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costo alguno.
Perfecto para los amantes de Por Trece Razones y The List, Every Ugly
Word es una apasionante y emotiva historia sobre las devastadoras
consecuencias del bullying.
Para Alan.
Gracias.
Me indica que tome asiento, luego se deja caer en una desgastada silla
de piel, viéndose exactamente como debería un doctor: cabello grisáceo,
barba bien recortada y anteojos con armazón que sospecho que en realidad
no necesita.
—¿Cómo estás, Ashley? —Su voz es demasiado ruidosa para los débiles
tonos de la habitación: tonos cafés terrosos y esquinas sin filo. El callado
reloj haciendo tic tac en la esquina me dice que son las 9:34 de la mañana.
Eso me da cerca de cinco horas para probar que soy normal y salir de este
lugar de una vez por todas. Cinco horas hasta que su vida se vaya al infierno,
si no llego a tiempo a casa. Me enfoco en él, intentando sonreír. Ya ha sido
una mañana difícil, pero no puedo decirle eso, todavía no.
—¿Dolor? —Los ojos del doc se disparan hacia los míos. El benigno
desinterés era un acto. Me está midiendo.
Mis cicatrices físicas no son la razón por la que estoy aquí. Él no puede
arreglar esas. Pero puede ayudarme dejándome salir. Como encargado de
esta instalación, nadie se va sin su aprobación.
—Sí.
—Lo siento.
—Em… ¿no?
No ha alejado la mirada.
Su calma es exasperante.
No la tengo. Había esperado que esta sesión fuera como todas las otras,
una exploración superficial de mi pasado, preguntas condescendientes
acerca de mi mente, junto con cumplidos de auto felicitación cuando hago
un “logro”. Estaba preparada para hacer lo que fuera que tomara para salir
de aquí para las 2:30, pero no puedo mirar en ese espejo… no ahora.
—…si me dices todo. Sólo hay una ruta para conseguir mi firma en tus
papeles de alta, Ashley. Y es esta.
—Excelente.
Apareció hace cinco años, el mismo día que perdí todos mis amigos.
Había corrido a casa desde la escuela, negándome a llorar hasta estar a
solas. Cuando llegué a mi habitación, atrapé un vistazo de mi patético ser
en el espejo. Excepto, que no era sólo yo regresándome la mirada, Yo Mayor
estaba ahí, también.
Asintió.
—Claro.
Ya quisiera.
Se aclaró la garganta.
Ajá. Ya había escuchado eso antes. Qué curioso que eso no cambiaba
que ellas pensaran que yo era una total perdedora.
—No voy a hablar de esto ahora —le dije, recogiendo mi bolso y dejando
caer mi teléfono dentro—. Esta noche se supone que sea divertida.
Esta noche se supone que sea más que divertida. Esta noche se supone
que sea épica. El principio de todo finalmente yendo bien. Un día miraría
hacia atrás y diría: Ahí. Ahí fue donde comenzó. Porque no me había sentido
de este modo por ningún chico jamás, ni siquiera por Dex, el chico con el
que había salido el año pasado. Más o menos.
—¿Qué pasó?
—Sabía que se enojaría. Pero pensé que estaba bajo control. Pensé que
le había mostrado que ya no podía golpearnos. —Un temblor estremeció el
largo de la silueta de Matt de 1.88 centímetros.
—Cuéntame.
Estuve allí cuando el señor Gray le dijo a Matt lo que había hecho.
Había visto tensarse la mandíbula de Matt y sus ojos lanzar chispas, a pesar
de que todo lo que había dicho fue: Sí, señor.
Más tarde, Yo Mayor me dijo que le pidiera a Matt hablarlo todo cuando
las cosas iban mal, para que no se exaltara así.
O peor.
—Él se enojó —dijo Matt. Me estaba apretando la mano con tanta fuerza
que las puntas de sus dedos se habían vuelto blancas—. Mamá trató de
conseguir que se calmara. Pero se volvió loco. La empujó contra una pared
tratando de llegar a mí. Tenía que… —Tragó—. Le di un puñetazo. Lo tiré al
suelo. —Giró su mano derecha. Dos de sus nudillos estaban divididos, la
piel hinchada y roja—. Cuando se levantó… Ash, nunca lo he visto así antes.
Sólo gritó y vino hacia mí. —Se detuvo, su rostro pálido.
Me quedé boquiabierta.
—Matt…
Lo miré. Matthew Thomas Gray era mi mejor amigo y el chico más lindo
que conocía.
—¡No!
—¡Eso es lo que dijiste la última vez! —Mi voz saltó una octava.
—Bueno, esta vez estoy en lo cierto. —Agarró su billetera y la metió en
el bolsillo trasero de sus vaqueros. Comprobó su teléfono, luego lo puso en
el otro bolsillo.
No me moví.
—Déjalo ir. —Las palabras fueron un susurro, flotando fuera del espejo
detrás de Matt. Eché un vistazo a la superficie brillante, pero de este ángulo
sólo podía ver cabello de color cobre, un tono más oscuro que el mío—.
Difícilmente es la noche en la que deseas declararte de todos modos.
—Bien. Vámonos.
Me detuve.
—¿Qué?
—Lo olvidé. Necesito hablar contigo —dijo. Se pasó las palmas de sus
manos por sus muslos.
Estaba nervioso.
A pesar de todo, esperanza se alzó en mi pecho.
—Mira, Ash, lo siento mucho acerca de esto. La cosa con papá sólo sacó
mi cabeza del juego y… normalmente no lo haría de esta manera. ¿Está
bien?
—Está bien —le dije en voz baja, poniendo una mano en su brazo—. Lo
que sea que es… soy yo.
—Bueno, mientras estuve allí, tuvimos que hacer esta tarea y todos
fuimos emparejados. La única otra persona de nuestra escuela era Karyn.
Así que ella y yo trabajamos juntos.
Me congelé.
—Le conté que eras mi mejor amiga —dijo Matt apresurado—. Que
nunca saldría con alguien que te hace daño. Pero dijo que no tiene un
problema contigo. Dijo que se siente muy mal por cómo han sido las cosas
entre las dos. Que comenzó porque pensó que a ti no te agradaba ella.
Pero la respuesta era obvia: Él era un chico. Todo lo que veía era su
cabello platinado y reflejos azul claro. Y sus hoyuelos: todo el mundo amaba
esos estúpidos hoyuelos.
—¿Karyn? —le dice a su dedo pulgar—. ¿La misma Karyn que estuvo
involucrada en el... incidente?
Confianza.
—Había sido amiga de toda esa gente por años, Finn y Brooke estaban
en la escuela primaria conmigo y Matt. Pero en el octavo grado Matt fue
sacado a su escuela de lujo y yo estaba sola con el resto de ellos. Me harté
de los juegos. Enferma de la sensación como si estuviera siempre al borde
de estar fuera. Quería impresionar a las chicas. Pensé que tal vez ellas me
harían una parte real de su círculo si lo hiciera. Así que les dije una mentira
estúpida.
Pausa.
—Les dije que dormía con Finn. Él estaba saliendo con Brooke en ese
momento, pero siempre estaban peleando.
—Debido a que tenía trece años y era estúpida. En aquel entonces todo
el mundo tenía una especie de temor de las niñas que dormían con los
chicos. Pensé que ellos creerían que yo era mayor y genial, y entonces todo
se fue al diablo. Sin embargo, ellos nunca lo dejaron pasar. Nunca. Desde
ese día, yo era una maldita zorra.
Me retuerzo.
—Le preguntó a Finn lo que pasó y Finn le dijo que hablara conmigo.
Le dije a Matt que era sólo una pelea y se olvidara de eso. Y lo hizo.
Oh, por favor. Miro hacia arriba para que pueda ver que lo digo en serio.
—Me sentí aliviada de que Matt seguía siendo mi amigo ya que había
perdido a todos los demás.
—Ah —dice doc, con esa exasperante manera de dar la razón que los
loqueros utilizan.
—Tal vez. —Me encojo de hombros, tirando otro hilo suelto de mi puño.
De repente todo el dobladillo se deshace.
•••
Llevé a Matt al baile en silencio. Todo el auto se llenó del olor de su
loción de afeitar, un aroma fresca a pino, que normalmente me daba ganas
de hacer nada más que cerrar los ojos e inhalar. En su lugar, apreté los
dientes y esperé calmarme.
No era sólo el hecho de que Matt tenía una novia, siempre estaba
saliendo con alguien. Pero por lo general lo vería venir. Él me preguntaría
sobre una chica. Averiguar si sabía algo de ella. Iba a reunir el valor para
invitarla a salir, entonces yo le ayudaría a planificar su primera cita para
que pudiera impresionarla. Lo escucharía hablar efusivamente sobre ella
durante un par de semanas. Entonces algo cambiaría. Dejaría de hablar
mucho de ella. Pasaría más tiempo conmigo. Empezaría a quejarse acerca
de que cualquier cosa que ella estaba haciendo lo irritaba…
Era un ciclo que habíamos estado repitiendo desde el primer año. Pero
ahora se había roto. Él no había dicho nada. Escondiéndola por completo.
Entonces, ¿qué era diferente? ¿Era más serio esta vez? ¿Acerca de Karyn?
—¿Ash? ¿Vienes?
Karyn.
Matt sonrió.
—Hola.
Quedaste atrapado por tu padre abusivo, Matt. Dile eso. Oh, espera…
hacerme cargo de ti y luego observarte enamorarte de alguien más es mi
trabajo.
Todo bien.
Una ola de pánico viajó por mi columna. Todo estará bien, me dije. Tan
pronto como Matt y Karyn tuvieran la atención de todos los demás, lo que
tomaría completos cinco segundos, me deslizaría por la puerta trasera del
gimnasio. Matt podía conseguir un aventón a casa de su nueva novia.
—¡Y veo que trajeron a su cachorrita! —Eli sacó el cabello de sus ojos
y me palmeó en el hombro. Todo el círculo se rió.
Al carajo con esto. Ignorando las voces susurrantes de las chicas y las
risitas, me di la vuelta sobre mis talones y me empujé a través de la multitud
de los de primer año que miraban boquiabiertos a Matt y Karyn. Estuve
fuera de las puertas de entrada y casi en mi auto cuanto noté a Finn Patton
inclinado contra la valla del estacionamiento con varios amigos, chupando
discretamente de una botella.
—¿Qué, se quedaron sin comida para perro en casa? Estoy seguro que
vi un par de bísquets por aquí en algún lugar.
¿En serio?
—¿Cómo?
Resoplo.
—¿Lo hace?
Asiente.
Se sienta en su silla.
Bufo.
—Haga su elección.
Eso es fácil.
•••
Cuando caminé por la puerta a casa, todavía tensa de los eventos en el
baile, ya estaba componiendo un bosquejo en mi cabeza. Nada para mi libro
de clases, sino más bien para mi colección personal. Uno en el cual una
caricatura de Karyn se embarazaba y engañaba a un Matt que huía,
mientras ella le rogaba una mirada a sus hoyuelos. Estaba debatiéndome si
el Matt de caricatura debería demandar una prueba de paternidad o llorar,
cuando caminé hacia la cocina y me encontré a mi madre en su albornoz,
sentada a la mesa. Eso era raro. Mamá era propietaria de una tienda de
flores, lo que significaba que dejaba la casa cada mañana antes de las cinco
para ir a los mercados. Incluso en las raras ocasiones en las que salía, mamá
usualmente estaba en la cama a las ocho.
Estaba sentada rígida, su cabello casi negro en una lisa cola de cabello.
Se había sacado los lentes de contacto, así que sus lentes estaban colocados
al final de su nariz. Miraba por sobre ellos a su teléfono, frunciendo el ceño.
Fruncí el ceño.
—¿A tu número?
Mamá suspiró.
—“ODM1. Eres tan gorda y estúpida. Para de lanzarte sobre los chicos.
Todo el mundo te odia. ¿Por qué no sólo te mueres?”
—Mamá…
—Sí.
—¿Entonces por qué haces que estos chicos sientan que pueden hacer
esto? ¿Por qué no estás sobre el teléfono regresándoles lo que te dijeron? —
Señaló el teléfono y mi mandíbula cayó.
—¿Crees qué debería mandar mensajes insultantes a mis compañeros?
—A menos que quieras que ellos sigan haciendo esto. —Su expresión
no cambió.
La miré, incrédula.
—¡Ashley, no he terminado!
—Bueno, yo sí.
Después respira.
Sacudo mi cabeza.
—Un par de días después, dejó una nueva tarjeta para mi móvil con
una nota diciéndome que cambiara el número y no se lo diera a nadie
excepto a Matt.
—¿Lo hiciste?
—No. Era sólo otra manera para que la gente se burlara de mí, así que
dejé de utilizarlo por completo. Cerré todas mis cuentas de Internet,
también.
Sin importar el qué. ¿Lo dice en serio? Nadie me ha dicho esto antes.
•••
Después de hacer una bola mi dibujo de Matt, había planeado
cambiarme y simplemente ir a la cama. Pero cuando me aparté de mi libro
de bocetos, encontré a Yo Mayor en el espejo de cuerpo entero de la puerta
de mi armario. Vestía una pesada sudadera verde, abrochada hasta la
barbilla.
Me miró.
Parpadeó.
—No era…
—Pensaba que tal vez. —Frunció el ceño—. Pero las cosas… las cosas
son un poco diferentes para ti, así que no estaba segura…
—Ashley…
Se encogió de hombros.
—¿Y?
Parpadeó.
No por primera vez, desee que pudiera alcanzarla a través del estúpido
espejo y sacudirla.
—Claro.
—Lo sé. Lo hago. Pero tienes que continuar. Simplemente tienes que
hacerlo. Si pasas a través de esto, se los mostrarás. Les mostrarás que no
te merecías esto.
—Piensas que la forma en que esta gente te habla es el fin del mundo.
Pero te puedo decir, que no es lo que te pasa en la vida lo que te destroza.
