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Por último el antropólogo Clifford  Geertz ahonda en una experiencia en la que se puede

evidenciar cómo ha aplicado los postulados de su obra. Este es por supuesto el texto
“Juego profundo: notas sobre la riña de gallos en Bali” ,  el cual relata el proceso que
viven él  y su compañera y también antropóloga Hildred Geertz en la isla de Bali
(Indonesia) , específicamente en una aldea al sudeste de esta llamada Tihingan, que para
ese momento contaba con alrededor de quinientos habitantes, diferenciados en cuatro
grandes grupos endogámicos por la línea paterna, que representan las principales
facciones.

Geertz narra cómo su presencia a diferencia que en el resto de las islas indonesias, en
Bali parece casi invisible, comentando que en las conversaciones se restringen
específicamente a lo preguntado, impidiendo el paso a un diálogo verdadero, y sus
miradas parecen atravesar al extranjero; puesto que existe un gran ensimismamiento de
la cultura, sin embargo, cuando en 1958 arriban Hildred y Clifford Geertz se encuentran
con una gran coincidencia y es que en la semana siguiente se hará una riña de gallos
para conseguir fondos destinados a la escuela . Es importante aclarar que debido a la
colonia holandesa se consideró a las riña de gallos como actividades primitivas,
atrasadas, retrogradas, y por ende luego de la descolonización las elites las prohibieron,
pese a esto, siguieron siendo realizadas de modo clandestino.

Así el día de la riña de gallos, los antropólogos asisten para contemplar las dinámicas
propias de la comunidad, actividad que se interrumpida por un asalto policial que dispersa
a los espectadores, de esta manera, el autor se apega al principio acuñado por los
antropólogos “a donde fueres haz lo que vieres”,  y también emprende la huida. Luego de
que un balinés lo defendiera de la policía quienes lo ven como sospechoso debido a sus
rasgos físicos, Geertz empieza a ser aceptado por la población, quienes poco a poco lo
acercan a su cultura y específicamente a la riña de gallos. De esta forma el autor hace su
investigación aplicando el método de la descripción densa, acercándose, identificando e
interpretando las dinámicas de las riñas.

Lo primero que evidencia y de donde parte su investigación es que dicha riña de gallos es
una actividad masculina puesto que los gallos se visibilizan como símbolos masculinos,
como “penes separables que obran por su cuenta” y por esto hay un cuidado extremo del
gallo, de su alimentación, y debido a que, además la connotación de gallo
semánticamente alude a héroes, guerreros y más aún como lo expresa Geertz al
campeón, al soltero, al don juan, los gallos son denominados como expresiones
simbólicas o magnificaciones del yo.

La riña antes de la conquista era llevada a cabo en la plaza pública, pero luego de su
prohibición se ha marginado aunque conservando su esencia y su ritual. Comenzando al
atardecer, luego de que la noche anterior se haya puesto el espolón al gallo, que debe ser
afilado en luna llena y apartado de la vista de las mujeres. El autor describe aquí de
manera explícita el mortal combate, que cuentan con reglas estrictas inscritas en hojas de
palma, las cuales son heredadas de generación en generación, donde uno de los gallos o
los dos siempre mueren.  Puede durar entre tres y cinco horas, existiendo nueve o diez
riñas. A cada gallo lo acompañan entre siete y doce hombres (por lo general familiares y
amigos cercanos) para concretar la apuesta.

La apuesta se divide en dos tipos, la apuesta central que es colectiva, por las personas
principales que acompañan al dueño del gallo (quien debe siempre apostar): parientes,
vecinos, amigos íntimos. Es de montos altos frente a lo que ganan diariamente, además
es declarada frente al árbitro, el cual es quien impone la ley frente a las reglas expuestas,
y cuyas decisiones son indiscutibles, en este punto Geertz apunta que de las riñas a las
cuales asistió, jamás fue debatida la disposición del árbitro. Y también están las apuestas
periféricas que son individuales, hechas por el público, a gritos, de ofertas públicas y por
lo general son de montos bajos.

