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Privación sensorial y procesos perceptivos

Los experimentos llevados a cabo evaluaron, en primer lugar, si estas condiciones alteraban los
procesos perceptivos. Concluyeron que sí, y de una forma muy notoria. Hay, sobre todo,
grandes trastornos visuales. El voluntario ve que objetos estáticos se mueven y que cambian
de tamaño y forma.

Llegan a ver que las paredes se mueven y que las mesas caminan. Hay también mayor
sensibilidad visual, pero después de varios días, los estímulos se perciben más lentamente.
Una línea recta llega a verse como una “S”. También se presentan otras alucinaciones.

Así mismo, se produce una desorientación generalizada en el tacto y la percepción del tiempo
y del espacio. En uno de los experimentos se demostró que los efectos del aislamiento social
son similares a los de la privación sensorial.

Efectos en el plano cognoscitivo

Muchos de los voluntarios señalaron que querían aprovechar el experimento para prensar en
problemas personales a los cuales no habían podido dedicarles tiempo. En un comienzo lo
hicieron, pero con el paso de las horas fue cada vez más difícil concentrarse en sus
pensamientos. Después de cierto tiempo, ni siquiera eran capaces de contar hasta 30.

Los investigadores comprobaron que la capacidad para memorizar y retener mejoró después
de los experimentos. Al mismo tiempo, disminuyeron las capacidades de abstraer, generalizar
y hacer razonamientos matemáticos.

De manera sorprendente, la capacidad de aprendizaje mejora en quienes están sometidos a


privación sensorial frente a quienes no sufren esta condición. Entre tanto, las capacidades
motoras disminuyen sensiblemente, especialmente tras 48 horas de no recibir estímulos.

Mujer confusa con las manos en la cara

Unas conclusiones interesantes

Para decirlo en términos simples, lo que comprobaron todos esos experimentos es que
mediante la privación sensorial es posible inducir a estados de pseudopsicosis. Esto es, una
psicosis temporal. Se dice que es “pseudo” porque una vez termina el experimento y la
persona retorna a su vida normal, también recupera todas sus funciones habituales.
Uno de los resultados más interesantes fue el de comprobar que mientras en las personas
llamadas “normales” se presentan alucinaciones durante la privación sensorial, en quienes
están diagnosticados de esquizofrenia dichas alucinaciones tienden a desaparecer.

De la misma manera se comprobó que la personalidad de cada individuo es determinante en la


forma como experimenta la privación sensorial. Todos los voluntarios hacen esfuerzos por
adaptarse a las condiciones, pero una buena parte de ellos tiende a recordar el pasado y entra
en depresión. Casi todos se vuelven mucho más sugestionables y esto lleva a que los efectos
de la tortura psicológica sean más profundos, igual que los de la terapia psicológica.

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