Es lo que haces al respecto.
—¡Pero todo el resto del mundo piensa que soy yo! Incluso si me creyera
lo que dices, no cambiaría lo que ellos piensan.
—Mira, no hay nada que pueda decir que hará que esto sea más fácil.
—Pasó una mano por su cabello y pareció tan cansada como yo—.
Simplemente tienes que seguir. Porque… porque si tú crees que el problema
es suyo, no acabarás como yo, o mamá. Serás mejor. Más fuerte.
—No lo sé… —Me estaba diciendo que luchara. Y estaba tan cansada
de luchar.
La miré.
—¿En serio? Tú eres la que se supone que tiene todas las respuestas.
Tragué duramente.
—¿Podrías escuchar, por una vez? ¡Por favor! —Tomó una lenta
respiración. Cuando volvió a hablar su voz era más suave—. De alguna
manera… de alguna manera estoy aquí. Y aunque no lo parezca, estoy
ayudando. Por lo que sé, es mi trabajo evitar que cometas los errores que yo
cometí. Todo lo que te digo, o no te digo, es para ayudarte a tomar mejores
decisiones de las que yo tomé a tu edad. —Se detuvo, mordiendo su labio—
. Cuando estés en mi situación, podrás tomar diferentes decisiones, si
quieres. Pero estoy haciendo lo mejor que puedo.
Odiaba esos recordatorios de que una vez había estado en este lado del
espejo. Ella sólo lo había admitido una vez anteriormente, que había tenido
una Yo Mayor cuando era una adolescente, también. Pero era reacia a
hablar sobre mi futuro, directamente rechazaba hablar sobre su propio
pasado. Aun con lo mucho que quería saber todo, parte de mí lo entendía.
Odiaría ser ella, teniendo que volver a contar… a revivir… los momentos más
humillantes de mi vida. Pero lo haría. Sabía que si algún día estaba en ese
lado del espejo, le contaría todo a mí yo más joven. Le advertiría acerca de
todo.
—Lo siento, Ashley. Vamos a tener que terminar esto más tarde.
Un momento después, el único reflejo en el espejo era el mío.
Traducido por Selene y AnnaTheBrave
Finalmente me mira.
Por fin está hablando de ello. De ella. Si tan sólo pudiera entender a
dónde quiere llegar con esto.
Resoplo.
—¿Qu… qué?
—Um… no. Pero no siempre era honesta con los demás, por aquel
entonces. Había cosas que no quería compartir.
—¿Como qué?
—¿No quieres hablar de las cosas que te causan problemas? ¿Por qué
no?
Me esfuerzo para no rodar mis ojos, en vez de eso con un dedo saco un
hilito del brazo de la silla.
—La única persona con la que podía abrirme fue Matt. Si lo hubiera
hecho, él habría tratado de arreglarme.
•••
El lunes por la mañana esperé hasta el último segundo para salir de
mi casa, con la esperanza de que Matt me recogiera. No tenía ni idea de si
había intentado llamar, porque destrocé mi teléfono. Desde luego, no había
llamado a mi casa. Estaba lloviendo, pero mamá estaba durmiendo porque
era su día libre, y terminé llegando quince minutos tarde a la escuela bajo
una llovizna constante, maldiciendo porque mi cabello no era capaz de
decidir si era liso o no.
Para cuando crucé las puertas, no era la única que se veía como un
desastre. El pasillo principal estaba lleno de vapor y humedad. Había
huellas de agua y tierra en el piso, y el cabello de todos mojado por la lluvia
helada brillaba bajo las luces fluorescentes.
—¡No!
Alguien había dibujado dos figuras con líneas rectas. A juzgar por el
cabello corto y la falta de cualquier característica distinguible, la primera
figura sentada en una silla era un hombre. El nombre del Sr.
Henderson estaba escrito sobre ella.
•••
Se corrió la voz rápidamente. Un par de condones aterrizaron sobre mi
escritorio durante el tercer período, acompañados de risas y notas como
“Tarea traviesa”. No les hice caso, y esperé para salir al final de la sala de
clases. No tenía sentido recibir más humillaciones. Una vez que los pasillos
estuvieron en silencio, entré en mi aislamiento virtual y me refugié en mi
creatividad. Cuando finalmente llegué a la sala de arte, la señora Driley me
dio una mirada significativa, pero no dijo nada. Estaba dando una clase. Su
favorita.
Matt alzó las cejas cuando me dejé caer en el asiento junto a él.
Evitando su mirada, saqué mi cuaderno y mis lápices, apoyé la cabeza en
una mano, y empecé a garabatear. En medio minuto, una figura encorvada
con una sonrisa maliciosa cobró vida sobre el papel.
—¿Quién es?
Solo asentí.
—Estábamos sólo…
La semana pasada, pasar todos los sábados con Matt habría sonado
como el paraíso. Ahora se sentía como caminar hacia la horca. Pero aunque
retrocediera ante ese pensamiento, sabía que si lograba entrar en la escuela
de arte —en cualquier escuela de arte— sería libre. No tenía que ser la mejor
escuela si eso significaba que podría salir de este agujero.
—¿Estás bien?
ASHLEY WATSON
-Naturaleza muerta.
-Autorretrato.
Sí.
—No. Sólo estoy tratando de averiguar qué pintura debo hacer a
continuación.
—¿Qué?
Sacudió la cabeza.
—Creo que eso es lo más estúpido que has dicho alguna vez —dije,
poniendo los lápices de nuevo en la cartuchera.
—No va a funcionar.
—Claro que funcionará —dijo con esperanza, ambos ya de pie—. Finn
hará una fiesta en su casa el viernes. Deberías venir.
—¿Y qué?
Tomé mi libro y lo arrojé sobre mi bolsa, incapaz de creer que fuera tan
idiota.
—Le dices a tus amigos que hablen conmigo, y mientras estés allí lo
harán. Pero en cuanto te des la vuelta, van a estar rodando los ojos, a mí y
a ti.
—Bueno, está claro que he juzgado mal la situación. Creo que debería
pensar en ello, entonces —dije mordazmente.
—Ash, por favor. Creo… las cosas con Karyn van muy bien. Sería
increíble si todos pudiéramos pasar el rato. Y los otros chicos están con
nosotros todo el tiempo. Así que, inténtalo. ¿Por mí?
Su cara estaba tan cerca que pude haber besado sus labios suaves,
anchos y pasar mis manos por su cabello. En su lugar, vi a Karyn hacer
esas cosas y a Matt, con los ojos cerrados y sonriendo encantado de que ella
lo hiciera.
—No.
Traducido por HeythereDelilah1007
—¿Cómo es eso?
Correcto.
—Una cosa era que Matt pasara el tiempo conmigo por su cuenta —le
explico—. Llevarme dentro del grupo fue una completa equivocación.
—Solo confíe en mí —digo en voz baja—. Al final, aprendí que era mejor
proteger a la gente que me rodeaba de cualquier tormenta en la que yo
estuviera. Los estudiantes de preparatoria realmente no aprecian ser
arrastrados a la lepra social por pedirte prestado un lápiz. Y cuando llega la
hora de la verdad, la mayoría de los chicos te van a dar la espalda para
salvarse a sí mismos.
—En vez de eso planeé quedarme con un perfil bajo. Evitar a esas
personas todo lo posible.
Dejo caer mi cabeza hacia atrás y miro fijamente a los azulejos del
techo.
—No.
•••
Pensé que Matt olvidaría la conversación sobre volverme cercana a sus
amigos, pero me equivoqué. Me acosó toda la semana pidiéndome que lo
acompañara a él y a Karyn a la habitación de descanso. Para el viernes,
estaba a punto de ponerme a gritar. Así que en el descanso de esa mañana,
en vez de dirigirme a mi casillero y a la discusión inevitable con él, di la
vuelta por el corredor y empujé la puerta del patio trasero.
Más risitas.
—Shhhhhh…
Era Finn.
—Tú, estúpida p…
Mi corazón martilló contra mis costillas, pero había una calma que vino
con la seguridad de que, por primera vez, yo estaba ganando.
—Suel.ta.me.
Pero luego, las esquinas de los labios de Finn se torcieron hacia arriba.
Sus hombros se relajaron, y sus dedos dejaron ir mi brazo.
—Adelante, hazlo.
Sonreí.
—Lo haré.
Era mi caligrafía.
Él chasqueó la lengua.
Miré hacia ella. Tenía el rostro pálido, pero el fantasma de una sonrisa
jugaba en sus labios.
—Sabes, es divertido. Pensé en solo mandarla por e-mail, para que así
todo el mundo supiera lo enferma que estabas de la cabeza. Me alegra
haberla guardado para los tiempos difíciles. —Finn caminó directo hacia mí
entonces, se inclinó para que así pudiera oler la hierbabuena en su aliento—
. Tu cara fea y tú ya arruinaron mi vida una vez. No voy a dejar que lo hagas
otra vez. Dile una palabra a Matt, y él va a encontrar esto en su casillero.
Parpadeé.
—Supongo que ese es un riesgo que vas a tener que tomar —chasqueó.
Sentí como si me rompieran en dos. Matt tenía que saber sobre esto.
Pero si esa carta salía a la luz, mi vida estaba acabada.
—No.
Como sea.
•••
Me las arreglé para evitar a Matt en arte ese día, pero me siguió a mi
casillero en el receso. Me tensé, preocupada de que la verdad se me notara
en la cara. Me había pasado lo que quedaba de nuestro receso en un
cubículo para minusválidos en el baño, llamando a Yo Mayor, desesperada
por preguntarle qué debería hacer. Pero nunca llegó.
—¡Aquí están! —gritó—. ¿De qué hablan? —Su voz era alegre, pero me
echaba miradas recelosas.
—Hola, nena. —El tono gentil de Matt, combinado con la forma en que
la abrazó, le aseguró que yo no le había contado. Su rostro se iluminó y Matt
tomó su mano cuando comenzamos a caminar por el pasillo. Se aferró de su
mano como si fuera un salvavidas—. Ashley empezará a ir con nosotros a la
sala de juegos —le dijo, como si ella fuera a alegrarse por esto.
—Bueno, tal vez vaya a intentarlo. —Le eché una mirada a Karyn—.
Una vez.
—¿Sí? ¡Genial!. —Matt chocó los cinco conmigo. Karyn se tensó y tuvo
que poner buena cara cuando él se volvió a mirarla—. ¿Qué te hizo cambiar
de parecer?
Me encogí de hombros.
Y yo a ella.
—Tengo que contestar —dijo, sin sonreír. Noté que no le dijo a Karyn
quién era—. Ustedes entren. Voy en un segundo.
—¿Y bien? ¿Vas a entrar? —Su media sonrisa me dijo que no creía que
fuera a hacerlo sin Matt. Y definitivamente no quería. Sin embargo, la
pequeña plática con Karyn me había dejado con ganas de más tortura. Tal
vez también tendría oportunidad de asustar a Finn.
—Después de ti —dije.
—Oh no, insisto. —Se hizo a un lado para dejarme el camino libre hacia
la puerta y se cruzó de brazos.
—…y luego dijo, ¡no me lo vas a creer!, ¡dijo que yo era la que necesitaba
estar a dieta!
—¿En casa de Finn? —dije, mi voz se hacía más aguda. Matt asintió—
. No creo…
—Sí, Ashley —dijo Karyn, apretando los dientes—. Claro que deberías
venir.
Matt sonrió.
—Lo siento —canturreó sin mirar atrás. Matt y Karyn se fueron juntos,
de la mano. Finn los seguía detrás. Dejé que pasaran Eli y Cam, luego me
puse mi mochila sobre el hombro y me preparé para entrar al caos del
pasillo.
La voz fue tan inesperada que al principio pensé que alguien más
estaba en la habitación conmigo. Pero cuando me giré, vi a Yo Mayor en el
espejo detrás del sillón, mirándome como si hubiese decidido encurtir niños.
Su rostro estaba pálido, y tenía ojeras.
Ella tenía razón. Era todo un riesgo. Esto podría terminar muy, muy
mal.
Obvio.
—Tenía que recuperar la carta. No podía dejar que Finn la usara para
poner a Matt en mi contra.
Me burlé.
—Interesante.
Me siento, en silencio.
•••
Finn vivía justo fuera de la ciudad, en una imponente estructura de
piedra con aleros puntiagudos que siempre me habían hecho sentir pequeña
y desarreglada. Foquitos de colores salpicaban la oscuridad, entrelazados a
través de árboles y arbustos delineando la casa. La puerta principal estaba
totalmente abierta, y el golpeteo del bajo y el barboteo de voces iban a la
deriva por la luz grisácea del anochecer.
—Matt, ¡tienes que venir a ver esto! —gritó Eli, que usaba su collar de
la suerte sobre una camiseta gris. Les señaló la sala a Matt y Karyn con un
ademán, donde la música retumbaba y varios compañeros de equipo de Matt
estaban de pie apiñados alrededor de un teléfono, sin duda viendo a alguien
haciendo el tonto en YouTube. Enfrente de la sala de estar había una cocina
estilo rústico, donde Finn estaba parado jugando con un barril de cerveza.
Layla Jameson y Caitlin Grace estaban paradas a ambos lados de él, con
vasos de chupito en mano, tocando sus brazos y riendo de todo lo que decía.
Quería decirle que se guardara sus ideas, pero de repente Sam estuvo
enfrente de mí otra vez, con un vaso rojo en cada mano.
—Me vendría bien una de esas. ¿Quieres una bebida, Matt? —dijo
Karyn, saliendo de su agarre.
—Puede que quieras que vean eso —dijo Finn, arrastrando las
palabras—. O no. Tal vez esta noche serás más popular de lo que creías.
—Dímelo tú.
—No puedo.
Su ceño se profundizó.
