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Es el patrimonio de una
comunidad.
● Lengua materna
● Segunda lengua
No está
● Lengua natural ● Lenguaje oral.
Tipos categorizada
● Lengua construida ● Lenguaje escrito.
por tipos.
● Lengua viva
● Lengua muerta
Una
Una carta, un mensaje de conversación,
Lengua española, inglesa,
Ejemplos voz, un artículo científico, un discurso.
francesa, italiana, etc.
etc.
Novela: Narración en prosa, generalmente extensa, que cuenta una historia de ficción o con
un desarrollo más completo en cuanto al argumento y los personajes, que los relatos breves
o cuentos.
Cuento; Narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un
reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final
rápidos.
A LA DERIVA
(Cuentos de amor, de locura y de muerte, (1917)
El hombre echó una veloz ojeada a su pie, donde dos gotitas de sangre engrosaban
dificultosamente, y sacó el machete de la cintura. La víbora vio la amenaza, y hundió
más la cabeza en el centro mismo de su espiral; pero el machete cayó de lomo,
dislocándole las vértebras.
El hombre se bajó hasta la mordedura, quitó las gotitas de sangre, y durante un
instante contempló. Un dolor agudo nacía de los dos puntitos violetas, y comenzaba a
invadir todo el pie. Apresuradamente se ligó el tobillo con su pañuelo y siguió por la
picada hacia su rancho.
El dolor en el pie aumentaba, con sensación de tirante abultamiento, y de pronto
el hombre sintió dos o tres fulgurantes puntadas que como relámpagos habían
irradiado desde la herida hasta la mitad de la pantorrilla. Movía la pierna con
dificultad; una metálica sequedad de garganta, seguida de sed quemante, le arrancó un
nuevo juramento.
Llegó por fin al rancho, y se echó de brazos sobre la rueda de un trapiche. Los dos
puntitos violeta desaparecían ahora en la monstruosa hinchazón del pie entero. La piel
parecía adelgazada y a punto de ceder, de tensa. Quiso llamar a su mujer, y la voz se
quebró en un ronco arrastre de garganta reseca. La sed lo devoraba.
—¡Dorotea! —alcanzó a lanzar en un estertor—. ¡Dame caña!
Su mujer corrió con un vaso lleno, que el hombre sorbió en tres tragos. Pero no
había sentido gusto alguno.
—¡Te pedí caña, no agua! —rugió de nuevo. ¡Dame caña!
—¡Pero es caña, Paulino! —protestó la mujer espantada.
—¡No, me diste agua! ¡Quiero caña, te digo!
La mujer corrió otra vez, volviendo con la damajuana. El hombre tragó uno tras
otro dos vasos, pero no sintió nada en la garganta.
—Bueno; esto se pone feo —murmuró entonces, mirando su pie lívido y ya con
lustre gangrenoso. Sobre la honda ligadura del pañuelo, la carne desbordaba como una
monstruosa morcilla.
Los dolores fulgurantes se sucedían en continuos relampagueos, y llegaban ahora
a la ingle. La atroz sequedad de garganta que el aliento parecía caldear más,
aumentaba a la par. Cuando pretendió incorporarse, un fulminante vómito lo mantuvo
medio minuto con la frente apoyada en la rueda de palo.
Pero el hombre no quería morir, y descendiendo hasta la costa subió a su canoa.
Sentóse en la popa y comenzó a palear hasta el centro del Paraná. Allí la corriente del
río, que en las inmediaciones del Iguazú corre seis millas, lo llevaría antes de cinco
horas a Tacurú-Pucú.
El hombre, con sombría energía, pudo efectivamente llegar hasta el medio del río;
pero allí sus manos dormidas dejaron caer la pala en la canoa, y tras un nuevo vómito
—de sangre esta vez—dirigió una mirada al sol que ya trasponía el monte.
La pierna entera, hasta medio muslo, era ya un bloque deforme y durísimo que
reventaba la ropa. El hombre cortó la ligadura y abrió el pantalón con su cuchillo: el
bajo vientre desbordó hinchado, con grandes manchas lívidas y terriblemente
doloroso. El hombre pensó que no podría jamás llegar él solo a Tacurú-Pucú, y se
decidió a pedir ayuda a su compadre Alves, aunque hacía mucho tiempo que estaban
disgustados.
La corriente del río se precipitaba ahora hacia la costa brasileña, y el hombre
pudo fácilmente atracar. Se arrastró por la picada en cuesta arriba, pero a los veinte
metros, exhausto, quedó tendido de pecho.
—¡Alves! —gritó con cuanta fuerza pudo; y prestó oído en vano.
—¡Compadre Alves! ¡No me niegue este favor! —clamó de nuevo, alzando la
cabeza del suelo. En el silencio de la selva no se oyó un solo rumor. El hombre tuvo aún
valor para llegar hasta su canoa, y la corriente, cogiéndola de nuevo, la llevó
velozmente a la deriva.
El Paraná corre allí en el fondo de una inmensa hoya, cuyas paredes, altas de cien
metros, encajonan fúnebremente el río. Desde las orillas bordeadas de negros bloques
de basalto, asciende el bosque, negro también. Adelante, a los costados, detrás, la
eterna muralla lúgubre, en cuyo fondo el río arremolinado se precipita en incesantes
borbollones de agua fangosa. El paisaje es agresivo, y reina en él un silencio de muerte.
