que traíamos, y hallamos
agua de la que había llovido. Con el calor del fuego la gente tornó
en sí y comenzó a esforzarse 5. El día que aquí llegamos era el
sexto del mes de noviembre.
Cuando la g e n te comió, m a n d é a Lope de Oviedo, el m ás
vigoroso, subir a unos árboles, y descubriese la tierra en que
estáb a m os y procurase ob tener alguna noticia. Él lo hizo así y
entendió que estábam os en una isla, y vio que la tierra estaba a

1. estruendo : fragor, estrép ito .


2. descolgarse : bajar, descender.
3. barranco : desfiladero, cañón, paso.
4. lumbre : fuego, hoguera.
5. esforzarse : trajinar, m overse.

52
P o r e l d e lta
d e l M is is ip í

la m anera que suele estar la tierra por donde anda ganado, y por
esto le pareció que debía ser tierra de cristianos, y así nos lo dijo.
Yo le mandé que tornase a mirarla con más atención y viese si en
ella había algunos caminos que seguir, y que no anduviese mucho
por el peligro que podía haber. Él se marchó y topando con una
vereda 1 se fue por ella adelante hasta una media legua, y halló
unas chozas 2 de unos indios y les cogió una olla, un perrillo
pequeño y unos pocos mujoles 3, y así volvió a nosotros. Vimos
que tres indios con arcos y flechas venían tras él, llamándole, y él
asimismo les llamaba por señas, y así llegó donde estábamos, y
los indios se q u e d a r o n un poco a t r á s s e n t a d o s en la m is m a
ribera 4; y al cabo de m edia hora acudieron otros cien indios
flecheros que fu e se n g ra n d e s o no, n u e s tr o m iedo les hacía
p a r e c e r g i g a n te s 5, y p a r a r o n c e r c a de n o s o t r o s , d o n d e se
enco ntrab an los tres primeros. Entre nosotros dispensado era
pensar que habría quien se defendiese, porque difícilmente se
hallaban seis que del suelo se pudiesen levantar. El veedor y yo
salimos a su e ncu e ntro y les llamamos, y ellos llegaron h a sta
nosotros, y lo m ejor que pudimos, p ro c u ra m o s asegu rarles y
asegurarnos y les dimos cuentas 6 y cascabeles, y cada uno de

1. vereda : cam ino, senda.


2. choza : cabaña, refugio.
3. m ú jo l: pescado.
4. ribera : orilla, costa.
5. Los indios a que se refiere indudablem ente eran esbeltos, pues
p erten ecían a la raza sep ten trio nal de los D akotas. T enían creencias
an im istas y se alim entab an de p erros salvajes. H abitaban en la región de
las gran d es p rad eras que se extienden al o este del Misisipí.
6. cuenta : abalorio, adornos.

53
Qrtaufragios
ellos me dio una flecha, que es señal de amistad, y por señas nos
dijeron que a la m a ñ a n a siguiente volverían y nos traerían de
comer.
Al am anecer vinieron a nosotros, como lo habían prometido, y
nos trajeron mucho pescado y unas raíces que ellos comen, son
como nueces, la mayor parte de ellas se sacan de bajo del agua y
con mucho trabajo
Como estábam os provistos de pescado, de raíces y de agua,
acordamos embarcar y seguir nuestro camino. Desenterramos la
barca de la arena en que estaba metida, y fue m enester 2 que nos
desnudásem os todos y pasásem os gran fatiga 3 para echarla al
agua, y nos dio tal golpe de agua que nos mojó a todos, y como
íbamos desnudos y el frío que hacía era grande, soltam os los
r e m o s de las m a n o s , y con o t r o golpe que la m a r nos dio,
trastornó 4 la barca; el veedor y otros dos se asieron de ella para
escaparse; m as sucedió muy al revés, que la barca los to m ó 5
debajo y se ahogaron.
Como la costa era muy brava, el m ar de un tum bo 6 echó a
todos los otros, envueltos en las olas y medio ahogados, en la
costa de la misma isla.
Los que e sca p am o s, q u e d a m o s d esn u d o s como nacim os y
perdimos todo lo que traíamos, y aunque todo valía poco, para

1. Con to d a seguridad, p a ta ta s, tubérculo que, com o se sabe solam en te se


conocía en to n ces en Am érica.
2. m en e ste r : necesario.
3. gran fatiga : cansancio, trab ajo intenso y prolongado.
4. trastornar : agitar.
5. tom ar : a tra p a r, ap resar.
6. tum bo : bandazo, vaivén.

54
P o r el d e lta
d e l M is is ip í

entonces valía mucho.


Era noviembre, el frío era muy grande, y nosotros tales que
con poca dificultad nos podían c o n ta r los huesos, e s tá b a m o s
hechos la propia figura de la muerte. De mí sé decir que desde el
m es de m a y o p a s a d o no h a b ía com ido o t r a c o sa sino m aíz
tostado, y algunas veces me vi en necesidad de comerlo crudo;
porque aunque se m ataro n los caballos m ientras se hacían las
barcas, yo nunca pude comer de ellos, y no fueron diez veces las
que comí pescado.
Y a d e m á s de to d o lo dicho ha b ía s o b re v e n id o v ie n to del
Norte, de suerte que más estábam os cerca de la muerte que de la
vida.
Plugo 1 a Nuestro Señor que, buscando los tizones 2 del fuego
que allí h a b ía m o s hecho, hallam os lum bre, con que hicimos
g r a n d e s fuego s; y así e s tu v im o s pid ie n d o a N u e s tr o S eñ o r
misericordia y perdón de nuestros pecados, derramando muchas
lágrimas, teniendo cada uno lástima, no sólo de sí, mas de todos
los otros, que en el mismo estado se encontraban.
Al anochecer los indios creyendo que no nos habíam os ido,
nos volvieron a buscar y tr a e rn o s de comer, m as cuando nos
vieron así en tan diferente hábito del primero y en m anera tan
extraña, e s p a n tá ro n se ta n to que se volvieron atrás. Yo salí a
ellos y los llamé, vinieron muy espantados; les hice entender por
señas cómo se nos había hundido una barca y se habían ahogado
tres de los nuestros, y allí ellos mismos vieron dos muertos, y los

1. plugo : pasado del verbo irregular placer.


2. tizón : palo a m edio quem ar.

55
Qftqufragtos
que quedábamos estábam os por seguir el mismo camino.
Los indios al ver el desastre, con ta n ta desventura y miseria,
se sentaron entre nosotros, y con el gran dolor que tuvieron al
v e r n o s en ta l f a t a l i d a d , c o m e n z a r o n t o d o s a ll o r a r
p o tentem ente, y tan de verdad, que lejos de allí se podía oír, y
esto les duró más de media hora; y ciertam ente ver que estos
hombres tan sin razón y tan crudos 1t a m anera de brutos 2, se
d o lían t a n t o de n o s o t r o s , hizo que en mí y en o t r o s de la
compañía creciese más la emoción y la consideración de nuestra
d esdicha3.
Sosegado 4, pregunté a los cristianos y dije que, si a ellos les
parecía, rogaría a aquellos indios que nos llevasen a sus casas; y
algunos de ellos respondie ron que no se debía hablar de ello,
porque si nos llevaban nos sacrificarían a sus ídolos; mas, visto
que otro remedio no había, rogué a los indios que nos llevasen a
sus casas, y ellos m ostraron que tenían gran placer en ello. Nos
tomaron, y llevándonos asidos 5 y con mucha prisa, fuimos a sus
casas; y por el gran frío que hacía, y temiendo que por el camino
alguno muriese, dispusieron que hubiese fuegos a intervalos, y
en cada uno de ellos nos ca le n ta b a n , y desde que veían que
habíamos tom ado fuerza y calor, nos llevaban hacia el otro tan

1. crudo : bronco, duro.


2. bruto : zafio, grosero.
3. desdicha : infortunio, d esventura, adversidad.
4. sosegado : reposado, tranquilo.
5. asidos : cogidos.

56
P o r el d e lta
d e l M is is ip í

aprisa, que casi no nos dejaban poner los pies en el suelo; y así
fuimos h a s ta sus casas, donde hallamos que ten ían una para
nosotros, y muchos fuegos en ella; y a la hora de haber llegado,
c o m e n z a ro n a bailar y a h ac e r gran fiesta, que duró to d a la
noche, aunque para nosotros no había placer, fiesta ni sueño,
e s p e r a n d o c u a n d o no s h a b í a n de s a c r if i c a r . A la m a ñ a n a

*Teodor de Bry Indígenas americanos durante una danza ritual (siglo XVI).

57
Q/taufragios
siguiente, nos tornaron a dar pescado y raíces, y a tratarno s tan
bien, que nos tr a n q u il iz a m o s y p e r d im o s algo del m ied o al
sacrificio.
Este mismo día yo vi a un indio un rescate, y advertí que no
e r a de los qu e n o s o t r o s les h a b í a m o s da d o ; y d e s p u é s de
p r e g u n t a r d ó n d e lo h a b í a n o b t e n i d o , ellos p o r s e ñ a s m e
r e s p o n d i e r o n que se lo h a b ía n d a d o o t r o s h o m b r e s c o m o
nosotros, que estaban atrás. Yo, envié dos cristianos y dos indios
que les m ostrasen aquella gente, y muy cerca de allí toparon con
ellos, que también venían a buscarnos, porque los indios que allá
q u e d a b a n les h a b í a n dich o de n o s o t r o s , y é s t o s e r a n los
ca p ita n es Andrés D orantes y Alonso del Castillo, con to d a la
gente de su barca. Y llegados a nosotros, se espantaron mucho
de v e r c óm o e s t á b a m o s , y co g iero n p e n a por no t e n e r qué
darnos; ninguna otra ropa traían sino la vestida. Estuvieron allí
con nosotros, y todos juntos acordam o s re fo rm a r su barca, e
irnos en ella y los otros quedarse allí hasta que convaleciesen,
para irse como pudiesen a lo largo de la costa, y que esperasen
allí hasta que Dios los llevase con nosotros a tierra de cristianos.
Y co m o lo p e n s a m o s , así nos p u s im o s en ello, y a n t e s que
ec h á se m o s la barca al agua, Tavera, un caballero de n u e s tr a
compañía murió, y la barca que nosotros pensábam os llevar hizo
su fin y no se pudo sostener por sí misma, y como quedamos del
arte que he dicho, y los más desnudos, y el tiempo tan duro para
c a m i n a r y p a s a r r ío s y f o n d e a d e r o s a n a d o , y no t e n e r
b as tim en to alguno ni m a n e r a para llevarlo, d e te rm in a m o s de
h a c e r lo a u e la n e c e s i d a d c e d í a , a u e e r a i n v e r n a r allí: v
P o r el d e lta
d e l M is is ip í