Otro hallazgo al respecto de estos elementos de la apuesta, es que más que el dinero lo
que se apuesta o se juega es el prestigio social, marcado desde la calidad de los gallos. Y
por tanto visto en las oscilaciones de las apuestas. Así la parada central, define lo que
desde Bentham el autor denomina «profundidad», acercándose a la noción que denomina
el texto «juego profundo» . Esta concepción de profundidad parece referirse a que todo el
ambiente de las peleas de gallos puede parecer banal a simple vista, ni siquiera el factor
económico pareciera justificarlas, y para entender tal «profundidad» el autor resalta que
se debe ir hacia otras esferas, de orden sociológico y sociopsicológico.

El dinero pasa a representar entonces un elemento de alcance moral, más que de utilidad.
Por tanto, donde se arriesga menos dinero se puede denominar como «juegos
superficiales», mientras que donde las sumas de dinero se incrementan, «juegos
profundos», lo que se pone en juego más que la pérdida de dinero en sí, es la
«consideración pública, el honor, la dignidad...» en una palabra el status, es jugar dinero
en las riñas superficiales, y jugar el status en el «juego profundo». Quienes apuestan
demuestran además una condición relevante dentro de la aldea, se diferencian de esos
hombres «viciosos» que apuestan de manera desenfrenada, estos por el contrario
apuestan en las «grandes riñas» y como señala el texto: estos hombres dominan en el
juego y en la sociedad.

Psicológicamente señala que se trata de expresiones simbólicas o magnificaciones del yo


del dueño del gallo, una forma esópica de representar el yo masculino y narcisista. Desde
lo sociológico igualmente es una representación esópica de campos de tensión que
pueden generarse desde ese ambiente de vida cotidiana calmado, callado, ceremonioso.

De esta manera el autor concluye que, cuando un hombre apuesta expresa más su
adhesión a un pariente, aún por fuera de la posibilidad de obtener ganancias económicas.
Que las redes de alianzas determinan por quien se apuesta. Todas las riñas son
sociológicamente relevantes. Esto es, que las contiendas son entre grupos opuestos: de
distinta aldea, de otro grupo endogámico dentro de la aldea, etc. También en la pelea de
gallos el monto de la apuesta puede mostrar una problemática entre dos individuos, que
por cualquier circunstancia, ya no tengan interacción social siendo de la misma aldea
(diferencias políticas, porque sedujo a su esposa), y esta hostilidad puede ser superada si
se apuesta por el gallo de tal «enemigo». La parada central puede marcar la posición
social de los dos contrincantes, ya que no se puede usar dinero «exterior», sino tiene
dinero para cubrir lo que exige el monto de la parada central, esta no se hace.
la riña de gallos es equiparada a una forma de arte en tanto la acción está plena de
significados, no es evidente en sí misma. Lo que hace es poner en una dimensión distinta
todos los elementos que se presentan en una pelea de gallos: la condición animal,
esópica del dueño del gallo, las jerarquías, la movilidad y utilidad del dinero. Tal
dimensión distinta es una interpretación de todos ellos, y les da un valor social, cultural.
La pelea de gallos se vuelve una entidad a descifrar. Como las obras de teatro, los textos
de literatura, las pinturas, decimos cosas de ellas, que tienen fuerza, elocuencia, las
interpretamos. Esto muestra además, una estructura radicalmente atomista, esto es que
en cada pelea de gallos se encuentran particularidades, manifestaciones particulares o En
una crítica a la sociología funcionalista el autor señala que no se trata de asumir lo
evidente que puede ofrecer la riña, que refuerza la distinción del status, sino que la riña
permite la elaboración de una teoría social que clasifica los seres humanos en rangos
jerárquicos fijos, y organiza la existencia
colectiva bajo esos rangos. «la función de la riña de gallos (...) es interpretativa» es lo que
ellos leen de su realidad, un cuento que ellos elaboran de sí mismos. Es posible entonces
estos hallazgos desde comprender que las «sociedades contienen en sí mismas sus
propias interpretaciones», se debe es, conseguir el acceso a ellas.

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