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Lengua Lenguaje Habla

Sistema de signos verbales, Capacidad para expresar


escritos y gestuales que usa pensamientos e ideas a Expresión
Definición un grupo para comunicarse. través del uso de signos individual de la
Incluye las normas verbales, escritos y lengua.
gramaticales. gestuales.

Es el patrimonio de una
comunidad.

Se expresa a través del Es concreta.


habla. Es un patrimonio
universal. Está sujeta
Es social. cambios
Requiere de la lengua y geográficos,
Está conformada por signos el habla para ser culturales,
Característic
que se organizan por reglas expresado. fìsicos y otros.
as
y convenciones.
Es una habilidad humana Se manifiesta
Cambia con el tiempo. innata. mediante la
palabra
Es intangible. Es intangible. hablada o
escrita.
Es arbitrario, pues
corresponde a acuerdos de
cada comunidad.

● Lengua materna
● Segunda lengua
No está
● Lengua natural ● Lenguaje oral.
Tipos categorizada
● Lengua construida ● Lenguaje escrito.
por tipos.
● Lengua viva
● Lengua muerta

Una
Una carta, un mensaje de conversación,
Lengua española, inglesa,
Ejemplos voz, un artículo científico, un discurso.
francesa, italiana, etc.
etc.
Novela: Narración en prosa, generalmente extensa, que cuenta una historia de ficción o con
un desarrollo más completo en cuanto al argumento y los personajes, que los relatos breves
o cuentos.

Cuento; Narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un
reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final
rápidos.

A LA DERIVA
(Cuentos de amor, de locura y de muerte, (1917)

El hombre pisó blanduzco, y en seguida sintió la mordedura en el pie. Saltó adelante, y


al volverse con un juramento vio una yararacusú que arrollada sobre sí misma esperaba otro
ataque.