No había nadie en el pasillo fuera del baño. Música y voces flotaban por
las escaleras, pero hasta el momento todo el mundo estaba demasiado
sobrio para haberse escapado. Si tenía suerte, dispondría de una buena
media hora antes de que alguien comenzara a buscar privacidad.
Tan pronto como lo abrí, supe que era mi mejor oportunidad. Estaba
lleno de correos electrónicos impresos, notas, tarjetas; obviamente, aquí
debían estar todas las chicas de su vida. Y a juzgar por los montones aquí,
debieron ser una gran cantidad de chicas en su vida. Saqué pilas de papel
y fotografías impresas, las di vuelta, en busca de cualquier cosa con mi letra.
Cuando había revisado la mayor parte de los contenidos del cajón, descubrí
la pequeña caja en la parte posterior.
No era algo muy importante, solo una vieja caja de cerillas, de gran
tamaño. Pero justo en la parte superior, sobre un montón de notas, estaba
mi carta. La saqué con un pequeño grito y estaba a punto de empujar la
caja al fondo y salir de allí, cuando me di cuenta de lo que había debajo de
ella. Era un post-it azul. Escrito en color rosa y con corazones en las íes,
decía:
Xoxo
Pruebas.
—Retrocede, Finn.
—¡Pequeña ladrona!
¿Matt y Karyn estaban acostándose? No, no. Por favor. Dios, no.
—La escribí antes de saber que él estaba con Karyn. —La cerveza se
agitó en mi estómago, amenazando con salir fuera de mí.
Finn se burló.
—¿Y eso qué? No puedo creer que pensaras que realmente le gustabas.
Matt siente lastima por ti. Solo es bueno contigo porque sus padres le dijeron
que sería incorrecto deshacerse de ti cuando no tienes ningún otro amigo.
Se ríe de ti cuando no estás ahí. ¿No sabías eso?
—¡No!
—¡Suéltame!
—No hasta que me des esa carta. —Usó su peso para apretarme incluso
más fuerte.
—¡Suéltame!
Golpearon la puerta.
—¡Ayu…! —traté de gritar, pero Finn puso su boca sobre la mía para
hacerme callar.
—¡Sí! —Se apartó y dio dos pasos hacia atrás, dejándome arrumbada
contra su cama, casi hundiéndome con el piso antes de tomar el control de
mi cuerpo. Mi cabeza daba vueltas, di una respiración profunda, lista para
gritar otra vez. Pero la puerta se sacudió y una fuerte voz vino desde detrás
de ésta.
No era Karyn. Tenía que ser una de las chicas que andaban con él junto
al barril de cerveza.
Finn miró la puerta, pero no respondió. Solo pasó una mano a través
de su cabello y hondeó la carta hacia mí.
—Mejor muévete, C. Odiaría tener que decirle a todo el mundo que te
emborrachaste y me atacaste en mi cuarto. Otra vez.
Pero Samuel y Josh Levins estaban subiendo con una pareja de primer
año, cuyos nombres no sabía. Se detuvieron cuando me vieron.
Samuel frunció el ceño, pero antes de que pudiera hablar, Matt caminó
hacia mí, Karin a su lado.
Gemí.
Matt le dijo algo a Finn que no entendí —no sonaba contento— pero
Finn solo sacudió la cabeza.
—Pero…
Maldijo.
—Siento…
—¡Lo que es una sorpresa es que te importe más lo que ellos piensen
que lo que realmente sucedió!
Temblé.
—Quiero que sepas que lo que te hizo Finn esa noche no fue sólo
despreciable. Fue intimidante, te hizo sentir violada, y fue horriblemente
irrespetuoso.
—Lo sé —digo.
Le frunzo el ceño, porque estoy segura que sé mejor que nadie más que
Finn es un cerdo. Pero doc se inclina hacia adelante.
Trago.
—Gr-gracias.
Me muevo en mi asiento.
Sacudo mi cabeza.
Suspiro.
•••
Me levanté la mañana siguiente con un movimiento telúrico de auto-
odio.
Sonrió.
—Te fuiste sin una palabra —dije a través de mis dientes apretados,
enfada como el infierno al sentir mi garganta apretarse. Ahí es cuando todo
volvió: cómo pensé que él y yo estaríamos juntos… cómo él nunca se había
preocupado por mí tanto como yo por él… cómo se había ido sin ni siquiera
decir adiós. Cuán enfadada y humillada había estado.
Nadie podía decirme a dónde se había ido o qué había pasado. Incluso
fui a la oficina de la escuela la tarde del viernes, antes del baile, para
preguntar si sabían dónde estaba. Todo lo que podían decirme era que ya
no estaba registrado como estudiante. La siguiente mañana, cuando me di
cuenta de que se lo tenía que decir a mi madre, me acusó de inventármelo
todo sólo para conseguir un nuevo vestido.
—Lo sé. —Tragó de nuevo, hundió sus hombros, sus manos hundidas
profundamente en los bolsillos de sus tejanos—. Vine aquí porque quería
explicarme. Quería que supieras… todo. Y quiero decir que lo siento. De
verdad.
—Estuve en rehabilitación.
•••
Luego de esa pequeña bomba, traje a Dex a la sala de estar y lo puse
en un extremo del sofá. Él no quería café, pero sí tomó un vaso de limonada
que sostuvo en su rodilla y continuó girando mientras hablaba. Me senté en
el otro extremo del sofá.
—Así que, después de la escuela, estaba debajo de las gradas con Wade.
Él había conseguido algunas cosas. No sé realmente que era, pero se sentía
como si mi cabeza fuera a explotar. Cuando el señor Goodrich nos encontró
y dijo que iba a suspendernos, simplemente… me perdí. —Él apretó su mano
en un puño—. Me balanceé hacia él. Lo sostuve por la barbilla. No fue tan
grave porque me esquivó, pero… luego, mi padre hizo un acuerdo con la
escuela de que no podía volver hasta que hubiera estado limpio por un año.
Entonces mis padres me enviaron a rehabilitación. —Su voz se fue
apagando, lucía avergonzado.
—Eras una buena novia, Ash —dijo—. Y yo solo… te tomé por sentado.
—Por supuesto que eras mi novia. ¿Pensaste que estaba saliendo con
otras personas?
El momento se extendió.
¿Iba a besarme?
¿Un aventón? Oh, mierda… La sala de arte. Debía estar allí… ahora.
—Mike ¿verdad?
—No bromees.
Tragué.
—Matt, no…
—¡Matt!
—Bien.
Traducido por Lyla y HeythereDelilah1007
—¿Dex?
—Sí.
—¿Y?
Abro mis manos, sin saber cómo dejarle saber a doc que esto no es
nada del otro mundo.
—¿Ashley?
—No sé, él era tan difícil de leer, ¿sabe? Estaba encima de mí cuando
estábamos solos, pero ni siquiera me tomaba de la mano delante de sus
amigos. Dijo que odiaba las demostraciones de afecto en público, pero no le
importaba manosearme en una sala de cine… Simplemente nunca me
sentí... segura de él. Resulta que era un adicto, lo que explicaba mucho.
—¿Asumo que habrías sido feliz de que la gente supiera que estabas
saliendo con Dex?
—¡No! A él sólo le gustaba pasar el rato con sus amigos varones. Y tenía
mucho encima.
—Sí. Sin embargo, la mayor parte de tus compañeros eran muy abiertos
acerca de sus relaciones, ¿o no?
Resoplo.
Síp, síp.
—Mía. Mire, sé que irá más profundo aquí, pero estas son noticias
viejas ahora. No tiene nada que ver con lo que pasó.
—Si Matt fuera el que ofreciera una relación sin ningún tipo de
compromiso público… ¿lo harías?
Totalmente.
—Por lo tanto, Dex se fue —dice en voz baja. Estoy esperando el remate
del chiste, pero no llega. Asiento con la cabeza—. Luego regresó. ¿Y Matt no
tuvo ninguna opinión sobre el regreso de Dex?
•••
Cuando sucedió, no conseguí hablar con Matt de inmediato. La señora
D estuvo en la sala de arte toda la mañana, trasteando con los proyectos de
escultura del último año. Así que trabajamos en silencio, y luego decidimos
caminar las tres cuadras a un carrito de hot dogs en la esquina.
—Disfruta.
—Gracias.
Me encogí de hombros.
—Ah. Entonces, parece estar bien —murmuró Matt. Su voz era suave,
pero había un filo en su expresión que conocía bien.
Fruncí el ceño.
—No estoy molesto. Es sólo que no quiero ver que te hagan daño de
nuevo. El tipo es un idiota.
Le di un vistazo.
—¿Qué, debo sólo darle una patada fuera de mi casa cuando venga a
disculparse?
Fruncí el ceño.
—¿En serio?
—Solo ten cuidado —dijo Matt en voz baja—. No hagas nada estúpido.
Él te está traicionando.
—¿Qué? —pregunté.
Tragué.
—No sé acerca de tu mamá, pero Karyn probablemente está actuando
extraño porque tiene miedo de que intente hacer que ustedes terminen. —
Mordí mi labio para detenerme y no decir nada más que eso—. Y me alegra
que quieras cuidarme. Eso no me enoja.
—Espera, ¿Karyn cree que tú vas a hacer que rompamos? —Se veía
medio preocupado, medio divertido—. ¿Acabo de entrar en un reality show
o algo?
—Pero...
—Mal ejemplo. Olivia se sentía insegura por todo —dijo, apilando sus
cajas ahora vacías—. Pero entiendo de lo que hablas. A veces creo que tienen
razón.
—Sobre cómo los chicos y las chicas no pueden realmente ser solo
amigos. Quiero decir, ¿cuantas veces no me he hecho amigo de una chica
solo para ver si puedo salir con ella?
—Tal vez.
•••
Esa noche, Yo Mayor se paseaba del otro lado del espejo, sus brazos
cruzados, la boca en una mueca hacia abajo. Para mí, se veía como si
estuviera paseándose por el suelo de mi habitación.
Resoplé.
—No lo hago. Solo digo, tienes que estar en guardia. Pero tal vez... tal
vez esto es algo bueno, ¿sabes? Tal vez es algo bueno para poder superar a
Matt porque... ya sabes. —La miré, y sus manos salieron disparadas—. No
me malentiendas. Es agradable que Matt esté velando por ti.
Yo Mayor se hundió.
—Sí... eso...
—¿Se va a dar cuenta? —pregunté, mi voz tan baja que era casi un
susurro—. ¿O yo debería...?
Pero lo hizo.
Parpadeé.
—¡Espera!
—Así que, ¿tu Yo Mayor te dijo que le dieras una oportunidad a Dex?
—¿Alguna vez te admitió que tuvo una relación con Dexter en su…
vida?
—Sabe qué, doc, no lo sé. Creo que nunca dijo nada al respecto. Creo
que ni siquiera le pregunté.
Asiento.
Doc asiente.
—Tiene sentido.
Sacudo la cabeza.
Me encojo de hombros.
—La verdad, creo que más que nada era sobre desear que podía huir
de la gente que me rodeaba.
—Con mi arte.
•••
El lunes en la escuela, caminar por los pasillos era como cambiar de
canal en la televisión… si todos los canales fueran programas de chismes. Y
todos los programas hablaban de Dex.
Bostezo.
Karyn estaba ahí. También Finn y Matt. Y aunque los había hecho
rápido, había algo real en ellos.
Empezar con Matt se sintió natural, pero tan pronto delineé su rostro,
dejé el lápiz. No podía hacerlo. Dibujarlo sería como romper mis costillas y
revelar mi corazón. Era demasiado tomar todo de él de una sola vez. Con la
mano temblando, hojeé el cuaderno, viendo los bosquejos que había hecho
de él. Eran irregulares, fotos fragmentadas, pero tenía casi todas las
facciones de arriba del hombro. Solo su boca estaba incompleta.
Asintió.
—También hago mis mejores obras cuando estoy aburrida. Pero hasta
en estos trazos apurados capturaste… —Parpadeó, mirándome, y el
entendimiento se hizo presente en su rostro—. ¿Alguien los ha visto? —
preguntó en un susurro.
Tamborileó la mesa.
Fruncí el ceño. Me había tomado un año hacer las cosas que tenía
hasta ahora en mi carpeta. Sin embargo, cada pieza había sido como jalar
uñas porque no eran reales. ¿Pero estos? Sí lo eran. Hacer retratos
mostrando no cómo se veía cada persona, sino quiénes eran para mí.
Hablarles a los jueces sobre mis predadores… y mis salvadores. No sabrían
quiénes son esas personas. Solo juzgarían impresiones artísticas.
Suspiré.
La señora D asintió.
—Qué te parece esto: Te dejaré usar el salón de arte los domingos todo
el próximo mes, si continúas con este concepto. Tendrás que usar cada
minuto libre porque reconstruirás todo tu cuaderno. Pero ya tienes ese
desnudo, el cual funcionaría junto con estos. Y parece que esas piezas de
Matt podrían ser otro.
—Tendrás que pintar por lo menos dos, y tiene que haber multimedia.
—Frunció el ceño—. Ay Dios, tal vez esto es demasiado…
—¡No! No, puedo hacerlo. Haré primero los otros y terminaré con las
pinturas cuando sepa cuánto tiempo tengo.
Retrocedí.
—¿Qué? ¿Por qué? Creí que el concepto de Matt…
Sacudió su cabeza.
—Te diré qué —dijo la señora D—. No hay que tomar una decisión
ahora mismo. Esta tarde averigua qué harás. Tendrás que ser muy
organizada si quieres terminar esto a tiempo. Así que elige lo que vas a hacer
y cómo hacerlo. Luego veremos si vale la pena continuar, ¿está bien?
Asiento.
—¿Ves? Valiente.
—Por supuesto.
—¿Qué hace que una decisión sea valiente, doc? Lo pregunto en serio.
Quiero decir, ¿es solo el hecho de que es algo que alguien más no haría? ¿O
qué?
—¿Lo hace alguno de nosotros? —dice doc, casi sonriendo otra vez.