acordam o s tam b ién que cuatro hom bres, los que m ás fuertes
estaban, fuesen a Panuco 1t creyendo que e stáb am o s cerca de
allí; y que si Dios nuestro Señor fuese servido de llevarlos allá,
diesen aviso de cómo quedábamos en aquella isla.
Estos eran muy grandes nadadores, y al uno llamaban Alvaro
F ernández, p o rtu g u és, c a rp in te ro y m arinero; el se gu nd o se
llamaba Méndez, y el tercero Figueroa, que era natural de Toledo;
el cuarto Astudillo, natural de Zafra. Llevaban consigo un indio
que era de la isla.
Partidos estos cuatro cristianos, sucedió tal tiempo de fríos y
tem pestades que los indios no podían arrancar las raíces, y de los
pantanos en que pescaban ya no había provecho. Como las casas
e r a n t a n d e s a b r i g a d a s , c o m e n z ó a m o r ir la g e n te ; y cinco
cris tia n o s que e s t a b a n en r a n c h o en la c o s ta llegaron a tal
extremo, que se comieron los unos a los otros, hasta que quedó
uno solo, que por ser solo no hubo quien lo comiese.
A esta isla pusimos por nombre Isla del Mal Hado (posiblemente
a la altura de Galveston).
La gente que allí hallamos son grandes y bien dispuestas 2, no
t i e n e n o t r a s a r m a s sino f le ch as y arcos, en los que son en
extremo hábiles. Las mujeres están para trabajar mucho.
Tienen marismas, y para este tiempo ya no tienen más peces,
de ahí adelante comen las raíces. Es la gente del mundo que más
a m a n a sus hijos y m ejo r t r a t a m i e n t o les hac e n 3, y cua n d o
sucede que a alguno se le muere el hijo, le lloran los padres y los

1. Panuco : a la Nueva E spaña, región de V eracruz.


2. La gente ... dispuestas : indios caravaucas, en la co sta de Texas.
3. Es... hacen : es u na co n stan te ex tend id a en A m érica el am o r a los niños.

59
* * '
P o r el d e lta
d e l M isisip í

parientes, y todo el pueblo, y el llanto dura un año cumplido.


A to do s los difuntos lloran de e s ta m a n e ra , e xcepto a los
viejos, de q u ie n e s no h a c e n caso, p o rq u e dicen que ya ha n
pasado su tiempo, y de ellos ninguna utilidad hay, ya que ocupan
la tierra y quitan el alimento a los niños
Tienen por costum bre en te rra r a los m uertos, si no son los
que entre ellos son físicos 2 pues a éstos los queman; y mientras
el fuego arde, todos es tá n bailando y haciendo gran fiesta, y
convierten en polvo los huesos.
Cada uno ti e n e u n a m u je r c o n o cid a . Los físicos son los
hombres más emancipados, pueden tener dos y tres, y entre ellas
hay una gran amistad y acuerdo.
En aquella isla que he contado, nos quisieron hacer físicos sin
e x a m i n a r n o s ni p e d irn o s los títulos, p o rq u e ellos c u ran las
e n f e r m e d a d e s s op lan do al e n fe rm o , y con aquel soplo y las
manos echan de él la enfermedad, nos m andaron que hiciésemos
lo mismo. Nosotros nos reíamos de ello, diciendo que era burla y
que no sabíamos curar; y por esto nos quitaban la comida hasta
que hiciésemos lo que nos decían. En fin, nos vimos en ta n t a
necesidad, que lo tuvimos que hacer.
La m a n e r a que ellos tie n e n en c u r a r s e es é sta: v ién d o se
enfermos llaman a un médico, y después de curado no sólo le dan
todo lo que poseen, más entre sus parientes buscan cosas para
darle. Lo que el médico hace es darle una incisión por donde tiene
el dolor, y le chupan alrededor. Cauterizan 2 con el fuego, que es

1. D esde los esq u im ales h a s ta el Golfo de M éxico, ex iste la convicción


de q u e re r d e se m b a ra z a rse de los viejos, p o r principio de p u ra
supervivencia.
2. físico : m édico.
3. cauterizar : quem ar.

61
Ortctufragíos
c o s a e n t r e e llos t e n i d a p o r m u y p r o v e c h o s a , y yo lo he
experim entado y me hizo bien, y después de esto soplan aquel
lugar que Ies duele, y con esto creen ellos que se Ies quita el mal.
La m a n e ra con que nosotros curam os era santiguándolos y
soplarlos, rezar un Pater Noster y un Ave María y rogar lo mejor
que podíam o s a Dios n u e s tro Señor que Ies diese salud y Ies
animase a darnos un buen tratamiento.
Quiso Dios nuestro Señor y su misericordia que todos aquellos
por quienes suplicamos, decían que estaban sanos y buenos 1 y
por ello nos tra tab an bien y nos daban cueros y otras cosillas.

Jaques le Moyne Indígenas americanas asisten a los infermos (1591).

1. La gran su e rte de Alvar N úñez y sus com pañeros fue que los co n sideraran
con poderes m ágicos.

62
A C T V P A P E S

Q «Y aunque todo valía poco, para entonces valía mucho.» ¿Podrías


explicar con tu propio vocabulario el significado de esta frase en el
contexto?

0 Cita diez utensilios que te llevarías a una isla desierta, de poco


va lo r m a teria l, pero de gran u tilid a d para so b rev iv ir y a
continuación especifica para qué finalidad los utilizarías.
Por ejemplo: «cerillas para encender fuego».

Q Aquí tienes una lista de nombres. Todos tienen una sílaba en común.
¡Descúbrela!
1. Me ñero
2. carronería
3. r e nancia
4. segado
5. repo __
6. lamente
7. es una voz que se emplea para que se detengan las caballerías.

63
—m.— — m i mMi - 8 .i ___

' *•32
Un poco
de Historia • • •

[Eurante la Edad M edia en Castilla se había desarrollado una


tradición militar de cruzada que le facilitaría ganar un imperio en
ultramar 1 durante el siglo XVI. También había desarrollado una
importante tradición marinera.
En muchos aspectos la península ibérica era a finales del siglo XV la
zona mejor preparada para la expansión marítima.
A unque el descubrim iento y la colonización fueron tareas
básicamente castellanas, tenían una base ibérica común ya que los
catalanes y aragoneses habían adquirido durante la Edad Media, una
gran experiencia comercial y colonial en el norte de África y en el
M editerráneo oriental, los m allorquines habían creado una
importante escuela de cartografía, los vascos, con su experiencia
pesquera en el Atlántico, eran hábiles pilotos y constructores navales
y los portugueses habían perfeccionado la carabela, navio que sería
instrumento fundamental en la expansión marítima europea de los
siglos XV y XVI.
Durante el siglos XV y XVI, Sevilla llegó a ser un activo centro
comercial, se construían barcos en sus astilleros y los comerciantes
españoles y de los países m editerráneos se reunían para crear
asociaciones y preparar nuevos y aventurados negocios. Era un
puesto estratégico de Europa desde el que se vigilaba el norte de
África y el océano Atlántico.

1. ultram ar : tran so ceán ico.

64
Godfried Kempesen Sevilla (ca. 1572-1618).

Este florecimiento coincidió en un período en que toda Europa


occidental se interesaba cada vez con más curiosidad por el Nuevo
Mundo. Portugal, sobre todo, con su largo litoral y su tradición
mercantil se encontraba en una situación óptima para impulsar las
expediciones en busca del oro, las especias, los esclavos y el azúcar,
artículos muy solicitados en aquel momento.
La conquista de las Canarias por Castilla fue un acontecimiento
importantísimo en la historia de su desarrollo marítimo ya que por
su em plazam iento geográfico se convertían en una escala
imprescindible de todo navio que tuviera que atray,e^ar el Atlántico.

65
C ristóbal Colón, genovés
' ; / establecido en Portugal y
luego sur de España,
que era un representante de
la tradición com ercial


m editerránea, no pudo
enfrentarse a las costumbres
profundamente establecidas
de una sociedad con espíritu
de contienda y tam poco
pudo hacer frente al
creciente poder de un
estado que estaba
firm em ente decidido a
conservar su hegemonía en
la expansión colonial.
Cuando Colón murió en 1506, se había convertido en una figura del
pasado y sus intentos de establecer un monopolio comercial habían
fracasado.
Como se descubrían nuevas tierras sin cesar y los exploradores
hacían crecer la imaginación de las gentes con cada nuevo relato, las
gentes deseaban partir con la perspectiva de encontrar oro y hacer
fortuna.

66
Q Contesta a las siguientes preguntas.
1. ¿Qué significa la palabra «ultramar»?
2. ¿Por qué a finales del siglo XV la península ibérica era la zona
mejor preparada para la expansión marítima?
3. ¿Por qué Sevilla llegó a ser tan importante en los siglos XV y
XVI?
4. ¿Por qué fue un acontecimiento importantísimo para la historia
de Castilla la conquista de las islas Canarias?
5. ¿Consiguió Cristóbal Colón establecer un monopolio comercial?
¿Por qué?
6. ¿En qué año murió Cristóbal Colón?

G ra m á tica ¡dichosa gramática!

«... y nos daban cueros y otras cosillas.»


«Cosillas» tiene añadido un sufijo con valor diminutivo en femenino
plural: -illas.
Estos diminutivos se utilizan mucho en el lenguaje familiar y le dan un
valor afectivo.
Masculino Femenino
-ito -ita
!^°
-illo -illa Son sufijos diminutivos
-uelo -uela
-ete -eta

0 ¿Sabes añadir sufijos diminutivos a estas palabras?


silla ............................ almohada .................. farol .......
abuelo........................ campana ................... pollo .......
cuchara .................... pájaro ......................... cuaderno
b a ú l............................
CAPÍTULO 4

C o m e r c ia n d o c o n
CARACOLAS DE MAR

espués que Dorantes y Castillo volvieron a la isla


r e c o g i e r o n c o n s i g o a t o d o s los c r i s t i a n o s
esparcidos y hallaron catorce. Yo, como he dicho,
estaba en la otra parte, en la tierra firme, donde
mis indios m e h a b ía n llevado y me h a b ía n c o n ta g ia d o u n a
enfermedad.
Tuve que quedarme con los indios de la isla más de un año, y
por el trabajo que me daban y mal tratamiento, determiné huir
de ellos y m a rc h a rm e a los que m oran en los m o n te s y tierra
firme, que se llaman los de Charruco, porque yo no podía sufrir la
vida que con estos tenía. Entre otros muchos trabajos, tenía que
sacar las raíces del agua para com er de entre las cañas, y por
esta causa tenía los dedos tan gastados que una paja que tocase,
me hacía sangre. Las cañas se rompían por todas partes y había
que e n tra r por el medio de ellas con la ropa que he dicho que
traía.