El hombre echó una veloz ojeada a su pie, donde dos gotitas de sangre engrosaban
dificultosamente, y sacó el machete de la cintura. La víbora vio la amenaza, y hundió
más la cabeza en el centro mismo de su espiral; pero el machete cayó de lomo,
dislocándole las vértebras.
El hombre se bajó hasta la mordedura, quitó las gotitas de sangre, y durante un
instante contempló. Un dolor agudo nacía de los dos puntitos violetas, y comenzaba a
invadir todo el pie. Apresuradamente se ligó el tobillo con su pañuelo y siguió por la
picada hacia su rancho.
El dolor en el pie aumentaba, con sensación de tirante abultamiento, y de pronto
el hombre sintió dos o tres fulgurantes puntadas que como relámpagos habían
irradiado desde la herida hasta la mitad de la pantorrilla. Movía la pierna con
dificultad; una metálica sequedad de garganta, seguida de sed quemante, le arrancó un
nuevo juramento.
Llegó por fin al rancho, y se echó de brazos sobre la rueda de un trapiche. Los dos
puntitos violeta desaparecían ahora en la monstruosa hinchazón del pie entero. La piel
parecía adelgazada y a punto de ceder, de tensa. Quiso llamar a su mujer, y la voz se
quebró en un ronco arrastre de garganta reseca. La sed lo devoraba.
—¡Dorotea! —alcanzó a lanzar en un estertor—. ¡Dame caña!
Su mujer corrió con un vaso lleno, que el hombre sorbió en tres tragos. Pero no
había sentido gusto alguno.
—¡Te pedí caña, no agua! —rugió de nuevo. ¡Dame caña!
—¡Pero es caña, Paulino! —protestó la mujer espantada.
—¡No, me diste agua! ¡Quiero caña, te digo!
La mujer corrió otra vez, volviendo con la damajuana. El hombre tragó uno tras
otro dos vasos, pero no sintió nada en la garganta.
—Bueno; esto se pone feo —murmuró entonces, mirando su pie lívido y ya con
lustre gangrenoso. Sobre la honda ligadura del pañuelo, la carne desbordaba como una
monstruosa morcilla.
Los dolores fulgurantes se sucedían en continuos relampagueos, y llegaban ahora
a la ingle. La atroz sequedad de garganta que el aliento parecía caldear más,
aumentaba a la par. Cuando pretendió incorporarse, un fulminante vómito lo mantuvo
medio minuto con la frente apoyada en la rueda de palo.
Pero el hombre no quería morir, y descendiendo hasta la costa subió a su canoa.
Sentóse en la popa y comenzó a palear hasta el centro del Paraná. Allí la corriente del
río, que en las inmediaciones del Iguazú corre seis millas, lo llevaría antes de cinco
horas a Tacurú-Pucú.
El hombre, con sombría energía, pudo efectivamente llegar hasta el medio del río;
pero allí sus manos dormidas dejaron caer la pala en la canoa, y tras un nuevo vómito
—de sangre esta vez—dirigió una mirada al sol que ya trasponía el monte.
La pierna entera, hasta medio muslo, era ya un bloque deforme y durísimo que
reventaba la ropa. El hombre cortó la ligadura y abrió el pantalón con su cuchillo: el
bajo vientre desbordó hinchado, con grandes manchas lívidas y terriblemente
doloroso. El hombre pensó que no podría jamás llegar él solo a Tacurú-Pucú, y se
decidió a pedir ayuda a su compadre Alves, aunque hacía mucho tiempo que estaban
disgustados.
La corriente del río se precipitaba ahora hacia la costa brasileña, y el hombre
pudo fácilmente atracar. Se arrastró por la picada en cuesta arriba, pero a los veinte
metros, exhausto, quedó tendido de pecho.
—¡Alves! —gritó con cuanta fuerza pudo; y prestó oído en vano.
—¡Compadre Alves! ¡No me niegue este favor! —clamó de nuevo, alzando la
cabeza del suelo. En el silencio de la selva no se oyó un solo rumor. El hombre tuvo aún
valor para llegar hasta su canoa, y la corriente, cogiéndola de nuevo, la llevó
velozmente a la deriva.
El Paraná corre allí en el fondo de una inmensa hoya, cuyas paredes, altas de cien
metros, encajonan fúnebremente el río. Desde las orillas bordeadas de negros bloques
de basalto, asciende el bosque, negro también. Adelante, a los costados, detrás, la
eterna muralla lúgubre, en cuyo fondo el río arremolinado se precipita en incesantes
borbollones de agua fangosa. El paisaje es agresivo, y reina en él un silencio de muerte.
Al atardecer, sin embargo, su belleza sombría y calma cobra una majestad única.
El sol había caído ya cuando el hombre, semitendido en el fondo de la canoa, tuvo
un violento escalofrío. Y de pronto, con asombro, enderezó pesadamente la cabeza: se
sentía mejor. La pierna le dolía apenas, la sed disminuía, y su pecho, libre ya, se abría
en lenta inspiración.
El veneno comenzaba a irse, no había duda. Se hallaba casi bien, y aunque no
tenía fuerzas para mover la mano, contaba con la caída del rocío para reponerse del
todo. Calculó que antes de tres horas estaría en Tacurú-Pucú.
El bienestar avanzaba, y con él una somnolencia llena de recuerdos. No sentía ya
nada ni en la pierna ni en el vientre. ¿Viviría aún su compadre Gaona en Tacurú-Pucú?
Acaso viera también a su ex patrón mister Dougald, y al recibidor del obraje.
¿Llegaría pronto? El cielo, al poniente, se abría ahora en pantalla de oro, y el río
se había coloreado también. Desde la costa paraguaya, ya entenebrecida, el monte
dejaba caer sobre el río su frescura crepuscular, en penetrantes efluvios de azahar y
miel silvestre. Una pareja de guacamayos cruzó muy alto y en silencio hacia el
Paraguay.
Allá abajo, sobre el río de oro, la canoa derivaba velozmente, girando a ratos sobre
sí misma ante el borbollón de un remolino. El hombre que iba en ella se sentía cada vez
mejor, y pensaba entretanto en el tiempo justo que había pasado sin ver a su ex patrón
Dougald. ¿Tres años? Tal vez no, no tanto. ¿Dos años y nueve meses? Acaso. ¿Ocho
meses y medio? Eso sí, seguramente.
De pronto sintió que estaba helado hasta el pecho. ¿Qué sería? Y la respiración
también...
Al recibidor de maderas de mister Dougald, Lorenzo Cubilla, lo había conocido en
Puerto Esperanza un viernes santo... ¿Viernes? Sí, o jueves...
El hombre estiró lentamente los dedos
—Un jueves...
Y cesó de respirar.