Al atardecer, sin embargo, su belleza sombría y calma cobra una majestad única.
El sol había caído ya cuando el hombre, semitendido en el fondo de la canoa, tuvo
un violento escalofrío. Y de pronto, con asombro, enderezó pesadamente la cabeza: se
sentía mejor. La pierna le dolía apenas, la sed disminuía, y su pecho, libre ya, se abría
en lenta inspiración.
El veneno comenzaba a irse, no había duda. Se hallaba casi bien, y aunque no
tenía fuerzas para mover la mano, contaba con la caída del rocío para reponerse del
todo. Calculó que antes de tres horas estaría en Tacurú-Pucú.
El bienestar avanzaba, y con él una somnolencia llena de recuerdos. No sentía ya
nada ni en la pierna ni en el vientre. ¿Viviría aún su compadre Gaona en Tacurú-Pucú?
Acaso viera también a su ex patrón mister Dougald, y al recibidor del obraje.
¿Llegaría pronto? El cielo, al poniente, se abría ahora en pantalla de oro, y el río
se había coloreado también. Desde la costa paraguaya, ya entenebrecida, el monte
dejaba caer sobre el río su frescura crepuscular, en penetrantes efluvios de azahar y
miel silvestre. Una pareja de guacamayos cruzó muy alto y en silencio hacia el
Paraguay.
Allá abajo, sobre el río de oro, la canoa derivaba velozmente, girando a ratos sobre
sí misma ante el borbollón de un remolino. El hombre que iba en ella se sentía cada vez
mejor, y pensaba entretanto en el tiempo justo que había pasado sin ver a su ex patrón
Dougald. ¿Tres años? Tal vez no, no tanto. ¿Dos años y nueve meses? Acaso. ¿Ocho
meses y medio? Eso sí, seguramente.
De pronto sintió que estaba helado hasta el pecho. ¿Qué sería? Y la respiración
también...
Al recibidor de maderas de mister Dougald, Lorenzo Cubilla, lo había conocido en
Puerto Esperanza un viernes santo... ¿Viernes? Sí, o jueves...
El hombre estiró lentamente los dedos
—Un jueves...
Y cesó de respirar.
Un mar de fueguitos
"Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta contó. Dijo que había contemplado desde arriba, la vida humana.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay
gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de
chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con
tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende".
y me quedo dormido
y terriblemente cansado
preguntando.
Yo estoy arruinado.
todo es pesadumbre.
Jaime Sabines
TEXTO DESCRIPTIVO
El texto descriptivo es un tipo de texto que se basa en la definición de algo, ya sea un
objeto, una persona, un animal, una situación o una descripción de otro tipo de texto.
En el texto descriptivo se pone especial énfasis en los detalles y en las definiciones.
Se trata de dar una visión de un objeto, una persona o un hecho lo más adecuada
posible a la realidad.
Los textos descriptivos no solo sirven para describir cosas “tangibles”, o aquello que
solo se puede ver y oír. Al contrario, un texto descriptivo puede servir para expresar
sentimientos. Por ejemplo, si escribiéramos un texto respondiendo a la cuestión
“¿Cómo me encuentro en estos momentos?”, la respuesta sería un texto descriptivo
analizando nuestra situación actual.
TEXTO ARGUMENTATIVO
El texto argumentativo se trata de un tipo de texto en el cual se defiende o se rechaza
una idea, proyecto o pensamiento en general. El objetivo es llegar a convencer a quien
lo lee de que los argumentos de quien escribe ese texto son los más válidos y que se
trata de quien tiene la razón al respecto.
Aquí hay mucha subjetividad a diferencia del anterior. Por ese motivo, este tipo de
textos están muy relacionados con la publicidad y con los artículos de opinión general,
porque tienen la intención de persuadir, convencer y aconsejar.
A diferencia del texto anterior, no cuenta con tantas estructuras sino que tiene una
introducción y cuerpo, en donde se detallan los argumentos del por qué se redacta ese
texto y por qué se está a favor o en contra de la idea, pensamiento o proyecto que se
explaya.
TEXTO EXPOSITIVO
Un texto expositivo podríamos decir que es aquel que se utiliza con el fin de aclarar o
presentar el significado de una palabra o de un texto en general. Tiene como fin el
hecho de informar de manera objetiva sobre algo sin que prevalezca el punto de vista
de quien lo está escribiendo.
Los textos expositivos suelen estar relacionados con los trabajos de investigación, las
tesis, monografías, artículos, conferencias o ensayos entre otros
simbólica, poco efectiva y más bien retórica con que enfrentamos la crisis
climática.
Era lo que había que haber hecho para no haber llegado donde hemos
llegado. Pero bueno, si nos tocó vivir de esta forma, y una pandemia
inusitada nos enseñó a vivir de una manera más humana y menos
artificial, pues mejor para las nuevas generaciones, que podrán aplicar
esta lección para diseñar el mundo que vendrá. No hay mal que por bien
no venga, escribió Benavente.