68
C o m e r c ia n d o co n
caracolas de m ar

Puse en obra el pasarm e a los otros, y con ellos me sucedió


algo mejor, porque yo me hice mercader. Procuré usar el oficio lo
mejor que supe, y ellos me hacían de com er y me daban buen
tratam ien to y me rogaban fuese de una parte a otra por cosas
que ellos n e ce sita b a n , ya que por razón de la g u e rra que de
continuo traen, no andan ni contratan tanto.
Con mis mercaderías entraba por tierra adentro todo lo que
quería, y a lo largo de la costa cam inaba cuarenta o cincuenta
leguas.
Lo p rin c ip a l de mi n e g o c i a c ió n e r a n c a r a c o l a s de m a r,
Q V A R A T T O N E I N D I S VA C O M M E R C I A
& negotiationes exercere foleanc.

Theodor de Bry Mercado indiano (siglo XVI).

69
Q/taufragios
corazones de ellas y conchas, con las que ellos cortan una fruta
que es como alubia, con la que se curan y hacen sus bailes y
fiestas. Ésta es la cosa de m ayor precio que entre ellos hay, y
cuentas de la m ar y otras cosas. Esto era lo que yo llevaba tierra
adentro, y a cambio y trueque 1 de ello traía cueros y almagre 2,
con lo que ellos se untan y tiñen las caras y cabellos. Pedernales 3
para puntas de flechas, e n g ru d o 4 y cañas duras para hacerlas, y
unas borlas 5 que se hacen de pelo de venado, que tiñen.
Este oficio me estaba a mí bien, porque andando en él tenía
libertad para ir donde quería, y no estaba obligado a cosa alguna,
y no e r a e s c la v o , y d o n d e q u i e r a q u e iba m e h a c í a n b u e n
t r a t a m i e n t o y m e d a b a n de c o m e r p o r r e s p e t o a m is
mercaderías.
Las fatigas que en esto pasé serían largas de contar, así de
peligros, ham bre como de tem p estades y frío. Yo no tra ta b a el
oficio en invierno, por ser tiempo en que ellos m ism os en sus
chozas y ranchos metidos no podían valerse ni ampararse.
Fueron casi seis años el tiempo que yo estuve en esta tierra
solo entre ellos y desnudo, como todos andaban.
La razón por la que ta n to tiempo me detuve fue por llevar
conmigo a un cristiano que e stab a en la isla, llamado Lope de
Oviedo. Por sacarlo de allí yo p a s a b a c ad a año a la isla y le
rogaba que nos fuésemos con la mejor habilidad que pudiésemos
en busca de cristianos, y cada año me detenía diciendo que al

1. trueque : negocio.
2. alm agre : óxido de hierro.
3. p ed ern al: variedad del cuarzo.
4. engrudo : pegam ento.
5. borla : colgante, adorno.

70
C o m e r c ia n d o co n
c a r a c o la s d e m a r

siguiente nos iríamos. Por fin lo saqué y lo pasé por la cala y


cuatro ríos que había (río Brazos y San Bernardo), porque él no
sabía nadar. Así fuim os h a s ta que llegamos a un fondeadero,
hondo por todas partes, llamado del Espíritu Santo (río Misisipí o
el M obile). En la o tra orilla había unos indios que vinieron a
vernos y nos dijeron que más adelante había tres hombres como
nosotros, les preguntamos por los demás y nos respondieron que
todos habían muerto de frío y de hambre.
Cuando llegué cerca de donde tenían sus aposentos, Andrés
D o ra n tes salió a ver quién era, po rq ue los indios ta m b ié n le
habían dicho que venía un cristiano. En el m om ento que me vio
se quedó muy espantado, porque hacía muchos días que me daba
por m u e r to , y los indios así le h ab ían dicho. Dimos m u c h a s
gracias a Dios de vernos juntos, y ese día fue uno de los de mayor
placer que hemos tenido.
Llegado donde Castillo estaba, me preguntaron dónde iba. Yo
dije que mi propósito era pasar a tierra de cristianos, y que en
ese rastro y busca iba. Me dijeron que de ninguna m anera diese a
c o n o c e r a los indios que q u e ría p a s a r a d e l a n t e p o rq u e me
matarían, que para eso era necesario que me detuviese con ellos
seis m eses, que era el tiem p o en que esos indios iban a o tra
tierra a comer tu nas 1. Esta es una fruta del tam añ o de un huevo,
son rojizas y negras y de muy buen gusto. Las comen tres meses
al año, d u r a n t e los cuales no c o m e n n in g u n a o t r a cosa, es
entonces cuando vienen otros indios a tra ta r con ellos y cambiar
mercancías. Mientras hiciesen esto huiríamos de los nuestros y
nos iríamos con ellos. Con este pacto yo quedé allí, y me dieron

1. tuna : especie sem ejan te al higo silvestre, con m ás espinas y pulpa m uy


en carn ad a.

71
Q/taufragios
por esclavo a un indio con quien D orantes estaba, el cual era
tu erto. Estos indios se llaman M aream es. Castillo e s ta b a con
otros llamados Iguases.
Poco a poco fueron muriendo todos de frío y de hambre. Los
que m o r ía n e r a n h e c h o s t a s a j o s x. El últim o que m u rió fue
S o t o m a y o r y Esquivel lo hizo ta s a j o s , y c o m ie n d o de él se
mantuvo hasta el uno de marzo, día en que un indio de los que
allí habían huido vino a ver si habían muerto, y llevó a Esquivel
consigo.
Andrés Dorantes huyó y se pasó a los Mareames, que eran
aquellos con los que Esquivel había parado.
Estos indios tienen por costumbre m a ta r a sus hijas cuando
nacen. Las dejan comer por los perros 2. La razón es que según
dicen, todos los de la tierra son sus enemigos y con ellos tienen
guerras, y si casasen a sus hijas con ellos, multiplicarían tanto a
sus enemigos, que los tomarían por esclavos.
Cuando se han de casar compran las mujeres a sus enemigos,
y el precio que cada uno da por la suya es un arco, el mejor que
puede haber, con dos flechas. Matan a sus hijos y m ercan los
ajenos. No dura el casamiento más que cuando están contentos,
y con una h iga3 lo deshacen.
Toda esta gente son flecheros y bien dispuestos aunque no
tan grandes como los que atrás dejamos, y traen la te ta y el labio
h o ra d a d o s 4.
A veces m atan venados, y a veces tom an algún pescado, pero

1. tasajo : pedazo, trozo de carne seca y salada.


2. El infanticidio era p ráctica usual en tre los indios de N orteam érica.
3. con una higa : con el m enor m otivo.
4. horadado : perforado, atrav esad o .

72
C o m e r c ia n d o co n
c a r a c o la s d e m a r

esto es tan poco y su ham bre tan grande, que comen arañas y
h u e v o s de h o r m ig a s , g u s a n o s , la g a r t ija s , s a l a m a n q u e s a s ,
culebras y víboras. Comen tierra y m adera y todo lo que puede
haber, estiércol de venado y otras cosas que dejo de contar 1t y
creo que si en aqu ella ti e r r a h u b ie se p ie d ra s las c om e ría n .
Guardan las espinas del pescado que comen, y de las culebras y
otras cosas, para molerlo después todo y comer el polvo de ello.
Los h o m b r e s no llevan c o sa s de peso, pe ro lo llevan las
mujeres y los viejos, que es la gente que ellos en menos tienen.
La m a y o ría son g ra n d e s lad ro nes, p o rq u e en c u a n to uno
vuelve la cabeza, su hijo mismo o su padre le to m a lo que puede.
Mienten mucho y son grandes borrachos, y para esto, ellos beben
una cierta c o s a 2.
E stán t a n a c o s t u m b r a d o s a co rrer, que sin d e s c a n s a r ni
cansarse , corren desde la m a ñ a n a h a s t a la noche; siguen un
venado y de esta m anera m atan muchos, porque los siguen hasta
que los cansan, y algunas veces los to m an vivos.
Las casas son de e s t e r a 3, puesta sobre cuatro arcos; las llevan
a cuestas, y se tra slad an cada dos o tres días para buscar de
comer. Es gente muy alegre por mucha hambre que tengan, y por
eso no dejan de bailar ni de hacer sus fiestas.
Cuando fue tiempo fuimos a comer las tunas. Hallamos por la
t i e r r a u n a g r a n c a n t i d a d de m o s q u i t o s , m u y m a l o s e
insoportables, durante todo el verano nos daban mucha fatiga.
Para defend ern os de ellos hacíam os fuegos de leña podrida y

1. contar : es in te re san te o bservar que el au to r, que ha citado casos de


an trop o fag ia en tre españoles, no quiera citar ninguno en tre los indígenas.
2. El peyote, cactus de los d esierto s am ericanos, que produce especial
excitación.
3. estera : el tipi de los pueblos cazadores de las prad eras.

73
Q/laufragios

Indígenas americanas mientras bailan (siglo XVI).

mojada, para que no ardiese e hiciese humo; y esta protección


n o s d a b a o t r o t r a b a j o , p o r q u e d u r a n t e t o d a la n o c h e no
hacíamos más que llorar del humo que nos daba en los ojos, y
p a d e c ía m o s g r a n calor que nos d a b a los m u c h o s fu e g o s, y
salíamos a dormir a la costa. Si alguna vez podíamos dormir, nos
despertaban a palos, para que tornásem os a encender el fuego.
Los de la t i e r r a a d e n t r o , p a r a e s t o u s a n o t r o r e m e d io ,
igualmente incompetente, y es andar con tizones en las manos
q u e m a n d o los c a m p o s y m o n t e s qu e t o p a n , p a r a q u e los

74
C o m e r c ia n d o co n
c a r a c o la s d e m a r

mosquitos huyan, y tam bién para sacar de debajo de la tierra


lagartijas y cosas semejantes para comerlas.
Gastan todo el agua y leña en guisar de comer y en los fuegos
que hacen para defenderse de los mosquitos, y esperan otro día
para to m ar algo que llevar para el camino, y cuando parten, tales
van de las p icadu ras de los m osq uitos, que p a re ce n te n e r la
e n f e r m e d a d de San Lázaro 1; y de e s ta m a n e r a sa tisfac en su
hambre dos o tres veces en el año.
Por la tierra hay muchos venados. También hay vacas 2. Yo las
he visto tres veces y he comido de ellas, me parece que serán del
ta m a ñ o de las de España. Tienen los cuernos pequeños como
ovejas, y el pelo muy largo, merino, como una b e r n ia 3; unas son
pardillas y o t ra s negras, y a mi p a r e c e r tie n e n m ejo r y m ás
gruesa carne que las de allá.
De las que no son g r a n d e s h ac e n los indios m a n t a s p a r a
cubrirse, y de las mayores hacen zapatos y escudos. Éstas vienen
del norte hacia la costa de la Florida, y se tu m b an por toda la
tierra más de cuatrocientas leguas; y en todo este camino, por
los valles por donde ellas vienen, bajan las gentes que por allí
h a b i t a n y se a l i m e n t a n de ellas y m e t e n en la t i e r r a g r a n
cantidad de cueros.
Todas e s ta s g en tes beben agua de lluvia recogida, porque
aunque hay ríos, como nunca e s tá n de asiento, nunca tienen
agua conocida ni señalada.
Por toda esta tierra hay muy grandes y hermosas praderas, de
muy buenos pastos para ganados, y me parece que sería una tierra

1. enferm edad de San Lázaro : la lepra.