Cuando no respondo, tamborilea un dedo sobre el cuaderno de notas en su
regazo—. Ashley, es una pregunta filosófica, pero quizás no sea lo mejor
responderla en retrospectiva. Después de todo, cuando las cosas funcionan,
¿alguno de nosotros volvería atrás y las cambiaría si pudiera? Supongo que,
si estuvieras en ese momento otra vez, harías lo mismo.
—¿Con lo de mi portafolio?
Asiente.
—Decía, que creo que estos chicos son de la organización que vino a mi
rehabilitación y tuvimos una sesión grupal. Son bastante buenos.
Y no hizo ningún daño que Matt mirara hacia atrás una vez, dejando
su mirada fija en nuestras manos entrelazadas.
—¿Estás bien?
—Mira por dónde vas, Brooke —espetó. Unas risas fueron su única
respuesta.
Me aparté, sonrojada, y me di la vuelta para caminar por el pasillo.
Cuando miré hacia atrás me di cuenta de que él se había detenido.
—No lo estoy haciendo. —Me tragué las lágrimas y pasé una mano por
mi cabello. Dex me miró, pero siguió caminando, mirando alrededor. Unos
segundos después, habló de nuevo.
—Había olvidado lo mucho que apesta este colegio. Todos aquí piensan
que son mejores que nosotros. —Tragó y su manzana de Adán sobresalió—
. Y eso… eso solía matarme, ¿bien? Era parte del porqué estaba siempre
drogado.
—¿Demasiado pronto?
—Vamos, doc. Debe haberse dado cuenta de que nunca podría ser tan
fácil.
•••
Ese viernes por la noche, Dex me llamó y hablamos durante dos horas.
Sobre nada. Fue grandioso. Para la medianoche, los dos nos estábamos
quedando dormidos, pero ninguno de nosotros quería colgar el teléfono.
Dex gruñó.
—¡Buenos días! —le grité a Matt, que estaba sentado en el otro lado de
la mesa, inclinado sobre un gran cuaderno de dibujo de color crema.
—Apenas un dibujo.
Un minuto más tarde, la piel de mi cuello se erizó. Por el rabillo del ojo,
pude ver a Matt cómodamente en su silla, mirándome fijamente. Al principio
pensé que estaba mirando mi dibujo. Pero cuando me di vuelta, su mirada
estaba sobre mí.
—Yo… um… ¿así que, tú y Dex están juntos? —No estoy segura de si
él se dio cuenta de que había empezado a dar golpecitos con el lápiz contra
la mesa.
—Eso no es lo que quería decir. —Se sonrojó. Tap, tap, tap—. Sólo
quería decir… creo que estoy sorprendido. Parece que ustedes están yendo
demasiado rápido.
Le di un vistazo.
Me reí.
Matt sonrió.
—¿Ash?
—¿Sí?
—El otro día, cuando estabas tomada de las manos con Dex…
Una hora más tarde, la música salía de la sala de caballete, junto con
más estruendos y golpes desde el espacio de almacenamiento. Todavía
estaba en mi asiento. Había recuperado un pequeño espejo de la señora D
y estaba susurrándole a Yo Mayor mientras fingía trabajar.
—Por supuesto que no soy alguien que engaña —le susurré—. Pero ella
lo es. Ella no se merece ninguna lealtad de mí parte.
—Cosas más extrañas han sucedido, Ashley —dijo, con una nota
melancólica en su voz.
—No en mi vida.
—¿Qué fue eso, querida? —De la nada, la señora Driley apareció al otro
lado de mi mesa. Grité y dejé caer mi pincel.
Apestaba.
—Creo... quiero decir, era la primera vez que Matt había mostrado
algún interés en mí. Y en ese momento, no estaba del todo segura de qué
estaba pasando.
—Ya sabe, doc, no estoy segura. Incluso cuando las cosas con Dex
sucedieron…
—¿Qué cosas?
—Bueno, ya sabe.
•••
Después de varios días sin una pista de ningún comportamiento
extraño más de Matt, me convencí de que me había imaginado el casi-beso.
Dex sostuvo mi mano de nuevo un par de veces, pero no intentó nada más.
Estaba empezando a preguntarme si estaba destinada a ser la mejor amiga
de todos los hombres.
Ese jueves, reuní coraje para ir a mi casillero antes del almuerzo. Había
estado pasando la mayor parte de los descansos y almuerzos en la sala de
arte, pero esa mañana tenía que recoger mi libro de química para un examen
de libro abierto.
Tan pronto como llegué a metro y medio de mi casillero, sabía que algo
estaba mal. La esquina de un pedazo de papel sobresalía de las rejillas de
ventilación en la puerta, y un círculo de chicas de primer año que se situó
frente a mí, me miraban fijamente. No conocía a ninguna por su nombre,
pero sus expresiones de excitación me parecían familiares.
Ashley Watson, creo que tienes el culo más sexy de esta escuela. ¿Irías
al baile conmigo? DEX
—¿Te gusta?
Su frente se arrugó.
—¿Puedo? —preguntó.
—Voy a hacerlo bien esta vez —susurró, todavía con sus manos sobre
la mía, presionando las entradas contra mi piel.
Negué con la cabeza un poco, sin atreverme a creer que alguien pudiera
estar contento de estar conmigo.
Traducido por Luisa.20
—Ashley, sé que es duro, pero si vamos a pasar por esto, tienes que ser
honesta conmigo.
—Pero eres reacia a discutir las decisiones que hiciste con ella. Sé que
nos estamos acercando a algunos eventos difíciles. Pero si eres seria sobre
liberarte, tienes que estar dispuesta a hablar sobre las cosas ocultas,
incluso si son dolorosas.
—Ashley…
—¡No! Estoy harta de esto. Estoy cansada de que todo el mundo decida
que sabe lo que sucede en mi cabeza. ¡Algunas cosas no son profundas!
•••
Por una vez todo el mundo murmuraba sobre mí en una buena manera.
Frunció el ceño.
—¿No vas a ir al baile con Dex? Lo que es, hablando de eso, sólo la peor
idea conocida por el hombre.
—Sí. ¿Pero qué tiene que ver con Finn?
Asentí.
—¿Y?
—Así que, Dex está haciendo amigos, Ash. Finn lo invitó a la fiesta en
la casa de vacaciones de sus padres en Seaside. Dijo que va a ir. Lo cual, si
estás yendo con él, significa que vas a venir también.
—No tenemos que hablar de esto —dije con cautela—. Tendré que
pensar sobre eso.
—¿Vas a ir?
Parpadeó.
—Sí, pero…
Una pequeña parte de mí murió porque quería que dijera que no. Pero
podía ver la doble moral detrás de sus ojos, así que comencé a caminar otra
vez.
•••
La única persona con la que quería hablar era con Yo Mayor. Me quedé
hasta las cuatro de la mañana, esperando que apareciera con algún consejo
oportuno. Cuando no apareció, había tomado la decisión por mí misma. No
había manera de ignorarlo, simplemente no podía ir a la fiesta. Si Dex no
quería ir al baile conmigo porque no quería ir a la estúpida fiesta, entonces…
entonces sólo tendría que vivir con eso.
—Así que, mi mamá me va a dejar usar el auto bonito para la noche del
baile, y ya reservé mi esmoquin.
Dex asintió.
—Mira, lo tengo, ¿está bien? —Apretó sus dedos sobre los míos—. ¿Pero
no sería divertido? ¿Para nosotros, me refiero?
Sus ojos se engancharon con los míos y luego se inclinó para besarme.
Por un segundo, todos los pensamientos de Matt o Karyn o Finn
simplemente desaparecieron.
—¿Trato?
—Trato.
Traducido por smile.8
Me retuerzo.
—No fue así. La cosa con Dex… se acercó sigilosamente a mí. Y había
estado en mi situación antes: rechazado. Sabía cómo se sentía y lo que
estaba arriesgando al estar a mi lado. Matt simplemente siempre pareció
creer que las cosas mágicamente saldrían bien incluso cuando toda la
evidencia sugería lo contrario.
—Seguro.
—No seas frívola, Ashley. Estoy pidiéndote que examines algo. ¿Crees
que si le hubieras contado a Matt cómo era la vida en esa escuela realmente
para ti, desde el principio, piensas que quizás se hubiera esforzado más para
hacerlo más fácil para ti? ¿O que te hubiera ayudado a encontrar una
solución?
—Sí, lo hago. —Le miro a los ojos porque no voy a dejarlo ir.
—¿Cómo se le ocurre?
Exhalo bruscamente.
—Sí.
—Así que, quiero que pienses acerca de que si primero, hubieras creído
lo suficiente en tu relación con Matt como para ser honesta con él, entonces
en segundo lugar, te hubieras permitido esperar una solución a tus
problemas, quizás hubieras tomado decisiones diferentes. Y, por tanto,
algunas cosas por las que has pasado quizás no hubieran ocurrido.
Trago.
—¿Puedo caminar?
Asiente brevemente.
Me pongo sobre mis pies, paso la gran mesa de café, paso las lámparas,
hacia el otro lado de la habitación, cerca de la amplia y pesada mesa, las
estanterías que van hasta el techo, y el feo tapiz.
—¿Ashley?
Salto.
•••
—¿Toda la noche? —Mamá evaluó las palabras. Estaba de pie al lado
de la encimera, agitando la salsa de la pasta con los noodles. Su cabello
negro caía en capas alrededor de sus hombros, y llevaba tacones, aunque
no había nadie más que yo alrededor para admirarlos.
—Sí.
—Sí. —Para esconder mi sonrojo, cogí dos vasos del armario y los llené
de agua, preparándome para poner la mesa.
Me estremecí.
—Sí.
—Lo seré.
•••
Después de una cena durante la cual herví y mamá estuvo más callada
de lo usual, me dirigí a mi habitación. Traté de trabajar en mi portafolio,
pero tan pronto como pasé delante del espejo, Yo Mayor apareció.
Asentí.
—¿Supongo…?
Pasó una mano por su cabello, y por una vez se movió sobre sus
hombros de manera bonita.
Doc se ve sorprendido.
—¿Disculpa?
Doc asiente.
Sonrío.
—¿Cómo adivinó?
•••
Un par de semanas después estaba de pie en mi habitación, justo
enfrente del espejo. El suelo estaba abarrotado con pinzas para el cabello y
rizadores, cables serpenteando por el suelo hasta el enchufe en la pared, y
las bolsas de maquillaje de mamá estaban esparcidas por todas partes.
Había trabajado en mi portafolio hasta el minuto en que mamá insistió en
que me metiera en la ducha, y todos mis pinceles y lápices fueron
amontonados en torno a un boceto sin terminar sobre mi escritorio.
—¿Qué?
Mi estómago se apretó.
—¡No! No, eso es todo. Terminé. —Levanté mis manos para alejar lo que
sea que estuviera sacando de su bolso—. Está bien. Esto es todo lo que
necesito, mamá. Gracias —terminé, esforzándome mucho para no dejar que
el sarcasmo se asomara en mi tono.
—Entonces sólo hay una cosa más que necesito darte —dijo en voz
baja, y en un tono que no había oído nunca antes. Era forzado. Casi
melancólico. Y se quedó mirando a la alfombra cuando sacó su mano de la
bolsa, agarrando un pequeño paquete brillante.
Fruncí el ceño, insegura, hasta que me di cuenta que entre sus dedos
había una delgada envoltura cuadrada de papel aluminio.
¿Qué demonios?
—¡No lo voy a tomar! —les espeté a ambas—. ¡No tendré sexo con Dex!
—La idiotez de la rima llamó mi atención. Tragué una risa que lastimó
mientras bajaba.
—Todos pensamos eso cuando estamos de pie a la luz del día. Pero
cuando estás con un chico y él está emocionado y quieres que esté feliz... —
Se interrumpió con una mirada significativa.
Mi boca se abrió.
—¿Así que debería tomar consejos tuyos? —Me reí, pero incluso para
mis oídos sonó forzada y frágil—. Puede que sea una lapa social sin
esperanza, madre, pero tú todavía eres una mujer cuyo marido la dejó por
una mujer más joven y quien no ha estado en una cita por dos años. Pero
tal vez lo tengo todo mal. Tal vez no te molestas con la parte de las citas. Tal
vez sólo vas a la cama…
Yo Mayor juró.
—Oh, Ash…
Mi madre y yo estábamos de pie frente al espejo. Su respiración entraba
y salía como si hubiera estado corriendo. La mía estaba atrapada dentro.
Hasta que salió en un tropel de palabras.
—La mayoría de las chicas en tu clase matarían por tener una madre
como yo.
Me encogí de hombros.
—Ésta es nuestra noche, Ash. La noche que debimos haber tenido hace
un año. Pasaremos por ella juntos. —Algo se profundizó en su mirada.
—Entonces, tu madre...
Frunce el ceño.
—Ashley...
—¿El condón?
Sacudo mi cabeza.
—Sí, lo hice. Pero usted pensaría que eso generaría algún consejo
maternal, ¿no? ¿Tal vez algo sobre tener cuidado?
Doc cambia su peso y sus notas empiezan a deslizarse de su regazo.
Las agarra, enderezándolas mientras habla.
—¿Del sexo?
—¿Dex?
—Todos.
•••
Estaba en el baile de graduación.
—¿Pasándolo bien?
—Sobre la fiesta después de esta. Que los chicos van a estar ahí
también.
Dentro del baile, el DJ cambió a una canción rápida. La multitud se
animó. Me quedé mirando fijamente a Matt.
Fruncí el ceño.
—Todos los demás están muy emocionados por esta noche —dijo
enfáticamente.
—Espera. ¿Crees que yo le dije? —Froté mis manos sobre mis brazos,
congelándome de repente—. Yo no haría eso, Matt. Como podrías siquiera...
—jadeé, apareciendo la realización—. ¡Karyn dijo que había sido yo!, ¿no es
así?