Historia de la resurrección del papagayo ( de Eduardo Galeano)


Un poco de literatura de los que saben..

El papagayo cayó en la olla que humeaba. Se asomó, se mareó y cayó.


Cayó por curioso, y se ahogó en la sopa caliente.
La niña, que era su amiga, lloró.
La naranja se desnudó de su cáscara y se le
ofreció de consuelo.
El fuego que ardía bajo la olla se arrepintió y se apagó.
Del muro se desprendió una piedra.
El árbol, inclinado sobre el muro, se estremeció de pena,
y todas sus hojas se fueron al suelo.
Como todos los días llegó el viento a peinar el árbol frondoso,
y lo encontró pelado.
Cuando el viento supo lo que había ocurrido, perdió una ráfaga.
La ráfaga abrió la ventana, anduvo sin rumbo por el mundo
y se fue al cielo.
Cuando el cielo se enteró de la mala noticia, se puso pálido.
Y viendo al cielo blanco, el hombre se quedó sin palabras.

El alfarero de Ceará quiso saber. Por fin el hombre recuperó el habla,


y contó que el papagayo se había ahogado y la niña había llorado
y la naranja se había desnudado
y el fuego se había apagado
y el muro había perdido una piedra
y el árbol había perdido las hojas
y el viento había perdido una ráfaga
y la ventana se había abierto
y el cielo había quedado sin color
y el hombre sin palabras.
Entonces el alfarero reunió toda la tristeza. Y con esos materiales,
sus manos pudieron renacer al muerto.
El papagayo que brotó de la pena tuvo plumas rojas del fuego
y plumas azules del cielo
y plumas verdes de las hojas del árbol
y un pico duro de piedra y dorado de naranja
y tuvo palabras humanas para decir
y agua de lágrimas para beber y refrescarse
y tuvo una ventana abierta para escaparse
y voló en la ráfaga del viento.

Un mar de fueguitos

"Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.

A la vuelta contó. Dijo que había contemplado desde arriba, la vida humana.

Y dijo que somos un mar de fueguitos.

-El mundo es eso -reveló- un montón de gente, un mar de fueguitos.

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.

No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay
gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de
chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con
tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende".

La poesía es un género literario que se caracteriza por ser la más depurada


manifestación, por medio de la palabra, de los sentimientos, emociones y
reflexiones que puede expresar el ser humano en torno a la belleza, el amor, la
vida o la muerte. Como tal, puede estar compuesta tanto en verso como en prosa.

Si quisieras oír lo que me digo en la almohada


el rubor de tu rostro sería la recompensa

Son palabras tan íntimas como mi propia carne

que padece el dolor de tu implacable recuerdo


Te cuento ¿Sí? ¿No te vengarás un día? Me digo:

Besaría esa boca lentamente hasta volverla roja

Y en tu sexo el milagro de una mano que baja

en el momento más inesperado y como por azar

lo toca con ese fervor que inspira lo sagrado


No soy malvado Trato de enamorarte

Intento ser sincero con lo enfermo que estoy

y entrar en el maleficio de tu cuerpo

como un río que teme al mar pero siempre muere en él

Me doy cuenta de que me faltas

Me doy cuenta de que me faltas

y de que te busco entre las gentes, en el ruido,

pero todo es inútil.

Cuando me quedo solo

me quedo más solo

solo por todas partes y por ti y por mí.

No hago sino esperar.

Esperar todo el día hasta que no llegas.

Hasta que me duermo

y no estás y no has llegado

y me quedo dormido

y terriblemente cansado

preguntando.

Amor, todos los días.


Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta.

Puedes empezar a leer esto

y cuando llegues aquí empezar de nuevo.

Cierra estas palabras como un círculo,

como un aro, échalo a rodar, enciéndelo.

Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas,

en mi garganta como moscas en un frasco.

Yo estoy arruinado.

Estoy arruinado de mis huesos,

todo es pesadumbre.
Jaime Sabines

Primero está la soledad.