2. vaca : el bisonte, llam ado por los españoles, vacas corcovadas.
3. bernia : tejido grueso de lana.

75
Q?taufrac)tos
muy fructífera si fuese labrada y habitada por gente de razón.
No vimos ninguna sierra en tanto que en ella estuvimos.
Aquellos indios nos dijeron que otros estaban más adelante,
llamados Camones, que viven hacia la costa. Habían m ata d o a
toda la gente que venía en la barca de Peñalosa y Téllez, ya que
venían tan delgados que aunque los m atab an no se defendían; y
así a c a b a ro n con todos, y nos m o s tr a r o n sus ropas y arm as.
Dijeron que la barca estaba allí al través.
Esta es la quinta barca que faltaba, porque la del gobernador
el m ar la llevó; la del contador y los frailes la habían visto echada
al través en la costa, y Esquivel contó el fin de ellos. Las dos en
que Castillo y yo y Dorantes íbamos, junto a la isla de Mal Hado
se hundieron.
Yendo por nuestro camino con te m o r de que los indios nos
s ig u ie sen , vim o s u n o s h u m o s , y y e n d o a ellos, d e s p u é s de
vísperas llegamos allá, donde vimos a un indio que, al vernos
huyó sin querernos aguardar. Nosotros enviamos al negro hacia
él, y al verle solo, le esperó.
El pueblo nos ofreció muchas tunas, porque ya tenían noticia
de n o s o t r o s y de cóm o c u r á b a m o s y de las m a ra v illa s que
n u e s tr o Señor con n o s o tro s o b rab a, que a u n q u e no h u biera
o tras, h arto 1 grand e era abrirno s cam ino por tie rra tan
despoblada, y darnos gente por donde no la había.
Aquella misma noche que llegamos vinieron unos indios y le
dijeron a Castillo que e s t a b a n m uy e n f e r m o s de la cabeza,
rogándole que los curase; y después que los hubo santiguado y
encom endado a Dios, en aquel m om ento los indios dijeron que

1. h a rto : m uy.

76
C o m e r c ia n d o co n
c a r a c o la s d e m a r

todo el mal se Ies había quitado.


Dimos muchas gracias a Dios porque cada día iba creciendo su
misericordia y mercedes l.
Andadas cinco jo rn ad as con gran ham bre, fuim os a buscar
una fruta de unos árboles que es como hieros 2; y como por toda
esta tierra no hay caminos, yo me detuve más en buscarla. La
gente se volvió y yo quedé solo y aquella noche me perdí. Plugo a
Dios que hallé un árbol ardiendo, y a su fuego pasé aquel frío
durante la noche. A la m añan a siguiente yo me cargué de leña y
hallé dos tizones y volví a buscarlos, y anduve de esta m anera
cinco días, siempre con mi lumbre y mi carga de leña, por si el
fuego se me apagase donde no hubiese leña, como no la había en
muchas partes, no me quedase sin lumbre 3, ya que para el frío yo
no tenía otro remedio, por andar desnudo como nací.
Por las noches, en la ti e rr a hacía un hoyo y en él ec h a b a
mucha leña, de la que estaba caída y seca, y alrededor de aquel
hoyo hacía cuatro fuegos en cruz. Yo tenía cuidado de rehacer el
fuego de rato en rato, y hacía unas gavillas 4 de paja y me cubría
en aquel hoyo, y así me am paraba del frío de las noches. Una de
ellas, el fuego cayó en la paja con que yo e s ta b a cubierto, y
estando yo durmiendo en el hoyo, comenzó a arder muy recio, y
por m ucha prisa que me di en salir todavía saqué señal en los
cabellos del peligro en que había estado.
En todo este tiempo no comí bocado ni hallé cosa que pudiese
comer, y como traía los pies descalzos, me corrió en ellos mucha

1. m erced : concesión, don, prem io.


2. hieros : p lan ta de la algarroba.
3. lumbre : fuego.
4. g av illa: m anojo.

77
Q/taufragios
sangre. Dios usó conmigo la misericordia, ya que en todo este
tiempo no sopló el viento del Norte, ya que de otra m anera no
hubiese podido vivir.
Al cabo de cinco días llegué a una ribera de un río, donde hallé
a mis indios que ya me daban por muerto, y creían que me había
m ordido alguna víbora. Todos tuvieron gran placer al verme,
principalmente los cristianos, y me dijeron que hasta entonces
habían cam inado con m uch a h am b re y por e s ta causa no me
habían buscado. Aquella noche me dieron las tunas que tenían.
Otro día de m añan a vinieron allí muchos indios, y traían cinco
enferm o s que e s ta b a n tullidos 1 y muy enferm os, y venían en
busca de Castillo para que los curase, y cada uno de los enfermos
ofreció su arco y flechas, y él los recibió, y a la puesta del sol los
s a n t i g u ó 2 y e n c o m e n d ó a Dios n u e s t r o S e ñ o r, y t o d o s le
suplicamos les enviase salud, pues era la única solución para que
aquella gente nos ayudase a salir de tan miserable vida, y lo hizo
t a n m i s e r i c o r d i o s a m e n t e , q u e l l e g a d a la m a ñ a n a , t o d o s
am a n e c ie ro n bu eno s y sa n o s y se fu e ro n ta n recios com o si
nunca hubieran tenido mal ninguno.
De mí sé decir que siempre tuve esperanza en su misericordia
y que me había de sacar de aquella cautividad, y así lo hablé
siempre a mis compañeros.
Castillo era médico muy temeroso, principalmente cuando las
curas 3 eran muy peligrosas, y creía que sus pecados habían de

1. tullidos : lesionados, lisiados.


2. santiguar : h acer el signo de la cruz.
3. cura : m edicación, procedim iento.

78
C o m e r c ia n d o co n
c a r a c o la s d e m a r

e s to r b a r 1 que no todas las veces sucediese bien el curar.


Nosotros estuvimos con aquellos indios Avavares ocho meses,
esta cuenta la hacíamos por las lunas.
Durante todo este tiempo venían a buscarnos de todas partes
y decían que verdaderam ente nosotros éramos hijos del Sol.
Ya que venían de to d a s pa rte s, to do s nos c o n vertim o s en
médicos, aunque en a trevim iento2. Para osar acom eter cualquier
cura, era yo el más célebre entre ellos. Ninguno curamos jam ás
que no nos dijese que quedaba sano.
Tanta confianza tenían en que habían de sanar si nosotros les
curábamos, que creían que mientras nosotros estuviésemos allí
ninguno de ellos había de morir.
Estos y los demás indios nos contaron un suceso muy extraño.
Parecía que quince o dieciséis años atrás, anduvo por allí un
hombre al que ellos llamaban Mala Cosa, pequeño de cuerpo, con
barbas, a u n q u e nu n c a le p u diero n ver c la r a m e n t e el rostro.
Decían que c u a n d o v en ía a sus c a s a s se les le v a n t a b a n los
cabellos y temblaban. Aquel hombre, ponía a la entrada de una
casa un tizón ardiendo, entraba y to m aba a uno de ellos y le daba
tres cuchilladas grandes por las ijadas 3 con un pedernal muy
agudo, metía la m ano por aquellas cuchilladas y les sacaba las
tripas, cortaba de una tripa m ás o m enos un palmo 4 y lo que
cortaba lo echaba a las brasas. Ponía las manos sobre las heridas
y nos decían que luego quedaban sanos. A veces cuando bailaban

1. estorbar : obstaculizar, im pedir.


2. atrevim iento : osadía, audacia.
3. ijada : costado.
4. palm o : m edida de longitud de unos 21 cm.

79
Q/taufragios
apa re c ía e n t re ellos v estido un as veces de m ujer y o t ra s de
hombre. También nos contaron que muchas veces le ofrecieron
comida y que nunca jam ás comió. Le preguntaban dónde tenía su
casa y les mostró una hendedura de la tierra y decía que ésa era
su casa, allá debajo.
De todas esas cosas que decían, nosotros nos reíamos mucho,
nos burlábamos de ellas. Como vieron que no lo creíamos, nos
trajeron muchos de los que había tomado, y vimos las señales de
las cuchilladas.
Estos indios nos dijeron que hab ían visto a Figueroa y al
asturiano con otros, que adelante en la costa estaban.
Toda e s ta gente no mide el tiem po por el Sol y la Luna, ni
ti e n e n c u e n t a del m e s y año. E n tie n d e n las d i f e r e n c ia s de
los tiem pos cuando las fru ta s vienen a m adurar, y en tiempo
que muere el pescado y al aparecer las estrellas, con las que son
muy com petentes y ejercitados *.
Anduvimos siem pre desnudos, como ellos, y de noche nos
cubríamos con cueros de venado.
Ya he dicho como por toda esta tierra anduvimos desnudos, y
c o m o no e s t á b a m o s a c o s t u m b r a d o s a ello, a m a n e r a de
serpientes m udábam os la piel dos veces durante el año.
La tie r r a es ta n á s p e r a y ta n c e rra d a , que m u c h a s veces
hacíamos leña en montes, y cuando la acabábamos de sacar nos
corría por muchas partes sangre, de las espinas y m atas con que
topábamos.

1. Los conocim ientos científicos de esto s pueblos son m uy lim itados.


En cuestiones de astro n o m ía llegaron a sobresalir, sobre to d o m ayas
y aztecas.

80
C o m e r c ia n d o co n
c a r a c o la s d e m a r

A veces me sucedió hacer leña, donde después de haberm e


c o s t a d o m u c h a s a n g r e , no la p o d í a s a c a r ni a c u e s t a s ni
arrastrando. No tenía, cuando en estos trabajos me veía, otro
consuelo que pensar en la pasión de nuestro Señor Jesucristo y
en la sangre que por mí derramó, y considerar cuanto más sería
el to rm ento que de las espinas Él padeció, que no aquel que yo
entonces sufría.
Negociaba con estos indios haciéndoles peines, y con arcos,
con flechas y con redes.
H a c ía m o s e s te r a s , que son c o sas de las que ellos tie n e n
mucha necesidad; y aunque lo saben hacer, no quieren ocuparse
de ello, por b u sca r e n t r e t a n t o qué com er, ya que cu an do se
ponen a hacer esto pasan mucha hambre.
También nos aconteció con éstos y con los que atrás hemos
dejado, darnos un pedazo de carne y comérnoslo crudo, porque si
lo poníamos a asar, el primer indio que llegaba se lo llevaba y
comía.
Esta es la vida que tu v im o s allí, y aquel poco s u s t e n to lo
ganábam os con los rescates que con nuestras manos hicimos.