Por primera vez, Matt parecía incierto. Luego me fijó en mi lugar con
una mirada dura.
—¡No lo sé! —Aunque tenía una sospecha fuerte. Finn. Sin duda sentía
celos de que Karyn fuera a dormir con Matt, y era sencillamente lo
suficientemente egoísta como para arruinar la fiesta y evitar que pasara. No
que pudiera decirle a Matt eso. Hasta ahora, Finn había mantenido su parte
del trato. Tenía que mantener la mía.
Con eso, algo dentro de mí se rompió. La rabia se abrió paso entre mis
venas. Le pegué a Matt en el pecho, para que se tambaleara un paso hacia
atrás.
La boca de Matt cayó abierta. Me moví para empujarlo otra vez, incapaz
de encontrar otra manera de expresar que tan enojada me sentía, pero
atrapó mis manos por las muñecas, su cara suavizándose justo cuando
necesitaba que él estuviera enojado, para que así yo también estuviera
enojada.
—Ash...
Frunció el ceño.
Rubor subió por mis mejillas. Pensó que yo había hecho esto para que
él no pudiera dormir con Karyn. Arrancando mis manos fuera de su agarre,
di un paso atrás. Luego otro. Miré al chico que yo creía que era mi mejor
amigo. En ese momento, a duras penas lo reconocí.
Matt frunció el ceño.
—Ash...
Todos se lo merecían.
Doc se ve sorprendido.
—Doc, esa lucha fue sólo la punta del iceberg. —La amargura en mi
voz es clara, incluso para mí.
—¿Qué no pasó?
•••
Después de que me alejé de Matt, pasé diez minutos en uno de los
puestos de discapacitados del cuarto de baño, recomponiéndome. Yo sabía
que no podía volver al baile con los ojos inyectados en sangre. Pero cada vez
que pensaba en la mandíbula apretada de Matt, en sus manos tan apretadas
en mis muñecas, las lágrimas brotaban de nuevo y tenía que empezar de
nuevo, respirar para alejar las ganas de llorar.
—¿Estás ahí? —dije con cautela hacia la superficie. Esperé, pero ella
nunca apareció. Por último, salí del baño y caminé por el pasillo, hacia el
auditorio. Hacia lo que fuera que el resto de la noche prometiera.
Encontré a Dex en una mesa de la esquina. Eli se sentaba junto a él,
su cita en su regazo mientras se besuqueaban.
—¡Ahí estás!
Me sentía fría.
—Amigo, tenemos que salir de aquí. Algunos de los padres de las chicas
están empezando a llamar, se enteraron de la fiesta.
—Creo que es mejor que me dejas conducir esta noche —dije en voz
baja mientras trotábamos por los escalones de cemento exterior.
—Razón de más para llegar a salvo, ¿verdad? —le dije con cuidado,
sosteniendo mi mano.
Lo vi respirar hondo y por un segundo temí que realmente
argumentaríamos y la noche se arruinaría después de todo. Pero luego
sacudió la cabeza.
Forcé una sonrisa y traté de no arrancarle las llaves cuando las tendió.
•••
Fue un largo viaje en auto, más de una hora. Dex pareció despejarse
un poco durante el camino. Tal vez si no bebía más aún podríamos salvar la
noche, pensé. Miré a un lado, examinando el perfil de Dex a la luz en
movimiento constante de tráfico en la autopista.
Dex asintió.
—¡Aquí vamos!
Sí… seguro…
—Relájate.
Me aparté.
Me acomodé el vestido.
—No, ¡quiero que te preocupes más por lo que yo siento que por
toquetearme!
—Eres increíble.
—¿Qué? —jadeé.
—Como sea. —Me giré para mirar a una lapicera y un boceto de una
golondrina de mar así él no veía mi sonrojo.
Me di la vuelta rápidamente.
—¡Y yo me disculpé!
—Oh, tienes razón, Dex. ¡Eso mejora mucho las cosas! —Las lágrimas
se acumularon en mis ojos, pero las quité con el reverso de mi mano—.
¡Ahora acostémonos!
—Sí, bueno, entonces también lo eres tú. Encuentra alguien que te lleve
mañana —soltó, pasando a mi lado con un empujón—. Hemos terminado.
Pero apenas terminé de bajar las escaleras, la voz de Dex me llegó justo
desde la vuelta de la esquina, deteniendo mis pasos.
—Es una perdedora. ¿Por qué siguiera estás aquí con ella?
—Bueno, está bien —dijo Brooke—. Mi error. Pero tienes que conseguir
un poco de experiencia, Dex. No puedes creer todo lo que una chica te dice.
Quiero decir, ya sabes…
Lo siguiente lo dijo en voz baja, así que no pude oírlo. Entonces ella se
rió y Dex se quejó.
—Aw, hombre. ¡No puedo creer que desperdicié mi tiempo haciendo que
Finn y todos los demás fueran agradables con ella! —Sus voces se
desvanecieron en la música.
Me alejé, pero mis pies se sentían como cemento, mis piernas como
bloques de madera. A Dex le gustaba Brooke. No era agradable porque yo le
gustara. Por lo que de verdad me había traído aquí era por sexo. Y de alguna
manera había hecho que Finn fuese amable así yo no decía que no.
Así que me giré hacia los árboles dispersos que se alineaban detrás de
la casa y las sombras más oscuras entre ellos, tratando de mantener en
silencio mi ataque de hipo lloroso. No hice más de tres metros antes de
darme cuenta de que las sombras más oscuras estaban de hecho detrás de
la casa, y eran lo suficientemente sólidas como para ser algún tipo de
edificio.
Era un pequeño cuadrado con una puerta grande y vieja que no estaba
cerrada con llave. Apenas más grande que mi habitación, tenía barras en el
suelo que sugerían que una vez había sido una caseta para botes. Pero la
luz de la luna que se filtraba por la puerta abierta arrojaba luz azul sobre
un montón de cajas alineadas contra la pared, y algún tipo de sofá en la
esquina.
A caballo regalado no se le miran los dientes. Rogando que no hubiera
ninguna especie mortal de escarabajos en Oregón, cerré la puerta de un
tirón detrás de mí, maldiciendo y avergonzándome más a mí misma con más
lágrimas cuando inmediatamente tropecé con una de las barras del suelo y
caí de rodillas.
Las lágrimas se deslizaban por mis mejillas, tomé mi rostro entre mis
manos. Tenía que salir de aquí. ¿Pero cómo? Vine en el auto de Dex. Mamá
no iba a conducir todo el camino hasta aquí… Traté de encontrar una
solución más sencilla, pero no importaba cómo lo mirara, sólo había una
opción.
Matt.
Pero no sabía dónde estaba él. Y dónde sea que estuviese, también
estaría Karyn. ¿Qué tal si estaban en el piso de arriba ahora?
Me retuerzo.
•••
No tengo idea de cuánto tiempo pasé afuera. Con el paso del tiempo,
mis lágrimas cesaron y mis ojos se acostumbraron. Pude distinguir cómo
entraban los haces de luz de la luna sobre las tablas de madera podrida, y
había un agujero en la pared que sin duda era la entrada de los habitantes
de este desagradable escondite, el olor era único. El polvo se mezclaba con
el aire del mar cada vez que me movía. Pero no podía encontrar el valor de
volver a la casa.
Subí mis rodillas y observé una sombra sospechosa cuando unas voces
se elevaron de nuevo, esta vez cerca de la arena.
—¿Ash?
Era Matt.
—¿Ash?
—En serio, Ash, todo el mundo te busca. ¿Qué pasó? —Buscó mi cara
en la oscuridad, con una mano en mi hombro—. ¿Qué estás haciendo aquí?
¿Qué paso?
—Yo-yo tenía que alejarme de Dex... —Mi voz era entrecortada y rota.
Mi pecho se contrajo con la urgencia en su voz. Miré sus ojos, pero por
mis lágrimas se veía borroso. Podía sentir su dulce olor a colonia debajo de
la cerveza.
—¿Has estado bebiendo? —le dije entre hipidos.
Tragué.
Oh.
—¿Ash? —susurró.
Por un segundo, cuando sus labios se cerraron sobre los míos, sentí
como si le estuviera sucediendo a otra persona. Pero entonces... tan
suavemente, pero tan seguro, estaba envuelta en su beso. Matt me estaba
besando.
—Cada vez que Dex te tocaba, quería darle un puñetazo —dijo en voz
baja.
—La próxima vez hazlo, tienes mi permiso —dije. Matt rió, luego ambos
estábamos en silencio. Su mano se deslizó por mi brazo, dejando un rastro
de deliciosos hormigueos detrás.
Sonreí. Me sentía segura. Estaba con Matt. Iba a estar con Matt.
—¡Espera! ¡Detente!
—¿Qué te preocupa?
—Tienes novia, Matt —le recordé—. Una novia que me odia. Y viniste
aquí preparado para… para dormir con ella. Soy lo segundo mejor. Sólo
estoy aquí porque soy lo segundo mejor. Sólo estoy aquí contigo porque ella
se fue.
Se estiró hacia mí, pero ya estaba de pie antes de que pudiera cambiar
de opinión. Matt me llamó mientras corría a través de las tablas chirriantes,
a la arena, y de regreso a la casa, pero sabía que si lo dejaba tocarme o
hablarme no sería capaz de detenerme. Si lo dejaba tenerme y se deshacía
de mí, no me recuperaría. Me rompería en un millón de pedazos, demasiado
pequeños para que cualquier persona los pegara de nuevo. Era así de
sencillo. No podía manejar tener a Matt esta noche y mañana perderlo.
Traducido por Raeleen P. y Mari NC
—¿Esa fue la primera vez que Matt y tú tuvieron algún tipo de relación
física?
Trago.
•••
Dentro de la casa de playa, la música vibraba a través de las viejas
paredes. Golpeé con el hombro a Liam y a Eli de camino a las escaleras, pero
ninguno de los dos me dijo nada.
Oí más pasos.
—¿Qué pasa?
Me sonrió levemente.
—¿Entonces no…?
Volteé a ver a Yo Mayor y ella giró la cabeza para ver algo a su espalda
y empalideció, asustada.
—¿Qué…?
—¿Matt? —jadeé.
Yo Mayor se cubrió el rostro con las manos y Matt Mayor se acercó, su
voz se volvía más irregular, más enojada, y le preguntaba una y otra vez qué
le pasaba. Entonces miró directamente hacia al espejo y apretó los labios.
Yo Mayor no me miraba.
—¡Vete, Matt! ¡Antes de que alce la voz para que me escuchen! ¿No sería
eso vergonzoso?
La miré mientras estaba medio girada hacia mí. Escuchaba mis latidos
en los oídos.
—Ashley, Matt y yo hemos estado juntos por años. Piensa que estoy
loca. Me ha internado. Dos veces.
—Podría haberlo tenido esta noche —dije con los dientes apretados—.
Pero pensé… lo dejé por lo que dijiste. ¿Cómo pudiste?
—¿Qué hiciste?
—Escribí una carta. Para Matt. —Era inútil ocultarlo de ella por más
tiempo. Bien podría encender hasta el último fusible y dejar que todo
explotara.
—Oh, Dios. Oh, Dios; oh, Dios; oh, Dios… —Su voz se apagó, pero sus
labios se mantuvieron en movimiento. Caminó de un lado a otro delante del
espejo, las lágrimas derramándose—. El espejo. ¿Mencionaste el espejo?
—Te dije que nunca le dijeras a nadie, Ashley. Te dije que no podíamos
nunca decirle a nadie, especialmente a Matt. ¿Por qué no me escuchas?
—¿Creerte? ¿Por qué debería creer una sola palabra que sale de tu
boca?
—Te odio.
Su boca se abrió.
Quería salir de ahí y tirarme en sus brazos. Quería correr, por lo que
nunca tendría que ver su cara de nuevo.
Todas las voces, a ambos lados del espejo, se quedaron en silencio. Casi
podía oír a todo el mundo en la sala detrás de mí conteniendo la respiración.
—Dijiste que podrías haber… que Matt habría dormido contigo. ¿Por
qué paraste?
—Porque… porque él tiene novia. Y no quiero ser una infiel como ella…
—Te amo —susurró—. Lo hago. Y uno de estos días eso significará algo.
—¡Retrocede, Dex!
Matt espetó:
—Cállate, Finn.
Suspiro.
•••
Cuando abrí la puerta del baño, Finn estaba apoyado contra la pared,
sonriendo. Dex estaba a unos metros de distancia, balanceándose. Y Matt
estaba de perfil, mirando por encima de su hombro. Por una fracción de
segundo, la imagen de él en los años posteriores —siendo devastadoramente
guapo— se superpuso sobre su cara molesta. Quería precipitarme hacia sus
brazos y decirle todo. Pero cuando dio un paso hacia mí con un suave:
“¿Ash?”, no había un silencioso deseo oculto, sino un cauteloso susurro.
—Que interesante que la madre de Terese llamó a todos los otros padres
esta noche. Es decir, ¿quién la llamó?
—Tú.
—El problema es que no podría ser yo. Porque los números de Terese
son privados; lo sé, porque mi identificador de llamadas no puede registrarlo
cuándo me envía mensajes de textos describiendo lo gorda que soy. Así que
no conozco su número; cuando lo intenté no pude porque tiene bloqueado
mi número de teléfono.
—Si no vas a ser usada para algo, no hay una razón para que estés
aquí. Así que vete.
—¡Hey! —Matt saltó hacia adelante, puso una mano sobre Finn para
detenerlo.
—Es mi fiesta. ¿Por qué iba a querer arruinarla? Oh, espera, ya lo hice,
cuando permití que vinieras.
Pasé junto a él, lívida conmigo misma por haberle permitido poner sus
manos en la carta.
—¿Por…?
—Tengo que salir de aquí, Matt. ¿Puedo tomar tu auto, por favor? Finn
te puede llevar a tu casa mañana.
—¿Toda ella?
Negué.