En las entrañas y en el centro del alma:
ésta es la esencia, el dato básico, la única certeza;
que solamente tu respiración te acompaña,
que siempre bailarás con tu sombra,
que esa tiniebla eres tú.
Tu corazón, ese fruto perplejo, no tiene que agriarse con tu sino
solitario;
déjalo esperar sin esperanza
que el amor es un regalo que algún día llega por sí solo.
Pero primero está la soledad,
y tú estás solo,
tú estás solo con tu pecado original -contigo mismo-.
Acaso una noche, a las nueve,
aparece el amor y todo estalla y algo se ilumina dentro de ti,
y te vuelves otro, menos amargo, más dichoso;
pero no olvides, especialmente entonces,
cuando llegue el amor y te calcine,
que primero y siempre está tu soledad
y luego nada
y después, si ha de llegar, está el amor.

Canción: Composición en verso, que se canta, o hecha a propósito para que se


pueda poner en música.
El Teatro es un género literario, ya sea en prosa o en verso, normalmente dialogado, pensado
para ser representado; las artes escénicas cubren todo lo relativo a la escritura de la obra
teatral, la interpretación, los vestuarios y escenarios, y la producción. En general, se entiende
por `drama' una historia que narra los acontecimientos vitales de una serie de personajes.

TEXTO DESCRIPTIVO
El texto descriptivo es un tipo de texto que se basa en la definición de algo, ya sea un
objeto, una persona, un animal, una situación o una descripción de otro tipo de texto.
En el texto descriptivo se pone especial énfasis en los detalles y en las definiciones.
Se trata de dar una visión de un objeto, una persona o un hecho lo más adecuada
posible a la realidad.

Los textos descriptivos no solo sirven para describir cosas “tangibles”, o aquello que
solo se puede ver y oír. Al contrario, un texto descriptivo puede servir para expresar
sentimientos. Por ejemplo, si escribiéramos un texto respondiendo a la cuestión
“¿Cómo me encuentro en estos momentos?”, la respuesta sería un texto descriptivo
analizando nuestra situación actual.

Para que un texto descriptivo tenga exactitud y veracidad es necesario realizar un


análisis profundo y no quedarse en la superficie. Por ejemplo, una descripción de un
bar podría ser que es pequeño, acogedor y con mesas de madera, pero una
descripción mucho más adecuada hablaría de su historia, sus menús, su situación, la
clientela, etc.

Se puede diferenciar entre el texto descriptivo técnico, mucho más centrado en la


exactitud de los datos, y texto descriptivo literario, en el que las descripciones suelen
ser mucho más “personales” y quedan a merced de la propia intención del autor. Ambas
facetas representan estilos de textos descriptivos totalmente opuestos.

TEXTO ARGUMENTATIVO
El texto argumentativo se trata de un tipo de texto en el cual se defiende o se rechaza
una idea, proyecto o pensamiento en general. El objetivo es llegar a convencer a quien
lo lee de que los argumentos de quien escribe ese texto son los más válidos y que se
trata de quien tiene la razón al respecto.

Aquí hay mucha subjetividad a diferencia del anterior. Por ese motivo, este tipo de
textos están muy relacionados con la publicidad y con los artículos de opinión general,
porque tienen la intención de persuadir, convencer y aconsejar.

A diferencia del texto anterior, no cuenta con tantas estructuras sino que tiene una
introducción y cuerpo, en donde se detallan los argumentos del por qué se redacta ese
texto y por qué se está a favor o en contra de la idea, pensamiento o proyecto que se
explaya.

TEXTO EXPOSITIVO
Un texto expositivo podríamos decir que es aquel que se utiliza con el fin de aclarar o
presentar el significado de una palabra o de un texto en general. Tiene como fin el
hecho de informar de manera objetiva sobre algo sin que prevalezca el punto de vista
de quien lo está escribiendo.

Existen distintos tipos de dificultades en lo que se refiere al texto expositivo:

● Texto expositivo divulgativo: se da cuando el tema que se toca es un tema de


interés general para el público, que no tiene información sobre el mismo. El
objetivo que se tiene es el de enseñar y el de ser un texto didáctico en general.
● Texto expositivo técnico o específico: En él se cuentan conocimientos más
especiales sobre un tema, porque se entienden que la persona que lo va a leer
ya cuenta con una información previa, por eso se dan el lujo de hacer uso de
palabras más técnicas o particulares.