D e s p u é s de h a b e r co m id o u n o s p e r r o s , nos p a r e c ió que
t e n í a m o s a l g u n a f u e r z a p a r a s e g u i r a d e l a n t e . Nos
e n c o m e n d a m o s a Dios n u e s t r o S eñ o r, nos d e s p e d i m o s de
aquellos indios, y ellos nos encaminaron a otros de su lengua que
estaban cerca.
P a sad o el m o n te hallam os o t r a s c as as de indios. Cuando
llegamos, vimos dos mujeres y muchachos que se espantaron al
vernos y fueron a avisar a los otros indios que andaban por el
monte. Cuando llegaron, se pararon a mirarnos detrás de unos

81
14au frac)ios
árboles, Ies llam am os y se ac e rc a ro n con m ucho tem o r. Nos
dijeron que tenían mucha hambre y que cerca de allí tenían sus
casas. Aquella noche llegamos a donde había cincuenta casas, y
se e s p a n t a b a n de ve rno s. D espués de h a b e rs e so seg ad o , se
ac e rc ab an a to c a rn o s con las m anos, el ro stro y el cuerpo, y
después traían sus mismas manos por sus rostros y sus cuerpos,
y así estuvimos aquella noche.
Por la mañana, nos trajeron a sus enfermos, rogándonos que
los santiguásemos, y nos dieron de lo que tenían para comer.
Desde la isla de Mal Hado, todos los indios que h a s ta e sta
ti e r r a vim os t i e n e n po r c o s t u m b r e d e s d e el día en que sus
mujeres se sienten preñadas 1 no dormir juntos hasta que pasen
dos años, en que han criado a los hijos, los cuales m am an hasta
que tienen la edad de doce años; en que ya están en edad que por
sí saben buscar de comer.
Les preguntamos que por qué los criaban así y decían que por
la mucha ham bre que en la tierra había, que acontecía muchas
veces, como nosotros veíamos, estar dos o tres días sin comer, y
a veces cuatro; y por esta causa los dejaban mamar, para que en
los tiempos de hambre no muriesen y si algunos escapasen a la
m uerte no saliesen muy delicados y de pocas fuerzas. Si acaso
acontece que algunos caen enfermos, los dejan morir en aquellos
c am p o s si no es hijo. Mas p a r a llevar un hijo o h e rm a n o , se
cargan y lo llevan a cuestas.
Toda esta gente es gente de guerra, y tienen ta n t a astucia
para guardarse de sus enemigos como tendrían si hubieran sido
criados en Italia y en continua guerra.

1. preñada : fecundada.

82
C o m e r c ia n d o co n
c a r a c o la s d e m a r

Esta es la gente más dispuesta para un arm a de cuantas yo he


visto en el mundo, porque si se tem en de sus enemigos, toda la
noche están despiertos con sus arcos 1 y una docena de flechas.
Salen m u ch as veces de sus casas bajados por el suelo, de
m anera que no pueden ser vistos, y miran y atalayan 2 por todas
partes para sentir lo que hay, y si algo sienten, están todos en el
campo con sus arcos y flechas, y así están hasta el día, corriendo
a u n a s p a r t e s y a o t r a s , d o n d e p i e n s a n p u e d a n e s t a r su s
enemigos. Cuando viene el día tornan a aflojar sus arcos hasta
que s alen a cazar. Las c u e r d a s de los arc o s son nerv io s de
venados.
Quien contra ellos hubiere de pelear ha de estar muy avisado
que no le sientan flaqueza ni codicia de lo que tienen. Mientras
dure la guerra hay que tratarlos muy mal. Son gente que conoce
tiempos en los que vengarse y sacan provecho del tem or de los
contrarios.
Muchas veces se pasan de parte a parte con las flechas y no
m ueren de las heridas si no toca en las tripas o en el corazón,
más bien sanan pronto.
Ven y oyen m ás y tie n e n m ás agudo se n tid o que c u a n to s
hombres, yo creo, hay en el mundo.
Son grandes sufridores de hambre, de sed y de frío.
Esto he querido contar porque allá todos los hombres desean
saber las costumbres y ejercicios de los otros.
Los que vengan a ver, estén avisados de sus c o stum bre s y
astucias, ya que suelen no poco aprovechar en semejantes casos.

1. arco : el arco de los indios n o rteam erican o s es de origen asiático y se usa


en posición horizontal.
2. atalayar : espiar, vigilar, observar.

83
A C T V D A D E S

Q ¿Qué nos cuenta Alvar Núñez de la manera que tienen los indios de
combatir a los mosquitos?
el verano comer de mosquitos
insoportables defendernos de ellos
podrida y mojada humo otro trabajo
la noche llorar los ojos calor costa
encender el fuego Cuando remedio
tizones quemando huyan lagartijas
incompetente leña

Con las palabras de arriba completa el texto.


.......................................fue tiempo fuimos a ........................................ las
tunas. Hallamos por la tierra una gran cantidad......................................,
muy malos e ......................................, durante to d o .....................................
nos daban mucha fatiga. P ara.......................................hacíamos fuegos
d e ......................... , para que no ardiese e hiciese
......................................; y esta protección nos d a b a ......................................,
porque durante to d a .......................................no hacíamos más que
del humo que nos daba e n ............................................................................. , y
.

padecíamos g r a n .......................................que nos daba los muchos


fuegos, y salíamos a dormir a l a .........................................Si alguna vez
podíamos dormir, nos despertaban a palos, para que tornásemos a

Los de la tierra adentro, para esto usan o tro ......................................,


igualmente......................................, y es andar c o n .......................................
en las m ano s.......................................los campos y montes que topan,
para que los mosquitos......................................, y también para sacar de
debajo de la tierra.......................................y cosas semejantes para
comerlas.

84
A C T V P A P E S

Q palabras
Sin mirar el diccionario, intenta averiguar el significado de las
siguientes. Usa el texto para ayudarte.
Sitúa cada palabra junto a su correcto significado, como en el
ejemplo.
1. 0 tullido 7. □ temeroso
2. □ santiguar 8. □ curas (las)
3. □ encomendar 9. □ estorbar
4. □ recio 10. □ modorra
5. □ esperanza 11. □ atrevimiento
6. □ cautividad 12. □ tizón
a. Estado de ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que
deseamos.
b. Privación de libertad en manos de un enemigo.
c. Hacer la señal de la cruz desde la frente al pecho y desde el hombro
izquierdo al derecho, invocando a la Santísima Trinidad.
d. Encargar a uno que haga alguna cosa o que cuide de ella o de una
persona.
e. Que ha perdido el movimiento del cuerpo o de alguno de sus
miembros.
f. Somnolencia, sopor profundo.
g. Palo a medio quemar.
h. Determinarse a algo arriesgado. Insolencia.
i. Aplicar al enfermo los remedios correspondientes a su enfermedad.
j. Pusilánime, irresoluto.
k. Molestar, incomodar.
I. Fuerte, robusto, vigoroso.

85
o «Los que vengan a ver, estén avisados de sus costumbres y astucias,
ya que suelen no poco aprovechar en semejantes casos.»
Comenta la frase en tu cuaderno de ejercicios.
¿Has oído alguna vez el proverbio siguiente?: «donde estuvieres haz
como vieres». ¿Tiene alguna relación con lo que dice el autor?

Lee rápidamente las páginas 82 y 83. A continuación pon una cruz en


la palabra correcta.
1. Esta gente para las armas es
| | diestra.
□ apta.
| | capaz.
| | dispuesta.

2. Si temen a sus enemigos están toda la noche


| | vigilantes.
□ desvelados.
| | despiertos.
| | atentos.

3. Para ver lo que hay por todas partes miran y


| | acechan.
| | vigilan.
| | observan.
| | atalayan.

4. Quien contra ellos hubiere de pelear ha de estar muy avisado


que no le sientan flaqueza n i ................ de lo que tienen.
| | apetencia.
| | avidez.
| | codicia.
| | deseo.

86
Fray Bartolomé de las Casas,
el amigo de los indios
Usté dominico español (Sevilla 1474-Madrid 1566), que llegó a ser
obispo de Chiapas (México 1544), tomó la defensa de los indios y
luchó contra la injusticia de las encomiendas (grandes propiedades
en las que eran reducidos a la esclavitud).
Como se debía solucionar el problema del reclutamiento de la mano
de obra indígena, la solución la aportó una institución que se conocía
bajo el nombre de encomienda.
Las encom iendas parecían
armonizar de modo satisfactorio los
ideales castellanos de autoridad con
las exigencias de la preocupación
pastoral.
Estas encomiendas en su origen eran
concedidas a las grandes órdenes
m ilitares en la Castilla medieval.
C onsistían en concesiones
temporales, hechas por la Corona a
Fray Bartolomé de las Casas ios particulares, sobre un territorio
(1474-1566).
recuperado del poder de los moros.
El encomendero de modo temporal y no hereditario (al menos en
teoría) tenía derechos señoriales sobre cierto número de indios.
Aceptaba la obligación de proteger a un determinado grupo y de
educarles por el camino de la civilización y el cristianismo, y a
cambio, recibía de ellos servicios y tributos.
Poco a poco este sistema llegó a atribuirse características que lo
hacían muy difícil de distinguir de la esclavitud.
Este proceso de esclavización de la población y de desarrollo de una
nueva aristocracia feudal de ultram ar, se vio frenado por la
oposición de la Iglesia y el estado.
Los religiosos desem peñaron un papel de im portancia capital.
A nim ados por el fervor m isionero, las órdenes enviaron
representantes para emprender la tarea de evangelizar el Nuevo
Mundo.
Los prim eros cuarenta años constituyeron la edad de oro de la
empresa evangélica. Los misioneros pertenecían a la elite de las
órdenes religiosas y estaban llenos de las ideas humanistas del siglo
XVI. Veían en los indios am ericanos el m aterial ideal para la
realización de una perfecta comunidad cristiana. Muchos de ellos
estaban convencidos de la dignidad natural y los derechos del hombre
y tropezaban con la imposibilidad de conciliar el trato que se daba a
los indígenas con sus propias convicciones. ¿Acaso no eran hombres
estos indios? ¿Acaso no tenían almas? El planteamiento de estas
preguntas creó una gran tormenta de indignación que ha quedado
para siempre grabada al nombre de Fray Bartolomé de las Casas,
quien consagró su vida a la tarea de asegurar un trato justo a los
indios. Nunca cesó de repetir, que como sujetos que eran de la Corona
española, debían gozar de los mismos derechos que los españoles.
Hizo crear las famosas Leyes Nuevas (1542) para proceder a una
colonización más humanizada de América y en su Brevísima relación
de la destrucción de las Indias, con un estilo duro y fulminante se limita
a exponer algunas crueldades im portantes com etidas en las
conquistas de algunos territorios.