—Ellos no dejarán pasar esto. Tengo que irme. Lo sabes. ¿Puedo usar
tu auto? ¿Por favor?
Matt asintió y se metió la mano en el bolsillo para sacar sus llaves. Las
colocó cuidadosamente en mi mano extendida. Las tomé y me fui caminando
lo suficientemente lento para que me siguiera o me detuviera, no habría
tenido ningún problema en alcanzarme.
Pero no lo hizo.
—Parece que esa fue la primera noche que notaste que Matt estaba...
dañado.
Asiento.
—Me doy cuenta ahora, por supuesto, que todos lo estamos. Que nunca
voy a encontrar a un chico que no me lastime de vez en cuando, o que haga
cosas que no puedo respetar. Pero en el momento...
Sacudo la cabeza.
—Es más que eso. No fue solo que no era suficiente para alguna
estúpida fantasía... fue que terminó siendo exactamente la clase de persona
que pensé que no era.
Trago saliva.
•••
El salón de arte la mañana del domingo siguiente luego del baile de
graduación era un santuario de silencio. Podía estar realmente sola.
Ahora, más que nunca, tenía que salir de esta ciudad. La competencia
era mi boleto.
El enorme pizarrón negro triple había llegado al fin. Tenía tres días para
tenerlos terminados y aprobados por la señora D. Para media mañana, tenía
dos tercios cubiertos. Mamá y papá estaban en el díptico. La señora Driley,
Kary, Finn y Dex también. Puse un par de pinturas viejas que había hecho
en las que las caras no estaban completamente enfocadas, solo para mostrar
mi rango. Terminé con dos grandes espacios en blanco y uno pequeño. El
retrato de Matt tenía que ocupar uno de los grandes. Ya haría algo con el
pequeño. Pero era el gran espacio del centro el que estaba enloqueciéndome.
La señora Driley insistió en que tenía que ser mi propio retrato. ¿Pero quién
querría ver una pintura solo de mí?
Puse música y saqué las piezas del retrato de Matt. Entonces agarré
un lienzo de lona de la sala de caballetes y lo llevé a mi mesa, sacando todos
los bocetos, dibujos y bosquejos de las facciones de Matt de la carpeta. Me
encontré sentada frente a una mesa llena de sus ojos, su sonrisa y su
mandíbula. Y eso casi me mató. Solo había un boceto de su mano:
sosteniendo un lápiz mientras dibujaba algo. Había captado bien los dedos:
Los nudillos pesados y los largos dedos. Las uñas cortas y redondeadas,
pero limpias. Los tendones que se extendían desde la parte posterior de cada
dedo a su muñeca. Ahora todo lo que podía ver cuando los miraba era esos
dedos tocando mi piel. Ese pulgar trazando mi pómulo. Esa mano tirando
de mi cuando corrí...
Sin planearlo, había dibujado los ojos y la boca con lápiz plano. Su
cabello y nariz en crayón acrílico pesado y la mandíbula con carbón vegetal,
los labios se veían enmarcados. Eran perfectos y mis ojos fueron derecho a
ellos. Pero quería que el espectador mirara a los ojos de Matt y que viera lo
que yo veía. ¿Debo volver a algunos de los otros bocetos? ¿Encontrar una
nariz que no fuera tan dramática para que los ojos destacaran más?
Grité y me giré.
Matt estaba en la puerta de la sala de caballetes, con las manos en los
bolsillos. Había círculos oscuros bajo los ojos y rastros de barba en su
barbilla y mandíbula. Tenía un aspecto horrible.
Se veía fantástico.
Se quedó mirando la imagen que había hecho de él. Era como si hubiera
abierto mi pecho, tirado de mi corazón, y se lo hubiese entregado. Me
conocía demasiado bien para no entender lo que estaba tratando de lograr
con la imagen.
—No lo había visto antes —dice—. ¿Por eso no me dijiste que estabas
viniendo sola todas esas veces?
—Lo siento.
Me volví valiente. Di un lento paso más cerca. Matt tenía más confianza,
al parecer. Cerró la distancia, pero sus manos estaban todavía hechas un
puño a sus costados.
—Mira, después de que saliste ayer por la noche, Ashley tuvo que lidiar
con basura real, por lo tanto, aléjate ¿bien? —La voz de Matt tiene más
fuerza, más enojo.
—¡Hey! —escupió.
—¡Sal de aquí! —rugió Matt e incluso yo salté. No podía apartar los ojos
de él.
—Lo odia, ya sabes. Odia que todo el mundo te odie. Se ríe de ti cuando
no estás...
Sus palabras me fueron arrojadas como piedras, dejando moretones.
—¡Eres un marica, Matt! ¡Y tú! —Se volvió hacia mí—. Sé que estabas
allí anoche con todos esos tipos. ¿Piensas que eso hará que les gustes a las
personas?
—Oh, mi...
—Finn te dijo lo que sucedería si... —Se llevó las manos a la boca e
inmediatamente miró a Matt.
—Matt, yo... —Se estiró hacia él, pero se encogió y ella se detuvo.
—¿Finn? —dijo.
Frunció el ceño.
—¿Cuándo?
—¿De verdad piensas que les creería a ellos sobre ti? —Su voz subió
bruscamente al final.
—Por supuesto que sí. ¡Lo has estado haciendo durante años!
—¡No lo hago!
—Matt, los eliges todas las veces. Les creíste cuando me acusaron de
llamar a la madre de Terese. Pasas el rato con ellos en la escuela a pesar
que hacen mi vida un infierno. Sales con chicas que me odian, luego les
crees cuando te dicen que no lo hacen.
—Sí.
—No. No me avergüenzas.
—Crece, Ash. —Su voz seguía subiendo—. Está celosa porque siempre
estoy ahí para ti. ¿Te das cuenta que… que siempre estoy ahí para ti?
¡Incluso cuando eres una completa idiota, estoy ahí para ti! Para este punto,
deberías saber que puedes confiar en mí.
—¡No lo hago!
—¿Y qué tal anoche? —gritó—. Entiendo que estuvieras molesta, pero
en lugar de buscar a alguien, ¡de buscarme a mí!, y pedir ayuda como una
persona normal, desapareces. Todos te buscaron, incluso Finn. ¿Sabías
eso? ¡Pensaron que algo te había sucedido! Luego resultó que sólo estabas
llorando en un rincón. A las personas no les gusta el drama. Y haces drama
todo el tiempo.
¿Podría?
—¡Matt!
Estuve al borde durante un largo tiempo antes que pudiera respirar sin
jadeos. Hasta que los temblores dejaron de correr de arriba abajo por mi
columna. Me quedé en el suelo, envuelta alrededor del dolor, obligando a las
grietas en el interior a que aguantaran. Hasta que pudiera respirar. Pero con
el oxígeno llegó una extraña clase de claridad.
Una vez que las bases estaban en su lugar, saqué un enorme espejo de
cuerpo entero de la zona de almacenamiento y lo apoyé contra la pared para
que pudiera estudiarme a mí misma. Era raro tener un espejo y no llamar a
Yo Mayor, pero era lo suficientemente duro mirarme a mí misma. Cada vez
que lo hacía, escuchaba mi propia voz.
Sí. Tengo prisa por salir de este lugar. Por salir de aquí antes de que el
infierno se desate. Por estar libre de esta basura que llaman terapia.
Pero digo:
Se aclara la garganta.
—Creo que los seres humanos tienen una tendencia a cumplir las
expectativas: lo que esperamos de nosotros mismos, lo que creemos que los
demás esperan de nosotros. Creo que todos fijamos nuestras vidas a esos
patrones. Y me pregunto si eso no ha sido parte de tu problema. Tomaste
decisiones basada en cómo percibías que otros esperaban que te
comportaras. Tú, tal vez inconscientemente, llamaste su atención sobre tus
defectos.
—¿Entendían qué?
—Continúa.
—Por lo tanto, dada su teoría, ¿me traje todo esto a mí misma? ¿Empujé
a la gente hasta el punto en que no podían alejarse? Para un estado tan
agravado, ¿tenían que buscarme?
—¿Presionarte?
—¿Y tu incidente?
Él sabe.
•••
Lunes por la mañana, esperé hasta quince minutos antes de que la
campana debiera sonar, pero Matt no se presentó para llevarme. En el
último segundo, me puse mis zapatos y corrí el kilómetro más o menos a la
escuela. Cuando estuve una manzana de distancia, lo bastante cerca para
oír los sonidos de la gente riendo y gritando, los acontecimientos de todo el
fin de semana llegaron a mí y me di cuenta de que estaba temblando.
Me metí por una entrada lateral y caminé por el pasillo corto desde la
puerta hasta la sala principal.
Luego una.
Querido Matt,
—Oh, Matt, entiendo… —arrulló una voz detrás de mí, seguida por una
nube de risa. La mortificación zumbó a través de cada terminación nerviosa
de mi piel. Mi casillero se emborronó enfrente de mí y aparté las lágrimas.
Tenía que salir de aquí. Ahora. Iría directamente con la enfermera, le diría
que estaba enferma, hacer que me firmara la salida de clase. Sí. Buen plan.
Me encojo. Sus burlas y risas hacen eco en mis oídos mientras caminan
por el pasillo. No fue hasta que alguien más golpeó mi hombro que pude
ponerme en acción. Me giré y caminé, chocando de lleno contra un ancho
pecho. Firme manos conocidas me tomaron de los antebrazos.
Matt.
Estaban observando.
Esperando.
—¡Oye! —Matt se lanzó hacia cierta chica, pero lo jalé hacia atrás—.
¿Qué pasa ahora? —Mi voz se rompió.
Matt juró.
A cada lado del lienzo, dos copias de la carta estaban fijadas al tablón
de anuncios.
Había un corto circuito en algún lugar y todo lo que pude hacer fue
sostenerme contra la pintura así nadie más podía verla. Estaba aterrorizada.
Estaba exhausta. Necesitaba ir a casa.
No estoy segura si dije eso, o si ellos simplemente lo asumieron, porque
Matt dejó ir mi brazo y la señora Driley, luciendo al borde de las lágrimas,
asintió y se dirigió hacia la puerta por delante de mí.
Alguien dijo mi nombre. Burbujeó hacia mí como aire a través del agua.
Pero no quise escucharlo. Muy pronto estaba corriendo y dado que estaba
llorando, todo pasaba en un borrón literalmente. Golpeé la barra en las
puertas dobles y corrí por las escaleras y salí, atravesé el estacionamiento,
preguntándome por qué mi nombre seguía rebotando en el aire detrás de
mí. Pero no tenía ninguna respuesta. Tenía que estar sola. Y tal vez
necesitaba matarme, porque si esto podía empeorar, de todas formas, no
tenía en mí lo necesario para sobrevivir.
Traducido por Cat J. B
Casi suelto una carcajada. Si no estuviera más tensa que una cuerda
de guitarra en este momento, lo habría hecho. ¿Eso es lo que lo tiene tan
callado y cuidadoso?
—Solían decir cosas como esas todo el tiempo —digo con incredulidad—
. Si hubiera hecho todo lo que los demás me decían que hiciera, no habría
sobrevivido en la secundaria. —Trato de sonreír, pero no funciona muy
bien—. En serio, doc, no es por eso que estoy aquí.
Me hace un gesto para que continúe, pero no paso por alto, que no dijo
estar de acuerdo conmigo.
•••
No recuerdo el camino a casa, ni como entré con la pintura en mis
manos. No recuerdo nada excepto ver que no eran ni las nueve de la mañana
y ya deseaba no haber nacido. Entré a mi habitación y encontré a Yo Mayor
en el espejo, su rostro estaba contraído por la preocupación.
—Ashley... yo no…
Abrió la boca para regañarme otra vez, luego vio la pintura y la cerró.
Se acercó un paso. Y otro más. Se cubrió la boca con una mano, pero yo
podía ver sus labios moviéndose, leyendo las palabras. Finalmente me miró
y bajó la mano.
Matt.
Eso fue la gota que llenó el vaso. Respiré muy fuerte, y luego me rompí.
Todas las piezas dentro de mí se partieron y se disiparon, cayendo con un
tintineo en el piso de mi vida y dejando un vacío abierto donde debería estar
mi corazón.
—Necesitas ayuda.
Me siento derecha.
No hay manera de saberlo. Nunca he tenido alguna otra madre, así que
me parece inútil especular. En lugar de eso, me encojo.
—Creo que es una buena teoría —le digo—. Pero, ¿quién sabe?
Trago saliva.
•••
Después que mamá finalmente dejó mi habitación, me senté sobre la
alfombra, con todo mi cuerpo rígido. Durante mucho tiempo no me pude
mover. Finalmente, me las arreglé para arrastrarme y cerrar la puerta del
armario así podría ver a Yo Mayor, aunque no pude evitar verme a mí misma,
también. Mi rostro estaba tan hinchado por las lágrimas que lucía como si
hubiera pasados dos rondas en el ring de boxeo.
Por mí.
—¿Hacer qué?
—Ganar. Vas a ganar, Ashley. ¿Entiendes? Vas a tomar la mierda que
te están lanzando y la convertirás en algo bueno. Algo hermoso. Y ganarás.
—¿Cómo? ¿C…cómo?
Cuán apropiado.
—Sí —dijo—. Quiero decir, fue un poco diferente para mí, pero le
hicieron esto a mi pintura… sí.
—¿Puedo hacerlo? —Mi voz fue apenas poco más que un susurro.
—Pero…
•••
Las clases estaban en curso. Lo más probable era que la gente mirara
por la ventana y me viera cruzando el patio. Alguien que me odiaba oiría que
estaba de vuelta.
Vacía.
Asentí, con lágrimas en los ojos. Ella puso una mano en mi brazo, la
frente arrugada.
Ella frunció el ceño, como si pudiera oír mis palabras no dichas. Pero
si había una cosa que la señora D no ponía en duda, era la salida creativa
como terapia. Me miró por un segundo, luego empujó los labios y asintió.