Los textos expositivos suelen estar relacionados con los trabajos de investigación, las
tesis, monografías, artículos, conferencias o ensayos entre otros

El ensayo literario es un tipo de ensayo caracterizado por una redacción


subjetiva. En este, el autor expone sus argumentos acerca de una materia,
concediéndole mucha importancia al estilo. Aunque es un texto en prosa
claramente subjetivo, es también riguroso en su acercamiento al tema y tiene
información que ilustra la posición de quien escribe. No es solo un discurrir
de ideas personales acerca de algo, sino una exposición coherente de
argumentos, fuentes y citas.
Todos los ensayos suelen presentar una estructura bastante clara,
la cual se articula entorno a una introducción, un desarrollo y una
conclusión.
En la prensa escrita, tanto en la impresa como en la digital, una de las
secciones que aporta más prestigio al medio de comunicación es,
precisamente, la columna de opinión. Se denomina así porque se
presenta en forma de columna alargada y porque en ella el autor expresa
su punto de vista acerca de un tema de actualidad.

En el lenguaje periodístico, el autor de la columna es conocido también


como columnista.

Al contrario que otras secciones del periódico, en ésta aparece el


nombre del articulista y a veces una fotografía suya. Se trata de una
sección escrita por un redactor del medio, por un colaborador habitual o
por un escritor de renombre. La colaboración de un columnista reconocido
socialmente proporciona una mayor reputación al periódico.

Lección del coronavirus


La pandemia inusitada nos puede enseñar a vivir de una manera más
humana y menos artificial.
La respuesta que está ofreciendo el mundo frente al coronavirus ilustra la

manera de tratar una emergencia en serio, es decir: cuando la

consideramos una amenaza real. Pero este nivel de respuesta (adecuado,

responsable) también ilustra (por contraste) esa otra manera, algo

simbólica, poco efectiva y más bien retórica con que enfrentamos la crisis

climática.

La OMS ha declarado el nivel de pandemia, pero la emergencia climática


se justifica por una amenaza mucho mayor: la del antropoceno. Muchas
más personas mueren anualmente por olas de calor, inundaciones,
desastres o sequías, contaminación del aire de las grandes ciudades y
nuevas enfermedades asociadas al clima cambiante. Miles se han visto
obligadas a abandonar sus territorios debido a la crisis. Pero esto viene
sucediendo, más o menos en cámara lenta, desde hace algunos años.

El coronavirus, en cambio, es rápido. Bastan unas semanas para que se


vean los resultados. Hay unas fotos satelitales que muestran las zonas de
China donde la cuarentena ha convertido las ciudades en territorios
desolados. Pues bien, esas mismas fotografías dan cuenta de que allí han
disminuido las emisiones de carbono y también la contaminación del aire.
A la gente se la obliga a vivir de otra manera: trabajar desde sus casas y
bajarles a la productividad y el consumo, vertiginosos por cierto, en
China, Estados Unidos y Europa, especialmente. Entonces, uno se
pregunta si eso no era lo que había que hacer, en serio y a gran escala,
para detener la velocidad de la crisis climática. Y se plantea que si eso
ocurriera, entre 2020 y 2030, como consecuencia de haber aprendido del
coronavirus a manejar, en serio, una emergencia global, solo en China,
Estados Unidos y Europa, lograríamos reducir las emisiones de manera
tan significativa que la propia crisis climática encontraría, por fin, una
respuesta eficaz. Eso, bajarle a la voracidad del consumo, disminuir la
locura del crecimiento ilimitado, vivir de otra manera, es, en últimas, lo
que hay que hacer.

Era lo que había que haber hecho para no haber llegado donde hemos
llegado. Pero bueno, si nos tocó vivir de esta forma, y una pandemia
inusitada nos enseñó a vivir de una manera más humana y menos
artificial, pues mejor para las nuevas generaciones, que podrán aplicar
esta lección para diseñar el mundo que vendrá. No hay mal que por bien
no venga, escribió Benavente.

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