88
CAPÍTULO 5

D iv isa m o s las
ESTRIBACIONES
de las R o c o sa s y el M ar del S u r

odas estas gentes tienen habitaciones, pueblos y


lenguas diversas.
En toda la tierra se emborrachan con un humo 1 y
dan cuanto tienen por él.
B eben t a m b i é n o t r a c o sa que s a c a n de las h o ja s de los
árboles, como de encina y la tu estan en unos botes al fuego, y
después que la tienen to s ta d a hinchan el bote de agua y así lo
tienen sobre el fuego, y cuando ha hervido dos veces, lo echan en
una vasija y e stán enfriándola, con media calabaza, y cuando
está con mucha espum a lo beben 2 tan caliente cuanto pueden
sufrir, y desde que la sacan del bote hasta que la beben están

1. El tabaco que introdujeron los españoles en Europa. Se em pleaba adem ás


en cerem onias religiosas y oficiales por las trib us am erican as, a veces en
largas y volum inosas pipas.
2. Té negro.

89
N a u fr a g io s

dando voces, diciendo ¿quién quiere beber?


Cuando las mujeres están con su costumbre buscan de comer
para sí solas, porque ninguna otra persona come de lo que ellas
traen.
C u a n d o nos f u im o s d e j a m o s a los in dios llo r a n d o . Nos
m archam os con otros a sus casas, y de los que en ellas estaban
fuim os bien recibidos. Nos tr a je r o n a sus hijos p a r a que les
tocásemos las manos, y nos daban mucha harina de mezquiquez.
Este mezquiquez es una fruta que cuando está en el árbol es muy
am arga *, y es como las algarrobas 2. Se come con tierra y con ella
está dulce y buena de comer.
Nos m a r c h a m o s de allí y u n a s m u j e r e s se f u e r o n t r a s
nosotros. Las to m arlo s por guías y pasam os un río 3 cuando ya
vino la tarde que nos daba el agua en el pecho. Será tan ancho
como el de Sevilla. A la puesta del sol llegamos a cien casas de
indios, y antes de nuestra llegada ya estaba toda la gente fuera
para recibirnos con tantos gritos que daban espanto. Dando en
los muslos grandes palmadas, traían las calabazas horadadas,
con piedras dentro, que es la mayor fiesta y no las sacan si no es
para bailar o para curar, ni las osa nadie to m ar sino ellos. Dicen
que aquellas c a lab a za s tie n e n virtud y que vienen del cielo,
porque por aquella tierra no las hay ni saben donde las haya, sino
que las traen los ríos cuando vienen de avenida.
Cuando nos fuimos de allí toda la gente del pueblo se vino con
nosotros, y cuando llegamos a otros indios fuimos igualmente

1. P osiblem ente sea la Inga Fagifolia.


2. algarroba : p lan ta h erb ácea anual de la fam ilia de las legum inosas y del
m ism o género que el haba, que se utiliza com o forraje.
3. Río Gable.

90
D iv isa m o s la s e s tr ib a c io n e s
de las R ocosas y el M ar d el Sur

Pueblo indiano.

91
N a u fr a g io s

bien recibidos. Nos dieron de lo que tenían y los venados que


aquel día habían matado.
Entre e sto s vimos una nueva c ostum bre, y es que cuando
venían a curarse, los que con nosotros estaban les to m ab an el
arco y las flechas, y zapatos y cuentas si las traían, y después de
haberlas tom ado nos los traían delante de nosotros para que les
c u r á s e m o s , y c u ra d o s se iban m uy c o n te n to s , diciendo que
estaban sanos.
Fuimos a otros muchos poblados de indios, y observamos una
nueva costumbre y es que, aunque nos recibían muy bien, los que
venían con nosotros com enzaron a hacerles tan to mal, que les
tom aban las propiedades y les saqueaban las casas, sin dejarles
cosa alguna.

Aquí empezamos a ver sierras y parecía que iban hacia el mar


del norte 1t por la relación que nos dieron los indios, creemos que
están a quince leguas de la mar.
Tomamos camino por lo llano cerca de las sierras, las cuales
creíam os que no e s ta b a n lejos de la costa. A trav e sand o e sta
t i e r r a o b s e r v á b a m o s m u c h a s p a r t i c u l a r i d a d e s p o r si Dios
nuestro Señor fuese servido de sacar de allí a alguno, y traerlo a
tierra de cristianos, pudiese dar nuevas y relación de ellas.
Llegamos a un pueblo donde nos recibieron llorando y con
gran tristeza porque sabían que adonde quiera que llegábamos
todo era saqueado y robado por los que nos acom pañaban. Al
vernos solos perdieron el miedo.

1. P rim eras estribaciones de las R ocosas.


D ivisam os las estrib a cio n es
de las R ocosas y el M ar d el Sur

Después de haberles informado bien de lo que debían hacer,


nos c o m e n z a r o n a t r a t a r con el m ism o t e m o r y reve renc ia.
Fuimos con ellos t r e s j o r n a d a s , nos llevaron a d o n d e h ab ía
m u c h a g e n te y dijeron de n o s o tro s to do lo que los o tro s Ies
habían dicho y añadieron mucho m ás porque to d a esta gente
india so n g r a n d e s a m ig o s de l e y e n d a s y m u y m e n t i r o s o s ,
principalmente cuando pretenden algún interés.
Nos fuimos metiendo por la falda 1 de la sierra, tierra adentro
m ás de cincuenta leguas, y al cabo de ellas hallamos cuarenta
casas.
Entre otras cosas que nos dieron Andrés Dorantes obtuvo un
cascabel grande, de cobre, y en él figurado un rostro 2. Esto nos
m o s tra b a n ellos pues lo tenían en gran estima. Dijeron que lo
habían obtenido de sus vecinos del norte, que allí había mucho y
era tenido en gran consideración.
Entendimos que de dondequiera que aquello proviniese, había
fundición y se lab ra b a de vaciado. Con es te d e s c u b rim ie n to
p a r tim o s al día siguiente y a t r a v e s a m o s una s ie rra de siete
leguas cuyas piedras eran de residuos de hierro.
Nos dijeron que en el lugar de donde provenía había mucho
metal de aquel enterrado y que aquello era cosa que ellos tenían
en mucho; y había casas de asiento, y esto nosotros creemos que
es la m ar del Sur 3. Siempre tuvimos noticia que aquella m ar es
más rica que la del norte.

1. falda : p a rte baja de la m o ntañ a.


2. S orpren dente hallazgo, ya que los indios del sud oeste de los E stados
U nidos desconocían la m etalurgia. El objeto debía pro ced er del Lago
Superior, cen tro difusor de cobre.
3. El O céano Pacífico.

93
N a u fr a g io s

Partim os de aquel lugar y anduvimos por ta n ta s suertes de


gentes y de tan diversas lenguas, que no b a sta m em oria para
poderlas contar, y siempre saqueaban los unos a los otros, y así
los que perdían como los que ganaban quedaban muy contentos.
Yendo con éstos pasamos un gran río que venía del norte (río
Colorado), y p a s ad o s unos llanos de tr e in ta leguas, hallam os
mucha gente que venía a recibirnos.
Dijimos que queríamos ir por la dirección en donde se pone el
sol, y ellos respondieron que por allí estaba la gente muy lejos. Se
e x c u s a b a n lo m e jo r qu e p o d í a n p o r q u e se t r a t a b a de sus
enemigos, y no querían que fuéramos hacia ellos.
Nos rogaban que dijésemos al cielo que lloviese, y nosotros
prometimos hacerlo así.
Les preguntamos el camino a seguir y nos indicaron hacia el
norte.
Esta gente no tiene ollas, y para cocer lo que quieren comer,
llenan m e d ia c a la b a z a g r a n d e de a g u a y en el fuego e c h a n
m u c h a s p i e d r a s de las q u e m á s f á c i l m e n t e ellos p u e d e n
encender, cuando ven que e s tá n ardiendo las cogen con unas
tenazas de palo y las echan en el agua que está en la calabaza,
h a s ta que la hacen hervir con el fuego que las piedras llevan.
Cuando ven que el agua hierve, echan en ella lo que tienen que
cocer y en todo este tiempo no hacen sino sacar unas piedras y
echar otras para que el agua hierva para cocer lo que quieren, y
de este modo lo cuecen K

1. Este m odo de cocinar se ex tien de h a sta la co sta californiana.


/
94
de las R ocosas y el M ar d el Sur

El río Colorado.

95
A C T V P A P E S

Q Completa el cuadro siguiente según el ejemplo.


palabra parte de la definición ejemplo
oración
sierras nombre cordillera de Los jinetes
montes y cabalgaban
peñascos por las sierras.
cortados
parientes

disgusto

alba

reverencia

crédito

pena

autoridad

saquear

Con estas sílabas puedes formar 7 palabras. Se encuentran en las


páginas 89 y 90.

tar tos ca
mo hu ce bo
sas dul tes gri
cho an de

96
A C T V P A P E S

^ ¿Serías capaz de contar en tu cuaderno de ejercicios cómo cuecen los


alimentos estos indios sin mirar lo que acabas de leer? ¿Por qué los
cuecen así? ¿Hasta dónde se extiende este modo de cocinar? A
continuación verifica tus respuestas.

Q El pronom bre rela tiv o , hace referen cia a otro que se llam a
antecedente, es invariable y puede ser sustituido por: el cual, la cual,
los cuales y las cuales, que concuerdan con el antecedente en género y
número. Sustituye en el párrafo siguiente «que» por la forma que
convenga.
1. La mezquiquez es una fruta, (que).......................cuando está en el
árbol es muy amarga.
2. Pasamos un río (que).......................nos daba con el agua en el pecho.
3. Tomamos camino por las sierras, (que).......................no estaban
lejos de la costa.
4. Llegamos a un pueblo en (que)..................... nos recibieron llorando
y con gran tristeza.
5. Atravesamos una sierra de siete leguas y tenía unas piedras (que)
..................... eran de residuos de hierro.
6. Yendo por nuestro camino, pasamos otro río (que).....................
venía del norte y hallamos mucha gente (que).......................salía a
recibirnos.