—La sala de caballetes todavía tiene el gran espejo en ella —dijo en voz
baja—. Y te daré todo el tiempo que pueda, pero… lo siento, voy a tener que
tomar una decisión para el final del día.
Desde que Finn había traído su veneno, sólo había cambiado tres
cosas: el retrato de mí ahora miraba hacia abajo y lejos, tratando de no ver
las palabras e imágenes que Finn había escrito. Había limpiado los bordes
en todas las letras. El ojo inexperto no se daría cuenta, pero había el
contorno negro más pequeño para darles mayor nitidez. Esas y las otras…
adiciones, cortaban a través del resto de la imagen y saltaban fuera del
lienzo.
Él odiaría eso.
Había tratado de arruinarme. Pero yo no iba a renunciar. Todavía había
una puerta por la que podía caminar. Una versión de mi futuro que valía la
pena aún esperando por mí.
Y allí, en medio del oscuro y ancho agujero dentro de mí, una pequeña
bola de esperanza volvió a la vida.
Traducido por camii.beelen
—¿Qué? ¿Cómo?
Pausa.
—¿No lo está?
—¿Lo hicieron?
—Sí. Aun más que tus recuerdos de los sucesos, porque tus recuerdos
están afectados por tus decisiones de esconder cosas o modificarlas como
crees que quiero escucharlas. —Su expresión es amable, pero hay una
advertencia en esas palabras.
—No te estoy acusando de eso. Pero es claro para mí, que eres muy
consciente de lo que otros piensan sobre tu persona. Modificas tu elección
de palabras, le restas importancia a tus sentimientos y endulzas
situaciones. Te escondes detrás de estas cosas porque has crecido
acostumbrada a ser ridiculizada simplemente por ser tu misma. Pero es por
eso que estoy tan contento de ver tus pinturas. Me cuentan una gran parte
de la historia.
Trago.
—¿Cómo qué?
—Ashley…
Mi cuerpo esta rígido, pero no voy a ser capaz de relajarme hasta que
esté fuera de este lugar. Y me estoy quedando sin tiempo.
—Ashley…
—¡Bien! ¡Se lo diré! —Creo que lo grito, pero apenas sale como un
susurro—. Solo estaba decidiendo cuál de las orejas de Matt me gustaba
más cuando la puerta se abrió. Pensé que era la señora Driley, volviendo
temprano, pero no fue así. Era Karyn… y Finn. Era una media hora antes
de que sonara el timbre final. Había una asamblea de fin de año ese día. Lo
había olvidado.
Lo que sucedió después de eso fue… no era yo. Fue a Alguien Más.
Alguien Más se levantó en posición vertical y puso un pie a través de la
silueta de mi padre.
Caí en la brillante superficie tan rápido que apenas tuve tiempo para
pensar, sí.
Por favor.
Traducido por Cat J. B & Aria
Asiento. Trago.
—Sí. Lo fue.
La expresión del doc me dice que quiere que piense que él no está
disfrutando de esto.
—De acuerdo a los reportes escolares, Finn y Karyn te encontraron en
la sala de arte destrozando tu propio trabajo, llorando, balbuceando
incoherentemente.
—Finn y Karyn mintieron para cubrir sus traseros —digo entre dientes.
—Tu profesora dijo que sabía que algo iba mal cuando apareciste esa
tarde. Por eso dejó la asamblea temprano para volver a la sala de arte.
Percibió algo en ti que la inquietó. Algo… ¿destructivo?
Le doy una mirada furiosa y aprieto los dientes con más fuerza.
—No diría que me convenció. Sino que me dejó ver el potencial que
tenía. Que Nueva York todavía era una posibilidad… —Mi voz se desvanece.
Porque, por supuesto, no era una posibilidad. No después de lo que Finn y
Karyn le habían hecho a mi trabajo.
Doc deja caer su lapicera sobre la libreta y se frota el rostro con una
mano.
—Ashley, tu historia…
El reloj hace tic-tac dos veces antes de que caiga en la cuenta de las
implicaciones de esas palabras.
—Estoy hablando muy en serio —dice doc con calma, echándose hacia
atrás en su asiento—. Quería escuchar tu explicación de esto porque si
admitías lo que pasó ese día, si me contabas la verdad, podría haberme
asegurado de que tú veías las cosas diferentes ahora. Pero tal y como están
las cosas, temo por tu estabilidad. Temo por lo que podrías hacerte a ti
misma, o a otros, si te dejo suelta.
Miro al reloj. Son las 2:14. No puede hacer esto. ¡No cuando estoy tan
cerca!
—Me alegra oír que hablas tan bien de ti misma —dice finalmente. Con
desconfianza—. No voy a ser el único con esperanzas de que esa actitud
continúe.
Arruga las cejas. La barba que rodea su boca se curva por su ceño
fruncido. Apoya la sien en un puño, examinándome.
Luego suena otra vez, un poco más fuerte, y alzo una ceja hacia él. Doc
duda, luego murmura: “Discúlpame” y se levanta de su lujosa silla, rodea la
lustrosa mesa de café, pasa al lado de su escritorio, y se fija quién es por
una pequeña mirilla en la puerta. Diseñada, sin duda, para mantener a
salvo a doc si aparece un ex-paciente psicótico buscándolo.
Mi cabeza da vueltas.
—…muy apenado por la noticia, pero creo que podemos hacerlo rápido.
Aprecio que hayas venido —dice doc, abriendo más la puerta.
—¿Ashley?
Matt tira la cabeza hacia atrás, solo un poco. Miedo cruza sus ojos.
Tiene miedo. De mí. No sé si reír o llorar. Miro a doc, abro la boca para
preguntarle en qué diablos estaba pensando, cuando responde la pregunta
que no llegué a hacerle.
—Matt, toma asiento. Ashley, le he pedido a Matt que venga hoy porque
he sentido que su perspectiva en tu pasado, en los eventos que llevaron a
aquel día, puede ayudarte a… procesar.
—¿Procesar?
—Creo que los problemas que has tenido en los últimos años son a raíz
de aquel día, por la forma en que te sientes sobre ti misma como resultado
del bullying y la crueldad que has experimentado.
Doc asiente.
—Y creo que tienes que ser sincera contigo misma sobre lo oscuras que
se volvieron las cosas aquel día. Por ti. Sobre cómo tú… cómo tus tenencias
autodestructivas pueden haber… aumentado.
Mi boca se abre dos veces antes de ser capaz de sacar las palabras.
—Finn me empujó a través de ese espejo —me las arreglo para decir
finalmente entre mis dientes—. Se lo dije.
—He estado con Ashley todo el día —dice, como si esto fuera un regalo
y ambos deberíamos estar agradecidos. Extrañamente, no estoy abrumada
por la gratitud en ese momento—. He aprendido mucho, y ella
definitivamente se ha abierto. Sin embargo, justo antes de que llegaras, nos
hemos encontrado con lo que describiría como un obstáculo para su
recuperación.
Bufo.
Estoy lívida.
—¡No puedo creer que todavía lo defiendas después de todo este tiempo!
—Ashley, por lo que describiste, Karyn solo rompió tres o cuatro piezas.
—Solo lo suficiente para arruinar cualquier oportunidad de montar un
porfolio para Nueva York —espeto—. Ustedes están tan ciegos como ellos lo
estaban. ¿No lo entienden? ¿No entienden lo que hace esta gente? Lo toman
todo. Te pasan por encima una y otra vez hasta que no te quedan fuerzas.
Luego se ríen y lo hacen otra vez, solo para asegurarse de que no tengas ni
una onza de respeto por ti mismo, tampoco. Esas dos personas arruinaron
mi vida, y ¿ahora quieren que diga que estaban intentando ayudarme? ¡Yo
no soy la persona loca en esta mesa! —grito y me pongo de pie.
Le corto:
—Necesito caminar.
—Ash —dice otra vez, más suave en esta ocasión—. Nunca he dicho
que no te hicieran daño, o que tuvieran razón por… por lo que hicieron. Solo
me preocupo porque no admitas que tú también te hiciste daño a ti misma.
Matt abre la boca y me preparo. Pero doc levanta una mano para
detenerle.
—Ashley —dice doc—. Creo que ese día, estabas tan infeliz, bajo tanta
presión, que fuiste capaz de tomar decisiones que no habrías tomado
cualquier otro día de tu vida. Lo llamamos punto de ruptura. Creo que
alcanzaste tu punto de ruptura aquel día, y no hay vergüenza en eso.
Bufo.
Pensé en lo que dijo doc. Sobre cómo solo pensaba en mí. Mi vida. Todas
las veces que no le he contado a Ashley lo que se viene mientras espero que
vaya distinto… ¿La estaba protegiendo a ella? ¿O a mí misma? ¿Necesitaba
que experimentara lo que yo había experimentado para validar mis propias
decisiones? ¿Mis propios errores?
Trago saliva.
—Hola —digo a través de las lágrimas que se están reuniendo—.
Ashley, sé que esto va a sonar raro, y sé que mi elección del momento
oportuno es una mierda, pero tengo que decirte algo.
—¿Con quién estás hablando, Ashley? —dice Matt con una voz dos
notas más alta. Le ignoro.
—¿Ashley? —digo.
—¿Qué?
Ella asiente.
Como si me importara.
Hay susurros detrás de mí, pasos. Luego Matt está sobre mi hombro.
—Lo entiendo, ¿está bien? También estuve ahí. Se siente como si fuera
demasiado. Han ganado. Han ahuyentado a Matt. Han destruido tu
autorretrato. Y todos se están riendo. Tu piel está hormigueando, te odias y
los odios. Pero estás atrapada. —Tengo que trabajar fuertemente para
mantener mi voz por encima de un susurro—. Tienes que salir.
Sacudo mi cabeza.
—No lo haré. Y no te dejaré sola, ¿está bien? Voy a estar aquí todo el
tiempo. Y voy a ayudarte.
—Ash, por favor… —Matt toca mi brazo y lo jalo para alejarlo sin
mirarlo.
—En unos poco minutos, Finn y Karyn van a llegar —le digo
suavemente. Su ceño se frunce—. Karyn va a tratar de destruir tu obra de
arte y Finn va a sostenerte para que no puedas detenerla.
—Ya lo hago —dice ella con su suave voz. Sus hombros tiemblan y estoy
rota por ella. Limpio mis propias lágrimas con una mano apresurada y
mantengo mi voz fuerte. Por ella.
—No puedes rendirte. No puedes dejarlo ir. Sin importar cuán mal se
ponga, no puedes dejarlos ganar hoy —le digo—. Eres mejor que esto. Eres
mejor que yo. Yo… Ashley, estoy orgullosa de ti.
Yo Menor parpadea.
Matt gruñe.
—Veo a mi yo más joven, al final del penúltimo año del instituto. Ella
va a pelear y va a ganar —le digo, resuelta.
Asiento.
—Pero…
•••
Jadeé y me giré. Karyn siguió a Finn dentro del salón de caballetes,
inmediatamente mirando hacia mis lienzos. Recordando la advertencia de
Yo Mayor, me hice hacia un lado para ponerme entre ellos y mi trabajo de
arte, mi pulso golpeteando en mis oídos. Un flujo de improperios se levanta
desde Yo Mayor y el espejo.
Finn sólo levantó una ceja y vino a pararse frente a mí, con sus manos
sobre sus caderas.
—Realmente estás loca —dijo él—. Quiero decir, toda la escuela lo sabe,
puedo ver por qué ya no querrías esconderlo más. Aun así… —Sacudió su
cabeza como un padre decepcionado, excepto por el jubiloso brillo en sus
ojos.
—Eres como uno de esos virus, C —dijo él—. Sólo no te quieres ir.
Karyn arrancó otro pedazo del rostro de Matt del lienzo. Luego Finn
torció la piel en mi muñeca hasta que quemaba, y Karyn se estiró por otra
pieza. Repentinamente entendí por qué Yo Mayor me había advertido sobre
seguir, porque la urgencia estaba ahí para sólo… hundirme. No podría
vencer a estos dos… ¿cierto?
—No lo haré —apreté mis dientes y tiré de mí con todo lo que tenía.
Traducido por Aria
—No puedo hacer esto más —dice Matt con la voz rota, y temo
horriblemente que vaya a llorar, así que no le miro.
—¿Doc?
Me vuelvo sobre mis talones y me aparto dos pasos del espejo, hacia
doc. Pongo mi dedo en su rostro.
—Ha acertado con una parte —le digo y vuelvo a mirar al espejo.
•••
Fui incapaz de soltarme de Finn por un minuto, nuestra lucha
convirtiéndose en un juego violento de atrapar, en el que intenté apartar a
Karyn de mis dibujos y Finn no dejaba de agarrarme, riéndose cuando le
esquivaba.
Luego ella tomó el dibujo de los labios de Matt, los que dibujé después
de que me besara, y los arrancó del tablón. Grité “¡NO!” tan alto que mi voz
se quebró. Y en vez de intentar esquivar a Finn, di un paso y le empujé.
—Bienvenida a mi mun…
Matt miró entre ellos, luego a mí. Podía ver la confusión en su rostro.
La pregunta. Contuve la respiración. ¿Había estado tan cegado por esa carta
que les creería?
—¡Yo no…!
—Le dije que no eras tan malo como ella decía. Le dije que se
mantuviera lejos de tu camino —espetó, señalándome—. Y todo el tiempo,
estabas torturándola y liándote con mi novia.
Abrí la boca, pero Matt me cortó con una mirada y la cerré de golpe otra
vez.
—Resulta, que ella no fue la única que les vio —dijo con los dientes
apretados, inclinándose hacia el rostro de Finn hasta que estuvieron nariz
contra nariz—. Resulta, que cuando empecé a preguntar, había mucha
gente que lo sabía. Pero nadie tuvo las agallas de decirme la verdad.
—Bueno, espero que ustedes dos sean muy felices juntos. Buena suerte
teniendo cualquier tipo de vida social cuando estés saliendo con ella.
—¡No! —grito.
Había pensado que ella lo había logrado. Que los había retrasado el
tiempo suficiente para dejar que Matt llegara allí a tiempo para ayudar. Pero
la pelea aún no ha terminado. Mientras veo a Matt golpear a Finn, las
lágrimas amenazan de nuevo. Desearía que él hubiera tenido ese tipo de
coraje por mí.
Una mano pasa por mi brazo y la empujo lejos sin dejar de ver el espejo.
Frunzo el ceño.
—¿Qué está…?
Sin advertencia, Matt está sobre sus pies, los labios curvándose lejos
de sus dientes. Se mueve entre las sillas hasta que está frente a nuestro
pequeño trío, con manos apretadas a los costados.
Giro mi cabeza para mirarlo fijamente, pero él aún está viendo el espejo.
Su rostro se endurece.
—¿Matt? —pregunto.
—Suéltenla —dice de nuevo.
Los dos camilleros miran a doc, quien debió haberles dado algún tipo
de señal, porque de repente, sus manos están fuera de mí. Me apresuro
hacia el espejo lo más rápido que puedo.
Yo Menor aún está entre los caballetes, con las manos estiradas, viendo
que los chicos se aporrean entre sí. En mi línea de tiempo, Matt golpeó a
Finn tan pronto como la ambulancia me llevó. Ahora ellos ruedan por el
suelo, Finn lanzando maldiciones mientras logra estar sobre Matt por un
momento. Una de las piernas de Matt patea hacia afuera, golpeando a Yo
Menor en la rodilla. Ella grita y salta a un lado.
—Veo… nos veo a nosotros. Ese día… —dice con voz ronca—. Te veo a
ti y tu arte y… ese soy yo peleando con Finn.
—¡Puedes verlos!
—Matt…
—No lo hago —digo, sin poder dejar de sonreír porque estamos juntos
en esto ahora—. Te he estado diciendo la verdad.
•••
Estaba sobre mis pies, pero toda la habitación se movía cada vez que
tomaba una respiración. Mi cabeza sonaba. Refriegas y gruñidos sonaban
en alguna parte cerca del suelo. Luego hubo un grito a mi izquierda. Traté
de dar un paso de lado. No estaba segura de a qué dirección me terminé
moviendo, pero escuché a Matt, agitado y la voz áspera, maldiciendo a Finn.
No estaba segura del lado del que provenía la voz. Los giros en mi
cabeza eran confusos. Así que dejé de moverme, intenté mantenerme quieta.
Pero era como si estuviera en un bote en un mar turbulento. Me mecí y me
estremecí.
—Tu novia ayudó. —A pesar del jadeo en su voz, Finn sonaba como si
estuviera sonriendo.
Matt hizo un sonido que nunca había escuchado antes. Tacleó a Finn,
un puño hacia atrás, el otro sosteniendo la camisa de Finn, jalándolo para
que estuviera medio de pie.
—¡Estás herido! —Volví a hacer una mueca. Mi propia voz fue como
una daga en mi sien.
—No es tan malo como… —Se interrumpió—. ¿Qué demo…? —El color
se drenó de sus mejillas.
Olvidando mi cabeza, me giré para ver lo que él estaba viendo y perdí
mi equilibrio. Matt me atrapó por detrás, pero no dijo nada. Parpadeé varias
veces hacia el espejo. Yo Mayor estaba allí, lágrimas corriendo y las manos
sobre su boca. Matt Mayor estaba allí también. Y él estaba mirando como si
estuviera viendo a Dios crear el mundo.
—¿Qué…? —comencé.
—Sí, eso creo. —Yo Mayor tocó el pecho de Matt Mayor, luego se giró
para verme—. Él puede verse a sí mismo, Ashley. Él está… ellos están…
—Ash, ¿cómo estás haciendo esto? —dijo Matt entre dientes, sus
manos apretándose en mis brazos, casi al punto del dolor.
Trago saliva.
Pero Matt tira de mí para alejarme, extiende una mano, se coloca entre
nosotros. Hay un destello de movimiento en el espejo. Es un reflejo girarnos.
—¡Cuidado! —grito.
Lo necesito.
Por ella.
Así que me preparo, luego me lanzo, las manos por delante hacia el
espejo, estirándome para detenerla antes que ella golpee la superficie
brillante, extendiéndome hacia ella incluso cuando el espejo parpadea y
luego estalla…
Trato de tirarme hacia atrás, encontrar sus ojos, pero mi cabeza está
demasiado pesada para mi cuello. Termino colgando alrededor hasta que
ella se aleja lo suficiente para mirarme. Sus mejillas brillan con lágrimas.
—¿Cómo? —pregunta.
Matt Menor está detrás de ella, con el rostro blanco como el papel. Hay
una maldición. Y otra.
—Eres libre. —Me las arreglo para decir. Mis ojos cerrándose.
—¡Yo Mayor!
Me obligo a mirarla.
—Será diferente para ti. Y eso es bueno. Así que recuerda que vales la
pena.
Soy movida. Hay voces. Quiero callarlas, pero no puedo mover mi boca.
No puedo recordar lo que es. Pero a medida que las manos se cierran
sobre mis brazos y hombros, presionando en esas líneas ardientes, y alguien
dice “arteria” y alguien grita “¡ambulancia!” puedo sonreír.
Mientras me voy apagando, estoy acostada sobre algo blando. Sólo hay
dos cosas que quedan:
La galería.
Abrí la puerta del taxi y traté de fingir que estaba lista para hacer esto.
Al segundo en que mis pies golpearon la acera, una ola de miedo recorrió mi
espina dorsal. La chaqueta gruesa de lana que llevaba me cubría desde el
cuello hasta las rodillas, ocultando mi vestido y las minúsculas cicatrices
entrecruzadas en mis brazos. Di un paso hacia adelante reacia.
De mí misma.
Ese momento en que casi golpeé el vidrio, cuando ella vino por mí… por
una fracción de segundo pensé que íbamos a estar juntas. Pero entonces
ella se había ido. Y nunca ha regresado.
—¿Tienes tu identificación?
No eran como las de Yo Mayor. Las suyas habían sido cuerdas gruesas,
separando la piel en trozos irregulares. Las mías eran sólo… cicatrices.
Líneas finas donde pequeños trozos del espejo hecho añicos se habían
deslizado a través de mi piel en su camino hacia el suelo, y la más profunda
donde mi cuello se reunía con mi hombro, donde un fragmento había sido
capturado en mi cabello y presionado en mí cuando me aparté del espejo.
Esta noche estaba aquí para disfrutar de cierto éxito. Y nadie iba a
arrebatarme eso.
¿Pero el del medio? Nunca antes lo había visto. No era nada menos que
impresionante. Y era yo.
—Hola, Shelley.
—OhDiosmío… es… esa es… ¡eres tú! ¿Tú has hecho eso? —jadeó—.
Porque, en serio, creo que esto es lo mejor que hay aquí. Como… no estoy
de broma…
—Habría jurado…
—¿Te gusta?
Me volví para mirar al cuadro otra vez y quise llorar. Era muy hermoso.
Me hacía parecer hermosa.
—Ashley… —empezó.
Sacudí la cabeza.
Bufé.
Matt se rió.
—No, yo…
—Ashley, sabes que tienes que hacerlo en algún momento. Bien puede
ser ahora cuando solo hay cincuenta personas aquí, en vez de quinientas.
Tenía razón ahí. Pero no había estado bromeando cuando le dije que
no pensaba que pudiera hacerlo.
—¡Sr. Gray!
Matt dudó, luego se volvió —sin dejar ir mi mano—, mientras un
hombre de aspecto severo con traje y gafas finas de metal se acercaba. Uno
de los jueces. Lo reconocí por el paquete de información que me enviaron. Y
tenía a un par de hombres menos formales, pero de aspecto igual de
importante siguiéndolo.
Sabía que esto iba a pasar. Esperaba totalmente que Matt ganara la
beca esta noche. Pero incluso si no lo hiciera, no tenía duda de que se iría
de la galería con varias ofertas.
Era la hora.
Traducido por VckyFer & âmenoire
Por suerte, cada pared de artistas tenía una banca y me dejé caer en
una de las piezas de madera. Esto era todo. El momento. Aquí era donde
tenía que enfrentarme a mis miedos con coraje: mirar a los demonios de mi
pasado y darme cuenta de que ellos no tenían poder. Si fuera una película,
podría llorar, pero caminaría con mi cabeza en alto y sin mirar atrás.
¿Cierto?
¿Qué había de malo conmigo? ¿Por qué no podía ser una heroína patea
traseros, como en los libros? ¿O la fuerte y noble estrella de una película?
Porque dolía.
Esa es la parte que nunca te dicen en las películas. Esa es la parte que
los libros pretenden que no existe.
Aun si Matt me amara por el resto de mi vida y nunca hiciera más que
parpadear en dirección de otra mujer, aún habría dolor en nuestro pasado.
Miedo de que nos defraudemos el uno al otro de nuevo.
Y estar con él era maravilloso, pero Yo Mayor tenía razón en una cosa:
Matt no era perfecto. Él aún estaba trabajando en cosas con su papá.
Íbamos a enfrentar eso de nuevo. Juntos, lo esperaba. Pero aun así…
Tú lo vales.
Me mordí el labio y tragué las lágrimas.
Pero sabía, con seguridad, que ella me amaba. Que ella había estado
dispuesta a morir por mí.
Recordaba los días en que creía que ella no me amaba, que ella no era
nada más que una mentirosa. Mis dedos se apretaron en la banca, ya fuera
para mantenerme quieta o para empujarme lejos, no estaba segura. Pero
cuando miré hacia arriba por sobre las lágrimas, vi la pintura de nuevo.
Y escuché su voz.
—Gracias —susurré.
—Um. No.
Asombrada, asentí.
—Uh, sí…
—Ah, por supuesto. Las buenas historias siempre lo son, ¿no es así?
—Meneó sus cejas, luego se giró para fijar su penetrante mirada en la pared.
Mi momento de alivio pronto se volvió miedo desgarrador—. Ahora, este,
amaría escuchar la historia detrás —dijo, moviendo un dedo hacia mi pared.
Tragué.
—¿Oh?
—Sí. ¿Has oído de ello?
—Wow —dije.
Él asintió.
—En serio. —Dio un paso más cerca a la pared y señaló. Me fui obligada
a girarme, de otra forma, sería demasiado obvio.
Finn.
Solo había visto a Finn una vez desde Ese Día. Unas semanas antes de
ir a Nueva York. Fue un sábado. Acababa de salir de la tienda cerca de la
casa de Matt, cuando Finn casi chocó conmigo en su camino hacia el
interior. Ambos nos detuvimos como si hubiéramos sido golpeados por una
bola de demolición, mirándonos fijamente. Y por primera vez desde que
teníamos doce, no vi el brillo en sus ojos. Todo lo que vi fue miedo. Y una
pregunta.
—Sí, sí. No era tan extravagante en ese entonces. Pero no había duda
que tenía… estilo. —Dio una risa autocrítica y no pude evitar reírme con
él—. Pero nunca habría tenido el valor de hacer esto —dijo en voz baja, la
sonrisa se desvaneció cuando se volvió de nuevo hacia mi pintura—. Ésta
es una artista que está dispuesta a ponerse al descubierto a sí misma con
el fin de decir la verdad. —Asintió una vez—. Y de ahí es de dónde viene el
verdadero arte.
Tragué saliva.
Me quedé helada.
—Discúlpeme, señor…
Sacudí mi cabeza.
Pero frunció su ceño de nuevo, mirando hacia mí, luego hacia los
cuadros en la pared.
Me sonrojé.
—Creo que…
Fruncí el ceño.
—Oh, no, querida, te lo aseguro, ahora que sé, puedo ver que es una
semejanza perfecta. Pero no te habría reconocido de él porque… eres
diferente. Esto no eres tú.
No estaba segura que eso fuera cierto del todo, pero le ofrecí una
sonrisa porque era más fácil fingir que lo era.
—Gracias. Por decir eso. Y esas otras cosas… fue muy amable. Y en su
mayoría acertado.
—Está bien…
—No, quise decir… —Me volví hacia la pared, con la intención de decirle
que no había pensado tan profundamente en los labios de Finn como él
pensaba… que me había dado demasiados elogios. Pero todo lo que vi fueron
las letras rosas y ese horrible grafiti, y me quedé parada allí, finalmente,
inmóvil ante la visión.
—Pero no dejes que ellos te hagan pensar que te falta algo. Saltarán
por Matt porque está demasiado pulido. Y puede que te den una
oportunidad, también. Pero espero que nos consideres de todos modos. —
Esbozó una amplia sonrisa—. Con nosotros, puedes estar orgullosa de
exactamente quién eres. Ahora mismo. Y cuando hayamos terminado
contigo, te prometo, nunca serás confundida con otra persona.
Resoplé.
—¡Dame las gracias diciéndole al resto de ellos dónde poner sus becas!
—gritó. Luego desapareció.
•••
—¿Ash? —La voz baja de Matt se levantó tranquilamente detrás de mí.
Giré. Tenía sus manos en sus bolsillos, y había líneas en su frente.
Palmeé el banco junto a mí, y luego me volví hacia mis pinturas y esperé
a que se uniera a mí.
—Tengo opciones.
Mi propia madre sólo agitaba su mano cada vez que hablaba de lo que
ella denominaba como mi “pequeña muestra de arte”. Eso estaba bien para
mí; tenerla aquí habría arruinado esto para mí.
Entonces, veinte minutos antes que Matt llegara, recordé algo que mi
Yo Mayor me había dicho. Su voz hizo eco en mi memoria y levantó mis
lágrimas.
…no es lo que te pasa en tu vida lo que te destruye. Es lo que tú haces
al respecto.
Diana de Loera
Mari NC
Moninik