97
Pero, ¿quiénes eran
esos Conquistadores
Habernos muy poco acerca de la procedencia y la personalidad de
estos conquistadores, aventureros y exploradores, en total menos de
mil, que llegaron a conquistar un continente sobreponiéndose a
formidables dificultades. La mayoría de ellos procedían de la Corona
de Castilla, sobre todo de Andalucía y Extremadura.
Los primeros que llegaron al Nuevo Mundo eran hombres
jóvenes y solteros, casi todos tenían acum uladas
experiencias militares anteriores.
Procedían casi todos ellos de la pequeña nobleza rural y
de las clases inferiores.
Los hijos no primogénitos de las familias pertenecientes a
la alta y pequeña nobleza, que por el régim en de
primogenitura no podían acceder a la herencia, tenían un
fuerte aliciente en la em igración al N uevo M undo,
esperando encontrar la fortuna que les era negada en sus familias.
Los hidalgos, de familias nobles aunque pobres, se m ostraban
resueltos a probar su suerte al otro lado del océano.
El temperamento y rigor de estos hombres, dejó un rastro característico
en todo el proceso de la conquista. Llevaban con ellos todas las
costumbres, valores, pretensiones y convencionalismos de su patria.
Sobre todo eran soldados profesionales, entrenados para la guerra.
Tenían una manera de pensar y actuar enormemente legalista y
extendían siem pre docum entos, incluso en las ocasiones más
extravagantes, para especificar exactamente los derechos y deberes

98
de cada miembro de la expedición.
Las novelas de caballería habían alcanzado en esa época una
popularidad inmensa, el Amadís de Gaula fue la más conocida. Así
su imaginación se alimentaba de lo que habían leído antes de partir
para el Nuevo M undo y se inspiraban en ellas ante el m undo
fantástico que se abría frente a sus sorprendidos ojos.
Procedían de una sociedad impregnada A m a d í s t > e ^ 4 u l a *
de catolicism o y extrem adam ente
cándida respecto a la veracidad del
contenido de estas novelas, que
m odelaban la visión del m undo y los
principios de conducta de quienes las
leían o las escuchaban. Así, con la cabeza
llena de fantasías, estimulados por los
héroes de las novelas de caballerías, eran Xo0qmtro liíuosíJe
capaces de soportar toda clase de Bmaateí) gaula míe
sacrificios atravesando pantanos, ríos ü m c n t e m p 2 e ftb e ¡
7 b v*mltilI0r 12 ú d 0 9 ‘
caudalosos y selvas impenetrables.
Eran hom bres luchadores, decididos, I>ortada del Amadís de Gaula
(siglo XVI).
que despreciaban los peligros.
Originarios de la árida, mística y guerrera Castilla, su religiosidad les
proporcionaba una fe inquebrantable en la justicia de su causa y en
la certeza de su triunfo. Este fervor misionero fue suficiente para
darles una gran ventaja sobre los indios, que lucharon valientemente,
pero a quienes faltó el deseo de sobrevivir.
Aunque tenían una superioridad armamentística considerable frente
a los indios, es en sus características personales donde reside el
secreto de su éxito, quizá era la gran confianza que tenía en sí misma
la civilización de la que procedían.
CAPÍTULO 6

R e g r e so a casa

u ra n te este tiempo, Castillo vio al cuello de un (SET


indio una hebilleta de talabarte 1 de espada, y en
ella cosido un clavo de h errar. Se la to m ó y le
p regu ntó qué cosa era aquella, nos dijeron que
había venido del cielo. Le preguntamos más quién la había traído
de allá y nos respondieron que unos hombres que traían barbas
como nosotros habían venido del cielo y llegado a aquel río, y que
traían caballos, lanzas y espadas y que habían herido a dos de
ellos. Lo más disimuladamente que pudimos, preguntam os qué
se habían hecho aquellos hombres, y nos respondieron que se
habían ido a la mar, que metieron sus lanzas por debajo del agua,
y que ellos también se habían metido por debajo y que después
los vieron ir hacia la puesta del sol.
N osotros dimos m u c h as gracias a Dios n u e s tro Señor por

1. talabarte : p asad o r de cinturón.

100
R egreso a casa

aquello que oím os, p o rq u e e s t á b a m o s d e s c o n f ia d o s de oír


n o tic ia s de c ris tia n o s ; y po r o t r a p a r t e nos v im o s en g ra n
confusión y tristeza, creyendo que aquella gente no sería sino
algunos que habían venido por la m a r a descubrir; m ás al fin
como tuvimos noticias tan ciertas de ellos, apresuram os nuestro
cam ino, y sie m p re h a lláb a m o s m ás noticias de cristia nos, y
nosotros les decíamos que los íbamos a buscar para decirles que
no los m a ta sen ni to m a se n por esclavos, ni los sacasen de sus
tierras, ni les hiciesen daño ninguno, y de esto ellos se alegraban
mucho.
Anduvimos muchas tierras y todas las hallamos despobladas,
po rq u e los m o r a d o r e s a n d a b a n hu y e n d o por las sierras, sin
aventurarse a tener casas ni labrar, por miedo de los cristianos.
De esto tuvimos gran lástima, viendo la tierra muy fértil y muy
hermosa y muy llena de aguas y ríos ver los lugares desplobados
y quemados y la gente tan delgada, enferma, huida y escondida
t o d a í.
Todas e s ta s gen tes, p ara ser a tra íd a s a ser cristia nas y a
obediencia de la Imperial Majestad, han de ser llevados con buen
tratamiento.
Nos dijeron que la noche anterior, escondidos detrás de unos
árboles, habían visto a los cristianos cómo llevaban a muchos
indios en cadenas, y de esto se alteraron los que con nosotros
venían.
Al día siguiente, los que habíamos enviado como mensajeros

1. Ñuño de G uzm án em pleó gran crueldad con los indios.


Este territo rio recibió el nom bre de Nueva Galicia.

101
© Qftaufragios___________
¡r v y

nos guiaron donde habían visto los cristianos. Llegados a la hora


de v ís p e ra s, vim os c la r a m e n t e que h ab ía n dicho la ve rd a d .
Y supimos que la gente era de a caballo por las estacas 1 en las
que los caballos habían estado atados.
Por to da esta tierra donde alcanzan sierras, vimos grandes
m uestras de oro y alcohol 2, hierro, cobre y otros metales.
Los indios, ningún caso hacen de oro y plata, ni hallan que
pueda haber provecho de ello.
Después de haber visto vestigio claro de cristianos, dimos
muchas gracias a Dios nuestro Señor por querernos sacar de tan
triste y miserable cautiverio.
Otro día de m a ñ a n a alcancé cuatro cristianos de a caballo,
que r e c ib ie ro n g ran a lt e ra c ió n al v e r m e t a n e x t r a ñ a m e n t e
vestido y en compañía de indios.
E s t u v i e r o n m i r á n d o m e m u c h o e s p a c i o de t i e m p o , t a n
a tó n ito s 3, que ni me hablaban ni acertaban a preguntarm e nada.
Yo Ies dije que me llevasen a donde e s ta b a su capitán, y así
fuimos media legua de allí donde estaba Diego de Alcaraz, que
era el capitán. Después de haberle hablado, me dijo que estaba
muy perdido allí, porque hacía muchos días que no había podido
to m a r indios, y que no había por donde ir, ya que e ntre ellos
c o m en z ab a a hab er necesidad y ham bre. Yo le dije que a trá s
quedaban Dorantes y Castillo, que estaban a diez leguas de allí

1. estaca : palo afilado en un ex trem o p ara clavarlo.


2. alcohol : al antim onio y a la galena corriente, se le llam a alcohol de
alfareros porque se utilizaba p ara vidriar y b arn izar la alfarería corriente.
3. atónito : sorprendido, estu p efacto .

102
con m u c h a g e n te que nos hab ía traíd o , y él envió tr e s de a
caballo y cincuenta indios de los que ellos traían. El negro volvió
con ellos para guiarles. Yo quedé allí y pedí que me diesen por
testimonio el año, mes y día en que allí habían llegado, y así lo
hicieron.
De este río hasta el pueblo de los cristianos, que se llama San
Miguel, que es de la gobernación de la provincia que llaman de
Nueva Galicia 1f hay treinta leguas.
Cinco días después, llegaron Andrés D orantes y Alonso del
Castillo con los que habían ido por ellos. Traían consigo más de
seiscientas personas.
Hay m uestras grandes y señales de minas de oro y plata. La
g e n te es bien d ispu esta; sirven a los c ristia nos (los que son
amigos) de muy buena voluntad. Son muy dispuestos, es tierra a
la que ninguna cosa le falta para ser muy buena.
Después de recorrer veinticinco leguas más o menos, llegamos
a un pueblo de indios de paz, y el alcalde que nos llevaba nos dejó
allí, y él pasó ad e la n te o tra s tre s leguas, a un pueblo que se
llamaba Culiazán 2, donde se enco ntrab a Melchor Díaz, alcalde
mayor y capitán de aquella provincia.
Cuando el alcalde mayor fue avisado de nuestra llegada, lloró
mucho con nosotros, alabando a Nuestro Señor por haber usado
de ta n ta misericordia con nosotros, y nos habló y trató muy bien;

1. El territo rio de N ueva Galicia com prendía las tierras de M ichoacán,


Y canarit, Jalisco y Sinaloa. Al principio su capital fue C om postela, que
to d av ía subsiste. P osterio rm ente fue traslad ad a la capitalidad a
G uadalajara, fu n dada por Juan de O ñate en 1533.
2. Culiazán : Culiacán, p erten ecien te al estad o de Sinaloa.

103
2 su parte y de la del gobernador Ñuño de Guzmán.
Preguntados los indios a quién adoraban y hacían sacrificios,
a quién pedían el agua para sus maizales y la salud para ellos,
r e s p o n d i e r o n que a un h o m b r e que e s t a b a en el cielo. Les
preguntamos cómo se llamaba y dijeron que Aguar, y que creían
que él había creado el mundo y las cosas. Nosotros les dijimos
que aquel que ellos decían, nosotros le llamábamos Dios, y que
a s í le l l a m a s e n ello s, y le s i r v i e s e n y a d o r a s e n c o m o
m andábam os, y ellos se hallarían muy bien. Respondieron que
todo lo tenían muy bien entendido, y que así lo harían.
Esto pasó en presencia del escribano que allí tenían y de otros
muchos testigos.
Llegamos a México en domingo, un día antes de la víspera de
Santiago, donde fuimos muy bien tratados y recibidos con mucho
placer por el virrey y el Marqués del Valle !.
Nos dieron de vestir y nos ofrecieron todo lo que tenían, y el
día de Santiago hubo fiesta y juego de cañas y toros.
Después de haber descansado en México dos meses, yo me
quise venir a estos reinos y estando para em barcar en el mes de
Octubre, vino una to rm e nta que dio con el navio de través 2, y se
perdió. Visto esto, decidí dejar p a s a r el invierno, po rq u e en
aquellas partes es muy riguroso para navegar.
D espués de p a s a r el invierno, nos fuim os de México, por
Cuaresma, Andrés Dorantes y yo hacia Veracruz, con el fin de

1. H ernán C ortés.
2. de través : la g en te de la m ar llam a «dar con el navio de trav és» a tro p ez ar
por los co stad o s con una roca o co sta en que se vara; encallar.

104
em barcarnos, y allí estuvimos esperando h a sta el Domingo de
Ramos, en que nos embarcamos.
El diez de abril partimos del puerto tres navios y navegamos
juntos. Seguimos nuestro viaje y el cuatro de mayo llegamos al
puerto de la Habana, que se encuentra en la isla de Cuba, donde
estuvimos esperando a los otros dos navios hasta el dos de junio,
en q u e p a r t i m o s de allí c on m u c h o t e m o r de t o p a r 1 co n
franceses, que hacía pocos días habían to m ado allí tres navios
nuestros.
Al cabo de veintinueve días de nuestra partida de la Habana,
h ab íam os a n d ad o mil y cien leguas que dicen que hay de allí
hasta el pueblo de las Azores; y pasando otro día por la isla que
llaman del Cuervo, dimos con un navio de franceses a la hora de
m ediodía. Nos com en zó a seguir con una ca ra b e la que tra ía
to m ada de portugueses, y nos dieron caza. Aquella tarde vimos
otras nueve velas, y estaban tan lejos que no pudimos saber si
eran portugueses o de aquellos mismos que nos seguían. Cuando
anocheció, e s ta b a el fran cés a tiro de lo m bard a 2 de n u e stro
navio.
Desde que oscureció, hurtamos la d e r r o t a 3 por desviarnos de
él, y como iba tan cerca de nosotros, nos vio y echó el mismo
rumbo. Esto hicimos tres o cuatro veces y él nos habría podido
t o m a r si lo hubiese querido, pero lo d e ja b a p a r a la m a ñ a n a

1. topar : trop ezar, en con trar.


2. lombarda : cañón antiguo de gran calibre.
3. derrota : rum bo, ru ta.

105
Naufragios
siguiente.
Quiso Dios que cuando amaneció nos hallásemos el francés y
nosotros juntos y cercados de las nueve velas que he dicho haber
visto la t a r d e anterior, las cuales s a b íam o s p e rte n e c ía n a la
arm ada de Portugal, y di gracias a Dios por haberme escapado de
los trabajos de la tierra y los peligros de la mar.
El f r a n c é s c u a n d o se dio c u e n t a qu e e r a la a r m a d a de
P ortu gal, soltó la c a r a b e la que t r a í a t o m a d a , la cual v en ía
cargada de negros, para que creyésemos que eran portugueses y
la esperásemos. Cuando la soltó dijo al m aestre y al piloto que
é r a m o s f r a n c e s e s y de su C o m p añ ía . Diciendo es to , m e tió
sesenta remos en su navio, y así a remo y a vela se comenzó a ir,
y andaba tanto que no se puede creer.
Cuando supieron que éramos amigos, se hallaron burlados por
h a b é r s e l e s e s c a p a d o a q u e l c o r s a r i o d ic ie n d o que é r a m o s
franceses y de su Compañía, y así m and a ro n cuatro carabelas
tras él.
Llegado a nosotros el galeón, después de haberles saludado,
nos preguntó el capitán Diego de Silveira que de dónde veníamos
y qué mercadería traíamos y le respondimos que veníamos de la
Nueva España y que traíamos plata y oro.
Al poco tiempo regresaron las carabelas que habían seguido al
francés, porque les pareció que corría mucho y por no dejar la
a rm ada que iba en guarda de tres naos 1 que venían cargadas de
especiería.
Así llegamos a la isla Tercera, donde estuvim os reposando

1. nao : an tigu a em barcación d estin ad a al com ercio.

106
R egreso a casa

quince días, to m ando refresco y esperando otra nao que venía


cargada de la India, que era de la Compañía de las tres naos que
tr a ía la a r m a d a . Llegamos al p u e rto de Lisbona el nueve de
agosto, víspera del señor San Laurencio, en el año 1537.
Y porque es así la verdad, como arriba en esta Relación digo,
lo firmé de mi nombre, Cabeza de Vaca.
Ya que he hecho relación de todo lo mencionado en el viaje, y

B. Agnese Mapa del mundo (1542).

107
Q/taufrqgios
entrada y salida de la tierra, hasta volver a estos reinos, quiero
asimismo hacer memoria de lo que hicieron los navios y la gente
que en ellos quedó.
Quedaron en ellos hasta cien personas con pocos alimentos,
entre las que se encontraban diez mujeres casadas. Una de ellas
había predicho al gobernador muchas cosas que le iban a suceder
en el viaje. Le dijo cuando iba a entrar por tierra, que no entrase,
porque creía que ni él ni ninguno de los que con él iban saldrían
de ella, y que si alguno lo lograba sería por un gran milagro de
Dios. Decía que sa ld rían pocos o ninguno. El g o b e r n a d o r le
respondió que él y todos los que con él estaban iban a pelear y a
conquistar m uchas y muy extrañ as gentes y tierras, que tenía
por muy cierto que conquistándolas iban a morir muchos, pero
que los que quedasen serían afortunados y ricos. Le rogó que le
predijese más cosas ¿quién se las había dicho? Ella le respondió y
dijo que en Castilla, una m ora de Hornachos. Todo lo que nos
predijo antes de salir se había cumplido.
Durante aquel tiempo, dicen que aquellas personas que allí
estab an vieron muy claram ente como aquella mujer advirtió a
las otras, puesto que sus maridos entraban por la tierra adentro
y p o n ía n sus p e r s o n a s en t a n g r a n peligro, no h iciese n en
ninguna m anera cuenta de ellos, y que mirasen luego con quién
se habían de casar, porque ella así lo había de hacer, y así lo hizo.
Ella y las d e m á s se c a s a r o n y a m a n c e b a r o n 1 con los que
quedaron en los navios.
Después de partir de allí hicieron vela y siguieron su viaje. No

1. am ancebar : cohabitar, convivir.

108
hallaron puerto y regresaron, y cinco leguas más abajo de donde
habíamos desembarcado hallaron el puerto, que entraba siete u
o ch o le g u a s t i e r r a a d e n t r o , y e r a el m is m o qu e n o s o t r o s
habíamos descubierto *, donde hallamos las cajas de Castilla y
donde estaban los cuerpos de los hom bres muertos, los cuales
eran cristianos.
En este puerto anduvieron los tres navios y el otro que vino de
la Habana y el bergantín buscándonos cerca de un año, y como
no nos hallaron se fueron a Nueva España.
Ya que he dado relación de los navios estará bien que diga de
quiénes son y de qué lugar de estos reinos, aquellos que nuestro
Señor quiso que escapasen de estos trabajos.
El p r im e r o es Alonso del Castillo M aldo nado , n a t u r a l de
S a l a m a n c a , hijo del d o c t o r C a s tillo y de d o ñ a A l d o n z a
M a ld o n a d o . El s e g u n d o es A n d r é s D o r a n te s , hijo de Pablo
Dorantes, natural de Béjar y vecino de Gibraleón. El tercero es
Alvar Núñez Cabeza de Vaca, hijo de Francisco de Vera y nieto de
Pedro de Vera, el que ganó a Canaria, y su m adre se llamaba
doña Teresa Cabeza de Vaca, natural de Jerez de la Frontera. El
cuarto se llama Estebanico, es negro árabe, natural de Azamor.

DEO GRACIAS

1. Bahía de Tam pa, en Florida.

109
A C T V P A P E S

Q Completa el texto con las palabras del recuadro.

anocheció lejos saber cerca


seguir caza velas habíamos andado
al cabo de mañana querido rumbo
navio desde isla navio leguas

..................................... de veintinueve días de nuestra partida de la


Habana,.......................................mil y cien.......................................que dicen
que hay de allí hasta el pueblo de las Azores; y pasando otro día por la
..................................... que llaman del Cuervo, dimos con un
..................................... de franceses a la hora de mediodía. Nos comenzó
a ..................................... con una carabela que traía tomada de
portugueses, y nos dieron.........................................Aquella tarde vimos
otras nueve......................................, y estaban t a n ......................................,
que no pudimos..................................... si eran portugueses o de aquellos
mismos que nos seguían. Cuando.......................................estaba el
francés a tiro de lombarda de nuestro.......................................
..................................... que oscureció, hurtamos la derrota por
desviarnos de él, y como iba t a n .......................................de nosotros, nos
vio y echó el m ism o.........................................Esto hicimos tres o cuatro
veces y él nos habría podido tomar si lo hubiese......................................,
pero lo dejaba para l a ..................................... siguiente.

110
V P A P E S

0 Ahora que conoces bien al autor, com pleta su curriculum vitae.


Vuelve a leer la vida del autor al inicio del libro.
Nombre ..............................................................................................
JApeCCícCos..................................................................................................
Jecfia de nacimiento .............................................................................
Lugar cCe nacimiento ........................................................................
JsíacionaCicCacC..........................................................................................
Dirección.................................................................................................
listado civiC..............................................................................................
Aptitudes ...........................................................................................
Trofesión ............................................................................................
ReCigión..............................................................................................
Ocupación actuaC...................................................................................
Nombre de Ca empresa para Ca que trabaja....................................
Cargo que desempeña en Ca empresa..............................................
Experiencia p r e v ia ...............................................................................

Q Si tuvieras que describir al autor física y psicológicamente ¿qué dirías


acerca de él?

111
S o lu c io n e s

Capítulo 1 - Página 25
O Ib, 2a, 3c, 4d, 5f, 6e, 71, 8g, 9j, lOi, llh, 12k, 13m

Capítulo 2 - Página 44
ejército 2a, canoa la, balsa Ib, barca le, armada 2c, armador 2b,
provisión 3b, bastimento 3a, suministro 3c.

Página 46
Q bergantín c, carabela a, galeón b, galera d
0 IV, 2V, 3F, 4V, 5V, 6F, 7F, 8F

Capítulo 4 - Página 85
Q le, 2c, 3d, 41, 5a, 6b, 7j, 8i, 9k, lOf, llh, 12g
En 1527, durante los primeros años de la conquista española, Alvar
Núñez Cabeza de Vaca se em barca en la expedición de Pánfilo de
N arváez a F lorida. La e x p e d ic ió n n a u fra g a en las c o s ta s de
Louisiana. Alvar es hecho p rision ero y con vertido en esclavo.
Después de sufrir todo tipo de humillaciones es dejado en libertad.
F in alm en te, se reen cu en tra con cu atro com p añ eros y ju n to s
emprenden un viaje de cuatro años que culminará en lo que hoy es
el territorio de Sinaloa. Navegante y explorador, Cabeza de Vaca es
el primer hombre blanco y el primer español que atraviesa el sur de
o C

los actuales Estados Unidos. La realidad histórica descrita supera a


la más em ocionante fantasía de las novelas de aventuras.
Actividades específicas para el desarrollo de las cuatro destrezas
Dossier sobre Cristianos, Españoles, Frailes e Indios, Fray
Bartolomé de las Casas, los Conquistadores,... y otros.
Audio con retazos de la narración.

Nivel Primero ■ MCERLA1


Nivel Segundo ■ MCERL A2
Nivel Tercero ■ MCERL B1
Nivel Cuarto ■ MCERL B2

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